Movimientos sociales y estado

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Movimientos sociales y Estado Ra煤l Prada Alcoreza

Este ensayo corresponde a uno de los balances de Comuna de la movilizaci贸n prolongada (2000-2005).

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Los movimientos sociales en Bolivia Al iniciar el nuevo milenio de la era cristiana, en Bolivia estalla una de las más grades crisis de su historia, crisis múltiple, que atraviesa distintos planos de su composición estructural. Hablamos de una crisis económica galopante, en parte, por lo que tiene que ver con la crisis que arrastra el capitalismo desde la década de los setenta, en parte por los efectos destructivos de la aplicación de medidas neoliberales, llamadas del ajuste estructural, en pleno contexto de la globalización. Crisis política, que podemos caracterizar como crisis de la democracia formal, instaurada en 1982 como conquista popular, después de la huelga de hambre de las mujeres mineras (diciembre de 1978). Esta democracia sufre su primer colapso

cuando

el

Congreso,

copado

en

su

mayoría

por

las

representaciones de la derecha termina haciendo imposible el gobierno de la Unidad Democrática (UDP) y popular. La conspiración de los sectores empresariales y de los parlamentarios conservadores termina creando una situación insostenible, desde el punto de vista de la ejecución y legalización de políticas de Estado. El gobierno de Hernán Siles Suazo se ve obligado a renunciar un año antes de cumplida su gestión. A esta situación

colabora

la

oposición

de

los

sindicatos

obreros

y

de

organizaciones de izquierda opuestas a la UDP, que demandan el cumplimiento de medidas concretas a favor de las clases explotadas y la nación dependiente. La caída de la UDP va traer como consecuencia la llegada al poder, después de las elecciones de 1985, de una coalición de derecha, llevando a la presidencia a nada menos que a Víctor Paz Estensoro, quien comienza el ciclo de políticas neoliberales, con un paquete de medidas de shock, para detener la hiperinflación. Este gesto político borra con el codo lo que se había escrito con la mano. El hombre que había firmado la ley de nacionalización de las minas en 1952 y la ley de

reforma

agraria

en

1953,

termina

conculcando

las

medidas

revolucionarias de aquel entonces, entregando en su última gestión los 2


recursos naturales y la economía del país a las trasnacionales, en pleno desencadenamiento de la mundialización capitalista. Los efectos de las políticas neoliberales se hacen sentir en la cuarta gestión de lo que se ha venido a conocer como el periodo de la democracia pactada (1985-2003), pactada entre los llamados partidos tradicionales de la derecha neoliberal. Los efectos perversos de las políticas de privatización se hacen sentir en la segunda gestión de la secuencia de los gobiernos intercalados de Gonzalo Sánchez de Lozada, esto es, en el lapso de la segunda mitad de la década de los noventa. Sin embargo, hay un anticipo en el pronóstico social, los efectos demoledores sobre la economía nacional y el bienestar social comienzan a desprenderse ya desde las primeras medidas de ajuste estructural aplicadas. Empero, la acumulación de los efectos es calamitosa después de doce años de políticas neoliberales. La pauperización alarmante de todas las clases, incluyendo a las clases medias, es una de las señales del deterioro extendido en la sociedad, salvo, claro está, con lo que ocurre con el pequeño

sector

oligárquico

y

la

casta

política,

que

terminan

beneficiándose con la crisis y en la crisis. La desaparición del aparato productivo, el paro, la desocupación, la virtualización de la economía, son otras señales de los efectos destructivos del lapso neoliberal en los escenarios nacionales. Estos efectos negativos en las condiciones de vida de la población forman parte del caldo de cultivo de los movimientos sociales recientes en Bolivia y en América Latina. Si bien es cierto que los movimientos sociales se gestan en una historia más larga, se enganchan con los ciclos largos de las luchas sociales, los recientes movimientos sociales comienzan, de manera determinada, al inicio mismo del periodo neoliberal, con la marcha por la vida de los mineros (1985), en un intento desesperado de revertir el curso de los acontecimientos que se venían encima. Este periodo de gestación forma 3


parte de la etapa de resistencia de las organizaciones sociales a las políticas económicas. Indudablemente debemos contar en esta narrativa con le emergencia de los movimientos indígenas de la Amazonia y el Chaco. La marcha por la dignidad y el territorio marca un hito importante en la historia de los movimientos sociales (1990-1992). Se incorporan a las luchas sociales contingentes indígenas que habían sido ignorados por el Estado y sometidos a la sombra por los terratenientes y las oligarquías del oriente del país. Hasta el año 2000 se desarrollan una gama de movilizaciones de sectores afectados por las políticas privatizadoras y las políticas de interdicción de la hoja de coca y desarrollo alternativo. Todas estas movilizaciones son significativas por las formas de resistencia que desatan contra los gobiernos de los partidos de la coalición de derecha, contra el marco aplastante de privatización y transnacionalización, contra la espiral de corrosión y corrupción social, contra la desvalorización y deterioro de la política que acompañan al descarnado neoliberalismo. Empero,

todos

estos

procesos

son

todavía

de

resistencia.

Los

movimientos sociales inician su ofensiva durante la guerra del agua, en abril del 2000, en Cochabamba. A partir de la guerra del agua el mapa político de Bolivia se modifica sustantivamente. Quedan en suspenso los partidos tradicionales, quedan suspendidos los poderes tradicionales del Estado, el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo. La iniciativa se encuentra en manos de las organizaciones sociales y de los instrumentos políticos de los sindicatos y comunidades. Después de la guerra del agua, en septiembre del 2000 se da lugar a un gigantesco bloqueo de caminos que paraliza el país. Es un bloqueo de campesinos e indígenas. Quizás el antecedente inmediato a este bloqueo se encuentre en el bloqueo nacional de caminos de 1979, cuando la Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia (CSUTCB) de aquel entonces, bajo la dirección del legendario Genaro Flores, toma el control de los caminos, haciendo conocer una serie 4


de demandas campesinas, además de oponerse a los fraudes electorales de los militares, que todavía se encontraban en el poder. La diferencia con aquel bloqueo de caminos es que el de septiembre del 2000 se genera en un contexto distinto y sin presencia de los partidos de izquierda, tampoco se encuentra presente el katarismo, la ideología indianista y las organizaciones políticas indígenas, conformadas en la década de los setenta. Es otro indianismo, más radical, vinculado a un marxismo crítico al izquierdismo, expresión de un marxismo indianista, expresión política que juega un papel importante en el desenvolvimiento de las acciones de masa. Las distintas marchas cocaleras cruzan el lapso de la ofensiva de los

movimientos

sociales.

Sobresale

en

estas

marchas,

por

su

dramatismo, el recorrido de las mujeres del Chapare a la sede de gobierno; las coraleras burlan los puestos del ejército y llegan a la ciudad de La Paz, desplegando un magistral juego de tácticas territoriales. Se suman las marchas de prestatarios, jubilados y rentistas, además de los gremialistas y maestros. Reaparece la figura esporádica de los épicos mineros con sus guardatojos y dinamitas, después del motín policial de febrero del 2003. Llegamos así a una de las cumbres de la curva de los movimientos sociales, que se sucede en octubre del 2003. Acontecimiento conocido como la guerra del gas. Se expulsa al gobierno neoliberal de Sánchez de Lozada y se transita hacia una incierta transición política, después de una sustitución constitucional. Los movimientos sociales viven una especie de reflujo, en condición de espectadores y esperando el cumplimiento de medidas favorables, durante el gobierno de transición de Carlos Mesa, quien fuera vicepresidente del anterior presidente expulsado por una insurrección pacífica. Se abre un nuevo horizonte político. Los movimientos sociales imponen una agenda, la llamada agenda de octubre, que de manera sintética se expresa en la exigencia de la nacionalización de los hidrocarburos y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

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La transición resulta siendo sinuosa además de incierta. El gobierno de Carlos Mesa y el Congreso no cumplen con la demanda de los sectores sociales. Prefieren oscilar hacia la derecha, dejándose presionar por las oligarquías regionales y por las empresas trasnacionales. Durante esta etapa de vacío político, vacío creado en parte por el reflujo de los movimientos sociales y por otra parte por la propia levitación del gobierno de transición, la derecha conspira con todos sus recursos, con el monopolio de los medios de comunicación, con el congreso, con los organismos multilaterales, con las trasnacionales, y hasta con el mismo gobierno, al que le imponen su propia agenda, la llamada agenda de enero, a través de concentraciones y cabildos. A propósito de estas concentraciones, por lo menos dos son importantes, el cabildo de junio del 2004 y el de enero del 2005. Ambos efectuados en la ciudad de Santa Cruz. El gobierno de transición, en medio de dos agendas, las de los movimientos sociales y la de las oligarquías regionales, en medio de dos fuerzas encontradas, termina colapsando. El presidente renuncia. Este hueco en la presidencia obliga a una segunda sustitución constitucional, que trata de ser aprovechada por la derecha para imponer un gobierno de acuerdo a sus intereses. Conspira para imponer una sustitución constitucional que llegue al presidente del congreso, Hormando Vaca Diez, hombre plenamente afín a los intereses de la oligarquía y de las trasnacionales. Empero, como saliendo de su letargo, los sectores populares reaccionan ante esta embestida, vuelven a tomar el territorio nacional y las ciudades importantes del país. La lucha esta vez se sucede en todo el territorio, trasladándose gran parte del conflicto al oriente, a Santa Cruz de la Sierra, donde concentraciones multitudinarias de colonos, campesinos e indígenas, bloquean por el norte y el sur a la ciudad de la sierra. Sin embargo, el desenlace de este conflicto, que parecía prosperar hacia una guerra civil es la capital del país, Sucre. El congreso se traslada a Sucre para poder sesionar, escapando de la sede de gobierno, la ciudad de La Paz, que se encontraba completamente 6


convulsionada. Una vez arribados los parlamentarios a Sucre, la capital es tomada por los movimientos sociales. Los ayllus, los sindicatos campesinos, los maestros, organizaciones cívicas y de estudiantes toman Sucre en la mañana, llegan en la tarde los mineros, quienes dan un ambiente de mayor beligerancia, enfrentándose con dinamitas a la policía. Llegan con un muerto en el haber, después de un enfrentamiento con el ejército, en las cercanías de la ciudad. El ambiente se encuentra completamente caldeado. En estas circunstancias, ante una gigantesca expansión del movimiento social, ante la evolución intensiva de los eventos, el desenlace no se deja esperar. El movimiento social detiene en seco la conspiración de la derecha. El resultado es otra sustitución constitucional, esta vez en la persona del presidente de la Corte Judicial. Ingresando con esto a una nueva coyuntura electoral, plagada de la huella de seis años de luchas sociales. Se llega a un acuerdo político, las elecciones deben garantizar la Asamblea Constituyente y el referéndum autonómico. El panorama de los movimientos sociales, en lo que llamaremos la historia reciente, muestra ciertas tendencias, que es conveniente analizarlas. Una de ellas es la sorprendente acumulación de fuerzas que se ha dado lugar a lo largo de seis años de luchas sociales, desde la guerra del agua, abril del 2000, a la segunda guerra del gas, pasando de octubre del 2003 a mayo y junio del 2005. Este asenso constante de los movimientos sociales exige una ruptura política trascendental. Esta ruptura política es trascendental porque ocasiona el quiebre respecto a los horizontes históricos heredados, horizontes históricos y culturales heredados por la República criolla. Hablamos de los horizontes coloniales, pero también de los horizontes neo-coloniales, como los relativos a los periodos liberales, incluyendo el último periodo neoliberal, el modelo capitalista, en su cuarto ciclo, bajo la égida del ciclo norteamericano, particularmente en su versión dependiente, en lo que respecta a los países periféricos. Una 7


Asamblea

Constituyente, verdaderamente constitutiva, pensada como

instrumento democrático del poder constituyente de las multitudes, parece ser una de las tendencias del proceso beligerante de las luchas sociales. Otra tendencia, que puede ser característica en esta historia reciente, es la preeminencia de las bases sociales, del control social, de la gestión asambleísta, impuesta por los actuales movimientos sociales. Esta situación nos muestra la emergencia de modalidades de la democracia radical. Estas prácticas pueden repercutir en las nuevas formas de Estado que emerjan de la crisis. Otra tendencia, compartida por los países de la región, tiene que ver con la inclinación electoral hacia las nuevas versiones de la izquierda. En Bolivia esto tiene que ver con el crecimiento del Movimiento hacia el Socialismo (MAS). Otra característica, que parece ser particular de los países con presencia demográfica indígena, es el condicionamiento de la complexión cultural multinacional. Esto exige pensar la democracia en el contexto de las demandas de las nacionalidades, identidades colectivas y pueblos indígenas. Tomando en cuenta, por el momento, estas tendencias y estas características de los movimientos sociales, se observa también, que quizás debido a la rápida evolución de los acontecimientos, el desplazamiento de las luchas sociales no termina dibujando el perfil de los sujetos sociales, no termina de conformar un contenido político, no se culmina en un proyecto político. Se viven las circunstancias como vienen, improvisando y con propuestas inacabadas. Por esta razón es indispensable, construir espacios de deliberación y reflexión colectivos, que permitan consolidar lo ganado en términos de un intelecto general autonomizado, en el diseño de un proyecto político compartido.

Estratos y sedimentaciones de los movimientos sociales

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La sectorialización de los movimientos sociales en mayo y junio del 2005 parece mantener la misma situación característica de los movimientos de masa, que atravesaron el periodo que arranca con la guerra del agua (abril del 2000), atravesaron el bloqueo de caminos campesino e indígena de septiembre del primer año del nuevo milenio, llegan a las elecciones del 2002, produciéndose fisuras entre bases y dirigentes, bases e instrumentos políticos, inmediatamente después del ascenso político al parlamento de dirigentes indígenas, sindicales e izquierdistas. Recorren un lapso crítico, para llegar a un rebasamiento de las bases respecto a las dirigencias en febrero del 2003, aprovechando la contingencia de un motín policial. Esta sublevación de las bases se prolonga evolutivamente a septiembre y octubre del 2003, cuando se produce una insurrección pacifica, tanto en el campo como en las ciudades de El Alto y La Paz, con ciertas repercusiones en otras ciudades. Insurrección que deriva en la sustitución constitucional de Carlos Mesa Gisbert, ingresando de lleno a un periodo de transición política. Como decíamos, la sectorialización parece mantenerse en mayo y junio del 2005, cuando vuelve la asonada popular, con características parecidas al renombrado octubre del 2003. Sin embargo, las diferencias asoman rápidamente. Se trata de otra coyuntura, distinta en varios aspectos. Coyuntura caracterizada por ser el punto crítico más alto de la transición. El gobierno de Carlos Mesa termina embrollándose en su propio laberinto. Lejos de cumplir con lo encomendado en octubre del 2003, la recuperación de los recursos hidrocarburíferos y la Asamblea Constituyente, se aleja de esta agenda, acercándose mas bien a una nueva agenda inventada e impuesta por la burguesía intermediaria, apoyada por la conspiración de las empresas trasnacionales y de manera indirecta por la conspiración de los organismos multilaterales. La aparente levitación del gobierno de Mesa sobre el campo de fuerzas, conformado por las luchas sociales y las reacciones conservadoras, 9


terminó convirtiéndolo en una fuerza ficticia centrífuga. Esta ficción política fortaleció a la contrarreforma conservadora, que buscaba restaurar el orden político perdido, que terminó de colapsar con la fuga de Sánchez de Lozada, durante la asonada popular de la guerra del gas. Un referéndum sobre los hidrocarburos inicia un lento recular del gobierno de transición hacia la gravitación conservadora, hacia el peso específico del poder económico de la burguesía intermediaria, en su versión ideológica de oligarquía regional. Las contradicciones entre el ejecutivo, sintetizado en la figura del presidente, y el Comité Cívico de Santa Cruz fue patente todo el rato, sobre todo durante el referéndum y después del cabildo de junio del 2004, ahondándose después de la concentración y el cabildo autonómico de enero del 2005. Estas contradicciones expresan los distintos intereses de los estratos de la burguesía nacional, pero también las estruendosas dificultades de la burguesía intermediaria de lograr un proyecto de Estado. Quizás Mesa era la mejor carta que tenía la burguesía nacional en su conjunto, empero la óptica regionalizada de una parte de la burguesía, los fuertes vínculos ideológicos de esta burguesía y el neoliberalismo, sobre todo en la versión despojante de Gonzalo Sánchez de Lozada, terminaba escindiendo los intereses particulares de los intereses generales de la burguesía. Esto nos muestra que los distintos estratos de la burguesía no tienen conciencia para sí, usando la terminología de Hegel. Carlos Mesa nunca fue el hombre de los movimientos sociales, no podía serlo, debido a los límites impuestos por la clase a la que pertenecía, la clase media alta e ilustrada. El hecho de que fue un movimiento social lo que obligó a una sustitución constitucional y, por lo tanto, lo llevo al poder, forma parte del azar político, del ámbito aleatorio del juego de las circunstancias. La popularidad ganada a un principio por este hombre ilustrado se debe más a su capital simbólico. Su figura de intelectual, de historiador, de comunicador social, le dieron prestigio. Este prestigio se terminó sumando al hecho de que fue la salida constitucional que encontró la plebe después de su asonada. Bastaron un 10


poco menos de veinte meses para perder su popularidad. Se retira sin poder y sin apoyo. Desmoralizado ante la intensidad de la revuelta popular, que irónicamente vuelve a forzar una segunda serie de sustituciones constitucionales. El nuevo presidente es la máxima autoridad del tercer poder del Estado, el poder judicial. Eduardo Rodríguez Veltzé asume la presidencia de la República con un mandato, llamar a elecciones generales. Los movimientos sociales repiten en mayo y junio del 2005 sus diferencias integradas en una simultaneidad rebelde. Mineros y cooperativistas mineros, confederaciones, federaciones, centrales

y subcentrales

sindicales agrarias. Acompañados por autoridades originarias y ayllus, en un pacto por la unidad sin precedentes. En este conglomerado sindical y de comunidades se encuentran las seis federaciones cocaleras del Chapare, sumadas a la federación cocalera de los yungas. Las organizaciones de los colonizadores, además de las organizaciones del Movimiento de los sin Tierra (MST). La Confederación Sindical Única de Campesinos

de

Bolivia

(CSUTCB),

las

Federaciones

Campesinas

departamentales y sus homólogas las Federaciones Bartolina Sisa. Luego el pueblo alteño, con su poderosa Federación de Juntas de Vecinos (FEJUVE), seguidos por las corporaciones gremiales, los sindicatos de maestros, los obreros sindicalizados de las urbes, los estudiantes universitarios. A todos estos sectores sociales se suman, a última hora, las convocatorias imprecisas de los municipios, los trabajadores de los aeropuertos y ciertos fragmentos populosos de las clases medias. Todo este conglomerado parece repetir lo de abril del 2000 y lo de octubre del 2003, es decir, la suma de los sectores sociales alzados. Sin embargo, hay diferencias. Estas tienen que ver con los desplazamientos internos y externos de los movimientos sociales. A lo largo de lo que van seis años de luchas sociales, las consignas de los movimientos han venido confluyendo,

tendiendo a unificar sus objetivos compartidos. Ya en 11


octubre del 2003 los objetivos primordiales se podían resumir en dos: Recuperación total de los hidrocarburos y Asamblea Constituyente. Los mismos objetivos son replanteados en mayo y junio del 2005; sin embargo, la significación temporal de los mismos ha cambiado, ha madurado la especificación social de los significados políticos. Se habla ahora de una nacionalización de los hidrocarburos y de una Asamblea Constituyente

como

poder

constituyente

de

las

multitudes.

La

nacionalización de los hidrocarburos tiene que ver no sólo con el Estado sino también con el control social, particularmente importa por lo que tiene que ver con el control de las comunidades indígenas. No se olvide que los yacimientos hidrocarburíferos se encuentran en territorios indígenas. Por otra parte, los movimientos sociales tienden a actuar de manera mancomunada, llegando a acuerdos, o haciendo coincidir sus marchas, para confluir en concentraciones y cabildos gigantescos. Estos magnos encuentros acaecieron el 24 de mayo y el 8 de junio del 2005. Por otra parte, se trata de otra coyuntura, distinta a la de octubre del 2003. El contexto es otro, el mapa de fuerzas diferente. Desde el referéndum hasta junio del 2005 la derecha despliega una ofensiva articulada en varios niveles, monopolio de los medios de comunicación, campañas publicitarias que hacen de caja de resonancia, cabildos autonómicos, conspiración parlamentaria, asamblea preautonómica, golpe de mano, intentando una sustitución constitucional que terminara en el presidente del congreso, Hormando Vaca Diez. Golpe de mano que iba a derivar en la aplicación de mano dura, estado de sitio y represión a las organizaciones sociales, represión a los movimientos sociales y a los dirigentes e intelectuales ligados al movimiento social. Esta ofensiva de la derecha, de la oligarquía regional, de la burguesía intermediaria, de las trasnacionales, de los partidos tradicionales, terminó en seco, gracias a la heroica intervención de los movimientos sociales en Sucre, la capital de la república. La ciudad de Sucre fue copada, la Plaza 25 de Mayo sitiada y

asechada,

fue

tomado

el

aeropuerto,

los

trabajadores

de

la 12


Administración y Servicios de Aeropuertos Nacional (ASANA), organizados en el sindicato de trabajadores de los aeropuertos, entraron en huelga, también los gobiernos municipales entraron en huelga. Toda una tenaza social movilizada envolvía a los diputados, atrapados en la vorágine de la sublevación. Los parlamentarios, que escaparon de La Paz para sesionar en tranquilos, para conspirar en calma, se encontraron de pronto emboscados en la ciudad de los cuatro nombres. Al movimiento social este gasto heroico le costó una víctima mortal, y varios heridos. Todos ellos mineros. Los desplazamientos externos de los movimientos sociales tienen que ver con su expansión, el despliegue de su voluntad colectiva y su irradiación política. El movimiento se expande a todo el eje central, incorporando al mapa de los bloqueos a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. La expansión del movimiento se extiende al sur, logrando una gran concentración y marchas en Sucre. También hay irradiaciones del movimiento al norte, sobre todo en el departamento del Beni. Prácticamente todo Bolivia estaba atravesada por las movilizaciones, ocupada por bloqueos y sitiadas sus ciudades. En otras palabras, la diferencia entre mayo y junio del 2005 y octubre del 2003, es que los movimientos lograron una expansión mayor. La diferencia estriba en que el anterior mapa de los movimientos sociales logró efectos políticos con un cuadro más circunscrito en el occidente. En cambio el mapa reciente de los movimientos sociales logró efectos políticos con un cuadro mayor, esta vez en todo el país. Todo esto se desarrolla en un contexto de la correlación de fuerzas distinto. En octubre del 2003 los sectores conservadores, que manejaban el aparato público, fueron sorprendidos por la virulencia de los eventos. En cambio hasta mayo y junio del 2005 las organizaciones sociales se ven obligadas a defenderse de una ofensiva restauradora que dura como dos años. En mayo y en junio los movimientos sociales vuelven a la ofensiva en torno a la nacionalización de los hidrocarburos y la Asamblea Constituyente, 13


ocasionando resquebrajamientos consecutivos en el poder constituido. Cuando el presidente del Congreso y el presidente de la Cámara de Diputados renuncian a la sustitución constitucional, la derecha vuelve a ser derrotada políticamente. Sin embargo, se abre una nueva coyuntura plagada de incertidumbre. La movilización no logra los objetivos de la lucha, ni la nacionalización de los hidrocarburos, tampoco la Asamblea Constituyente. Se ingresa a una etapa electoral, donde no se sabe en qué condiciones se encuentra los sectores sociales para afrontar las elecciones que se avecinan. Los desplazamientos internos del movimiento social tienen que ver con la intensidad de los mismos. La intensidad de la lucha tiene su temporalidad, tres semanas de movilizaciones, bloqueos y marchas. Tres semanas de constante evolución en espiral del conflicto. Tres semanas de construcción de una argumentación popular en torno a la nacionalización, en torno a la Asamblea Constituyente. Desarrollando una posición crítica respecto a los gobiernos autonómicos departamentales, a partir de dos alternativas: Discutir el tema autonómico en la Asamblea Constituyente, lugar apropiado para tratar todas las propuestas en torno al nuevo diseño de Estado; inducir alternativas formas autonómicas a partir de las nacionalidades, los municipios y las provincias. Desenvolvimiento de la experiencia colectiva, vivencias intensas de los movilizados, aunque también de los no movilizados. Aprendizaje en corto tiempo por parte de la multitud de los ritmos políticos y de las transformaciones inherentes al campo político. Decodificación de los discursos oficiales, emergencia de los saberes y constitución de sujetos sociales. Los desplazamientos internos implican la ampliación de los horizontes internos. El balance de los acontecimientos de mayo y junio es el siguiente:

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1. Dependiendo del referente, la evaluación política se construye en función de esta relatividad referencial. Podemos hablar de la aplicación de la teoría de la relatividad ampliada al campo social. 2. Si tomamos en cuenta la ofensiva conservadora como referente, podemos valorar como victoria política el hecho de haber logrado evitar la restauración de los partidos tradicionales, que venía acompañada por el estado de sitio y la represión. 3. Si

consideramos

los

objetivos

de

la

lucha,

es

decir,

la

nacionalización de los hidrocarburos y la Asamblea Constituyente, podemos evaluar lo sucedido como una postergación de estos objetivos

primordiales

de

la

coyuntura.

La

sustitución

constitucional hasta el presidente de la Corte Suprema, con la consecuente tarea de convocar a elecciones, es un diferimiento de los anhelos populares. 4. Si partimos de la constatación de la expansión de los movimientos sociales, podemos valorizar la capacidad de convocatoria y de movilización de las organizaciones sociales. El incremento de sus formas de organización, la irradiación y circulación de las mismas, producen

desplazamientos

internos

que

coadyuvan

a

la

intensificación del uso de las formas, producen desplazamientos externos que coadyuvan a una expansión de estos usos a la manera de desterritorializaciones y reterritorializaciones, desplazándose en espacios lisos, volviendo a cartografiar espacios estriados. 5. Tomando en cuenta el nuevo escenario, en comparación con el anterior, la nueva coyuntura en comparación con la anterior, el ingreso a una etapa electoral exige al movimiento social nuevas tácticas, articuladas estratégicamente. Las organizaciones sociales 15


y el instrumento político del campo popular requiere replantear sus estrategias políticas, su forma de organización y forma enunciativa. 6. Considerando la formulación de estrategias, vemos que

los

movimientos sociales no abordan la elaboración alternativa de planes y programas de largo aliento, optando por construcciones parciales, momentáneas y coyunturales. 7. Todos estos referentes nos conducen a evaluaciones pendientes de la relatividad referencial. La composición de los referentes y la composición de las evaluaciones nos trasladan a una valoración móvil y cambiante del acontecimiento. 8. En conclusión, no hay victoria total ni derrota absoluta, sino victorias parciales y derrotas específicas. Es menester escapar del dramatismo de las ponderaciones heredadas de la modernidad, avanzar, mas bien, a ponderaciones dinámicas, adecuadas a las variaciones de los procesos. La vida continúa.

Perspectivas de los movimientos sociales Seis años de luchas sociales en Bolivia (2000-2005) Contrapoder y alternativas políticas No es posible pensar una alteración en la práctica política, en el ámbito de sus relaciones, en el contenido de sus estructuras, sin una apropiación colectiva de las dinámicas del quehacer político, sin una ocupación colectiva de las condiciones de posibilidad de la política, del campo político 16


y de sus desenvolvimientos. Esto no significa otra cosa que la construcción común de la multitud. Así como la construcción inductiva del control social. En otras palabras, se trata de la conformación y consolidación de los perfiles de contrapoder. Se trata entonces de la deconstrucción del poder.

Dilemas en la coyuntura electoral No es fácil evaluar la situación de la coyuntura electoral, después de los acontecimientos de mayo y junio del 2005, mucho más aún cuando sabemos que, estos eventos, forman parte de los seis años de luchas sociales continuas, desde la guerra del agua (abril del 2000), pasando por la guerra del gas (octubre del 2003), para llegar al desenlace convulsivo de medio año, una vez agotadas todas las argucias, una vez abolidos los márgenes

de

maniobra

del

primer

gobierno

de

transición.

Las

significaciones de las elecciones de fin de año no pueden interpretarse sino en el horizonte y los recorridos abiertos por los movimientos sociales. Las elecciones de fin de año adquieren una connotación particular debido a las posibilidades que encierran en lo que respecta a la dirección que le pueden otorgar a la viabilización de la Asamblea Constituyente y a las políticas sobre los recursos naturales, concretamente a las políticas energéticas y a la nacionalización de los hidrocarburos. En la medida que en estas elecciones se disputan tendencias encontradas a favor y en contra de la Asamblea Constituyente, a favor y en contra de la nacionalización, es precisamente en las elecciones, contando con los resultados electorales, donde se van a definir las vías de la asamblea y de la nacionalización.

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Es en esto contexto donde se define el perfil de la llamada izquierda, es decir, del frente popular, Este perfil está por componerse. Podemos definir dos alternativas: 1) En la medida que la izquierda ingresa a las elecciones con una verdadera convicción sobre la necesidad imperiosa de la Asamblea Constituyente, con una conciencia histórica de la necesidad de la nacionalización de los hidrocarburos, las elecciones se convierten en un campo de batalla político; 2) en cambio, si la izquierda ingresa a la justa electoral con posturas demagógicas, poses vacías sobre la Asamblea Constituyente, gestos rimbombantes sobre la nacionalización, sin contar con la convicción de ejecutar las medidas, optando mas bien, en la intimidad de sus devaneos, por el camino de las negociaciones, las elecciones se convierten en un teatro político, en una simulación de la batalla. Las elecciones se transforman en una grotesca criatura en un escenario pobre, donde se pone en escena no el talento sino la rutina de la diatriba y la demagogia, mientras nada en el mapa político cambia.

Reflexiones sobre la coyuntura postelectoral Es difícil evaluar en la proximidad de los sucesos, sobre todo cuando todo se encuentra en ciernes, como comenzando. También es difícil evaluar frente al detalle. No la totalidad de los detalles, entonces el engranaje, el mecanismo de funcionamiento de las partes, la máquina cotidiana, sino el fragmento disperso desconectado de un grupo de detalles. No es fácil entonces comprender el sentido de lo que ocurre, la dirección que toman los sucesos. Uno se encuentra perdido en el bosque, azorado en el nuevo paisaje, desconocido. La coyuntura que se abre después del 18 de diciembre es no solo nueva, sino que se sitúa en otro contexto, también nuevo. Emplazado en procesos que se desatan a partir de la matriz del nuevo escenario. La coyuntura tiene en el centro de gravitación al gobierno popular. El dilema de poner en marcha la maquinaria estatal, 18


encaminada ahora, supuestamente, a su propio desarme, para poder armar con dispositivos de la democracia radical al pueblo, para fortalecer al espacio social y a los múltiples lugares de la organización social, se pone en evidencia haciendo saltar toda clase de contradicciones. No hablamos sólo de las contradicciones dadas en el discurso y aludidas por los medios de comunicación, sino de contradicciones más profundas, pues las contradicciones discursivas son síntomas de otras crisis, de la confrontación entre estructuras heredadas y demandas planteadas. Una primera evidencia se podrá anotar. El aparato de Estado no ayuda a resolver la problemática planteada por las demandas. No ayuda a materializar los objetivos caros de los movimientos sociales. Para poder cumplir con las demandas, para realizar los objetivos de los movimientos sociales es menester hacer funcionar de otra manera al Estado. Que el Estado funcione como un no-Estado. Que funcione como una sociedad que se autodetermina. Para que esto ocurra se requiere renunciar a los privilegios del poder. Para que esto ocurra tiene que pasar lo que dijo el subcomandante Marcos y el presidente Evo Morales el día su asunción: Mandar obedeciendo. Pero, por otro lado, para que esto ocurra hace falta que la sociedad se organice, en su conjunto, para gobernar. Esta es ciertamente la tarea de la Asamblea Constituyente, en tanto y en cuanto esta

Asamblea

sea

verdaderamente

constitutiva,

sea

el

poder

constituyente en acción. En palabras simples, para que la Asamblea constituyente sea soberana. Lo que se ve, por lo que se conoce de la convocatoria a la Asamblea Constituyente, así como de otras propuestas de convocatorias elaboradas, además de la posición de partidarios, de uno y otro lado, de analistas y constitucionalistas, es que no hay voluntad para llegar a una Asamblea Constituyente. Lo que se quiere hacer es limitar sus poderes, traspasarle anticipadamente tares, acuerdos, consensos. Procedimientos estos totalmente contrarios al espíritu constituyente. Toda esta gente está acostumbrada arreglar en casa el juego antes de ir a la cancha. Todas estas prácticas son la herencia del 19


diagrama de poder prebendal y clientelar. Diagrama que hay que abolir si es que se quiere nacer. Se confunde la convocatoria extraordinaria a una Asamblea Constituyente con

la

convocatoria

ordinaria

a

la

elección

parlamentaria.

Los

constituyentes no son parlamentarios, son diseñadores y constructores de un nuevo Estado. Por lo tanto el problema de la representación es otro que el de la representación demográfica y territorial. No se trata de asegurar si están presentes y bien representados las circunscripciones y los departamentos, ni de si se trata sólo de circunscripciones o sólo de departamentos. ¿La elección constituyente, en el mejor de los casos, es una elección corporativa? En la convocatoria del gobierno se perdieron los 21 escaños para los pueblos originarios de la anterior propuesta consensuada

en

la

comisión

parlamentaria

para

la

Asamblea

Constituyente. ¿Esta es una ganancia o una pérdida? ¿Qué pasaría si toda la representación fuese corporativa?

Crítica de la razón analítica Nomadismo y excedencia en los movimientos sociales A modo de crítica: Tres preguntas de inicio: ¿Qué son los movimientos sociales? ¿Quiénes componen

los

movimientos

sociales?

¿Es

posible

hablar

de

los

movimientos sociales desde el campo teórico? De las tres preguntas, la 20


pregunta enigmática es la tercera. Nos hemos acostumbrado a leer sobre los movimientos sociales desde las construcciones teóricas. Hay distintas corrientes y escuelas al respecto. No se trata de hablar de ellas, ya hay exposiciones sobre sus consideraciones y modelos. De lo que se trata es de evaluar su pertinencia a la luz de la historia efectiva de los movimientos sociales dados. No tanto captados por las teorías, sino desplegados en los campos prácticos, sociales y políticos. De lo que se trata es de evaluar estas teorías a partir de sus propios límites. Pero, sobre todo de evaluar estas teorías a partir de un corte, de una ruptura, de una discontinuidad abismal entre el desarrollo efectivo de los movimientos sociales, teniendo en cuenta su singularidad, y los discursos teóricos que pretenden representarlos, describirlos y explicarlos. Esta es precisamente la tesis de la que queremos partir. Las distintas teorías sobre movimientos sociales desarrollan sus interpretaciones desde el exterior de los movimientos sociales, desde el campo teórico, que corresponde al mapa de las instituciones académicas, sus relaciones de poder, sus redes de cofradías, sus editoriales, espacios de difusión, congresos, reuniones, la gama de comentarios y comentaristas, quienes repiten los aspectos sobresalientes de la teorías, a la manera de publicidad. En cambio los movimientos sociales

estallan

en

el

proceso

mismo

de

producción

de

sus

singularidades, vale decir el contexto específico en que se dan, recogiendo las formas organizativas retomadas, usadas y transformadas por los movilizados, enfrentando un mapa institucional, al que reconocen como el campo enemigo, usando sus cuerpos como dispositivos de contrapoder y conductores de pasiones, afectos, gestos, leguajes, retóricas y significaciones colectivas, que tienen una raigambre propia, los saberes de la gente. Los movimientos sociales no se parecen entre sí, sus experiencias y despliegues no pueden generalizarse, aunque pueden producir efectos acumulativos de fuerzas y experiencias de un movimiento a otro, en una 21


suerte de red de movimientos sociales. Cosa distinta es partir de un modelo teórico y querer ajustar la dicotomía, gama y diversidad de movimientos a las casillas, ordenamientos y argumentaciones del modelo teórico. Esto es subordinar la efectividad de los movimientos a la formalidad de las construcciones teóricas. Cosa distinta es la inclusión de los efectos políticos de los movimientos sociales a los procedimientos de direcciones sindicales y de partidos políticos, quienes pretenden asumir la representación de los movimientos. Políticamente se puede usar esta representación de modo general, se puede usar esta representación en función de los objetivos de estas instituciones sindicales y políticas. Esta expropiación de las voluntades de las multitudes forma parte de los procesos de estatalización o, en su defecto, de los procesos de constitución de mediaciones negociadoras y dialogantes con el Estado. De tal modo, que esto muestra hasta qué punto se ha extendido y transformado el poder. Se puede decir que, en el contexto del diagrama del control y del diagrama clientelar, en el mapa de fuerzas de la soberanía imperial y de la soberanías subalternas, que controla e incluye, la relaciones del poder han alcanzado a las direcciones sindicales y a los partidos políticos de oposición, supuestamente antagónicos al sistema tradicional de partidos. Por lo tanto, solo de modo subordinado pueden generalizarse, homogeneizarse, moldearse, los movimientos sociales. Sin embargo, hay que anotar que, el efectivo recorrido de estos movimientos, su huella singular, su ámbito de experiencias colectivas, es irreducible a la representación. La realización del acontecimiento de los movimientos sociales, la exuberante excedencia de su estallido y su desplazamiento, la subversión misma, se encuentra en perpetua contradicción con las formas de dominación, también con las formas de representación. Lo que hay que tener en cuenta en los movimientos sociales son sus virtualidades inmanentes, la manifestación motivante de los imaginarios colectivos, la circulación de los saberes.

22


Cada movimiento social sólo se parece a sí mismo, es irrepetible. Si encontramos parecidos entre movimientos sociales, éstos no son más que analogías, Las formas se parecen, pero no las estructuras, las composiciones, las organizaciones, los desenlaces; por lo tanto no son equivalentes, menos similares. Sólo los ojos miopes de las teorías pueden confundir las analogías con similaridades, de este modo, esta confusión pueden derivar en el supuesto de las continuidades, las homogeneidades, la historia de los movimientos sociales, como si de un movimiento a otro se pueda transmitir los contenidos efectivos, las estructuras, las organizaciones, los sujetos involucrados, manteniendo paralelamente los contextos determinados en los que se dieron. Esto se entiende desde la mirada externa del analista, pues para él los movimientos sociales son su objeto de estudio, que también viene a ser una especie de objeto de poder. El prestigio y el capital simbólico se juegan en estos análisis. Todo esto forma parte de las valoraciones académicas, también de las redes intelectuales, como libros, revistas, columnas, participaciones. Se ha formado entonces un estrato de intelectuales que se apropia de los efectos virtuales y políticos de los movimientos sociales, de lo apropiable a través de la red de medios y dispositivos intelectuales. Sin embargo, hay que anotar, este trabajo abstracto de los intelectuales no puede apropiarse de la inmanencia, de la potencia social, de la virtualidad inmanente que constituye sujetos e imaginarios colectivos. No se apropia de las experiencias singulares del acontecimiento de los movimientos sociales. Esto no puede darse por la posición que ocupa la intelectualidad, por su externalidad misma al despliegue de los movimientos. Tampoco puede darse debido a las características de sus métodos de análisis, estos métodos tienden a la generalización, al tratamiento global de los problemas, e encontrar continuidades en los sucesos, a homogeneizar a los sujetos, borrando sus intensidades singulares. ¿Queremos decir acaso que los movimientos sociales son incognoscibles? No se trata de esto, tampoco de optar por la comprensión hermenéutica, en sustitución del 23


conocimiento. De lo que se trata es de saber cómo pueden ser comprendidos los movimientos sociales, desde que lugares, por quienes. La virtualidad inmanente, las experiencias singulares, la memorización colectiva, el saber de las prácticas desplegadas, forma parte del intelecto general autonomizado, de un saber general, que funcionan en su propia multiplicidad y diferencia, en su propia ebullición azarosa, aunque siembre dando lugar a figuras colectivizadas en símbolos compartidos, tramas y narrativas

colectivas

más

o

menos

compartidas,

a

estrategias

consensuadas en pos de un horizonte de objetivos deliberados. Esta virtualidad inmanente puede dar lugar a conformaciones estables del saber

colectivo,

a

comprensiones

y

conocimientos

colectivizados,

socializados, asumidos como tradiciones recientes. De esta forma el intelecto general autonomizado se convierte en una especie de conciencia histórica y política compartida de manera múltiple por la multitud. Retomando esta perspectiva barroca de la multitud, podemos ver que lo que contraponemos es el saber general al saber individual, el intelecto general al intelectual, La disposición plural de las fuerzas de la multitud a la posición simbólica, jerárquica y de poder en el campo social y político por parte del intelectual. Multitud y Movimientos Sociales Comencemos por la tesis de Paolo Virno: La multitud se opone al pueblo de la misma manera que la multitud se opone al Estado. La multitud es un concepto distinto al de pueblo, tiende a una síntesis diferente, que Virno llama unidad, la voluntad general, el uno que requiere el Estado para existir. En cambio la multitud es de muchos, es una multiplicidad diversa, no puede sostener a un Estado como síntesis política de la sociedad civil. La multitud supone una unidad anterior a ella, por ejemplo el lenguaje. Pero el lenguaje no es una síntesis sino mas bien un sintetizador, aunque también un diseminador. El lenguaje es una matriz 24


que se usa para producir sentidos, significaciones, metáforas, tropos, tramas. El lenguaje es el mundo anterior, el mundo donde nacemos. Nacemos en una malla de sentidos, aunque esa malla siempre está transformándose. Por eso la multitud no requiere de Estado, requiere de otra cosa, no de una síntesis política sino de participación, de usos colectivos políticos autodeterminativos. La multitud requiere de invención política. La subjetividad de la multitud no es la voluntad general como en el caso del pueblo; se trata en todo caso de las voluntades de los muchos, de la diversidad, de las mezclas, las intenciones, los deseos, las pasiones de esta multiplicidad social en movimiento. El desplazamiento de estas voluntades no requiere llegar a una unidad representativa, como pueblo, unidad, que en todo caso es una construcción imaginaria. El pueblo, la voluntad general, no reconocen la lucha de clases, no reconocen las contradicciones inherentes al campo social. La teoría del pueblo y de la voluntad general considera que los problemas sociales tienen como recurso político para resolverse a la representación, es decir a la delegación parlamentaria. Supone que la voluntad general se expresa en sus representantes; no se sabe por qué mecanismo secreto del voto se recogen los intereses particulares. Lo que pasa que los muchos intereses particulares han sido anulados en aras de un abstracto interés general. Las unidades imaginarias como pueblo y Estado sirven para legitimar las formas polimorfas de dominación y de explotación. Paulo Virno dice que: Para Spinoza, la multitud representa una pluralidad que persiste como tal en la escena pública, en la acción colectiva, en la atención de los asuntos comunes, sin converger en un Uno, sin evaporarse en un movimiento centrípeto. La multitud es la forma de existencia política y social de los muchos en cuanto muchos: forma permanente, no episódica ni

25


intersticial. Para Spinoza, la multitud es el arbitraje de las libertades civiles1. En cambio en Hobbes el sentido es otro: El pueblo es un uno, porque tiene una única voluntad, y a quien se le puede atribuir una voluntad única2. En referencia a la multitud Hobbes hace su crítica: Los ciudadanos, en tanto se rebelen contra el Estado, son la multitud contra el pueblo3. Según Paulo Virno la multitud es: Un concepto negativo: aquello que no ha aceptado devenir pueblo, en tanto contradice virtualmente al monopolio estatal de la decisión política, es decir, una reaparición del “estado de la naturaleza” en la sociedad civil. Al respecto de la contraposición entre pueblo y multitud, la diferencia entre público y privado es importante, en tanto que lo público hace consonancia con pueblo, Estado, representación, lo: "Privado" no significa solamente algo personal, atinente a la interioridad de tal o cual; privado significa antes que nada privo: privado de voz, privado de presencia pública. En el pensamiento liberal la multitud

1

2

3

Spinoza 1677. Hobbes 1642: XII, 8; y también VI, 1.

Ibid.

26


sobrevive como dimensión privada. Los muchos están despojados y alejados de la esfera de los asuntos comunes. En cambio cuando se habla de multitud no es posible separar taxativamente entre la esfera pública y la esfera privada: La multitud contemporánea no está compuesta ni de "ciudadanos" ni de "productores";

ocupa

una

región

intermedia

entre

"individual"

y

"colectivo"; y por ello ya no es válida de ningún modo la distinción entre "público" y "privado". Las perspectivas de la multitud exigen otros mapas conceptuales, no este espacio homogéneo y euclidiano que borra los espesores y la diferencia del acontecimiento. Paulo Virno discute la reducción abstracta de multitud a pueblo, pero tampoco se apresura en caer en otras reducciones, como aquella que establece que la multitud no requiere de unidad, dice que mas bien la multitud re-determina la unidad. Como hemos dicho esta unidad no es del orden estatal, sino que se trata de una unidad cultural.

Sobre el concepto de movimientos sociales Hay como dos o tres corrientes que trabajan con movimientos sociales. Por el momento nos vamos a referir a ellas en términos genéricos: La escuela anglo sajona, la escuela francesa y cierta inclinación a estos estudios desde las corrientes marxistas contemporáneas. Yendo al grano desde la entrada, diremos que las dos primeras corrientes detentan un estilo preponderantemente académico, en ellos los movimientos sociales se han convertido en objetos de estudios, atendidos a partir de sus composiciones y sus estructuras diferenciales, de sus prácticas, modos de convocatoria, formas de organización, símbolos de identificación. Quizás la diferencia entre la primera escuela y la segunda radica en que la escuela 27


anglosajona tiende a desarrollar sus estudios a partir de análisis comparativos, encontrando analogías y diferencias entre los movimientos sociales. En tanto que la escuela francesa se va abocar a construir modelos teóricos que le permitan explicar la emergencia de estos movimientos, su desarrollo, su durabilidad y el impacto en la sociedad y el Estado, de su interpelación práctica. La tercera vertiente de los estudios de movimientos sociales viene de la tradición marxista. En los estudios iniciales, tanto de Marx y de Engels, se puede decir que el concepto fundamental para el tratamiento de tópicos vinculados a lo que hoy llamamos movimientos sociales, es indudable el de lucha de clases. Concepto que a su vez viene de tradiciones más antiguas que el marxismo. La genealogía de este concepto tiene su procedencia en la idea de guerra de razas4. La figura del proceso del conflicto o, mas bien, la intuición de la interpretación es que la guerra atraviesa el cuerpo social. La guerra se convierte en la clave para interpretar la sociedad. Interpretando estas concepciones, podemos decir que la guerra funda las instituciones y la violencia funda la ley. Esta interpretación histórica y política es heredada por el marxismo, sólo que se lo hace a partir de unos nuevos paradigmas de decodificación. En tanto que la dialéctica recorre las prácticas de escritura y las prácticas discursivas de estos militantes de la revolución social, los fundadores del marxismo y la proliferación de sus corrientes, el origen y el finalismo de la lucha de clases tiende a explicar el proceso mismo de las luchas proletarias. El origen tiene que ver con la contradicción orgánica del modo de producción capitalista, entre trabajo y capital. El telos del proceso es visto como el derrumbe del capitalismo, como la superación de las fuerzas productivas respecto a su limitación primordial, las relaciones de producción. La interpretación dialéctica se basa en el desarrollo desgarrador de las contradicciones inherentes al capitalismo.

4

En tanto que el materialismo histórico se distancia de la

Revisar de Michel Foucault: Defender la sociedad. Fondo de Cultura Económica. México.

28


teleología de la dialéctica, la interpretación militante, el análisis materialista, encuentra procedencias múltiples de las luchas de clases, desplegadas en su propia especificidad histórica. No hay finalismo posible en esta perspectiva. La forma de las luchas contra las formas evolutivas del capitalismo va a depender de los contextos particulares en los que se desenvuelven estas luchas. La derrota de las formas de soberanía, las formas de Estado, desarrolladas como máquinas jurídicas, políticas e institucionales, desplegadas desde las demandas mismas de la crisis del capitalismo y la modernidad, es posible en tanto y en cuanto las formas sociales del trabajo puedan crear formas de contrapoder que absorban lo público en lo social, el funcionamiento político en la práctica social, las delegaciones múltiples en la autogestión, el gobierno de las mediaciones en el autogobierno. Este materialismo histórico trabaja los movimientos sociales en su multiplicidad, en su forma de acontecimiento, en su acontecer mismo, desde la perspectiva del poder constituyente, el contrapoder y la forma multitud del proletariado postmoderno. Una diferencia importante que hay que anotar entre las dos primeras corrientes y la tercera, no solo es que las primeras visualizan los movimientos sociales desde la exterioridad académica, en tanto que la tercera pretende comprender el dramatismo de los movimientos desde la interioridad de sus desenvolvimientos y contradicciones, sino que las escuelas

anglosajona

y

francesa

tienden

a

institucionalizar

los

movimientos sociales, en tanto que las corrientes de ascendencia marxista, tienden a comprometerse con el destino de los movimientos sociales, en el mejor de los casos, si no es a intervenir en ellos y direccionalizarlos,

en los casos de pretendido vanguardismo. La

intencionalidad de las investigaciones orienta pues sus resultados, sus estilos, sus esquemas, también sus modelos teóricos. La disposición del análisis, la exterioridad o interioridad al movimiento, define el carácter de

29


estos estudios. Entendiendo este carácter también como función en el engranaje social, en la máquina política y en la estrategia cultural. Cuando los estudios de movimientos sociales forman parte de la malla curricular universitaria, cuando son los objetos de sendos programas de investigación de notables centros de investigación, los movimientos se convierten en una curiosidad intelectual. Algunos de estos estudios tienen sus efectos estatales, pero también sus efectos no gubernamentales. Los movimientos sociales son atendidos desde las preocupaciones de la gobernabilidad o desde las posibilidades de la resolución de conflictos. Sin embargo, para establecer una distinción, diremos que no pueden confundirse estos efectos pragmáticos de los estudios de los movimientos sociales académicos con las corrientes analíticas de los movimientos, a pesar de sus enterrados vínculos. La descripción lograda por estas investigaciones son como exposiciones de fotografías de lo que fueron acontecimientos visuales. Entre la vivencia del acontecimiento y su descripción hace de mediación el documento y el testimonio, además del tiempo. Llamemos a este fenómeno de extemporaneidad, el otro fenómeno, el relativo a la exterioridad, es algo parecido a un trascendentalismo académico.

Las fotografías son útiles en las

experiencias de la remembranza, aunque también son útiles en las exposiciones. Se produce, como diría el difunto Pierre Bourdieu, una acumulación del capital simbólico de los intelectuales. Empero las fotografías tienen una desventaja ante el movimiento cinemático de las películas; no atrapan la vida. Al contrario, es cuando la detienen, en una especie botánica clasificatoria, que diseca para dar lugar a la taxonomía. La seducción de las películas está en que imitan la vida, recogen sus despliegues

dinámicos,

sus

temporalidades,

aunque

orientadas

y

construidas por un guion. La trama es como un telos permanente en el drama y la comedia representada. A partir de estos ejemplos, ¿cómo recoger la vida de los acontecimientos, relativos a los movimientos 30


sociales, cómo plegarse a sus latencias, palpitaciones, pasiones, deseos, además de prácticas en cuestión? La clave para esta mimesis conceptual de la vida, para este teatro cruel de los desplazamientos volitivos de las luchas de clases, es la hermenéutica de la subjetividad. Esta es quizás la preeminencia de un Antonio Negri y de un Michel Foucault respecto a los estudios objetivistas, esta vez tanto de la escuela anglosajona y francesa como de las inclinaciones dialécticas de los estudios marxistas. En lo que sigue desarrollaremos un ensayo que intenta ser una crítica a los estudios académicos de los movimientos sociales, así también a las investigaciones objetivitas de las luchas de clases.

El concepto de movimiento El comunismo es el movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Karl Marx, Friedrich Engels Mover significa cambiar de lugar, también empujar. Implica entonces encontrarse en constante traslado. No poderse fijar. En sentido pleno desterritorializarse. El movimiento alude al cambio, a la modificación, al proceso. Aristóteles distinguió especies de movimiento: el movimiento de alteración, el movimiento de traslación, el movimiento sustancial, vale decir de generación y corrupción, y el movimiento cuantitativo, es decir, 31


de aumento y disminución5. Occam concibió al movimiento como el cambio de la relación de un cuerpo con los cuerpos circundantes6. Descartes dice que, el movimiento es el transporte de un cuerpo desde las cercanías de los cuerpos que lo tocan inmediatamente y que los consideramos en reposo, a la cercanía de otros cuerpos7. En la contemporaneidad la transformación conceptual del movimiento se abre a la relatividad del sistema de referencia. No habiendo un sistema de referencia absoluto es indispensable especificar el sistema respecto al cual se especifica la medida y, por otro hallar las fórmulas de transformación que hagan válidas tales medidas también para otros sistemas. Todo esto en cuanto a la teoría de la relatividad restringida; en lo que respecta a la teoría de la relatividad ampliada, se extiende el principio de relatividad a todos los sistemas, fuera de los inerciales8. La comprensión del movimiento depende entonces del sistema teórico de referencia.

No

habiendo un sistema de referencia absoluto entonces la comprensión e interpretación del movimiento depende del juego y mutabilidad de los sistemas de referencia. Es como si el movimiento quedará extático cuando todo se mueve. Empero como el movimiento también cambia, todo termina transformándose sin sistema de referencia. La adaptación del concepto de movimiento por parte de las ciencias sociales es todavía conservadora. Preponderan los sistemas de referencia, Cualquiera de ellos se vuelve absoluto. Desde esta estática se deducen las consecuencias hipotéticas. El movimiento es entonces atrapado por aparatos conceptuales, aparatos ideológicos y dispositivos de poder. Desde las ciencias sociales se habla de movimientos sociales. Los cuerpos que se mueven son relativos a los grupos, estratos, clases, identidades.

5

Physicorum libri III. Ed. Ross, Oxford, 1950. Quaestiones in IV libros sentientiarum. Lugduni, 1495. 7 Principia philosophiae, 1644. 8 Ver Diccionario de filosofía de Incola Abbagnano. También y con especial atención: La física, aventura del pensamiento. Losada 1943. Buenos Aires. 6

32


Los sistemas empíricos de referencia son la sociedad en cuestión y el Estado. Los sistemas teóricos de referencia son los modelos usados, dependiendo de tal o cual escuela, de una u otra corriente. El problema de esta trascendencia es que se privilegia el punto de vista y se discrimina el móvil, la especificidad del movimiento social, la composición subjetiva del movimiento en cuestión. La relación de estos modelos enunciativos con la verdad es el supuesto fundamental. Estas teorías dicen la verdad de los movimientos. En los contextos de las transvalorización de valores, de la transfiguración conceptual, de las transfiguraciones metafóricas, esta verdad supuesta se convierte en legitimación, por lo tanto en restauración discursiva de las soberanías vigentes. Frente a esta traslatio habría que privilegiar la ausencia de referencia de los movimientos sociales. Lo absoluto en ellos es la rebelión. No sólo se interpela al Estado, no sólo a las formas de dominación, sino también se cuestiona implícitamente a estos dispositivos de verdad, a estos modelos enunciativos.

Los

movimientos

sociales

desbordan,

exceden

las

estrategias de capturan de estos aparatos teóricos. Son irreducibles a las estructuras limitativas de los conceptos. Con esto no estamos apostando a la incognocibilidad de los movimientos sociales. El problema es otro, la relación entre teoría y práctica, la relación entre comprensión y despliegue social, entre intelecto general y poder constituyente. El conocimiento en ciencias sociales funciona de modo distinto que en la física. En el caso de las ciencias sociales, hablemos mas bien en plural, los conocimientos, los saberes, se hallan como polarizados. Unos se encuentran promocionados por los dispositivos de poder, otros emergen del calor de las luchas, son expresiones de los deseos de libertad, son metáforas de las pasiones colectivas, son recursos y artefactos de combate. Los saberes forman parte de la praxis, son inherentes a las estrategias desplegadas por los sujetos sociales. De la misma manera que no se puede separar lo social de lo político en la 33


comprensión de la lucha de clases, tampoco se puede separar teoría de acción. La valoración de estas conexiones no viene apreciada por ninguna neutralidad, al contrario, lo que se valora es el tomar partido, el vínculo.

Lo constituyente y lo constituido en la lucha de clases Vamos a desarrollar en adelante una tesis sobre los movimientos sociales, concebidos como desplazamientos específicos de las dinámicas propias de la lucha de clases. Tesis Los

movimientos

sociales

responden

a

la

potencia

social.

Son

manifestaciones concretas de las fuerzas sociales desencadenadas, son construcciones moleculares del poder constituyente de la multitud. Estos flujos expansivos e intensivos del trabajo vivo atraviesan las formas de organización, hacen emerger las estructuras estructurantes, interpelan a las instituciones. Estos flujos candentes se tragan las formas constituidas 34


en el torrente magmático de las movilizaciones. Los movimientos sociales no son las organizaciones sociales, que en todo caso pueden ser utilizadas como espacios o como medios. Pueden ser mantenidas o trastrocadas. Pero, de

ninguna

manera

son el referente

fundamental de

los

movimientos sociales, pues los movimientos sociales, cuando se desencadenan, privilegian la autorreferencia, es decir, la autorreferencia a la fuerza y al poder de la multitud. No se puede confundir los movimientos sociales con lar organizaciones sociales. Si bien estas son los esqueletos de las formas de organización y de las cohesiones sociales en tiempos de paz, cuando se ingresa a tiempos de guerra, es decir, de movilización,

las

organizaciones

sociales

son

subordinadas

a

las

asambleas, a las tendencias diseñadas al calor de las luchas. Las organizaciones sociales se funden como el metal, transustanciándose, convirtiéndose en fluido candente, que por contacto funde a su paso lo que toca. Muchas veces, las propias organizaciones sociales se convierten en estructuras conservadoras para el movimiento social, en estructuras inhibidoras del despliegue ascendente del movimiento social. Otras veces el movimiento social inventa otras formas de organización, crea otras estructuras de cohesión y convocatoria. Hay ocasiones donde las formas de organización son mantenidas, pero en un esquema de relaciones mas bien horizontales con las bases. Con esto queremos decir que no se puede comprender la dinámica de los movimientos sociales con el estudio de las organizaciones sociales, pues estas no son la referencia ni la clave de los movimientos sociales. Las organizaciones sociales están ahí, incluso cuando no hay movimientos sociales. Hay que entender los movimientos sociales a partir de lo que crean, las nuevas subjetividades, las nuevas situaciones, las nuevas correlaciones de fuerza, los nuevos escenarios, las nuevas formas de lucha. Ciertamente estas novedades están conectadas con las tradiciones por una historia de las luchas, sin embargo, la emergencia o la actualización de antiguas luchas en el presente marca la diferencia. 35


Multitudes y clases en los movimientos sociales anti-sistémicos Ha vuelto la discusión sobre los nombres, las definiciones, los conceptos y las clasificaciones sociales. ¿Cómo identificar a los movimientos sociales desatados como respuesta a la destrucción socioeconómica dejada por el neoliberalismo? ¿Encontramos allí al proletariado? ¿Se trata de nuevas clases o, mas bien, de una nueva descomposición de las clases, un nuevo desclasamiento, así como ocurrió cuando se formó el proletariado? Antonio Negri y Michel Hardt sugieren volver a utilizar el nombre de multitud para referirse a los nuevos fenómenos sociales, en el contexto de la globalización. En esa misma perspectiva, aunque con otra tonalidad, lo hace también Paulo Virno, al hablarnos de la gramática de la multitud. Este retorno a la categoría de multitud usada por Spinoza abre no solamente un debate, sino también nos enfrenta nuevamente a los secretos del lenguaje, del que no salimos nunca enmarcándonos en nuestro hábito de nombrar. ¿Por qué multitud es mejor que proletariado en el análisis y la interpretación de las luchas sociales contemporáneas? ¿Es esta la pregunta clave? ¿No es mejor hablar de una modificación en el ámbito de las relaciones entre lenguajes y referentes espacio-temporales? Con esto estamos diciendo que la situación del lenguaje no es la misma que durante el siglo XIX y la mitad del siglo XX. Durante la segunda mitad del siglo XX el lenguaje se disemina, emergen desde su interior sus partes componentes, cada una de ellas reclaman la representación de la totalidad. Las partes del lenguaje se articulan de otra manera. Este proceso abre nuevas posibilidades del lenguaje. Se hace más rico y expansivo. Se complementa también de otra manera con las prácticas e instituciones

sociales.

Las

transformaciones

tecnológicas

también 36


reditúan su relación con el lenguaje. Tomando en cuenta es te contexto de transformaciones podemos ver que el leguaje como matriz, pero también

como

flujos,

como

estructuras,

pero

también

como

desplazamientos, como composiciones, pero también como invenciones, cambia sus condiciones de relacionamiento. Es de esperar entonces que los usos del lenguaje también, a su vez las significaciones, las simbolizaciones,

las

figuraciones,

los

valores

conceptuales,

las

conceptualizaciones, los sentidos diversos. Proletariado ya no quiere decir lo mismo, algo parecido ocurre con multitud y clases sociales. Las condiciones de significación de estas palabras han cambiado. No estamos apostando a una especie de metafísica el lenguaje. No decimos que sólo han cambiado las condiciones del lenguaje, decimos que han cambiado las condiciones de articulación del lenguaje con las instituciones. Lo que decimos supone la modificación y transformación de las instituciones mismas, de su mapa, de su disposición en el mapa. No dejamos de percibir una transformación en la geografía social. En los antiguos usos del lenguaje, se diría, de cambio en la realidad o, mejor, en los recortes de realidad. Empero, no hay que olvidar que la realidad de la que se hablaba no es independiente de los usos del lenguaje. Esa realidad se hace visible en el lenguaje. Tendríamos que hablar entonces de una compleja relación entre articulaciones del leguaje, relación que se abre a las articulaciones de estas articulaciones con composiciones institucionales, entonces

de

con los

sedimentaciones

configuraciones distintos

del

niveles

lenguaje,

espacio-temporales.

Hablamos

del

diferentes

lenguaje,

estratificaciones

del

de

leguaje,

que

componen formas de expresión y formas de contenido. Podemos hablar de una mezcla entre prácticas, usos, articulaciones, composiciones del lenguaje

y

prácticas,

comportamientos,

conductas,

instituciones,

conglomerados institucionales, formaciones sociales. Estos planos de

37


consistencia

pueden

dar

cuenta

de

la

ubicación,

el

valor,

el

estancamiento, el desplazamiento y la diseminación de los sentidos. Durante la modernidad se usó la concepción de clase social en plural para describir el cuadro diferenciado de la sociedad. Primero se usó para describir el cuadro económico. Las clases sociales respondían a funciones económicas. Esto se puede ver en el cuadro económico de Quesnay. Saint Simón transfirió la diferenciación del cuadro económico a un cuadro social. Las clases económicas no sólo aparecían descritas sino también de forma dinámica; se enfrentaban una a otras. El sentido de la dinámica de clases venía dado por la lucha de clases en el contexto de la Revolución Francesa. El socialismo francés retoma esta herencia teórico, otorgándole mayor precisión. Marx y Engels desarrollan la teoría de la lucha de clases en el contexto de las sociedades estructuradas por el modo de producción capitalista. Se trata de un campo de intensidades, desplazamientos, contradicciones que atraviesan, componen y corroen el espacio social. En esta historia de contradicciones y antagonismos, el proletariado aparece como una clase compuesta por la disolución de las otras clases. Por lo tanto aparece como límite de las clases sociales. Límite donde las clases sociales dejan de ser clases para reconocerse en su disolución completa, cuando pierden toda propiedad y les queda sólo su cuerpo, susceptible de convertirse en mercancía. El cuerpo como mercancía es la fuerza de trabajo. La lucha de clases adquiere su mayor nivel de intensidad desde la perspectiva del proletariado, la última clase, la que no tiene nada que perder. Su lucha tiende, a su vez, a disolver la sociedad de clases. El proletariado liberara a las clases explotadas de las cadenas impuestas por el capitalismo. En la descripción marxista, el proletariado adquiere no sólo personalidad propia sino que también se convierte en sujeto como conciencia de clase para sí. La figura que se describe es la del obrero uniformado que llena las ciudades industriales. Proletariado, termino plural, define a esa clase liminar explotada por el capital. La significación 38


del proletariado irradia a todos los trabajadores que sufren la subsunción del trabajo por el capital. El proletariado es el portador de una nueva sociedad, es el sepulturero de la sociedad capitalista y el creador de la sociedad comunista. La comuna de Paris, las insurrecciones de 1848, las huelgas y paros, las luchas por las ocho horas de trabajo, son los escenarios donde adquiere un perfil histórico el proletariado. La expansión de las luchas sociales modernas al oriente va enriquecer la forma y contenido del proletariado, va ampliar su entorno y comprometer alianzas. Las tesis del oriente, que desarrollaran Lenin y Trotsky, son la expresión mejor lograda de los nuevos rasgos del proletariado, a escala mundial. La complejidad de las formaciones sociales en el oriente, en los bordes, límites, umbrales y periferia del capitalismo, trata de ser pensada a partir a partir de modificaciones

en

las

formaciones

enunciativas

marxistas,

desplazamientos de las prácticas discursivas. El sentido del proletariado cambia en ese nuevo horizonte que define la alianza obrero-campesina. Alianza que permite plantear la posibilidad de la revolución proletaria a partir del quiebre en eslabón más débil de la cadena capitalista. Esta alianza no es solamente ni solamente campesina, sino una articulación entre dos ámbitos de clase, ene. Recorrido de la historia de la proletarización y la campesinización. El bolchevismo se sostiene en el transfundo del populismo del fin del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Se salva de caer en el razonamiento y prácticas populistas la tesis de hegemonía proletaria, además de la estrategia de la dictadura del proletariado. Como se puede ver no es el mismo sentido ontológico y subjetivo del proletariado en el siglo XIX y a principios del siglo XX. Por lo tanto, tampoco es el mismo proletariado. El siglo XX se abre con la insurrección de los guerreros del cielo celeste, tai ping, los llamados boxer, en la China ocupada por las potencias 39


colonialistas. En Bolivia se abre con la Guerra Federal y dentro de ella con la rebelión aymara. De 1910 a1919 transcurre la revolución mexicana. Todas estas subversiones se dan al interior de la periferia capitalista. Ninguna de ellas es proletaria. Se trata prioritariamente de campesinos en México, de indígenas en Bolivia, de guerreros taoístas en China. Es una lucha por la reforma agraria, por la defensa de las tierras de comunidades y una guerra abierta contra la ocupación colonial. Todos estos objetivos planteados tienen que ver con consecuencias de la expansión capitalistas y las consecuencias perversas que provoca en las formaciones sociales de las sociedades convulsionadas de la periferia. Son otras clases las que se levantan contra las instituciones de propiedad de la tierra, la ley de exvinculación, la extraterritorialidad de las ciudades-puertos ocupadas, la extraterritorialidad de las embajadas imperialistas. Las contradicciones desatadas, convertidas en antagonismos, no son directamente contra el capital, sino con las formas políticas y económicas que instaura el capital en las lejanas tierras de la periferia. ¿Cómo nombrar a estas clases no proletarias? ¿Se encuentran en proceso de proletarización? No, de ninguna manera. Se enfrentan a instituciones neocoloniales, instituciones que refuerza paradójicamente la expansión del capital. Esta expansión aleja a estas clases, que podemos llamarlas incluso comunidades, de su pasado. Las somete a una actualidad destructiva. Por eso ellas se resisten, se rebelan y se sublevan. Esta es la matriz de las luchas de liberación nacional.

Estas

luchas

congregan

a

conglomerados

sociales

en

descomposición, afectadas por la corrección que provocan los diagramas de poder gamonal y colonial, los agenciamientos concretos de poder, las instituciones sostenidas al amparo de los Estados bárbaros, al servicio del sistema mundo capitalista, de las instituciones de ocupación. Estas rebeliones en la periferia capitalista constituyen otros sujetos. Las lecturas de mediados de siglo XX quiso identificas a estos sujetos con el nacimiento de la conciencia nacional. Pero, a mediados del siglo XX se tenía otras realidades, se incorporó el proletariado a estas multitudes, 40


levantando banderas de liberación nacional. Las alianzas del proletariado con las otras clases explotadas, no sólo campesinas, construyó perfiles políticos de transición, perfiles de liberación nacional mezclados con proyectos socialistas. Por eso se utilizaron en estos discursos nacionalistas términos como alianza de clases en el sentido de una dirección histórica, afectadas por ideologías socialistas, hasta por discursos marxistas. Estas alianzas de mitades del siglo XX se identificaban con un proyecto de futuro, en cambio las alianzas, si las podemos llamar así, se identificaban con

un

pasado

perdido,

el

cual

quería

ser

recuperado.

Ambas

subversiones se dan en un mundo capitalista en distintos tiempos de su evolución. A fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI se asiste a nuevas rebeliones e insurrecciones anticapitalistas, en otra etapa de los ciclos largos del capital. Como dice Negri, el proletariado profesional ha desaparecido, también el proletariado masa, aparece un proletariado nómada, articulado, en su sufrimiento y subversión, a otras clases en disolución. Negri, Hardt, Virno identifican al sujeto de estas rebeliones, de fines de siglo y comienzos del nuevo, como multitud. ¿Desarrollando una mirada retrospectiva, estamos autorizados a hablar de una genealogía de la multitud en todo el siglo? Trataremos de responder a esta pregunta, no solo desde una perspectiva teórica, sino también a la luz de la historia reciente y la historia larga, pasando por el ciclo mediano, la historia del siglo XX. Este tratamiento del problema nos puede ayudar a responder la pregunta sobre los alcances de las categorías de proletariado y multitud. Nos puede permitir evaluar su conexión, su disociación y diferencia en el transcurso del tiempo social.

Genealogía de la multitud No interesa tanto averiguar cuál concepto es más adecuado en la actualidad del capitalismo globalizado, proletariado o multitud, para dar 41


cuenta de las luchas sociales contra el capital. No se trata de saber, cuál concepto tiene mayor correspondencia con la

realidad, haciendo

paráfrasis a Alfred Tarsky. En primer lugar, habría que decodificar realidad, qué se entiende por realidad. Empero no estamos en esta discusión, la realidad no deja de ser una totalización ideal, una construcción de la razón, como en el caso de naturaleza, como diría Kant. Estamos lejos de aceptar que la realidad es la absoluta exterioridad, pues esa realidad nombrada no deja de ser también una construcción, con todo lo que connota esto de construcción, sobre todo en sentido creativo. Volviendo al tema, proletariado y multitud son interpretaciones de procesos constitutivos de subjetividades alterativas a las formas de dominación del capital. Forman parte del lenguaje, de las prácticas discursivas, de las formaciones enunciativas, por lo tanto, forman parte de las articulaciones entre composiciones del lenguaje y composiciones no lingüísticas, composiciones sociales y subjetivas. Son también formas de relaciones entre instituciones del lenguaje e instituciones sociales, empero, también se trata de relaciones entre las líneas de fuga lingüísticas y líneas de fuga sociales. Sobre todo esto último importa cuando se trata de comprender los usos del concepto, la categoría, el término, la palabra de multitud. La multitud se opone al pueblo, como dice Paulo Virno, la multitud no se opone al proletariado, multitud y proletariado se complementan9. El proletariado deviene multitud. La multitud se opone al pueblo, de la misma manera que multitud se opone al Estado10. El pueblo es la base de legitimidad del Estado, es la voluntad general que delega su poder al soberano. En cambio la multitud se niega a transferir el poder al soberano.

9

Paulo Virno: Multitudes et classe ouvrière. Entretien avec Maurizio Lazzarato.

10

Paolo Virno: Gramática de la multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporáneas. Rebelión 2005.

42


Podríamos decir que la multitud constituyen su propia autonomía. Es inmediatamente autónoma. Se constituye en voluntad inmediata, en voluntad colectiva, que se realiza en la acción multitudinaria. La multitud es aprehensible y comprensible desde la condición de posibilidad epistemológica

de

campo

configurante

del

acontecimiento.

Acontecimiento entendido como devenir de múltiples singularidades. La multitud es un acontecimiento social y político. Sin embargo, debemos cuidarnos de separar el concepto de multitud de los contextos donde emerge efectivamente la multitud o, mas bien, las multitudes. La multitud adquiere significación histórica concreta cuando se toma en cuenta el perfil propio del acontecimiento social en cuestión. No se trata solamente de vincular la práctica discursiva a la práctica política, el discurso a la acción, sino de lograr una interpretación que sea posible a partir de los horizontes de visibilidad que abre la acción misma. La acción y el conocimiento no están desligados de la praxis. No sólo hablamos de la praxis que construye el conocimiento, de la praxis de investigación, de la práctica teórica, sino hablamos de la praxis política. El conocimiento, la comprensión, la interpretación y el análisis están íntimamente ligados a los efectos políticos, por lo tanto a las prácticas que ocasionan esos efectos políticos. Alguien dirá que lo anterior es una tesis marxista. Ciertamente, se parece. Sin embargo, habría que anotar que no se trata de la dialéctica. No se busca una síntesis entre teoría y praxis. No se trata de la unidad de la pluralidad. Sino de la multiplicidad que no deviene unidad, sino que mantiene en el devenir de campos de intensidades, de la articulación de planos

de

consistencia.

El

acontecimiento

como

multiplicidad

de

singularidades exige un pensamiento, que, a su vez, se acontecimiento. La clave se encuentra en cómo se articulan los planos del lenguaje a los planos de los campos sociales. La clave está en cómo se forma una

43


máquina de guerra. La multitud adquiere sentido como máquina de guerra.

La dinámica molecular de la multitud No vamos a hacer un estado del arte del concepto de multitud. No vamos a revisar su nacimiento en los escritos de Nicolás Macchiavello, menos detenernos en la exorcización que hace Tomas Hobbes de la multitud, defendiendo desesperadamente el concepto de pueblo, adecuado a la unificación del

Estado. La filosofía de Baruch Spinoza aparece como

matriz del concepto de multitud, sobre todo en lo que concierne al problema de la expresión, problema concomitante a la multiplicidad, a la singularidad y a la multitud11. Sin embargo, tampoco nos vamos a detener en una exposición exhaustiva de la construcción de la multitud por parte de Spinoza. Para los fines de este ensayo bastaran algunos apuntes. Vamos a optar por circunscribirnos en el ámbito las recuperaciones contemporáneas de la multitud, haciendo un breve recorrido a los ensayos y clases de Gilles Deleuze sobre el tema. Retomaremos el trabajo de interpretación de Antonio Negri. En este camino, tenemos los despliegues analíticos de la multitud en dos polémicos libros de Michael Hardt y Antonio Negri; estos son Imperio12 y Multitud13. Así mismo nos abriremos a los aportes de Paulo Virno, sobre todo en el texto Gramática de la multitud. En esta perspectiva, recogiendo estos marcos conceptuales,

11

Acudir a Ética de Baruch Spinoza. UNAM 1977. México. Del mismo autor Tratado breve. Alianza 1990. Madrid. Revisar de Gilles Deleuze Spinoza y el problema de la expresión. Muchnik 1975. Barcelona. También se puede leer del mismo autor En medio de Spinoza. Cactus 2005. Buenos Aires. Gilles Deleuze tiene otro ensayo: Spinoza: Filosofía práctica. Tusquets 1991. Barcelona. Otro estudio importante sobre el poder y potencia en Spinoza es el libro La Anomalía Salvaje de Antonio Negri. Anthtopos 1993. Barcelona. Del mismo autor se puede revisar Spinoza subversivo. Akal 2000. Madrid. 12 Michael Hardt y Antonio Negri: Imperio. Paidos 2000. Buenos Aires. 13 Michael Hard y Antonio Negri: Multitud. Debate 2004. Barcelona.

44


haremos una evaluación teórica y práctica de los usos del concepto de multitud en Comuna, particularmente en los trabajos míos14. No podemos comenzar esta evaluación de la multitud sin antes plantearnos algunas hipótesis de trabajo. Quizás la más importante tiene que ver con la constitución histórica de la multitud, sobre todo con la forma de constitución. Esta forma de constitución de la multitud no sólo se diferencia de la forma de constitución del pueblo, que tiene que ver con la conformación de la voluntad general, así como la construcción de la representación de la totalidad, de la totalidad de la sociedad, de la totalidad de los ciudadanos. También tiene que ver con el pacto de la unidad, el contrato social, base de legitimidad sobre la que se sostiene la soberanía. Ernesto Laclau habla de una construcción discursiva del pueblo, que pasa por el ámbito propiamente discursivo, el nivel de los significantes vacíos, que exceden en su desmesura los contenidos empíricos, mediante los cuales una demanda particular adquiere universalidad y hegemonía, interpretando y articulando el resto de las demandas en cuestión. La construcción de pueblo se da recurriendo también al desplazamiento retórico del discurso15. Se puede entender la construcción de pueblo como la construcción de una identidad colectiva que pasa por la evolución concurrente de las demandas. La evolución de las demandas pasa por las peticiones, que se convierten en reclamos, los cuales

devienen

en

demandas

democráticas,

adquiriendo

una

subjetividad más amplia al convertirse en demandas populares. Este desarrollo de las demandas define una frontera interna, distingue pueblo

14

Comuna: El retorno de la Bolivia plebeya. La muela del diablo 2000. La Paz. También del mismo colectivo: Tiempos de rebelión. La muela del diablo 2001. La Paz. Otro trabajo colectivo es Democratizaciones plebeyas. La muela del diablo. La Paz 2002. Comuna saca un texto de teoría política, recogiendo la experiencia de los movimientos sociales, este texto se intitula Pluriverso, teoría política boliviana. La muela del diablo 2003. La Paz. Un reciente grupo de ensayos de Comuna se intitula Horizontes y límites del poder y del Estado. La muela del diablo 2005. La Paz. Se puede revisar también Largo octubre, genealogía de los movimientos sociales, de Raúl Prada Alcoreza. Plural 2004. La paz. También consultar Sociología de los movimientos sociales de Álvaro García Linera, Marxa Chávez León y Patricia Costas Monje. Plural 2004. La Paz. 15 Ernesto Laclau: La razón populista. Fondo de Cultura Económica 2005. Buenos aires.

45


de Estado, además de hacer posible la constitución del pueblo mediante una articulación equitativa de las demandas. La multitud vive otro proceso, diferente a la universalización del pueblo, distinta a la hegemonía de la demanda que interpreta a las demás. La multitud no se hace posible a través de la articulación equitativa de las demandas, una especie de combinatoria de las demandas. La multitud aparece como un acontecimiento de singularidades, singularidades irreductibles, por lo tanto resistentes a la equivalencia y a la generalización. La multitud no es una construcción de una identidad, sino, mas bien, se manifiesta como un devenir de identidades, un magma de significaciones. Las singularidades no desaparecen, aunque dialogan, establecen alianzas, formando consensos, sí, pero como en un mapa cambiante de alianzas y acuerdos, de objetivos y postulados. No es que hay algo en común, como un sentido común, sino que la comunidad, como existencia plural, padece, se conmueve, es afectada, por la acción que desencadena, la rebelión que hace emerger de sus entrañas, la insurrección que expande atravesando los espacios del poder. La multitud es un campo configurante cambiante. La política es vivida por la multitud como conflicto social. En el Retorno de la Bolivia plebeya se trabajó para el análisis de la guerra del agua (abril del 2000) en una hermenéutica de la violencia, que se puso como tarea deshilvanar el acontecimiento a partir de las singularidades. El acontecimiento, compuesto por singularidades, no estaba exento de sentido. En el texto se escribió lo siguiente con el propósito señalado: El

acontecimiento

está

constituido

por

singularidades,

estas

singularidades se distribuyen y dispersan dibujando el perfil circunstancial con la masa aleatoria de los hechos. Las singularidades tienden a 46


converger hacia un punto de saturación y de diferenciación, a partir del cual se pasa a conformar otro acontecimiento. El acontecimiento se remite a sus dos modos de acontecer, evidentemente en la figura de acontecimientos concretos, delimitados y temporalizados, pero también en la prefiguración de acontecimiento puro, de acontecimiento en su condición trascendental. Pervivencia del acontecimiento más allá del espacio y del tiempo16. El acontecimiento en su condición trascendental es un a priori, es el acontecimiento puro, como tal, como posibilidad. Empero este a priori no se encuentra en el nacimiento, aunque miente el origen, se encuentra paradójicamente, en la emergencia actualizada del acontecimiento, en el presente. Pero en un presente pensado como ruptura, como dislocación. ¿Podríamos decir que esta condición trascendental del acontecimiento es el sentido? ¿Qué hay de la multitud como acontecimiento social compuesto por múltiples singularidades sociales, políticas, culturales y subjetivas? La multitud es la condición subjetiva del acontecimiento. Obviamente no como conciencia histórica sino, mas bien, como potencia social, como poder de los cuerpos plurales, motivados por afectos, pasiones, deseos, razones. Podemos hablar entonces de la multitud como autonomías de lo colectivo respecto a las formas de poder enajenadas, por ejemplo, el Estado y las instituciones. La multitud como perspectiva de las sociedades sin Estado. Para comprender la producción del acontecimiento, para comprender la praxis de la multitud, es menester comprender la irreductibilidad de las singularidades. El texto mencionado se dice:

16

En El retorno de la Bolivia plebeya. Colectivo comuna. Revisar el ensayo Hermenéutica de la violencia de Raúl Prada Alcoreza. Muela del diablo 2000. La Paz. Págs. 94-95.

47


Lo que se opone a la forma de lo personal, lo general y lo individual es la idea de singularidades, que deben ser tomadas en su pluralidad como anti-generalidades, que son, impersonales y pre-individuales. La idea de singularidades nos permite abordar la multiplicidad del acontecimiento, tanto en su campo de dominio como en su potencia genética17. Las singularidades no pueden generalizarse, son irreductibles, son impersonales

y

pre-individuales.

Las

singularidades

pueden

ser

concebidas a partir de otro horizonte distinto a la universalidad, este horizonte es el relativo al espesor de las multiplicidades, espesor que puede ser visualizado, palmado, conmensurado, en el flujo de las temporalidades, como devenir de multiplicidades. La multitud está conformada por multiplicad de singularidades, las mismas que aparecen en sus formas concretas organizativas, grupales, redes comunitarias, filiaciones y alianzas, fragmentos geográficos de clase, fragmentos y flujos de la proletarización en los contextos determinados por los ciclos históricos del capital. La multitud se compone por emplazamientos, desplazamientos y reemplazamientos de subjetividades, que aparecen como formas de reconocimiento, formas del lenguaje, escrituras agramáticas de los cuerpos. La multitud es un desplazamiento espacio, temporal y subjetivo de flujos y movimientos de cuerpos, motivados por afectos, deseos, pasiones, razones y proyectos políticos, inherentes a la naturaleza de los problemas asumidos, de las demandas expresadas, de las formas políticas inventadas por la revuelta de lo colectivo. En el mismo texto citado, a propósito de la esencia del acontecimiento se dice que:

17

Ibídem: Pág. 98.

48


No es fácil captar el acontecimiento de la batalla, ella transcurre por encima del combatiente; éste sólo ve sus actos particulares, pero no capta la verdad eterna del acontecimiento. Hace falta una larga conquista para llegar a este más allá del valor y la cobardía, hace falta encontrar la capacidad trascendental para captar lo puro de la batalla, encontrar esta facultad que es una intuición volitiva. No hablamos, como se ve, de una intuición sensible, de una intuición intelectiva y de una intuición imaginativa, como es el caso de los enunciados críticos de Kant, sino de una voluntad inmanente al acontecimiento18. ¿Se habla acaso de la intuición de la multitud al hablar de la intuición volitiva? Para afirmar esto habría que concebir antes una voluntad de la multitud. ¿Cómo podríamos hablar de la voluntad de la multitud cuando nos referimos a una multiplicidad? En todo caso tendríamos que hablar de multiplicidad de voluntades. Sin embargo, en el texto mencionado, no se habla de intuición de la multitud, sino de intuición del acontecimiento, intuición volitiva, que puede llegar a tenerla el combatiente herido de muerte, que a decir de Deleuze, no es ni cobarde ni valiente, que ya no puede ser ni vencedor ni vencido, completamente más allá, sosteniéndose allí donde se sostiene el acontecimiento, participando allí de su terrible impasibilidad19. La intuición volitiva es la síntesis de voluntades que desean la realización de un campo de posibilidades, que definen horizontes de futuro. Se trata de un conocimiento desiderativo. Es a partir de este horizonte de visibilidad que se comprende el presente y el pasado, se le da sentido a lo que ocurre en el ahora, se rescata el sentido inmanente del acontecimiento. Se ha dicho que la intuición volitiva puede abarcar los horizontes problemáticos del acontecimiento, pero lo hace a la vez como intuición 18 19

Ibídem: Págs. 98-99. Gilles Deleuze: Lógica del sentido. Paidos 1989; Barcelona. Pág. 118.

49


trascendental, evidentemente no sensible, es decir, no relativa a la forma pura del espacio y el tiempo, sino como una intuición relativa a la voluntad trascendental. Voluntad pura no mediada por la experiencia, voluntad originaria, anterior a toda voluntad empírica. En otras palabras, condición de posibilidad de la acción misma, condición que da forma a nuestros impulsos, a nuestros anhelos, querencias y deseos. Les da lugar, les da un paraje, las cobija, como convirtiéndose en morada. La voluntad es el territorio de los impulsos, los instintos, los anhelos, las querencias y los deseos, es un territorio que cobra vida precisamente al cobijar estas pasiones, adquiere perfiles circunstanciales en forma de síntesis coyunturales. La intuición volitiva es como un acontecimiento anticipado, que se adelanta al devenir, preforma las acciones transformadoras del mundo. Mediante esta actividad volitiva se capta el mundo tal como debería ser y a partir de esta prefiguración se vislumbra el mundo tal como es o, por lo menos, tal como parece ser. El mundo tal como debería ser es el futuro, el mundo tal como es tiene que ver el pasado, el presente es

el

acontecimiento,

cuando

actuamos

gobernando

las

cosas,

iluminándolas, sacándolas de las profundidades donde se encuentran atrapadas. En el acontecimiento actuamos y movilizamos las cosas, les damos vida, las hacemos presente20. En el texto en cuestión se hace perceptible el acontecimiento a partir de la intuición volitiva, intuición ínfimamente ligada a las motivaciones desencadenadas por la acción de la multitud. Por lo tanto la multitud no solamente es concebida como acontecimiento social y político, sino también y sobre todo como el sujeto primordial de la intuición volitiva. Ahora, lo que importa es saber cómo se ha formado el concepto de multitud a partir de la experiencia histórico concreta, cómo se ha formado

20

Raúl Prada Alcoreza: Texto citado. Págs 99-100.

50


el concepto de multitud a partir de la vivencia de los eventos desatados por los movimientos sociales en la historia reciente de Bolivia.

La multitud en los movimientos sociales La forma en la que aparecen los movimientos sociales al comenzar el siglo XXI es novedosa por la composición social, por la forma de organización, por su gestación a partir de las asambleas de base, por sus localismos, sectorialismos, gremialismos, comunitarismos, que terminan gestando sus propias alianzas, expandiendo los alcances de las movilizaciones. El perfil plural de las movilizaciones hace a los movimientos sociales compuestos de multiplicidades y singularidades, que tienden a manifestar sus propias autonomías. En la guerra del agua emerge la multitud con su propia criatura, la coordinadora del agua y de la vida. Coordinadora que supone la coordinación de todos los sectores alzados contra la privatización del agua, desde los campesinos hasta los profesionales, pasando por los ejes articuladores de la movilización antiglobalizadora, los regantes y los fabriles, así también por las juntas de vecinos y los guerreros del agua. Jóvenes estigmatizados por la sociedad que se convierten en los héroes de la guerra del agua. En El retorno de la Bolivia plebeya se describe estas circunstancias del siguiente modo: Los guerreros del agua dejaron en suspenso los engranajes del Estado, su forma gubernamental fue vencida, la disponibilidad de decir, así como la decisión de los dispositivos políticos quedaron conculcados por la fuerza de la masa. La iniciativa de la acción quedó en manos de la multitud abigarrada que tomó las plazas y las calles, sitió también los cuarteles,

51


asediando con la elocuencia popular de las piedras las vetustas fortalezas de un orden decadente21. En este caso la multitud no es meramente una construcción teórica, tal como lo hicimos antes, sino viene a ser una emergencia que se hace visible. Se trata de la emergencia de los cuerpos afectados por el neoliberalismo,

las

políticas

de

privatización,

los

procesos

de

globalización, las formas recurrentes del capitalismo contemporáneo, el cuarto ciclo del capitalismo según Giovanni Arrighi, etapa del capitalismo desterritorializado, según Antonio Negri, la restauración prolongada de las herencias coloniales, de acuerdo a las interpretaciones de Comuna. La multitud viene a ser una configuración desde la perspectiva de la agitación de los cuerpos, su convulsión e irradiación política. La multitud se construye a partir de las nociones comunes que devienen de la experiencia y de las prácticas. Esta configuración está íntimamente ligada al poder de los cuerpos, a lo que pueden los cuerpos, a la potencia corporal. Esta construcción inductiva nos retrotrae a las tesis ontológicas, epistemológicas y éticas de Baruch Spinoza. Este filósofo crítico, que Negri caracteriza como la anomalía salvaje, también desarrolla dos tipos de construcciones conceptuales, una línea deducida de la razón, la otra inducida desde la práctica22. En el primer caso, estamos ante una crítica de la filosofía racionalista de Descartes, crítica combinada con tradiciones naturalistas del renacimiento. En el segundo caso, estamos ante una ruptura de Spinoza con la tradición filosófica, cambiando radicalmente la perspectiva del análisis, llevándonos a la inmanencia del cuerpo. Por lo tanto, podemos deducir dos epistemologías en la evolución de Spinoza. Esta referencia a este filósofo exuberante, expulsado del reino español y de sinagoga, no es casual, no sólo por el uso del concepto de multitud, remontándonos a una genealogía del concepto, sino sobre todo por el 21 22

Ibídem: Págs. 89-90. Revisar el libro intitulado Deleuze, de Michael Hardt. Paidós 2004. Buenos Aires.

52


método, que deja de ser meramente geométrico, para llegar a ser un método práctico. Michael Hardt dice al respecto: La piedra de la revolución que produjo Spinoza en la epistemología es su concepción del rol de la noción común entendida como el vínculo entre la imaginación y la razón. Spinoza desmitifica la razón. En el argumento especulativo de la Parte II (de la Ética), Spinoza define la razón en un estilo cartesiano, matemático. La razón era un sistema dado de verdad necesaria, de modo que la producción de la razón era completamente oscura. Por lo tanto, el primer género de conocimiento (imaginación, opinión y revelación), la fuente del error, no podía desempeñar ninguna función positiva en un proyecto de busca de la verdad; la única estrategia podía ser su negación. Ahora bien, en el proyecto práctico del pensamiento de Spinoza hallamos una importante distinción entre las diferentes formas del primer género de conocimiento y una valoración de la imaginación. La imaginación suministra una indicación real (aunque fluctuante y contingente) del estado de los cuerpos y las relaciones que están presentes. La noción común interviene con la capacidad de hacer que la imaginación sea permanente y necesaria: la combinación no niega la imaginación, sino que en cambio la lleva al plano de la razón23. No nos olvidemos que Spinoza distingue tres géneros de conocimiento. El primer género consiste en la imaginación, la opinión y la revelación; el segundo género es la razón y el tercer género es la intuición. El primer género es la fuente del error, pero también, como se ve, la matriz de los otros géneros de conocimiento. Esto último es importante, pues cuando leemos a Negri, Hardt y Virno, el manejo que hacen de la categoría multitud

parece

responder

a

tres

consideraciones.

La

primera

consideración tiene que ver con la herencia teórica del Renacimiento,

23

Michael Hardt: Deleuze. Paidós 2004. Buenos Aires. Pág. 200.

53


rescatada en plena clausura del siglo XX, el crepúsculo de la modernidad, y en el contexto del nacimiento del siglo XXI, que apunta al horizonte de una nueva época. La segunda consideración tiene que ver con que el uso de la categoría de multitud parece responder a una adecuación conceptual, adecuación que responde a un nuevo perfil histórico de la subsunción

del trabajo

al

capital.

Este

nuevo

perfil expresa

la

diseminación del proletariado masa, del proletariado uniformizado, que trabaja en las grandes usinas. La adecuación teórica responde entonces a las actuales condiciones del proletariado nómada, versión postmoderna de la explotación capitalista contemporánea. La tercera consideración tiene que ver con que la multitud no deja de formar parte de la nueva formación discursiva marxista en polémica con el marxismo modernista del siglo XX. Estas tres consideraciones no toman en cuenta el sentido práctico, desarrollado por Spinoza en la Ética24, retomada por la crítica de la filosofía, asumida en las subversiones teóricas del materialismo aleatorio25. Desde esta otra perspectiva, que podríamos llamar una epistemología práctica, la multitud viene a ser también y sobre todo un figuración, una configuración y una reconfiguración a partir de la experiencia de las luchas sociales antiglobalizadoras, anticapitalistas y anticoloniales. Forma parte del imaginario social de los movimientos sociales. El perfil de la multitud durante la guerra del agua aparece en la bullente explosión de rebeliones, que atraviesan las ciudad de Cochabamba, los valles y la zona del Chapare, llegando a la cordillera y la puna cochabambina, de donde bajan contingentes campesinos sindicalizados y ayllus. En El retorno de la Bolivia plebeya se recoge esta configuración del siguiente modo:

24

Baruch Spinoza: Ética. UNAM 1977. México. Título de un libro póstumo de Luis Althusser. También revisar de Alain Baudios el Breve tratado de ontología transitoria. Gedisa 2002. Barcelona. 25

54


La Coordinadora del Agua emerge del esfuerzo multitudinario de los poderes locales dispersos en la geografía de la urbe y en mapa de las territorialidades concretas del valle. Se trata en realidad de una red de alianzas de diferentes estratos de una sociedad abigarrada. Lo que los une es la lucha por el control del agua, que en el fondo es una lucha por la reproducción social, por el destino de la vida social. Se encuentran articulados en la Coordinadora característicos sectores como los regantes, distribuidores del agua, que controlan pozos locales, las juntas de vecinos, los fabriles, los maestros urbanos y rurales, asociaciones civiles, agrupaciones

de

profesionales,

movimientos

de

jóvenes.

Los

combatientes de la Coordinadora se llaman a sí mismos como los guerreros del agua26. Como se puede ver la multitud viene a ser la emergencia de una matriz de redes y estrategias sociales. Haciendo paráfrasis al título de un libro, podríamos decir que, la multitud se construye por la subversión de la práctica27. Se puede decir que, la mayoría de la población, la mayor parte de la sociedad, entra en contradicción con el modelo de privatizaciones. La gota que hace rebalsar el vaso es el intento desmedido de la privatización del agua, elemento vital para la reproducción de la vida. Es el momento que la contradicción se convierte en un abierto antagonismo con las políticas del gobierno neoliberal. Estas contradicciones abarcan no solamente al proletariado fabril, sino también a amplios sectores de la población no obrera. Si bien el sindicato fabril sirve de catalizador de la lucha, de articulador de la Coordinadora del Agua y de sujeto de la convocatoria, la incorporación de otros estratos de la sociedad, la gestación del movimiento a partir de organizaciones territoriales, las alianzas suscitadas y consolidadas en asambleas y cabildos, muestran la 26 27

El Retorno de la Bolivia Plebeya: Ob. Cit.; pág. 90. El titulo del libro es La subversión de la praxis. de Raúl Prada Alcoreza. Episteme 1986. La Paz.

55


complejidad del conglomerado social levantado. Esta articulación de diferencias, esta composición de singularidades, hacen al contenido de la multitud. La multitud, en su momento de emergencia, en su momento de constitución, supone un orden de relaciones. En el caso de la guerra del agua, tendríamos que hablar de un orden de relaciones en torno al agua. A las preguntas de cuál es este orden de relaciones y de qué síntesis histórica cristaliza la significación social del agua, se respondió con cinco proposiciones, en el texto en cuestión. En primer lugar, se trata de una red de consumo y de distribución. En segundo lugar, se trata de un mapa de fuerzas que disputan el control del agua, buscando direccionalizar su uso, su posesión, sus finalidades, así como sus recorridos. En tercer lugar, se trata de una nueva forma emergente de organización de la movilización y representación social. En cuarto lugar, se trata de la abolición de la significación social del estado de cosas globalizado por vías de la privatización. En quinto lugar, se trata del horizonte utópico que avizora la creatividad de la acción de la multitud28. Las jornadas de abril del 2000 son visualizadas a partir de un armazón conformado en distintos planos de la realidad: El plano expandido por el consumo, el mapa intenso de las fuerzas, las estructuras de las organizaciones, la re-significación de las cosas y los hechos, además del horizonte utópico abierto. Es que la guerra por el agua no podría ser evaluada en su múltiple dimensionalidad sino a partir de la demanda de su consumo, la distribución y concentración de las fuerzas intervinientes, la movilidad y el carácter de las organizaciones, la lucha por el sentido y la legitimación

28

El retorno de la Bolivia plebeya. Ob. Cit.; págs 91-92.

56


social, así como el valor histórico de la apertura hacia las posibilidades de futuro. Ocurre también como si todos estos planos de realidad se cruzaran y dieran lugar a una interpretación mayúscula, a un entrelazamiento abigarrado de alta intensidad. Se concentra la multitud y es como si se evocara el espíritu de la comunidad, se concentra la temporalidad y es como si la historia diera un salto a otro escenario que sale del campo de lo cotidiano, se concentran las voluntades y es como si se amplificaran las potencialidades de la masa social incandescente. La guerra por el agua rememora antiguas luchas, pero también convoca a su fantasma, que llega del porvenir como promesa29. La guerra del agua define las matrices sociales de la rebelión que, durante seis años consecutivos van a sostener los movimientos sociales, desde abril del 2000 hasta mayo y junio del 2005. La rebelión social tiene su propio itinerario, con sus altas y sus bajas, con sus flujos y reflujos, comprende hitos importantes en la construcción de la memoria corta de esta historia reciente: El bloqueo de caminos de septiembre del 2000; la marcha indígena por la Asamblea Constituyente; las elecciones del 2002; el motín policial de febrero del 2002, con el subsecuente desborde de muchedumbres y masas en las ciudades de La Paz y El Alto; la guerra del gas de octubre del 2003, con la consiguiente renuncia del presidente y el colapso del gobierno, iniciándose la primera transición política; la movilización nacional de mayo y junio del 2005, impidiendo la materialización de la conspiración conservadora, que buscaba restaurar el orden perdido de los partidos tradicionales neoliberales, imponiendo una segunda transición, con la sustitución constitucional del presidente de la Corte Suprema de Justicia, acompañada de la salida electoral a la crisis política. Estos hitos, que son como las cumbres de los recorridos de los movimientos sociales, vienen acompañados por otros desplazamientos

29

Ibídem: Pág. 93.

57


menos intensos, menos extensos, quizás más locales o, en su caso, más sectoriales, que podemos figurarlas como relativos a los niveles intermedios de la montaña, los montículos del ciclo de la rebelión: La continuidad abrumadora de las marchas cocaleras, que comenzaron antes del 2000, y que por lo tanto tienen su propia ruta; las marchas cíclicas de los maestros por aumentos salariales y otras reivindicaciones gremiales, además de oponerse a la Reforma Educativa, que se dan insistentemente cada año, siguiendo también su propio derrotero; las sucesivas marchas de los y las prestatarias, sucesión que tuvo un desenlace dramático con la toma de la superintendencia de bancos por parte de aguerridas dirigentes prestatarias, que se introdujeron al inmueble forradas de dinamitas; la marcha de los jubilados, ancianos y ancianas, que reclamaban por sus jubilaciones, en contra de la privatización de los fondos de los seguros sociales; las marchas de la clase sándwich, ex trabajadores que se encontraron atrapados al medio del camino entre la anterior ley de jubilación y la nueva; el bloqueo de caminos de los cooperativistas mineros, que reaparecen después de febrero, con la típica indumentaria del legendario proletariado minero, con guarda tojos, chamarras de cuero y dinamita en mano; las marchas de la COB, desde Caracoles a la sede de gobierno; la lucha de los estudiantes de la ciudad de El Alto por su universidad pública. Pasando a otro nivel de la historia reciente, continuando con las metáforas montañesas, tenemos también las quebradas y los valles de la rebelión, que corresponden a los reflujos de los movimientos sociales, en el periodo considerado: Un lapso corto, empero problemático, que se da un tiempo después de las elecciones, cuando se comienza a plantear diferencias agudas entre direcciones y bases, instrumentos políticos y movimientos sociales; un lapso largo, que dura como dos años, que transcurre durante la primera transición, cuando se remonta momentos críticos para los movimientos sociales, como cuando se da lugar el referéndum sobre los hidrocarburos, referéndum promovido por el gobierno transitorio, lapso abiertamente problemático 58


debido a la distancia marcada entre el instrumento político y los movimientos sociales. Tomando perspectiva, desarrollando una mirada retrospectiva en la historia reciente, podemos decir que, el despliegue de la potencia social se desarrolla de un modo permanente, aunque de una manera compleja y contradictoria, pero manteniendo la evolución sostenida de la sublevación. Logra materializar la cúspide de la movilización nacional, durante el periodo en cuestión, de mayo y junio del 2005. Desplazando portentosamente el bloqueo de caminos y el sitio de las urbes hacia la ciudad de Santa Cruz. Urbe y entorno rural convertidos en la línea más intensa de los enfrentamientos. Logrando con esta expansión, en combinación con el juego de poderes, el desenlace de la crisis en la ciudad de Sucre, la capital de la república. El juego de poderes concurre entre las maniobras del Congreso, el ejecutivo, los comités cívicos, los medios de comunicación, las empresas trasnacionales, en contraposición con los movimientos sociales. En Sucre se reunió el Congreso para sesionar, buscando una sustitución constitucional forzada, en la persona del resistido presidente del Congreso, en la perspectiva de un Estado de sitio y la represión a los movimientos sociales.

Una vez que arribaron los

parlamentarios a la ciudad de Sucre, el movimiento social tomó la capital de la república, emboscó a los congresistas, tendiéndoles lo que se vino en llamar un corralito. Al congreso no le quedó otra cosa que renunciar a su conspiración, reconociendo los hechos, su situación insostenible en la capital, avalando otra salida constitucional, que no estaba en sus planes, habilitando con esto el adelanto a las elecciones nacionales. Después de esta derrota de la santa alianza conservadora, oligárquica, cívica, parlamentaria y trasnacional, el Congreso vuelve a sesionar en la sede de gobierno. En la ciudad de La Paz, después de largas diatribas, se llega a un acuerdo político, que consiste en juntar las llamadas dos agendas, la agenda de octubre del 2003, que corresponde a los movimientos sociales, 59


y la agenda de enero del 2005, que corresponde al Comité Cívico de Santa Cruz. En su diseño estratégico la agenda de octubre se propone la nacionalización de los hidrocarburos y la convocatoria a la Asamblea Constituyente. De manera contrapuesta, la estrategia del Comité Cívico se plantea un referéndum autonómico y la elección de prefectos. El acuerdo político consiste en las elecciones nacionales y de prefectos para diciembre del 2005, además de la convocatoria a la Asamblea Constituyente y el referéndum autonómico para julio del 2006. Las elecciones se realizaron el 18 de diciembre, después de una perturbadora pelea por los escaños, que tenía por objetivo la postergación de las elecciones. La victoria contundente, por mayoría absoluta, del Movimiento al Socialismo (MAS), traza un nuevo escenario político. La derrota electoral de los sectores conservadores coloca en una situación vulnerable a la derecha, por lo menos difícil de mantener en términos de legitimidad, respecto a sus caros objetivos, proyecto político que consiste en continuar con el modelo neoliberal y logrear los llamados gobiernos autonómicos. Considerando este contexto político y social, comprendiendo la gama de coyunturas sucesivas, además de sus desenlaces y las aperturas a nuevos horizontes políticos, la victoria del MAS no puede explicarse sin ese impresionante tejido alterativo de la movilización social. Las condiciones de la victoria política se crean en los intensos escenarios creados por los movimientos sociales. El paso raudo por las distintas coyunturas, vertiginosamente empujadas por la turbulencia social y política, crea nuevos horizontes de visibilidad, a un ritmo intenso. En este tiempo de luchas sociales se construye un intelecto general, se constituyen nuevos sujetos sociales, modificando la mentalidad de las masas, destruyendo valores y prejuicios heredados, para construir nuevos valores, que son la base de la autovaloración de indígenas, mestizos y trabajadores. La victoria electoral es un hecho político construido por la subversión social.

60


Volviendo a la construcción práctica de la multitud, a partir de la experiencia boliviana, vemos que la multitud se constituye en abril del 2000, en plena guerra del agua. Antes no había multitud. La multitud es un arte de organización, mediante este logro se marcha hacia una combinación política que aumente la fuerza de los cuerpos. No debemos olvidar que para pensar realmente en términos de poder, se debe plantear la cuestión en términos de cuerpo30. Todo lo que el cuerpo puede hacer puede pensarse también en sentido del derecho natural 31. Desde esta perspectiva, la ley de la naturaleza ya no se refiere a una perfección final, sino al deseo inicial, al apetito más fuerte32. Las auténticas leyes naturales son normas de poder, no reglas de deber33. La expresión del poder libre de cualquier orden moral es el principio ético de la sociedad34. A propósito de esta ética de la multitud, Gilles Deleuze dice: Ir al extremo de lo que uno puede hacer (aller jusqu’au bout de ce qu’on peut) es la tarea propiamente ética. Este es el momento en que la Ética toma el cuerpo como modelo: pues todo cuerpo extiende su poder tan lejos como puede hacerlo. En cierto sentido, todo ser, cada momento, va hasta el extremo de lo que puede hacer35. A partir de la organización de los encuentros sociales, adecuados a los cuerpos, que atentan las relaciones útiles y componibles, mediante este arte de organizar los encuentros se produce el paso del derecho natural al derecho civil. El derecho civil no niega al derecho natural, ni se produce ninguna síntesis dialéctica entre ambos, de tal modo que se conserve y supere la contradicción. No se trata de una concepción dialéctica, que en realidad, conserva y restaura lo negado. Al contrario, el derecho civil 30

Ver Spinoza y el problema de la expresión, de Gilles Deleuze. Ob. Cit. Ibídem. 32 Ibídem. 33 Ibídem. 34 Michael Hardt: Deleuze. Ob.Cit.; pág. 208. 35 Gilles Deleuze: Spinoza y el problema de la expresión. Ob. Cit. 31

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preserva e intensifica el derecho natural, de la misma manera que la razón fortifica la imaginación36. Concurre en este proceso la transformación de la multiplicidad en multitud37. La multitud, en tanto acontecimiento social, se encuentra abierta al antagonismo y al conflicto, en su dinámica molecular produce un aumento de poder, que alanza un plano de composición38. Este planomeno, que es el mismo campo de consistencia o de composición, en el que se mueve la multitud la normatividad social se convierte en derecho civil, el campo de intensidades adquiere expresión histórica. Michael Hardt dice que la multitud es la multiplicidad que se ha hecho fuerte39. Nosotros podemos decir que la multitud es la potencia social que se ha realizado como ética y como política. Los vínculos sociales se han transformado, los viejos valores han sido destruidos y se han creado otros nuevos, la cohesión social adquiere dimensiones expansivas y niveles de empatía, que no podían lograrse antes, en las condiciones de una multiplicidad aterida. En estas condiciones, el gobierno de la multitud es la democracia. Al respecto, debemos definir que se trata de la democracia radical, para que no se confunda

esta

afirmación

con

una

apología

de

la

democracia

representativa, delegativa y formal, que no es más que la simulación burocrática e institucional de la democracia. La democracia para Spinoza es el gobierno absoluto de la multitud. Spinoza dice que: Este derecho, definido por el poder de la multitud, se llama generalmente Estado. Y es absolutamente controlado por quien, a través del consenso común, maneja los asuntos de la república… Si este cargo corresponde a un concilio compuesto por la multitud general, el Estado se llama entonces democracia40. 36

Michael Hardt: Deleuze. Ob. Cit.; pág. 209. Al respecto, revisar la Anomalía salvaje de Antonio Negri. Ob. Cit. 38 Revisar el artículo Dinámica molecular de los movimientos sociales de Raúl Prada Alcoreza. Comuna. La Paz. 39 Michael Hardt: Deleuze. Ob. Cit.; pág. 209. 40 Baruch Spinoza: Tratado Breve. II, 17. 37

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Clase obrera y multitud Durante el periodo dominante neoliberal, de 1985 al 2000, las resistencias dispersas no constituyen una multitud, sino que se trata de resistencias locales, sectoriales y gremiales, afincadas en organizaciones que no terminan de formar redes, tejidos y entramados sociales. En gran parte estas organizaciones son la fragmentación de lo que fue la centralidad proletaria minera y su entorno, centralidad e irradiación conformada y expandida a lo largo de la historia sindical. Podemos datar la historia concentrada del sindicalismo en Bolivia desde las postrimerías de la guerra del Chaco hasta los días del hundimiento de la Unión Democrática y Popular (UDP), cuando se derrumba la hegemonía y la dirección de la Central Obrera Boliviana (COB), llegando a ser después de esta caída, hasta nuestros días, una organización que agrupa a una minoría de los obreros

sindicalizados,

además

de

los

maestros,

gremialistas

y

campesinos. En un proceso de re-proletarización la extensa mayoría de los trabajadores no se encuentran sindicalizados. En las condiciones del retorno tardío a un capitalismo salvaje, en pleno proceso de globalización, se conforma un proletariado nómada, que se mueve al margen de los congresos de la COB y en los umbrales del sindicalismo. La COB no se preocupó de organizarlos, menos de sindicalizarlos. Fueron iniciativas como la de los fabriles de Cochabamba para que se organicen nuevos sindicatos de las trabajadoras que trabajan a destajo para las empresas que las subcontratan, en las circunstancias de la flexibilización laboral. Desde 1985 hasta nuestros días se vive la crisis del sindicalismo obrero, el achicamiento y pérdida de convocatoria de la COB, la desvalorización de su rol durante las crisis económicas provocadas por las políticas neoliberales de privatización y de ajuste estructural, el achicamiento del Estado, las reformas estatales, las reformas políticas como la Ley de 63


Participación

Popular

y

la

Reforma

Educativa,

funcionales

a

la

globalización. La crisis de la república se hace patente cuando estallan las rebeliones de los movimientos sociales, desde abril del 2000. A lo largo de los seis años de luchas sociales, desde la primera guerra del agua hasta la segunda guerra del gas, en mayo y junio del 2005, la participación de la COB es colateral. La otrora gloriosa central de los trabajadores de Bolivia no logra recuperar su brillo. Los años heroicos quedaron en los anales de la historia. La historia del sindicalismo obrero tiene su propio recorrido conmovedor: Desde la constitución de la Federación de Fabriles, en 1946, hasta la caída de la UDP, pasando por la fundación de la COB, en 1952, fundación acompañada por el clamor inmediato de la Revolución Nacional, pasando también por la lucha obrera contra la decadencia de la revolución, lucha que tiene el desenlace de antagonismo abierto, de enfrentamiento militar, en las pampas de Sora Sora, en 1963, tampoco podemos obviar la participación abierta de la COB en la conformación de la Asamblea Popular. Esta historia quedó en la memoria. No se ha vuelto a actualizar. Podemos hablar también de una historia larga del sindicalismo boliviano. Guillermo Lora escribe y describe la Historia del movimiento obrero boliviano desde 184841. Desde esta perspectiva podemos trazar un itinerario, que pasa por distintas etapas de desenvolvimiento, desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días, incluyendo, claro está, el último periodo de crisis del sindicalismo obrero. Los antecedentes del sindicalismo boliviano se encuentran en los gremios artesanales, que se forma o se organizan, dependiendo del caso, si son nuevos o una herencia modificada de las organizaciones gremiales de la colonia. Esta etapa se caracteriza por estar condicionada por relaciones pre-capitalistas de 41

Guillermo Lora: Historia del Movimiento Obrero Boliviano. Tomo I, II, III y IV. Los Amigos del Libro 1967, 1969, 1970 y 1980. La Paz.

64


producción; por eso el carácter medieval, feudal y colonial de estar organizaciones artesanales. La historia del sindicalismo propiamente dicha comienza después de la Guerra Federal, cuando se instaura el régimen liberal. Guillermo loro dice al respecto: La historia contemporánea del movimiento obrero boliviano presenta dos etapas claramente definidas. En la primera época, que va desde 1920, predomina la marcha ascendente de la feudal-burguesía, representada primordialmente por el liberalismo, hacia el monopolio del poder político. Luego vienen los esfuerzos desplegados por la clase obrera en sentido de lograr su independencia, organizarse e inspirar su actuación en sus propios intereses42. Parte de este proceso viene impregnado por formas de organización como las mutuales y las cooperativas, los sindicatos se van a dar lugar como formas de auto-organización de la clase obrera, en las condiciones del desarrollo capitalista desigual y combinado. De acuerdo a Guillermo Lora el proceso de sindicalización forma parte de la dialéctica de la conciencia de clase, en sentido hegeliano podría decir de la experiencia de la conciencia de clase, que consiste en la superación de la contradicción entre conciencia en sí y conciencia para si en la síntesis de la conciencia de clase, conciencia histórica de la clase, la conciencia como conocimiento de la historia. Podríamos decir del devenir de la historia. La construcción de la independencia de clase pasa por la formación de organizaciones autónomas, pero sobre todo pasa por la incorporación de la ideología revolucionaria. La historia del movimiento obrero boliviano pretende ser una demostración empírica de este desarrollo de la conciencia de clase. Revisando la historiografía documentada del libro, lo cierto es que parece ser una historia larga y prolongada, dramática y contradictoria, en esta

42

Guillermo Lora: Historia del movimiento obrero boliviano II. Ob. Cit.; pág. 11.

65


formación del sujeto revolucionario, que bajo la mirada trotskista, es el partido revolucionario. Una larga historia documentada, donde abunda la proliferación de organizaciones, que corresponden mas bien a una multiplicidad de perfiles de la formación de la clase obrera en un país periférico del capitalismo, cuya formación social abigarrada sustenta combinaciones organizacionales e ideológicas compuestas y disímiles. Se nota una fuerza sustentadora y duradera de los momentos constitutivos del proletariado boliviano, que fueron de carácter gremial acompañados de una formación discursiva anarquista. Quizás por esta razón el anarcosindicalismo ha perdurado a lo largo de los periodos históricos por los que ha transitado el proletariado, incluso después de la insurrección de abril de 1952, la revolución inconclusa o la revolución traicionada.43 Para Guillermo Lora, el momento cuando la clase obrera boliviana salta de la conciencia en sí a la conciencia para sí, se desplaza de la luchas económicas a las luchas políticas, es en el Congreso de Catavi (marzo de 1946) y en el Congreso de Pulacayo (noviembre de 1946). El primero corresponde al tercer congreso de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia y el segundo c un congreso extraordinario. El congreso extraordinario se debió a la situación de emergencia creada por el derrocamiento del gobierno populista de Walberto Villarroel, por parte de la alianza sorprendente entre la llamada rosca de la oligarquía minera y el Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), de orientación estalinista. Esta alianza se puede explicar por la desajustada proyección de la alianza de la Unión Soviética con las potencias liberales democrático burguesas en guerra contra la Alemania nazi y la Italia Fascista. De acuerdo a la interpretación pirista, la extensión de esta alianza a un país como Bolivia equivalía aliarse con la odiada oligarquía minera en lucha contra el supuesto fascismo criollo que encarnaba el gobierno de Villarroel. La desubicada proyección se acentúa por el hecho de que el derrocamiento 43

Título de un libro de Adolfo Guilli: La Revolución Inconclusa. Otro autor, llamado Liborio Justo, cuyo apodo es Quebracho, tiene otro libro sobre la Revolución Nacional de 1952, intitulado La Revolución traicionada.

66


del gobierno populista se da después de culminada la segunda guerra mundial, cuando se avizoraba el comienzo de la guerra fría. El Congreso de Pulacayo ingresa a la memoria obrera no tanto por el contexto en el que se desenvuelve sino por sus tesis aprobadas. Guillermo Lora escribe sobre el significado de las tesis de Pulacayo lo siguiente: El documento sindical-político titulado Tesis Central de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, más comúnmente conocido con el nombre de Tesis te Pulacayo, constituye la Biblia del movimiento obrero del país. Su importancia arranca de haber elevado a la altura de la enunciación programática las tendencias revolucionarias inconscientes que se agitaban y se agitan en el seno de las masas explotadas44. La Tesis de Pulacayo expresa los contenidos de una lectura desde la teoría de la revolución permanente de las condiciones de la lucha de clases en Bolivia. La caracterización de Bolivia como un país atrasado, que resume y combina las etapas del desarrollo capitalista mundial, en el terreno de las condiciones de la formación social boliviana. El reconocimiento del papel de vanguardia del proletariado minero. La inmediata ligazón entre las tareas democrático-burguesas no cumplidas y el cumplimiento inmediato de tareas socialistas, recuerdan a las tesis orientales, que corresponden a la adecuación del marxismo a las condiciones de las formaciones sociales del Oriente, donde prepondera el campesinado y el proletariado es una minoría. En esta tesis orientalistas ya se postulaba la

necesidad

de

la

revolución

socialista

en

países

atrasados,

preponderantemente de mayoría campesina, pues se las evalúa como los eslabones débiles en la cadena de dominación imperialista. Como puede verse, desde esta interpretación, la Tesis de Pulacayo puede ser valorizada no solo como el momento crucial del paso de la conciencia en

44

Guillermo Lora: Historia del movimiento obrero boliviano IV. Amigos del Libro 1980, La Paz. Pág. 473.

67


sí a la conciencia para sí de la clase obrera, por lo menos en los ámbitos discursivos, sino como un documento sindical donde se plasma la revolución permanente como horizonte de la revolución boliviana, además de recogerse las experiencias de las revoluciones socialistas en los países orientales. Esta es la dignidad del documento sindical mencionado. La tesis minera se convirtió en la tesis de la Central Obrera Boliviana. Fue el paradigma político del movimiento obrero boliviano durante décadas, podemos decir que este paradigma se mantiene hasta la Asamblea Popular (1971). Después de la derrota de la Asamblea Popular, la Tesis de Pulacayo se queda sin el sustento de convencimiento del que gozaba en los trabajadores, sobre todo quedó sin sustento político. No había sido siquiera interpelada por los resultados de la Revolución Nacional de 1952, que no llevó al poder al partido de los trabajadores sino a un partido que amalgamaba amplios y disímiles sectores sociales, aglutinados en un partido populista como es el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Los gobiernos del MNR del periodo de la Revolución Nacional fueron vistos como parte de un proceso en la experiencia contradictoria de la clase obrera. En cambio la derrota de la Asamblea popular fragmento al Partido Obrero Revolucionario, portador del espíritu de la Tesis de Pulacayo. Estas tesis, que expresan la concepción de la revolución permanente no fueron retiradas de los Congresos de la COB incluso hasta mucho después de la caída de la Unidad Democrática y Popular (UDP) en 1984.

Empero nuca volvieron a tener la vigencia subjetiva con que

gozaron hasta la Asamblea Popular. Hoy podemos decir que la Tesis de Pulacayo

fue

más

un

entusiasmo

teórico

y

político,

dadas

las

circunstancias del desarrollo del movimiento obrero, que un acierto político. Seis décadas después podemos decir que la Tesis del Congreso extraordinario de los mineros no pudo imaginar otra clase de movimientos y articulaciones, como las dadas a partir de los movimientos indígenas, las movilizaciones populares, que articulan dinámicas moleculares de clase más fluidas y expansivas. Entre el 2000 y el 2005 en Bolivia se dan 68


formas de movimientos y de movilizaciones anticoloniales, anticapitalistas y antineoliberales que adquieren las formas de la multitud. Multitud y clase obrera no se oponen, tampoco se contradicen y menos son antagónicas. Ambas categorías, si hablamos desde una perspectiva lógica, ambos conceptos, si hablamos desde una perspectiva filosófica, ambos términos, están atravesados por sus propias historicidades. Están afectados por las interpretaciones que se hicieron a su momento, en contextos y coyunturas donde el perfil de movimiento obrero o el perfil de la multitud venían dibujados por el desligue de las prácticas de la lucha de clases. El proletariado en Bolivia corresponde a la centralidad obrera y su entorno, a la centralidad minera y su entorno. Se podría decir a la hegemonía de la clase obrera y a la vanguardia de movimiento minero en el contexto de la alianza de las clases explotadas. La multitud no tiene una centralidad, por lo tonto tampoco un entorno. Cualquier sector social en contradicción con el capitalismo puede ser el centro virtual de la lucha de clases, puede irradiar entornos, recorridos y entrelazamientos. Las redes sociales de los sectores sociales movilizados recrean las estructuras de la rebelión. La multitud no solamente es el acontecimiento de múltiples singularidades sociales, sino que este acontecimiento está atravesado por redes, entramado y estructuras sociales, formas que se encuentran constantemente expuestas a las dinámicas de sus propias adecuaciones. Hablamos tanto de formas de organización así como de formas de expresión,

pero

también

a

las

formas

de

constitución

de

las

subjetividades. Usando un lenguaje lacaniano podríamos decir que también se trata de las formas de constitución de lo real a través de la travesía de la fantasía. El excedente del significante, la sustitución simbólica y el llenado del vacío se escalonan en una alucinante proliferación ideológica45.

45

Revisar El sublime objeto de la ideología de Slavoj Zizek. Siglo XXI 2003. Buenos Aires.

69


Micropolítica En documento intitulado Los movimientos moleculares de la multitud46 se trabajó una perspectiva más detallada de los movimientos sociales, una perspectiva que podríamos llamar micropolítica. Considero que esta es la perspectiva más adecuada dada la complejidad y la configuración dispersa y mezclada de los movimientos sociales contemporáneos. En el documento citado se escribió sobre tres aspectos importantes de los movimientos sociales que había que distinguir: 1. La dinámica, los recorridos y la configuración molecular de los movimientos sociales. 2. El proceso de las contradicciones internas. 3. Los juegos, enlaces, alianzas y articulaciones de la micropolítica y segmentaridad. Esta perspectiva nos permite evaluar la composición compleja de los movimientos sociales, la proliferación bullente de los detalles y su desplazamiento. Resumiendo, se puede decir que se trata de comprender la dinámica, el proceso y las alianzas de los movimientos sociales. En el documento se dice que: De lo que se trata es de partir de los márgenes, de la dislocación de la periferia, la multiplicidad de las singularidades que bullen en el entorno del problema.

46

Título de la exposición de Raúl Prada Alcoreza en un seminario sobre Movimientos sociales, organizado por la CLACSO y del Goethe Institut de Buenos Aires, en julio del 2005.

70


Para entender el accionar de los movimientos sociales es menester partir de los márgenes en que estos aparecen. Se puede decir también partir de sus bases, localismos y sectores desde donde se constituyen. Los problemas concretos desde donde se gestan, las contradicciones que empujan a los sujetos sociales en ámbitos concretos al salir a la palestra y pronunciar sus demandas. Darse a conocer dando a conocer sus reivindicaciones. Por ejemplo, cuando los movimientos sociales se han dado a conocer a través de su lucha por el agua o su lucha por el gas, contra la privatización del líquido elemento, en un caso, y tratando de recuperar el recurso natural de manos de las trasnacionales, por el otro. Los sujetos sociales han accionado estructuras como despertándolas de su letargo, han desplegado discursos que expresan sus preocupaciones, que lanzan acusaciones e interpelan al Estado. Estos sujetos sociales han construido sus objetos políticos como el agua y el gas, objetos que son órdenes de relaciones. Objetos que sólo pueden ser descifrados a partir de estos órdenes de relaciones y en los espacios en los que se mueven estas relaciones. De las relaciones mismas que conforman entramados y tejidos sociales, alianzas y códigos sociales. El agua supone las relaciones entre regantes, cultivos, juntas de vecinos, la empresa trasnacional del agua, en Cochabamba Aguas del Tunari y en la Ciudad de El Alto Aguas del Illimani, el Servicio Municipal del Agua, SEMAPA en Cochabamba y SAMAPA en La Paz y El Alto, consumidores y gobierno. Además este ámbito de relaciones codifica el recorrido del agua. Lo mismo pasa con el gas. Los hidrocarburos suponen órdenes de relaciones. En este caso, las relaciones mercados,

se

configuran

sociedades

entre

Estado,

involucradas,

empresas

usuarios,

trasnacionales,

partidos

políticos,

organizaciones sindicales, organizaciones indígenas, comités de defensa, comités cívicos y departamentos, si es que se puede establecer que los departamentos son entidades sociales. Estas relaciones codifican también el recorrido de los hidrocarburos. Hablamos entonces de polígonos que comprenden planos y niveles, mesetas articuladas: Tenemos un plano 71


subjetivo, otro relativo a las estructuras del ordenes de relaciones, un tercer plano relacionado la geografía y las cartografías espaciales de estas relaciones, un cuarto donde aparecen, se forman, se deforman y reconforman los objetos políticos, un quinto plano referido a los circuitos de las prácticas discursivas. Todos estos planos y niveles no sólo que están articulados, sino que también se entrecruzan. El espesor, más que plano, relativo a la constitución de las subjetividades, es el ámbito de los deseos, las pasiones, en este sentido de las síntesis de las voluntades. Es aquí cuando la voluntad colectiva se convierte en acción. En el nivel de los órdenes de relaciones aparecen las modalidades de los encuentros sociales, los acuerdos, las cohesiones, pero también del conflicto social. En este plano se codifican los recorridos, se significan los lazos y las formas de relación. En el plano geográfico y cartográfico de las relaciones, en el espaciamiento mismo de las relaciones, se dibujan los mapas de las relaciones como relaciones de poder, las relaciones aparecen como composiciones y enfrentamiento de fuerzas. En el plano de los objetos políticos, estos objetos aparecen en su proceso de producción. Los objetos políticos son construcciones sociales, son, a la vez, materialidades económico-políticas y objetos simbólicos que habitan el universo imaginario, además ser una espacie de síntesis disyuntiva en constante dialéctica47. El plano donde concurren las prácticas discursivas es el lugar de las formaciones enunciativas. Debemos entender que el enunciado es un haz de relaciones, del mismo modo que el objeto político es un orden de relaciones. La diferencia radica que la síntesis disyuntiva enunciativa es virtual, en tanto que la síntesis disyuntiva política es material. Podríamos decir que la diferencia radica en que una es metafísica y la otra material, aunque esta diferencia no sea del todo correcta, pues las prácticas

discursivas

se

asientan

también

sobre

materialidades

discursivas, así como lo político y la política tienen también connotaciones 47

Alain Badiou plantea en su libro Deleuze que el autor concibe una intuición en forma de síntesis disyuntiva. Manantial 1997. Buenos Aires.

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imaginarias, simbólicas y significativas. La diferencia radica entonces en los efectos, el efecto enunciativo es, mas bien, virtual en tanto que el efecto político es más material. El método de usar un esquema complejo en forma de polígono para figurar los órdenes de relaciones como instrumento analítico de los distintos niveles del acontecimiento, ayuda no solo a mejorar la especificación de las interpretaciones sino la investigación de los movimientos sociales. En adelante vamos a trabajar dos modelos poligonales para analizar los movimientos sociales en el contexto de las luchas por el agua y en el contexto de las luchas por el gas. De este modo nos concentramos en dos articuladores fuertes de las luchas, dos objetos políticos que dan lugar a las síntesis disyuntivas políticas y enunciativas, que además se sitúan en mapas del conflicto social, permitiéndonos identificar el juego, la composición y el enfrentamiento de las fuerzas.

Dinámica de los movimientos sociales en las guerras del agua Comencemos con una pregunta: ¿Cómo se constituyeron los sujetos sociales de la guerra del agua? Ciertamente hay que ver en perspectiva para responder a esta pregunta. Podemos decir que nos encontramos con una coyuntura que contiene muchas historias, podemos decir historias de vida, conjuntos de historias de vida que comparten espacios, tiempos y necesidades de la vida cotidiana, comparten fiestas y referencias, usos y costumbres. Uno de esos grupos sociales son los llamados regantes, grupo que controla pozos de agua y la distribuye según usos y costumbres comunitarias. Podemos notar que los regantes se constituyen como alternativa ante la proverbial escasez de agua en el departamento de Cochabamba. La distribución del agua en el área rural estaba a cargo de ellos, por lo menos de una parte significativa del área rural. La posesión 73


comunitaria de pozos fue una conquista ante el Estado. Cuando los regantes se ven ante la ley que concedía a la empresa trasnacional del agua Bechtel, en Bolivia Aguas del Tunari, precisamente el agua de los pozos, además de otras fuentes del líquido elemento, se incorporan rápidamente a un movimiento en gestación, que se propone la defensa del agua por parte de los usuarios y consumidores. La preparación de la firma del convenio entre el Estado boliviano y Bechtel, la aprobación de la ley que entregaba el patrimonio del agua a una trasnacional, no solo el agua de Cochabamba sino el agua del país, aprobación que se hizo entre gallos y medianoche, sin conocimiento del contenido de la ley por parte del Congreso, transcurrió durante el año 1999. Los últimos meses de ese año un equipo de ambientalistas que defendían la biodiversidad del parque Tunari se encargó de conseguir la ley, estudiarla, analizarla, refutarla e interpelarla. Este equipo también se encargó de proponer una ley alternativa, además de sus reglamentos y procedimientos, esta vez en defensa de la soberanía nacional. El comité de defensa del agua se encargó de dar a conocer la ley de agua y denunciar sus consecuencias desastrosas para la economía popular. Se llegó a un primer cabildo durante los primeros días del año del 2000, al cual acudieron varias organizaciones y sectores sociales, incluyendo a vecinos de la ciudad, sobre todo de los barrios populares. Se acordó un primer bloqueo de caminos, que fue efectivo, obligando al gobierno a negociar. El gobierno hizo pequeñas concesiones tratando de burlar a la población y ganar tiempo, empero, una vez conocida la fuerza de convocatoria de los defensores del agua, se ocupó la ciudad de Cochabamba, entrando en ella marchas por todas partes. Comenzó la guerra del agua. Uno de los mayores logros de la guerra del agua en sentido organizativo fue la creación de la Coordinadora de la Defensa del Agua y de la vida, organización que articulaba a varias organizaciones involucradas en la guerra del agua, desde los regantes hasta los guerreros del agua, jóvenes 74


que habitaban las plazas, territorialidades convertidas en campo de batalla. El principal frente de lucha se dio en la Plaza 14 de Septiembre. La coordinadora incluía a las federaciones cocaleras, la federación de fabriles,

sindicatos

campesinos,

organizaciones

gremiales,

de

profesionales y juntas de vecinos. La Coordinadora del agua fue creciendo de cabildo en cabildo, de reunión en reunión, de un bloqueo a otro, de una marcha a otra. Esta expansión se incrementó raudamente al calor de la lucha, nada detuvo su accionar, a pesar de la detención de los dirigentes, por lo menos unas dos veces. El gobierno tuvo que soltarlos pues la enardecida masa de la rebelión no se desmovilizó ante el amedrentamiento. Todo lo contrario, se envalentó e intensificó su lucha, hasta conseguir la anulación de la ley del agua y la expulsión de la trasnacional Aguas del Tunari. La guerra del agua en la ciudad de El Alto también tiene como antecedente la privatización de la empresa municipal del agua. Esta empresa atendía el servicio del agua tanto en la ciudad de La Paz como en la ciudad de El Alto. Cuando se puso en práctica la privatización de la empresa pública, la empresa fue entregada a la empresa trasnacional del agua Suez, en Bolivia Aguas del Illimani. En la ciudad de El Alto la escasez de agua potable se encuentra extendida en gran parte de los barrios. La demanda de servicio de agua potable forma parte de la agenda de las juntas de vecinos. La pobreza en estos barrios se volvió insoportable por la falta del servicio de agua potable a las casas. En diversos barrios no se cuenta con una red de agua potable. Prácticamente no hay servicio. Esta fue la razón por la que intervino la cooperación internacional, el Banco Mundial intervino con el financiamiento del proyecto de ampliación de la red de servicio de agua. La empresa Aguas del Illimani es la encargada de esta ampliación y la mejora de los servicios. Hasta cuando estalló el conflicto (2004-2005) la ampliación no se hizo efecto. La empresa trasnacional usó

75


la misma red de cañerías de la desplazada empresa municipal del agua. Sin embargo, subieron las tarifas de los servicios. La guerra del agua en El Alto fue producto de una acumulación de fuerzas y la intensificación del conflicto. Tenía como antecedente la guerra del Agua de Cochabamba, además de la guerra del gas de octubre del 2003, que tuvo su epicentro en El Alto. Se llegó a la guerra del agua, como quien dice, con un recorrido de luchas sociales. La Federación de juntas de vecinos de El Alto (FEJUVE) volvió a repetir una hazaña movilizadora, manifestando su capacidad organizativa y de convocatoria. Esta vez el gobierno de transición de Carlos Mesa se comprometió a solucionar el diferendo con Aguas del Illimani. La FEJUVE exigió la expulsión de la empresa trasnacional y se buscó una salida administrativa para la sustitución de la empresa en cuestión. La figura iba desde una empresa municipal, restitución del SEMAPA, hasta la formación de una cooperativa, pasando por la formación de una empresa mixta. La salida de Aguas del Illimani

no

se

produjo

por

problemas

legales

y

compromisos

internacionales. El tema sigue pendiente. Empero la guerra del agua en El Alto forma parte de la historia de las luchas sociales en la historia reciente. Se convierte también en un antecedente de la segunda guerra del gas en mayo y junio del 2005, guerra que se extiende a todo el país. Si bien esta vez El Alto no es el epicentro de las luchas sociales por la nacionalización de los hidrocarburos y la Asamblea constituyente, juega un papel importante en el desenvolvimiento y en el desplazamiento de las fuerzas sociales.

Dinámica de los movimientos sociales en la guerra del gas

76


El gas, a diferencia del agua, no se encuentra al alcance de manera inmediata, sino enterrado en el subsuelo, en forma de bolsones, atrapado geológicamente. Su consumo es prioritariamente industrial, más que de servicios. Cuando suministra servicios pasa por su procesamiento técnico. El agua potable requiere de un procedimiento técnico de menor alcance, en comparación con la industrialización del gas. El agua también se usa para generar energía por medio de las plantas hidroeléctricas, empero el agua forma parte de la reproducción de la vida de manera inmediata. Esta fue quizás la razón por la que por el agua se peleó de una determinada manera y por el gas de otra. Las historias de sus luchas también son distintas. Las nacionalizaciones de los hidrocarburos tienen una historia más larga, en Bolivia comienzan el año 1936, en cambio la recuperación social del agua, por medio de una empresa municipal, recién ocurre el año 2000. Cuando se desata lo que se vino en llamar la guerra del gas en octubre del 2003, ya había una memoria, una memoria nacional-popular. La consigna de la nacionalización de los hidrocarburos se volvió a hacer carne en los bolivianos el año 2003, aunque la idea se vino manejando desde abril del 2000, cuando la guerra del agua. La privatización de las empresas públicas, en este caso, la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), entre 1995 y 1996, afectó profundamente a la forma y gestión económica de los minerales y de los hidrocarburos.

La

llamada

capitalización

y

posteriormente

la

promulgación de la Ley de Hidrocarburos 1689, arrancaron al Estado el control de la gestión del recurso energético, además del aporte al Tesoro General de la Nación y los efectos multiplicadores que generaba en el modelo de acumulación estatal. Todo esto se hizo sentir como impacto en la estructura económica como tal. La tercerización de la economía, la pauperización, el desempleo, el incremento del desempleo, la carencia de recursos del Estado, son indicadores de la calamitosa situación. Como respuesta a esta situación se da lugar lo que podemos llamar la formación de una conciencia antineoliberal, cuyo lapso puede encontrarse durante 77


los dieciocho años que van desde 1985, cuando ingresa el modelo neoliberal mediante las políticas de shock, hasta el 2003, cuando estalla la guerra del gas. La lucha contra el neoliberalismo la se incrementa, cuando está suficientemente intensa esta lucha, se produce la expansión de la consigna de la nacionalización. Por otra parte, las organizaciones que se involucran en la guerra del gas, ya contaban con la experiencia de las luchas sociales, desatadas desde el 2000. Se llega a la guerra del gas después de la guerra del agua. Se llama metafóricamente guerra a la guerra del agua y es el referente de la guerra del agua la que deriva en el nombre de la guerra del gas. Esto quiere decir que ya hay una acumulación en las luchas en la historia reciente de los movimientos sociales. En el libro Largo octubre, genealogía de los movimientos sociales 48, se escribió: Quizás el único momento que se sabe lo que pasa es cuando suceden los acontecimientos y se sabe desde el interior mismo de los acaecimientos. Son los actores los que intuyen la totalidad que entra en juego, intuyen volitivamente la complejidad del contexto histórico que acompaña a lo que está ocurriendo, que acompaña a la manifestación de los hechos. Esto quiere decir que, de una manera dramática, la experiencia de lo vivido queda incorporada en el cuerpo de los combatientes. Los sujetos sociales de un acontecimiento como la guerra del gas se constituyen durante cuatro años de luchas (2000-2003), eran, como quien dice, curtidos. Aunque no hayan sido los mismos, aunque el escenario se haya trasladado de la ciudad valluna de Cochabamba a las ciudades altiplánicas y cordillerana de El Alto y La Paz, el haber sido testigos de un proceso de

48

Raúl Prada Alcoreza: Largo octubre. Genealogía de los movimientos sociales. Plural 2004. La Paz.

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las luchas sociales los compromete. El horizonte político de la guerra del gas se da en el contexto del horizonte político abierto por la guerra del agua.

La memoria reciente

de

los movimientos

sociales estaba

conformada, ya eran hitos históricos abril y septiembre del 2000, la guerra del agua y el bloqueo campesino indígena. Hasta la guerra del gas ya se rememoraba la marcha indígena por la Asamblea Constituyente y se vivieron las consecuencias de los resultados electorales del 2002. Se encontraban muy cerca los dramáticos sucesos de febrero del 2003, cuando un motín policial derivó en el enfrentamiento entre policía y ejército, posteriormente en la sublevación de la muchedumbre49. Los eventos de octubre del 2003 fueron no sólo grandes acciones de masas concentradas sino sobre todo consecuencias de la acumulación de la multitud. La clave de la guerra del gas es entender la constitución, el desenvolvimiento y el desplazamiento de la multitud. La multitud se constituyó cuando la guerra del agua, es esta multitud la que se extendió, irradió y desplazo hasta la primera guerra del gas (octubre del 2003). La multitud siguió viviendo su proceso acumulativo, expandiéndose aún más, hasta la segunda guerra del gas (mayo y junio del 2005). La segunda guerra del gas fue más extensa que la primera, la primera se concentró en el occidente boliviano, en tanto que la segunda tenía su frente más virulento en el oriente. La ciudad de Santa Cruz se convirtió en el campo de batalla más decisivo, aunque el desenlace político se dio en la ciudad de Sucre, la capital. El mapa político de los movimientos sociales se desplazó a todo el país, a excepción de un incipiente movimiento social en el norte, en la región amazónica. ¿Falta un nuevo desenlace, que abarque esta vez al norte? Dejemos la pregunta para los acontecimientos del futuro inmediato. Lo que interesa, por ahora, es comprender el juego que hay entre los horizontes políticos abiertos por la multitud de los

49

Diferenciamos muchedumbre, masa y multitud. La muchedumbre es la reunión espontánea de fragmentos dispersos de la sociedad en forma aleatoria. La masa el conglomerado de las grandes concentraciones, en tanto que la multitud responde a un entramado organizativo que atraviesa un proceso de movilizaciones.

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movimientos sociales y la muchedumbre electoral que da sorpresas durante las elecciones del 2002 y las del 2005. La muchedumbre electoral del 18 de diciembre ocasiona la victoria, por mayoría absoluta, del Movimiento al Socialismo (MAS), llevando al poder al primer presidente indígena.

Estado Periférico En los Horizontes y límites del Estado y del poder50 se hizo una caracterización de la formación histórica de Bolivia:

Bolivia no sólo es un país de la periferia del capitalismo sino que es el interior de la periferia. No se quiere decir con esto que es el interior del borde, mucho más que esto, el interior del entorno del sistema. El pliegue profundo de esa exterioridad. El adentro de los márgenes, el corazón de la excedencia y del desborde. Pero, a su vez, podemos decir que esta interioridad, este adentro se encuentra en el límite, en las profundidades. Allí donde terminan las carreteras, allí donde el progreso y la modernidad se encuentran perdidos, aparecen fragmentariamente y de un modo ambiguo. Lo que se ve, a primera vista, es lo que los desarrollistas llaman atraso. Lo que efectivamente se ve, que no se reconoce hasta después, más tarde, es la diferencia, la ruptura, la discontinuidad con los paisajes urbanos del sistema. A primera vista también parece un caos, el desorden, la irrupción desconcertante de lo bárbaro y salvaje. 50

Colectivo Comuna: Horizontes y límites del Estado y del poder Comuna 2005. Muela del diablo. La Paz. Entre los ensayos se encuentra el texto Estado periférico y sociedad interior de Raúl Prada Alcoreza.

80


La caracterización establece que la formación histórica de Bolivia es la de ser el interior de la periferia del sistema mundo capitalista. Este doble pliegue, pertenecer a la periferia, además de ser el interior de esta periferia, condiciona el carácter del Estado. En el citado texto se dice que los Estados en la periferia heredan los arquetipos de la administración colonial. Esta herencia determina el lugar el del Estado subalterno en el contexto de las soberanías en el mundo, sobre todo en la actualidad, en el contexto de la soberanía imperial. Esta ubicación convierte al Estado subalterno en un aparato que permite y garantiza la transferencia de materias primas al centro del sistema mundo. Si bien es difícil seguir sosteniendo que el Estado es la superestructura política del modo de producción capitalista, pues preferimos comprender la autonomía relativa del Estado respecto a la base económica, además de entender que las formas aparentes de la política responden a una historia propia y la historia política regional, continental y mundial.

Sobre la caracterización de la formación social-cultural-territorial ¿Debemos seguir manteniendo la caracterización de formación social abigarrada? ¿Nos sirve de algo? ¿Ayuda a comprender la complejidad y sobre todo el cambio, es decir las transformaciones que sufren las formas sociales y los contenidos históricos de estas formas? Tendríamos que hablar también de los contenidos imaginarios, significativos y simbólicos. Decir, por ejemplo, que en Bolivia coexisten tres sistemas económicos: de base natural, de base mercantil, de base familiar, es resolver el problema de la complejidad social por la clasificación de lo que aparece como estrategias sociales, una de subsistencia, otra monetarista y otra informal o microempresarial. Empero una formación social no se hace evidente a partir de una clasificación triangular de actividades económicas 81


vinculadas a bocetos de formas de reproducción social. La complejidad de la formación social se oculta en una clasificación; sobre todo si se trata de una clasificación tan simple. Además, no se llega a entender eso de sistema económico natural, cuando entendemos que todas las formas o sistemas sociales son históricos. Se hace esto más problemático si además le atribuimos a cada uno de estos sistemas un peso estadístico, el 40% para la economía natural, el 25% para la economía mercantil y el 36% para la economía familiar. La clasificación depende de una estratificación sociodemográfica, es decir, cuantitativa. ¿Cuál es la estructura cualitativa de estos sistemas económicos? Tampoco se solucionan los problemas de caracterización si tratamos de definir la complejidad a través de la dificultad de la no correspondencia étnicocultural y modo civilizatorio con lo que la complejidad estructural del país es doble: cultural por un lado, y organizativa, por otro. El aparato organizativo de la sociedad se estructura a partir de una civilización, imponiéndose este paradigma sobre otras civilizaciones. Ante todo debemos aclarar que estamos entendiendo por civilización, que significa lo mismo que cultura, sólo que haciendo hincapié en la materialidad desplegada por la sociedad. Cuando se habla de cultura, se remarca el contenido espiritual que trasmite una sociedad. Si con esto queremos decir que, las civilizaciones autóctonas, que quedaron conculcadas por la conquista y la colonización, son subalternadas por la civilización hegemónica, podemos entender la enunciación, siempre y cuando sepamos cual es esta civilización hegemónica. ¿La criolla mestiza boliviana? ¿Es realmente una civilización esta descripción local, esta denominación étnica, circunscrita a la dimensión singular de la nación boliviana?

¿Es

realmente

hegemónica?

Se

comprende

que

las

conformaciones autóctonas contengan proyectos civilizatorios, que tengan como herencia tradiciones de civilizaciones, empero no se puede entender que una clasificación mestiza conlleve en sí misma una civilización. Tampoco se puede entender que sea hegemónica. Se puede 82


entender que las clases medias, mestizas, y las burguesías, criollas, formen parte de una civilización con pretensiones de mundialización, esta es la civilización que corresponde al sistema-mundo capitalista. La contradicción entonces es entre sociedades autóctonas y capitalismo. Si se quiere recuperar y proyectar los fundamentos indígenas, sólo se lo puede hacer en contra del capitalismo. En la raíz del capitalismo se encuentra la conquista y la colonización de las sociedades autóctonas. No apreciar esta situación es caer en una demagogia teórica, cuyos fines no abandonan las manipulaciones populistas. La caracterización de la formación social-cultural-territorial depende del contexto histórico que hace de referencia, así como de la episteme desde donde se la describe, con el objeto de conceptualizarla. La caracterización de formación social abigarrada de René Zavaleta Mercado corresponde al periodo que abarca la Guerra del Chaco y llega a 1985, momento en el que se empiezan a implementar medidas de ajuste estructural relativas a la globalización. Quizás podemos ampliar esta periodización y hablar de un lapso que arranca con la Guerra Federal. El periodo anterior de la formación social boliviana tendría que caracterizarse de otra manera. Quizás partir de la preponderancia de las comunidades distribuidas en el territorio y la dominancia de la forma gamonal de explotación, conformada en haciendas repartidas en los valles y en los yungas, diseminadas en los llanos. Esta dualidad entre lo indígena y lo gamonal define dos territorialidades, la relativa al archipiélago, que corresponde a las comunidades, y la relativa a la captura feudal-colonial. Ambas conformaciones estaban cruzadas en sus bordes por las rutas, los ejes, los socavones de la minería de la plata. La economía de la plata forma parte de la división del trabajo del sistema-mundo capitalista en aquella etapa de su evolución. Se trata de la extracción mineral como flujo de la acumulación originaria y ampliada de capital. La división del trabajo a escala mundial consiste en que la periferia del sistema mundo se 83


encuentra como destinada a aportar materias primas a los procesos de industrialización del modo de producción capitalista. La economía no sostiene a la formación comunitaria, tampoco a la formación gamonal, es marginal a estas formaciones, empero llega a sostener al Estado. En los primeros años de la república es el tributo indigenal el que sostiene al Estado, cuando la explotación minera de la plata se articula al mercado mundial de manera más sistemática, es la economía de la plata la que sostiene al Estado. Algunos economistas caracterizaron a esta forma de inserción capitalista en la periferia como de economía de enclave. El perfil de la descripción de estas formas económicas parece adecuarse a la caracterización de enclave, por su poca o ninguna incidencia en el mercado interno y en la evolución del desarrollo capitalista nacional, también por su estrecha vinculación con los puertos y las sedes extraterritoriales

de

acopio

de

materias

primas,

los

países

industrializados. Sin embargo, no se termina de responder a las preguntas que derivan de las vinculaciones necesarias entre la supuesta economía de enclave y las otras formaciones no capitalistas y pre-capitalistas. Los mitayos y trabajadores mineros provienen o de las comunidades o de las ciudades, los patrones, ingenieros, técnicos y capataces provienen de las familias hacendadas o de las clases medias altas de las ciudades. Las vinculaciones sociales, económicas y demográficas están dadas, los contactos culturales también, los circuitos monetarios lo mismo. ¿Cómo se han afectado estas composiciones sociales, económicas y culturales? Esta es la pregunta. Las respuestas dependen de investigaciones históricas. Después de 1985 las condiciones económicas han cambiado en Bolivia, la privatización de las empresas públicas, la capitalización de las empresas estratégicas, la entrega de las reservas minerales e hidrocarburíferas a las

empresas

trasnacionales,

modifica

el

mapa

económico.

La

implementación de la flexibilización laboral, la transferencia de los fondos 84


del seguro social a bancos privados, al fondo de pensiones, la transferencia de las acciones de los bolivianos de las empresas capitalizadas al fondo de pensiones, en términos de fideicomiso, la ley de participación popular, la ley de reforma educativa, las reformas del Estado, las reformas constitucionales y las reformas judiciales, modifican el mapa social y político de Bolivia. La formación económica, social, cultural y territorial se ve alterada por el efecto de estas medidas y sus consecuentes transformaciones. La caracterización de la formación social en este periodo debe partir de la condición económica, social y cultural en el contexto de la globalización. La persistencia de lo comunitario, las estrategias de reterritorialización de los ayllus y comunidades indígenas de la Amazonia y el Chaco, no es que vuelve a plantear una dualidad en las estrategias sociales, sino mas bien, expresa la inmanencia de las formaciones comunitarias en la historia de la formación social boliviana. Su reaparición con los movimientos sociales plantea la inquietante emergencia de lo colectivo en contradicción con las formas privadas del capitalismo, en antagonismo con las formas de captura del Estado. La formación social en el presente plantea una composición en concurrencia. Se puede decir que se tiene una matriz comunitaria, que no sólo radica en el área rural sino que se ha trasladado a las urbes. Esta matriz comunitaria tiene su procedencia, pero también su propia genealogía, sus discontinuidades, sus emergencias y sus actualizaciones. No es la misma adecuación, tampoco la misma adaptación, en los distintos espacios, en los distintos escenarios. En unos casos se conserva la propiedad colectiva de la tierra, en otros, a pesar de haber perdido la propiedad colectiva y adquirido la forma de propiedad familiar, fragmentándose el predio, en la medida que la propiedad pasa a los hijos, la redes familiares, de parentesco, las alianzas, las redes sociales, atraviesan los fragmentos articulándolos en territorialidades amarradas, recorridas por flujos, por circuitos, que parecen buscar la complementariedad perdida. A momentos la comunidad parece rearmarse en los barrios, sobre todo cuando se 85


producen movilizaciones, cuando el barrio recurre a la junta de vecinos, delibera en asambleas y marcha en las calles, bloque ocupando su propio territorio, sacándola de la administración estatal o municipal, llevándola a una administración propia, a una especie de autogestión, aunque ésta se dé de manera momentánea. Este fenómeno se da en envergadura cuando sucede en la extensión de una geografía que abarca ciudades y comunidades. A estas emergencias comunitarias las podemos llamar desterritorializaciones desplegadas desde las estrategas comunitarias, despliegues que atraviesan la geografía política y el mapa institucional. Estos procesos de desterritorialización pueden derivar en procesos de reterritorialización si se da un reconocimiento constituyente a las formas comunitarias y colectivas de gestión social. La otra cara de la medalla se da a través de las inserciones a los procesos de globalización. Estos procesos son de carácter político, a través de las reformas estatales que supeditan la soberanía nacional a la soberanía del nuevo orden mundial, que legitiman la maquinaria de dominación a nivel mundial mediante los procedimientos de globalización. Estos procesos son también obviamente de carácter económico, la expansión capitalista en su ciclo vigente ha creado un mapa de acumulación en forma de red, el capitalismo empieza a funcionar de forma desterritorializada. Sin embargo, los Estados de las potencias imperiales, que son las formas institucionales

de

la

reterritorialización

del

capital,

tratan

conservadoramente replantear y fijar los recorridos de la centralización del capital. Esta situación es una muestra clara del enunciado marxista que dice que las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones de producción. Dicho de otro modo, que las formas cooperativas de la producción entran en contradicción con las formas privadas de apropiación. Los procesos de globalización se dan también en el campo ideológico, una modernidad líquida, como nombra Zygmunt Bauman, se impone en las costumbres y en las representaciones 86


sociales51. Las sociedades interiores de los Estados subalternos sufren incorporaciones de fragmentos sociales, que se consideran privilegiados, al mapa transversal de la sociedad global, mapa conectado por la velocidad del transporte, las comunicaciones y la informática. Pugnan entonces en la nueva configuración de la formación social, la emergencia comunitaria local y nacional frente a un capitalismo desterritorializador y su forma de reterritorialización imperial de los procesos de globalización. En el medio quedan los fragmentos de los deshechos, el Estado-nación, la sociedad pretendidamente moderna, en realidad mestiza y ambivalente, que mezcla la herencia colonial con el teatro moderno, que es un teatro político, combinado con una imitación grotesca de la racionalidad instrumental eurocéntrica y norteamericana.

51

Zygmunt Bauman: Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica 1998. México. También del mismo autor La globalización. Fondo de Cultura Económica 1999. México.

87


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