La paradoja, si bien ya no forma parte del esquematismo dual de las contradicciones; de todas, maneras hay todavía como una irradiación, un halo que queda, como rastro, de ese esquematismo. En la paradoja no hay dualidad sino aparejamiento, si podemos hablar así, del contraste en un mismo fenómeno, acontecimiento integrado. El suceder del fenómeno es paradójico, contrastes formando parte del mismo acontecer. Podríamos decir que se trata de la misma onda, de la misma vibración de la cuerda.
Sin embargo, hay que ir más allá de esta imagen, aunque dinámica y compleja, de la paradoja, no solamente por la irradiación, el halo, el rastro, del que hablamos, sino por lo que siempre hemos anotado; la multiplicidad del acontecimiento, la manifestación dinámica del acontecimiento singular plagado de plurales singularidades proliferantes. También por los tejidos en devenir y entrelazados del espacio-tiempo.