La relación del niño y su médico Víctor Daniel Montenegro Useche, MD1 Juan Fernando Gómez Ramírez, MD2
Introducción La relación médico-paciente ha sufrido grandes cambios a lo largo de la historia, llegando al punto que, en la actualidad, no cabe duda de que es bidireccional, que gira en torno a la autonomía del paciente y su derecho a ser informado sobre su estado de salud y sus alternativas de tratamiento, para que él, ulteriormente, dentro de su fuero y capacidades mentales, tome la decisión más acertada respecto a las alternativas de manejo que el profesional de la salud le ofrece. Se trata, sin lugar a dudas, de un concepto complejo, y cuando se remite al área de la pediatría, tal afirmación sí que es real, puesto que ya no se trata de una simple interacción entre dos agentes, sino que pasa a ser un intercambio entre tres actores, una tríada médico-pacientefamilia, donde infortunadamente y por diversas circunstancias, el niño con frecuencia pasa a un segundo plano, convirtiéndose en un actor pasivo, a pesar de ser, en teoría, un miembro principal de la comunicación.
1. Residente de Pediatría, Universidad de Antioquia. 2. Pediatra Puericultor.
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Precop SCP
Historia de la relación médico-paciente Desde la antigüedad, se ha tenido la concepción del paciente enfermo como un ser incapacitado, desvalido y en sufrimiento, no solo desde el punto de vista biológico, sino también espiritual y de razonamiento, con poca capacidad de hacer juicios de valor; un ser minimizado, que debe ceder su voluntad a las decisiones acertadas de su médico de cabecera. El médico, a lo largo de la historia, ha sido visto en algunas culturas como un ser superior; en muchos casos, incluso con atribuciones sacerdotales y divinas o, por el contrario, como un simple artesano dedicado a la curación. Transversalmente a la evolución de la medicina, han existido cuatro modelos básicos de la relación médico-paciente, tal como los definieron Thomas Szasz y Marc Hollender en 1956: 1. Activo-pasivo 2. Guía-cooperación