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Esta editorial se autofelicita por sus tres años de andadura en el mundo de la comunicación y de la cultura. Ya son 33 publicaciones: más de 200 artículos, más de 50 poemas, más de 50 ilustraciones y cuentos, todos inéditos. Además, es un privilegio decir que en este año hemos creado la versión digital de nuestro periódico que cuenta con todo el material publicado hasta ahora. Si aún no has podido mirarla basta con ingresar a www.republicasur.com.
Director: Jordi Garrido
Subdirector: Gustavo Peribañez
Editores: Jordi Garrido David Larriva
Impresión: República Sur
Es un enorme orgullo para nuestro equipo saber que contamos con más de 3000 visitas mensuales y muchísimos lectores.
Corrector: David Larriva
El orgullo de todo el equipo que está detrás de este proyecto es compartido con todos quienes trabajaron anteriormente en él y con todos los escritores que por generosidad y convencimiento han mandado sus trabajos. ¡Gracias infinitas desde nuestra redacción a todos quienes han hecho posible este sueño! Felicitaciones también a nuestro hermano mellizo, el centro cultural República Sur que en su condición plena de siamés celebra más 300 conciertos internacionales y locales de todos los géneros, más de 500 películas proyectadas, más de 50 obras de teatro, más de 30 exposiciones, lanzamientos de libros y por lo menos 10 ferias de distinta índole.
Autores de esta edición: Juan Fernando Bermeo Amyr Sarmié Ramiro Urgilés Córdova Rocío Perez
Leo Espinoza Geovanny Narváez Santiago Calle Issa Aguilar Jara
La Gaceta Cultural no se responsabiliza por las opiniones vertidas por nuestros colaboradores.
Como siempre ponemos a disposición nuestra agenda nutridísima de arte y cultura, ¡no dejes de ponerla en un lugar visible de tu casa para que no te pierdas de nada! Esta edición de la Gaceta ha sido hecha con sentida tristeza, pues junto con la alegría de tener a Dianola nuevamente trabajando con nosotros, recibimos la noticia del fallecimiento de su hermano, Alberto. A ella y a Rosalía, dos queridísimas amigas y colaboradoras queremos hacerles llegar un abrazo en nombre de todos los habitantes de nuestra república.
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Diseño y diagramación: Dianola Vázquez Moreno
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Juan Fernando Bermeo
YOSOYELMAL: EL ESCRITOR VILLANO Un texto que se enriquece con las más variadas referencias literarias y musicales es una tarea no muy sencilla de lograr, sobre todo, considerando que las diferentes tribulaciones que aquejan y a veces someten a los escritores contemporáneos se han vuelto parte de una cadena de contemporaneidades que terminan por crear tan sólo dos caminos posibles para la obra: volverse singular en medio del bombardeo de información y sobresalir de entre otras similares, o perderse junto a sus símiles y desaparecer en el cruel olvido del anaquel empolvado. No obstante, es para mí un honor y motivo de mucha emoción hablarles en esta ocasión de Yosoyelmal, del escritor Nicolás Esparza. Y digo emoción porque es una palabra fuerte, tal vez algo trillada, pero precisa para describir la sensación particular que, como lector, he venido sintiendo todos estos días al transitar por las páginas de la obra. Este libro lleva la narrativa y sus características propias a un recorrido vertiginoso por lo contemporáneo; actualiza la visión del lector, así como su imaginario a priori sin mayor pretensión que la de cavilar juntos (lector y escritor) por terrenos poco explorados para el humano común que camina por las calles de Guayaquil o Cuenca ignorando el lado lujurioso y pecaminoso del que no se habla en la mesa. Justamente, uno de los puntos fuertes de la colección de Esparza es la comodidad con la que el yo narrativo desplaza la trama de cada historia y transmite cierto aire de confianza y confidencialidad con el lector. Es pues, una especie de desahogo literario que se siente en los personajes cuando narran hechos; los más terribles y los más obscenos. Y aunque el libro está relleno de imágenes crudas, la prosa de Esparza hace que el lector termine por aceptar, sin mayor reparo, los pesados momentos por los que muchos personajes pasan. Parecen rezagados, desdibujados en una selva de concreto y tecnología que no parece terminar de aceptarlos. Un locus amoenus adaptado en el que los personajes han aprendido a sobrevivir muy a pesar de las reyertas del destino, que los acecha incansablemente. Otra de las características importantes de este libro frente a otros de narrativa ecuatoriana actual es la facilidad con la que el narrador expresa situaciones incómodas que se terminan bañando en el aura de lo cotidiano. La cantidad de situaciones fuera de lo común que, en muchos casos, resultan ser bastante cotidianas. Por lo menos, así se sienten al leer los pasajes de Yosoyelmal. Dijo el escritor valenciano Xavier Aliaga: «la literatura ha de incomodar, generar preguntas y causar un estado de agitación». Pero volviendo al tema de las referencias, el libro se divide en cinco partes que evocan una terminología bíblica innegable. Ya desde este punto, podemos evidenciar la fuerte relación de la obra de Esparza con el sarcasmo, la ironía y la parodia. Si bien no se trata de una obra de carácter picaresco o satírico, sí hay mucha sátira regada entre cada párrafo que plasma una poderosa idea que articula a las narraciones: La condición humana y lo contemporáneo enfrentados a pesar de ser consecuencias uno del otro. En la tan atinada
referencia en el texto Autoentrevista, pieza que abre el libro, tenemos por ejemplo un testimonio coyuntural sobre esta ambivalencia equilibrada y autodestructiva: la serpiente mordiéndose el rabo, como el legendario Uroboros. La primera gran parte de Yosoyelmal, luego del denominado Génesis, plasma una serie de diez relatos que constituyen un paralelismo con los diez mandamientos bíblicos. Hacen alusión con nombre y número a cada uno de ellos. No voy a hablar de todos los cuentos porque este artículo no trata de spoilear el libro entero, no vaya a ser que se priven de comprarlo, pero voy a destacar dos relatos por sobre los demás, por puro gusto personal: 1. «El Abuelo», que se corresponde con el cuarto mandamiento —honrarás padre y madre—, es un cuento que ya tuvimos la oportunidad de degustar en la colección de autores ecuatorianos Despertar de la Hydra, compilación de Romero Vinueza y Abril Altamirano. En el cuento existe un contraste espectacular entre dos generaciones que se contraponen en muchas cosas y aun así comparten otras. El tema de la vejez como el final de la vida, sus repercusiones en la salud mental y los tormentos de las acciones pasadas enfrentadas con la juventud, sus dudas, su inocencia y la pulcritud de los sentimientos de quienes deben experimentar mucho todavía. Un verdadero canto a la memoria que se escapa en la senilidad, matizado con temáticas tabúes y mala comunicación familiar. 2. El cuento de Sally o cómo se aplica el complejo de Elektra entra en juego con el décimo mandamiento: no codiciarás los bienes ajenos. Una desgarradora y cruda historia que abarca temáticas violentas como el chantaje, la violación y la mentira, sazonadas prolijamente con una narrativa sobria y directa que deja entrever en sus líneas la desesperación de una niña que no termina de entender del todo qué es lo que está pasando en su vida; que debe tragarse sus penas para hacer feliz a su padre, y que debe satisfacer los más bajos deseos de una madrastra que se perfila como la figura actualizada de la madrastra de los cuentos clásicos. La narración es una especie de Cenicienta renovada en la que las hadas y el final feliz no caben entre los tormentos de una niña y los trastornos de una mujer devastada e insatisfecha. La segunda gran parte de este libro trae una excelente compilación de narraciones breves denominada «Evangelio según Nicolás». Las narraciones que forman este apartado crean una atmósfera que encierra al lector dentro del mundo de la escritura, vista desde el punto de vista de los escritores en persona. El lenguaje en este fragmento se codea con la prosa poética y deja a la narrativa pura en un merecido y bien ubicado segundo lugar. El juego metaliterario que se percibe en estos textos; hace que cada aseveración se conjugue de manera armoniosa con los gajes del oficio de la escritura y, para quienes escribimos sobre todo, nos resulta realmente imposible no identificarnos con frases que adquieren un significado mucho más contundente en estas condiciones.
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En este sentido, es fundamental que se hable también de la sexualidad vertida en toda la obra. En Yosoyelmal podemos leer una sexualidad activa, que no se cohíbe de mostrarse frente a los ojos curiosos, un acto de rebeldía feroz frente a la sociedad tradicionalista y vetusta. Este es uno de los fuertes más grandes del libro, ya que el papel de la sexualidad en muchos de los pasajes cobra una relevancia invaluable al momento de centrar en los personajes las miles de sensaciones que se presentan ante el descubrir del sexo, ante lo que se debe callar; ese sabor a pecado que encanta y avergüénza en una dicotomía perfecta. El autor plantea en su genial Discurso post-porno pansexual: «La literatura es sexualidad porque el género en ambas se ha vuelto nada y ha explotado en nuestras caras, dando cabida a formas diversas de literatura, así como de sexualidad». Dice también: «La literatura también es pornografía. Mi literatura es pornografía. A través de ella, me inmiscuyo entre sus sienes y me instalo en sus psiquis, comenzando un lento masaje en sus lóbulos, transfiriéndome a lo largo de su piel, provocando despelucamiento en sus brazos y piernas, mientras me instalo en sus sexos». Hacia el final, tenemos dos piezas narrativas. Resalto la increíble calidad y el gran acierto formal con el que está estructurada la penúltima parte: «El Dadaverso: Generación cósmica, posmoderna, interdisciplinaria y, por ende, literaria-pseudocientífica-y-audiovisual de un universo logófago, metaliterario e inintencional». Este esbozo de novela, como lo ha catalogado su autor, recuerda mucho a la soltura narrativa con la que han sabido desenvolverse autores de renombre, saliéndose de los cánones establecidos; como lo hiciera Palacio en su fabulosa Vida del Ahorcado, o el mismo Jorge Enrique Adoum en Entre Marx y una mujer desnuda, ícono de la narrativa de esta época, con sus pies de página poco comunes y sus saltos narrativos que invitan al lector a estar en vela por cualquier artimaña que el escritor pueda haber preparado para él. Una de sus mejores cualidades es el acompañamiento fiel que hace la voz narrativa, regalándonos enlaces digitales hacia canciones específicas que no sólo funcionan como soporte para el texto sino que en muchos casos adquieren un protagonismo inusual para este tipo de detalles, en un proceso o paso de lo ornamental hacia lo canónico, hacia lo imprescindible. Quisiera exponer muchas más impresiones que he tenido al leer esta obra, pero realmente creo que es primordial que sean ustedes los que deban degustar esta colección de relatos que, para mi humilde opinión, funcionan a la perfección como un artefacto narrativo invaluable para la literatura contemporánea. Así mismo, considero que Nicolás Esparza es una de las voces más potentes de la literatura joven del país, una pieza clave para la concepción de las nuevas literaturas, ese enlace entre lo divertido del pasado y lo aterrorizantemente real del presente en el que nos desenvolvemos.
Amyr Sarmié
BAILE, SALTOS Y MOSH EN EL ANIVERSARIO DE REPÚBLICA
Fotografía: Mateo Kingman y EVHA por Xavo Gallegos
El General Villamil, Espumita y EVHA estuvieron aquí, celebrando nuestro tercer aniversario y botando la casa por la ventana con nosotros. No sólo tuvimos música; pasarelas, perfomances y sonidos orgánicos también fueron parte del menú de este cumpleaños. A eso se suma un aderezo de mucha gente chévere y divertida que nos acompañó con todo este arsenal artístico. Así de sabrosas estuvieron las noches del viernes 13 y el sábado 14 de abril… Es que toda esta tremenda fiesta no podía caber en un solo evento. Cada una de las noches tuvo una tonalidad particular y un ritmo distintivo. Mientras que una emanaba una vibra chill y «bailable», la otra fue un poco más «mosheable». Sabores para todos los gustos y colores. Una fiesta dedicada a todos los republicanos que nos han acompañado estos tres añitos de vida.
se adora al «Gran Espíritu» (como él lo llama). A través de ritmos y sonidos creados por la boca, por estos silbatos artesanales y por aplausos bien coordinados, nos hizo bailar, cantar y volar. La fiesta del viernes no fue solo por República, la marca de ropa Mandril Estudio también estaba celebrando su aniversario. Fue por ello que, después de Fabrikante, el artista escénico Pedroso Modo se instaló en el centro del salón, para deleitarnos con una coreografía perfecta para la ocasión. Vestido con una chaqueta y una camiseta de Mandril, el bailarín empezó a moverse, con la profunda intención de volverse agua y, con ella, conectar el cielo y la Tierra. Movimientos bien coordinados, que distribuían la energía por todos los rincones del recinto… y por todas las miradas, y por todos los cuerpos. A continuación, se desplegó una pasarela con casi veinte modelos de cara pintada que exhibían distintas prendas mandrilescas. Tanto la pasarela como la coreografía de Pedroso fueron para promocionar la nueva colección de Mandril: Tamya (lluvia, en quichua), que está inspirada en el agua. Es así, que en esta nueva colección, pudimos observar formas y colores que solo se pueden encontrar en el agua. Tamya es una de las cuatro colecciones que Mandril lanza cada año. Los diseños, hechos por Daniela Mosquera y David Arias, se inspiran en etnias precolombinas con un toque de moda urbana.
Mateo Kingman y su banda, EVHA (El Viejo Hombre de los Andes), fueron el cierre perfecto para nuestra primera noche de celebración. El viernes 13 estuvo lleno de propuestas novedosas y de ritmos levitantes, ideales para bailar y tripear. La fiesta empezó a las 10pm con Fabrikante y su proyecto de música orgánica. El guayaquileño se subió al escenario con una cajita y con una actitud muy decidida; empezó a sacar de esa caja un montón de pequeños instrumentos de viento artesanales, hechos de barro, cerámica o madera, que parecían sacados de esas culturas antiguas que antes habitaban el suelo ecuatoriano. De hecho, EVHA se subió al escenario. Los cuatro integrantes el concierto de Fabrikante tuvo un aire a uno de se ubicaron en sus respectivos instrumentos; que esos rituales espirituales ancestrales, en los que eran, en su mayoría, electrónicos. Es cierto que
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la música de El Viejo Hombre de los Andes tiene ese bit levitante de la electrónica; sin embargo, también tienen un toque orgánico y ancestral. Sus sonidos generan la mística de una fiesta de tambores que invita a mover el cuerpo para rendir pleitesía a la Luna, a la Lluvia y a la Madre Tierra. Por eso digo que la armonía de todos los elementos de aquella noche estuvo muy bien planteada. Este bit ancestral fluía de manera hipnotizante. Me atrevo a decir que el ingrediente secreto de ese hipnotismo se encuentra en la honestidad. Sí, leíste bien. Detrás de estos ritmos y sonidos hay composiciones con identidad y honestidad. Es música hecha desde lo más profundo del ser. Y así es como finalizó nuestra primera noche de aniversario… ¡Fluida y levitante! El General Villamil y Espumita llegaron para nuestra segunda celebración. La noche del sábado 14 estuvo dedicada a los amantes de la música un poquito más pesada. Así que, para poner la energía increscendo, Zura abrió el show con un rock sutil un poco soft, de esos que provocan bailar y dejarse llevar. Zura es un proyecto cuencano del baterista Sebastián Zurita que ha aprovechado nuestro aniversario para promocionar su segundo disco Hondonada, que fue lanzado hace pocas semanas. No nos dejemos engañar, ‘rock sutil’ no es sinónimo de ‘rock sin fuerza’; todo lo contrario. Zura empezó con sutileza pero con una bien marcada seguridad. Es así como lograron que el público se sumergiera en su música, en sus acordes y en ese groove chill a la vez pesado que tan bien los
caracteriza. Esto no hubiera sido posible sin una alineación de músicos bien planteada: la manera en que cada integrante de la banda se conectaba con su respectivo instrumento se podía percibir no solo visualmente, sino musicalmente también. Zura nos dejó picados y con Espumita nos desquitamos. La gente todavía tenía muchas ganas de bailar y saltar así que Espumita se subió al escenario con la energía a su favor. Aunque a lo mejor no la necesitaban porque estos guayaquileños, ya de por sí, transmiten mucha energía en su música… una energía salpicante. ¡Hicieron honor a su nombre! Cuando la gente los escuchó, lo último que se le antojaba era quedarse quieta. Todo gracias a un power contagioso arriba y abajo del escenario; especialmente si hablamos del vocalista Carlos Alberto Núñez que no paraba de salpicar su fervor a todos los presentes. Lo que más encanta de Espumita es su estilacho un poco desaliñado, como si les importara poco su apariencia. Y no sólo me refiero a sus vestimentas y peinados, sino incluso al empaste de su música. Podría parecer un defecto hasta que nos damos cuenta de que eso es lo que les aporta una autenticidad difícil de igualar.
Fotografía: EVHA por Xavo Gallegos
Pero el más esperado, sin duda, fue El General Villamil. Ellos también son guayaquileños, pero de una onda un poco más «pelucona»; y sí, también me refiero a los superchuros de David Rojas, el vocalista. La energía de su música fue la cereza perfecta de este pastel republicano. De hecho, El General Villamil exhibió más contrastes en su show, ritmos que iban desde la dulzura y la parsimonia hasta una vertiginosidad muy mosheable. Y toda esta potencia tenía un toque de sensualidad muy rebelde que comenzaba en la conexión de cada uno de los músicos, pasaba por las sonrisitas encantadoras de Bea, la tecladista, hasta llegar a los gestos y la excelente interpretación de David. La canción favorita de la gente fue «Sasha me enseñó un nuevo baile», con ella se armó el mosh … y mosh del bueno.
Fotografía: Fabrikante por Mandril Estudio
Estábamos de cumpleaños y nos merecíamos todo al puro estilo de República Sur: los conceptos bien planteados de cada una de las veladas. Cada noche tuvo su target específico; sin embargo, todos tenían algo en común: amor por la música y mucho cariño por el talento local y nacional. En efecto, esta fiesta tuvo invitados de las tres ciudades principales del país, y no cualesquier artista, sino artistas reconocidos en todo el Ecuador e incluso más allá. En resumen: se gozó, que no quepa la duda. Solo queda decir… ¡vibra República Sur!
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Fotografía: Desfile Mandril Estudio
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Ramiro Urgilés Córdova
EL ARTE: UN ACTO DE IRREVERENCIA. MIRAR AL OTRO A TRAVÉS DE LA REBELDÍA Hace un par de noches, mientras leía el epígrafe de una novela empolvada por los años, medité sobre el bello acto que se desarrollaba en mi habitación. Casi enseguida, cuestioné lo que hacía; frasecillas sueltas, eternidades inertes, estrellas y palabras. ¿Acaso aquello era el arte? Recordé una frase de Émile Zola: «Si me preguntas para qué vine a este mundo, te responderé: para vivir en voz alta», y concluí que si el valor de la vida podía ser puesto en tela de duda, el del arte jamás. Sin embargo, ahora me preguntaba ¿qué era el arte? El silencio me vencía y la noche se volvía inmensa. Salí de mi cuarto hacia la sala, me acerqué a mi ventana y observé a un hombre de lento caminar fundirse con la luz amarillenta del alumbrado público, regresé a mi cuarto mientras aquella sombra se perdía en el horizonte de un olvido prematuro. En ese momento el arte lo era todo, pero principalmente era rebeldía. En el acto escribí lo siguiente: Resuenan sus pisadas, nacientes en el frío ¡Escucha bella noche!, de mis labios el grito, y dile al creador, de silencios cautivos, mártires cantores, ¡Piedad Señor para aquél! El arte lo era todo, y era rebeldía, pero no mi rebeldía; era la lucha del mendigo que buscaba cartón en las tinieblas. El arte se develaba en la realidad y solo a través de la realidad me fue posible mirar el rostro doliente del que sufre, el hombre solitario que vaga en las estepas de una sociedad que le es ajena. Descubierto el bellísimo rostro de la expresión, tomé un descanso y retomé mi lectura, pero al poco rato me vi interrumpido por la llegada de una nueva interrogante: ¿el arte únicamente es la posibilidad de mirar el dolor del otro? No, tal vivencia no fue simplemente una mirada rápida, un ligero vistazo que permita seguir en la inercia, aún menos el llamado al frío accionar político, observé al otro en su máxima plenitud.
Solamente después de haber observado el rostro del otro, me ha sido posible concebir al arte en su dimensión primera: la rebeldía. En un segundo momento, aquel grito rebelde se convirtió en libertad, pero no la libertad egoísta de la que hablaba Heidegger (la apropiación de uno mismo), sino la visión ética fundadora del hombre, a la que se refería Lévinas. Es necesario que ahonde brevemente en este punto y en especial en varios conceptos del filósofo lituano. Los pensadores antiguos, en especial los griegos, no se centraron en el estudio de la libertad, precisamente, por considerarla perteneciente al reino de la experiencia y no al de la teoría ideal. Aun así, existen grandes relatos acerca de la libertad de la cual hablo, contenidos en varios pasajes bíblicos y talmúdicos. Siguiendo a Lévinas únicamente existe libertad cuando hay acción, en esta travesía hacia la libertad se da la entrega de las tablas de la ley que son recibidas por los hebreos con la frase «haremos y escucharemos» que es tomada por el filósofo judío como punto de partida para conducir a la libertad en la función que le compete cuando se considera prioritario el sufrimiento humano y la injusticia. Los textos judíos, receptados posteriormente por el cristianismo, no tenían el objetivo de crear una religión institucionalizada, sino una ética que es anterior a toda posible acción humana, porque se trata de un saber que no proviene del conocimiento, sino de una sabiduría que emana del reconocimiento del otro — que no solo es el prójimo, sino el extraño— por lo cual es piadoso, no el feligrés que ora, sino el justo por su acción. De esta manera, el arte se nos muestra como acción ética a través de la cual podemos alcanzar la libertad más allá del mítico yo. Distante de mi morada, paciente ella espera. Una sensible mirada, al otro por el que hablo. Cautivo por la palabra, libre por lo que hago.
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La temperatura bajaba y a medida que las horas transcurrían descubrí la tercera faceta del arte. La rebeldía, la mirada ética y la apropiación de la realidad. Experimentaba una profunda alegría. Con anterioridad en este texto, me había referido por separado a estos dos términos, pero, a qué me refiero cuando hablo de la apropiación de la realidad. Para ello, debo retomar el concepto de libertad propuesto por Heidegger; con justa razón critico la apropiación de uno mismo como definición de libertad, empero este estado es sustancial para poder comprender a la creación artística en las dos dimensiones mencionadas previamente. Sin duda, respirar grandes bocanadas de aire será un imperativo de este siglo, un aire cargado de realidad, pero no la «realidad» mediática y sobresaturada a la que estamos acostumbrados, sino un espacio en el que nos sea factible retornar al encuentro comunitario, cargado de diferencias, pero por sobre todo de similitudes; y por medio de la otredad, redescubrirnos como seres humanos participes plenos de la sublime creación a la que llamamos vida. Evidentemente, en este punto, el lector tendrá dos posibilidades: dejar de leer el texto o, en su defecto, finalizar una rápida lectura para continuar con sus quehaceres como si nada hubiese ocurrido; en caso contrario deberá acercarse a la primera ventana que encuentre en su casa, abrirla, tomar un poco de aire, para que después sea capaz de evidenciar la presencia del otro. Así le será posible redescubrir la realidad que nos arrebatan al crecer. Si usted decide hacer eso, podrá sonreír a pesar de que la realidad le parezca dura, tenga rebeldía, actué pensando en los demás, aprópiese de usted pero también de todo lo que lo une a los demás, no habrá obra artística más bella que esta y de esta manera el arte podrá justificarse por sí mismo y de seguro usted acompañará con su nueva voz a este verso. Dulces mis días, cansadas nuestras manos, hemos hablado.
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Rocío Pérez
«LA CIENCIA FICCIÓN ES UNA INMENSA METÁFORA» —¿Sabes, Úrsula? Nunca me imaginé esto así —señaló la mujer de melena ensortijada mientras con un solemne ademán abarcaba, café en mano, un amplio círculo a su alrededor. —Lo que me resulta interesante, Liliana, es que te pudieras imaginar que habría algo después —le contestó sonriendo la anciana de cabellos plateados. —Sinceramente, no sabría decirte si lo pensaba, lo esperaba o lo creaba… —Liliana Bodoc le devolvió la sonrisa—. Pero te aseguro que nunca pensé en algo así, y mucho menos compartirlo contigo.
Úrsula K. Le Guin rio a carcajadas y le agarró la mano con cariño.
—No te preocupes Lili, seré tu guía por Terramar, siempre que tú lo seas por la Tierra de los Confines. —Lo que me preocupan más son las transiciones —señaló pensativamente Liliana apurando su café—. De Gethen pasamos a distintos lugares de la Tierra, como ahora, y de ahí a Anarres o a cualquier otro mundo. No sé si tomarme esto como el «Paraíso», el «Infierno» o el «Purgatorio». —Bueno, sobre lo que no hay duda es de que es un camino que tenemos que recorrer, y parece que vamos a hacerlo juntas —la miró con esa mirada amable y tranquilizadora que Liliana conocía bien—. No hay prisa ninguna, no hay motivo alguno, pero no te voy a negar que poder observar nuestros mundos desde esta nueva perspectiva es una oportunidad que no quiero perder.
Fue el turno de reír a carcajadas de Liliana.
—¿Esto es observación participante? —preguntó.
—Esto es mucho más Lili —respondió Úrsula—. Yo he sido la antropóloga en mis propios mundos. Mis protagonistas trataban de hacer entender al público espectador lo que ocurría en las historias, en otras historias, pero desde un punto de vista de análisis desde el interior de las sociedades, no meramente a través de un hilo argumental. Tú escribiste desde otra posibilidad, reescribiste la historia del mundo aquí, pero desde aquellos que no tuvieron oportunidad de contarla. Pero ahora —prosiguió—, ahora tenemos la oportunidad de vivir en los mundos que hemos creado, no tras los ojos de dos observadoras, sino con los nuestros propios. La perspectiva cambia.
Liliana asintió.
—Entiendo a qué te refieres Sula, pero no deja de ser ligeramente aterrador — murmuró Liliana posando el café sobre la mesa y frotando sus brazos como si, de repente, sintiera frío—. Hemos creado mundos ficcionales donde todo, tal y cómo lo conocíamos, había desaparecido. Y aunque ambas creamos firmemente que este mundo humano tiene que cambiar, lo desconocido, aunque sea creado por una misma, sigue siendo desconocido a un nivel experiencial, por más que sea cotidiano en nuestro pensamiento.
Úrsula bajó levemente la mirada hacia su pequeño cuaderno de notas.
—Exacto —exclamó Le Guin—. Eso es lo que lo hace tan interesante.
Liliana levantó sus manos al techo de la habitación negando a su vez con la cabeza.
—Eres imposible.
—Eso espero —respondió Úrsula guiñándole un ojo.
Ambas mujeres rieron.
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—Siempre recuerdo esa frase tuya Sula —continuó hablando Liliana—. «La ciencia ficción es una inmensa metáfora». Eso hacíamos… expresábamos las realidades existentes a través de otras no existentes, pero que, sin embargo, guardaban estrechas relaciones con aquellas. Las mismas problemáticas, formas de pensar, guerras, odios, amores… daba igual quienes fueran y dónde fuera, nos imaginábamos a los otros como muy cercanos. Yo denunciaba los horrores del genocidio en mi continente, en América Latina, jugando con la posibilidad de preguntarnos qué hubiera pasado si no hubiera existido la colonización que sufrimos. Tú denunciabas los horrores de un sistema capitalista y uno patriarcal unidos, entrelazados en las miserias de la gente y mostrabas la posibilidad de otras formas de organización política, económica e incluso de vida. No obstante, a pesar de que ambas usamos estas metáforas para visibilizar que necesitamos abogar por un mundo más justo, ético y equitativo a través de otras historias con formas diferentes de enfrentarse a los mismos problemas, con sentimientos, con emociones, con entendimientos y cuidados mutuos…
Liliana se detuvo unos segundos.
Úrsula la observaba con curiosidad.
—¿No has pensado alguna vez en crear un mundo totalmente diferente? Sin las estructuras de pensamiento, sin las ideas, sin los conceptos… Ir más allá, incluso, de la metáfora. Transgredir el mismo acto cognoscitivo inherente al ser humano…
Los traviesos ojos de Úrsula brillaron emocionados.
—Un ejercicio de lo más atractivo y necesario, mi querida Liliana. Quizás cuando crucemos la siguiente puerta, deberíamos empezar a pensarlo juntas cualquiera sea el lugar al que vayamos. *** Sigo pensando que este mundo así no cierra. Que hay muchísimas posibilidades de que sea mejor, mucho más justo, mucho más humano. Y jamás dejo eso de lado a la hora de escribir. Jamás me desentiendo de este mundo, de la esperanza —utópica dirán muchos, y a mí me importa poco— de transformarlo. Jamás. Siempre pienso que escribir tiene que ver también con aportar para transformar el mundo. —Liliana Bodoc
Piensan que si la gente posee muchas cosas se contentará con vivir en una cárcel. Pero yo no acepto eso. Quiero derribar los muros. Quiero solidaridad, solidaridad humana. —Úrsula K. Le Guin Los Desposeídos Ursula K. Le Guin (USA) y Liliana Bodoc (Argentina) han sido dos de las escritoras más importantes de ciencia ficción (igual no las conocen tanto, a diferencia de autores como Isaac Asimov, Philip K. Dick, Arthur Clarke, Ray Bradbury, H. G. Wells y demás, porque se atrevieron a ser mujeres y escribir sobre estos temas «de hombres»). Estas dos mujeres señalaban en sus conferencias y entrevistas la necesidad de escribir (cada una con sus peculiaridades), con cierto grado de denuncia social —incluso en la ficción—, y con la intencionalidad de explorar los límites, las estructuras y los bordes de nuestra forma de ver el mundo. Ambas han fallecido al comienzo del 2018 dejando un gran vacío en un género como es la ciencia ficción que se construye tanto con las esperanzas y anhelos, como con los miedos y los odios de la humanidad. Buen viaje compañeras.
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Leo Espinoza
CANCIONES BREVES La duración de una canción responde, inconscientemente, a una necesidad creativa. Cada idea tiene cualidades propias, que exigen ser cumplidas por nosotros como intérpretes. Es decir, no elegimos un arreglo, ni un instrumento, ni un estilo sonoro, sino hacemos caso a lo que la canción misma pide. Los compositores con quienes conversé revelan que tampoco se suelen plantear una duración específica como objetivo a la hora de crear. Todos concluyen que una canción está completa cuando logra transmitir un ¿Cómo es posible narrar algo que vale la pena si concepto, un sentimiento, algo que quiere se tiene los segundos contados? ¿Cómo puede contar o cuando logra conmover de alguna sintetizarse algo dentro de una estructura que forma. suena insuficiente para abarcar todo lo que uno quiere decir? ¿Es cuestión de velocidad? Pero también se puede entender la duración ¿Tiene que ver con el género musical? ¿A qué de una canción como una postura, una forma de resistencia ante estándares musicales obedece la duración de una canción? establecidos. Pedro Bonfim, cantante y Para mí, las canciones cortas pueden tener compositor de Lolabúm, piensa que tanto una, varias o todas las partes de una estructura bandas punk como Wire o bandas progresivas musical estándar. Son parecidas a una como Pink Floyd utilizaban la duración de sus inyección de energía, porque en menos de dos canciones como un canal para expresar ideas, minutos, hacen lo que a otras canciones les independientemente de los formatos que resultaban comerciales o aptos para la radio toma por lo menos cuatro. en su época. De esta manera, ambas bandas Muchas de mis canciones favoritas duran utilizaron los dos extremos de longitud de una menos de dos minutos. Como «Pin» de canción como herramientas en su manifiesto Yeah Yeah Yeahs, «Estación» de Sui Generis, artístico. «Allison» de Pixies, «Her Majesty» de Beatles. La capacidad de empacar tanto sentimiento en A veces, resulta más fácil entender la duración tan poco tiempo está conectada a la habilidad como una consecuencia. Carlos Núñez, de la narrativa y a la sensibilidad de sus autores banda Espumita, antes consideraba que tenía para recibir emociones fuertes y procesarlas que llenar dos minutos para poder llamar a algo canción. Ahora siente que cada composición de manera empática y eficiente. Hay algo que se siente fresco en las canciones es un juego, que tiene sus propias reglas y debe breves y tiene que ver con «encontrar la belleza completar la parte psíquica de quien la ejecuta de lo efímero» según Gabriel Valenzuela, antes de estar acabada. creador de H.O y los Bicivoladores, proyecto musical que abarca una discografía masiva de Sebastían Valbuena, compositor de la banda Pánico, comenta que si bien no suele más de cien canciones cortas. plantearse la duración de una canción al Un día descubrí mi género musical favorito: la canción breve. Desde entonces, he querido encontrar una receta para componer pistas concisas y emocionantes. Inevitablemente, esta búsqueda también se ha convertido en un intento por definir la palabra canción. ¿Qué hace que un segmento musical pueda sostenerse por sí solo; que no sea un pedazo, sino un todo? Es difícil diferenciar una idea de una canción. Especialmente si hablamos de formatos de tiempo reducidos.
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momento de componer, a veces sí tiene un acercamiento por el lado conceptual. Este tipo de dinámicas son evidentes a lo largo de su discografía, especialmente en el disco No, que contiene ocho canciones, todas con un minuto quince segundos exactos de duración, cifra cuyo proceso y propósito no conocemos con exactitud. Lo que sí nos queda claro como oyentes, es que esta premisa de longitud, técnicamente restrictiva, alimenta nuestra curiosidad por el proyecto y enriquece la naturaleza comunicativa de las canciones. Muchas veces, la limitación es la mejor manera de encontrar lo fundamental dentro de nuestros discursos. Pensar en la longitud de una canción es abrir la puerta a nuevas opciones de composición, a posibilidades creativas y a discusiones acerca de nuestra música. Tal vez las canciones breves encajan mejor dentro de nuevos métodos de distribución sonora. Tal vez coinciden con los procesos cognitivos del mundo moderno cuando pareciera que las personas no podemos concentrarnos en nada por más de un minuto. O tal vez tienen el efecto contrario y son tomadas en cuenta mucho menos que antes por no poseer la longitud estándar para radios o discotecas. Es una pena que exista tanta música increíble en el mundo y que no lleguemos a escucharla porque no está presente en los canales de distribución correctos. Pero la experimentación con formatos y códigos no convencionales es el primer paso para encontrar nuestras voces verdaderas, y de esa manera, hacernos entender por personas que difundirán narrativas que les resulten interesantes e innovadoras. Agradezco de corazón a los cuatro entrevistados por su tiempo y por sus respuestas: Pedro Bonfim, Sebastián Valbuena, Gabriel Valenzuela y Carlos Alberto Núñez.
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Geovanny Narváez
DE AKI KAURISMÄKI A ¿QUÉ ES UNA BUENA PELÍCULA? Cuando alguien declara interesarse por el cine, suelen surgir preguntas frecuentes a modo de interrogatorio; por ejemplo: ¿has visto tal o cual película?, ¿conoces tal o cual director? Si la respuesta es negativa, el interlocutor con asombro incriminará: ¡no has visto esa película!, ¡no conoces a ese director! En esa situación, un buen cinéfilo recurriría a buscar una excusa inteligente; tratará de hurgar en la memoria y afirmar que, en efecto, conoce el nombre del director —y quizá pueda acertar con el título y año de una película destacada—; pero con cierta contrariedad declarará que hasta ese momento no ha visto nada del susodicho.
circunstancias diferentes. De hecho, no es lo mismo un comentario espontáneo o una conversación de pasillo o de bar, que una crítica en sentido convencional. Tampoco es igual una crítica periodística a la de una revista especializada. De este modo, Jullier clasifica los criterios de juicio en «ordinarios», «comunes» y «distinguidos». Los primeros aluden a una suerte de una crítica salvaje y se subdividen básicamente en dos premisas: una buena película tiene éxito (comercial) y una buena película es un logro técnico. Los segundos, los comunes, apelan a la experiencia cinematográfica del espectador y trata de la relación directa entre sujeto y objeto que invoca tanto lo subjetivo como lo formativo (es decir, la ética y la moral): una buena película es edificante y una buena película es conmovedora. Por último, están los criterios distinguidos que están a disposición, casi restringida, de los expertos en la práctica, teoría y crítica cinematográficas: una buena película es original y una buena película es coherente. En resumen, los criterios con los que frecuentemente se valora una película son: éxito, técnica, ser edificante o no, emotividad, originalidad y coherencia.
Lo anterior se ajusta al enunciado: «los cinéfilos saben todo lo que deben saber sobre las películas que no han visto». Esta frase se encuentra en La Distinción (1979) de Pierre Bourdieu. Y es precisamente un affaire de (auto) clasificación el procedimiento de seleccionar, ver y saber sobre tales películas y directores. Es decir, conocer lo que se supone —de acuerdo a un determinado canon— se debe ver y saber. La versión romántica del cinéfilo se sustenta en el amor desinteresado por el cine que nace cuando ciertas películas le comunican o le hacen sentir algo. Ese algo es un lugar idílico donde se produce el encuentro con la experiencia estética. Pero hay distintas cinefilias o formas en la que se desarrolla ese supuesto amor desinteresado por el cine. De hecho, una de ellas es un afán de distinguir y distinguirse, de clasificar y clasificarse. Amar el cine de arte no es lo mismo que amar películas de acción. Pero más allá de esta lógica, la cinefilia es una suerte de refugio donde alguien intenta comprender la compleja existencia y el sentido del mundo. El amor ciego al cine, a veces inefable, es análogo al que encuentran los sectarios o creyentes, ya sea en religiones o en otra forma de idolatría donde se adoran fetiches sin saber por qué. La diferencia radica en que el arte, hay que remarcarlo, es antípoda de las normativas y las convenciones o, al menos, esa es su pretensión y anhelo.
¡No has visto los filmes de Aki Kaurismäki!
Dos personas que no se identifican ni como especialistas ni como cinéfilos me hablaron en situaciones diferentes sobre el tal Aki Kaurismäki. En ese afán de conocer algo que debía conocer, es decir, en el deber de saldar mi ignorancia sobre el carismático director finlandés, comencé mi programación personal. En efecto, el nombre me decía algo pero no sabía nada más. La razón de tal incompetencia ahora mismo la desconozco. Es probable que una lista de películas se antepuso al hilarante Aki Karausmäki. Posiblemente el nombre y las películas del reputado Kaurismäki no llegaron a mis manos, ojos y oídos antes porque el medio no fue favorable. Recuerdo que en algún evento académico alguien se refiero a él, pero por desinterés, o más bien por incompetencia, no presté mayor atención. Sea como fuere, desconocía la obra de Aki hasta hace poco. En este terreno, si la ignorancia es un sacrilegio para quienes admiran a este singular director finlandés, presento mi mea culpa.
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La puesta en práctica de estos preceptos en la filmografía parcial de Aki Kaurismäki podría ser como sigue: Aki Kaurismäki
En esta situación, entre curioso y comprometido, armé el desordenado ciclo con Un hombre sin pasado (2002), película ganadora del gran premio del jurado en Cannes y el premio a la mejor interpretación femenina otorgado a Kati Outinen, actriz fetiche de Kaurismäki. Entre paréntesis: un director que quiere ser considerado auteur arma un singular proyecto artístico en trilogías con temas, lugares y personajes (del proletariado y de Finlandia, en el caso que nos ocupa) que reaparecen, se citan y se complementan. Aquí, cierre de paréntesis. Seducido por el singular estilo parco e irónico, procedí, siguiendo el desorden, con: Le Havre (2011), El otro lado de la esperanza (2017), Leningrad Cowboys van a EEUU (1989), La chica de la fábrica de cerillas o Tulitikkutehtaan tyttö en finés para los puristas (1990), Luces al atardecer (2006) y La vida de bohemia (1992). La última película de este corto ciclo me llamó particularmente la atención.
¿Qué es una buena película?: Los criterios del gusto artístico
Ahora bien, en este instante, si alguien me replantea las preguntas iniciales daré una respuesta positiva, pero casi de manera inevitable, resultarán las siguientes interrogantes: ¿qué te parece?, ¿te gusta? Surge entonces el dilema de encontrar un punto de vista perspicaz sobre la parcial filmografía de Kaurismäki (o de cualquier otro caso). Para ello, como un amateur, me referiré al libro Qu’est-ce que un bon film? (¿Qué es una buena película?) del 2012 de Laurent Jullier1 para luego proferir mi explicación. De forma general, Laurent Jullier menciona tres criterios para valorar una película que aparecen a menudo pero en
La primera publicación de este libro es del 2002, existe una traducción al español. Aquí utilizo la versión reeditada por el autor.
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Las películas de Kaurismäki, mencionadas más arriba, no fueron éxitos de taquilla, en el sentido comercial o hollywoodense, pero sí fueron éxitos en los festivales europeos, en el de Cannes y en la Berlinale. En efecto, las obras de Aki se destinan a una cierta franja de público, principalmente a aquel que gusta o tiene la costumbre, afinidad, amor indescriptible de ver cine de arte y ensayo. Por otra parte, no creo que la técnica utilizada se considere un logro; más bien es original y coherente —pisamos así el terreno de los criterios distinguidos—. Algunas de las películas de Kaurismäki son bizarras pero a la vez emotivas, están entre la simpatía y la empatía. En general, su lección de la moral y su visión política se construyen en la ironía. Los personajes son expuestos a situaciones absurdas, sin embargo no muy distantes de la realidad. El mundo y la sociedad —finlandesa y europea—, pintadas en cada obra de Aki, parecen confabular contra el humilde individuo y sus simples aspiraciones: vivir en tranquilidad y ser feliz. Los decorados anacrónicos describen una suspensión de la realidad o un desfase. Los gestos y diálogos impasibles revelan lo indescriptible, el interior de los personajes. Esta fórmula cinematográfica original, en cuanto a la concepción del espacio, los personajes y las acciones, permite guardar coherencia entre filme y filme. Juzgo entonces conveniente otorgar tiempo a mirar las películas de este director finlandés.
Santiago Calle www.numeralstudio.net
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Issa Aguilar Jara
SEGUIRLE CANTANDO AL AMOR COMO «UN NECIO DE VERDAD»
Fotografía: Angie Castro
Mucho más delgado, sin su cabellera larga y rizada como lo conocimos en sus primeros videos de YouTube, y con una clara sentencia de «pregúntame lo que quieras y yo contesto lo que se me dé la chingada gana». Edgar Oceransky, cantautor y trovador mexicano visitó Ecuador por primera vez; con guitarra en mano, cantó en el escenario del centro cultural República Sur, y le puso play a una entrevista con un plus de risas y confianza.
¿Qué quiso ser Edgar cuando era un niño? ¿Cómo nace la música en tu ser?
dando grandes conciertos en México gracias al cariño del público.
En mi caso, la música no fue algo a lo que me quisiera dedicar, pero siempre estuvo presente en mi vida porque vengo de una familia muy bohemia. Primero quise ser biólogo marino, después entré a estudiar psicología. Eso era lo que yo quería ser. Al mismo tiempo, por una cuestión del destino me invitaron a cantar en un lugar llamado El Sapo Cancionero, donde se formaron cantautores como Fernando Delgadillo, Alejandro Filio y Mexicanto. Entonces hice una audición, me quedé y descubrí que mi vocación real estaba en la música.
Además de Sabina, ¿quiénes fueron tus principales influencias?
Hoy me desayuné que Oceransky no es tu apellido, sino tu segundo nombre. ¿De dónde viene?
El cantautor mexicano, ¿es profeta en su tierra?
Es una anécdota muy linda que conocí a los seis años de edad. Resulta que mi tío, cuñado de mi papá, estudiaba actuación en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, y uno de sus maestros fue el reconocido director de teatro, Abraham Oceransky, quien fundó en los años 70 un grupo de teatro con Alejandro Jodorowsky. Y pues, en alguna ocasión, mi padre fue a ver una de las obras de Abraham, se quedó impactado y dijo «mi primer hijo se llamará Oceransky». Ya después me sirvió de nombre artístico, que si no…
Sí. Yo siento que de los veinticinco años que llevo en esto, se ha despertado el gusto por la canción de autor, que es la que te habla desde la vida personal de quien la escribe e interpreta, la que te gana desde el corazón. Y en América Latina estamos muy dados a eso, hemos crecido con buenas canciones. La verdad, no sé qué nos pasó ahora, pero siento que nos quieren echar a perder. A pesar de ello y de la actual posibilidad digital de elegir lo que quieres escuchar, cuando alguien tiene la música en su código genético, se queda con las letras de profundo contenido poético. Como se dice, «el toro busca la querencia».
Pasaron los años y conocí a Oceransky (un tipazo). Jodorowsky, bueno, como todos sabemos, se deslindó del teatro, saltó al cine y ahora lee la mano, es astrólogo, da charlas motivacionales y esas cosas.
Los cantautores seguimos sin salir en la radio o en la televisión, por lo tanto, el gusto de quienes nos escuchan es completamente genuino. Ahora tenemos a cantautores de la talla de Silvio Rodríguez, Jorge Drexler y Joaquín Sabina
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Soy de influencias muy variadas, lo he vivido por etapas, creo. Cuando era niño, escuchaba la música de mis abuelos: música norteña, rancheras y boleros. Luego, la de mis padres: Carole King, The Beatles, The Doors. Cuando tomé mis decisiones sobre qué escuchar, me acerqué muchísimo a Sabina, Fito Páez, Hombres G, Nacha Pop, Olé Olé, Duncan Dhu, Café Tacvba. De ahí, entré a cantar en «el Sapo» en el 93 y descubrí la trova cubana, la canción latinoamericana y el folklore. Recuerdo, por ejemplo, que tuve un chingo de discos de los Hombres G y mi primer disco comprado con mi dinero a los 11 años fue Estamos locos… ¿o qué? A los 35, estaba haciendo un disco con el gran Carlos Narea, el productor de Estamos locos… ¿o qué? Fue uno de mis sueños cumplidos. ¿Tendremos tu nuevo disco este año? Sí. Recién terminamos de grabarlo, ahora estamos en el proceso de mezcla y demás. Son doce temas, de los cuales, nueve son inéditos y tres son canciones que ya tienen algún tiempo y que les tengo mucho cariño, pero que no las había grabado en un disco de estudio.
¿Cuál es la importancia de seguirle cantando al amor? Creo que todo empieza y termina en el amor. El amor es lo que hace que tú y yo estemos aquí conversando. No es nada más una relación de pareja, es una cosa mucho más grande; lo que une a las sociedades, lo que logra los avances tecnológicos. Imagínate, si venimos del big bang donde todo es expansivo, qué fuerza tan cabrona debe existir en el universo para que todo lo que se ha expandido, se una. Sólo puede ser amor. ¿Cómo nació esa conexión con la poesía, específicamente con Edel Juárez, Raúl Ornelas y el mismo Fernando Delgadillo con quien actualmente estás de gira? Con todos ellos nos conocimos en el Sapo Cancionero. Específicamente con Fer, tengo una gran amistad, cariño y respeto. Mi relación con todos no es fortuita. Estoy seguro de que el destino me los puso y yo he sabido levantar mi vela y navegar. La vida me regaló gente muy talentosa, pero más que talentosa, gente de la que puedo aprender mucho.
la conciencia de la gente y dejarle que tome la decisión que deba tomar. Una cosa es que tú puedas ser un líder de opinión y otra, muy distinta, es que creas que debes encaminar a las personas como si fuesen un rebaño. La música es un arma poderosísima para sensibilizar, pero ahora el mensaje musical es violento y lamentablemente eso es peligroso porque forma a la gente. Hay que buscar alimentar tanto el corazón de quienes nos escuchan que no puedan hacer otra cosa que buscar el bien común. Siendo padre de dos niñas, si ellas decidieran dedicarse a la música, ¿tendrías algún problema con eso? ¿Se vive de la música? Claro que se vive de la música y se vive muy bien. En todos los niveles es muy generosa y si tú sabes ser generoso con
Pasemos a temas más cercanos a un trovador. ¿Cómo se vive la migración en un país con tanta gente migrando todo el tiempo? ¡Ufff! La migración es un fenómeno más natural que social, desde mi punto de vista. Todos los animales migramos, es un impulso. El asunto es que las sociedades te ponen trabas para que abandones esa condición natural. Te voy a contar algo que no debería pero será una súper exclusiva para ti. Mario Domm, integrante del grupo Camila, es mi amigo de toda la vida y hemos escrito juntos muchas canciones. Actualmente, vive en Estados Unidos y está escribiendo una canción para los migrantes. Cuando me lo contó, me habló mucho del «sueño americano», pero yo le dije que es el sueño equivocado y que se asemejaba más a una pesadilla. ¿Por qué? Sales de tu país porque sientes que no tienes oportunidades, que no ganas dinero y que no eres libre, pero al final, no encuentras ninguna de las tres cosas afuera. Además, existe una doble moral porque el gobierno se lava la boca diciendo que defiende los derechos de nuestros migrantes en Estados Unidos, pero en México, no es que los traten de la mejor manera. Me parece un problema muy grave y en el que debemos trabajar mucho. ¿Tiene un trovador una licencia un poco más permisiva y hasta poética para enfrentar ciertos conflictos sociales? En julio son las nuevas elecciones presidenciales en México, ¿qué puedes hacer por tu país desde tu arte? El arte cumple una de las funciones más nobles: despertar la conciencia. Con el paso de los años, el arte ha sido utilizada por las corrientes políticas como un servicio de promoción y es allí cuando se ensucia. En algún momento creí que mi arte debía ser proselitista, pero enseguida me di cuenta que lo que realmente debía hacer es despertar
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ella, siendo constante con el don y la vocación que la vida te regaló, todo funciona. Lo que pasa es que confundimos felicidad con éxito. Me refiero a que se espera un nivel de popularidad muy alto; yo canté en camiones por muchísimo tiempo y lo que ganaba era más que lo que gana un obrero trabajando ocho horas diarias. Me encantaría que mis hijas se dedicaran a la música, y aunque no les quiero imponer nada, tampoco las quiero frenar si sienten ese llamado porque la música te vuelve una persona más sensible. Y claro, van a sufrir un chingo más, pero de eso se trata la vida, de vivirla intensamente.
Fotografías: Jorge Pelaez
RESTAURANTE
LA ESQUINA
Restaurante tradicional argentino con un gran surtido de carnes y mariscos, cuenta con un buen menú degustación y especializado en discos de arado, plato rústico argentino, renovado y actualizado por el chef. Buena selección de vinos internacionales y argentinos en la carta y una amplia variedad de postres caseros de exquisita manufactura. Locales elegantes y cuidados con minuciosidad donde se aúnan tradición y modernidad en cada detalle. Regentado por Fabian Spahr desde hace 8 años en Cuenca. Cuenta ya con dos sucursales en la ciudad y se ha establecido como lugar de referencia para disfrutar del placer de la comida con generosas raciones.
Horario:
Dirección:
Teléfono:
Centro: de lunes a sábado de 11 am a 12 pm. Y domingo de 11am a 17pm.
Centro: Calle Larga y Hermano Miguel.
Centro: (07) 284 53 44
Rango de precios:
Milenium Plaza. de lunes a sábado de 11 am a 12 pm. Y domingo de 11am a 17pm.
Milenium Plaza: José Peralta y Cornelio Merchán.
Milenium Plaza: (07) 410 39 98
$15 a $30
LA ESQUINA... CON SAZÓN DE LA ABUELA «Logramos imponer un concepto» fueron las palabras del chef argentino Fabián Spahr, propietario y creador de La Esquina, para referirse a su restaurante. Esta es una entrevista en la que compartió con nosotros anécdotas, historias, filosofía de vida, recetas de cocina, ideas de emprendimiento y, sobre todo, emociones. Hay mucha pasión en tus palabras, ¿quién inspiró esta pasión por la gastronomía? Mi abuela hacía un asado. Porque cuando mi papá intentaba cocinar no le salía como a mi abuela. Mi abuela lo sacaba al punto [salivando]. Y cuando le preguntaba «¿usted cómo hizo?», ella respondía «Escúchame, no hay ninguna ciencia. Esto no es mandar un cohete a la Luna» y se mandaba una clase magistral. Yo, le escuchaba a mi abuela, que fue quien me crió. No es faltarle el respeto a mi papá, es darle el mérito que le corresponde a mi abuela. Imagínate lo que era mi abuela para su época. No era la oveja negra de la familia… Mi abuela era la oveja negra. Entonces tenía eso y yo la miraba a mi abuela… la adoraba. De ahí mi pasión por la comida, porque era la pasión que ella tenía. Imagínate el esfuerzo que hacía ella para darnos la comida. ¿Sabés cuánto duraba el esfuerzo que hacía ella? Quince minutos si es que había postre, si no, diez. Y no dejábamos una miga. Yo me levantaba de la mesa, la abrazaba, le daba un beso y le decía «abuelita… ¡qué manos estas, abuelita! ¡Qué rico esto que me hiciste! ¡Cómo te quiero!», y ella me decía «¿qué me vas a pedir?»[Risas]. ¿Cuáles son las costumbres culinarias que has importado de Argentina? Verás, yo tengo el concepto de lo del disco. Que, si bien lo habíamos trabajado con Héctor en la parrilla, él no le agarraba mucho la mano. «Esto es muy de cocinero —me decía—, yo soy parrillero». Después, con el tiempo, empezó a hacerlo cuando vio un poco cómo era la movida. Y nada, empezamos a hacerlo en un negocio: en La Esquina del principio que quedaba en Hermano Miguel y Calle Larga.
Logramos imponer un concepto: en vez de comer cada cual en su plato, la comida se sirve en una fuente y a repartirse, para que veamos qué tan amigos somos. ¡Y les pareció muy interesante! Había una historia detrás del compartir que realmente gustó a nuestros clientes. Con el tiempo, fuimos una opción distinta al restaurante clásico. El disco es una costumbre del campo para ganar tiempo en la comida y poder seguir arando los campos, que son inmensos en Argentina. Ya después, el disco fue quedando como una costumbre familiar que trascendió hasta mi familia. Lo que hice fue reinventarlo y llevarlo a un restaurante. Hubo que modificar los tamaños, reformular unas recetas, hacer todo un trabajo para que funcionara. ¿Qué te trajo acá a Ecuador? Vine hace 15 años por un curso de postgrado y aquí fui conectándome con cierta gente del medio que necesitaba un mozo para trabajar. Terminé integrándome en una hostería donde me quedé por tres o cuatro años. Después, con mi ñaño del alma, Héctor, arrancamos como socios en la Parrilla de Héctor. Después de eso, di clases hasta que un amigo, Isaac Herrera, me hizo un ofrecimiento; tenía un local en la Calle Larga, «a ver qué se puede hacer» me dijo. Y la verdad, cuando fui, miré el local y le dije «aquí no se puede hacer nada». No teníamos salida para atrás con los gases, con los aires, con nada. «Estamos muertos con esto. No sé qué vamos a hacer» le dije. Y me dice: «no sé, andá. Quédate vos, que vos le vas a encontrar la vuelta». Y así fue. ¿Y por qué nos recomiendas tú el ossobuco? La pregunta es linda, pero tenés que buscarle la otra pregunta: ¿Por qué somos incapaces de animarnos a comer un plato que no es el que comemos siempre? Es que no todos vamos a un restaurante por las mismas cosas. Hay gente que quiere revivir un plato que le diste hace seis meses atrás. ¡Pobre de que no lo tengas!
RECETA Polenta con mozzarella y Ossobuco al vino tinto con hongos (Receta para 4 personas) Ingredientes: Polenta con mozzarella: 500 gr de polenta, 500 cc leche, 200 gr de mozzarella rallada, 500 cc agua, Sal y pimienta. Estofado de ossobuco con hongos: Aceite de oliva 50cc, Carne de ossobuco 1 kg, 250 gr de champiñones fileteados, 2 Cebolla perla grandes, 1 Cebolla roja, 1 Puerro, 2 Zanahorias grandes, 1 Pimiento rojo, 2 Tomates riñón grandes, 500 cc vino tinto, 500 cc Caldo de verdura, 3 ramas de tomillo, 2 ramas de romero, 6 hojas de laurel, Pimienta en grano y Sal al gusto.
Preparación: Polenta con mozzarella En olla de fondo grande se coloca el agua y la leche por partes iguales, se le pone sal a gusto y se hace hervir. Cuando empieza a hervir se agrega la polenta en forma de lluvia al tiempo que se va removiendo con una cuchara de madera. Es importante no dejar de remover para que no se hagan grumos. Bajar el fuego y seguir cocinando hasta que la textura sea suave. Se sigue dándole vueltas porque, si no, se pega en el fondo y en la boca. No tenés que sentir el grano cuando lo muerdas. Si absorbió todo el líquido, se agrega agua de a poco hasta que logres ese punto de textura suave. Una vez cocinado y alcanzado el punto de textura, se baja el fuego, se saca, y para que no se te haga una cobertura dura arriba lo pones algo en contacto. Normalmente se le ponía mantequilla por arriba para que el aire no la endureciera, pero lo podemos cubrir con papel film. Estofado de ossobuco con hongos Lo que necesitaremos: cacerola de fondo ancho, fundamental para darle una larga cocción sin que nos traslade tanto calor a este tipo de comida. El secreto más grande es cocinarlo lento, muy lento. Añadimos el aceite de oliva hasta que tenga una base la olla. Fuego mediano. Cuando está caliente empiezás a dorar y sellar los dos kilos de ossobuco. Cuando está sellado lo retirás de la olla; en ese mismo aceite pones la cebolla roja, la cebolla blanca, la zanahoria y el pimiento troceado. Los vas marcando con el aceite y luego le agregás todo el vino y dejás unos 3 minutos cociendo y juntando sabores, desglasando todo lo que tenga en el fondo. Vuelves a meter la carne adentro y dejás hervir para que se evaporen los alcoholes. Añadís tomillo, laurel, la pimienta en grano, el romero, todas las especias, le agregás sal a gusto, y empezás a agregar caldo de verduras hasta los 500 cm3 de caldo. Se cocina a fuego bajo de una hora y media a dos horas hasta que logres una ternura y la carne se casi desprenda del hueso. Con estos sencillos pasos todos los sabores, todos los aromas y toda la untuosidad que tiene que tener este tipo de estofado estará presente en el guiso.