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El periodo electoral, la fiesta de la democracia por excelencia, se nos volvió aburrida con el tiempo.
Director: Jordi Garrido
Dirección de comunicación: Amyr Sarmie
Una persona común, ese viajante de comercio (que bien podría amanecer convertido en escarabajo), se pregunta ¿qué tiene de festivo levantarse temprano y sumarse a la fila de cuerpos mal dormidos que esperan a recibir el tan necesario certificado de votación? Nada. No hay muchas ganas de celebrar un trámite burocrático con implicaciones que parecen tan poco relevantes en nuestra vida cotidiana.
Editores: Jordi Garrido David Larriva
Impresión: Dirección General de Cultura, Recreación y Conocimiento
Corrector: David Larriva
Diseño y diagramación: Dianola Vázquez Moreno
Subdirector: Gustavo Peribáñez
Fotografía: Carlos Maldonado Pablo Villavicencio
¡Cuánta magia han perdido las votaciones! Hoy, en plena época de la hiperconectividad, nos es cada vez más difícil conectar lo que hacen y dicen los políticos de turno con nuestras muy cotidianas y domesticas vidas… Y el resultado es que muchos se dejan arrastrar por una ola de apatía política, como camarones dormidos a los que no les importa la corriente. Sí, es verdad que las votaciones han perdido peso en el juego turbio y enmarañado de la política y la economía; es verdad que un voto no hace un gobierno; es verdad que los candidatos decepcionan… y también es verdad que cualquiera con un poco de instinto de supervivencia sabe que debe huir de las aguas pantanosas. Nosotros, quienes hacemos la Gaceta, creemos, sin embargo, que en tiempos de escasez de criterio, la apatía es un lujo que no podemos permitirnos. Marzo fue un mes de elecciones, pero la suerte no está echada: queridos republicanos, es la oportunidad de hacer algo, apropiarnos de la libertad para que no la conviertan en liberalismo; declararnos feministas y terminar con los femicidios; demandar nuestros derechos cuando la derecha quiera quitárnoslos… en otras palabras, no dejar que nuestros privilegios nos entumezcan, sino que nos hagan un poco más solidarios, sensibles y comprometidos.
Autores de esta edición: Josue Durán Hermida Tatiana Ugalde Karla Crespo Diego Molina Beltrán Rocío Pérez
La Gaceta Cultural no se responsabiliza por las opiniones vertidas por nuestros colaboradores.
República Sur cumple 5 años compartiendo estos propósitos con todos ustedes, y esa sí que es una fiesta que vale la pena celebrar y a la que están invitados todos. Este número hace un llamado fuerte a todos los republicanos para que la apatía política —o la de cualquier otro tipo— no nos invada jamás. ¡Feliz aniversario República! ¡Feliz aniversario republicanos!
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Amyr Sarmie Joaquín Carrasco Camila Corral Escudero
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Josue Durán Hermida
NOVELAS SIN ACCIÓN Si no quisiera explicar lo que voy a decir, sino, más bien, ocultarlo, empezaría escribiendo una novela:
No obstante, vanidad del tiempo, se sabe que lo que tiene historia no tiene definición.
El protagonista se llamaría Luciano Zamora, sería descendiente de una familia de intelectuales venida a menos e hijo de un comerciante —importador de papel— que iría a estudiar Literatura en Barcelona. Allí, trabajaría en un medio digital —una imitación burda de la ultramarina Playground o la local Gkillcity— y la escueta fama que adquiriría y el dinero que le pagarían le permitiría ciertos placeres: una adicción al éxtasis o al MD, un noviazgo con una estudiante mexicana de la ESCAC, juergas con amigos ricachones… Detrás de estos «deslices» habríamos de entender un debilitamiento «moral», un distanciamiento de sus «objetivos primigenios» a favor de aquello que sus equívocos consejeros le fueran sugiriendo. La contraparte, digamos «filosófica», serían ciertos episodios en los que Luciano vagabundería pensando en la novela que está tratando de escribir, sobre un joven que intenta evadirse en las ficciones que escribe para no confrontar una realidad decadente. Anticlimáticamente, el final llegaría sin resolución, como una sucesión de decepciones: el despido de Luciano causado por su creciente apatía, una enfermedad extraña y repentina que acabaría con su enamorada, no sin que antes Luciano haya pagado con la tarjeta de crédito de su padre unas cuentas exorbitantes en una clínica privada, y el rechazo de su novela en diversas editoriales bajo el pretexto de que «le falta acción». Apocado, vencido, Luciano emprendería el camino de regreso a casa… para encontrarse en el asiento de avión a un comerciante extranjero que le convencería de trabajar con él en una empresa «redentora». Luciano terminaría de este modo como animador en un crucero para turistas eslavos.
Unidad de acción: cuando, en una película de miedo, no puedes quedarte tranquilo porque, apenas hayas bajado la guardia, saltarás de tu asiento por la presencia brusca del monstruo.
Con estilo floreado, buscando la «redondez» de los personajes, llenándolo todo de rocambolescas situaciones, intentaría posicionar esta novela contra la «absurda falacia» en la que el pobre Luciano estaría encaramado, a la cual, para que mi tesis se volviera inconfundible, llamaría sucesivamente «autorretrato», «ficción intimista» e incluso «confesión de borrachera». Acaso, podría agregar una narración paralela, que iría intercalando —¡vaya afán posmoderno!— con la otra, buscando sostener entre las dos lo que no podría sostener solamente con una: el interés del lector. David Castanier, el «amigo del alma» de Luciano, se quedaría en su Cuenca natal, se casaría con la hermana del segundo, fundaría un gimnasio o una pista de motocross y conseguiría fraguar una fortuna utilizando un nuevo método de marketing. El conflicto de esta parte sería la lucha de Castanier con sus competidores, su afán por conseguir nuevas técnicas de promoción, su pasión por el branding y por los nuevos eventos y slogans. Así, David iría imaginando un plan de negocios para un polideportivo, con el cual pretendería convertirse finalmente en millonario. El clímax, sería causado indirectamente, al llegar la cuenta de la tarjeta de crédito de Luciano. Castanier, entonces, tendría que vender su plan de negocios a sus competidores para evitar que su suegro acabe en bancarrota. No obstante, el amor lo salvaría: junto con su esposa, utilizarían una fracción del dinero de la venta para comprar una pequeña casa cerca de El Descanso, donde David acabaría sus días como un hacendado apacible, jinete e incluso ocasional aficionado al motocross.
Unidad de acción: ese espectro imaginario —el futuro— que flota alrededor de una obra de ciencia ficción. La facultad de hacernos preguntar «¿y si el mundo fuera de otra manera?». Unida de acción: cuando, al escalar una pared, sabes que si te caes… Novelar sin ficción. Leía recientemente en Evasión de César Aira que los escritores actuales han olvidado la función primordial que movió alguna vez a los grandes novelistas del siglo XIX: la necesidad de evasión. «Subsidiados, psicoanalizados, viajados y digitalizados, los novelistas viven vidas de cuento de hadas, y aun así escriben novelas (y no cuentos de hadas, lo que sería más honesto). La Historia les jugó una mala pasada al despojarlos de conflictos. Ni siquiera el problema sexual les dejó. Y como si hubiera un especial ensañamiento, la Historia de la Literatura colaboró, haciendo muchísimo más fácil que antes escribir una novela. Como una novela no puede escribirse sin conflicto, los nuevos novelistas, que no lo tienen, deben inventarlo. Es lo único que no debían inventar, y es lo único que inventan. Porque al inventar el conflicto queda obstruida la genuina invención novelesca, la maquinaria imaginaria, el submarino del capitán Nemo o la locura de Don Quijote, que era lo que se inventaba, para huir del conflicto. Es decir, para evadirse.» Un diagnóstico cabal: la autoficción, las novelas de formación, el diario de viajes, las esperpénticas autobiografías disfrazadas de relato, el reportaje o crónica en primera persona, la poesía del yo… habrase visto géneros más contagiosos. Pero a su vez contagiados de ofuscación. Mas donde Aira veía un hecho lamentable, yo encuentro una oportunidad. Antaño, la necesidad de evasión operaba en el novelista como prescriptiva: la verosimilitud, la causalidad, el ritmo. Hoy reúnen todos esos atributos los muros de Twitter, los feeds de Instagram. Para evasión, parece, bástannos esas ensoñaciones cotidianas, engánchenos la aprobación social, cólmennos los memes, báñennos nuestras fantasías redentoras —el progreso, la utopía social—… ¿No nos evaden ya nuestros intercambios cotidianos?, ¿no nos despega la promesa arribista de un salario?, ¿no nos «transportan» nuestros consumos, nuestras proyecciones de consumos, nuestros créditos —también los universitarios—, nuestros emprendimientos, nuestro incesante deseo de viajar?
La novela se llamaría, obviamente, Las ilusiones perdidas de Balzac.
Sedantes. Sedantes insuficientes. Las novelas que, además de evadirnos, tendrían que hacernos reflexionar lo han hecho solamente a costa de que ese pensamiento venga en la forma de otro no-pensar: se lee una novela para no tener que pensar en la vida, se escribe una novela para no tener que pensar en la literatura, se traslada la propia vida a la forma de la novela para no tener que pensar en nada más. Sublimada, convertida en forma, prestigiosa vida de quien se ha visto a sí mismo reflejado, cerrada, estratificada, la novela clausura a la imaginación que ya no ve sentido en imaginar, o más bien, en cuestionar por qué David Castanier no toma una pistola y le vuela los sesos a sus competidores. Una novela… quiero decir un modelo a imitar hace que uno no empiece a preguntarse qué habría de malo en animar un crucero vacacional. Una novela hace que uno no pregunte cuál es el valor de novelar. Y César Aira lo sabe, pero es que sus ensayos venden tan poco y, en cambio, sus novelas… por algo habrá escrito más de un centenar.
Pensar, empezar a pensar. Alguna vez escribió Aristóteles que la unidad de acción tenía que ver con una acción principal o, anacrónicamente, una trama que debía seguirse durante la obra entera, para así acabar construyendo su sentido.
A nosotros hoy nos moralizan por todos lados. Complacidos, gratificados, es decir, momificados, repletos de promesas y expectativas…. Acaso ahora debemos «afrontar» el conflicto.
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Tatiana Ugalde
ELUCUBRACIONES DE UNA ACTRIZ EN DESPLAZAMIENTO Mi relación con la escritura ha estado siempre en la esfera de lo íntimo, como parte de procesos de creación o como un ejercicio personal y privado. En esta ocasión, me lanzo a la aventura de compartir en este texto mis malestares, mis inquietudes e inconformidades en torno la presencia de las mujeres en el teatro desde el único lugar en el que puedo hacerlo: mi experiencia como actriz. Antes de iniciar la escritura, emerge cada vez la inquietud por encontrar un camino que me permita organizar los pensamientos de manera que no se desdibujen tanto en el camino que recorren hasta llegar al texto; más aún en un momento en el que a muchas personas les produce urticaria cualquier manifestación de alguien que se declara feminista. No obstante, solo puedo hablar desde mi propio recorrido atravesado por los desplazamientos que he decidido hacer en mi vida y que hace poco me trajeron de vuelta al punto de origen. Hace poco más de un año regresé a Cuenca, mi ciudad natal. El reto de enseñar una asignatura completamente nueva, me obligó a preguntarme qué era lo que podía compartir en ese espacio. Mi práctica ha estado enfocada siempre en el trabajo actoral, es decir, desde la mirada de quien activa la escena, no de quien la orquesta. Cuando empecé a involucrarme en el teatro, sabía claramente que ese era el lugar y había dedicado mi vida a trabajar por ello. Sin embargo, aquel reto al que la docencia me enfrentó, me obligó a desplazar la mirada hacia una orilla distinta: la dramaturgia. De esta manera, surgió la necesidad de indagar en las experiencias de aquellos quienes habían transitado largamente por este camino. Entre otros hallazgos, llegué a reconocer algo en lo que nunca antes había reparado y que me agitó sobremanera: en efecto, los materiales sobre, desde y para el teatro habían sido producidos por ellos; quienes se habían dedicado a reflexionar y construir pensamiento y quienes habían logrado estructurar y compartir sus saberes, habían sido siempre ellos.
Aunque quizás no lo crea —y tampoco es relevante que lo haga—, también hice el ejercicio. Los resultados no me sorprendieron, pero me confirmaron aquello que había reconocido antes: la innegable ausencia de las voces femeninas en el teatro. Esta anécdota me hizo regresar a indagar en las referencias que, en una u otra medida, han marcado mi recorrido por el teatro: Konstantín Stanislavski, Mijaíl Chéjov, Bertolt Brecht, Jerzy Grotowski, William Layton, Santiago García, Arístides Vargas, Santiago Roldós, José Antonio Sánchez, Emilio García Wehbi. Todos hombres. Entonces, me preguntaba, dónde están ellas, por qué no podemos acceder a sus voces y sus pensamientos, o ¿es que acaso las mujeres en el teatro no han tenido nada que decir durante tanto tiempo? Este reconocimiento me llevó a hacer una revisión un tanto más profunda de mi propia práctica y me encontré con que han sido siempre mujeres las que me guiaron y acompañaron en mis procesos, desde distintas esferas, pero con una incidencia directa en mi práctica. Sin embargo, sus nombres, al igual que el de muchas mujeres que se dedican a este oficio, no aparecen en la reducida sección de Teatro.
Viene a mi memoria una de las últimas obras del grupo Malayerba que pude presenciar: La República Análoga, dirigida por Arístides Vargas. En ella, un grupo de brillantes intelectuales se reúnen con el fin de fundar una nueva república, aquella con la que siempre soñaron. Entre los personajes, aparece uno que nada tiene que ver con ellos, tan común y cercano que resulta imposible no reconocerlo: la madre, cuya presencia genera una irrupción en la escena y marca una clara diferencia entre estos dos universos. En cierto momento, este personaje interviene para poner en cuestión las nobles pretensiones de los demás, que se desvanecen fácilmente al enfrentarse a la realidad. Para que estos puedan darse el lujo de generar un espacio de reflexión y debate, acorde a semejante proyecto, En este punto, entran a escena los enardecidos ellos, a quienes les resulta necesitan que alguien se ocupe de las actividades menores que, aparentemente, impensable moverse de su zona de confort y poner en duda el origen de sus no son propias de gente de grandes espíritus y mentes brillantes, como las privilegios, para vociferar su respetable opinión, apuntando firmemente con el labores domésticas. Es esta figura femenina la que se atreve a cuestionarlos, a confrontarlos con lo evidente: la desconexión latente entre sus ideales y la dedo índice. realidad. ¿Qué sería de aquellos y sus teorías sin estos personajes femeninos que resuelven las pequeñeces de lo terrenal, de lo doméstico? Ellos: Peeero, hace tiempo que las mujeres han empezado a publicar, chiquilla ignorante. Son numerosos los textos y obras publicadas por ellas. Al realizar una panorámica por los referentes teatrales locales y nacionales, encuentro una situación que se repite con frecuencia: las mujeres nos dedicamos sobre todo al trabajo práctico, específicamente a la actuación, dirección de La autora del texto, una potencial ella, con una cortés sonrisa, responde. actores o al training, mientras que los hombres asumen la dirección escénica, la dramaturgia o a la reflexión teórica. Este hecho me despertó una enorme pregunta Ella: Efectivamente, hace unas décadas que algunas mujeres empezaron a acerca de las maneras en que nuestros cuerpos han sido construidos, determinados publicar porque probablemente decidieron ocuparse de hacer visible su trabajo, por los roles de género que nos fueron impuestos desde muy temprana edad y su abriéndose espacio en esferas que antes les eran negadas. posible repercusión en las decisiones sobre nuestras profesiones. Gran parte de las mujeres del teatro local y nacional, nos adaptamos con mayor facilidad a roles Ellos replican, porque jamás admiten que alguien les deje con la espuma en la que implican el cuidado y la organización, tareas en las que desde niñas se nos boca, alegando que a los hombres también los pegan y no los publican fácilmente, adiestra y que pertenecen a la esfera de lo material; mientras que los hombres se mientras que Ella, en un intento de contener las ganas de golpearlos para que la dedican al trabajo intelectual, es decir, a la esfera de lo inmaterial. Esta idea me llamen feminazi con argumentos irrefutables, respira profundo y se retira de la permite responder mi inquietud acerca de los motivos por los que contamos con escasas producciones de autoría de mujeres en el escenario local y nacional, y da discusión. pie para ampliar el debate hacia nuestros modos de producción y las relaciones implícitas en ellos. FIN Estas elucubraciones me han llevado a reconocer en mí la necesidad que tengo de asumir, cuando menos, la inquietud permanente de hacer algo al respecto y, Ahora propongo a las y los lectores un simple ejercicio: en la próxima visita a la desde entonces, he venido cuestionándome por mi resistencia a asumir otros roles librería de su preferencia, diríjase a la sección «Teatro» (a efectos del ejercicio, dentro de mis procesos creativos, y que demandan nuevos desplazamientos. En es muy conveniente que dicha sección siempre sea de las más pequeñas de toda cierta medida, este texto parte de ese deseo, que en este momento ha despertado librería). Una vez ahí, enumere cuántos textos de los que están exhibidos fueron mi interés por la dramaturgia y que pongo a disposición aquí, a manera de escritos por mujeres. Anótelo en un papelito para que no se le olvide. Luego, provocación para otras mujeres, con el anhelo de que sigamos atreviéndonos enumere los escritos por hombres. Anótelo en el mismo papelito y verifique los a abrir y ocupar espacios en los que hasta ahora nuestras voces siguen siendo minoría. resultados.
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Karla Crespo
NADA NOS SORPRENDE
Si algo ha terminado de morir en este periodo de campaña electoral, es la credibilidad. No lo afirmo sin conocimiento de causa. Primero, permítanme contarles el contexto: durante más de tres meses La Andariega, un medio de comunicación digital independiente y productora audiovisual del cual soy cofundadora, decidió hacer un proyecto amigable para conocer las propuestas de los trece candidatos a la Alcaldía de Cuenca. Buscamos estrategias para amortiguar la apatía política, planificamos y definimos formatos multimedia con el fin de ofrecer una visión más clara de cada candidato para que nuestros seguidores tomen una decisión informada. Así nació En busca del alcalde. Nada fue improvisado. Fuimos ambiciosas y buscamos gente, contactamos a los chicos de El Pentágono —una iniciativa periodística de cinco estudiantes de la Universidad de Cuenca—, y otros siete colaboradores de La Andariega se unieron. Así formamos un grupo de quince personas. Permítanme, unas líneas más. Es importante recalcar que somos un medio de comunicación independiente, no existe ningún interés económico, ni político detrás de nuestro trabajo, esto nos dio libertad para crear, contar lo que otros medios no cuentan y hacerlo de manera distinta, frontal y, claro está, profesional. Por ejemplo, escribir un tras cámaras. Tres personas del equipo estaban dedicadas específicamente a escuchar y mirar cada detalle de los candidatos: con cuántos asesores y comunicadores llegaban a la entrevista, si lo hacían a tiempo o no, si los acompañaban sus seguidores, si tenían maquillistas, con qué preguntas se incomodaban… Hacer lo invisible, visible, ese fue el reto: contar con una mirada aguda las poses que los candidatos adoptan cuando las cámaras dejan de grabar y decidimos contarlo a través de la crónica. Un género, que como dice el maestro Martín Caparrós «Es un texto periodístico que se ocupa de lo que no es noticia. Un texto periodístico que intenta mirar de otra manera eso que todos miran o podrían mirar». Y claro, lo que no es habitual o lo que es desconocido incomoda y a algunos candidatos les incomodaron las crónicas cobre ellos. Pero más que eso, les incomodó el hecho que la gente leyera otra cosa que no fuese el boletín de su grupo de comunicación. La independencia también nos permite incomodar, no estamos para agradar. Hacemos periodismo, y este oficio «no sólo es contar las cosas que algunos no quieren que se sepa. Periodismo es, cada vez más, contar las cosas que muchos no quieren saber», otra vez don Martín. De esta manera, el proyecto nos permitió conocer y exponer aspectos de once candidatos (Marcelo Cabrera y Jaime Rodas fueron los únicos que no asistieron). Los asesores y comunicadores de Cabrera nos cancelaron dos veces la entrevista y Rodas simplemente decidió ignorar las llamadas. Les cuento esto porque desde La Andariega, estamos convencidas de que conocer estos detalles aporta con la construcción de un panorama político más real. Presentamos la información que no está en los planes de trabajo, ni en la publicidad acosadora, ni en los medios tradicionales, el público saca las conclusiones. Claro, los spots publicitarios —además copiados con punto y coma— nos venden al candidato salvador, que hace y camina con la gente… pero la realidad es otra, con sus excepciones, claro está. Si como candidatos se rehúsan a conversar con los jóvenes de los que tanto hablan en sus propuestas, imagínense cuando entren a la oficina de la Alcaldía. Puertas cerradas, oídos sordos. Los spots tampoco muestran al candidato que huye. ¿Por qué le teme tanto al debate? Votaremos sin haber presenciado un encuentro con los trece candidatos. Se han callado.
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Más allá de propuestas claras y reales, lo que ponderan son lecciones aprendidas a medias —recalco una vez más, con pocas excepciones—; muletillas de discurso; bajeza de estrategias; chismes de pasillo que se agarran de creencias religiosas —¿cuándo entenderán que desde 1895 somos un país laico?—; firmas por «la vida», —¿cuándo respetarán la decisión de una niña que aborta producto de una violación?, ¿o se darán el tiempo para conversar con ellas?—. No son casos aislados, señores candidatos, entre 2009 y 2016, 17 448 niñas menores de catorce años parieron en el país. No se trata de moral, sino de salud pública. Sí, y ustedes siguen dando más poder a una iglesia que calló los abusos del cura Cordero solo para ganar unos cuantos votos. —Señores candidatos, ¿cómo evitar que más mangajos aparezcan? —La máxima pena. —Señores candidatos, ¿cuáles son las estrategias que proponen para terminar con la violencia de género? ¿Cuáles son sus planes para construir una ciudad más igualitaria donde logren convivir las diferencias, una ciudad que permita a la población LGBTI disfrutar abiertamente de sus derechos? —Conversar con ellos e incluirlos. Un consejo, si quieren simular simpatía y apoyo con las luchas sociales, por lo menos, aprendan bien la lección. En el ámbito cultural, el panorama fue igual de desolador. Las respuestas para fortalecer el quehacer artístico iban desde impulsar las fiestas de pueblo y las religiosas, no permitir que los «vehículos usen el espacio público», fortalecer la bienal «que se celebra cada año» o «se trata al artista como si fuese un artesano y no un profesional». No es ficción, poco o nada saben sobre la cultura. Así está el panorama político. Reconocemos que es imposible saber de todo, pero para aspirar al cargo de alcalde de esta ciudad, por lo menos se necesita una noción básica de temas que se debaten todos los días, que tienen un profundo interés social. Y no es solo eso, no hay propuestas, hay perfiles que compiten entre sí para ganar el puesto del menos malo. Descrédito de política. Pobre credibilidad pisoteada, acribillada, acuchillada. Poco más de dos meses para que ese tesoro social muriese en medio de plagios, sillas vacías, denuncias de coimas, acusaciones de ateísmo, despilfarro en propagandas, miedo al debate. Ya no nos sorprende que el ritmo de estas elecciones estuviese marcado con el puro odio de las campañas sucias, con el despojo de la ideología política. Ya da igual ser de izquierda, derecha o centro. Alianza política, nomás es. Cinismo. La credibilidad asesinada con la extrema violencia verbal de las redes. La capacidad de sorpresa está muerta y con ella la credibilidad. Escribo esto a dos días de las elecciones. Afuera llueve, el carro con los parlantes a todo volumen con canciones ridículas ha desaparecido. Los carteles gigantes aún ensucian la fachada de la casa de mi vecino. En mi silencio, trato de convencerme que gane quien gane, debemos seguir con la lección: salir de todo lo que venga con esfuerzo y mil oficios.
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Ilustraciรณnes por: Diegumberrto
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Rocío Pérez
¿RE(E)VOLUTION PROGRAMADA? No quería hablar de feminismo(s), pero aún tengo resaca del 8 de marzo y ese grito atronador de millones de mujeres en muchos países del mundo exigiendo un «basta ya», que para mi gusto, debería ser indefinido. Porque sí, porque estamos hasta el moño y hasta el coño de aguantar, de dejar pasar, de sonreír con cara de circunstancia, de callar, de ser histéricas, de estar «en esos días», de cobrar menos por los mismos trabajos (cuando tenemos trabajo pagado), de cuidar porque nos toca por complot cósmicosocial, de tener que tener cuidado cuando sales, entras o respiras. Porque cualquier excusa es buena para tener la culpa de todo lo que nos pasa y que, «oh, sorpresa», nos lo suele hacer un hombre. Hablo de seguirnos, secuestrarnos, violarnos y matarnos. Qué duro es leerlo, ¿verdad? Sinceramente, me preocupan más las mujeres que lo viven y las que han dejado de vivirlo porque las asesinaron. Igual deberían quedarse ustedes en casa, así nosotras podríamos disfrutar tranquilas del espacio público o podrían ir todos a una isla, así también estaríamos tranquilas en nuestros hogares (de las casi 87 000 mujeres reportadas como víctimas de homicidio en todo el mundo durante 2017, alrededor del 34% fueron asesinadas por su pareja y el 24% por un familiar. Esto equivale a unas seis mujeres asesinadas cada hora por personas que conocen. Informe de la ONU del 2018 que pueden buscarlo en internet porque para el porno y otras cosas no necesitáis ayuda). No se ofendan, chicos, #notallmen, que ya sabemos que no va con todos. Que son buena gente. Un poco cómodos en sus privilegios y se organizan poco contra los machistas de manual, pero ya estamos nosotras para eso, total, una cosa más en nuestra agenda diaria, pues qué más da. Ustedes, chicas, tampoco #yesallwoman, esto de ser una supergirl sin capa es chévere. Si casi ya hemos aprendido a no dormir.
ver yo en la construcción (las hay y habría más si no fueses un capullo integral que las trata como basura), poniendo ladrillos (y adoquines mijito). Eso sí que es un trabajo de hombres, de machos (vamos, que es que me pongo a pensarlo y el cuerpo se me llena espontáneamente de vello orangutanal y me dan unas ganas irresistibles de golpearme los pechos con los puños como si no hubiese un mañana). Ellas. Es que esas, son de las peores (¡somos las nietas de las brujas que nunca pudisteis quemar!). Son tan poco femeninas (es que somos más feministas). Míralas, haciendo huelga (sí, incluso lo hacemos por mujeres como tú). Las feministas mostramos nuestro feminismo trabajando en este sistema capitalista que nos provee de todo (creo que querías decir las feministas liberales en un sistema que nos explota, vocaliza mentalmente, guapa). Porque es bueno para la economía (la de tu mansión quizás). ¿Esas?, esas no me representan (claro, porque tú tienes voz y voto hoy, porque te tocaron en la lotería). ¿Feminista yo? Que va, ni machista ni feminista (haznos un favor y lee algo, gracias. Por ejemplo, sin ser yo muy devota de la Real Academia de la Lengua. Feminismo: 1. m. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. 2. m. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo. Esto también lo podéis consultar cerca del porno). Yo es que creo en la igualdad, no en las feministas (tenéis tan poca memoria histórica, desagradecidas y des(a)graciadas). Elles.
Un resumen de la antijornada:
Capitalismo.
Ellos.
Ya verás lo que da de sí un anuncio de Gillette repudiando la masculinidad tóxica (tres millones de hombres que nunca han comprado su propia hoja de afeitar han dicho en las redes que van a dejar de comprarla). Y después el de Nike (así mientras las mujeres occidentales se emocionan, seguimos esclavizándolas en otras partes para coser lo que les vamos a vender a precio de oro a las de clase media-alta de las zonas privilegiadas del mundo). Y el 8 de marzo paren todas, un rato, hasta un día si queréis. Y si se pueden juntar en las plazas a las siete de la tarde, mejor. Que se les vea a todas, eufóricas, de morado, luchando por sus derechos, por ser personas, por ser seres humanos, en el 2019. Y espero que sean millones. Porque el capitalismo es bueno y las democracias son buenas. Y les dejan hacer esto. ¿Ven qué bien funciona todo? ¿De qué se quejan?
¡Oh no! Ya está una loca del «holocausto de camisas sin planchar» (por todas y todos es conocido nuestro famoso genocidio de arrugas y rayas al medio) vociferando por una igualdad que ya tienen (debe ser en los papeles mojados, esos llamados constituciones). Pero si las mujeres son peores que los hombres (¡cómo les encanta azuzarnos unas contra otras para mantenernos entretenidas y no ver lo que tenemos que ver!). A los hombres también nos matan (sí, otros hombres). ¿Y las denuncias falsas, de esas no hablas? (por ejemplo, en España, entre 2009 y 2016, las condenas por denuncias falsas fueron 79, frente a las 1.055.912 denuncias reales por violencia de género presentadas en esos ocho años. El 0,01%, datos públicos de la Fiscalía General del Estado en España… léelo y hablamos cuando quieras). Si lo tienen todo (en tarros en conserva). Si las tratamos como unas reinas (más bien consortes). Ya me gustaría a mí estar en casa sin dar un palo al agua (juraría que siempre que estás en casa, lo estás). Ya las quisiera
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Pepito Grillo. ¿Y si intentamos hacer una huelga indefinida de consumo o cuidados, a ver lo que pasa?
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/ Dir.: Presidente Córdova 5-55 y Hno. Miguel / Télf.: 0987706450 - 2844634 / Email: republicasur2013@gmail.com /
RepublicaSur / www.republicasur.com/
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Amyr Sarmie
REPÚBLICA SUR, CRÓNICA DE UN DELITO HOLOGRÁFICO
¡Los cuencanos hemos sido víctimas de una estafa colosal! República Sur ha sido una mentira, un holograma al puro estilo de Yellow Submarine, un lugar mágico e imaginario como Macondo. Ese gran centro cultural que alguna vez tuvo en su escenario a Siddhartha, a Los Espíritus o a los mismísimos Guardarraya, en realidad, solo existió en la imaginación colectiva de los cuencanos y del resto del Ecuador. Se cumplen ya cinco años de mentiras, de conciertos falsos… los nuevos políticos de turno tendrán que esforzarse demasiado para superar este record. Después de una indagación exhaustiva, hemos identificado y desenmascarado a los autores intelectuales de este hecho y hemos puesto en evidencia todos sus shows ficticios. Es nuestro deber informar de este incidente a la ciudadanía mediante un recuento de las más grandes fechorías ejecutadas por el famoso centro cultural. Un fraude de película orquestado por Jordi Garrido y Gustavo Peribáñez, protagonizado por 190 artistas nacionales y 65 internacionales, y que ha victimizado a todos los morlacos amantes de la buena música. La ficción empezó cinco años atrás, en un pequeño local en la Calle Larga. Garrido y Peribáñez —quienes se conocieron en su ciudad natal, Valencia— junto con el italiano Luca, cansados de trabajos de mierda, desdichados, decidieron arrancar una mafia cultural. Es así que maquinaron un holograma que pudiera proyectar todo tipo de actividad artística, incluyendo conciertazos. Lo nombraron República Sur, como una alusión antifascista que se empezaba a gestar en el austro ecuatoriano. Nada más faltaban artistas que quisieren colaborar en el crimen. Fueron pocos, pues para ese momento, el cine y la paella les permitían vivir. Durante poco más de un año la cosa no pasó a mayores por las dimensiones del espacio y porque el nombre no se impregnaba del todo en las mentes de los citadinos. Las cosas comenzaron a tomar forma verdaderamente en abril del 2015, en el nuevo local que dizque está ubicado en la Presidente Córdova 5-55. Luca fue a tomar una siesta con los peces por no acoplarse a los planes de los cabecillas. Desde entonces, la trama se ha ejecutado de tal manera, que ha ido madurando con el tiempo, no sólo porque cada vez son más y más relevantes los compinches, sino porque el concepto de esta gran mentira llamada República Sur ha convertido en una fantasiosa experiencia holística que incluye buena bebida, comida sabrosa, decoración conceptual, símbolos potentes, arte e ilustraciones por doquier y, sobre todo, un escenario hipnótico tanto por lo visual como por lo auditivo. Quienes inauguraron el afamado escenario republicano antes de que llegara a ser el fantástico holograma que conocemos, hoy fueron las agrupaciones cuencanas Yak y La Doble. No podemos negar la posibilidad de que a los primeros les haya sido de ayuda apoyarse en el engaño República Sur para convertirse en los ahora reconocidos Astroyaks; lo cual no me sorprendería teniendo en cuenta sus promesas de quedarse a «vivir aquí, entre las manos blancas» de cada republicano. Poco a poco el número de implicados fue escalando: Son de Barro, Ricardo Pita —uno de los más implicados de este caso—, Ingravidez, Los Vuelos de Mariangula, Verónica Baidal, Bosón de Higgs, Persé, Rockandrolla, Los Elementales, Dictador acompañado por El Ladrillo de Cristal y Región, La Matilda, Dome Palma con —Todo Aquí su gran delito—, Paola Navarrete que pregonaba descaradamente la Ficción, Édgar Íñiguez... También llegaron Los Alkaloides con sus novelescas caminatas sincronizadas al Sol de una mujer que viene del futuro y Jodamassa con su recién nacido Esteban Albino. Eso en
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lo nacional. En lo internacional los involucrados más renombrados fueron Franny Glass, Los Extraños Pájaros, Ulises Hadjis, Marwan y Kevin Herm Honnolly. El insigne mural holográfico del escenario se inauguró al llegar el 2017 y con este, Sara Ontaneda en primer lugar y después La Madre Tirana —junto a Pánico— nos confesaban que llevaban «todo el día imaginando una cruz y Barcos ebrios»; el guiño está claro: el cubo de República Sur tiene la Cruz del Sur en su interior. En fin, se seguirían sumando Superlitio, Mamá Soy Demente, Sexabrete junto a otros cuatro cómplices, Los Zuchos del Vado, Pastizales, Celtic Trip, 3vol, Esto es Eso —que llegó con sus Reflexiones—. El General Villamil que nos contaba que una tal Sasha había aprendido un nuevo baile; Donnie Parko que nos dejó en «Caminos mojados, señales superficales» que no nos convencían del todo; Ilaló; Tonicamo sin poder disimular sus intentos de huida en «modo turboandar»; Espumita; Mariela Condo; Los Swing Original Monks, que hicieron gritar a todos los pregoneros; Alex Eugenio victimizado por su Corazón abandonado; Anima Inside y su famosa canción de baldosas; Ultratumba en confabulación con Los Pescados, Tayos Tayos Tayos que inculpaban a José Orellana diciéndole Tutankabrón; EVHA; Ayawaska; Luis Rueda con treinta puñaladas; Boris Vian y su inverosímil perfomance enmascarado (dicen que el que nada debe…). Pero hubo personajes que, por la cantidad de participaciones en el fraude República Sur, fueron fácilmente rastreables y están sirviendo de pistas para dar con el paradero de Garrido y Peribáñez. Son los siguientes: Mauro Samaniego y sus bandas: Tripulación de Osos y Da Pawn. La Tri con dos supuestos shows en el 2016, uno de ellos resguardado por Matazar y el otro por Surfistas del Sistema. Lolabúm (2017) y Reales Tamarindos con Cometa Sucre (2018). El Peón, en cambio, después de presentarnos a su homónimo, dejó entrever el engaño al hablar de Un mundo al revés junto a Les Petit Batards (2016). Zura cooperó para difundir su supuesto Verano en Coma (2017) y Navarrete, Pistola de Balín (2018). Por su parte, La Máquina Camaleón hizo su treta con Telebit y con Inverness (2016), y presentó Amarilla en el 2018. Los gigantes Guardarraya llegaron por primera vez en noviembre del 2016. Ya para entonces cantaron Lero Lero en nuestras narices, como sabiendo del negocio turbio, en aquella ocasión, con Soledad Vélez. Volverían a República Sur en el 2018 para despedirse de Ecuador y escapar a México con su desesperado Quitarán di áhi —una vez más— como sabiendo que toda esta farsa saldría a la luz. También hubo extranjeros: Legs, Tourista, Siddhartha que nos vendía El Aire, Marwan que llegó a hacernos preguntas que no pudimos responder, Dromedarios Mágicos delatándose con «nunca fuimos nadie», Andrés Suárez que nos invitaba a «reír mientras bailamos», Le Miner Swing, Cementerio de Inocentes, Edgar Oceransky, Rubytates en una #budxsesion, Los Espíritus, Diego Ojeda con su sospechoso «no creas que te miento si te digo la verdad» y, por último, los hiphopers Cráneo y Lasser que exhibían su veranito de ensueño. En mi calidad de periodista encubierto, pude ver cómo Jordi y Gus se regocijaban malévolamente con cada cuencano que caía en su escenario holográfico, como orgullosos de expandir la música buena pero ficticia en todas las mentes de la ciudad. Lo peor de todo es que, a pesar de esta revelación, detener la estafa no está en sus planes. Es así que la entelequia República Sur ya ha llevado a cabo su nueva gran mentira: Carlos Sadness como platillo de entrada en la celebración por su quinto aniversario.
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Ernesto Carrión: «Todos estos libros están atravesados por mi vida»
Fotografía: Emilia Carrión
Ernesto Carrión, poeta, narrador y, más recientemente, guionista, visita nuestra casa luego de haber pasado varios meses en España trabajando en la escritura de su primer guion cinematográfico. Esta vez presenta el tercer tomo de su tratado lírico Ø. Este volumen, 18 Scorpii: abiogénesis está compuesto de cuatro poemarios: El cielo cero, Novela de dios, Verbo (bordado original) y Manual de ruido. Sabemos por tu obra, muchas veces autorreferencial, que has pasado por situaciones un tanto duras. Yo crecí en el sur de la ciudad [Guayaquil], mis padres, ambos abogados, se divorciaron cuando yo era pequeño, entonces crecí con mi hermana y mi madre. Un poco más adelante, cuando tenía yo unos siete u ocho años, mi madre se volvió a casar. Estuve siempre rodeado de libros, tuve la fortuna de que mi madre adquiría enciclopedias y siempre nos pedía leer algún libro en vacaciones. Cuando era pequeño yo dibujaba comics: pasaba las madrugadas haciendo esto y en la mañana grapaba las hojas, se las daba a mi madre y le decía que eso era un libro. Siempre tuve la idea de hacer un libro y ahí, pues, yo diría, que empecé a escribir a la edad 14 años. Nada con valor literario, porque eran intentos míos por escribir alguna cosa. Me metí de lleno a hacer poesía en el 98, a los 21 años mientras estudiaba Comunicación. En mi cabeza, yo iba a ser corresponsal de guerra (pensaba que existía ese oficio) y a escribir filosofía (en ese momento, quién escribía filosofía, nadie). Para mí, después de Cioran, la filosofía se había acabado y Savater era esa vuelta a la ética. Entonces pensé que la poesía quizá podría albergar una especie de tratado filosófico o a través de ella podría escribirse un discurso. Empecé a hilvanar mi primer libro, Desobediencia, que se presentó en el 2002 aquí en Cuenca en el Encuentro de Literatura «Alfonso Carrasco Vintimilla» y en el mismo año gané el premio Cesar Dávila Andrade con mi segundo libro.
Desde entonces cada libro empezó a integrarse a este tratado lírico bajo el símbolo del vacío: son tres grandes tomos de cuatro, cinco y cuatro libros, en total, trece cuadernos. El primero fue publicado por la Casa de la Cultura de Quito en el 2007 y se llama La Muerte de Caín; el segundo Los duelos de una cabeza sin mundo [En el nombre del Padre] salió en el 2012, y este que acaba de salir: 18 Escorpii: abiogénesis [En el nombre del Hijo]. Esta iba a ser la culminación de un tratado lírico luego del que esperaba no volver a escribir poesía, sin embargo aparecieron dos libros más, uno de esos fue El libro revoluciones cubanas en Marte que tuvo que escribirse después del asesinato de mi padre. Te inspiró ese hecho de alguna manera. Todos estos libros están atravesados por mi vida. Aunque parece que están razonados, al momento de crearlos, tuve experiencias que van desde una canción hasta una película, todo eso entra en el mundo al momento de crear. Lo que hice fue buscar un camino interior hacia la realidad porque, de alguna manera, yo estaba problematizando toda mi vida y la poesía estuvo allí para ayudarme a salir. No quiero decir que la escritura de poesía sea terapéutica, sino que, cuando entiendes que no es un acto totalmente racional, sino uno en el que participa el inconsciente, aparecen momentos de tu vida que no te imaginabas que estaban ahí y que luego los ordenas, los organizas y los curas, y te demoras tres años en publicarlos, no importa. Es una puerta que uno abre y un proceso de mirarse de una manera muy extraña. En uno de los últimos libros aparece la muerte de mi padre como un acto premonitorio, porque en esa época estábamos peleados. Después de su asesinato, recurrí nuevamente a la poesía para poder solucionar algo, pero no me sirvió. Luego de terminar el poemario todavía me sentía mal, entonces tuve que escribir una novela pequeña: Un hombre futuro, un ajuste de cuentas con él. Así logré resolver el problema con mi padre, avanzar hacia otros libros y avanzar en mi vida.
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En esta novela se puede percibir lo que estabas viviendo. Un hombre futuro es una novela que arranca con la llamada de un amigo para decirme lo que había pasado y con el reconocimiento del cadáver de mi padre. Después relata un viaje al pasado, a cuando estuve en una clínica en La Habana a los 17 años y entré, por primera vez, en contacto con la iconografía socialista. Al regresar de ahí entendí que mi padre me ponía a dibujar al Che y a Fidel Castro a los cinco años y las cosas empezaron a tomar sentido, lo fui a buscar y empecé una amistad con él. La novela sigue con eso, con mi amistad con mi padre, mi encuentro con todos sus amigos —él era comunista y todos sus amigos guerrilleros— y con el revolucionario desencantado de esa generación perdida en el sueño de una revolución que nunca fue. También el poemario habla de lo mismo, pero ahí él aparece como un gran personaje. La novela, en cambio, es un ajuste de cuentas, habla sobre el padre bajado a persona. ¿Desde qué edad estuviste en Cuba? Yo estuve en una clínica en Cuba a los 17 años por depresión. De esa experiencia saqué después Como un Caracol nocturno en un rectángulo de hielo que obtuvo el premio de la Bienal de poesía de la Universidad Católica de Guayaquil. Nunca antes había hablado en mis libros la depresión que padecí. Ahora creo que el ser humano es capaz de curarse a sí mismo. La poesía sirve, la lectura sirve, la literatura… todo sirve. Unamuno decía: el fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando. Quería contar la historia de la depresión, no desde el yo, porque la poesía es muy yoista y a veces aburre. Lo que hice fue tomar tres poetas, Anne Sexton, Robert Lowell y Sylvia Plath —los tres estuvieron internados en la clínica McLean— y hablar, a través de ellos, sobre la depresión. Solo al final de todo el libro, luego de pasar por la terapia de reconocer el tarot, se dan cuenta de que la escritura los puede salvar. Solo en el epilogo llega a la clínica el autor.
Este libro y el de mi padre no forman parte del tratado Ø, pero demandaron su existencia, están vivos. Después de la poesía me puse a hacer narrativa; de hecho, antes de publicar esto, empecé a hacer novelas y creo que me fue mejor que con la poesía: gané el Premio Casa de las Américas del 2017; otra novela que hice en el mismo año ganó el Premio Literario Internacional Letras de Iberoamérica en México; también gané un concurso en Loja. Empecé a hacer narrativa porque para mí la poesía ya está allí y no quería repetirme. Tengo algo claro: desdeño los estilos literarios. Un estilo literario es muy cómodo, un autor lo busca, luego se queda ahí y hace doscientos libros de la misma forma; yo quiero inventarme en cada libro, estirar la poesía y devolverle el lugar de creadora de pensamiento. Hay grandes poetas que al leerlos generan inmediatamente un chispazo en la cabeza. ¿Esos pensamientos de los que me hablas entran en conflicto con la realidad? Ningún poeta que es feliz puede ser poeta. Un poeta siempre está en contra de lo que está pasando, en contra de la realidad porque es un inconforme. Si no, no es poeta; eso es así. Si está con un Estado fascista y él lo encuentra fascista, le va a hacer una escultura y será oficializado por el canon, sin embargo, su trabajo no va a servir porque le va a cantar a los escudos y las banderas. La poesía por lo menos tiene que ser de alguien descolocado. Yo estoy en contra del canon, prefiero los poetas como Hugo Mayo a quienes la gente empieza a rescatarlos porque generan una furia… prefiero esos poetas que aquellos que son aceptados por la academia y son un profesores de literatura; todo eso es una gran mentira porque se dan aplausos entre ellos. La poesía siempre tiene que poner el dedo en la llaga, tiene que decir «esto que estás viendo no es así, detrás hay otra cosa». Un verso es una idea en estado bruto que inmediatamente lleva a imaginar, conmueve y genera un pensamiento. La poesía tiene que sacarte y moverte del lugar. Tú dices que la poesía siempre tiene que tener algo de realidad y enfrentarse a ella. En el libro que presentas ahora, 18 Escorpii, ¿hay alguna línea que separa la poesía de la realidad? [Este libro] tiene un pie en la realidad y un pie en el aire. Hay una diferencia entre el poeta y el narrador, la narrativa es un trabajo de obrero, de albañil, mientras que la poesía viene y te abandona, es un chispazo que viene de otra parte y te deja; te invade y luego va a otro y a otro. Sé que suena algo místico… Por eso no todos pueden ser poetas, aunque esto parezca iconoclasta o pedante. Con cierta estabilidad emocional, ¿a quién le voy a cantar?, ¿a las rosas, al cielo...? La poesía viene de una ausencia, de una carencia, de un dolor, de algo que quieres gritar que está mal. Mario Vargas Llosa decía que «la diferencia entre un poeta y un narrador es que, si hay una guerra en este momento, el poeta va al frente y se mata, el narrador espera unos años, ve el fenómeno, y lo escribe sobre eso».
¿Sientes que la poesía te abandonó en algún momento? Siento que yo la voy abandonando, pero no me deja ir. En este momento tengo ocho novelas, cinco tienen premios. Quiero seguir escribiendo narrativa, pero apareció este libro, después el de papá, luego hice una colaboración con Paul Puma, el primer libro de poesía a cuatro manos hecho en Ecuador, es solo un poema largo de sesenta páginas donde tú no sabes de quién es cada verso. Este experimento se presentó el año pasado por editorial Cascahuesos, de José Córdova, en Perú. Estoy dejando la poesía también porque tengo miedo a repetirme. Carmen Berenguer, en la contraportada de 18 Scorpii, habla de una América ancestral. En la Muerte de Caín aparece la figura de la bestia como un pastor inverso que va usando textos bíblicos para tirar abajo la condición judeocristiana, pero también el amor, la confianza, la fe, la familia... También en Los duelos de una cabeza sin mundo aparece Calibán de La tempestad de William Shakespeare, una figura que camina hacia su identidad. En ese momento, a mis veinte años, esa era mi crisis: si mi identidad no es judeocristiana, ¿cuál es? Empecé a buscar esta génesis de monstruo y a tratar todo el continente a partir de la llegada de los españoles. Calibán termina desapareciendo en internet. Nunca tuvo tiempo para pensar su identidad porque nunca la hemos tenido. Vivimos pensando que somos blancos. En la tercera parte, donde también aparece esa ancestralidad, planteo que hay que cantar la poesía, sí, pero también hay que hacer un canto a la identidad, hay que buscarse en la poesía. En esta tercera parte [18 Scorpii] aparece el jugador de beisbol, que soy yo de niño, él es quien resuelve todo al final, es el que termina creando este nuevo universo en una estrella, en 18 Scorpii, donde algún día habrá un sistema planetario con fe, con esperanza, sin discriminación y donde hombres y mujeres vivan abrazados en la ola Escorpio.
para lectura y limpieza. Lo que hago es que una vez que viene una idea ya no la suelto. Es cuando estoy obsesionado con la historia y se me empiezan a ocurrir historias. Esos dos meses son intensos. Después de este tiempo, siento que tengo que respirar, salir a caminar, olvidarme de todo esto y reposar. Eres multifacético: comenzaste haciendo comunicación y acabaste haciendo un master de guiones de cine… ¿En algún momento estudiaste algo que tuviera que ver literatura, escritura? No, de hecho, le he dicho a mucha gente que yo agradezco no haber estudiado Literatura en la universidad. Cuando estudias Literatura escribes editando, porque te dan un canon. Yo crecí y leí desordenadamente desde Jim Morrison hasta la poesía de Nietzsche; o sea, en mí hay una mezcla de todo. Mi propia cultura, lo que viví en los 90, Kurt Cobain, el grounge, el hecho de que toqué en una banda de rock, mis gustos por la pintura: Dalí, Klimt... todo eso está al momento de escribir. Agradezco no haber tenido parámetros. Al no estudiar Literatura he tenido una educación libre, desordenada, anticanónica, anticanonizante, mi mirada ha sido plural por eso; he apreciado grandes poetas como Roy Siguenza y Hugo Mayo. Nunca ejercí como periodista, la literatura se impuso. También estabas haciéndole guion a tu libro Un Hombre Futuro. Primero es Tríptico de una Ciudad que narra el asesinato de travestis en los 90 cometido por un grupo de chicos de clase alta, eso está en la novela. La idea es llegar a Un hombre futuro después de eso. Es una cosa muy personal y emotiva que implica más viajes y mayor producción porque es una historia que pasa también en Cuba y en México.
Es como una poesía de ficción.
¿Algún otro proyecto futuro?
Se puede ver así también, claro. En Verbo, que es el libro más experimental que hice, está «La vida entera» en el que yo regreso a momentos de mi vida y cambio las cosas que me hicieron daño. Regreso en el tiempo y altero el presente. ¿Quién dice lo que tiene que ser un poema? Si tiene la intensidad suficiente y crea una experiencia, vale.
No, lo que te puedo decir es que ahora voy a sacar Incendiamos las yeguas en la madrugada, ganadora del premio Casa de las Américas, con una editorial de Guayaquil. También vamos a sacar El día en que me falte y Farewell Ernesto, la última parte de una trilogía que habla sobre el problema de los travestis en Guayaquil, y en la que va apareciendo la imagen del Che Guevara en los 50 y su contacto con homosexuales en esta ciudad antes de convertirse en el comandante. Él se iba a Venezuela a trabajar con Carlos Calica Ferrer, pero cuando llega a Guayaquil, entra en contacto con otros argentinos que iban a Guatemala en una aventura socialista y el decide ir con ellos, en Guatemala conoce a unos cubanos y, un año después, ya es el Che. Si no hubiera pasado por el puerto, hubiese sido un doctor en Venezuela. Esta historia se cuenta Triángulo Fúser compuesta de Tríptico de una ciudad, Ciudad pretexto y Farewell Ernesto.
Esto hace que me pregunte cuáles sobre tus hábitos de escritura. Cuando empiezo a escribir un libro no lo suelto. No me tardo más de uno o dos meses en escribir una novela o un libro de poesía. Luego de eso, lo abandono, sigo mi vida, leo; luego lo reviso desde cierta distancia, hago correcciones y, como todo escritor, lo mando a un concurso para publicarlo y ganar un dinero. Hago uno o dos libros al año, el resto del tiempo es solo
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Joaquín Carrasco
POLÍTICAS CULTURALES PARA EL AQUÍ Y EL AHORA Plantear la necesidad de conversar sobre políticas públicas y cultura, en el preciso momento de hoy, resulta curioso. Lunes 11 de marzo, 19 horas, Saladentro... Enfrente de mí, un panel de candidatos a la alcaldía de Cuenca afrontando la necesidad de demostrar al público asistente su (des)conocimiento del tema, sus propuestas… Podríamos empezar el panel hablando de la enorme capacidad y el tremendo poder que poseen los Gobiernos Autónomos Descentralizados para incidir sobre ese campo; del punto de vista de los gestores y creadores culturales, o de la gran responsabilidad que asumen los candidatos al llegar a un cargo. Podríamos abordar esta encrucijada desde la visión que tienen los aspirantes acerca de la cultura, su forma de entenderla, de relacionarse con ella. El hecho es que se trata de uno de esos asuntos que al abarcar muchas cosas a la vez, tener tantos puntos de vista posibles y al ser tan flexible —poco comprendido, dirían algunos— puede dar pie a cualquier tipo de justificación o propuesta: realizar la agenda de eventos de las fiestas locales, el megaconcierto del cantante internacional de turno, la gestión de ese museo por el que pasamos tantas veces de camino al trabajo —y en el que tan pocas veces nos detenemos—, la promoción de la deliciosa fanesca de Semana Santa, la edición de ese poema que acumula polvo y la de ese otro que hemos leído demasiadas veces ya. ‘Cultura’ son demasiadas cosas diferentes y, a la vez, algo que todos sentimos y llevamos dentro. En esa amplitud de concepto radica su enorme potencial, así como su gran losa es no contar con los recursos públicos suficientes ni los enfoques apropiados para su gestión, la gestión de un bien público, porque es de todos. Las políticas culturales de un ente de gobierno, en la praxis, suponen un franco abanico de opciones: la capacidad de regular, proteger, estimular y fomentar; la de apoyar a sectores, actividades y a gestores y creadores; en fin, la de potenciar una enorme esfera intangible de la sociedad y por ende, del ser humano, porque hablamos de arte, pero también de memoria; porque hablamos de estética, pero también de ideas; porque nos referimos a la forma en la que nos relacionamos, a los valores que imperan en nuestro alrededor, a la manera en la que nos alimentamos, vestimos y amamos; porque hablamos de símbolos y también de mitos; de la forma en que se configura nuestra forma de percibir el mundo y de las costumbres que moldean nuestra manera de convivir —simbólicamente— y otorgar valor a lo que es bueno, a lo que no lo es tanto. Cuando uno se para a pensar un rato, desde este medio tan difuso que es la gestión cultural, siente ese vértigo que da la altura cuando uno contempla el enorme horizonte delante suyo: actitudes, creencias, opiniones, perspectivas: la forma en la que vemos el mundo. Por eso, cuando uno le pregunta a un candidato cuáles son sus propuestas para la cultura, en el fondo le está preguntando por su capacidad de entender el propio mundo en el que vive, la importancia que le da a lo que le rodea. Que necesitamos equipamientos culturales de calidad es un hecho: servicios públicos que ayuden a democratizar el acceso a diversas capacidades de interpretar el mundo; pero eso tan solo es la punta de la lanza. El valor de una buena biblioteca pública, el estímulo que supone un buen museo, la satisfacción de experimentar una gran película, el placer que supone participar de un potente espectáculo al aire libre, leer un libro, cocinar un mote pata, aprender a moldear el barro, diseñar un nuevo objeto a partir de nuevas ideas
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pensadas en futuros usuarios, construir una vivienda adaptada al clima del lugar en que vivimos, pasear por las calles de nuestra ciudad en Corpus Cristi y experimentar la emoción de tu hijo mientras observa atónito la pirotecnia de los castillos. Consumimos cultura, la creamos y la intercambiamos, nos transformamos y nos resistimos con ella. Convivimos en la realidad de un mundo global que se contrapone a la necesidad de recuperar «nuestras raíces culturales». Acudimos al Inti Raymi, celebramos Halloween o Navidad y nos dejamos llevar por la profusión de diluirnos por los crecientes centros comerciales que se reproducen en nuestra ciudad mientras añoramos aquel momento junto al fuego en que nuestros abuelos partían toctes con piedras y contaban historias acerca del páramo y de los caballos. Entonces, ahí está el desafío y la oportunidad: cómo pensar en potenciar esa enorme faceta de la sociedad —que a fin de cuentas la configura— sin caer en enfoques ingenuos ni grises parámetros tecnócratas. Cómo lograr que la real política se dé cuenta de todo lo que hay de juego y a fin de cuentas ponga su atención en, al menos, alguno de los campos que conjugan la noción de cultura en nuestro tiempo, en nuestro amplio territorio. En el fondo hay cosas tan sencillas y a la vez tan potentes como darse cuenta de que para lograr una sociedad con valores de convivencia, respeto y progreso, necesariamente vamos a tener que trabajar en una dimensión de cultura. Y eso conlleva la necesidad de afrontar el reto: asumir la gestión de un enorme campo de herramientas y posibilidades, de forma seria y responsable. Dejar atrás el descuido y la omnipresente presión de lo tangible. Plantear políticas públicas e impulsar la gestión de ese enorme y sutil bien público que es la cultura requiere de una gran atención y respeto; gestión de indicadores y de datos, sí, pero también de conceptos y métodos; gestión de recursos y de capacidades; gestión de altura y profundidad, de corto, mediano y, sobre todo, de largo plazo. Hablar de cultura no es hablar de arte. Es hablar de arte y de ciencia, de fiestas populares y de celebraciones religiosas, de alta cultura, de curadores y exposiciones, y de videojuegos y carreras de viejos carros de madera. Cuando Benjamín Carrión planteó la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, tras la sangrante derrota militar y la pérdida de territorio sufrida por el país (a causa de depositar demasiadas esperanzas en la limitada capacidad de las armas y la más limitada aún capacidad de los políticos), lo que planteó realmente fue repensar el objeto de nuestra atención. La oportunidad de asentarnos sobre un estatuto esencial: cultura y libertad. Tal y como él mismo escribió: «desentrañar las esencias de nuestro destino, por medio de la indagación en nuestra geografía e historia y del potencial que ofrece el suelo y los hombres y mujeres que lo habitan». Enfocarse en lo pragmático y la realización, en la vitalidad de crear y crearnos que poseemos como seres culturales que somos y que seremos. Sentimos orgullo al decir que la nuestra es una ciudad reconocida como Patrimonio Cultural por la Humanidad. Muy bien, hagamos ahora algo para que ese orgullo alimente un presente vivo que suponga tanto un aporte a esa misma humanidad, como a todos los que vivimos y convivimos con este territorio singular y diverso. Un territorio marcado a fuego y agua, sin duda, por esa multitud de factores que abarca ese concepto tan hermoso, difuso y diverso que denominamos cultura.
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Camila Corral Escudero
DE LA EMOCIÓN DE MIRAR AL PLACER DE SABERSE OBSERVADO
Cachivaches, la ventana indiscreta hacia la intimidad de Diegumberrto
Como ese abuelito que se sienta en el jardín todas las mañanas con su taza de café en la mano y pasa ávidamente las páginas del periódico hasta llegar a los avisos necrológicos para saber a cuál de sus amigos de la infancia ha sobrevivido y luego, con esa mezcla de regocijo y pena que da la supervivencia, continúa a los Sucesos Internacionales; igual que el pasajero que estira el cuello para leer la conversación amorosa de Whatsapp de la chica que está a su lado y así sobrellevar incólume el sopor de un viaje en bus al mediodía; de la misma manera que el transeúnte que se detiene en la calle al ver una multitud y pregunta qué pasa, aun sabiendo que ya llega tarde al trabajo; como aquel padre que, consciente del peligro al que se atiene, entra a la habitación de su hijo sin golpear la puerta; con una excitación similar a la de la chica fascinada por los paisajes cotidianos de sus vecinos a los que examina diariamente desde la soledad de su ventana… Como un animalito curioso y alegre que se cuela por los intersticios de la cotidianidad para examinar la realidad y la cultura popular de los Andes ecuatorianos con su lupa creativa, así es Diego Molina, el artista gráfico que hace de la emoción de mirar y del placer de saberse observado las materias primas de su indagación artística. Lo que empezó hace más de cinco años como un ejercicio íntimo de autoexploración y documentación de su rutina en diarios personales, devino en un rico universo de seres, historias y experimentos visuales y literarios recuperados por la mirada atenta de Diegumberrto que merecía sacarse a la luz, aunque eso significase exhibir procesos e interrogantes que cualquier persona cauta escondería a los demás.
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Casi cien de sus cuadernos de artista fueron expuestos en dos ocasiones en 2017 en galerías y museos de la ciudad de Cuenca y despertaron al voyeur interno de los asistentes que forzaban la vista para vencer la limitación de la vitrina. Ahora, como ventana indiscreta —y a manera de invitación para desacralizar, de una vez por todas, su privacidad y recrear en el lector la comezón placentera y el subidón de dopamina propios del fisgoneo—, aparece el libro Cachivaches, una selección de los diarios que el autor produjo desde el 2014 hasta el 2018, y que fue ganadora de la Convocatoria para Publicaciones 2018 - 2019 de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo del Azuay. Garabatos, collages, dibujos, poemas, escritura automática, binomios fantásticos y apropiación de imágenes, etc., le sirven a Diego como recursos para construir un lenguaje con el que colecciona recuerdos, reinterpreta el mundo con humor y reflexiona con espontaneidad y ludismo sobre la identidad, para luego llenar las páginas de sus diarios, objetos de arte encuadernados, asimismo, por él. En épocas de libidos visuales hiperestimuladas por smartphones, tablets y televisores, los cachivaches de Diego Molina vienen para recordarnos el placer único de dejarse conducir por la curiosidad. Masticar con detenimiento sus palabras e imágenes promete hacer que recobremos la fe en nuestra mirada como la mejor herramienta para construir una realidad de verdad estimulante y entretenida.
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“Memoria del Mundo”
por la UNESCO. Desde entonces es parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Alberga las costumbres de nuestra región desde 1563 hasta 1950, contadas a Archivo Nacional de documentos Historia de la Casa deloslaque Cultura Núcleo del Azuay través de 700 000 oficiales entre se destacan:
En la colección «NotaríaTercera del Cantón Cuenca» Archivo El primer censo deNotaría población deTercera la ciudad de Cuenca realizado en 1778.del En 2018, 2018 su Colección del Cantón Cuenca consigue la mención Juicio seguido a Eugenio Espejo donde se evidencia aspectos sociales y culturales Nacional de Historia de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay consiguió
“Memoria del Mundo”
de la época (1786-1796) como: política, costumbre, tradiciones, religión y justicia. El libro de Cédulas Reales No. 11 que contiene la cédula libertad para la mención porquelaconcede UNESCO. Desde el comercio de esclavos entonces forma parte Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Documentos relativosdel a hacienda, administración, temas notariales, judiciales y particulares.
Memoria del Mundo Archivo Nacional de Historia de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay
por la UNESCO. Desde entonces es parte del En 2018 su Patrimonio Colección Notaría Tercera del Cuenca consigue la mención Inmaterial de Cantón la Humanidad.
“Memoria del Mundo”
Alberga las costumbres de nuestra región desde 1563 hasta 1950, contadas a través de 700 000 documentos oficiales entre los que se destacan:
por la UNESCO. Desde entonces es parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El primer censo de población de la ciudad de Cuenca realizado en 1778. Juicio seguido a Eugenio Espejo donde se evidencia aspectos sociales y culturales de la época (1786-1796) como: política, costumbre, tradiciones, religión y justicia. El libro de Cédulas Reales No. 11 que contiene la cédula que concede libertad para el comercio de esclavos Alberga las costumbres nuestra región desde 1563 hasta 1950, contadas Documentos relativosde a hacienda, administración, temas notariales, judiciales a y través de 700 000 documentos oficiales entre los que se destacan: particulares. El primer censo de población de la ciudad de Cuenca realizado en 1778. Juicio seguido a Eugenio Espejo donde se evidencia aspectos sociales y culturales de la época (1786-1796) como: política, costumbre, tradiciones, religión y justicia. El libro de Cédulas Reales No. 11 que contiene la cédula que concede libertad para el comercio de esclavos Documentos relativos a hacienda, administración, temas notariales, judiciales y particulares.
Dir.: Presidente Córdova 7-89 y Luis Cordero, El Archivo alberga las costumbres de nuestra región desdetercer 1563 piso hasta 1950, que se 112los que destacan: Telf. 2842586 cuentan a través de 700 000 documentos oficialesext. entre
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El primer censo de población de la ciudad de Cuenca realizado en 1778. El juicio contra Eugenio Espejo en el que se evidencian aspectos sociales y culturales como la coyuntura política, las costumbres, tradiciones, religión y justicia de la época. El libro de Cédulas Reales No. 11 que contiene la cédula que concede libertad para Dir.: Presidente Córdova 7-89 y Luis Cordero, tercer piso comerciar con esclavos. Telf. 2842586 ext. 112 Documentos www.cceazuay.gob.ec/archivo-historico relativos a hacienda, administración, temas notariales, judiciales y particulares. Dir.: Presidente Córdova 7-89 y Luis Cordero, tercer piso
Dir.: Presidente Córdova 7-89 y Luis Cordero, tercer piso / Telf.: 2842586 ext. 112 Telf. 2842586 ext. 112
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