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D.ª María del Pino Hernández Suárez

María del Pino Hernández Suárez

(costurera y modista).

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Conocida cariñosamente como “Pinona”, nació en La Goleta el 18 de noviembre de 1953, su padre era de La Goleta y trabajaba en la fábrica del ron Arehucas y su madre, ama de casa (si bien también cosía), es de Arucas. Sólo tuvo una hermana, que es más joven que ella. Toda su niñez transcurrió en este barrio de La Goleta, donde estudió la educación primaria. Luego estuvo en la “academia Miralva”, que era de Rafael Álvarez y Saturnino, preparándose el ingreso y el primer año de bachiller. Posteriormente empezó a aprender costura, lo primero que hizo fue coser calcetines, se compró una máquina que sólo servía para coser medias. La señora que le vendió la máquina, Esperancita (en El Cerrillo), fue la primera que le enseñó (a coser medias). Luego su madre también le enseñó algo. Con el dinero que obtenía cosiendo medias, fue ahorrando y se pudo comprar, con trece años, una máquina de coser (marca Alfa), que todavía conserva y usa (“no quiero otra”, nos decía). En la casa Alfa de Arucas hizo un cursillo para aprender a manejar la citada máquina. Luego aprendió a bordar y hacía trabajos de bordado por encargo para la calle. Con 18 años se apuntó en Arucas en una academia (de Juanita) para aprender corte y confección. A la vez que aprendía corte y confección, su madre también le enseñaba a coser.

Una vez obtuvo el título de corte y confección (primero el de señora en 1972 y luego, posteriormente el de caballero en 1987), con 19 años, se puso a coser para la calle. Cuando empezó hacía vestidos de señora, primero con sus propios vestidos, luego para su familia, después para las vecinas y así para otras personas. Además de coser (subía vueltos, etc.), bordaba mucho. También comenzó a impartir clases a chicas jóvenes en su casa familiar, donde acudían hasta catorce niñas de entre quince y dieciséis años de edad. Cuando tuvo a su hijo y a su hija dejó de dar clases, para poder criarlos, pero la costura nunca lo ha dejado. Durante mucho tiempo hizo incontables trajes de novias, que al principio los modelos se buscaban en los figurines de las revistas de moda, luego se adaptaban y algunos se cambiaban, haciéndose vestidos de alguna manera personalizados. Ha vestido a varias generaciones. Luego, con los años volvió a dar clases y muchas de las chicas a las que enseñó se presentaban a examinarse en corte y confección en academias o en institutos y sacaban muy buenas notas.

Con 18 años ya tenía novio y se casó con 23 años (“me hice mi propio traje de novia”), estuvo 50 años casada, su marido falleció hace dos años. Durante 20 años hizo los trajes de carnaval de la murga y luego afilarmónica “los Nietos de Kika” y desde hace 22 años se dedica a elaborar ropa tradicional, sobre todo, para grupos folklóricos. Hubo años que llegó a confeccionar hasta 50 trajes, incluso algunos años coincidió elaborar en el mismo carnaval los trajes de “los Nietos de Kika” y de la murga infantil de la que luego surgió la murga “los Jallaos Ronianos”. En esa época sólo podía dormir unas cuatro horas diarias, por los compromisos adquiridos. Destaca de ese período en el que elaboraba trajes de carnaval, que sólo se podía dedicar única y exclusivamente a eso, porque eran muy laboriosos.

Las telas las adquiría en los almacenes Arencibia o Rivero, en Las Palmas. Sus principales herramientas y útiles son las tijeras, la cinta métrica, la máquina de coser, los patrones con sus reglas y también la plancha, ésta última es muy importante, siempre tiene que estar preparada y encendida, porque hay que planchar para cortar, coser, etc. Lo de hacer ropa para el folklore fue algo muy curioso, porque a pesar de que baila en el grupo “los Cabuqueros” de La Goleta, no se imaginaba que hace algo más de 20 años iba a comenzar el boom de la ropa tradicional. Comenzó aprendiendo con María del Pino Alemán, costurera que a su vez había acudido a clases del investigador José Antonio Pérez Cruz, más conocido por “Teno”. Luego doña María del Pino aprendió a elaborar trajes del siglo XVIII y del XIX, todo de la manera más tradicional posible. Ha elaborado trajes para las agrupaciones Enac, Labrante, etc.

También aprendió mucho de Jorge Guzmán, profesor de baile e investigador quien le enseñó las diferentes prendas como calzoncillos, camisolas, camisas, pantalones (con bragueta de botones), ropilla (con mangas abotonadas), etc. Suele trabajar con algodón, lino, lanas tejidas en telar, etc., y los ojales siempre los hace a mano. Como curiosidad nos comentó que los botones suelen ser originales (de hueso, latón, etc.) y se adquieren en anticuarios. Las dedicaciones de horas de trabajo según las prendas pueden ser muy variadas. Para ella lo más difícil de elaborar es un traje tradicional. Mujer incansable y con ganas de aprender, obtuvo el graduado escolar a través de Radio Ecca, donde también hizo un curso de inglés y contabilidad. en 2007, como reconocimiento a su labor con el carnaval, fue nombrada pregonera del Carnaval de Arucas.

Durante el confinamiento a doña María del Pino se le cayó el mundo, porque su casa era un lugar de encuentro donde sus amigos y amigas hablaban, tomaban algo, etc. Sin embargo en esa época por las mañanas comenzó a ordenar toda la mercancía que todavía queda en las estanterías de de la antigua ferretería y por las tardes despachaba en la tienda que tiene en propiedad y, asimismo, cosía mucho. También se comunicaba con sus amigas a través de vídeo llamadas y hacía las labores del hogar, además de cuidar de su madre que tiene 91 años, así como de su nieto de 12 años. Doña María del Pino es una mujer muy generosa. Nos contó que hace tiempo la llamaron para una pequeña intervención quirúrgica, pero no pudo acudir porque estaba terminando un traje de novia y no podía dejar a la novia sin su vestido. También es muy humilde, no deja de reconocer que todos los días aprende, incluso de sus alumnas. Su horario de trabajo es muy amplio, cose igual un sábado, que un domingo, que un día festivo. Hay días que acaba a las dos de la mañana. No sabe la cantidad de alumnas que ha tenido, tal vez cientos de chicas no sólo de La Goleta, sino de otras localidades del municipio. Nos dice: “siempre me ha encantado enseñar a coser a las chiquillas y sigo dando clases. Los buenos profesores y profesoras deben enseñar todo lo que saben, no se pueden guardar nada. Y siempre he estado cosiendo, no habido ni un día que haya dejado de coser, todos los días, menos cuando he estado de viaje. Mi máquina de coser siempre está abierta y la tabla de planchar igual. La costura me da mucha satisfacción, pero hay que ser muy responsable, volvería a ser costurera”.

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