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LLEGÓ EL VERANO Pasó el Inti Raymi, llegó el solsticio y llegó el verano, otra vuelta al sol, y el Centro Cultural República Sur lo celebra con más cambios. Dedicamos esta editorial al lugar de la ciudad de Cuenca que apadrina este periódico.
Además, sigue la exposición de Francisco Maldonado dedicada a sus escritores de culto Bolaño, Panero, Houellebecq y hasta 17 escritores en esta Expo que llena las paredes de República Sur hasta el día 27 de Junio.
Lo primero que hay que destacar es que entra su nuevo horario de verano, esto significa que los lunes, además de los domingos, cerraremos, con lo cual Julio y Agosto quedan configurados de martes a sábado en su horario habitual desde las 16:00.
El 28 de Julio llega una nueva exposición, cambiando de la pintura a la fotografía. La escuela fotográfica Aula, ubicada en el mismo Centro Cultural, exhibirá los proyectos de fin de curso de sus alumnos y el día inaugural realizará una gran fiesta de fin de curso y de inauguración de la exposición.
Otra gran novedad es su nueva carta, se actualiza y se renueva para seguir siempre dando a los republicanos opciones diferentes y accesibles a todos los bolsillos, nuevos platos, nuevos combinados y nueva presentación. También, como cada mes, tenemos nueva propuesta dentro de nuestro cine pero con una diferencia de horarios: a partir de ahora, tendremos doble sesión los días martes. Este ciclo se denomina «Literatura cinematográfica» y está dedicado a las grandes adaptaciones literarias al mundo del cine.
Otra gran novedad es que pueden disfrutar en el jardín interior de República del nuevo mural realizado por el pintor salvadoreño Renacho Melgar dedicado al cine, cuyo tema es la película de Wes Anderson Gran hotel Budapest. También debemos decirlo, está con nosotros una de las mejores librerías de la ciudad: Corredor Sur, que desde este mes de julio también cuenta con novedades literarias de todo el continente. Con todas estas noticias, no nos queda más que desde esta editorial, invitarles a disfrutar de este bello Centro Cultural y restaurante de Cuenca.
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Director: Jordi Garrido
Productor: Alberto Zhapan
Editores: Germán Gacio Baquiola Jordi Garrido
Impresión: Ministerio de Cultura y Patrimonio
Corrector: Germán Gacio Baquiola David Larriva
Diseño y Diagramación: Daniel Esteban
Fotografía: Autores de esta edición: Xavo Gallegos Rubén Camacho Zumaquero Juan Antonio Almagro Rocío Pérez Boris Banegas Abád Sebastián Zaldumbide Germán Gacio Baquiola Issa Aguilar Jara Francisco Álvarez Ríos Geovanny Narváez
La Gaceta Cultural no se responsabiliza por las opiniones vertidas por nuestros colaboradores.
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Rubén Camacho Zumaquero
PARA LA REALIDAD HACE FALTA LA FICCIÓN Hace unas semanas perdí el celular en la Universidad de Cuenca. Debió caerse en un sillón. Me levanté, regresé una hora más tarde y ya no estaba allí. Alguna persona debió de haberlo visto y lo sustrajo para su deleite personal. Tardé tres días en volver a comprar un celular nuevo (tan barato que nadie quisiera robarlo). Durante esos tres días sin Whatsapp, redes sociales o llamadas, leí El extranjero de Camus, retomé Uno y el Universo de Ernesto Sábato, leí varios cuentos de Gabriel García Márquez, releí El miedo a la libertad de Fromm y hasta se me ocurrieron varias ideas nuevas que anoté religiosamente en mi archivo borrador con cincuenta y cuatro ideas literarias para novelas, ensayos o relatos.
diferentes a nosotros y que podemos perder el control e incluso nuestra propia libertad o identidad. Sin embargo, estos extraterrestres solo tienen una visión y experiencias diferentes del universo debido a su comunicación. Chiang habla de cómo el lenguaje verbal y escrito condiciona nuestra mente, y por lo tanto, nuestra percepción del mundo. Nuevamente: es la ficción la que influye en la realidad y deja ver que existen otras posibilidades y realidades. Un estudio descubrió que en los clásicos griegos, la Odisea y la Ilíada, los autores hablaban de cielos color cobre. ¿Por qué hablaban del cielo en tonos rojizos en lugar de azules? En ese tiempo, no existía un término para el azul en el idioma griego.
salvaría a él y a quienes hemos estado con él a través de su obra. Ahí, Sábato pudo terminar el manuscrito. Martín, el protagonista de Sobre héroes y tumbas, también decide huir de los fantasmas que acababan de nacer y recién habitan Buenos Aires; marcha también a la Patagonia en busca de la esperanza que se siente en las últimas páginas. Gracias a ese libro y gracias a muchos otros, tenemos la idea de que la huida es en realidad una marcha hacia un lugar donde uno se encuentra consigo con nosotros mismos. La literatura de ficción nos acompaña desde siempre, porque sin ella no hubiéramos llegado hasta aquí. Es la compañera
En solo tres días uno puede redefinir totalmente su concepto del mundo, de uno mismo, de los demás y de su relación con todo ello. La literatura de ficción es un portal abierto no solo a la imaginación, sino que expande la conciencia y la capacidad para comprender lo que ocurre, experimentar y existir. Los niños comienzan usando la imaginación, la fantasía y la ficción para comprender el mundo. Los ancianos que se recrean en el pasado y tratan de hacer llegar un mensaje que consideran vital no están haciendo más que un tipo de ficción memorística, un invento literario que reconstruye el pasado para poder encontrar el mensaje preciso. Sin embargo, no es lo que estuvo en sus vivencias sino el que en ese momento quieren ver. En esos tres días recordé mucho el cuento «Comprende» de Ted Chiang, que se puede encontrar en su libro de relatos La historia de tu vida, de donde procede el cuento del mismo nombre en el que se basa la reciente película La llegada. En «Comprende», Chiang explora uno de los temas que más fascinan al ser humano: la inteligencia y cómo podemos desarrollarla hasta límites inimaginables: un diseñador gráfico que ha sufrido un grave accidente y ha llegado a estar en coma, recibe un nuevo fármaco experimental que le hará recuperar funciones cognitivas. El fármaco, además, expande su inteligencia hasta límites que los científicos no pueden precisar. Chiang no solo fantasea con lo que puede hacer, sino que sumerge al lector en la mente trepidante del protagonista mediante una estructura narrativa rápida, que va de un pensamiento a otro en milésimas de segundo. La inteligencia desbordada se encuentra frente a otra persona de similares características, en una especie de combate intelectual con más emoción que las clásicas batallas de espadas de Dumas. Eso es lo que hace la literatura: no es imaginación, no es entretenimiento, no es mera ficción, sino es hacer ver que otra realidad es posible y que uno se puede sumergir en ella. Incluso crearla. La mera experiencia cambia la mente para siempre y la ayuda a construir una realidad donde precisamente la ficción es el germen de todo. Ese libro de relatos es la puerta de varios viajes, personas, emociones, ideas, sentimientos, angustias y posibles realidades. Cada relato lleva a un lugar diferente, como el que inspiró La llegada que no es una historia de extraterrestres aunque probablemente sea la mejor historia de extraterrestres que se haya podido leer y ver en las últimas décadas. En «La historia de tu vida», Ted Chiang utiliza a extraterrestres porque para nosotros significan lo desconocido, una alternativa a nosotros mismos. Eso es lo que nos asusta más: saber que pueden ser muy
Arrival está basada en el relato La historia de tu vida (Story of Your Life) de Ted Chiang.
Otro de los relatos que más me impactó estaba relacionado con las matemáticas. Una matemática descubre una paradoja que haría totalmente falsa a la aritmética y, por lo tanto, todas las matemáticas y toda nuestra concepción del mundo. Obviamente, se vuelve loca. Perdemos la cordura cuando el sentido del mundo se ve desafiado. Chiang explora y conduce a ello. Dice que se debe tener cuidado con cómo se interpreta la realidad, pues es solo una interpretación y puede dejar completamente solo y desamparado a quien tenga pensamientos demasiado rígidos e impermeables. No sé qué hace Chiang, un informático, para encontrar los momentos que le permitan profundizar tanto en la psique e idear una ficción que permite ampliar los límites de la realidad. Ahora sé que el mismo Sábato, que escribió toda su melancólica obra en el escritorio de su casa de Santos Lugares, en la provincia de Buenos Aires, no pudo concluir Sobre héroes y tumbas, aquejado de una de sus depresiones, sino hasta que decidió ir a descansar con su esposa Matilde (su editora sentimental, primera lectora y correctora) a una cabaña del lago Huechulafquen, muy cerca de la Patagonia. Sábato huyó de la trágica Buenos Aires, donde la novela sucede, y huyó en busca del entorno preciso que le hiciera vislumbrar de nuevo la ficción de una realidad que lo
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para ampliar nuestros límites, inspirar a la vida y crecer, primero dentro del libro, luego hacia afuera y finalmente hacia el mundo. También los que escribimos necesitamos hacerlo porque, aunque escribir en muchas ocasiones es doloroso y perturbador, el dolor y la perturbación son más satisfactorios que todo lo que sentimos cuando no estamos escribiendo. Porque sin escritura, no hay realidad que construir. Porque sin lectura, la realidad es única e inalterable y termina por resultar demasiado pequeña. Al menos, estas breves lecturas de tres días me permitieron escribir estas sesenta y seis palabras, que no hacen más que decirme de nuevo que no existe mayor ficción que la soledad. «Al principio estaba completamente solo en la habitación, sin puertas, ni ventanas ni espejos. Con el paso de las semanas comenzó a ver las primeras sombras, luego susurros y finalmente voces que comenzaron a protagonizar todos los minutos del día hasta terminar por absorberle y devorarlo. Cuando salió de la habitación era una persona totalmente diferente. Le dijo a todo el mundo que no estábamos solos.»
Geovanny Narváez
FESTIVAL DE CANNES 2017: FLORA Y FAUNA Para nosotros que sabemos que la religión necesita de estas pompas espectaculares, de esta liturgia dorada, sabemos también dónde está el verdadero Dios […] André Bazin, 1955
En mayo de este año se celebró la 70ª edición del Festival de Cannes. Con la acreditación de cinéfilo –estatus que se me asigna– ingresé a esta gran y compleja manifestación cinematográfica. El presente texto, en forma de reseña con licencias, se divide en cuatro partes, por lo tanto, puede leerse en cualquier orden: 1) observación general/fragmentaria, es imposible ver y estar en todas partes; 2) las distintas salas y unas cuantas proyecciones (muchas películas); 3) cine latinoamericano en Cannes, y 4) a propósito de la Palma de oro: The Square. 1. Observación general/fragmentaria
las filas. No hay que olvidarse de los acreditados del festival – responsables de salas de cine– y del Marché du film quienes van también a trabajar, arman y concluyen acuerdos y proyectos. La acreditación de cinéfilo es una especie rara: estudiante de cine o adherente a una sala. En esta flora y fauna, más allá del espectáculo y glamour, vi a ciertos acreditados esperar en la fila por más de dos horas para ver una película. Vi la cara de desilusión de unos cuantos periodistas, mercaderes y cinéfilos al no poder ingresar a ciertas proyecciones porque no había más lugar. Vi a chicas, a media tarde, con vestidos de gala y tacones en los bolsos, pedir invitaciones con carteles. Vi a familias postrarse en las cercas y trepar escaleras plegables para mirar a las stars pasar por la alfombra roja. Vi y escuché a un productor europeo, con tono paternal, explicar las reglas del juego a dos asiáticos. Vi eso y otras cosas… Luego arrojé mis lentes de seudo-etnógrafo al mar para refugiarme en las salas oscuras.
2. Las salas y unas cuantas proyecciones Las salas se ubican en distintos lugares de la ciudad balnearia; algunas a lo largo de la Croisette donde está el Palais, otros en los bajos de los hoteles, incluso en la playa. Imposible verlo todo. Además no hay lugar para todos. Un día me bastó para discernir el ritmo de las proyecciones, sobre todo para saber dónde puedo acceder sin tener que esperar horas para ingresar. Con esta lógica personal, partí del principio de 20 minutos de espera (me parece insólito tener que hacer fila más de una hora bajo un sol imponente para ver una película). Así, el día anterior seleccionaba las posibles funciones con planes A y B. La sala principal, el teatro Lumière destinado a la competición oficial y fuera de competición, funciona en general con invitaciones, pero en las funciones de la tarde y de la noche es posible ingresar por el last minute, a veces, sin tanta dificultad. En el teatro Debussy, exclusivo para Un Certain Regard, solía ser más apretada la cuestión, pero posible. El espacio Miramar donde se desarrolla la Semaine de la Critique me acogió por varias ocasiones, ídem en el teatro de la Croisette donde se proyecta la Quinzaine de réalisateurs. Dentro del Palais, enorme monstruo de cemento y vidrio, hay un sinnúmero de salas (Bazin, Buñuel, Soixantième), tanto para Cannes classic o sesiones especiales, así como las reservadas para el Marché du film. Es agradable pasearse por momentos en esa basílica consagrada al cine, a pesar de que emana un aire de hotel/centro comercial y feria de exposiciones. Las otras salas se ubican más hacia el centro de la ciudad, como Les Arcades o L’Olympia, destinadas, entre otras programaciones y acreditaciones, para el Acid o el Marché du film.
Existe en torno al Festival de Cannes una serie de cuestiones –positivas y negativas– que aparecen como fenómenos simbolizados y objetivados. Es el caso, por ejemplo, de la búsqueda de consagración cinematográfica a través de los premios, la mediatización y la imponente jerarquización (de participantes, secciones…). Es decir, los principios de diferenciación-distinción de objetos, entes y agentes que asisten al Festival, cada cual tras diversos intereses (artísticos, económicos). La relativa autonomía y las múltiples facetas de este evento cinematográfico que desde los inicios surge como manifestación estatal que vincula arte y comercio, emanan de todos lados. Respecto de lo anterior, me refiero a las entidades implicadas: administración pública y privada, empresarios y clientes. Recordemos que el Marché du film [Mercado del cine] se instala en el centro de esta manifestación. En otras palabras, Cannes es un festival destinado a los profesionales del cine: productoras, distribuidoras, directores, periodistas y críticos. Allí se pone en juego arte y comercio que afloran por todas partes en la ciudad balnearia, convertida en un enclave perfecto para el cine, el turismo y los negocios. En fin, no hay nada oculto bajo el sol y menos bajo el de Cannes De ese complejo microcosmos, me detendré brevemente en la jerarquización. Este asunto se materializa, por un lado, con las diferentes selecciones y secciones: competición oficial y Un Certain Regard, y secciones paralelas (Semaine de la critique, la Quinzaine des réalisateurs, Acid). Por otro, los invitados y acreditados. Si intentamos entender esta fauna, las acreditaciones sirven como primera seña. Primero están los invitados, reservado para «los profesionales de la profesión» –frase de Godard en mayo del 68–, quienes, aparte de hospedarse en lujosos hoteles, pueden acceder a cualquier evento, y son quienes antes de ingresar al teatro Lumière son bañados con flashes durante el «ritual» de la montée des marches. Luego, en esta escabrosa jerarquización, está la prensa que se bifurca mediante las acreditaciones –en varios colores– que, grosso modo, serían los grandes: la prensa y crítica reputada; a ellos le siguen los medianos y, por último, los pequeños. En todo caso, la prensa va a Cannes para trabajar; en efecto, deben escribir diariamente notas, reportes y reseñas para sus respectivos medios de comunicación. El ingreso a las salas y conferencias es, para ellos, progresiva. La prensa menor –de revistas y blogs– debe esperar un tiempo considerable en
en el que el cine constituía la unidad espiritual […]». Dicho esto, tomando distancia de todos estos acontecimientos mundanos y fetichistas que ha producido la industria, pero consciente de que el dinero y las pompas espectaculares intervienen –implícita y explícitamente– en los gustos y las corrientes del cine, planteo la reflexión entre apariencia y esencia.
Claudia Cardinale, fotografía original de la imagen: Festival de Cannes 2017
En esta jungla, ¿quiénes pertenecen a este hábitat? Quizás a todos aquellos que consagran su energía y tiempo para propiciar y buscar en las salas eso que se denomina experiencia estética. Bazin nos da una posible respuesta que data de hace más de sesenta años: «Cannes, aparece como la empresa mundana por excelencia. Pero para los festivaleros, si oso decir, profesionales, como son precisamente los críticos, nada en realidad es de lo más serio, pero menos “mundano”. […] Quince o dieciocho días de este régimen bastan, lo aseguro, para desorientar a un crítico […]. Cuando regresa a su hogar y retoma su trabajo habitual le parece, en verdad, volver de lejos y haber vivido mucho tiempo en universo de orden, de rigor y de obligación. La evocación más intensa es el recuerdo de un retiro a la vez brillante y laborioso
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Ahora bien, con un intento de objetivar la complejidad del cine, la pregunta clave sería ¿cómo y por qué llegaron a Cannes todas esas películas? Anotemos que la figura del film curator y los comités de selección están detrás de todo esto. Asimismo están las estrategias y negociaciones –estéticas, económicas– aplicadas generalmente en las coproducciones y que generan a veces destacables resultados. Esto se confirma en los créditos que revelan toda la maquinaria artística y financiera internacional que hacen posible ver tal o cual película (fondos, programas, talleres). Uno de los grandes detalles de Cannes, y de los festivales de categoría A, es que proyectan premieres mundiales. Otra reflexión: ¿quién crea al (cine de) autor? Por último, se debe considerar que las películas presentadas – excepto la selección oficial– o bien trascienden de las salas de Cannes hacia otros festivales, incluso pueden llegar a salas «independientes» del mundo; o bien caen en el olvido, esperando el redescubrimiento de una cinemateca, un museo o internet. A pesar de ello, cierta prensa –en general del país de origen de la película– se encarga de hablar un poco de ellas, luego vienen unos cuantos críticos y, en algunos meses o años después, unos cuantos académicos. Ellos se referirán a los largos y logrados planos secuencia que se funden con una destacada actuación en Aala Kaf Ifrit [Beauty and the dogs] de Kaouther Ben Hania, película
tunecina, coproducida con Francia, Suecia y otros, y presentada en Un Certain Regard. Y destacarán la aplicación del zoom en la película de estética minimalista en blanco y negro del coreano Hong Sang-soo, Geu-Hu [The day after], de la competición oficial. Tal vez, examinarán en el lado fantástico de I am not a Witch, –recurso que da mejores efectos y que contrasta con ciertos realismos y miserabilismos de un tipo de cine de festival– de Rungano Nyoni, proyectada en la Quinzaine, cuya producción es inglesa y francesa, pero fue rodada en Zambia. Esto –y otras cosas– es lo complejo de este evento cinematográfico. 3) Cine latinoamericano en Cannes Interprete esta película, pero hágalo maximizando la ambigüedad. David Bordwell, 1996 A la usanza de la prensa escrita, colocaré estrellitas para resumir al máximo mi opinión sobre algunas películas. Además me enfocaré en algunas películas latinoamericanas. Esta licencia se debe a razones de espacio y tiempo. Además, para salir de la encrucijada y como justificación, diré –citando a Bourdieu– que no tengo la intención de «sacrificar la contemplación de la obra con el discurso sobre la obra». Entonces, sería como sigue: una estrella (*bien), dos estrellas (**interesante), tres estrellas (***recomendada). La Cordillera [**] (Argentina) de Santiago Mitre, en Un Certain Regard. La Defensa del dragón [***] (Colombia) de Natalia Santa, en la Quinzaine des réalisateurs. Los Perros [**] (Chile) de Marcela Said, en la Semaine de la critique.
por Ruben Östlund, en coproducción con Alemania, Francia y Dinamarca. The Square alude a una instalación artística –un sitio donde, grosso modo, todos viven en paz– y es pretexto para subrayar la «estupidez, una estupidez que en realidad es universal», como señala la crónica del El País, de Gregorio Belinchón. The Square, una comedia-dramática, es una sátira que refleja, desde una visión occidental, el sentido de vivir en comunidad, el valor moral y el individualismo en un mundo incierto. El protagonista, Christian, director artístico de un museo de arte contemporáneo es una persona responsable y humanitaria. Días antes de la inauguración de la exposición de The Square, es asaltado. Este evento bascula su vida porque decide buscar a los ladrones lo que lo conduce a extrañas situaciones, como la de un niño que le persigue y recrimina por una injusta acusación. Asimismo, descuida la agencia de relaciones públicas que el museo contrata para realizar un video viral con el objetivo de comercializar la exposición: en ese video explota una niña dentro de la instalación en una plaza pública (the square). Retengamos dos escenas: la instalación de montículos de tierra y el performance. La primera, la distribución de montículos de escombros, que se dispone en una sala de museo para propiciar la «emoción estética» explaya una de las tendencias del arte contemporáneo. El problema acontece cuando una parte de esa «obra» se ha deshecho. ¿Qué hacer?, ¿reconstruirla?, ¿y el seguro?, ¿es posible intervenir en la «creación» del artista? Es evidente que esta descomposición refleja la banalidad, lo absurdo y el desbaratamiento del personaje que recubre una estupidez universal. La otra escena, sin duda central del filme, es la del performance. La película hasta aquí se desarrolla más como una comedia, pero este suceso la empuja a un paroxismo absurdo, hacia la
incomodidad. En escenas anteriores, dentro del museo, se ve un video-instalación en el que se proyecta a un tipo con cara de hombre-bestia. Este tipo, el performer, liberado de pantalla, aparece durante una suntuosa cena, donde concurren invitados de las esferas del poder político-cultural (suponemos, entre otros, patrocinadores, artistas oficiales y esnobs), es decir, aquella gente a quien le interesa figurar-negociar en el mundo del arte más que el arte como tal. Allí, tras un audio que da consignas a los asistentes, sucede el arte-acción: con gestos de gorila (clin d’oeil a King Kong) y con la ayuda de prótesis en sus brazos atemoriza a los presentes, efecto de incomodidad y perplejidad que se reproduce en los espectadores del teatro Lumière. Los límites de la comedia-dramática, del espectáculo, rebasan cuando agrede a una chica e intenta violarla. Los presentes intervienen para salvarla y le propinan golpes irascibles. Corte. La crítica periodística se divide. Unos la elogian y otros la repudian: muy larga, suma de sketches, etc. Los espectadores al final mascullan un veredicto: me gusta o no me gusta. Todos los «críticos» hablan y hablarán de esta Palma de oro. Desde nuestro punto de vista, esta película se abre, de alguna manera, a un público extenso a través de la comedia, la ironía y el galardón. Pero sucede que The Square se presenta como un objeto doble: una obra de arte contemporáneo dentro del mercado del arte. Dicho de otra manera, cine de arte en la industria de cine de festival cuyas estrategias de adaptación (técnica, estética) y de cuestionamiento (concepto) sobresalen. Mientras que una parte del público de Cannes con esmoquin y vestidos de gala (apariencia) va en busca de lo mundano –tal cual los invitados de ese performance–, otra va en busca de una reflexión a través del cine (esencia). Ese doblez de la película devela, en cierta forma, a Cannes: pompas espectaculares y celebración del cine. En esta flora y fauna, es posible, entonces, explorar apariencias y esencias.
Gabriel e a Montanha [**] (Brasil) de Fellipe Gamarano Barbosa, en la Semaine de la critique. La familia [*] (Venezuela) de Gustavo Rondón Córdova, en la Semaine de la critique. El nivel de profesionalismo, en lo que respecta a la técnica de estas películas, prima en todas, y las temáticas se apegan a estilos variados. En La Cordillera actúa el señor Ricardo Darín, y Santiago Mitre es un habitué de Cannes, por ende se multiplicarán críticas y copias en DVD. Superado esto, podemos destacar la participación de dos directoras, Natalia Santa (Colombia) y Marcela Said (Chile) quienes aportan nuevas miradas. La Defensa del Dragón pone en escena a tres sexagenarios con sus pequeños problemas domésticos y profesionales (una exgloria del ajedrez, un relojero y un médico) en una ciudad y sociedad que les empuja a buscar jugadas estratégicas tanto en el plano sentimental como laboral. Mientras que Marcela Said abre la oscura jauría de la dominación masculina que destapa un pasado y un presente de la sociedad chilena y latinoamericana. 4. A propósito de la Palma de oro: The Square Recaemos en la ambigua necesidad de escribir sobre cine. Esta película me apela por los temas principales: la crítica del mundo y la del arte actual. The Square es una película sueca, realizada
Imagen: Festival de Cannes 2017
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Rocío Pérez
Boris Banegas Abád
TIRANDO DEL HILO
GRACIAS POR LOS ADOQUINES
Dicen que tirando del hilo se deshace la madeja. Lionel es un niño de 10 años, huérfano que sobrevive trabajando en las minas de coltán de Nubaya, en la región norte de Kivu en la República Democrática del Congo. Llega a trabajar unas 24 horas bajo la superficie, en las minas, para su familia adoptiva, a quien entrega prácticamente todo el esfuerzo de su trabajo, quienes a su vez, pagan una buena parte al grupo armado que hace dos años se hizo con el control de la mina, que pasó de ser una mina «verde», controlada por el estado y supuestamente sin explotación de mujeres y niños, a ser una mina «roja», es decir, controlada por rebeldes, con personas trabajando en condición de explotación, incluyendo mujeres embarazadas, niños y niñas. Lionel come en la mina, duerme en la mina e incluso hace sus necesidades en la mina. La posesión más preciada de Lionel es su pala para excavar. Lionel empezó a trabajar aquí con 8 años. Lionel tuvo un accidente en la mina el año pasado, hubo un desprendimiento y su pierna quedó dañada. Lionel no camina bien. Lionel empieza a no respirar bien. Lionel no ve bien. Lionel trabaja bien. Lema es la hermana de Lionel. Ella prepara y lleva alimentos a su familia explotadora adoptiva al interior de la mina. Realiza otros trabajos considerados menores y obviamente, no remunerados como buscar agua, ser porteadora en la mina y cuidar a sus hermanos adoptivos. Tiene 12 años, ha sido violada 3 veces en el último año y está embarazada. Lema, a diferencia de Lionel no puede quedarse con nada de lo que produce su trabajo. Lema es repudiada por la comunidad desplazada en la que vive, por su familia adoptiva y por su hermano Lionel por haber sido violada y haber quedado embarazada. Lema es sometida a todo tipo de vejaciones y abusos para conseguir alimento para ella y su bebé. Lema pasa cada día de camino a la mina por delante de los hombres que han violado. Estos mismos hombres armados que aterrorizan la zona han violado ayer a tres niñas a las afueras del pueblo. Estas niñas, entre 8 y 11 años han necesitado cirugía por las fístulas recto-vaginales que les han provocado las agresiones. Marie, la más pequeña, con 8 años de edad, nunca podrá tener un hijo o una hija si no es por cesárea como consecuencia de la violencia de la violación y el desgarro producido en su vagina. Lema, cuando el bebé nazca va a mudarse a un campamento de mujeres repudiadas que fueron violadas y se quedaron embarazadas. En este campamento no hay nada para comer. Las mujeres son forzadas a la prostitución. Lema no quiere ser una prostituta para los hombres armados y los mineros. Lema no quiere que su hijo –porque Lema no quiere tener una hija en el lugar en el que vive– se muera de hambre. Lema y Lionel son parte de los numerosos niños y niñas que trabajan en estas minas rojas africanas de coltán y otros minerales para la fabricación de la tecnología que tanto nos apasiona y que tanto consumimos. Por desgracia, en las minas verdes la situación solo es un poco mejor, hay menos niños y niñas trabajando e incluso consiguen unos centavos por su trabajo explotador, unas condiciones y un salario que parece contar con el beneplácito de las grandes empresas de tecnología y el visto bueno y «verde» de entidades garantes de los Derechos Humanos como la Unión Europea, que sigue comprando. Lionel y Lema no han visto nunca un móvil, una tablet o una computadora de las que ayudan a fabricar. Lema y Lionel nunca han tenido una.
En unos días, el alcalde de la ciudad firmará un decreto de liberación de los espacios públicos para los artistas. Es una lucha que empezó en la Plazoleta del Centenario. Inicialmente fueron un grupo de trabajadores de las artes escénicas, pero poco a poco se sumaron hacedores de otras disciplinas. Las convocatorias se programaron para los jueves a media mañana, y sin importar la lluvia o el excesivo sol, las reuniones se volvieron infalibles y lograron convocar a funcionarios públicos de diferentes departamentos para que escuchen sus peticiones. Finalmente, concejales y directores departamentales entendieron esta dinámica de trabajo y liberaron los espacios públicos: dieron luz verde para que se pueda «pasar la gorra» después de cada función y aseguraron que ni guardias ciudadanos, ni mucho menos alguna empresa de seguridad privada, podrían impedir estas manifestaciones. ¿Es un logro? Sí, por supuesto que lo es, ahora la ciudad Patrimonio Cultural está presta y se presta a recibir en sus calles a decenas de artistas que, no hace mucho, fueron maltratados por la fuerza pública. Cuenca contará con un curioso y diverso público, que dejará de lado por unos minutos sus labores urgentes y disfrutará de estos juglares contemporáneos, de estos contadores de historias, a quienes por décadas se les ha negado el gris adoquín de las calles, la rojiza y resbalosa cerámica de las veredas. Digámoslo claramente, se les ha negado la libertad de ganarse el sustento diario, el derecho al trabajo digno. Queda demostrado una vez más que la unión y perseverancia son armas suficientes para lograr grandes cambios en una sociedad como la nuestra. Aquella manifestación pacífica y simbólica ha creado un dialogo horizontal con las autoridades, ha roto los protocolos absurdos y la larga burocracia de procesos y borradores que se llenaron de polvo en años anteriores. Es un precedente histórico, que si bien hay que celebrarlo no puede detenerse en este punto, el trabajo apenas inicia y es menester incluir a todos los funcionarios públicos dentro de esta causa; no para que se conviertan en represores o en quienes escojan a capricho los proyectos, sino para que salgan a las calles, para que vayan a los centros culturales independientes, a los conciertos de bandas locales, que dejen su puesto cómodo, le bajen el volumen al «hit del momento» y escuchen los clamores de una ciudad que pide a gritos que la cultura y el arte sean una prioridad. Gracias por los espacios públicos, sin embargo, estaríamos más agradecidos si el pensamiento y criterio de los funcionarios no fuese tan rectangular y duro como el adoquín que adorna las calles del Centro Histórico. Aunque siempre es injusto generalizar –existe gente muy valiosa en el municipio a quienes debemos aplaudir por su gestión–, creemos que es hora, tal como se liberaron los espacios para los artistas, de liberar de la inoperancia a los pasillos municipales. La lucha es de gestores, ciudadanos, artistas, funcionarios, medios de comunicación, estudiantes, empresarios, todos y todas somos responsables de proponer un cambio inmediato. Porque si no lo conseguimos, pasaran cien años más para que otro grupo de valientes artistas se vuelva a sentar en una plaza a pedir que liberen el adoquín para trabajar.
Lema y Lionel son nombres ficticios, sus historias de vida no, como tampoco lo son las historias de Marie y de las otras niñas, ni de otros muchos niños y niñas que comparten situaciones similares en las zonas mineras del este de La República Demoníaca del Congo. Cuando quieras cambiar cada año de móvil porque ha salido una versión que te permite descargar unas aplicaciones más cool, porque tiene un pequeño rayón en la pantalla o porque quieres mostrar la capacidad de tu poder adquisitivo y estatus, quizás deberías tirar un poco del hilo y pensar en cómo ese hilo te une a las condiciones de vida de Lionel, Lema y Marie, y después reflexionar, si quieres empezar a cambiar las cosas y actuar en consecuencia.
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Sebastián Zaldumbide
JULIO NO ESTÁ EN SPOTIFY
Esta sección comenzó como un espacio para recomendar discos que voy descubriendo a manera de nuevos lanzamientos cual si fuera pan caliente. Pero a medida que se fue desarrollando y gracias al «¡Oh! Gran Señor del Internet», he podido descubrir también cosas de décadas anteriores que pensé que nunca existieron. Y claro, pensábamos que de los 60s, por ejemplo, ya habíamos escuchado todo, pero no.
Este es un disco único, me encantaría tener en vinilo –ni siquiera sé si existe–. Se trata de una banda de corta duración formada por nada más y nada menos que uno de los mejores guitarristas de la historia: el señor Robert Fripp, junto a la que posteriormente sería su esposa, la cantante Toyah Wilcox. Echen una pasada. Si no lo encuentran me lo piden y lo escuchamos juntos.
Ya había hecho la grosera y atrevida analogía de que en estos tiempos «…la internet es a dios lo que la biblia es a Google».
Jim O’Rourke - Eureka
Los hábitos de consumo de música han cambiado durante generaciones y precisamente mi generación ha sido testigo del pasar de varios formatos de audio y video en no más de 30 años. Veamos. Cuando era niño la música se consumía en cassette y vinilo, luego llegó el CD con algunos formatos de transición previos como el minidisc y el DAT (que se usó más profesionalmente en estudios de grabación) y así, hasta llegar al pleno formato digital del WAV primero y el MP3 después. Vi cómo en largas sesiones nocturnas de grabación se armó una de las colecciones en cassette más grandes de música de la ciudad: la de mi viejo. Ahí estuve yo, pasando noches, viendo cómo mágicamente lo que estaba en un disco de vinilo se pasaba a un cassette de cinta. Esa es mi generación. Hoy ya nada de esto existe, pasamos de reproducir y escuchar música a procesar ceros y unos. De ahí que prefiero escuchar la música desde el inmortal vinilo; solo entonces se revela la gran diferencia entre escuchar música, escuchar ceros y unos. El cerebro está mutando y no para bien. Quizá cuando queramos volver al orgánico sea demasiado tarde para mí. ¿Y qué hay de las nuevas generaciones? ¿Cómo es que cambia el hábito de consumo, el sentido de hacerlo? Y es que eso de tener acceso cuando se quiere y donde se quiere es completamente aterrador.
Eureka es uno de los mejores discos de O’ Rourke en su faceta de cantautor más que en la de los experimentos sin sentido –que también los tiene–. Y como me vienen de vez en cuando obsesiones pasajeras con algún artista, lo busqué en Spotify y por lo menos este disco, no hay. Es uno de mis preferidos.
¡Oh, gran demonio Spotify!
Karate – Some Boots
Me fascina la idea de no encontrar todavía todo en esta plataforma; aún hay cosas que no están cuando busco por ahí. Y se siente, en estos tiempos, maravilloso. Volvamos unas líneas atrás. Cuando tengo el disco en mis manos, aparece ese sentido de pertenencia sólido, concreto, real. Los sentidos están a mil: el tacto, el olfato, la vista, el oído y en algunos casos hasta el gusto se manifiesta. Lo que no pasa cuando vamos al Spotify. Por lo que vamos, poco a poco, convirtiéndonos en piedras, enfriándonos, atrofiando nuestros sentidos… Entre toda esta búsqueda de cosas que me perdí y que no están en Spotify (hagan la prueba si quieren), en esta ocasión les recomiendo que escuchen esto: Sunday All Over the World – Kneeling at the Shrine
Karate es para mí, una de esas bandas que llevaré por siempre. Y a pesar de que nadie, en serio nadie, tuvo idea de su fugaz existencia, es una de las mejores cosas que he escuchado en toda mi vida. Ando en busca de este disco en vinil; encontré uno en Ebay por más de 400 dólares. Algún día será. Esto por ahora. Les invito a escuchar música en lugar de ceros y unos. Menos Spotify, más cassettes, vinilos y, aún más, conciertos y festivales. Eso tiene más sentido y es más real. Lo digital… comienza a ser la pérdida de uno mismo.
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Issa Aguilar Jara
BUSCANDO A FITO PÁEZ EN ROSARIO Estoy convencida de que a las exparejas se las debe recordar con gratitud; no por el amor ni el desamor sino por el aprendizaje. Uno de mis ex novios no logró que lo ame eternamente, pero me enseñó a amar a Fito Páez de manera irreversible. Un encuentro de salud fue organizado en días anteriores por la Red en la que trabajo. Por esos hechos oportunos y bellos de la vida, se desarrolló en Rosario, Argentina, y yo, haciendo honor a mi doloroso adjetivo de «grupi» –como muchos me han llamado–, decidí visitar la casa natal del buen Rodolfo en Rosario, sin saber que el intento acabaría en causalidades inesperadas. Era sábado y el único chance de conocer un poco la ciudad antes de mi regreso a Ecuador. Amigos y compañeros de viaje me secundaron para recorrer la larga calle Balcarce, en la búsqueda de la casa o el lugar donde habría sido el hogar del músico. Pero todo se volvió vano cuando notamos que a falta de un número preciso y de información fidedigna, esto sería difícil. Obligué a mis acompañantes a «abortar la misión» al ver sus caras de odio cuando anuncié que seguiría buscando. Me quedé sola, pero acompañada de una curiosidad sin sentido que me hacía sentir entre contenta y pendeja. Mientras subía y bajaba Balcarce, me asomé a una ventana en la que tres locutores radiales estaban al aire y ante la negativa de la guardia para poder ingresar a la cabina, les escribí en un papel: «¿Conocen la casa natal de Fito Páez?», a lo que me respondieron en otro papel: «¡Balcarce al 500!». Aquello me sonó al nombre de la calle y a un tipo de porcentaje, y no entendí nada. La locutora, con señas me indicó que la esperara unos minutos. Salió y me explicó con poca seguridad que la casa podría estar en «la cuadra de los números 500», unas tres cuadras más abajo de donde nos encontrábamos. Caminando las tres cuadras, llena de adrenalina, empecé a preguntar a cada pobre ser humano que se me atravesaba. Unos con risas, otros con sorpresa y amabilidad, me respondieron. Lo triste fue que muchos mostraron duda en su punto de referencia y me tuvieron con los pies hartos en medio de un ir y venir que de a poco, me animaba a regresar al hotel a preparar el equipaje. Pero la antepenúltima víctima, un frutero de unos 60 y pico de años, me dio la referencia más exacta y sobre todo, espontánea. Allí estaba, en «Balcarce al 600», parada frente a dos posibilidades. Una señora con cigarrillo en mano me preguntó si buscaba alguna dirección. Le respondí casi agotando el último esfuerzo. «Y sí, es una de estas dos, pero la casa en realidad, hasta donde tengo entendido, fue demolida porque ya estaba muy vieja. Acá vivía él con sus tías, de eso estoy segura», contestó. Me temía tanto aquello de la demolición que me quedé contemplando el ahora edificio de Balcarce 681, donde al parecer, funciona algún tipo de organización o negocio que en ese momento no prestaba atención al público. Crucé la calle y miré con nostalgia el lugar donde mi querido Fito se había criado, la casa demolida «del chico que jugaba a la pelota, del 49585», imaginando la Gibson Les Paul pegada en una de las paredes. Me quedé mirando y creyendo en las veces que él habría hecho lo mismo: contemplar su casa,
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para entender el porqué escribió visceralmente «Ciudad de Pobres Corazones» reviviendo los recuerdos de su abuela, su tía abuela y Fermina, asesinadas nefastamente en los 80s, en ese mismo espacio.
Luego de una linda y prolongada charla, muy amablemente, Silvia me acompañó hasta el lobby del hotel en el que me hospedaba. Anotó su número de teléfono en un pequeño trozo de papel, nos abrazamos y se fue.
Una mujer se acercaba desde la esquina y yo, jugando a la periodista, decidí verificar por última vez la información:
Descansé por varios minutos en uno de los sofás, mientras muchas canciones del rosarino se me venían a la cabeza. Pensé en que nunca había comprendido tanto sus temas, luego de conocer su ciudad natal. Por ejemplo, en mis siete días de estadía caminé por la calle Corrientes, mencionada en «11 y 6» con un contexto urbano casi perfecto, descrito más allá del romance carnal. «Al lado del camino» jamás tuvo tanto sentido después de la charla con la tía de Gastón: «Los odios, el amor, los escenarios, el hambre, el frío, el crimen, el dinero y mis diez tías, me hicieron este hombre enreverado».
–Hola, disculpa, ¿sabes si esta es la casa natal de Fito Páez? –Hola, no sabría decirte, cariño. Pero estás en la calle correcta porque acá nació y creció. ¿Te gusta mucho Fito? –Sí, lo adoro. –Ah bueno, no es algo que uno va presumiendo por todas partes, porque no hay la necesidad, pero yo soy la tía de Gastón Baremberg, su baterista.
Mi risa nerviosa fue instantánea y Silvia Baremberg se conmovió, no sé si con mi emoción o con mi recorrido de hora y media. Me invitó a caminar y conocer un poco más de Rosario. Acepté antes de que terminara la frase. La ciudad dejó de sentirse fría con la calidez de Silvia. Como infidencia, contó que alguna vez, Fito botó a Gastón de la banda y tiempo después lo llamó, se disculpó y le pidió que vuelva. «Gastón cuenta que es muy malhumorado y exigente con sus músicos. Acá Fito no es tan importante. Sabés, deberías visitar la casa del Che, más bien», me dijo entre risas. «Pero Fito la pasó mal. Vos sabés, con una tragedia de ese tamaño, cualquiera. Quizá esa es la razón de su temperamento y esa personalidad arrolladora de la que todos hablan», aseguró esta vez con mucha seriedad.
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El divo del rock argentino, un rebelde con causa, tan lejano de Charly García y tan cercano al mismo tiempo. El chico miope de rulitos, criado rodeado de mujeres, de música clásica, de la exquisitez del cine, del lenguaje en formato difícil-culto-elegante, de romances intensos con tantas ellas y con su piano. Porque es sano para el fan, entender la vida del músico y creerlo un transgresor a través del arte, sin dejar de visualizarlo como ser humano a la final y no como superhéroe o cualquier tipo de dios. El regreso de Rosario a Buenos Aires fue intenso porque creé un escenario necesario para que así fuera. Escogí la ventana del transfer desde donde el cielo no dejaba de brillar, repleto de estrellas. Ordené a los audífonos que me regalen «Brillante sobre el mic» y volví a creer en los espacios correctos, en las personas imperfectas, en que una vez más, la música me estaba salvando la vida.
/ Dir.: Presidente Córdova 5-55 y Hno. Miguel / Télf.: 0987706450 - 2844634 / Email: republicasur2013@gmail.com /
República Sur
Francisco Álvarez Ríos
ENCUENTROS CINEMATOGRÁFICOS CÁMARA LÚCIDA II
Fotograma de la obra I want to be selfish again de Myrte Van der Molen - Alejandra Bueno.
En su libro Poéticas del Cine, el mítico cineasta chileno Raúl Ruiz cita las palabras del realizador francés Serge Daney cuando se refiere a dos tipos de cine que están en debate constantemente. Daney los denomina «cine artesanía» y «cine industria». El primero, realizado como una confección casera donde el tiempo está vivo y al que le concierne la deontología política y artística. El segundo es creado desde una producción en serie regida por una organización rígida con objetivos financieros y expansivos. A partir de esta distinción, Daney continúa invocando las diferencias de la experiencia cinematográfica entre estos dos cines. Define al cine artesanal como un verdadero viaje y al cine de industria como una estadía organizada. Sobre esto, Ruiz comenta: «Lo que vuelve único el auténtico viaje son los accidentes mágicos, los cambios de opinión, los descubrimientos, los hallazgos inexplicables, además de las pérdidas de tiempo, tiempo perdido y recuperado al término del film. Mientras que en el caso del viaje organizado, el placer equivale al respeto sádico del programa». 1 En la experiencia del llamado cine de viaje podemos percibir la existencia de un ser humano tras la cámara que está siendo atravesado por la realidad, sus cuestionamientos o un imaginario desarrollado desde su percepción de la objetivable realidad. Esto es producto de la realización cinematográfica desde la experiencia viva; es el cine del encuentro, donde el cineasta extiende su discurso sobre
el paisaje o circunstancia que filma y provoca un ejercicio sensorial e intelectual que propone la oportunidad de compartir su forma de debatir con el mundo. El cine de viaje ha resultado ser una motivación para el colectivo fílmico G/A que por segundo año consecutivo propone el Encuentro cinematográfico Cámara Lúcida. Se trata de una plataforma de exhibición de cine de autor como una oportunidad para reflexionar sobre las diversas maneras en las que los realizadores actuales se enfrentan a la exploración de la imagen/movimiento/tiempo. Se pretende difundir un cine inquietante que desdibuja los márgenes impuestos por las cinematografías globalizadas. En medio de una sobreindustrialización del cine en un mundo hipercomunicado, el Encuentro busca crear espacios de empatía donde el público y los autores puedan comunicarse y saber del otro, de sus investigaciones y preocupaciones a través de filmes que plasman la realidad, la confrontan y la ayudan a transformarse. Los autores de este cine son capaces de traspasarlo en medio de su mutación constante e irrefrenable con plena conciencia de que ya no solo representa la realidad, sino la habita. Nos gusta decir también que pese a la falta de compromiso de las diversas instituciones encargadas de desarrollar y organizar la creación y distribución de cultura en la localidad, el Encuentro Cámara Lúcida logra realizarse gracias a la autogestión de un colectivo autónomo. El equipo de G/A ha sentido la necesidad de organizar este
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Encuentro proponiendo implícitamente la marcha de nuevas manifestaciones, preocupaciones e investigaciones de un sector fílmico que hoy dialoga con la diversidad de cinematografías existentes en el Ecuador. En el segundo Encuentro Cámara Lúcida –del 15 al 21 de julio de 2017– se realizarán 20 proyecciones de 19 realizadores de 10 países. Una diversidad de historias y contenidos que transitan entre el documental, la no-ficción, el cine experimental, la fantasía y la ficción componen esta muestra diversa que supera las censuras y el miedo a las propuestas políticas. Entre lo más destacado del Encuentro, se proyectará un doble estreno de metrajes del cineasta guayaquileño Mario Rodríguez Dávila que en su obra aborda al Río Guayas. Los ecuatorianos Sandino Burbano director de Quijotes Negros y Alexandra Cuesta, realizadora de Territorio, también proyectarán sus largometrajes; junto a ellos estará una gran programación internacional en la que directores contemporáneos y consagrados, participarán con películas laureadas, en los festivales BAFICI, Locarno, Rotterdam, Transcinema, Márgenes y otros. Entrada libre, mirada libre. Encuentra la programación en: www.godart.club
ENTREVISTA MARWAN Marwan arwan Abu-Tahoun Recio, conocido como Marwan, es un cantautor y poeta español, nombrado «Músico por la paz» por Federico Mayor Zaragoza en el Parlamento Europeo por sus múltiples participaciones en conciertos solidarios. Nació en Madrid en 1979. Hijo de padre palestino y madre española, ha conseguido convertirse en uno de los cantautores independientes más respetados de España, ha pasado por todas las salas del país y diferentes giras internacionales. Cuenta con cuatro discos a su haber y lleva publicados tres libros, algunos de ellos ya traducidos a diferentes idiomas. Además de todo esto, es cooperante en diversas organizaciones no gubernamentales. Para hablar de todo esto y de su futura visita a Ecuador nos reunimos con él vía Skype. Cuéntanos un poquito de tu infancia, la familia, los estudios, etc... ¿Cuán difícil había sido tu juventud? y ¿cuáles son tus influencias? Soy de Madrid, de una familia de padre palestino y madre soriana, por eso me llamo Marwan, la gente piensa que es un nombre artístico pero es mi nombre de pila, mi nombre árabe. Pasé una infancia normal en un barrio obrero típico: Saluche, y la verdad que fue una infancia muy bonita. Yo era un niño muy sensible, disfruté mucho con mi hermano haciendo el gamberro, el travieso y siempre fui deportista, por eso me licencié en Educación Física. A los 15 años, en vez de comprarme una bicicleta –que ya tenía la de mi hermano–, mis padres me compraron una guitarra y ahí empieza todo. Tocaba heavy con mis amigos, pero a los 16 años empezó a gustarme Silvio Rodríguez y Serrat. A los 18 comencé a escuchar a otros cantautores, Ismael Serrano y a la gente de la generación anterior a la mía. Dejé el heavy y me dediqué únicamente a la canción de autor, y así hasta ahora. Poco a poco hice canciones, para luego tocar en directo, fui grabando discos y de ahí, a tocar en salas cada vez más grandes. En cuanto a mis influencias, nacen de los cantautores que salieron en los 90s. Yo toqué en muchos bares por primera vez gracias a Chaouen, que me invitaba a tocar en sus conciertos. Me han influenciado mucho: Ismael Serrano, Javier Álvarez, Pedro Guerra, Carlos Chaouen, Tontxu que tenían un talento bestial. ¿Qué tan difícil ha sido el recorrido de Marwan hasta el presente? Ha sido trabajoso la verdad. Ahora voy a sacar un disco con Sony. Ya hemos firmado, grabado y sale el 1 de septiembre. Sin contar con el libro con Planeta, es el primer trabajo que hago con una multinacional. Lo de cantautor (esta es mi verdadera carrera) me lo he tenido que trabajar mucho, porque lo cierto es que no he tenido más armas que el boca a boca, mi bolsillo, trabajo constante, redes sociales y mi talento. No he tenido nunca campañas de marketing, nunca he tenido medios de comunicación quitando en los dos o tres últimos años que durante un mes contratamos a una persona para que la comunicación del disco. Lo cierto es que ha sido todo muy trabajoso. Ha habido épocas en las que no tenía ni mánager, estaba componiendo mis canciones, costeándome los discos, hablando con el productor, hablando con el que me hacia el video clip, yendo a la imprenta… No ha sido difícil porque siempre ha sido ir paso a paso, descubriendo cositas; pero fue mucho, mucho trabajo, mucha responsabilidad también. Dicho
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esto, he tenido mucho éxito, no soy un músico de masas pero en Madrid toco en salas de 3000 personas, lo que es un éxito brutal para mí. Poder ir a Latinoamérica y que en cualquier ciudad hayan 200 personas o en México por ejemplo donde hubo 500 personas, es muchísimo éxito para haberlo hecho todo solo. Vamos a hablar un poco de tu faceta de escritor. Tú eres una persona independiente, te has autoproducido los cuatro primeros discos Sí, son cinco en total con este. Aunque dos no son de calidad profesional, los tres últimos sí lo son, con video clips y todo. Todo esto financiado por mí. Has firmado con una multinacional europea: Planeta. Seguías independiente de la música pero en la literatura habías dado el salto a una multinacional, pero ahora das el salto a Sony. No era una cuestión tanto ideológica sino que no habías tenido apoyo. En realidad mi primer libro lo saqué yo solo. Era un poco celoso con respecto a mi trabajo, veía que mis amigos firmaban contratos discográficos y luego llegaba muy poco apoyo. Se gastaban mucho dinero en grabar el disco pero, luego no sonaban en la radio, no los promocionaban y algunos discos se quedaban prácticamente en el cajón del olvido. Había muchas promesas incumplidas. Sentía que ciertos contratos vulneraban mis derechos como trabajador, los de ahora no son como los de antes. Agradezco mucho el esfuerzo que Planeta y Sony han hecho al hacerme esos contratos, pero sentí que eran contratos muy leoninos y que tampoco garantizaban mucho. Estaban todos los deberes del artista, pero no estaban tan bien reflejados los deberes de la discográfica. Tuve un par de ofertas pero nunca les di mucha importancia. Hubo un momento que
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los libros se me fueron de las manos porque me hice mi propia editorial. Alcancé unas cifras muy altas en ventas, unos 30.000 libros, y los distribuía por mi cuenta. Entonces vino Planeta para pedirme una novela; en principio, dejé la novela en stand by, pues tenía un libro a punto de publicar y decidí que era el momento de perder gran parte de mis ingresos como escritor a favor de llevar mi libro mucho más lejos. Entonces firmé un contrato que garantizaba que iba a estar en unos cuantos países y lo han cumplido a rajatabla. Por eso di el salto, porque me fie de estas personas que trabajaron muy bien la verdad. ¿Cuándo diste el salto a la literatura? ¿Cómo pasas del lenguaje de la música al de la poesía? La música y la literatura van de la mano, pues soy cantautor y siempre he tenido muchas inquietudes poéticas. Lo cierto es que escribir poesía es diferente a escribir canciones: tanto desde la extensión a la rima que utilizo en las canciones y no en los poemas, como en las cosas que no cuento en las canciones pero creo que en los poemas puedo contarlas. También hay determinados temas que no se pueden tratar en las canciones. Es verdad que es un salto hacia algo diferente. Yo empecé a escribir poemas y canciones a la vez, a los 18 años; entonces, encontré un sitio en los poemas para contar las cosas que me sucedían por dentro y las cosas que me inquietaban. Fui tomando la música muy en serio desde principio y alcancé cierto nivel compositivo decente. Pero mis poemas del principio eran una basura increíble, eran muy pretenciosos, pretendía hacer poemas buenos. Con el tiempo, seguí leyendo mucha poesía y aún sigo formándome: leo mucho para escribir mejor mis canciones. En 2007 empecé a publicar poemas en mi blog y vi que a la gente le gustaba. En 2009 comencé a escribir en el diario de Almería y en 2010 me pedían que publicara esto y aquello, todo lo que tenía en el blog. Agarré unos cuantos
textos poéticos y poemas, y saqué un libro. Pero me di cuenta me gustaban solo diez textos, fue entonces cuando decidí escribir un libro. El hecho de tener un objetivo en la cabeza hizo que exploten en mi cabeza unas capacidades que no sabía que tenía. En ese momento noté que hacía dos carreras y dos cosas que creo que hago bien. En 2011 lo publiqué y coincidió con que de repente apareció una ola de poetas en España por las redes, por YouTube, por Twitter y me subí a ella. Y así estoy ahora, vendiendo muchos libros. La tristeza es punto clave y un hilo conductor en tus canciones y en tus libros ¿cómo lo gestionas en tu vida? Soy una persona muy feliz, pero es cierto que de joven, no lo era. Era feliz y no a la vez. Siempre he tenido una maraña de emociones internas, cierta sensibilidad, cierto tormento, una falta de autoestima y unas inseguridades que me hacían estar bastante triste de pequeño. Ya no están, pero sigo hablando mucho de la tristeza porque hay momentos tristes y para mí la poesía y la música son un refugio. Porque uno se dedica a vivir la felicidad y a escribir los momentos de tristeza. Mis letras tienen mucho de autobiográficas, excepto en el último disco, en el que he empezado a escribir alguna cosa que no es autobiográfica o por lo menos no es actual. Tal vez es algo que me ha pasado hace mucho tiempo y estoy mirándolo desde la distancia, ¡pero vamos! Todas las canciones tienen un toque de autobiográfico. Cuéntanos a tus fans y a los lectores de la Gaceta algo sobre el nuevo disco. ¿En qué punto estás de la historia del disco? ¿Ya estas grabándolo, maquetándolo, produciéndolo? El disco está terminado, en esta misma semana tendremos la mezcla definitiva. El 1 de julio estará en manos de Sony para fabricarlo y el 1 de septiembre estará ya en la calle. También estamos haciendo el diseño: será un disco-libro. El anterior fue Apuntes de mi paso por el invierno, en el que hago 14 canciones y un solo poema de 80 páginas que es muy introspectivo, pero no hablo directamente de las canciones, sino que hago alguna pincelada.
territorio que era palestino de repente se dividió entre Israel y Palestina. Desde entonces fue mal la cosa. Luego, a partir de 1948, se desatan choques entre unos y otros y empieza la ocupación del territorio palestino. Si se ve los mapas desde 1900 hasta la actualidad, se ha reducido aproximadamente en un 70 por ciento. Además Israel está anexando más territorios a pesar de que aquello está absolutamente prohibido por la ONU, pero por los vetos de Estados Unidos, no son sancionados. Y no es solo eso, sino que todos los territorios palestinos tienen control israelí. Entonces surgen movimientos de resistencia en palestina, algunos son pacíficos y otros violentos. El conflicto en las noticias queda resumido a que en Palestina hay terroristas contra el gobierno; yo no estoy de acuerdo con esto. Creo que existe una situación de abandono al pueblo palestino por parte del resto del mundo. Se han quedado con sus tierras, han ido matando a sus familiares, tienen un control fronterizo, de la electricidad, del suministro de productos básicos, se controla todo… Por la falta de reconocimiento internacional, Palestina no es un país como tal, es una autoridad nacional. Como consecuencia de la agresión y la presión a la que son sometidos constantemente, se levantan y se levantan en armas porque no queda otra solución. Me entristece que la solución sea la violencia, pero realmente o hay negociaciones o solo queda la violencia, y estas negociaciones nadie las facilita. La gente suele hablar del conflicto palestino-israelí y esto es una cosa que a los que tenemos ascendencia palestina nos molesta mucho, porque no es un conflicto, es una ocupación. ¿Qué tal tus vacaciones por el África subsahariana? Muy bien, era la primer vez que iba y disfrute de los paisajes y de un mundo de naturaleza que nos lo estamos cargando. Me entristece mucho que el ser humano se haya vuelto tan bárbaro y que esté sucediendo lo que está sucediendo con el cambio climático, con los bosques, digamos con la industrialización del mundo y la voracidad del sistema capitalista que arrasa con todo, con la naturaleza que necesitamos para mantener el equilibrio, para la subsistencia de este planeta. El hecho de ir África y ver lugares naturales que no están sometidos a la explotación
es un respiro de aire fresco. Aparte de la belleza y el disfrute de los animales, esto ha sido muy bonito porque en África tienen un respeto brutal por los animales, cosa que no pasa ni en Europa ni en Occidente. Vienes recientemente de Chile, has estado ya en Ecuador, ¿qué tal han sido las experiencias en Latinoamérica y qué tal el recibimiento del público? Pues muy bien. Lo cierto es que en Latinoamérica uno siente una cosa diferente de España. En España me siento muy querido, y me tratan muy bien pero hay algo en Latinoamérica que no sé qué es; es una cierta bondad hacia los artistas y sobre todo la valoración que recibimos es superior. Porque en cierto modo en España la música se ha vuelto demasiado ocio, en cambio, cuando uno va a Latinoamérica ves gente con sueldos más bajos, e incluso así la gente se gasta una gran parte de su sueldo en cultura, y sienten en esta inversión ya sea en un libro o en una entrada, que están recibiendo un bien grande, que están recibiendo cultura, educación y esto es algo que en España no sucede. Entonces cuando voy a Latinoamérica y me siento tan valorado y querido es muy bonito. Esto no significa que en España no te sientas querido. La primera vez que tuve una pancarta en un concierto fue en Quito. Latinoamérica tiene ese realismo mágico del que hablaba García Márquez. Hay cierta inocencia, no de ser un ingenuo, sino una inocencia de bondad y próxima a la raíz la vida. ¿Qué puede esperar el público del concierto del 29 de julio aquí en República Sur? Creo que voy a dividir el concierto en tres trocitos, que van a responder a mis tres últimos discos. Un tercio de canciones de Trapecistas, otro tercio de canciones de Las cosas que no pudo responder y un tercio de canciones de Apuntes de mi paso por el invierno. Como nunca he estado ahí, no me apetece cantar todo lo del final sino hacer un recorrido de mi trayectoria. Va a ser un concierto de mis buques insignia prácticamente y con mi forma hacer los conciertos. Yo soy bastante risas en directo, me gusta compaginar un poco las historias tristes de la canciones con cosas de humor y crear un ambiente cálido bonito e íntimo.
En este disco he ido un poco más allá y directamente he hecho poemas sobre las canciones. Todos los poemas están escritos para el disco, los he escrito en las últimas semanas. Me gusta esa unión, porque siempre hemos separado la música y la poesía, pero ahora sí que están unidas. Quiero hablar de otra de tus facetas. Eres muy comprometido con la sociedad, sabemos que trabajas con ACNUR y otras organizaciones. Nos gustaría que explicaras un poco acerca del conflicto palestino para este otro lado del mundo, desde tu visión cercana por parte de tu padre. La idea básica es que se crea en 1948 el estado de Israel en un territorio que es palestino. Palestina era una colonia inglesa y empezó a ver un retorno de judíos a partir de los 1900. Fueron bastante bien acogidos, pero esta migración aumentó con las urgencias históricas de la Segunda Guerra Mundial. A Israel le propusieron crear un estado en la Patagonia argentina y ellos dijeron que no, que su tierra es tierra santa. En consecuencia un Imagen: http://escribientes.com/literatura/marwan
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Juan Antonio Almagro
CON DOS AZUCARILLOS
Por su ventana penetraba una brisa añil. Parecía como si el perfume de los almendros en flor se hubiese fusionado con el color de aquel cielo y, entre ambos, lograsen que en aquella habitación se respirase la esencia primaveral de la que sólo es dueño el mes de abril. La luz invadía violentamente la estancia, como si pretendiese colonizar su cuerpo, todavía tendido sobre las sábanas color cereza. El calor, que ya empezaba a notarse durante aquellos días en los que las horas de luz solar se prolongaban con vehemencia,había permanecido en el cuarto durante la noche, lo que provocó que ella retirase su edredón estampado, dejando al descubierto parte de su cuerpo. Entre aquel caos, sólo uno de sus pies asomaba entre la ropa de cama. Tenía las uñas perfectamente decoradas en un tono rubí; otro signo evidente de la celeridad con la que se acercaba la época estival. Su pelo alborotado, en sintonía con el resto de su cuerpo, desprendía la misma sensación de libertad que el añil del cielo y el perfume de almendras entrando por los recovecos dela ventana. Todo era armonía entre aquel caos. Se levantó más temprano de lo habitual aquel día, a pesar de no tener nada previsto. O quizá sí. Quién sabe. Se alborozó los rizos al mismo tiempo que tarareaba un tema de JimiHendrix.No solía tomar nada en ayunas, salvo una humeante taza de café que acompañaba con uno o doscigarrillos. Después se metía en la ducha; el momento en el que volvía a conectar con la guitarra deJimi y, en más de una ocasión, con las excentricidades de Bowie. Solía vestir de una manera especial, casi única. Las imperfecciones eran su punto fuerte. No necesitaba maquillaje para mostrar su mejor sonrisa; no obstante, si quería que sus ojos resultasen más intimidantes, alguna vez que otra «se pintaba la raya». Aquella mañana lo hizo, y su mirada era el GirlsJustWanttoHaveFun, de CyndiLauper. Luego regresó a su cuarto y sacó del armario su maleta. Le pareció vacía, sin embargo, nunca había estado tan repleta de sueños. Cubrió el hueco material con cuatro prendas y algunos objetos personales más. Y salió de allí. Su vuelo hacia ninguna parte concreta estaba preparado desde hacía días. Semanas, quizá. En realidad, era capaz de volar a cada instante sin salir de su zona de confort. Pero hoy iba a ser diferente. Durante el trayecto hacia el aeropuerto, su mente comenzó a funcionar de una manera inusual. Los recuerdos eran un pastel con sabor a melancolía al que era difícil resistirse. Pero ella, a pesar de no haber desayunado, no quería ni probar un pedazo de aquello con lo que tantas veces se había saciado. Cerró los ojos y aspiró ese olor que sólo se encuentra en los vagones de Renfe. Cuando volvió a abrirlos, miró por la ventanilla
y allí, en la línea que delimitaba el horizonte,el recuerdo se hacía latente. Lo veía lejano, siguiendo el trayecto del tren, regateando entre la escasa arboleda. Tenía un color ocre y, aunque desde su posición era imposible de oler, aquella imagen era el vivo ejemplo del olor que desprenden las almendras amargas. Así fue como el verde del paisaje acabó por desaparecer y, en su lugar, la incivilizada civilización se abría camino al mismo tiempo que la «musiquilla»de la megafonía anunciaba la llegada a la ciudad del olvido y las oportunidades. Bajó del vagón yse atusó el pelo. Cuando salió de la estación, una súbita sensación de calor recorrió su cuerpo. El sol permanecía en aquel cielo, ahora plomizo. Se sentó en una de las terrazas que hay alrededor de Atocha. El trasiego con el que las personas se movían de un lado para otro contrastaba con la tranquilidad con la que ella encendió el primer cigarrillo. Pidió una tostada con mantequilla y mermelada de fresa. De beber, café, con dos azucarillos. Observó a las personas que pasaban junto a ella. Parecían demasiado preocupadas en solucionar problemas tan urgentes que eran incapaces de detenerse a reflexionar un instante acerca de aquello que tanto les atormentaba. Fumó uno o dos cigarrillos más y se dispuso a tomar un taxi con destino al aeropuerto. Podía cruzar la calle y avanzar de nuevo hacia la estación para cogerlo allí, sin embargo, decidió caminar en dirección al centro de la ciudad y parar a uno de los muchos taxis que bullen en Madrid. Casualidad o no, al tomar la calle Atocha, su maleta se estropeó. El soporte del que tiraba para que rodase, acabó partiéndose. Una chica que caminaba cerca de ella, y que al parecer no iba ensimismada en solucionar los problemas de su caótica vida, le tendió la mano para cargar con la maleta. Se llamaba Claudia.Vivía cerca de Sol, en una calle colindante a la Plaza Mayor. Se dirigía a su casa para recoger unos objetos personales y acudir a un curso de formación en un parque empresarial que hay cerca del aeropuerto. Cuando ella le dijo que se dirigía a coger un vuelo que partía a media tarde, Claudia le contó sus planes y le propuso que viajasen juntas. Como contaba con tiempo suficiente, aceptó: así podría pasear por Madrid y hacer algunas compras antes de partir. Claudia vivía en un edificio sin ascensor, en un piso abuhardillado de pocos metros. Suerte para ella que el edificio sólo tenía tres plantas. La de Claudia era la última. Entre las dos subieron la maleta, cuyos roces en las paredes debieron llamar la atención de una vecina octogenaria que abrió su puerta cuando pasaban cerca de su rellano. Era la señora Petra: viuda desde la transición cuando a su marido
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le dispararon durante una montería en Guadalajara. Tenía el pelo hueco y color ocre, fruto de la laca y de alguno de esos tintes que apestan a amoniaco. Vestía una bata roída y unas zapatillas similares a las que regalan en cualquier hotel para jubiladosde la costa levantina. La señora Petra vivía con tres gatas que se pasaban la vida en celo, como su dueñalo había hecho. Desde que aquella desafortunada bala sesgó la vida de él, ella no dejó que el tiempo la convirtiese en una uva pasa sin más, y se dedicó a emplear la fortuna de su difunto esposo en numerosos y jugosos viajes por las costas atestadas de alemanes solteros en busca de una jubilación hedonista. Ahora, con ochenta recién cumplidos, aquel tratamiento de rejuvenecedora vorágine sexual se había adormecido y la señora Petra se dedicaba a consumir altas dosis de telebasura y un par de paquetes de cigarrillos diarios. Así, cualquier imprevisto que consiguiese moverla de la poltrona suponía una situación en la que regodearse unos instantes antes de volver al maullido constante de sus gatas y a las vanasvulgaridades del mundo rosa. Si su mente tuviese que buscar una palabra para definir la casa de Claudia, sería,«coqueta». Le pareció un acogedor pisito de soltera, tanto para preparar una cenita romántica de sábado por la noche, como para follar en el sofá a cualquier hora del domingo. El baño era pequeñito, con un espejo dividido en cuatro partes de distinto color y un plato de ducha del que asomaban multitud de productos para tener un pelo económicamente perfecto. La cocina era también pequeña yfuncional: desde cualquier punto en el que te situases tenías acceso a cada parte. A ella le resultó tan acogedora que, sin ganas de hacerlo, pues ya era la tercera taza que tomaba, acabó por aceptar de buen grado el café que Claudia le había preparado. Mientras bebía en aquella taza estampada de flores asiáticas, escuchaba:al parecer, Claudia había alquilado aquel piso hacía cosa de seis meses. Lo alquiló con su chica, poco antes de que la relación entre ambas se enfriase. Después vino la ruptura, y desde entonces no había vuelto a haber cena romántica de sábado por la noche ni polvo salvaje de domingo en aquel sofá. –Las cicatrices siempre perduran, incluso cuando mudamos la piel–dijo. Al escuchar esto último, se levantó repentinamente. Aún no había terminado su café, pero notó como si le faltase el aire. Se asomó a una ventana de ojo de buey que había en la cocina. Ésta daba a un patio interior que, a su vez, servía de tendedero. La señora Petra fumaba en su ventana. Cuando notó su presencia, le hizo un comentario casi inaudible. La
señora Petra había perdido potencia en la voz. Carraspeó un par de veces y volvió a dirigirse a ella. Esta vez en un tono más vivo y claro. Sus palabras eran un desahogo. Se sentía sola. Sin fuerzas. Sin vida. Y vieja. Envidiaba la juventud que tenía delante de sus arrugados ojos. Luego se quedó en silencio unos instantes. En su mente se agolpaban los recuerdos de aquellos paradisíacos momentos, entre gin tonicy gin tonic. Luego volvió a sonreír. Quizá porque sus gatas habían acudido en su búsqueda y ya no se sentía tan sola; quizá porque tenía la fuerza y la vida que le daban esos recuerdos; quizá porque las arrugas de su rostro eran el reflejo que deja el paso del tiempo cuando se vive sin remordimientos, y quizá porque esa muerte que remoloneaba entre sus sábanas era la que le había dado sentido a la intensidad con la que había vivido aquellos años. –Qué aburrido sería si fuésemos inmortales–pensó en voz alta. Se encendió otro cigarrillo para fumarlo en su poltrona, mientras ella, ebria de recuerdo, pero consciente de dónde estaba y para qué, apuró su taza de café, acordó con Claudia la hora de regreso para marchar hacia el aeropuerto, y se lanzó, ávida, a las calles de Madrid. Cuando salió, el sol se había nublado. Hay mucha gente que afirma que la primavera tiene estos repentinos cambios climatológicos. En realidad, la primavera es un fiel reflejo de nuestro pequeño corazoncito: sufre las transformaciones más inverosímiles que pueden imaginarse, en cualquier momento, en cualquier lugar. Ynadie está a salvo. El cielo, plomizo ahora, parecía querer teñir la ciudad de un gris taciturno. Caminó hasta las calles más comerciales. Aquellas personas, las mismas que buscaban la respuesta a sus problemas deambulando con el destino anclado a sus pies, pero sin saber adónde, parecían haber encontrado la respuesta entre esa amalgama de materialismo insensato. La locura del libre comercio inhalándose en dosis individuales. El mundo globalizado había sido capaz de estrechar tanto la distancia entre burgueses y tullidos en aquella calle que ambos podían oler sus cuerpos.Laissez faire et laissezpasser, le monde va de luimême. Llegó hasta la plaza deCallao, en la que unos titiriteros representaban una escena de La casa de Bernarda Alba. Observó aquello unos instantes y sonrió al ver a un grupo de pequeñines palmear al ritmo de los acordes de una flauta travesera. Se acercó para dejar algunas monedas y siguió su camino hasta llegar a Gran vía,aquella arteria del Madrid más imponente: el corazón de un lugarque, por momentos, parecía descorazonador. Las nubes empezaron a cubrir de nuevo el cielo. Se quedó pensativa un instante mientras observaba al sol desaparecer.
Aquel cielo parcialmente cubierto le parecía esa Europa de las libertades venidas a menos. Menguantes. Se imaginó danzando entre la maraña de gruesas nubes. Saltando de un país a otro. Libre. Sin restricciones de acceso ni vainas de religiones. Sin esa «serhumanofobia»que vicia el ambiente con el humo del rencor. Que apesta a odio. Entre aquella vorágine de ideas llegó hasta la calle de la Palma, sitio fetén en el Madrid más bohemio. Una señora que vendía flores cerca de una parada de metro llamó su atención. Se acercó hasta ella y le compró un ramo de azucenas frescas. Pagó de más: algunos euros, su mejor sonrisa y la mirada del GirlsJustWanttoHaveFun. Entró en uno de los tantos cafés por los que iba dejando el perfume de las azucenas y el desmán de la irreverencia. Estaba sola en aquel lugar. Se sentó en una pequeña mesita del fondo, acopló las flores en un rincón y sacó una libreta sobre la que comenzó a escribir. Al principio sólo parecían anotaciones vagas, sin sentido. Después, los renglones fueron cogiendo forma, aunque estaban torcidos. Eso le gustó. Empezó haciendo un repaso de lo que le había sucedido en aquel día que la primavera la despertó. La habitación ventilada. Golondrinas que revolotean en la almohada. El olor a café. La sensación de no tener ninguna sensación y de tenerlas todas. El añil del cielo. Las almendras amargas. La ducha con David Bowie. El inmenso vacío de una maleta repleta de nada y de todo. Un tren. El mundo en movimiento tras un cristal. Los recuerdos. El billete de avión. Los despojos que embalsaman el humo de los sueños. Gente que corre. Excentricidades. Un café. Y otro más. Dudas. Recuerdos, de nuevo. Sístole y diástole. Luego, sólo sístole. Claudia. Condenar a la hoguera a los archivos. La señora Petra. El calor de sus gatas. La morriña de los recuerdos. De otros recuerdos: la sombra del fotógrafo; un chupito de tequila; cenar después del ballet; comprar parte de un disfraz; un «no te vayas sin mí»; el frío de unos escalones; una caricia; casi amanece; dudas; una carta sin remite; viajar de noche; febrero convertido en primavera; los personajes de una novela de Dostoievski; lluvia; un metro que se adelanta; yotro que se retrasa; una despedida… El camarero provocó que abandonase aquel estado de éxtasis literario. Pidió café. «El último», pensó.Con dos azucarillos. Pagó y dejó las flores de regalo. Cuando regresó encontró a Claudia diferente: sus ojos brillaban más y su pelo olía a naranjas frescas. Había tenido una conversación con la chica que una vez fue y que después se fue. Hablaron por teléfono pero sus cuerpos se notaron mutuamente. Ahora, Claudiase sentía mejor: liberada.Ella
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le dio un abrazo y le mostró de nuevo su mejor sonrisa. Suspiró profundamente y escuchó a la señora Petra hablar a sus gatas. Ambas estaban listas.Salieron en dirección a sus destinos con tiempo suficiente y, durante el trayecto, sonó La vereda de la puerta de atrás. El aeropuerto albergaba gente de todo tipo. Siempre olía distinto en aquel recinto: una mezcla entre café recién tostado y almendras amargas. Paseó absorta hasta llegar al lugar destinado a facturar algo más que billetes con destino a otra parte. Miraba a ambos lados como si buscase a alguien. Allí sólo había gente. Y maletas. Y recuerdos. Siempre había recuerdos. Cuando llegó su turno, colocó su maleta y pasó por el arco de seguridad. «Menos mal que esto no detecta emociones a flor de piel», pensó. Recogió sus pertenencias y se dirigió hasta la puerta de embarque. La gente esperaba. Su cabeza, no. Era un hervidero de momentos en los que detenerse a jugar. Y ella lo hizo. La brisa marina golpeaba su rostro mientras las olas acariciaban suavemente sus pies, y el viento despeinaba su pelo. La armonía regresaba y el caos volvía a hacerle un hueco entre los recovecos de su respiración… Subió a aquel avión con destino a ninguna parte. Y a todos los lugares que podía imaginar. Cuando pidió un café, sólo le trajeron un sobre de azúcar. Entonces se dio cuenta de que había guardado uno de los que le dieron en aquella cafetería de Madrid. «La vida no es un problema para ser resuelto, sino un misterio para ser vivido», decía aquel sobrecillo. Sonrió y miró porel marco de la diminuta ventana del avión.Flotaba en una cama de nubes espesas que parecía poder tocar. Y se despertó.
Almería, primavera de 2017