Editorial
La risa inocente de un niño es música de bellísimas armonías; es luz, es consuelo, es dicha; lo hace olvidar a uno, por un momento, de que existen tantas miserias en el mundo. José Ignacio Barberi Primer Pediatra de Colombia Fundador de la Sociedad Colombiana de Pediatría
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ace más de 120 años, el Dr. José Ignacio Barberi, un hombre emprendedor y de espíritu altruista, realizó estudios en la ciudad de Londres sobre las enfermedades de los niños, como se le denominaba en esa época a la pediatría. Es así como José Ignacio se convierte en el primer pediatra colombiano, marcando un hito en la historia de la Medicina, enseñando a sus colegas sobre clínica infantil y construyendo su más preciado tesoro: la Fundación Hospital Pediátrico la Misericordia, cuna de la pediatría en Colombia.
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Dando continuidad a su labor por los niños enfermos, en julio de 1917 invita a algunos de sus colegas, entre los que se encontraban ilustres médicos, a fundar la Sociedad de Pediatría de Bogotá, conocida hoy como la Sociedad Colombiana de Pediatría (SCP), de la que sería su primer Presidente. Esta sociedad se encuentra hoy ad portas de sus primeros 100 años de ininterrumpidas e incansables labores que, con sus más de 3000 miembros, trabaja por la defensa de los derechos de la niñez y adolescencia, fundamentalmente por el de la salud. Es un honor para mí, como bisnieto del fundador de la Sociedad y del padre de la Pediatría de nuestro país, escribir la editorial de esta publicación que intenta recordar la historia que se empezó a escribir con la pluma del Dr. José Ignacio Barberi. La conmemoración de los 100 años de la SCP es la celebración de cada uno de los niños por los que esta ha trabajado, de cada uno de los pequeños que han tenido una nueva oportunidad de vivir gracias al arduo trabajo de todos los miembros que han pasado por la agremiación a través de estos años. Hoy me duele el corazón al pensar que en los últimos años, más de 1000 camas pediátricas han sido cerradas en el país, lo que pone en riesgo la vida de los niños enfermos; sin embargo, también me llena de esperanza saber que la sociedad de pediatras que hace 100 años se formó para contrarrestar las dificultades que los pequeños pacientes puedan atravesar aún sigue firme, unida con el principal objetivo de salvar la vida de quienes son el futuro de nuestro país.
Creo también que es esta una oportunidad para hacer un alto en el camino y recordar que el niño no es el adulto en pequeño, por lo que todos quienes trabajamos por la pediatría en el país debemos unirnos en busca de una legislación que incluya políticas dirigidas al cuidado de la salud de los niños, que sean relevantes, salgan de lo general y se particularicen, pues las enfermedades de los niños son diferentes a las de los adultos y ellos requieren una atención precisa y especializada. Solo me resta manifestar mis felicitaciones a la Sociedad Colombiana de Pediatría por sus 100 años de labores e invitarla a seguir plasmando en cada uno de sus miembros el ideal de ser pediatras integrales que resuelven las problemáticas desde el conocimiento, aplicando los tratamientos adecuados a sus pacientes y así seguir trabajando por la prestación de servicios de salud de calidad para los niños, niñas y adolescentes de Colombia.
Mauricio Barberi Abadía Director Fundación Hospital Pediátrico La Misericordia
Volumen 16 Número 2
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