Los escritos que hemos venido presentando son instrumentos de combate o, por lo menos, pretenden serlo. Son escritos activistas, en los decursos actuales de las luchas libertarias. Se desentienden de la ceremonialidades del poder de la academia, que reproduce los ritos apologéticos; enalteciendo no el contenido de lo que enaltece, sino el lugar del poder, que legitima la academia; como institución cómplice del poder, a pesar de su finta de criticarlo e interpelarlo.
No es, de ninguna manera, nuestra principal preocupación, esta institucionalidad de los saberes y de las ciencias, donde se cristaliza la legitimación del poder, por las vías de las formaciones discursivas, con pretensiones de verdad; sobre todo, porque la academia reproduce estructuralmente lo que es el poder. La simulación a través de las jerarquías, y de los simbolismos, ungiendo el lugar y la apología; pretendiendo que eso es el saber. Es solamente el saber institucionalizado; es decir, la parte intelectual.