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Capítulo II
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
de 2002-2003 y la pandemia actual, la participación de China en el PIB mundial aumentó del 4,3% al 16%. En el mismo período, su participación en el comercio mundial se duplicó con creces, hasta llegar a liderar rubros como los productos de consumo y las nuevas tecnologías (la denominada industria de Tecnología, Medios y Telecomunicaciones (TMT)) y alcanzar el 41% y el 60%, respectivamente, de las exportaciones mundiales (Hedwall, 2020; Haren y Simchi-Levi, 2020; Foro Económico Mundial, 2020a). Como se dijo anteriormente, desde el punto de vista de las cadenas globales de valor, esto significó que China reemplazara al Japón y se convirtiera en el principal centro de suministro global de exportaciones (OMC y otros, 2019). Así, la crisis del COVID-19 dejó al descubierto la gran concentración geográfica de la producción de ciertos suministros críticos y los altos niveles de exposición de la producción internacional a riesgos sistémicos. Muchas empresas importantes de China, fuertemente integradas con el resto del mundo, se localizan precisamente en las 19 provincias más afectadas por la pandemia. De hecho, 51.000 empresas (163 de las cuales figuran en la lista Fortune 1000) alrededor del mundo tienen uno o más proveedores de primer nivel y aproximadamente 5 millones de empresas (938 de las cuales están en la lista Fortune 1000) poseen uno o más proveedores de segundo nivel en dichas provincias. Más aún, cerca de 49.000 empresas que se encuentran en las zonas más golpeadas son subsidiarias de empresas transnacionales que tienen sus casas matrices en otros países y 17.000 están localizadas en la provincia de Hubei, la zona cero de la pandemia (Dun y Bradstreet, 2020).
2.
Una crisis con un impacto heterogéneo
A pesar de ser generalizado y muy profundo, el impacto del COVID-19 en la economía no es homogéneo y presenta grandes diferencias entre sectores y países. Algunas encuestas recientes realizadas en todo el mundo, especialmente en los países desarrollados, presentan resultados bastante coincidentes que dan pistas de las diferentes reacciones de las cadenas globales de valor en algunos sectores productivos. Entre las empresas de gran tamaño, la industria automotriz fue una de las más afectadas por la pandemia y, como se mencionó anteriormente, sufrió los efectos disruptivos en las cadenas de suministro y producción. Asimismo, se encuentra entre los sectores que consideran haberse adaptado menos adecuadamente a la situación impuesta por la crisis sanitaria y los que estiman más probable el cierre de establecimientos en caso de que se prolongue la pandemia (Foro Económico Mundial, 2020b). En el extremo opuesto se encuentran las industrias de telecomunicaciones y de salud. Las primeras fueron las más propensas a utilizar datos y tecnologías de nueva generación para respaldar sus cadenas de suministro y las que mejor se adaptaron al nuevo escenario que implica atender las necesidades sanitarias de la población y contrarrestar los efectos del distanciamiento físico. La industria de la salud es la que considera menos probable el cierre de establecimientos en caso de una prolongación de la crisis sanitaria. Las industrias de bienes de consumo se ubicaron en una situación intermedia (Foro Económico Mundial, 2020b). En la crisis actual, la demanda de productos no esenciales y los viajes se desplomaron, afectados tanto por el lado de la demanda como de la oferta. Las cadenas globales de valor intensivas en mano de obra, —como las relativas a prendas de vestir, textiles y muebles— fueron duramente golpeadas por la pandemia. Por el contrario, si bien la producción de cadenas de valor como la agricultura y los alimentos y bebidas resultó afectada, la demanda se mantuvo alta debido a la naturaleza esencial de esos productos (McKinsey Global Institute, 2020) (véase el gráfico II.17).