al estilo de Jorge FElli
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a l est i lo de M A rt i n z a no t t i A RQU IT E C TO
Al Esti lo De j org e f e l l i e s un a r ea l i z aci ón de R e v i sta D & D Edi tori a l P ri m era Lí n ea
Textos SOL D E LL E P IA N E A . Arte E ug e n ia C ha mpala n ne Foto de ta pa E MM A LI V INGSTON Fotog ra f í a Xav ie r V e rstrae t en
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La tr ama entre la materia y el aire “Cómo es verdaderamente la ciudad bajo esta apretada envoltura de signos, qué contiene o esconde, el hombre sale de Tamara sin haberlo sabido. Afuera se extiende la tierra vacía hasta el horizonte, se abre el cielo donde corren las nubes. En la forma que el azar y el viento dan a las nubes el hombre ya está entregado a reconocer figuras: un velero, una mano, un elefante…” Italo Calvino, Las ciudades invisibles
i.
“Lo que comanda el relato no es la voz, sino el oído”. Cuando Jorge Felli cita a Calvino, viene hablando sobre sus años como docente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, en la que permaneció desde que empezó la carrera, allá por los años 70, hasta cerca del año 2000. “Enseñé Historia de la Arquitectura en la Cátedra Ezcurra hasta el gobierno militar y Diseño en la de González desde el 83. En las dos fui Adjunto. Era una forma de seguir en la facultad, de seguir siendo estudiante. Cursé la misma carrera cuatro o cinco veces, corrigiendo. Porque nuestra tarea es corregir las propuestas que te trae otro, y lo más importante cuando uno lo hace, es saber escuchar. Lo que comanda el relato no es la voz sino el oído, dice Italo Calvino. Eso es fundamental. Vos no podés imponer lo que decís, tenés que escuchar lo que el otro propone, sea alumno o cliente. La postura es esa: el contacto con el otro. Y es el otro el que te da datos. Vos por ahí técnicamente podes ajustar. Pero lo importante, es poder escuchar”. La arquitectura es una disciplina donde el peligro de la grandilocuencia acecha a cada paso. Si se parte de cimientos como estos –la escucha, la empatía, convertidas en valor supremo– la amenaza decrece.
II. El primer encargo que le hicieron a Jorge Felli como arquitecto fue una casa. Puede parecer
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extraño marcarlo, pero lo extraño es que tal cosa suceda. “Empecé bien –puntualiza. Era una casa en Villa Luro, totalmente moderna –yo en ese momento era muy moderno–. No sabés la emoción de entrar a una obra que firmaba yo. ¡Y el susto! Tenía un constructor muy bueno, un hombre grande en el cual yo confiaba. Pero la primera vez que vi un hierro de la losa… era realmente la primera vez, nunca había visto un hierro. Y yo me acercaba con el escalímetro para ver el diámetro del hierro, ¡cosa más ridícula no podía ser!” Jorge estalla en carcajada y continúa en la línea del humor: “Después de ese arranque estelar vino una decadencia de placares, mueblecitos.... Lo sobrellevé bien porque me gusta diseñar, dibujar, siempre había algo para hacer. Y después empezaron a llegar más propuestas, muchas de interiores. Hice interiorismo en una época en la que eso no estaba bien visto por los arquitectos. La formación del arquitecto hace que el interior y el equipamiento respondan fundamentalmente a la caja. Eso quizás fue lo que me distinguió: ser fiel al concepto de arquitectura en el interior”. Felli realizó una lista numerosa de departamentos y palacetes en la ciudad, casas suburbanas –algunas de escala monumental–, hoteles, restaurants, proyectos de propiedad horizontal (como un edificio en Las Cañitas), hasta un cementerio privado y la decoración de yachts. Estas páginas dan cuenta de algunos de esos proyectos realizados a lo largo de
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El complejo tejido de aire y materia, aquĂ ejemplificado en el hall de un edificio en Las CaĂąitas obra del Estudio Jorge Felli. 4
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na cuadrĂcula ingenua tranquiliza el giro interno. Fachada al Polo. Las CaĂąitas.
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cuarenta años de permanencia de su estudio, varios de ellos muy premiados. De estéticas disímiles, todas estas obras responden a ciertos principios básicos que identifican a su autor y definen su concepción de la arquitectura. Uno de esos principios tiene que ver con lo que él llama “encarnar una idea en un lugar. El ejemplo típico es Clorindo –acota. Él era napolitano. Italia tiene esa potencia de encarnar la idea en la tierra, y mas aun, en un entorno. Si vos tomás a los modernos, como Le Corbusier o Mies, ellos tenían que implantar sus edificios fuera de la ciudad; el modernismo necesitó trabajar sobre el sitio vacío. Cuando Clorindo proyectó la Biblioteca Nacional sobre la barranca, lo primero que intentó fue dejar libre el paisaje de abajo. La planta baja de Clorindo es la altura de la Isla; el descanso de la biblioteca dialoga con una escalera muy linda que está por Agüero. Eso es escuchar lo que prexistía, al otro, al que actuó antes que vos. Clorindo es terriblemente moderno, pero su modernidad tenía la particularidad de escuchar al otro”. No es el único proyecto de Testa que Felli analiza promenorizadamente a lo largo de la charla. El tema lo ha desvelado por años. El caso del Banco
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de Londres es tópico de una Master Class sobre urbanismo verdaderamente apasionante que Jorge remata con un entrañable “Cuando yo sea grande, voy a escribir un ensayito sobre Clorindo Testa”. Con la certeza de que logrará su cometido, mantenemos sus hipótesis en reserva, no sea cosa que empañemos el efecto.
III. En su escritorio se despliegan libros de arquitectura que documentan desde obras del Quattrocento italiano hasta de genios del siglo XX, como un librito con una selección de imágenes de John Pawson, lujo en formato pequeño; obra propia impresa en papel fotográfico y en publicaciones nacionales y del exterior; fotos de viajes; libros de literatura y un largo etcétera. El material ha sido escrupulosamente señalado con post-its, algunos volúmenes hasta han sido forrados y cuando los toma en sus manos, hacen el ruidito del papel de seda. Todo –todo– se halla ordenado de tal modo que, cuando Jorge lo necesita, la imagen que ilustra su argumento aparece sin esfuerzo. Es una vida entera consagrada al estudio de la profesión lo que
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Un plano blanco –vertical– marca el centro; los bordes se animan con la calidez del dorado. En este dormitorio, dos curvas entrelazadas dialogan con las formas cúbicas. Piso en Belgrano.
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l espacio completo a través del ojo rojo de la escultura. Recepción de piso en Belgrano.
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El lugar del DJ de la familia, en el mismo departamento.
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La vanguardia dentro de una caja parisina. La pata de la mesa crea un foco de atenci贸n en el juego de horizontales y verticales. Piso en Recoleta.
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Los vol煤menes cerrados del frente s贸lo se perforan en el acceso, el resto es muro; mientras que en el interior las cajas se llenan de huecos que intentan aprehender el paisaje. Casa en Maschwitz.
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l manierismo siglo XXI recobra el centro mayestático, los ejes diversos y quebrados, la simetría imperfecta, la visión fragmentada. Casa en Tigre. Un proyecto que mereció el America Property Award a la Arquitectura.
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l sal贸n visto a la manera renacentista: punto central y simetr铆a. Casa en Tigre.
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El gran hall y su juego de macizos excavados y salientes. El techo se abre y muestra el cielo inmutable de un trompe l’ oeil.
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Arriba. La tensi贸n de los encuentros que no se producen. Abajo. El firulete.
El caos de la espiral.
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Arriba. Espejos borgeanos reproducen el espacio. Abajo. El punto de partida, aquí estoy, aquí arranco.
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su mesa de trabajo despliega. Más allá de su trayectoria docente, Felli destila carácter humanista. Por eso no sorprende, promediando la entrevista, saberlo egresado del Colegio Nacional Buenos Aires. Y confirmar que estudió historia, geografía, literatura y lenguas clásicas con los mejores profesores que se puede haber tenido. Que, además de memorizar, aprendió a pensar, a llegar “al nudo del problema, al núcleo, a la esencia”. Y que muy temprano debió ingeniárselas para defender sus propias ideas. Como lo hace ahora, cuando indica que otro gran tema de la arquitectura es la cuestión de “aislar un objeto en el espacio”. Así lo hizo el canon occidental de Palladio a maestros del Manierismo y el Barroco. Y así lo ha practicado él, sin ir más lejos en
una colosal villa italiana que debió implantar en Nordelta. ¿La obra de un arquitecto clásico? De ninguna manera, arguye: “Repito elementos pero no los dipongo de la misma manera. Esa es la modernidad. Tomo cosas y desprecio otras. Soy el Pierre Menard de Palladio. Lo traduzco y, como es sabido, traduttore, traditore”. Cómo, en este caso, ante el encargo del cliente él escuchó, bebió de la fuente de la tradición, realizó algunos gestos que resultaron su reiterpretación de la idea que decidió materializar en el lugar y luego le dio a su obra un marco que lo aislara positivamente del contexto, constituye otra clase magistral de arquitectura. Siguiendo sus razonamientos y para quienes prefieren las etiquetas, la de Felli puede caracterizarse como una obra manierista y ecléctica.
IV.
La cúpula y su descarga al piso son el remate lateral del gran salón central. Puerto Madero.
Con mayor o menor número de profesionales fijos según las épocas –el país ha sido un muestrario de ellas–, una constante en la carrera y en la vida de Jorge ha sido la posibilidad de intercambiar ideas con su mujer, Margarita Zappia. “Marga es decoradora y siempre trabajamos juntos. Somos una unidad complementaria”, describe. “Para nosotros no hay separación entre arquitectura y decoración. Tratamos de que no haya escisión alguna entre lo que constituye un tejido. Fijate acá, por ejemplo –invita mostrando la foto de un departamento que reformaron– cómo los muebles se pegan al piso, y cómo se establece un juego de líneas verticales y horizontales, donde como no había una buena vista, la vertical la da la cortina. Wright, Eames, Mies, Lecorbu, Alvar Aalto, todos ellos tienen una silla o algún mueble. Yo no sé en qué momento fue mala palabra que nosotros los arquitectos nos dedicáramos a la obra completa, incluida la decoración”. Durante la entrevista, la historia reaparece como tema una y otra vez. El advenimiento del Románico y del Bizantino, tras la caída del Imperio Romano de Occidente. Su afición por “los periodos de transi- ➤
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ción”. Su pasión por viajar, “y como no tenemos chicos, podemos hacerlo bastante seguido. Ahora elegimos viajar a Historia II, los lugares que veíamos en la materia que yo daba en la facultad. Y es en esos espacios intermedios donde centramos nuestros viajes. Que a los lugares grandes, ya los vimos de jóvenes”. Pero viajar es también pasar una tarde en el estudio de Felli. Sin embargo, lejos de lo que daría a pensar por su vastísima cultura y experiencia, Jorge no oficia de guía recitando un unipersonal. Hay lugar para el intercambio, incluso para el disenso. Como cuando proyecta: “Yo me tengo que montar en la locura del que me pide la obra. No hago el monumento a mí mismo”. Ya fue dicho. La empatía y el sentido del humor resultan infalibles antídotos contra el narcisimo y la grandilocuencia, y él los posee a ambos, en altas dosis. n
La sobriedad de los baños masculinos.
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La galería cerrada transformada en un jardín de invierno. Espacio de transición lúdico y sensual. Nordelta.
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on humor y en primera persona
“Y yo que pensaba que las molduras siempre eran de yeso y aplicadas”
“Buscando parientes”
“Para renovar el vestuario”
“¡Grande Zaha Hadid!” “Tres Verticales”
“La rejilla, me entrará en la valija?”
“Una maqueta de estudio. ¿La definitiva, para cuando?”
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“¡Hacete un encuentro, Borromini!”
“Esto no es suficiente, ¡hay que mejorarlo!”
“Así me pongo cuando dicen que quieren cambiar algo”
“Buscando un nuevo corte de pelo”
¡Hay equipo!
“Adriano, ¿vos me aconsejas los rulos?”
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“Para renovar el vestuario”
“Eligiendo un sombrerito para la patrona”
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home offices
Los hoteles, dos formas de intervención. Cuando se opera en un tejido suburbano laxo y la obra es de gran volumen –como el caso de este hotel en Colonia– el diseñador puede imponer lenguajes que necesariamente influirán en la futura consolidación suburbana.
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Cuando el tejido estĂĄ consolidado, como sucedĂa en este hotel sobre la calle Talcahuano, se deben respetar los datos que dicho tejido dicta.
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Una edificaci贸n en los bordes. La trama se diluye y el volumen se suelta recort谩ndose contra el cielo.
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