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Yeni Rodríguez

Escribir sobre el archipiélago más revolucionario del Caribe nunca es tarea fácil si lo conoces desde adentro. Cuba sigue siendo hoy la llave polémica del Golfo, la tierra del ron y el tabaco, pero sobre todo, en ella habita una sociedad y una cultura realmente originales. Así que dejando a un lado los comentarios políticos que pueden arruinar cualquier experiencia de goce, hablemos de la excéntrica Cuba desde sus regalos más hermosos para quienes la visitan.

La Ciudad de La Habana es el corazón del país. Aquí se encuentra una raza orgullosa: el habanero, pero que siempre tiene las puertas abiertas a los curiosos de otras latitudes, los “de afuera” que llegan para asombrarse, aquellos que se han atrevido a sentir el sol intensamente. En la capital hay un poco de todo, pues ella entera es un must-see, reina entre los destinos turísticos que ofrece la República. En un día, con los zapatos más cómodos, puedes caminar sus cinco plazas principales, dígase, las antiguas: empezando por la Plaza del Cristo (donde tienes a la vuelta de la esquina la tienda-marca de ropa y accesorios más It del momento, llamada Clandestina); luego sigue la Plaza

Vieja (bares, miradores, galerías, restaurantes… he aquí un circuito cerrado de placer sobre adoquines); continúa hasta la Plaza San Francisco de Asís (desde aquí el mar y los cruceros de paso te saludan, también la estatua del Cristo gigantesca que cuida la bahía con el faro del Morro, pero tienes que cruzar el agua para alcanzarlos); posteriormente asómate a la Plaza de Armas (cuántas antigüedades te rodearan entonces); y baja hasta la Plaza de la Catedral (allí se mezcla el arte y el savoir-faire culinario en un estrecho callejón con parada obligatoria en el Taller Experimental de la Grá ca). Termina tus pasos frente al Capitolio, designado kilometro cero y joya histórica (olvida tu visita a Washington D. C.). Detrás del edi cio, otro inmueble se anuncia con su sello en la puerta: una fábrica de tabacos, que no solo cuenta con un espacio para degustar, comprar y entregarte a los puros habanos, sino que además te invita a ser testigo de una jornada de elaboración de este producto insignia. Si quieres un paisaje más moderno dentro de la ciudad, debes dirigirte hacia el Vedado: la Plaza de la Revolución y el Focsa (una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana) ostentan las mejores vistas de toda la urbe. Desde las alturas de ambos sitios divisarás el Hotel Nacional (lujo, cabaré y tradición) con el malecón al fondo (un paseo que te conectará con los locales a lo largo de siete kilómetros aproximadamente, a cualquier hora). obstante, el centro que se roba todas las miradas y las pasiones en las noches del Vedado, no es otro que la sui géneris FAC (Fábrica de Arte Cubano), la buena música te espera en todas sus salas llenas de artisticidad. Cuando hayas cumplido estas metas y si estás cansado de los capitalinos otras paradas te aguardan, tantas, solo mencionaré las incomparables: Varadero (playa y esta); Viñales (el tabaco y el campo en maridaje perfecto); Cienfuegos (arquitectura francesa con mariscos); Trinidad (solo para enamorarse, la máquina del tiempo hacia 1514); Baracoa (la casa del chocolate y el coco); y por último, Santiago de Cuba (el fuego, la conga, la historia de los rebeldes, la montaña). No hay otro lugar como este “calucolorido” reino del mundo. Me invento un término que pueda atraparlo aunque sea imposible. Porque he aquí el secreto que debo confesarte: solo si lo visitas entenderás lo que escribo, solo entre sus brazos criollos sentirás su magia. La experiencia de Cuba es intrasmisible en palabras, antes que todo es íntima, física y demandante. Puedes comunicar a otros estas sensaciones, por supuesto, pero comunicar no es lo mismo que sentir. Llegó la hora de que vueles sobre el mar y aterrices en esta isla.

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