3 minute read

La evolución estética en el toreo

lOS TOReROS eXTRanJeROS en liMa

durante la primera mitad del siglo XX torearon en la Plaza de acho diversos diestros extranjeros. en 1917 llegó a nuestra capital Juan Belmonte. Sus primeras corridas no tuvieron mucho éxito, pero con el tiempo alcanzó gran popularidad por su particular estilo. aquí vemos a Belmonte en una fotografía publicada por la revista Mundial en 1921. en 1915. En la temporada de 1915-1916 se destacó Manuel Mejía Bienvenida, torero desigual que el 13 de febrero de este último año obtuvo un clamoroso éxito al lidiar seis toros oriundos de la ganadería “El Olivar”.

Advertisement

la eVOlUción eSTÉTica en el TOReO.- A partir del 24 de diciembre de 1916, se inicia una nueva época en la historia taurina del Perú. La plaza de Acho se eleva a la categoría de principal con la presentación del gran torero mexicano Rodolfo Gaona. La música del popularísimo pasodoble que se tocó aquella tarde, Olé Gaona del muy difundido compositor Román Ayllón y Torre Ugarte, reflejó la expectativa general. Gaona se mostró en Lima inferior a su fama; pero abrió o dejó entrever un mundo nuevo estético con sus verónicas, sus gaoneras, sus pases de muleta y sus banderillas. Junto con él llegó José Gárate Limeño, el torero peruano que mayor prestigio alcanzó en España.

El 23 de setiembre de 1917 hizo su presentación en Acho Juan Belmonte. No convenció en sus corridas iniciales; pero luego despertó un entusiasmo inigualable como el diestro que toreaba más cerca, más parado y más ceñido que ningún otro para crear no solo impresiones de peligro sino también de belleza. Alternó en esta temporada con Belmonte, con gran suceso, Diego Mazquiarán Fortuna.

Después de la temporada de 1918-1919 que tuvo como figura central a Julián Saiz Salero II, que gustó sin entusiasmar porque se le consideró demasiado frío y ventajista, el 14 de diciembre de 1919 se vio en el ruedo limeño a José Gómez Gallito, dotado de todas las condiciones necesarias para el arte de lidiar reses bravas y que con Belmonte, compartía la primicia en este arte. No volvió a Lima el diestro genial a quien llamárase “la maravilla de Gelves” pero Belmonte estuvo en 1920-1921, 1922, y 1924-1925 con éxito renovado.

La temporada de 1921-1922 contó con Manuel Jiménez Chicuelo, muy artista pero muy medroso y Rafael Gómez El Gallo, capaz de deslumbrar con su arte también de indignar y quedar en ridículo con momentos de pánico. La de 1922-1923 presentó a Ignacio Sánchez Mejías otra figura de gran cartel. Después de esta última temporada la plaza de toros fue arrendada a una empresa para ofrecer espectáculos de box; pero el éxito en una novillada el 8 de abril de 1923 hizo que se organizaran otras del mismo género, por lo cual dejose de cumplir aquel propósito. Así, con el apoyo de los críticos taurinos de los diarios, la tradicional afición del pueblo de Lima pudo derrotar esa vez a la creciente afición a los deportes.

El 30 de marzo de 1924 tomó la alternativa Andrés Gallardo, considerado entonces como el mejor torero peruano con la muleta y el capote, injustamente postergado.

Hubo, aparte de las actuaciones de Belmonte, un menor nivel en las temporadas a partir de 1925. Nicanor Villalta, Victoriano Roger Valencia II y Juan Silvetti fueron las figuras de la de 1925-1926; Ángel Navas Gallito de Zafra apareció en la de 1927 Marcial Landa en la de 1927-1928, ante unos becerros e hicieron vislumbrar lo que fueron después.

El apogeo de la afición taurina que representó la llegada de Gaona, Belmonte, Joselito y El Gallo significó, para los aficionados a este arte, un sentido de superación artística análoga, en cierto sentido, a la que presentara la exhibición del ballet como de bailarinas de la calidad de Antonia Mercé, la Argentina, y Tórtola Valencia. Tiene alguna similitud también con la literatura del grupo llamado “Colónida”.

La depuración estética de la tauromaquia repercutió en la literatura peruana. Además de Belmonte el trágico de Abraham Valdelomar, aparecieron El libro de los toreros, de Félix del Valle (Lima, 1922), y muchos años más tarde, los ensayos de Óscar Miró Quesada.

[1]

[2]

lOS nUeVOS dePORTeS. a inicios del siglo XX, se popularizaron en el Perú nuevas actividades deportivas, entre ellas las pruebas de atletismo. en diciembre de 1914 tuvieron lugar los primeros Juegos Olímpicos de lima, en los que el deportista carlos Olavegoya ganó tres medallas. aquí lo vemos durante la competencia de salto alto sin vuelo (1). También en este siglo llegó a lima la afición por el polo. en la imagen un grupo de jugadores (2) en la cancha del actual club de golf de San isidro.

This article is from: