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Producción audiovisual / Desde Centroamérica
Jorge Luis Linares
Septiembre de 2021
Las dictaduras militares impusieron una total censura y persecución, hasta llegar a la desaparición forzada y muerte de individuos que tuvieran una ideología contraria al Estado guatemalteco; lo que llevó a muchos intelectuales a exiliarse. Después de 36 años de guerra interna, se firma la paz, el 29 de diciembre de 1996; en Guatemala. Este periodo histórico, es un punto de inflexión para la libertad de expresión en el país. Al firmase la paz, muchos artistas retornan y empiezan un auge en la producción artística en todas sus ramas. Los artistas de posguerra que vivieron los horrores de la guerra, comienzan a exteriorizar en su obra toda esta carga emocional e histórica que tuvieron que vivir desde Guatemala y el exilio. Mi formación académica en las artes visuales fue tradicional, estudié en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, (ENAP). Tuve la suerte de estudiar arte en un momento importante para la historia del arte guatemalteco. En este proceso formativo se dio un auge en la vida y producción cultural en el país; en todas las artes, producto de la firma de la paz y el regreso a la democracia. En este periodo, me sumergí a muy temprana edad en la vida cultural de la ciudad; con mis compañeros estudiantes visité exposiciones, conciertos, obras de teatro y danza. Principié a ver cine no comercial y exposiciones en el circuito del arte, empecé a ver con más frecuencia video arte, en mayor proporción video performance o documentación de un performance, el video como registro documental. En pocos casos, videos en los que se investigaran las exploraciones audiovisuales, donde se profundizara en las posibilidades y estéticas, dentro de las potencialidades o limitantes de los procesos analógicos.
En 1998, se presenta el primer festival de Cine Ícaro, evento que propulsó la producción audio visual de Guatemala y Centroamérica. Este festival ha crecido con el tiempo, impulsado por Casa Comal; contando con 24 ediciones y se han expandido las proyecciones a toda la región centroamericana. Este evento une a los países centroameri- canos por medio de la producción audiovisual y la cultura. En toda esta explosión de proyectos creativos, los creadores de la posguerra empiezan a organizarse desde la contra cultura, fundan espacios independientes donde pueden experimentar con nuevas formas de exposición y gestión cultural; un hecho importante en ese momento, fue apropiarse del espacio público, la activación artística y cultural de estos espacios. Todo este movimiento se cristaliza con el Festival de Octubre Azul en el año 2,000. Se pudieron apreciar intervenciones de teatro, danza, literatura, pintura mural, performances, acciones, foros y conciertos. Las calles se convirtieron en un escenario multidisciplinario. De la generación de Octubre Azul, sobresalen dos artistas muy importantes para el arte en Guatemala; Regina José Galindo (1974) y Aníbal López (A-153167) (1964 - 2014), gran parte de la producción de estos artistas es obra performática, acciones e intervenciones en el espacio público, utilizando la fotografía y el video análogo como registro documental. En esta época, había un gran debate entre los artistas e intelectuales, se cuestionaban si el video, las instalaciones, el performance, las acciones en el espacio público; fuesen medios legítimos como obras de arte. Estas posturas siempre eran de personas conservadoras que, en los conversatorios o debates de arte contemporáneo, cuestionaban estos medios de expresión.
A nivel centroamericano, cabe resaltar el concurso Inquieta Imagen (ii) que es un programa del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica (MADC) que surgió en 2002; inicialmente, para incentivar la video creación: video-arte, video performance, video-danza, video-instalación, web-art, obras interactivas en computadoras, etc. Este concurso surgió con el objetivo de ampliar las artes visuales contemporáneas a otras áreas que aún no se trabajaban en la región centroamericana y del Caribe. Desde sus inicios, se ha inclinado por artistas con propuestas nuevas, insertadas en un contexto local para una proyección regional e internacional.
Me inicié en la fotografía estática, en un curso de la (ENAP), con una cámara profesional análoga Canon AE-1, trabajé con este medio y exploré las posibilidades que la fotografía me permitía. Al egresar de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), me interesaba estudiar cine, dar el paso a la imagen en movimiento, pero no existía en Guatemala esta carrera a nivel universitario y no tenía los medios económicos para estudiar en el extranjero y tampoco tenía acceso a una cámara de video análoga y equipo para editar este material. En el 2005, tuve la oportunidad de recibir unos talleres de producción cinematográfica y elaboración de guion para cine en Casa Comal. En 2006 y 2007, laboré para Estudio C, el único estudio en la región que trabajaba proyectos de efectos especiales para Hollywood, fundado por el guatemalteco Carlos Argüello (1963-2001). Comencé en este trabajo como dibujante artístico: diseñando escenarios, personajes y Storyboards; en este trabajo aprendí a digitalizar, vectorizar y retocar fotográficamente mis dibujos. Aprendí en este estudio los procesos de producción de material audiovisual y efectos especiales para cine y televisión. Mi computadora no soportaba programas de edición de video, modelado y animación tridimensional. Por esta razón me introduje a la animación vectorial, gracias a internet, logré acceder a tutoriales. En este punto, empecé a investigar y aprender por mi cuenta. Trabajé pequeñas animaciones con narrativas simples que fusionaban como bucle, con una computadora y una tableta gráfica de baja gama, auxiliándome de un programa para la edición vectorial, un editor de imagen y un programa de animación 2D. Un hito importante en la producción audiovisual a nivel mundial, fue la progresiva transición de lo análogo a la tecnología digital. Las primeras cámaras digitales de fotografía y video no competían con la calidad de sus similares análogos, pero, gradualmente estos fueron compitiendo con calidad y practicidad; hasta liderar el mercado por todas las ventajas tecnológicas que la era digital brinda. Esta tecnología también se volvió más asequible. Al ingresar a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos (USAC) en el 2007, experimenté la transición de lo análogo a lo digital y con una mejor computadora de forma autodidacta, empecé a experimentar con programas de modelado tridimensional, edición de video y editores de sonido; encontré en las herramientas digitales, una forma de abordar mi producción audiovisual, al carecer de un estudio y estar limitado de espacio. Sin casi darme cuenta me convertí en un artista digital, lo que me abrió un mundo de posibilidades, podía trabajar una fotografía o un video y lo podía enviar por internet a cualquier parte del mundo; lo que ayudó a difundir mi obra internacionalmente.
Al desarrollar mi carrera como artista, paralelamente estudiaba Arquitectura, inevitablemente fui influido por conceptos arquitectónicos y urbanos; empecé a abordar la conceptualización de mi trabajo desde una perspectiva diferente; me enfoqué en temas como: los edificios en ruinas, las construcciones precarias que se desbordan en la periferia, el transporte público y las construcciones disonantes; la falta de planificación urbana que se refleja en el caos de la Ciudad de Guatemala. En este punto, comencé a alquilar equipo profesional de video digital, para grabar mis primeros proyectos de video-arte (con una mejor calidad). Emprendí una serie de experimentaciones, en cada video nuevo, aprendía nuevas técnicas y métodos de animación y efectos digitales. Esto me costó muchos días de desvelo, tenía que cumplir con mis estudios de arquitectura y mis compromisos como artista. Mientras dibujaba planos a mano, trabajaba maquetas y otros trabajos académicos; simultáneamente trabajaba Renders, que tardaban varias horas para procesarse.
Muchas noches no dormí y desvelado asistía a la Universidad. Con el tiempo fui optimizando los parámetros de animación y lograba buenos renders en menos tiempo, este fue un proceso de prueba y error. Aprendí mucho de mis errores más que de mis aciertos. Son pocos los artistas de la región que se dedican exclusivamente al video arte, la mayoría de artistas utilizan distintos medios, y el video es una herramienta más de expresión. Hay otros grupos de artistas que se centran en la producción de video arte de gran calidad conceptual y formal. Me gustaría resaltar el trabajo de Donna Conlon (Atlanta, 1966) & Jonathan Harker (Quito, 1975) es un colectivo formado en 2006 en Ciudad de Panamá. “Sus vídeos e instalaciones utilizan las propiedades inherentes de los objetos desechados para tratar sobre la conformación de las identidades, el consumismo, la acumulación de residuos y el clima”. En sus videos podemos apreciar una gran calidad en el tratamiento de la imagen y del sonido en su obra audio visual. También resalto el trabajo del artista guatemalteco Naufus Ramírez Figueroa (1978) vive y trabaja entre Berlín (Alemania) y Ciudad de Guatemala. Ha usado en su carrera el video en muchas de sus obras, “explora temas como La guerra civil guatemalteca, 1960 – 1996, es un tema recurrente en su obra, que, a pesar de un acercamiento humorístico y absurdo, no logra ocultar la fuerza de la historia que le precede”. Por último, quisiera resaltar el trabajo de Manuel Chavajay, (Sololá 1982). Artista tz’utujil originario de Sololá, Guatemala. Egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP). “Su obra se basa en la historia de los pueblos originarios del Lago de Atitlán”. El artista tiene una serie de videos muy interesantes y con una estética muy compleja a nivel conceptual y con una gran carga histórica de los pueblos originarios. Muchos realizadores de la región trabajan en audiovisuales por la necesidad de expresarse por este fantástico medio. En Centroamérica no existen fondos públicos o privados que fomenten o financien la video creación. Hay espacios de difusión como el festival Icaro, el concurso Inquieta Imagen y la Bienal Paiz; que son plataformas y referentes que a través de los años han apostado por los nuevos medios en la región. Muchos artistas del video, no viven de la producción de audiovisuales. Frecuentemente tienen otros trabajos, o trabajan videos comerciales o institucionales. Son muy pocos los realizadores que viven del video-arte o de la producción cinematográfica.
A raíz de la pandemia en Guatemala, los museos, galerías y centros culturales; han cancelado agendas y han reestructurado las actividades con aforos controlados y realizando actividades por medios telemáticos. Los artistas siguen produciendo a pesar de la situación del país, pero los medios de difusión han cambiado. Personalmente, por la pandemia desde el 2020; se han cancelado proyectos en los que par- ticiparía, pero también se han abierto nuevos formatos de exhibición, como proyecciones en el espacio público y exposiciones virtuales. Aunque en los últimos años vemos cada vez más, video-arte producido principalmente por artistas jóvenes, dentro del circuito del arte contemporáneo, hay una mayor aceptación y difusión de estas prácticas artísticas; la Bienal de Arte Paiz ha sido en sus últimas ediciones, un buen escaparate tanto nacional como internacional, al incluir video-arte y video instalaciones en sus últimas ediciones; presentando video-artes de artistas nacionales e internacionales de reconocidas trayectorias. Son pocos los coleccionistas que compran video-arte o video instalaciones, no podemos hablar de un mercado en la región que consuma estos productos culturales.
El contexto de Guatemala, para los artistas visuales es complejo, pocos artistas viven del arte, muchos se dedican a la docencia o tienen otro empleo. Claro, hay excepciones; hay artistas muy reconocidos que sí viven del arte, que residen en el extranjero, regularmente son representados por galerías internacionales; que presentan su trabajo en ferias de arte, festivales y bienales alrededor del mundo. La mayoría de artistas producen por la necesidad de expresarse, ser artista en Guatemala, es una postura de resistencia, más que por algún interés económico. El país carece de fondos tanto públicos como privados para impulsar el arte a través de becas o estímulos para la producción. En los últimos años, han surgido espacios independientes que se abren para exposiciones; pero, en el mismo lugar hay restaurantes o bares, que sostienen económicamente el espacio y hace viable estos modelos de autogestión. Al no depender de la venta de obras de arte, pueden exhibir proyectos de arte no necesariamente comerciales y apoyan a artistas jóvenes y de carreras consolidadas. Finalmente, quiero reflexionar acerca del futuro de la producción audiovisual en Guatemala y los demás países de Centroamérica. Actualmente se han superado muchas carencias gracias al mundo globalizado y a la era de las telecomunicaciones; este apogeo tecnológico permite a los artistas digitales y audiovisuales mostrar su trabajo en plataformas virtuales alrededor del mundo a la velocidad de la luz. Estamos viviendo un momento muy interesante, la forma de crear arte y proyectos audiovisuales cambia constantemente; contamos con un amplio espectro de posibilidades que las herramientas digitales nos ofrecen, los artistas a través de la historia, se han adaptado a los nuevos medios, los cuales se suman o se fusionan con otras técnicas o plataformas donde se pueden presentar nuevos modelos para hacer arte.