3 minute read

D. José Fleitas Falcón

Next Article
Créditos

Créditos

ojales, forrar las hebillas, etc., hasta preparar la ropa para la segunda prueba. La máquina de coser era la Singer, ahora trabaja con la Alfa para las necesidades de su familia. Dejó la costura de forma profesional cuando se casó, aunque a veces ayudaba a su hermana. Carmela siguió a pesar de casarse y tener tres hijos hasta su fallecimiento en el 2004.

La etapa de la costura la recuerda con felicidad porque tenían trabajo y estaban todas juntas en casa. Cuando lo pasaban mal era en los días festivos de los pueblos, pues se veían, en el mismo día del santo, trabajando por la mañana. Pudieron ahorrar para el casamiento y tener una “casita”. Aun así, afirma: “el trabajo de coser no es pago para las horas que se trabaja”.

Advertisement

Con esta profesión, aprendida de joven, pudo pasar el confinamiento de forma tranquila, además de atender la casa. Confiesa que le costó, no obstante, el no poder ver a su familia, pero mataba la nostalgia con video llamadas o hablando por teléfono. Anima a los jóvenes, aunque la situación no es muy alentadora, pues se han vivido tiempos peores y con menos recursos sanitarios.

José Fleitas Falcón

(cocinero)

Nació el seis de diciembre de 1931. Según sus palabras: “me fui a Venezuela buscando algo mejor y me vine peor”. De joven en la costa de Arucas se dedicó a pescar, pero a los 25 años decidió emigrar a Venezuela. Se fue el 27 de noviembre de 1956 en un barco alemán. La ruta que siguió fue Gran Canaria-Tenerife y, de allí, a Venezuela, tardando nueve días. Como anécdota, hay que decir que se marchó tres días antes de san Andrés y de la tristeza tan grande la familia no acudió a la fiesta. “Fue como un duelo”.

Estando en Venezuela empezó a trabajar en el club de un campo petrolero como cocinero en el tiempo en que gobernó el militar, Pérez Jiménez (1952 a 1958). Recuerda que le enseñó una mujer negra que hablaba inglés, por lo que no podía entenderla cuando lo mandaba a traer los alimentos para la cocina. Así que un día la mujer enfadada le dijo: “usted no sabe un carajo, yo le enseñaré...”. Aprendió a preparar comida condimentada, con las especies de la zona, langostinos al curry y toda clase de platos exóticos. Una noche, que hizo un banquete de comida variada, llegaron unos oficiales a inspeccionar el campo y entraron al club a tomarse algo. Cuando vieron la mesa llena de platos diferentes, un capitán americano preguntó quién había hecho todo aquello y le contestaron que “el canarito”. Entonces pidió que lo mandaran a la marina con ellos y a la mañana siguiente un oficial vino a buscarlo. Así que pasó a trabajar como cocinero en la Comandancia de Marina, concretamente, en un barco de guerra en el que estuvo 18 años navegando por todo el mundo (Europa y América).

Ya en tierra siguió como cocinero con el gobierno, haciendo un total de algo más de 40 años hasta su retiro a los sesenta y cinco. Recibía dos pagas por la Seguridad Social y del Gobierno por lo que siempre vivió muy bien, pudiendo tener su propia casa. Durante 20 años, después de retirarse, vivía en Canarias durante seis meses y otros en Venezuela. Cuando la situación empeoró, ya octogenario, regresó a Canarias en noviembre de 2018.

Según sus palabras, en Canarias se puede cocinar como en Venezuela porque hay toda clase de condimentos y alimentos de otros países. Ahora se dedica, con la ayuda de su sobrino, a comprar ropa y comida para mandarlas en barco a sus amigos de Venezuela. A los jóvenes les aconseja “que se preparen para lo que viene”.

This article is from: