IDENTIDAD es REVISTA DE CULTURA Y ANÁLISIS
AÑO 1 VOLUMEN 23 | COATZACOALCOS, VER. | PRECIO: $ 50.00
Bergson hacia lo concreto El azulejo en la Nueva España Crecimiento Verde
Reforma a la Ley de Hidrocarburos Contiendas Huecas
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Directorio Director Lic. Javier Pulido Biosca Asesores Lic. Isis Guillén Rasgado Diseño Editorial Biosca Editores Fotografía Sergio Balandrano Casas Suscripciones 921 144 0205 Correo
Contiendas Huecas El hartazgo marcó la historia mexicana en 2017–2018. Se votó a ciegas por quien ofrecía cambiar el país. Tomó el poder legitimado por una aplastante mayoría de votos, nunca antes se había visto eso. Pero, cuando llegó al gobierno comenzó a quejarse y sacó una serie de ocurrencias para justificar la devastación de selvas y manglares, la asignación directa de grandes obras: un actuar opaco para asignar los contratos a sus amistades. Luego, las grandes obras, dadas a ICA o a Higa, dejaron sin ingresos a las pequeñas compañías locales y regionales. Y así fueron creciendo las irregularidades, las evidencias de trampas y desvíos. La desaparición del Seguro Popular, de las becas a estudiantes de alto nivel, de los fideicomisos para desastres y tantos otros de los que hasta la fecha se ha omitido informar. Ya fue el colmo meterse con temas constitucionales, como el plazo
identidad0419@gmail.com de los ministros de la Suprema Corte o las obligaciones de dar datos biométricos.
Ahora que se ve con claridad que hay de dos moles: o una ficticia 4T o un Frente Por México, considerando que los partidos no son los malos, sino las malas personas que hubo y a las que se les toleró. El elector sabe que prefiere: exterminar la democratización que ha podido alcanzar el país o actuar para que el gobierno tenga los debidos contrapesos que democratizan las acciones.
Contenido Reforma a la Ley de Hidrocarburos El Azulejo en la Nueva España Crecimiento Verde Bergson hacia lo Concreto
4 5 8 10 Vajillas de Talavera. Puebla, Mex.
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Reforma a la Ley de hidrocarburos Fluvio Ruíz Alarcón
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finales de la administración pasada y a pesar del otorgamiento de cientos de permisos de importación, Pemex seguía produciendo o importando la cuasi totalidad de los combustibles consumidos en México. Durante la actual administración, la penetración del sector privado en el mercado de combustibles ha ido en franco crecimiento. De representar una porción marginal (0.1%) de la venta de combustibles en noviembre de 2018; hoy se acerca ya al 20% del volumen total comercializado. Su impulso inicial, se explica por las facilidades recibidas para mitigar el desabasto provocado por las medidas gubernamentales en contra del robo y comercio ilegal de combustibles; pero su expansión posterior obedece a las dificultades que enfrenta Pemex Transformación Industrial. Esta subsidiaria tuvo en 2020, el menor porcentaje de proceso de crudo en relación a su capacidad instalada (37%), desde el cierre de la refinería de Azcapotzalco en 1992; al tiempo que hubo una disminución del 13.1% en el número de gasolineras con franquicia «Pemex». Aunque muchas estaciones sin su franquicia, siguen comprando combustibles producidos o importados por Pemex, el dato refleja su pérdida de mercado interno. En ese contexto, la reforma a la Ley de Hidrocarburos busca frenar el febril proceso de liberalización del mercado de combustibles, instrumentado por
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el gobierno de Enrique Peña Nieto. Asimismo, busca servir como válvula que, por un lado, module el potencial exportador de los productores privados de petróleo, en función de las necesidades de las refinerías de Pemex; y por el otro, regule las importaciones de petrolíferos, conforme a la capacidad de Pemex de satisfacer la demanda interna, protegiendo así su participación en el mercado local de combustibles. Sin duda, la componente más polémica de la reforma, es la adición de un artículo que faculta a la CRE y a la Sener para suspender, con un alto grado de discrecionalidad, cualquier permiso en caso de que se prevea un peligro inminente para la economía nacional, la seguridad nacional o la energética. La Ley vigente desde 2014, ya preveía estos supuestos, sin que nadie se rasgara las vestiduras por ello, en el caso de la revocación de los permisos; pero a partir de un procedimiento claramente establecido en la propia Ley. La importancia estratégica de los combustibles, justifica la intervención del Estado para garantizar la continuidad del suministro. Sin embargo, la posibilidad de revocación o suspensión sin bases objetivas, precisas y transparentes de ciertos permisos podría significar una vulneración a los principios constitucionales de seguridad y certeza jurídica, debido proceso y no retroactividad de la Ley.
El Azulejo en la Antigua Capital de la Nueva España F. J. Rohde (UNAM, 1944)
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uando hoy en día se habla de los azulejos mexicanos, se entiende por ellos casi siempre los producidos en Puebla. La producción de otros lugares del país es mencionada rara vez, y cuando lo es, como cosa secundaria. Por esto es por lo que no se sabe casi nada del arte industrial de la loza blanca y del azulejo establecido en la época colonial en la capital de la Nueva España, aunque por las pruebas existentes debemos suponer que ella fue de importancia. Al hacer unas investigaciones sobre este tema, lo que pronto me llevó a un estudio detenido de la materia, me di cuenta de que es imposible tratar todo el material –tanto el histórico y de descripción y análisis artísticos, como el fotográfico para ilustrar la tesis– en un trabajo breve. Prefiero dar ahora un resumen de algunos azulejos de México –de la capital– dentro de la producción nacional durante la época de la dominación española. Deseo tocar tres puntos, estableciendo al mismo tiempo una opinión propia respecto a ellos
: primero, no es cierto que a mediados del siglo XVIII empiece la decadencia del arte y oficio de los azulejos, sino hasta el siglo XIX; segundo, además de las influencias moriscas y chinas existe otra, la neoclásica, que hasta la fecha no ha sido reconocida por ningún autor, no obstante que sus vestigios abundan tanto en México como en Puebla ; y tercero, dicha influencia neoclásica, que tiene su origen en la Academia de San Carlos fundada en 1783, es la preciosa aportación con que contribuyeron los loceros capitalinos al desarrollo artístico del azulejo en la Nueva España. Es de suponer que el gremio de loceros de México data, como el de Puebla, de los primeros años de la conquista, pues los objetos de loza son de vital importancia para los pueblos, y sabemos que el arte de vidriar la loza, cosa desconocida por los indios, fue introducido por los españoles poco después de la conquista del país. Sin embargo, la organización formal de los gremios data de la segunda mitad del siglo XVII. Las ordenanzas de México son de 1682; las de Puebla, de 1662.
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El estudio comparativo de dichos reglamentos es de gran interés y permite llegar a conclusiones que explican por qué los productos del gremio de Puebla superaban grandemente en calidad a los de México. Los preceptos relativos se refieren a la materia prima Únicamente en México, estableciendo normas en lo que toca a la calidad de la mezcla de barro que se había de usar para garantizar la buena calidad de los productos. El material de éstos es el barro cocido de color rojo, no tan bueno como el de Puebla, que es de color gris, pues allí abunda la materia prima de primera calidad, por lo que las ordenanzas no se ocupan de ella. En cambio, cuando se trata de los tamaños y la pintura de la loza, el reglamento de Puebla es mucho más claro y explícito que las ordenanzas de México. Además, los loceros de Puebla pidieron en dos ocasiones ampliaciones a sus ordenanzas en lo que se refiere a la ejecución de sus obras, cosa que indica el celo con que velaban por la buena calidad de sus productos. Y finalmente, el material humano del gremio de Puebla estaba indudablemente mejor preparado para su trabajo que el de México. El indio era, así lo afirman todos los cronistas de la conquista y de los primeros tiempos de la colonia, un excelente artesano, tanto en el terreno de los oficios cerámicos ejecutados por él desde siglos, como en la imitación de los productos introducidos por los españoles. Precisamente, este último hecho debe de haber sido el motivo causante de que españoles, que temían Su› competencia, hicieran todo lo posible por excluir a los indígenas de algunos oficios, para los cuales sentían ellos predilección, y a los que al mismo tiempo consideraban lucrativos. En Puebla tuvieron un éxito completo en sus gestiones; las ordenanzas establecidas indican que sólo «españoles de entera confianza y satisfacción» podían recibirse de maestros. No así en México, donde al pedir el gremio una prerrogativa parecida, el fiscal del rey dio
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un dictamen completamente adverso a la petición y, consecuentemente, el virrey aprobó las ordenanzas reformadas conforme el parecer del fiscal. Es de suponer que los españoles, expertos en el ramo de la locería, que venían de la península, preferían radicarse en Puebla, donde aparte de encontrar la mejor materia prima trabajaban y vivían entre sus paisanos. No faltan pruebas de que entre los españoles de entonces era bien conocido el orgullo de pertenecer a una casta superior. Hasta el ya mencionado fiscal del rey lo reconoce al dictaminar, diciendo que la gente de «color quebrado» no debía ocupar los puestos de alcalde y veedor de gremio en México «por la repugnancia que harán los españoles». La preferencia de los españoles por ingresar en el gremio de Puebla tuvo por consecuencia que los progresos técnicos y el desarrollo artístico de la locería de origen español fueran primero conocidos y ejecutados en Puebla, y no sería extraño que los loceros de allí hubieran hecho todo lo posible por asegurarse la ventaja que llevaban, por ser ellos los más conocedores y enterados de su oficio y de sus detalles. Así se explica que los azulejos del siglo XVII y de la primera mitad del siglo XVIII que conocemos, sean casi exclusivamente de procedencia poblana, y por qué los pocos ejemplares de manufactura capitalina son de una sorprendente deficiencia, tanto en su hechura como en su calidad artística. Todos los productos mexicanos de esta época que conocemos -y son bien pocos siguen los pasos del desarrollo que este arte industrial tomó en Puebla; hasta fines del siglo XVIII no existen productos que justifiquen la suposición de que el desenvolvimiento de la locería en México haya tomado derroteros propios. Por los años de 1780 a 1790, las cosas cambian radicalmente. En México se procede a la fundación de la Academia de San Carlos. La época del ba-
rroco ha terminado definitivamente y empieza la del neoclásico, patrocinada por la ya mencionada «academia de las nobles artes». Y esta nueva época o tendencia de arte, que se propaga desde la capital hacia las provincias, fecunda también a las artes industriales. Los plateros toman cursos de dibujo en San Carlos, y los loceros producen azulejos «de la nueva pintura, que salió de San Carlos», como se expresa tan acertadamente aquel fraile, cronista del convento de Santa María de los Ángeles en Churubusco, en 1798.
Aquí debo dar un salto atrás, intercalando algo importante en el desenvolvimiento del uso del azulejo en México durante el siglo XVIII y antes de la aparición del neoclasicismo. Aparte de las influencias moriscas y chinas –principalmente–, en el dibujo de los azulejos existe otro factor determinado por el empleo y la aplicación. Barber habla de la decadencia que caracteriza los trabajos de los loceros a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Esta afirmación, repetida por otros autores, sólo en parte es acertada. Es cierto que la ejecución artística del azulejo llegó a su punto culminante durante la época que comprende los años de 1650 a 1750. Pero –y esto me parece no ha sido considerado debidamente hasta la fecha–, a principios del siglo XVIII se experimenta un cambio radical en el empleo del azulejo, el cual empieza a abandonar los interiores de las casas, conventos e iglesias donde hasta entonces había servido de elemento de ornato en forma aislada. Los azulejos salen a la calle para adornar con profusión las cúpulas y portadas de las iglesias y las fachadas de los edificios civiles. A consecuencia de una mayor producción por los usos intensificados parece natural que la calidad artística del azulejo como pieza aislada disminuya, pero en cambio surgen los tableros, conjuntos de azulejos que representan la Virgen, un santo o algún tema religioso.
Entre estos nuevos productos de la industria del azulejo, los tableros de fines del siglo XVIII y primeros años del siglo XIX, existen tan magníficos ejemplares que no me parece justificado hablar de la decadencia del azulejo en general. No es decadencia el hecho de que el arte deje una manifestación para emprender el desarrollo de otra, y esto es precisamente lo que pasa con el azulejo durante el siglo XVIII. Murió el azulejo aislado, que en sí ofrecía la representación de toda una escena o que sólo representaba una obra concluida, una unidad artística, y surgió el tablero, el conjunto de azulejos que se propone reproducir temas o escenas en medidas monumentales –relativamente, por ,supuesto, comparándolas con el azulejo aislado de antes. Estos tableros –los de Puebla son los primeros– representan, como queda dicho, la Virgen o algún santo, o también el escudo del Señor o de alguna orden religiosa, pero siempre determinado tema religioso. Su estilo (que se nota bien en los marcos de los tableros, en la pintura de las figuras, la expresión de sus caras, el vuelo de sus paños, las actitudes de las personas y la composición del conjunto) es el de la época del ultra barroco o churriguera; su pintura es influida por la de Ibarra y Cabrera. Esto en lo que se refiere a los tableros de Puebla. También hay algunos, pero contados, en México, como los de la cúpula de San Hipólito, ciertamente ya muy deteriorados, y –principalmente– los de las cúpulas del convento de El Carmen en San Ángel, que en su estilo siguen las normas de Puebla.
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Crecimiento Verde ENRIQUE HARO BELCHEZ
De
acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una Economía Verde, en su forma más básica, es aquélla que se desempeña con bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de forma eficiente y es socialmente incluyente. Este modelo de Economía Verde ha cobrado importancia al incorporar, en un clima cambiante, una visión sistémica del desarrollo al incluir no sólo las actividades económicas, sino también la sustentabilidad ambiental y el bienestar social. El Crecimiento Verde es un desafío compartido que demanda la participación de todos los actores, del orden público, privado y social. Nuestra contribución para transitar hacia el crecimiento verde, es un quehacer cotidiano basado en nuestros análisis, estudios y acciones que se enfocan en los siguientes temas: Análisis económico, político, institucio-
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nal, regulatorio y social de las acciones en materia ambiental y de cambio climático; Valoración económica del capital natural, ecosistemas, especies, energía, recursos naturales y servicios ambientales; Cuantificación del costo de la contaminación del ambiente y el agotamiento de los recursos naturales provocados por las actividades económicas, entre otros. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) define la economía verde como aquella que da lugar al mejoramiento del bienestar humano e igualdad social, mientras que se reducen significativamente los riesgos medioambientales. Por lo tanto, el concepto reconoce las 3 vertientes de la sostenibilidad (la social, la económica y la ambiental) con el objeto de promover las situaciones
en las que se beneficien los 3 aspectos y que pueden ser cuantificadas mediante la aplicación de medidas generales de progreso y bienestar como: el grado de transformación económica en relación con la inversión y el crecimiento en los sectores verdes, el impacto del desarrollo en función de la extracción y el agotamiento de los recursos naturales, y principalmente mide el bienestar de la sociedad según el acceso de la población a los recursos básicos, la educación, la salud y la seguridad social.
generar más oportunidades comerciales, por ejemplo, al abrir nuevos mercados de exportación para los bienes y servicios ambientales y reverdecer las cadenas de valor mundiales. Por consiguiente, el crecimiento verde cada vez más se ve como un camino hacia nuevas oportunidades para el comercio, el crecimiento y sobre todo al desarrollo sostenible. #CambiaUnaAcciònCambiaTodo.
En este contexto si se destinara hasta un 2 % del PIB mundial hasta 2050 a la transformación verde de la economía mundial, se generaría la misma cantidad de empleo y crecimiento que en los tipos de economía que se aplican actualmente y superaría a estas últimas en el mediano y largo plazo, además de producir beneficios sociales y ambientales importantes. Existen diversos enfoques que nuestro país puede adoptar para hacer la transición hacia un crecimiento y economía verde. Las herramientas de las que se pueden disponer son los incentivos fiscales, como las subvenciones verdes y los impuestos sobre las emisiones de carbono, la regulación de los sectores que consumen muchos recursos y la inversión pública en investigación y desarrollo para la innovación verde, como ya lo están implementando algunos estados de la Republica. La transición hacia una economía verde puede
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La Marcha de Bergson hacia lo concreto Misticismo y temporalidad
A: Mr. Jacques Maritain La gran crisis del idealismo que estamos presenciando en nuestros días, provoca, como una compensación casi mecánica, un fortalecimiento del realismo. Pero esta contrapartida no siempre tiene un valor positivo. Porque ya no se trata hoy –después de Kant y de Husserl, de Bergson y Heidegger– de renovar en sus viejos términos la clásica polémica entre idealismo y realismo. Circula todavía un realismo insípido y confortable, que se adopta más bien como una actitud salvadora a la vista de la bancarrota idealista, y no como una solución que emerja de un planteamiento radicalmente nuevo de los problemas. Este realismo había sido ya invalidado por la crítica idealista. Y ocurre que si el idealismo nos parece hoy infructífero y de una insuficiencia definitiva, es por razones que no lo afectan a él menos que a su antagonista tradicional. Esta razón de la crisis común es la crisis del común fundamento: la crisis de la razón misma –o del racionalismo. Se comprende que en un mundo como el nuestro (quiero decir el occidental), que ha sido fundado y articulado todo él, desde los griegos, sobre la razón, la crisis de ésta asuma caracteres de verdadera catástrofe, sea algo más que la tempestad en un vaso de agua que los profanos acostumbran a ver, de momento, en los choques de las puras ideas. Como una granada que explotase, la explosión del racionalismo ha proyectado a gran distancia unos de otros todos sus ingredientes. Cada uno de los fragmentos parece servir de reliquia a unos cuantos. Pero la reliquia ya nada tiene que ver con la unidad de donde salió disparada, y todas las manipulaciones que se hagan con ella no lograrán redu-
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Eduardo Nicol
cir este carácter de disparate que ella tiene. Quiérese decir que los realismos y los irracionalismos que han surgido en la crisis actual del racionalismo, no son más que reacciones episódicas ante la crisis misma. Ellos consisten en la crisis, pero no la superan todavía. Si logramos olvidar por un momento la terminología tradicional y rescatar nuestro pensamiento de la trabazón de los conceptos clásicos, los cuales parecen agotar con sus significaciones muy precisas la totalidad de las posiciones posibles, descubriremos, sin duda, que este pensamiento nuestro liberado se orienta hacia lo concreto. Si lo concreto resulta ser lo real, es algo que ya veremos en nuestra marcha hacia él. En todo caso, es evidente que de él nos habíamos alejado por el camino del idealismo, y tenemos que desandar lo andado. Y no deja de ser paradójico que tengamos que ir andando y perseguir aquello que, por su condición misma es lo más próximo e inmediato a nosotros, a saber, lo concreto, lo real. Pero cuanto más aguda sea la paradoja, más clara será también nuestra conciencia del error que evitamos al hacerla. Por lo demás, no deben arredrarnos las paradojas, porque más de una aparecerá en nuestro camino. Así, por ejemplo, caeremos en la cuenta de que en nuestra marcha realista hacia lo concreto entraremos en dominio del misticismo. Esta peripecia era efectivamente inesperada. La idea que primariamente nos formamos de lo místico es la de algo oculto, latente, misterioso y velado. La que nos formamos, en cambio, de lo real y concreto, es la de algo superlativamente manifiesto, patente, claro y luminoso. Estas dos ideas nos parecen, pues, chocantes: chocan entre sí, y nos choca verlas emparejadas.
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Petras. Una ciudad tallada en la piedra, país: Jordania.
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