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El transeúnte (Séptima edición) Por Javier González Luna
ROGELIO ECHAVARRIA El transeúnte ( séptima edición)
Javier González Luna
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¿ Qué importa donde se nace ni donde se muere, si con la muerte regresamos a la cuna y con el nacer aseguramos nuestra muerte ?
Rogelio Echavarria [I l transeúnte es el personaje bajo el cual se cobija la obra poética la obra poética que ha realizado Rogelio Echavarría a lo largo de su vida. Hombre de la calle, hombre ordinario, pero también hombre en tránsito. Hombre existente, que vive, como Baudelaire, la fugacidad del tiempo.
Hablamos de un libro del cual se han hecho los mejores comentarios desde su primera publicación en 1948. Ediciones posteriores han visto crecer el volumen ahondando en la rica expresión poética de la pluma de Rogelio Echavarría. Los cincuenta años transcurridos desde entonces dan razón a Ernesto Sábato cuando advirtió que es un libro que perdurará.
Ya desde esos años, contempo- ráneos de Morada al Sur, se reconocía en el transeúnte una voz nueva en la poesía colombiana, voz que expresaba un sujeto urbano y universal. El tema de la ciudad ¾tan explotado hoy en día¾ ya ha sido señalado a propósito de El transeúnte. Me interesa mejor referirme a la presencia que estos poemas tienen en nuestra contemporaneidad fin de siecle.
La aparente sencillez de los poemas, lo que los hace populares, es apenas un comienzo para otra lectura: más profunda, más encamada. La visión del transeúnte como un simple documento de ciudad es apenas un aspecto de la obra de Rogelio Echavarría. Detrás de ella se guardan inapreciables secretos. Tras de lo anecdótico, de lo efímero, canta la poesía sus temas líricos y temibles.
La voz que reconocemos en los poemas de El transeúnte es también
EL TRANSEÚNTE 1948-1998 Rogelio Echavarría
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la de Aurelio Arturo. Son otros escenarios es cierto. Pero vale la pena recordar que Arturo también "ama la noche de la ciudad", que son poetas que encarnan verdaderamente al hombre moderno y natural. Poéticas que fueron la de Whitman y la de las vanguardias. Los poemas de "El transeúnte" siguen vivos desde esos años cuarenta en que comenzaron a escribirse. Porque de eso se trata: de ese tránsito de un hombre cualquiera, de la levedad que acompaña toda existencia.
Levedad que es transcurrir en el tiempo de la ciudad, pero también de las etapas de la vida. Impermanencia de nuestro mundo y nuestro ser, tránsito que conduce la vida conjuntamente con la muerte. Pero no todo se queda allí. El poeta con su bálsamo ha vencido lo pasajero de la cotidianidad. Ha elevado ese instante de la existencia ordinaria para cantar la trascendencia del hombre en todas sus formas efímeras.
No quiero aventurarme más allá en el terreno de la interpretación de los poemas. Quiero más bien hablar de un libro, de una edición. De ese libro, también llamado El transeúnte y que ha transitado por siete ediciones, cada una en diferente editor. Ir y venir de un libro que se ha vendido haciendo a lo largo de sus presentaciones; que abre en Colombia los espacios de la subjetividad urbana contemporánea, de la cotidianidad.
El grupo Norma acaba de publicar la séptima edición, en su colección de poesía. Con esto la obra de Rogelio Echavarría puede ser descubierta por un público más amplio,
de jóvenes y nuevos lectores. El mercado y la difusión del libro, y en particular del libro de poesía, mantienen su fuerza, a pesar de la inundación de los medios y publicaciones. Por ese alcance que la séptima edición tendrá entre los lectores esta nueva salida de El transeúnte tiene ribetes prometedores.
Repasemos para terminar, los editores de las anteriores publicaciones. Del Ministerio de Educación (eran otros ministros aquellos) hasta el Fondo Cafetero. De la Universidad de Antioquia al grupo Norma, el transeúnte sigue su marcha. Largo es el camino que continúa recorriendo en los laberintos de la ciudad y de la poesía.