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Orígenes de la Centenaria y Benemérita Normal "Ing. Miguel F. Martínez" // Armando Hugo Ortíz
Orígenes de la Centenaria y Benemérita Normal “Ing. Miguel F. Martínez”
Armando Hugo Ortiz
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LA ESCUELA NORMAL para Profesores de Nuevo León –sólo varones–, se instituyó en 1870, siendo gobernador el doctor José Eleuterio González. Sus primeros egresados recibieron una preparación casi simbólica: uno, dos y tres años de estudios, progresivamente, hasta 1893. De ahí adelante se estableció un plan de cuatro años de estudio, vigente hasta 1927.
La Escuela Normal para Profesoras fue puesta en marcha por el gobernador Bernardo Reyes en 1895. La carrera tuvo duración de uno y dos años de estudios hasta 1902, en que se homologó con la de los varones, en cuatro; estuvo en vigor también hasta 1927. En esta etapa sólo se exigía a los aspirantes de uno u otro sexo instrucción primaria terminada.
Desde 1928 se convirtió en escuela mixta, Normal para Maestros, y la currícula se amplió a cinco años. Al implantarse la instrucción secundaria la carrera normalista se redujo a tres años.
La Normal formó parte, de manera efímera, de la primera Universidad de Nuevo León, de 1933 a 1934.
El gobernador Bernardo Reyes inauguró en 1902 el edificio propio, por la actual avenida de Juárez, entre Tapia y M. M. de Llano. Era de cantera, similar al actual palacio de gobierno. Una barda interior dividía al edificio en las secciones de varones y señoritas. El gobernador Bonifacio Salinas Leal la demolió y construyó ahí mismo un nuevo edificio en 1942, con capacidad para albergar a mil alumnos, incluyendo la Escuela Primaria Anexa “Simón de la Garza Melo” (para práctica escolar). Se le puso el nombre de Normal “Ing. Miguel F. Martínez”, destacado educador durante el gobierno de Bernardo Reyes.
Históricamente en Nuevo León, como en casi todas partes, el trabajo de profesor no fue atractivo por varias décadas. Desde principios del siglo XX, para estimular la matrícula en la Normal se otorgaban becas en efectivo al inicio, y práctica remunerada desde el segundo año. (Aún a principios de los años 50 del siglo XX, algunos estudiantes recibían apoyo económico). La práctica en las escuelas primarias era de mañana y tarde, las clases en la Normal era de las 18 a las 22 horas.
En la postrevolución, el déficit de normalistas, sobre todo varones, se agudizó porque a más del bajo salario, se retrasaba su pago hasta meses, por lo exiguo de las arcas de los municipios, entonces responsables de la educación básica; por ello eran frecuentes paros y huelgas. Para solucionar la escasez de maestros se contrataba a personas con mínimo de educación primaria, los llamados empíricos.
Tal vez la profesión se hizo redituable a fines de los años 30, cuando en la ciudad de Monterrey se modificó el horario discontinuo de clases, que era de 8 a 12 y de 2 a 5, para establecer los turnos continuos: el matutino de 7:30 a 12: 30, y vespertino de 13:00 a 18:00. Con ello, el gobierno se ahorró en la construcción de nuevos planteles, pero en detrimento de la estancia de los alumnos. Para los maestros significó la oportunidad de tener un empleo extra o estudiar una carrera universitaria. Los requisitos para inscribirse en la Normal seguían siendo mínimos: promedio de calificaciones superior a 8, carta de buena conducta, constancia de buena salud, etc.
Desde que el gobierno del estado se hizo cargo de la enseñanza básica en esa misma década, también asumió el compromiso tácito con la sección 43 (hoy 50), del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), de dar empleo a todos los egresados de las normales oficiales, ya que eran adscritos al sindicato desde su práctica profesional y adquirían derecho preferencial. Como parte de la burocracia estatal, también adquirían el derecho a la inamovilidad de su plaza a los seis meses del nombramiento, gracias a la Ley del Servicio Civil, instituida por el gobernador Arturo B. de la Garza. A dos meses de titulado, el normalista ya tenía empleo en la incipiente zona conurbana o en las cabeceras de los municipios.
Pero al inicio de los años 60, el gobierno ya no estaba en condiciones de garantizar este compromiso de empleo para todos los titulados, no por falta de niños en edad escolar, sino de presupuesto. Entre 1938 y 1950 egresaron de la Normal “Ing. Miguel F. Martínez”, entre 50 y 90
profesores por año. (El máximo fue 87 en 1939). En los siguientes ciclos se dio un incremento paulatino y, para 1959, hubo 188 titulados. En su informe de 1964, el gobernador Eduardo Livas mencionó que en el ciclo escolar debieron crearse 305 plazas nuevas de profesores.
La Normal se mudó en 1967 a su actual ubicación de Av. Constitución y Rafael Ramírez.
En el edificio de Juárez y Tapia funcionan la Escuela Primaria “Simón de la Garza Melo” y la secundaria nocturna Francisco Márquez.
La carrera volvió a cuatro años, con solo uno de práctica remunerada y se eliminó la filiación sindical de los practicantes. A partir de 1970 recibió la distinción de “Centenaria y Benemérita”. Desde entonces su currícula ha tenido numerosas reformas y adecuaciones que hasta la fecha se siguen dando.