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D.ª Carmen Ferrera Gil

En el año 2004 deja la política y se incorpora al centro de salud de Arucas, de esa época recuerda que algunos médicos le decían que cuando estaba de guardia ellos dormían tranquilos. En Arucas permanece unos dos años y luego finaliza su etapa profesional en el centro de salud de Bañaderos donde se jubiló a los 65 años en 2008. Antes de jubilarse estuvo realizando reportajes para la revista digital Arucasdigital.com en la zona de Bañaderos, El Puertillo, Quintanilla y San Andrés.

Además de su dedicación como enfermero y como político se involucró mucho en la comisión de fiestas de las fiestas patronales de Bañaderos y en la creación de la asociación de amigos de los papahuevos el Gurugú de la misma localidad (2011). Durante las fiestas patronales de Bañaderos destacaba sus memorables actuaciones en la escala en Hi-Fi y la recuperación de la fiesta de la quema del plátano. En cuanto a la asociación de amigos de los papahuevos han recuperado la fabricación de estos elementos y sobre todo hacer las representaciones de personajes del pueblo como Teresita, Rafael, Pepe “el clinque” (todos diseñados y realizados por José Luis Hernández Moreno), incluso su propio papahuevo (que fue pagado por su esposa y el traje fue realizado por una de sus hermanas).

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Durante el confinamiento don Juan José lo sintió intensamente, pues una de sus hijas es enfermera y lo vivió en primera línea. Además ayudaba, de madrugaba, a su yerno a repartir compras del negocio de comestibles que éste posee en Bañaderos, sobre todo iban a casas de personas infectadas a las que les dejaban la mercancía delante de la puerta de sus viviendas. Luego se quedaba todo el día en el interior de su casa y por las tardes para animar al pueblo ponía música que hacía sonar desde unos altavoces grandes que posee, a la hora de los aplausos. Cuestión que nos recuerda que todos los días de Reyes don Juan José tira una serie de voladores desde la azotea de su casa sobre las seis de la mañana para también animar al pueblo. Don Juan José es una de esas personas generosas, amables, cariñosas, empáticas, que transmite paz y sosiego. Hablar, dialogar o departir con él es como entrar en un estado balsámico de paz y tranquilidad. Se podrían decir muchas cosas buenas de este irrepetible hombre, que no nos equivocamos al decir que es apreciado en su pueblo y que es profeta en su tierra. Como bien nos dijo: “mi afán siempre ha sido aprender. Entre más sabía, más me gustaba y quería seguir aprendiendo. Yo siempre he sido muy atrevido”.

Carmen María Ferrera Gil

(comerciante, auxiliar administrativa y escritora)

Nació en Las Palmas de Gran Canaria, el 15 de febrero de 1951 pero la familia se trasladó, al poco tiempo, a Arucas. Su padre era comerciante y su madre ama de casa. Es la mayor de dos varones. Según nos cuenta, su padre, D. José Ferrera fue un hombre emprendedor y autodidacta. Empezó alquilando bicicletas en la calle León y Castillo, luego, golosinas hasta que pasó al negocio de la dulcería. Su padre fue, primero socio con su hermano Juan y, luego con su hermano Luis. Además de los dulces también llegó a elaborar y vender helados de todos los sabores. Gracias a esta industria familiar, ella y sus hermanos pudieron estudiar en el Colegio de las Monjas y en La Salle, por tanto, en los colegios privados de la época. Terminó los estudios de primaria hasta el bachillerato, pero, además había otros estudios como contabilidad, peritaje mercantil, junto a mecanografía y taquigrafía, incluso magisterio y secretariado, aunque estos últimos se finalizaban en Las Palmas. Ella se inclinó por secretariado.

Cuando terminó la carrera comenzó a trabajar, como auxiliar administrativa en una empresa del Puerto durante dos años. En 1974 su padre falleció repentinamente por lo que asumió el negocio familiar. Aunque no era lo que más le gustaba, decidió ponerse al frente para ayudar a su familia, especialmente, a sus hermanos que estaban estudiando.

Todo un ejemplo de esfuerzo y de sacrificio personal. No obstante, no le costó demasiado debido a que desde pequeña ayudaba en la dulcería y ya conocía el funcionamiento. En la dulcería Ferrera estuvo toda la vida, pero como autónoma y dirigiéndola hasta 1980, un total de seis años. Durante este tiempo, sus hermanos seguían con sus carreras, aunque, venían a ayudarla en los días festivos. Modestamente nos dice: “no me siento la única valedora”.

Como reconocimiento a su dedicación, dejando atrás sus intereses personales, sus hermanos le ayudaron a realizar (en el turno nocturno) el bachillerato superior, COU y selectividad en el Instituto de Arucas (a partir de 1979). Incluso realizó el primer año de magisterio, pero al ser de ciencias no le gustó mucho porque ella era de letras. Esta circunstancia, pero, sobre todo, porque siempre había sido una mujer independiente decidió (hacia 1983) dejar la carrera para estudiar oposiciones. Se matriculó en el Cabildo que preparaba a los aspirantes para los diferentes organismos. Antes de dejar magisterio se presentó, anteriormente, a unas oposiciones que nadie aprobó, pero como se colocó en los primeros puestos y las plazas se habían quedado desiertas para el Ayuntamiento de Arucas, le propusieron a ella y a otra compañera entrar por contrato como auxiliares administrativas. Le hicieron casi tres contratos de seis meses y, en el tercero, obtuvieron plaza en las oposiciones. Trabajó desde 1985 a 2016. Primero en la Concejalía de Urbanismo, después, en la Biblioteca, cuya sede estaba en la Casa de la Cultura. Los compañeros le decían: “Carmen cayó en el sitio ideal”. Realizó por su cuenta estudios de archivística y biblioteconomía para estar más preparada. Confiesa que, sobre todo, “aportaba su bagaje de lectura, así que cuando venía algún chico le aconsejaba algún libro...”. Estuvo en la Biblioteca desde 1986 a 2006, con un horario de atención al público de cuatro de la tarde a nueve de la noche. A la misma acudía el alumnado de los colegios, institutos, incluso, de otros municipios, los/as socios/as y un grupo de adultos que venían a diario a ver los periódicos y las revistas. Piensa que las personas que compraron la colección de libros para la biblioteca lo hicieron con excelente criterio. Eran muy buenos en lengua española y francesa, también obras de teatro, cine, etc.

Después de diez años, pidió traslado para estar en el edificio central. Estuvo en secretaría hasta que se retiró, compartiendo trabajo directo con María del Carmen Cruz e Isabel Ferrera, que como ella nos dice: “son dos profesionales como la copa de un pino”. Recuerda que, en su primer día, entró también el primer ordenador a su oficina. Algo a lo que tuvo que adaptarse, aprendiendo algunas herramientas básicas. Nos cuenta divertida que un día pensó que se le habían borrado los documentos y le pidió ayuda a Andrés, que estaba en la planta baja del edificio, y le dijo: “...sube que me quedé sin pasado”. A medida que se le acercaba la jubilación, se dio cuenta de que “me faltaba gente hacia quien volver la mirada, parece que me iba sintiendo huérfana”. Para ella, un ejemplo de vocación de servicio fue el de D. José Antonio Álvarez y D. Domingo Penichet, así como el de sus compañeras.

Siempre ha sido una mujer auténtica, que ha ayudado a los demás, por lo que en su paso por el Ayuntamiento se ha sentido muy querida. La jubilación la vivió con cierta pena porque dejó de compartir el día a día con sus compañeras, con las que tenía “afinidades y también hacían terapia”. Como afirma: “yo no soy ama de casa, así que la jubilación me afectó. Pero ya esa etapa está superada. He llenado la vida con otras cosas”. Ahora tiene tiempo para la lectura, compartiendo sus ideas con las compañeras del club de lectura “Violeta”. Escribe relatos basados en su infancia, pero fabulados, y poesía, en diferentes redes sociales o periódicos digitales. El confinamiento afirma lo llevó de “maravilla”, porque no paraba de leer. También veía películas, hablaba con la familia por teléfono y solo salía para comprar lo necesario. De la entrevista, nos quedamos con esta afirmación: “las personas son las que dan calidad a los servicios y a los organismos públicos. Lo bueno de los Ayuntamientos pequeños es que nos relacionamos y le cogemos cariño a los compañeros. Lo que importa es la calidad humana y el saber estar”.

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