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Las fuentes

hacia la historia; ésta ha tratado de dar respuesta a sus interrogantes proveyéndose de los materiales que las ciencias sociales y humanas ofrecen, "pero es la historia la que finalmente coloca esos materiales en perspectiva"4 . Partiendo de determinados enfoques derivados de las ciencias sociales para estudiar los desastres, consideramos que existen ciertos elementos que es indispensable considerar como punto de partida al realizar estudios históricos sobre desastres. En primer lugar, partir de considerar que el desastre es el resultado de la confluencia entre un fenómeno natural peligroso y una sociedad o un contexto vulnerable. De ahí que sea absolutamente necesario conocer a profundidad este último, es decir, las condiciones en las que se presentó determinada amenaza y en las que se desarrolló y evolucionó el desastre. En segundo lugar, reconocer que los desastres constituyen el resultado de procesos que, ante la presencia de una amenaza, se convierten en detonadores o reveladores de situaciones críticas preexistentes en términos sociales, económicos y políticos. El estudio de un desastre en particular, ofrece las condiciones de una especie de laboratorio social, pues confluyen y surgen en momentos específicos una serie de relaciones, alianzas, circunstancias que podrían pasar inadvertidas en otros momentos. Pero para evitar caer en anacronismos y poder enmarcar el desastre en su verdadera dimensión resulta insoslayable, como mencionábamos antes, estudiar el contexto. Esto último permite determinar el grado de vulnerabilidad de la sociedad afectada, vulnerabilidad no sólo en términos de riesgo físico, sino particularmente como resultado del incremento de las desigualdades sociales y económicas producto de un determinado desarrollo a lo largo del tiempo y en el espacio específico estudiado. Por último, si aceptamos que la sociedad no es un ente pasivo en el cual inciden determinados fenómenos naturales peligrosos, es necesario tomar en cuenta dos elementos más que, junto con la vulnerabilidad derivada del contexto específico, resultan claves en el estudio tanto histórico como contemporáneo de los desastres. Por un lado, las que denominamos estrategias adaptativas, que son aquellas medidas, actitudes, posturas que la sociedad afectada encuentra, adopta y adapta; por otro, la capacidad de recuperación de los diversos sectores o grupos sociales. Tanto las estrategias adaptativas como la capacidad de recuperación constituyen, a fin de cuentas, los elementos que permiten dimensionar los efectos del desastre, pues se derivan directamente del contexto específico y, por ende, de la vulnerabilidad diferencial existente que comprende tanto las condiciones físicas como las sociales y económicas, que siempre serán igualmente diferenciales5 . Tomar en cuenta los elementos mencionados, que en suma proponen un estudio conjunto de la amenaza y del contexto cuyo resultado es el desastre, resulta fundamental para poder llevar a cabo estudios sobre desastres.

4 Esta y otras ideas similares sobre la relación entre ciencias sociales y/o humanas e historia, fueron brillantemente desarrolladas por Braudel, una síntesis de lo cual apareció en las entrevistas que le hicieron en 1971 y en 1983, reproducidas en México en 1993 y 1992, respectivamente (Braudel, 1992 y 1993). 5 Estas ideas están más ampliamente desarrolladas en el primer capítulo de García Acosta, 1995.

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Si bien lo anterior cabe tanto para realizar análisis contemporáneos como históricos, la información de la que podemos disponer en cada caso conlleva determinadas particularidades que debemos considerar. A diferencia del trabajo de campo que provee al estudioso de los desastres de elementos vivos de lo ocurrido, que permite indagar y cuestionar directamente a los diversos actores sociales, cuando hacemos estudios históricos nuestra información se limita a aquélla legada por el desastre ocurrido hace 50, 100, 300 o más años. A pesar de que las fuentes son limitadas y por ello la obtención de datos constituye un reto, hemos de reconocer que, a diferencia de otros campos de estudio para los cuales la información documental es a veces casi inexistente, el de los desastres ofrece un panorama alentador. Sin negar que el estudio históricosocial de los desastres en ciertos momentos específicos plantea algunos problemas derivados en especial de las fuentes disponibles, la combinación de datos provenientes de informes oficiales, correspondencia privada u oficial, crónicas, diaristas de la época, escritos de viajeros, periódicos, etc. permite ir reconstruyendo un rompecabezas que dé cuenta de un desastre específico, coyuntural, o bien de desastres recurrentes en un mismo espacio, cuyo estudio sistemático permite descubrir los cambios y las continuidades estructurales que, en su caso, permitan al investigador apreciar lo que Braudel denominó la "larga duración"6 . La evidencia histórica muestra que efectivamente los desastres, enmarcados en un espacio y un tiempo específicos, constituyen detonadores, o más precisamente reveladores, de situaciones críticas preexistentes, pues justamente en esos momentos surge toda una documentación tanto oficial como privada, que permite no sólo describir el evento y sus efectos, sino también conocer y detectar las condiciones preexistentes en esa sociedad y en ese momento. Al presentarse un desastre originado por un sismo, una erupción volcánica, por falta prolongada de lluvias que amenazaba o de hecho provocaba una sequía, por una helada que destruía las cosechas, los diversos actores sociales manifiestan más que en otros momentos sus condiciones de vida cotidianas, sus relaciones cercanas y lejanas al referir pérdidas y sufrimientos, o bien nuevas opciones y beneficios. Alianzas, controles, grupos de poder, riquezas y miserias se manifiestan a través de la documentación existente. De esta manera, el desastre constituye una especie de hilo conductor a lo largo del cual es posible ir tejiendo diversas historias que, de una u otra manera, se relacionan con él. ¿Qué significa hacer historia de los desastres, analizar los desastres en perspectiva histórica? Estudiar los desastres históricos, no como el término parecería indicar, es decir, estudiar desastres memorables, inolvidables, sino desastres ocurridos a lo largo de la historia de un determinado grupo o sociedad, enmarcados en una localidad, una región, un país, un espacio jurisdiccional, geográfico o político específicos significa reconstruir historias en las cuales el desastre, como resultado de procesos sociales y económicos, constituye el hilo conductor.

6 En el prólogo a la primera edición francesa de su magna obra El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Braudel distinguió por primera vez lo que denominó los "tiempos de la historia": la historia de los acontecimientos, la de ritmo lento y la historia inmóvil o de "larga duración"; esta última, la más importante, es la que refleja "las grandes corrientes subterráneas y a menudo silenciosas, cuyo sentido sólo se nos revela cuando abrazamos con la mirada grandes periodos de tiempo, [que muestra] un cierto número de estructuras, de permanencias que nos permiten explicar ciertos hechos civilizatorios que aparentemente se encuentran muy distantes unos de los otros" (Braudel, 1981:18 y 1993:31).

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