Punto y coma N°3: Octubre en perspectiva

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N°3 / SEPTIEMBRE 2020 $5.000 | Santiago de Chile ISSN: 2452-5480

Identidad local y cultura popular Pedro Morandé Pacto de clases y tregua de élites Pablo Ortúzar Lecturas alrededor de Lastesis Mariana Canales Entrevistas a Sergio Micco, Teresa Bejan y Kathya Araujo Lorem ipsum: artículos de Leila Guerriero, Rafael Gumucio y Luca Valera


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

puntoycoma © Punto y coma © Instituto de Estudios de la Sociedad Punto y coma N°3, septiembre de 2020. Santiago de Chile Director: Claudio Alvarado R. Editor: Joaquín Castillo V. Coordinador: Rodrigo Pérez de Arce P. Comité editorial IES: Pablo Chiuminatto, Jorge Fábrega, Joaquín Fermandois, Braulio Fernández, Elena Irarrázabal, Daniel Mansuy, Héctor Soto y Alejandro Vigo. Diseño: Huemul Estudio Colaboran en este número: Pablo Ortúzar, Josefina Araos, Manfred Svensson, Teresa Bejan, Sergio Micco, Rodrigo Pérez de Arce, Guillermo Pérez, Joaquín Castillo, Mariana Canales, Kathya Araujo, Claudio Alvarado, Matías Petersen, Pedro Morandé, José Manuel Castro, Gloria de la Fuente, Santiago Ortúzar, Catalina Siles, Francisca Echeverría, Antonio Correa, Jorge Fábrega, Diego González, Felipe Sánchez, Rafael Gumucio, Luca Valera, Andrea Kottow, Paula Baldwin, Andrea Palet, Josefina Poblete, Alejandro Valenzuela y Leila Guerriero. Ilustraciones y fotografías: Alejandra Acosta, Mateo Flores y Armando Lobos. ISSN: 2452-5480 Impreso en Andros


Editorial

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Claudio Alvarado R.

Octubre en perspectiva Pacto de clases y tregua de élites

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Pablo Ortúzar

¿El despertar de la dignidad?

18

Josefina Araos

Entrevista a Teresa Bejan 26 por Manfred Svensson Las ficciones y el malestar

32

Joaquín Castillo y Guillermo Pérez

Entrevista a Sergio Micco 40 por Rodrigo Pérez de Arce Lecturas en torno a Lastesis 48 Mariana Canales Entrevista a Kathya Araujo 56 por Claudio Alvarado En busca de un pacto social 64 Matías Petersen Rescate Identidad local y cultura popular

72 Pedro Morandé

Horas en la biblioteca 84 Contrapunto de José Manuel Castro y Gloria de la Fuente sobre Nos fuimos quedando en silencio, de Daniel Mansuy Reseñas sobre Hugo Herrera, Carlos Peña, Juan Pablo Luna, Mario Góngora, Tomás Moulian, Alexis de Tocqueville, Jean Bethke Elshtain y Christopher Lasch

Lorem ipsum Estallido, pandemia, hipernormalidad 102 Rafael Gumucio La ética en tiempos excepcionales 105 Luca Valera La exclusión del presente 109 Andrea Kottow La voz femenina en la narrativa de Austen, Brontë y Gaskell 114 Paula Baldwin Entrevista a Andrea Palet 120 por M. Josefina Poblete Los paisajes en movimiento de Gustavo Guerrero 126 Alejandro Valenzuela Mariana Enriquez y su parte de noche 130 Leila Guerriero Olimpo: Raymond Aron 138


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Octubre en perspectiva Durante este año, la inquietud por los efectos económicos, políticos y culturales de la pandemia recorre todo el planeta. Sin embargo, la incertidumbre es aún más aguda en nuestro país. Naturalmente, este problema se explica por los hechos que comenzaron a desencadenarse el 18 de octubre de 2019. Las manifestaciones pacíficas y violentas que siguieron a la brutal quema del metro de Santiago gatillaron una crisis inédita para quienes crecimos en democracia. En rigor, en apenas un par de semanas temblaron los cimientos mismos del orden político que dábamos por garantizado. La incapacidad de contener los múltiples e inaceptables episodios de saqueo y vandalismo primero, y las graves denuncias de violaciones a los derechos humanos después, tensionaron los supuestos más elementales de nuestra convivencia pacífica. En paralelo, se revelaron las severas dificultades de nuestras élites para sintonizar con el malestar —tan difuso como innegable— que se expresó masivamente en esos días; basta recordar las múltiples demandas que confluyeron en la “marcha más grande de Chile”. Ese convulsionado escenario puso en tela de juicio, como nunca antes durante las últimas décadas, la capacidad del mundo político —en especial del Ejecutivo— para desempeñar sus funciones básicas. No se exagera al decir que la segunda semana de noviembre parecíamos vivir la antesala de una angustiante e inesperada interrupción del régimen democrático. El acuerdo constitucional, facilitado por La Moneda pero protagonizado e impulsado por un elenco transversal de parlamentarios, intentó procesar institucionalmente el conflicto (anticipando, dicho sea de paso, el irregular “parlamentarismo de facto” que luego se instaló en el país). Con todo, fue recién a mediados de marzo, con la llegada del nuevo coronavirus, que el gobierno consiguió cierto control del orden y la agenda pública, aunque por muy poco tiempo, y siempre bajo un

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clima de aguda polarización política. Al escribir

fueron reacios a escuchar a aquellas voces que se

estas líneas tal vez la única seguridad sea que la

tomaron en serio los antecedentes del descon-

crisis sanitaria agravó nuestros problemas en

tento que explotó en octubre. Estas voces incluían

todos los planos posibles. El hambre, la pobreza

a intelectuales más o menos afines a dichos sec-

y el desempleo volvieron a percibirse como ame-

tores, y hoy merecen una lectura renovada. En-

nazas reales para una porción significativa de la

tre otros, basta pensar en Mario Góngora, quien

población, y ante el crispado manejo político de

a mediados de los ochenta ya auguraba en su

la pandemia nuestra clase política por momen-

Ensayo revanchas culturales; o en los múltiples

tos cree que la solución es simplemente desco-

textos de Gonzalo Vial quien, desde comienzos

nocer la institucionalidad vigente. En muchos

de siglo, denunciaba una “fractura social” de

sentidos, el futuro de Chile es más incierto que

muy peligrosas consecuencias. En esta entrega

nunca, y todo esto nos remonta a octubre. Re-

de Punto y coma, además de reseñar algunas de

flexionar acerca de la crisis iniciada ese mes, con

esas voces, rescatamos y reproducimos un lúcido

la relativa distancia que permite el transcurso de

artículo del sociólogo Pedro Morandé, que an-

casi un año, es el propósito de la sección central

ticipa tempranamente las tensiones de la nueva

de Punto y coma Nº 3.

democracia chilena. Visto en retrospectiva, su

Hay varios motivos —varias interrogantes—

lectura confirma que si bien nadie podía prever

que justifican este ejercicio de reflexión. Por de

exactamente los acontecimientos del 18 de octu-

pronto, una de las preguntas más acuciantes que

bre, sí contábamos con insumos para abandonar

dejó la revuelta puede ser formulada como sigue.

la ilusión noventera según la cual —democracia

Más allá de los indudables avances de las últi-

y capitalismo mediante— nos acercábamos al fin

mas décadas, ¿por qué nuestra clase dirigente

de la historia.

fue incapaz de oír las advertencias sobre la grave

Todo indica que el optimismo de nuestra clase

crisis que venía incubándose? Los llamados de

dirigente, y en especial de la derecha política, fue

atención no vinieron dados solo por fenómenos

influido por una lectura demasiado parcial de la

como la “revolución pingüina” del año 2006 o

realidad: se sobredimensionó el potencial de los

el movimiento estudiantil de 2011. Hay quienes

instrumentos económicos para comprender el

anticiparon expresamente diversos aspectos de

mundo. Es indudable que ellos son muy perti-

la crisis; lo hicieron desde distintas disciplinas,

nentes en su ámbito, pero por sí solos no permi-

con diferentes registros y a partir de variadas

ten alcanzar una visión de conjunto; esta supo-

sensibilidades políticas. Desde Mario Góngo-

ne necesariamente la concurrencia de variados

ra hasta Tomás Moulian, pasando por Alfredo

lentes y perspectivas, que no se agotan en la

Jocelyn-Holt y los informes del PNUD, no fue-

economía. Sin ir más lejos, quienes lograron va-

ron pocos quienes criticaron, desde mediados de

ticinar aspectos fundamentales de nuestra crisis

los años noventa, la complacencia que embriagó

se ubican, por lo general, dentro del ámbito de las

progresivamente a muchas de nuestras élites.

humanidades y las ciencias sociales. En las pági-

En particular, se trata de una pregunta incó-

nas que siguen es precisamente desde este tipo

moda pero inevitable para las corrientes do-

de lecturas —desde la filosofía, la historia, la so-

minantes en el oficialismo: su perplejidad era

ciología y la literatura— que se examinan diver-

demasiado notoria en los primeros días de la

sas aristas legadas por el estallido social. Entre

crisis. Por motivos que deberán continuar estu-

otras, la noción e implicancias de un nuevo pacto

diándose, vastos grupos de centro y de derecha

social, la violencia y la anomia, las experiencias

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de vida que subyacen a la dimensión pacífica de la protesta, el auge del movimiento feminista, y los claroscuros de la dignidad como eje de las manifestaciones que remecieron al país. Este tercer número de Punto y coma se enmarca en el trabajo y el estilo que el IES viene cultivando hace varios años. Por un lado, intentamos analizar minuciosamente las tendencias que constituyen el telón de fondo de los gravísimos problemas que reveló octubre: la incapacidad de controlar el orden público con pleno respeto a los derechos humanos, el descrédito de nuestras principales instituciones, la desconexión entre la ciudadanía y el sistema político, la falta de empatía con el malestar de enormes masas ciudadanas, y las pasiones antidemocráticas que a ratos azotan al país. Nuestra convicción es que únicamente un diagnóstico fino de la situación permitirá contar con orientaciones adecuadas para el Chile pospandemia. Por otro lado, y a partir de los planteamientos que hemos realizado tanto antes como después de ese mes, entramos en diálogo con otras aproximaciones que, más allá de sus diferencias, también se toman en serio el conjunto de fenómenos que componen nuestra crisis. Solo así, nos parece, podremos realizar un ejercicio de comprensión que ayude a dilucidar algunas paradojas que caracterizan nuestro 6


escenario. Por mencionar apenas un ejemplo,

impronta refundacional del régimen de Pinochet

urge entender en qué medida puede decirse que

(cierta izquierda hoy sueña con una refundación

las manifestaciones pacíficas y violentas que

de signo contrario); la incomodidad de la antigua

coparon el país marcaron un contraste con el

Concertación con su propia historia (la Constitu-

individualismo dominante. ¿Acaso no fueron

ción vigente refleja la transición pactada); y en

también una expresión más de esta mentalidad?

fin, la sistemática falta de reformismo por parte

Después de todo, en ellas se observó una inédita

de la centroderecha, que nunca logró dimensio-

falta de orgánica, de voceros y de petitorios. Más

nar ni conducir este debate.

aún, parecía que cada quien podía ir y colocar su

A continuación el lector podrá explorar esas y

propia bandera, sin necesariamente preguntarse

otras interrogantes, de la mano de artículos, en-

por el modo en que las necesidades personales y

trevistas y reseñas de libros. También encontrará

ajenas se articulan en el contexto más amplio de

nuestra habitual sección miscelánea que, desde

la polis. Desde luego, el fenómeno es ambiguo y

un ángulo distinto, igualmente contribuye a esa

no se agota en esa dimensión; pero todo ello con-

reflexión. Como ya dijimos, necesitamos diver-

firma que debemos examinar con sumo cuidado

sas miradas, y solo recurriendo al amplio elenco

lo que ocurrió en esos días.

de las humanidades y las letras podremos enten-

Otra pregunta ineludible remite a la singular

der nuestra propia situación.

vía elegida para encauzar la crisis de octubre. ¿Por qué se apostó por un proceso constituyente? Un cambio constitucional eventualmente per-

Claudio Alvarado R.

mitirá organizar y distribuir mejor el poder po-

Director

lítico, pero nuestras carencias —los motivos que subyacen al estallido social— exceden ese plano. ¿Por qué, entonces, se intentó canalizar así la revuelta? Acá de seguro confluyen factores simbólicos, políticos e intelectuales, que van desde la aparente cultura legalista del país hasta la ruptura de los consensos de la transición. En particular, cabe explorar los efectos inesperados de la 7


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Pacto de clases y tregua de élites: el camino para salir de octubre PABLO ORTÚZAR MADRID

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C

hile fue, por siglos, un país de ricos y pobres.

En los hechos, la clase que se adueñó del Estado

Y las luchas entre sus clases dirigentes han sido,

trabajaba principalmente para sí misma. Esto se

históricamente, muy encarnizadas. El mayor

refleja en una serie de privilegios injustificados

testimonio de ellas, incluso si uno considera el

que mucha gente añora hasta el día de hoy asu-

componente bélico que tuvo la independencia,

miendo que todos tenían acceso a ellos. El mejor

es la brutal guerra civil de 1891. La salida de ese

ejemplo, quizás, es el sistema de pensiones de la

conflicto fue un pacto oligárquico: un orden des-

época, que daba beneficios de lujo a los distintos

cabezado donde “nadie” se quedara debajo de

miembros de las redes del poder burocrático (con

la mesa. Sin embargo, el aumento de la pobre-

sus distintas “cajas”), pero migajas miserables a

za urbana, la crisis del salitre y la consolidación

los más pobres, en el raro caso que llegaran a vi-

del aparato estatal administrativo y de defensa

vir hasta la jubilación.

rápidamente hicieron temblar ese acuerdo. La

La pobreza urbana, alimentada por la migra-

nueva y pequeña clase media crecida al alero

ción campo-ciudad, demoró bastante tiempo

del Estado demandaba ser parte de la reparti-

en volverse un asunto relevante, en parte por la

ja, y tenía la fuerza para lograrlo. Después de

fuerte represión y persecución que sufre la iz-

todo, parte fundamental de ese nuevo estamen-

quierda sindicalista y obrera durante los años

to eran los militares profesionales. El muñequeo

cuarenta y cincuenta. Se intentan distintos pro-

de clases derivó en la crisis de los años veinte,

yectos desarrollistas desde arriba. Pero en los

que se extendió hasta entrados los treinta, pero

sesenta el sujeto popular irrumpe en escena:

que comenzó a solucionarse con la Constitución

Santiago había multiplicado varias veces su po-

de 1925.

blación en pocas décadas, y casi todos los recién

El pacto de 1925 afianzó el espacio institucio-

llegados vivían en la miseria. Algo similar ocurría

nal de la nueva clase media vinculada a las fuer-

en el resto de las urbes importantes del país. La

zas armadas y al aparato burocrático, educativo

política, entonces, entra en una dinámica nacio-

y productivo del Estado. La negociación excluyó

nal-populista, que se inicia con Frei Montalva y

nuevamente a los más pobres y solo se consoli-

termina con la caída de Allende y el inicio de 17

dó a partir de la dictadura de Ibáñez del Campo.

años de dictadura militar. 11


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En el periodo mencionado, las luchas y necesidades del pueblo y la pugna de élites se en-

a continuación, para concentrarme luego en el conflicto de élites.

cuentran vinculadas, pero corren por carriles

Durante las últimas décadas se construyó en

separados. La Democracia Cristiana es un pro-

Chile una amplia y frágil clase media a partir,

yecto de reformas populares, pero también un

principalmente, del endeudamiento. La fragili-

partido ideológico. Un “centro excéntrico”, en

dad de esta nueva clase no fue totalmente pro-

palabras de Tomás Moulian, que en vez de operar

blemática, tal como explican las investigaciones

como bisagra entre los extremos actuó como una

de Álvaro Donoso (CIES-UDD), mientras el cre-

tercera fuerza radical, polarizando al resto tam-

cimiento económico era superior al 4% anual y

bién. Se abre así una era de grandes cambios con

la inmigración era moderada. Sin embargo, una

apoyos no demasiado masivos, y sin posibilidad

década de bajo crecimiento e inmigración des-

de acuerdos. Una batalla de tres ejércitos.

controlada (que los desplazó laboralmente, ba-

Allende, finalmente, también es un cruce de

jando además los salarios) fue socavando a este

caminos: a la vez un líder popular, comprome-

grupo social, que, además, resultaba demasiado

tido con su pueblo, y un agente revolucionario,

pobre para la oferta de servicios disponible en

comprometido con hacer “avanzar” la historia

el mercado, pero demasiado rico para la oferta

al costo que sea. Esta ambigüedad recorre todo

estatal de servicios. Cuando el crecimiento y las

su gobierno. Pero sus últimos momentos lo obli-

oportunidades decayeron, el desajuste entre es-

gan a tomar partido; opta por proteger al pueblo

tructura social y estructura institucional se vol-

en vez de sacrificarlo en nombre de la causa, tal

vió insostenible.

como muchos de sus camaradas esperaban.

En paralelo a estos problemas estructurales,

Las grandes crisis políticas y sociales, en-

hay problemas culturales derivados de todo este

tonces, parecen tener dos componentes clave:

proceso. Carlos Peña los ha señalado diligente-

problemas sociales “desde abajo” y conflicto de

mente, actualizando teorías que Raymond Aron

élites polarizadas “desde arriba”, cuya combi-

utilizó para analizar la crisis de 1968 en Europa.

nación termina bloqueando las salidas consen-

Una juventud desorientada, con mejores opor-

suadas y llevando normalmente a soluciones

tunidades que sus padres y abuelos, pero sin

autoritarias. Peter Turchin explica estos compo-

brújula ni horizontes de sentido, tiende a la vio-

nentes a partir de procesos de “enmiseriación”

lencia y al tribalismo político para construir nue-

y “sobreproducción de élites”. La idea central

vas identidades que su entorno ya no les provee.

que quiero explorar a continuación es que nos

Esto, a su vez, es visto con buenos ojos por la ge-

encontramos en medio de un nuevo conflicto de

neración de la transición, que creció también sin

élites que hace muy difícil procesar y dar salida

horizontes claros, pero que nunca tuvo el ímpetu

a las tensiones emergentes del desajuste entre

de rebelarse frente a sus padres.

estructura institucional y estructura social pro-

El sistema de la opinión pública, por otro lado,

ducido por los últimos 40 años de desarrollo ca-

ha comenzado a configurarse de manera dife-

pitalista, y que resulta urgente que busquemos

rente al pasado. Los teléfonos “inteligentes” y

prontamente alternativas que nos permitan es-

las plataformas digitales, de las que Chile es el

quivar una regresión autoritaria.

mayor usuario latinoamericano, han ido destruyendo la capacidad de mediación de los canales

La crisis institucional y social

tradicionales. La producción de información se ha democratizado en apariencia, pero con ello ha

La crisis chilena producto de la modernización

venido aparejado un mundo donde las noticias

capitalista, los cambios en la estructura social

falsas, la manipulación mediante algoritmos, los

y la revolución en las expectativas han sido ele-

linchamientos y censuras virtuales, la interven-

mentos diligentemente explorados por muchos

ción digital extranjera y la distorsión de los he-

investigadores y teóricos sociales. Por lo mismo,

chos por parte de plataformas sin responsables a

los mencionaré solo breve y esquemáticamente

la vista se han vuelto pan de cada día. El sueño de

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Fotografía: Mateo Flores

un internet libre se cae hoy a pedazos, y el debate

que comunican las élites, independiente de su

virtual, a medio camino entre juego por obtener

contenido, es procesado desde la sospecha y la

likes y retuits y medio de comunicación, contri-

búsqueda de intereses ocultos. Simplemente se

buye a polarizarlo, distorsionarlo y exagerarlo

desconfía de la mediación.

todo. A la vez, la publicidad de los medios tra-

Esta crisis social es, entonces, el panorama ge-

dicionales se ha ido a internet, dándoles el golpe

neral. Pero uno de los temas poco explorados del

final.

estallido es el rol que han jugado las élites en la

Twitter, la plataforma más influyente en polí-

descomposición del propio entramado de legiti-

tica, es un foro elitista polarizado y de bajo nivel

midad política que las sostenía. Es un conflicto

donde un 80% de los tuits son producidos por un

interno, después de todo, el que imposibilitó dar

10% de los usuarios, pero tiene hoy el poder de

cauce al malestar popular y atizó, en vez, la des-

fijar los marcos de discusión de la arena públi-

confianza, dando paso a una lógica de “sálvese

ca. Es el lugar al que periodistas y políticos van

quien pueda”. Para entender este fenómeno es

cuando quieren saber “cómo va la cosa”. Cuando

necesario indagar las dinámicas intraelitarias

los programas de farándula desaparecieron de

durante el periodo anterior a octubre, que es el

la televisión junto con sus dinámicas insidiosas,

objetivo principal de este breve texto.

estridentes y vulgares, muchos pensaron que se trataba de un signo de madurez cultural. Pero la

Diez años de crisis política y lucha de élites

verdad es que sus lógicas han colonizado todos los demás espacios. No tiene sentido la exis-

Entre 1990 y el 2010 hubo paz entre las élites. La

tencia de programas de farándula en un mundo

centroizquierda pudo desplegar su programa re-

donde la farándula es el programa.

formista, mientras que la oposición de derecha

El descontento ha adquirido un código popu-

no tenía incentivos para patear el tablero, pues

lista: la oposición entre pueblo y élites. Todo lo

mantenía un fuerte compromiso con el orden

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institucional vigente y tenía poderosos mecanis-

(“cultura de la corrupción” la llamó en su mo-

mos con que defenderlo. Las redes de la derecha

mento Jorge Schaulsohn). Los primeros quiebres

se extendían profundas hacia el sector privado,

políticos y generacionales internos se hicieron

mientras que la centroizquierda fue ampliando

visibles, en especial el provocado por Marco En-

la clase acomodada afín a ella, generando una

ríquez-Ominami, cuya candidatura presidencial,

burguesía concertacionista vinculada al Estado y

sumada a la decadente repostulación de Eduardo

también ocupando posiciones en el sector priva-

Frei Ruiz-Tagle, le abrió la puerta de La Moneda

do. Con el país creciendo fuerte, daba la impre-

a la oposición por primera vez en dos décadas.

sión de que todos cabían en la fiesta. Ni la crisis

El año 2010 la centroderecha, bajo el lideraz-

asiática pudo detener ese optimismo. La derecha

go de Sebastián Piñera, gana por primera vez las

se dedicó simplemente a bloquear iniciativas le-

elecciones presidenciales desde el retorno a la

gislativas usando las herramientas constitucio-

democracia. Es decir, luego de casi 30 años. Esto

nales, mientras que el afán reformista de la iz-

genera una serie de desequilibrios y trastornos

quierda se fue apagando en consonancia con ese

inesperados. Entre ellos, el que más nos interesa

bloqueo.

es el de la pérdida de posiciones dentro del Es-

Sin embargo, nada dura tanto tiempo deteni-

tado por parte de los grupos profesionales arri-

do. La crisis subprime del 2008 pudo ser atajada

mados a la Concertación. Dicho en términos poco

gracias a los ahorros de la época de vacas gor-

elegantes, la pérdida del botín estatal de puestos

das. Pero las expectativas de crecimiento fueron

de decisión e influencia para miles de clientes

decreciendo progresivamente. El desgaste de la

concertacionistas, cada uno de los cuales soste-

Concertación, además, comenzó a ser cada vez

nía una red de menor nivel de tantos otros clien-

más notorio: sin potencia programática, lo que

tes dentro y fuera del aparato estatal.

quedaba era una especie de agencia de empleos

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La centroderecha, que asumió sin programa

sostenida desde un inicio por los “autoflage-

político (ya que su único programa por 20 años

lantes”, además de la única herramienta ideo-

había sido el bloqueo legislativo), en vez de redu-

lógica que prometía ser capaz de reunir a toda

cir de forma ordenada el botín, decidió repartirlo

la oposición para evitar que la derecha siguiera

entre un número menor de sus propios clientes,

gobernando otro periodo. Todos los ideales y el

generalmente jóvenes de perfil tecnocrático. In-

programa de la Concertación original se habían

cluso se dejaron vacantes varios de esos espacios

gastado luego de veinte años de gobierno. De

(lo que agregaba insulto al daño desde el punto de

ese modo, los incentivos para la izquierdización

vista de los exiliados del Estado). La red concer-

estaban puestos sobre la mesa, y Bachelet, que

tacionista, en tanto, se vio en serios problemas,

siempre estuvo a la izquierda de la Concertación,

salvo algunas excepciones, para reconvertirse

tenía el liderazgo y la popularidad necesaria para

hacia el sector privado manteniendo el nivel de

convertir ese impulso en un nuevo programa.

rentas e influencia que acostumbraban. Para la

Las protestas estudiantiles del 2011, en este

mayoría, la mejor expectativa era recuperar el

sentido, parecieron caídas del cielo. Si la Concer-

gobierno y, con ello, sus posiciones; para lograr-

tación se había dedicado por años a atajar y do-

lo había que hundir la administración de Piñera

mesticar movimientos sociales, esta vez operaría

a como diera lugar. La política de los consensos

en sentido opuesto. El problema que les apareció

había terminado: se había roto el equilibrio de

en el camino es que la generación movilizada no

intereses que la sostenía.

tenía mayor respeto por la generación intermedia que pretendía tomar las

Por otro lado, en la interna

concertacionista

se

produjo un reacomodo de poderes. Los llamados “autocomplacientes” perdieron el

gobierno

y

perdieron

ideológicamente, ya que su posición —desfigurada por demasiados años administrando el Estado— no re-

riendas de la centroizquier-

Uno de los temas poco explorados del estallido es el

da. Si bien muchos dirigentes de la izquierda estudiantil —como el ahora diputado

rol que han jugado las élites en

Miguel Crispi— habían tra-

la descomposición del propio

bajado en la fundación de

entramado de legitimidad política que las sostenía.

sultaba funcional a montar

Bachelet y luego se sumarían al ministerio de educación durante su gobierno, no había ánimo para ser soldados

una oposición amplia y radical contra la nueva

de una camada anterior que veían como débil y

administración. Los “autoflagelantes”, en tanto,

fracasada. El Frente Amplio y su distanciamiento

que generalmente habían sido mantenidos lejos

de la Nueva Mayoría es la expresión de esta lucha

del gobierno por el primer bando, eran mucho

generacional desatada al interior de la izquierda.

más poderosos que ellos en el Congreso. Es decir,

El desenlace de esta apuesta por vencer rápi-

todavía tenían cargos e influencia. Ellos man-

do a Piñera y recuperar los puestos de influen-

daban, entonces, en esta vuelta. A ese factor se

cia fue más bien desastroso, a pesar de lograr el

sumó, además, una crisis generacional: los “jó-

primer cometido. Se generó una lucha de poder

venes” concertacionistas, la generación de re-

entre grupos y generaciones al interior de la iz-

cambio, tenía ya más de 40 años, y consideraron

quierda que terminó en un proceso de constantes

que era su momento de pasar a primera fila. Para

divisiones que todavía no concluye. Bachelet II

hacerlo, debían golpear con toda la fuerza posi-

intentó gobernar exclusivamente con gente de

ble a la generación de los titanes de la transición.

su círculo cercano, lo que privó a su gobierno del

Desde este punto de vista, no es raro que la

respaldo necesario para llevar a buen puerto sus

Nueva Mayoría transitara rápidamente hacia

ambiciosas reformas. El naufragio de su gobierno

una crítica radical al “modelo” ni que pasa-

fue rápido y doloroso. El desgaste y la cantidad

ra a despreciar de la noche a la mañana todo su

de caídos en todos los bandos resultan impresio-

legado noventero. Esa crítica era justamente la

nantes. Basta mencionar que, por ejemplo, este

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ciclo termina con Carolina Tohá, la mejor políti-

El segundo gobierno de Piñera demostró, al

ca de la generación de transición, prácticamente

poco andar, que no había aprendizaje. A pesar de

retirada del ruedo. Y ni hablar de ministros como

que la campaña presidencial mostraba otro tono

Arenas o Peñailillo. La Democracia Cristiana, en

y una agenda centrada en prioridades sociales,

tanto, se partió por la mitad, sufriendo un vigo-

desde el inicio fue visible que esto había sido un

roso ataque por parte del Partido Comunista, al

maquillaje de lo mismo. Con Cristián Larrou-

igual que durante los sesenta y setenta.

let de Libertad y Desarrollo en el segundo piso y

La izquierda quedó, entonces, inválida. Si la

una serie de amistades de similares convicciones

Concertación hubiera asumido que estarían pro-

pululando en los cargos de confianza, temprana-

bablemente una década fuera del poder y se hu-

mente la segunda administración de Piñera tomó

bieran dedicado a sacar músculo programático y

la misma forma que la primera. Y, al poco andar,

político para renovar su proyecto, quizás las co-

cometió los mismos errores: grandilocuencia,

sas habrían sido diferentes. Pero había un fuerte

exitismo y errores comunicacionales graves,

interés material por volver al poder, una gene-

todo frente a una oposición que no le daría tre-

ración deseosa de heredar y un lote entero de

gua. Así llegamos a octubre del año 2019, en que

autoflagelantes que habían sido barridos bajo la

el gobierno fue un actor clave en convertir una

alfombra del Congreso convencidos de que era su

serie de sucesos preocupantes en un estallido

turno. La derecha, además,

tremendo,

claramente no tenía oficio

mediante una declaración

político, por lo que hacerla naufragar no fue muy difícil.

Si la Concertación hubiera

El circo de errores, deso-

asumido que estarían

rientación política y personalismo injustificado de la primera administración de Piñera habrían despertado el hambre en cualquiera. Eso nos lleva al segundo gran problema: la derecha. Como ya dijimos, por veinte

probablemente una década fuera del poder y se hubieran dedicado a sacar músculo

principalmente

de guerra contra un enemigo no identificado y un mal uso de las fuerzas represivas que generó una escalada en la violencia1. La crisis de octubre fue tan fuerte que finalmente la

programático y político para

oposición cedió a la búsque-

renovar su proyecto, quizás las

da de un acuerdo para tratar

cosas habrían sido diferentes.

años este sector se dedicó a

de destrabarla. Esto llevó al compromiso de un plebiscito constitucional. Sin embargo,

ser el freno de mano del reformismo concerta-

el ambiente de acuerdo duró poco. Y habría sido

cionista utilizando los mecanismos constitucio-

difícil que fuera de otra manera: no hay ningún

nales funcionales a dicho propósito (quórums

incentivo, más allá del temor más directo, a sos-

especiales, sistema electoral binominal y, algo

tener la paz política.

después, Tribunal Constitucional). Esta función agotaba su programa. Luego, jamás se preparó

Tregua de élites, negociación de clases

para gobernar. Su mayor objetivo era proteger el orden institucional y económico establecido por

¿Cómo salir de este complejo escenario? La res-

la dictadura, que veían como una especie de mo-

puesta no es sencilla, pues la crisis tampoco lo

tor de desarrollo cuya integridad debía ser cui-

es. No habrá balas de plata. Lo que me parece

dada. No hubo maduración programática alguna,

evidente es que si las actuales dirigencias po-

fuera de lugares comunes como “cortar la grasa

líticas no logran conducir el proceso, la posta

del Estado”, “no más operadores” y “mano dura contra la delincuencia”. La convicción, repetida una y otra vez, era que “las ideas ya están” y el tema era saber ejecutarlas. Es decir, un problema técnico, de management.

16

1 Este proceso lo detallo en el artículo “El estallido chileno”, disponible en la página web del IES, que apareció originalmente en francés en la revista Conflits 26 bajo el título “Chili: l’impulsion destructrice”.


probablemente pasará a algún líder de corte

les que no deje a nadie afuera. Para esto, las élites

populista y autoritario. En otras palabras, si las

en disputa deben acceder a renunciar a ciertos

élites políticas no ordenan su disputa, serán des-

territorios y recursos disputados, cediéndolos

cartadas en su conjunto.

total o parcialmente a otros grupos sociales (por

En este sentido, es importante bajar las expec-

ejemplo, a una clase funcionaria profesional que

tativas respecto a la idea de que una nueva cons-

administre el aparato público). De este modo

titución pueda, por sí misma, aplacar las furias.

conquistarán parcelas de influencia más modes-

Una nueva constitución —o una reforma consti-

tas, pero también más duraderas y valiosas. Solo

tucional— debe ser un instrumento para el des-

un pacto de renuncia ordenada de privilegios

pliegue de un acuerdo previo. De lo contrario, se

puede devolverle legitimidad a las instituciones

volverá simplemente otro campo de batalla más

y a las clases dirigentes.

para constatar las tensiones y oposiciones ya

En suma, requerimos de un acuerdo nacional

instaladas. Es necesario que una tregua elitista

que pele mejor el chancho, pero entre todas las

preceda ese proceso para que sea fértil.

clases sociales, y no solo entre grupos poderosos.

Dicha tregua, por supuesto, corre el riesgo de

El problema es que es necesario que este acuer-

ser otro pacto oligárquico. Una repartija que le

do nazca justamente de los grupos que perderán

entregue un poco de la torta a todos los grupos

poder con él, pues deberán cederlo al resto de las

lo suficientemente influyentes. Daniel Mansuy

clases, bajo un régimen meritocrático y trans-

ha destacado con razón este peligro, que nos

parente. El poder retenido, sin embargo, será

podría llevar a un escenario de lucha de clases

legítimo y más estable. Y esa calidad, supongo,

todavía peor en pocos años. Frente a esto, inspi-

es suficiente para compensar la menor cantidad.

rado en las lúcidas propuestas de Michael Lind y

Especialmente si aleja un escenario de guerra de

su libro The New Class War, considero de máxima

élites que, tal como en 1891, tiene el potencial de

importancia buscar un pacto entre clases socia-

arrasar con todo.

Pablo Ortúzar es antropólogo social y magíster de Análisis Sistémico por la Universidad de Chile. Actualmente cursa estudios de doctorado en la Universidad de Oxford. Es autor del libro El poder del poder (Tajamar, 2016), coautor de Gobernar con principios (LyD, 2012) y traductor de La gran sociedad (IES-Cientochenta, 2014), de Jesse Norman, y de El federalista (IES, 2019), de Alexander Hamilton, James Madison y John Jay. Es investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad.

17


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

¿El despertar de la dignidad? JOSEFINA ARAOS BRALIC

18


So, after you burn down your own home, what do you have left but char and ash? Killer Mike Músico y activista afroamericano Atlanta, 2020

1.

A

inicios del siglo XX, el famoso ensayo de

de ser inocuo: de no ser contenido a tiempo por

Augusto Orrego Luco titulado La cuestión so-

el Estado, amenazaba con alimentar un proleta-

cial tuvo una enorme difusión. Allí daba cuenta

riado que podía poner en riesgo el orden social.

del dramático escenario de precarización de la

Las motivaciones de Orrego Luco eran, sin

sociedad chilena producto de las transforma-

duda, bien intencionadas. Su objetivo era alertar

ciones ocurridas en las décadas anteriores, des-

a una clase política adormecida e indiferente al

tacando sobre todo los efectos de la migración

estado de las grandes masas de población urba-

campo-ciudad. Para Orrego Luco había una no-

na, y su reflexión forma parte del acervo intelec-

vedad en la pobreza que observaba, vinculada,

tual que sentó las bases para reformas sociales

más que a su magnitud, al modo en que ella se

fundamentales de inicios del siglo XX. Sin em-

experimentaba. En el traslado desde el rancho

bargo, subsiste en su perspectiva un punto ciego

en la hacienda hacia los arrabales de la capital,

que inevitablemente da cuerpo a su aproxima-

los otrora campesinos se sumían en un estado de

ción: en su relato, el campesino nunca despierta

“sorpresa”: ante sus ojos se abría un horizonte

por lo que tiene —y que no estaría siendo pro-

de posibilidades desconocidas que, sin embargo,

tegido, resguardado o respetado por quien está

permanecían inaccesibles para ellos. Si, como

delante—, sino porque descubre, en virtud de

reza el dicho, la felicidad está en la ignorancia, al

una luz que proviene de fuera, que no posee ab-

llegar a la ciudad el migrante abandonaba ese es-

solutamente nada. Su despertar es siempre a una

tado para descubrir, por efecto de las abismantes

total miseria, y no lo inspira su propia agencia

diferencias y de la opulencia de la “civilización”,

—por ejemplo, la consciencia de su dignidad—,

la radicalidad de su propia miseria. “Era aquello

sino procesos externos y ajenos a él. Son ellos

como si un rayo de luz penetrara en los ranchos,

los que lo movilizan a su pesar y permiten que la

oscuros hasta entonces, alumbrando y poniendo

historia avance, en el ritmo y dirección que es-

de relieve las miserias que antes el ojo no veía”,

peran aquellos que creen dirigirla. Orrego Luco

apunta Orrego Luco1. Para el autor, el “desper-

observa con preocupación a ese sujeto y recla-

tar” de estos “hijos de inquilinos” estaba lejos

ma ayuda y sostén, pero no es capaz de ver en él nada afirmativo; lo relevante es “su condición

1 Augusto Orrego Luco, La cuestión social (Santiago: Imprenta Barcelona, 1884), 41.

19


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

oscura”2. El autor, por su parte, no tiene nada a

premisa. Repitiendo el gesto de Orrego Luco, la

lo cual despertar ni abrir los ojos, y reproduce así

clase política e intelectual reproduce en versión

una lectura ya instalada en el Chile de la época.

criolla la problemática hipótesis de la enajena-

El Estado chileno y latinoamericano se expandió

ción, y contamina de paso la comprensión de lo

por el territorio nacional asumiendo que la cul-

que ocurre en nuestro país4. Esto puede verse

tura republicana debía nutrir una tierra vacía de

de modo nítido en la interpretación dominante

contenido, sin cultura. Una página en blanco. Las

de la demanda más transversal que emergió en

tensiones y dificultades de esa extensión —o en

octubre, aquella que reclamaba dignidad. Ante la

el caso de Orrego Luco, de la miseria y pobreza

constatación de su protagonismo, así como de la

que observa— no conducen nunca a una segunda

profundidad que indica respecto de la magnitud

hipótesis posible: que quizás, del otro lado, haya

de la crisis y de los reclamos que enfrentamos,

un sujeto con algo valioso que reclama ser con-

se ha intentado elevarla a eje articulador y orien-

siderado para que esa misma expansión pueda

tador de las posibles salidas a ella. Sin embargo,

hacerse efectiva (y que, de paso, en su avance no

la permanencia no asumida de este punto ciego

violente y atropelle todo aquello que existe desde

conlleva el riesgo de que no logremos encontrar

antes)3.

en la dignidad un marco compartido, sino un

A pesar de la enorme distancia temporal que

nuevo instrumento para establecer los bandos

nos separa de Orrego Luco, y de las muy distintas

en que cada uno, en tiempos difíciles como este,

aproximaciones que tenemos a la realidad de la

suele atrincherarse; y que con ello dejemos de

pobreza o de la desigualdad, el prejuicio descri-

lado aquella realidad digna y valiosa que se su-

to se ha mantenido como un problema de larga

pone que habíamos descubierto.

duración. Esto se verifica en las interpretaciones que, desde el estallido de octubre de 2019, se han

2.

hecho de nuestra propia crisis social y política. Si

Pocos negarán la preponderancia del concepto

antes fue el impacto de la migración campo-ciu-

de dignidad en la crisis de octubre. “Hasta que la

dad lo que gatilló el despertar, ahora habría sido

dignidad se haga costumbre” fue una de las fra-

la repentina toma de consciencia de la farsa me-

ses que alcanzó más eco en las sucesivas y ma-

ritocrática. Según se dice, esta no solo se mos-

sivas marchas que solo fueron contenidas por la

tró como una mentira para la gran mayoría, sino

pandemia a inicios de este año. Aparentemente,

también como una promesa reservada para unos

el concepto permitía dar cuenta de la profundi-

pocos. Tanto a principios del siglo XX como en el

dad a la que llegaban los abusos y desigualdades

periodo que precedió a la reciente crisis chilena,

que encontraron su símbolo en el aumento de

los recién despertados habrían vivido, hasta ese

la tarifa del metro, y cuyo masivo rechazo fue

momento, “a ciegas”, sumidos en su “condición

inicialmente abordado con tanta indolencia por

oscura”, resignados a promesas vanas o bien a

las autoridades. Es como si de pronto se hubiera

su ignorancia. Su aceptación, su quietud previa, nunca es activa y deliberada. Y la rabia que genera su despertar sería, también hoy, la misma que ayer: aparece al descubrir la miseria propia frente a aquel que todo lo tiene. La fractura que se abrió en Chile aquel viernes 18 de octubre se ha leído primordialmente, aunque tal vez sin mucha consciencia, desde esta 2 Ibid. 3 Esta idea es deudora de la reflexión del sociólogo Pedro Morandé. Véase particularmente su texto “Identidad local y cultura popular”, rescatado en este mismo número de Punto y coma.

20

4 La tesis de la enajenación es originalmente formulada por Karl Marx en su reflexión sobre el trabajo capitalista, desarrollada en los Manuscritos económico-filosóficos. Véase en los apéndices de Erich Fromm, Marx y su concepto del hombre (Buenos Aires: FCE, 1962). Acá, sin embargo, seguimos la crítica formulada a una interpretación dominante de esa tesis en la tradición marxista. En ella, la enajenación queda identificada con la falsa consciencia que caracterizaría las acciones del mundo popular que no han incorporado en su autocomprensión los términos marxistas. Véase sobre todo la lectura de Chantal Delsol, Populismos. Una defensa de lo indefendible (Buenos Aires: Ariel, 2015).


tomado consciencia de que la experiencia de mu-

Otros más atentos, o tal vez con mayor sentido

chos se caracterizaba por ser “pasados a llevar”

de la oportunidad, miraron con esperanza esa

cotidianamente, lo que hería el reconocimiento y

demanda por dignidad que empezaba a asomar-

respeto de su estatus de persona5.

se, como si en ella apareciera la posibilidad de un

Tal vez eso explica que, al día siguiente del in-

punto de encuentro en medio de tantas disputas;

cendio de las estaciones del metro, una porción

como un nuevo piso mínimo que, ante la com-

importante de chilenos no despertara indignada

pleta desorientación e incertidumbre, ayudaría a

ante las inéditas manifestaciones de violencia,

establecer el punto de partida para recomponer

sino concediendo que, esta vez, en ese descon-

una vida en común que de pronto se reveló tan

tento quizás había algo más profundo. Se ins-

tensionada y frágil.

talaba la idea de que podría haber cierta justicia

El problema es que, si bien la dignidad se ofre-

en la demanda que estaba tras el arranque de

ció para muchos como concepto aglutinador de

furia. Y llegados a ese punto, terminamos en-

la crisis, el uso que se hace del término no indi-

frentados a una tensión que no hemos logrado

ca nada muy preciso. No orienta respecto de las

resolver: cómo volver a justificar la legitimidad

tendencias políticas que predominan en las per-

de las instituciones que, para muchos, han sido

sonas que llenaron por meses las calles; tampo-

ocasión activa o cómplice de los abusos que están

co establece jerarquías en torno a los reclamos;

en la base de ese malestar. Y cómo evitar que, en

menos aún nos indica si acaso las demandas apuntan a un cambio total

el camino, la violencia misma se valide como medio de

del modelo o a un perfec-

acción política, echando así

cionamiento del mismo. Y,

por tierra los fundamentos de

cualquier

convivencia

posible. El concepto de dignidad parecía sugerir también un eje articulador entre tantas reivindicaciones

dispersas,

mostrándose como lo único

Tanto a principios del siglo XX como en el periodo que precedió

sin embargo, ahí está, en el centro, como una reivindi-

a la reciente crisis chilena, los

cación ineludible, tan básica

recién despertados habrían

como esencial, tan estructu-

vivido, hasta ese momento, “a ciegas”, sumidos en su “condición oscura”.

ral como difusa. Una aspiración que ha mostrado las luces y potencialidades de un movimiento social inédito, pero también sus oscuri-

constante en marchas que carecían de interlocutores y liderazgos claros.

dades pues, así como ha aparecido en medio de

Esto desesperaba aún más a una clase política

marchas pacíficas, con familias de protagonistas

completamente paralizada por la explosión de

reclamando cuestiones fundamentales, también

una crisis que no pudo anticipar, sin saber por

ha estado presente en manifestaciones violentas

dónde ni con quién establecer el tan invocado

que creíamos olvidadas. Así, lo que al principio

diálogo. Quizás esa misma desesperación explica

era una demanda tan potente, se reveló también

la perplejidad inicial del Ejecutivo que, sumido

como una exigencia total que no está dispuesta a

en la angustia, prefirió hablar de un “enemi-

someterse a las reglas mínimas de la conviven-

go poderoso” sin precisar a quién se refería, en

cia, porque pareciera que ya ninguna es legítima.

lugar de mostrar con humildad su disposición

De ese modo, la dignidad termina cuestionada

para empezar una nueva y difícil reconstrucción.

por la misma furia incontenible que la levanta, porque repentinamente se muestra, al menos en

5 La idea de ser “pasados a llevar” es tomada del trabajo empírico de Kathya Araujo. Véase sobre todo Habitar lo social. Usos y abusos en la vida cotidiana en el Chile actual (Santiago: LOM Ediciones, 2009); también la reformulación del término como “roce” en Kathya Araujo (ed.), Hilos tensados. Para leer el octubre chileno (Santiago: USACH, 2019), 31.

algunos, dispuesta a pasar por encima de todo, incluso de aquellos límites que la hacen justamente posible. Se puede observar entonces que, por más protagonismo que tenga esta demanda, su uso y sentido parecen ser ambiguos, algo que, por lo

21


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

visto, quienes siguen levantándola no han po-

para frustrarlas sistemáticamente, en una suerte

dido (o querido) asumir. Podemos constatar su

de combinación potencialmente explosiva.

magnitud, pero ignoramos su sentido e impli-

Así, por un lado, desde hace varios años con-

cancias, en parte porque hemos dado por re-

tamos con estudios que recopilan la extendida

suelto su contenido y pasado directamente a las

y cotidiana experiencia de ser pasados a llevar;

soluciones para satisfacer su grito. A pesar de ser

trayectorias marcadas por encuentros que tienen

el reclamo más profundo, aquel que indica que

la forma del roce antes que de la colaboración, en

esta crisis no solo remueve dimensiones técni-

el contexto de un sistema demasiado exigen-

cas o institucionales de nuestro ordenamiento

te para lo que retribuye y donde cada uno debe

social, sino las bases mínimas de nuestra convi-

rascarse con sus propias uñas6. Por el otro, esos

vencia, no nos hemos detenido en la indispen-

mismos estudios indican que, desde hace algún

sable reflexión sobre qué la constituye. Hemos

tiempo, estaríamos experimentando “empujes

dado por sentado su signi-

a la democratización de las

ficado, porque lo asumimos

relaciones sociales”, fenó-

como autoevidente. Y de este

meno que se traduciría en

modo, sin darnos cuenta,

La dignidad termina

una demanda cada vez más

reproducimos el viejo pre-

cuestionada por la misma furia

fuerte de horizontalización

juicio que Orrego Luco formuló tan bien (aunque sin

incontenible que la levanta,

de los vínculos y expectativas de buen trato7. El origen

querer) hace más de cien

porque repentinamente

años: pensamos que se trata

se muestra, al menos en

taría en la combinación de

de un fenómeno nuevo, de

algunos, dispuesta a pasar

un horizonte de aspiraciones

una exigencia que nace de la repentina iluminación de

por encima de todo.

una mirada que hasta hace

de esta nueva exigencia es-

cada vez más amplio —gracias a un modelo que, aunque a muchos disguste, ha

poco tiempo no solo era ciega a los abusos que se

rendido frutos— y el llamado proceso de “ciu-

ejercían sobre ella, sino también ignorante de su

dadanización” que, según se indica, instaló con

propia valía.

éxito en Chile y América Latina las nociones de derechos e igualdad8. ¿Cuál fue la consecuencia

3.

natural del encuentro de esos dos procesos? El

La interpretación aparentemente dominante en

posicionamiento de la demanda por dignidad en

nuestra discusión pública tiende a asumir que la

el centro de nuestro debate público, debido a que

demanda por dignidad, que adquirió protagonis-

adquirió un nuevo contenido: se ha transformado

mo con el estallido, se consolidó al alero de las transformaciones ocurridas en Chile durante las últimas décadas. Ahí es donde aparece otra expresión que acompañó en varios momentos a la dignidad en las manifestaciones de octubre: “no son 30 pesos, son 30 años”. En la aparición rabiosa de ambos no se habrían levantado voces y reclamos antiguos, sino terminado de fortalecerse las exigencias de una población más consciente de sus derechos y hastiada de un sistema que los vulnera. El modelo de desarrollo instaurado en dictadura y sostenido en democracia habría generado, a un tiempo, el cambio y aumento de las expectativas, así como un marco institucional

22

6 La idea de la “desmesura” en las exigencias del sistema es descrita por Araujo en Hilos tensados, 21. A su vez, los informes del PNUD han registrado sistemáticamente bajos índices de seguridad en la población asociados a una experiencia de vulnerabilidad constante en sus trayectorias vitales. Véase por ejemplo Informe sobre el Desarrollo Humano en Chile 2012. Bienestar subjetivo: el desafío de reprensar el desarrollo (Santiago: PNUD, 2012), especialmente la parte 5, 202. 7 Araujo, Hilos tensados, 24. 8 Ibid., 25. Es importante notar cómo ese proceso de “ciudadanización” vinculado a la demanda actual de dignidad, es descrito como un proceso construido desde arriba: una agenda promovida por el Estado, los medios de comunicación, organismos internacionales, etc.


Fotografía: Mateo Flores

lo que hoy se considera el “mínimo digno vital” y

cosa es tener valor y otra es tener dignidad. A

en función de ello es que se articulan las diversas

nivel local, ellos aparecen tempranamente en el

expectativas, exigencias, y por supuesto, frus-

canto y la poesía popular, donde la lira de fines

traciones9. Solo por esto es que la reivindicación

del siglo XIX y la misma Violeta Parra a mediados

por una vida digna, al fin, despierta.

del XX lo confirman. Si fuéramos capaces de ob-

Es allí donde se encontraría la base de la fu-

servar y valorar esas distintas matrices, podría-

ria desatada en octubre y la explicación de la in-

mos descubrir que la consciencia de la dignidad

negable relevancia de la idea de dignidad en las

no apareció repentinamente en octubre, como si

manifestaciones. Si acaso el reclamo tiene raíces

hasta ese momento hubiéramos estado someti-

previas, nadie parece identificarlo, y tampoco

dos a su vulneración sin ningún atisbo de que-

interesa demasiado. Pero bastaría simplemente

ja, como ovejas detrás de la vara de quien dirige.

con volver la mirada sobre la serie de tradiciones

Ella estaba desde mucho antes, también en los

centenarias de afirmación de la dignidad en que

hoy despreciados tiempos de la aceptación y del

todos participamos para descubrir que se trata

consenso. ¿Cómo, si no, podríamos saber cuán-

de una demanda de larga data: reconocimientos

do ella está siendo pasada a llevar? De eso na-

antiguos de la singularidad racional, recono-

die parece tomar nota, y cuando cobra vigencia

cimientos cristianos del hombre como imagen

en octubre, su contenido se da por hecho y se la

de Dios, reconocimientos ilustrados de que una

asocia con una agenda política específica, avanzando rápidamente a otra discusión: la defensa

9 Ibid., 20.

o condena del modelo vigente. La dignidad pasa 23


Fotografía: Mateo Flores

OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

así a segundo plano, instrumentalizada en fun-

de guía conjunta se convirtió, de ese modo, en

ción del programa que otros han definido para

una herramienta de disputa política donde cada

satisfacerla.

bando se atrinchera; unos mirando con culpa y

Ocurre que, en alguna medida, la dignidad

sin distancia crítica el reclamo, otros con una ac-

afirmada en el discurso ha sido ensombrecida en

titud escéptica y mezquina, incapaces de aceptar

la práctica por otro gran lema que simbolizó la

que en él hay experiencias reales de abuso y des-

crisis de octubre, y que a juicio de quien escribe

igualdad.

es el que se ha articulado como la verdadera base interpretativa de lo que ocurre en nuestro país:

4.

Chile despertó. Volvemos así al mismo despertar

Orrego Luco no habló de dignidad, sino de

de Orrego Luco, a una población que al fin habría

miseria. Quizás en ello reside una diferencia

abierto los ojos para adquirir plena consciencia

importante con el Chile previo a la crisis de oc-

de una dignidad que a diario es vulnerada por un

tubre —aunque tristemente ahora, después de

modelo que, en paralelo, le ha permitido hacer-

la pandemia, quizás volvamos a hablar de esa

se más lúcida. Desde estos términos, la dignidad

miseria—. En ese sentido, hoy contamos con

queda vinculada, casi inevitablemente, a una

un concepto afirmativo con respecto al que la

orientación política inequívoca. Esto deja al go-

ciudadanía parece estar reclamando: al hablar

bierno vigente en una posición incómoda, pues

de dignidad, se intuye que hay algo valioso que

vuelve prácticamente imposible su identifica-

aquellos que ahora se levantan intentan prote-

ción con el reclamo, aunque fuera parcial; iden-

ger. Sin embargo, la discusión pública ha pasa-

tificación indispensable para recoger y hacerse

do demasiado rápido delante de esa dimensión,

cargo de esa demanda. Sus miembros no serían

tentada por responder sin demora a gritos que

otra cosa que los defensores de un sistema que

son todavía confusos. Después de todo, la digni-

es causa de esa dignidad quebrantada y, por lo

dad se ha visto entremezclada con la violencia,

mismo, carecen de legitimidad para poder res-

con el rechazo a la institucionalidad y la deli-

ponder a ella. Entre tanto, nadie parece notar que

beración, así como también con hipótesis ente-

en esa lógica perdemos todos, y no solo la auto-

ramente negativas de nuestro presente, todas

ridad cuestionada. La demanda es así apropiada

incompatibles con una noción que supone que

por una izquierda que, sin embargo, no está in-

siempre hay algo que se busca resguardar. El “no

teresada principalmente en ella, sino en afirmar

tenemos nada que perder” que llenó las marchas

la negatividad total del ordenamiento actual que,

de nuestro octubre quizás ha cobrado demasia-

como hemos visto, la vulnera. Lo que podía servir

do protagonismo y, con ello, no hemos logrado

24


alejarnos realmente del prejuicio con que Orrego

Plantear esa pregunta implica sin embargo

Luco miró a los inquilinos recién llegados a la ca-

abrirse también a la posibilidad de que el proble-

pital, a inicios del siglo XX.

ma fundamental no sea, como tantos han creído,

Alejarse de ese punto ciego exigiría estar dis-

el “modelo” —un modelo en particular, sea cual

puestos a mirar también si, como dijo la histo-

sea—, sino un modo de actuar y de interpretar,

riadora Sol Serrano, a pesar de todo el malestar

de larga data e inconsciente, que sigue hasta hoy

que se ha hecho evidente, “hay algo que defender

atravesando a nuestra clase política y también a

de aquello que tenemos”10. Eso obligaría a plan-

parte importante de la intelectualidad. Una ló-

tearnos también la pregunta de si acaso más que

gica que, en cada nuevo ciclo histórico, en cada

estar dormidos hasta octubre de 2019, por mu-

punto de inflexión, al constatar el protagonismo

cho tiempo se confiaba —afirmativamente y con

de la gente común, no sabe sino confirmar que

razón— en un modelo que no era mera herencia

ella al fin ha despertado y adherido al programa

y reproducción de la dictadura, sino resultado de

que ya se tiene definido de antemano. Nunca, en

una transición inédita a una añorada democracia

cambio, ve allí una ocasión para detenerse, para

que, a inicios de los noventa, una gran mayoría

volver los ojos sobre quien no es solo objeto de la

valoraba como nada en el mundo. ¿Hasta qué

acción política, sino sujeto; una página llena de

punto hemos errado en el diagnóstico, identi-

historia donde no solo la indignación sino tam-

ficando la dignidad con un despertar al abuso e

bién el consenso, la aceptación, la confianza o la

ilegitimidad del sistema, confundiendo dónde

fe dan cuenta de la consciencia profunda de su

reside finalmente la experiencia de pasar a lle-

dignidad. Una dignidad aprendida y recibida en

var, dónde y cómo es que realmente se violenta

ámbitos que quienes creen saber interpretarla no

una dignidad que es anterior a todo?

han empezado siquiera a observar.

10 Sol Serrano, “Violencia y política en la historia de Chile”, columna publicada en El Mercurio, 9 de noviembre de 2019.

Josefina Araos Bralic es licenciada y magíster en historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile, e investigadora del Instituto de Estudios de la Sociedad. Ha colaborado con sus artículos en los libros El derrumbe del otro modelo (IES, 2017) y Primera persona singular. Reflexiones en torno al individualismo (IES, 2019), y es coautora, junto con Claudio Alvarado y Joaquín García-Huidobro, de Católicos y perplejos. La iglesia en su hora más oscura (Ediciones UC, 2018) Sus temas de investigación son cultura popular latinoamericana y populismo.

25


TERESA BEJAN:

“La sensación de pérdida de lo común está en muchas partes” POR MANFRED SVENSSON

26


Teresa Bejan es profesora de teoría política en la Universidad de Oxford (Oriel College). Doctora por la Universidad de Yale, su investigación sobre la civilidad en las tempranas discusiones angloamericanas le llevó a obtener el premio Leo Strauss a la mejor tesis doctoral en filosofía política de la Asociación Estadounidense de Ciencia Política. Desde entonces su trabajo se ha plasmado en múltiples contribuciones sobre los límites de la libertad de expresión (en lugares como The Atlantic o The Washington Post), así como en Mere Civility (Harvard University Press, 2017), un libro ampliamente discutido en los círculos académicos. En esta entrevista, Bejan reflexiona sobre la crisis de octubre en un contexto internacional de agitación, acerca del mejor modo de describir este tipo de fracturas en el mundo contemporáneo, y respecto del lugar de la civilidad y la tolerancia en momentos de convulsión social.

Es un lugar común decir que estamos ante una

¿Deberíamos, entonces, matizar la descripción

crisis del orden liberal, de la globalización o del

del mundo en que habíamos vivido desde 1989?

supuesto “fin de la historia”. ¿Ofrecerías una

Solemos describirlo como un mundo de inédita

caracterización diferente de nuestra actual en-

paz y prosperidad.

crucijada? Sí, y además todo depende de cómo describimos No sé si esos términos, que se suelen invocar

el punto de partida. Si tratamos un breve período

con frecuencia, son realmente equivalentes. En

excepcional como si fuese la regla general, nues-

cualquier caso, prefiero hablar de una crisis de la

tra percepción de la crisis actual será más aguda.

civilidad, y mi propia impresión es que en las so-

Yo empecé a escribir sobre los problemas en tor-

ciedades que permiten y protegen la diversidad

no a la civilidad ya en 2008, para la elección de

ese conflicto es perpetuo. Por varias razones, en

Obama, y me impresiona que este problema ya

tiempos recientes esa crisis se ha agudizado mu-

entonces era discutido como proveniente de los

cho. Pero si queremos entender lo que nos ocu-

años noventa. La crisis se presenta con distintas

rre, creo que es importante poner perspectiva y

formas en cada momento, pero quienes nos de-

no tratar los desafíos que enfrentamos como una

dicamos a la teoría política y a la historia de las

completa novedad.

ideas obviamente tenemos que apuntar a características que persisten a través de esos distintos momentos. 27


“Williams es uno de esos evangélicos que en el siglo XVII huyeron de Inglaterra a Nueva Inglaterra, uno de los tantos disidentes puritanos que formaron colonias en lo que hoy es Estados Unidos”, dice Bejan.

En Chile vivimos una intensa crisis desde oc-

experiencia. Al menos en Inglaterra percibo un

tubre del 2019, pero es un año en el que hubo

verdadero encuentro, por ejemplo, en la celebra-

levantamientos contra gobiernos a lo largo de

ción y apoyo al Servicio Nacional de Salud (NHS).

todo el mundo. ¿La separación entre pueblos y

Sin embargo, en muchos lugares la experiencia

élites o la pérdida de control democrático sobre

del confinamiento ha exacerbado tendencias

nuestras vidas, son factores que explican este

que ya estaban presentes. En el encierro el úni-

panorama?

co tipo de conexión es la que tenemos a través de internet, pero eso hace crecer un problema so-

No me enfocaría en la desigualdad de un modo

bre el que he escrito antes: el asociarse solo con

muy exclusivo. No solo hay división entre ricos y

las personas con las que elegimos asociarnos,

pobres, sino también entre comunidades rurales

con los que piensan como nosotros o nos pare-

y la ciudad, por ejemplo, y esa división es central

cen agradables. En la medida en que el encierro

para el actual clivaje político de países como Es-

se prolonga, también genera hábitos en esa di-

tados Unidos. Hay que subrayar mucho el carác-

rección, aunque por supuesto que en el cami-

ter multicausal de estos problemas. En cualquier

no también pueden surgir otras tendencias que

caso, me parece muy central la percepción de no

equilibren esto.

estar compartiendo una misma sociedad, una vida en común. Cada sociedad puede estar divi-

Viniste a Chile poco antes que se desatara nues-

dida por factores distintos, pero la sensación de

tra crisis y hablaste sobre el concepto griego de

pérdida de lo común está en muchas partes.

stasis, que puede servir para iluminar nuestros problemas. ¿Qué significa y por qué ayudaría

¿Eso se intensifica con la pandemia de corona-

para entender nuestra situación?

virus, o dirías más bien que ahí surgen impulsos que reducen la grieta que estaba abierta?

Muchas veces se traduce stasis como “revolución”, “guerra civil” o “facción”. Pero en griego

Es curioso cómo efectivamente esto puede de-

el término significa más bien “posición” o “estar

cantar en ambas direcciones, y no estoy segura

detenido”. En griego moderno es el término para

aún de qué pensar al respecto. En un sentido,

“parada de bus”. El término transmite la idea de

se supera aquí la pérdida del mundo comparti-

estar en posiciones separadas, aparte. Aristóte-

do, porque todos estamos pasando por la misma

les usa este concepto para describir situaciones

28


en que una comunidad política se ve dividida

nuestras suposiciones contemporáneas, de los

entre dos facciones enfrentadas. En eso está si-

principios o ideales que apreciamos hoy.

guiendo una reflexión de Platón con respecto al modo en que la brecha entre ricos y pobres puede

Y supongo que las preocupaciones prácticas

generar la existencia de dos ciudades en vez de

de los pensadores del pasado pasan entonces a

una. Yo creo que la civilidad es la virtud por la que

ocupar un papel importante para comprender

puede superarse la stasis, o que se pierde en una

su pensamiento.

situación de stasis. Me importa mucho el modo en que vemos la reDe modo que no toda stasis termina necesaria-

lación entre la práctica y la teoría. Al leer para

mente en revolución, aunque sea tan frecuente

mi actual investigación (sobre la historia de la

usar este término para traducirla.

igualdad antes del igualitarismo contemporáneo) me ha llamado mucho la atención esta rela-

Esa es la esperanza, que la stasis pueda desem-

ción. Creo que los historiadores del pensamiento

bocar en algo distinto. Pero

político tenemos que estu-

la reflexión de los griegos

diar las ideas con una ma-

partió siempre de una stasis en Córcira descrita por Tu-

No solo hay división entre

yor atención a las prácticas políticas. Y aquí tenemos un

cídides, y ese es un caso en

ricos y pobres, sino también

que no solo hay revolución

entre comunidades rurales y

prácticas muchas veces an-

y cambio de régimen, sino

la ciudad, por ejemplo, y esa

tecedieron a la teoría, y la

que fue un episodio particularmente sangriento. El prototipo que sirvió a los grie-

división es central para el actual clivaje político de países como

gos para pensar al respecto

Estados Unidos.

campo en que las mejores

teoría luego viene a domesticar o dar forma a una práctica ya existente. El concepto de civilidad tie-

fue, así, bastante pesimista. Aristóteles termina pensando que donde hay sta-

ne, tal vez, más arraigo práctico que vuelo teó-

sis estamos ante la muerte de la polis.

rico. Es una virtud sometida a fuertes críticas, pues los llamados a comportarse con civilidad

La salida de la stasis, entonces, puede ser muy

suelen ser interpretados como llamados a so-

distinta al modo en que los griegos la pensaron,

meterse, o que impiden la stasis y mantienen un

pero también crees que claramente hay algo

orden injusto. Pareces reconocer que a veces es

que aprender de esos clásicos. ¿De qué modo se

así, pero que en lugar de renunciar por eso a la

puede traer a nuestras discusiones contempo-

civilidad hay que afinar el modo en que la en-

ráneas?

tendemos.

No es evidente para todo el mundo que esas lec-

Partiría distinguiendo entre el discurso y la vir-

turas nos sirvan, y obviamente estoy comprome-

tud de la civilidad. El discurso, la retórica de la

tida con la idea de que sí lo hacen. Describiría mi

civilidad, o el llamado común a comportarse de

propia aproximación como desvergonzadamen-

un modo civil es con frecuencia un modo de po-

te presentista. Estoy interesada —y abiertamen-

ner término a la discusión, de suprimir el disen-

te interesada— en lo que el pasado puede decir al

so. Este es un fenómeno común, y todos podemos

presente, y creo que es mejor ser explícitos con

pensar en ejemplos. Pero la virtud de la civilidad

respecto a esa convicción que engañarnos con la

no se identifica con el abuso de esta. Hay una

idea de que podemos ver el pasado sin nuestras

virtud. Es algo bueno. El problema es que la ci-

preocupaciones actuales. Pero dicho eso, una

vilidad parece favorecer de modo natural el statu

de las virtudes del pasado es precisamente que

quo. Los críticos de la civilidad tienen un pun-

nos puede dar algo de distancia con respecto a

to cuando afirman que ella es necesariamente

29


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NTRE V IS TA

conservadora. Parece ser parte de la civilidad que

Williams me interesa porque nos ofrece una

le hagamos una reverencia al sistema imperan-

ventana hacia esa aparente paradoja entre in-

te. En mi libro, en cambio, ofrezco una concep-

tolerancia ideológica y tolerancia política. Pero

ción de la civilidad como “mera civilidad”, que

sostengo que no hay paradoja alguna: es preci-

pretende escapar a ese problema. Lo que pre-

samente su compromiso evangélico con la tarea

sento ahí puede verse como una suerte de ética

de la persuasión lo que lo mueve a promover no

para activistas. Se trata de dar con una manera

solo la libertad de conciencia, sino también de

para que, quienes dan testimonio contra el error

palabra. Desde ahí se abre toda una mirada al

o quienes protestan contra la injusticia, puedan

modo en que están configuradas las relaciones

mantener su compromiso con el compartir una

entre las iglesias y el Estado en los Estados Uni-

vida con civilidad.

dos, pero lo que me atrae son las conclusiones

Alguien podría decir que entonces mi com-

normativas que se pueden sacar para sociedades

prensión de la civilidad es reformista, no revolu-

como las nuestras, divididas del modo en que lo

cionaria. Pero mi modelo para pensar al respecto

hemos descrito antes.

fue un tipo de cristianos evangélicos del siglo XVII que, en su contexto, fueron en realidad bas-

La civilidad que emerge del ideal de persuasión

tante radicales. Eran reformistas, pero, puestos

que lo mueve, aunque la llamas “mera civili-

en su contexto, bien revolucionarios. Tal vez hay

dad” es más que “mera tolerancia”. En las últi-

una tensión aquí. Pero me parece que, en cual-

mas décadas ha habido una extendida condena

quier caso, claramente estamos ante una virtud,

a esta mera tolerancia, como si esta siempre

y que esta virtud de la civilidad es la que requie-

fuese una disposición mezquina o soberbia,

ren las sociedades que llamamos tolerantes.

como si tuviéramos que dejarla atrás y movernos al reconocimiento. ¿No crees que tu “mera

Pero entonces estamos ampliando algo el canon

civilidad”, que es un ideal exigente, también

que suele usarse para pensar sobre estas cosas.

debe hacer lugar a momentos y espacios de

El héroe de tu historia no es ni Hobbes ni Locke,

“mera tolerancia”?

sino el mucho menos conocido Roger Williams. ¿Por qué te parece atractivo su aporte?

Ciertamente. Diría que la civilidad es éticamente más exigente que la mera tolerancia, pero que la

En el proceso de descubrir y llegar a adorar a Ro-

mera tolerancia también es exigente de un modo

ger Williams me sorprendió ver quiénes han es-

que olvidamos con frecuencia. Mi impresión es

cuchado hablar de él y quiénes no. Lo conoces si

que estos dos ideales ciertamente son comple-

eres de Nueva Inglaterra, pero si eres del sur de

mentarios. En una sociedad tolerante imagino

Estados Unidos ya no has escuchado hablar de él;

que uno tendrá cierto número de personas como

me imagino cómo será en Chile. Williams es uno

Roger Williams —que, por cierto, también pue-

de esos evangélicos que en el siglo XVII huyeron

den ser muy molestas—, pero que habrá lugar

de Inglaterra a Nueva Inglaterra, uno de los tan-

también para mera tolerancia. Si uno va a com-

tos disidentes puritanos que formaron colonias

partir la vida bajo condiciones de profunda di-

en lo que hoy es Estados Unidos. Y lo peculiar

ferencia, creo que tenemos que recuperar esta

de él es que en lo teológico es extremadamente

capacidad esencial, que se desprende de la idea

intolerante. Hoy tal vez lo describiríamos como

de permitir sin aprobar.

un fundamentalista religioso: lo expulsaron de

Con toda razón se está diluyendo esta peculiar

la colonia de Massachusetts porque era dema-

ilusión del tardío siglo veinte, que uno podría ce-

siado puritano para los puritanos. Sin embargo,

lebrar todo tipo de diferencia. Estudiar el pensa-

en la colonia que fundó, Rhode Island, configu-

miento temprano-moderno nos recuerda que la

ró la sociedad más tolerante del mundo enton-

conquista de una coexistencia no asesina es algo

ces conocido.

más preciado de lo que imaginamos. E imagino que una sociedad que está pasando o acaba de

30


pasar por una gran conmoción política, como la

han escrito libros presentando a Williams como

recientemente experimentada por Chile, llegará

un autor protoliberal. Creo que esa es una des-

a apreciar esta forma de coexistencia tanto más.

figuración engañosa e incluso nociva, pues nos

Esta es una lección que hay que enseñar y volver

lleva a asumir que para compartir una sociedad

a enseñar a los complacientes una y otra vez.

liberal o decente tenemos que ser todos liberales.

¿Tiene sentido decir que Williams representa

La pregunta podría también formularse para

un orden liberal sin una filosofía liberal, o sin

nuestro propio tiempo. ¿Debemos buscar que

un alma liberal?

de la crisis actual reemerja algo así como un orden liberal, pero fundado en visiones distintas

No estoy segura de la utilidad de aplicar la eti-

de las liberales?

queta de liberal a un pensador como Williams, sea para referirnos a su alma o al tipo de orden

El punto es precisamente notar que las orienta-

social que diseñó. De algún modo yo misma he

ciones éticas y compromisos morales que pueden

hecho eso, al describir Rhode Island como un

apoyar a un orden liberal son mucho más amplios

lugar en el que se da una separación de Iglesia

y variados que lo que solemos imaginar. Podría-

y Estado, así como derechos individuales como

mos volver aquí a lo dicho antes sobre la relación

los de conciencia y expresión, principios que los

entre teoría y práctica. Esta combinación su-

liberales modernos consideran propios de una

puestamente paradójica entre intolerancia teo-

sociedad tolerante. Pero una de las razones por

lógica y tolerancia política es algo que muchas

las que me interesa el personaje es precisamente

personas dedicadas al pensamiento político y a la

por lo implausible que resulta describirlo como

historia política hoy consideran imposible. Pero

un liberal, al menos según definiciones en las

en la práctica esto ocurrió, y la verdad es que fue

que un liberal moderno pudiera reconocerse a

un experimento bastante exitoso. Y cuando algo

sí mismo. Por eso me he esforzado por combatir

es posible en la práctica, pero no en la teoría, a

esa pequeña industria de autores como Martha

mí eso me sugiere que lo que hay que someter a

Nussbaum o John M. Barry, que recientemente

revisión son nuestras teorías.

Ficha del libro Mere civility. Disagreement and the Limits of Toleration. Cambridge: Harvard University Press. Año: 2017 Páginas: 288

31


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

Las ficciones y el malestar JOAQUÍN CASTILLO V.

Ilustración: Alejandra Acosta

GUILLERMO PÉREZ C.

32


“El lugar que le corresponde al arte dentro de la sociedad no es distracción de la vida, sino vida más plena, no embeleco para ocultar al hombre, sino nuevo instrumento para que el hombre llegue a serlo” E. A. Westphalen

n el año 2003, Chile se gloriaba de tener un

E

ha sido un lugar privilegiado para explorar esa

sistema político e institucional ejemplar. Tiem-

deuda: Roberto Bolaño, Germán Marín, Arturo

po antes había asumido la presidencia Ricardo

Fontaine, Mauricio Electorat, Nona Fernández o

Lagos, con orgullo por parte de la izquierda y

Carlos Cerda son algunos de los autores que han

bastante incomodidad desde la derecha. Después

abordado profusamente la memoria, los críme-

de todo, quien se calzaba la banda presidencial

nes y la violencia política de esa época.

había sido correligionario de Salvador Allende

Ese mismo 2003 aparece el tercer libro de

e interpelador directo de Augusto Pinochet en

crónicas de Pedro Lemebel, Zanjón de la Aguada

las vísperas del plebiscito de 1988. Se cumplían,

(Seix Barral). Aunque la memoria y el pasado son

además, treinta años del golpe de Estado, esta

temas relevantes en su obra (pocos años antes

vez mirando más de frente los problemas pen-

había publicado Tengo miedo torero, donde no-

dientes en materia de violaciones a los derechos

vela el atentado del FPMR a Pinochet en el Cajón

humanos. Eran tiempos en que el país aún no sa-

del Maipo), este nuevo libro ilumina con crudeza

bía bien cómo relacionarse con los episodios más

un mundo radicalmente distinto al de los discur-

dolorosos y traumáticos de su pasado reciente.

sos predominantes del desarrollo y la moderni-

Si, por un lado, había una institucionalidad po-

zación chilena. Al mostrar la pobreza de las ba-

lítica funcionando de manera ejemplar, había

rriadas, la violencia brutal del narcotráfico o la

una parte importante de la historia que no sabía

falta de sentido de pertenencia en el Chile actual,

bien cómo procesarse. Desde entonces, la novela

se comienza a escuchar una nota discordante de 33


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

la política oficial, obnubilada con el indudable

la perspectiva al mostrar aquello que no siempre

despegue macroeconómico y obsesionada con

queremos ver.

lograr el prestigio internacional de una nación

La literatura de esos años, vista en retrospecti-

que va camino al desarrollo. Los textos de Leme-

va, podría servir como telón de fondo para aque-

bel reflejan las grietas que había en ese escena-

llas realidades que no se miraron con atención o

rio de éxito, y muestran los lados oscuros de un

que fueron descuidadas por la política oficial. Es-

país que, entre discursos de jaguares e ingleses

tos textos muestran, además, un giro interesante

de Latinoamérica, parecía convencerse de que

de la atención narrativa. Poco a poco, el panora-

su pertenencia al continente se debía a un error

ma editorial chileno se colma de una serie de fic-

geográfico. En “Sanhattan (o el vértigo arribista

ciones que, lejos de los tradicionales discursos de

de soñarse en Nueva York)”, por ejemplo, Leme-

la memoria que dominan los primeros lustros de

bel muestra esa tensión y, con una ácida ironía,

la transición, buscan develar las heridas ocultas

critica a quienes por esos años se esforzaban en

de un país que creyó ser un jaguar.

encontrar cualquier tipo de coincidencia entre Santiago y Manhattan: “algo se asemeja a Nueva York. Y quizás es la única forma de habitarlo

¿Ficciones fundacionales?

complacido, encontrándole alguna similitud con

Si la voz de Lemebel apuntaba de manera más o

cierto lugar donde la burguesía quisiera haber

menos solitaria a las grietas del desarrollo, con

nacido: Roma, Londres o París”. En otro texto,

el paso de los años serán muchos más los libros

“Carta a la dulce juventud”, Lemebel se dirige a

que sí han representado esa realidad que explotó

algunos grupos que estaban al margen de cual-

dolorosamente en octubre de 2019. Más de una

quier retórica triunfalista: estudiantes endeuda-

década después de Zanjón de la Aguada, la escri-

dos, jóvenes embarazadas, raperos, miembros

tora Paulina Flores publicó en 2015 el volumen

de barras bravas. Tal como si la crónica hubiera

de cuentos Qué vergüenza (Hueders). Varios de

sido escrita en medio del estallido social de oc-

los personajes de Flores dan cuenta, aunque sin

tubre, los invita a imaginar un nuevo Chile, “un

ningún aspaviento ni efectismo, de las preca-

sitio digno donde respirar libertad, justicia y

riedades que abundan en amplios sectores del

oportunidades sin besarle el culo a nadie”.

Chile contemporáneo. En ellos no contemplamos

Con esta publicación, a principios de los 2000,

la miseria descarnada de los márgenes que sí ve-

Lemebel emprende un camino distinto —reto-

mos en las novelas de Gómez Morel, Méndez Ca-

mando, de todos modos, una tradición que ya

rrasco o Rojas a mediados del siglo XX. Los chi-

existía en la literatura nacional— y comienza a

lenos retratados en Qué vergüenza tienen acceso

explorar algunas tensiones que se irán haciendo

al consumo y, por lo general, no pasan hambre

cada vez más presentes en la narrativa chilena.

ni frío. Sin embargo, viven con la incertidumbre

Desde distintos ángulos y géneros, desde estilos

de estar siempre al borde de la pobreza y pende

de escritura diversos, la literatura será capaz de

sobre sus cabezas la frustración, la soledad y, en

observar aquella realidad que, como se dijo en

muchos casos, la desesperación.

octubre, “no se vio venir”. A partir de este mo-

Así ocurre, por ejemplo, en “Talcahuano”,

mento, diversos autores y obras pondrán el én-

quizás el relato mejor logrado del volumen. En

fasis en aquellas experiencias que han estado al

él se narra cómo la penuria material y afectiva

margen del éxito chileno, en quienes lo ven pasar

aceleran, de forma dramática, el tránsito hacia

como una realidad que no les toca en nada. De

la adultez de un niño que contempla a su padre

algún modo, hay un conjunto de novelas y cuen-

hundirse en el fracaso. El punto más hondo de

tos que podrían ayudar a comprender el contexto

la miseria viene cuando la desesperación de su

social y cultural en el que surgieron las manifes-

progenitor lo lleva a intentar suicidarse: “cloro,

taciones de fines del 2019, aunque no con un afán

mi padre había tomado cloro. Una botella de Co-

programático o con una tesis explícita. Como lo

ca-Cola de litro y medio llena del cloro que pa-

hace la literatura y el arte: de refilón, ampliando

saba vendiendo una furgoneta cada semana. (…)

34


Solo pensó en mi madre. Quería llamar su aten-

estudiar, y trabajé doce horas diarias y gasté dos

ción. Pensó: voy a mandarle un mensaje, voy a

más en viajes en micro, e hice todas las cosas que

tomarme su trabajo, sus estúpidas aspiraciones.

hace la gente para alcanzar cierto bienestar, y me

Su ambición. Voy a beberlas y hacer que me ma-

cansé, me convertí en una persona cansada”. A

ten con cada trago”.

fin de cuentas, el mérito y el esfuerzo no siempre

En “Talcahuano” y otros cuentos del volumen se describe a la familia como una realidad que no

conducen al bienestar tan prometido por la retórica del éxito noventero.

alcanza a proteger a sus miembros de las amena-

En 2017, en medio de una discusión pública

zas de un mundo inclemente y poco compasivo;

marcada por los intentos de solucionar los pro-

no tanto porque ella sea incapaz de hacerlo, sino

blemas de la educación en Chile, Daniel Cam-

porque la sociedad ya no tiene ninguna conside-

pusano publica No me vayas a soltar (La Polle-

ración con esas familias: “desde hace días que la

ra). En ella se cuenta la historia de Antonio, un

comida escasea en la casa. Mi madre dice que ha

joven profesor del sector oriente de la capital

calentado el pan para ablandarlo un poco. Nadie

que, sumido en una profunda crisis vocacional,

le sigue la conversación. El pan se quemó, y aho-

comienza a hacer clases en un colegio de un ba-

ra, además de duro, está negro como el carbón.

rrio marginal de Santiago. En él los estudiantes

Tomamos té en silencio. De pronto, mi madre

viven amenazados por el narcotráfico, el abuso

se levanta, agarra una de las marraquetas y la

sexual y la violencia dentro y fuera del hogar.

lanza contra la pared gritando”. Así, Flores in-

La primera reacción del protagonista frente a

tenta revelar el desgarro del

la pobreza —desconocida

Chile actual, que en muchas

para él— está marcada por

ocasiones no muestra com-

un sentimiento de culpa que

pasión con quienes quedan

Atender a estos textos

abajo del tren del desarrollo.

no ayuda a diseñar mejores

“tantas veces hablando so-

políticas públicas, pero sí

bre igualdad y justicia, pero,

En ese relato, el paso a la adultez está lleno de episodios dolorosos, donde ni la familia ni el entorno en el

permite, al menos, encontrar un lenguaje compartido.

que se vive son realidades

atraviesa toda la novela:

finalmente, era apenas un snob que cambiaba el mundo tomando vodka, exponiendo cifras y noticias”.

que favorecen la formación de vínculos dema-

La culpa de Antonio está mediada por el im-

siado estables. Por eso, antes que replicar en la

pacto que provoca en él corroborar la existencia

vida adulta los dolores de su niñez, el narrador

de dos mundos radicalmente diferentes. Son dos

de “Talcahuano” prefiere cortar todos los lazos

ciudades en un solo escenario, dos realidades

con su pasado, asumiendo una rigurosa soledad

que, a pesar de estar más o menos cerca geográ-

que se transforma en su coraza para hacer frente

ficamente, no establecen diálogo alguno, y si lo

al futuro: “cuando terminé de limpiar y ordenar

hacen es solo a partir de prejuicios que impiden

la casa quedé exhausto, y pensé que en adelante

una relación horizontal: o prima la violencia del

debía seguir así: cansarme e imponerme obliga-

choro, o gana el paternalismo de quien se cree

ciones para prosperar en la vida. Creí que eso me

más cultivado. Antonio, por un lado, tiene lástima

mantendría a salvo. No iba a vagabundear como

por sus estudiantes, no los percibe como iguales;

mi padre ni a preguntarme, temeroso, qué sería

los apoderados, en cambio, son escépticos de los

de mí”. Flores muestra, además, cómo aquellas

efectos positivos que puede tener en sus hijos la

dinámicas sociales que alguna vez representaron

labor del protagonista. Como le dice uno de ellos

la posibilidad de un futuro mejor —la educación

a Antonio: “ustedes pescan sus autos y se van

y los discursos en torno al esfuerzo personal y el

para el barrio alto, y allá todos serán más finos

mérito— van perdiendo credibilidad con el paso

y educados, pero acá no. Acá las niñas de quin-

del tiempo, pues no logran cumplir sus promesas

ce andan bailando con petitos y faldas en ple-

de cambio y ascenso social: “y me endeudé para

na calle. Aquí no tenemos nanas. Aquí los niños

35


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

escuchan de todo y no podemos evitarlo porque

tregua. Buganvilia está repleta de voces que rela-

hay que trabajar. Yo voy a planchar tres veces a la

tan la tragedia de las vidas marginales y la invi-

semana a una casa en La Reina y no puedo vigilar

sibilidad de quienes la experimentan. Así ocurre,

con quién se juntan o qué escuchan en la tele”.

por ejemplo, con Rodrigo, un alcohólico que lue-

La infancia de sus estudiantes se transforma en

go de vivir en la calle solo se siente tratado como

una etapa amenazada, constantemente desga-

persona cuando está internado en un hospital

rrada por la marginalidad y la pobreza. Dos años

público: “el doctor Becerra demostraba interés

después, en El sol tiene color papaya, Campusano

en él y muchas veces en rondas con internos Ro-

volverá un poco más complejo su dibujo de la so-

drigo se mostraba orgulloso de sus desperfectos

ciedad chilena: en el barrio alto, aunque de muy

y enfermedades que eran descritas por el médico

distinta índole, también hay precariedades, so-

de manera inentendible, pero con tal solemni-

ledad y un anhelo enorme por pertenecer a algo.

dad, que Rodrigo sentía que ese tono le devol-

Otro texto relevante en este panorama es Bu-

vía cierta dignidad que pensó ya había perdido.

ganvilia, con el que Rodrigo Cortés ganó en 2018

Cuando el doctor Becerra lo volvía a cubrir con

el premio Revista de Libros de El Mercurio. Esta

la sábana, él se sentía importante. Alguien”. La

cruda novela relata cómo Borja, un abogado con

situación de Rodrigo es similar a la de Maikel y

problemas siquiátricos, intenta ayudar a sa-

Lloni, dos jóvenes a los que Borja, el protagonis-

lir de la miseria a una serie de personajes que,

ta, echa una mano. Condicionados por un futuro

incapaces de arrancar de la violencia y el nar-

sin esperanza y en medio de una vida marcada

cotráfico, sucumben ante un destino que no da

por la precariedad, estos jóvenes dejan aflorar

36


sus instintos de supervivencia y entran en una

De vuelta a la experiencia

escalada de violencia que solo puede terminar mal: “y era obvio si aquí todos los cabritos cuan-

Sin embargo, ¿por qué este tipo de relatos pare-

do nacen buenos para salvarse están cagados. Así

cen haber quedado invisibilizados en nuestras

mueren. Y de cabritos. Si no llegan a los treinta

discusiones públicas? ¿Es que simplemente las

vivos. O presos o muertos. Así es la vida aquí. Para

novelas y cuentos no ocupan un lugar relevante

qué vamos a estar con hueás”.

dentro de la sociedad chilena? ¿O será que es-

A su vez, Buganvilia muestra con desgarrado-

tamos frente a una carencia más profunda, que

ra crudeza los fracasos del Estado y la insalvable

no se explica solo a partir de nuestras tensiones,

distancia de los sectores pobres con esos orga-

sino que es propia del mundo moderno?

nismos estatales. El narrador sugiere que el diá-

Estas preguntas podrían responderse con

logo entre ambos es imposible, porque no existe

aquello que Walter Benjamin consideró como

siquiera un lenguaje compartido; la brecha entre

una manifestación importante de su época: “la

los diagnósticos oficiales y los problemas de los

cotización de la experiencia ha bajado”. Según

grupos marginados es tan amplia que la ayuda

él, después de la Primera Guerra Mundial, las

profesional parece no encontrar ningún camino

personas regresaban mudas de las trincheras,

por donde acortar esa distancia.

“no más ricas, sino más pobres en experiencias

Si Pedro Lemebel reabrió un camino a través

comunicables”. Así, al volver del campo de bata-

del cual pudo mostrar una dura realidad social,

lla, los soldados no eran capaces de representar

esa ruta ha sido profusamente recorrida por

lo que les había tocado vivir. De ese modo, una

otros escritores. Abundan los relatos que, des-

sociedad que vivía en la ilusión de una paz per-

de las licencias que entrega la ficción, ahondan

petua y veía en la guerra una oportunidad para

en las precariedades e incertidumbres del Chile

purificar al hombre y conducirlo hacia la reali-

contemporáneo. A los autores ya mencionados se

zación de los ideales modernos, terminó enfren-

suman otros, como Alejandro Zambra, Marcelo

tándose cara a cara con un episodio brutal de la

Lillo, Emilio Gordillo, Marcelo Mellado, Diame-

historia universal, tan brutal que la dejó sin pa-

la Eltit, Arelis Uribe, Ernesto Garratt, Cynthia

labras. Ahora bien, para el filósofo alemán, las

Rimsky o Yuri Pérez. Todos ellos han retratado

causas de esta pobreza de la experiencia no se

un país donde la inestabilidad económica de los

encuentran solo en la guerra, sino también en el

sectores medios y bajos está a la orden del día,

progreso científico y en lo que él llama el “enor-

en el que las comunidades y los grupos de per-

me desarrollo de la técnica”. Desde los tiempos

tenencia se encuentran debilitados, y donde las

de Benjamin, ese último fenómeno no ha hecho

proyecciones del futuro están íntimamente de-

más que acentuarse.

terminadas por el origen socioeconómico.

Lo anterior coincide con algunas de las reflexiones de George Steiner acerca de la 37


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

modernidad. Según él, en este cambio de época

sujetos que viven en carne propia nuestras ten-

se rompe el diálogo y la proximidad que duran-

siones sociales.

te siglos tuvieron las ciencias y la poesía. No solo

La masividad de las protestas de octubre y la

eso, sino también el vínculo entre la palabra y la

profundidad de la crisis institucional derivada

realidad se diluye; como consecuencia, el len-

del estallido social permiten arrojar una nueva

guaje se vuelve incapaz de salir de sí mismo, y el

luz al modo en que se leen las ficciones revisa-

mundo termina siendo inexpresable por medio

das en las secciones precedentes. La experiencia

de las palabras. Las ciencias exactas, a su vez,

de la precariedad ahora tiene una mayor sintonía

desarrollan un método que se vuelve requisito

con el discurso político: simplemente, ya no es

ineludible para acceder a cualquier tipo de co-

verosímil ni atendible la unicidad de la retórica

nocimiento, mientras que la poesía (aunque po-

triunfalista del modelo chileno. Sus grietas se

demos referirnos con aquel término a las artes y

volvieron evidentes luego de octubre, y hoy hay

las humanidades en general) se convierte en un

más conciencia de esos grandes sectores invisi-

placer propio de eruditos y sabihondos. Ya no hay

bles de la sociedad.

espacio para la belleza en un mundo que privile-

Donde antes había una desconexión, la fic-

gia los discursos técnicos, que solo pareciera va-

ción parece haber tendido un lazo con el cual

lorar el progreso, la rentabilidad y la innovación.

dotar de un lenguaje a la experiencia de vivir en

La palabra, despojada de cualquier capacidad

el Chile actual. Antes del estallido social, parte

evocativa, termina abandonada en un rincón.

importante de las discusiones públicas giraban

¿Qué tienen que ver Ben-

en torno a debates de las éli-

jamin o Steiner con aque-

tes que poco tenían que ver

llo que venimos señalando aquí?

Aproximándonos

a

nuestra crisis de octubre a partir de sus reflexiones, es

Los noventa y dos mil son herederos de la hegemonía de los discursos tecnocráticos, en

con esa experiencia del margen en medio del desarrollo. Y aunque se hablara de desigualdad o de la mala calidad

posible notar algunos puntos

desmedro de otros lenguajes

en común. Durante los úl-

capaces de observar zonas de la

de Rodrigo, personaje de

timos cuarenta años hemos

realidad inexploradas.

Buganvilia o de Antonio, el

podido contemplar cómo el desarrollo de la técnica y los

de la educación, los rostros

profesor

que

protagoniza

las novelas de Daniel Cam-

discursos relativos a ella —sobre todo cuando

pusano, le dan una textura concreta a un debate

se esgrimen razones de orden económico— to-

que suele centrarse en cifras macroeconómicas o

maron la delantera como modos de interpretar

en políticas públicas demasiado abstractas para

la realidad chilena. Izquierda, centro o derecha;

quienes sufren en carne propia dichas carencias.

latinoamericanistas o nacionalistas; revolucio-

Hay que advertir, sin embargo, que atender a

narios, terceras vías o contrarrevolucionarios,

estos textos no ayuda a diseñar mejores políticas

todos intentaban comprender el país desde la

públicas, pero sí permite, al menos, encontrar

incapacidad de las estructuras económicas o ins-

un lenguaje compartido (ese que no había entre

titucionales para hacer frente a los desafíos de

la burocracia estatal y quienes supuestamente

una nueva realidad. Este diagnóstico se extre-

debían beneficiarse de ella en Buganvilia) y saber

ma cuando en los años ochenta la economía se

de qué se habla cuando se ponen en la palestra

transforma en la decana de toda decisión política.

este tipo de problemas que trae aparejado el de-

De alguna manera, los noventa y dos mil son he-

sarrollo. Esa experiencia común, quizás, fue lo

rederos de la hegemonía de los discursos tecno-

que faltó para que se pudiera comprender mejor

cráticos, en desmedro de otros lenguajes capaces

esa crisis que nadie previó. De esta forma, los ti-

de observar zonas de la realidad inexploradas y

tulares y frases repetidas hasta el hartazgo lue-

de mostrar la experiencia cotidiana de aquellos

go del 18 de octubre —“no lo vimos venir”— se

38


explican, en parte, porque la clase dirigente sim-

nos había extraviado del Chile contemporáneo?

plemente no tiene dentro de sus referencias el

La literatura no nos dará ningún conocimiento

horizonte que sugieren estos textos.

práctico acerca de la actual crisis o de las solu-

Dicho de otro modo, en nuestro espacio públi-

ciones que necesitamos para modernizar el Es-

co han tenido escasa cabida retóricas alternati-

tado o reimpulsar la fuerza laboral, pero sí nos

vas que permitan traducir en otros términos la

permite construir un relato más complejo sobre

experiencia de vivir en Chile, pues el debate fue

nosotros mismos, un relato que no sea unidi-

absorbido por el discurso de la técnica y la eco-

mensional ni dependa solo de criterios y clasifi-

nomía. Pertinentes en sus campos respectivos,

caciones socioeconómicas. La experiencia de un

el dominio casi total de esos relatos en todas las

individuo con su entorno, sus sentimientos y re-

discusiones públicas ha generado puntos ciegos

laciones cotidianas también son determinantes

de los que conviene tener conciencia. ¿No vale la

para comprender nuestros problemas. Y es ahí

pena, acaso, volver sobre las novelas y cuentos

donde estas novelas, cuentos y crónicas se vuel-

de Campusano, Flores, Cortés, Garratt, Zambra,

ven indispensables.

Uribe o Lemebel, para comprender aquello que se

Joaquín Castillo es licenciado en letras y magíster en literatura por la Pontificia Universidad Católica de Chile, y estudiante del doctorado en literatura de la misma institución. Es subdirector del IES. Guillermo Pérez es abogado de la Universidad Adolfo Ibáñez y estudiante del magíster en literatura comparada de la misma casa de estudios. Es investigador del IES.

Ficha del libro

Ficha del libro

Ficha del libro

Qué vergüenza, de Paulina Flores

Buganvilia, de Rodrigo Cortés

No me vayas a soltar, de Daniel Campusano

Santiago: Editorial Hueders

Santiago: Ediciones El Mercurio

Santiago: La pollera ediciones

Año: 2015

Año: 2018

Año: 2017

Páginas: 228

Páginas: 166

Páginas: 103

39


SERGIO MICCO, DIRECTOR DEL INDH:

“La defensa de la dignidad de la persona es una tarea que rompe todas las barreras políticas” POR RODRIGO PÉREZ DE ARCE

Sergio Micco (Concepción, 1963) llevaba poco más de dos meses como director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) cuando se desencadenó la crisis más grave desde el retorno a la democracia. En medio del caos reinante, Micco enfrentó críticas desde distintos sectores políticos, así como escollos externos e internos ante las denuncias por violaciones a los derechos humanos en el contexto de las protestas. Aquí, sus opiniones sobre esos días, sus influencias intelectuales y sus fuentes a la hora de buscar posibles orientaciones para el camino pospandemia.

40


Asumiste la dirección del INDH pocos meses

de eso se desprende la igualdad. Por otra parte, la

antes de la crisis, en medio de fuertes cues-

gran tradición católica, desde Bartolomé de Las

tionamientos. Para algunos actores públicos,

Casas hasta Raúl Silva Henríquez, Oscar Arnulfo

un católico observante sencillamente no podía

Romero, Cory Aquino en Filipinas, Lech Wałęsa

dirigir el instituto. ¿Qué piensas de esa apro-

en Polonia o Martin Luther King desde la visión

ximación a los derechos humanos? ¿Qué tanto

protestante, muestran que el cristianismo es un

han pesado esas objeciones durante tu manda-

poderosísimo motor de la dignidad y de los dere-

to?

chos de la persona. La Vicaría de la Solidaridad, por ejemplo, pertenece a esta tradición. Entiendo

Por razones obvias, esta entrevista no la doy

que muchas de las críticas a mi llegada al INDH

como director del INDH, sino como un profesor

se dieron en el contexto de los graves y vergon-

universitario al que literalmente le cayó un edi-

zosos abusos por parte de algunos clérigos cató-

ficio encima: el de la protección de los derechos

licos que han sido denunciados los últimos años.

humanos desde este organismo. Cuando asumí

Eso lo comprendo y asumo.

se desarrolló un gran debate; allí señalé que una persona que cree que la vida humana empieza

¿Y cómo veías al INDH antes de asumir? Tú ya

en la concepción y acaba con la muerte natural

eras consejero, lo conocías bastante…

tiene una visión completamente compatible con los derechos humanos. Afirmé, en segundo lu-

Primero, me parece un bien inapreciable que

gar, que donde más se desarrolla la concepción

exista una institución autónoma creada por el

de los derechos humanos, los derechos de la mu-

Estado para promover y proteger los derechos

jer, la autonomía de las ciencias, la separación

humanos. En especial para una persona de mi

entre Iglesia y Estado, la tolerancia o la libertad

generación, que conoció lo que fueron las vio-

religiosa es justamente dentro de la cultura occi-

laciones sistemáticas y masivas a esos derechos.

dental cristiana. Ello se debe justamente al apor-

Además, también es invaluable que el consejo

te de fuentes culturales como el liberalismo y el

del INDH, que lo dirige, sea pluralista. En él hay

socialismo, pero también el cristianismo.

personas que están ligadas al liberalismo clásico, al socialismo, otras conservadoras, católicas; to-

¿Cuáles son, en tu opinión, los aportes del cris-

dos juntos, hombres y mujeres, trabajando por la

tianismo en este ámbito?

vigencia de los derechos humanos que deben ser de todos los habitantes de Chile. Se trata de per-

El judaísmo del Antiguo Testamento y el cris-

sonas elegidas por las más diversas autoridades:

tianismo del Nuevo afirman la dignidad del ser

Presidentes de la República, Congreso Nacional,

humano, por haber sido creado a imagen y se-

organizaciones de la sociedad civil, y por las fa-

mejanza de Dios; tan inconmensurable es nues-

cultades de derecho de todas las universidades

tro derecho de ser libres, que Dios nos permite

reconocidas por el Estado, que es mi caso. To-

pecar. Todos somos hijos de un mismo padre, por

dos y todas bregando por los derechos humanos

lo tanto, somos todos hermanos y hermanas, y

en Chile.

41


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NTRE V IS TA

¿El INDH logra escapar de cierta polarización

escribiendo —el muy imbécil— otro libro más,

que se le imputa al mundo de los derechos hu-

en medio de esos millones de libros. Pocos días

manos?

después, me bajé del avión y me vi en el INDH.

Por una razón histórica, los derechos humanos

ría sobre mis espaldas. Pero te quiero decir algo:

en Chile se identifican con la oposición a la dic-

es un privilegio que en la vida tengas la oportuni-

tadura y, por ende, con la centroizquierda y la

dad de luchar por lo que consideras sagrado e in-

izquierda. Eso causa un perjuicio a los derechos

sacrificable. Recuerdo una frase que, de jóvenes

humanos y al INDH, pues nuestra causa es pre-

universitarios por allá por 1983, en la Universi-

sentada como perteneciente a una sola parte de

dad de Concepción, atribuíamos a Martin Luther:

la sociedad. Y eso no es así. La defensa de la dig-

“Si un hombre no ha descubierto algo por lo que

nidad de la persona es una tarea que rompe todas

morir, no es apto para vivir”. Nunca se pelea me-

las barreras políticas. Hoy veo que hay muchí-

jor que cuando estás solo y en contra de un muro.

simos jóvenes, de todos los credos e ideologías,

Cuando vinieron las violaciones a los derechos

que están mirando los derechos humanos con

humanos, los funcionarios del INDH saliendo a

ojos distintos a los de sus padres y abuelos. Eso

la calle literalmente arriesgaban sus vidas.

Jamás hubiese pensado que tamaño aluvión cae-

me llena de alegría, porque es la única forma de crear una cultura nacional, sostenible en el tiem-

En muy poco tiempo pasaste de ser un acadé-

po, de respeto a los derechos fundamentales.

mico con inquietud por lo público a ser un protagonista de ese mismo mundo. ¿Qué herra-

En este contexto, ¿había algo que te permitiera

mientas te dio la academia para actuar?

avizorar la magnitud de la crisis que venía? ¡Ironías de la vida! Luego de mi tesis doctoral, en Para nada. Si el 16 de octubre me hubieras dicho

2016 publiqué un libro que se llama La política sin

que en dos días más habría toque de queda, que

los intelectuales. A partir de Hannah Arendt reali-

saldrían los militares a la calle, que los jóvenes

cé una larga crítica a la tradición que ha escindido

se empezarían a sacar selfies en Plaza Italia a dos

la acción de la contemplación. Ahí también hay

metros de las tanquetas, y que en Ñuñoa habría

algo autobiográfico: uno escribe sobre lo que

una fiesta de 10 mil personas durante el toque de

sabe y lo que más sabe uno es a partir de las vi-

queda, te hubiese dicho que estabas completa-

vencias. Ese era un reclamo contra una parte de

mente loco. Por eso, hay que analizar con mucha

la academia que, enterrada en bibliotecas y labo-

humildad nuestras capacidades predictivas.

ratorios, con todo el respeto que me merece, se

Antes de todo esto yo estaba con un gran

encierra en sí misma. Esto ya lo había criticado

amigo, Joaquín García-Huidobro, y otros amigos

el propio Aristóteles. La libertad de pensar y de

más, en una biblioteca con cerca de 15 millones

expresarse solo existe en una sociedad libre. Ante

de libros en la Universidad de Notre Dame,

la amenaza del tirano o de una nación extranjera

42


belicista que nos invade, solo queda luchar. Esa

defiendo como judía”. Por sobre todas las cosas,

crítica se me vino encima. Desde 2009, mi vida

Mistral y Arendt se atrevieron a ser libres.

consistía en dictar seis u ocho cursos al año, escribir trabajos, realizar labores administrativas,

En concreto, ¿en qué estás pensando cuando

estar en bibliotecas y oficinas, en torno a los li-

dices eso?

bros, tan solitarios como lo denunció Gabriela Mistral. Y, de repente, me encuentro en medio de una feroz actividad.

Mistral enfrentó a los católicos conservadores por falta de sentido social, se peleó con los tradicionalistas que estaban en contra de la parti-

Pero la academia ciertamente fue una ayuda…

cipación de la mujer en la educación y en la vida política; pero, por otra parte, peleó contra los

La academia te da una teoría, una visión del

jacobinos laicistas que no dejaban que un cruci-

mundo (en mi caso, la filosofía política), un sen-

fijo colgase del muro de una escuela pública. Ella

tido de la existencia y de la dignidad humana.

podía perfectamente ir a participar en la Revo-

Por otra parte, una estructura mental y lógica,

lución mexicana, en la educación de los niños

y los conocimientos para interpretar la realidad,

campesinos, pero cuando nombraban “Gabriela

el sentido del mundo y de las cosas que ocurren.

Mistral” a un colegio en México, y ella se ente-

También, desde la teoría política empírica, una

raba que en ese colegio se promovía la planifi-

cierta capacidad de leer lo que pasa en el mun-

cación familiar artificial, decía que o cambiaban

do, que obviamente sirve de mucho. Y en último

los contenidos del currículum o le cambiaban el

lugar, la lógica de la persuasión, porque, final-

nombre al colegio. Jamás disoció el genio feme-

mente, el ámbito de los derechos humanos su-

nino con la maternidad. En su juventud hizo un

pone un mundo sin violencia; por lo tanto, para

llamado a organizar un ejército latinoamericano

lograr grandes adhesiones a estos y trabajar por

para apoyar al general Sandino. Pero cuando vio

su protección, la clave es la persuasión. Eso, en

que la defensa del mundo libre frente a los na-

parte, te lo da la academia.

zis dependía de Estados Unidos, no tuvo ningún problema en apoyarlo. En fin, su última carta

Es conocida tu proximidad intelectual con

pública firmada como intelectual es contra la

quienes ya nombraste, Gabriela Mistral y

invasión soviética a Hungría. Entonces, Gabriela

Hannah Arendt, dos pensadoras originales en

Mistral fue una mujer que jamás se dejó clasifi-

sus propios contextos. ¿Qué aspectos de sus

car y no temió a ser libre, aunque, como escribió

obras destacarías?

a una amiga, significara quedarse sola por una buena cantidad de años.

En primer lugar, son mujeres que vivieron en un mundo de hombres y lo conquistaron en el es-

¿Y a qué se enfrentó Hannah Arendt?

pacio público. A través de palabras de libertad, ligaron la teoría y lo intelectual con la política.

Hannah Arendt actuó en un mundo de totalita-

No tuvieron ningún miedo en declararse mujeres

rismos que parecían vencer en países tan diver-

con visión universal. Una se definió como indoa-

sos como Alemania o la Unión Soviética, Hungría,

mericana (Mistral) y peleó con medio mundo:

Checoslovaquia o China. No dudó en combatir al

contra una parte de los indigenistas que despre-

nacionalismo y, más difícil en la intelectualidad

ciaban su identidad hispana, y con los hispanis-

que proviene de la izquierda, dirigió sus palabras

tas, nada menos que con Miguel de Unamuno,

en contra del estalinismo. Promovió una patria

cuando denostaban la cultura indoamericana,

judía, con su propio ejército, pero se opuso a

que para ellos no existía. Hannah Arendt también

un Estado de Israel que no integró a los árabes

desarrolló una identidad universal como pensa-

dentro suyo. Sus palabras en contra de la utili-

dora, pero siempre rescatando su identidad de

zación de los niños en las protestas lideradas

mujer judía. “Cuando me atacan como judía, me

por el reverendo Martin Luther King causaron

43


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NTRE V IS TA

escándalo en el mundo de los derechos civiles.

¿Cuál fue tu experiencia al salir a observar a

En los sesenta apoyó al movimiento estudiantil,

las calles?

que la leyó con avidez, mientras se expresaba en contra de la democracia liberal de su tiempo. De-

Te puedo contar dos diálogos que, creo, son mo-

claró, a propósito del juicio de Eichmann en Jeru-

tivo de esperanza. A principios de enero, con gran

salén, su tesis de la banalidad del mal, y descri-

imprudencia, me fui a meter al centro de Con-

bió con crudeza cómo los consejos judíos habían

cepción, mi ciudad natal, a la zona cero. Empecé

participado en la organización del Holocausto,

a dar una entrevista en un café que mira a la Pla-

en atención al principio del mal menor. La co-

za de Armas, y de repente se abalanza una per-

munidad judía mundial desató una campaña de

sona gritándome, acusándome de ser el culpable

furia e ira en su contra. Su última intervención

de la destrucción de la ciudad, de ser un defen-

pública fue ovacionada cuando condenó la gue-

sor de delincuentes, y me mostró en su iPhone

rra en Vietnam y definió al gobierno de Richard

mi número de teléfono personal. “Mira, nosotros

Nixon como dirigido por gánsteres y delincuen-

sabemos dónde vives y te vamos a ir a apedrear”.

tes. Ella, que siempre promovió la acción, termi-

Le pregunté cómo se llamaba, y eso humanizó la

nó encerrada en un departamento escribiendo en

relación. Después, le pregunté si quería tomar-

total contemplación.

se un café conmigo, y, para mi sorpresa, me lo aceptó mientras me seguía insultando. Cuando

Ambas parecen transitar por un acantilado,

se fue sosegando, se produjo un diálogo muy

entre dos vientos que tratan de empujarlas,

hermoso, porque yo entendía (y entiendo) la ra-

logrando, sin embargo, caminar hacia adelan-

bia en contra mía.

te. Eso se parece en algo a nuestro contexto en octubre pasado ¿Cómo se logran mantener las

¿Cómo se dio ese diálogo?

distancias, tomando en cuenta que todo lo que dijeras podía provocar efectos importantes en

Llega un momento en que le digo a mi interlocu-

la vida política?

tor que los dos éramos de Concepción, y que ambos sabíamos que la Catedral, que estaba al lado,

Cuidando por sobre cualquier otra cosa, incluso

había sido destruida diez veces en los siglos XVIII

por sobre la vida, a la conciencia. Es decir, di-

y XIX. Los franceses construyeron sus catedrales

ciendo la verdad y que el mundo se les viniera

en el siglo XIII y siguen ahí, y nosotros más de

encima, como escribió Ortega y Gasset, enfren-

cinco veces la hemos levantado. Cuando mis pa-

tándose al poder. Cuando pasas a depender de la

dres se casaron, en febrero de 1960, Concepción

opinión de los demás, del miedo a las agresiones

se había caído completa, por el terremoto de ese

verbales, a lo que dicen las redes sociales, vives

año, y cuando celebraron sus 50 años de casados,

alterado, gobernado por el otro, el alter, y pier-

se había vuelto a caer por el terremoto del 2010.

des toda libertad. Esa tiene que ser tu brújula.

Nosotros tuvimos una de las más grandes repú-

Ahora, esa brújula tiene que estar orientada por

blicas antes que Francia, España e Italia, y se vino

un cierto cultivo moral e intelectual, de lo que es

todo abajo en 1891. Y la volvimos a levantar. Des-

bueno y malo, cuál es la concepción de los dere-

pués tuvimos la tercera democracia más antigua

chos humanos, de la democracia... si has tenido

del mundo en 1968, que se vino abajo el 73, y la

la oportunidad de ser libre en tu vida, entonces

volvimos a levantar. ¿Tú sabes cómo lo hicimos?,

ejércela. Y hay que decirle la verdad al poder, sin

le pregunté. Y me dijo que no lo sabía. Enton-

miedo ni a la tiranía de uno ni a la de muchos. En

ces, me di cuenta ahí que era otro Sergio Micco

eso consiste la grandeza del ser humano, y por

para él. “Haciendo esto: conversando”. Salí de la

eso mi admiración a Mistral y Arendt.

plaza, nuevamente con gran imprudencia, y me sacaron fotos frente a una estatua a Lautaro. Al otro lado de la plaza habían destruido la estatua de Pedro de Valdivia, que para mí representa el

44


derecho, la política romana, la tradición judeo-

Los derechos humanos han sido un terreno muy

cristiana; entonces pensaba “yo estoy con las dos

polarizado desde el 18 de octubre. Algunos nie-

estatuas, no con una sola”.

gan una crisis en ese tema, mientras otros equiparan sin matices la respuesta de Carabineros

¿Cuál fue el segundo diálogo?

a los tiempos de la dictadura. ¿Qué magnitud tuvo, en tu opinión, el problema de los derechos

Alguien empieza a gritar: “Micco, Micco, tú eres

humanos en el contexto de las protestas?

Micco”, y se me viene encima una mujer, vestida de rojo y negro, acompañada de dos jóvenes.

Una de las grandezas del Instituto es que lo

Sabía lo que se me venía. Y reitera la pregunta:

conduce un consejo pluralista, pero llegó un

“¿Usted es Micco?”. Comenzó a hablar llorando:

momento —y por eso te insisto que los seres

“no sé si en Santiago, pero acá se violan siste-

humanos podemos llegar a verdades prácticas

máticamente los derechos humanos”. “Yo sabía

comunes, no es cierto que todo sea discutible—

que ibas para allá”, le contesté, “¿qué entiendes

en que, con todas nuestras diferencias, nos pusi-

tú por violaciones sistemáticas?”. Y ella me em-

mos de acuerdo en que acá se produjeron graves

pezó a hablar de las Isapres, las AFP, la desigual-

violaciones a los derechos humanos. Estuvimos

dad…Ahí tenemos un problema, le dije, porque si

de acuerdo en presentar, en ese momento, más

esa es la concepción de una violación sistemáti-

de 800 querellas, y de escribir en el capítulo II del

ca de derechos humanos, a

informe [de derechos hu-

excepción de algunos países

manos durante la crisis de

europeos, en todos los países se violarían sistemática-

Cuando pasas a depender

octubre] todos los episodios de violencia que se habían

mente. Esa definición, como

de la opinión de los demás,

la planteas, no nos sirve. Les

del miedo a las agresiones

nes públicos y privados, que

hice estas mismas preguntas

verbales, a lo que dicen las

también habían ocurrido en

a los jóvenes, y para ellos Piñera era lo mismo que Pinochet. Para mí, lo que decían

redes sociales, vives alterado, gobernado por el otro, el alter,

era intolerable; en eso nunca

y pierdes toda libertad.

nos íbamos a poder poner de

producido en contra de bie-

Chile. Para comprender el contexto en que se dieron, no para justificar las vulneraciones. En el capítulo III del informe describimos las

acuerdo, les dije. En eso, llegó una persona con

violaciones a derechos humanos, y nos pusimos

el pelo canoso, que me empieza a gritar “Sergio,

de acuerdo en quince recomendaciones. Enton-

Sergio, qué terrible que nos volvamos a encon-

ces, en un país sumamente polarizado —y esto

trar en la plaza luchando por los derechos hu-

para mí es un motivo de orgullo y satisfacción—,

manos, ahora sí, esto no tiene nada que ver con

fuimos a entregarle el informe al presidente de

Pinochet”. Me di vuelta hacia los jóvenes con los

la Corte Suprema, y cuando los periodistas le

que había hablado y les dije que escucharan a ese

preguntaron qué opinaba del informe del INDH,

viejo. Le dije a la mujer que nos juntáramos en

él dijo “si el Instituto Nacional de Derechos Hu-

un año más, y si, en ese momento, Chile es una

manos lo dice, es cierto”. Ese mismo día apareció

democracia que ha avanzado en verdad, justicia,

una cita del informe en el Granma, el diario del

reparación y garantías de no repetición, yo ten-

partido Comunista cubano. Eso te muestra que

dré la razón. Y si no, ella la tendría. Ya cerrando la

hay verdades compartidas.

conversación, me pidió fortalecer al INDH. Estas

Creo que una inmensa mayoría —incluso,

anécdotas me llenan de esperanza. Chile va a sa-

gente cercana al gobierno—, constató que se

lir adelante, no tengo ninguna duda.

han violado gravemente los derechos humanos. También se reconoció que, por muy brutales que hayan sido los actos de violencia de particulares y que no se justifique nunca la vulneración de

45


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NTRE V IS TA

los derechos humanos, estos actos de violencia

informe. Tras estas dos crisis que se superponen

particular claramente existieron. Nosotros nos

trabajaremos, espero, todos juntos para la refor-

atrevimos a decir que había verdades de hecho

ma de Carabineros.

incuestionables, pero también hay verdades de derecho, verdades morales, y supimos ponernos

¿Y las instituciones políticas? ¿Han sido capa-

de acuerdo. En un país espantosamente polari-

ces de articular algo significativo en medio de

zado, el consejo del INDH fue capaz de llegar a

los problemas de credibilidad y legitimidad?

estos acuerdos prácticos comunes; y también a ciertas verdades de derecho. Demostramos que

Las instituciones políticas no han sido capaces

se puede.

de superar la crisis de credibilidad y legitimidad que las afecta. La disminución sostenida de la

¿Cómo ves a las instituciones de fuerza y orden

participación electoral, el retroceso agudo de la

luego del estallido? ¿Qué faltó?

militancia en los partidos políticos y el aumento de la desconfianza en las instituciones políticas

La violación de derechos humanos en el contexto

explican que el acuerdo por la paz y la justicia,

de la crisis social se produjo, entre otras razones,

que iba desde la UDI a parte del Frente Amplio,

porque Carabineros ya venía experimentando

no fuese suficiente. Eso, para una persona de mi

una grave crisis, incluso de corrupción. Por otro

generación, era impensable. Pero es importante

lado, el populismo penal le pedía cada vez más

destacar que la crisis de institucionalidad es un

dureza en el combate contra la delincuencia.

fenómeno que está ocurriendo a nivel mundial.

Cada vez se pusieron más recursos para aumen-

Cambian las estructuras de poder, la forma en

tar la dotación de Carabineros y eso llevó a que se

que nos comunicamos e informamos, y eso tiene

fuera menos exigente con la selección de los in-

un efecto en cómo percibimos a las instituciones.

teresados en ingresar a esta fuerza policial y que

Claramente los casos de corrupción que han sali-

se relajaran las instancias de formación y capa-

do a la luz en los últimos años también funcionan

citación en todo sentido. Por cierto, esto son solo

como un catalizador de este proceso de percep-

brochazos iniciales de análisis; se ha formado un

ción de ilegitimidad.

consejo de reforma policial, en el que participó el INDH como observador y donde se entregó un 46


Respecto de este estallido, ¿cuáles crees que son

la educación que la pandemia ha agudizado, con

sus causas más profundas? ¿Son estrictamente

los adultos mayores. Te pongo solo un ejemplo.

locales o forman parte de un contexto mundial

En junio estuvimos en el Instituto Católico Chi-

más amplio?

leno de Migración (INCAMI), y había más de 350 bolivianos migrantes que estaban esperando re-

En Chile existía un malestar que se incubó por

tornar a su país. Esta organización de la sociedad

años, que tenía que ver —en parte— con la

civil, ligada a la Iglesia católica, ha dado alber-

afectación de múltiples derechos humanos,

gue y alimento a miles de personas, coordinando

especialmente los sociales: salud, educación o

y movilizando recursos para que estas personas

previsión social. Ellos no estaban ni están ga-

puedan retornar a su país de origen. El padre

rantizados, en términos de igual calidad para to-

Lauro Bocchi (del INCAMI) ha conseguido que

dos, en su acceso y ejercicio. A esta causa social

los municipios dispongan de algunos colegios

se sumaron causas políticas como la crisis de las

públicos como refugios. Ha logrado convenios

instituciones públicas. Agrego también una cau-

con buses y hasta logró coordinar la atención de

sa económica, que fue la sostenida pérdida del

un parto de forma gratuita en una clínica, para

crecimiento económico y el deterioro del consu-

una mujer boliviana que se hospedaba en uno

mo. Por último, el individualismo y el incivismo,

de los albergues. El bebé nació sano, el padre lo

el no preocuparse por los demás y por lo público,

bautizó y la nueva familia planeaba volver a Bo-

también nos jugaron una mala pasada. Debo in-

livia, su país de origen. Eso me da esperanza, de

sistir que estas causas del malestar que obser-

que la nueva Iglesia sea similar a la que conocí en

vamos en octubre se repiten en buena parte del

el pasado.

mundo occidental. ¿Hacia dónde se perfilan las demandas, considerando el impacto de la crisis sanitaria? ¿Estamos frente a una nueva etapa política o es más bien una profundización de la anterior? La crisis sanitaria presiona con fuerza a la sociedad chilena, porque impacta con más intensidad a los grupos más vulnerables. Ya hemos visto el grave efecto de esta crisis sobre el empleo y cómo surge la demanda ciudadana por más protección social, por la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales. Los fenómenos sociales y políticos son dinámicos, más que comenzar una nueva etapa, lo que veremos es la adaptación a un nuevo escenario que aún está por definirse. ¿Qué rol juega la Iglesia católica en esta crisis social? Obviamente aquí te respondo como una persona que adhiere a una comunidad religiosa como es la católica. Lo que he visto es un papel silencioso, pero grande y hermoso: estar con los más pobres. Personas que acompañan a la gente en situación de calle, en la lucha por disminuir la brecha en

Ficha del libro La política sin los intelectuales. De la deserción al reencuentro Santiago: Editorial Universitaria Año: 2014 Páginas: 232

47


Lecturas en torno a Lastesis

FotografĂ­a: Daniel Barahona.

MARIANA CANALES S.

48


l mayor ícono feminista de la crisis de octubre

E

mún de una crisis con múltiples caras, no era

fue la performance de Lastesis, un colectivo in-

extraño que el feminismo encontrara su lugar en

tegrado por cuatro mujeres de Valparaíso que, a

ese mar de demandas y manifestaciones. Basta

través del arte, busca difundir las tesis de algunas

observar la multitudinaria marcha de principios

autoras feministas especialmente influyentes. A

del 2019, en donde cientos de miles de mujeres le

fines del 2019, en los días de la crisis, el colectivo

mostraron su malestar al país. Sin duda, el femi-

estrenó la canción que denunciaba la violencia

nismo iba a tener algo que decir en el contexto de

político-sexual y, aunque se enmarcaba en el

la crisis de octubre; en cierto sentido, ya lo venía

contexto del estallido social, sus cuestionamien-

diciendo. Sobre todo, porque una dimensión de la

tos abarcaban un período más largo de tiempo. El

crisis era propiamente material —reclamos por

objetivo de llevar el mensaje a todas las mujeres

una mayor igualdad en el acceso a prestaciones

pareció cumplirse. “Un violador en tu camino”

sociales—, y en esto las mujeres suelen ser las

y el baile que acompañaba la canción no solo se

grandes perjudicadas.

1

interpretó por muchas mujeres en Santiago, Val-

Acá no hay ningún misterio. En 2017, el 38,5%

paraíso y otras ciudades chilenas, sino también

de los hogares tenían mujeres como principal

en lugares como Bogotá, Barcelona o París.

fuente de ingreso, y de los hogares chilenos, el 31,1% era liderado por mujeres en soledad. Sin

El drama de una realidad

embargo, la participación laboral femenina era de un 48,9% (en comparación al 70% de los

¿Fue sorpresivo su éxito? Sí y no. Las demandas

hombres) y una de cada cinco mujeres no era

feministas de todo tipo habían alcanzado, hace

parte del mercado laboral por estar a cargo del

tiempo, cierta resonancia en la esfera pública,

cuidado de la familia2. Sumado a esto, en 2019, el

logrando hacer visible distintos niveles y clases

60% de las pensiones alimenticias no se pagaban

de descontento. Si este fue el denominador co1 https://www.biobiochile.cl/noticias/sociedad/ debate/2019/12/11/lastesis-explican-letra-desu-himno-feminista-y-se-refieren-a-surepercusion-mundial.shtml

2 Encuesta CASEN 2017, http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/casen-multidimensional/casen/docs/CASEN_2017_EQUIDAD_DE_GENERO.pdf

49


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

(y esto sin contar aquellas que no se demandan)3.

Una vez más, se hace evidente la extensión de

Desde luego, hay que atender a muchos facto-

la violencia, muchas veces oculta, en contra de

res para hacer una lectura completa de los datos

las mujeres. Esa puede ser la razón que explique

anteriores. Los números no son autoexplicati-

que la primera reacción de muchos espectadores

vos, pero sirven para ilustrar la precariedad en

fuera de emoción y empatía. La semilla del men-

la que viven muchas mujeres. Lamentablemen-

saje era innegable. Además, la gran adhesión de

te, abundan los contextos de poca estabilidad

la intervención artística y su mensaje no implicó

económica, enorme precariedad laboral y pocas

en ningún momento el descontrol de las masas

perspectivas para un futuro digno.

ni actos de violencia física. Siguiendo la tóni-

Pero la canción de Lastesis protesta más allá

ca de las manifestaciones feministas, no hubo

de lo material. Representa una denuncia a la vio-

quemas de semáforos, piedrazos ni destrozos.

lencia en contra de la mujer, al maltrato, a las

Sin duda, ello contribuyó a reconocer la seriedad

violaciones. Examinar su impacto es necesario,

en la denuncia.

en primer lugar, por la gravedad de la denuncia.

La violencia a la que se ven expuestas millones

Cualquier sociedad saludable y respetuosa de la

de mujeres en Chile es dramática. Los maltratos

dignidad humana debe escandalizarse ante el

físicos y sexuales al interior de los hogares son

mínimo signo de abuso en contra de cualquiera

una realidad trágica, cuyas consecuencias al-

de sus miembros, indepen-

canzan a mujeres, niñas y,

diente de quiénes sean o de

por supuesto, a todo su en-

dónde provengan. Y, en se-

torno familiar. Y las heridas

gundo lugar, porque todo lo

Los números no son auto-

que ellos dejan son profun-

que rodea la performance

explicativos, pero sirven para

das y difíciles de cicatrizar.

es sintomático de la realidad de nuestra sociedad. Las

ilustrar la precariedad en la

Por otro lado, la amenaza constante de abuso en algu-

huellas de la intervención

que viven muchas mujeres: poca

artística no se reducen al

estabilidad económica, mayor

todavía impide que muje-

mundo del feminismo; más

precariedad laboral y pocas

res y niñas puedan caminar

bien, revelan gran parte de las características del Chile que estalló en octubre con

perspectivas para un futuro digno.

manifestaciones pacíficas y

nos rincones de nuestro país

tranquilas y a cualquier hora por la calle, como si la libertad fuese solo para algunos. Desde luego, en contextos

violentas. De ahí que sea pertinente examinar e

de alta vulnerabilidad el asunto es todavía más

interpretar, en particular, a Lastesis, su canción

crudo. La pobreza muchas veces pareciera obli-

y sus efectos. En ella se condensan muchos fenó-

gar a las mujeres a mantener vínculos de depen-

menos superpuestos.

dencia con el abusador; “¿a dónde voy?” o “¿de

La interpretación de “Un violador en tu cami-

qué vivo?” son preguntas inevitables, y suelen

no” es un verdadero espectáculo. La imagen de

referirse también a los hijos. Se produce así un

muchas mujeres juntas —en ocasiones, miles—,

círculo del que es muy difícil salir. En situaciones

perfectamente coordinadas y ordenadas, bai-

límite, la desesperación por contar con los me-

lando y cantando al unísono “y la culpa no era

dios económicos suficientes para sobrevivir lleva

mía, ni donde estaba, ni cómo vestía” no deja de

a muchas mujeres a recurrir, como Fantine, el

sorprender. Quizás no es solo la puesta en esce-

agobiado personaje de Víctor Hugo, a la prosti-

na lo que llama la atención, ni siquiera la letra

tución. Ahí, las ocasiones de violencia, qué duda

entonada, sino la adhesión masiva que suscita.

cabe, no faltan. Por si fuera poco, los intentos por liberar de culpa a quienes ejercen la violencia, haciéndola recaer en la víctima, oscurecen aún

3 https://www.24horas.cl/data/el-60-de-los-demandados-no-la-paga-que-es-la-pension-dealimentos-y-como-acordar-su-pago-3292842

50

más el panorama. En estas ocasiones no solo las condiciones son especialmente adversas para las


mujeres, sino que, además, se las hace responsables de su suerte.

Acusar a alguien de violador no deja de ser problemático. Con esa etiqueta se le atribuye al

Nadie podía mantenerse ajeno ante la denun-

acusado una cualidad despreciable y se le desco-

cia masiva de una realidad tan trágica y palpa-

noce cualquier capacidad de relacionarse con el

ble como invisible. Probablemente por motivos

resto en plano de igualdad. Una acusación como

como los descritos, la intervención artística con-

esta, que no distingue entre personas y que se

mocionó a muchas personas, incluso a aquellas

salta todo tipo de proceso o presunción de ino-

alejadas del feminismo.

cencia, está lejos de ser pacífica. Además, por momentos cae en algo similar a lo que condena:

Mirar más allá

denuncia la posición que adopta el hombre por sí mismo como dueño del cuerpo de la mujer, pero

El mensaje de Lastesis, sin embargo, es algo más

lo hace desde una posición de justiciera autoatri-

profundo que la sola denuncia de una injusticia, y

buida. Si el violador se toma la libertad de decidir

sus premisas parecen suponer algunas otras rea-

sobre el destino del cuerpo femenino, la canción

lidades que vale la pena observar más de cerca.

decide, sin más elementos que su propio desig-

La necesaria y pertinente condena a la violencia

nio, qué son todos los hombres. ¿No traspasa

no debería hacernos renunciar a un examen crí-

límites similares a los que dice resguardar? Pa-

tico de sus demás implicancias. Ellas dicen mu-

rece ser, sin embargo, que nuestra convivencia

cho de nuestra sociedad.

social está cruzada de manera creciente por mo-

Sin lugar a duda, las diversas puestas en es-

dos agresivos de relacionarnos. No es, entonces,

cena de “Un violador en tu camino” tienen el

un defecto exclusivo de la canción, sino que ella

mérito de su carácter pacífico; en un contexto de

solo refleja cierta manera de tratar este tipo de

violencia recurrente, como lo fue la crisis de oc-

problemas. En nuestra sociedad el espacio para el

tubre, no es una característica que podamos sos-

diálogo es progresivamente escaso y tendemos a

layar. En circunstancias en que el desorden pú-

hacer una división binaria entre buenos y malos,

blico alcanzó tan altos niveles, es bastante loable

los que están de acuerdo y los que no. Pareciera

que las multitudinarias interpretaciones no se

que la lógica del enfrentamiento ha permeado la

transformaran en un escenario de agresiones

manera de abordar los distintos asuntos sociales.

desatadas. Tal carácter, sin embargo, se refiere a

Visto de ese modo, da la impresión de que se

la falta de violencia física. La ausencia de golpes,

tildara a todos los hombres de violadores, de cul-

incendios o piedrazos no quitan que el contenido

pables, o al menos es una de las interpretaciones

de un mensaje exhiba elementos inculpatorios, y

que quedan abiertas. De alguna manera se traza

en ocasiones violentos. La canción acusaba a ca-

una línea entre ellos y nosotras. Se ha objetado

rabineros, políticos, autoridades y a los hombres

que esta es una lectura excesivamente literal de

en general de violadores, sin más. Se les apuntaba

una intervención artística. ¿Acaso no deberíamos

con el dedo sin distinguir a quién y por qué. No se

leer este texto de modo figurado? ¿No es eviden-

trata de una acusación irrelevante. Un violador es

te que no hay una acusación personal a todos

un criminal que se apropia de otra persona y que

los hombres, sino que el mensaje que se busca

dispone de ella cual objeto. Es alguien que desco-

transmitir es algo distinto, más sofisticado? Y es

noce el valor del otro y lo utiliza para sí mismo en

cierto: una obra artística debe mirarse desde una

uno de los modos más crudos y brutales en que

óptica específica. Sin embargo, hay elementos

alguien puede usar a otro. El violador, en defi-

que no pueden dejarse de lado. Si consideramos

nitiva, deja de ver al resto como ser humano y se

que el objetivo de dicho colectivo es difundir las

pone a sí mismo en una posición de superioridad,

tesis de teóricas feministas influyentes, no pue-

de dueño y señor. ¿No hay, acaso, cierta banali-

de descartarse de antemano la literalidad del

zación de esta acusación —si son todos, no es

mensaje. Por otro lado, la distinción entre lo lite-

ninguno— que puede terminar siendo contraria

ral y lo figurado no deja de ser difusa. Desde lue-

a los objetivos a los que aludimos antes?

go, que un mensaje sea radical no lo transforma

51


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

de inmediato en uno metafórico (y la evaluación

efectos que en ningún caso son deseables. Si to-

de una performance de esta naturaleza es distinta

dos tenemos nuestra cuota de responsabilidad en

al modo en que comprendemos una frase como

la consecución del bien común, el enfrentamien-

“me muero de hambre” o alguna equivalen-

to excesivo o a priori entre un sector de la pobla-

te). En algunos casos, han existido corrientes o

ción y otro logran justamente lo contrario. ¿Por

posturas feministas que, a pesar de la radicali-

qué he de interesarme y trabajar por el bien de

dad de sus implicancias4, en ningún caso están

todos y cada uno de los miembros de la comuni-

intentando expresar algo distinto de lo que lite-

dad? La existencia de algún tipo de vínculo con el

ralmente dicen. Como fuere, esa misma laxitud

resto es necesaria para que todos trabajen por el

en el lenguaje es la que muchas veces se critica

bien de todos, y ese vínculo debe ser lo suficien-

por promover estereotipos o ser poco tolerante.

temente sólido como para justificar ese trabajo.

Estamos muy atentos ante algunas estigmatiza-

Sin embargo, la interpretación de “Un violador

ciones, y somos muy ciegos frente a otras. ¿Cómo

en tu camino” puede corroer la relación entre

explicar este desequilibrio? Para referirse a cier-

mujeres y hombres, autoridades e instituciones.

tos asuntos se exige elegir las palabras con sumo

A fin de cuentas, sugiere que están excluidos de

cuidado, pero el estándar no

la solución quienes pueden

es el mismo cuando se trata,

(y deben) ser parte de ella.

en este caso, de los hombres. Podría objetarse que la dominación masculina justi-

Apuntar con el dedo al “Estado opresor” sin los debidos

fica ese lenguaje, pero no es

matices o distinciones no es

seguro que ese camino nos

sino la muestra de que esas

permita

superar

nuestros

problemas. En rigor, pareciera que solo nos gusta la metáfora cuando confirma

autoridades e instituciones son considerados irrelevantes para cualquier buen propósito.

nuestras propias premisas.

Esta aproximación es criticada dentro del propio feminismo por exponentes como Camille Paglia5. Por último, la performance feminista es sintomática de un rasgo muy característico de nuestra sociedad contemporánea: el desprecio a la autoridad y a la ins-

El mensaje, en todo caso, es un conjunto y

titucionalidad o, al menos, la creencia de que

se transmite como tal. La letra de la canción se

ellas son prescindibles. Detrás de la letra de “Un

suma a la disposición de sus intérpretes en el

violador en tu camino” y del baile que la acom-

espacio (enfrentadas al resto, en general frente

paña (que apunta con el dedo a jueces, a carabi-

a una institución o lugar simbólico y en muchas

neros, al presidente de la república, entre otros)

ocasiones con el rostro cubierto), al baile y a su

se esconde la idea de que la autoridad y la ins-

contexto; todo tiende a separar y a enfrentar. La

titucionalidad son pura opresión. Una cuota de

canción, se podrá afirmar, intenta denunciar una

esto, por supuesto, está alimentada por casos

separación que ya existía desde antes: el silencio

reales de abusos y por la ineficacia de las auto-

transformó a la autoridad en cómplice de la vio-

ridades en muchas situaciones; pero ello no im-

lencia; así, fue ella quien trazó la línea divisoria.

plica que la autoridad sea en sí misma opresora

Sea cierto o no, aquello implica leer la realidad

o nociva. Sin embargo, a la atendible crítica a la

bajo la lógica de la división. Y si acaso es verdad lo

autoridad le sigue, como sacada del sombrero, su

que algunos dicen —incluyendo a algunos grupos feministas— sobre la capacidad del lenguaje de crear realidades, esa tendencia a la división eventualmente tiene consecuencias para la convivencia en una comunidad política. Se trata de

4 Piénsese, por ejemplo, en la equiparación de la prostitución, el matrimonio y el abuso sexual.

52

5 Ver Camille Paglia, Feminismo pasado y presente (Madrid: Turner Minor, 2018); https://www. abc.es/cultura/cultural/abci-camille-paglia-resentimiento-contra-hombres-ensena-feminismo-moderno-puro-veneno-202002160057_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google. com%2F; https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-02-04/camille-paglia-entrevista-sexual-personae_2434175/


Fotografía: Youtube.

total deslegitimación. No obstante la autoridad

responsabilidad de autolegitimarse a través del

es necesaria para coordinar la acción de una co-

ejercicio correcto y justo de sus potestades, sino

munidad con vistas a lograr propósitos compar-

solo puntualizar los riesgos que supone mirarla

tidos, ella se equipara a un mal, a puro ejercicio

como pura imposición y desconocer su carácter

ambicioso y egoísta del poder, lo mismo con la

indispensable en cualquier comunidad política.

institucionalidad que la encarna. Apuntar con el

El mensaje de Lastesis, entonces, no carece

dedo al “Estado opresor” sin los debidos matices

de problemas. Y vale la pena tomárselo en serio,

o distinciones no es sino la muestra de que esas

no solo por su expansión y el riesgo de asumir

autoridades e instituciones son consideradas

el contenido de manera acrítica, sino porque es

irrelevantes para cualquier buen propósito.

sintomático del mundo en el que vivimos. In-

Lo anterior no está exento de peligros. ¿Cómo

dependiente del contexto del feminismo y la

obedecer normas, leyes y dictámenes de cual-

crisis social desatada en octubre, la violencia,

quier tipo si no se acepta la legitimidad de quien

la comprensión binaria de la sociedad y la rela-

las da? En ese caso, es difícil que las perso-

ción problemática con la autoridad pública son

nas acepten lo que la autoridad dice como una

cuestiones que se han ido instalando en nuestras

razón suficiente para actuar, y para nadie es un

sociedades contemporáneas, y pareciera que no

misterio que todo esto es necesario en una co-

somos concientes de los riesgos que traen apa-

munidad política. Por otro lado, a falta de autori-

rejados. Desde luego, todo esto se manifiesta

dad legítima, ¿quién y cómo suplirá esa carencia?

de distintas maneras y grados, pero no por ello

Nada de esto busca liberar a la autoridad de su

deben pasar desapercibidos. Además, podemos

53


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

Cuando Lastesis cantan “y la culpa no era mía” apuntan a la capacidad de toda persona de tomar el control de sí mismo y dirigir sus actos racionalmente, sin sucumbir al imperio de los impulsos.

preguntarnos cuál es el efecto en la misma agen-

Esa exigencia —no abusar de una mujer por

da feminista. ¿No es necesaria una cooperación

cómo está vestida o por los lugares por donde

decidida de los hombres para conseguir sus ob-

transita— pasa por algo más que la sola reivindi-

jetivos? ¿No se necesita a la autoridad para hacer

cación de vestir y comportarse como uno quiera.

frente a la violencia y a los abusos? ¿Gana el fe-

Además de la condena a la violencia en cualquie-

minismo con las lógicas del conflicto y la excesi-

ra de sus formas por el hecho de ser tal (inde-

va división?

pendiente de sus motivaciones), esa demanda supone, en último término y de manera más o

Era verdad, la culpa no era de ella

menos consciente según el caso, una comprensión determinada de la persona. Una visión que

Volvamos por un momento a la crítica inicial.

no separa su cuerpo de lo que la persona siente o

La denuncia de la violencia sufrida y la exone-

piensa, sino que, por el contrario, los integra. Se

ración de responsabilidad de la mujer no deja de

trata de un todo imposible de dividir. Gracias a

ser cierta. Pero, además, si se mira con cuidado

eso, el ser humano es capaz de controlar sus im-

el texto, hay algo interesante en el reproche que

pulsos y no dejarse dominar por ellos.

se realiza: en cierto sentido, en vez de tratar al

No es el cuerpo el que maneja el timón de

hombre como alguien absolutamente dominado

la persona y dirige su conducta, pues no ac-

por sus deseos, se le reconoce un lugar entre los

túa aislado. ¿Quiere decir esto que el cuerpo

que pueden conducirse a sí mismos. Al hacerlo,

es algo contra lo que hay que luchar? ¿Que es

se lo resalta y valora, y, entre otras cosas, lo tra-

un obstáculo que solo tiene sentido en tanto es

ta como a un igual. En el fondo, cuando Lastesis

dominado y superado? Muy por el contrario: la

cantan “y la culpa no era mía” apuntan a la ca-

realidad corporal adquiere un significado espe-

pacidad de toda persona de tomar el control de

cial. El cuerpo humano no es puro impulso, sino

sí mismo y dirigir sus actos racionalmente, sin

justamente lo opuesto. Puede convertir en carne

sucumbir al imperio de los impulsos. Detrás de

los más profundos sentimientos. Dotado de un

la denuncia hay un llamado a comportarse de

sentido de entrega, es capaz de la expresión más

acuerdo a esa capacidad, con esa dignidad propia

alta de amor. Se trata de una realidad que tiene

de todo ser humano. En otras palabras, al hom-

un valor más allá de lo material. Por eso el femi-

bre se le exige estar a la altura de sus facultades,

nismo hace bien en condenar un aparente dere-

y no conformarse con su peor versión.

cho sobre el cuerpo de la mujer que no conoce

54


límites y que es alimentado, supuestamente, por

los primeros llamados a respetar esa dignidad de

escotes y tacones.

la que están dotados. Son las conductas impulsi-

De ahí que sea posible formular un llamado

vas y violentas las que los minimizan y denostan

categórico a terminar con la violencia física y se-

en la medida en que ese actuar no se condice con

xual fundado en un profundo respeto a la mujer

sus características y facultades más elevadas.

y su autonomía, pero también, al hombre, pues

En ese sentido, con mayor razón lo hacen las

apunta justamente a su dignidad. Tal llamado

exoneraciones de culpa y responsabilidad, pues

reconoce y subraya que él es capaz de dirigir su

ellas equivalen a mirar al hombre como alguien

acción según los dictados de su propia razón. Se

que no puede conducir su vida y responder por

distingue así el cuerpo masculino de una pura

sus decisiones. “Y la culpa no era mía” puede

materialidad dominada por su naturaleza, y en-

ser leído precisamente como eso: te reconozco

tonces apela a la humanidad del hombre, no a su

como una persona capaz, igual que yo, y sé que

bestialidad. En otras palabras, no es un llamado

puedes asumir las consecuencias de aquello que

que lo denoste, sino uno que lo eleva y, por lo

decides hacer.

mismo, le exige. Lo anterior interpela, principalmente y en primer lugar, a los propios hombres. Ellos son

Se trata de una lectura, un primer paso, que permite superar las lógicas conflictivas que a ratos nos dominan.

Mariana Canales es abogada de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigadora del Instituto de Estudios de la Sociedad. Sus temas de investigación son el derecho constitucional y feminismo.

55


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

KATHYA ARAUJO:

“Nunca es rápida la recomposición de los principios que ordenan la convivencia social” POR CLAUDIO ALVARADO

56


Con una mirada crítica y original, la académica del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la USACH indaga en la desafección de la ciudadanía respecto de las instituciones de todo tipo. Apoyada en varios años de trabajo empírico, en esta entrevista Araujo —Directora del Centro Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de Poder— revisa las tensiones entre el modelo económico y las promesas de democratización, cuestiona el modo en que habitualmente se han comprendido los grupos medios, y advierte sobre los riesgos de “olvidar la cuestión del trato”. No se requiere compartir íntegramente su diagnóstico para tomarse muy en serio su invitación a “reconstituir el lazo social”.

En tus textos publicados luego del 18 de octubre

tiempo, que terminan por ocupar la vida de lunes

hablas de desmesuras, desencantos, irritacio-

a domingo, o un grado de endeudamiento grave.

nes y desapegos como claves para compren-

Una manera de organizar la vida económica y so-

der la crisis. ¿A qué te refieres con cada uno de

cial que genera en la mayor parte de la población,

ellos?

excepto en un pequeño grupo muy protegido, un sentimiento de incertidumbre que es su más

Me refiero a un circuito que explica, al menos

constante y fiel compañero.

parcialmente, el momento en el que nos encontramos como sociedad. Los resultados de mis

¿Y qué pasa con los avances generados por el

investigaciones sugieren que las desmesuras

“modelo”? El fenómeno es ambiguo, ¿no?

del modelo económico y social, que las personas coinciden en llamar neoliberalismo, han impli-

Es cierto que hubo una mejora de las condicio-

cado grados de exigencia excesivamente altos

nes de vida, y un crecimiento y enriquecimiento

para los individuos, hombres y mujeres, al en-

del país, pero esto no solo benefició de manera

frentar los desafíos ordinarios de su existencia

desmedida a unos sobre otros, sino que se cargó

social.

en gran medida sobre los hombros de los propios individuos, quienes han debido luchar por

¿Cuáles serían esos desafíos, en concreto?

décadas denodadamente, y en relativa soledad, con apoyo especialmente de sus cercanos, para

Me refiero a resolver cuestiones que van desde los

sostener la ficción de un país moderno y cada

sacrificios para educar a sus hijos o el abismo que

vez más cercano al desarrollo. Individuos a los

puede ser afrontar los problemas de salud, hasta

que, además, se les hizo la promesa de ser suje-

el precio para estar a la altura de unas demandas

tos de derecho, de igualdad y de mérito, en una

laborales que nos dejaron sin tiempo para otras

sociedad que mantuvo de manera rígida, al mis-

obligaciones, como las familiares, o simplemen-

mo tiempo, su carácter verticalista, autoritario

te para el placer o el bienestar personal. Una re-

y elitista, y en donde unos reclaman una suerte

tribución salarial escasa que nos ha obligado, por

de jerarquía natural respecto a otros, y en donde

ejemplo, a una pluriactividad constante. Muchos

rige una lógica de privilegios.

compromisos laborales, “pololos”, al mismo 57


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NTRE V IS TA

¿Ahí asomarían el desencanto, las irritaciones y

la norma no solo no funcionaban, sino que esta-

los desapegos?

ban hechas para realidades que no eran la propia, entonces la ley me la daba yo mismo y la aplica-

El desencanto no es sino una pérdida de la creen-

ba con mis propias manos, lo que es una deriva

cia en la promesa, un tropiezo de la ilusión, y

muy compleja y preocupante. Pero no es la única

era una consecuencia predecible. Por su parte,

modalidad. No podemos reducir nuestro proble-

la irritación es un conjunto de molestias y per-

ma a la violencia. Hay muchas maneras de desa-

turbaciones interactivas entre individuos y entre

pegarse. Por ejemplo, la retracción o la huida.

estos y las instituciones, que van desde la contrariedad hasta la rabia. Esta ha hecho su cami-

¿Qué quieres decir con “huida”?

no, y la vemos actuando transversalmente en la sociedad, y no solo en la relación entre sociedad y

En un trabajo que publiqué hace algunos años

política. Los desapegos tienen que ver con la dis-

discutía un hallazgo de investigación que me

tancia, y la falta de carga emocional y afectiva,

pareció muy interesante: la inmensa mayoría de

respecto de muchos de los principios, valores y

los entrevistados y entrevistadas declaraban que

normas que regulan la vida en común, e incluso

querían irse a vivir al sur (o, en los sectores de

de la propia idea de la vida en común. Esta qui-

menores recursos, al campo). Seguramente tú

zá es la cuestión más preocupante. Todos estos

conoces mucha gente que lo quiere también, y

componentes, que uno puede entender como una

puede que tú seas uno de ellos… hay muchas per-

especie de cadena o circuito en el tiempo, actúan

sonas que lo manifiestan, y conozco hasta algu-

hoy simultáneamente, y la actuación de cada

no que realmente lo ha hecho. Puede parecer una

cual retroalimenta a los demás.

nimiedad pero no lo es.

¿Esos desapegos explicarían parte de la vio-

¿Por qué?

lencia desatada en octubre? ¿Cómo se vuelve a contener esa violencia?

Irse al sur, o al campo, no era en las entrevistas un simple sueño o incluso un plan. Aparecía

Los desapegos son múltiples. No solo se refieren

como una verdadera estrategia de huida de un

a la falta de cumplimiento por ilegitimidad de

“sistema”, como muchos lo llamaban, que se

las normas. El desapego no es otro nombre para

consideraba insoportable, que los agobiaba y que

la anomia. La anomia es una tesis que hoy cir-

era solo fuente de inquietud y hasta de contra-

cula, pero que no comparto. Por supuesto, algo

dicción moral. El “sur” surgía como uno de los

de eso hay, pero la tesis que he defendido hace

más importantes “anclajes socio-existencia-

bastante tiempo es que Chile atraviesa un mo-

les”, los que tienen la función de apegarnos a la

mento arduo de recomposición de los principios,

vida social, de permitirnos soportarla, o de en-

de las fórmulas que gobiernan las interacciones,

tregarnos los insumos materiales o emocionales

las legitimidades y las racionalidades sociales. Y

necesarios para enfrentar los desafíos que se nos

eso implica un desapego normativo también, por

presentan. O sea, lo que sostenía a estas personas

supuesto, porque para una parte de la población

en sus vidas sociales era el sueño de fugarse del

esos principios o normas han dejado de tener

“sistema”. En el “sur”, ese lugar mítico, estaban

sentido y justificación. Pero hay diversos desti-

colocadas las expectativas íntimas, las más im-

nos para este desapego.

portantes, de contar con tranquilidad y paz, un sinónimo de felicidad hoy para muchos en Chile.

¿Cuáles, por ejemplo?

¡Imagina el problema! Una sociedad en la que el significado de la felicidad es salir de la sociedad,

En el 2009, uno de los modelos de sujeto que en-

en la que lo que sostiene a las personas es el sue-

contraba en mis investigaciones podría resumir-

ño de fuga… El problema es mayúsculo.

se en algo así como “la ley soy yo”. Ya que la ley y

58


También

has

dicho

que

debemos

mirar

tiempo que con una población que creciente-

las tensiones que surgen entre las dinámicas

mente iba reconstruyendo su imagen y sus ex-

del modelo económico y la promesa de demo-

pectativas a partir de las promesas de igualdad

cratización inherente al mismo modelo…

y derechos que le habían hecho. Estos nuevos lentes le permitieron identificar y denunciar con

Las promesas de democratización de las relacio-

mayor legitimidad lo que vivían como abusos;

nes sociales son y no son inherentes al modelo

con una consciencia cada vez mayor de la falta

neoliberal. Por un lado, por supuesto, se puede

de reconocimiento de sí, de sus esfuerzos, de su

admitir que la ampliación de la integración de

trabajo.

la población al mercado y sus ficciones aportó a una ilusión de igualdad, como también el acceso

¿UN PAÍS DE CLASE MEDIA?

al consumo creó la ilusión de mayor cercanía entre los grupos sociales desde la perspectiva de los

Más allá de que uno comparta o no tu diag-

menos beneficiados… La ilusión, bien digo. Dada

nóstico, en Habitar lo social, cuyo trabajo de

la rigidez de las dinámicas de las relaciones entre

campo comienza el año 2004, ya adviertes ese

grupos sociales en Chile, esto contribuyó poco a

desajuste entre las promesas de igualdad y

las expectativas de igualdad. Lo esencial fueron

democratización, por un lado, y las experien-

las promesas de democratización que acompa-

cias en la vida ordinaria de la población, por

ñaron al momento de madurez del modelo en el

otra. ¿Por qué la dirigencia política no leyó a

caso chileno.

tiempo el problema?

¿Esto sería una singularidad de nuestra situa-

Creo que por muchas razones. Déjame darte cua-

ción?

tro. La primera es que el país y parte de su dirigencia se engolosinó con una imagen triunfalista,

No es el caso necesariamente en otros lugares,

y le costó ver lo que ocurría. La segunda, porque

me parece. A partir de la vuelta a la democracia

la clase política, y esto es transversal, continuó

se expandieron nuevas promesas de ciudadanía,

con dos de las grandes tradiciones históricas que

derecho e igualdad por parte del propio Estado.

han caracterizado la política chilena. Por un lado,

Hubo, además, un conjunto de actores políticos

su clausura que afianza su elitismo y, por otro, la

y sociales que aportaron a la legitimación de

cultura del tutelaje. Grupos cerrados que se auto-

estas promesas. Piensa en el movimiento femi-

justifican a partir de una concepción de la pobla-

nista, por ejemplo, pero también en los medios

ción como menor de edad, y por cuyo supuesto

de comunicación. Los empujes a la individuali-

bienestar y bien se han sentido responsables de

zación fueron un fermento importante para las

decidir y autorizados a hacerlo. La superioridad

expectativas de horizontalidad. Lo que podían

es enemiga de la empatía, de la escucha y hasta

ser ilusiones creadas por las lógicas del mercado

de la simple curiosidad. Tercero, porque la polí-

encontraron carne en una formulación política

tica perdió la brújula y se convirtió en una especie

de las promesas de democratización de las rela-

de máquina electoral. Se interesó en lo que pasa-

ciones sociales.

ba en la sociedad para ganar elecciones, no para entender lo que estaba aconteciendo. Cuarto, y

En tu opinión, ¿ahí está la disonancia?

en esto incluyo a las ciencias sociales, porque por demasiado tiempo, y aún hoy en muchos casos,

Claro, nos encontramos con un modelo econó-

ha existido la tendencia a leer la sociedad con

mico y social que promovió el crecimiento ab-

claves políticas, y no la sociedad en claves socia-

solutamente irresponsable de las desigualda-

les para que la política pueda responder a ella. La

des, con una élite que no supo o quiso ceder en

política preocupada por sí misma no pudo ver lo

nada sus privilegios no solo económicos, sino de

que acontecía en la sociedad hasta que le estalló

jerarquía, prestigio y privilegio social, al mismo

en la cara… literalmente.

59


El metro es una metáfora de la modernización de Chile desde hace mucho tiempo. Ya en 2004 aparecía como un hito urbano que revelaba las contradicciones de la sociedad. Fotografía: Armando Lobos

Sin embargo, en tus trabajos también se refle-

¿Cuál sería la diferencia más fundamental?

jan dos experiencias vitales muy diferentes entre los grupos medios y los sectores populares.

Son muchísimas las diferencias, pero creo que

¿Cuáles son las principales semejanzas y dife-

si tuviera que mencionar una, quizás elegiría

rencias entre ellas?

la experiencia de ser sujeto. Para los sectores populares la experiencia más transversal era la

Ese libro del 2009 al que aludiste antes, Habi-

de no ser vistos como sujetos, el sufrir un “bo-

tar lo social, tenía originalmente otro título que

rramiento del sujeto”, reducidos en los ojos del

lo cambié casi a último momento. Se llamaba La

otro a ser el pobre, el delincuente, el flaite. La

división moral. Es lo que atraviesa en sordina ese

experiencia de encontrarse en una existencia en

libro. No se trata, por cierto, de la idea de un de-

algún tipo de dimensión paralela a la hegemóni-

sarrollo moral diferencial entre clases, que sería

ca social.

redundar en una suposición clasista que justifica el tutelaje de los sectores populares. No. A lo que

De ahí el contraste con los sectores medios…

apuntaba el título, y lo que el libro subraya, es el hecho que la posición social que se ocupa está

Claro, para ellos lo esencial era la experiencia

ligada a cierto tipo de experiencias en la vida co-

de que en la vida social se exige mostrar y alar-

tidiana y estas influyen, junto con los ideales so-

dear de todo el poder que tienen a su disposición,

ciales, en la manera en que producimos nuestro

una elaborada retórica para hacerle saber al otro

universo moral. Es muy distinta mi experiencia

rápidamente a quién tienen delante y cuántos

si frecuento un parque como el Bicentenario y el

recursos de poder este es capaz de movilizar…..

personal de seguridad me hace sentir que está

Todo ello en el marco de una vida social que es

allí para cuidarme, que si voy a la plaza de mi ba-

vista como una permanente confrontación de

rrio, en las zonas periféricas de Santiago, y quie-

poderes. Hay una experiencia de sujeto pre-

nes están a cargo de la seguridad me tratan per-

servada aquí, pero cuya existencia depende de

manentemente como sospechoso. Parece nimio,

los recursos de poder que se poseen y la capa-

pero no lo es. Ese libro mostraba de qué manera

cidad de activarlos en el enfrentamiento con el

esas experiencias se estaban distanciando tanto

otro. Dos experiencias muy distintas que tienen

que conducían al establecimiento de verdaderos

consecuencias también muy dispares en su rela-

universos sociales paralelos.

ción con lo común.

60


Ahora bien, aunque tú no trabajas directamente

solido considerar medios. En este sentido, estoy

en estratificación social, has criticado el modo

más cerca de lo que han mostrado desde hace ya

en que usualmente nos referimos a la “clase

un tiempo los trabajos sobre estratificación so-

media”. ¿Por qué?

cial de Emmanuelle Barozet y Vicente Espinoza, quienes defienden que la clase media correspon-

Es cierto, yo no trabajo en estratificación so-

dería solamente a un 30% de la población.

cial, pero me vi enfrentada a esta problemática cuando empecé a investigar sistemáticamente para analizar lo que acontecía en los diferentes

¿Cómo se inserta tu estudio del Metro en este

sectores sociales. Me di cuenta que los criterios

contexto? En tu trabajo de campo asoma como

establecidos para definir a los sectores medios no

metáfora de la experiencia de vida de los san-

calzaba con el registro compartido de experien-

tiaguinos. Y octubre explotó justo ahí...

cias que yo encontraba, las que, como planteé, son esenciales para entender lo que es común a

El metro es una metáfora de la modernización

una posición social. Se había puesto en un solo

de Chile desde hace mucho tiempo. Ya en 2004

saco, a partir de ciertos indicadores especial-

aparecía como un hito urbano que revelaba las

mente económicos, a grupos con experiencias y

contradicciones de la sociedad. Recuerdo a un

autorrepresentaciones muy, muy diversas.

entrevistado que refería la experiencia de bajar de un metro moderno y limpio, y luego cami-

¿Cuál sería el problema, específicamente?

nar por las calles de su barrio en donde debía cruzarse no solo con la precariedad de las cons-

Se infló la clase media con grupos de enorme

trucciones, sino con sus amigos de infancia tira-

vulnerabilidad, posiciones sociales extrema-

dos en la calle por las drogas. Más de una década

damente frágiles, y autorepresentaciones con

después esto se había agudizado. En una inves-

enormes distancias con el otro extremo, el su-

tigación que hicimos sobre las interacciones en

perior, de lo que se llamaba clase media. A mi

las calles en Santiago encontramos que ya no era

juicio, estas formas de clasificación obedecieron

solo el contraste lo que subyacía a su función de

también al interés político por refrendar el creci-

metáfora, sino que era la experiencia misma en

miento, la bonanza y el éxito de la región, no solo

el Metro la que se había constituido como una de

de Chile. Quizá daba tranquilidad, y expresaba en

las más importantes metáforas de la vida social.

algo la mejora de condiciones reales que ocurrieron en el período, pero veló realidades. Por otro

¿Cuál sería, en concreto, esa metáfora?

lado, algo que aconteció es que se confundió la autoadscripción, siempre sospechosa porque

Las personas iban en vagones de primera cate-

depende de las ofertas sociales de identificación,

goría, pero hacinados; en ardua competencia

con la autonarración.

por un pequeño espacio; librados a la ley del más fuerte; en disputa por la ruptura de las normas

¿Y eso podría cambiar hacia el futuro?

tradicionales, que hacían claros los derechos de precedencia, por ejemplo respecto a quién le toca

Es muy interesante cómo hoy, luego del 18 de

el asiento y cuándo. Agobiados, pagando por ello

octubre, y en este momento de politización y de-

un porcentaje altísimo de sus ingresos mensua-

bates, algunos resultados de encuesta muestran

les en muchos casos. Por supuesto, la fuerza de

formas de autoadscripción distintas. Un creci-

la metáfora no es azarosa y se conjuga con razo-

miento de la autoadscripción como pobres. Por

nes estructurales. En ciudades tan grandes como

eso he sido crítica con esta inflación de la clase

Santiago, con polos residenciales y laborales tan

media, y he trabajado desde ya los años 2000 con

alejados, el transporte es un aspecto central en la

la noción de sectores populares, que incluye una

vida diaria, y en los presupuestos de las familias.

parte de lo que los estudios de estratificación han

61


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NTRE V IS TA

INDIVIDUOS, IGUALDAD DE TRATO Y

los otros y las instituciones, y que se expresa en

VÍNCULO SOCIAL

el trato recibido. Yo trabajé muy de cerca con el equipo que realizó Desiguales, y ese diálogo fue

Pese a la dureza de la vida, a ser “pasado a lle-

una gran experiencia. Es un excelente trabajo. Fue

var” en tus términos, también has dicho que

muy interesante para mí ver cómo ese hallazgo,

hoy los individuos se sienten más fuertes, y que

que venía de estudios cualitativos, se confirmaba

este es un factor clave tras la crisis de octubre.

al ser puesto a prueba en diseños cuantitativos

¿Por qué?

de gran escala. Ahora bien, me parece que hoy la legitimidad de las demandas económicas ha cre-

En un trabajo publicado el 2012 (Desafíos Comu-

cido, pero hay un riesgo muy grande en olvidar

nes), con Danilo Martuccelli discutimos la pre-

la cuestión del trato, la manera en que las lógicas

sencia de un tipo de individuación en Chile: los

sociales se expresan en las interacciones.

individuos se veían forzados a producirse como híperactores (relacionales, pero dejo esto fuera

¿Por qué existe ese riesgo?

por ahora). Las transformaciones acontecidas particularmente en las esferas económica y labo-

Es muy importante no olvidarlo, pero tenemos

ral, así como en los cambios

un gran riesgo de que ocu-

de régimen en las proteccio-

rra porque éste es un punto

nes y servicios sociales, trajeron una elevada exigencia

Como sociedad estamos

de híperactuación para cada

apoyando muy poco a las

individuo.

Ellas

exigieron

el desarrollo de la iniciativa personal y el despliegue de un conjunto de estrategias múltiples y, en términos ge-

familias en su rol de crianza y cuidado de los niños. Les hacemos pagar “caro” su decisión de tener niños.

nerales, individuales. Estas

muy difícil de abordar. Esta dimensión de las interacciones en las relaciones sociales normalmente no ha tenido las cartas de nobleza de la cuestión económica o de las políticas públicas para constituirse en interés de los políticos, y se suele pensar

experiencias terminaron produciendo la emer-

que es un tema accesorio. Pero también es difícil

gencia de individuos con una imagen fortaleci-

de abordar porque esas conductas o prácticas en

da de sí, y con una confianza aumentada en sus

las interacciones están inscritas y automatizadas

propias capacidades y agencia. Este factor está

en nosotros. Por ejemplo, hablar golpeado para

en la base tanto de la distancia con las institucio-

mostrar autoridad, o usar gestos o expresiones

nes como de la pérdida del temor, dos aspectos

de tutelaje ante personas de sectores socioeco-

claramente visibles en los acontecimientos que

nómicos menos beneficiados. Somos normal-

se inician en octubre.

mente ciegos a ellas. Pero es esencial abordar este proceso. Es un zócalo principal del cambio,

Leyendo tus textos, es imposible no recordar

la verdad.

lo que sugiere el PNUD en Desiguales: la idea de “igualdad en dignidad se pone a prueba, se

¿Y cómo crees tú, desde tus trabajos, que es po-

concreta, mucho más en la igualdad de trato

sible reconstituir los vínculos comunitarios?

que en la igualdad de ingresos, la cual […] se to-

Desde otras disciplinas y aproximaciones, au-

lera significativamente más”. ¿Coincides en ese

tores como Gonzalo Vial advirtieron tempra-

diagnóstico?

namente ese déficit, indicando la disolución familiar como una causa muy relevante de

No podría estar en desacuerdo, porque es algo

nuestros problemas.

que he discutido yo misma a partir de lo que denominé desigualdades interaccionales. Un tipo

Voy a empezar por el final. En lo que he estudia-

de desigualdad vivida en las interacciones con

do, la familia se revela, probablemente, como

62


la institución más importante en la actualidad.

sociedad que está fuertemente individualizada,

Debido a la retracción de las protecciones so-

especialmente los más jóvenes, y yo creo que en

ciales, y en contra de lo que podría esperarse de

eso no hay marcha atrás. El desafío, por eso, me

una sociedad más individualizada y más mo-

parece más bien cómo hacer posible una respon-

dernizada en sus concepciones relacionales, se

sabilidad compartida por aquel mínimo común

ha mantenido como el soporte más movilizado

de acuerdos que nos permitan la vida en conjun-

por las personas. Un auténtico refugio. Aunque,

to. Este camino es de largo plazo, porque nun-

es cierto, es un espacio ambivalente. Fuente de

ca es rápida la recomposición de los principios

apoyo y seguridad, es al mismo tiempo fuente de

y fórmulas que ordenan la convivencia social.

altísimas exigencias estatutarias, que entran en

Tampoco será resultado de la pura voluntad de

tensión con las expectativas de autonomía, sobre

algunos individuos o grupos. Son procesos com-

todo de los más jóvenes. Ahora bien, esta fami-

plejos debido a nuestras interdependencias. Es

lia hoy es mucho más diversa, existen muchos

un trabajo arduo, largo y necesariamente con-

tipos de familia, disueltas y recompuestas, mo-

flictivo, porque es profundamente político, pero

noparentales, etc., pero lo esencial es que eso no

sobre todo, es inevitable.

modifica ni entorpece su rol de soporte y apoyo. Como lo muestran algunas investigaciones, por ejemplo, el rol de las abuelas en los sectores populares es vital, pues en muchos casos el dinero recibido gracias al pilar solidario contribuye a sostener las economías familiares de las generaciones más jóvenes. ¿Hay, entonces, un problema con la falta de apoyo a las familias? Sí, como sociedad estamos apoyando muy poco a

Ficha del libro Habitar lo social Santiago: LOM Ediciones Año: 2009 Páginas: 400

las familias en su rol de crianza y cuidado de los niños. Les hacemos pagar “caro” su decisión de tener niños, les damos poco apoyo para enfrentar la tarea de crianza, por ejemplo, en la medida en que como sociedad no enfrentamos de manera seria la cuestión de las formas admisibles de ejercer la autoridad. Pero, ese es otro tema. Volviendo al punto de tu pregunta anterior, sí, creo que se puede y se debe reconstituir el lazo social, y eso significa una reconfiguración profunda de lo que nos parece una aceptable vida en común.

Ficha del libro ¿Se acata pero no se cumple? Santiago: LOM Ediciones Año: 2009 Páginas: 228

Y ahí surge la relevancia de la comunidad… No hablo de vínculos comunitarios, porque creo que allí hay un compromiso con la idea de comunidad con la que me parece más complicado estar de acuerdo. No sé si se puede hablar de un retorno a la comunidad (tiendo a creer que tampoco es deseable), como lo han propuesto muchos y desde muchas sensibilidades. Ésta es una

Ficha del libro El miedo a los subordinados Santiago: LOM Ediciones Año: 2016 Páginas: 240

63


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

En busca de un pacto social MATÍAS PETERSEN

64


S

i nos remontamos al 18 de septiembre de 2019,

El panorama anterior hace muy difícil pensar

fecha en que celebrábamos más de dos siglos del

en un nuevo pacto social. ¿Cómo aliviar la vida de

proceso que condujo a nuestra independencia,

tantos chilenos que se sienten postergados, poco

era muy difícil presagiar lo que ocurriría apenas

representados políticamente, y que ahora su-

un mes después: atentados a la red de transporte

fren los estragos de una gran crisis económica?

público, saqueos, movilizaciones masivas, ini-

¿Cómo hacerlo cuando nuestro sistema político

cio de un proceso constituyente, etc. Se dijo que

lleva años sin poder articular y canalizar insti-

Chile había despertado de un largo sueño. Pero

tucionalmente dichas inquietudes? La clase polí-

en medio de esta profunda crisis política, que en

tica parece desconectada de la realidad concreta

marzo de este año continuaba agudizándose, fui-

de los chilenos, en parte por la desproporción

mos golpeados por un organismo cuyo diámetro

entre los riesgos que enfrenta la gran mayoría de

no supera los 125 nanómetros: el nuevo corona-

los ciudadanos versus los que enfrentan las élites

virus. La desproporción entre el tamaño del virus

políticas y económicas. Haciendo abstracción de

y el daño que puede causar no deja de sorprender.

lo que digan los datos reales, la percepción gene-

Menos asombrosa, y mucho más preocupante, es

ralizada sugiere que cuando un ciudadano rom-

la desproporción entre la probabilidad de sobre-

pe las reglas del juego (no pago de deuda, robo

vivir al virus y nuestro lugar en la escala social.

hormiga, etc.) suele enfrentar toda la fuerza de

Sabemos que la enfermedad provocada por el

la ley. En cambio, cuando un empresario rompe

SARS-CoV-2 golpea especialmente a los sec-

las reglas del juego, hasta hace muy poco tiempo

tores más vulnerables. Su realidad habitacional

atrás se le cobraba una multa sin efectos disua-

aumenta considerablemente la probabilidad de

sivos y se le “castigaba” con clases privadas de

contagio, y los trabajos que desempeñan quienes

ética en una universidad.

allí viven se han vuelto aún más precarios. Dicho

Lo anterior se complejiza aún más si conside-

en simple, el confinamiento es muchísimo más

ramos el discurso que con frecuencia ha justifi-

duro en Conchalí que en Vitacura, y el porcenta-

cado políticamente nuestro orden social. Se ha

je de la población que tiene el privilegio de tele-

dicho, con razón, que el crecimiento económico

trabajar no es representativo de la realidad de la

que ha experimentado Chile ha permitido a gran

gran mayoría de los chilenos.

parte de la ciudadanía acceder a mejores niveles

65


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

de vida. Se ha dicho, también con razón, que una

importancia es el desajuste que existe entre

economía de mercado es dinámica y compleja, y

nuestras instituciones políticas y la realidad so-

que así como el bienestar promedio de la pobla-

cial y cultural de los chilenos. A lo anterior hay

ción ha aumentado, nuestro modelo de desarrollo

que agregar dos factores adicionales. El primero

implica naturalmente riesgos que pueden tradu-

dice relación con la profunda fragmentación cul-

cirse ya sea en ganancias o en pérdidas: caer en la

tural de Chile, que se traduce en divergencias sin

pobreza debido a una enfermedad catastrófica, o

precedentes respecto de nuestra concepción de

aumentar significativamente nuestros ingresos

la persona humana y de su papel en la sociedad.

debido a un emprendimiento exitoso. Todo esto

En segundo lugar, no debemos menospreciar el

es cierto. Pero no hemos sabido dimensionar el

impacto que están teniendo una serie de proce-

tremendo daño que ha generado la idea según la

sos globales que avanzan vertiginosamente y que

cual nuestra posición en la escala social está en

están modificando profundamente nuestra vida:

gran medida determinada por nuestro esfuer-

la automatización del trabajo, la alta concentra-

zo o “mérito”. La realidad es que, por una serie

ción de los mercados vinculados a las tecnologías

de razones, las élites políticas y económicas no

de la información o los efectos negativos de las

están sujetas a la misma precariedad e incerti-

redes sociales en materia de deliberación políti-

dumbre a la que están expuestos la gran mayoría

ca, por mencionar algunos.

de los ciudadanos. Hay quienes constatan dicha

Con este escenario como telón de fondo, la

asimetría y terminan concluyendo que “está mal

pregunta por el tipo de reformas concretas que

pelado el chancho”. Otros ven constantemen-

debiésemos poner sobre la mesa corre el riesgo

te frustradas sus expectativas, las cuales son

de convertirse en un ejercicio de planificación

en gran medida alimentadas por la justificación

absurdo. Sin embargo, es indispensable pensar

meritocrática del orden social vigente.

cursos de acción que nos ayuden a superar las

En este contexto, es moneda corriente atri-

dificultades antes descritas. Lo que sigue, en-

buir el malestar ciudadano exclusivamente a la

tonces, no es un programa concreto de reformas

desigualdad económica. Lo cierto es que la des-

sociales. Es más bien un esbozo de algunas áreas

igualdad de ingresos es solo un elemento de un

de la vida política y social de Chile que demandan

sistema asimétrico mucho más complejo: hay

una transformación importante. El detalle de di-

también desigualdades sociales, territoriales y

chas transformaciones, sin embargo, deberá ser

políticas. Ahora bien, asumir que es posible una

parte de un proceso genuino de deliberación po-

sociedad sin desigualdades y, en consecuencia,

lítica. Aquí buscamos simplemente ofrecer algu-

sin tensiones, es una ilusión peligrosa. En este

nos insumos para ese debate.

sentido, la política, en cuanto práctica orientada a la articulación de nuestras legítimas diferen-

Representación política

cias, juega un papel fundamental. Y es justamente este uno de nuestros problemas más profun-

Tras las movilizaciones estudiantiles de 2006 y

dos: el sistema político ha mostrado ser incapaz

2011, nuestra clase política reaccionó reempla-

de canalizar institucionalmente las preocupa-

zando el sistema binominal por uno de represen-

ciones del pueblo chileno. La pregunta, natural-

tación más proporcional, bajo la premisa de que

mente, es cómo salir de este entuerto.

la institucionalidad chilena no estaba canalizando las demandas de la ciudadanía. Se esperaba

Una hoja de ruta

que esta reforma entregara mayor representatividad a nuestro sistema político, ya que incor-

¿Qué tipo de pacto social puede ayudarnos a arti-

poraba nuevas fuerzas políticas en el Congreso.

cular nuestras diferencias políticas si aceptamos

Considerando el malestar tan difuso como pal-

que las llagas del Chile contemporáneo no pue-

pable que explotó en octubre pasado, nada indica

den atribuirse exclusivamente a la desigualdad

que haya sido así. En rigor, la desconexión entre

de ingresos? Como se ha dicho, de igual o mayor

política y sociedad parece más aguda que nunca.

66


Esta idea parece ser contraintuitiva: congresos

menos discutible e igualmente relacionado con

más grandes debiesen ser más representativos.

este ámbito dice relación con la necesidad de

Pero no debemos olvidar que el grado de repre-

restaurar la obligatoriedad del voto. Ello signi-

sentación del Congreso, más que relacionarse

ficará incorporar una mayor demanda por polí-

con el número de legisladores, está asociado a

ticas moderadas al sistema, lo cual incentivaría

la dispersión política de los parlamentarios y al

a los candidatos y parlamentarios a formular

modo en que estos reflejan las diversas posicio-

posiciones más convergentes unos con otros.

nes políticas de los votantes. Si bien el sistema

Pero nuestro sistema político no acaba en el

binominal fue capaz de crear dos fuerzas políti-

Congreso. Por lo mismo, es necesario explorar

cas estables, con el tiempo éstas se distanciaron

otros canales de representación. En este sen-

del centro político y se posicionaron al interior

tido, los gobernadores regionales pueden, po-

de sus respectivos nichos ideológicos. Las razo-

tencialmente, dotar de mayor representación

nes que explican este fenómeno son múltiples, y

territorial al sistema político. Para ello, es im-

no es este el espacio para abordarlas. Lo cierto es

portante vincular la gestión de los gobernadores

que las reformas al sistema electoral aspiraban a

regionales con el presupuesto del que disponen;

generar un multipartidismo

por ejemplo, permitiendo

moderado, pero la conse-

que los gobiernos regio-

cuencia práctica fue la de un multipartidismo polarizado.

El sistema político ha

En suma, el sistema políti-

mostrado ser incapaz de

co chileno tiene problemas

canalizar institucionalmente

serios de representación y legitimidad, lo que se traduce en problemas tanto o más serios de gobernabilidad. No hay recetas para re-

las preocupaciones del pueblo chileno. La pregunta, naturalmente, es cómo salir de este entuerto.

nales participen de alguna proporción de los ingresos provenientes del impuesto a la renta de primera categoría. Esto puede hacer más probable que los gobernadores impulsen políticas más amigables con el desarrollo de su región.

mediar esta situación, y varias reformas políticas pueden ser compatibles

Distribución de la riqueza: hacia una sociedad

con dicho objetivo. Solo a modo de ejemplo, se

de propietarios

puede pensar en un sistema de distritos electorales uninominales con regla electoral mayori-

Chesterton solía decir que el problema del capi-

taria. Este sistema puede generar incentivos a

talismo no era que hubiera demasiado capital,

los diversos candidatos a intentar representar

sino muy pocos capitalistas. La observación de

posiciones cercanas a la mayoría. En línea con lo

Chesterton se vuelve especialmente relevante en

anterior, es plausible pensar en distritos más pe-

el contexto actual. Y es que la desigualdad, tanto

queños; los distritos electorales actuales cubren

de activos reales como de ingresos, es un fenó-

territorios muy grandes, lo cual muchas veces

meno que se ha acentuado a escala global. Las

difumina las legítimas demandas de cada loca-

razones que explican lo anterior son múltiples,

lidad y aleja a los parlamentarios de su electo-

pero una muy relevante dice relación con una

rado. La existencia de distritos pequeños puede

serie de avances tecnológicos en las cadenas de

incentivar que los parlamentarios representen

distribución, sumado a ciertos procesos de auto-

en el debate nacional las demandas territoriales

matización del trabajo, que han impactado ne-

de sus circunscripciones.

gativamente los ingresos de los sectores medios.

Estas dos medidas son ciertamente discutibles,

Al mismo tiempo, y en parte a causa de lo ante-

pero es el tipo de propuestas que debiéramos po-

rior, la desprofesionalización y precarización de

ner sobre la mesa, pues guardan relación con la

la fuerza laboral de baja y mediana calificación a

dimensión orgánica de un texto constitucional:

nivel global es preocupante.

la organización del poder político. Un aspecto

67


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

El modo tradicional de abordar la desigualdad económica es mediante políticas redistributivas;

retención de trabajadores calificados e incluso estabilidad macroeconómica.

las hoy denostadas políticas de focalización del gasto social, así como prestaciones garantizadas

Un mercado sano es un “bien público”

o no condicionales. En ambos casos la redistri-

bución de la riqueza ocurre ex post: como correc-

La sociedad, señalaba Benedicto XVI hace más

ción a las fuerzas del mercado. Sin menospreciar

de diez años, “no debe protegerse del mercado,

la relevancia de dichas medidas, es necesario

pensando que su desarrollo comporta ipso facto

pensar en formas alternativas de abordar el pro-

la muerte de las relaciones auténticamente hu-

blema. Una posibilidad digna de ser explorada

manas. Es verdad que el mercado puede orien-

consiste en aquellas formas de redistribución

tarse en sentido negativo, pero no por su propia

que estén inscritas en el proceso de creación de

naturaleza, sino por una cierta ideología que lo

riqueza mismo. En este sentido, merecen consi-

guía en este sentido”. Aunque no cabe aquí de-

deración todos aquellos mecanismos que permi-

sarrollar en qué consiste dicha ideología, basta

ten poner al alcance de la clase trabajadora una

constatar las evidentes situaciones en las que el

adecuada participación en los beneficios deriva-

mercado ha sido orientado en sentido negativo:

dos de la actividad económica. Moverse en esta

la colusión, la justificación política (y muchas ve-

dirección nos permite tomarnos en serio la idea

ces “técnica”) de altos grados de concentración

según la cual el valor generado por las empresas

del poder económico, las relaciones demasiado

es fruto de un esfuerzo con-

estrechas entre la política

junto de empleadores y tra-

y el mundo de los negocios,

bajadores. La concreción institucio-

El sistema político chileno

nal puede ser muy variada:

tiene problemas serios de

participación en las utilida-

representación y legitimidad,

des de la empresa, participación en la propiedad de la empresa mediante acciones (u opciones sobre acciones),

lo que se traduce en problemas tanto o más serios de gobernabilidad.

etc. Dichos mecanismos no

etc. Por más que algunos insistan en ello, el descontento que se manifestó a partir de octubre de 2019 dista mucho de implicar un rechazo al mercado en cuanto forma de organización social. Un mercado sano no es solo un mecanismo de competencia,

tienen nada de revolucionario si se considera la

sino que además tiene el potencial de fomentar la

legislación vigente sobre la obligatoriedad de

cooperación social y la diversidad institucional.

repartir utilidades en la modalidad de gratifi-

En tiempos de agitación social es fácil olvidar

caciones. Dicha normativa tiene una serie de fa-

que el mercado es una institución fundamental

lencias que no cabe detallar acá. Lo cierto es que

en una sociedad compleja y que la historia del

podríamos avanzar bastante en crear los incen-

pensamiento político confirma que este ha en-

tivos necesarios para fomentar la participación

contrado diversas justificaciones normativas. No

de los trabajadores en los beneficios de la em-

debemos olvidar que el llamado “neoliberalismo”

presa. Y aunque el problema de la distribución

es, justamente, una doctrina política; esto es, un

de utilidades se enmarca principalmente en la

determinado modo de comprender el papel po-

esfera de la justicia social, no debemos olvidar

lítico y social del mercado. Urge, por lo mismo,

que hay razones estrictamente económicas para

promover una visión no individualista del mer-

considerar los mecanismos antes mencionados.

cado, sumado al reconocimiento de la gran capa-

En efecto, la evidencia sugiere que, en la medi-

cidad de transformación social del mismo.

da en que estos esquemas de participación estén

Ahora bien, esta tarea es titánica. Un mer-

debidamente diseñados, pueden generar una se-

cado sano se parece mucho a lo que los econo-

rie de beneficios en términos de productividad,

mistas llaman “bienes públicos”: bienes cuya

68


disponibilidad para otros no disminuye con

sin contribuir a su mantenimiento, perjudi-

el consumo de una persona y que, además, su

cando de paso a un sinnúmero de empresarios

misma naturaleza hace altísimamente costoso

que operan dentro de las normas socialmente

excluir a quienes se benefician de ellos sin con-

aceptadas. Quien así actúa no hace otra cosa que

tribuir a su financiamiento. A estos últimos se

irse “a la cochiguagua”.

los conoce como free-riders. En buen chileno, se

Necesitamos, por tanto, de un marco institu-

trata del que se va “a la cochiguagua”. Un ejem-

cional que asegure dos bienes fundamentales: i)

plo clásico de bien público es la defensa nacional:

sanciones creíbles y disuasivas para todo tipo de

esta última protege a todos los miembros de una

prácticas contrarias a la competencia, y ii) diver-

comunidad política ante amenazas externas, sin

sidad institucional en el orden económico. No es

importar quiénes contribuyeron efectivamente

necesario ahondar demasiado para comprender

a su financiamiento. Obviamente muchos esta-

lo primero. Clama al cielo la desproporción que

rán dispuestos a pagar por la protección ofrecida

ha existido entre las injusticias cometidas por

por un sistema de defensa nacional. El proble-

evasiones tributarias millonarias o gigantescos

ma surge cuando algunos piensan que es posi-

casos de corrupción con las sanciones que han

ble aprovecharse del hecho de que otros pueden

recibido los culpables. No solo ha sido injusto,

financiarlo. Si todos razonan de este modo, nadie

sino que ha normalizado un comportamiento

contribuirá su financiamiento.

deplorable. Como apuntaba el viejo Aristóteles,

La élite empresarial parece no ser plenamente

la ley tiene un efecto pedagógico. Así, si las san-

consciente de que el orden institucional que sus-

ciones para quienes atentan contra la justicia en

tenta al mercado es un “bien público”. En efec-

materia económica son significativamente me-

to, un mercado sano requiere de altos grados de

nores que en otras áreas de la vida social, en-

confianza social. Lo anterior abarca tanto la con-

tonces nuestras leyes enseñan, a nosotros y a las

fianza interpersonal como aquella depositada

futuras generaciones, que dichos delitos son “de

en nuestras instituciones políticas y sociales.

poca monta”. Y no lo son.

Dicha confianza se erosiona profundamente

Al mismo tiempo, nuestra legislación en ma-

cuando los principales actores del mercado —los

teria de competencia debe ser revisada de cara

empresarios— se comportan como free-riders.

a los desafíos que plantea la industria tecnoló-

En simple, cuando la clase empresarial infrin-

gica. Los supuestos conceptuales de la legis-

ge las reglas del mercado (evadiendo impues-

lación actual no están a la altura de las nuevas

tos, coludiéndose, capturando a los regulado-

formas de concentración económica, de alta

res, etc.) se beneficia de un orden institucional

repercusión política, que emergen con fuerza

69


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . E NSAYO

en Chile. Además, resulta indispensable promo-

El bajo nivel de las pensiones es evidente y no

ver formas alternativas de organización econó-

requiere de mayor análisis. Pero el problema de

mica. Una economía de mercado saludable está

legitimidad es igualmente importante: no abor-

compuesta por un amplio abanico de formas

darlo puede poner en riesgo todos aquellos as-

organizacionales: empresas familiares, coope-

pectos positivos del sistema actual, como los in-

rativas, sociedades anónimas, empresas B, etc.

centivos al trabajo formal y al ahorro.

Dicha diversidad no solo tiene efectos sociales

Ahora bien, una cosa es defender la capitaliza-

relevantes en términos de confianza y recipro-

ción individual y otra muy distinta es defender

cidad, sino que puede incluso jugar un papel en

íntegramente la lógica que domina al actual sis-

términos de la legitimidad social del mercado

tema de AFPs. La discusión pública en torno a la

como institución.

provisión de estos bienes tiende a concentrarse en tres alternativas: un régimen de reparto, uno

“Mutualizar” la seguridad social

basado en mecanismos de mercado y regulado estatalmente (la denostada capitalización indi-

Parece evidente que nuestro sistema de seguri-

vidual), o una combinación de ambos (nuestro

dad social requiere de cambios profundos. Tóme-

sistema actual). Cabe preguntarse, sin embargo,

se como ejemplo nuestro sistema de pensiones.

cómo se vería esta discusión si consideráramos

En esta materia enfrentamos dos grandes desa-

más alternativas institucionales. Para esto, cla-

fíos: la legitimidad del sistema y el nivel de las

ramente, se requiere acudir a la creatividad y a la

pensiones. Ambos problemas son apremiantes.

experiencia histórica. Un caso interesante puede

70


ilustrar este punto: la provisión de seguros de

modo más eficiente. En segundo lugar, las

salud por mecanismos “mutualistas”. La mu-

organizaciones mutuales pueden ser concebidas

tualización de la seguridad social puede ser vista

para actuar bajo un régimen de “coproducción”

como expresión y reconocimiento de nuestra de-

de bienes públicos, en el cual los ciudadanos no

pendencia recíproca. Además, puede fomentar,

se reducen a agentes pasivos que reciben un bien

en la práctica, el fortalecimiento del tejido social.

del Estado, sino que participan activamente del

En efecto, la historia de las sociedades mutuales

diseño y manejo de los bienes en cuestión. Esto

confirma una profunda intuición tocquevilliana:

no es solo atractivo desde el punto de vista nor-

una sociedad que respeta cabalmente el principio

mativo, sino que trae consigo una serie de impli-

de subsidiariedad no solo fomenta la participa-

cancias en términos de coordinación y eficiencia

ción libre y responsable de los ciudadanos, sino

económica.

que además favorece contextos institucionales

Hay muchas otras áreas de la vida social que

donde la solidaridad puede emerger de manera

requieren de un análisis profundo. No se puede

sustentable. Después de todo, dichos contextos

dejar de mencionar nuestro sistema educacional,

institucionales se adaptan más fácilmente a cir-

y en particular la necesidad de fortalecer un área

cunstancias económicas y políticas cambiantes.

que nunca ha sido prioritaria en la discusión pú-

Como bien observó Tocqueville, una sociedad

blica nacional: la educación técnico-profesional.

subsidiaria es caótica e ineficiente solo en apa-

La obsesión contemporánea por obtener un títu-

riencia, ya que por lo general es capaz de alcan-

lo universitario nos hace olvidar que gran parte

zar grados de coordinación y orden admirables.

de los desafíos que plantea el capitalismo con-

Además, las organizaciones mutuales son in-

temporáneo tienen que ver con la precarización

teresantes desde el punto de vista estrictamente

y proletarización de los sectores medianamen-

económico. En primer lugar, la estructura orga-

te calificados. Razones de espacio me impiden

nizacional de este tipo de instituciones permite

ahondar en esta y otras cuestiones.

hacerle frente a una serie de problemas inheren-

Es innegable que el Chile pospandemia en-

tes a cualquier mercado de seguros. Estos mer-

frentará desafíos colosales, quizás análogos a

cados son delicados por problemas asociados

la posguerra europea. En ese contexto, nuestra

a asimetrías de poder e información. Las orga-

capacidad para imaginar alternativas institucio-

nizaciones mutuales no resuelven por comple-

nales viables exigirá una difícil combinación de

to estos problemas, pero, comparativamente,

coraje político y destreza técnica.

parecen ser capaces de lidiar con ellos de un

Matías Petersen es Doctor en Economía Política del King’s College de Londres. Actualmente es investigador del Centro Signos de la Universidad de los Andes y director de su Magíster en Estudios Políticos, e investigador senior de IdeaPaís.

71


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

Identidad local y cultura popular PEDRO MORANDÉ COURT

72


Publicado por primera vez en 1990, en el marco de un seminario organizado por la Secretaría General de Gobierno bajo la presidencia de Patricio Aylwin, el texto de Pedro Morandé que aquí presentamos anticipa varios de los problemas que se manifestaron en octubre del 2019. Según explica el sociólogo, las preguntas del 68 francés interpelaron aspectos centrales de la cultura occidental, y hasta ahora no han recibido una respuesta completamente satisfactoria. El aparente fracaso del movimiento parisino y sus utopías fueron seguidos por una mentalidad pragmática y desarrollista, y ambos paradigmas guardan entre sí una relación más estrecha de lo que suele asumirse. Las palabras de Morandé sorprenden por su actualidad: “en América Latina, cada vez que se produce una gran crisis social y política, lo primero que se piensa que puede arreglarla es una reforma de la constitución o de las disposiciones legales, porque se tiene la convicción de que el arma eficaz del Estado es el texto y de que modificando el texto se va a modificar también la situación social”. En este contexto, las páginas que siguen sugieren que, sin atender debidamente a la identidad local y a la tradición histórica, cualquier modelo de desarrollo tendrá serias dificultades para echar raíces profundas en nuestro país.

73


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S C ATE

Q

uisiera comenzar situando el tema de la iden-

aspiración de crear las condiciones sociales para

tidad cultural en el contexto histórico actual, de

que surgiere un “hombre nuevo”. Se trataba evi-

modo que pueda apreciarse en profundidad qué

dentemente de una demanda cultural frente a la

es lo que está en juego detrás de la preocupación

sociedad. ¿Y qué quedó de todo eso? Me atrevo a

que existe sobre este tema. Para las personas de

afirmar que prácticamente desde el fracaso de

mi generación es imprescindible remitir toda

la revolución en París, nunca más se ha vuelto a

pregunta existencial acerca de la cultura a los

hablar en política ni del hombre nuevo ni tampo-

sucesos de la segunda mitad de los años sesen-

co de una revolución. Así podría resumirse la ac-

ta, y más específicamente al año 68, puesto que

tual situación diciendo que asistimos al ocaso del

este es el momento a partir del cual comenzó a

mito de la revolución y a su sustitución por una

abandonarse el tema de la identidad cultural. El

mentalidad pragmática, antiutópica y anticul-

68, me parece a mí, fue la última ocasión en que

tural, que se intenta legitimar ante la población

se planteó masivamente a la vida política y so-

como una propuesta de modernización.

cial, de nuestro país y de América Latina, una de-

Sin embargo, en la historia de los pueblos nada

manda realmente cultural. Desde esa fecha hasta

ocurre en vano y, de modo análogo a los doloro-

ahora han proliferado más bien las orientaciones

sos episodios de descubrimiento de cadáveres en

pragmáticas en torno a la concertación de inte-

las fosas de Pisagua y de otros lugares, también

reses, pero la vida política e intelectual no se ha

en el plano cultural lo que no se entierra adecua-

planteado propiamente preguntas culturales.

damente, tarde o temprano vuelve a aparecer en

La frase que escribieron los estudiantes del 68

la superficie. Los psicólogos lo llaman “el retor-

en los muros de París decía, como se recordará:

no de los reprimidos”. Cualquiera sea el nombre

“Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Era la

que se le dé, pienso que los problemas culturales

época en que estaba en plena vigencia en Amé-

no resueltos del año 68 y siguientes van a co-

rica Latina la idea de la revolución: la revolución

menzar a manifestarse de distinta manera. Este

en libertad, por una parte, la revolución cubana

es el contexto en que surge la pregunta por la

por la otra. La figura del Che Guevara impactaba

identidad cultural y su vinculación a las diversas

a la juventud y comenzaban también dentro de

propuestas de desarrollo que se llevan a cabo en

la Iglesia latinoamericana los movimientos a fa-

América Latina.

vor de la revolución. La idea misma de revolución

Es decir, el tema de la identidad cultural no es

llevaba consigo, de modo implícito, la referen-

una suerte de reminiscencia romántica de otras

cia a un horizonte de “imposibilidad” que, bajo

épocas, o el recuerdo de los pensadores notables

diversas nomenclaturas y conceptos, desembo-

que hablaron sobre este tema en América Lati-

caba finalmente en la propuesta de formar un

na, desde Rodó en adelante hasta Octavio Paz,

“hombre nuevo”. Desde el Che Guevara hasta la

para nombrar a uno de los vivos. Es una pregun-

Iglesia, pasando por partidos políticos de variado

ta urgente a resolver hoy porque, de no hacerlo,

signo, todos legitimaban sus movimientos por la

no lograremos cerrar el ciclo que hizo explosión

74


durante los años sesenta y que formuló toda-

mucho tiempo a ese tipo de definiciones. Tal vez

vía, como criterio de realidad, una aspiración a

pueda decirse que toda la filosofía de la Ilustra-

lo “imposible”. Si el desarrollo quiere ser una

ción quiso definir la identidad a partir de una di-

propuesta realista tiene que encontrarse en-

ferenciación por oposición. Como, por ejemplo,

tonces con este criterio de realidad que surja de

baste recordar el argumento de la Fenomenología

la pregunta cultural. De lo contrario, no logrará

del espíritu de Hegel, en donde la búsqueda del

ubicarse al interior de la historia social y políti-

reconocimiento de sí mismo es inseparable de

ca de nuestros pueblos. También se puede hablar

la lucha por el dominio del otro, por vencerlo,

de desarrollo simplemente como de una receta

por someterlo, e incluso más, por la capacidad

impuesta desde afuera. Algunos lo han intenta-

de vengarse del otro. Es decir, el triunfo propio

do hacer de esa manera, definiendo fundamen-

y la derrota del enemigo es lo que conduciría fi-

talmente el desarrollo a partir del mejoramiento

nalmente a la identidad. Todos los esquemas que

constante de ciertos indicadores de moderniza-

hablan de la “otredad” como elemento exclusivo

ción. Pero tarde o temprano, lo que se haga en

de la definición de la identidad terminan tarde o

ese plano terminará siendo solamente consumo

temprano, cualquiera sean las mediaciones que

coyuntural y suntuario si no logra entroncar con

quieran utilizarse, en la dialéctica del “amigo y

las preguntas culturales que deben ser resueltas.

enemigo” y en la proposición de destruir al ene-

Mi diagnóstico es que están aún pendientes las

migo como condición para darse a sí mismo la

respuestas a las preguntas culturales del año 68,

identidad del vencedor o triunfador.

y en tanto no se les respon-

Este mismo esquema se

da, volverán una y otra vez

repite respecto del éxito

bajo la forma de crisis gene-

económico en un esquema

racionales o bajo la forma de

Han intentado definir la

una erosión de la legitimidad

identidad por la diferencia

cia: se trata de la identidad

de las políticas económicas y

de los opuestos en una lógica

del triunfador que gana para

sociales que se vayan implementando. En este sentido, creo que es un deber de todo

de lucha, de combate, en una dialéctica de amigo y enemigo.

intelectual y naturalmente,

que favorece la competen-

sí los mercados desplazando a sus competidores, que destruye a las empresas que quieren tener un lugar des-

de todo político intentar resolver las preguntas

tacado, porque es una exigencia de la propia so-

que quedaron pendientes o sin contestación. Tal

brevivencia e identidad. Al final, la consideración

como se habla de la búsqueda de la verdad y de la

unilateral del éxito como criterio de diferencia-

reconciliación en el plano de los derechos huma-

ción, sea en el plano económico o en el plano

nos, pienso que es absolutamente imprescindi-

bélico, lleva inexorablemente a una dialéctica

ble buscar también la verdad y la reconciliación

de amigos y enemigos. Esta es la lógica del pen-

en el plano de la cultura, de nuestras tradiciones

samiento de la Ilustración muy expresa y clara-

culturales. Mientras el país no logre esa verdad

mente graficada en las teorías de Hegel acerca del

y reconciliación con la cultura, las propuestas de

Estado. Es preciso reconocer que, a pesar de esta

desarrollo que se le ofrezcan tendrán probable-

dialéctica de destructividad, se puede plantear

mente una consistencia y estabilidad relativa-

también desde estas bases el tema de la recon-

mente débil.

ciliación. Sin embargo, solo se lo puede hacer de

¿Qué es y cómo se puede definir la identidad?

dos maneras: o, bien como una meta en sí misma

Creo que hay dos maneras que se nos ofrecen y

imposible, pero a la cual es posible aproximarse

que corresponden también a dos grandes ten-

mediante pasos pequeños, o bien como la gracia

dencias filosóficas. La primera es definir la iden-

que el vencedor ofrece al vencido, en donde la re-

tidad a partir de la diferencia, y así alguien des-

conciliación se transforma en el gesto generoso

cubre sus propias características por contraste

del vencedor respecto del caído.

con respecto de otros. Se ha recurrido durante

75


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S C ATE

Creo que nuestras políticas de desarrollo, des-

y en la pertenencia, en cambio, resulta evidente

de la misma formación de los estados naciona-

que la recuperación del patrimonio y de la tradi-

les en adelante, han tenido muy fuertemente

ción cultural no es solo una cuestión romántica

esta impronta. Es decir, han intentado definir la

relativa a los buenos o malos recuerdos, sino que

identidad por la diferencia de los opuestos en una

una definición del lugar y del vínculo de perte-

lógica de lucha, de combate, en una dialéctica de

nencia que funda la identidad de los sujetos de

amigo y enemigo: oposición entre lo tradicional

hoy. A nivel de un pueblo, por lo tanto, la identi-

y lo moderno, entre lo rural y lo urbano, entre el

dad cultural es la conciencia adecuada a la propia

progresismo y el tradicionalismo, entre lo sagra-

realidad que lo constituye en el presente a partir

do y lo secular, entre lo autóctono y lo extranje-

de la historia que lo vincula indisolublemente a

ro, para solo mencionar algunas de sus formas.

la experiencia de las generaciones anteriores.

Existe, sin embargo, una segunda tradición

Siguiendo esta línea de razonamiento por mu-

filosófica para definir la identidad, que es más

chos años, he llegado personalmente a algunas

antigua que la Ilustración y que, personalmente,

conclusiones acerca del tema de la identidad cul-

es la que más satisface. En ella, la identidad se

tural de América Latina que quisiera transmitir-

define como identidad de pertenencia o de par-

les. El primer punto, y tal vez el más decisivo, es

ticipación. Es decir, alguien es capaz de encon-

que, influidos por la visión nacida de la Ilustra-

trar su propio lugar, su propio nombre, su propia

ción y del concepto de identidad por oposición, se

figura, no tanto porque se opone a otro en una

ha generalizado un concepto de historia nacional

lógica en que el propio rostro se observa por la

y de cultura nacional vinculado indisolublemente

negación del otro, sino porque se descubren los

a los estados nacionales. Así, se ha hablado de la

vínculos reales que atan el destino de las perso-

chilenidad, de la argentinidad, de la peruanidad,

nas que se encuentran. La pregunta en este caso

etc.; es decir, de los atributos culturales de nues-

es: ¿a qué pertenezco, de qué participo? Esta idea

tros pueblos, como si coincidieran con el perío-

está enraizada profundamente en la historia de

do de vigencia del Estado o fueran el fruto de su

las lenguas. Como se sabe, los nombres y ape-

acción en la vida social. Para el período histórico

llidos de cada uno de nosotros respondían ori-

anterior a la formación del Estado nacional tene-

ginariamente a la pregunta: a quién pertenezco

mos, de hecho, un vago concepto, comparable al

(cuando se determinaban por linaje) o a dónde

concepto de la prehistoria. La visión generaliza-

pertenezco (cuando se determinaban por lugar

da es que la historia comienza propiamente con

de residencia) o de qué participo (cuando se de-

la formación del Estado nacional, Nuestros Pa-

terminaban por el oficio o profesión). Tan fuerte

dres de la Patria son los fundadores del Estado,

podía considerarse el vínculo de pertenencia que

y nada se dice, en cambio, de la formación de la

llegaba a constituir el nombre de las personas.

Patria en un sentido cultural. Incluso, para hacer

Creo que es la pregunta por la pertenencia la

todavía más significativo este concepto de his-

que nos enfrenta a la búsqueda de la identidad

toria, nuestro himno nacional dice —felizmente

histórica, a la valorización de la tradición cultural

en una estrofa que no cantamos—, que “de tres

de un pueblo. El concepto de identidad por opo-

siglos lavamos la afrenta”, refiriéndose de este

sición no necesita intrínsecamente de la historia.

modo a la historia del pueblo chileno anterior a

Basta que alguien tenga la capacidad para definir

la formación del Estado nación.

y encontrar a su enemigo hoy y en cada circuns-

Descubrir las limitaciones de un concepto de

tancia que enfrente. No necesita para ello recu-

historia como el mencionado y, al mismo tiem-

perar la memoria de toda la tradición cultural

po, la existencia de una historia popular anterior

que ha constituido a una sociedad. Como fue, en

al surgimiento del Estado nacional no solo es un

su momento, la visión de la Ilustración, también

hecho histórico importante, sino que constitu-

hoy la mirada que ofrece una identidad consti-

ye un criterio fundamental de interpretación de

tuida por oposición es eminentemente antihis-

la realidad, puesto que permite cuestionar esta

tórica. Si ponemos la atención en la participación

pretendida identificación entre Estado y cultura.

76


“Pienso que los problemas culturales no resueltos del año 68 y siguientes van a comenzar a manifestarse de distinta manera”, decía en 1990 Morandé.

Para algunos, el problema de la cultura es un

fronteras para poder definir la identidad de sus

problema del Estado, del aparato público, y con

connacionales en oposición a la de los otros es-

ello se cae peligrosamente en esta simplificación

tados. Es un hecho que durante los dos últimos

de la tradición histórica que termina por consi-

siglos Chile ha tenido conflictos de frontera con

derar al Estado como el único protagonista de la

Bolivia, con Perú y con Argentina; Perú los ha

historia de los pueblos de América Latina.

tenido con Ecuador; Venezuela con Colombia;

Como latinoamericanista, pienso también que

Venezuela con Guyana; Bolivia con Paraguay, y

esta supuesta configuración de la identidad na-

Brasil prácticamente con todos. ¿Hasta qué pun-

cional a partir de la oposición entre los Estados

to detrás de estas guerras de fronteras no hubo

ha conducido en ocasiones a la población a una

una malformación del concepto de identidad,

inmensa miopía frente a nuestros vecinos que,

fundado en la oposición, que se sobrepuso a los

en lugar de descubrir en la relación con ellos un

evidentes conflictos de intereses que siempre

vínculo cultural común, se desata por el contra-

surgen entre los vecinos? Quienes piensan que

rio un inexplicable nivel de agresividad. A pro-

se necesita un estado enemigo para poder defi-

pósito del campeonato mundial de fútbol, por

nir la propia existencia podrán sacar provecho

ejemplo, se volvió a percibir lo que lamentable-

de comprobar que existe una historia anterior a

mente ocurrió años atrás, en circunstancias más

la del Estado nacional y que, por consecuencia,

dramáticas, con ocasión de la guerra de Las Mal-

nuestros pueblos son más antiguos que nuestros

vinas. Me refiero a un virulento sentimiento an-

Estados y tienen una cultura más fuerte que la

ti-argentino de parte de nuestros compatriotas

del Estado, a pesar de que deben luchar para que

que realmente no se explican a qué pueda deber-

les sea reconocida.

se, sino a una distorsión total en el concepto de identidad cultural y de identidad nacional.

Si se quisiera, desde una perspectiva sociológica, hacer una evaluación del grado de dificultad

Algo menos virulento, tal vez, aparece este

que presenta la cultura nacional para conformar

sentimiento en relación con otros de nuestros

una identidad clara de proyección histórica, creo

vecinos pero, en el fondo, igual atestiguan el

que es inevitable buscar como punto de refe-

hecho más generalizado de que, desde la forma-

rencia para ello una teoría de la evolución de las

ción de nuestros estados nacionales en América

sociedades. Aunque no es esta la oportunidad de

Latina, todos ellos han necesitado guerras de

exponer en detalle una teoría de este tipo, quiero

77


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S C ATE

“Nuestros Padres de la Patria son los fundadores del Estado, y nada se dice, en cambio, de la formación de la Patria en un sentido cultural”, afirma el autor de este texto.

llamar la atención sobre un punto clave en el

Pues bien, con la formación del Estado nacio-

problema de la identidad de nuestros pueblos

nal, las élites dirigentes del país privilegiaron,

latinoamericanos, y que se refiere a una de las

por razones prácticas, la cultura escrita sobre la

macrotendencias de la evolución social. Me re-

tradición oral, relegando ésta al olvido o consi-

fiero a las dificultades experimentadas por lo

derándola como una sobrevivencia “bárbara”

que se ha dado en llamar el tránsito de la cultura

del pasado colonial que había que dejar atrás. Se

oral a la cultura escrita y a la cultura audiovisual.

trató, por una parte, de un fenómeno relativa-

Sabemos que la cultura audiovisual es relativa-

mente esperable, puesto que cuando los líderes

mente nueva y recién comienza en América La-

de un pueblo creen llegado el momento de for-

tina a adaptarse a sus perfiles. La cultura escrita,

mar un Estado, tienen por fuerza que hacer una

aunque se introdujo con la llegada de los espa-

constitución, códigos, leyes, reglamentos, etc.,

ñoles a suelo americano, permaneció hasta el

es decir, todo lo necesario para organizar un sis-

siglo pasado confinada a un grupo relativamen-

tema de procedimientos objetivos y comunes a

te pequeño de la población. La cultura oral, en

toda la población. El Estado moderno es insepa-

cambio, es la que ha guardado la memoria de las

rable de la cultura del texto.

tradiciones populares desde muchísimo antes de

Sin embargo, la novedad latinoamericana, a

la presencia europea, pudiendo seguirse su ras-

diferencia de lo que ocurrió en Europa, fue que en

tro hasta unos 8.000 años, sin contar por cierto

lugar de que la cultura escrita integrara a la tra-

la prehistoria, que es todavía más larga.

dición oral, en lugar de que recogiera la memoria

78


cultural de los tres siglos anteriores, la emergen-

el espacio de la política, el espacio del mercado y

cia del texto se puso contra la oralidad y contra

del intercambio económico, etc.

el pasado de tres siglos anteriores, que comen-

Todos estos espacios están definidos desde el

zaron a definirse en adelante como dominación

horizonte de una presencia. No hay cultura oral

colonial extranjera. Pienso que desde entonces y

sin un sujeto presente, que tiene su propia ma-

hasta el presente, vivimos esta tremenda fisura

nera y estilo de estar presente y que tiene un

entre la cultura dirigente y la cultura popular,

modo propio de aprender de sus coetáneos, de

puesto que no ha logrado aún sintetizarse de una

las personas que forman con él un pueblo. De ahí

manera armoniosa y persistente la tradición oral

que sean tan importantes los gestos del encuen-

y la tradición escrita.

tro que heredamos de nuestra cultura barroca de

Desde hace más de un siglo acostumbramos a

América Latina: el espacio sagrado, los rituales,

definir la educación, por ejemplo, como apren-

los bailes, las asociaciones en torno a estos ac-

der a leer y escribir. Incluso el lema tan conocido

tos de celebración. La fiesta, puede decirse, era la

de Pedro Aguirre Cerda de que “gobernar es edu-

culminación de la experiencia de estar presente

car”, se interpreta como enseñar a leer y escri-

en el espacio público. La presencia se definía con

bir, como ampliar la cobertura de la escolaridad

ocasión de la fiesta y por medio de la fiesta.

para que todos los niños vayan a la escuela. Y si se

La cultura escrita, en cambio, enfrenta al

analizan los contenidos de

hombre con un argumento,

los textos escolares se pue-

no con una presencia. Con un

de comprobar que casi todos ellos reflejan una posición

Desde entonces y hasta el

contraria a la tradición oral

presente, vivimos esta tremenda

y a favor del aprendizaje de argumentos propios de la cultura del texto. En el fondo, el conflicto

fisura entre la cultura dirigente y la cultura popular, puesto que no ha logrado aún sintetizarse

entre oralidad y escritu-

de una manera armoniosa y

ra es muy profundo. No es

persistente la tradición oral

solo una cuestión de instrumentos de transmisión

y la tradición escrita.

del saber, sino que desde

argumento que le dice lo que él puede hacer y lo que no debe hacer, representado, por ejemplo, por una ley, por una norma, por una máxima o por un consejo. La cultura escrita enfrenta al sujeto al texto, al libro donde puede cavilar, donde puede criticar su propia experiencia. Desde luego que, en relación a la tradición oral, la cultu-

la escritura y desde la oralidad se establece una

ra escrita permite un salto inmenso, puesto que

hipótesis enteramente distinta de ser sujeto. Se

generaliza la experiencia particular de cada cual

trata de un estilo de presencia en el mundo y de

liberándola de las limitaciones propias de las cir-

presencia en la historia completamente distinto.

cunstancias en que ella se da. Por ello, permite

La oralidad requiere necesariamente de alguien

también la crítica al confrontar la particularidad

presente para poder desarrollarse. Nadie puede

de cada experiencia con la generalidad de un ar-

vivir en una cultura oral estando solo. Necesita

gumento. Pero lo dramático, en mi opinión, es

de alguien, necesita escuchar y hablar. La expe-

que exista una cultura escrita que luche contra la

riencia originaria del diálogo requiere del gesto y

oralidad y que olvide la oralidad en lugar de asu-

de los espacios de encuentro en donde sea posi-

mirla.

ble descubrir la presencia de otros. Este espacio

En nuestra literatura existe un testimonio

de encuentro, del nombrar y ser nombrado, es lo

maravilloso acerca de la relación entre oralidad

que constituye propiamente el núcleo de la cul-

y escritura, y de sus posibilidades de diálogo y

tura oral. Desde ahí se va extendiendo a todos los

de síntesis: la novela de Cervantes. El Quijote y

restantes ámbitos de la convivencia: la familia, el

Sancho representan a la escritura y a la orali-

espacio público y el privado, el espacio religioso,

dad. El Quijote es aquel que ve el mundo solo a

79


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S C ATE

través de los libros, y es por eso que su criterio de interpretación de la realidad es la institución de la caballería que él ha aprendido por medio de los libros. Sancho Panza representa el mundo de la oralidad, de la experiencia cotidiana que se transmite de generación en generación, del sentido común. Cervantes se las ingenia para mostrar las dificultades propias del encuentro entre estos dos mundos. Ciertamente, no es nada fácil. Pero, personalmente, me impresiona por sobre todo el final. Un Quijote separado de Sancho, una cultura del texto separada de la tradición oral, termina en la muerte del texto, en la muerte del Quijote. Este mismo es el drama cultural de nuestros países hoy. La cultura del texto, representada fundamentalmente por los políticos, por la ideología, no logra comprender adecuadamente la tradición de la oralidad, de la experiencia vital de los sujetos. Y entonces, impone argumentos donde debería nacer una experiencia, incluso, destruye a veces los espacios del encuentro a nombre de la secularización, de la modernización o del progreso, inhibiendo la posibilidad de que se recree la presencia del sujeto y de su oralidad. Creo que el problema más urgente que tienen los países de América Latina para lograr el desarrollo, mucho más grave que el fomento de las exportaciones, o que el tipo de aranceles, mucho más grave también que el tema de la adaptación tecnológica, es lograr una relación armoniosa y fructífera entre la cultura de la oralidad y la escritura. Ello es lo que permitiría reconocer la presencia de un sujeto popular distinto al Estado, que no es conformado por este, sino que es heredero de un patrimonio cultural mucho más antiguo que el Estado nacional. Darle cabida a este sujeto en la historia, lograr que pueda expresarse este sujeto, que pueda reunirse y mostrar el sentido de su presencia en los espacios públicos, es la más grande tarea que tienen nuestros países por delante. En resumen, el análisis de la relación entre identidad y desarrollo lleva a concluir de que es necesario fortalecer en nuestros pueblos una identidad definida por pertenencia más que por oposición, por participación más que por diferenciación. Esta es la única posibilidad de

80

recuperar la memoria de la tradición oral. Desde la dialéctica del amigo y del enemigo no se podrá llegar jamás al sustrato cultural de la oralidad. Solo se volverá a reproducir, una vez más, el despotismo de la cultura del texto sobre la tradición oral. Sobre esta base se puede introducir otro de los conceptos importantes del problema que analizamos: el concepto de calidad de vida. ¿Qué significa calidad de vida? ¿Es posible definirla de una manera homogénea para la población, como una suerte de promedio, o es necesario tener presente las diferencias culturales que se han mencionado? Definir la calidad de vida como un argumento es, en mi opinión, algo propio de la tradición del texto, de los intelectuales, de los ideólogos. Sin embargo, también puede definirse desde el horizonte de la oralidad, de la experiencia del encuentro y de la pertenencia. Tomemos, por ejemplo, el tema de la pobreza. Se habla mucho de la extrema pobreza y de la necesidad de combatirla. Se afinan los indicadores correspondientes, se invierten grandes recursos, y hay numerosos equipos humanos ocupados en torno a este problema. El punto de partida es, sin embargo, de que los pobres constituyen un problema


que hay que resolver. ¿Qué sucede, en cambio, si

El de la pobreza es solo un ejemplo. Podrían

en lugar de partir del argumento de la pobreza

mencionarse muchos otros en que, precisamente,

se parte de la experiencia que se nos transmite

la lógica del argumento, la lógica de la cifra y

por la tradición oral? Si en lugar de considerar al

del algoritmo va contra el reconocimiento de

pobre como argumento lo consideramos como

la presencia real de los sujetos históricos y de

sujeto, tendríamos que concluir algo aparente-

la posibilidad de desarrollar al país a partir del

mente sorprendente: los pobres no representan

estilo particular de esa presencia. Así, recupe-

un problema para sí mismos, al menos no de una

rar la oralidad armonizándola con la cultura del

manera estructural y permanente. Son problema

libro parece ser uno de los grandes temas desde

para el Estado o para los aparatos públicos, pero

el punto de vista de la identidad cultural de los

no son problema para sí mismos. En la visión

pueblos latinoamericanos. Estoy consciente de

sobre sí mismos son seres humanos que tienen

que estas palabras pueden sonar como excesi-

dignidad, tradiciones culturales que cuidar, va-

vamente técnicas. Pero, de verdad, no se trata de

lores que transmitir. Pueden encontrarse en una

ningún preciosismo técnico, sino de valorizar el

situación económica o social extremadamente

estilo y el carácter particular de la presencia de

difícil, pero ella no puede ocultar de que aún en

las tradiciones orales, abriéndonos los ojos al

la peor dificultad siguen siendo portadores de

descubrimiento de las culturas regionales.

una experiencia humana de encuentro y de so-

Las tradiciones culturales más antiguas de

lidaridad en los valores que

América Latina pertenecen a

constituyen esa experiencia.

la oralidad. La incorporación

En otras palabras, siguen siendo sujetos de cultura.

Pero si se parte de la pobreza

socialmente significativa de la escritura está representa-

Pero si se parte de la pobreza

solo como argumento, si se

da fundamentalmente por el

solo como argumento, si se

define al pobre solo como un

Estado nacional, por su afán

define al pobre solo como un

“carenciado”, entonces se

de legislar adecuadamente.

“carenciado”, entonces se concluye en una definición culturalmente vacía acerca de la calidad de vida, puesto

concluye en una definición culturalmente vacía acerca de la calidad de vida.

que la vida es presencia y no

Y se puede decir que hasta la actualidad persiste una tensión entre el Estado legislador y la sociedad cuyas costumbres remiten a las

ausencia. Una persona definida como carencia no

tradiciones orales. El Estado sobrevaloriza sus

es nadie, es simplemente un número, una esta-

propias potencialidades de intervenir y de so-

dística.

lucionar los problemas sociales porque cree que

En estos días se ha vuelto a reeditar la polé-

la legislación positiva todo lo puede arreglar. Es

mica en torno al número de pobres que existe en

interesante comprobar cómo en América Latina,

el país. Es una pregunta que tiene sentido para

cada vez que se produce una gran crisis social y

las autoridades, pero ciertamente no la tiene

política, lo primero que se piensa puede arre-

para los pobres. Se trata de una discusión entre

glarla es una reforma de la constitución o de las

las agencias encargadas de la clasificación, dife-

disposiciones legales, porque se tiene la convic-

renciación y asignación de recursos destinados a

ción de que el arma eficaz del Estado es el texto

paliar la pobreza, y no de una cuestión verdade-

y de que modificando el texto se va a modificar

ramente cultural, que afecte a los sujetos prota-

también la situación social.

gonistas. Nadie es un problema para sí mismo, a

Con todo, es claramente perceptible que Amé-

menos que sufra un trastorno psicológico. Pero

rica Latina atraviesa hoy por una situación en

no se puede catalogar a una inmensa cantidad de

que no hay posibilidad de manipular la realidad

personas, a una categoría de la población, como

a través del texto. Me refiero a la amenaza que

carenciados y problemáticos para sí mismo.

vive Colombia y los demás países implicados en

81


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S C ATE

el comercio y en el tráfico de la droga, como tam-

estilo y una forma de estar presente en los espa-

bién a la tragedia que vive el Perú por la acción de

cios públicos.

Sendero Luminoso. En ambos casos, no hay texto

¿Cuál es la lección que se puede sacar del des-

que valga. Se trata precisamente de una rebelión

moronamiento del mito de la revolución y, con

contra el texto y nadie podría en su sano juicio

él, del pensamiento ideológico? No tanto el he-

pensar que se va a resolver alguno de los pro-

cho de que se hubiesen puesto exigencias des-

blemas mencionados modificando la constitu-

mesuradas a la sociedad y ahora corresponde

ción política. En Colombia ya existe la intención

una actitud más pragmática; tampoco el descu-

de hacerlo, y han aprobado la formación de una

brimiento del contenido utópico de la rebelión

asamblea constituyente. Queda abierta la pre-

juvenil y del radicalismo que, por ley del péndulo

gunta si acaso no se trata de una sobrevaloración

genera ahora una ola de pensamiento antiutó-

del texto.

pico. El problema de las ideologías es que ellas

Algo análogo ocurre en relación a las cultu-

fracasan porque no logran recuperar y asumir las

ras regionales propiamente tales. Se cree que la

tradiciones orales, poniéndose en lucha contra

manera de integrar a la población al bienestar y

ellas. Es enormemente ilustrativo ver, a este res-

al desarrollo es integrándola al área de compe-

pecto, lo que ha acontecido en Europa oriental.

tencia jurisdiccional del aparato del Estado. Por

Los medios de comunicación y algunos ideólogos

mi parte, en cambio, pienso que descubriendo

han querido ver este fenómeno exclusivamente

la oralidad, no como un estadio previo o primi-

como el resultado de una política reformista de

tivo respecto del texto, sino

parte de un líder político. No

que como un modo propio

se dan cuenta que detrás de

de la presencia humana en la historia, se puede descu-

El Estado sobrevaloriza sus

brir también el valor de las

propias potencialidades de

tradiciones regionales, tanto

intervenir y de solucionar los

de las tradiciones indígenas

problemas sociales porque cree

propiamente tales —aimara, pascuense, mapuche, etc.—,

que la legislación positiva todo

como también la tradición

lo puede arreglar.

mestiza de nuestro país y

todo lo que ha sucedido hay una verdadera rebelión de la tradición oral, es decir de la presencia real de un sujeto cultural que tiene una identidad clara, definida por la participación y por la pertenencia a un ethos, a una memoria histórica compartida.

de América Latina. Nuestros pueblos no son una

Su rebelión ha sido precisamente contra el apa-

suerte de museo antropológico que reúne los re-

rato legal del estado soviético y de sus satélites,

tazos de culturas ya muertas o agonizantes, sino

que quisieron imponer la férrea lógica del texto

que viven desde hace cinco siglos una continua

sobre las tradiciones culturales. La conciencia

y permanente revalorización de las tradiciones

religiosa en esos países hizo brotar una identi-

antiguas mezclándolas con las experiencias nue-

dad de pertenencia, completamente desconocida

vas que han dado origen al mestizaje.

para los aparatos del Estado.

Recapitulando: el problema clave respecto al

Ciertamente nuestra situación no es la misma

tema de la identidad cultural es descubrir a qué

que la de Europa oriental. Pero guardando las

pertenece cada sujeto, y ciertamente no solo

proporciones, pienso que el conflicto entre orali-

pertenece al espacio jurisdiccional de la ley (por

dad y texto, entre presencia cultural del pueblo e

lo que no se puede definir la nacionalidad exclu-

ideología, tiene más o menos los mismos rasgos

sivamente como la pertenencia al territorio en

allá que en nuestro medio. En el fondo, el desafío

donde la ley tiene vigencia), sino que pertenece-

que tienen los gobernantes es descubrir que no

mos, antes que al texto, a una tradición oral llena

es el Estado el que genera la identidad, sino que

de símbolos, de gestos, de tradiciones narradas

son los propios sujetos históricos, los propios

de generación en generación, y que definen un

pueblos, las propias comunidades regionales las

82


que están llamadas a desarrollarse, potenciar-

la identidad y para el desarrollo, este no pue-

se y crecer. Al Estado le corresponde, a través

de ser definido por un conjunto de especialistas

de sus recursos y de sus agencias, ayudar a este

(biólogos, psiquiatras, psicólogos, sociólogos,

proceso, potenciarlo también en el futuro, des-

filósofos, etc.) que imponen un estándar al res-

centralizando efectivamente y reconociendo la

to de la población. Una definición ideal de esa

capacidad regional y la riqueza cultural que vive

naturaleza corre el riesgo de que la mayor parte

en sus múltiples tradiciones. Personalmente re-

de la población quede excluida de él, como suele

chazo, por ilógica e irracional, la idea de que el

ocurrir con los indicadores de pobreza. Más que

desarrollo supone olvidarse de la identidad pro-

un juego de definiciones tecnocráticas, el tema

pia sustituyéndola por un pragmatismo pura-

de la calidad de vida debe partir por el reconoci-

mente oportunista.

miento de la identidad de las personas, de su li-

Hoy en día se escucha muy a menudo la te-

bertad para estar presentes en el espacio público

sis de que la modernización significa olvidarse

a la manera y con los símbolos que constituyen

definitivamente del tema de la identidad, para

a cada sujeto, evitando la tentación de definirles

concentrar las energías en los mecanismos que

desde el poder el estilo de su presencia.

distribuyen eficientemente los recursos, sea a

Desde que se constituyeron los Estados na-

través del libre mercado, sea a través de la pla-

cionales, América Latina ha vivido casi ininte-

nificación indicativa del Estado. Sin embargo, la

rrumpidamente en una lógica cultural marcada

historia enseña que los conflictos culturales de-

por el despotismo ilustrado. Con mejores o peo-

ben ser resueltos. América Latina no constituye

res razones, cada grupo en el poder piensa que

a este respecto una excepción. De no lograrlo, se

las suyas son las mejores razones. Terminar con

correrá el riesgo, tal vez con un signo ideológi-

esta circulación de tecnócratas en los aparatos

co distinto, de un proceso parecido al de Europa

públicos es una de las condiciones necesarias

oriental. No es necesario que sea el comunismo

para reconocer la presencia de un sujeto cultu-

el que provoque esta reacción. Si lo fue en Euro-

ral autónomo, formado por la historia y no por la

pa, ello se debe en gran parte a razones históri-

tecnocracia. Más que el nivel de proteínas o que

cas y geopolíticas particulares. En términos más

el nivel de ingresos o que el nivel de la habita-

generales, el detonante puede ser más bien el

ción, el primer y más fuerte indicador de la ca-

abuso del texto y de quien lo encarna, el Estado,

lidad de vida es el reconocimiento de la libertad

contra una población que tiene su propia histo-

de las personas para definir por sí mismos, y no

ria, su propia memoria cultural y que vive de esa

desde el Estado, el estilo de su sabiduría, de su

memoria cultural.

tradición, de su presencia en la vida pública. Este

Finalmente, quería relacionar este análisis con el concepto de la calidad de vida. Pienso

es el verdadero desafío de la identidad cultural de nuestros pueblos y regiones.

que si tiene algún sentido este concepto para

Pedro Morandé es sociólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctor en sociología por la Universidad de Erlangen-Nürnberg (Alemania). Fue prorrector y profesor titular de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y decano de su Facultad de Ciencias Sociales. Algunos de sus ensayos más importantes son Ritual y palabra (reeditado por el IES en 2010), Cultura y modernización en América Latina (1984, reeditado en 2017 por el IES), Familia y sociedad (1999), entre muchos otros. Agradecemos al autor el habernos cedido los derechos para publicar este ensayo. 83


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

h o r a s en la Para este número reseñamos una serie de libros que ayudan a comprender nuestra actual encrucijada. Algunos son chilenos y otros extranjeros. Varios son clásicos, y la mayoría son previos a la crisis de octubre. Pero todos, sin excepción, le hablan al Chile de hoy. El contrapunto aborda un ensayo de Daniel Mansuy, publicado por la editorial del IES el año 2016, y ad portas de ser reeditado en conjunto con Editorial Tajamar, que anticipó varios de los problemas que hoy enfrentamos.

84


biblioteca Contrapunto de José Manuel Castro y Gloria de la Fuente sobre Nos fuimos quedando en silencio, de Daniel Mansuy Jorge Fábrega sobre En vez del optimismo, de Juan Pablo Luna Rodrigo Pérez de Arce sobre Octubre en Chile, de Hugo Herrera Santiago Ortúzar sobre Pensar el malestar, de Carlos Peña Diego González sobre Ensayo histórico, de Mario Góngora Felipe Sánchez sobre Chile Actual. Anatomía de un mito, de Tomás Moulian Francisca Echeverría sobre Desiguales, del PNUD Antonio Correa sobre Reflexiones sobre la revolución de 1848, de Alexis de Tocqueville Manfred Svensson sobre Democracy on Trial, de Jean Bethke Elsthtain Catalina Siles sobre La rebelión de las élites, de Christopher Lasch

85


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . C ONTRAPU NTO

Contrapunto La cientista política Gloria de la Fuente y el historiador José Manuel Castro reseñan Nos fuimos quedando en silencio. La agonía del Chile de la transición, del investigador senior del IES Daniel Mansuy. Publicado originalmente en 2016, y ad portas de reeditarse (en conjunto con la editorial Tajamar), el ensayo de Mansuy se adentra en los intersticios de la transición a la democracia y los gobiernos de la Concertación. Así, el autor explora por qué se produjo la ruptura de los consensos políticos que permitieron transitar los difíciles años noventa, así como los méritos y deficiencias de las propuestas alternativas que habían surgido hasta entonces.

Transición y crisis democrática: consenso y crítica JOSÉ MANUEL CASTRO

¿Qué elementos de la historia reciente permi-

además renunció a ofrecer las debidas explica-

ten explicar los procesos de cambio que Chile

ciones de tal decisión. Escondió el factor Pino-

experimenta en la actualidad? Este libro de Da-

chet debajo de la alfombra y pretendió vivir sobre

niel Mansuy ofrece una original y oportuna res-

este, haciendo como si no existiera. La derecha

puesta a esa pregunta, buscando comprender

aliancista, por su parte, valoró y defendió el nue-

nuestro presente mirando el pasado, ofreciendo

vo orden en virtud del crecimiento económico y

al mismo tiempo una valiosa reflexión de cara

la estabilidad que ofrecía, aunque sin brindar —o

al futuro.

siquiera esbozar— una respuesta a los desafíos

La propuesta de Mansuy podría sintetizarse de la siguiente manera: el proceso de transición a la

políticos y culturales que el establecimiento del libre mercado trajo consigo.

democracia produjo una inercia tal en los acto-

Como ha sostenido Mansuy tanto en el libro

res encargados de implementarla, que el sistema

como en medios de prensa y foros, la preponde-

político chileno posterior a 1990 ha sido incapaz

rancia del economicismo ha impedido que la de-

de procesar el cambio y resolver sus principales

recha cuente con las herramientas conceptuales

tensiones internas. Tanto izquierdas como dere-

suficientes para comprender las transformacio-

chas habrían guardado sus respectivos silencios:

nes que han ocurrido en la sociedad chilena. De

la izquierda concertacionista, en lugar de recha-

este modo, según el planteamiento de Nos fuimos

zar y transformar la herencia legada por el régi-

quedando en silencio, los treinta años del proce-

men militar, asumió y se adaptó a este esquema

so político 1990-2020 habrían quedado deter-

no solo sin cuestionamientos de fondo, sino que

minados por las condiciones políticas en que se

86


desarrolló la transición 1980-1990, tiempo en el

chilena, por cuanto fue el escenario que posibi-

que el régimen militar definió, en acuerdo con la

litó el encuentro de posiciones políticas anta-

centroizquierda, las características fundamen-

gónicas. En ese contexto, el papel jugado por la

tales de la nueva democracia. Desde el movi-

renovación socialista fue fundamental: alejados

miento estudiantil de 2011, y sobre todo tras el

del proyecto político de Allende —aunque rei-

“estallido social” de 2019, Chile estaría experi-

vindicarían su figura en el plano simbólico—,

mentando el ocaso de esa democracia.

los socialistas chilenos, especialmente aquellos

Aun cuando se trata de una interpretación

en el exilio, abrazaron la democracia represen-

apropiada y sumamente útil para comprender

tativa, la economía libre y la propiedad privada

los últimos cuarenta años de desarrollo político

como parte de sus principios. Se trata de uno de

de Chile, el propio Mansuy es consciente de las

los giros ideológicos más espectaculares de la

limitaciones de esta obra, que ha sido concebi-

historia política chilena de quienes, apenas diez

da por él mismo como un “ensayo cartográfico”.

años antes, aspiraban a construir el socialismo a

Por esto, cualquier intento de dibujar un mapa

través de un proyecto revolucionario que se defi-

político explicativo de la realidad, debe ser capaz

nía marxista-leninista.

de incorporar la variedad y complejidad de los elementos que hacen históricamente inteligibles

Jaime Guzmán, subsidiariedad y liberalismo

los procesos políticos del pasado. En este senti-

económico

do, la interpretación de Mansuy merece algunas revisiones y precisiones.

Por otra parte, las ideas políticas de Jaime Guzmán merecen ser examinadas históricamente,

Guerra Fría y transición ideológica

considerando la variedad de fuentes disponibles. Aunque, para Mansuy, Guzmán habría reali-

Aunque el colapso de la Unión Soviética sorpren-

zado “una interpretación sumamente singular

dió al mundo, la década de los ochenta mostró en

del principio de subsidiariedad”, inclinándose a

Chile y en el extranjero indicios de la prevalencia

“identificar la subsidiariedad con el programa

del orden político y económico liberal, así como

económico del liberalismo, sin hacerse mayores

de un marxismo en recesión. Países que habían

problemas ni insistir demasiado en los menta-

experimentado modelos socialistas en el pasado

dos matices” (39-40), una mirada atenta a la

eran testigos del avance del liberalismo; lo mis-

documentación disponible nos conduce a con-

mo sucedía con actores políticos que, habiendo

clusiones distintas. En efecto, durante el debate

adherido al marxismo en el pasado, para enton-

educacional al interior de la Comisión de Estu-

ces renunciaban a sus ideales revolucionarios.

dios de la Nueva Constitución, Guzmán expresó

Si bien es posible interpretar los años ochenta

una aplicación del principio de subsidiariedad

en Chile —como parece hacerlo Mansuy— se-

congruente con la Doctrina Social de la Iglesia.

leccionando la acción de personajes puntuales

Marcando un contrapunto con el Estado Docen-

—Pinochet y Guzmán, Aylwin y Boeninger—,

te conocido hasta entonces, Guzmán manifestó

la delicada operación política de la transición no

que no es el Estado el que “tiene un derecho pre-

habría sido posible sin la existencia de un con-

ferente o primordial frente a los demás sujetos

senso ideológico previo que orientó la acción de

para ejercer esta tarea [educativa]”, sino que su

las élites políticas.

rol es subsidiario respecto de instancias priori-

Así como en los largos años sesenta tres tercios

tarias como los padres de familia o la Iglesia. Por

políticos ofrecían proyectos ideológicos diver-

eso, añade: “respecto de la órbita que las instan-

gentes en Chile, una década después la derecha,

cias prioritarias no alcanzan a cubrir, el Estado

el centro y parte de la izquierda asumieron los

tiene no solo el derecho, sino también el deber de

conceptos fundamentales de libertad política y

entrar a actuar” (sesión N° 141).

económica. Esa convergencia ideológica no pue-

Por otra parte, el propio Guzmán era conscien-

de ser omitida a la hora de explicar la transición

te de las tensiones generadas por el liberalismo

87


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . C ONTRAPU NTO

económico, y entendió que la aplicación de un

transición esbozada por intelectuales chilenos

sistema de economía libre debía fundamentarse

entre 1990 y 1999. Por lo pronto, el movimien-

sobre valores morales esenciales. En “El sentido

to estudiantil de 2011 no surgió por generación

de la transición” (1982), Guzmán expresó: “las

espontánea ni planteó demandas caracterizadas

mayores opciones de consumo abren nuevas y

por su novedad. Al contrario, durante la década

saludables perspectivas de bienestar material y

de los noventa, en medio de las querellas entre

progreso cultural para todos los habitantes, pero

autocomplacientes y autoflagelantes, autores

ellas requieren un acento en la formación moral

como Tomás Moulian, Manuel Antonio Garretón

de las personas, que les permita utilizarlas en-

y Gabriel Salazar fijaron las coordenadas con-

tendiendo siempre que las cosas deben servir y

ceptuales que darían sentido desde entonces a la

no esclavizar al ser humano. Que el ‘consumis-

crítica a la transición que asumiría más tarde el

mo’ no está en la abundancia de vitrinas, sino en

movimiento estudiantil.

las carencias de los espíritus”. Así, cualquier es-

No puede decirse que desde la vereda de en-

quema interpretativo de nuestro pasado reciente

frente en ese entonces hubo silencio: Edgardo

debe construirse a partir de las fuentes históri-

Boeninger, Genaro Arriagada, Eugenio Tironi y

cas disponibles, evitando aquellos anacronismos

José Joaquín Brunner defendieron el Chile de la

conceptuales que hacen decir a un autor algo que

transición, valoraron el crecimiento económico,

no dijo o que expresó de otra manera.

la disminución de la pobreza, la estabilidad política y los bajos niveles de corrupción. Sin embar-

Crítica a la transición

go, y como bien propone Mansuy, con el paso del tiempo los defensores y orgullosos protagonistas

Finalmente, aunque Mansuy acierta en detectar

de los éxitos de la transición y de la democracia

la potencia política y simbólica del movimien-

chilena se fueron quedando en silencio. Su voz

to estudiantil de 2011 —así como la relevancia

muchas veces fue reemplazada por una calle más

intelectual de su principal ideólogo, Fernando

vociferante que los mostró desnudos frente a su

Atria—, es necesario mirar este fenómeno en

propia historia.

un tiempo más largo, vinculado a la crítica a la

Resignificar el pasado y construir futuro GLORIA DE LA FUENTE Hasta hace pocos años, el movimiento estu-

edición, de próxima aparición, introduce un

diantil del año 2011 parecía la coyuntura críti-

nuevo prólogo donde el autor intenta hacerse

ca —aquellos momentos fundantes o puntos de

cargo de las interrogantes que abre el estallido

inflexión en la historia— más significativa des-

social, aunque vuelve a insistir en que el mapa

de, al menos, el retorno a la democracia. No por

político que se configuró en aquella coyuntura

nada es el hito que elige Mansuy para desarrollar

crítica vinculada al movimiento estudiantil es la

su reflexión sobre el quiebre de los consensos

que permanece hasta hoy.

de la transición y el nuevo mapa político, confi-

Mi primera reflexión al aproximarme al tex-

gurado por una socialdemocracia arrinconada y

to nuevamente, después de algunos años, fue la

avergonzada de su pasado, una derecha perpleja

constatación de lo vertiginosa que ha sido esta

y paralizada, y una izquierda que, según el au-

última década. Tras el quiebre del pacto transi-

tor, padece de lirismo adolescente. La segunda

cional en 2011 hemos tenido, cual si fuera un déjà

88


vu, una alternancia en el poder con las mismas fi-

Vaya paradoja para una generación, como la del

guras a la cabeza, aunque con diferentes conduc-

propio Mansuy, que no tiene por qué cargar con

ciones. De algún modo, el segundo gobierno de

ese complejo. De hecho, es el propio autor quien

Michelle Bachelet quiso impulsar una coalición

reconoce —y también aquí cabe la metáfora del

política más amplia que, por medio de reformas

silencio— que este sector renunció a desarrollar

estructurales y cambios a la “sacrosanta” Cons-

nuevos marcos interpretativos de la realidad, te-

titución, se hiciera cargo de ese difuso malestar

ner una propuesta renovada e intentar entender

que, a la larga, por los límites de la propia políti-

una sociedad que se ha ido transformando.

ca para entender y procesar adecuadamente sus

Volviendo a la idea del nudo gordiano, lo más

contenidos, se transformó en 2019 en estallido.

curioso del libro es que, si bien uno podría creer

Mansuy aborda en su prólogo esta nueva coyun-

que su objetivo es hacer un llamado de atención a

tura crítica, que asume como un fenómeno aún

la derecha y a su incapacidad para renovarse, se

en desarrollo, pero que cristaliza varias de las te-

trata en realidad —o al menos así lo interpreto

sis de principios de la década. No obstante, como

yo—de interpelar a la izquierda socialdemócrata

si el vértigo no fuera suficiente, nos sobrevino la

que fue la Concertación (y una parte importan-

peor crisis sanitaria en un siglo —con sus con-

te de la Nueva Mayoría) por su incapacidad de

secuencias sociales, económicas y políticas— a

generar un marco adecuado entre continuidad

partir de la llegada de la pandemia del Covid-19.

y cambio, incapacidad que la llevó finalmente a

Esta última coyuntura no alcanza a ser parte de

abjurar de su pasado. Es en estos actores donde

la reflexión de esta segunda edición, lo que abre

Mansuy encuentra un relato que se perdió, un

desafíos mayúsculos por delante: pensar el futu-

espacio que quedó vacío en la política y, en defi-

ro en condiciones cambiantes requerirá un es-

nitiva, donde uno puede leer la síntesis de la ma-

fuerzo importante y sin duda necesario.

yoría de los males que redundan en el malestar,

Sin embargo, tal como señala el autor, pese a lo vertiginosa que ha resultado esta última dé-

la falta de respuesta política y posteriomente en el estallido.

cada, hay nudos gordianos que permanecen, y la

Sin perjuicio de lo anterior, si bien ha sido ex-

imposibilidad de desatarlos ha generado, desde

plícita la ruptura con respecto a la transición,

mi punto de vista, una agudización de la crisis

creo que el autor se equivoca en asumir que esto

política que tiene cada vez más dificultades para

es solo un déficit en la disposición a encontrar

encontrar caminos de salida. En efecto, el nuevo

consensos y un abandono de la moderación por

prólogo del texto nos recuerda que a partir del

parte de una generación que debió liderar este

estallido de octubre “la derecha ha tratado de

proceso.

salvar los (pocos) muebles que le quedan, pero

Desde la derecha, la añoranza respecto a los

parece constitutivamente imposibilitada de pro-

consensos no se hace cargo de que el pacto transi-

yectar algo más. Esto no debería sorprender: al

cional se hizo bajo las reglas del juego impuestas

entregar la Constitución vigente sometiéndola

por la dictadura, debiendo aceptar también que

a un plebiscito, la derecha perdió su principal

Pinochet fuera el Comandante en Jefe del Ejérci-

punto de referencia, su eje fundamental”. Pro-

to hasta el año 1998 para luego asumir como se-

bablemente en esta misma reflexión es donde

nador vitalicio, cargo que dejó el año 2000 des-

estriba el problema más relevante en la situa-

pués de un proceso de desafuero. Los consensos

ción actual de una parte importante de esa de-

de esos años eran posibles bajo la amenaza de

recha, más preocupada por años en resguardar

la espada de Damocles que pendía sobre nues-

el modelo refundacional construido por la dic-

tra gobernabilidad y sobre la democracia recién

tadura en lo político (la Constitución) y econó-

conquistada. Lo que vino después fueron acuer-

mico, que en redefinir las bases de un proyecto

dos anclados en una institucionalidad también

político que, para pasar la prueba de la blancu-

heredada, con pocas posibilidades de transfor-

ra, ha debido una y otra vez tomar distancia del

mación hasta las reformas constitucionales de

legado de esa misma dictadura cívico-militar.

2005. Por esos años, tal vez por el mismo temor

89


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . C ONTRAPU NTO

a perder la gobernabilidad y generar una fisura

Así, el fin de los consensos de la transición en

en la coalición gobernante, se acalló un debate

lo político y económico parece el resultado natu-

—la discusión entre autoflagelantes y autocom-

ral de un debate que no se logró jamás actualizar

placientes— cuya omisión, a la luz de los años

conforme la sociedad chilena fue evolucionan-

transcurridos, parece haber sido un error.

do. La derecha se quedó prisionera en la defensa

La centroizquierda también se fue quedando

del modelo, especialmente en lo económico, y la

en silencio. No fue capaz de asumir que duran-

centroizquierda se encerró en sus propias con-

te sus administraciones hubo grandes avances,

tradicciones, sin ser capaz de construir un relato

como también importantes déficits que, de ha-

coherente que vinculara su pasado con su pro-

berse develado a tiempo, tal vez habría sido po-

yecto.

sible encauzar de manera más adecuada. Es esta,

Lo que depara el futuro es una incógnita, y

y no la pérdida de la moderación o la vocación por

Mansuy ofrece varias claves para poder enfren-

los consensos, la que a mi juicio se convirtió en

tar estos debates. Por lo pronto, a diferencia de

el talón de Aquiles de la coalición. Así, la apari-

lo que señalaba la consigna durante el estallido

ción de la Nueva Mayoría pareció una especie de

social, en realidad no son 30 años, sino 46. Lo

antítesis de la Concertación, cuando en realidad

que estará en juego en el futuro será la necesi-

debió plantearse como un proceso de evidente

dad de mirar el proceso sin complejos y renovar

continuidad con un legado que había sembrado

la oferta política, porque incluso los sectores que

sus semillas durante el retorno a la democracia.

emergieron al calor de las movilizaciones de 2011

Es por esta razón, entre otras cosas, que la Con-

se han visto superados por las propias lógicas

certación nunca tuvo un sepelio a la altura de su

que ha impuesto el estallido social y reciente-

contribución a la historia del país, sino que sufrió

mente, la crisis del Covid-19.

una muerte súbita.

90


Optimismo, simplismo e individualismo JORGE FÁBREGA L.

Sobre En vez del optimismo. Crisis de representación política en el Chile actual (Santiago: Catalonia, 2017), de Juan Pablo Luna

Pude leer algunos capítulos de En vez del opti-

cuestiona los esfuerzos puestos más en la técnica

mismo hace algunos años, cuando aparecieron en

que en la relevancia de las preguntas.

formato de columnas en CIPER. Pero no había leí-

El libro muestra con claridad su hilo conductor.

do el texto completo en forma de libro hasta hace

Los últimos tres capítulos (de catorce) contienen

algunas semanas. Y debo decir, además, que no

la esencia de un fundamento teórico que da so-

es lo mismo leer estos textos antes que después

lidez y articula los once capítulos precedentes.

del estallido social y posterior pandemia. Antes,

En ellos, Luna primero desnuda las carencias de

los capítulos de En vez del optimismo eran textos

gobernabilidad en las zonas más vulnerables que

ágiles que examinaban la salud institucional de

son propicias para el surgimiento de sustitutos

la democracia chilena. Juan Pablo Luna, como si

del Estado a nivel local de carácter ilegal, como

fuese un médico, observaba síntomas de fragili-

el orden narco. Segundo, repara en cómo las

dad. Tras la lectura, el paciente salía preocupado,

transformaciones tecnológicas de la globaliza-

pero pensando que aún le quedaba espacio para

ción tornan obsoletos los modelos de desarrollo

salirse de la dieta. Sin embargo, el estallido social

del Estado nación consolidados en el siglo XX y,

mandó al paciente a la UCI y la pandemia lo dejó

por lo tanto, anticipa el fracaso de gobiernos pen-

conectado a un respirador artificial.

sados desde esas narrativas. Por último, plantea

Si el paciente despierta no le quedará otra que

que existe una incompatibilidad creciente entre

cambiar muchas cosas en su estilo de vida, en sus

la institucionalidad democrática y las dinámicas

rutinas y en sus modales. Y cuando vaya corrien-

de la producción económica y la acumulación de

do donde el doctor Luna a buscar una receta, no

riqueza.

se encontrará con ninguna porque éste sospecha de todas.

Sobre esos tres pilares se desprende la sucesión de síntomas: partidos sin bases, bajos niveles de

Este texto no solo nos narra fragilidades hoy

participación, desigualdad territorial que condu-

evidentes de nuestra democracia, sino que ade-

ce a que las élites estén desconectadas del sentir

más hace una descarnada crítica a ciertas prác-

del resto de la ciudadanía, fragmentación cre-

ticas de la ciencia política en su corriente prin-

ciente de los partidos políticos, tecnologías que

cipal. A esta disciplina la acusa de haber dejado

registran todo lo que sucede y que, al final, ter-

escapar su objeto de estudio, encandilada con

minan anulando la posibilidad de que los actores

unos malabares técnicos irrelevantes para en-

políticos puedan usar las opacidades de antaño

tender la complejidad de las democracias en

para negociar, adaptarse y llegar a acuerdos. En

tiempos globalizados. Quizás por eso, En vez del

vez del optimismo (y el simplismo) es un llamado

optimismo debería llamarse En vez del optimismo

a ponernos serios ante un paciente grave (noso-

y el simplismo. Eso sí, habría que matizar que esa

tros) y mirar la crudeza de la realidad que hemos

corriente principal también ha dado cuenta de los

construido; un llamado a todos quienes pueden

síntomas que Luna identifica en este libro. Aun-

hacer la diferencia. Quizás por eso, después de

que sí parecen inescapables los dardos en los que

todo, el texto debería llamarse En vez del optimismo, el simplismo y el individualismo. 91


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S E ÑA

El difuso pueblo de octubre RODRIGO PÉREZ DE ARCE

Sobre Octubre en Chile. Acontecimiento y comprensión política: hacia un republicanismo popular (Santiago: Katankura, 2019), de Hugo Herrera

Octubre en Chile es un libro marcado fuertemen-

En rigor, y contrario a lo que podría entenderse

te por dos fuerzas. Primero, las circunstancias en

de la lectura de este libro, la irrupción del pueblo

las que fue escrito, durante las primeras semanas

como acontecimiento no implica necesariamen-

de manifestaciones. Segundo, por el ensayismo,

te que sus demandas sean legítimas o justas, por

tradición en la que se ubica su autor, y que sitúa

más importante que sea tomarse en serio sus

como referentes a Francisco Encina, Mario Gón-

manifestaciones. En ese sentido, por momentos

gora, Alberto Edwards y Gabriela Mistral.

la reflexión de Herrera dificulta comprender de

Hugo Herrera aborda la crisis de octubre como

dónde viene el malestar concreto y, por tanto, la

un problema de hermenéutica política. Esto es,

posibilidad de articular una respuesta a la altura

desde la perspectiva de una tensión no resuelta

de las circunstancias. No es lo mismo si se trata

entre un polo abstracto (instituciones y discursos

de “subjetividades sublimadas”, “impulsos re-

políticos) y otro concreto (el pueblo en su terri-

flexionados”, trabajadores abusados, “vientos

torio). Esta hermenéutica permitiría comprender

bolivarianos”, “células anarquistas”, lumpen o

la política más como un arte que como un asunto

“masas que anhelan comunidad”, aunque el au-

técnico, pues ella —sugiere el autor— debe apre-

tor no pareciera considerar demasiado significa-

hender algo que parece inasible para luego darle

tivo precisar tales expresiones.

expresión institucional. El trabajo de la política,

Ahora bien, Herrera subraya la posibilidad de

o de los políticos en concreto, es auscultar a este

un ajuste institucional como solución a nuestros

pueblo y ajustar constantemente las instituciones

problemas. Aun admitiendo la primacía del factor

a lo que Herrera denomina con cierta insistencia

político, también debe considerarse que la exis-

pulsiones y anhelos populares. Se trata de una

tencia humana se despliega sobre muchas otras

constatación relevante, en la que este intelectual

dimensiones que escapan a éste, las que deben ser

viene trabajando desde antes de octubre.

abordadas con lucidez para articular una respues-

La primera dificultad de su aproximación es

ta a la crisis, una perspectiva no siempre presente

que, como reconoce el propio autor, sabemos

en este libro. Es difícil pensar, por ejemplo, en una

poco de ese pueblo. Éste sería “un poderío que

resolución al reclamo de mayor simetría o digni-

viene desde un no-lugar”, “irreprimible”; e in-

dad en el trato (apuntado como un conflicto cen-

cluso más: “un dios en la historia, furia destruc-

tral por trabajos como el de Kathya Araujo) por la

tiva y redentora”. Sin embargo, este pueblo, apa-

vía puramente estatal, política o constitucional.

rentemente divino y misterioso, no coincide con

Con todo, hay una idea de este texto que mere-

lo observado en las protestas. Estas aglutinaban

ce ser rescatada: la búsqueda de una política con

demandas muy diversas y hasta contradictorias,

mayor lucidez telúrica. A pesar de lo esotérico del

con un número no menor de curiosos y especta-

término, se trata de un emplazamiento de pri-

dores pasivos. Además, durante las últimas déca-

mera importancia: solo comprendiendo con pre-

das la sociedad chilena ha crecido en complejidad,

cisión a este pueblo heterogéneo y sus particula-

lo cual hace muy difícil agruparla sin más bajo el

ridades es posible pensar en una salida pacífica a

rótulo de “el pueblo”. Si se quiere, este puede lle-

ese octubre que sigue latente.

gar a ser tanto o más abstracto como los discursos de la derecha economicista y la izquierda racionalista que son agudamente criticadas en la obra. 92


Modernidad, malestar y cambio constitucional SANTIAGO ORTÚZAR LYON

Sobre Pensar el malestar. La crisis de octubre y la cuestión constitucional (Santiago: Taurus, 2020), de Carlos Peña

En Pensar el malestar, Carlos Peña se propone vincular el estallido de octubre con su examen del proceso de “modernización capitalista” en Chile. ¿Qué ocurrió ese fatídico viernes 18, que para tantos significó la derrota ideológica del proyecto modernizador ante la intolerable desigualdad? ¿Fue el momento en que las masas desencantadas simplemente dijeron “no más”? Como cabría esperar, dicha tesis provoca en Peña una reacción casi alérgica: “atribuir a la desigualdad la conducta social de los últimos meses, reduciéndolo todo, como si ella fuera una simple reacción ante lo que se vive como injusticia, no parece intelectualmente correcto. Parece más bien una forma de desviar la mirada de algo que no se comprende y que, sin confesarlo, se teme”. Quizá la principal víctima de esta desafortunada confusión sea el proceso constituyente impulsado para calmar la protesta. Al interpretar la movilización como rechazo a la Constitución, la narrativa del malestar identificaría los problemas normativos del texto constitucional con las causas del descontento. Las causas del malestar, argumenta Peña, poco tienen que ver con las desigualdades que la constitución vigente ampara, y más bien corresponden a patologías recurrentes y esperables de la modernización. Por eso busca reformular el debate constitucional en términos que eludan esta trampa, pero que sean capaces de responder a la pregunta decisiva: ¿cuáles desigualdades son legítimas? No debiéramos tolerar aquellas diferencias resultantes de lo que la herencia hace de nosotros: “corregir la arbitrariedad de la naturaleza y de la historia” es la meta de las sociedades democráticas. Para separar aquellas desigualdades que resultan de la herencia y las producidas por nuestras decisiones, la noción de mérito es central. Él constituye un ideal normativo —junto con su institución concomitante, el mercado— profundamente arraigado en el Chile nacido del proceso modernizador, que permite hacer al sujeto responsable de sus decisiones y así emanciparlo del azar de sus circunstancias. Pero al radicar principalmente en nosotros los efectos de nuestras decisiones, también debemos cargar con

una infinidad de factores intervinientes en ellas que no escogimos. Debemos aceptar que las instituciones nos imputen los resultados muchas veces accidentales y desfavorables de nuestras decisiones, que no corresponden a nuestros esfuerzos. ¿Pero entonces el mérito no se revela como ilusorio, falso? La respuesta es no. El mérito y el mercado representan “estructuras de plausibilidad”: describen elementos que hacen creíble un determinado ideal, sin que éste se verifique completamente en la realidad. Aun cuando falla, el mérito esboza la pretensión de un sujeto emancipado de la adscripción. La realización imperfecta de un ideal normativo en la realidad no es razón para abandonarlo. Al contrario: debemos “atender a la normatividad que subyace en la cultura” y esforzarnos por vivir “a la altura de esa normatividad”, sin renunciar a la idea de mérito. Pensar el malestar ofrece, nuevamente, al Carlos Peña obsesionado por descifrar la misteriosa naturaleza de nuestra modernización, pero no es el más convincente de sus intentos. No es justa la poca importancia que le da a la desigualdad: decir que ella también es causa del descontento no implica reducirlo a “una simple reacción ante lo que se vive como injusticia”. Quizá más centralmente, Peña tiende a tratar aquellas manifestaciones de rechazo al proyecto modernizador como un mero subproducto suyo (y por lo tanto, algo trivial). Aquello que aparece explícitamente como un cuestionamiento a la modernización se reduce, si escarbamos la superficie, a poco más que su ratificación; algo que confirma su carácter superior e irreversible. No se puede criticar la modernización sin reafirmarla, porque las condiciones necesarias para la crítica son ellas mismas fruto del proceso. ¿Pero entonces Peña no está ignorando la ambigüedad del proyecto moderno, para plantearlo como una realidad fija? ¿No corre el riesgo, ignorando su propia prevención, de reificar la modernización? ¿Qué deliberación hay en una modernidad que siempre neutraliza ex ante las críticas a sí misma? Tal vez sea necesario retroceder más de lo que Peña quisiera conceder.

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OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S E ÑA

Mario Góngora: el instinto crepuscular DIEGO GONZÁLEZ CAÑETE

Sobre Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Santiago: Editores La Ciudad, 1981), de Mario Góngora

La publicación en 1981 del Ensayo histórico fue el

había vuelto convicción: el régimen de Pinochet

punto cúlmine de la trayectoria profesional del

no representaba ninguna clase de restauración,

historiador Mario Góngora, al aunar su labor aca-

ni del “espíritu portaliano” ni —mucho menos—

démica con su permanente interés por la histo-

de una sociedad orgánica con centro espiritual en

ria de las ideas y la filosofía. El Ensayo sellaría de

el catolicismo. Góngora censura lo que denomina

paso, incluso más que el Premio Nacional de His-

“constructivismo”, la pretensión de organizar y

toria, la celebridad del historiador como intelec-

finalmente dirigir desde un programa el conjun-

tual público.

to de la vida social, desdeñando el camino andado

Variado en sus temas y en sus méritos, el ensayo

y las costumbres centenarias del pueblo chileno.

de Góngora es aún leído y recobrado fuera de los

Una pretensión desmesuradamente optimista, al

círculos de historiadores. Su tesis central sugería

fin y al cabo, la quintaesencia de la revolución en

que, en Chile, el Estado había dado forma y sen-

la época moderna, y cuyo capítulo postrero no era

tido a la nación; que esta no existiría sin él. Tesis

sino el Chile pinochetista.

discutida, aunque fue la interpretación expues-

Al buscar un sentido originario, cual fuente y

ta en el último capítulo la que despertaría mayor

bastión de todo futuro, de toda esperanza, ¿pen-

interés y quizá extrañeza. Se trataba de la sección

saba Góngora en un mundo ya ido o en uno aún

más provocadora del libro, a pesar de su brevedad,

por recobrar? Pues compartía la sensibilidad his-

y reflejaba la angustia y preocupación del histo-

tórica de Schiller, inquieto ante la huida de los

riador ante las reformas económicas de los eco-

dioses, Góngora observaba con pesar el origen ex-

nomistas de Chicago y sus posibles consecuencias

traviado de la América colonial, el Dios cristiano

institucionales. Esto es, el desmantelamiento del

de la misericordia: acaso fundamento del propio

Estado y de su rol como sostén de la nación chile-

Estado chileno.

na. El período 1964-1980, denominado por Gón-

Hoy, la nostalgia del Estado formulada por uno

gora “época de las planificaciones globales”, cu-

de nuestros más notables historiadores resuena y,

bría bajo la misma interpretación desde Frei hasta

en su lucidez, invita a pensar. Sugiere la añoran-

Pinochet, englobando dos décadas de esmerados

za de un orden anterior y es sencillamente ajena

esfuerzos revolucionarios y contrarrevoluciona-

tanto a una libertad vaciada como a la embriaguez

rios en suelo nacional.

del hacer estallar, de cualquier “despertar” que

Aquí la tesis de Góngora da un salto y se com-

orille la cornisa. Tampoco se asemeja a un estatis-

plejiza. Lector de Jaspers y Ortega, Góngora sabía

mo remozado, como síntesis de todas las virtudes.

de una “creencia en el futuro” como punta de lan-

El Estado gongoriano habría querido ser vital, no

za de la descomposición de la tradición, gracias al

burocrático; integral, no igualitario.

advenimiento de la técnica moderna y del hom-

Si la decadencia de Occidente, leída desde

bre-masa. La inquietud sugería que, muy lejos de

Spengler, evocaba un crepúsculo, ¿cuál sería la

todo espíritu cristiano y trascendente, serían las

imagen escogida por Góngora para el abandono de

razones “tecnocráticas” las que acabarían por dar

Chile? ¿Qué habría de ser un país sin su Estado, sin

un nuevo sentido a otro Chile. Tras una contenida

su alma? ¿Nada más que fuego y tierra arrasada?

esperanza el 11 de septiembre de 1973, la duda se 94


El mito que se volvió realidad FELIPE SÁNCHEZ BARRÍA Sobre Chile actual. Anatomía de un mito (Santiago: LOM, 1997), de Tomás Moulian

Este es uno de los ensayos más lúcidos acerca de los dramáticos procesos políticos que, a partir del golpe militar, transformaron irreversiblemente al país y le dieron su particular forma a la transición de los noventa. Para Moulian, el Chile actual es producto de una “cópula” entre militares, intelectuales neoliberales y empresarios, quienes llevaron a cabo una revolución capitalista de tipo neoliberal. Esta revolución no solo implicó la privatización de los servicios públicos más fundamentales —salud, educación, pensiones—, sino también la subordinación de todas las decisiones del aparato estatal al funcionamiento eficiente de la economía y a la libre circulación de las mercancías. De este modo, el proyecto revolucionario de la dictadura buscó refundar la institucionalidad del país bajo esta lógica “mercantil”. Las consecuencias de ello para la sociedad chilena se extenderían más allá del ámbito económico, trastocando profundamente aspectos sociales, culturales y políticos, que persisten hasta hoy. En el Chile actual de Moulian, todas las dimensiones de la vida se subordinan a la lógica del mercado. En este sentido, la integración social de los individuos no se logra por medio de la ciudadanía, sino a través de la participación en el consumo. Sin embargo, en un contexto de persistente precarización laboral, la única forma de alcanzar el consumo necesario es por medio de la masificación del crédito. Así, el endeudamiento masivo favorece el ciclo de las mercancías a la vez que disciplina e integra socialmente, ofreciendo un modo no conflictivo de acceso a “oportunidades”. En estas circunstancias, las relaciones sociales tienden a individualizarse cada vez más. Los ciudadanos ya no buscarían formas asociativas de ningún tipo. Abandonan la comunidad para volcarse hacia sí mismos y a sus metas individuales. Todo lo anterior se relaciona directamente con la mayor de las crisis que, según el autor, caracteriza al Chile actual: la crisis política. Para Moulian, esta

parte de la imposición de una hegemonía neoliberal que, bajo un manto de cientificidad, deteriora la política como el espacio de deliberación sobre distintos proyectos de sociedad. Así, la política es sustituida por la administración tecnocrática y una serie de procedimientos que simulan la democracia, pero que dejan poco espacio a otros criterios que no sean la eficiencia económica. De este modo, la política pasa a ser un asunto irrelevante para los ciudadanos: cada vez más atomizados, ellos se alejan de lo público y de los esfuerzos colectivos orientados a la transformación de la vida social. Hoy, este ensayo cobra más vigencia que nunca. El presente estallido social puede ser leído como la explosión de la crisis política que Moulian describía en los noventa. Es la política saliendo de la “jaula de hierro” que había sido impuesta por la dictadura, y que los gobiernos posautoritarios se habían encargado de continuar reproduciendo. Sin embargo, treinta años de despolitización no han sido en vano. En medio de la actual crisis, la articulación de proyectos políticos coherentes y aglutinantes brilla por su ausencia, y muchos de los que se movilizan lo hacen bajo el único argumento de estar en el lado correcto de la historia. Esta posición, no obstante, perpetúa la crisis descrita en el Chile actual. Cuando se está del lado correcto de la historia ya no hay necesidad de deliberación, se cree que la historia llega a su fin y la política se vuelve irrelevante. En este sentido, para Moulian el asunto crítico es qué tan dispuestos estamos para disputar diferentes proyectos arriesgando en ello “que en la lucha política sean otros los que se impongan”. Ad portas de un proceso constituyente, la premisa de Moulian nos obliga a preguntarnos si lo que queremos es darnos reglas que regulen la inacabable actividad política o, por el contrario, si preferiremos saltarnos la política como lucha de alternativas para imponer agendas particulares como proyectos unívocos y definitivos.

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OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S E ÑA

Desiguales y su tesis sobre el malestar FRANCISCA ECHEVERRÍA Sobre Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile (Santiago: PNUD, 2017)

Dos años antes del “octubre chileno”, el libro Des-

(cuestión que, como ya hacía notar Aristóteles,

iguales del Programa de las Naciones Unidas para

afecta directamente la estabilidad del orden po-

el Desarrollo (2017) adelantó una de las principa-

lítico), aunque abandona pronto ese problema.

les tesis acerca del origen de nuestra crisis social

Autores como Pedro Morandé han puesto de re-

y política: la realidad de que los buenos indica-

lieve la urgencia de una reflexión acerca del ethos

dores socioeconómicos escondían desigualdades

que hace posible la vida en común, es decir, los

difíciles de justificar. El informe del PNUD busca

estilos de vida capaces de dotar de cohesión a una

trazar un mapa de las causas, formas de repro-

comunidad política. Aunque evidentemente el

ducción y consecuencias de la desigualdad so-

PNUD no está llamado a esta tarea, sorprende que

cioeconómica en el país, y ofrece una síntesis de

no haya nada parecido a un esbozo de reflexión

datos disponibles e investigaciones propias sobre

en torno a este tema ni a la necesidad de llevarla a

distintas dimensiones de este problema, más allá

cabo, cuestión que resulta fundamental si de ver-

del ingreso. El resultado es un caleidoscopio de

dad queremos enfrentar estas dificultades.

información sobre cuestiones tan variadas como

Las propuestas que deja entrever el libro, por

la segregación espacial, las diferencias de trato,

el contrario, parecen apuntar casi exclusivamen-

las raíces históricas de la brecha social o el quie-

te a un mayor esfuerzo redistributivo, como si

bre de confianza entre ciudadanos y represen-

la redistribución fiscal —necesaria ciertamen-

tantes políticos.

te— fuera suficiente para responder al diagnós-

Los autores ofrecen una interesante clave de

tico que los mismos autores elaboran. Resulta

aproximación al fenómeno en estudio: la insegu-

ilusorio, por ejemplo, pretender resolver la des-

ridad que persiste en grandes sectores de la po-

conexión que se percibe en gran parte de la élite

blación, aun tras el innegable progreso económi-

económica y política únicamente por vía impo-

co. Esta vulnerabilidad alcanza también a la clase

sitiva. Este enfoque ignora que, como observó el

media y se manifiesta, por ejemplo, en el riesgo

sociólogo Gøsta Esping-Andersen, los Estados

de caer en la pobreza por enfermedad o vejez.

de bienestar no son soluciones universales, sino

Otro de los aciertos del texto es identificar la am-

que divergen según las características culturales

bigüedad del discurso meritocrático, que enfatiza

de cada lugar. En otras palabras, el despliegue del

el valor del esfuerzo individual frente a los pri-

Estado de bienestar depende de un conjunto de

vilegios heredados, pero que puede conducir a la

condiciones previas que él mismo no es capaz de

estigmatización de la pobreza y a la introducción

proveer. Es indispensable, por tanto, realizar un

de una óptica marcadamente individualista, que

esfuerzo de mediación reflexiva en torno a esas

eclipse la idea misma de justicia.

condiciones.

Con todo, quizá el aspecto más problemático

En suma, a pesar de sus esfuerzos, el libro que-

de Desiguales es la relación entre su diagnóstico y

da atrapado en la dicotomía Estado/mercado, que

las vías de solución que parece sugerir. En efecto,

lo vuelve ciego a la cuestión más relevante que

reconoce que las desigualdades excesivas hora-

parece estar en juego: cómo reparar la profunda

dan la idea misma de sociedad, la posibilidad de

fractura social que se ha puesto de manifiesto en

reconocerse como parte de una única comunidad

nuestra crisis.

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Una revolución que ilumina un estallido ANTONIO CORREA Sobre Recuerdos de la revolución de 1848 (Madrid: Editorial Nacional, 1984), de Alexis de Tocqueville

Al leer memorias corremos el riesgo de menospreciar todo aquello que parezca demasiado subjetivo, como si el relato ideal del pasado fuese una relación distanciada, fría y objetiva de los hechos. Pero quizá lo más interesante de unas memorias es justamente esa subjetividad ineludible que las caracteriza y las distingue de una crónica. Un ejemplo patente de aquello son los Recuerdos de la revolución de 1848, de Alexis de Tocqueville. En estas memorias, el intelectual francés no se limita a realizar un desnudo relato de los hechos que produjeron la abdicación del rey Luis Felipe dando origen a la Segunda República, en la cual el autor participó tanto en la comisión constituyente como ejerciendo de ministro de relaciones exteriores. La narración se complementa con penetrantes análisis sobre los personajes, los acontecimientos y la sociedad que escenifican esta revolución y la República que le siguió. Los Recuerdos pretenden ser, en palabras de su autor, “un espejo en el que me divertiré mirando a mis contemporáneos y a mí mismo”. Quizás por eso el libro, reflejando el carácter y genio de Tocqueville, está a medio camino entre la sociología y la filosofía política. Esa mirada subjetiva desde la cual el autor describe los hechos es tan interesante como los hechos mismos. La lectura de este libro es recomendable para quienes se aventuren a enfrentar la situación política que vive nuestro país desde el 18 de octubre. Quien quiera realizar ese viaje no solo necesita comprender el porqué de la situación actual (sus causas económicas, sociales, políticas, etc.). Además, debe contar con un adecuado mapa del terreno en que se moverá (cómo se entrelazan y expresan las distintas posiciones políticas en juego), y aperarse de los pertrechos necesarios para tener éxito (ciertas ideas matrices, por ejemplo, de cómo las reformas políticas pueden, o no, resolver malestares sociales). Si olvida estos dos últimos elementos es muy posible que sus propuestas no hagan sentido ni sean duraderas. En los Recuerdos presenciamos cómo Tocqueville dibuja el mapa del territorio político. Paso a paso, va explicando los distintos accidentes del terreno, advirtiéndonos los peligros y obstáculos, e indicando las encrucijadas propias

de cada camino para, finalmente, señalar cuál sería el mejor. El proceso es interesante porque nos permite ir captando ciertas ideas matrices y criterios generales sobre la actividad política que la genialidad de Tocqueville fue aprehendiendo a lo largo de toda una vida y que pone a nuestro acceso en sus obras. Además, el lector se divertirá ante innumerables fragmentos que resuenan en el presente. Por ejemplo, quedamos pasmados ante la vigencia de frases como “celebráis que ha sido derrotado el gobierno, pero ¿no os dais cuenta de que es el poder mismo el que está por los suelos?”. Respecto a la necesidad de contar con principios que guíen los procesos de reforma institucional, una idea matriz que parece cruzar toda la obra es lo que podría llamarse un “realismo político”. El francés se aproxima a la política como una actividad situada en una sociedad con particularidades históricas y culturales que no se pueden ignorar. Así, por ejemplo, al participar en la comisión constituyente, Tocqueville no critica en sí misma la idea de una sociedad descentralizada. En cambio, arguye que es imposible volver descentralizada a la sociedad francesa de la noche a la mañana. Es decir, las soluciones institucionales tienen futuro en la medida en que están situadas y mantienen continuidad con una realidad cultural e histórica. Este hecho, que tendemos a olvidar en tiempos globalizados como el nuestro, es especialmente importante al definir las normas que sustentan la estructura política y jurídica de cualquier sociedad. Esto harían bien en recordar varios criollos, esos que con tanta creatividad argumentan trasplantar sin mayores cuestionamientos instituciones extranjeras, como si nuestra cultura e historia fueran las mismas que las de ingleses o estadounidenses. En definitiva, la lectura de Recuerdos de la revolución de 1848 puede ser muy provechosa e interesante en nuestros días. Pero lo es, precisamente, porque ella desborda la subjetividad de un observador lúcido, uno que no pretende ampararse en la supuesta neutralidad de los hechos. 97


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA . RE S E ÑA

Jugar según las reglas MANFRED SVENSSON

Sobre Democracy on Trial (Basic Books, 1995), de Jean Bethke Elshtain

“Hay gente que juega según las reglas”, escribe Elshtain en las primeras páginas de este libro, “y no obstante parece perder”. En 1995, en efecto, la democracia norteamericana ya se veía expuesta a ciertas fracturas que en años posteriores se harían palpables para todo el mundo. No es casualidad que con poco tiempo de diferencia se publicaran La rebelión de las élites, de Christopher Lasch, y Democracy on Trial, de Jean Bethke Elshtain. Esta destacada intelectual pública, fallecida el año 2013, fue profesora de ética social y política en la Universidad de Chicago. Elshtain es conocida principalmente por sus escritos sobre la guerra y el feminismo, así como por su exploración del concepto de soberanía, que —según la lectura que presentó en sus Gifford Lectures— fue transitando desde la soberanía divina a la estatal, y de ésta a la individual. Uno de los fenómenos asociados a esa soberanía individual, imperante el día de hoy, es el victimismo. La autora advierte de modo penetrante respecto de ese fenómeno que en la actualidad cunde en nuestro medio y que a fines de los años noventa ya había penetrado la vida cultural norteamericana. Elshtain enfrenta una generalizada disposición a condonar la violencia perpetrada por quienes son víctimas del orden social. Ella está muy lejos de ser ciega a la existencia de esas genuinas víctimas, pero nos llama a pensar con cautela el modo en que ese hecho es abordado. “La actitud paternalista que renuncia a tratar a todos los ciudadanos como responsables es incompatible con el ethos democrático”, previene con lucidez. Quienes están dispuestos a esa condonación de la violencia naturalmente la ven como un acto político, incluso como una particular manifestación de radicalidad política. Pero Elshtain no solo se

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opone a entender de ese modo la brutal destrucción de las personas y de la propiedad, sino que además se detiene en el tipo de cultura democrática que tiene que venir en su reemplazo, y advierte respecto de la cultura que no debiéramos abrazar. La judicialización de nuestros problemas, por ejemplo, le parece un escenario peligrosamente favorable a soluciones de blanco y negro, donde la ausencia de negociación política supone la pérdida total para el derrotado. Otro tanto puede decirse de la tendencia a resolver nuestros más profundos problemas por la vía de plebiscitos. Estos no solo replican dicha lógica del todo o nada, sino que apelan —según la autora— a nuestra experiencia de consumidores antes que a la de ciudadanos: vemos el spot publicitario y marcamos nuestra preferencia sin más deliberación. La verdadera democracia requiere un proceso mucho más complejo de diálogo y participación. Pero es muy característico de la aproximación de Elshtain que esta recuperación de la vida política vaya acompañada de una explícita defensa de la dignidad de la vida privada (no es extraño que su siguiente libro fuera Augustine and the Limits of Politics). Citando a Kundera, ella nota que solo un monstruo podría ser idéntico en su vida pública y en su vida privada. Pero la ideología de “lo personal es político” ha arrasado con la conciencia de ese límite, convirtiendo la esfera pública en el campo de batalla entre resentimientos de diverso signo. “Te exijo que reconozcas que no tenemos nada en común”: en esa fórmula Elshtain sintetiza la desintegración resultante. Su libro vive de la esperanza de que problemas así de radicales aún puedan ser abordados democráticamente.


Las élites y su ilusión meritocrática CATALINA SILES V.

Sobre La rebelión de las élites y la traición a la democracia (Barcelona: Ediciones Paidós, 1996), de Christopher Lasch.

La versión original de este libro fue publicada en 1995, pocos meses después de la muerte del autor. El texto recopila una serie de ensayos que, en años anteriores, aparecieron en diversas revistas de opinión, y que Lasch intenta integrar bajo el alero de lo que él define como el “malestar democrático” que atravesaba ya en ese entonces a la sociedad norteamericana. De este modo, La rebelión de las élites cubre un amplio y variado número de tópicos que, a juicio del autor, estarían relacionados con esta crisis, que van desde la globalización al secularismo, pasando por el relativismo, el deterioro del debate público, la desigualdad y la movilidad social. El diagnóstico no es optimista y su crítica es despiadada. El título se inspira en la obra de Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, pero, a diferencia del escritor español, Lasch sostiene que el origen de la crisis de las democracias occidentales no está en el advenimiento del dominio político de las muchedumbres, sino en la pérdida de la virtud cívica por parte de la élite, abdicando de su posición de liderazgo y ejerciendo su poder irresponsablemente. El cuadro que dibuja Lasch puede resumirse como sigue. La élite contemporánea, conformada principalmente por directivos empresariales y profesionales altamente educados, que manejan el capital y la información —elementos básicos sobre los que se sostiene el sistema liberal moderno—, han ido erosionando con su estilo de vida las bases sobre las que se asienta el ideal democrático norteamericano. A diferencia de sus antecesoras, las nuevas élites han perdido sus lealtades locales en favor del cosmopolitismo y, por tanto, no se sienten responsables con ninguna comunidad particular. Sus formas de vida, producto de su enorme capacidad adquisitiva, los han aislado progresivamente de la vida común de la mayoría y, por tanto, han ido despreocupándose de ella. Ya no existen espacios donde todos los ciudadanos se

encuentren como iguales, sino que sus experiencias cotidianas están completamente escindidas, con el peligro que esto supone para la convivencia y la paz democrática. Lo más grave, sostiene Lasch, es que la nueva élite ha justificado este aislamiento y el declive de su sentido de responsabilidad y obligación hacia sus conciudadanos, que la vieja aristocracia poseía, con la ilusión meritocrática. Es decir, se ha convencido a sí misma y ha intentado convencer al resto de que su poder y privilegios se basan exclusivamente en su propia inteligencia y esfuerzo —una suerte de aristocracia del talento— y no en ventajas heredadas. De este modo, ahogan cualquier sentimiento de gratitud y reciprocidad hacia sus predecesores y hacia las comunidades a las que pertenecen, ya que, después de todo, cada uno tiene solo lo que se merece. La solución al profundo malestar que amenaza el futuro de la democracia implica, según el autor, volver a una política basada en los valores comunes que habían sostenido a la sociedad norteamericana, como el sentido de comunidad, la importancia de la familia y la religión, la búsqueda de igualdad, la conciencia de que la ciudadanía implica deberes y no solo derechos, entre otros. En definitiva, se trata de rehabilitar una política enraizada en la experiencia de la mayoría de la población, cuyas necesidades han sido puestas en segundo plano en favor de banderas enarboladas por minorías bien posicionadas, pero ajenas a la realidad común. En medio de la crisis política que vive Chile, la lectura de Lasch puede ofrecer algunas pistas que nos ayuden a elaborar un diagnóstico de nuestro propio malestar cuyos síntomas —en particular respecto al divorcio de las élites del resto del entramado social—, guardan una notable coincidencia con varios de los que se esbozan en este ensayo.

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OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA



OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

E S TA L L I D O , PA N D E M I A , H I P E R NO R M A L I DA D RAFAEL GUMUCIO

L

os chilenos hemos vivido de manera conti-

Justo cuando estaba llegando a su cúlmine, el

nua, aunque no simultánea, dos movimientos

estallido fue reemplazado por la pandemia. Era

aparentemente contrarios pero sutilmente en-

tan dramático el contraste entre los dos movi-

trelazados. Uno se hizo llamar el “estallido so-

mientos que los promotores del estallido pen-

cial” y consistió en la organización de protestas

saron que la pandemia era parte de un complot

masivas que bloquearon plazas, avenidas y calles

de las autoridades para tomar el control de la

en sucesivas ocasiones a lo largo de varios meses.

calle. Luego entendieron que esta pandemia les

Uniendo reivindicaciones muy distintas entre sí,

permitía seguir en la lucha contra la normalidad,

los participantes de las protestas crearon, como

sentida como el gran enemigo. Los mismos que

pocas veces en la historia de Chile, una sensa-

hacían del milagro de estar juntos una razón de

ción de cercanía. Estuvieron, estuvimos, juntos.

ser promovieron con la misma furia el distan-

Muy juntos. Estábamos todos juntos, visibles,

ciamiento y la cuarentena. Encontraron en esta

sensibles; compartiendo un movimiento sen-

nueva distancia también una razón moral. Y se

sorial antes que político, en el que también jugó

prolongó en ella la lucha contra un sistema que

el olfato, la vista, los sonidos. Un movimiento

lo convierte todo en economía. Aquí, decían, se

también extrañamente inmóvil, que nunca se

trataba de salvar vidas. Todo cálculo basado en

movió de su comienzo y hasta se complació en su

las ganancias y las pérdidas fue sentido como

inmovilidad. No llegó a decir nada más que “esto

una traición. La plaza quedó tan vacía como al-

somos”. Tal vez por ello esa sensación de unidad

guna vez estuvo llena. Esa plaza vacía significaba

no logró articularse en un programa político o

lo mismo que la plaza llena: estamos juntos.

social concreto. 102


Los amantes de la cuarentena y los del esta-

incluía la muerte como una posibilidad real. La

llido comparten no solo un sentido alterno de la

nueva piensa que quizás podemos no morir. Los

normalidad, sino también algunas herramientas

expertos en epidemiología, en demografía y en

que les permiten experimentar con los límites de

estadística han podido, gracias a las nuevas tec-

esa normalidad. Fueron las redes sociales las que

nologías, probar formas de mitigación mucho

permitieron la movilización del estallido. Fueron

más allá que cualquier experiencia anterior. He-

ellas también las que lo prolongaron. Gracias a

mos llegado a experimentar el límite del límite

estas redes, si es que debemos agradecerles esto,

en términos de pérdidas de empleos y en daño

el movimiento se mantuvo sin líderes y sin pac-

a la salud mental. No sabemos cómo saldremos

tos. No necesitaba cabeza porque estaba hecho

de este experimento, pero sabemos que somos

de miles de cabezas. Lo que sin las redes hubiese

parte de un experimento. Como sucedió con el

necesitado articulaciones clandestinas, partidos

estallido, nadie tiene claro el límite de nada. Na-

políticos, células o sindicatos pudo mantener-

die manda, nadie sabe, todos adivinan. Los res-

se, con las redes, libre de toda jerarquía. El Go-

ponsables políticos o religiosos, las autoridades

bierno no tuvo con quien negociar y la oposición

morales, intelectuales y artísticas no pueden ha-

tampoco cómo cobrar los puntos que supone que

cer nada contra el movimiento que se les impone

ganaba en la calle. El empate eterno se convirtió

desde un sentido común colectivo que muy luego

en una constante: acciones de arte, represiones

se hace viral. Si lo intentan se verán tragados por

sangrientas, murales y mártires alimentaron las

el movimiento. El caso más visible de esa para-

redes, mientras que ellas, a

doja es el de Boris Jonhson.

su vez, alimentaban la sen-

Desesperado por distinguir-

sación de martirio y efer-

se del resto de los líderes

vescencia, de que todos éra-

No sabemos cómo saldremos

mos parte de un gran relato

de este experimento, pero

tagio se paseara libremente

continuo que no necesitaba

sabemos que somos parte de un

por el Reino Unido hasta ser

de un narrador. La cosecha de memes, historias de Ins-

experimento. Como sucedió

tagram o peleas por Twitter

con el estallido, nadie tiene

justificaban la jornada. La

claro el límite de nada.

sangre pocas veces llegaba al río, pero daba la sensación de ser un mar.

europeos, dejó que el con-

él mismo víctima del virus, y se vio obligado a dar un emocionado agradecimiento al sistema público de salud, por el cual no tenía hasta en-

tonces ningún afecto especial.

La revolución era más revolucionaria porque no

Nadie lidera la ola, ni la de los contagios ni la de

necesitaba tomarse ningún Palacio de Invierno.

la opinión pública. A lo más se la controla. En la

Las imágenes modificadas, los énfasis subraya-

pandemia como en el estallido la pregunta sobre

dos creaban una realidad alterna que no necesi-

cuándo, cuánto y cómo es imposible de respon-

taba del concurso de los hechos. O más bien es-

der. No estamos en la normalidad sino en la su-

tos hechos obedecían al ritmo frenético de la red

pranormalidad. Este concepto es un viejo cono-

en sí.

cido para los que estudian el comportamiento de

Lo mismo se podría decir de la cuarentena. Sin

los pájaros y peces. El etólogo Niko Tinberg en-

las redes sociales, Zoom, Whatsapp, el teletra-

contró que el macho territorial gasterósteo (un

bajo, la teleamistad o el teleparentesco habría

pequeño pez de agua dulce) atacaba un pez de

sido imposible el confinamiento sanitario. Como

madera con más fuerza si su parte inferior es-

en 1918, con la gripe española, nos habríamos

taba más roja que lo normal. Otro grupo de bió-

tenido que resignar a ver morir a muchos más.

logos observaron que algunos pájaros preferían

La agonía quizás también habría sido más bre-

incubar los huevos artificiales más brillantes y

ve. En 1920 los países asolados por una plaga que

grandes que los que solían producir. Lo mismo

mató a 50 millones de personas celebraban feli-

algunas mariposas, que preferían aparearse con

ces la era del foxtrot y el jazz. La vieja normalidad

figuras pintadas por los hombres. Como estos

103


LORE M IPS U M. E NSAYO

peces y pájaros, quizás estamos reaccionan-

otros que aún no conozco. Es una revolución

do ante estímulos supranormales que cambian

tecnológica que, como una bomba racimo, con-

nuestra conducta de un modo totalmente ines-

tiene miles de explosiones pequeñas con efectos

perado e incontrolado.

insospechados. Quizás convenga observar a los

En cierto sentido, los hombres nunca hemos vivido en la normalidad simplemente biológica y

peces o pájaros en el proceso de recibir estímulos foráneos que transforman su comportamiento.

hemos estado sometidos a todo tipo de estímu-

Negarse a esta revolución es, por cierto, com-

los supranormales. De alguna forma, los otros

pletamente inútil. Pero mirarla con inocencia

estímulos de este tipo —la radio, la televisión,

como algo irremediable o forzosamente bueno

la prensa escrita, la escritura, el arte mismo—

resulta igualmente pernicioso. Los seres hu-

cambiaron en su momento nuestro modo de

manos somos seres por naturaleza supranor-

aparearnos y relacionarnos, hasta convertirse en

males, porque parte de nuestro medio natural

parte de nuestra normalidad. No lo hicieron sin

es el lenguaje, que no es estrictamente natural.

sacrificio ni desconcierto; podríamos relacionar

Sin embargo, hemos creado reglas y formas para

cada nueva invención tecnológica con una revo-

incorporar estos estímulos a un cierto orden.

lución, guerra civil o cambio de paradigma. Sería

De ahí, la religión, la filosofía o la literatura nos

cuestión de relacionar, por ejemplo, el auge del

proveen de herramientas para comprender esta

fascismo con el del cine sonoro, o la imprenta

metamorfosis a la que estamos destinados. Pa-

con la reforma religiosa, y la televisión y el mayo

reciera que esas herramientas que nos permiten

del 68. Pero la velocidad, la universalidad, la om-

incorporar lo nuevo en lo antiguo se han visto

nipresencia global de estas nuevas tecnologías

severamente destruidas. De ahí la sensación de

quizás nos estén deparando transformaciones

que esta supranormalidad sucede sin nosotros

aún mayores, con consecuencias inimaginables

y que no podemos hacer nada más que seguir la

para nosotros. Del cine mudo al cine sonoro y del

ola. Sin norte, sin embarcación, lo más seguro es

cine sonoro a la televisión transcurrieron déca-

el naufragio. De esa deriva de ola en ola, de en-

das. En el transcurso de mi vida, en cambio, he

tusiasmo en entusiasmo, o de terror en terror,

visto blogs, fotologs, vlogs, MySpace, Facebook,

pareciera que no queremos salir.

Twitter, Instagram, Snapchat, Tiktok y muchos

Rafael Gumucio es escritor. Ha publicado novelas, libros de memorias, relatos breves y ensayos, además de cientos de artículos en El Mercurio, El País, New York Times, The Clinic y Santiago, entre muchos otros. Sus últimos libros son la novela El galán imperfecto (Random House, 2017), las memorias La edad media (1988-1998) (Hueders, 2017), la biografía Nicanor Parra, rey y mendigo (UDP, 2018) y el ensayo ¿Por qué soy católico? (Random House, 2019).

104


La ética en tiempos excepcionales: ¿algo excepcional? LUCA VALERA

S

i alguna certeza hay en estos tiempos de pan-

Si bien se habla de recursos, y en concreto de

demia es que los recursos son limitados. Lo ob-

recursos médicos, es bueno destacar que el dile-

servamos en nuestras vidas cotidianas, en las

ma de la última cama no es un dilema puramen-

declaraciones públicas de los políticos o en los

te económico ni médico. Se trata más bien de

estantes en los supermercados, solo por men-

un dilema ético, que nos obliga a considerar di-

cionar algunos ejemplos. Lo que más nos preo-

mensiones como la justicia, el bien y el contexto

cupa, sin embargo, es que no haya recursos para

mismo de la acción para poder tomar decisiones

cuidarnos, para resguardar aquel bien funda-

apropiadas. De hecho, es el tema de las decisio-

mental que es nuestra salud. En estos tiempos,

nes lo que nos convoca: no estaríamos hablando

de hecho, es frecuente enfrentarse a la escasez

de ese dilema si no hubiera una decisión dramá-

de recursos para atender a un creciente número

tica que el equipo médico tuviera que tomar, en

de enfermos. En este sentido, en muchos países

una situación inédita y muy complicada emocio-

se ha planteado el llamado “dilema de la última

nalmente.

cama”, que se refiere justamente a los criterios para la asignación de recursos en un contexto de

Médicos y parcas

escasez extrema. ¿A qué paciente debo que elegir cuando tengo menos recursos de los que nece-

Dichas decisiones difíciles no representan algo

sito? Si tengo a disposición un solo ventilador y

novedoso en la historia de la medicina. En 1993,

hay dos pacientes que lo necesitan, ¿a quién debo

Daniel Teres escribió el famoso artículo en el

asignarlo?

que se planteaba el “ritual de la última cama”, 105


LORE M IPS U M. E NSAYO

afirmando “que uno de los grandes dilemas éti-

cierta edad —usualmente los 70 años—), y el del

cos que afectaban a los Servicios de Cuidados

“triage militar” (por el que se decide invertir re-

Intensivos era la admisión de pacientes bajo

cursos para salvar la vida solamente a aquellos

ocupación casi completa”1. Ese problema fue

que tengan más éxito terapéutico, sin desperdi-

llamado por Teres “el ritual de la última cama,

ciarlos con otros que no podrán sobrevivir). Por

y señaló la necesidad de políticas para maximi-

último, también hay criterios que no se refieren

zar el uso de los recursos y minimizar procesos

de ninguna forma a la condición del paciente,

de triage costosos”2. En este contexto, la cuestión

como el criterio del “cliente siempre tiene la ra-

a debatir es cuales son los criterios para admi-

zón” (lo que el paciente decida —sobre todo con

tir o no a los pacientes y, en algunos casos, para

referencia a no recibir algunos tratamientos— se

intubarlos o no. En último término, se trataría

transformará en la mejor decisión posible).

de definir quién se merece más un recurso (o un

Ciertamente, a partir de la aplicación de un

tratamiento) o, en otras palabras, a quién salvar

criterio u otro, se llegará a una conclusión u

la vida y a quién no.

otra, consistente con esa pauta de acción. Más

En la historia de la ética —y, más específica-

allá de definir si dichos criterios son adecuados

mente, de la ética médica— se han aclarado los

al problema que quieren solucionar, la pregunta

criterios que se pueden usar para orientar las de-

que queda es: ¿qué pasaría con el médico —o el

cisiones en esos contextos.

equipo médico— y sus eva-

Entre los más notorios3, po-

luaciones estrictamente clí-

demos recordar criterios que se refieren a los “méritos” del paciente, como

el first

come, first served (es decir, quien llega primero, el cupo es suyo) y el “meritocrático”

Los médicos no razonan con certezas sino con probabilidades, ajustadas a la situación clínica del

nicas? De hecho, de acuerdo a la mayoría de ellos, la condición clínica objetiva no entra a ser parte del juicio médico, de su lex artis, sino de elementos contingentes.

(quien se ha portado de una

paciente, que puede cambiar

forma más diligente con re-

rápidamente. Por eso la

tampoco un médico o un es-

ferencia a su salud, se mere-

medicina no es, en términos

pecialista para tomar estas

ce un tratamiento prioritario); criterios que se refieren

estrictos, una ciencia.

a un cálculo de utilidad o de

En este sentido, no serviría

decisiones difíciles —piénsese en el caso de first come, first served—, y la relación

recursos, como el criterio utilitarista (que busca

médico/paciente vuelve a ser algo casi irrelevan-

el máximo beneficio posible, ya sea para el ma-

te en los juicios que conciernen al triage.

yor número de pacientes o para el mayor número

En los criterios que he descrito arriba, la con-

de años por paciente), el de los “fair innings o del

dición clínica —lo que el paciente presenta, y

tiempo cumplido” (que busca ofrecer a todos la

las probabilidades que un tratamiento u otro se

posibilidad de alcanzar la meta de cumplir una

ajuste más a su situación— no es un elemento dirimente para tomar decisiones ético-clínicas

1 Daniel Teres, “Civilian triage in the intensive care unit: The ritual of the last bed”, Critical Care Medicine 21, núm. 4 (1993): 598-606.

sobre ese mismo paciente. El médico no tiene que usar todo su expertise para cuidar de la mejor forma posible, con los recursos que tiene a disposi-

2 Cristina Azcarate, Laida Esparza, Fermin Mallor, “The problem of the last bed: Contextualization and a new simulation framework for analyzing physician decisions”, Omega (2019): https://doi. org/10.1016/j.omega.2019.102120.

ción y en las circunstancias en que se encuentre

3 Agradezco a la Profesora María Alejandra Carrasco, quien me ayudó a sistematizar dichos criterios en un documento informativo de nuestro Centro de Bioética UC.

a una de las Parcas o Moiras, que tiene que cor-

106

al paciente, sino que tiene que decidir a quien cuidar, descartando a otros pacientes. Emerge, así, la imagen de un médico que se asemeja tar el hilo de la vida de uno y no de otro. Emerge, contemporáneamente, la idea del médico


que decide a quien salvar la vida y a quien dejar morir, midiendo quirúrgicamente los recursos a disposición. Y se vuelve así a la figura del médico-sacerdote, que tanto se había buscado erradicar en los años setenta del siglo pasado, con la dura crítica al paternalismo médico. Vuelve la idea, por último, de que la ética —o la toma de decisiones— sea una cuestión de “Trolley Problem”4, es decir, si salvar a uno u otro (u otros). Y que, para decidir, habría que buscar criterios excepcionales, adecuados a la excepcionalidad y novedad de las situaciones que se presentan. ¿Será así? La última cama: ¿y si no fuera un dilema? Si el tema de la asignación de los recursos en medicina fuera solamente una cuestión de decidir a quien salvar y a quien no, probablemente el modelo Trolley Problem sería el más adecuado a adoptar. Además, si los médicos fueran vendedores que tienen que atender a un cliente determinado (y no a otro) y si la relación mé-

reducción binaria en el ámbito de las decisiones.

dico-paciente se restringiese a un contrato, pro-

No se trata de todo o nada: en la medicina hay

bablemente podríamos quedarnos contentos con

muchos grises. Justamente al revés del Trolley, en

ese modelo. Al revés, si lo que mueve al médico

la medicina siempre hay algo que hacer.

es el deseo de ayudar al paciente, involucrando

Son esos grises los que nos ayudan a pensar en

toda su experiencia, capacidades y virtudes, el

la última cama no solamente como un dilema de

Trolley Problem se queda corto. Ya que, al final, lo

dos alternativas excluyentes, sino como un pro-

que afirma dicho dilema ético es que, si se toma

blema ético que necesita de prudencia y crea-

una dirección, la otra posibilidad queda descar-

tividad para poder llegar a una buena solución.

tada inmediatamente. Ya no hay nada que hacer.

Es allí donde emerge un principio interesante de

Afortunadamente, la medicina no es así. Los

la medicina, que fue destacado por primera vez

médicos no razonan con certezas sino con pro-

y con tanta fuerza en Chile en las orientaciones

babilidades, ajustadas a la situación clínica del

éticas del Centro de Bioética UC, y que han cons-

paciente, que puede cambiar rápidamente. Por

tituido la base para los discursos de la mesa so-

eso la medicina no es, en términos estrictos, una

cial COVID chilena: “Más que nunca, en el con-

ciencia. Si el equipo médico decide asignar una

texto de pandemia, vale el principio del ‘to care

cama en la UCI o un ventilador a un paciente, no

por sobre to cure’ (cuidar por sobre curar)”5. Di-

sabe con seguridad si logrará salvarle la vida; al

cha idea, sin embargo, tampoco es nueva. Escri-

mismo tiempo, si decide no asignarlo a otro, no

bía, de hecho, Sylvíe Menard: “Curar y cuidar son

está matándolo, como en el Trolley. Sin embar-

dos palabras diferentes (…). Entonces, cuando a

go, una y otra acción pueden ser las más proporcionadas a la condición clínica del paciente. La complejidad de los factores clínicos impide esa

4 Judith Jarvis Thomson, “The Trolley Problem”, The Yale Law Journal 94, núm. 6 (1985):1395-1415.

5 Centro de Bioética UC, “Orientaciones éticas para decisiones médicas en contexto de pandemia en Chile” (23 de marzo de 2020), https://facultadmedicina.uc.cl/wp-content/uploads/2020/03/ Orientaciones-eticas-para-decisiones-medicas-en-contexto-de-pandemia-en-Chile.pdf.

107


LORE M IPS U M. E NSAYO

un paciente se le dice ‘su cáncer es incurable’, es

de esfuerzos terapéuticos, apuntando a lo mejor

una afirmación cruel e inútil” . Con su vida, ella

para la condición clínica del paciente.

6

misma —oncóloga enferma de cáncer— ha demostrado que “siempre es posible cuidar”, aun

Lo excepcional de lo ordinario.

cuando ya no se puede curar, es decir, cuando no

La ética es cotidiana

hay soluciones terapéuticas a disposición. Dicha constatación refleja la idea de que “incluso

En tiempos excepcionales, la medicina no nece-

cuando ya no es posible ‘sanar’, sin embargo,

sita de una ética excepcional. Con la pandemia no

aún es posible cuidar (…) a la persona enferma

cambia la medicina, ni tampoco la ética. El juicio

(…) en su integridad” .

clínico sigue adoptando el criterio de proporcio-

7

Radicalizando más este último concepto, el

nalidad terapéutica, a partir de una evaluación

oncólogo italiano Franco Mandelli afirma que

prudente de todos los factores implicados en el

“curar es cuidar” (Curare è prendersi cura): la

contexto de la decisión (medios, condiciones,

alianza terapéutica, propia de la medicina, no se

etc.). Los medios que, en otros momentos, se

agota en la búsqueda de soluciones terapéuticas

consideraban “ordinarios” (porque eran pre-

para vencer a una enfermedad, sino que con-

sentes en cantidad adecuada), a lo mejor se vol-

tinúa y alcanza su punto más alto en el cuidar,

verán, en algunos casos, extraordinarios, porque

en el “hacerse cargo del otro” . De hecho, ya la

ya no estarán presentes. Sin embargo, eso no

etimología de la palabra clínico (Klinikòs; Klinè:

implica un cambio en la proporcionalidad tera-

cama) indica esa acción de doblarse sobre el pa-

péutica. En el fondo, se trata de reconocer que

ciente, gesto que constituye la esencia misma

los criterios que se usarán para decidir sobre los

de la medicina. A partir de esa perspectiva, ya

tratamientos a implementar no pueden cambiar

no hay dilemas binarios, sino una adecuación

radicalmente debido a las circunstancias, sino

8

que hay que reafirmar esos mismos criterios e implementarlos en las circunstancias concretas. 6 Elisabeta Lisi y Paola Binetti, “Intervista a Sylvie Ménard”, MEDIC 22, núm. 2 (2014): 74-84. 7 Comitato Nazionale di Bioetica (Italia), “Questioni bioetiche relative alla fine della vita umana” (1995), http://bioetica.governo.it/italiano/documenti/pareri-e-risposte/questioni-bioetiche-relative-alla-fine-della-vita-umana/ 8 Franco Mandelli, Curare è prendersi cura (Milán: Sperling & Kupfer, 2014).

En pocas palabras, hay que reafirmar que la ética, en momentos excepcionales, no debe imponer criterios extraordinarios a la medicina, extrínsecos a su esencia. Justamente al revés: debe ayudarla a enfocarse en lo ordinario y lo cotidiano, aclarando a los equipos médicos como esos mismos criterios se encarnan en el hic et nunc.

Luca Valera es director del Centro de Bioética de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Cursó estudios de Filosofía en la Università Cattolica del Sacro Cuore di Milano y es Doctor en Bioética y Filosofía por la Università Campus Bio-Medico di Roma. Es autor de Ecologia umana. Le sfide etiche del rapporto uomo/ambiente (Aracne, 2013); Invito al ben-essere. Lineamenti di etica (Aracne, 2015; en coautoría con M.T. Russo) y Arne Næss. Introduzione all’ecologia (ETS, 2015) y de diversos artículos y capítulos de libros sobre ética ambiental, bioética y filosofía de las tecnologías emergentes. 108


La exclusiรณn del presente ANDREA KOTTOW


LORE M IPS U M. E NSAYO

Fragmento del cuadro “El triunfo de la muerte” (1562), de Pieter Brueghel, el Viejo. Fuente: Museo del Prado.

C

onfinados en nuestras casas, buscamos

Las fotografías que han circulado en estos días

modelos para pensar el momento actual y nos

de las grandes metrópolis del mundo (sobre todo

encontramos con imágenes que producen un

occidental), en la que se ven los hitos y emble-

extraño déjà vu de lo no vivido. Uno de los múlti-

mas de sus urbes (la Fontana de Trevi y la Basí-

ples memes que circula en estos tiempos virales

lica de San Pedro en Roma, la Torre Eiffel y los

muestra un letrero que dice: “No me gusta este

Campos Elíseos en París; la Puerta de Branden-

capítulo de Black Mirror”. Pareciera que estamos

burgo y la Torre de Televisión en Berlín; el Pala-

habitando una de aquellas obras de ciencia fic-

cio de Buckingham y el Big Ben en Londres) solo

ción distópica que pueblan profusamente nuestra

las conocíamos de películas como 28 days later

cultura occidental moderna, desde los clásicos

de Danny Boyle. Esta película comparte el tono

1984, Un mundo feliz o Fahrenheit 451 hasta pro-

distópico de Black Mirror, advirtiendo sobre los

ducciones audiovisuales contemporáneas como

experimentos con virus y bacterias, en un esce-

la serie a la que hace referencia el meme. Si bien

nario apocalíptico donde solo quedan unos po-

es inherente a este tipo de ciencia ficción ser un

cos sobrevivientes convertidos en zombies por

comentario y reflexión sobre el presente, este se

las enfermedades que, en su búsqueda ilimitada

muestra distorsionado y solo puede ocurrir en el

por el poder, ha producido el hombre. Una de las

futuro, permitiendo el tono pedagógico que suele

escenas más impresionantes del filme es una ca-

predominar en estos relatos. “Cuidado”, parece

minata del protagonista por un Londres vacío,

decirnos su moral subyacente, “si seguimos así,

luego de haber despertado absolutamente solo

esto es lo que nos espera”. Y “esto” siempre es

en su cama de hospital y darse cuenta de que pa-

ominoso y quisiéramos, a toda costa, evitarlo.

rece ser el único ser vivo sobre la tierra. Ciudades

110


atestadas de gente, hitos turísticos imposibles

Una noticia del 4 de marzo de El País de este año

de apreciar por el gentío: es lo que conocíamos

anuncia en su titular: “El brote de coronavirus

hasta ahora. Lo otro, lo que circula en estas foto-

dispara las ventas de La peste de Albert Camus”.

grafías vaciadas de personas, formaba parte de la

Un libro clásico del existencialismo francés, que

ciencia ficción. Parece que nos encontramos con

fue leído como un comentario a la Segunda Gue-

ese futuro que, solíamos creer, aún estaba lejos.

rra Mundial y a la ocupación, vuelve a encabezar

En una de las primeras columnas que Giorgio

los rankings de la ficción, como si entre sus pági-

Agamben publicó en el sitio web de la editorial

nas pudiésemos encontrar las claves para enten-

italiana Quodlibet acerca del coronavirus, hace

der lo que nos sucede hoy.

alusión a un texto de Alessandro Manzoni, na-

Observamos, entonces, dos movimientos con-

rrador y poeta romántico italiano, que en su

trarios que, quizás, no sean sino dos síntomas de

novela histórica Los novios dibuja la imagen del

un mismo fenómeno: volcamos la mirada hacia

untador, un enfermo maléfico que infecta, con

el porvenir o a las imágenes que nos hemos he-

conciencia y voluntad, a los sanos. Esta imagen

cho del futuro, y nos parece que vivimos en una

es reiterativa en relatos de peste. Varias ideas se

de aquellas ciencias ficciones que hemos leído

cruzan en esta representación: la de un cierto ca-

más como ficción que como ciencia. Calles va-

rácter maligno del enfermo y la enfermedad; la

cías, líneas divisorias que separan a los cuerpos,

de un mundo que está fuera de eje y hace posible

permisos especiales para ir a comprar y masca-

que lo inimaginable ocurra; la del peligro que se

rillas evocan imágenes distópicas que solemos

concentra en el cuerpo del otro. En plena crisis

encontrar en libros y películas. Y, por otro lado,

del sida, en los años ochenta, abundaban los mi-

recordamos representaciones de pestes y plagas

tos urbanos que hablaban de “un amigo del pri-

que nos catapultan a tiempos remotos, donde las

mo de mi tía” que súbitamente había sentido un

convicciones premodernas acerca de la infección

pinchazo y se había encontrado con la sentencia

y el contagio llevaban consigo casi las mismas

de “Bienvenido al Club”. El enfermo no solo se

medidas de seguridad que ahora, en plena era

convierte en alguien que, potencialmente y con-

científica. Seguimos sin mayores cambios, más

tra su voluntad, infecta a quienes no lo están,

o menos donde mismo: la infección vuelve po-

sino en alguien que ha perdido cualquier estribo

tencialmente peligroso al otro, y hay que evitar

moral, sintiendo placer en sumar más enfermos

el contacto con él; con o sin ciencia.

a la patología.

Ambos gestos, la identificación con un futuro

En el Decamerón, cuya escena inicial retrata

aciago y el escarbar en un pasado trágico, se en-

los estragos causados por la peste negra del año

cuentran cuando se produce una cierta exclusión

1348 en Florencia, Boccaccio dibuja un mundo

del presente. No sabemos cómo descifrar lo que

desolado, abandonado por cualquier orden y de-

nos ocurre, no sabemos cómo entenderlo. Si la

coro. También acá los enfermos parecen buscar

misma ciencia en la que hemos confiado casi cie-

la propagación de la peste: “Y esta pestilencia

gamente nos dice un día que las mascarillas no

tuvo mayor fuerza porque los que estaban en-

evitan la propagación del virus, y dos semanas

fermos de ella se abalanzaban sobre los sanos

después se retracta y hace obligatorio su uso en

con quienes se comunicaban”. En La peste, de

espacios públicos, ¿cómo confiar en un saber que

Albert Camus, los rumores que se propagan con

se contradice en un lapso de tiempo tan corto?

especial fecundidad en tiempos de incertidum-

Estamos sumidos en el descontrol y el descono-

bre producen imágenes parecidas: “Se decía, por

cimiento: ¿qué medidas son las correctas a to-

ejemplo, que una mañana, en el centro, un hom-

mar? ¿cuáles modelos de cuarentenas (totales,

bre que presentaba los síntomas de la peste y que

parciales) son exitosos a largo plazo? ¿Cómo se

en medio del delirio de la enfermedad se había

combinan en las decisiones que se toman argu-

precipitado afuera, atajó a la primera mujer que

mentos científicos, políticos, económicos?

encontró en la calle y, abrazándola, gritaba que tenía la peste”.

Y, como lamentablemente suele suceder cuando falta información y los saberes llegan a sus

111


LORE M IPS U M. E NSAYO

límites, emergen certezas que no parecen sino

atestado de trastos viejos, iniciar nuestra huerta

hacerse audibles por el volumen en que son pro-

casera o volver a leer una novela querida: a pesar

feridas. El que grita más fuerte es escuchado. Por

de ello nos despertamos y pensamos, ¿se suce-

algo, el cura Paneloux de La peste de Camus vuel-

derán las horas igual que ayer y antes de ayer, en

ve a ver su iglesia atestada de gente en tiempos

este presente que no quiere pasar?

de la plaga. Su hablar absoluto, que condena y

Las interpretaciones acerca de lo que nos ocurre

salva, es recibido como abono en el suelo fértil de

no solo varían, sino que entran en franca contradicción unas con otras. Des-

los fieles.

de anuncios de la caída de-

La exclusión del presente refiere a esa especie de ciego traquetear en estos días de

Volcamos la mirada hacia el

encierro, donde cada día se

porvenir o a las imágenes que

parece al otro y el tiempo no

nos hemos hecho del futuro, y

se expande en su devenir. Es un presente que insiste en su existir, pero sin colmarse de

nos parece que vivimos en una de aquellas ciencias ficciones

significado o sentido. En La

que hemos leído más como

peste, el personaje Grand es-

ficción que como ciencia.

cribe, durante el transcurso

finitiva del capitalismo y la entrada a una era revolucionaria, hasta el advenimiento de una civilización digital y tecnológica que nos convertirá de paso en seres vigilados, necesariamente dóciles e higienizados. En medio de estos extremos, los intelectuales ofrecen los más di-

de la novela, un texto de ficción. Es su gran pro-

versos panoramas. Lo que reina en el resto, en

yecto literario, y cada expresión debe ajustarse a

nosotros, es la inseguridad y el anhelo de saber

la perfección formal. Pero, tras años de escritura

al menos hasta cuándo estaremos encerrados.

y con la irrupción de la enfermedad, Grand no

Y la preocupación de si esta crisis no hará sino

ha hecho más que trabajar sobre la misma fra-

acrecentar aquella desigualdad que se acusaba

se, una bizantina descripción del galope de una

en octubre en nuestro estallido social. Pues, al

amazona en el Bois de Boulogne. Lo que se juega

final, ese “Comunavirus” al que se refiere Jean-

acá es una especie de presente absurdo, sin po-

Luc Nancy en un artículo publicado en Libération

sibilidades de desarrollo. Por un lado, podríamos

a fines de marzo, donde señala que el virus nos

pensar, no hay nada que decir acerca de la peste;

vuelve comunes, nos “comuniza”, no deja de di-

por otro, la enfermedad nos remite a un encierro

bujar un horizonte ideal. Como bien dice Camus

en el espacio y en el tiempo, expulsando el pre-

en su Peste: “La enfermedad, que aparentemente

sente y su transcurrir. La misma frase vuelve y

había forzado a los habitantes a una solidaridad

vuelve, como pareciera repetirse el mismo día,

de sitiados, rompía al mismo tiempo las asocia-

sin mayores variaciones. Por algo una de las pe-

ciones tradicionales, devolviendo a los indivi-

lículas más citadas hoy en día es El día de la mar-

duos a su soledad”.

mota. Podemos hacer pan, seguir una clase de

Hay algunos que están convencidos de que este

aeróbica en nuestro living, ordenar ese armario

tipo de situación saca lo mejor de cada quién y

112


ven la enfermedad como oportunidad: una exé-

acerca de la contaminación del planeta, de una

gesis de claras raíces judeocristianas que otor-

oportunidad para el desaceleramiento—, tiñen

ga un sentido al sufrimiento y un significado a

de luz esperanzadora un paraje incierto. La con-

la enfermedad. Escribe Daniel Defoe en Diario

tracara es el aumento de las cifras de violencia

del año de la peste, un texto que recrea la peste

intrafamiliar, escenarios de una precarización

bubónica que en el siglo XVII asoló la ciudad de

económica aun mayor de la que vivíamos, una

Londres: “Yo consideraba aquellos calamito-

recesión financiera mundial de magnitudes y la

sos tiempos como una ocasión particularmente

preocupación por todas aquellas prácticas que

elegida por la venganza divina, y estaba seguro

heredaremos de estos tiempos virales.

de que Dios la aprovecharía para manifestar, de

La reducción del espacio y la paralización del

modo especialísimo y más visible que en cual-

tiempo, que se escurre entre los dedos sin peso

quier otra circunstancia, cuáles eran los objetos

—como ese tiempo que Hans Castorp pasa en

que merecían su cólera”. Aunque se vistan de

La montaña mágica, rodeado de una fascinación

ropajes laicos, los discursos que asocian signifi-

malsana por la enfermedad y sus extraños en-

cado al padecimiento y prometen la ganancia de

cantos— son la experiencia del momento: una

un aprendizaje —se habla de reencuentro y de la

que nos expulsa del presente, remitiéndonos a

felicidad familiar y hogareña, de la nueva comu-

pasados catastróficos y porvenires ominosos.

nidad humana, de la conciencia que adquirimos

Andrea Kottow es Doctora en Historia de la Medicina por la Freie Universität de Berlín y Licenciada y Magíster en Literatura por la Universidad de Chile. Es profesora e investigadora de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez en el campo de los estudios culturales y literarios, y se ha especializado en las relaciones entre literatura y medicina. Es autora de Der kranke Mann. Medizin und Geschlecht in der Literatur um 1900 (El hombre enfermo. Medicina y género en la literatura del 1900) (Frankfurt - Nueva York: Campus, 2006).

113


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

La voz femenina en la narrativa de Austen, Brontë y Gaskell PAULA BALDWIN LIND

114


F

rente a célebres autores de finales del siglo

Revolución Francesa hasta la Primera Guerra

XIX y principios del XX, como Hawthorne, Mel-

Mundial y que abarca la Era Georgiana (1714 y

ville, Flaubert, Dickens, el monumental Víctor

1830) y Victoriana (1837-1901). La novela flore-

Hugo, Dostoievski o Tolstoi, da la impresión de

ció de tal modo en este tiempo que la Era Victo-

que las novelistas de estas centurias han pasado

riana fue denominada la época de la novela, un

a un segundo plano y que se desconoce el aporte

género literario que se caracterizó por mostrar

que escritoras como Jane Austen, Emily Brontë y

la vida cotidiana de las familias, “con ocasio-

Elizabeth Gaskell hicieron al canon literario y al

nales divergencias y excursiones hacia lo histó-

desarrollo del rol social de la mujer y de sus de-

rico, lo fantástico y otras variedades”1. Durante

rechos, especialmente los referidos a su propia

esos años, el trío de novelistas captó el interés de

educación.

los editores y ocupó los escaparates de librerías

Si bien estas narradoras han llegado a ser más

junto a consagrados escritores británicos como

conocidas por las populares series de la BBC, que

Charles Dickens, William M. Thackeray, Thomas

ha difundido sus publicaciones en la pantalla pe-

Hardy y Rudyard Kipling. Dentro de la literatura

queña, la literatura universal, y la anglosajona en

anglosajona del siglo XIX y XX surgen y se desa-

particular, no se apreciarían en su totalidad sin

rrollan, además, variados subgéneros de la no-

considerar las obras de estas autoras. Su estilo

vela: la policial o detectivesca, con las obras de

narrativo está a la altura de sus contemporáneos

Arthur Conan Doyle y Wilkie Collins; la narrativa

más notables, por lo que parece relevante reivin-

de aventuras de Robert Louis Stevenson y La isla

dicar su valor literario, pues muchas veces son

del tesoro, aunque debemos reconocer en Mark

consideradas como escritoras de temáticas “li-

Twain con Tom Sawyer y Julio Verne con La vuelta

vianas” u orientadas a una época determinada,

al mundo en ochenta días una valiosa contribu-

cuando en pleno siglo XXI la función de la mujer

ción al éxito de este género. A estas tres escri-

dentro del ámbito doméstico y público se cues-

toras se suman, además, las otras dos hermanas

tiona quizá con más fuerza que a inicios del siglo

Brontë (Charlotte y Anne), George Eliot (pseu-

XIX. Además, por sus tintes costumbristas, sus

dónimo de Mary Anne Evans) y, posteriormente,

novelas constituyen una rica fuente de conoci-

Virginia Woolf, así como una serie de otras nove-

miento de la cultura y sociedad de la Inglaterra

listas británicas cuyas obras circulaban quizá en

decimonónica.

menor número, pero que también constituyeron

Austen, Brontë y Gaskell forman parte de una fructífera generación de las letras británicas durante el extenso periodo que va desde la

1 George Saintsbury, A Short History of English Literature, vol. 2. (Nueva Delhi: Atlantic, 2005), 975.

115


LORE M IPS U M. E NSAYO

un aporte al desarrollo de la narrativa mun-

o luego del té, comparten y comentan historias.

dial: Fanny Burney, Mary Wollstonecraft, Anne

La novela se establece como el género literario

Radcliffe, Mary Shelley y Margaret Oliphant, por

dominante y lo más sorprendente es que las mu-

mencionar algunas.

jeres se convierten en sus más asiduas lectoras.

Más allá de una revolución industrial

Tres novelistas británicas: tres aportes a la literatura

Anterior a la monarquía de la reina Victoria tienen lugar en Gran Bretaña los reinados de Jorge

Jane Austen nace en Steventon (Hampshire, In-

I, II, III y IV, pertenecientes a la casa de Han-

glaterra) el 16 de diciembre de 1775 y permanece

nover, que dan origen a la Era Georgiana. Hacia

soltera hasta su muerte a los 41 años en Win-

mediados del siglo XVIII se gesta en Inglaterra

chester el 17 de julio de 1817. Como su familia

la revolución industrial, hecho histórico que

era bastante acomodada, tuvo la oportunidad

trae consigo una serie de cambios económicos,

de recibir una buena educación. Desde pequeña

políticos y socioculturales, como el surgimien-

siente atracción por las letras y se convierte en

to de nuevas clases sociales. Es en este perio-

ávida lectora de autores como Samuel Richard-

do cuando, por una parte, se producen grandes

son (1689-1761), Henry Fielding (1707-1754) y

avances científicos y se modernizan las formas

Laurence Sterne (1713-1768), de quienes imita

por

algunos aspectos estilísti-

otra, aumentan las diferen-

cos. Se transforma en escri-

de

producción,

pero

cias sociales y los sistemas laborales poco éticos, con

En medio de este panorama,

tora profesional, es decir, gana dinero por sus publica-

jornadas extendidas de tra-

revive la costumbre de leer

bajo en las industrias y la in-

individual y grupalmente

un pseudónimo: “By a Lady”

corporación de menores de

en voz alta, una de las formas

(Por una Dama). Sandie Byr-

edad a la fuerza productiva. Son años en los que las mujeres son educadas en su hogar o en internados para

de entretenimiento favoritas de las familias británicas de clase media y alta.

ne, experta en la obra de Austen, señala que, en sus cartas, la novelista inglesa no tiene pudor en decir que es ambiciosa y quiere lograr

señoritas con el objetivo de convertirse en buenas esposas y dueñas de casa.

ciones que realiza utilizando

una gran obra2.

Los matrimonios son, por lo general, concerta-

En sus novelas, Austen critica y, al mismo

dos por los padres según criterios de convenien-

tiempo, se ríe de las convenciones sociales de

cia social y económica, es decir, para lograr as-

su época respecto del matrimonio, del ascenso

cender en la estricta escala de clases y optar así

social y del papel de la mujer en la vida pública.

a una mejor condición de vida. Bordar, tocar un

Si bien al adentrarse en las primeras páginas de

instrumento, dibujar y mantener una conversa-

sus grandes novelas podría dar la impresión de

ción interesante son parte de las habilidades que

que prima lo cómico, al avanzar en su lectura nos

las mujeres adquieren; sin embargo, en este lar-

damos cuenta que la autora realiza un análisis

go periodo histórico aún no pueden acceder a la

profundo de lo que significa ser mujer en una

educación pública, ni asistir a la universidad y no

sociedad dominada por los hombres. Así declara

será hasta 1918 —aunque con algunas restriccio-

al comienzo de Pride and Prejudice (Orgullo y pre-

nes— que podrán ejercer su derecho a voto.

juicio), novela publicada en 1813 y quizá la más

En medio de este panorama, revive la cos-

conocida de la autora: “Es una verdad reconocida

tumbre de leer individual y grupalmente en voz alta, una de las formas de entretenimiento favoritas de las familias británicas de clase media y alta que, después de la sobremesa del almuerzo

116

2 Sandie Byrne, “La vigencia de Jane Austen, maestra de la ironía”, Encuentros de El Mercurio (Santiago, 20 de junio, 2017).


por todo el mundo que un soltero dueño de una

y esa integración es su arma triunfal”5. Más aún,

gran fortuna siente un día u otro la necesidad de

en El canon occidental el crítico norteamericano

una mujer”3.

elogia la obra de la autora cuando afirma que

Austen nos presenta a la protagonista, Eliza-

“las principales heroínas de Austen […] poseen

beth Bennet, y nos cuenta la historia de su fa-

tal libertad interior que sus individualidades no

milia, pero, sobre todo, revela los errores que

pueden reprimirse. El arte de Jane Austen como

tanto ella como Mr. Darcy cometen al inicio de

novelista no consiste en preocuparse por la gé-

su relación, de modo que terminan comunican-

nesis socioeconómica de su libertad interior. En

do justo lo opuesto a sus reales sentimientos. La

Austen, la ironía se convierte en instrumento de

joven es una auténtica heroína: inteligente y con

la invención, que el doctor Johnson definía como

ideas propias, no pretende casarse con el hom-

la esencia de la poesía”6.

bre que le asignen y se arriesga a quedar soltera

Emily Brontë (1818-1848) publica Wuthe-

por defender su libertad, aunque sabemos que

ring Heights (Cumbres borrascosas), en 1847 bajo

finalmente Mr. Darcy valora su personalidad y se

el pseudónimo de Ellis Bell. Bloom también la

enamora perdidamente de ella.

incluye en su listado de obras canónicas al com-

Si bien a primera vista la novela parece una

parar su novela con las obras del alto romanti-

historia romántica más, la voz narrativa de Aus-

cismo inglés y clasificarla como “byroneana”7,

ten y su velada crítica social elevan esta obra a

pues considera que la mayor influencia literaria

la categoría de un clásico. La autora emplea un

de Brontë proviene del gran poeta romántico

registro irónico que caracteriza todas sus no-

inglés. De hecho, la autora se inspira tanto en él

velas, y utiliza distintos mecanismos narrativos

como en la literatura gótica para configurar la

para parodiar las voces de sus contemporáneos

personalidad salvaje y rebelde de algunos de sus

en boca de sus personajes, como las recurrentes

personajes, especialmente la de Heathcliff, pro-

formas ridículas que utiliza Lydia, o las fórmulas

tagonista de su novela, quien busca la venganza

vacías del señor Collins, quien, con el solo afán

a toda costa.

de agradar, habla condescendientemente has-

La trama está construida a modo de caja china,

ta el extremo del sinsentido. Este último, por

es decir, la historia inicial se ramifica y conca-

ejemplo, cuando intenta seducir a la hermana

tena con otras para luego volver al origen. Esta

de Darcy, demuestra su presunción: “Ya pueden

innovación de estilo narrativo provocó que en su

comprender que me considero dichoso en diri-

momento la obra de Brontë no fuera bien reci-

girle en todas las ocasiones esta clase de cumpli-

bida, aunque luego llegara a convertirse en un

dos, siempre gratos a las damas”4.

clásico y diera origen a más de diecisiete adap-

La voz de la narradora, de la propia Austen,

taciones cinematográficas. El relato parte in me-

suele formularse en tercera persona para dis-

dia res —en la mitad de la trama— cuando Nelly

tanciarse de la realidad presentada, pero esto no

Dean, ama de llaves del lugar, decide contarle a

impide que la autora juzgue los hechos con seve-

Lockwood la historia del triángulo amoroso de

ridad. Siempre condena la hipocresía de algunos

trágico final entre Catherine Earnshaw, Hea-

personajes, la vulgaridad de hablar del dinero,

thcliff y Edgar Linton, además de informarle de

o la estupidez de opinar sobre temas que no se

los orígenes de cada uno de estos personajes.

conocen —o comentar de libros que no se han

Lockwood, a su vez, asume la voz de narrador

leído, asunto bastante común también en nues-

testigo de los acontecimientos que dan vida a va-

tros días—. Según Harold Bloom, la personali-

rios relatos ambientados en paisajes oscuros. Su

dad resuelta de las protagonistas de Austen se logra porque estas “integran ingenio y voluntad

5 Harold Bloom, Cómo leer y por qué. (Bogotá: Norma, 2000), 196.

3 Jane Austen, Orgullo y prejucio (Barcelona: Plaza & Janes 1998), 84-85.

6 Harold Bloom, El canon occidental. La escuela y los libros de todas las épocas (Barcelona: Anagrama, 1996), 271.

4 Ibid., 2.

7 Ibid., 332.

117


LORE M IPS U M. E NSAYO

diario de vida funciona como un marco narrativo que permite a Brontë relatar el tema principal de la novela, cuya información recoge tanto de la narración oral de la señora Dean, como del diario de vida de Catherine. No solo esta estructura da cuenta de la modernidad de la obra de Brontë, sino también el peso que asigna a la voz de la mujer en la figura de Catherine Earnshaw, quien se atreve a declarar: “ahora me envilecería casarme con Heathcliff, de modo que nunca sabrá cuánto le amo, y eso no por ser guapo, […] sino porque es como una parte de mí misma. No sé de qué estarán hechas las almas; pero la suya y la mía son iguales, y la de Linton es tan distinta como un rayo de luna de un relámpago o como el hielo del fuego”8. Como se ve, la señorita Earnshaw es una joven con personalidad propia, capaz de desafiar las convenciones sociales de su tiempo. Una actitud similar muestra Margaret Hale, heroína de North and South (Norte y sur), novela publicada entre 1854 y 1855 por Elizabeth Gaskell (1810-1865). Luego de establecerse en Newcastle-upon-Tyne, conoce a William Gaskell, con quien se casará en 1832 y de quien adopta el apellido. Su carrera profesional se inicia con la publicación de Mary Barton en 1848 que trata de la cuestión social, pero llega a su culmen con Wives and Daughters (Esposas e hijas, 1864-1865) y, por

Tanto las novelas de Gaskell como las de Austen y Brontë constituyen un gran aporte al desarrollo de la literatura en occidente no solo por su genial estilo narrativo, sino porque muestran una época crucial de la historia desde la mirada de mujeres.

supuesto, con Norte y sur, que publica en veintidós entregas semanales en la revista Household Words, dirigida por Charles Dickens. Al mudarse a Manchester, epicentro de la revolución industrial, Gaskell puede observar los graves conflictos laborales que se producen en las nuevas fábricas, una situación parecida a la de Margaret, protagonista de la novela, que debe enfrentar situaciones muy complejas a su llegada a la ciudad de Milton, al norte de Inglaterra. Desde el inicio de la novela, la joven demuestra que pertenece al sur, con sus costumbres refinadas del llamado gentry británico, la clase burguesa o aristocrática, que de inmediato contrasta con el mundo del norte y de personajes como John Thornton, joven industrial que traba amistad

8 Emily Brontë, Cumbres borrascosas (México: Porrúa, 2005), 65.

118


con el padre de la señorita Hale y que, después

un escenario que lleva a las personas a distan-

de un largo proceso para limar las diferencias, se

ciarse de la naturaleza y a deshumanizarse—,

enamora de ella.

reconoce el progreso que permiten las máquinas.

Gaskell revela la situación de la mujer de la

La novela de Gaskell es, sobre todo, una historia

época victoriana a través de la protagonista, cuya

de amor que madura en paralelo con la evolución

personalidad, inicialmente bastante ingenua, se

de la pareja principal, a quienes la autora se en-

fragua en la dificultad. Es así como levanta una

carga de construir con los infinitos matices del

industria con tenacidad e inteligencia, dejando

alma humana, logrando así que el lector se iden-

atrás las ideas preconcebidas acerca de la impor-

tifique con los personajes.

tancia de la cuna como fuente del éxito. Mucha-

Como decía al principio, tanto las novelas de

cha observadora y empática, se preocupa por las

Gaskell como las de Austen y Brontë constitu-

duras condiciones de trabajo de los obreros en las

yen un gran aporte al desarrollo de la literatura

fábricas y argumenta: “La lealtad y la obediencia

en Occidente no solo por su genial estilo narra-

a la sabiduría y la justicia están bien; pero es aún

tivo, sino porque muestran una época crucial de

mejor desafiar el poder arbitrario ejercido de for-

la historia desde la mirada de mujeres que poco a

ma injusta y cruel, no en nuestra propia defensa

poco ejercen su libertad para encontrar una voz

sino en la de otros más desvalidos”9. Además, al

propia, convirtiéndose así en agentes de un pon-

tiempo que critica la vida en la ciudad —pues es

derado feminismo.

9 Elizabeth Gaskell, Norte y sur (Barcelona: Alba, 2005), 134.

Paula Baldwin Lind es licenciada en Letras con mención en Lingüística y Literatura Inglesas por la Pontificia Universidad Católica de Chile; magíster en Literatura Inglesa (1550-1780) de la Universidad de Oxford, y Doctora en Shakespeare Studies del Shakespeare Institute de la Universidad de Birmingham, Inglaterra. Es investigadora y Profesora Titular del Instituto de Literatura de la Universidad de los Andes (Chile).

119


“Escribir sin ser escritor es la impunidad misma”, apunta la periodista y editora Andrea Palet. Sus palabras, publicadas originalmente en la revista El Malpensante, fueron las elegidas para abrir su libro Leo y olvido, una compilación de columnas de opinión escritas a lo largo de quince años para distintos diarios y revistas. Directora de la editorial independiente Libros del Laurel y del Magíster en Edición de la Universidad Diego Portales, Palet ofrece al lector de estos textos una mirada singular, que se resiste a la inmediatez que suele dominar a este género. Recuerdos de infancia, historias de familia, series de televisión y anécdotas personales son solo algunos de los temas reunidos bajo este título, que además deja ver el lugar privilegiado que ocupa la literatura en su mundo. Acostumbrada a estar a la sombra de otros autores, la suya ha sido una vocación marcada por el silencio; cualidad fundamental, según ella, para todo aquel que se quiera dedicar a un oficio tan intenso como invisible.

120


Andrea Palet y la posibilidad de escribir ficción: “Me falta un motivo para ese crimen” POR M. JOSEFINA POBLETE

¿Cómo fue la experiencia de estar en la vereda

débil, sin ninguna sustancia o secuencia lógica de

opuesta, como autora y no editora de Leo y ol-

lecturas, así que uso las herramientas que tengo,

vido?

en las que priman las luces de colores sobre un tejido estructurado paso a paso, tan sólido que

Bonita. De renuncia y de resistir los impulsos,

podrías usarlo de cama elástica y saltar encima.

hasta cierto punto. La editora, Pilar de Aguirre,

El lector ideal no ve las sombras argumentales

tenía muy clara su selección, la discutimos y

que están justo detrás de las luces; yo sí las veo,

primó su criterio. No estuve de acuerdo al prin-

pero no tengo formación para usar luces de re-

cipio, pero resultó que tenía razón. Como fue mi

lleno, digamos. Y, en todo caso, las luces también

alumna, la aparente paradoja era total. Un guan-

son necesarias: trasmiten calor, ¿no?

te dado vuelta. En tus columnas, situaciones aparentemente ¿A quién le escribes? ¿Tienes algo así como un

insignificantes de pronto adquieren un brillo

“lector ideal” en mente?

único. Otras veces funcionan como pie forzado para reflexiones “simplemente magistrales”,

Nunca he escrito mucho, y ya no escribo. Alcancé

en palabras de Alejandro Zambra. ¿Influye la

a retomar por un mes en 2019 en la revista Capi-

literatura en tu disposición hacia lo cotidiano?

tal, pero no duró. Siendo sincera, el lector ideal de columnas que intentan ser persuasivas es aquel

¿Cómo saberlo? Diría que no, porque pensar en

que no se da cuenta de que ha sido convencido,

cosas muy básicas pero irresolubles es algo que

que relaja sus barreras y deja entrar una idea chi-

uno hace en la ducha o mirando al techo des-

ca que le complica un poco el mono bien armado

de muy chica. Pero también diría que sí, por-

que tenía. Yo tuve una formación intelectual muy

que, hasta que se invente un chip de telepatía,

121


LORE M IPS U M. E NTRE V IS TA

“Lo que intento es atraer hacia la literatura contemporánea de calidad a gente de otros círculos, otras profesiones”, dice Palet sobre su trabajo como editora en Laurel. En la imagen, algunos de sus últimos libros publicados.

la literatura es la mejor forma de saber cómo

sin necesidad de rellenar los silencios con blablá.

piensan realmente los seres humanos, el que te-

Mucha misa y retiros, ni un atado con el silencio,

nemos al lado y el que vivió en Transilvania en

la música no tan fuerte para no molestar. Este

1566, y cuando lo sabes te das cuenta de que lo

verano nos juntamos hermanos, hijos y abuelos

cotidiano es muy importante, al menos para al-

y la cosa parece que se trasmitió y es un agra-

guien sin creencias trascendentales. Aunque eso

do. Si no lo tuviera integrado no sé cómo podría

en realidad no tiene tanto que ver con la literatu-

trabajar, porque la mayor parte del día estoy en

ra sino con los desarrollos del siglo XX: la histo-

silencio.

ria de las personas, la sicología y la neurología, principalmente.

¿Hay espacio para la ficción en tu escritura, o para los objetivos que te planteas la realidad ya

¿Crees que la literatura tiene un rol que cumplir

te da material suficiente?

en la sociedad? No. Espero que no suene soberbio por torpeza Tal como se plantea la pregunta pareciera que es

mía, porque es lo contrario: tengo mucha faci-

posible contestar que no, y en realidad no es po-

lidad para escribir, puedo imitar estilos y tengo

sible. Todo lo que existe tiene una función, si no

muchos registros en la cabeza, por eso puedo

habría desaparecido, y la literatura es un floreci-

reemplazar frases y párrafos de otros sin que se

miento de la narración, una forma de explicarse

note, pero eso mismo hace que ni me plantee es-

el mundo hacia la que los humanos estamos na-

cribir: no sabría por dónde empezar, pero sobre

turalmente inclinados, al parecer. Su expresión

todo para qué, si ya hay tanto escrito por otros.

formal podría hasta desaparecer en un futuro

Me falta un motivo para este crimen.

distópico, pero la narración nunca. Nos moriríamos de tedio y de pena.

El género que eliges está estrechamente ligado al ‘yo’, a esa voz que enuncia y que expone

¿Qué relación tienes con el silencio? Es un con-

a otro su humanidad y parte de su intimidad.

cepto que tiende a emerger en tus columnas y

¿Cómo explicas el palco privilegiado que se le

también, en tus propias palabras, la cualidad

asigna hoy a la primera persona singular?

número uno de un buen editor. Todas las manifestaciones culturales pasan por El silencio es un rasgo de mi familia. No somos

ciclos, este es uno más y también pasará. Pero

lacónicos, pero nadie grita ni histeriquea. Cre-

falta un rato todavía, el yo es súper reciente en el

cí en una casa muy tranquila, sin tele prendida,

gran cuadro, en la historia de la humanidad, un

122


siglo, dos siglos, nada todavía. Y si lo restringi-

una causalidad, eso sí. Podría haber alguien que

mos a la “autoficción”, hay un punto que se les

haya leído poco y sea buena editora, y te aseguro

olvida a los críticos y profesores, y es que ellos

que hay quienes han leído muchísimo y no dan

leen profesionalmente y mucho más que la gen-

pie con bola en este oficio.

te común, por lo tanto se aburren mucho antes cuando un estilo se repite —y si tiene éxito se va

En 2014 fundaste tu propia editorial: Libros del

a repetir, es obvio—, pero los lectores normales

Laurel. ¿Es posible establecer un norte compar-

vienen recién llegando y todavía están fascinados

tido en las obras que componen el catálogo de

con poder identificarse con personajes a los que

Laurel? ¿Cuál es su público?

ven cercanos. Desde que tengo un club de lectura en mi casa entendí que la parte de “identificar-

Cinco años es poco para una editorial, y menos si

se” es muy importante en la experiencia actual

se le puede dedicar solo las horas de trasnoche,

de lectura, y suele ser más fácil con este estilo.

así que aún faltan géneros completos en los que no hemos incursionado. Si hay algo que distin-

¿Cómo describirías el estado actual del género

gue este catálogo, quisiera explicarlo así: como

de la columna? “Chile, país de columnistas”,

no tengo estudios de literatura ni de lenguaje,

se ha dicho por ahí... ¿Qué lugar crees que tiene

menos de teoría literaria, no pretendo meterme

hoy la opinión en la escena local?

en terrenos que sí manejan otros editores que son poetas o lingüistas o profesores, por eso no

Si entendemos la columna

publico poesía, diarios, car-

como un género periodístico

tas o estudios literarios. Lo que intento es atraer hacia la

con sus propias reglas y características de excelencia,

¿Chile, país de columnistas?

literatura contemporánea de

incluso sumándole la viñeta,

Por supuesto que no. Pero ni

calidad a gente de otros cír-

que es otro género que se le parece, en este país prácticamente no existe, no se

por si acaso. ¿Chile, país de poetas? Ahí te creo.

cultiva hace mucho tiem-

culos, otras profesiones. No son libros fáciles o populares, para nada, pero siempre tengo la aspiración de sumar

po. En México, en Argentina o en España hay

un público nuevo. Esa gente que solo lee novelas

montones de verdaderos columnistas. Aquí hay

de Anagrama y Salamandra, por ejemplo, o solo

gente que tiene ideas interesantes, académicos,

a autores ingleses y a Houllebecq, teniendo a un

consultores y supongo que compañeros de golf

montón de latinoamericanos increíbles. Hay que

o lo que sea, pero la inmensa mayoría no sabe

arrastrarla para acá. Gente que no lee cuentos

hacer ni leer una columna: se escribe para abajo

desde el colegio. Que cree que la buena literatura

no más, y se dice “excelente columna” a una que

se escribe en un español acartonado de los años

sostiene el punto que uno apoya. Pero casi nadie

setenta y no en el registro más coloquial chileno,

las escribe realmente bien, de cabo a rabo. ¿Chile,

el de la calle. A esa gente quiero llegar, y en una

país de columnistas? Por supuesto que no. Pero

escala miniaturesca lo estamos logrando.

ni por si acaso. ¿Chile, país de poetas? Ahí te creo. ¿Recurres a alguna técnica del periodismo al UNA DIGNA SOMBRA

momento de editar?

¿Cómo llegas a dedicarte a la edición? ¿Qué li-

Quiero creer que siempre estoy pensando en el

bros o autores prepararon tu camino hacia la

público antes que en el autor y nunca me dejo

edición?

deslumbrar por la palabrería; busco las estructuras, y si el alambrito no sostiene la torre, la

Por necesidad y por azar, como todo. Todo lo leí-

desarmo para armarla de nuevo. No sé si eso es

do te prepara, incluso lo malo. Creo que no hay

123


LORE M IPS U M. E NTRE V IS TA

todavía una técnica del periodismo, me parece

los libros inteligentes porque me producen pla-

que sí.

cer, y eso puede ser cualquier cosa: cómics como Saga, los aforismos de Lichtenberg, la historia

En tu texto “Manual para jóvenes editores” di-

del diccionario de Oxford y el loquito que más

ces que un editor debe ser una “digna sombra”

entradas escribió.

del autor. ¿Qué rol juega la discusión con el autor en el proceso de la edición?

¿Terminas siempre lo que empiezas a leer?

Lo de ser una digna sombra alude a quedarte bien

Hasta hace unos años, sí, casi siempre. Pero ya

callada y no andar alardeando en público de que

me liberé de esa obligación autoimpuesta. Según

mejoraste tal o cual obra, no se refiere a ser una

Goodreads tengo 167 libros empezados y obvia-

especie de secretaria o personaje secundario. Por

mente no voy a terminar ni un tercio, porque to-

eso mismo la discusión debe ser entre pares que

das las semanas empiezo tres más. Mantengo la

se respetan, y es totalmente central porque no se

esperanza de ser algún día millonaria en tiempo

puede hacer algo contra la voluntad de la autora

y plata, entonces los terminaré.

o autor. En general trabajo sola y no pregunto nada, pero luego le presento un texto completo

Luego de años de oficio uno podría suponer que

que la persona me puede devolver o aceptar todo

cada vez se te hace más fácil distinguir aquello

o por partes. A veces la discusión es por párrafos

que vale la pena editar y publicar. ¿Funciona de

e incluso por línea y por cada coma.

esa manera? ¿Has podido identificar algo en común en ese tipo de obras?

Ahí también invitas a pensar el texto como una tela y la figura del editor como un zurcidor ja-

Sí, me es muy fácil. Y no, no tienen nada en co-

ponés, que repara con los mismos hilos del ori-

mún porque creo que puedo hacer el ejercicio

ginal. ¿Cómo distinguir los propios hilos de los

con géneros muy dispares. Lo difícil es todo lo

ajenos? ¿Cómo sabes cuándo parar?

demás: cuánto me va a costar, de dónde saco la plata, cuánta gente lo va a comprar, cómo hago

No hay que distinguir los hilos propios, porque

para pagarle el sueldo a la asistente editorial.

la noción de propiedad es la que no tiene sentido

Sinceramente creo que mi editorial es muy bue-

en el trabajo de edición de textos en serio. Da lo

na y sin embargo, como todas, vende poco. Los

mismo quién escribió qué parte porque nadie lo

que me comprarían todo sufren porque no les al-

va a saber. Por eso digo que la gracia del zurcidor

canza la plata, y los que sí tienen plata no están

japonés es que su trabajo no se tiene que notar.

interesados en los libros. En Chile esta división

Si varias obras de un sello o una revista suenan

es dramática. Ya sé que no me preguntaste esto

parecidas es porque el editor interviene sin oreja

y me estoy aprovechando del pánico, pero en ge-

o sin importarle el estilo de cada cual. Y por eso

neral las preguntas a editores sobre su “olfato”

es un mal editor.

omiten que aquí se trata de recursos y realidad económica, a menos que seas algo como el conde

La lectura tiende a relegarse al ámbito del

de Siruela.

“tiempo libre”, pero en tu caso está envidiablemente ligada a tu trabajo, a tus propios gustos.

Además de tu trabajo como editora en Laurel

¿Qué lees en tu tiempo libre?

también te has dedicado a la docencia. ¿Cómo ha sido la experiencia de enseñar a editar?

Es un continuo, no hago la distinción. Podría llamar lecturas de ocio a esas con las que sé que

Hace muchos años que empecé, sin tener idea,

no haré nada, pero en realidad siempre estoy

desde que la Andrea Vial me llevó a la UAH a ha-

“trabajando”. En una interpretación más literal,

cer clases a los alumnos de Periodismo. Me obli-

dejando de lado la ficción y la poesía, me gustan

gó a inventar formas de trasmitir lo que sabía,

124


y por supuesto aprendí sobre la marcha a ser

Un rasgo característico de Twitter es la conci-

profesora, que era un mundo desconocido para

sión. ¿Crees que este tipo de herramientas im-

mí. Todavía la academia lo es, un poco: no tiene

pacta o modifica nuestra relación con el len-

espacio para los generalistas, al menos en su sis-

guaje o bien el modo en que experimentamos la

tema de premios y estímulos. Sobre el magíster y

realidad?

los diplomados en edición que dirijo ahora en la UDP, todos los años pienso que es un milagro que

Sí, por supuesto, pero todo modifica el lenguaje,

llegue gente a querer aprender esto que es tan

en eso no es especial. El tema con el cambio es

difícil y tan poco rentable. Pero llegan y llegan:

más general: hasta hace un siglo y medio vivía-

creo que debería volver a ser creyente.

mos como detenidos en la longue durée, que es la manera siútica de decir que durante toda tu vida

Eres una usuaria bastante activa de Twitter.

podías ser testigo de un par de cambios sociales

¿Qué te permite observar ese espacio?

grandes, o incluso de ninguno, podías vivir igual que tus padres y tus hijos. Pero ahora realmente

Muchas cosas. Es una conexión que necesito por-

es cierto lo de la aceleración del cambio. A mí me

que no consumo medios ni hago rutinariamente

parece haber vivido como en cuatro mundos, to-

vida social: necesito silencio para trabajar, y este

davía no asimilo bien la cantidad de cambios que

rumorcillo me recuerda que hay un mundo ahí

he visto pasar. Y, en ese encuadre, los cambios

afuera. Aprendo un montón de gente que sabe

del lenguaje me parecen totalmente naturales.

cosas que yo no. Recibo un montón de ayuda y me río todo el día. Cuando pienso que son todos medio idiotas, me recuerda que yo también. Es un gran detector de neuróticos y narcisos, que no aguantan no tener el control (son los que se van o bloquean a todo el mundo). Y, sobre todo, en cuanto conversación social, aun con lo ardua, amenazante y amenazada que es, no había habido una en que nos pudiéramos relacionar de igual a igual con otras generaciones, otras culturas y otras clases sociales. Si no lo haces, te lo estás perdiendo. No estoy siendo ingenua, creo que entiendo los peligros, pero me tuestan mucho los —adivina qué— columnistas quejándose de que Twitter es muy intratable. Bueno, es que antes solo existían ellos, la élite de la opinión, limitada por lo demás al barrio alto de Santiago, ni siquiera de provincias, y les salió carne al camino. Escribí columnas muchos años en el diario y uno nunca tenía feedback, salvo tus amigos. Ahora tenemos feedback y, obvio, es rudo. Pero no es que la gente se haya puesto mala onda, antes también pensaban que éramos tontos, solo que no nos enterábamos.

Ficha del libro Leo y olvido Santiago: Bastante Año: 2018 Páginas: 150

125


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA

Los paisajes en movimiento de Gustavo Guerrero ALEJANDRO VALENZUELA ALDRIDGE

E

scribo esta brevísima reflexión estimulado

instalación de un nuevo tipo de imaginario aso-

por la lectura de Paisajes en movimiento. Litera-

ciado a la transnacionalización global. Como su-

tura y cambio cultural entre dos siglos, el libro más

giere Josefina Ludmer, si el salto modernizador

reciente del poeta, editor y crítico literario vene-

de fines del siglo XIX posibilitó el surgimiento de

zolano Gustavo Guerrero. Lo que viene a conti-

nuestra modernidad literaria (José Martí, Rubén

nuación se ubica a medio camino entre la reseña

Darío, etc.), el salto de fines del siglo XX, es decir,

y la glosa; se trata, si se quiere, de una suerte de

nuestro propio “fin de siglo”, habría de clausu-

diálogo crítico que sostengo tanto con las ideas

rar ese período e inaugurar el tiempo contempo-

de Guerrero (y otros autores tan dispuestos como

ráneo y, junto a él, un nuevo tipo de literatura.

él a descubrir la figura y la textura de nuestro

Es en ese punto-bisagra o parteaguas donde el

presente) como conmigo mismo.

ensayo de Guerrero, lúcidamente, se sitúa1. En

El cambio cultural al que hace referencia el

concreto, lo que el libro se propone es restituir

subtítulo del libro marca el tránsito gradual desde el imaginario internacional que predominó durante la época moderna (entre nosotros, desde el modernismo hasta el Boom) hacia la

126

1 Josefina Ludmer, “El Coloquio de Yale: máquinas de leer “fin de siglo””, en Las culturas de fin de siglo en América Latina (Rosario: Beatriz Viterbo, 1994).


los debates que durante los noventa expresaron

sino trastornar las ideas que los escritores se ha-

con claridad la conciencia de este tránsito, or-

bían hecho sobre la literatura durante la moder-

ganizándolos bajo la forma de tres tipos de pai-

nidad. ¿Cómo escribir en medio de un presente

saje que son también, como dice Guerrero, tres

absoluto donde los principios de continuidad

“narrativas del cambio”. Tres narrativas dife-

(pasado) y ruptura (futuro), los dos polos de la

renciadas, pero profundamente conectadas en-

dialéctica que posibilitó el desarrollo explosivo

tre sí; tres vistas parciales cuyo funcionamiento

de la literatura en el período moderno, ya no tie-

conjunto acaso vuelva posible asir el horizonte

nen la gravitación que alguna vez tuvieron? Las

común de transformaciones del cual, por cuenta

respuestas que la literatura de los noventa ensa-

propia, cada una de ellas participa.

yó ante esta nueva condición, nos dice Guerrero, fueron a menudo tan variadas como desespera-

La primera narrativa del cambio presentada por

das (desde las poéticas de la inmediatez hasta las

Guerrero pretende seguir la pista de la “trans-

estéticas de la repetición).

formación profunda en nuestra experiencia del

Es la preeminencia de este nuevo régimen de

tiempo y en nuestra propia historicidad”2 que

historicidad lo que quisiera aquí subrayar al re-

resultó del progresivo agotamiento de la lógica

ferirme a nuestra época, la de la transnacionali-

temporal de la modernidad (“el ocaso del futu-

zación global, como el “tiempo contemporáneo”

ro” lo llamó en su momento Octavio Paz, quien

—en oposición, por ejemplo, a la conceptualiza-

sin duda fuera uno de los primeros en detectar

ción más habitual de “posmoderno”—. El filóso-

el cambio) y su reemplazo por un nuevo régimen

fo inglés Peter Osborne, quien ha escrito algunas

de historicidad organizado en torno a un “pre-

de las mejores líneas sobre este asunto, establece

sente absoluto”. La aceleración histórica que el

la distinción entre ambos regímenes temporales

horizonte contemporáneo trajo consigo alcanzó

sobre la base de que “si la modernidad proyec-

por aquellos años tal grado de intensidad que

ta un presente en permanente transición, que

parece haber hecho que el tiempo, como escribe

no cesa de rebasarse a sí mismo, lo contempo-

Paul Virilio, se contraiga en un instante omni-

ráneo fija o envuelve esa transitoriedad dentro

presente. Si el relevo generacional que va mar-

de la duración de una conjunción o, en el límite,

cando el ritmo de los cambios históricos estuvo

de la estasis del momento presente”4. Esta con-

ligado durante la modernidad al tiempo humano

tradictoria descripción de un acelerado ritmo de

(piénsese en los esquemas generacionales que, a

cambios (transitoriedad) desplegado sobre una

mediados del siglo pasado, fueron ampliamente

permanencia (la estasis del presente) da cuenta

utilizados para organizar nuestra historia litera-

de la singularísima experiencia temporal a la que

ria), a partir de los noventa esa medida humana

hemos estado enfrentados quienes, desde hace

retrocede ante la instalación de una nueva lógica

tres o cuatro décadas, vivimos en el tiempo de la

temporal que pareciera delegarle a las genera-

globalización. Como explica Osborne, la lógica de

ciones tecnológicas (el recambio cada vez más

lo contemporáneo no implica simplemente una

rápido de dispositivos, sistemas operativos, etc.)

reunión “en” el tiempo, sino el encuentro “de”

la conducción del ritmo histórico. “La impresión

los diferentes tiempos sobre un presente com-

de vivir en un período de frenética velocidad —

partido que, en lugar de subsumirlos o totali-

anota Guerrero— forma parte de las principales

zarlos, produce la figura temporal inédita de una

experiencias que moldean las subjetividades y

“unidad disyuntiva”5.

configuran los imaginarios de una era presen-

El célebre filósofo coreano Byung-Chul Han,

tista”3. Esta nueva condición temporal no podía

otro lúcido comentarista de nuestros días, ha

2 Gustavo Guerrero, Paisajes en movimiento. Literatura y cambio cultural entre dos siglos (Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2018), 23.

4 Peter Osborne, Anywhere or Not At All. Philosophy of Contemporary Art (Londres-Nueva York: Verso, 2013), 24. Traducción propia.

3 Ibid., 46.

5 Ibid., 17.

127


LORE M IPS U M. E NSAYO

señalado en una línea coincidente con la de Os-

etc.), la autoridad detentada otrora por la litera-

borne (y la de Guerrero) que nuestra experiencia

tura pierde rápidamente terreno y efectividad al

del tiempo estaría fundamentalmente determi-

verse inserta en un nuevo medio cultural donde

nada por la instauración de un “hiperpresente”,

ni la literatura ni los libros ocupan una posición

que no sería en realidad otra cosa que la esencia

hegemónica y donde los escritores se revelan in-

misma de la globalización. Este hiperpresente,

capaces de cumplir las tareas que el letrado mo-

nos dice, funciona con arreglo a la “lógica del y”:

derno había venido desempeñado hasta hace al-

no como un encuentro antagónico o dialógico

gunos años. Resulta a todas luces evidente que la

entre los tiempos (el drama moderno de la iden-

influyente defensa del espíritu que el uruguayo

tidad y la diferencia), sino como una conjunción

José Enrique Rodó esgrimiera en su Ariel ante el

de carácter adialéctico (y…y…y…) que produciría

avance de la ramplona burguesía del salto mo-

redes temporales abiertas, de yuxtaposición di-

dernizador del otro fin de siglo no pareciera estar

ferencial (temporalidad contemporánea)6. Es lo

ya disponible, como lugar de enunciación, en el

que Han (casi del mismo modo que Osborne) lla-

nuestro.

ma “disyunción inclusiva”.

En este contexto, nos dice Guerrero, “lo que se plantea no es ya, como en tiempos de Rubén Da-

El segundo paisaje propuesto por la escenifi-

río, el problema del lugar marginal o excéntrico

cación crítica de Guerrero está centrado en el

del oficio y la escritura poética en nuestras so-

protagonismo que el mercado asumió tras la ins-

ciedades [excentricidad que, dicho sea de paso,

tauración de la transnacionalización global, par-

constituye el origen mismo del prestigio social

ticularmente en relación a la esfera de la cultura

de la literatura moderna]; lo que se plantea es la

que, hasta entonces, había logrado conservar su

supervivencia misma de ese no-lugar como un

autonomía. Esta preeminencia del mercado vol-

posición culturalmente significativa e incluso

vió históricamente obsoleta la soberanía espe-

necesaria tras la mengua del valor del futuro”8.

cular que la literatura y el Estado sostuvieron en

Ésta es, sin lugar a dudas, una de las consecuen-

7

el seno de las sociedades modernas . No es difícil

cias de la transnacionalización global que más

constatar esto último en el ámbito de la historia

fuertemente impactará a la nueva escritura lite-

del ensayo literario moderno de Hispanoaméri-

raria: la imposibilidad de seguir remitiéndose a

ca. Desde el modernismo en adelante (piénsese

ese afuera privilegiado en función del cual ésta

en los ensayos de Martí o Rodó), la identidad so-

construyó en el pasado su posición crítica y su

cial del género ha sido medularmente construida

autoridad discursiva. En otras palabras, el nuevo

en base a su interpelación al Estado. Desde este

horizonte histórico obligó a la literatura a reeva-

punto de vista, el nuevo protagonismo del mer-

luar desde la raíz aquel perfil crítico que, desde la

cado (en detrimento del Estado) gatilló una pro-

irrupción del romanticismo (para el caso euro-

funda crisis en el posicionamiento de la literatu-

peo) o del modernismo (para el nuestro), estuvo

ra dentro de nuestras sociedades.

a la base de la elaboración de su identidad social.

Como puede apreciarse en el recuento que hace Guerrero de las transformaciones que sacudie-

Los noventa —nos explica la tercera narrati-

ron el campo editorial latinoamericano de los

va del cambio de Guerrero— vieron también el

noventa (el desembarco de las grandes transna-

desplome “de un concepto y de un cierto modo

cionales de la edición, el retroceso de las edito-

de sentir colectivo que habían garantizado la

riales culturales, el reordenamiento de los géne-

cohesión y las dinámicas comunitarias durante

ros literarios desde una perspectiva de mercado,

casi doscientos años9”: el referente de la nación. Como se sabe, el concepto de nación funcionó en

6 Byung-Chul Han, Hiperculturalidad: Cultura y globalización (Barcelona: Herder, 2018), 47. 7 Brett Levinson, The Ends of Literature. The Latin American “Boom” in the Neoliberal Marketplace (Stanford: Stanford University Press, 2001), 3.

128

las sociedades modernas como el lugar simbólico

8 Guerrero, Paisajes en movimiento, 31. 9 Ibid., 134.


predilecto para tramitar la negociación crítica de

por la globalización. La identidad nacional cede

las relaciones entre lo local y lo universal (siendo

en los noventa ante una pluralidad de nuevas

el nacionalismo y el cosmopolitismo dos solu-

identificaciones y territorios alternativos (ima-

ciones posibles, aunque reduccionistas, de este

ginarios subalternos, globales, nómadas, etc.),

dilema). A su vez, la literatura fue un actor par-

apuestas cuya principal diferencia frente al re-

ticularmente relevante en este plano, al conse-

ferente nacional probablemente resida en su ca-

guir animar una y otra vez la tensión dialéctica

rácter inherentemente frágil y en su correlativa

entre lo propio y lo extranjero que mantuvo en

incapacidad de ofrecer esa “garantía de cohesión

movimiento constante la marcha histórica de

y continuidad” que la nación parecía estar mu-

la nación. Esta construcción colectiva del sus-

cho mejor preparada para ofrecer. Este cambio

trato cultural de la nación fue uno de los ejes de

en la lógica de las identificaciones culturales es

los programas de modernización desarrollista o

lo que Terry Eagleton, hace algunos años, des-

modernización autónoma que ocuparon un lu-

cribió como el fin de la cultura en cuanto espacio

gar tan central para nuestras sociedades hasta su

de reconciliación social11.

declive gradual y posterior quiebra en la década del ochenta.

En último término, si la cuestión de la nación implica la cuestión del lugar, hemos de tener en

Pero no solo las transformaciones políticas,

mente que “la globalización de hoy es más que

sociales y económicas vinculadas a la trans-

un intercambio entre lugares diferentes. El he-

nacionalización global produjeron a fines del

cho de que determinadas formas culturales de

siglo XX una completa reconfiguración de la

un lugar migren hacia otro o que un lugar influya

función e idea heredadas de la nación, sino que

culturalmente en otro no hacen a la globaliza-

esta —como ampliamente demuestra el libro

ción. La globalización de hoy transforma el lugar

de Guerrero— cayó también por entonces bajo

como tal. Lo desinterioriza, le quita esa ‘punta’

“sospecha teórica”. Las más diversas voces em-

que le brinda a un lugar una interioridad”12.

prendieron en ese nuevo contexto una auténtica deconstrucción del concepto de nación, partiendo de la premisa de que éste “es un producto discursivo, ideológico e históricamente asociado al poder y sus imaginarios10”. Estudios de críti-

11 Terry Eagleton, Cultura (Barcelona: Taurus, 2017).

ca literaria y cultural como los de Roger Bartra,

12 Han, Hiperculturalidad, 54.

Doris Sommer y Ángel Rama son especialmente representativos del espíritu de ese momento. Por lo demás, es difícil no reconocer que la temporalidad propia de la nación (ese denso contrato entre la tradición y la modernidad) resulta a esas alturas demasiado lenta para las nuevas dinámicas de producción de identidades que empezarían a darse en el ámbito abierto

Ficha del libro Paisajes en movimiento Buenos Aires: Eterna Cadencia Año: 2018 Páginas: 192

10 Ibid., 139.

Alejandro Valenzuela Aldridge es licenciado y magíster en Letras e Ingeniero Comercial de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y candidato a doctor en Filosofía con mención en estética y teoría del arte por la Universidad de Chile. 129


Ilustraciรณn: Alejandra Acosta

Mariana Enriquez y su parte de noche LEILA GUERRIERO

OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA


—Y

o noto que es un ovni. Una novela ovni.

premio Herralde, dijo que “Nuestra parte de no-

Cuando la publiqué no me dio miedo que fue-

che desborda las convenciones del género para

ra rara. Me daba más miedo que dijeran que me

elevarse a la categoría de novela total, abierta a

estaba repitiendo, que había publicado “otro

grandes asuntos: los lazos terribles del amor y

cuentito socio-terrorífico”. En cambio con la

de la amistad, la enfermedad como condición de

novela fue “¿Qué es esto? ¿Aleister Crowley, In-

vida, la verdad atroz de los dioses, la cara oculta

glaterra, la memoria, las cirugías, los cuerpos

de la historia y de la política”. El mexicano Juan

destrozados, la medicina, el rock, la magia ne-

Pablo Villalobos, también parte del jurado, la

gra, el under?”

ubicó en “la tradición de la Gran Novela Latinoa-

La novela Nuestra parte de noche, de la escritora

mericana” perteneciente a una estirpe “de obras

argentina Mariana Enriquez, ganadora del pre-

tan disímiles, pero igualmente ambiciosas y des-

mio Herralde 2019 y publicada por Anagrama,

mesuradas, como Rayuela, Paradiso, Cien años de

es, en efecto, un ovni: una novela de terror que

soledad o 2666”.

crece en capas de lectura hasta ser una novela de

De eso podría deducirse que Mariana Enriquez

época, una novela política, una novela social y

escribió algo así como un clásico. Pero ni eso ni

una novela de personajes que explora la relación

su nombre resonando desde hace tiempo como

entre padres e hijos y el problema de la identidad

una de las voces latinoamericanas más intensas

en torno a una pregunta: ¿es posible escapar de

de su generación —nació en 1973— la hace pen-

una marca histórica y genética, se puede torcer

sarse como alguien que ya no necesita hacer es-

el brazo de la herencia?

fuerzos para que eso que hace años parecía difícil

Oceánica, dividida en seis partes y con casi 700

—vivir de y para escribir— funcione. En una en-

páginas, repleta de saltos temporales, de cam-

trevista del año 2013 decía: “Para mí no hay nada

bios de voz y de puntos de vista, con diversos

más grato que la seguridad de un laburo. No en-

registros —la narración tradicional, el apunte

tiendo a la gente que renuncia. Me da miedo. Yo

íntimo, el apunte periodístico—, ya ha sido tra-

agarro todo lo que me ofrecen, porque tengo un

ducida a más de quince lenguas. Gonzalo Pon-

temor supersticioso: pienso que, si digo que no,

tón Gijón, uno de los integrantes del jurado del

se va a acabar todo y voy a terminar... en Lanús”.

131


LORE M IPS U M. E NSAYO

Que es el sitio del conurbano bonaerense donde

Hay en ella una respuesta aprendida ante esos

vivió con su familia de clase media trabajadora,

momentos de derrumbe que consiste en multi-

sumida una y otra vez en las crisis económicas,

plicarse, en quintuplicar su capacidad de traba-

sociales y políticas de la Argentina. Ahora, des-

jo, que es mucha: además de escribir ficción, dar

de su casa en Parque Chacabuco, Buenos Aires, el

clases, conferencias y escribir en varios medios

sitio en el que vive desde 2009, dice:

dentro y fuera de la Argentina, trabaja como

—Yo no me puedo dejar de pensar como peri-

subeditora del suplemento Radar, de Página/12.

férica, y por tanto no me puedo dejar de pensar

Fue quizás ese pánico a rechazar trabajo el

como vulnerable. Es como una respuesta al trau-

que hizo que aceptara escribir un cuento, aun-

ma. Yo siento demasiada fragilidad. La sensación

que nunca había escrito uno, para la antolo-

de que si no tenés híperproductividad te vas a la

gía La joven guardia, publicada en 2005, en la

mierda. Y creo que es treinta por ciento trauma y

que participaron las voces más destacadas de la

setenta por ciento comprobación fáctica. Te vas a

nueva generación de escritores argentinos. “Fue

la mierda. Y hay un punto en que decís “¿Por qué

el primer cuento que escribí en mi vida. Me pre-

no me voy a la mierda y chau?”. Todo se resume

guntaron, dije “sí” y lo escribí. No fue mucho

en que tenés miedo de ser pobre, y es un tipo de

más misterioso que eso”. Ese cuento podría ser

miedo que una persona con un cierto nivel es-

el kilómetro cero de una serie de florecimientos

tándar no puede entender.

que se reflejaron en su obra de ficción, y de los

Enriquez es hija de las crisis. En su artículo

cuales Nuestra parte de noche parece la síntesis

“Aquí hace frío”, publicado

total. En el cuento, llamado

en 2018 en El País, escribía:

“El aljibe”, una niña acom-

“no estoy preparada para otra crisis. Se trata simplemente de desgaste de materiales: crecí con la crisis de

Tiene respuestas para todas las preguntas que se le hagan acerca de la construcción

paña a su madre, su tía y su hermana a consultar a una curandera en la provincia de Corrientes. Después de ese

1982, mi padre despedido del

de su artefacto narrativo.

trabajo, la guerra de Malvi-

Es una autora con ideas

se transforma en una pesa-

nas, mi madre tratando de

sólidas acerca de la literatura.

dilla. Todo le da pánico: salir

compatibilizar un empleo precario con su depresión;

encuentro, la vida de la niña

de su cuarto, ir a la escuela. Termina con una revelación

atravesé la hiperinflación de 1989 con cortes de

bestial: las culpables del miedo que la consume

energía programados, una adolescencia a oscu-

son su madre, su tía y su hermana, que la han

ras, escuchando casetes en equipos con baterías

ofrecido como víctima propiciatoria en aquel en-

que se agotaban, iluminada con velas en las es-

cuentro con la curandera. “A mí siempre me gus-

caleras de los edificios. Vi exiliarse a mis amigos

tó escribir terror —decía en aquella entrevista de

y el horrible final de los años noventa lo pasé en

2013— , y de hecho es lo que más me gusta leer,

casa de mi madre, en los suburbios de Buenos

pero en las novelas no me salía. Y en los cuen-

Aires, bebiendo cerveza en la cocina, sola, por la

tos pude. El problema es que es muy fácil el lugar

noche. En 2001, el olor de los gases lacrimógenos

común, el cliché. La pirotecnia tiene que estar,

llegaba a mi lugar de trabajo y trabajé por dóla-

porque es terror, pero no puede ser solo eso. Y

res de cualquier cosa: hasta fingí ser traductora

el otro problema es quedarte sin tema: ¿cuántas

de italiano para un documentalista que había

veces podés escribir sobre el fantasma, el muerto

venido a registrar la crisis. (…) No sé qué espero

vivo?”.

ahora porque nada así pasará, creo: este desastre

Sin embargo, ella pudo. Ecualizando la piro-

no será una explosión, eso dice mi experiencia

tecnia, siguió escribiendo cuentos de un horror

de persona traumatizada. Pero de todas maneras

potente, por posible. En 2009 publicó Los peligros

espero el estallido, el botón de resetear: es me-

de fumar en la cama y en 2017 Las cosas que perdi-

jor que la tensión de los pequeños derrumbes”.

mos en el fuego, libros que reunían relatos en los

132


cuales los escenarios no eran cabañas perdidas

—Yo quería que no se supiera durante un tra-

en la espesura de un bosque sino barrios de Bue-

mo bastante largo quién era esta gente. Quería

nos Aires, casas abandonadas del conurbano, en

que fuesen dos claveles del aire. Quería que no

los que el horror irrumpía como una alteración

se supiera si se están escapando de los milicos,

abrupta de lo cotidiano. “Fin de curso”, que pu-

si son dos indigentes que se robaron un auto.

blicó en la revista Lamujerdemivida, empieza con

El auto, además, es un auto malo, un Renault,

la presentación de una de esas chicas “que hablan

y después entendés que es parte del camuflage,

poco, que no parecen demasiado inteligentes ni

pero no sabés que se están camuflando. Y en ese

demasiado tontas, y que tienen ese tipo de caras

engaño podés ver cualquier cosa.

olvidables” y después pasa esto: “Hasta que, en

De a poco comienza a quedar claro que Juan es

la clase de Historia, alguien dio un pequeño grito

un hombre adinerado y un médium excepcional,

asqueado. (...) Mientras la profesora explicaba la

y que Gaspar también, aunque no tiene concien-

batalla de Caseros, Marcela se arrancó las uñas

cia de serlo, y que viajan a Puerto Reyes, una

de la mano izquierda. Con los dientes. Como si

mansión en medio de la selva en la que viven los

fueran uñas postizas”.

abuelos maternos de Gaspar y donde pasan co-

Las obsesiones de Enriquez pueden rastrearse

sas siniestras de las que Juan forma parte; cosas

en su gigantesca obra periodística —compilada

relacionadas con una hermandad, la Orden, que

en El otro lado, un volumen recién publicado por

rinde culto a un dios amorfo, la Oscuridad, una

la editorial de la Universidad Diego Portales—, y

entidad que mutila y consume cuerpos humanos

son tan específicas como diversas: el ocultismo,

y a la que Juan tiene el don de convocar. Alteran-

el rock, los problemas de género, la adolescen-

do el tradicional relato de peregrinación al con-

cia, el vampirismo, la sexualidad ambigua, los

fín, que en la literatura argentina es sinónimo del

poetas y músicos suicidas, las drogas. Es acau-

viaje hacia el sur, hacia la Patagonia, Enriquez

dalada: lo sabe todo acerca de esas cosas (y de

coloca a sus protagonistas en un camino inver-

muchas otras), y esparce ese conocimiento con

so: los hace ir hacia el norte y el trópico, hacia la

erudición desaprensiva, sin altivez. Nuestra parte

selva desbordada.

de noche funciona como un condensado de todas

—Es el gótico sureño. La idea de un territorio

esas obsesiones, un dínamo que recoge la ener-

maldito del que solo puede salir el horror porque

gía que destilan y las convierte en una novela a la

ahí se llevó a cabo algo irreparable. Que es la idea

vez decimonónica y contemporánea, construida

de Faulkner, un territorio que está más allá de la

con materiales exquisitos y otros supuestamente

redención. Esa fuerza literaria que tiene el gótico

espurios, que encuentra en ese mestizaje su refi-

sureño: un lugar hechizado, que psicogeográfi-

nadísima potencia.

camente siempre va estar atado al mal. Hay mucha literatura que tiene que ver con la naturaleza ***

indomable pero asociada al desierto y a la frontera con el indio, con el malón. Y me parecía que

Comienza con el viaje en auto de un padre con

había un abandono de otra tradición de frontera,

un hijo hacia la provincia de Misiones en el año

que es la frontera con Paraguay, con Brasil, los

1981, uno de los últimos años de la dictadura mi-

cultos afrobrasileños y los grupos indígenas de

litar argentina que comenzó en 1976 y terminó

esa zona, que eran menos guerreros y más mís-

en 1983. Juan, el padre, y Gaspar, el hijo aún pe-

ticos. Ahí había una mitología más explorable y

queño, viajan en circunstancias que no quedan

menos contaminada por una literatura ya escri-

claras. Se sabe que Rosario, la madre del niño, ha

ta. La relación con ese mestizaje, con ese misti-

muerto, pero no cómo. Se sabe que viajan, pero

cismo, con esa naturaleza, con esa geografía que

no por qué ni cuál es su destino. Son dos seres sa-

es alucinante. Es un lugar psicodélico, es La selva

lidos de la nada, en una situación que se percibe

esmeralda, El señor de las moscas.

tensa. Nada más.

Conoce bien la Mesopotamia argentina, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones,

133


LORE M IPS U M. E NSAYO

La obra de Mariana Enriquez transita sin problemas desde las referencias pop hasta la religiosidad popular latinoamericana. En la imagen, figuras del Gauchito Gil y de San La Muerte

rodeadas por los ríos Paraná y Uruguay, un te-

poquito de vino al santo, nadie mira raro, es nor-

rritorio caliente, rico en religiosidades populares

mal. Son dos niveles que conviven bien. Toda esa

y cultos paganos como el de San La Muerte. Su

riqueza me resultaba ideal para situar una histo-

abuela era correntina y había crecido en un pue-

ria de exceso, no de contemplación.

blo llamado San Luis del Palmar. Cuando Enri-

Tiene respuestas para todas las preguntas que

quez era chica, su abuela le contaba “de su vida

se le hagan acerca de la construcción de su arte-

en Corrientes. Historias de su hermana suicida.

facto narrativo. Es una autora con ideas sólidas

O de la hermanita que habían enterrado en el

acerca de la literatura y quizás ese gran equipa-

fondo. O de cuando se escapó un tipo de un ma-

miento, producto de una pericia natural sobrea-

nicomio y la perseguía para violarla”. Durante su

limentada por información específica, sea una

infancia y parte de su adolescencia, Enriquez vi-

reacción a la forma silvestre en la que entró a

sitó a menudo la casa de los familiares que vivían

este mundo. A los 17 años empezó a escribir una

en esa provincia.

novela, una historia gótica de amor gay. Una pe-

—Cada vez que iba me caían cascarudos en la

riodista, hermana de una amiga suya, se la pidió

cabeza, me metía en la laguna y me mordían las

para presentarla en Planeta. Al editor, Juan Forn,

palometas, era un nivel de violencia de la natu-

le gustó y se publicó en 1995 con el título Bajar

raleza terrible. Me iba a festejar año nuevo y la

es lo peor. Para entonces, Enriquez estudiaba pe-

fiesta duraba tres días, todo el mundo vomitan-

riodismo. La crítica la trató mal, pero la novela

do y escuchando chamamé y al otro día se iban

generó lectores fanáticos y ella, una autora joven

caminando a la virgen de Itatí, todas mis primas

que había escrito un libro repleto de sexualidad y

terminaban con las patas llenas de ampollas, se

drogas, tuvo un nivel de exposición gigante: “Fui

las curaban y se iban a pescar surubíes a una isla

a la tele, a la radio, me llamaban para opinar de

en la que hay un lugar que se llama la Mansión

los chicos que se drogaban —decía en una entre-

de invierno, que son ruinas de una casona que

vista de 2013—. Y yo me drogaba, y tenía miedo

un tipo pensó como hotel. En esa región hay una

de que me llevaran presa, así que no sabía qué

dimensión donde todo funciona de manera ra-

decir. Una vez me hicieron una entrevista en la

cional: trabajan, van a la cosmetóloga, pero des-

revista La Maga, y el periodista me preguntó si

pués si uno tiene una imagen de San la Muerte y

a mi literatura la inscribía en lo autorreferencial

lo tira adentro de un vasito de vino para darle un

o lo narrativo. Por ese momento representaban

134


dos posturas opuestas, por las que se había pe-

cruel: somete a su hijo a una vida enfermiza en

leado una generación de escritores. Y yo no tenía

una casa deprimente; le hace un corte brutal en

ni idea de qué era eso, entonces le di una res-

el brazo para dejarle una marca de protección,

puesta patética. Le dije: “Ah, las dos están bue-

sin explicarle jamás qué sucede; fluctúa entre

nas, estaría bueno reunir a las dos”. ¡Reunir a las

entre la opacidad, la hipersexualidad ritual y la

dos!”. El libro le permitió conseguir trabajo en

furia. Gaspar es un chico discreto y maduro, con

Página/12, pero esa fama automática le produjo

un grupo de amigos formado por Vicky, Pablo y

daños colaterales. Tenía “esa sensación de que

Adela, un personaje al que le falta un brazo y que

no sabía nada. “Se van a dar cuenta de que soy

proviene de un cuento incluido en Las cosas que

un desastre”, pensaba”. Recién en 2004 —“Diez

perdimos en el fuego. Todos viven en un barrio de

años después: mirá el tamaño del trauma”—

clase media, en el que hay una casa abandona-

publicó otra novela: Cómo desaparecer completa-

da que los atrae y los aterra: una casa que es más

mente. Era la historia de un chico violado por su

grande por dentro que por fuera y está repleta de

padre que sobrevivía a una madre atiborrada de

mal, un horror arquitectónico que también pro-

pastillas y a una hermana con la cara desfigura-

tagoniza la historia.

da por el tiro de un suicidio que había salido mal.

—Yo no quería contar a la víctima como a al-

En 2009 reunió doce relatos de terror, los publicó

guien que podés disculpar. Hay cosas que no po-

bajo el título de Los peligros de fumar en la cama,

dés disculpar de Juan. Cuando lastima a Gaspar,

y la crítica la puso por las nubes. Después de la

o lo encierra y lo hace cagarse y mearse encima,

novela Chicos que vuelven (2010) y los libros de no

vos podés decir “Lo hace por protegerlo”, pero

ficción Alguien camina sobre tu tumba. Mis viajes

¿por qué no le cuenta, por qué no le dice para qué

a cementerios (2013) y La hermana menor. Un re-

hace todo eso? Juan es una víctima porque es un

trato de Silvina Ocampo (2014), en 2017 publicó

niño raptado, es un esclavo, pero es una víctima

los relatos de Las cosas que perdimos en el fuego

que puede actuar como un villano. Y también es

y el libro fue muy traducido y elogiado. Enton-

ambigua la cuestión de salvar al hijo. Lo quiere

ces empezó a pensar en escribir esta novela, cuyo

salvar del destino, pero es igual de importante

germen fue una idea a mano alzada.

en él la motivación de no querer darle algo a la

—Empezó con ganas de escribir una novela de

Orden. La motivación egoísta de decir “Esto es

género, salir del cuento. Llega un momento en

mío y no te lo doy” es tan importante como la

que ya no sé qué más decir en ese formato. Me

motivación afectuosa. Y yo quería que todos los

deja de interesar. Había publicado una novela

personajes tuvieran esa ambigüedad.

cortita, Este es el mar, y después de eso retomé

Cuando Gaspar despierta en un cuarto de hos-

una idea para la novela: el personaje principal,

pital repleto de marcas y golpes, sin saber qué

Juan, y la situación en la que está atrapado, la

ha sucedido, ella escribe: “Tenía los brazos lle-

secta ocultista que convoca a un dios. Un dios

nos de moretones. (…) Uno de los moretones en

amorfo, una oscuridad que produce mutilacio-

forma de mano se parecía mucho a la marca, a la

nes. Era una idea muy cuadrada.

quemadura, que tenía su padre en el brazo. (…)

Juan ha sido un chico enfermo, hijo de padres

Es su mano, pensó Gaspar, son sus dedos, los co-

humildes que deciden entregarlo al médico que

nozco. (…) Le bastó mirar a su padre para saber

lo opera y le salva la vida. Criado por una fami-

que era el responsable, para saber que lo había

lia millonaria que forma parte de la Orden, se

atacado”.

transforma en un médium con el cuerpo some-

La novela está repleta de personajes ambiguos

tido a cirugías enormes por el desgaste que esa

—Rosario, la madre de Gaspar, quiere a su fami-

mediumnidad le produce. Gaspar, su hijo, es de-

lia pero está más interesada en el poder; Esteban,

positario de esos dones y Juan intenta impedir

un personaje secundario fundamental, actúa

que los miembros de la Orden descubran que ha

como protector de Juan y Gaspar pero lo hace

heredado esa capacidad. En el camino para evi-

a media máquina, como si le diera pereza, aun

tarlo se muestra como un padre monstruoso y

cuando su cuidado podría salvarlos a todos—, y

135


LORE M IPS U M. E NSAYO

en una subtrama fantasmal están presentes los

protege la entrada a la cueva de los brujos. Así

desaparecidos, los niños nacidos en cautiverio y

construye pasajes aterradores, y narra de esta

apropiados por la dictadura, los militantes de la

manera el momento en que Juan, un hombre de

izquierda armada, y otros asuntos que no por te-

una belleza viril y salvaje —otra de sus marcas:

rrenales son menos perturbadores: los cortes de

la construcción de personajes masculinos her-

luz por la crisis energética de los primeros años

mosos y heridos—, entra al sitio donde Merce-

de la democracia, las drogas, la aparición del

des, su suegra, tiene a varios niños enjaulados,

VIH, el rol de las mujeres.

víctimas sacrificiales de la Orden: “el primer

El relato abarca una época específica: comien-

chico estaba en una jaula oxidada y sucia que

za en 1981 y avanza hasta 1997, con saltos tem-

posiblemente había cargado animales. La pierna

porales como el capítulo que transcurre, narrado

izquierda la tenía atada a la espalda en una po-

por Rosario, en el Londres de los años sesenta,

sición que había obligado a quebrarle la cadera.

en el que Enriquez hace estallar las referencias

Como era muy chico (¿un año?, difícil saberlo

artísticas y culturales de esa época, como si es-

por la mugre), seguramente la quebradura ha-

tuviera decidida a darse todos los gustos: pone en

bía resultado sencilla. Tenía el cuello ya torcido

escena la música y la ropa y las calles que tran-

también, por la ubicación del pie, y, cuando Juan

sitaba esa juventud luminosa, la misma que, en

le acercó la linterna para verlo mejor, reaccionó

los setenta, se convirtió en oscura (“La búsqueda

como un animal, con la boca abierta y un gruñi-

espiritual hippie, esa juventud dorada que tenía

do; le habían cortado la lengua en dos y ahora era

la idea de cambiar el mundo para bien, se va al

bífida. A su alrededor, adentro de la jaula, esta-

diablo desde adentro, y Woodstock se trans-

ban los restos de su comida: esqueletos de gatos

forma en Altamont, las chicas californianas del

y algunos pequeños huesos humanos”.

amor libre se transforman en las chicas del clan

Conoce las reglas del género al punto que pue-

Manson, ellos mismos se convierten en lo que

de subvertirlas o romperlas o mezclarlas con

temían”), un reflejo macro del viaje de Gaspar,

otras. Ese dominio proviene de un conocimiento

de su peregrinación de chico noble hacia una

profundo de la literatura fantástica y de terror

identidad quizás tenebrosa.

—en su Olimpo hay autores como Sylvia Plath

—Yo decidí que el año de la dictadura iba a ser

pero también Stephen King, Shirley Jackson, Pe-

un año gris de la dictadura: el final y antes de la

ter Straub, Clive Barker—, y de otros artefactos

guerra de Malvinas. No quería que me obligara a

como el cine, la fotografía, el arte plástico, que

tener un diálogo demasiado intenso con los su-

inspiran momentos espeluznantes, como aque-

cesos de la actualidad histórica, sino que pudiera

llos en los cuales los personajes pasan a “el otro

ser un diálogo tranquilo. Los años noventa están

lado”, un sitio donde todo es sereno y amena-

elegidos tramposamente hasta el año 96, que es

zante, un pantano adormecido pero que puede

antes de la llegada de lo digital. Yo no quería que

despertar.

Gaspar tuviera Google maps, ni teléfono celular.

—Lo que pasa cuando abren la puerta y van

Ahora, con un teléfono, no puede esconderse ni

a ese otro mundo es como un vientre de la ba-

tres días. Necesitaba que los malos tuviesen he-

llena. La idea de que esté tan reposado y sea tan

rramientas esotéricas para buscarlo, pero no las

amenazante viene de eso, del vientre de la balle-

herramientas tecnológicas.

na que no sabés cuándo se va a mover. Me ayudó

Enriquez describe con registro realista la selva

a construirlo el arte plástico: los paisajes están

misionera, los barrios de clase media de Buenos

muy copiados de un ilustrador alemán, Alfred

Aires, el suburbio bonaerense, y deforma ese re-

Kubin. Lo vi y dije “Esta es la estética que yo ne-

gistro con soltura para pasar al mundo fantásti-

cesito”.

co y del horror, un horror de raíces latinoameri-

Los cuadros de Kubin, un pintor austría-

canas absolutamente no folklórico, aun cuando

co fallecido en 1959, reflejan mundos quietos,

remite a leyendas como la del invunche, un ser

paralizados por el efecto de una luz fatigada

con la cabeza aplastada y doblada hacia atrás que

y angustiosa.

136


—La idea de la Oscuridad como monstruo vie-

En una entrevista que se publicó en Tinta libre

ne de una película clase B total, Hellraiser II. Hay

en enero de este año, respondió así a la pregunta

una parte en la que van a infierno y ven a Sata-

de por qué le interesa tanto el miedo: “Creo que

nás. Y Satanás es una luz negra. No es un tipo con

es una de las emociones más comunes, incluso

cuernos y patas peludas. Es una luz negra que se

hoy patologizada y politizada, desde el pánico

mueve, y cuando lo vi por primera vez me dio

hasta el terrorismo. Pero también me interesa

muchísimo miedo. Pero en realidad todo eso es

desde el punto de vista del género: es un entrete-

un preámbulo, porque lo que más me sirvió es la

nimiento sufrido, una manera de poder vivir vi-

experiencia del mal viaje de drogas. Las drogas

cariamente esas sensaciones terribles sin vivir-

me gustaban mucho y me hacían muy mal psi-

las en la realidad”. Cuida con celo de guardiana

cológicamente. Notaba mucho la distorsión de la

todo manantial del que pueda provenir esa ima-

realidad, algo muy cercano a lo que vulgarmente

ginería. Tiene muchas pesadillas —“Hay una,

puede llamarse la locura. Cada vez que me dro-

que sueño mucho, en la que estoy encerrada en

gaba sentía que iba a quedar en ese estado de

una casa con alguien que no veo, pero que está

fragilidad psicológica y que no iba a poder vol-

y que me está buscando”— pero nunca las co-

ver. Entonces la narrativa que le pongo a esos

mentó con su analista. La razón para no hacerlo

pasajes es la narrativa del mal viaje, una narra-

es simple: “No quiero que me las quite”. Porque

tiva de demencia. Lo que hace que sea plausible

esas pesadillas son, también, su patrimonio.

es eso: sigue siendo una trama fantástica, pero proviene de una corporalidad y una sensación psicológica reales.

Ficha del libro El otro lado Santiago: Ediciones UDP Año: 2020 Páginas: 704

Ficha del libro Nuestra parte de noche Barcelona: Anagrama Año: 2019 Páginas: 680

Leila Guerriero es una de las más connotadas periodistas del actual panorama hispanoamericano. Sus artículos aparecen en distintos medios de España y América como El País, Gatopardo, El Mercurio, La Nación y Rolling Stone, y han sido ampliamente reconocidos por la crítica y el público. Algunos de sus libros son Los suicidas del fin del mundo (Tusquets, 2005), Una historia sencilla (Anagrama, 2013), Plano americano (UDP, 2013) y, recientemente, Opus Gelber. Retrato de un pianista (UDP, 2019).

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138

Ilustraciรณn: Alejandra Acosta

LORE M IPS U M. OLIMPO


Olimpo: Raymond Aron A

ron (1905-1983) es un autor difícil de

de escrutar la realidad sin hacerse falsas ilusio-

encasillar. Desde luego, forma parte de la

nes permitió su agudo análisis de las bondades y

tradición liberal, concebida en términos muy

carencias de la sociedad moderna. En ello tam-

amplios. Pero debe agregarse que por liberalis-

bién influyó su confianza en las posibilidades de

mo entendemos acá —para usar las palabras de

la filosofía para iluminar la praxis. Lector atento

Pierre Manent, uno de sus discípulos más re-

de los grandes autores —Aristóteles, Maquiave-

levantes— aquella corriente que en la limita-

lo, Tocqueville, Montesquieu, Marx y Weber—,

ción del poder ve las “mejores posibilidades de

Aron fue ante todo un pensador de la política.

racionalidad”, de modo de “proveer el cuadro

Frente a quienes la comprendían como una rea-

de una vida humana digna de ser elegida”. Al

lidad secundaria o marginal, siempre rescató la

mismo tiempo, Aron cultivó siempre un sano

primacía de los fenómenos políticos para dar

escepticismo, conservando distancia de toda

cuenta de la vida común.

clase de utopías; y, por lo mismo, se definía como un espectador comprometido.

Aron fue un autor muy prolífico, que escribió sobre casi todos los temas relevantes de su tiem-

Se formó en la prestigiosa École Normale Su-

po. Y vaya época: la Guerra civil española; las

périeure y en la Sorbona, donde obtuvo su doc-

guerras mundiales; el auge y caída de los inte-

torado en 1938. Antes, a principios de la década,

lectuales de izquierda; las tensiones del progreso

había vivido y trabajado en Alemania, donde ob-

y la posterior desilusión; mayo del 68; el mundo

servó atentamente el auge del nazismo. Fue

soviético; las abundantes discusiones en torno a

en ese contexto en el que, según propia confe-

la objetividad de la ciencia o las filosofías de la

sión, recibió su formación política, aprendiendo

historia. Su obra, sin embargo, no es puramente

a no confundir la realidad con sus deseos. Aun-

académica: Aron también fue un activo comen-

que tuvo cierta cercanía con el socialismo en su

tarista de la contingencia francesa e interna-

juventud, siempre miró con recelo el régimen

cional en periódicos y revistas como Combat, Le

soviético. Aron sospechó tempranamente del

Figaro y L’Express. No sorprende, entonces, su

exceso de entusiasmo provocado por las ideolo-

influencia en intelectuales de muy distinto cuño,

gías y, quizá por eso, siempre se mantuvo lejos

como Claude Lefort, Jon Elster, François Furet,

de las dos grandes corrientes de aquella época,

François Fejtö, Alain Besançon o Pierre Hass-

el comunismo y el fascismo. Como muestran

ner. Quizá fue el propio Furet quien resumió de

sus trabajos posteriores, Aron nunca creyó que

mejor manera la particular vocación de su maes-

estructuras contingentes pudieran cambiar la

tro y su relevancia para el mundo contemporá-

naturaleza humana; de ahí que siempre excluye-

neo: “todo demuestra su incapacidad esencial de

ra la posibilidad de un paraíso en la tierra.

sacrificar su oficio intelectual a un compromiso

Tal vez sea precisamente esta moderación

político de tipo profesional. Hay en él, curiosa-

lo que explique su lugar singular en la afiebra-

mente mezclados, una pasión ardiente por el

da opinión pública francesa de los años de la

acontecimiento y un alejamiento casi instintivo

posguerra, y su célebre conflicto con Sartre, su

de la acción”.

gran amigo de juventud. La capacidad de Aron

139


OC TU B RE E N PE RS PE C TIVA


libros constitucionales ies

Subsidiariedad, Más allá del Estado y del mercado Pablo Ortúzar (ed.) La ilusión constitucional. Sentido y límites del proceso constituyente Claudio Alvarado

El federalista Alexander Hamilton, James Madison y John Jay

Imaginar la república. Reflexiones sobre El federalista Claudio Alvarado (ed.)

La moral del derecho Lon Fuller

En medio de las campañas del plebiscito, queremos compartir algunos libros, columnas, videos y podcasts que resumen nuestro trabajo de los últimos meses y años en torno al debate constitucional. Con este material buscamos aportar al debate público y a la reflexión que cada ciudadano está llamado a realizar antes de concurrir a las urnas. Más información en www.ieschile.cl/ideasconstitucionales

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