HELLEN ESPINOZA
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COSAS QUE DESEARÍA QUE LA GENTE COMPRENDIERA SOBRE LA ANSIEDAD
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COSAS QUE DESEARÍA QUE LA GENTE COMPRENDIERA SOBRE LA ANSIEDAD HELLEN ESPINOZA
CRÉDITOS Ilustraciones: Hellen Espinoza Diseño y Maquetación: Hellen Espinoza Redacción: Hellen Espinoza Autora: Hellen Espinoza Impreso en Perú
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ace dos años, me diagnosticaron con un trastorno de ansiedad. Esto no fue una sorpresa para mí, ya que a lo largo de mi vida, he pasado mi tiempo desesperándome por un número de cosas. Algunos miedos eran racionales, y algunos menos, pero todos tenían algo en común; estos tenían un cierto nivel sobre mí y mi diario vivir que salía del rango de lo normal. Desde ahí, he gastado mucha energía en tratar de descubrir las mejores maneras de manejar mi ansiedad. Como dicta el esfuerzo, ha habido éxitos al igual que fracasos, algún momento ocasional de hilaridad no intencional y, por la naturaleza de la bestia, algunos ataques de pánico. Me gusta pensar que ya sé cuál es la receta que hay que seguir. Pero si hay una cosa que me gustaría cambiar, no sería el trastorno mismo, ni siquiera la accesibilidad y facilidad de un tratamiento. No es qué tan seguido me encuentro en situaciones tensas, incomodas o dolorosas con gente que simplemente quieres ayudar; sino que las veces en que me encuentro pensando: “Dios, todo esto sería mucho más fácil si esta persona pudiese entender un poco más de la ansiedad”. Entonces, sin más preámbulos, aquí están las 9 cosas que me gustaría que mágicamente el mundo entendiera sobre la ansiedad y sobre la gente que lo padece.
LA ANSIEDAD NO VA EN LÍNEA RECTA Para la gente que va por su vida sin un trastorno de ansiedad, me imagino que las emociones de pánico y miedo son bastante directas: algo sucede, o se proyecta que suceda, que causa una respuesta de miedo. Pero para una persona con un desorden de ansiedad, las cosas no funcionan de esa forma. A lo mejor esto se puede ilustrar mejor con un ejemplo. Pensemos en algo menor como por ejemplo perder las llaves del auto. Claramente, eso sería frustrante para cualquiera. Una persona sin ansiedad pensaría algo como “Oh no, ¡que enredo!”, o hasta, “Oh no, ¡esto me va a arruinar el día!” Pero, ¿cómo es para alguien con ansiedad? Bueno, la línea de pensamiento puede ser un poco como esto: “Oh no, ¡las llaves de mi auto desaparecieron! ¿Qué pasa si no las encuentro? ¿Qué pasaría si tratara de reemplazarlas pero no es posible o me toma para siempre y algo sucede y necesito mi auto y no puedo entrar?
LA ANSIEDAD NO ES RACIONAL
En serio, les prometo, lo sabemos. Realmente no puedes pasar todo el día cada día escuchando los pensamientos de una persona ansiosa y no saber el gran número de pensamientos que no tienen ningún sentido. Esta es una de las cosas más frustrantes sobre tener un trastorno de ansiedad, saber que mientras estás desesperándote no hay absolutamente ninguna razón para estarlo, pero sin tener la habilidad de eliminar esa emoción. Un terapista que tuve alguna vez lo comparó con tener una alarma fallada en el cerebro, en lugar de prenderse cuando algo realmente peligroso o aterrador sucede, el panorama mental de la persona ansiosa cae en caos cuando sucede cualquier cosa, sin importar que tan pequeña o poco trascendente sea. De hecho, a veces la cosa que causa esa reacción es tan pequeña e insignificante que hasta nosotros no sabemos de qué se trata. Otras veces, lo que hizo que se diera esa reacción en el pasado puede no importar en el presente.
CON LA ANSIEDAD ALGUNOS DÍAS SON BUENOS Y OTROS SON MALOS No se equivoquen, me refiero a que esto es verdad en la vida generalmente. Pero lo menciono porque es la cosa que más me encuentro deseando que todos en mi vida ya lo supieran: algunos días son buenos días de ansiedad, y otros son malos días de ansiedad, y sin importar si esté pasando por un buen día o un mal día de ansiedad, va a afectar la forma en que reaccione a las cosas y la gente a mi alrededor. Si, por ejemplo, estoy teniendo un mal día de ansiedad y alguien se enoja conmigo, es probable que a) tenga un ataque de pánico, b) me ponga a llorar, c) diga cualquier cosa que crea que pueda hacer para que se le quite el enojo, o d) todo lo anterior. Claro, no puedo (y tampoco quiero) esperar que la gente en mi vida no se enoje conmigo, o que solo se enoje conmigo algunos días; a veces hago las cosas mal, y hago que la gente se enoje, y eso es normal y saludable y está bien. Pero desearía que se considerará normal y saludable y que esté bien que yo diga, “oye, tengo un mal día de ansiedad, podemos hacer esto en otro momento”, y esperar que a la persona que se lo diga sepa que no lo digo para zafarme o como excusa.
LA ANSIEDAD ES FÍSICAMENTE MUY DOLOROSA Claramente también es emocionalmente dolorosa. De hecho, el dolor emocional es lo peor de todo, pero la mayoría de la gente sabe eso y no esto. Por lo que, ¡sorpresa! La ansiedad duele. Los ataques de pánicos son el pinacle de la parte del dolor físico para la mayoría de nosotros, ya que gran parte de esa experiencia está centrada alrededor de la sensación que tu pecho se está apretando al punto que no puedes respirar. Pero la ansiedad también puede causar dolores de cabeza, náuseas, palpitaciones, tensión muscular, insomnio, mareo y cansancio. Hay gente que siente un profundo dolor gastrointestinal en respuesta a la ansiedad (¿nunca has escucha la frase “tengo un nudo en el estómago?”). Hay gente que cuando, tienen ansiedad, tensan tanto sus músculos que terminan con tirones o desgarrándose. Duele. No duele de la misma forma para todos, pero duele.
LA ANSIEDAD Y LA DEPRESIÓN ESTAN CONECTADAS No todas las personas ansiosas tiene depresión; no todas las personas depresivas tienen ansiedad. Pero son conocidas dentro de la comunidad de la salud mental como compañeros comunes, de hecho, una puede conllevar a la otra. Nosotros los ansiosos generalmente estamos súper conscientes del hecho que existe un vínculo entre la ansiedad y la depresión y, sorprendentemente, es fácil asumir que somos bastante ansiosos al respecto. Para aquellos de nosotros que hemos experimentado algún episodio depresivo en el pasado, es aún más probable que estemos bastante asustado en una base regular sobre la posibilidad de que suceda nuevamente (que, de hecho, es un miedo racional ya que la probabilidad de que experimentemos un episodio depresivo aumenta cada vez que te pasa). Sin importar que tan asustada o asustado esté una persona ansiosa de tener depresión, es realmente difícil darse cuenta si estás viviendo un episodio depresivo estando en él.
CUANDO TRATES CON ALGUIEN CON ANSIEDAD DEBERÍAS TRATAR DE ESCUCHAR EN LUGAR DE HABLAR Te has dado cuenta que está bien decir algo malo de algún miembro de la familia, pero si alguien más lo hace, vas a enojarte y defenderlos hasta la muerte? Esto es como eso. Puedo hablar de lo agotador y frustrante que encuentro mi ansiedad, pero si tú lo haces probablemente vas a herir mis sentimientos. Puedo decir que desearía no tener ansiedad, pero si tú lo dices, probablemente voy a pensar que eres un imbécil. Solo porque alguien te haya dicho algo sobre ellos mismos, no significa que se sientan cómodos con la idea de que todos lo sepan. Obviamente, yo me siento cómoda contándoles a todas las personas en el planeta que soy un manojo de nervios. Pero desordenes propios de la salud mental, incluida la ansiedad, todavía están bastante estigmatizados en varias comunidades, y hay mucha gente que no está completamente bien con la idea de que la gente sepa de sus luchas.
LA ANISIEDAD ES PARTE DE NOSOTROS Y NO SERÍAMOS LAS PERSONAS QUE SOMOS SIN ELLA La ansiedad son parte de nosotros, y no seríamos las personas que somos sin ella. Esto es algo que creo que mucha gente con ansiedad, incluyéndome, realmente les cuesta entender. Pasamos tanto tiempo tratando de sobreponernos a la ansiedad que se puede convertir en otro motivo de preocupación en nuestro cerebro; un enemigo que necesitamos erradicar de nuestra vida para poder vivir de manera plena. Pese a que nuestra ansiedad es algo que tenemos que manejar, también es parte de quién somos. Construye la forma en que tomamos decisiones, la manera en que vemos el mundo, y hasta moldea nuestra personalidad. Verla como un enemigo es negar esa parte de nosotros como válida. Hace como un año, mi sicólogo recalcó que soy una persona nerviosa, y que probablemente lo seré por el resto de mi vida, y que mi personalidad envuelve ciertas peculiaridades y tics como resultado de mi ansiedad. Me sorprendió, pese a que he sabido por años cosas generales sobre el desorden, ya que pensaba que mi ansiedad era una enfermedad que necesitaba una cura en lugar de (admitir de manera frustrada) que era parte de quién soy. Desde ahí, he trabajado duro y lo sigo haciendo para dejar de pensar de esa forma, y me ha ayudado enormemente a controlar ese sentimiento latente de fracaso e incompetencia que he conocido por años como un acompañante de la ansiedad.
SI CONOCES A ALGUIEN CON ANSIEDAD AYÚDALOS CUANDO ESTEN CALMADOS Y NO ENTRANDO EN PÁNICO La cosa menos gentil que puedes hacerle a una persona con ansiedad es echarle fuego a la situación, que puede ser algo delicado, porque puede suceder sin uno darse cuenta. Lo que sucede con la ansiedad es que puede hacernos a todos parte del juego; nosotros como grupo, el tipo de persona que ven que podría pasar en lugar de qué está pasando, querámoslo o no. Tu frustración con nosotros y tus pensamientos, tu cansancio frente a lo difícil que podemos ponernos, tu enojo a nuestro comportamiento llevado por la angustia, tu deseo de cortarlo: sabemos que estás sintiendo todo eso. Lo notamos. Y, para ir más al punto, también lo sentimos. También estamos frustrados, agotados, enojados con nosotros mismo. También desearíamos cortarlo. La diferencia entre nosotros y ustedes es que pensamos esas cosas todo el tiempo, porque pasamos toda nuestra vida con esa personalidad ansiosa que se puede ser tan molesta. También existe una gran cantidad de culpa y odio que acompañan esos pensamientos, ambos porque la mayoría está luchando cada día para sentirse mejor o porque realmente no queremos molestarlos. Es mejor alejarse de una persona ansiosa que decirles que se calmen; sabemos que nos tenemos que calmarnos, y escucharte decirlo solo añade culpa y el sentimiento de fracaso a la pila de emociones que ya nos sobrecogen. Distraernos puede ser útil, escucharnos siempre ayuda, pero por favor, te ruego, no añadas a la causa. Esto hace que sea mucho más difícil encontrar un lugar tranquilo, y realmente queremos eso.
NO TODAS LAS ANSIEDADES SON IGUALES Personalmente, he generalizado la ansiedad, o como a mí me gusta pensarlo cuando estoy en casa, “todo y todos son todo el tiempo desorden”. Pero la ansiedad viene en muchos colores y sabores, al igual que cómo lo vive la gente. Algunas personas sufren de una ansiedad generalizada; algunas personas enfrentan la ansiedad social, otros tiene fobias más específicas. Algunas personas sufren de ansiedad genética, otras la adquieren como resultado de un evento particular; algunas personas tienen ansiedad debido a la química de sus cerebros. Algunas personas han sido ansiosas toda su vida, otras la desarrollaron de adolescente o adultos, algunos eventualmente la superan, o al menos logran manejarla al punto que es obsoleta. Algunos medican su ansiedad y otros no. Algunos van a ver a un sicológo para que los ayude y otros no.
EN CONCLUSIÓN: Quería terminar hablando un poco sobre como he logrado vivir con mi ansiedad. Yo he vivido atemorizada por la ansiedad durante años. y duramente criticada por gente que no conocía mi enfermedad y sólo juzgaban el porque me ponía de tal forma. Para mí era lo peor. “No, por favor, otra vez no” era lo primero que pensaba cuando notaba algún síntoma. Se me disparaban todas las alarmas en cuanto notaba que estaba surgiendo. Entraba en pánico por miedo a entrar en pánico. Tenía auténtico pavor de que esos síntomas me llevaran al callejón sin salida de la locura o de la muerte. Porque los síntomas son tan fuertes que realmente pensaba que algo grave me iba a pasar. Por mi cabeza pasaban escenas de mí tirada en el suelo y alguien llamando a una ambulancia. Es todo tan físico, tan tangible, tan real, que crees que de esa no sales. Yo no entendía por qué me ponía así. Pensaba que algo mal estaba en mí, que había algo roto, que teniendo una vida relativamente normal y tranquila no era posible que me estuviera poniendo de esa manera. La ansiedad es la manera que tenemos muchas de exponer nuestras grietas. Ser débil o fuerte no se trata de tener o no tener grietas porque todo el mundo las tiene. No eres débil por padecer ansiedad. Yo no soy débil.
Ahora, frente a lo que deberías hacer, y te agradezco que hayas leído hasta el final, no hay ningún consejo que yo, una extraña, pueda darte que a ti, la persona que, de hecho, conoce una experiencia específica que te preocupa, puedas ofrecer. Ustedes los conocen, y eso los hace más capaces de saber que necesitan que yo. Estarías sorprendido de ver que tanta gente está asustada de hacer esa pregunta. No te preocupes, amigo. ¿La persona ansiosa en tu vida? Saben que son ansiosos. Que lo recalques, seguramente no les preocupará. En el evento que preguntes y no sepan qué necesitan, entonces te aconsejo lo siguiente: todos necesitan cariño, especialmente las personas que está predispuesta a hacerlo con ellas mismas. Te sorprendería cuantas cosas pequeñas como una sonrisa, una palabra tierna, un cumplido o un sándwich pueden hacer con el ánimo de alguien, y la gente con ansiedad generalmente sienten miedo o no son capaces de preguntarse esas cosas, aún cuando (especialmente cuando) lo necesitan. Entonces este es mi consejo: cariño. Es difícil que salga mal.
HELLEN ESPINOZA
9 COSAS QUE DESEARÍA QUE LA GENTE COMPRENDIERA SOBRE LA ANSIEDAD busca inspirar a la gente que sufre ansiedad y la que no, para que puedan entender, identificar y logren lidiar con este estado, el que muchas veces solo está ahí para imposibilitar la vida diaria. “Me gusta pensar que ya sé cuál es la receta que hay que seguir. Pero si hay una cosa que me gustaría cambiar, no sería el trastorno mismo, ni siquiera la accesibilidad y facilidad de un tratamiento. No es qué tan seguido me encuentro en situaciones tensas, incomodas o dolorosas con gente que simplemente quieres ayudar; sino que las veces en que me encuentro pensando: “Dios, todo esto sería mucho más fácil si esta persona pudiese entender un poco más de la ansiedad”.