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El retorno a la constitucionalidad: el primer gobierno de Manuel Prado y Ugarteche (1939-1945)
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1945).- Instalado en Palacio de Gobierno y alejado un tanto de su patrocinador (Benavides), muy pronto Prado dio muestras de un extraordinario dominio de la situación, revelándose como un político sagaz, realista y conocedor de la psicología social de sus compatriotas (alguien llegó a vaticinar que no obstante su madurez cronológica, 50 años de edad, el flamante mandatario caería antes de cumplir el primer semestre de su gestión). Rápidamente consiguió el respaldo del Parlamento y de los militares, así como la aquiescencia de importantes sectores políticos y de la ciudadanía deseosa de la paz “pública”. Hasta llegó a contar con una fuerza propia en el Congreso. En efecto, aunque la mayor parte de los candidatos a las representaciones parlamentarias había sido aprobada por Benavides antes del sufragio, en corto tiempo el nuevo gobernante logró contar con –repetimos– con un amplio sector adicto en el Parlamento. Los leales al benavidismo quedaron en minoría. La dirigencia comunista que lo había apoyado durante la campaña electoral (en una extraña mixtura de intereses) se hizo presente en los principales cargos públicos, sobresaliendo, entre otros, los siguientes colaboradores: Juan P. Luna, César Falcón, Esteban Pavletich, Ricardo Martínez de la Torre, Armando Bazán (secretario de la presidencia, Jorge Fernández Stoll y Juan Barrios de Mendoza. Enceguecidos por su obsecuencia, uno de ellos llamó a Prado el “Stalin peruano”. Por otro lado, aunque su gobierno no fue tan duro como el de sus antecesores contra el APRA, Prado (por la influencia de los comunistas) mantuvo su proscripción. Los presos apristas fueron desterrados y prohibidala circulación de La Tribuna, que venía editándose en forma clandestina. Haya de la Torre continuó por mucho tiempo oculto. “Teóricamente está asilado en Palacio de Gobierno”, afirmó indignado José de la Riva Agüero. De la otra vereda, siempre aconsejado por sus inmediatos colaboradores (los comunistas), Prado no solo reconoció la situación legal de cerca de 120 sindicatos y manejó los litigios sindicales a favor de los comunistas, sino que permitió el establecimiento de la radical Confederación General de Trabajadores del Perú bajo la batuta de su cercano consejero Juan P. Luna. Al decir de Denis Sulmont, la idea, de acuerdo con lo convenido, era contrabalancear a la clientela aprista en el marco del movimiento obrero nacional. Sin la presencia del APRA ni el escollo de la Unión Revolucionaria en el terreno político, puede afirmarse que nada excepcional sucedió durante esta primera administración de Manuel Prado y Ugarteche. Tal vez lo más significativo (con miras a las próximas elecciones) fue la ocurrencia de cuatro hechos fortuitos: a) la formación del Frente Democrático Arequipeño por iniciativa del dinámico e ilustre parlamentario Javier de Belaunde y Ruiz de Somocurcio (esta agrupación se convirtió más tarde en el Frente Democrático Nacional, que aglutinó a diversas fuerzas políticas: comunistas, apristas, descentralistas e independientes, y que lanzó la
A los pocos meses de iniciado el régimen pradista, ocurrió en nuestro país un terremoto (1940) que ocasionó numerosas víctimas y