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Conversaciones con La Mujer Cabra
Por: sArA tAtiAnA Quintero
a las palabras. Hablaba con decisión, con una soltura que envolvía. Supe que es tolimense, nacida Ibagué, una ciudad al oeste colombiano conocida por su patrimonio musical. Actualmente vive en Bogotá donde se desenvuelve como artista interdisciplinar. Es compositora, cantante y profesora de voz. Se formó como actriz e integró el grupo de teatro Varasanta durante nueve años. Después, hizo una maestría en Teatro y Artes Vivas en la Universidad Nacional de Colombia, lo que marcaría el nacimiento, o más bien, la consolidación de La Mujer Cabra.
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que la acompañe. Por eso para este proyecto acude a su familia artística, busca a Liliana Montaña, su amiga y compañera de Teatro Varasanta, y a su pareja y músico Vladimir Giraldo. Con ellos empezará el despliegue escénico y musical de este concierto escrito en décimas o doblequintillas, una estructura poética que para Marcia es importante por su carácter popular.
partícipe. No se puede huir, no hay cómo desconectarse, no se puede estar externo al ritual. Liliana Montaña habla de una conexión vibracional, donde la música, la voz y las palabras envuelven, resuenan y llevan al desborde, al cansancio y al deseo de seguir, de resistir: así se crea un cuerpo de revolución.
La mujer cabra
Ya caía la tarde, las nubes se despedían del sol entre sonrojos, cuando me encontré con Marcia. Marcia es una mujer de mediana estatura, delgada y de semblante alegre; sus rizos flotan sobre su cabeza como guayacán, contorneando su rostro de una viveza electrizante. Sus grandes y castaños ojos me miraban con dulzura y sus labios se curvaban constantemente en sonrisas e inflexiones que daban énfasis
Y es que la Mujer Cabra no es otra que Marcia Cabrera, es un personaje que se teje con el apellido (Cabrera), el signo zodiacal (Capricornio) y el horóscopo chino (Cabra). Surge de la necesidad de poder contar su historia en tercera persona, de preguntarse por su quehacer artístico y explorar diferentes campos disciplinares. Más adelante, incluso comienza a alejarse del singular, pues a medida que se desarrolla este proyecto de investigación–creación más que ser un viaje a su biografía, se convierte en un intento de, en palabras de Marcia, “encontrar nuevas narrativas de resistencia a través de la música y el performance, buscando movilizar y resignificar las nociones de lo femenino y la movilización”. De este modo, acude a lo colectivo.
La Mujer Cabra grita, un grito que convoca, que llama a la manada para
Aunque El grito de la Mujer Cabra tiene un espíritu profundamente femenino y es evidente que en su discurso denuncia y defiende la igualdad, es una propuesta que va más allá del género o la raza y se sitúa en lo animal. La importancia del devenir animal, del carnaval, de la calle. Marcia resalta la fuerza que tienen las dos cabras que cantan y las “perras bailarinas”: son procesos catárticos para quien los ejecuta y para quien los escucha y ve. Aullar, ladrar, “perrear” como símbolo de la revolución: el goce de la sensualidad, la soltura del movimiento; es un desafío al recato, al silencio y a la opresión.
Marcia evoca con una amplia sonrisa el primer concierto: fue en el Museo de la Universidad Nacional. Originalmente estaban organizadas en una cuadrafonía, en el centro estaba el público, inmerso. Me imagino allí, con las tarimas rodeándome, La Mujer Cabra yendo de aquí para allá y obligándome a seguirla no sólo con la mirada sino con mi cuerpo. Estar allí, adentro, obliga a ser
Es aquí donde Marcia explica las posibilidades de despliegue que ha tenido su trabajo. Las describe como tres universos donde se cuenta la fiesta, la idea de manada o colectivo y la movilización política, que además tiene que ver con su pasado, con el que se siente muy identificada: “Soy hija de un guerrillero, desde pequeña soy agitadora”.
Marcia logró con El grito de la Mujer Cabra habitarse y deconstruirse, cada canción corresponde a un momento de su vida; Culebra, por ejemplo, fue escrita en la época en que Jair Bolsonaro fue presidente de Brasil, país donde Marcia vivió durante cinco años y al que le guarda mucho aprecio. Se sentía impotente, con ira, quería gritar. Y lo hizo, Culebra es su grito, y a su grito se unen muchas personas. Es así como Marcia parte de su realidad, una realidad subjetiva que se encuentra con otras realidades, se confronta y finalmente se tejen, se atraviesan y se convierten en lucha colectiva; porque para la Mujer Cabra “las fuerzas se construyen juntas, en manada”.