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Lazos que nos unen y recuerdos que no se olvidan

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Para ti

Para ti

Lazos que nos unen y recuerdos que no se olvidan

GUILLERMINA MARTÍNEZ MANOATL

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Cuando veo las fotos y apareces en ellas pienso en ti mamita y me llenó de distintos sentimientos. No sé como comenzar, lo primero que tienen que saber es: ¿quién es Mamita? “Mamita” fue la mejor persona que conocí, la mejor abuelita; es la mamá de mi mamá, nació en Tlaxcala un 20 de julio de 1920. Claro está que no me olvido de mis demás abuelos, pero ellos fallecieron y no se mucho de ellos, mis abuelos paternos se llamaban Constancia Toribio y Celestino Martínez, su nacionalidad era de Hidalgo, mi abuelo falleció cuando mi papá tenía 13 años y mi abuelita falleció en 1987 un año antes de mi nacimiento, por eso no tengo recuerdos de ellos, pero mi abuelo Vidal Manoatl de Sales era el papá de mi mamá igual nació en Tlaxcala, pero, al separarse de mi abuelita cuando yo estaba muy pequeña no conviví con él, por eso en mis recuerdos está “Mamita” mi abuelita, ella era mi todo, mi segunda mamá.

Empezaré por contarles que el nombre de “Mamita” es Margarita, una bella flor, es la persona a la que le estoy agradecida de la vida que ahora tengo. Les platico que cuando yo tenía días de nacida mi mamá me estaba alimentando con la leche materna y comencé a ahogarme, mi madre se asustó tanto, que no supo qué hacer y mi abuelita que ya había pasado por algo similar me dio respiración de boca a boca y rápido me llevo al doctor, es así como ella salvó mi vida.

Ahora, ¿cómo comencé a llamarla “Mamita”?

En primer lugar desde muy pequeña escuchaba a mi mamá llamar a mi abuelita, “Mamita” y yo igual empecé a decirle así, también como ella me cuidó de pequeña ya que mi mamá tenía que ir a trabajar de limpieza en casas por las zonas de Polanco, esto fue solo por un tiempo y después me cuido mi mamá, yo escuchaba que muchos de mis familiares le llamaban Maguitos decían que era de cariño o como diminutivo del nombre de Margarita, pero a mi no me gustaba Maguitos, yo la quería mucho tanto como a mi mamá y me gustaba decirle “Mamita”.

Acostumbrábamos los domingos, ir al tianguis a comprar el mandado, siempre fui teniendo bolsas de mandado de acuerdo con mi tamaño, cuando tenía cinco años, recuerdo que un día ella echó en mi bolsa un kilo de jitomates y me la puso como si fuera una mochila y me empujaba diciendo "camina, ándale, enséñate a cargar, para que no seas floja”.

Un bello recuerdo es que en tiempos de calor “Mamita” me enseñó a calentar el agua con el mismo calor del sol para darnos un rico baño, a veces me bañaba en el patio, otras arriba de un lavadero donde me sentaba y me cuidaba, para que así después fuera a la escuela.

Todo esto pasaba cuando “Mamita” venía a visitarnos, como ya saben es que ella era originaria de Tlaxcala, de un pequeño pueblo llamado Jesús Huitznahuac. Por lo regular, cuando nosotros la íbamos a visitar era en vacaciones o en la Fiesta Patronal del pueblo, celebrando al Sagrado Corazón de Jesús, la mayoría de las personas del pueblo en esa fiesta hacían mole, ya que mi abuelo fue parte de los fundadores del pueblo, mi abuelita siempre tenía que hacer mole en su casa cada año esto lo hacía porque siempre esperaban a sus compadres y a todos nosotros como familia, ese mole era muy especial le quedaba muy rico a Mamita.

La costumbre es que, si te invitan al mole, les llevas un pan de fiesta de esos de nuez o nata que aún a la fecha son horneados en horno de leña, a la casa que fueras te regalaban un litro de mole o si no tenías invitación podían ir con el mayordomo a comer. Lamentablemente nadie sabe las recetas de “Mamita”, como la de su mole. Otra de las tradiciones que no pueden faltar a nuestro paladar era el Día de Muertos, ya que la mayoría de las familias en los pueblos hacia su propio pan de muerto en hornos de leña.

El pan de “Mamita” tenía algo que los demás no, no sé si era amor o ese rico aroma y sabor a guayaba, claro que lo recuerdo porque un día fuimos a Tlaxcala y lo estaba haciendo. Después de esa fecha, si nosotros no íbamos ella venía a visitarnos y para mí era pura felicidad, ella como podía venía con sus bolsas de mandado, en una traía su ropa y en la otra pan de muerto y unas deliciosas figuritas en forma de gallinas, lo curioso de esto es que eran de dulce de pepita molida todo era felicidad con ella, aunque como ya estaba más grande decía que se quería ir pronto porque su casa y sus animales estaban solos.

Así como yo crecía ella igual aumentaba sus años, su cansancio y sus canas. No sé en qué momento pasó el tiempo, ya no eran tan frecuentes sus visitas y nosotros íbamos a verla por lo regular dos veces por año, aunque si le hablábamos por teléfono, pero no era lo mismo, a veces se ponía a llorar y nos hacía llorar.

“Mamita” cada que venía a la casa para cuidarla ya parecía niña, nos hacía bromas y siempre decía, “no aguantas una guasa”, era muy feliz al tenerla conmigo. Ella siempre tenía en su mente una idea, quizá por su edad decía cosas no muy coherentes, que se tenía que ir a su casa a cuidar a sus animales, cuando ya no tenía animales, que le iban a quitar sus cosas, o que mi tío ya no la dejaría entrar e insistía mucho en irse y siempre preguntaba qué día era y la engañábamos en las fechas y los días para que no quisiera irse.

Ella me enseñó a nunca depender de nadie, a hacer las cosas para ayudar a los demás, por eso creo que “Mamita” no quería ser una carga para nadie e igual siempre la dejamos lavar su ropa y los trastes, aunque luego decía que le daba sueño y que después lo haría, la dejábamos porque si le ayudábamos ella se enojaba.

Un día estando en Tlaxcala sufrió un derrame cerebral a sus 89 años, sentí que el cielo se me derrumbo no quería perder a “Mamita”, le recé mucho a mis santos para que ella estuviera bien y creo que si me escucharon, porque gracias a que la

llevaron rápido al hospital no la perdí. Solo que le quedaron secuelas de falta de movilidad de la mano derecha y su carita hermosa con sus arrugas de vida tenía una pequeña parálisis, la boca un poco de lado, pero con el medicamento, las terapias que le realizaba mi tía (la hermana de mi mamá), y los cuidados de mis tíos “mamita” se recuperó, el coágulo de sangre que estaba en su cerebro se desapareció.

Afortunadamente, en el pueblo viven tres de mis tíos, dos mujeres y un hombre, para cuidarla y aquí en la Ciudad de México viven los otros tres hijos, dos mujeres igual y un hombre, como podían iban a verla, yo pocas veces tuve la oportunidad de ir con mi mamá.

Al año no sé si “Mamita” tendría un disgusto que de nuevo le ocasionó otro derrame cerebral, ese día me hablaron a mí para que yo le avisara a mi mamá y tranquilizarla. Esta vez paso lo mismo de la pérdida de movilidad y la boca un poco más de lado, como pude le dije a mi madre y ella como pudo fue a verla, ahora “Mamita” tardó más en reponerse, caminaba menos pero nunca se dejó caer, eso es lo que me gustaba de ella y lo que tengo muy presente en mi mente la recuerdo como una abuelita luchona.

Comía papilla, porque casi no podía mover la boca intentaba comer sola y se le caía la comida, pero logró de nuevo vencer las dificultades, pero ya no era la misma “Mamita” esto la agoto mucho. Así pasaron los años de verla en vacaciones hasta que un día cuando cumplió 94 años nos avisan que estaba enferma, mi madre y yo muy tristes recibimos la noticia, fue un miércoles 8 de octubre del 2014, le dije a mi mamá no me importa no ir a la escuela yo quiero verla, nos fuimos el jueves a verla ya estaba muy cansada mi hermosa “Mamita” y a veces nos conocía otras no, mi familia no aceptaba que llegaría el momento de que ella partiera a un bello lugar.

El día que llegamos se alegró y comió pero el médico nos dijo que en algún momento se iría que no lloráramos o la hiciéramos sentir incómoda, el momento más lindo y a la vez triste fue que acostada en la cama nos dió su bendición a todos sus hijos, nietos y bisnietos que estaban con ella, mi tía la tomó de la mano para que ella partiera tranquila, sentí que se iba una parte de mi corazón con ella.

El 10 de octubre de 2014, un ángel más se reunió con sus bebés fallecidos y mis demás abuelitos, la recuerdo como lo mejor que me pasó en el transcurso de mi vida. Si me preguntaran si volvería a querer la misma familia respondería que sí, los mismos abuelos porque ellos me dieron otro tesoro, mis padres a quienes amo también, lo que cambiaría sería el conocer a mis otros abuelitos, aunque han pasado cinco años y aun me duele su muerte, pero sé que ella está mejor.

Luego de que le pedí a Dios tanto por ella, me regaló un hermoso sueño, conocí a mi abuelita paterna en mi sueño era igual a la de la foto, pero llegaba a casa de mamita diciendo un saludo en náhuatl que yo no sabía, hasta que lo busque y me sentí tan dichosa que las vi a las dos en mi sueño.

Cuando concluí la preparatoria uno de mis agradecimientos se lo dediqué a ellos, en especial a “Mamita” ya que le prometí terminarla.

Y es así como recuerdo a “Mamita”, como una persona de carácter fuerte, pero a la vez tierna, cariñosa, que no quería depender de los demás, luchona y la mejor abuela que tuve, espero no se ofendan mis demás abuelos, pero no tengo recuerdos de ellos.

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