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Luis Cháves (Poemas

LUIS CHAVES

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lavé la ropa. vi plaza sésamo. desde el quinto piso el trajín parece silencioso y fluido. como un dedo deslizándose sobre el agua quieta.

probablemente alguien cumple años también. pero nadie escucha a keith jarrett. ni acaba de cortarse las uñas en este apartamento que se tambalea en un pie.

estrené jabón de baño. una toalla. al tipo que espiaba a través del espejo empañado. casi sin mirarlo dije: felicidades

después de un recital

La mitad son amigos. como prueba má~ima de solidaridad. la otra mitad equivocó el bar. pero es mal visto levantarse. y llueve afuera así que bueno. qué se le va a hacer.

entre más sillas vacías que botellas. los poetas se acercan al micrófono con la derecha atrás. la izquierda intenta calmar el papel enloquecido de pánico.

nunca falta el señor erudito: -éste no tiene unidad temática. aquel formal. ¿acaso ellos mismos no dicen: la vida es poesía?

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¿Será que la vida no llega en buen orden sino a patadas y con espuma en la boca?

para ellos es un asunto de métrica y reglas. como si la tristeza rimara. o la soledad visitara en días pares. no será que la poesía es esas sillas desiertas. el tipo que bosteza en la mesa del fondo. el autobús que hay que alcanzar lanzándosele enfrente.

¿será llegar a una avenida después del carnaval?

cualquiera

no sabe el nombre de la mayoría de las flores. olvida el de los héroes épicos. confunde olímpicamente la genealogía mitológica. habilidad nula para la música. torpe para el color. no distingue aromas. y tiene un gusto más bien ordinario.

pero ciertas imágenes vuelven y vuelven. Como si las sacara por la puerta y regresaran por la ventana:

una noche que atraviesa paredes. alguien toca piano en un cuarto vecino. una mujer habla sola en un rincón.

Entonces escribe para contradecirse.

el viudo o hasta que los huevos nos separen

cansada de ordenar latas de garbanzos. de caer dormida sobre torres de calzoncillos. de julio iglesias inmortalizado en la radio del vecino. ella mira su reflejo en la ventana. se manosea las tetas. toca sus ganas de vivir. y comprobando que ambas guardan la rigidez reglamentaria. le saca chispas a los tacones. suelta la música de su pelo. sale de la casa. como quien entra al mundo pateando puertas. y con un revólver en la mano.

unos creen que basta una lectura de virgilio. o de otros clásicos y publican versos dignos de mención.

El único virgilio que conozco es mi tío. tiene el hígado del tamaño de una cuarta de vodka. su vida es poesía de la buena.

los hay que hablan de sus amadas como si tuvieran cubos de hielo en la boca. las llevan a sus recitales. suspiran y cierran los ojos. momento que aprovechan sus exvírgenes. para celebrar bajo el mantel mi versión mejorada de papanicolnu.

ahora los poetas macrobióticas, a pocos meses del dos mil. prometen el reino vegetal del má_s allá. mi vecina de acá. usa lentes oscuros de noche. para esconder el color berenjena de sus párpados. todos tratan a la poesía como a una anciana. son solemnes. hablan en voz baja. con uñas correctas.

la poesía no es un oficio. es una desgracia. más bien una deformación del pensamiento. es como el padre que a escondidas mete las narices en la ropa íntima de su hija.

la poesía moja el colchón. y en las páginas del diccionario de la real academia. escribe el teléfono de la esposa de su mejor amigo.

el poeta hurga en su corazón como quien busca en la basura.

el poeta escribe y le crece la nariz.

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