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EL FUTURO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Con notorio entusiasmo se habla en nuestros días de la inteligencia artificial (IA), esa especie de “mente digital” cuyas posibilidades parecen infinitas. El desarrollo tecnológico apunta en varias direcciones. Una es el Metaverso, un espacio virtual en donde el individuo interactúa con otros personajes y escenarios digitales desvinculados del mundo real; otro ámbito es la creación de instrumentos (o robots) que realizan distintas actividades y aligeran el trabajo humano, como la popular Alexa, aparatos que cocinan, autos que se manejan solos, textos que el celular escribe automáticamente, etcétera, y un tercer espacio es el GPT (Generative Pre-trained Transformer), que amenaza con sustituir millones de funciones que realiza la mente humana.

La cuarta versión del GPT ya está entre nosotros, aunque sus creadores estiman que hasta dentro de cuatro años no la veremos en todo su esplendor. El GPT se nutre de millones de datos existentes, los procesa y toma decisiones; por ejemplo, se le puede ordenar que escriba un artículo periodístico sobre determinado tema, o hasta un libro, y lo escribe por sí mismo; puede crear estrategias para una empresa, diagnosticar a un paciente, redactar el discurso de un gobernante o hacer la tarea de un estudiante.

Uno de sus peligros es que, si se alimenta con información falsa, tomará decisiones erróneas que pueden afectar a la sociedad entera; por ejemplo, podría recomendar medidas equivocadas sobre el cambio climático, sin que los científicos de carne y hueso se dieran cuenta. De hecho, los creadores de esta “mente digital” han aceptado que el GPT aún tiene defectos.

Por eso, expertos, científicos, académicos y dirigentes de grandes empresas han exhortado a que se suspenda el uso del GPT hasta que exista más información sobre sus riesgos.

Casi mil quinientos expertos, entre los que se encuentran Elon Musk, Steve Wozniak y los fundadores de Pinterest, Getty Images, Skype y una compañía británica aliada con Google, avalaron una carta del Future of Life Institute que llama a suspender por lo menos seis meses los desarrollos existentes en torno a la inteligencia artificial, porque se trata de algo que “puede cambiar la historia de la humanidad, y hasta ahora no hay gestión de control sobre ello”.

Es como aquel viejo temor de que los robots dominarían el mundo pues comenzarían a “pensar” como humanos, solo que ese temor ya no es una fantasía, sino algo real, por lo que la élite científica está exhortando a que se detenga por un tiempo el avance creativo del GPT y se profundice en el estudio de los efectos que puede causar.

Venimos saliendo de la pandemia de covid-19, cuyo origen aún no se ha explicado plenamente, así que más nos vale que se escuchen a tiempo las voces de alerta sobre problemas globales, ya sean biológicos, éticos o tecnológicos como en este caso.

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