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Por Efraím Medina Reyes
COMO EL PAN , GUSTAVO MAURICIO GARCIA ARENAS
Efraím Medina Reyes
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oy un error del vientre de mi madre, dice García Arenas en alguna parte de Como el Pan. El verso es horrible pero inevitable. No ha existido -ni existirá jamás un hombre- que pueda tener con su madre algo más que una relación amor-odio, y, por supuesto, todos han tenido ese verso en mente aunque algunos avispados no lo hayan escrito. Hay otros versos de ese estilo en el libro que, corno todos los que se escriben en este mundo -incluyendo los de geografía y arquitectura- habla de la muerte, el amor y el sexo, las tres piedras angulares del monótono destino humano. Sin embargo, Como el Pan tiene algo que no se encuentra a menudo en la infinitamente aburridora poesía colombiana: es divertido. Un aparte del bello poema "Barbie Baby Rodríguez" dice:
Yo soy tu Ken, mi baby, tu Ken Rodríguez, vecino de Faca, y tengo un potrero lleno de vacas.
En poemas corno éste, García Arenas deja muy atrás sus líos interiores y se convierte en un hacán que nos hace reír con su desparpajo y su "me importa un culo" lo que otros escriban, "esto es lo mío" . Y se mete
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en lo suyo, y qué bien le va. Las referencias que torna retratan nuestro chato e imponente espectro cultural, lo saludables que somos lejos del Caro y Cuervo, el servicio militar y los programas de opinión. Como el Pan tiene el swing de un son, el sentimiento de un bolero y la habilidad de una descarga. Por eso llega y se queda, porque está en nosotros, nos revela, nos pertenece.
Música infernal. Alguien viene y alguien va.
... dice García Arenas en el poema titulado "Entre las Horas". Aunque el terna es la barbarie por todos conocida, el poema sabe a guaguancó y corno nuestro dolor huele a risa.
En el poema "María", uno de mis favoritos, se oye -sí, se oye- esto:
(. . .) María la que sube y me baja la bragueta la que hace que cambie la talla tan pronto se pasa de la raya.
Y después
( ... ) el allegro danzante de tus vellos el color blanco de tus calzones o la mancha rojn de tu vaginn Mnría la regla y la disciplina María hasta en los recreos te perseguía.
Y finalmente.
( .. .) Ya vendrá mi otra María la más querida María la hija María de las estrellas.
García Arenas despliega en "María" toda la fuerza de su temperamento. El poema es baba pero en la baba también se refleja la luz; es rabia de amar lo que te jode, es melancolía del tiempo en que no necesitó romperse el alma para encontrar la belleza. Y es un disparo a Dios, el desconocido amante que puso todo el dolor del mundo en el vientre de una pequeña, frágil e indescriptible mujer, la que todos llevarnos dentro.
En mi opinión, Como el Pan es un relato agudo y risueño de nuestras adversidades. García Arenas parece saber que lo peor en nosotros es a la vez nuestro único tesoro: por eso funciona. Es un respiro, un escape propicio para los lectores que estarnos hartos de la pretenciosa ineficacia de William Ospina y tantos mamones, mejores y peores, que cagan algodón de azúcar en rnagazines y revistas literarias.