TABLA DE CONTENIDOS
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Laboratorios ciudadanos: ¿Emergencia de una nueva institucionalidad? Adriana Narváez Cote
Jairo Alejandro Ríos Murillo
Desigualdad, declive institucional y crisis de desconfianza en América Latina
Redes sociales para la educación: El caso de “Una politóloga”
Alejandro Espí Hernández
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Lecciones de las elecciones: México tras la pandemia y disrupción política
El futuro de los Influencers ¿Los Nuevos Políticos? Pedro Chávez Valverde
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Marisol Melissa Cuellar Morales
Edición N° 22. Noviembre 2020
NOTA EDITORIAL Entendiendo la importancia del rol de los partidos políticos y las organizaciones sociales en el fortalecimiento democrático y aprovechando el impacto y el alcance de las nuevas tecnologías, RED INNOVACIÓN facilita oportunidades para intercambios claves con el objetivo de contribuir al fortalecimiento de las organizaciones políticas. De igual forma, permite compartir con reconocidos líderes y prestigiosos académicos de la región mediante diferentes medios presenciales y virtuales para abrir un espacio de debate e intercambio de experiencias y buenas prácticas aportando a la resolución de problemas y el fortalecimiento de la democracia. La revista RED INFORMACIÓN es un esfuerzo institucional para construir un pensamiento democrático, hacer un aporte al análisis de los partidos sobre sus retos, sus procesos y avances.
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Laboratorios ciudadanos: ¿Emergencia de una nueva institucionalidad? Adriana Narváez Cote Venezuela Abogada de la Universidad Central de Venezuela con Máster en Estudios Políticos y Gobierno en la Universidad Metropolitana. Se ha desempeñado en cargos directivos en organizaciones no gubernamentales y de coordinación en la Asamblea Nacional Venezolana.
L
a coyuntura global que se vive a raíz de la pandemia por la COVID-19, nos ha obligado a ver el elefante blanco que no queríamos reconocer. En efecto, la institucionalidad pública, tal como está concebida, no logra dar respuesta a los grandes retos que afronta la humanidad. Ante ello, se ha hecho evidente la premura por pensar en alternativas para la gestión pública tradicional. Las medidas de distanciamiento social también han servido para darnos cuenta de la necesidad que tenemos los seres humanos
de relacionarnos, generar espacios de encuentro y, bajo la lógica de la creatividad y la colaboración, idear soluciones que den respuesta a estas problemáticas comunes que afrontamos. La llegada de la era digital y la inminencia del mundo post pandemia, abren las puertas a la emergencia de nuevas formas de organización social. Con el fin de explorar esas nuevas formas, surgen los llamados laboratorios ciudadanos que promueven la innovación y cocreación colectiva.
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Experiencias exitosas Los laboratorios ciudadanos no son una invención a raíz de la pandemia, tienen años realizándose en distintos lugares del mundo y podemos encontrarlos de diversos tipos: medialabs, citilabs, hacklabs, maker spaces, living labs, entre otros. De las muchas experiencias exitosas de laboratorios ciudadanos, me gustaría resaltar tres de ellas: la primera por la ubicación geográfica y la temática, la segunda por la naturaleza de los actores que participan y la tercera por el proceso de relevo que se gesta entre quienes comparten unos mismos intereses. Medialab CIESPAL1, el primero, es un proyecto ecuatoriano que busca soluciones a los desafíos de la intercepción entre la comunicación y el internet. Para ello, reúne comunicadores, desarrolladores, investigadores,
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https://www. medialab.ciespal.org https://www.medialab-prado.es/programas/madridescucha 2
activistas y gestores comunicación.
de
la
CivicTech es uno de sus proyectos, con el que han convocado a jóvenes para presentar propuestas de tecnología cívica, inteligencia artificial y social, plataformas de datos abiertos, software libre y mapeos colaborativos. La segunda experiencia es Madrid Escucha2, una iniciativa española que se presenta como un espacio de experimentación entre funcionarios municipales y ciudadanos. De allí surgió el proyecto “Tómate un descanso”3, el cual detectó la existencia de calles con gran desnivel en una zona en la cual la mayor parte de su población pertenece a la tercera edad. El proyecto buscó diseñar un prototipo de asiento o banco abatible que pudiera sujetarse a la pared, o a cualquier elemento de soporte público, para colocarlos en calles y aceras y que pudieran ser utilizados por 3
https://www.youtube.com/watch?v=fxWdUWW2faw
personas mayores, mujeres embarazadas o personas con discapacidad. CoderDojo4, por su parte, nació en Irlanda y se ha convertido en un movimiento global que hasta ahora agrupa 2.295 clubes, en los cuales niños y jóvenes aprenden a programar. Fue concebido no solo para brindar cursos, sino para crear espacios de aprendizaje colectivo donde los niños y jóvenes se encuentren y aprendan con personas que comparten intereses similares. Funciona con el apoyo de voluntarios y mentores, algunos con habilidades técnicas que contribuyen en el proceso de aprendizaje y otros que, principalmente, guían a los participantes a descubrir cómo avanzar por su cuenta. Una de las experiencias más fascinantes de este proyecto radica en el hecho de que los niños participantes crecen y se convierten en voluntarios y/o
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mentores del proceso aprendizaje de otro.
de
Medialab Ciespal, Madrid Escucha y CoderDojo son apenas tres ejemplos de la variedad de temas, actores y lugares en los cuales se están implementando estos modelos y lo que es posible a través de ellos. Imaginemos una plataforma en la cual cada laboratorio puede compartir sus experiencias y los prototipos surgidos de sus procesos de experimentación, todo ello como recursos abiertos. Si codificamos con machine learning, podemos crear un espacio que identifique las mejores prácticas, las combine y las ponga a la disposición del usuario que navega en el site como una oportunidad de réplica en sus comunidades. Gestionar incertidumbre
juntos
la
Desde luego, todas estas experiencias se han desarrollado
https://coderdojo.com/es-ES
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en ambientes cargados de complejidad, unas ciudades con índices de desarrollo y fortaleza institucional más elevada que otras. Pero todas con cuestionamientos comunes: cambios sociales, crisis políticas, desconfianza hacia la institucionalidad, viejos modelos de gobernanza y de participación social. Todo ello son expresiones de una grave crisis que afrontamos como comunidad global; tal como afirma Daniel Innerarity, nuestra sociedad “es cada vez más consciente de su no-saber y que progresa, más que aumentando sus conocimientos, aprendiendo a gestionar el desconocimiento en sus diversas manifestaciones”5. Uno de los grandes retos que se nos presentan reside en que nunca podremos eliminar completamente la incertidumbre; si aceptamos eso, tenemos entonces la opción de transformarla en 5
https://elpais.com/diario/2008/10/07/opinion/122333 0404_850215.html
riesgos calculables y en oportunidades de aprendizaje.
“En la medida que se dejan
entrever elementos que tejen a la ciudadanía, la interdependencia es quizá uno de los grandes aprendizajes que nos está dejando la crisis de la Covid-19. Las personas dependemos mutuamente.” La interdependencia, sin embargo, trae consigo relaciones preocupantes: contaminación, inestabilidad, vulnerabilidad compartida, encadenamientos, viralización de amenazas; pero, por otro lado, nos aporta oportunidades para resolver problemas compartidos a partir del trabajo colaborativo entre los diferentes actores implicados, lo cual involucra no solo a los ciudadanos que hacen parte de una comunidad sino también a las instituciones públicas. La pandemia que vivimos es quizá la mejor expresión de esta
interdependencia. Todos los países del mundo, sin importar sus niveles de progreso, han sido vulnerables a un mismo virus que ha puesto en jaque incluso a los sistemas sanitarios más avanzados. La buena noticia es que, así como compartimos la vulnerabilidad, también tenemos el potencial para ser más eficaces y eficientes tanto en la gestión de las amenazas como en la prevención y logro de objetivos comunes, si asumimos que no tenemos todo el conocimiento, que todos los actores suman en el proceso y que debemos estimular los procesos colaborativos. Sin embargo, la institucionalidad pública sigue anclada a formas tradicionales, en las que el Estado se asume como experto y el ciudadano como receptor pasivo de las soluciones, sin lugar para el aprendizaje, quienes conocen sus propios problemas, cuentan con limitados espacios de encuentro, colaboración, cocreación y diseño de
soluciones, lo que hace que las respuestas estatales a las necesidades sean poco pertinentes. Los ciudadanos poseen capacidades, recursos, conocimientos y habilidades que, combinadas, permiten, por un lado, elaborar ideas, experimentar y prototipar soluciones que responden a las necesidades particulares de su entorno y, por el otro, construir un “nosotros” que contribuya a generar identidad colectiva. De esta manera, comprender, aceptar y gestionar la incertidumbre en comunidad, lejos de mostrar debilidad colectiva, representa una oportunidad para que las comunidades puedan entenderse como entes vulnerables que necesitan de la interacción recíproca con su entorno para afrontar los diversos escenarios que se le presentan. Comunidades de práctica En sociedades venezolana,
como la donde 9
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encontramos problemas concretos de falta de confianza en las instituciones y altos niveles de polarización social, aspectos socaban el tejido social, los laboratorios ciudadanos son una potencial oportunidad para crear comunidades de práctica, generadoras de nuevos modelos de auto organización. Desde asociaciones de vecinos que se unen para gestionar la seguridad de los complejos habitacionales, pasando por grupos de protección de las áreas verdes o grupos de deportistas de la comunidad que organizan torneos de fútbol y ajedrez, los ciudadanos se interrelacionan por el placer de encontrarse, para gestionar problemáticas y co-crear propuestas que les aporten beneficios. Como señala Blanca Callén Moreu, los laboratorios ciudadanos “buscan crear comunidades de aprendizaje y de práctica donde ensayar colectivamente formas de autogestión, aprendizaje y
convivencia que reviertan en la mejora de la vida en común”. Si superar la pobreza como compromiso clave en el camino hacia la recuperación de la democracia se convierte en un objetivo compartido por los venezolanos, será fundamental que construyamos nuevamente una identidad colectiva. Los laboratorios ciudadanos, entonces, podrían ser catalizadores para, por un lado, juntar personas distintas en un hacer común y, por el otro, experimentar nuevas formas de gobernanza que puedan renovar la débil institucionalidad pública. Estos ambientes son idóneos para el intercambio, la generación de comunidad basada en la conexión con el entorno y el enfoque en los procesos más que en los resultados porque han sido concebidos como espacios de ganar-ganar, en los que participan de forma voluntaria personas con diversos perfiles para ensayar, observar, errar,
corregir y volver a experimentar, en fin, para co-crear. La cultura libre de estos modelos de organización promueve la interdependencia, no solo entre los miembros de una comunidad en particular, sino también entre diversas comunidades organizadas. De esta manera, las iniciativas y propuestas que surjan en un grupo pueden ser copiadas, transformadas, ejecutadas y alimentadas por otras comunidades. Algunos modelos o prototipos desarrollados en los laboratorios locales, por ejemplo, de San Cristóbal, pueden ser tomados de experiencias co-creadas en San Fernando de Atabapo, bajo la premisa del código abierto. Dado que la cultura de la proximidad es medular en la concepción de los laboratorios ciudadanos, ¿qué impacto tendría, en los procesos de democratización, la multiplicación y conexión de las comunidades de practica en
todo el nación?
territorio
Prototipo de institucionalidad: colaborativa
de
una
una nueva Gobernanza
Como vemos, los laboratorios ciudadanos pueden proveer espacios de producción de conocimiento social con potencial para transformar e influir en la institucionalidad pública.
“A partir de un ambiente
colaborativo, este modelo pone sobre la mesa la democratización y la horizontalidad como una lógica en la gestión de los asuntos públicos.” Llevando el concepto de las comunidades de práctica a un entorno global, es posible plantear la experimentación como una estrategia para el diseño de reformas institucionales que puedan convertirse en políticas públicas replicables. Desde el enfoque de que sean los propios ciudadanos quienes planteen y 11
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desarrollen propuestas de valor, las soluciones que provengan de su seno serán más atinadas y creativas para dar respuesta a sus necesidades particulares. Generar espacios para la experimentación ciudadana puede impulsar la creatividad, estimular la capacidad de adaptación, romper con los paradigmas que limitan el progreso de las sociedades, desafiar las formas tradicionales y estáticas de generar conocimiento y recrear un ambiente de colaboración y cocreación que promueva la interdependencia entre ciudadanos, comunidades e instituciones públicas. Los laboratorios ciudadanos representan una oportunidad de oro para desencadenar procesos democratizadores que, en sí mismos, se comportan como nuevos modos de gobernanza, más colaborativos y centrados en las personas, capaces de afrontar la complejidad de los retos locales y globales que afronta la humanidad.
Si la ola expansiva de los beneficios de estos laboratorios siguiera creciendo, ¿llegaría en algún momento a las instituciones públicas? ¿Podrían éstas reinventarse, al igual que las comunidades, y dar espacio a modelos de gestiones más interdependientes, democráticos y colaborativos?
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Lecciones de las elecciones: México tras la pandemia y disrupción política
Jairo Alejandro Ríos Murillo México Abogado, en la actualidad trabaja en el CDE del PAN para el juvenil del partido, formador juvenil y consejero estatal y nacional de Acción Digital.
E
n México tuvimos elecciones en dos estados el pasado domingo 18 de octubre, en Coahuila se eligió un nuevo congreso local mientras que en Hidalgo se eligieron alcaldías, es el primer ejercicio electoral que nuestro país ha tenido con la pandemia del COVID-19, y muchas lecciones sobre los procesos y democracia en tiempos difíciles. Primeramente nos enseña que todas las voces y vidas son importantes, y es mejor garantizar siempre la seguridad de las personas antes que arriesgarlas a una situación que pueda comprometer su integridad.
Les daré una muestra de esto, las campañas locales antes del COVID estaban proyectadas para iniciar 25 de abril en ambos estados, siendo la elección el día 7 de junio sin embargo a situaciones extraordinarias, medidas extraordinarias, pues el 28 de febrero se dio a conocer el primer caso de coronavirus en México y eso cambio todo, ciertamente en el mundo ya era conocida la enfermedad de Wuhan para esa fecha, pero eran desconocidas muchas cosas, y había muchos mitos y tabúes sobre esta situación y sobre lo que pasaría. Los órganos electorales estaban un poco inciertos sobre estos
hechos, con poca preparación, los partidos por igual, la sociedad en general estaba desconcertada. En México si teníamos una experiencia en tiempos modernos con enfermedades pandémicas, pero no habíamos visto una enfermedad que congelara al mundo de golpe como lo es el COVID, habíamos salido de la influenza H1N1 a finales de los 2000 cuando mi país fue el punto cero de esa enfermedad. Tuvimos lecciones de esa ocasión, tras un llamado al confinamiento se hicieron múltiples ajustes, pensábamos que con 15 días en nuestros hogares frenaríamos la curva epidémica, sin embargo eso no paso, y las elecciones tuvieron que postergarse, el 3 de abril los organismos electorales dieron a conocer esto y fue momento de hacer ajustes en todo, hacer nuevos cálculos, hacer nuevas propuestas; las preocupaciones que de por si en el país eran catastróficas en cuanto a la economía y seguridad se le agrego el factor salud a la
formula principal de las necesidades del electorado. No sabíamos exactamente como llevar el proceso, que agendas construir ahora, cómo convencer al elector, cómo hacer la proximidad con los votantes, las medidas para hacerlo eran inciertas. Tras la llegada de información, de estudios y de muchos análisis, en México se esperó a ver como otros países como Serbia o Republica Dominicana salían adelante con sus procesos electorales para poder tomar una postura sobre cómo llevar a cabo una elección, mientras también esperábamos un llamado a rehacer nuestras vidas con normalidad, que se convirtió en la nueva normalidad, pues a nuestro outfit se agregó un cubre bocas, el tomarnos la temperatura, el nivel de oxígeno en la sangre, y la desinfección constante de nuestros insumos. Con todos esos factores se rediseñaron estrategias, planes de campaña y hasta las estructuras y relevancia, 15
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aprendimos a usar plataformas de transmisión online para poder organizarnos, para poder planear ocupamos más que nunca de la creatividad y la disrupción en nuestras mentes, para poder actuar necesitamos como nunca de la voluntad y de buenos hábitos con un toque de gel antibacterial. Vimos los primeros resultados del mundo en materia electoral y comprendimos una cosa, la política evoluciono, evoluciono hasta el punto de que la proyección digital de los candidatos fuera primordial, de que la reputación online de los partidos fuera esencial y de que la organización en los organismos electorales fuera inminente y certera. Por primera vez tuvimos mitin sin una audiencia multitudinaria, si no con usuarios comprometidos, arranques de campaña con donde las tarimas y los pódiums eran cosa del pasado y donde la pantalla verde podía ser un aliado indiscutible.
Células y operación territorial de forma compacta, pero más precisa, evoluciono el impacto mediático por la precisión electoral. Representantes de casilla con orientación grupal y multitudinaria por un zoom, elecciones que se encarecieron sí, pero por cuidar a nuestros ciudadanos pues implico la compra de insumos sanitarios que no habíamos visto antes, protocolos de votación más estandarizados y perfeccionados, con nuevas tecnologías integradas como votos electrónicos o la confianza para con el ciudadano para que trajera por su cuenta su propio marcador para votar. Al final los resultados fueron sumamente interesantes, pues si bien hubo una caída en la participación del electorado que no rebaso el 50% en ningún estado, los procesos parecieron mejor organizados y cuidados que si hubiera sido un proceso ordinario antes de la pandemia.
En grandes términos esos fueron los cambios de las elecciones, pero ¿Cuáles fueron sus lecciones? 1. Siempre debe estar primero la vida y salud del electorado antes que fines políticos fríos. 2. Las agendas políticas deben de tener siempre una constante innovación y ser visionarias pues el manejo y resultados de los partidos sobre la pandemia afectaron directamente el ánimo de la ciudadanía, generando cólera o esperanza a un mejor mañana. 3. Los bunkers de los candidatos se volvieron ya no en salas cerradas como las de Churchill, si no en foros digitales más instantáneos para su respuesta y atención gracias a los medios digitales, la evolución en este sentido y su inmediatez puede hacer ganar elecciones pues es adaptarse o perder en la política. 4. La operación territorial debe ser quirúrgica, con perfeccionamiento y mayor
dispersión de activos en concentrados más pequeños que nos permitan mayor cobertura y apelar menos al factor “percepción multitudinaria”. 5. El cuidado humano de la campaña también gana, pues la transmisión de confianza al elector de una persona responsable ante la situación compleja favoreció más que nunca a quienes manifestaron su conciencia y congruencia ante la crisis sanitaria. 6. Las estrategias y la comunicación digitales hoy en día están teniendo auténticos laboratorios como no se había visto antes pues los recursos publicitarios en su mayoría tuvieron que dedicarse a este rubro, pues la correcta aplicación de algoritmos de penetración en redes y medios digitales impacto de forma más directa que los medios tradicionales. 7. La cercanía con el electorado se estará basando en su mayoría al concreto manejo
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de bases sólidas y de atención inmediata. Los partidos hoy tienen que aprender en especial de los call centers y de las áreas de atención al cliente de las empresas, pues quienes lo hacen bien tendrán la virtud de sentirse cercanos a sus electores. 8. Los organismos electorales tienen en sus manos el innovar y proponer un cambio del paradigma electoral, con herramientas más modernas de votación con votos electrónicos o con votaciones en línea como lo son en Estonia, esto claro para las áreas con cobertura amplia de internet, y buscar mecanismos seguros para los lugares donde la cobertura de internet no es una garantía, y para eso deberán procurar mecanismos más especializados y protocolos sanitarios más concretos. 9. Los candidatos deben trabajar en especial en su reputación online, componiendo equipos más
sólidos y especializados en comunicación digital, big data y community managers. 10. La mayor lección que yo veo es la de la humildad, pues estas elecciones y procesos en América latina y el mundo nos están mostrando que no hay rivales pequeños y que ante la pandemia ganara que el que se sepa adaptar, el que sea creativo y congruente. Veo un futuro distinto a lo que imaginábamos, un 2021 muy disruptivo en cuanto a política y elecciones, la pandemia nos trajo varias oportunidades, y en la cuestión democrática esta es una oportunidad de oro para todos, la oportunidad de reinventarnos, de ser más cercanos y de priorizar más que nada el bienestar social antes de la frivolidad política. Veo esperanza en encontrar una cura y regresar a nuestras vidas, pero eso solo lo haremos juntos, sociedad y gobiernos, partidos y electores, organismos y ciudadanos.
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Desigualdad, declive institucional y crisis de desconfianza en América Latina Alejandro Espí Hernández España Politólogo. Máster en Relaciones Internacionales Ibero americanas. Experto en Comunicación Política e Institucional y en oratoria. Docente e investigador universitario. Es concejal en el Ayuntamiento de Los Montesinos (Alicante) desde el año 2015 y embajador en España de la organización internacional Jóvenes Iberoamericanos.
A
mérica Latina es una región heterogénea constituida por países distintos entre sí, con trayectorias históricas propias forjadas a través de los siglos y que han ido dando origen a naciones y culturas distintas. La región no constituye una unidad cultural pese a compartir idioma y espacio geográfico, sino que es un cómputo de realidades culturales y sociales. No obstante, si bien cada país desarrolla unas dinámicas y acontecimientos propios, existen fenómenos análogos a
todos o la inmensa mayoría de países. La región vivió en el siglo pasado diferentes transiciones a la democracia muy imperfectas y distintas entre sí. Por primera vez en la historia, América Latina llegó a sumar 18 democracias funcionando simultáneamente. Unas democracias que con el paso de los años y los diferentes gobiernos, han ido mostrando sus debilidades y, en muchos casos, derivando en graves y prolongadas crisis institucionales, políticas y democráticas que han mermado
la confianza ciudadana hacia la democracia y sus instituciones. En la actualidad, la problemática central en la región no es tanto la demanda democrática, sino una falla masiva de la élite política, fundamentalmente por la ausencia de liderazgos, los problemas institucionales, el hermetismo de los partidos políticos, y las malas praxis con la gestión pública. Esta situación ha derivado en unas crisis de confianza ciudadana hacia las instituciones democráticas, especialmente en la década de 2010 que se suma a las condiciones de desconfianza estructural propias de América Latina. Venimos asistiendo en estos últimos diez años a un declive persistente y continuo de confianza hacia todas las instituciones democráticas. La confianza de los latinoamericanos hacia los gobiernos, atendiendo a los datos de la Corporación Latinobarómetro, ronda en la actualidad en torno a 20-30
puntos, mientras que en 2009 el promedio era de 60 sobre 100. Es decir, ha disminuido en una década la confianza hacia los gobiernos en unos 30 puntos, incluso en países como Uruguay o Costa Rica. Partidos políticos Esta situación de desconfianza hacia las instituciones ha provocado un aumentado de las personas con posiciones tibias respecto al apoyo a la democracia y ha disminuido quienes la apoyan, llegando en 2018 a desplomarse por debajo del umbral del 50% el porcentaje de apoyo a la democracia, el mínimo histórico, según datos del Latinobarómetro. Por el contrario, viene creciendo el número de personas en la región que muestra preferencias por regímenes no democráticos o gobiernos autoritarios. La confianza hacia los partidos políticos es muy variable en Latinoamérica. Si bien nunca ha habido una edad de oro al 21
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respecto, actualmente los niveles son muy bajos. La identificación partidista también ha caído, incluso en aquellos países donde existía una alta identificación, como es el caso de Chile.
“Estos años de experiencia
democrática han sacado a relucir la falta de democracia interna en los partidos, que, además se han mostrado poco transparentes en el manejo de sus cuentas.” Paradójicamente los partidos han sido los grandes responsables de generar la sensación de que todos son iguales, pero a su vez son los primeros en verse afectados por la desconfianza de la ciudadanía. Ello ha provocado un aumento de la fragmentación partidaria. Continúan apareciendo nuevos partidos políticos intentando ocupar espacios ideológicos o programáticos que han quedado vacíos o que nunca se han ocupado.
La literatura especializada otorga denominación a estos partidos como “partidos nicho”, por ejemplo, aquellos que nacen focalizados en materia de medio ambiente o animalista, un aspecto poco o nada articulado por los partidos. Otro de los efectos de la desconfianza es el aumento de la volatilidad, que se entiende como el grado de lealtad de los electores hacia los partidos políticos, y que, con su tendencia al alza, contribuye a generar mayor inestabilidad. Dentro de esta situación, se ha observado en la región un incremento de la polarización, que es un medidor que captura la distancia entre los partidos políticos que ocupan distancias lejanas entre sí. Esta polarización ha aumentado y ello se aprecia en la mayoría de los países, donde han emergido partidos y liderazgos ubicados ideológicamente en extremos, fundamentalmente de extrema derecha neo-patriótica (ej.: Cabildo Abierto en Uruguay, Bolsonaro en Brasil), y otros de
tipo outsiders o populista (ej.: Bukele en El Salvador).
“No obstante, la polarización no es necesariamente negativa, dado que puede contribuir a que los partidos den menos peso a los personalismos y se estructuren de otra manera.”
Algunos trabajos vienen observando que sociedades polarizadas tienen mejores niveles de satisfacción con la democracia. En cualquier caso, el mal rendimiento de muchos gobiernos en la implementación de políticas y definición de políticas, ha llevado a que la población experimente la polarización. Una crisis de desconfianza sustentada en la desigualdad América Latina es la región con mayor desigualdad y la más desconfiada hacia los demás y hacia las instituciones. Ocho de los diez países más desiguales del mundo están en Latinoamérica, según el Banco
Mundial en 2018. La democracia defrauda las expectativas de una mejor vida y un mejor bienestar, generando como consecuencia un círculo vicioso de desigualdad, descontento y frustración entre la ciudadanía. Unas de las peculiaridades sistémicas y estructurales de la región es la desigual distribución del ingreso, que se percibe cada vez como peor, siendo ello una de las causas principales de la desconfianza hacia las instituciones. No es suficiente con generar crecimiento, sino que resulta imprescindible, y así se demanda, una redistribución más equitativa y justa. Se observa una queja creciente en la última década: la consideración de que se gobierna para unos cuantos poderosos en su beneficio. Es ésta la segunda pata de la queja profunda que tiene la región contra sus democracias. No estamos en el presente ante un escenario donde la ciudadanía rechace la democracia, sino que hay demanda de una mejor 23
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democracia en una doble vertiente: con mejor distribución de ingresos y que no se gobierne para los poderosos. Llegados a este punto cabe repensar el pacto social. La pandemia de la COVID-19 no ha hecho sino recrudecer las desigualdades estructurales existentes antes de la pandemia. Desigualdades que no son solo riqueza y patrimonio o ingresos, sino aquello que la gente percibe también como desigualdad o injusticia: el acceso a la salud, la educación, el transporte, la desigualdad en los barrios, la concentración del poder político y la impunidad, la desigualdad territorial (centroperiferia, rural-urbano), la desigualdad entre ciudades, y la desigualdad de género. En definitiva, América Latina atraviesa en la actualidad un periodo donde sus democracias presentan grandes crisis de legitimidad, erigidas sobre una desigualdad estructural que fractura a las sociedades latinoamericanas desde hace décadas. La desconfianza de la
ciudadanía, y en especial de los jóvenes hacia la democracia y sus instituciones, obliga a acometer las reformas necesarias para dar una respuesta a las tres principales crisis actualmente presentes en Latinoamérica: la económica/desigualdad, la político-democrática y la sanitaria; con el propósito de mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y devolver la confianza en lo público. Reformas profundas de tipo económico, tributario, social y del aparato del estado que son difíciles de implementar en una región que tiene problemas no solo económicos y de desigualdad, sino también problemas de gobernanza cada vez más complejos. Los ejecutivos se ven con dificultad para llevar adelante sus agendas ante la debilidad de los sistemas de partidos y la pérdida de credibilidad que acusan en el presente las instituciones democráticas y sus actores. La Agenda 2030 de Naciones Unidas marca un camino claro
de hacia dónde deberían ir focalizadas las políticas públicas en la región en los próximos diez años. Los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (ODS) constituyen una meta, que exige políticas transformadoras, reformas estructurales y compromiso más allá del corto plazo para avanzar en la corrección de las desigualdades, en poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas. Siendo capaces de garantizar la prosperidad de la ciudadanía latinoamericana, ésta podrá volver progresivamente a confiar en la democracia y sus instituciones.
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Redes sociales para la educación: El caso de “Una politóloga” Marisol Melissa Cuellar Morales Perú Profesional Ciencia Política en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, actualmente trabajo como consultora independiente para organizaciones políticas en democracia interna y es creadora de contenido en redes sociales sobre política y promoción de participación.
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egún la encuestadora IPSOS (2019)6 solo el 21% de peruanos se encuentra muy o bastante interesado por la política del país, mientras que un 46% está poco o nada interesada en ella, si bien estas cifras corresponden a la realidad peruana muestran una tendencia común al día de hoy en las Américas7. Realizar un diagnóstico de todas las causas que han generado esta situación nos llevaría varias horas de conversación. Las 6
Publicada por el diario El Comercio https://elcomercio.pe/politica/67-peruanos-identificapartido-politico-comercio-ipsos-noticia-ecpm-637880noticia/
malas gestiones gubernamentales, los escándalos cada vez más frecuentes de corrupción, los desempeños políticos evaluados negativamente son algunas de las respuestas, sin embargo, para el desarrollo de este escrito es importante centrarse en el cómo se lleva a cabo la socialización de conocimientos respecto a política y la generación de espacios o comunidades de aprendizaje respecto a ella.
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Informe del Barómetro de las Américas, página 133, disponible en https://iep.org.pe/wpcontent/uploads/2020/08/Cultura-pol%C3%ADtica-dela-democracia-en-Perú-y-en-las-Américas-2019.Informe-1.pdf
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El desinterés ciudadano El panorama previo que antecede al interés ciudadano sobre política tiene un gran reto referido a la desafección, si se les pregunta a las personas su opinión respecto a la política como concepto general muchas responderán que la consideran aburrida, que no les genera interés, que no la consideran útil, que no les genera efectos inmediatos, entre otras usuales respuestas. Estamos constantemente exhortando a los ciudadanos a que se informen y participen en política pero ¿Qué tan fácil y accesible resulta buscar información sobre lo que sucede en la política del país? ¿Qué espacios y medios tenemos para dicha acción? ¿Resultan cómodos y adecuados? ¿Qué podemos hacer para mejorarlos? Estas interrogantes son claves en la medida que constituyen el primer paso a cumplir para promover el involucramiento ciudadano y la participación
política que ameritan previamente un conocimiento sobre aspectos básicos de la política. Si bien las metodologías tradicionales de enseñanza/aprendizaje (caracterizadas por un emisor que expone un mensaje a través de un documento o apoyo) han resultado claves para nuestra formación básica, en un contexto de descontento y desencanto ciudadano se puede optar por la diversificación de estrategias y canales de socialización que motiven la búsqueda de información y posterior participación política. El afloro de las redes sociales No es sorpresivo lo que ha significado el boom de las redes sociales en nuestra vida cotidiana, según el Barómetro de las Américas (2018/2019) Facebook es la red social más usada en Perú, el 61% de la población en edad de votar (18 años o más) tiene una cuenta y un 66.8% de sus usuarios
reportan ver información política en la plataforma alguna veces, estas métricas son claves para dar soporte a la idea de implementar nuevas estrategias de difusión de conocimiento que se pueden llevar a cabo en espacios digitales no convencionales. En ese marco nace “Una politóloga”, iniciativa digital que busca difundir conocimiento respecto a la política peruana usando las redes sociales y sus herramientas interactivas. Si bien tiene presencia en varias plataformas, Facebook ha resultado el medio más útil para dicha labor, diariamente hay contenido audiovisual que aborda sucesos políticos o brinda información de interés para los ciudadanos.
las plataformas y de éstas mismas. El contenido creado tiene que ser dinámico, atractivo visiblemente y sencillo de comprender a fin de que resulte relevante para los seguidores y pueda ser compartido por ellos a fin de llegar a un mayor número de personas y garantizar alcance. No se trata simplemente de replicar las estrategias institucionales y llevarlas a las redes sociales sino que se debe buscar comprender el funcionamiento de estas nuevas dinámicas desde el lado del usuario y de la red. Contenido difundido en Una politóloga
Detrás de la creación de contenido para redes sociales que abordan la temática política tiene que haber toda una estrategia adaptada a las características e intereses de los seguidores que interactúan con
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Se pueden usar memes para reflejar situaciones políticas, carruseles de imágenes que desarrollen información básica para un proceso electoral desde la óptica ciudadana, videos tutoriales que enseñen como usar programas gubernamentales para informarse sobre la gestión de autoridades, publicaciones gráficas que muestren de forma sintética lo que sucede en la coyuntura política y así enumerar muchos más recursos disponibles. Contenido difundido en Una politóloga
Memes como recurso
La idea de crear “Una politóloga” nace a raíz del Referéndum 2018, un suceso político importante que se realizó en Perú, fue una consulta ciudadana de carácter nacional que surgió de forma imprevista y que ameritaba que la ciudadanía estuviera enterada sobre 4 reformas constitucionales que se iban a someter a aprobación o rechazo popular, por la premura del tiempo y la tecnicidad de las propuestas a solo días de la consulta un gran porcentaje de la población no conocía el fondo
y los puntos básicos de las reformas que iban a votarse. Decidí crear la página en Facebook con la finalidad de ayudar a que mis amigos y familiares entendieran de forma más sencilla sobre el contenido de las reformas y pudieran acudir a las urnas con la información suficiente. Perú es un país caracterizado por tener sucesos políticos inesperados, nos ha tocado vivir el enfrentamiento constante entre poderes del Estado, la renuncia de un presidente, la asunción de un vicepresidente, la disolución de un congreso y nos encontramos en una permanente situación de crisis política e inestabilidad que genera desconcierto en la población y por ende búsqueda constante de información que la página “Una politóloga” ha intentado proveer de la forma más dinámica y amigable posible. Al día de hoy la cuenta principal tiene más de 21000 seguidores y semanalmente
tiene la interacción de más de 50000 usuarios. Sin embargo, a pesar de los beneficios que puede traer el uso de redes sociales para llegar a la población, a la fecha son pocas las instituciones estatales y privadas que realizan campañas de socialización en materia política usando estrategias innovadoras, la mayor parte de organismos se han limitado a replicar los contenidos que transmiten en sus espacios de radio y televisión. Las herramientas digitales que hoy en día tenemos a nuestra disposición para comunicarnos constituyen en sí mismas un insumo poderoso para llegar a muchas personas en muy poco tiempo, existe variedad en los formatos y son totalmente gratuitas, estas plataformas constituyen nichos de ocio que pueden ser usadas exitosamente para educar y promover participación ciudadana.
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Se dice constantemente que debemos encontrar nuevas formas de abordar viejas problemáticas y sin duda usar correctamente las redes sociales para llegar a la población constituye una de ellas.
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Edición N° 22. Noviembre 2020
El futuro de los Influencers ¿Los Nuevos Políticos?
Pedro Chávez Valverde Perú Ingeniero economista. Magister en Gestión Pública. Cofundador del Centro Peruano para la Democracia. Miembro del Partido Aprista Peruano.
L
a canciller Ángela Merkel medita mirando al horizonte, con su imagen parcialmente reflejada en el vidrio brillante de la ventana, sobre cómo fue que en mayo de 2019 un joven de 26 años, sin mayor experiencia política, fuese el principal responsable del hecho que la CDU, pese a haber sido el partido más votado, perdiese 7,6 puntos en las elecciones europeas de ese año en Alemania, significando el peor resultado de su historia. Ese joven llamado Rezo, con 1.48 millones de seguidores en su canal Youtube, 418 mil
seguidores en Twitter y 1.05 millones de seguidores en Instagram había publicado, tres días antes de las elecciones, un vídeo de 55 minutos donde criticaba fuertemente a los partidos tradicionales, especialmente a la CDU, por no luchar contra el cambio climático y por generar desigualdad y no hacer nada por remediarlo. En esos tres días, el video obtuvo 13 millones de reproducciones. En otro lado del mundo, con un clima más soleado y tropical, el presidente Jair Bolsonaro ajusta el nudo de su corbata, levantando
ligeramente el mentón y observando de reojo en el espejo, mientras reflexiona sobre como un joven empresario y escritor de 32 años, dedicado a producir videos graciosos en internet, se ha convertido en uno de sus principales dolores de cabeza. El nombre del joven es Felipe Neto, cuenta en la actualidad con más de 60 millones de seguidores entre sus cuentas de YouTube, Twitter e Instagram y se convirtió en el más acérrimo crítico del gobierno brasileño, con tendencias semanales en sus redes. ¿De dónde salieron estos jóvenes?, pues de la era digital, son un par de ejemplos de los llamados influencers. Los influencers siempre han existido a lo largo del tiempo y de los siglos. Son sólo una forma de líderes de opinión que se han adaptado al entorno de la globalización. El surgimiento de nuevas tecnologías y los medios digitales ha fomentado la importancia de un nuevo tipo de
influencer, el de las redes sociales. El influencer actual surge a través de la creación de contenidos sobre temas de la vida cotidiana, sobre gustos, ideales, formas de ver la vida, etcétera. El gran impulso de los jóvenes milennial’s, dueños indiscutibles del espacio comunicacional en internet fue clave en su fama e incremento a nivel global, les dieron reconocimiento y prestigio traducido en millones de “me gusta”, “compartir”, comentarios, y por supuesto, seguidores. La pregunta que cae de madura es: ¿Serán los influencers actuales las nuevas figuras en dar el salto a las candidaturas políticas, así como lo hicieron en su momento los influencers del ayer, tales como artistas, deportistas, actores, periodistas, etc.? En mi opinión sí.
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¿Dónde se generan hoy las influencias? Los líderes mediáticos ya no están en la televisión o los periódicos, ahora están en las redes sociales. Incluso en temas políticos, YouTube, para citar un ejemplo, está desplazando a la propia televisión, la comunicación fluye en otro lado y cada vez con más fuerza. Algunos influencers son más vistos que cualquier “noticiero” de horario estelar. Vivimos en un mundo audiovisual, donde las imágenes son más fáciles de entender que el texto, y los mensajes en formato de vídeo, corto, entendible y divertido, lo son todavía más, convirtiéndose en una buena fuente, tanto de información como de entretenimiento. Los jóvenes son nativos digitales y su aldea global se encuentra en Instagram, Facebook, Twitter y YouTube, cuyos formatos se adecúan perfectamente a lo que les gusta, a lo que están acostumbrados y les interesa, es allí donde milennial’s y generaciones posteriores pasan
largas horas de su vida. Porque ya no solo influyen son las principales plataformas de interacción, que con el paso del tiempo se han convertido en los medios preferidos, sobre todo para los milennial’s. La preferencia política de igual modo, ya no se genera en los muros pintados con el nombre y slogan de los candidatos o con los mítines que congregaban miles de personas, todo eso está de capa caída. El nuevo espacio de influencia son las redes sociales. Tuits que se convierten en trending topics, vídeos que se virilizan y, cómo no, los influencers que, como parte de la sociedad, son parte de esto. El liderazgo de opinión ha dejado de ser exclusividad de las “voces autorizadas” de analistas o expertos políticos, pues ahora cualquier figura social en redes que cuente con un buen regimiento de seguidores puede movilizar su punto de vista con millones de reproducciones y contenido compartido.
El perfil de los influencers actuales Los influencers son los ídolos de las generaciones que van desde los milennial’s hacia adelante, acumulan millones de seguidores que esperan sus vídeos y leen sus mensajes en redes sociales. Una persona se convierte en influencer cuando su capacidad de movilizar a la multitud se extiende por diversas redes sociales y sitios web, incluso llegando más allá del ámbito digital, llegando a ser figuras de referencia cultural.
La característica principal de estos personajes es que tienen un gran carisma y predicamento en el mundo virtual. Los influencers que triunfan son los que entretienen, informan y dan sus opiniones desde la propia
red social, sin tener que salir de ahí, sin tener que ir a la televisión, siendo portátiles. Su éxito consiste en estar justo en el bolsillo de los jóvenes y hablar su mismo lenguaje, porque en su mayoría son contemporáneos. Asimismo, los que pertenecen a otras generaciones etarias y se han unido a la tendencia conocen perfectamente las necesidades de inmediatez y contenido comprimido que tienen los milennial’s y generaciones posteriores. En este sentido, ya es algo validado que un influencer que cuente con unos varios millones de suscriptores en Youtube y otros millones más de seguidores en Twitter, es capaz de actuar como referente y líder de opinión e influir en la opinión pública de un envidiable, sobre todo para los medios tradicionales, número de usuarios. Ahora bien, los influencers ganan su reputación gracias a que se expresan y comparten contenido sobre un tema en
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particular dando su opinión, aportando fuentes confiables o no, sus experiencias personales y su propia reflexión, que al final le permiten una cercanía con sus seguidores. Por supuesto, la conexión se fortalece por el nivel de interacción que ofrece la red, las estrellas del firmamento virtual bajan al llano, se humanizan fácilmente y hacen sentir a sus seguidores que son como ellos, los escuchan y muchas veces se convierten en sus portavoces. Todos estos elementos les dan mayor credibilidad y prestigio y legitimidad social. ¿Cómo
evolucionarán los influencers a la política? Por ahora, los influencers son captados a manera de personal de apoyo en faenas publicitarias políticas, para hacerlas virales. Todo jefe de campaña con un mínimo de comprensión de la realidad sabe que las generaciones más jóvenes confían en los influencers y toman en cuenta sus recomendaciones a la hora de
tomar decisiones. Muchos datos respaldan esta impresión hecha a priori. Por ejemplo, según GlobalWebIndex (2019), el 22% de los usuarios de internet de la Generación Z y el 20% de los milennial’s habían realizado una compra inspirada en una publicación de un influencer o celebrity de las redes sociales en el mes anterior a la encuesta. Muchos adolescentes y jóvenes también se informan a través de los influencers sobre temas importantes, se generan comunidades, se lucha por causas y se les da visibilidad, porque buscan personas con las cuales identificarse, que reflejen sus gustos, sus ideas, su forma de vestir, su forma de hablar, de pensar, sus opiniones y muchas veces sus aspiraciones personales. Entonces, la interrogante es obligatoria: ¿podría esta influencia llegar hasta el punto de incidir sobre sus decisiones políticas? Creer que los influencers sólo pueden actuar en la promoción de marcas o productos de
consumo es desconocer la realidad. Si hay un campo fértil para aplicar ese poder es el escenario político. ¿Por qué entonces no vemos aun a miles de influencers lanzarse a la política? Un alcance a la respuesta nos la puede brindar un reconocido youtuber y gamer español que hace poco dijo "A la hora de hacer comentarios en Twitter, cuando me seguía poca gente, opinaba lo que quería. Pero luego aprendí que ni política, ni religión ni fútbol". Es más, la evidencia confirma que, por el momento, en vez de ser orientadores de voto, muchos influencers prefieren involucrarse en causas sociales concretas, que son muy bien recibidas por su público cautivo, tales como la defensa de los animales, la protección del medio ambiente, los derechos LGTBIQ+, el feminismo, etc. Aquí es esencial no subestimar a los influencers como simples seres con fama repentina, pues son más críticos y socialmente
más sensibles de lo que parece, el fondo de los temas también es relevante para ellos. Los influencers referentes de los más jóvenes rara vez hacen apreciaciones políticas a sus millones de seguidores. Por el momento, la mayoría de influencers consideran que es tiempo de causas y no de casas políticas. Sus ideas, por tanto, son transversales y globales. Movilizan desde la sensibilización y el compromiso, no desde una propuesta ideológica clásica y predeterminada. Sin embargo, la delgada línea hacia la política no tangencial ya está siendo cruzada, empujada sobre todo por los asesores de marketing y campaña electoral de los actuales candidatos políticos. Es previsible que los reparos y la auto restricción actual de la mayoría de influencers sobre temas y asuntos políticos no será una valla en el futuro. En cuanto la inevitable madurez de pensamiento, que llega con la
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edad, de su público seguidor los inspire y convoque a representarlos en ese espacio vacío e incomprendido por la vieja política. En ese momento, muchos influencers con un millonario número de seguidores decidirán dejar de ser únicamente material de marketing ajeno para lanzarse por su propia cuenta a la arena electoral como candidatos. Para iniciar procesos de cambio, a veces basta que unos pocos empiecen a cruzar el camino con éxito, y eso ya está sucediendo. En Brasil, por ejemplo, el youtuber Kim Kataguiri, de 22 años, se convirtió en 2018 en la persona más joven elegida para el Congreso de ese país, además de utilizar los beneficios de su canal en YouTube para crear un partido político propio. El reto de los partidos políticos Hoy en día, cualquier influencer conocido previamente por temas no políticos, puede destronar, si así lo desea, a un partido en cuanto a su rol de ser puente real entre sociedad y
política, sólo comunicando a su caudal de seguidores, generando “tendencia” desde una cómoda habitación. Si los partidos y sus políticos no tienen ese nivel de éxito e influencia, ¿no es mejor invitar a los influencers a participar de sus filas como representantes? Es indiscutible que incorporar a una determinada tienda política algún elemento no experimentado, implica una serie de riesgos, pero, por otro lado, puede aportar muchos beneficios. La principal ventaja sería la amplia audiencia potencial con la que los partidos políticos conectarían y el bajo costo de producción de los contenidos, ya que tan solo es necesario una computadora, una cámara, un micrófono y un profesional experto en el tema para poner en marcha el proyecto. Respecto a los riesgos, la principal amenaza para el partido está en la posibilidad de que la imagen del influencer,
nuevo político asimilado, supere a la marca de la organización o de sus líderes políticos entre los usuarios de la red. Así, el partido podría perder el control sobre sus influencers si estos no tienen la formación adecuada, ni el nivel suficiente de compromiso o difunden contenidos con mensajes no ceñidos a la posición del ideario oficial. Un influencer político no es lo mismo que un político influencer. La formación doctrinaria e ideológica de un dirigente es la base sustancial de la discusión de agendas y construcción de plataformas políticas para la sociedad. Por lo tanto, la otra vía es que los partidos políticos decidan crear sus propios influencers para posicionar sus mensajes allí donde estos, y la concentración de medios tradicionales, no llegan. Esta tarea es difícil, pero si se desarrolla con inteligencia, capacitando a sus jóvenes dirigentes en habilidades digitales y manejo de redes sociales, tendrán a su
disposición un nuevo canal de comunicación de gran audiencia juvenil y mínimo costo. Es en este contexto, el de la inmersión total dentro de la cultura digital, que los partidos políticos tienen una gran opción para superar parte de la crisis de representación política, dejando atrás recursos obsoletos, monótonos y aburridos, que no conectan con las nuevas generaciones.
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El Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales - NDI es una organización internacional no partidista y sin fines de lucro, con oficinas en más de 50 países, cuya misión es contribuir a promover y fortalecer la democracia a nivel mundial. El NDI ofrece asistencia técnica a líderes de partidos políticos y de la sociedad civil que promuevan valores, prácticas e instituciones democráticas. Editores
Francisco Herrero Director NDI
Andrea Fernández Oficial del Programa Red Innovación.
Diego Torres Asistente del Programa Red Innovación Créditos
Diego Torres Diseño y Diagramación Bogotá, D.C. Colombia. Edición No. 22, Noviembre 2020
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