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Carta a mi padre

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Para ti

Para ti

ULISES DAVID COSS GONZÁLEZ

No sé cómo empezar, ya que hay tantas cosas, tantos momentos, tantas alegrías compartidas. Creo que una buena manera de darle inicio a esta carta sería agradeciéndote por haberme dado la vida, a pesar de las peleas, los obstáculos y las cosas difíciles que te he hecho pasar.

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Es cierto eso que dicen que el tiempo que pasas junto a alguien importa la calidad más que la cantidad. Cuando era chico trabajabas muchas horas fuera de casa. Deseando de lunes a viernes que llegaran las nueve de la noche para oírte toser mientras subías la escalera y esperar ansioso a que sonaran las llaves en la cerradura y abrieras la puerta.

También es cierto que nuestra relación siempre ha sido un poco complicada, no porque seas mal padre o yo mal hijo, en realidad nadie nace sabiendo ser padre ni nadie sabe ser hijo, simplemente vivimos una lucha diaria de voluntades. Mi madre dice que es porque somos completamente iguales: enojones, duros, tercos; pero también somos leales, comprensivos y cariñosos.

Recuerdo que mis tiempos de adolescente fueron más difíciles que cualquier otro. Discutíamos frecuentemente y era una guerra de poderes, tú por un lado imponiendo tu disciplina, y yo por el otro tratando de encontrar mi identidad a través de mi rebeldía, aunque ahora entiendo que sólo tratabas de llevarme por el mejor camino. Fuiste un padre celoso, exigente, estricto. No entendía porque jamás me dejabas salir de noche con mis amigos, o te enojabas porque quería llegar tarde o probar la bebida y querer vivir mi juventud de una manera muy

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rápida, pero ahora comprendo todo, sólo querías lo mejor para mi aunque yo en ese momento no me daba cuenta.

El tiempo ha pasado rápido y ni cuenta me he dado. Ya no eres aquel hombre indestructible que creía que eras cuando era pequeño, ahora sé que eres humano, con equivocaciones y fallas, pero con mucha experiencia, y eso me hace admirarte aún más. Ahora valoro cada una de tus enseñanzas, entiendo cada uno de tus regaños, disfruto de tu compañía, de tus consejos y disfruto más de tu compañía.

Me enseñaste a ser feliz con lo que uno tiene y me diste las herramientas para poder salir adelante, y son las dos cosas más importantes que una persona necesita para afrontar la vida!

Nunca noté si venías cansado del trabajo o habías tenido un mal día porque nunca escuché un reclamo de tu parte, porque siempre preferiste escucharme a mí antes que a la tele y me escuchabas cuando más lo necesitaba, sin contar la vez que me metí en problemas en la escuela por pelearme a la salida, vaya que era una patada en la espinilla.

Yo sé bien que soy joven y mi experiencia no se compara a la tuya pero pienso que hay cosas que podría enseñarte también ya que he aprendido cosas de un gran hombre.

Cuando me muera no me llevaré nada de este mundo, en cambio me llevo todos los momentos que vivimos juntos, momentos de alegría, felicidad, así como también amargura y tristeza, ya que, como algún día me dijiste: “la vida te enseña de muchas maneras y de muchas formas, lo importante es que sepas aprender y reconstruirte a partir de tus errores”.

La verdad que se hace difícil pensar en una vida sin un padre, aunque hay casos donde esto es realidad, no me gustaría pensar en una vida sin ti o con otro ejemplo a seguir, me gustaría algún día llegar a parecerme a ti, al menos con la dedicación que le has demostrado a tu familia, porque aunque toda mi infancia estuviste separado de mi madre, nunca nos faltó nada, ni a mi, ni a mis hermanos, siempre estabas ahí para lo que se nos ofreciera y siempre nos apoyaste.

Por todo lo anterior y más, te agradezco con esta carta, y aunque se queda corta, no existen las palabras para agradecer

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todo el sacrificio que haces para que tengamos una vida agradable, incluso ahora que a mis 28 años sigues apoyándome con mis proyectos y me sigues aguantando en tu casa jajajajajaja…

Gracias por ser ese pilar que ha sostenido gran parte de mi vida y ser los pasos que me han abierto el camino para que yo pueda superarme y lograr mis objetivos. Le doy gracias a esa energía universal a la que en nuestra falta de comprensión le llamamos Dios, por coincidir en esta vida contigo, por esto y muchas cosas más es que puedo decir que Te amo, padre.

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