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Motivar la lectura en preescolar, una encomienda para futuros docentes
from Magisterio 91
Martha Patricia Aguilar Romero
Escuela Normal No. 3 de Toluca
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La lectura es un vehículo de libertad y autonomía individual. Los niños que leen son analíticos, mucho más de lo que podamos creer. Una vez que inician el camino, siguen caminando con o sin nosotros, con estrategias o sin ellas. Los niños son capaces de seleccionar sus propios libros, solo requieren confianza, experiencia y opciones reales.
Eva Janovitz
En los últimos años (1995-2018), las autoridades educativas se propusieron buscar alternativas de atención tras inquietarse por la problemática existente en torno a los bajos resultados obtenidos en diversas pruebas estandarizadas, como pisa, enlace o Excale. En ellas se demuestra el bajo logro académico de los alumnos en el dominio de herramientas fundamentales para acceder a los distintos contenidos disciplinarios, como la comprensión de la lectura, la expresión escrita y las matemáticas. El punto medular en un inicio fue primer grado de primaria, y para 2001 ya se incluía toda la educación básica (preescolar, primaria y secundaria).
Bajo este tenor, surgieron de la federación programas educativos cuya finalidad, desde el discurso, fue ser un apoyo para los docentes. En particular, el diagnóstico de los niveles de desempeño de los alumnos en comprensión lectora aplicado principalmente en primaria, constituyó el punto de partida para la creación del Programa Nacional de Lectura (pnl).
El pnl (2001) es impulsado por la sep para responder a una de las responsabilidades fundamentales de la educación básica: formar a los alumnos en habilidades comunicativas, pues se conformó de herramientas esenciales como el habla, la escucha, la lectura y la escritura para el acceso al conocimiento.
Este programa orientó, en su momento, los Programas Estatales de Lectura (pel) de las 32 entidades participantes del país.
En 2019, con la entrada del nuevo gobierno en México, se hizo el anuncio oficial sobre una nueva propuesta para fortalecer la lectura no sólo en el plano educativo sino a nivel social. A ésta se le denominó Estrategia Nacional de Lectura (enl)y forma parte de las líneas estratégicas del Programa Fortalecimiento de la Calidad Educativa.Esta estrategia tiene como objetivo convertir la lectura en un placer y consta de tres ejes rectores:
El primero de ellos refiere a su carácter formativo, pues se busca que los alumnos adquieran el hábito de la lectura desde la infancia y se perfeccione la práctica lectora en la adolescencia. El segundo eje representa su carácter sociocultural, pues pretende que los estudiantes, ante la diversidad de títulos y accesibilidad, logren tener la posibilidad de elegir qué leer y, ante esta posibilidad, accedan a una cultura amplia. El tercer eje es de carácter informativo, el cual contribuye a la concepción de que la lectura permite sentir y pensar más allá de lo inmediato (sep, 2019, p. 27).
En la enl se expone a manera de crítica cómo la lectura en la escuela ha priorizado su concepción lingüística y resalta el hecho de que, aunque se ha impulsado el fomento por las prácticas lectoras, no se ha logrado modificar del todo la idea tradicional. Se enuncia que, con esta nueva propuesta, se aspira a lograr una concepción sociocultural, es decir, no es sólo un proceso psicolingüístico (realizado con unidades lingüísticas y procesos cognitivos), pues leer es, además, una práctica cultural insertada en una comunidad particular, que posee una historia, una tradición, unos hábitos y unas prácticas comunicativas especiales.
Se resalta que la lectura en las escuelas mexicanas debe dejarse de ver como una actividad individual o para unos pocos dotados de habilidades especiales, sino que se debe concebir como una actividad eminentemente colectiva en la que intervienen diferentes fuentes y discursos. Para ello, se propone que los docentes consideren los intereses y necesidades de los alumnos, para que, a partir de ellos, los acerquen a las prácticas lectoras con apego a la literacidad y, en la medida de lo posible, los vinculen a los programas de estudio, con el fin de favorecer su desarrollo integral.
Frente a estas ideas vale la pena recuperar el posicionamiento de Carlino (2005) cuando enuncia que, a pesar de que la lectura es reconocida como una herramienta fundamental para el aprendizaje en contextos escolares desde el
nivel básico hasta el superior, los agentes educativos —especialmente los profesores— no siempre demuestran preocupación por crear condiciones que lleven a los alumnos a interesarse y a involucrarse en los textos necesarios para su formación.
Reconocer la lectura como una práctica social propicia en los alumnos el interés y la necesidad por leer; por ello, es sustancial, como docentes, poner al alcance de los estudiantes opciones de lectura y asegurar el acceso a éstas. En este sentido, se parte de la premisa de que la experiencia lectora puede favorecerse mediante la interacción cotidiana con familiares, maestros o amigos.
La enl (sep, 2019) busca que los alumnos adquieran el hábito de la lectura desde la infancia y se perfeccione la práctica lectora en la adolescencia; pretende que los estudiantes, ante la diversidad de títulos y accesibilidad, logren tener la posibilidad de elegir qué leer y, ante esta posibilidad, accedan a una cultura amplia.
Cassany define leer como comprender:
Para comprender es necesario desarrollar diversos procesos cognitivos: anticipar lo que dirá un escrito, aportar nuestros conocimientos previos, hacer hipótesis y verificarlas, así como elaborar inferencias para vislumbrar lo que sólo se sugiere, construir un significado, etcétera (2006, p. 21). Los niños comienzan a desarrollar habilidades del lenguaje desde muy pequeños.
El hecho de que durante los primeros años el niño tenga una gran variedad de experiencias con el lenguaje impreso o hablado influye considerablemente en su éxito futuro en la lectura. Sin embargo, los niños necesitan actividades que les gusten y que puedan realizar con éxito sin que se les presione para ir más allá de la etapa de desarrollo en que se encuentran. Aunque los niños todavía no sepan las letras, las aprenden cuando intentan escribir, y aunque no sepan leer, aprenden cuando otros les leen. Los niños necesitan hablar con otros y escucharlos, y también necesitan leer con otros.
En preescolar se busca promover el gusto y aprecio por la lectura en las niñas y los niños. Esto es importante, porque les proporciona referentes que despiertan y estimulan su imaginación, enriquecen su vocabulario, orientan la reflexión y facilitan el acceso al lenguaje estructurado; con ello abren caminos para acercarse al lenguaje escrito. El preescolar es una excelente etapa de preparación para cumplir el reto de convertirse en verdaderos lectores.
Fomentar la lectura es, sin duda, uno de los mayores desafíos que enfrentan los docentes en educación básica y se convierte en una encomienda importante de asumir, sobre todo en preescolar, como el primer eslabón de la educación formal. Las futuras educadoras tienen el reto de continuar la tarea de docentes con experiencia para llegar a ser promotoras de estrategias significativas que generen en los niños placer por la lectura. Tejero nos dice que “La escuela constituye para muchos de nuestros alumnos procedentes de los ambientes socioculturales más bajos, la única posibilidad de aproximación impresa. Precisamente por ello, deben los centros educativos asumir una responsabilidad social para fomentar la lectura recreativa, compartida con las familias y otras instituciones oficiales y del entorno” (2007, p. 13), he aquí el oficio de educadora como una posibilidad para suscitar en los niños el interés y la motivación por leer.
En el texto Manual de actividades permanentes. Educación preescolar (sev, 2015) se recupera el rol de la educadora como un agente que repercute de manera significativa en las experiencias de lectura que puedan tener los niños preescolares. Al respecto se pueden referir las manifestaciones de encanto y goce que presentan los pequeños preescolares cuando son atrapados por un texto aun cuando su lectura no sea en el plano formal, sino a partir de imágenes, y esto casi siempre sucede por la motivación que un adulto le induce. Cuando la educadora emplea cambios en su voz y modifica sus actitudes para representar a los personajes, se pone de manifiesto en las miradas de los niños la emoción que viven cuando imaginan de quién se les está hablando; si de pronto se les cuestiona al respecto, son capaces de evocar la forma, los colores, los tamaños y logran imitarlos con acciones.
Teresa Colmer, citada en este mismo documento, afirma que: “en ninguna etapa de la vida el progreso lector de los
niños y niñas depende tanto de su relación con los adultos. El descubrimiento de los libros se produce de forma evidente en el triángulo formado por el niño o la niña lectores, el libro y el adulto mediador” (sev, 2015, p. 6).
Para que la futura docente de jardín de niños pueda convocar a los pequeños al disfrute de la lectura debe ser ella misma quien tenga ese gusto, quien como lectora autónoma no espere que se le indique la lectura como una tarea que debe cumplir. Para promover en los niños el deseo de leer es importante considerar la recomendación de Eva Janovitz (1996): además de actividades y estrategias de motivación, se requiere de una selección adecuada de libros, un ambiente acogedor donde se escuche a los niños y se respeten sus lecturas y reflexiones silenciosas; un trabajo sostenido donde los niños marcan el ritmo.
En la etapa de formación inicial, durante sus prácticas profesionales, los estudiantes normalistas pueden ofrecer experiencias de lectura a los niños. Éstas se convierten en espacios para aprender e interactuar con los chicos y promover en ellos aprendizajes y actitudes, como el uso de su expresión oral (sev, 2015), por ejemplo: • Preparan juegos para propiciar en los niños la inventiva al permitir que se expresen cuando describen personajes y acciones dentro de un cuento. • Escuchan a los niños y complementan sus ideas cuando plantean preguntas que les permiten estructurar su pensamiento y evocar recuerdos. • Cuestionan sobre palabras que no conocen y los animan a encontrar su significado, lo cual permite ampliar significativamente su vocabulario.
Este tipo de actividades requiere tiempo y paciencia, pero permiten a los niños y niñas usar el lenguaje y recibir retroalimentación sobre las cosas que dicen. Por otra parte, leer con los niños es un componente esencial para que los pequeños desarrollen el lenguaje y las habilidades de alfabetización. En particular, como lo sugieren Dickinson y Snow (1987), leer cuentos a los niños pequeños ofrece oportunidades para desarrollar su lenguaje.
El Programa de Educación Preescolar Aprendizajes clave (sep, 2017) se centra en el desarrollo de aprendizajes con el fin de que cada estudiante pueda desenvolverse en una sociedad que le demanda nuevos retos para enfrentarse a un mundo cambiante. Se reconoce la función de las educadoras en el nivel preescolar, pues son una figura clave debido a que se encargan de diseñar e intencionar las situaciones acordes a la edad de los alumnos y de generar ambientes de aprendizaje propicios para el logro de los mismos, lo que hace de la escuela un lugar ideal donde los pequeños pueden enriquecer su lenguaje al
interactuar con sus pares o adultos mayores. Esta cuestión es fundamental para generar en los pequeños experiencias de comunicación que les permita fortalecer su lenguaje oral.
En el mismo programa se expone que no se trata de que las educadoras tengan la responsabilidad de enseñar a sus alumnos a leer y escribir de manera convencional, pero sí de que durante este trayecto formativo tengan numerosas y variadas experiencias con diversos materiales impresos, para que comprendan algunas de las características y funciones del lenguaje.
En el campo de formación académica Lenguaje y comunicación, para preescolar, se explica que los alumnos tienen la oportunidad de interactuar y dialogar en su lengua materna. En dicha interacción se fortalece su capacidad de escucha, enriquecen su vocabulario y mejoran su habla al comunicarse en situaciones variadas. En este campo se concibe al lenguaje como una actividad comunicativa, cognitiva y reflexiva mediante la cual se expresan, intercambian y defienden las ideas; se establecen y mantienen las relaciones interpersonales.
Argüelles menciona que:
la lectura se ha vuelto demasiado importante, en el peor sentido, y hay que bajarla de su nube y ponerla, con nosotros, entre las cosas comunes. Basta de tanta altanería y tanto envanecimiento. Hay que ostrarles a los lectores que leer no es esa cosa tan grave con la que asustan los profesores a sus alumnos y con la que intimidan los eruditos a los legos. La lectura es algo que todos podemos hacer y que, de hecho, hacemos más de lo que imaginamos. Hay que dejar de segmentar a las personas entre lectora y no lectora, pues esto sólo conduce a creer o a hacer creer que únicamente son cultos los letrados, los sabios, los titulados, los gordos de importancia curricular, cuando en realidad el ejercicio de la lectura es un paso adelante en la alfabetización a la que todos tenemos derecho. Hay que darle seguridad al lector que se inicia o al lector en potencia, y no decirle que leer es una cosa tan endiabladamente imponente y grave que sólo la pueden dominar con soltura los académicos posgraduados y los sabihondos que todo el tiempo están parloteando sobre lo que leen. Tal vez Hegel se dificulte un poco, y no sólo a los que leen poco, sino incluso a los filósofos y a los lectores filosóficos, pero tampoco es indispensable que todo mundo sea versado en Hegel. Hay millones de libros y una gran cantidad de autores que sólo les hablan a un sector del mundo y esto no quiere decir que los demás sectores estén compuestos por tontos contumaces y brutos insensibles; lo que realmente quiere decir es que hay cosas tan específicas —como dominar el urdu, el copto o saltar con pértiga— que están bien para
unos, pero que no pasa nada si no las disfrutan todos (2012, pp. 93-94).
El docente en formación tiene a su disposición múltiples oportunidades y recursos para integrar la lectura a la vida cotidiana del aula y lo va haciendo conforme va acumulando experiencias en la Escuela Normal y al desarrollar sus prácticas profesionales en los diferentes jardines de niños, pero necesita prepararse para trabajar con los pequeños en aspectos como la postura, la respiración, la relajación, la dicción, la entonación y el volumen; además, debe reflexionar consigo mismo y cuestionarse si se considera buen lector, si considera tener el hábito y el gusto de la lectura, si recuerda en qué libro o libros aprendió a leer, quién o quiénes le enseñaron, cómo era o eran, si leía cuando era niño(a), qué tipo de libros leía, si recuerda algún libro de su niñez con especial cariño o si tiene presente o recuerda alguna experiencia significativa y placentera en relación con la lectura. Este ejercicio introspectivo puede ayudarle en la resignificación del acto lector y asumir con un mayor entusiasmo su encomienda.
En el nivel preescolar lo más conveniente es que el acercamiento a la lectura esté basado en actividades de juego, pues al cantar canciones y representar historias y situaciones, los niños desarrollan habilidades de lenguaje, capacidad narrativa y confianza en el uso de símbolos, es decir, en la certeza de que una cosa puede representar a otra; éstos son elementos clave para despertar en los niños el gusto por el acto de leer.
Tejero en su texto Escenarios de lectura expone:
Es el centro educativo el primer escenario de lectura para concretar acciones que favorezcan el desarrollo de proyectos lectores y escritores. Ello es posible a partir de líneas de trabajo pedagógico que se seleccionen, prioricen, ordenen y secuencien actividades que conduzcan a la adquisición de experiencias lectoras gratificantes y significativas para los niños y niñas. El contacto gozoso con textos y géneros diversos sin pedir nada a cambio, la práctica de diferentes formas de lectura (en voz alta, en silencio, en papel, en pantalla, la compartida con quienes leemos el mismo texto, la lectura en otras lenguas, en mapas, en planos…) la creación de un itinerario lector que despliegue ante alumnos y alumnas la rica variedad de la literatura oral y las diferentes formas populares de expresión […] las historias fantásticas que se deslizan suavemente en tres actos (2007, p. 16).
Casi todo lo aprendemos por imitación, y si los maestros en las aulas emplean el juego y leen en voz alta con sus alumnos, les inculcarán a quienes los escuchan —por imitación— la curiosidad, el interés, el cuidado, el amor y el gusto por la lectura. Mientras más temprano entren los niños en contacto con los libros, mejor. Ningún niño es demasiado pequeño para jugar con los libros ni para escuchar lo que se le lea. Lo más importante es que se familiaricen con los libros; en todo caso, hay que cuidar qué libros se ponen en sus manos y ésta es también una labor de la educadora.
Todos los niños de preescolar deberían estar en contacto con libros y con otros materiales impresos, en la escuela y en el hogar. Los futuros docentes serán partícipes de manera determinante en ello, por eso es necesario poner énfasis en nuestras acciones, para que los alumnos a nuestro cargo se inicien o avancen en el gusto por la lectura.
La labor de las educadoras en el nivel preescolar es un factor clave debido a que se encargan de diseñar las actividades propicias para la edad de los alumnos, generan un contexto áulico pertinente para el logro de los aprendizajes y proporcionan las condiciones necesarias para que los pequeños se apropien de las prácticas sociales de lenguaje. Su papel será orientar los intercambios orales, preguntar en conversaciones, favorecer la atención y la expresión para involucrar con especial cuidado a quienes tienen dificultades para expresarse.
Las futuras docentes de jardín de niños pueden ser el primer agente educativo en poner a disposición de los niños diversos textos, así como favorecer su exploración directa y realizar actos de lectura en voz alta de textos informativos, cuentos, fábulas, leyendas, poemas, recados, instructivos, invitaciones, para indagar, investigar, descubrir, saber más acerca de algo, para disfrutar y para compartir información.
Cirianni y Peregrina nos dicen que:
para valorar los actos de la lectura y escritura, es preciso percibir las diferentes maneras en que la palabra circula en nuestro mundo interno y en nuestro entorno. Por eso, escucharnos y escuchar ocupan el lugar central de nuestros encuentros con aquellos a quienes queremos alentar para que lean y escriban […] Las prácticas y habilidades de lectura de los adultos con los que el niño convive no sólo motivan al niño a la lectura, sino que enseñan de manera natural cómo y para qué leer (2003, p. 9).
Motivar la lectura en preescolar como encomienda de los futuros docentes se inicia con un contacto físico y visual, por ello es fundamental que los libros se pongan al alcance de los niños como una permanente tentación, en un lugar visible y de fácil acceso. Invitar y motivar a leer es el mejor regalo que se puede hacer; un niño con interés de leer buscará cada vez nuevos libros. Uno de los aspectos más importantes es el ejemplo. Los niños deben tener un referente para crear un gusto por la lectura. Si no ven leer a sus padres o educadoras, difícilmente desarrollarán interés hacia los libros.
Referencias
Argüelles, J. D. (2012), La lectura. Elogio del libro y alabanza del placer de leer, Toluca: gem. Carlino, P. (2005), Escribir, leer, y aprender en la universidad. Una introducción a laalfabetización académica, Buenos Aires: fce. Cassany, Daniel (2006), Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea, Barcelona: Anagrama. Ciriani, G. y Peregrina L. M. (2003), Rumbo a la Lectura,
México: Asociación Mexicana para el fomento del libro infantil. Secretaría de Educación del Estado de Veracruz (sev) (2015),
Manual de actividades permanentes. Educación preescolar,
Veracruz: Gobierno de Veracruz, disponible en: https:// cutt.ly/eheFZB9 [fecha de consulta: 28 de abril de 2020]. Dickinson, D. K. y Snow, C. E. (1987), “Interrelationships among prereading and oral language skills in kindergartners from two social classes”, en Early Childhood
Research Quarterly, núm. 1, vol. 2, Columbus: Ohio State
University, pp. 1-25. Janovitz, E. (1996), “¿Y si dejáramos de leer?”, en Espacios para la
Lectura, año 1, núm. 2,México: fce, p. 19. sep (Secretaría de Educación Pública) (2017), Aprendizajes clave para la educación integral. Educación preescolar,
México: sep. (2019), Estrategia Nacional de Lectura, México: sep, disponible en: https://cutt.ly/Ig2buFn [fecha de consulta: 29 de abril de 2020]. (2001), Programa Nacional de Lectura, México: sep, disponible en: https://cutt.ly/Xhw2bPN [fecha de consulta: 1 de mayo de 2020]. Tejero, (2007), “Escenarios de lectura”, en Primeras Noticias.
Revista de Literatura, núm. 229, La Rioja: Universidad de la Rioja, pp.61-68.