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Sobre un Roberto Castro (padre

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Para ti

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DARÍO CASTRO

Es cierto que ese hombre gordo enflaquecido, víctima de la diabetes es reconocido en lo que hace y hasta la fecha lo siguen contratando en las editoriales gringas. También es cierto que Roberto Castro es peruano, y que Roberto es un nombre de sucesión de todos los primogénitos de nuestra familia por lo cual, yo, Roberto Darío Alfonso Castro Vicente, seria Roberto X si esto se tratara de una familia real. También puedo decir que su carrera por Bellas Artes en algún momento lo frustro, pero salió adelante después de que entendió de que su falta de resolución a los colores que los maestros siempre le reclamaban en sus pinturas, se debía a una enfermedad que se llama Daltonismo, la cual curiosamente es muy común en Latinoamérica, tanto que cinco de mis siete primos la sufre, sin contar a un tío que según los estudios de unos doctores alemanes que investigaban el caso en 1976; veía en blanco y negro. Gracias a eso ideó un sistema para identificar colores el cual consistía en una tabla de comparaciones de los colores que él pensaba eran piel, y con los que realmente eran. Por ende, si él veía al hombre de color verde, en la otra dimensión (la cromática normalizada sería de color piel). Y aunque no es el mejor en cuanto a la disciplina, la investigación y la teoría, este método le ha servido a otros pintores para no terminar dándole un tono verdoso a cristos o adanes, los cuales en sus años de academia, eran los temas favoritos de los profesores.

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Roberto Castro después de esta gran aventura se lanza a trabajar a periódicos nacionales tratando de convertirse en

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caricaturista. La tarea es muy difícil al tratar con los viejos dinosaurios que cuidan su trabajo como oro. Es la razón por la que la política de la terquedad es adoptada y decide que debe insistir en sus oficinas de lunes a viernes hasta que le den una oportunidad. Esta estrategia falla contundentemente lo cual lo hace regresar a su casa sin mucho ánimo y esperanza. Podría ser que en este punto este Roberto Castro hubiera optado por la vida de mecánico como mi abuelo le había aconsejado desde que tuvo 15 años. O ser un vendedor de coches como mi tío con vista monocromática (sobre cómo sabía el color de los coches es un misterio) le insistió desde que se enteró que sería artista. En fin, la historia continua cuando de camino a casa ve en un periódico que se anuncia un concurso sobre dibujo organizado por uno de los periódicos que le había dado una patada en el culo, El Ojo.

Según la historia, este Roberto joven y de gran autoestima, dibujó una escena donde marchaba un héroe nacional del Perú, Túpac Amaru II, junto con un grupo de indígenas durante el levantamiento post colonial más grande de Latinoamérica. Esta imagen impactó tanto a los organizadores que de repente le hablaron. Dice que uno de los editores del periódico el cual solo recuerda que se llama Juan, se sorprendió al verlo, pues pensó que era una broma que él hubiera ganado. Aunque cuestiono esto al principio, después tuvo que disculparse porque tenía a uno de los talentos más jóvenes del Perú tocando a su puerta, y si no hubiera sido por este concurso, posiblemente lo hubiera perdido.

Este Roberto Castro dibujo muchas cosas, ilustró muchas cosas, creo muchas cosas. Entre estas hay un registro de un Tarzan de otro planeta llamado Tarkan, el cual es vez de monos, es criado por criaturas espaciales. Esta historia llega a ser un éxito sin precedentes, al igual que una paga muy precedente, porque como todo artista novel, los editores terminaron pagándole con la efímera moneda de la promoción y la fama. Después de esto haría una historia de piratas contra alienígenas llamada Mendoza, la cual no llega a tener el mismo éxito y la critican de rara e irreal.

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Su siguiente camino fue buscar nuevas oportunidades, ya que Perú sufriría un golpe de estado, y por ende las editoriales serían las primeras en una agenda de censura contra el nuevo gobierno militar. Roberto Castro no recuerda si fue en 68 por un general de nombre Juan Velazco Alvarado u otro de nombre Francisco Morales Bermúdez, pues no era la primera vez que sucedía esto, y desgraciadamente vendrían casos tan desdeñables en la política peruana como el Tacnazo, un autogolpe y un fallido autogolpe, aunado a esto, la rebelión y ataque del ejército Senderista de Abimael Guzmán y otras desgracias Fujimoristas las cuales “afortunadamente” no tuvo que vivir por estar en México.

Este Roberto Castro ha visto las mejores épocas de la historieta mexicana cuando editoriales como Novedades y Ejea fueron parte de este boom en 1980. Ambas compitiendo aguerridamente y hasta a veces (y aunque no lo crea) secuestrando dibujantes para cumplir los tiempos de entrega y con la calidad necesaria para cada publicación. También resintió cuando poco a poco la editorial bajaba la calidad de sus historias, orillándose a hacer soft porno y después como una medida desesperada el porno explícito. Agregando a esto, la baja de precios que estaban en un principio a 400 pesos por página (siendo el máximo ochenta páginas dibujadas) a 50 por página, lo cual, por mucho que trabajaras, era una miseria.

Por otro lado, Roberto Castro no se rendía y seguía en el medio. Dándose cuenta de que apreciaban el talento artístico en otros países. Es por eso por lo que decidió intentar en Europa y en Estados Unidos, siendo una tarea ardua adaptar un estilo creado bajo los estándares de mujeres de grandes pechos y caderas grandes, a otro menos sexista, pero que optaba por los cuerpos con cuadros abdominales, brazos y piernas marcadas como si se trataran de atletas olímpicos. Y aunque su lucha fue muy difícil, consiguió que una editorial se interesara en él. Aunque esto también fue el principio de novatadas laborales que todos los autores sufren al terminar un trabajo que más adelante no es remunerado. Es la razón por la que contactó con un gringo que podía representarlo, el cual le consiguió dos

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trabajos en Martel y en DC, claro, también lo conecto con otro editor y director de cine de nombre Kevin Grevioux, el cual es el creador de la serie de películas Underworld. Creo que fue en ese momento que Roberto vio que este mercado tiene reglas diferentes y a la vez similares. Pues su agente terminó quedándose con su trabajo original y pagándole a destiempo y con descuento de representación de u 60%. Fue por eso por lo que optó por despedirlo, no sin antes tener una pelea agitada, donde a Roberto nunca se le bajo de malagradecido. Eso no importaba mucho, ya que, aunque sus trabajos en estas dos editoriales icono fueron breves, el rumor de que lo hacía rápido y con detalle llegó a otros editores. Fue por eso por lo que el mismo Grevioux le solicito hacer storyboards y adaptaciones al comic de sus personajes. Después IDW lo contactará para una adaptación de un videojuego de nombre Borderlands, la cual no se pudo concluir el proyecto por la tardanza del guión, pero que, a pesar de eso, pudo colaborar con las portadas. De ahí conoció a Nick Barucci, hombre que fundó la distribuidora de juguetes y comics de nombre Dynamite, y que más adelante haría una editorial donde lo solicitaría como su exclusivo. Hasta la fecha Nick y Roberto tienen una relación estrecha y cordial. Tanto que se le encargó las portadas para un proyecto de Kiss/Vampirella el cual fue halagado por Gene Simmons (el monstruo), quien más adelante compraría las ilustraciones originales. A pesar de tener una edad avanzada y un estilo que podríamos decir poco moderno. El camino de Roberto Castro en esta industria ha sido interesante y aunque muchos no lo crean, sigue esperando su momento.

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