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No está claro —ni siquiera para la Física— cuáles son los mecanismos con los que el tiempo discurre, sin embargo ese misterio del universo parece menos complejo comparado con otro, también sobre el tiempo, que sucede en la profunda subjetividad de las personas: cómo hacen los días para pasar silenciosos y a la vez, veloces y contundentes. Este año, tanto como otros, nos ha empujado inevitablemente hasta su frontera, y aquí estamos, mirando a un atrás, que mientras exista en la memoria, será parte esencial de nosotros. Están ahora, en nuestros recuerdos, luego de haber estado en la tierra: Efraín Jara Idrovo, Nicanor Parra y Philip Roth, creadores literarios que se enfrentaron a la existencia con valiente lucidez; Charles Aznavour, Lucho Gatica y Aretha Franklin, que regalaron sus voces al mundo; Stan Lee, creador de cómics, piezas centrales de la cultura popular norteamericana; Bernardo Bertolucci, maestro del cine, y Stephen Hawking, físico genial que trató de entender cómo funciona el universo. La partida de todos ellos resta una buena carga a la balanza de un mundo que parece desequilibrarse: la ultraderecha ya no es más una pieza del museo del horror, sino un fenómeno global de largas raíces que se expanden por todas partes y se plantan fuertemente en Estados Unidos, Inglaterra, Brasil, Italia, Filipinas, Honduras y Nicaragua —y otros sitios donde aún no es visible—. Los giros políticos son solo los síntomas de una enfermedad social que es contagiosa y devastadora, que se manifiesta también en cada crimen de odio racial, de género y de cualquier otro tipo y que crecen paulatinamente cada año. Quien no se mantenga vigilante dejará pasar al tiempo y terminará por infectarse de complicidad. Una de las vacunas ante esta pandemia es el arte y la cultura y por ello, un año más, a pesar —o a propósito— de las duras condiciones a las que el mundo se enfrenta renovamos la promesa de combatir desde nuestro frente.
Director: Jordi Garrido
Dirección de comunicación: Amyr Sarmie
Editores: Jordi Garrido David Larriva
Impresión: Casa de la Cultura Núcleo del Azuay
Corrector: David Larriva
Diseño y diagramación: Dianola Vázquez Moreno
Subdirector: Gustavo Peribáñez
Fotografía: Carlos Maldonado Pablo Villavicencio
Autores de esta edición: Jorge Arízaga Andrade Armando Rojas Guardia Ana Cristina Franco Varea FEUE
La Gaceta Cultural no se responsabiliza por las opiniones vertidas por nuestros colaboradores.
En esta última edición del año encontrarán un breve recuento de algunas de las noticias significativas del 2018 en música, literatura, cine y más. Que el 2019 nos encuentre con los sentidos alerta, informados y con la cabeza en su sitio, que no se nos pase el tiempo sigilosamente, y que nuestra alegría provenga de la esperanza y no de la inocencia. ¡Feliz 2019!
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Alejandra Bueno Amyr Sarmie
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Jorge Arízaga Andrade
Jorge Arízaga Andrade
TENGO
TE LLAMARÉ
tal vez la tristeza
con mi respiración pausada
del Taquiurco
y con mis ojos fijos
a las tres de la tarde,
en el paisaje que admiramos juntos.
quizás la desolación del desierto de Atacama
Elegiré un recuerdo
a media noche.
que junte nuestras manos y nuestros labios
El olor punzante
y te llamaré con la voz
de la hierba recién cortada
de mi memoria.
el aroma invasivo Escarbaré en la hojarasca de los años
del eucalipto recién talado,
y rescataré esas noches de insomnio EL olor
en las que hablamos de tantas telarañas,
a madera viruteada
de tantos polvos viejos,
por el sacapuntas.
de tantas reparaciones de la casa, y te llamaré con la mano
Tal vez el único dolor
del amigo, del fontanero
que hace llorar a Dios.
que te salvó de ahogarte en el baño.
Quizá el anhelo de devolver el paraíso
Abriré los álbumes
a los niños de Etiopía.
y ojearé las fotos de familia que registraron la cronología
Quizá la sed
de nuestras canas y arrugas,
del agua de la vida.
y te llamaré con mis miradas cómplices,
Tal vez unas ganas de morir
con mis suspiros nostálgicos.
la muerte definitiva, aquella en que muera el mismo Dios
Conjuraré los agravios,
en el funeral de mi existencia.
las peleas y los distanciamientos
(Celebración de los sentidos, 2015)
que trajeron aguas malas a nuestro jardín de astromelias, y te llamaré con la voz de mi perdón.
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Armando Rojas Guardia
POEMA DE LA LLEGADA
Foto: Federico Prieto
ARMANDO ROJAS GUARDIA (Caracas, 1949). Estudió primaria y secundaria en el colegio «San Ignacio de Loyola». En 1967 ingresó al seminario jesuita, en el que permaneció hasta 1971. En 1973 se incorporó a la comunidad fundada y dirigida por Ernesto Cardenal en Solentiname, donde vivió cuatro meses, integrado por completo a la vida religiosa, laboral y artística de esa comunidad. Estudió Filosofía en la Universidad Católica «Andrés Bello», de Caracas, en la Universidad Javeriana, de Bogotá, y en la Universidad de Friburgo, en Suiza. Perteneció al taller literario «Calicanto», dirigido por Antonia Palacios, al taller de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos «Rómulo Gallegos», y fue miembro fundador del legendario grupo Tráfico. En 2015 fue elegido individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua. Ha publicado los poemarios: Del mismo amor ardiendo (1979), Poemas de Quebrada de la Virgen (1985), Yo que supe de la vieja herida (1985), Hacia la noche viva (1989), La nada vigilante (1994), El esplendor y la espera (2000) y Patria y otros poemas (2009). Y los libros de ensayo: El Dios de la intemperie (1985), El calidoscopio de Hermes (1989), Diario merideño (1992), El principio de incertidumbre (1994), Crónica de la memoria (1999), La otra locura (2017), y El deseo y el infinito (Diarios 2015-2017). En 1986 y 1994 recibió el Premio de Poesía del CONAC (Consejo Nacional de la Cultura), y en 1997 el Premio de Ensayo de la Bienal «Mariano Picón Salas». Desde 2013 desarrolla una intensa actividad docente impartiendo diversos talleres de literatura, filosofía de la religión y mitología grecorromana. Actualmente es profesor en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, donde dicta el seminario «Introducción a la experiencia mística».
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Cuando tú vienes, tú el vacío el nada el ya, el que yo no sé su nombre, ni interesa, cuando tú vienes me siento perder voz, me seco de palabras, sueno simplemente como tú, sin queja sin golpe sin crujidos, sueno como tú.
Cuando tú vienes nada dice y me dices. Nada pides. Qué vas a ser tú el Implacable, el Exterminador, el Enemigo. Nada pides, eres. Solo oigo cómo eres, solo oigo cómo soy y quiero ser así eso que escucho, me abandono.
Cuando tú vienes tengo prisa por decir, por llamarte de algún modo, por nombrarme a mí también para al fin reconocerme en tu presencia me abalanzo precipito sacudo la quietud mancho lo limpio todo es tan vacío tan gota inaprensible,
Cuando tú vienes hay una exacta coincidencia, te miro en lo profundo de aquello que deseo, qué mentira, qué imposible, qué estúpido querer lo que no quieres querer lo que no quiero. Y entonces ya no es sino la paz, la precisa ubicación, el ser escueto. Cuando tú vienes no has venido, estás ya desde siempre.
tan exactamente nada, tan silencio. Cuando tú vienes abro ensancho acojo, me dilato, no sé decir, sino que abro inútiles clausuras. Tú en el canto, tú el silbo el suave el que no pesas vuelves hilos levísimos mis nudos, me desatas.
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Armando Rojas Guardia (2018). El esplendor y la espera [Obra poética 1979-2017]. Cristóbal Zapata (ed.). Cuenca: GAD Municipal del cantón Cuenca, Dirección General de Cultura, Recreación y Conocimiento.
En palabras del propio autor, el título de este libro condensa «la tensión bipolar de mi espiritualidad, tal como ella está plasmada en mi poesía: el momento extático, la reconciliación con el mundo y conmigo mismo, la luminosidad existencial (“el esplendor”), y el trabajo consciente y voluntario por aproximarme a ese momento, el esfuerzo de atención que busca merecerlo, la escucha que aguarda y atisba el rapto inspirador (“la espera”)». El vasto río vital y espiritual, filosófico y erótico de la poesía de Armando Rojas Guardia se alimenta de varios afluentes culturales: los místicos españoles del Siglo de Oro (Juan de la Cruz y Teresa de Ávila, prioritariamente), las voces heterodoxas de algunos pensadores católicos (desde Meister Eckhart a Leonardo Boff, pasando por William Blake, Søren Kierkegaard y Simone Weil), el Nietzsche dionisiaco, el Lezama paradisiaco, la música de Bach y Charlie Parker, el cine de Passolini y, por supuesto, sus recurrentes y lúcidas lecturas de la Biblia. Estos son solo algunos hitos del orbe intelectual y estético de un poeta pensador, de un poeta que ora cada día y celebra al mismo tiempo la fiesta de la vida, la pasión del deseo infinito, los gozos de la carne trémula, las ofrendas cotidianas del paisaje
y de la naturaleza. Un poeta que, en los tensos bordes de la razón y el delirio, sabe hablar con los hombres y con Dios con idéntica eficacia. Rojas Guardia no solo es una _gura central de la poesía venezolana contemporánea que ha dado a la lírica de nuestra lengua algunos de sus nombres capitales (Vicente Gerbasi, Juan Sánchez Peláez, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Igor Barreto o Yolanda Pantin), sino uno de sus animadores y suscitadores fundamentales desde la docencia universitaria y la sostenida conducción de talleres de poesía, filosofía, religión y mitología que lo han convertido en un autor de culto, en un mito viviente. La Dirección General de Cultura, Recreación y Conocimiento del GAD Municipal del cantón Cuenca, a través de su Colección Mundus, se honra en presentar a los lectores la edición más amplia que se haya realizado hasta la fecha de la obra poética de Rojas Guardia, acompañada de un penetrante y exhaustivo prólogo del joven poeta y ensayista Alejandro Sebastiani Verlezza, uno de sus lectores e interlocutores de cabecera.
Armando Rojas Guardia dialoga con los poetas cuencanos Cristóbal Zapata y Galo Alfredo Torres durante la presentación del libro El esplendor y la espera (Obra poética 1979-2017), llevada a cabo el 13 de noviembre en la biblioteca municipal Daniel Córdova Toral.
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Ana Cristina Franco Varea
CRÓNICAS DE MURAKAMI EN QUITO (SIN MURAKAMI) Me retiro, es lo mejor. Afuera, todavía me siento parte de una de sus novelas. Nada de lo que pasa me parece real, cada persona es alucinante. Sobre todo, me llama la atención un vagabundo de esos con la cara llena de tiempo, lleva un terno elegante y va bien peinado. Sostiene un ramo de rosas. Le pido que me deje tomarle una foto. Después me regala una flor. Le doy una moneda y me voy. En el taxi, saco del fondo de mi cartera el libro, después miro la flor que me ha regalado el vagabundo. Parece de otro planeta, es azul. Azul. Entonces lo entiendo: tengo la flor azul en mis manos. He venido a buscar a Murakami y sí que lo he encontrado un poco. Quería dejarle una pista, pero el que me ha dejado la pista ha sido él: ahí está la flor azul, en mis manos. Releo las últimas páginas de Kafka en la orilla y pienso que nadie, nunca, ha narrado tan maravillosamente la experiencia dolorosa y bella de atravesar una crisis. El bosque y la lluvia no son otra cosa que la metáfora de crecer. Miro la flor azul, pienso en la magia, en la escritura, en la vida. Lloro un poco pensando que esta pequeña/gran experiencia no le importará ni le servirá a nadie más que a mi. Es, de alguna manera, invisible. Y por eso he triunfado en este día con una causa tan inútil. Y sé que al igual que el Joven llamado Cuervo, cuando baje de este taxi, habré pasado a formar parte de un mundo nuevo.
Foto: Ana Cristina Franco Varea
Día 1 Saber que Murakami está, en este instante, en la misma ciudad que yo me provoca mucha ansiedad. Decido vestirme de detective e ir a buscarlo en su hotel. Sobretodo verde, gafas Ray-Ban, cámara de fotos y Kafka en la orilla en el bolso, como si fuera un revolver. Camino despacio, tomo agua mineral y miro el cielo. Cuando bajo del taxi, nada me parece real. El aire parece tener otra textura, una parecida a la de los sueños. Al llegar a las afueras de su hotel, imagino/siento que soy algo así como una agente privada; me siento exactamente como si estuviera dentro de una novela suya. Entro al bar del hotel, temo que no me dejen pasar, tal vez se den cuenta de que soy sospechosa. «Estoy esperando a alguien», digo al pasar, como defendiéndome. Pido la carta fingiendo seguridad, pero en realidad, tengo miedo, estoy nerviosísima. Me siento una especie de espía o un gánster. Miro alrededor, no debo ser descubierta. Los precios del menú superan los veinte dólares. Recuerdo mis 13 años, mis primeras salidas sola, es decir, sin adultos; el vértigo que me provocaba ir a espacios que no sentía míos con la sensación de hacer algo peligroso o de estar infiltrada en un lugar extraño intentando hacer todo lo posible para que no descubrieran que yo no era como los demás. Desde este lugar de voyeur que es como un balcón secreto del que se mira el abismo, bebo el agua mineral más cara del mundo. Miro de reojo hacia las otras mesas. Unos gringos. Una familia. Empresarios. Ninguno es Murakami. Aunque es obvio que nadie me mira, insisto en pasar desapercibida y reviso el celular. ¿Y si viene? Me entra el clásico miedo de pasar como una vulgar grupi, cuando en realidad me siento como una detective metafísica. Porque no he ido hasta allí por una foto, ni por una firma, menos aún, a darle un ridículo texto mío como he escuchado se acostumbra por aquí con escritores famosos, con la esperanza de que «descubran su talento» (¿eso es verdad?, ¿hay escritores que en vez de pedir un humilde autógrafo ofrecen sus propios textos para que los escritores invitados los revisen?... qué cosas, qué vergüenza). Entonces, ¿qué espero? No lo sé, supongo que algo así como una señal, encontrar la clave para pasar a una realidad paralela, qué sé yo. Recuerdo que en un texto que escribí sobre él hablé sobre la flor azul de Novalis, el símbolo de la unión del mundo real y el de los sueños. Me levanto y pago la cuenta. Decido revelar mi secreto y preguntar por él. El recepcionista, cauteloso, me dice que sí, que, en efecto, se hospeda en aquel hotel, que es una persona «bastante tranquila», que debe llegar pasadas las cinco. Pero ya no puedo esperar más. Pienso en dejarle algo en recepción (¿por qué siempre pedir algo, en vez de dejar algo?). ¿Una pequeña nota de agradecimiento por sus libros?, pero ¿le llegaría?, ¿la leería?, ¿acabaría en la basura?, y más que eso: ¿tiene sentido? No lo creo... No. Tal vez esta experiencia deba ser así, secreta, absurda y secreta.
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Foto: Ana Cristina Franco Varea
Día 2 Sí, es Murakami. Un poco más humano de lo que me imaginaba, es cierto. Sus zapatos de goma con cordones fosforescentes son la prueba de que es él. Pienso que es genial (¿por qué no?) recibir a un escritor como a una estrella de rock. Después de todo, él es una estrella de rock. Murakami dice que para escribir, al igual que Torou Okada para entrar al pozo, tiene una rutina. Okada se pone zapatos tenis, agarra un bate de besibol por si acaso deba matar algún monstruo del subconsciente, y desciende en el pozo. Así mismo, Murakami duerme bien, toma un desayuno ligero y atraviesa el umbral. Después regresa, (lo importante es regresar, nos advierte) y pasa el día con su esposa, tal vez da un paseo con ella y tal vez sale a correr. Ahora entiendo por qué sus personajes tienen un excelente estado físico, porque se necesita estar en forma para pasar —todos los días— al otro lado y después poder volver (lo importante es saber regresar, nos advierte otra vez). Murakami, a diferencia de otros grandes, no escribe bajo sustancias psicotrópicas ni cuando le «asalta» la inspiración. Para él, la inspiración es un viaje hacia otro mundo que hay que hacer todos los días con horario. Y para eso necesita, debe, estar en forma. Porque solo así se puede volver (todos podemos ir a ese otro mundo, nos dice, pero lo importante, sí, insisto, es saber volver).
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Lo puedo ver de pie sobre una cuerda floja que bordea los dos reinos, manteniendo el equilibrio con la sabiduría de un maestro zen. Vibrando entre la vigilia y las tinieblas, su trabajo no es otro que el de reportar y, claro, mantener el equilibrio, siempre. Mitad en los sueños mitad en la tierra. Algo de eso tendría su padre, que nos cuenta, era mitad monje y mitad profesor. Tal vez eso tenga que ver con esa «religión subconsciente» de la que habla. Tal vez algo que persista en el fondo del alma sin saberlo. Le preguntan inocentemente si 1Q84 es «ciencia ficción». Contesta que no, que la historia en la que hay dos lunas en el cielo es, por supuesto, completamente real. Y dice algo así como que todos dormimos alrededor de ocho horas al día, es decir, que esas ocho horas vivimos en otro mundo, otro mundo que es totalmente real, después despertamos en este. Ya saben, lo importante es saber regresar. Murakami dice sin reparo que la razón de su visita a Ecuador es conocer las islas Galápagos. Lo imagino mirando la arrugada piel de las tortugas gigantes, absorto ante la transformación de la naturaleza en un lugar en el que la evolución sucede en tiempo real, un lugar en el que se puede ver cómo un manglar se aburre de ser árbol y empieza a ser iguana. Murakami termina su charla diciendo que le sorprende que en las calles de Quito nadie fuma y las chicas no llevan falda, llevan pantalón. Yo empiezo a sentir una extraña nostalgia de que esto se acabe y sí, de no haberle pedido un autógrafo. «Tranquila», me digo a mi misma, él no es Murakami. ¿Quién pensó que alguien como él vendría a Quito a conversar con el ministro?, ¿alguna idea más absurda? No, él nunca vino. Murakami estará bebiendo whisky en algún hotel de Tokio mientras otro, muy parecido a él, se despide de nosotros en la Casa de la Cultura.
Foto: Ana Cristina Franco Varea
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Día 3 «¿Es verdad que hoy va a venir Murakami, así, de improviso, a las cuatro de la tarde?», le digo susurrando al librero. Estoy despeinada, tengo ojeras, no precisamente por haberme trasnochado pensando en Murakami como quizá pensarán algunos (incluido el librero), sino por dar la teta a mi hijo que en ese preciso instante se escapa de los brazos de mi prima, Clara Varea, y va haciendo desastres por donde pasa. El librero me mira bastante desconcertado. Soy una madre despeinada, trasnochada, que piensa que va a encontrar a un escritor japonés en una librería de un centro comercial. El librero me explica, no sin lástima, que Murakami no vendrá, que de haber sido así, él ya se habría enterado. Luego me mira intentando descifrar de qué loquero me acabo de fugar, y esboza una ligera sonrisa que parece decir, no sin placer, que alguien acaba de tomarme el pelo. Le digo que esperaremos de todas formas. El Lucas lanza los libros al piso, les saca las fundas, hace torres con ellos, no compramos ninguno. Es martes 13 y, en efecto, ha sido un día bizarro. Hay una luna maltrecha en el cielo y he visto pasar algunos gatos flacos. Son casi las cinco y nada... Excepto por nosotros y el personal, la librería está vacía. Me empiezo a sentir incómoda; el librero, cada que pasa, evita mirarme, quizá sienta lástima o una especie de vergüenza ajena. Yo siento vergüenza propia, así que le digo a mi prima que nos vayamos, que «ya fue». Afuera, pedimos un montón de galletas de almendras y chocolate y dos capuccinos. Pero cuando voy a tomar el primer sorbo, alcanzo a ver que algo sucede por allá. Agarro mis libros y me acerco hacia la puerta. Cuando me giro, me lo encuentro, cara a cara. Camina despacio, al lado de su esposa Yoko. Lleva los mismos zapatos con cordones fosforescentes de la otra vez. En la librería no hay nadie más que los vendedores, los extraños funcionarios del ministerio y yo. Es raro, porque, según tenía entendido, él había dicho que quería «caer de sorpresa» a una librería anónima y que estaba dispuesto a firmar autógrafos. Esta información había venido acompañada de una advertencia de que no corriera la voz para que no se «acumulara la gente». Pero lo que Murakami no sabía (no tenía por qué saberlo, los que lo saben muy bien son los funcionarios y aún así, no les importó llevar a su invitado a firmar libros al lugar equivocado, a la hora equivocada) es que en Quito los establecimientos que venden libros son más desiertos que el Sahara; lo que Murakami no sabía, es que Quito (no) lee. Murakami entra despacio al lugar en el que hay un afiche con su rostro al lado de García Márquez y Javier Vásconez. Miro al librero, con cara de «¡ah, te gané! ¿eh?». Él sonríe sin poder ocultar su emoción, a pesar de que cuando el japonés se acerca, dice con cierto orgullo y rebeldía: «A mi no me gusta cómo escribe Murakami». Aunque soy la única fan en el lugar, los funcionarios del Ministerio están muy pendientes de que no me acerque «demasiado», como si ellos fueran sus dueños. Con ansiedad, pido un esfero. Voy hacia él con vértigo. El funcionario agarra su celular y le dice a ¿su esposa?: «Mija, quieres una foto con el señor Haruki Murakami?» Ella asiente y yo le pregunto si después me puede tomar una a mi, a lo que el muy atrevido responde (después de hacer su selfie, claro): «Es que a él no le gustan las fotos». La señora agrega: «No le hará enojar, después no vaya querer ni firmar». Obedezco. Imagino que lo peor que podría pasar es que, en una de esas, Murakami, para quien soy una manchita diminuta, se «enoje» como dice la mujer y esta historia idílica termine con él insultándome en japonés. Sería terrible, me abstengo pensando que por otro lado, esta historia nunca fue de imágenes, sino, más bien, está hecha de esas cosas invisibles. Aprovecho para preguntarle en un pésimo inglés un par de datos geeks: «El Ushikawa de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo está muerto y es su doble, ¿verdad?» A lo que él, muy tranquilamente, pero con una sonrisa contesta «yes». No hay más misterio. Su letra es muy particular, parecería que firma con la izquierda. Imagino su firma como un sello de oro o de sangre en mi libro. Somos dos extraños, pero en alguna parte, al mismo tiempo, sí que nos conocemos. Él no sabe quién soy yo (ya lo he dicho, soy invisible) y yo, tal vez, tampoco sepa quién es él; tal vez no lo conozca a él, sino al otro, al de los libros, a ese que no está en la librería sino en el otro lado, a su doble. Afuera me espera mi hijo, mi prima, muchas galletas, café, chocolate, risas del Lucas, otras de Clara, felicidad por haber triunfado una vez más, en otra causa inútil. Murakami sale acompañado de su esposa y con una guía de Galápagos en su bolso, los despedimos con Clara y Lucas. Estoy feliz de que este japonés con zapatos de goma al fin se regrese a su país y acabe esta aventura imaginaria. Murakami baja las escaleras eléctricas y se pierde para siempre. Y nosotros hacemos lo mejor que podemos hacer: entrar a una juguetería, tenemos toda la tarde libre para perderla o ganarla, jugando...
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Alejandra Bueno
UNA CADA ONCE MINUTOS
Fotograma del cortometraje Empty Cilt de Sandra Lozano y Pilar Talavera.
En estos momentos una mujer está siendo asesinada; no lo digo yo, lo dice la ONU. Quizás nadie se alarme, pues el concepto suena incluso abstracto. Si al año mueren 64 000 mujeres en el planeta, quiere decir que 175 mujeres mueren al día y 7 cada hora. Si tan solo nos detuviéramos a pensar que cada 11 minutos una mujer está siendo asesinada, si tan solo nos pondríamos en el lugar de una de ellas, quizás pusiéramos más empeño en nuestra lucha por nuestra dignidad como mujeres. En el 2017, sin contar las 8 mujeres trans, la cifra asciende a 132, es decir, 140 mujeres asesinadas. Este año la cifra no es más alentadora. No es de extrañar que a la marcha del Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer del 25 de noviembre vayamos siempre las mismas, y tengamos que aguantar comentarios en redes tales como: «los hombres también son agredidos por mujeres y no tenemos un día…». Perdona que no complazca ni a tu ego, ni a tu verga, pero el día que seas violado por treinta mujeres, te haré un día sólo para ti. Hay cosas que no se pueden comparar y otras que no se pueden negar; que haya mujeres que adoptan el rol de superiores es la realidad, pero estamos hablando de una relación de poderes instaurada desde la Grecia clásica, una relación de subordinación que se ha naturalizado y normalizado desde las figuras masculinas, nada es justificable. Seguimos hablando de machismo, de un hombre a una mujer, de una mujer a un hombre y todas las demás combinaciones. La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer (Convención de Belem do Pará) es el primer instrumento jurídico internacional que señala la violencia contra las mujeres como una forma de violencia específica, producto de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres y la de cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. Somos herederas de las tradiciones patriarcales más arcaicas, nos educamos en entornos clásicos y clasistas, donde el miedo a lo otro se hace patente, donde lo diferente está mal visto desde nuestros imaginarios colectivos y desde nuestros entornos más cercanos. Somos las hijas de la violencia, somos las hijas de las que callaron por mantener un status quo que parecía «normal», somos las hijas de las que lloraron en silencio. Pero nosotras, esas hijas, esas herederas sabemos que lo normal pertenece al Estado y no nos sentimos identificadas; reivindicamos nuestro carácter de anormal a través de las prácticas artísticas anormales, a través de nuestras cuerpas, de nuestra sexualidad, de nuestras marchas. Somos aquellas que tampoco son como el Estado quiere que sean, porque gritan, porque atacan, porque se quejan, porque el arte empodera y emancipa, porque deviene arte a través de la crítica; por eso estaremos luchando desde nuestros márgenes más creativos. Me gustaría que quien esté leyendo este artículo mire la imagen y piense qué representa. Puede que sea tan abstracto como decir que cada 11 minutos es asesinada una mujer en el mundo. Pero mírala bien. ¿No te suena? A mí tampoco me sonaba, porque no me han enseñado lo que es mi cuerpo. Esa representación amigas y amigos míos, es el CLÍTORIS. Todos sabemos dibujar cada parte del aparato reproductor y erótico del hombre, pero no sabemos ni siquiera identificar el de la mujer, igual que no sabemos detectar un infarto de mujer que, ojo, no es lo mismo que el de un hombre. Toda la sociedad ha girado hacia un antropocentrismo masculino; desde el conocimiento hasta el placer, nuestra sexualidad siempre ha sido tabú, pues estaba subordinada al placer del hombre. Eso era lo importante, de ahí que no sepamos cuál es la forma de nuestro clítoris.
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Partimos del hecho de que hablar de identidades, de géneros, de diversidades es aún un problema o un tabú en muchas sociedades debido a que el desconocimiento sobre el tema implica que la sexualidad sea prohibida y determinada en algunas formas. En Alemania la educación sexual ya es un hecho, es obligatoria en las escuelas, les enseñan desde la mítica pregunta: ¿de dónde vienen los niños?, hasta salud sexual y sus prácticas. Pero Ecuador es Ecuador y está a años luz de conseguirlo, no obstante, no tenemos de qué quejarnos: grandes lideresas han contribuido al desarrollo de la mujer en el ámbito público y privado como Dolores Cacuango1 y Tránsito Amaguaña2, quienes junto a Nela Martinez Espinosa3, Matilde Hidalgo Navarro4 y Zoila Ugarte de Landívar5 conforman el elenco de artistas, escritoras, activistas y pioneras que marcaron diferentes hitos en el territorio ecuatoriano. El voto femenino no se consiguió en el congreso, se consiguió porque miles de mujeres salieron a la calle para exigirlo, la violencia de género no se va a terminar con este artículo, se terminará cuando todas salgamos a las calles y cuando finalmente comprendamos que la educación es el pilar fundamental para la transformación de esta sociedad, que educar seres autónomos y críticos es más importante que saber hacer una integral. Difícilmente lo conseguiremos si seguimos legitimando discursos como el de Maluma en la gala de los premios Grammy por canciones que naturalizan una cosificación de la mujer, su subordinación y su denigración. Entonces podemos decir: todas somos Natalia Lafourcade, quien más allá de estar indignada con Maluma, lo está con una sociedad hipócrita, ilusa y ciega, incapaz de ver qué supone que nuestras hijas crezcan escuchando «chingan cuando yo les diga» como algo normal. Esa es la educación sexual que sí permitimos en las escuelas. Pero, ¿es la educación que queremos? Debemos, como mujeres, asumir el cambio, primero en nosotras mismas y después en nuestro alrededor. Acciones como adoptar el género femenino en los discursos lingüísticos forma parte de esta reinvención de mujer, una reivindicación de nuestra identidad y una crítica a los años de oscuridad. La deconstrucción del lenguaje va intrínsecamente ligada con la deconstrucción de los estereotipos, de lo impuesto. Las relaciones de poder a las que hemos estado sometidas han generado el empoderamiento de la mujer desde muchos ámbitos. Nosotras, más que nadie, sabemos lo que es sufrir, lo que es ser el «sexo débil»; no creemos en esas categorías, creemos en personas, en identidades múltiples, híbridas, amorfas, extrañas, monstruosas y no deseamos que nadie sea el objeto marginal, ni el débil, porque este mundo está habitado por cuerpas diversas, todas poderosas y todas bellas. Según Marcela Lagarde, el género es una categoría relacional que busca explicar la construcción de un tipo de diferencia entre los seres humanos; que el varón y la hembra de la especie difieren es un hecho, pero es un hecho también, que el género está construido socialmente. No dejaremos de reivindicar que nuestra venganza es ser felices y perdonamos, pero no olvidamos. No olvidamos a todas las Julias, a las Marías, a las Antonias, a las Pacas, a las Anas, a las Lorenas, a las Jennys, madres, hijas, hermanas, amigas, todas. Pionera en la lucha por los derechos de los indígenas y campesinos en Ecuador. Referente del feminismo en Ecuador a mediados del s. XX. 3 Durante dos días estuvo a cargo del Ministerio del Gobierno, Fue la única mujer militante del Partido Comunista Ecuatoriano en Ambato, Ecuador. 4 Primera mujer en ejercer el voto y primera en doctorarse en medicina (1889-1974). 5 Primera mujer en ejercer el periodismo en Ecuador en 1880. 1 2
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FEUE
¡LAS Y LOS ESTUDIANTES DEFENDEMOS LA EDUCACIÓN PÚBLICA! Las universidades están conformadas mayoritariamente por estudiantes, son sus voces firmes y claras, las que a lo largo de la historia han ido construyendo la sociedad y modificándola. Hace cien años, en Córdoba, los estudiantes se tomaban la universidad para exigir tres cosas: laicismo, una educación libre del dogma religioso; cogobierno, es decir, que las instituciones educativas puedan tener un máximo espacio de decisión en el que la opinión de docentes, empleados, trabajadores y estudiantes pueda ser escuchada y atendida, y por último, autonomía, que implica que las universidades pueden y deben tener la jurisdicción suficiente para decidir sobre su política interna y sus decisiones. El movimiento estudiantil nace bastante antes de la reforma de Córdoba y en Ecuador, en la Universidad de Cuenca, ha tenido múltiples eventos que han marcado su historia y sus reivindicaciones. Las y los estudiantes han tenido siempre una voz crítica y altiva frente a los gobiernos de turno. En el 2018 tenemos una realidad especial, el pasado 31 de octubre el Ministerio de Finanzas presentó a la Asamblea Nacional la Proforma del presupuesto general del Estado (PGE), que contempla una disminución del presupuesto en varias entidades públicas. El más preocupante de ellos es el recorte a las Entidades de educación superior, pues supone una disminución del 10,06% —equivalente a 145 100 000 de dólares— para las universidades públicas Después de un profundo análisis, los y las estudiantes concluimos que este recorte de presupuesto responde a dos causas específicas: 1) La implementación de la Ley orgánica para el fomento productivo, atracción de inversiones, generación de empleo, estabilidad y equilibrio fiscal, que contempla medidas como la flexibilización laboral, el despido de servidoras y servidores públicos, el recorte de salarios, la eliminación de ciertos impuestos y la reducción de la inversión estatal, todo ello genera una reducción en la recaudación del IVA y del Impuesto a la Renta (IR), ambos rubros destinados al financiamiento del Fondo Permanente de Desarrollo Universitario y Politécnico (FOPEDEUPO), del cual nos financiamos las escuelas politécnicas y universidades públicas. En
consecuencia, si se reduce la recaudación del IVA y integral de la educación, porque necesitamos más del IR, se reduce el presupuesto para las universidades y mejores espacios físicos y porque creemos que aumentar los cupos para el ingreso en el sistema de públicas. educación superior es una forma de democratizarla y 2) El gobierno intenta justificar el recorte brindar oportunidades a las y los jóvenes de soñar en presupuestario refiriéndose a que las universidades un mejor futuro. Sobre todo, creemos que es necesario subejecutan sus fondos. Ante este argumento, se debe defender la educación pública de nuestra generación y de las generaciones venideras. reconocer que: • Las universidades públicas tienen menos de nueve meses del año para ejecutar el total del presupuesto. Este es un obstáculo para que las universidades puedan cumplir con su planificación anual. • No se han creado las cuentas recolectoras, en las que se deben depositar los recursos generados por las universidades, para que puedan disponer autónomamente de ellos. • El SERCOP (Servicio Nacional de Contratación Pública) no ha establecido el sistema especial de compras públicas para que las universidades puedan ser más eficientes al momento de ejecutar su presupuesto.
El 19 de noviembre, en una reunión con los rectores de las distintas universidades del país, el ministro de finanzas y el secretario nacional de gestión de la política, se llegaron a algunos acuerdos en el que se ofrece restituir la proforma 2019 para las Entidades de educación superior y se ofrece también implementar de manera veloz las cuentas recolectoras y el régimen especial de compras públicas del Sistema de educación superior.
¿Qué es lo que decimos al respecto como estudiantes y por qué salimos si ya existen acuerdos? No confiamos en los acuerdos firmados con el Ejecutivo y tenemos que mantenernos vigilantes y movilizados hasta que la La dirigencia estudiantil decidió algo que no se restitución de valores en educación sea una realidad. había hecho desde hacía mucho tiempo: convocar En este momento la disposición de si se cambia o no a una marcha como protesta contra las medidas del dicha proforma depende enteramente del pleno de gobierno nacional. La propuesta fue presentada por la la Asamblea. Esperamos que si nos movilizamos, los FEUE ante el Consejo Universitario para pedir a las asambleístas atenderán nuestro pedido y devolverán autoridades que se sumen a la defensa del presupuesto la proforma general del estado al Ejecutivo sin voto, en las calles. Toda la universidad se incorporó y, según pero con observaciones. algunos medios, el miércoles 21 de noviembre fuimos 16 000 personas llenando las calles de Cuenca para La Universidad de Cuenca estará alerta de que los acuerdos del Ejecutivo se cumplan, de que la Asamblea salvaguardar la educación pública. escuche y respete a las universidades, pero también Las y los estudiantes de la Universidad de Cuenca nos necesitamos que las soluciones para la universidad hemos organizado y marchamos porque pretenden ecuatoriana sean permanentes y que en el 2020, no se disminuir 9 436 000 dólares de nuestro presupuesto: le ocurra a este y ningún gobierno la idea de que puede rubros relacionados con la inversión y construcción jugar con los presupuestos que garantizan educación de obras públicas como lactarios y Centros de pública de calidad. Desarrollo Infantil para el bienestar de madres y padres universitarios; 10,11% de nuestro presupuesto Este miércoles las y los estudiantes no fuimos que podría utilizarse en la finalización del EcoCampus atendidos por quienes representan al Ejecutivo en de Balzay; en investigación, en residencia universitaria la provincia, recibimos amenazas de agentes de la y en proyectos de vinculación con la comunidad. Son policía por expresar nuestra voz firme y clara, hemos nueve millones y medio de dólares equivalentes a la sido perseguidos y han intentado desmovilizarnos, construcción de tres edificios o alrededor de cuatro sin embargo, vamos a seguir defendiendo nuestros años y medio de investigación. Creemos que con esta derechos y no vamos a dar ni un paso atrás. protesta, podremos empezar a discutir la gratuidad
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Amyr Sarmie
LOS ÁLBUMES MÁS EXPLOSIVOS DEL 2018 Una Pistola de Balín recargada de sonidos pesados, Rosalía que está haciendo del flamenco una bomba y, hablando de bombas, Molotov que estalla con su MTV Unplugged. Así ha sido este 2018: un año lleno de novedosas disonancias explosivas, algunas muy buenas, otras no tanto, pero que igual han despertado los oídos de muchos melómanos y fanáticos. En este artículo repasaremos algunos de los lanzamientos más relevantes de la música en Ecuador y en la escena internacional. La mecha de este recuento se enciende en la ciudad de Cuenca, donde arrancamos el año con una intensa Nube naranja con la que los Donnie Parko y su vocalista Stefano Pauta nos demuestran magníficas aptitudes interpretativas. Aunque es cierto que a veces sus letras parecen integradas a la fuerza en los compases, exhiben unas composiciones simples pero con mucha electricidad. Esta electricidad no se pierde ni siquiera en las canciones más suaves y relajadas de los Donnies, lo que le da un sabor lleno de contrastes rítmicos a la producción. Todo lo contrario pasa con 1983 de Mr. Monkey, que tiene cierta complejidad en arreglos, pero no se siente un trabajo interpretativo ni una dirección en las canciones; es como si cada canción tuviera una sola emoción de fondo y de ahí no creciera o fuera para ningún lado. Por otro lado Ilaló lanzó su disco homónimo con un muy buen trabajo de funk psicodélico tanto en lo instrumental como en lo vocal. Respecto de lo primero, las composiciones cuentan con arreglos que dialogan entre sí y que van creciendo en intensidad compás tras compás, es así que llegan a detonar cada canción en un clímax con el que no se puede evitar bailar. «Chimboya» nos hace caer en la cuenta de que definitivamente existe una fuerte labor compositiva detrás de Ilaló con todo ese juego vocal que exhibe. Las letras son bastante sencillas y poco trascendentales, sin embargo, aunque hay uno que otro acento erróneo y a veces falta fuerza en la interpretación, estas guían muy bien al contexto musical.
Tristes Trópicos de Lolabúm fue otro de los estallidos del 2018, logra una su intención romántica y nostálgica con arreglos orgánicos, pero un poco simples. Además, dejó en evidencia la interpretación golpeada y poco fraseada de Pedro Bonfim con letras a las que todavía les queda mucho por madurar aunque sean entretenidas. De lo dicho se puede hacer un copy paste para los dos discos de Niño Baldío, solo que en el caso de Primavera acuarela, en el que casualmente se hizo un feat con Bonfim, es imposible pasar por alto las repeticiones tanto en la música como en la letra. Lejos de casa, junto a Koala Precipicio, cayó en arreglos chillones y melosos, encima de una técnica vocal estentórea y descuidada. Una agrupación que puede parecer chillona a primer oído es HIATO, pero con Línea coral nos han demostrado que saben jugar muy bien con el contraste de alturas y timbres, complementándolos con mucho estilo gracias al uso de capas de sonido que mantienen la esencia electrónica, energética y levitante del álbum. Es cierto que tiene cierto toque minimalista, pero nunca hasta el punto de ser monótono, aunque también es cierto que no se siente un clímax realmente explosivo en ninguna de sus canciones. Para seguir con la electrónica guayaquileña, pero esta vez un poquito más dream, en ElectroPsicodelia vol. 1 sí que se siente explosiones muy marcadas. La Iguana Invisible se luce por una gran interpretación cuyo contexto musical, distinguido por sintetizadores protagónicos, le da un excelente soporte a sus exclamativas letras. Sus influencias, que van desde el house, pasando por el synth pop hasta llegar al rock progresivo, dialogan con mucha gracia y le aportan al disco un juego rítmico muy interesante. Con texturas más oscuras, Síndrome pasado de Ela Mar muestra arreglos de guitarra y teclados bastante simples, que sin embargo, siempre le están dando una dirección a las canciones. En esta ocasión han sido producidas por el peón Mauro Samaniego y no llegan a ser monótonas excepto por la interpretación del vocalista, que contrasta con el agradable juego de matices que le da un muy buen complemento al carácter íntimo de sus letras. Asimismo, con texturas oscuras, pero también con más fuego, Sexores
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lanzaron este año East/west, una producción bastante loable porque todo el material discográfico tiene cierto concepto que va desde místicas nostálgicas (east) hasta llegar a lo enérgico (west). Además, se debe destacar el buen trabajo compositivo que tiene gracias a las capas de sintetizadores que se van agregando poco a poco para darle un sentido más profundo a lo que nos cuentan las letras. Para terminar con las texturas oscuras, Tayos Tayos Tayos hizo un EP en el que el bajo se lleva el protagonismo, algo muy coherente con ese género «ñengótico» que pregona la banda. Ese detalle, sumado al trabajo de Sabi GallegosAnda en la voz —que brilla no solo por su timbre dulce, sino también por su excepcional interpretación llena de emociones y de acentos bien puestos—, hace de Bailorio un álbum con mucha pólvora y con un juego de colores exquisito. Aunque tuvo poco de novedoso, porque contiene muchas canciones que ya habíamos escuchado, eso no le quita mérito a las composiciones optimizadas de los guayaquileños. Entre los álbumes más explotados de la escena nacional está Verde fugaz con una musicalización bastante plana y en el que se siente poco o ningún trabajo interpretativo; además, en él, Paola Navarrete exhibe una vocalización chiclosa y bastante monótona. Absolutamente todo lo contrario ha sucedido con otra quiteña: Magus, que no ha sido una bomba mediática, pero su disco Atemporal contiene muestras de tal calidad compositiva e interpretativa que cautivan desde los primeros segundos de escucha. Soul, funk y gran variedad de ritmos latinos mezclados con mucho tino le aportan un color muy peculiar a esta producción. A ello se le puede agregar la limpieza y el sabor con los que la línea de bajo va guiando el oído a lo largo de los distintos paisajes de esta colección. Géneros un poco más pesados también han sido alcanzados por la llamarada «Mauro Samaniego, productor»: Infinito Zen ha lanzado su segundo EP, Siluetas disueltas, con una maravillosa producción musical desde un punto de vista armónico, con arreglos que no son muchos, pero son los suficientes y con riffs pegadizos y muy limpios. Las líricas,
por su parte, son profundas e intensas. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, las composiciones no me acaban de convencer, pues se siente como si la letra y la música hubieran sido creadas independientemente las unas de las otras, se lo puede notar especialmente en la falta de un contexto musical y en la necesidad de limar ciertos detallitos en el fraseo de la voz.
Para no salir de México, hablemos de Natalia Lafourcade quien, por cierto, estalló en los Grammy por tener el Mejor Álbum Folclórico con Musas Vol. 2. En realidad no es que ese Grammy me parezca gran cosa (si Maluma ganó uno ya no sé en quién confiar), sin embargo, el de Natalia me parece muy bien merecido por toda la labor que está haciendo por la música latinoamericana. Hay quienes se oponen a la mezcla de esta música con el pop contemporáneo, pero debemos ver que esa es la mejor manera de asegurarle un futuro próspero a la buena música; Lafourcade no sólo lo ha hecho, sino que lo ha hecho con maestría pura: equilibrado juego de timbres, instrumentos propios para la ocasión, arreglos bien logrados y con mucha limpieza y una interpretación encantadoramente introspectiva. Es un disco perfecto para disfrutarlo con una taza de café negro caliente en una sabrosa tarde de lluvia.
Hablando de Samaniego, el 2018 ha estallado con un disco de cada una de las bandas en las que él es vocalista. Revisemos primero Reales tamarindos, un álbum de rock con sonidos saturados. En esta producción, se puede sentir cómo Tripulación de Osos se esfuerza por darle dirección y sentido a su música con gran cantidad de arreglos en los instrumentos, que dialogan entre sí y nunca dejan de crecer. «Factura» es un gran ejemplo de cómo la guitarra principal puede hacerte sentir el agobio de «paredes que se cierran» o de un «juego de mesa del que no se puede escapar». El último trabajo discográfico latinoamericano que revisaremos es Aztlán, en el cual no dejaremos de Da Pawn, por su parte, no pierde su esencia romántica y encontrar, por lo menos en una buena parte de los temas, nostálgica. Algo que detona los sentidos en Pistola de lugares comunes y las letras trágicas y melodramáticas Balín son los arreglos sutiles que se van adentrando en las que caracterizan a Zoé. Sin embargo, esa es prácticamente canciones casi a manera de contrapunto. En «La muerte» la esencia de la banda, el detalle más loable de este disco se puede sentir como la guitarra acústica dialoga y se que se ilumina con el brillante uso de sintetizadores que complementa con la eléctrica, sin dejar que los arpegios recalcan ese estilo psicodélico y espacial de su rock. de la una opaquen a los riffs de la segunda, y con una batería que sabe adaptarse y darle fuerza al empaste. En Entre las novedades favoritas de muchos fanáticos del jazz ninguna canción del álbum se escucha un sonido al azar, estadounidense está la aparición de John Coltrane con un las líneas de cada instrumento, sin lugar a dudas, tienen un disco grabado una noche de 1963. Una joya compilada por sentido compositivo profundo. La producción tiene mucha su hijo Ravi con el nombre de Both directions at once: The lost madurez, tanto a nivel musical como lírico. album, que no es nada demasiado especial en la trayectoria de Trane. El «álbum perdido» es solo el recuerdo de una Con la escena nacional cubierta, podemos adentrarnos, velada en la que él y su cuarteto estaban inspirados. Lo que al menos superficialmente, en algunos de los álbumes sí es cierto es la maestría con la que el foco de protagonismo internacionales más explosivos del 2018. Un trabajo que va pasando de un instrumento a otro. no podemos dejar de mencionar es el de Molotov, más que nada por la cantidad de fans que resucitaron gracias a su Otro dinosaurio que se encendió en este año fue Sir Paul MTV Unplugged. Las composiciones de la agrupación son McCartney, que ya no sorprende ni por sus elegantes y serán simples y viscerales, pero uno de los detalles, a mi composiciones, ni por sus letras idealistas; son otras parecer, más destacados de esta colección es que todos los cosas las que me resultan interesantes en Egypt Station, instrumentos y artefactos que se usaron en El Desconecte empezando por la obsesión de McCartney por hacer aportaron un aire muy fresco y pulcro a los diecisiete ya cosas que rompen un poco con los paradigmas sobre lo conocidísimos temas de los mexicanos. que uno espera de él. Un ejemplo de ello es el coro con
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apoteósico crescendo que anuncia una canción con mucha fuerza, pero hace implosión en un piano sutil y delicado. Lo mismo sucede con «Back in Brazil» por su toque cuasi electro bossa nova. Lo que Macca no está cumpliendo es la promesa de un álbum conceptual. ¿Qué tiene que ver Brasil con Egipto? Los que realmente han logrado un estallido de la escena internacional son los Arctic Monkeys con Tranquility base hotel & casino, con el que han hecho un fuerte cambio de estilo que, en mi opinión, se acerca más a la esencia de los británicos. Pero esto es un tema que detona polémicas que tomarán un buen tiempo solucionarse. Lo que sí es cierto, es que se trata de un proyecto muy ambicioso el de los Monos del ártico; la reinvención es parte de la evolución. Y hablando de evolución, Rosalía es la gran explosión del 2018 gracias a la excelente mixtura de géneros que ha logrado con El mal querer, un álbum conceptual inspirado en un texto del siglo XIV llamado Flamenca y que brilla la mezcla de géneros tradicionales con el pop contemporáneo (justo de lo que hablamos hace pocos reglones). La española ha hecho esto con una base de flamenco sobre la que ha colocado trap, pop, rap y hasta un toque de blues. No existe canción en que la composición no resulte compleja a pesar de todo lo mainstream que pueda sonar el disco. Ya desde los primeros segundos, la producción impacta por la sorprendente combinación de estilos que se sienten en el teclado trapero con palmas flamencas. Además, los juegos vocales son otro detalle que no se puede quedar sin una mención especial. Y así terminamos el 2018, con gran variedad de sorpresas que nos deja un buen augurio de lo que será la música del futuro, con los estándares bastante altos para el 2019 que se viene. ¡Año nuevo, música nueva!
CUENCA ESCENARIO DE UN THRILLER ENTREVISTA A KRISTIAN MCKAY, DIRECTOR DE «VENTAJA»
Kristian McKay, director, productor y guionista norteamericano, ha participado en varios festivales de cine con sus cortometrajes. La primera película que le puso en la mira del cine independiente internacional fue Summer Orbit (2008). Esta vez inicia un nuevo trabajo, Ventaja, su primer filme de larga duración, rodado íntegramente en el Azuay. Cuéntanos tu trayectoria en el mundo del cine. K: Mi padre era camarógrafo en Vietnam, así que mi hermano y yo crecimos filmando películas en 8mm. Cuando fui a la universidad estudié literatura inglesa porque en la mayoría de programas de cine no te permitían coger una cámara de 60mm hasta no ser junior, es decir, hasta tres años después de haber ingresado. Además, vivía cerca de un videoclub, Vulcan Videoclub, en Austin, Texas. Me gustó el lugar y empecé a ver de tres a cuatro películas al día. Nunca salía de mi casa y vivía con un DJ que me mantenía despierto toda la noche. Hice un trato conmigo mismo: vería todas las películas, una por una, lo hice por dos años y luego me puse a escribir, fue entonces cuando el tema de la película empezó a suceder. Mi hermano salía con una chica llamada Shannon Blackburn, que era productora de Capital Support Entertainment. Empecé a trabajar en comerciales y videos musicales, fui asistente de cámara, trabajé en difusión, siempre escribiendo y haciendo cosas en mi tiempo libre, pero nunca realmente produciendo, solo escribiendo. Luego conocí a Rita en una sala de cine y el mismo año que nos casamos decidimos mudarnos a Portland, Oregón. Allí empecé a producir mi propio trabajo, conocí a Anthony Morgali, un productor de cine, y me
juré a mí mismo trabajar como editor para él. Le envié todo lo que había hecho hasta entonces de los videos en super 8 de cuando era un niño… todo. Básicamente, el hombre me dijo: «yo creo que tú eres un cineasta, eres un tipo muy talentoso, la verdad no puedo tenerte trabajando para mí, preferiría producir una película tuya». Así que se metió en mi proyecto, fue la primera pieza que mandé a festivales y ganó premios. Entonces conocí a un inversor, un tipo llamado Tom Vestor; yo había escrito una película llamada Down the Road, que era algo parecido a La última película de Peter Bogdanovich y él terminó por darme cerca de 25 000 dólares para hacerla, iba a ser mi primer feature film. Esencialmente, la filmamos en 16mm y un cuarto de la película fue destruida en el laboratorio, así que a la final, no pudimos terminarla y tuve que pagar deudas. El cine, para mí, se fue hacia otra dirección por su digitalización. Fui entrenado para hacer las cosas de forma clásica, aprendí a hacer películas en celuloide y cuando la tecnología digital se apodero de todo, tuve que reentrenarme en todo. Rita tuvo una gran influencia en mí haciendo películas en español o escribiendo películas en español, porque la amo [se ríen]. Así es como todo empezó. Bueno, cuéntanos un poco de cómo fue el recorrido de Summer Orbit, que es la película que más repercusión tuvo. K: Summer Orbit fue filmada en Portland, usamos una cámara de 16mm y la hicimos en unos siete días. Rita: También teníamos cierto presupuesto y eso afectó al tiempo de revelado de la película; un 85% del negativo se usó, así que casi no se desperdició nada de lo que grabamos. K: Estuvo en el North West Film Forum, que es una especie de retroteatro con programación, parecido al Festival de La
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Orquídea, pero todo el año. Ahí ganó como mejor corto y así es cómo obtuve de vuelta el presupuesto, unos 28 000 dólares. Hice el filme con unos 17 000 y por los siguientes cuatro años solamente lo mandé a pocos lugares. Lo horrible es que en ese momento sentía que era un buen filme, pero estábamos en bancarrota, éramos muy jóvenes y recién comenzábamos, no teníamos dinero para mandarlo. NewFilmmakers LA me llevó y lo proyectaron, ahí ganó al mejor filme. Este festival y el NewFilmmakers New York son maravillosos, se dedican a encontrar productores independientes alrededor del mundo, muestran filmes asiáticos y de todos lados, no solamente norteamericanos. Definitivamente Summer Orbit es uno de esos filmes que van a estar circulando hasta mi muerte. El original es un corto de 23 min. de duración y con la nueva edición son 18 min. Ventaja, por otra parte, era muy producible, tiene una especia de feeling de suspenso. En las películas que yo hago, muy a menudo uso la narración o puntos de vista oscuros, pero este nuevo filme es más acorde al estilo de Summer Orbit. Ese tipo de cosas, filmar de esa manera, es «natural» para mí. Creo que he hecho tantas cosas así que realmente no puedo estar atorado. Haber grabado primero en celuloide fue maravilloso para mí: de alguna manera se la mandas a dios [risas], él lo manda de vuelta y a veces te toca un hijo feo. Quería preguntarte por la diferencia entre rodar un corto y un largometraje, pero veo que no hay diferencia, ¿o sí? R: No, la historia se puede contar en un cortometraje o en un feature film. A la hora de grabar, he tratado de hacer largometrajes que han terminado siendo cortos.
K: ¿Vieron el corto Nico? R: Bueno, con Nico, Kris me dijo que me pare en un lado —yo no sabía lo que estaba haciendo—, él solo vio a un niño ahí parado y dijo «aquí tengo un corto». Nada es muy planeado, es más bien intuitivo. Como guionista, como escritor, ¿cómo desarrollas una historia?, ¿cuál es el proceso de creación? K: Reposo una idea un buen rato en mi cabeza, pero cuando se desata es un proceso de 48 horas. Escribí Ventaja en cuatro días y tengo múltiples versiones. ¿Pero qué puedo hacer realmente? Podría escribir de la forma más extravagante, explotando al mundo, pero no puedo hacer eso, por el presupuesto, tiene que ser algo fácil de producir. Claro, no vas a hacer la Guerra de las galaxias. K: Exacto. Escribimos lo que podemos producir. ¿Cómo ha sido grabar en Cuenca? ¿Por qué aquí? K: Bueno, vinimos acá hace unos seis años y caminando alrededor de la ciudad, viendo la arquitectura, la cultura, la naturaleza, la forma en que todo se movía en la ciudad, me dije que iba a volver a grabar aquí. Fue todo planeado. R: Vinimos porque yo me crie en Quito. Queríamos recorrer todo el país: Quito, Cuenca, la Costa. K: Yo, personalmente, siento que este es el lugar donde la nueva ola francesa puede pasar a la sudamericana. Hay mucho material aquí. Yo soy de Texas, del desierto, así que pensé: tengo montañas, la cabaña, los ríos y además, la arquitectura de la ciudad, así que puedo hacer unos cinco filmes diferentes aquí. ¿Qué tal ha sido el proceso de casting? ¿Por qué José Andrade y Michels Skwierinski? K: Elegimos a Michels primero; con José, fue más una cosa de instinto, él envió su trabajo y su hoja de vida antes de conocerlo y le dije a Rita, «ese es».
Además, son muy distintos en sus maneras de pensar: José es muy Hollywood y Michels… él es más difícil [ríe]. No es que sea uno mejor que el otro, sino que son muy distintos. También, es interesante un thriller en el cine latinoamericano. K: Para mí, es el género más entretenido aparte de la ciencia ficción. Es una manera de tener la atención del público. El filme es mucho más sutil que el trailer [se ríe], no hay violencia en la película, es más bien una cosa de gato y ratón sobre lo que no se dice. ¿Cuándo se podrá ver y dónde? K: No lo sabemos todavía. Obviamente en Cuenca a fines de noviembre, pero no sabemos dónde. Es época de películas navideñas así que queremos presentarla antes de eso. Ya hemos enviado un tráiler a SXSW (south by southwest) y a Rotterdam en Berlín. Tribeca es el 5 de diciembre, Comfort Night me parece que es el 2 de enero. Básicamente estaría contento con alcanzar a enviarlo a los mejores festivales de cine además del Sundance de Montreal. Luego vamos a enviarlo a los festivales medianos: el New York Film Festival, el LA Film Festival… hemos pensado en Multicines, para hacer una proyección por Ecuador. ¿Cuáles son tus referencias y pasiones?, películas y directores que te han influenciado. K: Siempre me gustó Wong Kar-Wai, su perspectiva de la vida. Eso de conocer a una persona en un bus y que al bajarse no le veas nunca más, el impacto de esa conversación o movimiento puede significar mucho. Eliseo Subiela, por ejemplo, la forma en que puede jugar con distintos fragmentos del tiempo, el punto de vista, el realismo mágico o el fabulismo. Creo que hay elementos de eso en Ventaja. Tony Gatlif es uno de mis favoritos por las mismas razones, pero incluso en la perspectiva natural de sus filmes sigue siendo bastante poético, usa piedras, clavos, botellas, para contarnos historias... y bueno todos los tradicionales: Lynch, Kubrick, todos ellos. Me gusta mucho Tom DiCillo, recuerdo haber visto su sentido de humor desde Johnny Suede hasta Living in Oblivion. Y John Sayles por razones políticas claro, es un gran escritor, crea grandes personajes. ¿Qué opinas del cine en la actualidad?
R: Bueno, Michels vino al casting que tuvimos aquí en República Sur. Es uno de los mejores improvisadores. No teníamos un guion de lo que íbamos a producir, estábamos tratando de ver qué recursos teníamos para hacer algunas de las historias. Luego tuvimos un segundo casting más pequeño y ahí vimos a José. K: Michels es venezolano, está en un terreno que no es familiar para él, está tratando de salir adelante y pasa la mayoría de su tiempo en las tablas con nada más que su maleta. Por otro lado, tienes a un cuencano como José, que nació y fue criado aquí, probablemente con más estudios porque pudo pagárselos. Los puse juntos y se complementaron bien.
¿Qué opinas del cine ecuatoriano? K: Creo que Sebastián Cordero en verdad tiene una oportunidad, no estoy seguro de si está haciendo lo mejor que puede con eso, pero creo que podría hacer más por el cine independiente en Ecuador. Me gusta mucho el trabajo que hizo Tania Hermida, Que tan lejos fue grandiosa, recuerdo haberla comprado en Portland. Lo que no me agrada es lo cerrado que es, solo es entre gente que se conoce, no hay real interés en conocer gente nueva. Conocí a un proyeccionista en Austin, hace años y me dijo algo que nunca olvidaré «la gente en la industria solo hace películas con gente que usa drogas» [risas]. Bueno, ¿qué piensas de La Orquídea? K: Bueno, el productor me llamó, me dijo que quería mostrar mi filme, no recuerdo en qué teatro y eso fue lo que nos prometieron. Cuando les pregunté por la fecha me dijeron «hoy», después de eso, él se concentró en su propio trabajo. Me puse a pensar «eres cineasta al igual que yo, deberíamos hablar amablemente el uno con el otro y no convertir esto en una pelea». Tuvimos mucho estrés por Michels, que trabajó en el Festival y estábamos tratando de volver a grabar algunas tomas. Trato de decir a todos los distribuidores aquí en Ecuador: si uno hace un buen filme, todo se va desarrollando por sí solo; si haces uno malo, tienes que ir a venderlo. R: La Orquídea es muy joven y no sabe lo que hace. Si soy un productor para el Festival, ¿por qué no estaría interesado en hablar con alguien haciendo cine en Cuenca en vez de adular a Coppola? El criterio de «Hollywood es mejor que nosotros» aún prevalece aquí en Sudamérica. K: No hay una verdadera sed de encontrar algo, eligen sus films «a dedo», eso no es programación para mí.
K: Creo que la única forma de que sobreviva el cine independiente es que el público sepa que cuando vas a ver una película de palomitas de maíz, un porcentaje de eso se usa para realizar otro tipo de películas. Creo que hay una gran división [entre los dos tipos de cine], necesitamos juntarlos. Me encantaría ver que alguien diga «mira, ven a ver Jurassic Park, [porque] el 7% o el 30% de todas las ganancias se van al cine arte del mundo». Netflix ha causado un disturbio en el sistema y si no pensamos en algo, van a acabar con el cine. No soy un gran fan de la televisión, siento que ha destruido un poco el cine. Sí, han hecho
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cosas de mucha calidad, muchos shows de calidad, los guiones son buenos, pero desafortunadamente no me gusta escribir para asegurarme que un personaje siga vivo. Creo que después de un tiempo, se convierte en manipulación, no tiene la pureza del cine donde cuentas la historia y sales, donde tienes que lidiar con esa realidad. Después de ver el cine en los 60 o 70 estoy acostumbrado a ser desafiado, quiero ser desafiado, y la televisión no es buena para eso. Hay que parar a Netflix [se ríe].
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personas (entre niños, artesanos, cineastas, colectivos artísticos y público en general) se tomaron la Casa y accedieron a sus espacios y servicios.
Se abrieron las puertas de los espacios a través de una convocatoria pública. Actualmente 15 colectivos de arte ocupan las salas de ensayo.
190 niños se integraron al programa Semillero de Artistas, en el que se han acercado a diferentes disciplinas artísticas.
A través de convenios interinstitucionales, se adecuaron varias salas para garantizar óptimas condiciones para los artistas y el público en las actividades culturales.
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artesanos tuvieron la posibilidad de mostrar sus obras, aumentar sus ventas y crear vínculos con los compradores y el público en la Galería de Oficios.
Se reactivaron las actividades del Teatro Casa de la Cultura con eventos para todos los públicos.
Se consiguió que el Archivo Histórico pase a formar parte del programa Memoria del mundo de la UNESCO otorgando a Cuenca un nuevo reconocimiento como Patrimonio Documental de la Humanidad.
Se democratizó el acceso a publicaciones con la primera convocatoria abierta. Hasta marzo de 2019 se presentarán los 10 libros ganadores, que amplían el catálogo editorial con propuestas poéticas, narrativas, infantiles, de artes plásticas y fotografía. Todos ellos son distribuidos y promocionados en ferias de libro a nivel nacional y local y varias librerías del país.
34 muestras artísticas se han alojado en el Salón del Pueblo, Sala Proceso,
Vitrina y el Museo Manuel Agustín Landívar.