Armas y Letras 78

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*N. de la E.: Este poema pertenece al libro Diorama, de pr贸xima aparici贸n (Ediciones Tabasco 189-UANL)



POESÍA


POESÍA



KAFKA siempre fue fué

KAFKA


AKFAK éeuf erpmeis

AKFAK









QUIENES SE ATREVAN A ENTRAR OTRA VEZ AL JARDÍN DEL EDÉN, LO PRIMERO QUE TENDRÍAN QUE AFRONTAR AL COMIENZO DEL ASCENSO DEL ÁRBOL [...] ERA EL VIAJE MISMO.


SELLO CON TINTA 9 / DETALLE EN DUOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE






POESÍA


POESÍA


POESÍA


LA EQUILIBRISTA / DIBUJO SOBRE MOLESKINE




ANATOMÍA DE LA CRÍTICA


ACORTANDO EL CAMINO / DETALLE EN DUOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

MUCHAS VECES CREAR SIGNIFICA DARLE LA ESPALDA AL MUNDO Y SUS OBLIGACIONES.


ANATOMÍA DE LA CRÍTICA





ANDAR A LA REDONDA


DE LIMPIEZAS Y PERMANENCIAS / DETALLE EN ESCALA DE GRISES / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

ANDAR A LA REDONDA




ANDAR A LA REDONDA


ANDAR A LA REDONDA


ANDAR A LA REDONDA


A la letra

N Ă“ I C A S R E V N O C LA


TOBOSO

SELLO CON TINTA / DETALLE EN ESCALA DE GRISES / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

ESTE ES MI COMENTARIO SOBRE LA CONVERSACIÓN QUE SOSTUVIERON ARCHIBALD MACLEISH Y MARK VAN DOREN A MODO DE EXPERIMENTO Y, POR LO QUE, EN SU CALIDAD DE ALGO NUEVO EN EL CAMPO DE LA COMUNICACIÓN, VINO A SER TODA UNA CREACIÓN EN SÍ.


TOBOSO


TOBOSO

SALAS Letras al margen

Por fortuna ya casi no recuerdo cuándo fue la última vez que estuve tendido en una cama de hospital. Debe haber sido durante la niñez, hace alrededor de unos cuarenta años, cuando me llevaron a la sala de operaciones para extirparme las anginas (como les decían en esa época), o las amígdalas (como escucho que les dicen ahora) y, según me cuentan, la muerte me anduvo rondando debido a complicaciones postoperatorias. Desde entonces, nada; aunque sé bien que cantar victoria en este aspecto no es sino una quimera, pues ya estoy en la edad en que uno regresa cada vez con más frecuencia a visitar al médico y, por ende, en cualquier instante puede recibir la orden de hospitalización.

DE HHEDUARDO ANTONIO PARRA


TOBOSO

ESPERA


TOBOSO


La materia no existe

EN

MEMORIA

de Roy HHALBERTO CHIMAL

Fogosos, los ángeles cayeron; truenos profundos volvían a las costas, ardiendo con las llamas de Orc. Roy Batty, citando incorrectamente a William Blake

Mi arma es la cámara. Lo que quiero lo obtengo; si estás conmigo, bien, y si no, qué lástima. Ridley Scott, sobre su trabajo como director


TOBOSO


TOBOSO


LA MAGA / MONOTONO / COMPOSICIÓN EN PAPEL ALBANENE / DIBUJO SOBRE MOLESKINE


Memorias del posible olvido (SOBRE LA OBRA DE KUHN)



Memorias del posible olvido (SOBRE LA OBRA DE KUHN)


DE ARTES Y ESPEJISMOS

PARECE QUE A LA ARTISTA ERIKA KUHN LE INTERESA EL TIEMPO, PERO NO EL TIEMPO COMO UNA DIMENSIÓN PURA, SINO COMO IRREVERSIBLE SIGNO QUE SIGNA, COMO IRREMEDIABLE RASGO DE NUESTRA EXISTENCIA, Y LO QUE MÁS LE FASCINA Y AL MISMO TIEMPO LE ANGUSTIA, ES LO QUE NO TIENE. SE ASUME COMO MUJER EN FALTA Y DESDE AHÍ CONSTRUYE DRAMÁTICAS IMÁGENES EN ROJOS Y NEGROS QUE COHABITAN JUNTO A ESPACIOS VACÍOS, SILENTES Y BLANCOS.


DE ARTES Y ESPEJISMOS


SUR O NO SUR / DUOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

Apuntes para una

HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE EN MONTERREY

HHEDUARDO RAMÍREZ


DE ARTES Y ESPEJISMOS

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En septiembre de 2011 se puso en contacto conmigo Daniel Montero. Quería conocer la situación del arte en Monterrey y hacer algunas entrevistas. Realiza una investigación en la especialidad de Historia del Arte en la UNAM, para su tesis doctoral, sobre el arte mexicano en los noventa. La conversación que tuvimos y mi propósito de proveerle de apoyos documentales para su tesis, me hizo consciente de cierta bibliografía básica con la que cuenta —y en la que puede soportarse— la historia del arte en Monterrey en las últimas dos décadas.


DE ARTES Y ESPEJISMOS


COMO QUIEN SE VA / DUOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

DE ARTES Y ESPEJISMOS


TÉ PARA TRES / DETALLE EN MONOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

DE ARTES Y ESPEJISMOS


DE ARTES Y ESPEJISMOS


TÉ PARA TRES / DETALLE EN ESCALA DE GRISES / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

DE ARTES Y ESPEJISMOS


POR FIN EL HOMBRE ES TAMBIÉN UN PÁJARO


DE ARTES Y ESPEJISMOS

HHMIGUEL COVARRUBIAS

El avión delirante sacó al vuelo las cosas estupendas, y las cosas de la tierra y el mar vieron el cielo. La luz, rota en el ritmo de la hélice, humeaba de furor entre mis ojos y se oía pasar. Cual un cometa el avión en la órbita del día zumbaba en los oídos de la tierra. Carlos Pellicer

MARCIA SALCEDO / EL SUEÑO DE ÍCARO / 607 X 667 CM / MURAL UBICADO EN EL CENTRO DE INVESTIGACIÓN E INGENIERÍA AERONÁUTICA DE LA UANL


DE ARTES Y ESPEJISMOS

PARA QUE EN EL MUNDO EL HOMBRE PUDIERA MOVERSE NO COMO “PEZ EN EL AGUA” SINO COMO “PÁJARO EN EL AIRE”, HABÍA QUE INSTAURAR PRECISAMENTE A ESE PRIMIGENIO ELEMENTO. ¿Y QUIÉN MEJOR PARA ESE EFECTO QUE UN DIOS INMORTAL? Y MÁS EXACTAMENTE, ¿QUIÉN MEJOR QUE EL DIOS AL QUE EL MAYOR DE LOS ETERNOS LE DIERA ESA ENCOMIENDA? PORQUE SI DEBEMOS SABER CÓMO ES LA TAREA DE GOBERNAR LOS VIENTOS, SIN DILACIÓN DIRIJÁMONOS ENTONCES A MIRAR LA ACTUACIÓN DE EOLO.

A

ese efecto, Marcia Salcedo divide el espacio de su obra monumental en dos subespacios: arriba el relativo al origen que de manera “minimalista” logra entroncar con el “aquí” y el “ahora”, mientras abajo veremos el hacer del conocimiento, el entusiasmo de los humanos que se esfuerzan. Se trata pues, primero, del campo dominado por el mito. Se trata pues, en segundo término, del mundo —siempre en transición— dominado por el conocimiento fraguado por la ciencia en manos de los mortales. Expliquémonos mejor. En la representación de nuestra pintora, en el “mundo de arriba” caben tan sólo algunos elementos realmente vitales, realmente insustituibles: la deidad, los vientos, las nubes, el cerro que no es cualquier cerro, una casta figura femenina como arquetipo y seis artefactos voladores que admiten un solo anhelo humanamente arrogante. Pero antes de seguir, ¿quién es Eolo y por qué su gesto concentrado y demandante? A su regreso a casa desde Troya, Ulises llegó a Eolia, una isla flotante en la que habitaban Eolo y su familia. Eolo acogió con hospitalidad a Ulises y sus acompañantes, y llegado el momento de su partida, metió a los vientos en una bolsa de cuero, la ató fuertemente y se la ofreció a Ulises, e incluso envió a un céfiro para que propulsara los barcos de su invitado, ya que Zeus había convertido a Eolo en señor de los vientos y era muy querido por

los dioses. El viaje fue sosegado para los aqueos, y su patria estaba a la vista, pero mientras Ulises dormía, sus desconfiados acompañantes abrieron la bolsa de piel, pensando que debía de contener oro o plata. Los vientos salieron, y una tormenta arrastró a los marineros al agua. De vuelta a Eolia, Ulises pidió auxilio una vez más, pero Eolo le ordenó que se fuera, aduciendo que no estaría bien que prestara ayuda a una persona que obviamente resultaba odiosa para los dioses (Hansen, 2011: 245).

Una vez más, la curiosidad asume la modalidad de la tontería humana que causa su propia ruina. Como le sucediera a Epimeteo o, más bien, a la que en hora aciaga para los hombres sería su mujer, Pandora. Ésta, como es sabido, destapa la que universalmente sería conocida como La caja de Pandora, recipiente de todos los males (trabajo, enfermedad, vejez, locura, vicio, pasión) que mientras permanecieran ocultos en su recipiente no causarían la desdicha de los humanos. Pero las advertencias de Prometeo no fueron escuchadas por su hermano y la liviandad de la hermosa Pandora llevó a la pareja a sufrir el aguijón del mal y enseguida la calamidad se extendió a la humanidad entera. Tampoco el mito griego nos ofrece una variante y es entonces la mujer quien arrastra al varón fatuo y sin malicia… Afortunadamente, Pandora vuelve a cerrar la caja y en ella queda, arrinconada pero intacta, la esperanza.


DE ARTES Y ESPEJISMOS

EL HUMANO COMPRENDIÓ QUE SIN EL CONOCIMIENTO PRECISO DE LAS LEYES DE LA NATURALEZA Y SIN EL ABANDONO DE LA NEGLIGENCIA Y LA BRAVATA, JAMÁS LOGRARÍA EL CUMPLIMIENTO DE SU DESEO, EL DESEO DE VOLAR. Pero regresemos con el Dios de los vientos. Gracias a él y a su maestría en el arte de soplar, el espacio pictórico toma verdadero aliento. ¡Eolo crea el aire y con él un sueño de los hombres logra transformarse en realidad! Las alas de cera, los globos de gas, ¿los dirigibles?, los aeroplanos y los aviones supersónicos se suceden unos a otros y el hombre moderno por eso apenas recuerda a Ícaro, aquel muchacho que desdeñó las advertencias de su padre Dédalo y se precipitó a tierra cuando las alas de cera que portaba se derritieron por haberse acercado demasiado al sol. Sucedió entonces lo que tenía que suceder. El humano comprendió que sin el conocimiento preciso de las leyes de la naturaleza y sin el abandono de la negligencia y la bravata, jamás lograría el cumplimiento de su deseo, el deseo de volar. Y es en el espacio menos aéreo —con los pies en la tierra— donde los mayores y los menores se aplican a volar papalotes y a agitar los rehiletes que anteceden de manera lúdica a la empresa mayúscula de crear artefactos cada vez más complejos y al mismo tiempo más tersos y silenciosos —si es que esto último no es un deseo aún incumplido por ingenuo. Indudablemente es en la “primera planta” donde los personajes son más densos, más concretos, más definidos. Representan sin vacilaciones al presente

y al futuro porque estudian —es un ejemplo— la estructuración de los motores que incorporarán a la muy adelantada industria aeronáutica. Frente al mundo sólido del presente dominado por tecnólogos y hombres de ciencia cada vez más y más dominadores de la realidad física, aparece también la convicción de que todo saber es constantemente relevado por el último atisbo del sabio o del genio. Y en el mundo mítico del “piso superior”, a la mujer de larguísima cabellera se la delimita con el cerro a sus espaldas. Un cerro cuya existencia sabemos se nos adelantó con muchísima anticipación y al que le auguramos una sobrevivencia monumental, dada la fragilidad del hombre engolosinado con el individualismo y el saber que paradójicamente lo enajena. El lenitivo o consuelo a lo anterior podría advertirse en la presente obra plástica de Marcia Salcedo. Aquí se conjugan el mito y la ciencia, la materia y el espíritu, la juventud y la experiencia, el sueño y la realidad. Después de todo no son incompatibles la destreza práctica y el vuelo poético. O, finalizaríamos, no debieran serlo. e Referencia Hansen, H. (2011). Los mitos clásicos. Barcelona: Crítica.


COMO EL VALEROSO PÁJARO

ALBO HHMIGUEL COVARRUBIAS

Cuando miro el azul horizonte perderse a lo lejos, al través de una gasa de polvo dorado e inquieto, me parece posible arrancarme del mísero suelo, y flotar con la niebla dorada en átomos leves, cual ella deshecho. Gustavo Adolfo Bécquer


DE ARTES Y ESPEJISMOS

E

steban Ramos encontró una forma sencilla y expedita de contar la historia de la aviación y su antecedente indudable: ese férreo sueño del hombre, vale decir, su esperanza de volar por los azules del confín. Si seguimos la marcha que impera en los relojes, un planeador o “alas de murciélago” se nos aparece con la fuerza de uno de los anhelos desde siempre más arraigados en el hombre. ¡Ser como el valeroso pájaro albo o como el más oscuro y siniestro habitante de las cuevas! Luego vendrá ese artefacto que nos recuerda al biciclo y de alguna manera también al automóvil (no debemos olvidar que llegó a pensarse no en inventar un nuevo vehículo sino en dotar al automóvil de poderes aéreos). Aquí es inevitable el surgimiento de nombres como los de Lilienthal, Wright, Santos Dumont, Blériot, Lindbergh, Sarabia y Carranza. Se trata de los pioneros en el arte de hender los aires. Y nos sentimos de nuevo deslumbrados por esas historias

de abnegada entrega a la experimentación nacida tanto de la pura esperanza como de un saber cocinado en los peroles de la observación inteligente y la obstinación monda y lironda. Igualmente parece oportuno recordar otra historia que mejor sería llamarla mito. En una de sus leyendas más conocidas, a un personaje de la Hélade clásica lo encontramos arriesgándose y arriesgando al resto de la humanidad cuando insiste en volar por los cielos. Conozcamos con mayor detenimiento este suceso acudiendo a una obra moderna: Según Hesíodo, Faetón era hijo de Aurora y Céfalo; otras versiones del mito, entre las cuales la referida por Ovidio, lo presentan como hijo del Sol y de la oceánide Clímene. A esta última tradición remite el célebre episodio protagonizado por el joven dios. Ya adolescente, Clímene revela a Faetón la

ESTEBAN RAMOS / ORÍGENES Y AVANCES TECNOLÓGICOS / 425 X 182 CM / MURAL UBICADO EN EL CENTRO DE INVESTIGACIÓN E INNOVACIÓN EN INGENIERÍA AERONÁUTICA DE LA UANL.


DE ARTES Y ESPEJISMOS

HACER Y PENSAR, DOS MODOS DE LOGRAR QUE LO IMAGINADO O SOÑADO PUEDA VOLVERSE TANGIBLE. verdadera identidad del padre. Y el muchacho, para comprobarlo, pide al Sol que le deje guiar el carro. Aunque al principio el padre se lo niega, Faetón obtiene finalmente lo que desea. Subido al carro, sigue el recorrido que el Sol le ha aconsejado, pero, inexperto y espantado, se encuentra con dificultades. Aproximándose demasiado a la tierra, la incendia; los mismos astros corren el riesgo de arder. Para evitar una conflagración universal, Zeus interviene y, arrojando uno de sus rayos, golpea al muchacho que cae al río Erídano (Impelluso, 2006: 94).

Resulta interesante contrastar las dos historias, la de Ícaro y la de Faetón. En el primer caso, el inexperto joven vuela convertido en ave gracias a las alas de cera y en la segunda narración el también joven e igualmente inexperto conduce un carro al modo de lo que mucho tiempo después sería esa nave compleja que llamamos avión. Sin duda, en un caso y en otro campea la misma urgencia de ascender, de avanzar raudo y seguro por los aires. De modo individual, transformado en pájaro humano; de modo tecnológico, convertido en operador de una de las máquinas más refinadas y soberbias que ha logrado la inventiva del ser humano. Pues bien, regresemos al mural de Esteban Ramos. En el centro captamos al hombre de ciencia formal vestido de corbata y protegido con una bata impoluta. Anteojos, varios planos enrollados y una mirada atenta acaban por convencernos de que si hollamos los caminos del saber riguroso, más pronto o más tarde habremos de instalarnos en el trono del conocimiento. Esto último será posible si actuamos de las dos maneras que en el tramo derecho se expresan. En la práctica, como lo hace el técnico que opera recostado en una de las alas del aparato aéreo; en el terreno teórico, si acudimos a los libros y a la reflexión. Hacer y pensar, dos modos de lograr que lo imaginado o soñado pueda volverse tangible. Nuevamente en el centro, aunque ahora enfocados sobre el plano inferior, obtenemos la visión de un túnel repleto de cables en calidad de arterias y de placas como si fueran osamentas muy pulimentadas. Se nos invita pues a introducirnos en las interioridades de un pájaro de acero. Y no cabe duda, a semejanza del cuerpo humano más o menos liso cuando es mirado desde la exterioridad, los aviones ocultan un verdadero andamiaje, un cableado que al profano lo deja atónito. Pero es en la pericia de técnicos y científicos en la que confiamos al abordar esas “flechas del espacio”, esas máquinas voladoras que nos proporcionan —valgan las distancias de rigor— la emoción que antaño vivieran Ícaro y Faetón. Para nuestra fortuna, los modernos carruajes aéreos que no llegaron a columbrar los ilustres inmortales de la Grecia clásica ni se acercan tanto al sol, ni son manipulados por dioses caprichosos o violentos. e Referencia Impelluso, L. (2006) Héroes y dioses de la antigüedad. Barcelona: Electa.


UNA OBRA QUE NO ENVEJECE HHRICARDO CUADROS

DIBUJO PENDIENTE / DETALLE EN TRITONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

Nicanor Parra


MISCELÁNEA

más políticos, publicado el mismo año de Poemas y antipoemas— leemos por ejemplo: “Que levante sus nuevas / vestiduras / la rosa. Que la tierra / siga sin fin florida / floreciendo”. En estas imágenes y metáforas resuena la poesía modernista de Rubén Darío, Herrera y Reissig, José Martí. La poesía de Gabriela Mistral está igualmente hecha con materiales parecidos. De su libro Lagar —que salió de la imprenta en el mismo año de 1954— cito versos de “Una mujer”, uno de los poemas más entrañables: “Donde estaba su casa sigue / como si no hubiera ardido. / Habla sólo la lengua de su alma / con los que cruzan, ninguna”. Nicanor Parra se aparta de las bellas letras, las critica, se burla de ellas. En “Advertencia al lector” nos dice: “Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse: / La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte, / Menos aún la palabra dolor, / La palabra Torcuato. / Sillas y mesas sí que figuran a granel, / ¡Ataúdes!, ¡útiles de escritorio! / Lo que me llena de orgullo / Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo / a pedazos.” Suele decirse que, en su origen, la antipoesía de Parra era “anti” la poesía de Neruda: en mi opinión, su crítica alcanzaba a todo el sistema poético de lengua española, desde la poesía de mensaje político hasta el hermetismo metafísico y el delirio puro de los surrealistas. Parra se propuso y ha conseguido hacer poesía con la lengua de todos los días, con el idioma de la gente que conversa después de cenar o comenta las noticias.

A mediados de la década del cincuenta del siglo pasado, más precisamente en 1954, la poesía chilena sufrió un terremoto. El libro que causó el movimiento telúrico se titulaba Poemas y antipoemas y su autor era un hombre de 40 años, profesor de física y matemáticas en la Universidad de Chile, que había estudiado física y mecánica avanzada en Estados Unidos y cosmología en Oxford: Nicanor Parra. Este lunes 24 de abril de 2012, a sus 96 años de edad, Parra recibe en ausencia —no viajará a España por recomendación médica— el Premio Cervantes, máximo reconocimiento de las letras hispanas. LA POESÍA SALE A LA CALLE

C

uando apareció Poemas y antipoemas la poesía chilena contaba con una tradición que incluía un Premio Nobel, el de Gabriela Mistral en 1945; una figura que ligaba a Latinoamérica con las vanguardias europeas, Vicente Huidobro; y una personalidad de alcance mundial, Pablo Neruda. Cada uno de estos poetas hablaba con voz clara y distinta, pero a la vez en todos ellos se podía distinguir un cierto dramatismo, una concepción de la poesía como ejercicio de “bellas letras”. Neruda, por su militancia comunista y compromiso político podía llamarse el poeta del pueblo, pero sus versos estaban escritos en lengua culta. En el poema “Epílogo” de Las uvas y el viento­ —uno de sus libros

UN INTELECTUAL DESCREÍDO Y SOCARRÓN

A fines de los años sesenta Nicanor Parra era un reconocido intelectual de izquierda latinoamericano. Había estado seis meses en la Unión Soviética invitado por la Sociedad de Escritores, había sido miembro del jurado del Concurso Literario Casa de las Américas en Cuba, sus poemas comenzaban a


MISCELÁNEA

editarse en inglés y ruso, en 1969 le habían otorgado el Premio Nacional de Literatura en su país. Las cosas iban bien hasta que en 1970, en el marco de un encuentro internacional de escritores en Washington, visita con otros autores la Casa Blanca y toma té con la esposa del presidente Nixon. La noticia corre como reguero de pólvora. ¡Parra se había dejado seducir por el imperio! Cuba le retira la invitación a formar nuevamente parte del jurado del concurso Casa de las Américas. La izquierda chilena lo ataca como se atacaba en aquella época a los traidores, con artillería pesada. El escritor Carlos Droguett firmaba el siguiente “homenaje”: “Se vende Parra / tratar con Nixon / o más bien con la señora”. Lo cierto es que Nicanor Parra nunca había sido un izquierdista típico, un hombre de disciplina partidaria. Lejos de eso, pensaba en voz alta y escribía lo que pensaba sin mirar hacia los costados. En su Manifiesto (1963) se despachaba contra los poetas mayores: “Ahora bien, en el plano político / Ellos, nuestros abuelos inmediatos / ¡Nuestros buenos abuelos inmediatos! / […] Unos pocos se hicieron comunistas. / Yo no sé si lo fueron realmente. / Supongamos que fueron comunistas / Lo que sé es una cosa: / Que no fueron poetas populares / Fueron unos reverendos poetas burgueses.” Este tipo de expresiones causaba sonrisas torcidas en los círculos literarios chilenos y latinoamericanos. El asunto del “té con Pat Nixon” fue para muchos la gota que rebalsó el vaso y una buena justificación para eliminarlo de la zona del compromiso con la revolución en marcha. Corrían los tiempos de la Guerra Fría y ese mismo año, 1970, Salvador Allende llegaba a la presidencia de Chile.

En 1972 Parra publica una caja con poemas visuales titulada Artefactos. La antipoesía toma aquí forma de epigramas, breves textos inolvidables como “USA, donde la libertad es una estatua”, de dudoso humor como “Me emborracho porque me da la real gana, métanse los consejos por el culo”, y uno que presagiaba el fin de las batallas ideológicas, nuestra época posmoderna del capitalismo estatal chino y gobiernos de izquierda en sociedades de libre mercado: “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”. Las relaciones de Parra con la izquierda chilena nunca fueron buenas. En otro de los Artefactos dice: “Donde cantan y bailan los poetas no te metas Allende, no te metas”. Parra era un intelectual más cercano al anarquismo que al socialismo o el comunismo, y su escritura estaba muy lejos del realismo social, la propaganda partidaria o el canto a las utopías de la sociedad sin clases. Su posición era la de un energúmeno lúcido, un lector de Shakespeare que entendió que la vida suele presentarse como comedia, drama o tragedia, y que lo único que podemos hacer es aguantar con dignidad el chaparrón: “Inmune a la argumentación lógica, vacunado contra toda forma de religión”, dice en otro de los Artefactos. PARRA EN DICTADURA

Nicanor Parra no partió al exilio después de septiembre de 1973. Él mismo ha señalado, en entrevistas, que quedarse en Chile lo convirtió en sospechoso de colaboracionismo o por lo menos simpatía con la dictadura. Nada menos cierto. En

SIN PALABRAS / DETALLE EN ESCALA DE GRISES/ DIBUJO SOBRE MOLESKINE

PARRA ERA UN INTELECTUAL MÁS CERCANO AL ANARQUISMO QUE AL SOCIALISMO O EL COMUNISMO, Y SU ESCRITURA ESTABA MUY LEJOS DEL REALISMO SOCIAL, LA PROPAGANDA PARTIDARIA O EL CANTO A LAS UTOPÍAS DE LA SOCIEDAD SIN CLASES.


SIN PALABRAS / DETALLE EN ESCALA DE GRISES/ DIBUJO SOBRE MOLESKINE

MISCELÁNEA

1977 publica Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, seguido en 1979 por Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui. En estos libros Parra utiliza la máscara de un personaje real de los años treinta, un predicador analfabeto que se creía Jesucristo, para criticar con sorna el nuevo orden basado en la fe católica y el libre mercado. Parra se rencuentra también con la ecología, que ya había llamado su atención en Estados Unidos a fines de los años sesenta. El antipoeta es conocido ahora como ecopoeta. “Como su nombre lo indica / el Capitalismo está condenado / a la pena capital: / crímenes ecológicos imperdonables / y el socialismo burocrático / no lo hace nada de peor tampoco”, dice uno de sus Ecopoemas de 1983. Su preocupación por el deterioro del planeta no lo aleja de los problemas inmediatos de Chile. En 1977 presenta con el Teatro la Feria una obra titulada Hojas de Parra en la que destaca un candidato presidencial llamado Nadie. En un escenario que se va llenando paulatinamente de cruces, se proclama la candidatura del aspirante a la presidencia con eslóganes de doble o triple sentido: ¡Nadie controlará la inflación! ¡Nadie nos defenderá! La carpa donde se presentaba la obra fue clausurada por motivos nimios. Más tarde, en vista de que continuaban las representaciones, los desconocidos de siempre la incendiaron una noche cualquiera. Cuando el país logró finalmente desembarazarse de la dictadura, a fines de los ochenta, Nicanor Parra era una figura señera en la cultura chilena. Su poesía cercana al habla cotidiana, su inteligencia enciclopédica, su humor negro, e r a n especialmente apreciados por los jóvenes que buscaban nuevas formas de expresión y terminaban encontrándolas en este viejo posmoderno que a veces parecía un hippie y otras un maestro de física cuántica.

PARRA Y EL FUTURO

El reconocimiento internacional de Parra ha ido en aumento desde la década del noventa. Su nominación al Premio Nobel es una tarea que asumen año tras año universidades e instituciones de varios países y el Premio Cervantes 2011 se suma a otros como el Juan Rulfo de 1991 y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2001. Más importante que estos galardones y los varios doctorados Honoris Causa me parece la publicación de sus obras completas, en dos volúmenes, a cargo de la editorial Galaxia Gutenberg. En total unas 2300 páginas de poemas y “artefactos”, traducciones del inglés (un muy parriano Lear Rey & Mendigo) y del ruso, cronologías y notas. La obra de Nicanor Parra muestra una vitalidad extraña, una forma de “no envejecer” que salta a la vista en todas sus páginas, incluso en las menos logradas. Quizás esto se deba a que es un hombre que mantiene abiertos dos canales en su mente: uno que lo conecta con los clásicos y otro con el futuro. Es decir, uno con lo que no muere y otro con lo que no termina nunca de llegar. e


MISCELÁNEA

UN TEMPERAMENTO EXPANSIVO Y COMUNICATIVO

Entrevista con Antonio Skármeta HHRAÚL OLVERA MIJARES

DURANTE SU MÁS RECIENTE VISITA A LA FERIA DEL LIBRO GUADALAJARA 2011, DONDE PRESENTÓ SU ÚLTIMO LIBRO, LA NOVELA LOS DÍAS DEL ARCOÍRIS (PREMIO PLANETA-CASA AMÉRICA 2001), FUE POSIBLE ENTABLAR UN FUGAZ DIÁLOGO, EN EL LOBBY DEL HOTEL HILTON, CON UNO DE LOS AUTORES CHILENOS MÁS DESTACADOS, COTERRÁNEO PRECISAMENTE DE NICANOR PARRA (PREMIO CERVANTES 2011). Raúl Olvera Mijares (ROM): Señor Skármeta, su trayectoria ha sido verdaderamente multifacética. Se ha movido usted por los terrenos de la filosofía, en los inicios como estudiante, de ahí ha migrado hacia la ficción y el drama, pasando por el ensayo y el cine incluso, ¿cuál es su idea del escritor? Antonio Skármeta (AS): Mi idea del escritor es un productor de ficciones que, en el mundo contemporáneo, pueden desembocar en diversos géneros. Mi género favorito es la narrativa. Me

siento muy cómodo en la novela, el cuento, pero también el género dramático. La obra de teatro me gusta muchísimo. Ahora bien, esas ficciones, esas combinaciones de imágenes que cuentan una historia muchas veces se adaptan a otros géneros, porque la fantasía que contienen estimula la fantasía de otras personas y se produce algo diferente: fantasía más fantasía no puede sino dar algo más fantástico. Y esto le ha sucedido a mi literatura. Como literatura tiene una sustancia dramática, creo que personajes bien perfilados, pues cuido la dramaturgia del relato,


AMOR ULTRAMARINO / DETALLE EN MONOTONO/ DIBUJO SOBRE MOLESKINE

MISCELÁNEA

la tensión. Tengo la preferencia a conducir el relato tantas veces a través de un diálogo, un diálogo propio del teatro o del cine. Hay un gesto histriónico en mi literatura. Yo creo que ésos son los elementos que han hecho que directores de cine, directores teatrales o compositores de música se interesen en mi obra. No es de extrañar que se hayan hecho películas sobre mi obra, las dos más notables son El cartero de Neruda (Il postino, Michael Radford, 1994) y El baile de la victoria (Fernando Trueba, 2009). Daniel Catán, un mexicano, ha compuesto una ópera sobre esa misma novela. En estos momentos comienzo a esbozar la posibilidad de un trabajo por encargo de un compositor europeo. También está avanzado, en su composición y escritura, un musical sobre El cartero que se está haciendo en Londres. Se ha escrito la obra pero todavía no hay producción. Esto prueba que mi literatura genera ansias de expansión en otros colegas y, como soy un temperamento abierto, solidario con ellos, muy agradecido de que se interesen en mi obra, cuando me ofrecen trabajar con ella, modificarla para llevarla a otro género; si ese artista merece mi confianza con ojos en su trayectoria, le doy plenas libertades. Entonces esto hace que mi nombre esté asociado al cine o a la música, aunque también he hecho televisión. El trabajo de televisión ha sido para mí una faceta de mi conciencia cívica. Hice durante mucho tiempo un programa sobre libros y autores, porque me parecía que en la pantalla la parrilla programática era demasiado homogénea y dejaba de lado un tipo de fantasía que es muy atractiva para la gente y que no puede ser abandonada, que es la fantasía de los libros y de la personalidad de los autores. Entonces me desvelé haciendo un programa que, por suerte, tuvo éxito, durante muchos años estuve en la pantalla. Yo diría, sintetizando su pregunta, soy un escritor que siente muy profundamente el mundo contemporáneo en el que vive, que admira a sus coetáneos, que está ligado a la historia de su pueblo en sus distintos sinsabores, que estoy con mi prosa más atento a la gente más vulnerable. Soy un tipo de escritor que tiene un temperamento expansivo y comunicativo. No me es indiferente el receptor de mi obra. Quiero mantener con él un diálogo, quiero interesarlo, quiero provocarlo, quiero entretenerlo. No quiero refugiarme en una intimidad sin transparencia.

ROM: Ahora bien, esta relación entre la narrativa y el teatro es decisiva en su obra, de importancia capital; en el mundo latinoamericano, y en el mundo hispánico en general, no es un caso muy frecuente que un narrador incursione en el teatro, ¿cuáles fueron sus modelos en el inicio para llevar a cabo esta amalgama? AS: Mis modelos tanto en el inicio como hoy, porque yo soy un perro fiel, me quedo ahí al lado de los amos que me encandilan y me encantan, tratando de ver si a esa sombra cojo algún hueso apetitoso. Mi top ten de escritores de todos los tiempos está encabezado por William Shakespeare. Su imaginación dramática, el modo poético de decir el verso, la penetración que hay en los conflictos humanos, sus análisis del poder, de las fracturas del amor, de los tormentos de los celos, de las turbulencias de la codicia. Todo está fantásticamente plasmado de una manera comunicativa, exaltada, en la obra de Shakespeare. Si uno toma cualquiera de sus obras, y la aplica a situaciones del mundo contemporáneo, se lee como una obra actual. Eso es lo que hace que un clásico nunca pierda actualidad. ROM: No sé, yo pensé que usted me iba a contestar con los grandes novelistas rusos, Tolstoi, Dostoievski, por ejemplo. AS: Bueno, eso viene después. Yo estoy hablando de mis dos grandes amores. Mis top ten de grandes amores son, ahí van: top uno, William Shakespeare; top dos, Lope de Vega; top tres, la narrativa de Cervantes; top cuatro, el teatro realista inglés; top cinco, el teatro contemporáneo norteamericano, con Arthur Miller a la cabeza; top seis, si ya vamos más allá, las letras de los compositores de los Evergreens o la música de jazz norteamericana, de ahí viene mucho; top siete, el bossa nova; top ocho, la fantasía prodigiosa de la narrativa hispanoamericana del siglo pasado que puso a América Latina en el imaginario del mundo, tanto en su gran literatura encabezada por García Márquez y Neruda, seguida por tantos otros sectores hasta hoy; top nueve, el realismo sucio, el minimalismo; top ten, la gracia dramática y trágica del teatro del absurdo, al modo como lo cultivaron Beckett y Ionesco. e


CABALLERÍA

Saludo para ARMAS Y LETRAS Título: Armas y Letras. Revista de literatura, arte y cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, núm. 77 Autores: Varios Editorial: UANL Año: 2011

U

na revista es como una casa a donde van llegando los invitados. Puede ser también vista como una señora que se quita la edad: pues si Armas y Letras fue publicada originalmente como un boletín desde 1943, bajo la iniciativa de Raúl Rangel Frías, esto significaría que el año próximo cumple 70 años, aunque en la nueva época apenas llegue a 15. Quizá tenga razón la señora en quitarse la edad, ya que durante 1970-1973 no se editó y, además, durante algunos años su circulación fue irregular.

La casa cumple 15 años de tener abiertas sus puertas a la conversación, hay motivo para la alegría, sobre todo si a lo largo de sus páginas se han ido sumando y congregando temas, anudando motivos, entreverando conversaciones en torno a obras y autores que, por el hecho de llegar a los salones de la casa, se van apropiando y, por así decir, enraizando. Armas y Letras: acción y contemplación, el pincel y la pala, la pluma y la carretilla, el hacer y el decir. Quince años es, desde la mirada de José Ortega y Gasset, el plazo

mínimo para medir una generación —y parece como si Armas y Letras siempre hubiese estado ahí, aunque el espíritu del tiempo la haya obligado a ir cambiando de diseño. Es Armas y Letras la publicación con que la Universidad Autónoma de Nuevo León entra a esa feria de la conversación que son las revistas universitarias nacionales y regionales. Y entra, sobra decirlo, con dignidad y decoro a la red de vasos comunicantes que son la Revista de la Universidad de México, impresa en la ciudad que se llama como el país; la revista Crítica de la Universidad Autónoma de Puebla; La Palabra y el Hombre publicada por la Universidad Veracruzana, para sólo calar algunos nombres de este género estricto. En el extranjero una revista editada con el mismo espíritu a la par cosmopolita y regional sería la revista de la Universidad de Antioquia en Medellín, editada por Elkin Restrepo. Una revista es como una casa; es también como una familia. Y siento a la revista Armas y Letras, dirigida por Miguel Covarrubias y editada


por Jessica Nieto, como la casa de unos parientes que viven en otra ciudad, pero que tienen en común con la familia de la que venimos una expresión inconfundible: aires de familia entre las letras. Volátil y expresiva: es un aire editorial que viene de quién sabe dónde y hace danzar los cuerpos y las luces al mismo ritmo. Una revista que es una casa, que es como una familia, es, desde luego, un imán y un sello que va deslindando un nosotros. La primera persona del plural que deslinda Armas y Letras viene de muy lejos, de los “nosotros” mexicanos y argentinos que se tradujeron en revistas a principios de siglo donde participan Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, Julio Torri, Efrén Rebolledo: ese nosotros que va inventando la letra por dentro de las “intimidades públicas”, y va como tallando en ellas un hueco para la libertad y un oasis para la felicidad que representa en cada acto, en cada página, en cada poema, en cada ensayo el encuentro renovado del arte, la poesía y el pensamiento. *** El número 77 del año 15 que saludan estas líneas está imantado por correspondencias y coincidencias. Enumeremos algunas: una, inescapable, es que se publican, por un lado, un artículo sobre el poeta colombiano Miguel Ángel Osorio, mejor conocido por sus seudónimos de Ricardo Arenales o Porfirio Barba Jacob, escrito por el poeta y crítico Sergio Cordero y, del otro, una narración de Bárbara Jacobs titulada “Operación Monterrey”,

donde se ritualiza el trampantojo y la mise en abîme. Y es que la materia y lugar de la narración es la ciudad de Monterrey, la revista Armas y Letras, el director de publicaciones Celso José Garza, y la editora Jessica Nieto. Podría decirse que a Bárbara Jacobs sólo le faltó incluir en su nominación la crónica de esta presentación que hace su amigo y condiscípulo en el taller de Augusto Monterroso, nuestro maestro y durante muchos años su esposo. Otra correspondencia, quizá más sutil, se da entre el artículo firmado por el joven Aguillón-Mata sobre la Expresión americana de José Lezama Lima y el ensayo de Irlemar Chiampi sobre el Sr. Barroco, y las colaboraciones de Andrés del Arenal sobre ese libro problemático de Alfonso Reyes titulado Libros y libreros de la antigüedad —que es en realidad una traducción y una reproducción de la obra de Pinner, The World of Books in Classical Antiquity, que el editor póstumo de Reyes, el poeta y crítico nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez, decidió incluir como obra de Don Alfonso en sus Obras completas. En ambos ensayos está en juego y práctica la tradición, el traer y acarrear como hecho de cultura y signo originario, sello del ars combinatoria como capital cultural: vemos funcionar, en los dos extremos de la revista, la “carretilla Alfonsina”, que diría Gabriel Zaid, expuesta por el joven prometedor Andrés del Arenal, y la góndola de José Lezama Lima a través de dos de sus ensayos más significativos: “El romanticismo y el hecho americano” y La expresión americana, interrogados por Aguillón-Mata a través de Irlemar Chiampi y Severo

Sarduy en textos dialogantes que se abren a la semilla de la expresión cultural americana. Ese diálogo se da en la revista además como un termómetro: se da un “Breve panorama de la radio en Monterrey” por Ramiro Garza; se publica un ensayo sobre el cine, “La tradicionalización de la ruptura”, de Daniel González Dueñas, y “Un desayuno en otros ámbitos y sin diamantes” de Alejandro Martínez. En el centro de la revista, en la sección “Anatomía de la crítica”, se imprime un texto singular y prometedor de Esteban Caviedes, bogotano y colombiano que estudia filosofía y presenta un ensayo provocador: “Campanillas y mandarines”, donde se contrapone la novela corta de Eça de Queiroz, “El mandarín”, y la problemática ética y filosófica de la Tercera Antinomia o Antinomia de la libertad expuesta por Emmanuel Kant en el capítulo dos de la dialéctica trascendental de La crítica de la razón pura. De este ensayo propiamente filosófico sobre el tema de la libertad van a manar las correspondencias con, por ejemplo, el ensayo de Analía Melgar sobre Guillermina Bravo, o la página de Eduardo Antonio Parra sobre la muerte y la reencarnación. He dejado al final dos asuntos: uno corresponde al buzón de sugerencias; otro, a la poesía. Las sugerencias, siempre respetuosas: que en cada número de Armas y Letras se dé breve noticia de algunos materiales del número anterior —y hasta, si es posible, que se reseñe, como es el caso de este texto que el lector está ahora mismo leyendo; y, dos, que se anuncie en lo posible lo que vendrá.


La poesía: aplaudo y me alegra el lugar destacado que se consagra al verso y al poema. Desde los poemas de la joven Xitlally Rivero, la no menos misteriosa “martes-jueves, agosto” de Abraham Nuncio, la traducción de Jacques Prévert hecha por Miguel Covarrubias, la evocación de “Los barrios de Catedral” de María Natividad Flores Medina y en fin, los dos poemas de José Javier Villarreal que sólo puedo decir que me hubiera gustado escribir y quizá hubiera podido escribir.

Discierno simpatías y correspondencias entre el texto de María Natividad y el vuelo barroco de Lezama de Aguillón-Mata y entre el poema de Jacques Prévert sobre la guerra, y el ensayo de Karla Olvera sobre el artista como obra de arte: “Toda alegría quiere eternidad”, dice Zaratustra: yo agradezco a Jessica Nieto, a Miguel Covarrubias y a José Garza que me hayan invitado a dar este testimonio de lectura y celebrar con ellos los 15 años de Armas y Letras, revista a la que vuelvo como se vuelve a casa. Adolfo Castañón

Armas y Letras: una revista-libros L TÍTULO: Revista Armas y Letras núm. 76 AUTORES: Varios EDITORIAL: UANL AÑO: 2011

eyendo Armas y Letras, encuentro en un solo lugar libros, autores, reseñas, crítica e imágenes que me producen en sí la idea de muchos libros en mis manos; y con gusto, casi siempre experimento lo que Vila-Matas cuando escribió en su Dietario Voluble: “No sé por qué me gusta leer a ciertos autores cuando comentan los libros de los otros (...) Esta mañana, por ejemplo, acabo de encontrarme con un Julien Gracq fascinado ante unas líneas en las que Proust describe los pasos de Gilberte por los Campos Elíseos”. Pienso entonces en Armas... como una revista-libros, que abre sus páginas a textos y autores de todas partes y estilos críticos.

En este número, en que la escritora Minerva Margarita Villarreal nos muestra un trozo de Cavafis, preguntándose cómo se puede hacer un abordaje crítico de este poeta griego, cuando es difícil razonar aquello que nos deja pasmados, nos lleva inevitablemente a querer experimentar su fascinación a través de la lectura de este autor. Y la provocación se repite cuando Eduardo Antonio Parra nos introduce en el mundo del inexplorado autor argentino Antonio Di Benedetto, a quien Borges le expresara “usted ha escrito páginas que me han emocionado”. Se trata, a mi modo de ver, de la lectura de un acto tan íntimo como puede ser la lectura de alguien más; imaginarme a Borges emocionado en las letras de Di Benedetto me parece una escena altamente disfrutable. Muchos célebres ejemplos hablan del efecto de las lecturas, como Carlos Fuentes, cuando estando en Zúrich hace seis décadas, agarró valor en la descripción de Susan Sontag sobre su visita a Thomas Mann: “¿Me atrevería a acercarme a Thomas Mann, yo, un estudiante mexicano de 21 años con muchas lecturas entre pecho y espalda, pero con todas las inhabilidades de una sofisticación social e intelectual muy lejos de mis manos? En un ensayo memorable Susan Sontag ha recordado cómo ella, aún más joven que yo, penetró el santo de los santos de la casa de Thomas Mann en Los Ángeles en los años cuarenta y descubrió que tenía bien poco que decir, pero mucho que observar. Yo no tenía nada


que decir, pero, como Sontag, mucho que observar”, destacó Carlos Fuentes. Y esto no es más que la inspiración que produce la vivencia escrita de alguien más, la osadía, la emoción o la suerte de otro, eternizada por medio del acto de escribirlas. En Armas y Letras advierto además esa especie de radiografía en primera persona que discurre en voz de los autores: la apuesta literaria de Bárbara Jacobs por una tergiversación ingeniosa del yo, y la experiencia que nos comparte tras su exploración de las posibilidades de géneros como el diario, la biografía, el diálogo y la entrevista. O las lecciones de la rumana Ilinca Ilian, recordándonos —a propósito de obras mayores de la narrativa latinoamericana, como Rayuela, Paradiso, Cien años de soledad, Conversación en la catedral o Los detectives salvajes—, que el arte debe ser universal, difícil y redentor. Este número de Armas... también tiene música: leyendo a Beatriz Espejo tuve ganas de una pausa para teclear en el buscador de Youtube, la escena memorable de Tacones lejanos: “...si tienes un hondo penar piensa en mí...”. La revista recoge con elegancia el difícil oficio de la crítica, de la cual la joven escritora cubana Ena Lucía Portela ha dicho: “Los críticos fabulan, andan por ahí como Adán, nombrándolo todo, y luego pretenden que la realidad sea como ellos la han inventado”. Pero, invención o no, disfruto la realidad literaria que retrata Armas y Letras como un espacio físico trascendente en la cultura de la región y del país desde hace más de medio siglo.

Revisando un número de la revista de hace 60 años, el de septiembre de 1952, leía un artículo de Enrique Diez-Canedo sobre Alfonso Reyes, donde escribía a modo de sumario: “Ahora, querido Alfonso, que está usted en París, hablando de México, me propongo —libre de su influencia, evadido de nuestra amistad—decir algo de su último libro”. Se refería a Huellas, el libro de versos de un autor conocido personalmente. Sesenta años después, leemos en este número al maestro Miguel Covarrubias, en su artículo titulado Doble o triple acercamiento a Reyes, donde analiza cómo el pintor Sergio Villarreal informa gráficamente, no sólo aspectos de la apariencia sino de las influencias y las filias del regiomontano universal. Y escribe que a pesar de que Sergio Villarreal no pudo conocer personalmente a Reyes, es decir, no pudo retratarlo en vivo, sin embargo lo dibuja a partir de toda una iconografía y la lectura minuciosa de la obra del escritor. De este modo ha tenido coherencia y continuidad Armas y Letras, s u s t e n t a n d o t e m a s de relevancia a través de las generaciones y respondiendo con talento crítico al paisaje literario y el pensamiento estético de cada tiempo. Por aquella década de los años 50, la revista apareció como Boletín Mensual de la Universidad de Nuevo León; por entonces, publicaba además de artículos de crítica, arte y cultura, noticias de los cursos de invierno: las notas daban cuenta del ciclo de cinco conferencias ofrecidas, bajo el tema de La creación poética, por

Octavio Paz, o la conferencia del historiador Daniel Cossío Villegas sobre el porfiriato y la Revolución mexicana. Hoy, es una revista especializada en literatura, arte y cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León y responde a la propia exigencia institucional de generar publicaciones con calidad, intercambio cultural y científico, patentes, movilidad y aportes al conocimiento, buscando cada vez más ser una Universidad de nivel global, trascendente en el ranking de las instituciones académicas del mundo. Esto es visto a nivel macroinstitucional, pero cuando se trata de una revista hecha por gente conocida, el afecto se vuelve particular. Y es que mas allá de la arquitectura de esta revista, el cuidado con que construyen su anatomía o la imagen para cada texto, cuando uno ha conocido el ático donde literalmente se “arma” la idea de la publicación, cuando uno ha conocido a la gente que la edita, la diseña, escribe, el conjunto se vuelve aun más entrañable. En esta edición, el contenido se hace acompañar de una particular narrativa visual: un conjunto de imágenes que se presentan extremadamente cotidianas, extremadamente poéticas en la multimirada de la artista visual regiomontana Irasema Aguiñaga. Para contenido e imágenes mi reflexión es la misma, como dijera Alberto Paredes “el estilo es la idea” y esta revista tiene estilo. Con este número y apropiándome de unos versos contenidos en él, del poema Errata de Gloria Collado: “llegaron los signos y las letras y no dejaron palabra con cabeza.”


Y debemos festejar eso: que sobreviva una revista de literatura, en medio no sólo de las discusiones sobre el futuro de las publicaciones impresas, si no además, en un tiempo donde emulan por nuestra atención las redes sociales, los juegos en línea, la televisión que pondera la cotidianidad de Kim Kardashian, o simplemente los casinos o cualquier otra forma de entretenimiento fácil. Leer libros, leer sobre libros, se convierte entonces en una determinación, una elección por encima de las tendencias modernas. Y vaya que no creo que exista antagonismo entre lectura, escritura y tecnologías, hace unos días en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario, Cristina Rivera Garza en la presentación de su libro Viriditas, aludía al fenómeno de las publicaciones de 140 caracteres a través de Twitter (una especie de twitteratura) y las distintas redes que han potenciado la expresión humana, ya sea Myspace o Youtube, Facebook, Twitter o los blogs, sobre todo para la gente que tiene algo que decir, y había tenido pocos soportes para hacerlo. Pero precisamente por esa elección del placer por leer aun percibiendo el olor de la tinta en el papel, con la seguridad de que estoy accediendo a un contenido genuino, y no a una desambiguación en Wikipedia, por todo esto celebro que exista Armas y Letras atravesando los años, y brindo por ustedes que la hacen posible. Salud por eso. Lizbet García Rodríguez

NAHUI OLIN,

LA ETERNA Título: Nahui Olin: sin principio ni fin. Vida, obra y varia invención. Comp. y coord. Patricia Rosas Lopátegui Edita: UANL Año: 2012

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asta hoy, todo lo que sabíamos de Nahui Olin es que era una pintora mexicana de principios del siglo XX y que pertenecía a una pléyade de mujeres distinguidas en los ámbitos del arte y la cultura: Tina Modotti (fotógrafa), Frida Kahlo (pintora), Antonieta Rivas Mercado (escritora y mecenas), Lupe Marín (novelista), Dolores del Río (actriz), María Izquierdo (pintora), Lupe Rivas Cacho (actriz), Amalia Castillo Ledón (feminista y diplomática), María Conesa (actriz), Clementina Otero (actriz), Lupe Vélez (actriz) y María Tereza Montoya (actriz), entre otras. Ahora, gracias a la investigadora Patricia Rosas Lopátegui (Tuxpan, Ver., 1954) y su volumen Nahui Olin: sin principio ni fin, sabemos que Nahui era, además de pintora: “dibujante,

grabadora, caricaturista, pianista, poeta, ensayista y aficionada a la ciencia” (2012: 28). También fue compositora, maestra de dibujo, precursora del feminismo y musa y modelo de pintores (Diego Rivera, Dr. Atl, Ernesto “Chango” García Cabral, Roberto Montenegro, Gabriel Fernández Ledesma, Jean Charlot, Matías Santoyo, Ignacio Rosas, Antonio Ruiz “El Corcito”, etc.) y fotógrafos (Edward Weston, Gustavo Casasola y Antonio Garduño). Rosas Lopátegui tiene a bien rescatar los cinco libros que Nahui logró publicar entre el vértigo de su agitada vida: Óptica cerebral. Poemas dinámicos (1922), Câlinement je suis dedans (Tierna soy en el interior, 1923), A dix ans sur mon pupitre (A los diez años en mi pupitre, 1924), Nahui-Olin (1927) y Energía cósmica (1937). Tres libros más permanecen


SOMBRERO / DETALLE EN DUOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

inéditos: Una molécula de amor, Totalidad sexual del cosmos y un poemario sobre uno de sus amantes, Eugenio Agacino. También sabemos, gracias a este volumen, que Nahui Olin se llamaba en realidad María del Carmen Mondragón Valseca, que nació en la Ciudad de México en 1893 y murió en esa misma ciudad en 1978, que su seudónimo le fue impuesto por el pintor y vulcanólogo Gerardo Murillo (Dr. Atl) hacia 1922 y que representa: «el cuarto movimiento del Sol, cuya significación cosmológica se relaciona con el símbolo de los impulsos renovadores del universo, con el eterno retorno y la transformación de las fuerzas cósmicas» (601). Carmen Mondragón fue hija del general Manuel Mondragón, militar que inició el cuartelazo para derrocar al presidente Madero el 9 de febrero de 1913 y luego fue premiado por el usurpador Victoriano Huerta con la Secretaría de Guerra y Marina para, más tarde, renunciar y salir del país en un exilio disfrazado rumbo a Bélgica; de allí marcharía a París y se asentaría definitivamente en San Sebastián, España. Ese mismo año de 1913, Carmen Mondragón se casó con el pintor Manuel Rodríguez Lozano y al año siguiente viajaron a París para reunirse con la familia de ella. Durante ese tiempo tuvieron un hijo que murió en condiciones poco claras. Vivieron en San Sebastián hasta 1920 para luego regresar a México. Fue entonces que comenzó a gestarse la leyenda de Nahui Olin: al año siguiente dejaría al marido para irse a vivir con el Dr. Atl. Vendrían

después otros amantes, comenzaría a pintarse a sí misma desnuda y a ser fotografiada como dios la trajo al mundo, impactando con ello a una sociedad mojigata que ostentaba dos morales: una para los hombres y otra para las mujeres. Posiblemente por esto, Hollywood la llamó, pero no filmaría película alguna. Por cierto, el Dr. Atl reproduce en su novela Gentes profanas en el convento (publicada en 1950 e incluida aquí fragmentariamente: 215-256), algunas de las cartas que Nahui le envió durante su relación. En ellas predomina un tono apasionado y erótico, demasiado explícito para la época (1921-1925). A mediados de los años cuarenta, Nahui se fue retirando de la vida pública hasta concluir vistiendo harapos, cuidando gatos y siendo víctima del olvido y la maledicencia popular que la llamaba «la polveada», «la loca», «el fantasma del Correo», «la dama de los gatos», etc. (500-501). Su resurrección se debe al restaurador de arte Tomás Zurián Ugarte quien desde 1978 se ha dedicado a reunir el material de Nahui para promoverlo a través de exposiciones, análisis, ensayos, artículos y entrevistas, además de facilitarlo a personas interesadas (como la autora de esta investigación), llegando al grado de convertir su casa en un santuario en honor de esta artista y hasta regalar cinco mil reproducciones de una fotografía de Nahui, la misma foto que lo fascinó la primera vez que la vio y que originó su veneración. Complementan este volumen antológico más de cien documentos entre los que hay prólogos, poemas de y para Nahui, ensayos,

crónicas, anécdotas, traducciones, invitaciones, diplomas, semblanzas, artículos, reseñas, análisis, portadas de libros, cartas, remembranzas, folletos, fotos, notas, manuscritos, entrevistas, recortes de periódicos, dibujos, óleos, poemas ilustrados, reportajes, prosa poética, un documento oficial, un fragmento de novela (del Dr. Atl), una cronología y una bibliografía de y sobre Nahui. Todo bajo la prestigiada firma de autores como Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Guadalupe Amor, José Gorostiza, Raquel Tibol, Rubén Salazar Mallén, María Luisa «La China» Mendoza, Homero Aridjis, Adriana Malvido, Tomás Zurián, Rocío Luque (traductora de los libros franceses de Nahui incluidos aquí) y Armando Ponce, entre otros. Sí, ahora ya sabemos que Nahui Olin fue un espíritu libre que cabalgó impetuosamente entre la hipocresía social de su tiempo a través de su arte y sus pasiones, preludiando con ello la liberación sexual de los años sesenta, aunque despistadamente «El misógino Salvador Novo la sentenció como un caso incurable de ‘furor uterino’” (520). Eligio Coronado


Beats en cómic A

más de cincuenta años de la publicación de sus obras señeras, la Generación Beat aún despierta entusiasmo. Y a unos pocos meses del fallecimiento de Harvey Pekar (mito del undergound) se lanza en español The Beats: A Graphic History, un compendio sobre el movimiento precursor de la contracultura. Bajo el lema “La vida ordinaria es bastante compleja”, Harvey Pekar debutó como guionista de cómic con Esplendor americano. Incapaz de dibujar siquiera una uva, contó con ilustraciones de primerísima línea: la mano chaquetera de Robert Crumb dio vida a sus primeros engendros. A diferencia de la historieta de súper héroes, el tema de Pekar era su autobiografía. Su manera de presumirse era: “Directo de las calles de Cleveland, Esplendor Americano”, en franca alusión al contenido cotidiano de sus historias. La estética de su trabajo, próxima al realismo sucio, lo identifica con escritores que se han dedicado con ahínco a desprestigiar el American

TÍTULO: The Beats: A Graphic

History EDITA: 451 editores AÑO: 2011

way of life. Por su afición al jazz, su adicción al género le permitió mal vivir como reseñista durante algún tiempo, guarda una estrecha correspondencia con los escritores jazzeros por antonomasia: los miembros de la Generación Beat. Tras la muerte de Charles Bukowski y Frank Zappa es indudable que el outsider más auténtico es Harvey Pekar. Inspirado por lo beat, más por lo outsider de la biografía que por la obra, Pekar y colaboradores trazan una serie de cómic biopics. Un experimento no nuevo, pero tampoco común. Explotado primordialmente por el cine, el biopic ha tenido poca resonancia en la historieta. El mismo Esplendor americano es una referencia, la diferencia radica en que la biografía de Pekar se escribe día a día y la del biopic establecido es una historia contemporizada. La primera parte de The Beats: A Graphic History es lapidaria respecto a la prehistoria del movimiento: la Generación Beat fue conformada por sólo tres miembros, Jack Kerouac, Allen

Ginsberg y William Burroughs, teoría respaldada por estudiosos del tema como Barry Gifford. Sin embargo, la perspectiva histórica le ha concedido a Neal Cassady un lugar insoslayable dentro de la mitología beat primigenia. En este apartado se retrata la vida de Jack, Allen y Bill. Coautoría de Pekar y Ed Piskor, guión e ilustraciones respectivamente. Aunque no se arrojen datos reveladores sobre el movimiento, el mérito testimonial del documento es invaluable. La novela gráfica, todavía considerada un arte menor, ha conseguido situarse como uno de los vehículos preponderantes para documentar la historia. Pese a que su impacto no ha conseguido trascender una minoría o si se quiere un público especializado, es interesante el hambre de la novela gráfica por presentar su versión de los hechos. En lo que respecta a la exclusión de Neal Cassady, la historia continúa siendo injusta con su figura. Quizá el argumento contra su no pertenencia sea que fue


autor de un solo libro. Más allá de la importancia literaria del Primer tercio, Cassady merecía un biopic dentro del libro. Existe un resentimiento inconsciente en contra de Neal. Sus coqueteos con el jipismo, su adhesión a Ken Kesey y sus correrías con Bukowski huelen a traición para ciertos adoradores del espíritu beat. Imposible de contener, Cassady abandonó a Kerouac, sin importar lo famoso que fuera. Fue la primera deserción tácita del grupo, después vendría la de Ginsberg, que abducido por su fascinación por Bob Dylan y el Flower power, se alejaría ideológicamente de Kerouac. Burroughs jamás aceptó formalmente ser un beat, por lo que el distanciamiento era improbable. Con base en lo anterior, existe una impronta que todas las historias beat han ignorado, cuando el movimiento gana celebridad se produce una polarización del mismo, más allá de la anatema política. Jack y Neal por un lado, Allen y Bill, por el otro. Ninguno tan afín a Jack, el rey de los beats, como Cassady. La traición sufrida por

Jack no existe, Neal fue el único fiel al sentimiento de autodestrucción que siempre alimentó a Kerouac. Al renunciar a un deceso trágico, Allen y Bill traicionaron el final de fotografía que supusieron las muertes de Jack y Neal. La segunda parte del libro se centra en personalidades correspondientes a la segunda etapa del movimiento beat: lo beatnik, y en la revisión de algunos poetas anteriores a lo beat, como Charles Olson. Después de los capítulos dedicados al renacimiento poético de San Francisco, McClure, Whalen, Rexroth, Duncan, Ferlinghetti, Corso, LeRoi Jones y Robert Creeley, a cargo de la dupla Pekar-Piskor, empiezan las colaboraciones. Paul Buhle (guión) y Nancy J. Reters (ilustración) repasan la mítica librería City Lights. Patchen, Lamantia, Gary Snyder, Diani di Prima, las mujeres beats (con guión de Joyce Brabner, esposa de Pekar) y el jazz y la poesía, son narrados e ilustrados por diversos autores, entre los que destaca Peter Kuper, habitual de la revista Mad. Un aspecto que destaca entre la

selección del editor Paul Buhle es la cantidad inusitada de poetas que conforman esta novela gráfica. Sólo Kerouac, Burroughs y Ferlinghetti son narradores. Lo que da pie a una segunda lectura de la obra, no sólo pretende condesar aspectos de la Generación Beat, sino que encierra una parte importante de la historia de la poesía moderna norteamericana. Como toda biografía acerca del movimiento, The Beats: A Graphic Novel, presenta fisuras. Su esfuerzo es notable, pero denota que lo beat aún busca a su biógrafo definitivo. Ni Gerald Nicosia, Barry Gifford, James Campbell, Dennis McNally o Jorge García-Robles, han podido consolidar un relato equilibrado sobre la Generación Beat. Mientras tanto, la literatura beat sigue editándose. Libros inéditos continúan apareciendo, a la espera de ese biógrafo que le otorgue coherencia al movimiento, no simple cronología, con la esperanza, tal vez, de que si no lo encuentra, se baste a sí misma para biografiarse. Carlos Velázquez

INFINITO

EL ORDEN TÍTULO: El orden infinito AUTOR: Rodolfo Naró EDITORIAL: Planeta AÑO: 2007

U

n poeta posee múltiples recursos para el manejo propio y exacto de la palabra. Con este impulso llega Rodolfo Naró a su primera novela, género en el que se ha afirmado desde el inicio, pues se trata de una fascinante narración que mezcla

ficción e historia, y que va de lo realista a lo fantástico. El espacio donde se desarrolla la mayor parte de la trama de la novela es un pueblecito de la Sierra Madre Occidental, San Pedro Analco, municipio de Tequila, Jalisco, la tierra natal del autor, evocación de esa


Otros personajes son la hechicera Nacha, el singular padre Ramberto, la dueña del prostíbulo María la Blanca, la titubeante Judith, el terrible general Lupe Santos, el mayoral Cápora, el débil Ataúlfo, el alcalde Belisario Rojas y su esperanzada hija Adela, el elusivo Modesto Najar. Por el relato desfilan también: Porfirio Díaz, Amado Nervo, Pancho Villa, Felipe Ángeles, Emiliano Zapata, José Vasconcelos, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Joaquín Amaro, en un apego histórico al fondo de los sucesos, variando naturalmente la forma, que es constitutiva de toda novela. Los horrores de la Revolución quedan descritos en el asalto a la casa grande de la hacienda del Cabezón, donde, entre otros, perecen don Rómulo Fonseca y su esposa Asunción, padres del niño Salvador. Toda esta violencia impacta a Salvador, quien luego participa como soldado y comandante cristero, asumiendo en la parte final de la novela un papel protagónico. Resulta incuestionable el dominio sintáctico del autor, el que echa mano de bellas figuras literarias;

a la vez, sus personajes poseen un habla culta y un habla popular, para denotar las diferentes clases sociales y la peculiaridad propia de cada sujeto. Un recurso muy bien logrado en Naró es el de la retrospección, como puede constatarse en el despertar de Nina Ramos del año viejo al año nuevo. Y en el cuerpo del relato se van dando voces onomatopéyicas, adagios, expresiones culturales y muestras del arte culinario de la región. Las campanas de la parroquia y, aisladamente, las campanadas del reloj, marcan los cambios de acción en el relato. En torno a este elemento podría abundarse, tema que seguramente la crítica literaria especializada abordará en el análisis más exhaustivo de la obra. Asimismo, un trasfondo religioso está presente en la novela. Es Azrael, el ángel exterminador. Es el demonio, que asume diversos rostros. Son las referencias bíblicas. Es el lenguaje apocalíptico que se da en el templo y fuera del mismo, particularmente en momentos en que tiembla la tierra y se dan fenómenos inusitados. Posee un lenguaje rulfiano El orden infinito. Tiene igualmente semejanzas con la prosa poética de Juan José Arreola y con la de Agustín Yáñez de Al filo del agua. Como que Naró es también jaliciense y la tierra contagia, atrae y potencia. Su novela es un mentís a que el tema de la Revolución mexicana está agotado. Como la novela misma, el final es imprevisto y genial. Un libro para leerse en 309 páginas, que no se caerá de las manos de ese lector que, como ha dicho Noé Jitrik, busca que la literatura “le cambie la vida”. José Roberto Mendirichaga

NO ES LO MISMO A LOS 30’S QUE DESPUÉS DE LOS 40’S/ DETALLE EN DUOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

“ribera opuesta” del río Santiago, viejo señorío de Xalisco que comprendía tierras de Jalisco, Nayarit y Zacatecas, región evangelizada por los frailes de Santo Domingo. Este poblado donde se desarrolla el relato posee magia, porque sus contornos están compuestos de valles para el agave tequilero, profundas barrancas y la sierra, donde flora y fauna salvajes convidan a la aventura, en tanto que en la villa se entretejen una serie de sucesos, la mayor parte de ellos desazonados, que van ligando imperio con Reforma, y Porfiriato con Revolución y guerra cristera. Se trata de una novela de pasiones; de amores y odios. En El orden infinito, cada uno de sus personajes tiene fuerza, aun la débil Dolores, hija del médico Leonardo Ralla y la enferma Lucrecia. El personaje nuclear es Virginia, la Nina Ramos, quien fue dama de Carlota y bailó el mismo vals en el mismo castillo con los únicos dos emperadores que ha tenido el México independiente; la que toca el piano, lee y es madrina y dueña del pueblo.


HIPOCONDRIACA / DUOTONO / DIBUJO SOBRE MOLESKINE

AUTORES


AUTORES

JOSÉ EMILIO AMORES. Tiene 93 años. Como él dice,

su única actividad es vivir plenamente. (Monterrey, 1972). Ensayista e investigador. En 2005 obtuvo la edición 17 del Certamen Nacional de Ensayo “Alfonso Reyes”. Su libro más reciente es Lectores insurgentes. La formación de la crítica literaria hispanoamericana (1810-1870) (JUS, 2011). A partir de 2012 es coordinador del Centro de Escritores de Nuevo León. VÍCTOR BARRERA ENDERLE

Escritor, poeta, editor y traductor. Ha publicado su poesía reunida bajo el título La campana y el tiempo, y ha reunido sus ensayos en la serie Paseos. Es Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua. En 2003 el gobierno de Francia lo distinguió con la orden de Caballero de las artes y de las letras. ADOLFO CASTAÑÓN.

Crea proyectos galaxia: mix de poesía, música, acción y video. Ha publicado varios libros de poesía: Basalto, Soma, Imperio, Tiento y de próxima aparición, Diorama. Obra suya puede verse/leerse/escucharse en www.dioramapoesiatransversal.com ROCÍO CERÓN.

(Monterrey, N.L., 1948). Ha publicado 21 libros, siendo los más recientes el poemario Habitaciones (2009) y los guiones de La Ilíada y La Odisea de Homero para la revista regia Presencias (2011). En 1996 recibió el Premio a las Artes de la UANL.

(1970). Sus libros más recientes son El último explorador (2012) y El viajero del tiempo (2011). Es conocido también como practicante y estudioso de la escritura digital y mantiene un sitio web muy visitado: www.lashistorias.com.mx. ALBERTO CHIMAL

(Ocotlán, Jalisco, 1981). Maestra en artes por la UANL. Becaria del Centro de Escritores de Nuevo León en el 2010. Premiada en el Certamen de Literatura Joven Universitaria 2007 (UANL). Cofundadora y coeditora de la revista Manual del Desierto y de Ediciones Intempestivas. Autora de A mares (UANL, 2011). LIVIER FERNÁNDEZ TOPETE

(Holguín, Cuba, 1978). Periodista y editora. Coautora del libro Retrato Hablado. Las mejores entrevistas de Vida Universitaria. Trabajó como reportera y presentadora de noticias en el Instituto Cubano de Radio y Televisión y actualmente es directora informativa del Periódico Vida Universitaria de la UANL. LIZBET GARCÍA RODRÍGUEZ

(Monterrey, 1986). Colabora en el departamento editorial de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria y en la editorial independiente An.alfa.beta. Ha publicado ensayos y reseñas en las revistas Interfolia y An.alfa.beta. CARLOS LEJAIM GÓMEZ HERNÁNDEZ

ELIGIO CORONADO

(Ciudad de México, 1947). Ensayista y narradora, celebra este 2012 el aniversario XXV de su novela viva Las hojas muertas (Premio Xavier Villaurrutia 1987). Su libro de ensayos más reciente es Leer, escribir (UANL, 2011). BÁRBARA JACOBS

MIGUEL COVARRUBIAS

(Monterrey, 1940). Poeta, ensayista y traductor. Ha obtenido el Premio de Traducción de Poesía del INBA y el Premio a las Artes de la UANL. Algunos de sus libros son El rojo caballo de tu sonrisa y Sombra de pantera.

ERIKA KUHN.

(Concepción, Chile, 1955). Doctor en literatura por la Universidad de Utrecht. Narrador, poeta, traductor y crítico. Reside en Amsterdam, Holanda.

AMÉRICO LARRALDE

RICARDO CUADROS.

Licenciada en artes plásticas con especialidad en grabado. En el 2010 se graduó en la maestría en artes visuales por la UNAM, experimentando con su producción plástica una nueva forma de registrar su transcurrir en el tiempo y en el espacio. (Monterrey, 1944). Maestro en ciencias por la UNAM. Ha publicado Sor Juana y la astrología judiciaria (UNAM, 2009) y El eclipse del sueño de Sor Juana (FCE, 2012).


AUTORES

NATALIA LUNA (Monterrey, N.L., 1989). Licenciada en

lenguajes audiovisuales por la Facultad de Artes Visuales de la UANL. Su poemario Agorafobia fue publicado por la UANL (2009). Aparece en cuatro antologías literarias regionales y ha publicado textos sueltos en Vida Universitaria y en La Jornada. (Monterrey, 1944). Licenciado en filosofía, maestro en letras españolas y doctor en historia. Es autor de Aproximación a la crítica literaria (1998), La ideología en la obra de Ramón López Velarde (1999), El Colegio de San Juan en Saltillo, 1878-1914 (2010) y Jesús y Vique Llaguno, una pareja inolvidable (2011). Es profesor de la Universidad de Monterrey. JOSE ROBERTO MENDIRICHAGA

(Saltillo, 1968). Ensayista, narrador y amante del arte, ha publicado artículos en revistas y un solo libro. Creador independiente, liminar, sobrevive como Dios le da a entender traduciendo y editando. RAÚL OLVERA MIJARES

(León, 1965). Narrador y ensayista. Por el relato breve Nadie los vio salir ganó el Premio de Cuento Juan Rulfo 2000. Fue becario de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation en 2001 y del Sistema Nacional de Creadores de Arte. EDUARDO ANTONIO PARRA

(Argentina, 1978). Narradora, ensayista. Obtuvo diversos premios, todos en género cuento. Publicó De la noche rota en 2009. Fue becaria del Fonca/Conaculta en 2010, y de la Secretaría de Cultura Argentina, en convenio con México, en 2012. MARINA PORCELLI

Maestro, editor y crítico. Publica crítica cultural en diversas revistas y periódicos locales y españoles y en el libro El triunfo de la cultura, uso político y económico de la cultura en Monterrey (FENL, 2010). Editó el fanzine velocidadcrítica durante 7 años. EDUARDO RAMÍREZ.

MARIANA ROSETTI. Licenciada y profesora en letras

(UBA). Actualmente, es becaria de CONICET y es adscrita a la cátedra de literatura latinoamericana I a cargo de la doctora Beatriz Colombi, Facultad de Filosofía y Letras (UBA). (Coahuila, 1978). Autor de La Biblia Vaquera y La marrana negra de la literatura rosa, ambos considerados libro del año por distintos medios. Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo y Premio Nacional de Cuento Magdalena Mondragón. CARLOS VELÁZQUEZ







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