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Para el mejor abuelo que pude tener

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Para ti

Para ti

ANDREA FERNANDA MERA CERÓN

Juan Cerón Hernández, sé que hoy te encuentras en el cielo, disfrutando de la tranquilidad y lejos del dolor que invadía tu cuerpo, antes que nada quiero agradecerle a Dios por poder haber gozado de la vida junto a toda tu familia y vivir momentos bonitos, pero sobre todo, por haberme hecho vivir una infancia muy bonita, regalos de niña, momentos verdaderamente hermosos, el haberme defendido de mamá cuando en algunos momentos me pegaba, cuando al oír tu voz “¡Mónica no le pegues a mí Mimí! vente Mimí”, hoy sé que al escribir, este agradecimiento mis lágrimas no puedo controlar.

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Sé que tal vez como todos los seres humanos tuviste errores en la vida, pero independientemente de eso, nunca mi cariño hacia ti fue mal visto, recuerdo que siempre te defendía de aquellos que te juzgaban, para mí no fuiste un abuelo, para mi fuiste un segundo padre y siempre le pedí a Dios que te dejara un tiempo más, pero sé que en la vida nadie es eterno, con el tiempo fui creciendo y a lo largo de mi vida viví momentos muy bonitos, cuando algunas veces papá se molestaba, y yo le contestaba que, para mi siempre va hacer mi abuelo, tengo tantos momentos tan bonitos a su lado Juanelo, que quedaron grabados en mi mente y que al recordarlos, no puedo evitar el ponerme triste.

Como siempre supiste, los Cerón somos una familia muy fiestera en cuestión de diversión, nos gusta ser muy alegres como usted lo fue en vida, en mi mente siempre vivirán aquellas fiestas, comidas momentos inesperados que usted compartió con todos nosotros aquellas cubas que tomaba con usted, así como palabras que siempre nos decía vivan la vida porque solo tenemos una, y tu Mimí siempre serás mi nieta consentida, siempre lo supe pero recuerdo qué una vez, al escuchar decirle eso a sus amigos, lo abrace le di un beso en la frente y lloré porque un cariño de un abuelo es muy bonito.

Así como de niña me quisiste mucho, de adolescente aún más, un día antes de mi fiesta de XV años me preguntaste qué regalo quería y recuerdo muy bien le dije lo que usted quiera, al verlo entrar a media tarde, y justo en el momento cuando me dijo en la oreja para mi nieta consentida estos norteños son para ti, gracias abuelo, pero sobre todo gracias a dios por haberme dado la dicha de tenerlo con vida en aquel momento.

Esos mariscos que como usted nadie los preparaba, esos ostiones en su concha que me daba cuando llegaba de la secundaria y la gente era muy poca en el puesto, y sí, yo me deshacía por mi abuelo mi cariño hacia usted nunca va a cambiar, siempre supe que un mejor regalo no era algo material, el mejor regalo era tener un abuelo, y si efectivamente todos y cada uno de los momentos que viví con usted, desde pequeña hasta hace tres años antes nunca los cambiaría por nada, de usted nunca tuve un regaño, un ya estate quieto niña, al contrario compartí tardes, noches, visitas al pueblo que aunque no me gustaba no puedo olvidar. El haber compartido un cumpleaños tal vez no el mejor, pero si con todos sus nietos, y aun que usted nos dijo no quiero nada, esa tarde noche del 8 de febrero, nietos e hijos le organizamos una cena y esa foto en familia nunca vamos a olvidar.

Navidades muy bonitas, alegres pero una navidad ya no es como usted nos enseñó a vivir y a gozar porque hoy en día ya no está con nosotros, al siguiente año de su muerte las navidades ya no son las mismas, usted era alma de la fiesta, aquella navidad del 2017 fue muy triste pues solo cenar y nuestras caras de hijas, nietos, nietas, yernos y nuera reflejaban su triste ausencia.

Una gripe se convirtió en una agonía para usted que sin saber o tal vez si nosotros nos hubiéramos dado cuenta de que algo andaba mal en su organismo, otra cosa sería, usted fue muy valiente y a pesar de que el dolor cada vez aumentaba más, era tan valiente en decir no me duele, pero ya no sufran hijos yo voy a estar bien ya verán, era un verdadero dolor escuchar de su mismo doctor el cáncer en los huesos que tenía el dolor, en los huesos que le provocaba los gritos, que escuchábamos en casa.

Para mi fue un dolor, muy feo ir a trabajar y pensar a cada momento como estará mi abuelo, ir a la visita después de mi trabajo, no porque me pesara ir, sino porque me dolía verlo ahí acostado en una cama del hospital, platicar con usted, ayudarlo a comer, ese tiempo para mi fue oro porque tuve la oportunidad de entrar a verlo en tiempo de visita y romper las reglas del hospital porque yo quería ver a mi abuelo, recuerdo muy bien las palabras de mi mamá no vayas a llorar, porque tu abuelo se da cuenta, no sabía muy bien por dónde era y recuerdo que pregunté disculpe la cama E406 y escuchar su voz, mi Mimí aquí estoy, corrí y llore a abrazarlo darle un beso en su mano, decirle échale ganas abuelo todos te queremos ver ya en la casa, nunca olvidaré ese momento nunca, el tiempo en la visita se fue muy rápido y aunque no le hice caso al tiempo no me importo y me quedé un poco más.

Al saber cuál era su situación y pesa a la edad que tenía, el doctor fue muy sincero y nos orientó de los riesgos que usted podría sufrir si le colocaban esos clavos en la espina dorsal, y el tiempo que era muy poco de efectividad.

La casa se sentía triste, una semana muy dolorosa, los cotorros no hablaban, la Lula no ladraba, y el dolor aumentaba más, un 28 de junio mi corazón lo sentía yo muy triste, y decidí junto con mi mamá y mi tía quedarse a cuidarlo por la noche, si yo no me hubiera quedado, créame me hubiera arrepentido toda mi vida, pese al dolor que le impedía hablar me dio las gracias ese 29 de junio del 2017 y su bendición con su mano, hoy en día le doy las gracias, Juan Cerón, por haberme dado la dicha de ser tu nieta consentida. Siento una tristeza enorme ir al panteón y saber que ya no está, pero me quedo con la satisfacción de saber que en vida me dio momentos muy bonitos. Te extraño mucho abuelo, algún día yo estaré en el cielo contigo, de ese lugar nadie nos separará.

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