¿Qué es la poesía? No se puede eludir esta pregunta, tantas veces inquirida. Sobre todo arremete con demoledora fuerza, después de leer a Cesar Vallejo. Cuando estamos cerca de él, mas bien, de sus poemas, estamos ante el acontecimiento de la palabra, ante el nacimiento desgarrador de la palabra; que se lleva pedazos de carne en su estallido, en su volcánica emergencia. La palabra hace al mundo, empero emerge adentro, en la intimidad más íntima, en el devenir vida, en las dinámicas moleculares de la vida. La palabra, no tanto como lenguaje, no tanto como sentido, sino como experiencia intensa, como recorrido de sensaciones, mezclándose con imágenes, también pensamientos. La poesía pertenece a esta experiencia de la palabra esculpida, de la palabra entrelazada con espesores corporales.
Por eso la filosofía teme a la poesía, pues la filosofía es el olvido de esta experiencia corporal. La filosofía es el discurso de la palabra vaciada de espesores, vaciada de las mezclas iniciales.