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Conozcamos el Parque: - Los mixomicetes, unos hongos que corren por el suelo! - La hormiga roja de la madera, uno de los habitantes más abundantes del Parque

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flora los mixomicetes, unos hongos que corren por el suelo

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El apartado de divulgación naturalística de este número nos introduce en el mundo de lo minúsculo, poco aparente y que, habitualmente, pasa desapercibido a ojos de las personas que buscan los paisajes impresionantes, las flores más espectaculares, el vuelo majestuoso de las grandes rapaces... Los dos protagonistas que hemos escogido esta vez, caben tan anchos en una caja de cerillas, ¡Y aún sobraría espacio! Todo el mundo tiene claras las diferencias entre una planta, un animal o un hongo. Pero cuando nos sentamos en el suelo y acercamos los ojos hacia las cosas más pequeñas, estas diferencias son menos evidentes y nos asaltan las dudas. Los mixomicetes u hongos ameboides son unos seres difíciles de clasificar. Sus cuerpos fructíferos son como unas setas minúsculas de donde salen esporas, hecho que los relaciona con los hongos. Pero en algunas fases de su vida son móviles y depredadores, cosa que los acerca a los animales. Aquí los científicos tienen un problema, en su afán de ir colocando cada cosa en su sitio, cada cosa en su cajita. Aunque por su organización interna los tendríamos que clasificar dentro del reino de los protistas (que incluye a los seres unicelulares con núcleo y donde encontramos a los protozoos, como las amebas o los paramecios que habíamos estudiado en la escuela), la mayoría de estudios que se hacen, acerca de los mixomicetes provienen de investigadores relacionados con la micología (la ciencia que estudia los hongos). La vida de un mixomicete, de manera simplificada, comienza con la germinación de una espora. A partir de ahí, con el tiempo, se originará una masa protoplasmática, con aspecto de moco, formada por la unión de muchas células, con muchos núcleos en su interior que se van dividiendo, aunque se mantiene como una única masa, sin divisiones internas. Estas estructuras, unicelulares pero polinucleadas, se llaman plasmodios y se mueven muy lentamente, reptando sobre el sustrato, a la búsqueda de alimento. Los plasmodios se alimentan gracias a un proceso llamado fagocitosis: capturando el alimento mediante expansiones de su propio cuerpo que rodean y absorben bacterias, levaduras, trozos de hongos, algas microscópicas, líquenes o incluso esporas y amebas de otros mixomicetes (es decir, todo bicho viviente que tenga el tamaño adecuado). Este estado ameboidal es la fase de mayor duración en su ciclo vital. Antes de fructificar, el plasmodio maduro suele dirigirse a un lugar dominante y menos húmedo, que ya no tiene relación con su nutrición. Así, lentamente, se encarama a un tronco, a una pequeña rama o a una hoja seca, ¡toda una aventura para un ser ameboidal que mide pocos centímetros! Una vez allí se va diferenciando en porciones granulares de protoplasma que poco a poco irán tomando forma y consistencia formando los esporangios, pequeños cuerpos fructíferos, efímeros pero de gran belleza. Los de la foto son del género Diderma y pertenecen a un grupo de mixomicetes muy particulares por su ecología: Son mixomicetes ligados a ambientes fríos y con presencia de nieve. La fase ameboide vive debajo de la nieve y los cuerpos fructíferos aparecen de forma relativamente frecuente en muchos prados del Parque, a los pocos días de que se funda la nieve, sobre hojas secas, hojas de pino u otros restos vegetales. Los micólogos estudian a los mixomicetes sobretodo gracias a estas setas minúsculas. La función de los mixomicetes en la naturaleza debe de ser bastante importante para el control de las poblaciones bacterianas y la regulación de la descomposición de la materia orgánica. Así que, la próxima ocasión que salgan a pasear por el campo, les invitamos a mirar de vez en cuando al suelo, a buscar entre la hojarasca, en las ramas muertas que hay tiradas por el suelo, a reseguir todos los rincones, a no quedarse solamente con la foto del paisaje más general… Así quizás descubrirán algunos de estos pequeños habitantes escondidos del Parque. Gerard Giménez Pérez

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fauna la hormiga roja de la madera, uno de los habitantes más abundantes del parque

En los 27 números del Portarró que se han ido publicando desde el año 96 hemos presentado muchas especies de la fauna del Parque: concretamente, doce especies de pájaros, siete mamíferos, dos anfibios, dos reptiles, un pez... y sólo dos representantes del mundo de los invertebrados: un molusco y un único insecto. Además, de los más de 40 artículos de fondo que se han escrito en todos estos años, sólo dos hablaron de insectos... Es curioso, dado que el 75% de las especies del mundo, conocidas por el hombre, pertenecen a este grupo. De cara a los visitantes, los insectos que presentan uno mayor atractivo son las mariposas (que ya tuvieron su momento de gloria en el Portarró núm.20), con la elegancia de su vuelo y sus colores vistosos que compiten con las flores que visitan para alimentarse. Pero en este Portarró queremos presentaros a otro insecto que tampoco pasa desapercibido. La hormiga roja tiene unos nidos muy espectaculares, formados por galerías y túneles subterráneos que conectan todas las cámaras dedicadas a funciones diferentes: el almacén de alimentos, la guardería de las pupas (las crías de hormiga) y la cámara de reproducción donde está la reina. Por encima de estos nidos, en la superficie del bosque, las hormigas construyen un montículo de hojas de pino y ramitas, a veces tan grandes como el que figuraba en el noticiario del anterior número del boletín, que ofrece protección contra el sol, la lluvia y las variaciones de la temperatura. Las hormigas son insectos sociales, como las abejas de la miel o las termitas: trabajan conjuntamente y se dividen el trabajo siempre para obtener el máximo beneficio para la comunidad. En el caso de las hormigas rojas, dentro de un hormiguero puede haber una o más reinas que, lejos de ejercer algún tipo de poder legislativo o ejecutivo dentro de la colonia, funcionan más bien como eficientes fábricas ponedoras de huevos. Su función es lo suficientemente importante como para que la vida del resto de los individuos gire a su alrededor. Las obreras se encargan de la nutrición de la reina, del cuidado de los huevos, de la recolección de alimentos, de la defensa del nido y del territorio, de las tareas de mantenimiento del hormiguero... Es un hecho sorprendente observar cómo, en estas comunidades tan numerosas y complejas, todo el mundo hace lo que tiene que hacer en cada momento, con total armonía y sin que haya nadie dando órdenes directas a diestro y siniestro. Al principio de la primavera, la reina pone huevos no fertilizados que dan lugar a los machos. Los huevos fertilizados producirán siempre hembras, que serán obreras o reinas según la alimentación y los cuidados que se destinen. En todas las especies los machos y las hembras jóvenes tienen alas. Con un poco de suerte, paseando por el bosque un día húmedo y cálido de principios de verano, es posible ver una multitud de hormigas aladas volando o por el suelo. No se trata de una especie de hormiga alada. Son los machos y las reinas jóvenes, que salen del nido y emprenden el vuelo nupcial para aparearse desenfrenadamente: Intentarán tener el máximo número de cópulas con diferentes individuos. El hecho de poder volar, favorece que las hormigas se puedan marchar más lejos de su nido, y así evitar cruzarse entre hermanos. Poco después de las fecundaciones, los machos ya han hecho su trabajo y morirán. En cambio las hembras fecundadas, que guardan el esperma para utilizarlo a lo largo de toda su vida, tienen como destino intentar fundar una nueva colonia, excavando un agujero nuevo en el suelo, o contribuir a agrandar a su colonia madre, donde nació, volviendo a las profundidades de su nido. A partir de este momento, su vida será subterránea y por lo tanto, la reina pierde las alas que le serán del todo innecesarias. Dentro del mundo de los insectos, las hormigas han perfeccionado diferentes y curiosas estrategias de supervivencia y de explotación del medio que tienen ciertos paralelismos con las sociedades humanas (otra especie social, como las hormigas); se ha visto como diferentes especies de hormigas desarrollan actividades agrícolas, ganaderas o industriales: las hay que cultivan hongos para alimentarse y las hormigas rojas del Parque mantienen rebaños de pulgones que, bajo la protección de estos eficientes pastores, pueden vivir tranquilamente sin tener miedo de los ataques de mariquitas u otros depredadores. Las orugas de la mariposa hormiguera ( Maculinea arion) son mantenidas dentro de los hormigueros como si fuera una granja lechera y la sustancia que obtienen de ellas favorece el crecimiento de las colonias. Algunas especies de hormiga hacen fermentar las materias primas para obtener un alimento más elaborado. Que los insectos no salgan mucho en el Portarró es un ejemplo de la poca atención que reciben estos bichos. De hecho hasta hace poco tiempo todo el mundo asumía que la hormiga dominante del Parque pertenecía a la especie Formica rufa, es decir la hormiga roja por excelencia. Recientes estudios han demostrado que no es así y que el 90% de las hormigas del Parque pertenecen a una especie similar (a ojos de los no iniciados en la entomología), la llamada hormiga lúgubre ( Formica lugubris).

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