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Siempre hay algo nuevo en cada aventura, un riesgo, la sombra de un fracaso, la nostalgia de lo que queda atrás… todo constituye motor de la inspiración. La historia de Odiseo, por ejemplo, jamás hubiese podido existir sin los dolores de la incertidumbre, y él no sería recordado como el héroe capaz de narrarse a sí mismo en el país de los feacios. ¿Pero qué hay de las aventuras cotidianas, de esos Odiseos menos homéricos y más joyceanos? ¿Qué hay de esos relatos más corrientes y menos majestuosos con los que nos miramos al espejo? Pues recorren, en su humildad, el mismo camino que el de los héroes y aunque se guisan con un poco más de perspicacia, silencio y resiliencia son capaces de alimentar e incluso resistir el torrente de la historia. Este mes hemos hecho un homenaje a las aventuras cotidianas que bajo una mirada atenta, poco tienen que envidiar a los grandes relatos de la historia y en cualquier caso, consiguen dejar una huella profunda. Jaimaica Noproblem lleva 10 años en una aventura cinematográfica en busca del tesoro de Atahualpa, que podría llevar al Ecuador a los Óscares; otra —de factura doble: interior, de la mano del psicoanálisis y exterior, en la selva—, ha conducido a Galo Martínez y a Gabriela Aguilar a internarse en la selva amazónica en busca de un verdadero Eldorado de biodiversidad; la de Cráneo y Lasser en el mundo de la producción musical en América Latina; la aventura eterna de la juventud, y la más cotidiana y poderosa, de la que hablamos en nuestra columna mensual, la de compartir con lo que amamos. Todas nuestras hazañas hacia lo desconocido, si bien parecen producto de un delirio de curiosidad, son más bien una búsqueda lúcida y necesaria de redescubrimiento y resistencia. No cabe perdérsela, porque estamos abocados a ella por nuestra condición humana.
Director: Jordi Garrido
Dirección de comunicación: Amyr Sarmie
Editores: Jordi Garrido David Larriva
Impresión: Casa de la Cultura Núcleo del Azuay
Corrector: David Larriva
Diseño y diagramación: Dianola Vázquez Moreno
Subdirector: Gustavo Peribáñez
Fotografía: Carlos Maldonado Pablo Villavicencio
Autores de esta edición: Camila Corral Escudero Rocío Pérez Emilio Chungandro Gabriela Aguilar
La Gaceta Cultural no se responsabiliza por las opiniones vertidas por nuestros colaboradores.
Queridos lectores, ya que los pretextos están puestos sobre la mesa, por qué no aprovechar el aventón de año nuevo y viajar, hacer caso a la pulsión exploradora que nos mantiene vivos y que nos obliga a comprometernos con la vida, nosotros, por lo pronto seguiremos trayéndoles, mes a mes, esta gaceta que ojalá sirva de inspiración o guía de viajes.
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Galo Martínez Pablo Villavicencio Amyr Sarmie
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LA PRIMERA VEZ QUE VI A UN FANTASMA Es sabido que el paso de un año a otro tiene poca incidencia en «el mundo real», ese que está fuera de nuestras cabezas. Para los más racionalistas y escépticos, el cambio de año puede ser un acuerdo, un secreto a voces entre casi todos los humanos de la tierra para ponerle fronteras al tiempo y señalar el inicio y el final de las elipses celestiales en la infinidad del vacío. Sin embargo, y dejando de lado el desencanto, un nuevo año (ya sea por consenso humano o por legítima transición universal) supone una oportunidad para proponer y soñar. Así que, Candaya, una vez más —en firme cumplimiento de la quijotesca empresa que implica ser un editorial independiente para autores latinoamericanos—, arranca con una gira en España con el libro de relatos La primera vez que vi un fantasma de la escritora ecuatoriana Solange Rodríguez. Estuvimos en la presentación del libro en Cuenca, que sin dejar la contundencia de la reflexión literaria terminó por convertirse en un evento íntimo, cálido y potente como producto de una afortunada suma de ingredientes: 1) la honesta lucidez y el carisma de Solange; 2) la apertura generosa y la sólida convicción de Olga y Paco, editores de Candaya, y 3) la sensible pero rigurosa presentación de Camila Corral que copiamos a continuación:
Debo confesar que después de leer este libro no he vuelto a estar sola. He caminado por las calles mirando de lado a lado, sintiendo a los fantasmas portátiles que cargo conmigo como si yo misma me hubiera convertido en otro de los personajes de este fascinante y oscuro universo, sintiendo como si yo misma fuera una aparición extraviada en la ciudad, tal vez, parte de la fantasmagoría o del recuerdo de alguien más. Así es cómo La primera vez que vi un fantasma (2018) ha logrado que el desconcierto y lo extraño trasciendan la diégesis y penetren en la cotidianidad de esta lectora, y es que esta nueva apuesta de la editorial catalana Candaya por sacar a la literatura ecuatoriana de su ostracismo habitual se compone de quince magníficos relatos en los que la oscuridad y lo perturbador encuentran su voz y atraviesan los límites de la realidad que normalmente somos capaces de percibir. Varios de los seres que pueblan estas páginas no distan mucho de aquellos en quienes nos convertimos en momentos de gran soledad, desesperanza o dolor y de las apariciones que devienen de esas experiencias —los fantasmas nacen en el segundo en que el desapego sustituye al abrazo—. Precisamente por eso, resultan tan verosímiles y sobrecogedores. En ellos radica la vuelta de tuerca sobre lo monstruoso y lo fantástico y en la maestría de la prosa poética de Solange Rodríguez para construir personajes profundamente humanos y complejos que cargan sus traumas silenciosamente o que exhiben heridas externas que se transfiguran en terror: «¿Qué podía ahora espantarme en un hotel si yo misma me aterrorizaba?», se pregunta la protagonista de «El Paladar», mientras que en «A tiempo para desayunar», es el recuerdo traumático de una muerte cometida por el padre, la estructura abismal (el recuerdo fundamental) que encierra al personaje en un lúgubre hotel, rodeado de otros seres enloquecidos que han olvidado quiénes son.
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La muerte, la ausencia y el doloroso paso del tiempo se materializan en los espectros que pasean los domingos por los centros comerciales haciendo compras con sus hijas; que se presentan en los hoteles a los amantes en espera y en los últimos minutos de la Tierra… Pero también hay de los otros, de esos monstruos fascinantes que llegan con la oscuridad y habitan la ciudad mientras la normalidad duerme: la noche es del deseo imposible, de las mujeres lobo, de las leonas justicieras, de los fantasmas que entran y salen del mundo rutinario con el único propósito confundirnos. La escritora utiliza lo extraño como herramienta de exploración de otros universos posibles: una inquietante sociedad deshumanizada en la que la piel y el cuerpo se han reemplazado por la obsesión con el sueño («Un hombre en mi cama»); la injusticia, la relación madre/hija, la posición social y la violencia de género («Matadora»), o para pensar sobre la literatura misma («Pistola cargada»). Cada uno de estos cuentos, tan conmovedores como perturbadores y entretenidos, nos lleva a pensar en los límites entre lo humano, lo cotidiano y lo extraño; incluso a preguntarnos si en realidad esos fantasmas siempre nos han habitado y solo necesitábamos de la poderosa narrativa de Solange Rodríguez y para darnos cuenta.
La tarea que Paco y Olga se han propuesto es de vital importancia para la literatura latinoamericana. Han construido, con enorme esfuerzo y paciencia, un fornido puente hacia el Viejo Continente que permite que los autores puedan cruzar el charco sin riesgo de ahogarse. Ese es el caso de Solange Rodríguez, Mónica Ojeda y Mario Campaña. Esperamos poder contar con mucho más de ellos en los próximos años, que, por lo pronto, Candaya ya no es aquel reino de la imaginación de Cervantes habitado por Malambruno, sino un puente, un salvavidas transatlántico y el hogar de la buena literatura de este lado del océano.
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ENTREVISTA A JAMAICA NOPROBLEM
Ecuador podría tener una nominación a un Óscar gracias a Jamaica Noproblem (Luis Felipe Fernández-Salvador Campodónico), quien ha producido y dirigido A son of man con presupuesto propio. La película ha tomado diez años en realizarse y no solo es el resultado de un manifiesto que pregona un nuevo género de cine, sino también de una experiencia personal y catártica. Luis, sabemos que estás en Los Ángeles trabajando para que los miembros de la Academia vean tu película. Cuéntanos qué tan fácil o difícil te está resultando esta promoción. La pelea por el Óscar al mejor filme extranjero es muy fuerte porque es una pelea económica, de comunicación y mercadeo. Aquí [en Estados Unidos] la gente no tiene tiempo que perder. Estamos trabajando el doble que los demás porque no contamos con los mismos recursos de las otras películas.
¿Has creado un manifiesto? Sí, claro. Todo empezó por mi manifiesto, era un documento imposible en el que nadie querría embarcarse [risas]. [Según el manifiesto, en el filme] no se permite tener actores. Cuando digo «no actores», quiere decir que solo puede haber personas representándose a sí mismas y relaciones interpersonales reales dentro de todos los personajes para causar una catarsis. Con estos tres principios: no tener un guion dictatorial, no tener actores (ni profesionales ni aficionados) y no filmar en estudios, sino solo en escenarios reales, [filmar] se volvía una misión casi imposible. Yo creo sólidamente que es posible y se puede crear una nueva representación de la realidad a través de un nuevo género. ¿Has hecho un manifiesto al estilo Dogman de Lars Von Trier en los 90 y luego te has vuelto un poco loco como Fitzcarraldo? Bueno, yo no sé si esté un poco loco o no [risas]. Lo que sé es que ahora que tengo mi tesis, ya no estoy tan loco como antes.
La película es mitad realidad y mitad ficción, ¿verdad? No, en lo absoluto. No es una película híbrida, no es un género de cine híbrido, al contrario, para mí, no existe la realidad en el cine, sino realidades cinemáticas en el cine documental, en el cine de ficción y en el de animación. La realidad que parece distinta en cada uno de estos géneros es igual en el mundo metafísico del cine, pero no es la realidad como tal. Con base en ese concepto quise explorar una nueva realidad cinemática, un nuevo género y eso me ha llevado a trabajar por mucho tiempo en un manifiesto de algo que llamo «realismo fantástico».
«Loco» en el buen sentido de la palabra, con semejante proyecto de diez años… ¡Ah, sí! Es decir, yo me tuve que volver cineasta a la fuerza porque nadie quería tomar este proyecto y todos decían que estaba loco. Entonces, has hecho un manifiesto… ¿Al escribir sin guion, lo que estás buscando es la experimentación de la realidad? Exactamente. Yo me inspiré mucho al leer dos cosas hace ya casi diez años: la primera fue mientras estaba haciendo mi exploración
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—yo soy explorador, no soy cineasta de carrera—, me inspiré mucho en los trabajos de Jean Rouch, que fue el padrino o el padre del cinema verité. Él no era cineasta, sino era como yo, una especie de explorador —él era un antropólogo— y una vez que apareció el sonido directo, utilizó esta tecnología para explorar. Así nacen sus trabajos como La pirámide humana, Las crónicas de un verano, etc. que son piezas en las que experimentó la visión de crear un making off para que una persona o personaje real entrase en una narrativa inmersiva. Obviamente, en esa época, los 60, las cámaras y la tecnología no permitían tener una calidad estética como lo permiten ahora, lo que lo forzó a adaptarse a la decisión estética de lo que hoy llamamos cine documental. Todo esto nace a causa de una limitación que hoy en día no tenemos. Lo he comprobado a través de mi película. También leí mucho de una académica española cuyo nombre no recuerdo ahora. Esto fue hace unos ocho años, escribió que las tecnologías fílmicas han avanzado tan prominentemente en el siglo XXI que están pidiendo a gritos una nueva representación de la realidad. Esa pequeña frase que dijo me motivó mucho. Desde entonces comencé a meterme en todas estas conversaciones que sucedían cuando llegó el boom del cine híbrido. Cannes estaba dándole los premios a todos los documentales que tenían un carácter experimental. En una de esas discusiones se empezaron a enumerar los subgéneros híbridos y uno de los periodistas preguntó a quien estaba a cargo de una de las conferencias: «¿Y aquí dónde queda la realidad?», y este señor respondió: «Es algo que a mí no me interesa y alguien lo tendrá que representar, si fuera el caso». Los cineastas siempre le han tenido un poquito de asco a lo que representa la realidad y entiendo, tal vez, por lo que los reality shows han creado dentro de lo que uno entiende como realidad.
Ahí vi mi oportunidad, traté de convencer a muchos cineastas y me he pasado muchísimos años tratando de convencer a la gente de que [este proyecto] es posible. ¿Cómo surge la idea? Porque sí tiene algo de realista. ¿La historia es algo que te ha pasado a ti? Sí, por supuesto. La idea inicial surge porque yo nací con el miedo de perder a mi padre. Mi padre me tuvo a una muy avanzada edad y mi madre, desde que soy muy niño, me ha preparado para su muerte. Ese miedo me llevó a buscar maneras de inmortalizar el sentimiento de tener a mi papá presente. Entonces yo comencé esta película con la finalidad de inmortalizar la última expedición de mi padre. Él estaba muy cerca de encontrar el tesoro de Atahualpa. Empecé a preparar lo que entonces llamábamos un blockbuster falso de nuestra experiencia real y rodamos muchísimo tiempo en la fase experimental cuando no había terminado mi manifiesto; cuando lo hice, mi padre murió… murió en la película. Yo estaba dispuesto a tirar a la basura todo. Había hecho esto con un fin personal y ese fin se acabó con la muerte de mi padre, pero ese evento me hizo renacer de alguna manera. Yo era una persona obsesionada con mi padre y perderlo me llevó a una depresión que me hizo notar lo ausente que estaba para mi hijo. Hasta ese entonces no había asumido mi rol de padre de la manera en la que debía haberlo hecho porque estaba ocupado en ser el mejor hijo. Este fue para mí un pretexto para seguir adelante y culminar el proyecto y volverme, mediante la película, el padre que mi hijo no tuvo. Vamos hablar un poco de la parte técnica. ¿Lo has grabado todo con drones?
¿Cómo embarcas a Pablo Agüero en la dirección? Yo tenía demasiados sombreros en esto y me di cuenta, al quinto año, de que empezaba a necesitar delegar cosas. Era imposible que las hiciera bien solo. Cuando conocí a Lili van Gehmen y le propuse entregarle la coproducción, es decir, que se encargara, como un brazo derecho, de la producción. Ella venía del mundo de lo fashion, no tenía nada que ver con el cine. Yo necesitaba gente que no se hubiera sedimentado y ni fuera cuadrada dentro del cine. Ella empezó a aprender y le fui delegando la producción. Me di cuenta también que debía hacer lo mismo con la dirección. Cuando murió mi padre, yo me volví un personaje mucho más influyente en la historia del filme, porque estaba pasando por una crisis de representación. Como nunca encontré a un director, empecé a buscar a un codirector y entre esas personas —hablé con muchos— conocí a Pablo y reconocí que tenía un talento especial en la puesta en escena. Para mí era muy difícil confiar en alguien, pero cuando vi su talento, me sentí cómodo. Me reuní con él. Lo primero que preguntaba a todos los posibles codirectores era: ¿Tú crees que en el cine existe la realidad? Y todos me decían: claro, el cine documental, pero él me dijo: claro que no, y ya estaba contratado [risas]. Trabajamos dentro de los principios de mi manifiesto. Le pedí que cuando yo esté metido en esos momentos de catarsis con mi hijo él manejara las cosas, que empujara a los equipos que yo ya había entrenado para poder hacer esos movimientos de cámara. Pablo estaba dispuesto a apoyarme en esta situación y entendía que era un proceso psicológico más que cinemático. La verdad es que las cosas funcionaron bien. Y además cuentas con Guillermo Navarro en la fotografía.
Sí, en realidad la visión que tenía hace diez años era la de un estudio flotante y siempre me imaginé que eran cámaras volando o cámaras remotas. En esa época los drones eran cosas muchísimo menos avanzadas. No podías rodar en formato raw, ni hacer muchas cosas, pero todo eso fue cambiando de una u otra forma. Me imaginaba siempre que lo que iba a necesitar eventualmente era una especie de steadycam volador, porque de esa manera yo podría replicar todos los movimientos de los grandes estudios que era lo que me interesaba: las grúas grandes y los dollies grandes. Entonces empecé a entrenar a diferentes personas que manejaban el gimbal de la cámara para tomar un aparato, un dron y transformarlo en steadycam, todo hecho de forma rudimentaria. Hasta que llegamos a tener el prototipo adecuado y ya lo ves en la película. La técnica está en que no te des cuenta en qué momento la cámara se suelta y está volando mientras replica el movimiento de un estudio de grabación. Era muy importante que encontremos ese lenguaje del artefacto que fue inspirado en los drones, por supuesto.
Guillermo ha sido un padrino porque él entendía este concepto pero no lo podía visualizar como yo. Me ayudó mucho en la parte técnica, porque la fotografía la hizo Benjamín Echazarreta en el sitio. Todas mis visiones debían tener un pretrabajo sobre cómo crear un formato en el que las personas puedan tomar la posta dentro de ese rodaje en particular, porque hicimos algunos rodajes. Pablo y Benjamín participaron solo del último, hubo tres rodajes anteriores a ese.
quería crear melodías de sonidos de foley, de todos esos sonidos riquísimos que tenemos en el Amazonas. Crear algo que al escucharlo no te enteres en qué momento es una melodía, en qué momento es un sonido real o un efecto de sonido. Él se fascinó por esto, dijo que siempre había querido hacerlo. Aunque en ese tiempo estaba muy ocupado, siempre nos ayudó y siguió el tema de cerca. Un buen amigo mío, Nicolás Becker, un diseñador de sonido muy reconocido —ha trabajado en Harry Potter, Gravity, en películas muy importantes—, se dedica a grabar los sonidos del núcleo de la Tierra. Le propuse esto a él, conversamos con Gustavo, que le dijo que creía en mi proyecto y Nicolás se montó en la bicicleta. Pasamos casi doce meses creando hasta que llegamos al score con otros dos compositores muy reconocidos en Francia: uno joven que es más contemporáneo en sus composiciones y otro, pues, más clásico, ambos conducidos por Nicolás Becker. Fue un viaje increíble. Nos estás dejando sorprendidos, Luis. Tengo que preguntar sobre el dinero; todo este tiempo y el equipo que ha trabajado contigo debe haber encarecido muchísimo los costos de la película. Te digo una cosa: esto es un experimento y cualquier experimento tiene su costo de try and error. Yo estaba comprometido, he vendido y sacrificado todo porque soy un tipo apasionado y quería y creía en un nuevo género de cine. Una herramienta para el cineasta independiente que pueda romper esa barrera que existe entre el cine independiente y los grandes estudios: la posibilidad de crear este mundo fantástico, esta idealización de la realidad. Ahora que ya existe el manifiesto, voy a empezar a trabajar pronto en un manual y la idea es que sea una herramienta para quienes quieran crear realidades cinemáticas mágicas a un costo bastante reducido o accesible para un cineasta independiente. Si yo podría hacer esta película ahora, la haría diez veces mejor y por un precio quince veces menor. ¿Has tenido apoyo de alguna institución? Nadie.
Guillermo nos ayudó en varios rodajes a programar cómo podíamos rodar en un escenario real sin la luz controlada y de qué formas creativas podíamos empezar a usar rutas de luz, para colorear las cosas de manera que se sientan, para el ojo cognitivo, como algo normal del cine de ficción. Realmente no hubiera sido posible materializar mi visión sin su experiencia y su buena voluntad para crear estos compartimientos a los que todo mi equipo tenía que regirse. ¿Y cómo fue que involucraste a Gustavo Santaolalla? Con Gustavo fue un poco como con Guillermo Navarro. Yo le dije que estaba interesado en crear un score que no sea hecho por un compositor, sino por un sound designer. ¿Por qué? Porque
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¿Ni empresas privadas? Absolutamente nadie, pero eso me ha motivado también. Dentro del equipo había incluso enemigos secretos que no creían en esto, que me han catalogado como un megalómano diciendo que soy un explorador que quiere entrar al cine y quiere hacer el trabajo de gente que ha trabajado años en la industria. Yo, de hecho, soy un fan del cine de ficción, me encanta, pero mucha gente lo veía como una amenaza y secretamente no querían que suceda [este filme] o por lo menos me trataban de tirar abajo dentro de lo posible. A otras personas de nuestro equipo, valoro muchísimo.
Gabriela Aguilar
DE JUNG, LOS SUEÑOS, LOS BOSQUES Y LOS PUEBLOS INDÍGENAS AMAZÓNICOS Hasta que no hagas consciente a tu inconsciente, va a dirigir tu vida y lo llamarás destino. Carl Jung Dejar el mundo citadino y cotidiano por un llamado de la selva suena místico e ilusorio, pero cuando el llamado se vuelve un grito, es imperante responder. Vivimos guiados por una rutina que nos dice que para «ser alguien» es necesario llenarse de títulos y carreras (correr en una competencia) y vivir en constante tensión entre la contaminación auditiva, visual y ambiental. En este contexto, por lo general se suprime la opción de detenerse y darle paso al autoanálisis y la reflexión. Probablemente todo está configurado para que así sea. Entonces, surge la pregunta: ¿cuál es el interés de establecer un modelo de vida en donde no se contempla un espacio para la consciencia? ¿Conciencia o consciencia? Si se entiende por conciencia al conocimiento y percepción que se obtiene a través de los sentidos, se relaciona con la ética y la moral. Por otro lado, se considera que la consciencia define al ser a través del conocimiento de sí mismo, se relaciona con la asociación del ser con el ambiente que lo rodea y con el Universo —pero para ello se requiere de la conciencia—. Vivir «en consciencia» nos permite definir cómo queremos llevar nuestras vidas. Esto implica que podemos decidir si queremos vivir en el amor o en el miedo. La dualidad de la vida se expresa en este único camino como un tren con dos vagones: en uno va el amor y todo lo asociado con él (felicidad, plenitud, seguridad, libertad y optimismo), y en el otro va el miedo y todo lo que se le relaciona (barreras, inseguridad, negatividad, depresión, ansiedad y angustia). La conciencia nos permite percatarnos de nuestras limitaciones o miedos y pensar cómo son y dónde están, y que son ineludibles. Sin embargo, la consciencia le permite al ser, conocer sus límites y buscar sobrellevarlos para lograr la plenitud y mejorar su relación consigo mismo, con el prójimo, con el resto de la naturaleza y con el Universo. Con consciencia podemos decidir el vagón en el que queremos hacer el recorrido por la vida. La teoría suena muy obvia y sencilla, pero al parecer, hay algo que nos bloquea y que la mayor parte del tiempo no sabemos qué es. En todo esto está el inconsciente. Según Carl Jung, el ser humano tiene dos inconscientes: uno individual, en el que se guarda información personal como traumas propios, represiones, situaciones penosas, etc., y uno colectivo, que contiene propiedades heredadas, instintos, arquetipos e información cultural. Jung decía que el inconsciente personal que es «todo lo que sé, pero en lo que no pienso momentáneamente; todo lo que en alguna ocasión me fue consciente, pero que ahora está olvidado; todo lo percibido por mis sentidos, pero que no lo tiene presente mi conciencia; todo lo que siento, pienso, recuerdo, quiero y hago sin intención y sin atención, es decir, inconscientemente». El inconsciente colectivo, por otro lado, contiene información muy antigua desde la creación y evolución del ser humano, los orígenes y las raíces, y así como lleva información que puede ser terrible desde nuestra percepción, también cuenta con recursos, inteligencia y sabiduría para enfrentar cuestiones escondidas o reprimidas y pasarlas al consciente. A este proceso lo podemos llamar sanación, ya que una vez en el consciente se pueden encontrar soluciones usando la sabiduría e inteligencia autónomas. Vamos a parar el tren. ¿Cómo hacer para despertar la consciencia y subirnos en el vagón de la felicidad? Para encontrar una respuesta podemos reflexionar sobre un ejemplo contundente: si se recorre la línea ecuatorial en un mapa, hay dos puntos clave totalmente opuestos en el globo. En un extremo está el Parque Nacional Yasuní, el punto más megabiodiverso del mundo, que no solo es relevante por su fauna y flora, sino porque ahí habitan pueblos indígenas en aislamiento voluntario, pueblos libres, muchas veces mal llamados «no contactados»; en el otro extremo del mundo está Singapur, una ciudad-empresa-estado, uno de los lugares con más poder adquisitivo, donde hay tres teléfonos móviles por cada dos ciudadanos y donde los esfuerzos del estado están enfocados en mostrarse como «el país de futuro». Pues sí, en Yasuní hay árboles de miles de años, toda la vida que compone esta selva es el resultado de la evolución de millones de años y de diversos fenómenos biológicos,
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geológicos y meteorológicos que han sucedido a lo largo de la historia del planeta; existen pueblos libres que han tomado la determinación de vivir aislados de la sociedad «civilizada» o «desarrollada». Estos pueblos son sociedades de abundancia, sus necesidades son pocas y por lo tanto, todo lo que la naturaleza pueda ofrecerles les resulta suficiente, no acumulan excedentes. Con base en los testimonios de los Waorani, pueblos contactados relativamente hace poco tiempo (con la intromisión del Instituto Lingüístico de Verano), se piensa que la economía que manejan los pueblos libres es de subsistencia, no trabajan excesivamente y su tiempo de ocio es cuantioso. Y es que la gente libre está consciente de que es parte de la naturaleza y al llevar esta conexión innata es imposible ver al bosque, al agua, el aire y a los demás seres como un objetos y ponerles precio. En el otro lado del mundo, Singapur cuenta con árboles artificiales de cincuenta metros de alto, una economía «libre», que es al mismo tiempo, una represión de las libertades individuales muy evidente. La brecha entre los ricos y pobres es una de las más grandes del mundo y la libertad de expresión es una de las más pequeñas; de hecho. Al ser una cuidad-empresa, quienes la conforman viven en un ambiente acelerado de continua competencia, estrés, depresión y todos los demás síntomas de un sistema de consumo ilimitado. ¿Qué tiene la Amazonía que permite que todavía existan pueblos libres? Sin lugar a dudas, la libertad tiene un vínculo estrecho con la naturaleza y la consciencia. Se sabe que tener una relación cercana con los bosques ayuda a que las personas se mantengan más activas, regula la presión arterial, reduce el estrés y la ansiedad, mejora la convivencia con otras personas, refuerza el sistema inmune, disminuye los índices de crímenes, violencia, agresión y pobreza. Al parecer, la gente que vive rodeada de bosques es más solidaria, generosa y social. Probablemente es por eso que la humanidad ha logrado sobrellevar distintos fenómenos naturales y momentos difíciles. Esta conexión con los demás seres de la naturaleza es algo que los pueblos indígenas han mantenido desde hace mucho tiempo y la razón principal por la que defienden y protegen sus territorios de la ola extractivista. Es la consciencia la que les ayuda a discernir entre los dos mundos que se enfrentan en territorio amazónico, y aunque parezca estar al alcance de la mano, no todo el mundo accede a ella. La relación milenaria entre el ser humano y los demás seres de la naturaleza ha permitido que estos pueblos autóctonos hayan desarrollado metodologías para abrir su consciencia, para permanecer en equilibrio mental, espiritual y físico. Es así como han surgido técnicas como la meditación, la contemplación, las ceremonias de ayahuasca, de guayusa, de chocolate, los temazcales, etc… Muchos pueblos indígenas saben, desde hace miles de años, de la importancia de viajar en el mundo de los sueños y el inconsciente. De hecho, la nacionalidad Sapara (pueblo amazónico) usa plantas para soñar y por eso las cuida como parte esencial de su filosofía. Lastimosamente las rondas petroleras, la ambición sin límites de los gobernantes, las multinacionales y una sociedad de consumo enferma son una amenaza para toda la flora y la fauna del Amazonas. Entrar en el mundo amazónico supone constatar las secuelas que deja un sistema consumista y extractivista (contaminación petrolera, extracción maderera, ganadería extensiva y agricultura insconsciente) o palpar una dimensión donde el espíritu del bosque, las plantas medicinales y la sabiduría de muchos indígenas nos ayudan a sanar. La ceremonia de ayahuasca permite entrar en plena consciencia y la ceremonia de guayusa se realiza para contar y descifrar los sueños; justamente para entrar en ese inconsciente que, como explicaba Jung, se expresa a través de los sueños. Y es que Jung, tradujo la sabiduría de pueblos indígenas de América, Asia y África al lenguaje occidental para que podamos entender mejor la magia de la mente y su conexión con el resto de la naturaleza. Probablemente los pueblos libres todavía nos pueden enseñar cómo recuperar las raíces, volver a nuestra esencia y darnos cuenta que la vida y la felicidad no tienen precio.
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Galo Martínez
CONSERVACIÓN EN LA PERIFERIA DEL PARQUE NACIONAL SANGAY
Hace más de quince años les planteé a unos amigos la posibilidad de encontrar un sitio prístino en la selva tropical, de preferencia junto a un área protegida —en ese tiempo se llamaban parques nacionales—, para hacer lo que otros se niegan a hacer: proteger, con sus propios recursos, la flora y fauna agredidas y en peligro tácito.
esfuerzos en aprender sobre la dinámica de esta bioregión, sus características, su realidad. A medida que avanzaba en la recolección de información y experiencias, decidí también adentrarme en el conocimiento oculto de la selva, en la cosmovisión de los habitantes de la Amazonía. Gracias a una amiga y ahora, hermana espiritual, conocí al maestro Natem en la provincia de Morona Santiago, en el sector de los La oportunidad se dio y con más dudas que certezas, Guapula, etnias del territorio Shuar. tomamos la decisión de adquirir un predio ubicado en la periferia del Parque Nacional Sangay. Conscientes Poco a poco fui aprendiendo un conocimiento de la presión que genera la expansión humana en la maravilloso que me permitió develar parte de una naturaleza, reunimos los pocos ahorros que teníamos cosmovisión grata, con la ayuda de las plantas y nos lanzamos a esta aventura de conservar y proteger sagradas; poco a poco fui reconociendo el camino a un espacio prístino geográficamente ubicado al inicio seguir o Ñankuk. de la Cuenca del Amazonas y junto a un Parque de esas características. Nos preguntábamos ¿cuál sería Las agresiones que sufre un Área Protegida son la mejor acción para ayudar a conservar el bosque? y muchas, pero la más importante es la falta de luego, ¿cómo colaborar en la conservación de nuestro conciencia de los habitantes que la circundan. Este gran vecino? sitio ofrece todo para sobrevivir en un estilo nómada ancestral: cazar y recolectar, prácticas ya imposibles de Corrían los años finales de los noventa y entre las mantener en el Parque Nacional Sangay. Todo esto más diversas coyunturas sociales, el neoliberalismo el materialismo y consumismo imperantes, desvirtúan campeaba en la Región Andina, influidos por ello, más los principios de los habitantes. Tal es la apreciación ilusos que consientes, nos lanzamos en la búsqueda distorsionada, que se mira al Parque como una fuente de recursos para nuestro gran megaproyecto, uno inagotable de recursos naturales para ser explotados. que pudiera generar mucho dinero y así materializar nuestros sueños. En el camino nos perdimos como No pretendo plantear una metodología para náufragos en la neblina, habíamos dejado el bosque la conservación, ni o desmerecer el valor de la al cuidado de un asalariado y buscábamos montos investigación científica, solo resumo de manera sucinta diversos de fuentes remotas. No solo que nos chocamos una experiencia personal, que si bien no es visible, con la burocrática función del conservacionismo ya es colectiva, porque el movimiento de personas burgués y tecnócrata, sino que también el «guardián a favor de los formas ancestrales de convivencia del bosque» se dedicó a explotar la preciada madera de se está difundiendo y generalizando para bien de nuestro terreno; una práctica habitual en los bosques nuestras sociedades. Menciono aquí las prácticas de la adyacentes y en los del Parque, tierras alejadas de toda medicina holística con plantas ancestrales y el manejo normativa y jurisdicción. Pasó el tiempo y los montos local de cultivos para traducir veinte años dedicados no llegaron, los conflictos se hicieron más agudos y los a la conservación. Esta fusión de lo ancestral con la ahorros menguaban. investigación me ha convencido de que la ciencia hoy, solo ratifica lo que todas las culturas precientíficas Con gran pesar decidí emprender mi retorno a la nos han legado. Pero lejos de enfrascarme en Amazonía, con el peso de haber dejado años valiosos debates filosóficos y dialécticos, quiero contarles que y haber desperdiciado recursos económicos y muchas actualmente invierto, no acumulo, bienes materiales o relaciones personales. Regresé solo y sin dinero, monetarios, pues mi meta es andar ligero y libre de con más dolor que motivación y enfoqué todos mis tensiones.
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Creo en la magia de la acciones y en el poder de los elementos, busco ser un mejor ser humano: un habitante de este planeta agradecido de tener la oportunidad de apreciar la imponente Naturaleza. Reconozco mis limitaciones y defectos, pero en el camino encuentro siempre el sustento y la luz de un nuevo día. Trabajar junto a las nuevas generaciones me llena de alegría y me hace meditar en cuan diferente hubiese sido el mundo si me hubiesen enseñado el valor de proteger y valorar la cultura y la naturaleza en mi juventud. Sé que tuve guías maravillosos, pero en retrospectiva, las cosas serían diferentes. Insisto: no es tiempo de quejas, sino de acción, hoy somos actores protagónicos del Parque Nacional Sangay Zona Baja y trabajamos de generar indicadores y estaciones de recolección de datos en el Área Protegida, nos involucramos en la comunidad y trabajamos de la mano con las instituciones académicas, estamos inmersos en procesos de concientización y educación ambiental en la región y nuestro pequeño gran tesoro está protegido y prístino. Nada de esto hubiese sido realidad sin el valor de cambiar de paradigma, de creer en que los cambios son posibles y que la asociación y las alianzas, son el motor de las sinergias. Como dije antes: es complicado resumir largos años en un pequeño artículo, pero si algo me interesa transmitir es que en la vida hay que hacer, no solo lo que nos gusta, sino lo necesario. Tenemos que mirar a la Naturaleza y enfocar nuestros esfuerzos por conservarla y por protegerla, es una opción de supervivencia y ¿por qué no?, una de las más divertidas. El difícil camino que nos espera solo puede a ser llevadero con motivación, y si algo les puedo asegurar, es que quien la tenga nuca estará aburrido. ¡Larga vida a los guardianes de la Madre Tierra!
Rocío Pérez
¿ESTÁS INVIRTIENDO TIEMPO EN LO QUE REALMENTE TE IMPORTA?
Como soy hija de la migración, siempre estoy echando de menos. Echo de menos personas, lugares, situaciones, momentos… Pero lo que más echo de menos son las cosas más pequeñas. Más pequeñas, aunque no menos importantes. La risa aguda e incontrolable de mi mejor amiga mientras sus ojos azules me sonríen traviesos. La complicidad para arreglar una sorpresa entre catorce para David a la distancia. Los «vodkatonic» con Jara en el República intentando arreglar este jodido mundo. Las clases de pintura y feminismo con mi profe en Buenos Aires. El olor de las rabas de Santander cuando tus amigas te llaman los domingos al mediodía medio borrachas disfrutando del «vermú». La preocupación cuando mi hermano se va con la bici y vuelve tras ocho horas de lo que yo considero una «locura sobre ruedas». Los característicos gestos de Kiko cuando explica algo de forma muy seria. Las regañinas de mi madre sobre un futuro que ella ve para mí pero que yo apenas logro vislumbrar, y cuando lo hago, no me gusta. La cara de felicidad de Leti con su nueva gatita. Los ojos tristes de María… Siempre soñé con viajar, conocer otras cosas, vivir en otras partes. Y siempre estaré agradecida con todo lo que esa posibilidad me ha ofrecido, personas que siempre caminarán conmigo; parajes cuya belleza atesoraré siempre en la memoria; aprendizajes que me han convertido, espero, en una persona mejor. Afortunada yo, que soy hija de una migración privilegiada. Aunque haya sido para buscar una vida mejor, siempre fue privilegiada. Pero ahora, tras muchos años, empiezo a pensar en volver. A volver a una incertidumbre económica, a una incertidumbre laboral con muy poca «buena pinta», como se dice por la península. Pero a volver con las personas cuya ausencia cada vez resulta más insoportable. El otro día descubrí un pseudoestudio interesante en las redes sociales. Estos espacios por los que ahora intento no perderme del todo la vida de la gente que me importa, un sustituto mediocre del calor humano, pero útil en la distancia. Ojalá no tuviera que invertir tiempo en ver la vida de las personas que me importan a través de una pantalla. Ojalá pudiera llamarlas para bajar a tomar un café y hablar de nuestras cosas. Ojalá pudiera abrazarlas y besarlas, pero tengo que conformarme con corazón digital y unas manos extendidas por un bicho amarillo que no me da muy «buen rollo». Esas son mis actuales cartas. Este estudio trataba de «medir» aproximadamente el tiempo que pasarías en tu vida con las personas que más te importan. Intentar hacer este ejercicio cuando eres migrante es demoledor. Ni siquiera he podido meter mis variables en la web en la que puedes, más o menos, calcularlo. No quiero verlo. Aterra. Aterra el poco tiempo que dedicas a lo piensas que es lo más importante. El estudio reunía a personas que habían expresado que lo más importante de su vida eran sus seres queridos, pero que, desgraciadamente, no se veían mucho. Según la inversión cotidiana de su tiempo en un plazo de X años, calculaban, aproximadamente, el periodo que iban a pasar juntos lo que les quedaba de vida, una vida proyectada. El resultado es más que interesante. Las reacciones de las y los protagonistas también. Es duro, a veces, enfrentarse a realidades que intentamos no ver. No voy a contarles demasiado porque les invito a hacer el ejercicio de ver el vídeo del estudio y a entrar a su web y «calcular» el tiempo que van a pasar con la gente que es realmente importante en sus vidas. Tan solo les diré que, a pesar de quien hace el estudio, con qué intención —algo que nunca se debe obviar, un licor, en este caso— y teniendo en cuenta los errores metodológicos que tiene, da mucho que pensar. Los links del video y la web estarán en la versión digital de este artículo en www.republicasur.com. También pueden acceder a tenemosquevernosmas.ruavieja.es. Si van a hacer el ejercicio, sean muy sinceros y sinceras con la información que se les pide que introduzcan. No vale la pena tratar de engañarse. Igual tenemos que empezar a pensar en qué invertimos nuestro tiempo y, sobre todo, si esta inversión merece la pena. Especialmente, si para nosotras y nosotros, las personas presentes en nuestras vidas ocupan un lugar especial. Igual tenemos que empezar a pasar más tiempo con lo que realmente nos importa y dejar de gastarlo en aquello que nos da una falsa sensación de felicidad y bienestar.
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Emilio Chungandro
JUVENTUD(ES) La corrosión de fronteras tradicionales, una nueva concepción espacio-temporal y el proceso de globalización cultural han configurado la juventud de tal forma que algunos consideran a los jóvenes de hoy como el «emblema de una época cargada de incertidumbre, desesperanza y ausencia de cánones» (Castillo, 2010). Los imaginarios sociales dominantes, por su parte, han estereotipado a los portadores de la condición juvenil desde un sentimiento general que expresa la preocupación por sus modos de vida. Esta percepción negativa y reduccionista debe desvanecerse para empezar a hablar seriamente no de una, sino muchas juventudes. La eternidad en una hora La juventud construye socialmente el tiempo. Ser joven ya no es transitar de la naturaleza a la cultura (complejo de Tarzán), tampoco resistirse a la adultez (complejo de Peter Pan), sino que es experimentar la errancia de una vida incierta. Se trata de un nomadismo social que supone «mudar los roles sin cambiar necesariamente el estatus, correr mundo regresando periódicamente a la casa de los padres; hacerse adulto y volver a la juventud cuando el trabajo se acaba; disfrazarse de joven cuando ya se está casado y se gana tanto como un adulto, viajar por interrail o por internet sin por ello renunciar a la identidad localizada que corresponde a una nueva solidaridad de base» (Feixa, 2000). Desde que la vida de los trabajadores se empezó a regir por el reloj, no se ha vivido un giro en la concepción del tiempo como hasta hoy. La tecnología generó su propia temporalidad; vivimos en la extrema simultaneidad, donde el tiempo se eterniza y se hace más subjetivo y efímero. Ha aumentado la noción de las transmisiones «en vivo» y en «tiempo real» desde todas partes del mundo, esto ha afectado incluso el tejido del habla: Yurman (2010) afirma que «los relatos de los jóvenes de hoy se asemejan a videoclips, son fragmentados, marcados por sus experiencias tecnológicas actuales». El mundo de ahora es líquido, fluye a gran velocidad y los fluidos no se fijan al espacio ni se atan al tiempo (Bauman, 2004). Esto tiene sus consecuencias: la falta de continuidad provoca un divorcio con el pasado, el hilo de las grandes narrativas se rompe. Lo único que ha enseñado la Historia es que el ser humano no ha aprendido nada de ella y es verdad que este problema solo se ha amplificado. La desconexión de la juventud con su pasado local o mundial solo la hace más manipulable y propensa a caer en los mismos errores, en las mismas mentiras, en los mismos conflictos, en la misma estupidez. Al fin espacio Es otro fruto de la tecnología, la construcción de un nuevo espacio que se caracteriza por ser desterritorializado y sin fronteras (si las hay, son mínimas). Cada mañana elegimos ver la calle por la ventana o todo el planeta por la pantalla. Incluso la galaxia y, por qué no, el universo desde su génesis a unos cuantos clics de distancia. Históricamente los jóvenes han carecido de un espacio propio, fueron muy pocos los que poseían habitación propia y menos los que la disfrutaban de ella sin intervención de sus padres. Es en los años sesenta, con los movimientos de liberación juvenil que coincidieron en la contracultura, una habitación propia pasó a ser el símbolo de la juventud. En los setenta comienza la lucha por una privacidad alternativa: pisos compartidos, comunas y buhardillas con el fin de construir una nueva privacidad comunitaria. En los ochenta, en cambio, el espacio público de la ciudad se volvió cada vez más inaccesible por la inseguridad, el proceso de urbanización, etc. Con el despunte del mercado de ocio especializado en adolescentes, junto a la caída del número de hijos en la familia se redescubrieron las culturas de la habitación. Hoy, todavía se mantiene la idea de privacidad física, incluso podría decirse que se ha naturalizado la necesidad de otorgar y obtener una habitación propia, sin contemplaciones económicas. Los jóvenes han estado rodeados de instrumentos electrónicos (consolas, celulares, computadores…) desde que tienen uso de razón y esto ha configurado su percepción de sí mismos y del mundo. Los medios masivos de comunicación son protagonistas en la creación de una cultura que ha globalizado el espacio y nos ha deslocalizado. La habitación, entonces, se ha convertido en algo móvil, por germinar en una tierra de la misma naturaleza. Ahora los celulares son una habitación a la vista de todos que sirve de catalizador entre una dimensión virtual sin ataduras y otra que la complementa. En 1978, Arthur Koestler observó que el ser humano «puede dejar la Tierra y llegar a la Luna pero no puede pasar de Berlín occidental a Berlín oriental», me parece que podemos tomar esta observación como una analogía bastante interesante de nuestros límites. Quiero decir con esto que si bien podemos acceder y conocer cualquier lugar desde la comodidad del hogar, la experiencia no es la misma, menos aún en un mundo que fomenta la ciudadanía global, pero que en la práctica resulta muy condicionada.
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Sin fronteras Somos portadores de nuevos lenguajes y emblemas culturales donde encontramos creatividad, rebeldía, estética, sexualidad, otras sensibilidades y más. La próspera emancipación femenina, junto a la emergencia del movimiento LGBTI provoca la implosión de la masculinidad y la feminidad. Se nos acusa por la ausencia de cánones, cuando estos nos encierran en una sola idea de lo que es el ser humano. Los modos de actuar y pensar tradicionales tiemblan al romperse estas fronteras que configuran el tránsito hacia la adultez. A partir del momento en que el acceso al saber arrebata al adulto el poder de mantener los secretos de la vida, la sexualidad y la muerte, se hace más estrecha la distancia entre un niño y un adulto. El papel que esta época nos ha asignado es el de la autoconstrucción en un mundo fabricado por otros, donde la diversidad de opciones es abrumante, encontramos quienes valoran lo contemporáneo y otros que se refugian en sombras tenues o intensas. Resulta alentador el ilimitado acceso a material que nos permite identificarnos con un amplio espectro de intereses. Pero, así como uno puede encontrar boleros, post-punk y hip hop en la propia biblioteca musical, un nuevo tipo de inclusión solo resulta en nuevos tipos de exclusión. Internet se posiciona como el nuevo sistema macrocultural y abarca progresivamente todo el planeta. En el caso ecuatoriano El Telégrafo afirma la existencia de 10,6 millones de cuentas de internet este año. Dentro de este sistema se encuentran múltiples microculturas vinculadas por uno o varios intereses específicos que ya no están limitados por un lugar o tiempo particular. Por su lado, las redes sociales permiten conocer personas que antes nunca habrías podido. Sin embargo, aunque se puede tener miles de amigos en Facebook, en verdad las redes sociales no aumentan la cantidad real de los amigos que se tiene, sino los que se podría tener. Curiosamente el número de Dunbar establece que el promedio de amigos con los que puedes mantener una relación lo suficientemente cercana para considerarse como tales es de ciento cincuenta. Hoy, los adultos son migrantes digitales, mientras que nosotros somos nativos de esta nueva cultura. Orwell dijo alguna vez, que «cada generación se imagina a sí misma más inteligente que la anterior, y más sabia que la siguiente». Se habla de una deformación del lenguaje, desde la ambigüedad con la que se comunican los jóvenes por las redes sociales hasta las palabras que va aceptando la RAE. Se hacen estas acusaciones como si el lenguaje fuera algo definido y perfecto. ¿Y no pasó algo parecido antes? Las analogías sobran, en The Sunday Magazine de 1871 podemos encontrar esto: «El arte de escribir cartas está desapareciendo rápidamente. Disparamos una multitud de notas rápidas y cortas, en lugar de sentarnos para tener una buena charla sobre una hoja de papel real». Resulta curioso cómo se empiezan a reemplazar las largas cartas por unas notas cortas y aún más la similitud que encontramos ahora con la crítica que se hace a los mensajes que se envían constantemente. «El arte de conversar está muriendo» dice el Frank Leslie’s Popular Monthly de 1890. Sin ánimos de seguir con la lista, les invito a pasar por la página xkcd.com de donde extraje los ejemplos presentados y el siguiente subtítulo: Generación 2018-2035, Zuckerberg’s Army Las generaciones solo son construcciones de cómo se han imaginado cada de ellas a sí mismas. La vida puede reducirse a un ciclo que va de la insurgencia a la estabilidad; de lo que rompemos hoy, levantamos una nueva estructura que tarde o temprano querrá ser destruida por algo mejor (eso espero). Solamente podemos estar seguros de la gran nube de incertidumbre que ha cubierto el cielo y no temerle, pues ha llegado la hora de dudar, de cuestionar al ser humano, al mundo, a nuestros gobernantes y a nosotros mismos. Al final, actuamos según las urgencias existenciales heredadas para así cambiar o no el mundo, solo para legarlas por los siglos de los siglos. Quienes vivieron en épocas anteriores consideraban que el mundo era tan complejo, peligroso y confuso como hoy e incluso nuestro mundo puede que sea peor. Las crisis que afrontamos pueden llevarnos (conscientemente o no) a ver que lo más práctico es dejar de pensar y arrojarnos al hedonismo; espero nos demos cuenta que da lo mismo ahogarse en tres metros de agua que en treinta. Aunque no todos estén dispuestos a luchar por las desigualdades de este mundo, hemos de hacer la elección pues no somos espectadores de otro planeta escribiendo una tesis sobre la Tierra.
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XIV Bienal de Cuenca
ESTRUCTURAS VIVIENTES Fotos: Pablo Villavicencio
Juliana Vidal, Geografía de la mortalidad. (Premio Paris)
Nina Cannel y Robin Watkins, Flexions.
Gabriela Chavez, Mis 15 fracasos amorosos.
Santiago Reyes, Camiseta del amor propio. (Premio del jurado)
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DIAGNÓSTICO TERMINAL (GIGANTES Y DERIVAS II) Fotos: Pablo Villavicencio
Carolina Palacios, Apoptosis.
Ila Coronel, Ruido.
José Pacurucu, En la palma de la mano.
Sara Roitman, La Mosca.
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ENTREVISTA A CRÁNEO Y LASSER
Cráneo y Lasser vienen a Latinoamérica por segunda vez para promocionar Música para lagartos. Como parte de esta gira con cerca de cincuenta fechas estaba República Sur como venue para su concierto en Cuenca y de paso, se dieron una vuelta por nuestra gaceta para contarnos un poquito sobre sus proyectos. ¿Cuáles son las expectativas de esta gira y cómo se están cumpliendo? Se están cumpliendo muy bien. Llevamos cuatro soldouts o cinco. En Argentina la sala nos quedó muy pequeña, en Chile se mandó una fiesta brutal. Hemos ido a lugares como Cuenca y Uruguay que son núcleos que jamás en tu vida imaginarías llegar a tocar por la densidad de la población. El estar en Cuenca, Uruguay, Panamá es increíble. La gira anterior solo tuvimos la oportunidad de estar en países del centro: Colombia y México. Es curioso que hace un año en Argentina no se escuchaba nada, de repente sucedió algo increíble y nuestra música se escucha más ahí que en España. ¿Qué tal el público latino? El público es mucho más entregado que en España. Es como que la sangre caliente tiene algo, más cercanía. Este verano dimos un concierto en El Caracol, nunca habíamos metido tanta gente en Madrid, eran 400 personas. Lo que vivimos esa noche fue increíble. La gente está mucho más loca, grita más, canta más. Hasta ahora no hemos tenido un concierto como el que hemos dado en Buenos Aire.
¿El público se sabe todas las canciones de Música para lagartos y de Acid House? Sí, notamos que mucho público nuevo ha entrado en este año porque nos dicen: «hace un año que les hemos escuchado». En Latinoamérica nuestros temas más antiguos siguen funcionando mientras que en España no. Temas como los de Handmade que tienen mucho más de placentero, más de sentimental, están funcionando mucho más aquí, mientras que en España han caído. Supongo que eso también en unos dos años puede ocurrir aquí. O no, ¿quién sabe? ¿Por qué lo grabaste en Berlín? Se grabó en Berlín porque uno de nosotros, Made in M, vive en Berlín y está muy empapado del sonido de allí. Es decir, el estilo lo-fi, ese sonido como viejo lo traemos bastante por la influencia de Made in M. En Fanso somos Lasser, Craneo, Ricky y yo. Juan Ríos y Made in M también, ellos son los productores. Made in M fue quien nos trajo toda la corriente que se presenta en el video. Él, en Alemania, se junta con todos los productores más locos de lo-fi. Es como la cuna del lo-fi. El caso es que el rollito del lo-fi lo hemos traído con Made in M y esta vez lo quisimos hacer porque toda la pasta que ganamos con Acid House la invertimos en la realización de Música para Lagartos. Y dijimos «chicos, ahora vamos a hacer como en Acid House: 10 días en una casa encerrados, pero ¿a dónde nos vamos?». Buscamos en Airbnb una casa por toda Europa en la que también
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pudiéramos hacer video. El lugar que queríamos tenía muchos requisitos difíciles: tenía que ser espacioso, debíamos poder hacer ruido y debía tener muchos sitios bonitos cerca… Al final encontramos un lugar cerca de lagos y trigales a dos horas en coche de Berlín. Ustedes tienen tres cosas: son CráneoMedia, tienen Guayaba Records y por otro lado tienen el colectivo Fanso. Cuéntennos un poco más de esto. Lasser: Tenemos la suerte de que uno de nosotros tiene su discográfica. La hemos ampliado y ahora estamos trabajando ahí con Ricky, su novia, yo y otro socio más, actualmente tenemos otros dos chicos que están encargándose de la distribución. Ricky: Guillermo Centenera, Sergio, Ricardo y Patricio llevan Guayaba Records. Lo que hizo que yo empezara a externalizar la discográfica y a meter a más gente en ella es que empecé a trabajar como productor en CráneoMedia que se dedica hacer videos para las discográficas en España de manera profesional. Cráneo: CráneoMedia es la productora que empecé haciendo videítos con mis colegas, patinando, para subirlos a YouTube, para hacer mis cositas. Luego me puse las pilas y seguí con ello, poco a poco me fue saliendo más curro y fui contando con un coleguita, Guillermo Centenera. Llegó un punto en el que entraron vídeos más gordos y necesitábamos alguien que nos ayude, no podíamos hacer todo los dos. Justo en ese entonces Ricky estaba en un momento de su vida en el que se le había desmoronado un poco su plan de futuro y se ofreció ayudarnos con lo que sea. Él nunca había hecho producción, pero se metió a ayudarnos y hasta el día de hoy continúa trabajando en ello.
¿Se conocen de toda la vida? No, desde los dieciocho, porque somos del mismo barrio, Leganés. Ricky y yo [Cráneo] nos conocimos por redes, porque cuando fui a grabar mi primer disco con un pibe —recién llevaba rapeando un año— que me iba a cobrar una pasta, necesitaba alguien que hiciera unos scratches, lo publiqué en Twitter y un tío me pasó el @ (arroba) de Ricky. Bueno, el caso es que le escribí y me dijo «¡Venga! Vente para mi casa y lo hablamos». Fui para su casa, vi que tenía un miniestudio y me dijo «tío, me gusta lo que haces, si quieres te grabo el disco entero también». En ese momento tenía ganas de darle un beso en la boca [risas]. ¿Tienen algún concepto que una los videos de CráneoMedia? Yo [Lasser] creo que Sergio [Cráneo] ha sabido darle imagen a unos sonidos: si tienes un sonido casado, con todo roto y todo analógico no tiene sentido ponerle un 4K full super HD. Cuando es un curro externo es una lucha porque el artista normalmente no te viene con ninguna idea, ni con concepto, ni con nada [risas]. Te manda la canción y te dice «propón algo», pero cuando ya se te viene una idea, te dice «no, yo pensaba algo así»… Yo pienso: ¿Para qué me pides una idea? Por desgracia, no nos llegan normalmente artistas ni música que nos llenen.
Es que, mira, la discográfica aporta es que generes pasta para que una productora te haga el videoclip, entonces, eso, tachado porque nadie nos va a hacer un mejor videoclip que nosotros mismos. Estamos intentando mejorar poco a poco el departamento de comunicación para hacer algo serio y hemos abierto una web con envíos a todo el mundo. Nosotros sabemos cómo funcionan los porcentajes a día de hoy, estamos dentro del mundillo musical, ya sea por los videoclips, por los colegas o por cómo nos movemos, y sabiendo todo eso, es mejor trabajar con nuestra propia discográfica. A veces tenemos el contacto de gente que puede mover un lanzamiento, ponernos en playlists o hacernos un video clip, pero como a nosotros mismos nos sale del alma hacer esas cosas, qué sentido tendría firmar con alguien que luego se va a quedar con un porcentaje altísimo de tu pasta. Además de que no le ponen cariño a lo que hacen, al final eres un número más. Y lo que ha ocurrido con las discográficas es que ya no apuestan por los artistas. Si funcionas bien, y si ya no funcionas, adiós y desapareces; el problema es que desapareces de verdad. Sin embargo, nosotros no vamos a desaparecer porque siempre vamos a tener nuestros recursos. Así que nos van a ver aquí de viejos.
Pero también usan a sus colegas de Fanso para hacerles los videos.
Algo que nos gustaría aclarar: ¿Qué diferencia hay entre el hip hop lo-fi, el trap y el rap?
Sí, pero esos son proyectos internos nuestros, por eso sobrevivo y soy feliz todavía [risas]. Ese es el equilibrio. Esos son proyectos personales y es donde podemos lucirnos. Bueno, tampoco es que podemos permitirnos el lujo de trabajárnoslos tanto como los curros externos. Espero que llegue el día y podamos dedicarles el mismo presupuesto, le echamos muchísimas más horas a cualquier curro de cualquier artista externo. Al final es nuestro grueso de plata, realmente nosotros nos ganamos la vida con los videoclips. Entonces esto es más como un hobbie que empieza a crecer, por eso estamos aquí en Cuenca hablando de esto. Todo está creciendo, pero hasta los hobbies están chocando un poco con el trabajo principal; pero bueno, es hermoso, es bonito.
Craneo: Sale todo de la música rap y el hip hop. Luego hay distintas corrientes, la más tradicional es la noventera que es como empezó todo. Luego está el trap que sigue siendo rap con otro rollo más electrónico.
Bueno, si hay que ser profesionales, deja de ser un hobbie.
Pero se nota que ustedes rapean más que otros.
Pero aún así, como está fuera de tu «trabajo» es algo más creativo.
Nosotros solo hacemos lo-fi, de hecho lo que más me mola es que solo llevamos tres años haciendo música únicamente con las instrumentales que nos hacen los chicos de Fanso. Eso mola porque tiene coherencia. Ellos evolucionan y todos vamos como hacia el mismo lado.
Los beneficios que nos da la música son sorprendentes porque invertimos mucho menos tiempo del que nos gustaría y del que deberíamos para tener estos resultados. Realmente este año hemos invertido un mes y medio en hacer música. Sí, de verdad, le invertimos poco tiempo y eso al final incide en el escenario, pero aunque «mal» siempre es divertido, la gente siempre se pasa bien y siempre ponemos de nuestra parte. ¿Se viene alguna discográfica fuerte como Sony, por ejemplo? ¿Qué opinan al respecto? No, no. Fuera. Sony que mejor nos venga con proyectos para sus artistas.
de qué rollo queríamos. Los chicos llegaron con unos vinilos gigantescos, se pusieron a sacar samples y fueron haciendo ritmos. El disco entero se grabó ahí, en Berlín. Había alguna letrilla, un beat que era antiguo, pero lo demás se creó ahí y eso se nota, tiene más empaque. ¿De cada canción sacan un video? En Música para lagartos hicimos un video por canción y luego hubo un trabajo más documental de cómo trabajamos en la casa para que se vea un poquito desde afuera cómo se vivió la experiencia y cómo se creó la canción. ¿Quién pertenece al sello Guayaba Records? Cuando yo [Ricky] empecé, sí tenía la intención de montar un gran sello, pero al final he visto que lo más bonito es dejarlo rodeado de la gente con la que trabajamos siempre. Acabamos de sacar un gran trabajo con Made in M y Walterwam-Fungus en el que se hizo un trabajo instrumental. No tengo ambición de montar una gran discográfica independiente, quiero mantenerlo low-key con la gente que me rodea y gente que encuentre interesante; por ejemplo, con Nathy [Peluso], ella tiene mucha técnica, tiene voz, sabe cantar, cubre un gran espectro artístico. Cuando encuentre gente así quisiéramos sacar cosas, pero no es una ambición. La ambición es que todo Fanso siga subiendo, que Made in M y Juan Ríos sigan sacando trabajos conmigo y sigan funcionando bien. Ahora estamos con la web, estamos empezando hacer vinilos, esto es un proceso mayor y estamos haciendo las cosas con cuidado y bien. ¿Andy [Lasser], qué esperas de Fanso en el 2019?
Ricky: La verdad que se están fusionando tantas cosas que el trap se está transformando. El trap son hi-hats divididos.
Que sigamos creciendo juntos y que continuemos con muchas ganas de hacer cosas.
Lasser: El lo-fi existe de toda la vida, por ejemplo tú escuchas temas de Pink Floyd y eso ya estaba ahí. Eso lo coges y lo metes en una base nuestra y cuela. El lo-fi es una estética antigua. Nosotros lo aplicamos al rap.
Tenemos trabajo para la siguiente gira: hay que sacar otra movida. Entre 2019 y 2020 tenemos que sacar un nuevo disco. Es que las próximas giras serán en invierno, por eso el disco estará alrededor de agosto de 2020. Estaremos con un trabajo nuevo y con las pilas cargadas.
Antes de ir grabar Música para lagartos, estábamos en plan «sabemos cómo produce esta gente, sabemos lo que han cambiado, pero no sabemos qué coño vamos hacer aquí. Han evolucionado, eso es real, nosotros también. Va a ser diferente, pero… ¿qué tanto?». No teníamos ni idea de hacia dónde queríamos ir, pero buscábamos algo más fresco y nuevo. Acid House tiene unas cajas que machacan la cabeza y es un disco super lineal, sin embargo, en este disco no habíamos hablado ni siquiera entre nosotros
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En el 2019 vamos a ver más estilos, hacer algo más melódico y probar otras cositas. Queremos que deje de sonar sucio. Por ejemplo, yo [Lasser] me voy apuntar a clases de canto. Y yo [Ricky] voy a retomar el piano. ¿Chicos, qué más quieren decir a sus seguidores y los lectores de nuestra gaceta? Que los porros no son tan buenos, los porros están muy bien para ciertos momentos. La gente se cree que todos los días me levanto [Cráneo] y fumo… Sí, algunos, pero no todos [risas]. No hago música gracias a los porros. La gente cree que por estallarse veinte porros vas a sacar un temazo y probablemente te mande a dormir [risas].
LAS EDICIONES DEL MUNICIPIO DE CUENCA 2014 - 2019 Desde el año 2014, cuando asumió su segunda administración municipal, el alcalde Marcelo Cabrera Palacios planteó llevar a cabo un proyecto editorial riguroso y sostenido, con el objetivo de fomentar la lectura en la población cuencana, ofreciéndole libros de calidad y promoviendo, sobre todo, a los autores locales; esta propuesta fue recogida por Eliana Bojorque Pazmiño, entonces Directora Municipal de Cultura y miembro de la Comisión Editorial junto a Eliécer Cárdenas y quien suscribe. Entre 2014 y 2015 se editaron y publicaron varios libros de diferentes géneros: el estudio histórico-antropológico Santuarios de Tomebamba. Modelo de geografía sagrada en tiempo de los incas (Hugo Burgos Guevara), Biografía de Cuenca (Antonio Lloret Bastidas), Vivo en poesía. Biobibliografía de Eugenio Moreno Heredia (Susana Moreno Ortiz), el poemario Y esto fue (Aurelio Maldonado Aguilar), el ensayo histórico José de La Mar y Cortázar (Simón Valdivieso Vintimilla), colaboramos con la Universidad de Cuenca en la edición de Ashanga, cocina morlaca (Nydia Vázquez de Fernández de Córdova). En 2016, Francisco Abril Piedra asume la Dirección de Cultura y se establece un plan editorial aún más ambicioso, a través del cual hasta diciembre de 2017 se publicaron 24 títulos, entre los que se encuentran: el poemario Sinfonía de la ciudad amada (Jorge Dávila Vázquez), la novela histórica Polvo, sombra, nada (Luis Quiroga), el libro de cuentos y leyendas Hacia el camino sin fin (Jaime Chinchilima), el poemario Ávida vida (Fernando Moreno), 10 años: Escenarios del Mundo (Juan Andrade Polo), el estudio lingüístico La lengua morlaca (Oswaldo Encalada Vásquez), San Blas: viejo y querido barrio (Club Siempre Amigos); Guapondelik, Tumipampa, Cuenca. Huellas culturales y transformación territorial (Alfredo Lozano Castro), Manual del bibliotecario (Blanca Mariana Vanegas), Los cañaris en el incario y la conquista española del Tahuantinsuyo (Gustavo Reinoso Hermida), Claves de la historia de Cuenca (Programa Cátedra Abierta de Historia de Cuenca y su Región, Universidad de Cuenca), los poemarios Palabra de río (Andrés de Müller) y Bajo la Cruz del Sur (varios autores), el libro de relatos Fotogramia (Mariagusta Correa), Danzas y géneros musicales de salón en Cuenca 1870-1930. Entre lo sagrado y lo profano (Jannet Alvarado), la novela Regiones. Travesía hacia un nuevo destino (John Alvarez). En el 2018, una vez consolidado el proyecto editorial de la Dirección Municipal de Cultura, se reciben alrededor de 60 propuestas y se proyecta la publicación de 21 títulos de diferentes géneros. Estos son: el poema en edición bilingüe Sollozo por Pedro Jara (Efraín Jara Idrovo, coedición Gramatozoo), Una puerta hacia la historia (Elizabeth Ochoa), Cuenca ilustrada: escenas y personajes (Diego Sánchez Albarracín, coedición Casa de la Cultura Núcleo del Azuay), Economía y sociedad de Cuenca y su región, siglos XVII, XVIII y XIX (Lucas Achig Subía), América Latina: espacios urbanos, arquitectónicos y visualidades
en transición 1860-1940 (Alexandra Kennedy-Troya, ed.), Cuenca: memoria y cocina 1900-1950 (Marialeja Cordero), los poemarios Faunia (Manuel María Ortiz, compilación de Cristina Flores Ortiz), Huellas íntimas (Francisco Chérrez) y Panamericana (coedición Bárbara Belloc y Teresa Arijón), los libros ilustrados Ritornello: cómic y poesía (Carla Sánchez y Daniel Félix, eds.) y Metempsicosis (Priscila Urdiales); Historia de la Facultad de Ingeniería (Galo Ordóñez E.), Memorias parroquiales rurales (versión en inglés, Tom Larsen), reedición de La lengua morlaca (Oswaldo Encalada Vásquez), Mi libro de títeres (Abraham Urdiales), Simón Bolívar (Magdalena Molina), Libro histórico del colegio Herlinda Toral (Patricia Suárez Donoso), el libro de relatos Fugas (Alejandro Izquierdo). Algunas de estas publicaciones fueron recientemente presentadas y están al alcance de la ciudadanía, otras se irán presentando paulatinamente entre enero y mayo del 2019. Mención aparte merecen los títulos de la colección Mundus, dedicada a autores extranjeros: Alejandrías, del español Luis Antonio de Villena, y El esplendor y la espera: obra poética 1979-2017, del venezolano Armando Rojas Guardia, dos de la voces más brillantes y personales de la lengua española; estas obras fueron publicadas en 2016 y 2018, respectivamente. Especial atención se ha dado al tema infantil, publicando siete títulos entre 2015 y 2018, con un tiraje de 2500 ejemplares cada uno, estos son: Las grandes amistades. Textos para todos los niños (cuento y poesía, Eliécer Cárdenas, Iván Petroff, Oswaldo Encalada, Rosalía Arteaga, Alexandra Moreno, Valeria Coronel, Isidro Luna y Franklin Ordóñez; La pollita que quería ser mamá y otros cuentos (Laly Castillo Sánchez), Las alas del tiempo (cuento y poesía, Catalina Sojos, Nildhe Silva, Susana Moreno, Cecilia Abril, Jorge Dávila Vázquez); el libro de gastronomía para niños Re-creo en mi cocina (Rocío Valencia Arévalo), y los libros-álbum Yo soy mi hogar (Amaranta Peña Carrasco), José y el Mayor M (Dianola Vázquez) y Tango (Darwinchi). Cada una de estas ediciones ha servido para realizar diversas actividades de mediación y promoción lectora en diferentes lugares de la ciudad: escuelas, colegios, universidades, parques, plazas, mercados, etc. Los libros son distribuidos hacia todas las bibliotecas municipales y bibliotecas de instituciones educativas del Cantón; también pueden ser adquiridos gratuitamente mediante solicitud a la Dirección de Cultura. Muchas de estas publicaciones, sobre todo aquellas editadas en el 2015 y 2016, se encuentran agotadas; sin embargo, su versión digital se puede descargar de www.culturacuenca.com Silvia Ortiz Guerra EDITORA Dirección General de Cultura, Recreación y Conocimiento