3 minute read
Cambiando colores y chaquetas // Abel Moreno
AL FINALIZAR la etapa de precampañas del actual proceso electoral, se sigue confirmando que estamos en un escenario inédito, generado no sólo por las reformas electorales últimas, sino sobre todo, por el pragmatismo (por llamarlo de alguna forma) de los actores políticos (por llamarlos de alguna forma).
Atrás quedó la formación partidista, las convicciones ideológicas, la firmeza de los principios, el compromiso de la militancia, como decía en su famosa profecía el poeta Rafael de León: “…después, la vida se impone,/ tanto tienes, tanto vales.”
Advertisement
En un campo como la política, que siempre tiene que ver con grupos, comunidades, partidos, conglomerados, privilegiar los intereses personales es siempre mezquino y ese es el principal rasgo que tiene el actual momento político-electoral: la mezquindad.
Esto se refleja por doquier. En la escena nacional donde el puntero señor López, llega al grado de correr invitaciones hasta a los seguidores de la “mafia en el poder”, lo que es tan antinatural como el “segundo frente” de Anaya –el primero fue el de las dos mentiras, porque no fue ni ciudadano y menos democrático– que combina amarillos, azules y naranjas, generando un espectáculo multicolor complementado por los tricolores priístas, combinados con verde y magenta… Y ni que decir de la Morena teñida del rojo petista y el camaleónico PES, y que con la llegada de expanistas y más expriístas, en vez de Morena, es simplemente la Prieta.
Esto se refleja en lo local, donde hasta ahora la nota principal corre a cargo de los panistas ahora ex, que pueblan las demás siglas y ahora son desde independientes hasta priístas, formando un espectáculo de múltiples colores y los más variados reflejos.
Pero los colores sólo son la forma, lo verdaderamente extraño es la combinación de sabores, que si bien ha sido tratada con maestría en la nueva cocina mexicana, en materia política debe saber a rayos, como se decía en Puebla de los años 60, cuando se veía la leyenda: “Tehuacán con Díaz Ordaz.”
Quizás sea por la tempranera semana santa de este año que la capirotada ha alcanzado las cosas electorales. Aunque es bien sabido que todos los partidos tienen como tronco común al PRI, hasta ahora parecían haberse definido en sus tendencias, salvo algunos que privilegian el arribabardismo como los naranja de un movimiento que es –como alguna vez dijo Leñero de la zona rosa: “demasiado pícara para ser blanca, pero demasiado ingenua para ser roja…”
Algunos empresarios –porque la mayoría generalmente patrocina a todos, por si las dudas–, se van despojando de viejos atavismos y al son de que el dinero no tiene ideología, están ahora abiertamente en todo el abanico de opciones.
En este maremágnum de salidas y entradas, de cambio de chaqueta, que algunos llaman la “salida del closet político”, el PRI es el que tiene más abandonos, pero también algunos arribos; la Morena se ha tornado “prieta” con la llegada de algunos personajes interesantes y muchos aventureros que ven en AMLO la ola ganadora; del PAN parecen salir más de los que llegan y Dante ha puesto en oferta el MC y recibe todo de todo tipo… Los que ayer se decían independientes ahora buscan cobijo partidista y los que desde afuera maldecían la política, ahora andan buscando firmas.
Estamos ante un espectáculo multicolor, que nos hace recordar aquella histórica revista de principios del siglo XX que así se llamaba, y que tanto impulso dio a la caricatura política, y que tuvo en el “chango” García Cabral a uno de sus grandes exponentes.
Hoy la caricatura se ha vuelto realidad: los protagonistas de este modo de ser y hacer política, van desde ningún lado hacia ninguna parte, en un loco ir y venir en busca de una candidatura que les permita asirse a la esperanza de ingresar –o mantenerse– en el presupuesto.
La dignidad, los principios, las convicciones, la ideología? Bah!