Gaceta junio 2018

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Los ríos desbordantes de mayo continúan su marcha y nosotros, remontando la corriente, llegamos a las orillas de junio. Aunque no es posible bañarse dos veces en las vertiginosas aguas del tiempo, no estaría mal un chapuzón de infancia para celebrar el día de los niños y niñas que viven en alguna parte de cada uno de nosotros. A pesar de la celebración, es una lástima que nuestras fluviales intenciones no pueden ser para todos, y es que en la comunidad de Río Blanco, peligran los humedales, las quebradas y las lagunas: uno de nuestros derechos fundamentales, el del acceso al agua limpia está siendo vulnerado. Aunque suene simple, este no es un conflicto entre buenos y malos, los meandros del problema se han vuelto complejos y a veces poco claros. En esta edición hemos procurado hacer una reseña de primerísima mano de lo que ha sucedido del otro lado del páramo. El agua inspira luchas pero también despierta íntimas sensibilidades. Ana C. Bloom nos presenta Palabra de Río de Andrés Müller, una mirada literaria sobre las posibilidades del agua que fluye con el vértigo de las palabras. No solo los ríos son motivo de inspiración, también los océanos del tiempo, pues en nuestra sección de cine encontrarán un recuento sobre los fríos y húmedos arrabales de Birmingham de los 20 a través de la mirada de los Peaky Blinders, una familia de gánsteres forjados en la dureza de la Gran Guerra.

Director: Jordi Garrido

Subdirector: Gustavo Peribáñez

Editores: Jordi Garrido David Larriva

Impresión: República Sur

Corrector: David Larriva Autores de esta edición: Ana C. Blum Amyr Sarmié Joe Solano Liz Zhingri Rocío Pérez

Sebastián Endara Kino Garrido Jordi Garrido Subte de la chuna

La Gaceta Cultural no se responsabiliza por las opiniones vertidas por nuestros colaboradores.

Tal parece que el ciclo del agua, fenómeno repetido hasta el cansancio en nuestras clases de ciencias naturales, nos ha servido en realidad como una metáfora para entender que todo vuelve pero con una nueva lección (que generalmente no acabamos de aprender). Quien aprende regresa cada vez más fuerte, como ejemplo de ello, hemos hecho para ustedes una entrevista a Guardarraya, que luego de dieciocho años de carrera, nos cuentan sobre Me fui a volver, su álbum más reciente. No nos olvidamos del carácter bautismal —o exorcizador— del agua o de las olas musicales que consiguen «sacar el diablo», por ello también tenemos para ustedes una reseña sobre Saca el diablo que podrás encontrar en nuestra sección de música. Sobre esta pequeña embarcación que surca los mares del arte y la cultura y con un poco de agua dulce —o ardiente— brindamos por este mes y por un feliz viaje. ¡Salud!

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Diseño y diagramación: Dianola Vázquez Moreno

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Ana C. Blum

PALABRA DE RÍO DE ANDRÉS DE MÜLLER He visto crecer Palabra de río de Andrés de Müller. He visto su caudal agrandarse, su flujo elevarse, su fragor hacerse al paso más elocuente y ahora, ya finalizado, lo veo estirarse hacia mí creando un cauce gráfico de ondulaciones y cabales de donde brotan correspondencias lumínicas entre agua y lenguaje. Son muchos los ríos que ha atravesado la poesía a lo largo de los siglos y los que atravesará, porque el río, con su enriquecido simbolismo, es aliciente para una trayectoria vital que urge consumarse desde el poema. Este libro también ha sido cruzado por los motivos del agua y ya desde sus primeros versos se abre con una metáfora definitoria del peregrinaje que vendrá: «El río es un mapa de circunferencias»; con esta premisa categórica, el lector entra de inmediato en aquel perímetro que contiene un territorio de curvas y serpenteos —tan iguales a la cartografía de la vida—, sucesiones perpetuas, nítidas y borrosas que no pertenecen solo a una historia personal, sino a la de toda la humanidad. Herman Hesse inquiere en Siddhartha: «¿También has aprendido tú del río el secreto de que no existe el tiempo?». Y es que el río está en todas partes, en todo momento. Zumo de la tierra que anda y penetra en cada cosa y en cada ser: se vuelve mar con el mar, mas sigue siendo río; se hace viento con el viento, mas sigue siendo río; se amalgama al poema, mas sigue siendo río. Desde su atemporalidad parece decir lo mismo, pero nunca se repite. El río de Heráclito —que también es el de De Müller—, mundo mojado jamás por las mismas ondas, siempre otras, refleja su significancia filosófica en este poemario focalizado sobre el Yanuncay y el Tomebamba, los principales ríos de Cuenca, torrente de la ciudad ecuatoriana Patrimonio Cultural de la Humanidad que recorre a todos, que a todos empapa con su humedad física y alegórica y que, sin embargo, a nadie se somete. Este afluente al que De Müller se devuelve una y otra vez con tanta efervescencia tiene su propia lengua, una lengua torrencial y sabia que le manifiesta al hablante argumentos esenciales para el camino mientras este insiste en describirlo, hallando poco a poco una alquimia de tinta que lo va tejiendo: «Te digo lo mismo / una y otra vez / para contarte que / en el concepto infinito / no caben las palabras / con que te digo lo mismo / de maneras diferentes, / para hacerte compañía / en la acritud del meandro / y descansar en mi poza / tus turbaciones…». Cierto es, Señor Río, que en su infinitud navega el poema que nunca podrá escribirse, que por su vastedad de significados resulta imposible enunciarse y sólo queda aceptar «la pobreza de palabras / para traducir la magnificencia / de la sencillez como espectáculo». Nos encontramos aquí ante las limitaciones del lenguaje frente al poder arrollador del asombro, cuando se quiere cantar pero la boca enmudece, cuando se necesita apuntar pero la mano tiembla. El ser se sobrecoge, es herido por la naturaleza, por el embargamiento que provoca; se reconoce que no hay versos suficientes para contener la realidad y es preciso dejar que el agua se derrame, que el viento colme, que la nube salte sin la ambición de nombrarla, una ambición constreñida no solo por la lengua, sino por la imposibilidad de abarcar el universo con vocablos. El hablante, como en un acto vengativo al sentirse hollado por el genio resbaladizo de este río omnipotente, responde a sus sentencias y le hace notar su calidad pasajera, su vulnerabilidad, su cuerpo de burbuja transitoria. Y elabora, acaso para combatirlo,

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acaso para refutarle la arrogancia de su permanencia, acaso para liberarse y solo después transformarlo en un mínimo bálsamo que le permita el renovado transitar: «Palabras líquidas salen en tromba de tu garganta / ensortijadas en el verbo de la espuma... / Disuelto en tu corriente, / esquivo la rotundidad / de las definiciones. / Enmudezco, me hago gota / y empiezo, por fin, a vivir». Es un río que compone sus meandros en los sentires y los actos cotidianos, aquellos que en un mismo día pueden fluir y desvanecerse, arrastrar piedras y ensueños, ser cabrilleo o gota diáfana, cielo e infierno en veinticuatro horas de una crónica inalienable y efímera, perdurable por las cicatrices de la espuma dejadas en la huella. Luego, el diálogo concluye y la voz poética, en un grito de impotencia y desespero ante el inefable manar constante y perturbador, exclama: «¡Cómo quisiera detener el curso del río, / romper su cauce, drenar su orgullo! / De remolino en remolino pruebo / la sed espantosa del ser sumergido, / el agua que, sin mojar, ahoga». Se expone aquí la realidad que a todos persigue y no es óbice para escapar al derrame de la existencia, fraguado por la fuerza de la corriente que es el tiempo. El río y la vida del poeta se manifiestan en un punto geográfico, en un momento determinado, desde una realidad local con una identidad local; más allá del escenario, se trata de un flujo como cualquier otro, sin nombre, que anda de prisa, destinado a marcharse, a extinguirse. La rapidez con la que todo sucede en el mundo fuera del agua y en el de dentro de ella es una constante en este poemario. El agua sustentadora y destructiva. Siempre cambiante, siempre voluble como el corazón y la mente del individuo. «…ni siquiera cabe en la mirada / el más minúsculo de sus tramos, / pues mucho antes de la leve / elipsis del parpadeo / su realidad ya es otra, / genética mutante / en los contornos de la espuma…». En la literatura, el agua es representación de sosiegos y exaltaciones, transporte calmo que puede ser ahogamiento feroz, superficie clara e invitadora y, en el centro, entraña que arremolina y hace sucumbir; promesa de fertilidad periódica o condena de aniquilación que la mirada humana no puede atrapar, aunque lo intente. Esta es la primera publicación poética de Andrés de Müller —y no será la última—, un catalán que se enamoró de Cuenca, quiso matrimoniarse con las alturas andinas, se hizo íntimamente de ellas y hoy nos ofrenda un poemario sensible, una obra madura, un texto conmovedor por su discurso de certezas acuosas; lívido a ratos, oscuro a veces, conjunto que sobrecoge en su aproximación a la realidad de la vida de un hombre y de todos, solos. Un río que canta a capela y un hombre que recolecta ese canto para incrustarle su música personal, la visión de su ojo, el vigor de su largo aliento. Temas que navegan este conjunto son el éxodo, los extrañamientos, los abismos reales y ficticios, el forzoso discurrir de las edades, la ira y sus fantasmas recurrentes, la tristeza y sus «telarañas metálicas», las «arrugas de infancia» haciendo surcos, la bitácora para enmarcar la búsqueda —también la pérdida—, como una constante y la tierra prometida al otro lado del puente. Borges viene a mi mente sobre esas dos maneras en las que la humanidad se multiplica, la cópula y los espejos. Yo creo que la humanidad se repite también a través del agua y, gracias a Andrés de Müller, con estas extraordinarias palabras líquidas de Palabra de río nos hemos multiplicado para bien.

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Amyr Sarmié y Joe Solano

UN VAIVÉN QUE SACA EL DIABLO

Fotografía: Fat Chanco por Saca El Diablo Festival

Un ritual milenario con Bomba Estéreo, un corte de pelo con La Máquina Camaleón, un trip experimental con Juana Molina… El Saca El Diablo fue todo un vaivén de ritmos y sorpresas. Por eso queremos contarte toda nuestra experiencia, detalle a detalle, en la cuarta edición de este festival. Ven y acompáñanos a sacar el diablo. Llegamos a la Tribuna de los Shyris y había unos siete u ocho buses, ¡todos estaban llenos! A las 11h00 del 28 de abril, con una lluvia torrencial, partimos rumbo a Quinta San Luis de Lumbisí y llegamos unos 45 minutos después… todavía lloviendo. La quinta era gigante, con cabida para dos escenarios y mucho más de 5 mil personas. La primera banda empezó a tocar a las 12:50 en el escenario Prende Todo. A pesar de la ligera tardanza y de la lluvia, la gente de todos modos se empezó a apiñar para bailar y moshear con el ska de Shanka Fe. A las 13h30, La Madre Tirana empezó con Agripina y la gente se volcó al escenario Saca Todo. Para ese momento, ya tenía un público de casi 1500 personas que arrancaron con ese vaivén que caracterizaría al Saca El Diablo. La banda de José Orellana tuvo 40 minutos en escenario y su show fue venerado por la gente. El Prende Todo se volvió a prender; unos tipos con máscaras de chancho y un rock pesado hicieron moshear al público. Fat Chancho no tenía un cantante, pero sí una computadora daba mensajes a los «terrícolas» con advertencias sobre el cuidado de nuestro planeta. El concierto, con una onda tenebrosa, estuvo musicalmente muy bueno.

En el otro escenario habría más «animales»… y el col Tijuana». Llegó la hora pico para los puestos vaivén seguía su ritmo. de comida rápida del festival. Filas de cincuenta metros de largo y una espera por lo menos 30 Pichirilo Radioctivo tiene un muy elegante cuervo minutos. El vaivén era ahora por comer. de cuatro ojos en el bajo, y en la batería, un gorila imponente. En su perfomance, la banda intentaba Volvimos al Saca Todo para ver tocar a Curare. liberarse del poder del malvado cuervo, conocido Otra sorpresa para los mosheros pues esta banda como Doctor Gosho y para ello, los integrantes se caracteriza por su rock folclórico o, como ellos iban armados con trajes antiradiación y un brass lo llaman, «longometal». A ellos también se unió de vientos con excelente composición. El vaivén el famoso Alex Alvear, para hacer un Viaje Astral. del mosh se iba haciendo cada vez más grande; pero, de vez en cuando, el público se detenía Se acabó Curare y todos corrimos al Prende Todo para seguir las coreografías del Pichirilo «para para tripear con El Viejo Hombre de los Andes. sacar el diablo y liberarse del poder de Gosho». EVHA tiene un bit ancestral y una onda muy Steph Viteri, bajista de los Swing Original Monks, chill. Renata Nieto y Mateo Kingman estaban al también se unió a ellos en una canción. frente con un sintetizador y un tambor folclórico respectivamente. Sin embargo, de vez en cuando, El sol (por fin) empezó a asomarse con Los dejaban sus instrumentos para moverse libremente Corrientes. Efectivamente, escampó mientras el por todo el escenario y hacer tripear al Saca El público del Prende Todo coreaba a viva voz las Diablo. Lo interesante de EVHA fue el contraste canciones de los guayaquileños. El grupo de Doña que impusieron, pues con ellos empezaron los Pepa y Betomán fue uno de los más queridos por ritmos electrónicos en este escenario. la gente que en «Por accidente» cantó incluso más alto que el mismísimo Betomán, y en «Soy chiro» El vaivén se volvía a apropiar del Saca El Diablo. la emoción fue tal que el vocalista no perdió Eran las 18:00 y los ya casi 5.000 asistentes estaban la oportunidad de lanzarse a los brazos de su nuevamente apiñados en el Saca Todo para ver fanaticada. a La Máquina Camaleón; sin embargo, pasaba el tiempo y los artistas ni siquiera asomaban la El hip hop se apropió del Saca Todo; 38quenojuega cabeza. A las 18h20 la gente empezó a enfurecerse tenía trajes y sombreros pintorescos combinados profiriendo toda clase de insultos. A las 18h30 con collares de diablo y gafas ostentosas. El apareció Felipe para dar el aviso de que la consola elemento principal en su concierto fueron unas se había dañado por lo que no podían arrancar cartas de baraja que se fueron lanzando al público con su concierto. A partir de entonces, a pesar de una a una, poco a poco. Después, El Bloque los gritos insultantes, distintos integrantes de La prendía el Prende Todo con un rap «Natural» Máquina salían para atender al Saca El Diablo y cargado de líricas que invitaban a «encender la brindar botellas de agua y manzanas al público.

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A las 19h00 el público, dolido y decepcionado, se retiraba para tripear con Nicola Cruz. Especialmente los mayores, pues a partir de ese punto los asistentes se dividieron en jóvenes indies y viejos triperos. En el Prende Todo, Nicola y sus sonidos andinos hicieron tripear a la gente… cincuenta minutos sin parar. Eran casi las 19h30 cuando los camaleones por fin empezaron a tocar. Un show lleno de sorpresas ¡No lo podemos negar! Por ejemplo, Felipe hizo un cambio de look… Primero, invitaron al Saca Todo a La Madre Tirana. La banda de José Orellana fue recibida con gritos y aplausos; mientras tanto, Rodrigo Capello encendía una máquina de afeitar. Empezó a sonar «Alferecía» para acompañar el corte de cabello de Felipe que, a su vez, disfrutaba del momento con un tabaco en la mano. Los pelos del artista también hacían su vaivén por el escenario. Algunas canciones después, Paola Navarrete se integró a La Máquina para cerrar con «Zanqueros».

Fotografía: La Máquina Camaleón y Paola Navarrete por Amyr Sarmié

Juana Molina fue la encargada de «apagar» el Prende Todo. A pesar de su edad, hizo tripear al Saca el Diablo con refinados sonidos experimentales de bit electrónico. Al final, el público pidió «¡otra!», pero exhibió su profesionalismo el decir que «en un festival se tienen que respetar los tiempos». Pues después se armaría, ahí mismo, el tercer escenario del Saca El Diablo. A la vez, el Saca Todo tenía a los Swing Original Monks. El vaivén ahora se había convertido en baile. Para Tucán, Juana invitó al escenario a «un amigo muy especial»: Mateo Kingman tuvo su «solo chill» con el que desató la euforia de la gente. Las luces se apagaron y un sonido estrambótico emocionó al Saca Todo, Li Saumet nos dio la bienvenida con una introducción acogedora, en la que nos invitaba a sumergirnos en un «ritual milenario», una meditación para desconectarnos del mundo y olvidarnos de todo. Así, con una cumbia psicodélica, Bomba nos puso a bailar y a gritar. Ella, vestida de una manera psicodélicamente elegante. Los más de 5 mil asistentes coreaban todas las canciones que interpretaron en los 90 minutos de concierto.

Fotografía: Pichirilo Radioactivo por Amyr Sarmié

El festival no fue solamente musical: Apitatán, Roger Ycaza, Ramó y Luigi Stornaiolo también estuvieron creando obras maestras justo en medio de ambas plataformas como un escenario pictórico del Saca El Diablo. El arte de las cervezas artesanales también se hizo presente. Queda claro que el vaivén incluso no movió de arte a arte. El tercer escenario no lo vimos, pues habían sido 12 horas llenas de ritmos y sorpresas.

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Fotografía: Bomba Estéreo por Amyr Sarmié

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Liz Zhingri

RÍO BLANCO: LA CRÓNICA DE UN CONFLICTO

Para comprender y analizar el conflicto socioambiental que tiene lugar en la comunidad de Río Blanco, hacen falta ciertos elementos contextuales que rebasan la coyuntura actual y que no están siendo recogidos por los medios tradicionales de comunicación. Este recuento fotográfico pretende ser una herramienta para saldar este vacío y complementar la información que a lo largo de estas semanas se ha acumulado en el imaginario colectivo. La comunidad de Río Blanco se encuentra ubicada en la parroquia de Molleturo de la provincia de Azuay, su territorio se encuentra dentro del área de amortiguamiento del Parque Nacional Cajas que además de ser humedal de importancia internacional, forma parte de la Red Mundial de Reservas de la Biósfera del planeta, es decir, está al nivel de las Islas Galápagos o el Parque Nacional Yasuní. La extensión del Macizo, abarca no sólo partes de la provincia de Azuay, sino también de Cañar, Guayas y el Oro. En esta zona nacen y se recargan las fuentes hídricas que abastecen de agua a la ciudad de Cuenca y de la cual dependen las economías de las 64 parroquias dentro de los límites del Macizo. Del agua que esta zona provee, dependen además la producción agrícola y la soberanía alimentaria de sus comunidades. Es aquí en donde se desarrolla uno de los cinco proyectos emblemáticos de minería metálica que existen en Ecuador, se trata de «Río Blanco», a cargo de la empresa minera china Junefield-Ecuagoldmining South America S.A. cuya concesión se encuentra dentro del bosque protector Molleturo - Mollepongo. La fase de explotación de la mina fue inaugurada por el exvicepresidente Glas en una visita a la zona en agosto de 2016 y, según proyecciones oficiales, esta actividad reportaría cerca de 240 mil toneladas de mineral al año. Cabe anotar que, según datos de la propia empresa minera, por cada tonelada de tierra removida se obtendría 7.8 gramos de oro.

Sin embargo, las comunidades de Molleturo han tenido una larga tradición de resistencia a la ejecución de proyectos de minería metálica. Es así que desde hace más de veinte años sus pobladores se han manifestado a favor de la conservación y preservación de las fuentes hídricas. Argumentan que de ellas depende la continuidad de la vida, la garantía de actividades económicas como la agricultura y la ganadería, y con ello, la supervivencia familiar y comunitaria. Así pues, la comunidad de Río Blanco ha retomado un proceso de resistencia. En agosto del año pasado cuando, a raíz de una serie de incumplimientos y vulneraciones de derechos por parte de la empresa, decidieron romper relaciones con ella y se levantaron en un paro —que en ese momento perfilaba como indefinido— en la vía principal de acceso al campamento minero. Desde este momento, se denuncian y hacen públicas las afecciones al medioambiente que habrían impactado de manera negativa a la economía de la comunidad y a sus relaciones.

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El desecamiento del humedal Cruz Loma es uno de los hechos más graves que los pobladores evidenciaron. Este humedal, que abastecía de agua a Río Blanco, fue rellenado con escombros de la construcción de las vías de acceso al campamento minero. Asimismo, la desaparición de ojos de agua que servían de abrevaderos para animales causó un impacto negativo en la economía comunitaria. Además, las vías para el campamento minero se construyeron sobre pasos de agua, lo que ocasionó el desabastecimiento del líquido vital para varias familias. Por otro lado, los contratos que se habían firmado con la empresa daban cuenta de la poca garantía de derechos laborales: no se cuenta con un salario adecuado para la jornada laboral o un salario es dividido para varias personas debido a la naturaleza rotativa del puesto de trabajo. Todo ello molestó a las(os) trabajadores de la comunidad y que suscitaron el paro. Después del 10 de agosto en que la comunidad se levantó en una medida de hecho, las respuestas de instituciones


estatales fueron varias. Así, el 24 de agosto, la comunidad de San Pedro de Yumate, vecina de Río Blanco, amaneció militarizada a consecuencia del paro. Solo dos días después y, a pesar que la presencia de efectivos policiales en la zona fue justificada por la Gobernación del Azuay como una medida para «garantizar la seguridad para los ciudadanos», la gente que permanecía en la medida de hecho fue atacada por personal de la empresa minera mientras acampaban en el lugar que, para ese entonces, se había convertido en su punto de encuentro. Desde ese momento, la violencia fue en escalada. El 10 de octubre se dan nuevos enfrentamientos. Esta vez, entre los comuneros/as y el personal de seguridad privada de la empresa. Dichos elementos de seguridad recorren la comunidad armados con machetes y profiriendo improperios y amenazas contra la gente en resistencia. Inclusive uno de ellos defeca y orina sobre una toma de agua al tiempo que anuncia convertir a Río Blanco en una letrina de seguir sus habitantes con sus acciones de protesta no violenta. Por la noche, el acoso continuó hasta la llegada de la policía que detuvo de manera arbitraria e ilegal de un menor de edad con discapacidad auditiva y mental perteneciente a la comunidad; a él se lo judicializó bajo la figura de ataque y resistencia. Es así que, si bien se intentaron diálogos con las diversas autoridades, ninguna logró recoger las demandas ciudadanas que desde entonces ya se juntaban con una sola petición: la salida de la empresa minera de su territorio. Ha pasado cerca de un año y una nueva medida de hecho se suscita a raíz de que la empresa minera está exportando material a China. Desde el 11 de mayo hasta el 1 de abril, salieron 330 toneladas de material para ese país. No obstante, las condiciones son diferentes para el proceso social de resistencia, pues no es sólo una comunidad molleturense la que reclama. A ella se han sumado las poblaciones de distintos sectores con la finalidad de proteger las fuentes hídricas. «Ya estalló la bomba en Río Blanco, esa bomba la dejó poniendo Jorge Glas el día que inauguró la mina», con estas palabras se abrió una rueda de prensa el 10 de mayo de este año en la que se daba cuenta del incendio ocurrido en el campamento minero. Acción de la cual las autoridades pretenden responsabilizar a las comunidades en resistencia.

La noche del 8 de mayo, al igual que en aquel agosto de 2017, las comunidades se encontraban en una nueva medida de hecho que consistía en la toma y cierre de vías cercanas al campamento. Su exigencia era la misma: la salida de la empresa minera china. En este momento estalló el incendio que dejó como saldo la destrucción del cuarto de enfermería, dos dormitorios y un tractor. Después de ello, las fuerzas armadas reciben la orden de ir a la comunidad con la finalidad de controlar a la población. ¿Qué sucedió? Según la versión del gobernador del Azuay, los comuneros incendiaron el campamento con bombas molotov. Esta aseveración justificaría el hecho de que él haya desoído las sugerencias protocolarias para gestionar el conflicto que desde la Defensoría del Pueblo se le habían hecho llegar: primero agotar las instancias de diálogo y mediación con las comunidades. Pese a este exhorto, los mecanismos de represión se hicieron presente: se dieron las primeras detenciones. Aunque la Defensoría del Pueblo asume la defensa de los cuatro acusados, a tres de ellos se les imputa el delito de sabotaje y a uno se pretende vincularlo a la figura penal de ataque y resistencia. Los tres primeros rechazaron esta defensa y se acogieron a un abogado privado. Ellos, que hasta antes de su detención, eran trabajadores de la empresa minera, hoy esperan su veredicto en la cárcel de Turi; mientras que el último imputado se encuentra en libertad. El 17 de mayo, una semana después, suceden nuevas detenciones. Esta vez son tres comuneros apresados arbitrariamente mientras transitaban por una vía pública. La razón: en su automóvil transportaban gasolina y el camino que recorrían era el de Migüir —que da acceso al campamento minero «Río Blanco»—. Sin embargo, esta es una acción cotidiana para quienes habitan en este lugar pues por la distancia a un punto de abasto larga y contar con un depósito de gasolina es necesario en caso de que a las maquinarias de trabajo o sus medios de transporte necesiten combustible. La presencia de los militares y de la Unidad de mantenimiento del orden de la policía, hacen que la conflictividad arrecie dentro de Molleturo. Sus habitantes, en especial quienes sostienen los procesos sociales de resistencia, son el primer blanco de ataques por parte de estos efectivos que no cumplen con su papel de disuasión del conflicto sino, como en el caso de Luz María B., actúan como detonantes para que se den episodios de violencia

que involucran a más personas dentro de los juicios penales abiertos hasta el momento. Hasta ahora, los caso de detención y judicialización, no han respetado el proceso para las personas involucradas. A María Luz B., cuya detención significó que se le abriera un proceso penal por el delito de ataque y resistencia que según el Art. 283 del COIP tiene una pena de entre seis meses y dos años de privación de libertad. Se le negaron sus derechos básicos como el de comunicarse con un familiar o persona conocida para dar a conocer su situación, la asistencia de un abogado/a y la lectura de su derecho a guardar silencio. Cabe recalcar que esta figura penal se aplicó para muchos otros casos abiertos contra defensores/ as de la naturaleza en el país. ¿Y los grupos externos? En octubre del año pasado, el mismo Xavier Enderica aludía a «la presencia de infiltrados que vienen a provocar». Hoy, se habla de «grupos externos» en casual alineación con el discurso de la empresa minera quienes señalan a las organizaciones sociales que defienden el agua como las principales culpables por las medidas tomadas por las comunidades. Sin embargo, dentro de los procesos de resistencia, las medidas de hecho son solo una de las acciones que toman las comunidades para hacerse oír. Durante todo este tiempo ellas se han venido organizando en asambleas comunitarias públicas en el centro de Molleturo, celebrando encuentros también en la misma comunidad de Río Blanco, llevando a cabo procesos de exigibilidad con las autoridades parroquiales, cantonales, municipales y provinciales, participando dentro de procesos de diálogos abiertos con el gobierno, sin que esto haya significado su debilitamiento. Por todo esto, los defensores/as del agua tienen reivindicaciones legítimas que nacen del descontento de las comunidades con el Estado y la empresa minera, y de un proceso social construido a base de consensos con el acompañamiento de las organizaciones sociales. Las comunidades han rememorado sus procesos históricos de resistencia a través de los que consiguieron varios logros que contribuyeron a construir una parroquia con más dignidad para su gente. Hoy, retoman la bandera de la dignidad y de la soberanía de sus territorios para seguir tejiendo su proceso.

Fotografías: Liz Zhingri

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Rocío Pérez

EL REINO MÁS DEMOCRÁTICO DEL MUNDO Érase una vez, en un continente viejo y no tan lejano, un país que presumía de que su monarquía era la más democrática del mundo. Tan democrática era que el rey y su fiel séquito —un nutrido grupo de familiares, gobernantes de medio pelo, fieles y obreros con aspiraciones burguesas— habían decidido que no hacía falta que el pueblo votara porque era bien sabido que todas y todos los habitantes de este reino vivían felices, satisfechos y respetaban esta larga línea sucesoria de venas azules que se remontaba siglos atrás y que había sido avalada por personalidades tan notables como caudillos militares, santos padres e ilustrísimos inquisidores. Bueno, siendo fiel a la historia, votaban de manera simbólica, es decir, cada cuatro años se armaban unas urnas de madera que se colocaban en el centro de las plazas, en ese mitológico lugar en el que anteriormente se alzaban las temidas guillotinas matarreyes. Pero eso es otra vieja historia. En este democrático reino, la redistribución de la riqueza era una prioridad de buen gobierno y así, día tras día, las élites políticas y comerciales almacenaban con ahínco la mayor parte de los dineros del feudo repartiendo con su equitativa tuerta mirada, el resto entre las necesidades de la población. Al principio, todo estaba bien porque el reino había heredado en calidad de hermano menor una notable fortuna de las alianzas territoriales vecinas pero las guerras, los mercados más allá de los límites monárquicos, el exceso de construcción castilleja y la proliferación de un costoso gusto por ciertos estilos de vida palaciega de quienes se denominaban a sí mismos servidores del pueblo acabó por dilapidar toda esa riqueza recibida. Y, entonces, en esta soberanía tan democrática, comenzaron los problemas. El dinero para el pueblo era cada vez menor. Ya no cubría ni la escuela, ni el doctor, ni siquiera la ayuda para vivir los últimos años de vida tras trabajar más de cuarenta años en los campos o en las fábricas. La paga del salario era cada vez menor a pesar de que cada vez se trabajaban más horas. Pequeños negocios empezaron a cerrar por no poder cubrir sus gastos, se abandonaron los campos y largas filas de hambrientos se amontonaban ante las puertas cerradas de iglesias y fortalezas. Y el pueblo cansado, molesto y con hambre empezó a hablar. Primero en voz baja en las casas y en las tabernas y luego, a gritos en las plazas. El rey, su séquito y sus beneficiarios empezaron a tener miedo. Entonces, una idea comenzó a rondar sobre las cabezas del monarca y sus allegados: «si no te quieren haz que te teman». Y todos estuvieron de acuerdo. Y se creó una ley perversa que acallaría toda insurrección, todo alzamiento, toda resistencia. Ya nadie podría volver a decir en público su opinión sobre las realidades que se estaban viviendo, nadie podría no mostrarse en desacuerdo con el «buen» gobierno, nadie podría salir a las calles sin fingir ser feliz. Y así, la inquisición disfrazada otra vez de justicia se volvió a poner las calzas, los rosarios y ahora los mazos para salir a cazar otro tipo de brujas: aquellas que habían cambiado las hierbas por aulas, calles y computadoras para protestar por el control de sus cuerpos y sus vidas, aquellos que con sus voces denunciaban lo que estos gobernantes estaban haciendo, su podredumbre, su crueldad, su impunidad… Los primeros castigos fueron ejemplares y ejemplizantes. Personas que fueron a la cárcel en un estado democrático y moderno por hablar mal de las andanzas y negocios poco morales del rey de antes —señor padre del de ahora—; del ladrón de su yerno,

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sentenciado por la justicia pero viviendo en libertad en otro ducado cercano; y de las imputaciones por corrupción (creo que ya van más de setecientas) del grupo político en cuyas inoperantes manos recaía el gobierno de este país o estado, al parecer no tan democrático que se va cayendo a pedazos. Ah, lo olvidaba, y por insultar a Dios que está tan tremendamente ofendido que, a través de un intermediario, ha iniciado una causa judicial contra «este maldito comunista mutante» de boca sucia. Desgraciadamente, la primera premisa no es una broma. En ese viejo país de cuyo nombre no logro o no quiero acordarme, resiste, no obstante, en cada barrio, una red de amor y apoyo mutuo revolucionario emergido tras un alzamiento social hace varios años del que pocos se acuerdan: la batalla del 15 de mayo. Esta red de redes trabaja paso a paso, de boca en boca, de abrazo en abrazo para recuperar la robada, devaluada y maltrecha vida humana, y es nuestra última esperanza.

Sebastián Endara

LAS LECCIONES DE LA POLÍTICA Hegel dijo que la filosofía viene siempre demasiado tarde, pues, en tanto pensamiento sobre el mundo, solo aparece cuando la realidad ha cumplido y terminado su proceso de formación. Pero a pesar de que sea tarde, quizá no deja de ser pertinente aportar con otra óptica y, en términos muy generales, sobre el nuevo escenario político nacional. Es importante partir diciendo que a estas alturas de la vida democrática queda demostrado que cualquier expresión de prepotencia, y más aún aquella que venga desde el poder, no tienen futuro, lo que supone una lección tanto para las izquierdas como para las derechas en cuanto se demuestra que los proyectos políticos de largo aliento no pueden hacerse por la fuerza y que la «sociedad mejor» no se construye sobre un modelo de gestión burocrático-autoritario basado en un estado centralista y que excluye a la ciudadanía de la participación activa. También se evidencia que la ampliación de derechos solo puede darse en el diálogo real y, sobre todo, en los acuerdos democráticos —ojalá en los consensos ciudadanos y su correspondiente legitimidad política—, no en el liderazgo de un caudillo carismático o massmediático, ni en las recetas de expertos, ni en las fórmulas «salvadoras» importadas. Queda confirmada la reprobación de la autocracia y sus excesos como la hostilidad hacia la oposición y el disentimiento, y su incapacidad autocrítica que normalmente termina en crisis política por la imposibilidad de procesar adecuadamente las tensiones ideológicas de su acción pública encallada en el solipsismo. Es posible que se esté cocinando el tiempo de un cambio cualitativamente superior, haciendo de la política un asunto de principios y programas y no de figuras públicas; y que como ciudadanos debamos estar atentos a aquello que nos incumbe a todxs: esta es la correcta administración de lo público para el mejoramiento de la calidad de la vida individual y colectiva. ¿Cómo hacer eso? Un aporte desde el pensamiento libertario: suprimir la posibilidad de participación política de cualquier persona una vez que haya sido beneficiaria de la elección pública, con lo cual se evitaría la «carrera política» tan usual en nuestro medio que hasta se habla con normalidad de la «clase política», una aberración sin nombre. Eliminar la carrera política de unos cuantos ampliaría la participación civil y la regeneración permanente de «cuadros políticos»; se elevaría el nivel de discusión política y, lo más importante, se retornaría al uso de la razón como sustento de la libertad y la realización humana.

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Jordi Garrido

PEAKY BLINDERS Tras cuatro temporadas emitidas y dos confirmadas, me encuentro en la obligación de hablar sobre una de las series que ha pasado a ser una de las mejores ficciones de la historia. Son muchos los motivos que hacen que esta serie sea merecedora de semejante galardón y voy a intentar darles cuenta de ello en este artículo. Lo haré sin spoilear para que los lectores que no hayan tenido el placer de verla aún puedan sacarle todo el jugo y a los que ya hemos tenido el gusto, les comunico que tendremos que esperar hasta el 2019 para seguir con la obra creada por Steven Knight. Todo empezó en el 2013 de la mano de la cadena británica BBC. Ambientada en los principios del siglo XX, tras la primera guerra mundial, en Birmingan, Inglaterra y durante la era industrial, la serie nos cuenta la ascensión de la familia Shelby, más conocida como los Peaky Blinders, una pandilla de gánsteres de los bajos fondos. Steven Knigth se basa en historias de su familia, ya que realmente existieron los Peaky blinders y según ha contado son sus ancestros aunque no se llamaban Shelby. Entre finales de siglo XIX y principios del XX, fue una banda pandillera callejera del Reino Unido que se dedicó a robos, apuestas y peleas. El escritor basándose en ellos y en datos históricos reales ha creado un universo verosímil en esta serie de ficción. Knigth va enlazando el núcleo central de los Peaky Blinders con el IRA, los comunistas, los judíos y la mafia italiana; todo ello aderezado con disputas internas y entre clanes y con antagonistas como el coronel Campbell que viaja a Birminngam para acabar con ellos. Son los años posteriores a la primera guerra mundial: una depresión económica y la industrialización son los escenarios donde comienza todo. Tommy Shelby, tras la guerra, vuelve a su ciudad y empieza su pequeña casa de apuestas con el respaldo de toda su familia de ascendencia gitana (uno de los pocos datos que chirria un poco). Así comienza su ascenso al poder. Una vez metidos en materia, empecemos a hablar de por qué es tan grande esta serie y por qué no pueden dejar de verla. Si les gustaron The Wire o Los Soprano, o películas como El padrino, Uno de los nuestros o Sacarface, Peaky Blinders está la altura de estas míticas obras de bandas y gánsters, es puro cine negro de la mejor manufactura. El guión es sobresaliente, auténtico y está perfectamente narrado y enlazado con la memoria histórica, el desarrollo y evolución de los años entre guerras, la ciudad industrial, y los suburbios británicos. Todo ello, mezclado con las disputas familiares hacen que nos enganche desde el primer episodio plano a plano, toma a toma y secuencia a secuencia. El virtuoso guion de Knight te atrapa y no quieres que pare. Lo ha creado sin fisuras, ajeno a trucos y,

Peaky Blinders

como hemos dicho, basado en historias reales. Esa es una de sus claves: la honestidad de la narración y la verdad que se desprende en cada frase. Contamos con unos diálogos de primerísimo nivel y muchas de las frases soltadas por los actores van a pasar al imaginario colectivo de miles de fans «by order of the Peaky Blinders». Pasemos pues a los personajes. Representan lo peor y lo mejor de la esencia humana, los odias y los quieres de igual manera y cualquier actor mataría por un papel así. Paul Anderson, Joe Cole, Finn Cole, Helen McCrory y Cillian Murphy conforman la familia Shelby; todos están soberbios, son actores reconocidos en el mundo del cine y teatro. Sus actuaciones pasan por todos los registros brillando cada uno con luz propia, pero, de estos, dos son los puntales de la serie y hay que distinguirlos: la reconocida actriz de teatro Helen McCrory (Tia Polly) y el inconmensurable Cillian Murphy (Tom Shelby) que literalmente se adueña de todo, sus miradas, gestos, su perfecta forma de encender y fumar un cigarro (recordando por supuesto al gran Humprey Bogart) se han apropiado literalmente del alma de Tommy dando así el punto de referencia que toda familia de gánsters necesita. Por supuesto, están todos los personajes alrededor del clan Shelby: Sam Neill (inspector Campbell), Tom Hardy (Solomon), Adrian Brody y Aiden Gillen (que ya conocerán de series como la anteriormente citada The Wire o Juego de Tronos). Realmente un lujazo de actores para cuidar hasta el más mínimo detalle. Les recomiendo que vean la serie en el lenguaje original para no perderse la pronunciación de los acentos de cada uno de ellos y poder disfrutar de sus magníficos diálogos. Otro punto importantísimo es el acierto de tomar a pocos directores para el rodaje; solo la primera temporada tiene dos directores, las posteriores, solo cuentan con uno por temporada. En total cuatro directores para cuatro temporadas; esto les permite dejar huella en cada historia y llevar un ritmo en cada temporada. Eso sí, dejando un último episodio siempre de altura. Pasemos a la ambientación, la fotografía y la puesta en escena que, por supuesto, rozan la perfección. Ya desde

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los títulos de crédito con los que empieza cada episodio destaca Peaky Blinders, pues todo está minuciosamente puesto, elegido y cuidado. La fotografía es magnífica. Los grises y la oscuridad resaltan y dan densidad al perfecto escenario de los turbulentos años 20 británicos en plena industrialización; recrean perfectamente la Birmingham de entreguerras y son un personaje más de las tramas. Por último, la apoteosis para el remate, su banda sonora (no puedo ser muy objetivo ya que me gustan la totalidad de las bandas elegidas). Podríamos pensar que después de toda la minuciosidad y verosimilitud de la que han hecho gala, lo lógico sería una banda sonora de jazz, pero no. Peaky Blinders rompe y se arriesga con música contemporánea, y aunque pudiera chirriar (seguramente lo hará para muchos) es uno más de sus muchísimos aciertos. Desde la primera vez que encendí el proyector y empecé a ver Peaky Blinders, cada episodio comienza con las notas de la canción «Red Right Hand» de Nick Cave and the Bad Sheeds; quede enganchado a su música, ráfagas y ráfagas de Rock que son técnica y visualmente un verdadero prodigio, encuadran perfectamente los temas con las escenas y secuencias. Los planos quedan elevados usando temazos de Tom Waits, White Stripes, Jack White, Arctic Monkeys, The Raconteurs, PJ Harvey, Iggy Pop, Johnny Cash, Radiohead y hasta el maestro David Bowie (declarado fan de la serie y a cuyo video «Lazarus» se le rinde homenaje en una escena de hospital con Tommy). En definitiva, una cuidadísima banda sonora que ya pueden empezar a escuchar y disfrutar en este link: https://open.spotif y.com/user/g0u1d1e1/playlist/4AZyrOESvR5OfT1Y2F3h6D?si_Dm221uypQiWS8mbKrguy9Q, pero que cuando la acompañen con la serie, van a quedar fascinados. Así que vean la serie, les aseguro que todos querrán quebrantar la ley y acompañar a esta familia hasta la muerte. «Fucking Tommy».


Sonidos del Corazón de Virginia Cordero, es uno de los ejemplares de la colección «Cuentos contados desde la artesanía» Un proyecto editorial de Subte de la chuna que contiene 22 cuentos inspirados en 12 artesanos de la región, y que serán presentados el día viernes 8 de junio a las 20:30 en el Subte de la chuna (Av. 12 de Abril y Guayas, junto al restaurante Los Molinos del Batán).

Virginia Cordero

SONIDOS DEL CORAZÓN En una lejana montaña vivía una pequeña niña curiosa y juguetona que se preguntaba dónde nacía el silbido del viento. Cada día, desde un pequeño mirador, buscaba en silencio una respuesta mientras contemplaba todo a su alrededor. Esperó y esperó, hasta que una mañana, la gran Mamábuela compartió con ella un secreto que la llenó de novedad y fulgor. Entonces, con fascinante osadía emprendió vuelo y empezó su búsqueda. Surcó espacios colosales, varios de blanco y gris acero, otros de azul y amarillo centelleante. Luego de un largo revoloteo se detuvo junto a un cerco de verde caña. Con curiosidad se abrió paso a través de las incontables ramitas que la abrazaban. Al final de la poblada senda encontró una laguna y en su centro sentado sobre un canto a un mágico ser. Era Ruku Taita. —¡Te he esperado! —le dijo mientras levantaba su figura inmensa. Él se acercó a la niña que lo miraba emocionada y agregó —la respuesta que buscas está aquí — entonces colocó sobre sus manos un pequeño ruku pingullo.

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Ella sujetó con delicadeza el maravilloso obsequio y entonó un silbido lleno de encanto. Su rostro se iluminó como dos luciérnagas cantoras, el silencio cesó y del instrumento brotaron infinitos mullos cristalinos, hilos serpenteantes, eternas gotas de luna llena con aroma a flor, soles de colores y seres destellantes de ton y son que acompañaban los sonidos de su corazón.

Ilustración: Virginia Cordero Historia inspirada en el artesano: Adolfo Idrovo (instrumentos de madera) Corrección de estilo: Rosalía Vázquez Moreno Cuenca - Ecuador, 2018

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Parte Guerra 1939 Kino Garrido

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ÁLVARO ESCRIBE COSAS QUE LA GENTE QUIERE GRITAR

Fotografía: Guardarraya en el Teatro Carlos Cueva Tamaríz de Jorge Peláez

Guardarraya dio un conciertazo en Cuenca como parte de la gira promocional de Me fui a volver. El evento fue el sábado 19 de mayo en el teatro Carlos Cueva Tamariz. Un día antes estuvieron en República Sur para conversar un poco con nosotros. Nos contaron sobre su trayectoria y sobre cómo esta ha desembocado en su nuevo disco. Álvaro Bermeo, Andrés Caicedo, Jason de la Vega y Franco Aguirre coincidieron en una cosa muy especial: Guardarraya evoluciona, pero no miente… esa autenticidad es la esencia de Guardarraya. Son dieciocho años de carrera y cinco discos, pero ¿cómo se ha forjado esta gran trayectoria? Álvaro: Creo que la razón por la que hemos sobrevivido es por el gusto de tocar. Si eso no nos hubiera acompañado durante todo este tiempo, frente a todas las dificultades que siempre existen, creo que ya no estaríamos… como le pasó a tanta gente que comenzó generacionalmente con nosotros. Pero, por suerte, siempre hemos tenido ese gusto de reunirnos a tomar un trago y hacer musiquita. Además de que las tablas son adictivas también. O sea, ese gustito de volver a estar con el vértigo del público y de tocar en vivo… eso también ha sido una gran fuerza motriz. También hacer los discos es algo que nos ha tenido ahí. Esa es la razón sustancial por a que seguimos juntos.

El sonido y el estilo de Guardarraya se han vuelto fácilmente reconocibles. ¿Cómo han evolucionado? ¿Ha evolucionado el sonido de Guardarraya en este último disco? Jason: Si te pones técnico, hay nuevas sonoridades y timbres. Pero no creo que los tecnicismos sean lo más importante. El compositor… sin duda el compositor, que es la guía y la columna de toda esta música también evolucionó un montón. Porque no es que el productor musical se inventó un bolero… no pues. El compositor nos llevó a estos otros lugares. Entonces, el Me fui a volver, para mí, se hace de alguna manera súper psicodélico; es un viaje psicodélico de muchas sonoridades por lo que te digo: timbres y también composición. Y eso es, yo creo, lo que sigue siendo muy Guardarraya. En este sonido, está claro que las letras de Guardarraya son la cotidianidad, la calle… es Quito. Al final, ¿ustedes creen que los deja un poco «regionalizados»? o ¿están buscando romper con eso? Álvaro: En Guardarraya nunca ha habido la intencionalidad de romper nada. Yo no siento que estamos tratando de redefinir nada. O sea, no voy a hacerme el virgen. Sí cacho que hay un pacto de la música y hay una redefinición para las nuevas generaciones. Pero no es que estamos tratando de redefinir nada. Creo que es muy evidente la personalidad del productor musical en el disco, como debe ser. Tampoco sentimos riesgo en experimentar, como en Didascalia u Hoy, porque se van por otro lado. Siempre el disfrute de la banda fue darle por donde nos guste.

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Jason: El riesgo sería no hacerlo. Álvaro: ¡Claro! Más bien así siempre fue la naturaleza de Guardarraya. Por eso a veces suena un son, a veces suena más rock; ahora hay cosas más disco. Me fui a volver lo grabaron en una casa a las afueras de Quito. Cuéntennos qué tal ha sido la experiencia de vivir todos juntos como muchachos de quince años. Álvaro: Eso fue bacansazo, porque era como un viejo anhelo. Y, la verdad, tiene que ver con… hay una película que se llama Sensaciones, de Juan Esteban Cordero. Andrés: Es el relato de una banda que se va de viaje. Álvaro: Y los manes se meten en una casa por el páramo del Cotopaxi; desde entonces —al menos a mí—, me quedó esa pica… Era un viejo interés que yo pensé que era una suerte de sueño desechado, justamente las complicaciones de los trabajos, del guagua, de la mujer, etcétera, etcétera... Franco: La parte técnica también. Álvaro: Pero dando gracias a dios, las cosas se dieron y nos prestaron una casa de hacienda en Cayambe. Increíble. O sea, como mandada a hacer, por el espacio, por la madera, por toda la huevada. Y al menos eso es motivo de mucho orgullo para la banda. Voy a ser exagerado: podrá ser el peor disco, pero tiene una sonoridad genuina. Justamente esa cosa, esa parte orgánica genuina nos dio esa casa; porque no va a sonar igual en otra parte.


O sea que tuvieron bastante tiempo para compartir entre ustedes, ¿para conocerse como músicos tal vez? Álvaro: No, no, eso ya suficiente [risas]. Y ahora que ya están presentando en vivo las canciones del nuevo disco, ¿cómo está acogiendo la gente estos nuevos temas? Álvaro: ¡Bien! La acogida del disco ha sido buenaza. Se ha vendido más de lo que pensábamos. Ya vamos, creo, por la tercera impresión del disco.

En el concierto se confirmó todo el orgullo que exhibe Guardarraya. Efectivamente, es una banda que demuestra toda su trayectoria y autenticidad en el escenario. A tal punto que la gente también las siente. En el Carlos Cueva no fue la excepción, hubo gente que se puso de pie desde la primera canción. Pero a partir de «Hoy», los casi 800 asistentes [el 90% de la capacidad del teatro] se paró para bailar con Guardarraya.

Fotografías: Guardarraya en República Sur y Teatro Carlos Cueva Tamaríz de Jorge Peláez

Andrés: Todos los shows han sido sold out. Álvaro: Y este disco, además, cuenta con dos canciones que La Diabla y Samba Surreal que como que ya existieron antes del disco. Entonces la gente ya las conocía. Pero hoy por hoy, el disco entero se lo saben a veces hasta mejor que yo. Es bastante interesante que se estén presentando en teatros, en Loja se presentaron en el Benjamín Carrión. ¿Qué tal esta experiencia de tocar en un teatro? Porque la gente está sentada, fría… no sé. ¿Qué tanto se compenetra la gente con la banda? Álvaro: Para nosotros es complicado, sobre todo por el tema del alcohol. Porque nuestro público está acostumbrado a «hacerse bosta». Franco: …o a subirse chumaditos. Jason: P**a, esa es la plena, tal cual. Andrés: Y eso crea una dinámica con nuestro público superapasionada… y estamos acostumbrados a que, desde el primer tema, la gente esté «¡Aaah!». En el teatro, obviamente nosotros estamos fríos, la gente está fría y es ese diálogo de «poco a poco los vamos conquistando». Álvaro: Pero, hasta ahora, todos han terminado bailando. Incluso en Loja. A pesar de todo, se ha logrado conquistar a los públicos. ¿Creen que se deba a algo especial? Andrés: Nuestro sonidista, una vez, conversando justo de esto, le pregunto «¿vos alguna vez has visto algo así?; ¿por qué crees que es?» y él me dice «yo cacho que este man [Álvaro] escribe cosas que la gente quiere gritar». Álvaro: Es que hay muchos temas que no sólo tocamos como en el disco, sino mucho mejor. Y eso, modestia a parte, siempre ha sido una característica de Guardarraya: que cuando vamos al escenario representamos lo que la gente escucha. O sea, no le mentimos a la gente en el disco. El rato que vas a escuchar, vas a escuchar lo que está en el disco y hasta quizá tengas… unas sorpresas extras.

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RESTAURANTE

PIZZERÍA MAREA

Horario:

De lunes a miércoles de 17h00 a 22h00 De jueves a sábado de 12h00 a 15h00 y de 17h00 a 23h00 Viernes de 13h00 a 15h00 y de 16h00 a 22h00

Dirección:

Hermano Miguel 4-79

Teléfono:

(07) 282-7827

Rango de precios: 5.00 a 15.00 USD

MAREA, UNA EXPERIENCIA HEDONISTA Un delicioso olor a pan nos recibió apenas llegamos a Marea. Era un pan, un olor muy particulares. Los colores cálidos y la gentileza de los meseros nos invitaron a pasar… y la música nos hacía sentir como en casa. Con todo este ambiente cálido y hedónica a la vez, saludamos a Carlos «Charlie» Andrade que nos contó el secreto para que sus pizzas sean tan sabrosas. ¿Qué elemento esencial distingue a Marea de otras pizzerías? Marea trabaja artesanalmente, con un horno de leña. Nuestras pizzas son a la piedra, directamente a la base del horno y tienen la masa delgada. Trabajamos con materia prima de alta calidad. Nuestro queso por ejemplo se hace en la provincia de Bolívar con ciertas especificaciones. Nosotros, en nuestro horno, hemos fusionado la técnica argentina con la técnica ecuatoriana —pues Marea fue creada por un argentino, en montañita, en 2003—. Cuéntanos de los beneficios de este horno de leña ¡Hace una gran diferencia! Hemos hecho la prueba… vos metes una pizza en un horno industrial, de convección o de esos hornos impresionantes, y al mismo tiempo metes una pizza, con la misma receta, en un horno de leña… la pizza del horno de leña es otra pizza. Cada vez uno hornea, queda todo ese ahumado en el horno. Por eso, la pizza es cada vez más rica, más sabores se involucran. Y a eso súmale también el calor que emana la leña. Tiene un sabor especial. Además de eso, Marea no es sólo una pizzería, también es panadería, bollería y tiene otros servicios. Háblanos un poco del secreto para que sean tan ricos sus productos.

Nos basamos en recetas argentinas. Si bien algunos de los panes son recetas de otros lados (italianos o franceses), nosotros lo que hemos hecho es rescatar las recetas que se han venido haciendo en Argentina. La ciabatta argentina, por ejemplo, es más un pan tradicional que un pan fino francés. Es un pan con un sabor especial porque está hecho en horno de leña y porque utilizamos materia prima interesante; es decir, no escatimamos en conseguir la mejor harina, la mejor mantequilla… trabajamos con materia prima de alta calidad. Entonces, ¿Marea es «calidad»? Más que eso, lo que tratamos de transmitir, más allá del producto, es una experiencia. Ese es nuestro reto: que la experiencia no sea el producto en sí, sino la calidez en el servicio, la música, la gente que está aquí… Y Marea también es un hostal… Sí, ahora tenemos el hostal y al restaurante como uno sola cosa. Antes lo manejábamos por separado. Ahora el hostal es Marea también y eso ha generado una dinámica diferente con la gente que estaba hospedada porque puede utilizar todo el lugar, tiene precios especiales en los desayunos, en la pizzería, en el pan… y la verdad ha sido un cambio positivo. Es parte de la esa experiencia. ¿Cómo describirías a esa experiencia en una palabra? Una experiencia hedonista en la que se involucran todos los sentidos cuando se está en este lugar.

Ven, vive y disfruta de esta experiencia inigualable. Nuestras pizzas artesanales son horneadas en hornos de adobe y leña, preparadas al puro estilo argentino, masa delgada a la piedra con los mejores y más frescos ingredientes. Además contamos con otras delicias y especialidades como nuestra mundialmente famosa Patata Marea, pastas artesanales, empanadas, milanesas, choripanes y otros deleites para el paladar acompañado siempre de gente con toda la onda y buena música.

RECETA Receta de nuestra pizza de jamón serrano y rúcula: Ingredientes: 200 g de harina 200 ml de agua 30 ml de salsa especial para pizza 100 g de queso 15 g de jamón serrano 20 g de rúcula fresca

Preparación: La pizza de jamón serrano y rúcula es la especialidad de la casa y lleva los mejores ingredientes. Como base, se usan 220 g de masa para una pizza grande que se hace con 200 g de harina, 200 ml de agua y una pizca de sal. Se amas a y moldea hasta llegar a la forma deseada. Luego de eso se agregan unos 100 g de queso y un cucharón (unos 30 ml) de la salsa especial marea. Se cocina por aproximadamente unos 10 minutos en nuestro horno de leña para sellar todo con un sabor característico. Al finalizar se colocan 15 g de jamón serrano y 20 g de rúcula fresca. Se agrega aceite de oliva al gusto y se corta en 8 pedazos para servir en tabla de madera.


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