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Sombras, manos y títeres
Por: juAn josé renDón GuAPAChA
Dar vida a objetos materiales puede convertirse en una gran forma de construir metáforas y acercarse a la reflexión. En el caso de los títeres, para una puesta en escena básica se necesita un material expresivo (el títere) y la despersonalización del titiritero, esta raíz es la que sumerge al espectador en ese gran mundo en donde los títeres son capaces de cualquier cosa.
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Conversamos con el maestro mexicano de teatro de títeres, Rolando García (1962), miembro de Teatro Tinglado hace 39 años y fundador de Teatro al Hombro junto a sus hijos Olín y Alan García, que este año traen para el festival El Doctor Improvisado. ¿Cómo nace Teatro al Hombro?
“Se juntaron dos cosas: una, la necesidad que tú dices de economía porque era un momento de crisis, estábamos teniendo un problema para sobrevivir con el Teatro de Títeres para adultos, y dar funciones en colegios surgió como una alternativa más práctica. Sabíamos que muchos compañeros daban funciones en colegios, entonces quisimos explorar esa parte, cosa que no es tan fácil porque toca enfrentarse a las estructuras que no lo permiten, a veces algunos reglamentos no permiten que uno llegue con un evento externo a un colegio oficial, pero bueno, al final de cuentas sí estuvimos un tiempo viviendo de eso; la segunda, es como una alternativa porque también somos artistas, necesariamente todo lo que hacemos es arte, independientemente del objetivo que tengas al inicio porque a veces ese objetivo es explorar.”
Rolando expresa su gran admiración por Ludwik Margules (1933-2006), un director de teatro que formó muchas generaciones de directores en México; referencia a Hugo Hiriart (1942) un escritor mexicano que en 1993 escribió “La repugnante historia de Clotario Demoniax” para Teatro al Hombro, obra que los llevó al Festival de Títeres en New York; mencion cómo surgió “El Doctor Improvisado” inspirada en la novela “Macario” de Bruno Traven (1882-1969), y además, reconoce a Mireya Cueto(1922-2013) fundadora de Teatro Tinglado como su escuela e influencia más fuerte.
¿Qué esperan generar con la obra?
“Alegría, lo principal para llegar a dar una función es divertir al público, en nuestro caso como se presta al género de la comedia o de la farsa, pues, nos vamos por ese lado. No necesariamente es la comedia, hay títeres muy serios y hay tragedias con títeres, pero en general los títeres se prestan mucho al humor y queremos que el público se divierta”
Este año Teatro al Hombro, en cabeza de Rolando García, trae una obra que fue presentada el año pasado en Teatro Tespys, esta vez traen mejoras a nivel estructural, funcional y dramático. Junto a los músicos Olín y Alan García en el violín, Jarana Huasteca, Guitarra, Claves y
Panderos, esta obra integra más los efectos de movimiento y sonido en la puesta teatral.
¿Cómo se fusiona la interpretación ideológica, plástica, escénica y musical en “El Doctor Improvisado”?
“La fusión de todos esos elementos es el hablar de la esencia mexicana, nosotros queremos mostrar un trocito de México y su relación con la muerte. Está implícito todo lo mexicano, por ejemplo, lo colorido, este es uno de los aspectos importantes de México, entonces es eso, en el teatrino mostramos parte del colorido, en la música mostramos ese mestizaje que tenemos, es solo una muestrita, pero es muy mexicano. Esa relación con la muerte que queremos mostrar es jocosa, medio divertida, nosotros no es que veamos a la muerte diferente, sino que tenemos un espacio para convivir con la muerte y de alguna forma esa relación no es triste”
La relación divertida entre el títere y el espectador se puede establecer con Iuri Lotman (La Semiosfera) cuando se refiere al público infantil: “El muñeco demanda no la