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D. Miguel Jorge Hernández

Miguel Jorge Hernández

(barbero, albañil, músico y educador).

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Nació en Lanzarote el 20 de agosto de 1942, pero a los cinco años su familia se fue a vivir a Cardones. Sus padres se dedicaban a la labranza. Cuando joven ganaba algo de dinero trabajando en las plataneras con D. José Fariñas, pero lo dejó cuando lo llamaron al cuartel. Curiosamente, le tocó hacer el Servicio Militar en Lanzarote (Tías) y allí pasó unos años trabajando de barbero y sacó una certificación. Con las ganancias construyó una casa en un solar de su suegra y se casó cuando tenía 24 años. La pareja trajo cinco varones y una hembra. Por desgracia, su primer hijo nació muerto y para dejar atrás ese triste suceso, decidió volver a Cardones. De entrada, siguió de barbero en un local de Tinocas, pero el mayor aumento de los miembros de la familia y el auge de la construcción, le hizo plantearse convertirse en albañil.

El interés por la música lo experimentó desde muy niño pues en su familia había tíos que tocaban instrumentos musicales o bien cantaban. Empezó a tocar un viejo timple a oído. Posteriormente, ya en su nueva residencia en Cardones, le pidió a su padre en una visita a Lanzarote que le trajera un instrumento de cuerda y apareció con una mandolina. Más tarde, siguió con la bandurria y el laúd. Quiso aprender más y se animó a ir a Arucas con los padres de Quecha (Lucrecia González Quesada, conocida como “Quecha”, solista del grupo “Quecha y Familia González”), sobre todo, con Domingo González Ramos. Salían a tocar con el grupo por Las Palmas de Gran Canaria, especialmente, por la avenida de Las Canteras. Todos los sábados, invitados por los dueños de restaurantes y cafeterías, solían colocarse a la entrada para atraer a la clientela, pero a ellos apenas le daban una propina “de dos o tres duros que, aunque poco, hacía falta”. Iban vestidos con un traje identificativo del grupo y así acudían a todos lados, incluso al Pueblo Canario. Miguel recuerda que: “Quecha era una niña y tenía una gran voz”. Él tocaba la bandurria. Estuvo un tiempo, antes de que alcanzaran más fama y viajaran.

En Cardones siguió aprendiendo con Roquito (D. Roque de Armas) a tocar la bandurria, pero al oído porque eso del solfeo no le gustaba mucho. Allí conoció a algunos de los que, luego, serían los componentes de “Los Granjeros”. Participó en los dos primeros discos (1976-1978), tocando el laúd. Como anécdota recuerda los pizcos que se tomaban después de las actuaciones “porque antes de actuar había que tener bien el pulso”. Sin ser esta agrupación, formaba parte de la llamada “San Isidro” (actualmente, “Piedra y Flor”), con “Sindo” Morales, por lo que tenía que dedicarle horas para los ensayos y las actuaciones. Esto hizo que tomara la decisión de dejar la anterior, además porque en este enseñaba a los/as jóvenes. Algo que siempre le gustó porque con veinte y tantos años, ya se dedicaba a enseñar a los niños que estaban interesados en aprender algún instrumento de cuerda. Primero comenzó en una casa por Rosa Silva, por las tardes, después de trabajar, llegando a tener hasta quince alumnos. Después en el almacén de plátanos de la calle San Isidro, ahora en la ya creada agrupación “San Isidro”, luego, como ya mencionamos, en la de “Piedra y Flor” en la Casa de los Ponce, también en la misma calle. Lo hacía de forma altruista, porque le gustaba.

Los últimos alumnos en formar serían de la época de los años noventa, después pasó a estar con adultos. Enseñaba, sobre todo, música canaria, sudamericana, canciones más sencillas y alguna “de las de antes”. Con ellos, participaba en las romerías de todos los pueblos, en diferentes fiestas, etc. Iban con una ropa que los distinguía, camisa blanca con chaleco negro y un pañuelo rojo. Recuerda que fue una etapa muy divertida pero también de gran responsabilidad porque

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