La fiebre: ¿fuego de vida o castigo divino?
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Luis Fernando Gómez Uribe Profesor Departamento de Pediatría y Puericultura Universidad de Antioquia
A través de la historia, las concepciones que se han tenido sobre la fiebre han oscilado entre dos posibilidades opuestas: mientras para algunos se trata de algo tan benéfico para la vida como el calor producido por el sol (fuego de vida), para otros es considerada como un indiscutible castigo divino. Como ejemplo de la primera opción se puede recordar a Rufus de Éfeso (siglo II d. C.): “Yo creo que es difícil encontrar un medi-
opiniones que la vislumbran como un fenómeno protector para el organismo que la presenta. Sydenham (1642–1689), por ejemplo, aseguraba que la fiebre es un poderoso motor que la naturaleza trae al campo de batalla para vencer al enemigo. Y de nuevo, como contraste con esta opinión, es llamativo el concepto emitido por William Osler (1849-1919), considerado por algunos como el padre de la Medicina moderna:
camento que caliente más y más profundo que la fiebre. Y si hubiera un médico capacitado en producir fiebre, sería inútil buscar más medicamentos contra las enfermedades”.
La humanidad no tiene sino tres enemigos: las guerras, el hambre y la fiebre. De estos, el mayor y más temible de todos es la fiebre.
Y a favor de la segunda, se pueden invocar dos citas de la Biblia: “Enviaré sobre vosotros el terror, la consunción y fiebres recurrentes” (Levítico 26:16); “Javhé te herirá de tisis, de fiebres, de ardor y de sequías” (Deuteronomio 28:22). Fuera de las reseñas bíblicas mencionadas, otros hechos han contribuido a sospechar de la fiebre como algo nocivo u ominoso; es así como en época de grandes epidemias que diezmaban la población, la fiebre, como primera manifestación de la temida dolencia que en ese momento exterminaba poblaciones enteras se convertía en un verdadero anuncio de muerte. En clara oposición a los miramientos negativos sobre la fiebre, también se encuentran a lo largo de la historia algunas importantes
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Es necesario resaltar que además de simples opiniones, algunos hechos han evidenciado el papel protector o benéfico de la fiebre. Mención especial al respecto merece el médico austríaco Wagner von Jaureg, quien para el tratamiento de la fase neurológica de la sífilis indujo fiebre en los pacientes afectados por ese mal, mediante el contagio deliberado con el parásito causante de la malaria, con lo cual logró provocar altas temperaturas (hasta 42ºC, incluso por 8–10 horas) capaces de destruir el treponema en quienes padecían tan terrorífica enfermedad. Este tratamiento, que recibió el nombre de terapia iatrogénica, le valió a Von Jaureg el premio Nobel de Medicina en 1927. Tan sorprendente como las curaciones obtenidas con tan novedoso método fue la baja mortali-
Ascofame
25/06/2004 09:45:29 a.m.