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Publicación mensual de distribución gratuita // Agosto 2020
Las personas disléxicas, ¿son más inteligentes que el promedio? La dislexia es un trastorno del aprendizaje muy común, ya que se estima que la porta entre el 5 y el 10% de los niños en edad escolar. No se conoce con exactitud cuál es su causa y se niega que se trate de una forma de discapacidad intelectual, ya que, según se afirma, las personas disléxicas no solamente tienen un nivel intelectual promedio, sino que una porción mucho mayor de ellas que la de la población general posee un coeficiente intelectual elevado. ¿Existe una “superdotación”? Básicamente se la reconoce como un trastorno del aprendizaje cuya característica principal es que afecta ciertas capacidades tales como leer y escribir, pero que también es posible que incida en otras habilidades, tales como las referidas a las matemáticas, que hacen que la persona tenga dificultades en incorporar conocimientos por la vía del lenguaje escrito. Otro tanto ocurre con las posibilidades de expresarse de esa manera.
Aunque en ocasiones se detecta tempranamente (alrededor de los 3 años), la problemática se hace evidente al ingresar a la escolaridad y dura toda la vida de la persona. A su vez, existen distintos grados de afectación, así como es posible que, con ayuda y con el desarrollo de estrategias propias, se mejore sustancialmente, aunque, insistimos, ello no implica que se supere la dislexia. Las manifestaciones más comunes por las que suele sospecharse su presencia son el problema para incorporar palabras nuevas; la escasez de precisión para leer y deletrear; la dificultad de asociar las letras con sus sonidos y la poca capacidad para hacer combinaciones con ellas; el reconocimiento de las estructuras de las oraciones; la confusión en el orden de las letras en las palabras; leer y escribir muy lentamente; captar la información oral, pero no poseer la misma capacidad para hacer lo propio con la escrita, entre otras. Se trata de un trastorno difícil de detectar, ya que es corriente que sus síntomas se confundan con la falta de esfuerzo y/o de interés. Pese a ello, las
estadísticas hablan, en promedio, de que entre el 5 y el 10% de los niños estarían afectados. Algunos postulan que la incidencia podría llegar hasta el 17%, lo que habla de la magnitud del problema. No se reportan diferencias en cuanto a sexo ni origen étnico y tampoco tiene relevancia la lengua que se hable. También parte de sus síntomas son similares a los que se atribuyen a otro tipo de dificultades y cuadros, con los que es posible que concurra, entre ellos el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (el 40% de los diagnosticados con TDAH también porta dislexia), las dificultades en la función ejecutiva (organización, pensamiento flexible y memoria funcional inadecuados), disgrafía, discalculia, etc. Existe cierta polémica sobre si debe incluirse o no en lo que se denomina dislexia a aquellas personas que presentan inconvenientes auditivos y/o visuales, sean del orden que sean, ya que una definición más purista no incluiría dentro de esta categorización a esta clase de deficiencias. No se conoce con exactitud qué es lo que causa la dislexia. Por un lado, se afirma que, al menos en parte, puede deberse a alguna cuestión genética. Ello es así porque se ha descubierto que aproximadamente el 40% de los niños diagnosticados tienen hermanos que presentan igual condición, mientras que a alrededor del 49% de los padres y madres de estos también se los identifica como personas disléxicas. Algunos trabajos de investigación postulan haber hallado genes que tendrían preponderancia en lo que respecta a la lectura y al procesamiento del lenguaje, cuya mutación sería la causa, aunque ello no concita el reconocimiento universal de quienes estudian este campo. La otra posible fuente se centra en cuestiones que tienen que ver con la anatomía y la actividad cerebral. Se destaca que se han constatado diferencias en la morfología y el funcionamiento del cerebro a través de la toma de imágenes, sobre todo en las zonas que se han señalado como dominantes en lo que respecta a la lectura.