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Editorial

AUNQUE DESIGUALES en sus orígenes, objetivos y trayectorias, tres organizaciones sociales perdurarán por muy largo tiempo. Estas organizaciones son los sindicatos, los partidos políticos y las iglesias, cada una con sus respectivas manifestaciones genéricas: el sindicalismo, la política y la religión.

En el pasado y el presente de la humanidad —y con seguridad también en el futuro—, la presencia de los trabajadores ha sido, es y será imprescindible para dichas organizaciones, pues son ellos quienes les han dado vida en su búsqueda por encontrar solución a sus necesidades: a los sindicatos para remediar sus carencias materiales, a los partidos políticos para acceder al ejercicio del poder del Estado —concebido éste como instrumento de una clases social determinada— y a las iglesias para encontrar consuelo a sus angustias espirituales.

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Para comprender a cabalidad la actual situación crítica de nuestro país, es preciso conocer las trayectorias de las citadas organizaciones, así como las de quienes las han conducido y conducen, porque trabajadores, sindicatos, partidos políticos e iglesias desempeñan un destacado papel dentro del intenso proceso político en curso, cuyo resultado definirá, al final, el rumbo a seguir por las mexicanas y los mexicanos insertos en la agobiante fase globalizadora del capitalismo.

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