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IGNACIO CABALLERO GARCÍA BLANCA GAGO DOMÍNGUEZ
Rara Avis Retablo de imposturas
Montesinos
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SUMARIO
Roberto Bolaño y las actas Belano Fernando Pessoa en A boca do Inferno El Clan Ulrich Las otras muertes de Sherlock Holmes Sylvia Beach & Co. La peau blanche de Juan Goytisolo El Club del Expurgo Ciudadano Breton El pacto de los manuscritos Cierta conjura Dadá Charles Baudelaire, poeta visionario malgré lui La bala errada El inventor delirante Epílogo Dramatis Personae, por Tolliver O’Neill
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A Juan Goytisolo
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Roberto BolaĂąo y las actas Belano
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Pese a que dar consejos no se cuenta entre mis aficiones, me permití ofrecer uno al joven chileno. En algún momento, le dije, deberá elegir entre una de estas dos diciplinas: la de poeta o la de vago. Aunque no volví a verlo nunca, de corazón deseo que se decantara por ambas. CARLA BODONI
En algún impreciso momento a finales de la década de los sesenta, se celebró en la ciudad de México DF uno de los más extraordinarios encuentros que la caprichosa historia de la literatura ha tenido a bien ocultarnos: a lo largo de dos noches se reunieron en los sótanos de la librería Porrúa algunos de los autores que marcarían la suerte literaria de Latinoamérica. El grupo, compuesto por poetas y narradores, pretendía esclarecer algunos de los principales aspectos que por entonces concernían al pasado, presente y futuro de la Literatura Latinoamericana. Se evitó toda publicidad del evento para mantener un secreto que, según los organizadores, motivaría el generoso trabajo de todos los que participaban de él. Ningún periodista fue informado del encuentro; ninguna autoridad, invitada. Nadie debía conocer los detalles del conciliábulo y sólo la redacción de las actas, a cargo de un joven aspirante a poeta, dejaría constancia de lo tratado. Los autores se comprometieron a no comentar el programa entre los discípulos de sus tertulias, para 15
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así evitar las previsibles rondallas de jóvenes de acuosa mirada que pudieran atraer la atención de las fuerzas del orden en las inmediaciones de la librería. La exigente agenda y el poco tiempo para tratar todos los temas requería de la generosidad y el esfuerzo de todos los participantes. Se establecieron unas normas de cortesía básicas que servirían para acotar y minimizar circunloquios, cátedras magistrales, rabietas, abandonos indignados de las mesas de debate y otras muestras de sobreexcitación del ego tan comunes en el gremio. Entre las reglas consensuadas por los participantes se podía encontrar aquélla que prohibía cualquier mención de la revolución cubana, del comandante Castro o de la CIA, o aquélla otra que obviaba comentarios que se pudieran realizar sobre Borges, al margen de su obra. Para propiciar un clima de entendimiento y comunicación, se firmaron innumerables treguas entre aquellos autores que mantenían sus plumas en guerra, y entre sus aliados, y entre los seguidores de sus adeptos, y entre los perplejos compañeros, traidores o enemigos que nunca acertaron a reconocer su bando. Poco conocido es el hecho de que los sótanos de la librería Porrúa se extienden varios kilómetros bajo la ciudad de México. Apenas unos pocos metros son utilizados a modo de almacén y archivo por la librería; el resto es un entramado de túneles, galerías y oquedades emboscados de húmedas filtraciones del Texcoco que nadie sabe hasta dónde llegan. Ése fue el escenario utilizado para el encuentro. Bajando por una trampilla de la librería se accedía al llamado Túnel Maestro. Tras una caminata de varios minutos apenas suficiente para que los ojos se 16
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