Cactus #25

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Klari Moreno & Victor Puchalski

09–10_2017 Gratis\Doan

Distopías femeninas \ Las memorias de Polanski Björk digital \ Las mujeres invisibles de la CF Emma Ríos \ Sociología del moderneo



Cactus #25 septiembre/octubre 2017 La cabecera de la revista es obra de Miriampersand Han colaborado en este número José Blázquez, Yahvé M. de la Cavada, @hjdarger, Roberta Vázquez, Eva Cid, Arrate Hidalgo, Laura Lazcano, Mireia Pérez, Klari Moreno, Iñaki Domínguez.

Un proyecto de Sandro Gomato, Koldo Gutiérrez, Elizabeth Casillas

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¡Hola! Comienza el nuevo curso y toca ponerse guapos, así que como cada septiembre… ¡estrenamos cabecera! Decid adiós al viejo gato encerrado en un Cactus y saludad nuestra nueva imagen pixelada y multipantalla obra de Miriampersand. Pero esa no es la única novedad en la revista: cambiamos el diseño, estrenamos colaboradora, inauguramos una sección y finiquitamos otra. Lo sentimos por los fans de los snacks clásicos, pero tras cuatro años en los que hemos analizado veinticuatro (¡24!) bolsas de chucherías largo tiempo desaparecidas, nos hemos zampado todas las existencias. También Björk trata de mirar siempre al futuro y su exposición en el CCCB así lo demuestra: habla sobre su divorcio a través de la música y utilizando la realidad virtual. La ciencia ficción siempre se fija en el porvenir, sin olvidar el presente, y el género está viviendo un modesto boom en España; prestamos atención a alguna de sus autoras más relevantes. La sci-fi feminista está viviendo un buen momento también en televisión y cómics gracias a obras como El Cuento de la Criada y Bitch Planet, así que nos centramos en ellas al igual que en Mirror, el nuevo tebeo de Emma Ríos y Hwei Lim, que pertenece a la misma tendencia.

autobiográficas, como nos cuenta en una entrevista ilustrada. Ese estilo vanguardista y tan diferente entra dentro de esa modernidad actual que critican libros como Sociología del moderneo. El ensayo de Iñaki Domínguez, desde una perspectiva académica e histórica, repasa el fenómeno en nuestro país. Por eso conviene acercarse de vez en cuando a los clásicos, aunque sea un pederasta violador como Roman Polanski, cuyas memorias se publican ahora en España. Unos compatriotas suyos acaban de estrenar su primer videojuego, Darkwood, un exigente título de terror atmosférico donde la supervivencia en un oscuro bosque soviético nos las hará pasar canutas. Y para finalizar, nada mejor que traspasar los límites que nos propone María Yuste en Vida de provincias, un libro de relatos que hila esa fina línea que separa la realidad de la ficción.

Víctor Puchalsky también se dedica al noveno arte, pero sus obras son más inclasificables: coloridas, con personajes exagerados y altas dosis 3


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La estratosfera Por José Blázquez @balazkez

Nosotros, los espectadores del terror

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l relato empezó por todo lo alto, con los ataques del 11 de septiembre de 2001. Jamás los occidentales habíamos sentido tanto miedo, con una emisión en directo que nos dejó helados, en el acontecimiento en el que se nos obligó a ser testigos de un ataque directo y sin ambages en suelo norteamericano (que es lo mismo que decir nuestro suelo). Fue entonces cuando nuestra mirada occidental no tuvo por menos que ponerse del lado de esos cuerpos que saltaban del fuego para estamparse contra el suelo, después de un vuelo de cientos de metros. Con esos hombres y mujeres que saltaron terminó la primera temporada de la mejor serie (de ficción, en vista de las herramientas que se escogen –y escogemos– a la hora de ser narradas estas historias) que estamos produciendo en Occidente en lo que va de siglo y de las que somos espectadores. Como espectadores del terror podemos afirmar que después de semejante premisa la trama perdió intensidad, sobre todo porque la acción transcurrió en Afganistán e Irak, escenarios demasiado lejanos, y quizás en el transcurso de demasiado tiempo. Muchos muertos, sí, pero muertos de los que como espectadores consideramos los malos; y un solo verdugo, una Santísima Trinidad compuesta por los oligofrénicos George Bush, Tony Blair y José María Aznar. Así transcurrió la segunda temporada. La narración se fue alargando en el tiempo hasta que llegó el temido aburrimiento, pero menos mal que los guionistas se sacaron de la manga el Mal Absoluto, el Estado Islámico. De nuevo, el entretenimiento, en su versión terrorífica, aunque provocado no por lo que estos desalmados hacían en Irak y Siria, sino por las primeras imágenes de las ejecuciones contra nosotros los occidentales. Aquello fue un giro de guión acojonante, en tanto que el espectador volvía a sentirse en el corazón mismo de la acción televisada, una sensación escalofriante que fue a más cuando los atentados empezaron a producirse en Francia y Bélgica, con los rostros pálidos cayendo como moscas bajo las acciones de los indios salvajes. Así mantuvimos la atención hasta que, otra vez, acostumbramos nuestra mirada a esa violencia y a esos tajos en nuestros ojos que cada vez nos hicieron menos daño, y la tercera temporada llegó de esta manera a su fin. Pero la maquinaria del terror no decepcionó y volvió a fabricar terror del bueno. El verano pasado un terrorista arrolló a la multitud en el paseo marítimo de Niza. Más de ochenta muertos. 4

Se nos había dicho que el Estado Islámico iba perdiendo la guerra pero eso era el falso final de un final verdadero, ese final que para matarnos, a nosotros los espectadores del terror, ya no hacía falta elaborar complicadas bombas, y que a partir de este momento bastaría con un simple camión. Caímos en la fascinación de lo barato con esta suerte de atentados en rebajas. O de terrorismo low-cost en la época outlet. Al fin y al cabo esta no deja de ser nuestra forma de consumo. Con esto, la cuarta temporada sí que fue un pelotazo. Enganchó. Fue embriagante, al tiempo que su final, al igual que la primera entrega, fue espeluznante. ¡Otro cliffhanger de muchos kilates! Y el mes pasado, los atentados en Catalunya, con el mismo procedimiento (aunque según las investigaciones la intención era volver a las bombas). Y tras un año de atropellos masivos en varias ciudades europeas, da la sensación de que como espectadores nos vuelve a pillar un tanto desinflados. Incluso hemos bromeado en las redes sociales con el yihadista que amenazaba con vengarse y conquistar Al-Ándalus para el Estado Islámico. ¡Vaya mierda este final de quinta temporada! Incluso hemos verbalizado esa falta de tensión dramática con el famoso “no tenemos miedo”. Esto es algo que deben saber los guionistas del terror, y es de suponer que, sean quienes sean estos guionistas, ya estén pensando en darle una vuelta a las acciones, de tal manera que dejen de ser repetitivas, para que la novedad que venga vuelva a hacernos sentir el miedo de verdad, después de los zarpazos de los próximos atentados terroristas que ya se están escribiendo para nuestro consumo en el futuro. Seguimos expectantes para esa sexta temporada… En fin. Sabemos que todo esto no es ni una película ni una serie, pero también sabemos que para Ana Rosa Quintana, Susanna Griso y Antonio García Ferreras sí somos los espectadores del terror. Espectadores de un espectáculo. O la excusa ideal para que las televisiones generalistas del Estado compitan (porque también se compite en esto) por ser los primeros en los índices de audiencia, en una competición en la que nosotros, los espectadores, somos la moneda de cambio, los buitres carroñeros a los que ofrecen el pudrimiento de la carne, los cerdos a la espera de que nos llenen los pesebres de la pocilga, en fin, metáforas así, que pasado el tiempo prudencial del silencio, que hemos practicado unos, y del ruido que han preferido otros, debemos estar capacitados para digerir, para vernos y reconocernos en eso que también somos, espectadores, en este caso, espectadores del terror.


EDICIÓN XIX. EDIZIOA

20-29/ //10//2017

bilbao antzerkia dantza BILBOKO ANTZERKI ETA DANTZA GARAIKIDEAREN JAIALDIA FESTIVAL DE TEATRO Y DANZA CONTEMPORÁNEA DE BILBAO BILBAO FESTIVAL OF CONTEMPORARY THEATRE AND DANCE

www.badbilbao.eus


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Harm(onics) Por Yahvé M. de la Cavada @YahveMC

Espejito, espejito...

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al vez sea porque he cumplido cuarenta, y cada vez me cuesta más recalibrar mi perspectiva sin olvidar la distancia generacional. O tal vez sea porque cada día somos todos más gilipollas, más holgazanes y menos exigentes con nosotros mismos y con lo que nos gusta o representa. Soy muy consciente de la abrumadora cantidad de cosas buenas que me ha dado internet, pero últimamente no puedo evitar reparar en todo lo malo que genera. En cómo, y hasta qué punto, internet empeora mi vida. El infinito escaparate virtual de la red está paradójicamente compartimentado: nos da la impresión de que todo es global cuando en realidad es cada vez más local. Cuando en 2011 Eli Pariser escribió El filtro burbuja: cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos la cosa solo estaba empezando; ahora que este libro se ha publicado por fin en España, ese reflejo deformado de la realidad que internet nos ofrece de forma teledirigida y personalizada está perfectamente instalado. El eterno doble filo: internet nos hace más curiosos y nos da más posibilidades de lo imaginable para investigar, rastrear, aprender y valorar, pero, al mismo tiempo, tendemos a dejar que nos recomiende, que sea la propia red quien decida qué es relevante y qué no, cuál es el disco del mes, el grupo del momento o la película o serie que hay que ver. Antes esto lo hacía la prensa, y esta, con más o menos tino, y con innumerables condicionantes (dinero, ideología, amiguismos…), tenía cierta dirección o, al menos, una línea editorial concreta. Ahora lo hacemos todos, opinando y recomendando con la impresión de que contribuimos a la construcción de la realidad de internet, cuando la mayor parte de veces es internet quien construye una realidad que nos presenta como propia, personal y, por supuesto, digna de ser profetizada y compartida entre nuestros contactos. Hoy, por ejemplo, un grupo de rock sureño (de estos que se disfrazan de redneck, con sus barbas pobladas, sus camisas de cuadros y sus gorras de John Deere, en videoclips inundados de topicazos machistas, todo ello sin entender, más allá de una estética absurdamente idealizada, lo que representa ideológica y políticamente el estrato sociocultural que imitan) puede ser

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absolutamente mediocre e irrelevante, desde el punto de vista musical, y al mismo tiempo aparecer aquí y allá como la cumbre del género, lo mejor de lo mejor, más auténtico que las Bristol Sessions de Ralph Peer. Y esto lo ha hecho siempre la prensa, claro, aupando a grupos de mierda como si fuesen genios hasta que la historia les pusiera en su sitio. Pero, como decíamos antes, se hacía por dinero, por intereses, por modas… Sin embargo, ahora que es el público el que debería saber discernir el grano de la paja (porque tenemos acceso a todo e innumerables fuentes de información), vemos cómo se valoran ciegamente propuestas locales que no pasarían el corte en cualquier discográfica seria, cómo se llenan conciertos de grupos infumables y cómo se tiene como a mesías de tal o cual género a completos aficionados. Lo más probable es que esta tendencia reduccionista salga de un cóctel de ignorancia, chovinismo, narcisismo y efecto contagio, magnificado y esparcido por las redes sociales y por la cultura de la diferenciación personal en internet. Necesitamos que nuestra opinión parezca relevante (cuando normalmente no lo es salvo para nuestros conocidos, en el mejor de los casos) y demostrar que somos diferentes; que las cosas de las que nos abanderamos no son las de la mayoría. Ese impulso nos lleva en ocasiones a poner un inadvertido velo de paternalismo sobre lo que nos queda cerca, aquello que sentimos más nuestro que del resto del mundo, provocando que cosas inequívocamente mediocres sean a nuestros ojos algo realmente destacable. Y ocurre con todo: hacemos un esfuerzo sobrehumano y fútil para explicarle al mundo (porque ahora estamos a la vista de todo el mundo) por qué somos especiales. Aziz Ansari, el ínclito co-creador y protagonista de la serie Master of None, hablando de las apps y webs de ligue que estuvo estudiando para su libro Modern Romance, decía en una entrevista que le hizo Xavi Sancho en El País: «Flipé con el esfuerzo que todos ponían en ser muy personales y únicos y, al final, estaban todos colgando las mismas fotos y contando las mismas cosas». Eso es lo que el espejo mágico de internet traduce para nosotros: de personas comunes y más similares de lo que estamos dispuestos a admitir, a milagros genuinos de la especie humana y omniscientes líderes de opinión.


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Cartografiando mi Instagram: comentarios sobre stories comunes

Peluches, bufandas y otras cosas de guardar

Por @hjdarger

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l pasado 29 de agosto, en la madrugada, mientras la ciudad sobrevive al pánico otro día, los trabajadores del Ayuntamiento de Barcelona ponen las calles. En esta rutinaria tarea se cuela excepcionalmente un ritual de duelo: son levantados y trasladados uno a uno con el cuidado de conservadores museísticos los miles de peluches, flores, bufandas, postales y demás objetos que formaban los espontáneos altares a las víctimas para “guardarlos y archivarlos” en palabras de su alcaldesa. No hace tanto, Hemingway relataba cómo sólo las cajetillas de tabaco eran motivo de tregua en los tiroteos de de Guerra Civil española a ambos lados de la propia rambla. A falta de espacios memoriales y arquitecturas del dolor que nunca han terminado de funcionar socialmente en nuestro país, las instituciones parecen inclinarse por la “momificación” de la cosa. Quizá deberíamos preguntarnos si el exponer imanes de Barcelona y post its en las vitrinas del museo como show de la ciudadanía, no nos acerca más al absurdo de los conejos hinchables de Koons y el esperpento del display en el arte contemporáneo que a la confección del tejido de la memoria. 8

Quizá el mínimo cambio reseñable que se ha producido en la recepción del miedo, en comparación con anteriores atentados y que el aluvión de opiniones y denuncias en redes sociales han puesto en juego haya sido la tímida e inesperada demanda de una ecología de la imagen frente a la imposición de lo mostrado en canales mediáticos. La indiscriminación sensacionalista de informativos y diarios que lo muestran “todo” han creado un rechazo en la sociedad a la estética terrorista. Si de veras comienza a existir una conciencia plural que rehuse mostrar o difundir los cuerpos sin vida, empezando siempre claro está por los occidentales pero con suerte despertando la sensibilidad hacia todos los cuerpos, esto supondría un punto de inflexión en la sociedad actual mediada por imágenes. Ante la negativa a la representación visual, la alternativa a escribir la historia con imágenes, parece ser reescribirla con objetos.


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De la marcha supremacista en Charlottesville apenas quedará en el imaginario los memes creados a partir de las antorchas “tikis” que los manifestantes portaban. Unas antorchas que recuerdan a su vez al único rastro icónico del realismo social americano: el rastrillo de Grant Wood. En ese American Gothic, cuadro mil y una veces parodiado, o en esas imágenes de hombres blancos enfurruñados el único superviviente vuelve a ser el objeto.

Entrada de la exposición Objetos desobedientes, Victoria & Albert Museum, Londres, 2010 / Instalación artística de Thomas Hirschhorn, 2009

Pocas o ninguna alegría nos ha proporcionado aquel arte político que tras la guerra de Vietnam (Martha Rosler con sus collages o Thomas Hirschhorn en sus instalaciones) intentaba traer el campo de batalla a nuestro salón, escenificando el terror en elementos cotidianos: hoy llevamos los horrendos cojines bordados de nuestra cama a los lugares de conflicto. Sirva de precedente para las temibles exposiciones que quedan por venir, la experiencia que llevó a cabo en 2010 el Victoria & Albert Museum de Londres cuando inauguraba la primera ontología del objeto, repensando la historia y el dolor no a través de la palabra o el arte sino a través de aquellos artefactos que la vida normalmente deja pasar. En aquella exposición llamada Objetos desobedientes, se mostraban diseños industriales creados para la lucha y manifestaciones civiles,

en su mayoría cedidos por activistas o ciudadanos. La exposición reunía desde pancartas a billetes estampados o máscaras de gas improvisadas con garrafas de agua.

Parodia de American Gothic, de Grant Wood (1930) / Imágenes de la manifestación supremacista blanca en Charlotesville y posteriores ofrendas en las calles, 2017 / Imágenes de ofrendas en las Ramblas de Barcelona tras el atentado, 2017 Collages Martha Rosler 2008-2010

En los altares de Barcelona los bienes de consumo banales, objetos de usar y tirar en su mayoría, se transformaron en algo más que souvenirs turísticos de utilidad neutra. Podríamos decir que durante semanas, el espacio místicoexpositivo más importante de la ciudad se trasladó del Macba al espacio donde realmente se crean las políticas que tanto persigue hoy el arte en sus ficciones, y con ello, el turismo de museo tan ansiado por las instituciones marchó a la rambla para desde la calle documentar una nueva monumentalidad en Instagram y Facebook. Lo que parece poco probable o imposible “guardando, archivando y conservando” estos objetos, es revertir su transformación, pues con seguridad, al exponerlos en cualquier institución, entre paredes blancas, lejos del tráfico y los sonidos que originalmente los embalaban vuelvan como la calabaza de la Cenicienta a convertirse de nuevo en aquello que eran: basura y flores marchitas. 9


Por Elizabeth Casillas Por Koldo Gutiérrez Un libro:

Gooolpe de vista

Un cómic:

Black Hammer 1. Orígenes secretos

RICARDO GÓMEZ (AUTOEDITADO, 2016)

JEFF LEMIRE Y DEAN ORMSTON (ASTIBERRI, 2017)

Uno de los miembros del delirante grupo de tecnopop Ciclos Iturgaiz ha debutado como escritor con este libro autoeditado por crowdfunding. La relación extramatrimonial de un seguidor del Celta de Vigo residente en Donosti acaba desvelando de manera absurda una compleja trama político-futbolística que tuvo lugar tres décadas antes, en los 80, cuando Real Sociedad y Athletic de Bilbao ganaban ligas y copas justo después de los llamados “Años de plomo” de ETA. Un estrambótico argumento que parece salido de la mente de Borja Cobeaga. Un podcast:

Jeff Lemire, en el fondo, siempre cuenta la misma historia: la historia de una familia y de su vida en el pueblo. Lo hizo con la trilogía Essex County y ahora lo vuelve a hacer con Black Hammer. Historias humanas que hablan de… ¡esperen! Sí, es correcto: seis exsuperhéroes. Hace una década salvaron Spiral City, pero hoy se han convertido en leyendas urbanas y muchos creen que están muertos. Quizás, porque llevan una década atrapados en una granja y un pueblo cuyas fronteras no pueden franquear. En este primer volumen conocerás a los seis protagonistas, su historia y, seguramente, te quedarás con ganas de más. Es una historia de superhéroes pero no una más, y por ello no es de extrañar que se llevase en los Eisner 2017 el Premio a la Mejor Nueva Serie.

MARTA TRIVI Y ALBERTO CORONA (2017)

Un libro:

Choquejuergas

Los periodistas culturales Marta Trivi y Alberto Corona se han sacado de la manga este verano un refrescante podcast sobre cine, videojuegos, anime y literatura. De manera totalmente desenfadada, entre risas y cerveza, desgranan la actualidad del séptimo arte y repasan noticias recientes, de Edgar Wright a Sofía Coppola, pasando por Christopher Nolan, Harry Potter o el añorado Satoshi Kon. Con mucho sentido del humor y una perspectiva feminista tan necesaria como difícil de encontrar en la podcasfera patria, Marta y Alberto analizan diversos productos culturales mientras cuentan #Batallitas.

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No, mamá, no

VERITY BARGATE (ALBA EDITORIAL, 2017) Alba Editorial ha recuperado este año la primera novela de Verity Bargate, publicada originalmente en 1978, y no ha podido darnos un regalo mejor. Una novela a medio camino entre la historia de terror y el drama más desolador en el que Bargate cuenta la historia de Jodie, una mujer que acaba de dar a luz a su segundo hijo y que lo único que siente es decepción. «Lo que más me sorprendió cuando me dieron a mi segundo hijo y lo cogí en brazos fue la total ausencia de sentimientos. Ni amor. Ni cólera. Nada», asegura. En su vida aparecerá una vieja amiga que le ayudará a alejarse de una casa que cada día le produce más claustrofobia y a volver a disfrutar de sus dos hijos, aunque de una forma inusual y sorprendente. No, mamá, no es una novela tan dura como brillante que deja muchas cosas sobre la figura de la mujer y su relación con la maternidad y el matrimonio.


Una sección hecha por los editores de la revista y un invitado distinto cada número, totalmente subjetiva y que no atiende a razones temporales ni de género. Recomendaciones a gogó. Sólo buena mierda. Por Sandro Gomato Un disco:

How the west was won

Por Iñaki Domínguez

PETER PERRETT, 2017

Han pasado más de veinte años desde la última vez que Peter Perrett se embarcó en un proyecto musical, y cuarenta desde que montó la banda con la que se dio a conocer: The Only Ones, grupo emblemático del punk londinenese que se escabuía de los sonidos representativos de aquella escena. Su resurrección, tras décadas de droga y frenesí, es una excelente noticia porque el disco que la acompaña es una obra altamente disfrutable. Hablamos de un disco sorprendentemente optimista, con picos alegres en tono pop como en Troika, auténticas joyas románticas como An epic story y Hard to say no. Un podcast:

Lore

AARON MAHNKE, 2015– Si a un concepto, el de la narración de una historia de terror, que parece ideado para el formato podcast se le suman un guión inteligente y una ambientación tan sencilla como eficaz, el resultado no es otro que uno de los podcasts más exitosos de Estados Unidos, con tres millones de oyentes y varios galardones a sus espaldas. Aaron Mahnke es el cerebro y la voz detrás de Lore, un recorrido sonoro por las historias reales que están tras el origen de los mitos y leyendas oscuras del folclore anglosajón y occidental. Una especie de enciclopedia del miedo que no olvida a clásicos como vampiros, brujas u hombres lobo. Amazon tomó nota de su potencial y estrena por estas fechas su adaptación en formato de serie televisiva, así que habrá que estar muy atentos.

Una película:

Más allá del valle de las muñecas RUSS MEYER, 1970

Una de mis pelis favoritas. Fue el único largometraje que Meyer dirigió para un gran estudio, con un guión escrito junto a Roger Ebert, futuro crítico cinematográfico de gran prestigio en EEUU. Se trata de una parodia de El valle de las muñecas (1967), protagonizada por Sharon Tate. La película de Meyer representa una cúspide del estilo “camp” y es verdaderamente entretenida. Una película ideal para los admiradores de los años sesenta, que a pesar de haber sido estrenada ya en la siguiente década refleja el zeitgeist de la década anterior. Un documental:

NY 77. The coolest year in hell HENRY CORRA, 2007

Un documental realmente bueno sobre Nueva York en el año 1977. Refleja muy bien el estado de la ciudad en el periodo pre-gentrificación; una era de decadencia urbana en la que surgió la música disco, el punk y el hip hop. Como siempre ocurre con este tipo de documentales, la estética engancha y la película contiene un montón de información interesante.

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Los difusos límites de una vida de provincias

Texto Elizabeth Casillas

María Yuste vuelve con una nueva edición de Vida de provincias, más extensa y con relatos inéditos, en la que recupera escenas de su infancia y adolescencia para hablar de los límites invisibles que separan la realidad de la ficción.

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a vuelta a las librerías de María Yuste (Murcia, 1988) es una buena noticia. Sobre todo porque teníamos ganas de ver cómo evolucionaban las propuestas que presentó en el año 2014 cuando Honolulu Books publicó por primera vez Vida de provincias. Aunque, eso sí, de momento nos tendremos que conformar con una nueva edición revisada del libro –esta vez a cargo de la Newcastle Ediciones– en la que se incluyen nuevos textos pero que, en el fondo, mantiene la misma forma. Aún así, la segunda vida de una obra como ésta es algo que tenemos que celebrar. Yuste es una escritora forjada en internet, a la que hemos podido leer en medios como Vice, Vein o Playground y el fanzine Efecto 2000 que ella misma

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coordina, y como tal se nutre de un estilo rápido, sencillo, casi lacónico e impactante. Quizás sea uno de los efectos de usar internet diariamente desde los quince años, un método de escritura que forma ya parte de su identidad y que le permite escabullirse entre las escenas cotidianas de la vida para explorar los sentimientos de una generación, la de los millennials que se han criado entre discos de Camela en las gasolineras, internet y un modelo de vida importado de las ficciones televisivas (entre otras). Vida de provincias es, más allá del retrato generacional, un libro sobre límites. Por un lado, entre la autora y la protagonista. Ambas, mujeres. Ambas, jóvenes. Atravesar (o no) esa fina línea que las


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Vida de provincias es, más allá del retrato generacional, un libro sobre límites

separa es uno de los juegos escondidos entre las páginas del libro. No sabemos si la niña que lloraba ante la cámara del fotógrafo del barrio cuando se disponían a realizarle unas fotos de carné para el colegio era ella o no. Tampoco si es Yuste la que ha heredado la piel grasienta de su padre, la vista defectuosa de su madre y la corta estatura de los dos. Aunque sí que es cierto que la autora lleva gafas. «Me parecen las bases de cualquier producto de ficción, ya sea un libro, una película o la letra de una canción. La narradora está muy influenciada por todo eso que, desde la televisión o el cine, le han dicho que se supone que es la vida y que luego no se corresponde con lo que observa a su alrededor. Sin embargo, al mismo tiempo, ella misma está dentro de un libro... Supongo que, para mí, es una forma de jugar con cómo la realidad y la ficción son relativas y las muchas capas que tienen», explica Yuste. Problemas de adultos

Vida de provincias Newcastle, 2017

Otro límite que se franquea es el que hay entre niños y adultos. Yuste deja latente la separación que existe entre ambos mundos, pero también lo rápido que se disipan al crecer. Por un lado están los problemas de niños, los que lloran porque quieren ser como las protagonistas de Padres Forzosos, y por otro, “los de verdad”, los que se traen de la oficina y se digieren a la hora de cenar. La niña que quería ser como Stephanie, ser rubia y vivir en San Francisco, pronto se verá adulta, con compromisos adultos, visitando a un pariente que se recupera en un hospital tras una operación. Sin embargo, asegura la autora, no hay ninguna trama sobre crecer. «Es cierto que los recuerdos de infancia tienen mucho peso en la historia, pero de una forma contraria a como yo siento que la recuerda la mayoría de la gente o a cómo

se nos suele vender, como esa especie de paraíso perdido. En el libro, lo que tiñe esas memorias es la claustrofobia, la soledad, el aislamiento, los miedos… Los recuerdos son también una forma de ficción para lo bueno y para lo malo. Además, cuando somos pequeños es cuando más nos cuesta distinguir entre ficción y realidad», arguye. El último límite que se dibuja en el libro es el que crea el propio título, aquel que hay entre vivir en una ciudad de provincia y vivir en la capital, y con el que solo aquellos que viven en provincias pueden identificarse. Yuste utiliza esa separación, más mental que física, para ahondar aún más en la idea de retraimiento y soledad. «En realidad, para mí, la palabra “vida” tiene más peso en el título que “provincias”. Que todo suceda alejado del foco de una gran ciudad, que se supone que es donde ocurre todo como si más allá de sus límites no hubiera nada, no es tan importante como pueda parecer. Es sólo un escenario que nos habla de aislamiento e incomunicación. Es más un estado mental de la narradora que un lugar físico», comenta. Y si bien internet está intentando borrar esa frontera, esa división entre vida de provincias y la gran capital, aquí no tiene nada que hacer. «Es un universal, no hay internet ni tecnología que lo cambie», sentencia Yuste. @ 13


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En el bosque nadie puede oír tus gritos

Texto Koldo Gutiérrez

Estás solo en una cabaña abandonada y los recursos escasean, así que te ves obligado a adentrarte en el frondoso bosque donde la oscuridad todo lo inunda con la única compañía de una antorcha a punto de apagarse. Oyes ruidos entre los matorrales: ¿será un conejo o un lobo? La necesidad te empuja a investigar, pero lo que encuentras es algo totalmente inesperado… Bienvenido a Darkwood.

Debemos tener eso muy presente si queremos sobrevivir en Darkwood, desde que comenzamos un prólogo sin explicación ni contexto sentados en el escritorio de lo que parece una cabaña en el bosque. Nos encontramos en una habitación desordenada y mal iluminada, con botellas por el suelo y una ventana tapiada. El resto de la casa no está mucho mejor: jaulas vacías, una cama deshecha, libros médicos, una vieja radio, una cámara de fotos antigua y poco más. Para colmo, el generador de electricidad se está quedando sin gasolina, así que va a tocar salir a por más antes de que anochezca completamente.

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Nos da miedo jugar a juegos de terror, así que dejamos nuestros trabajos e hicimos uno, pero sin sustos fáciles. Se titula Darkwood y es nuestro debut». Así se presentan los polacos de Acid Wizard, un estudio formado por tres personas (y un perro, como les gusta recordar) que tras más de cuatro años de desarrollo ha logrado estrenar al fin su esperado proyecto. Hartos de sus respectivos trabajos, tenían nociones de animación y diseño gráfico, pero ni idea de programación ni game design. Decidieron 14

lanzarse a la aventura, crear un prototipo y gracias a una ajustada campaña de micromecenazgo, dedicarse a ello. Su ópera prima es un juego de terror y supervivencia con perspectiva cenital. El miedo que se nos infunde no tiene nada que ver con sustos gratuitos, sino con una atmósfera angustiosa y malsana que genera sensaciones incómodas en todo momento. El mensaje que aparece en la primera pantalla de carga no podría ser más ilustrativo: «Respeta el bosque, sé paciente y céntrate».

Es justo en ese instante, al abrir la chirriante puerta que da al exterior, cuando empieza realmente el juego. Ahí al lado nos topamos con un coche volcado y un perro agonizante sobre un charco de sangre. Al avanzar un poco encontramos un hacha que nos permite abrirnos paso por un camino bloqueado por unas ramas, pero también podemos utilizarla para acabar con el sufrimiento del animal… y con sus molestos gritos que tanto nos irritaban al intentar dormir. Esa escena marca el tono de lo que es Darkwood: un título oscuro y misterioso en el que prima la exploración para sobrevivir. Sus creadores tienen los referentes muy claros, tanto en lo


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narrativo (David Lynch, Stanisław Lem y los hermanos Strugatski), como jugables (Fallout, Dark Souls, Project Zomboid y Teleglitch). Todo ello trufado, además, del inquietante folklore eslavo que tan bien conocen. Ambientado en un territorio sin definir en medio del bloque soviético en plenos años 80, debemos vagar por lo profundo del bosque en busca de recursos con los que llegar con vida al día siguiente. Cada elemento que encontremos, por pequeño y mundano que sea, puede ser clave para salir adelante. Cerillas, alcohol, madera, alambres y otros utensilios pueden servirnos para fabricar otros objetos más útiles, como antorchas, linternas o ganzúas. Mochilas en la niebla

Supervivencia, tensión y terror son los grandes ingredientes aquí, donde la luz y los recursos escasean más de lo que nos gustaría

Debemos gestionar con cuidado y esmero nuestro limitado inventario, en tiempo real para aumentar la tensión, por si no fuera suficiente. Como en otros dos recientes juegos de terror y acción que le sirven de inspiración, The Last of Us y Zombie U, al acceder a nuestra mochila para mover las herramientas o crear otras nuevas perdemos de vista el entorno, así que nos quedamos totalmente expuestos a lo que pueda acecharnos alrededor en la oscuridad. Aunque la tendencia actual en los juegos de terror es en primera persona, en obras como Amnesia, Alien Isolation, Outlast o Soma, Darkwood apuesta por una perspectiva cenital más clásica que remite a comienzos de los 90 y lo hace de manera inteligente. La vista desde

arriba nos permite ver gran parte del escenario en todo momento, sin embargo, en realidad sólo se nos muestra la zona hacia la que estamos mirando, como si lleváramos una linterna que ilumina con su haz de luz en una dirección concreta. Ese enfoque tan realista aporta una gran tensión dramática, especialmente si oímos algún ruido cerca y empezamos a girar desesperadamente mirando a todos los lados como si estuviéramos en medio del bosque. Esa sensación aumenta aún más porque si salimos corriendo, la barra de resistencia va descendiendo, así que acabaremos agotados en alguna zona más recóndita y quizá más peligrosa, donde escaseen los recursos y la luz. Durante el día conviene aprovechar la escasa luz para explorar el frondoso bosque, generado de manera procedural. Esa aleatoriedad hace que podamos encontrar materiales y secretos inesperados, aunque de fondo hay una historia lineal estructurada en varios capítulos. Al caer la noche conviene que hayamos encontrado un refugio en el que hacer barricadas y poner trampas ante lo que nos pueda venir: lobos, perros o cosas peores. Poco a poco, la tensión y la locura nos van atrapando hasta que algunas pesadillas empiezan a hacerse realidad. Dos de los miembros de Acid Wizard reconocen sufrir alucinaciones habitualmente y despertarse en mitad de la noche, por lo que han decidido incorporar de alguna forma esas sensaciones a su juego. Estos polacos saben lo que hacen y aunque el control (tanto con teclado y ratón como con mando) es bastante áspero, han plantado buenas ideas en su ópera prima y se han fijado en estimulantes referentes. El último, sin ir más lejos, The Witch, la excepcional película de 2015 con la que comparte tono y atmósfera, como demuestra su impactante tráiler de lanzamiento. No está nada mal para unos debutantes a los que les daban miedo los juegos de terror. @ 15


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Gilead y el Planeta de las Zorras Texto Eva Cid

La ficción distópica es fruto de una cultura que se piensa a sí misma, y ha sido espoleada gracias a sus intersecciones con discursos políticos, industriales, tecnológicos y, más recientemente, feministas; El Cuento de la Criada y Bitch Planet exploran los no lugares que ocupan las mujeres en la narración distópica.

El cuento de la criada Hulu, 2017 Bitch planet Astiberri, 2017

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La distopía se ha convertido en un género literario que ha dejado de hablar de un futuro hipotético para hablarnos del presente

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n toda distopía conviven siempre dos narrativas: la que se ubica en el mundo donde viven los protagonistas de la historia y aquella otra que, soterrada en diversos elementos textuales, mantiene un tono constante de extrañeza, resistencia u horror, y que cuestiona o se enfrenta a la sociedad distópica en la que se enmarca el relato. Estas dos narrativas se articulan, respectivamente, en torno al régimen hegemónico y a la resistencia al mismo. Según Paulina Moreno Trujillo en El Cuento de la Criada: los símbolos y las mujeres en la narración distópica, la distopía «debe mantenerse ubicada entre utopía y anti-utopía y por ello la distopía clásica es básicamente un ejercicio cargado de contenido político y un híbrido literario que da cuenta de la posibilidad de un mundo que vive circunstancias peores a la propia».

El término “distopía” fue acuñado por primera vez, de acuerdo con el Oxford English Dictionary, por John Stuart Mill a finales del siglo XIX, basándose en la “utopía” acuñada por Tomás Moro para describir una sociedad ideal y por lo tanto inexistente. Del mismo modo, una distopía es, desde el punto de vista de su etimología, un “no lugar”. La ficción utópica suele recrear un mundo ideal donde todo es perfecto. Por el contrario, la ficción distópica suele

referir sociedades que, en su defensa de unos valores asumidos como ideales por una parte de la población, hace sufrir sistemáticamente a la mayoría de sus ciudadanos. La mayor parte de las narraciones distópicas describen sociedades indeseables que son consecuencia más o menos directa de tendencias sociales contemporáneas al momento (y lugar) en que se gesta el relato. Surgen como obras de advertencia, como sátiras, o como actos de rebelión, y suelen reflejar las tendencias de un determinado contexto social y político llevado a sus extremos; en ocasiones, unos extremos con tintes apocalípticos. Según Keith M. Booker, en The Dystopian Impulse in Modern Literature, la literatura distópica se utiliza para «proporcionar nuevas perspectivas sobre las prácticas sociales y políticas problemáticas que de otro modo podrían darse por sentado o consideradas naturales e inevitables». Predicciones aterradoras Hoy, en un presente donde parecen haberse cumplido, total o parcialmente, algunas de las distopías literarias más relevantes del siglo XX, es interesante reflexionar sobre la nueva vigencia de un género literario que ha dejado de hablar de un futuro hipotético para hablarnos del presente, ya sea de forma literal, o susceptible de interpretaciones

diversas partiendo de un tema base. Una prueba de ello es la existencia de la web Dystopia Tracker, creada por David Bauer en colaboración con Journalism++, donde se documentan, con ayuda de cualquier persona que lo desee, todas las predicciones, o profecías, que la literatura, el cine y los videojuegos de ciencia ficción y otros géneros afines han formulado, así como todas aquellas que ya se ha convertido en realidad. El objetivo es la creación de una plataforma libre que cualquiera pueda consultar, y una base de datos abierta y disponible para realizar estudios, análisis, o la creación de otras aplicaciones. Los temas recurrentes de la ficción distópica aluden a la alienación o represión social por medio de diferentes formas de control, ya sea control directo mediante el uso de la fuerza, o el control ejercido por diferentes mecanismos como el tecnológico o el farmacológico. Sin embargo, estos relatos que recrean sociedades cuya población está sometida a una situación de control extremo, opresión o discriminación, rara vez hacen hincapié en que la problemática afecte de forma especial al grupo poblacional que, en nuestras sociedades presentes o pasadas, sufre unas condiciones especialmente desfavorecidas cuando la población general está en situación de control, opresión o discriminación: las mujeres. La discriminación de las mujeres, el control sobre su cuerpo y las limitaciones de sus competencias en el ámbito social son una constante inmanente a cualquier régimen o sistema sociopolítico, más o menos acusada según la tonalidad del mismo, pero siempre presente. Nunca, en la historia conocida, las mujeres han gozado de un estatus social, político, o de un nivel de autonomía más favorable que 17


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Cualquier narración, presente o pasada, real o ficticia, que aborde el sometimiento femenino resulta siempre de una vigencia estremecedora.

el de los hombres. En toda sociedad hay una escisión invisible entre lo que se considera la situación social de la población en general, y la situación social de las mujeres en particular. Esto puede leerse como un subsistema totalitario, el totalitarismo masculino, dentro de regímenes de diferente color. Por ello cualquier narración, presente o pasada, real o ficticia, que aborde el sometimiento femenino resulta siempre de una vigencia estremecedora. El Cuento de la Criada (Margaret Atwood, 1985) y Bitch Planet (DeConnick, De Landro, 2017) son obras que, a través de medios diferentes, con voces y tonalidades casi opuestas, relatan una historia, mediante las claves canónicas de la ficción distópica, con un nexo común: el sometimiento y la estratificación de las mujeres en el contexto de un sistema patriarcal llevado a sus extremos. Mientras que el relato de Atwood se articula en torno al fundamentalismo religioso, el cómic de Kelly Sue DeConnick y Valentine De Landro apela a una oligarquía corporativa que, si bien tiene su base ideológica en la religión cristiana, profesa una

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mayor devoción por el neoliberalismo económico, una devoción que hoy en día nos resulta bastante familiar. En ambos casos, la sociedad (la ideología oficial, el partido único, la policía estatal, con un control total sobre los medios de comunicación, la economía y la fuerza) ejerce un control implacable sobre las mujeres con el objetivo de clasificarlas y segregarlas de acuerdo a los modelos totalitarios: las mujeres válidas, como esposas, madres o servidumbre (doméstica o sexual); y las mujeres no válidas, que son objeto de internamiento, explotación, exilio, o pena de muerte. Mujeres neurodivergentes El régimen de Gilead que recrea El Cuento de la Criada estratifica a las mujeres en función de su utilidad en el ámbito privado: la mujer esposa, la mujer

sirvienta, y la mujer reproductora, todas al servicio del cabeza de familia. La epidemia de infertilidad que asola el mundo imaginado por Atwood afecta a hombres y mujeres por igual, pero el régimen la utiliza como excusa para responsabilizar a las mujeres fértiles (y, de paso, a las esposas infértiles) y someterlas bajo el yugo de una nueva y conveniente categoría al servicio y beneficio de los hombres. Esta no es la única licencia que se toma al margen de los principios fundacionales, ya que en el régimen existe la prostitución. Velada, oculta, y restringida a los hombres más poderosos, pero legitimada, al fin y al cabo. Toda aquella mujer que no se amolda a alguna de estas categorías es víctima del exilio o la muerte. El patriarcado de Bitch Planet opera de manera similar. Las vidas de los ciudadanos están rígidamente condicionadas, y son adoctrinados en retrógrados roles sexuales por el sistema educativo y los medios, pero, de nuevo, esta situación de control beneficia de manera inequívoca a los hombres. La estratificación y el exilio se aplica exclusivamente a las mujeres. Aquellas consideradas NC (no conformes), las que no se amoldan al rol asignado, las que no se resignan a ser propiedad de un hombre (padre o esposo), las mujeres “demasiado” activas sexualmente, las mujeres neurodivergentes, las lesbianas, las que son demasiado obstinadas, demasiado gordas o demasiado negras, son enviadas


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al Puesto de Obediencia Auxiliar, también conocido como el Planeta de las Zorras, un gigantesco centro penitenciario ubicado en una colonia en otro planeta. El exilio en ambos casos supone una especie de “no lugar” dentro del no lugar del que parte toda distopía. El exilio es la explotación sin medias tintas ni ambigüedades, es la destrucción del cuerpo y, finalmente, la desaparición. Otro tema central en ambos relatos es la configuración de las mujeres como el principal enemigo de las propias mujeres, una consecuencia lógica de las estrategias de control y segregación que emanan de la esfera masculina y que, de nuevo, favorecen al hombre y a la preservación de su estatus como incuestionable. En El Cuento de la Criada son las Tías las que se encargan del adoctrinamiento de las jóvenes fértiles destinadas a la procreación, de manera que el control directo, la manipulación psicológica y el castigo físico es impartido por mujeres, hacia mujeres. En la vida privada las mujeres domésticas (las esposas, las Marthas y las criadas) viven en competencia constante por agravio comparativo, por la diferenciación de sus funciones y la desigualdad de sus (restringidos) privilegios. En este contexto, el culpable más cercano al que puede señalar una mujer es otra mujer. La distancia física, psicológica y social con respecto a los hombres hace que sea mucho más complicado identificarlos como el enemigo. O, al menos, como el principal beneficiario de los privilegios de que se dispongan. En Bitch Planet esta confrontación se ilustra de manera mucho más visual. Las reclusas del Planeta de las Zorras son obligadas a pelear entre ellas para entretenimiento del resto de ciudadanos y ciudadanas de bien, y al mismo tiempo sirve como un eficaz método de purga de las mujeres no conformes, todo ello en favor de, además, el beneficio económico.

cocina alcahueta

Nolite te bastardes carborundorum En ambos casos se ponen de manifiesto los mismos mecanismos que operan, con diferentes niveles de virulencia, en cualquier sociedad patriarcal. Nuestro lugar, nuestro papel, está siempre circunscrito al lugar y al papel del hombre, y bajo unos condicionantes tradicionalmente impuestos por el hombre para su beneficio. Salirse de estos márgenes, no amoldarse a las expectativas deseadas, es motivo de expulsión a todos esos “no lugares”, no tan evidentes y extremos, pero sí marginales e invisibilizantes. Los no lugares en la sociedad, en la vida pública, o los no lugares en la ficción que moldea y construye realidades. Del mismo modo, los estamentos invisibles que nos categorizan favorecen el enfrentamiento entre nosotras, directo o no, por comparación de privilegios. La cotidianeidad es clave para la normalización, y si la sumisión y el enfrentamiento entre iguales es rutinario y culturalmente validado, se asume como el estado natural de las cosas. Por ello el distanciamiento psicológico con respecto al relato distópico, pese a que ese relato parta de las mismas bases ideológicas de las que parte nuestra sociedad, es una valiosa herramienta crítica y de concienciación. Por ello, la distopía es un ejercicio cargado de contenido político y un instrumento para analizar el presente. El Cuento de la Criada, Bitch Planet, y otras narraciones que inciden de manera específica en la situación de las

Otro tema central en ambos relatos es la configuración de las mujeres como el principal enemigo de las propias mujeres

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mujeres, efectúan una doble incursión por el sentido de la distopía: recorren ese no lugar, el que nos corresponde a las mujeres per se, dentro del no lugar propio del relato distópico. Y ese no lugar es terroríficamente familiar para cualquiera de nosotras. Puede cambiar y modificar su rostro, pero es fácilmente reconocible para cualquier mujer no conforme. Si bien las esperanzas y temores plasmados en las distopías son cambiantes, en tanto se reajustan a las esperanzas y temores de las cambiantes sociedades en las que germinan, la distopía femenina apela incansablemente a los mismos temas porque éstos permanecen inmutables. La opresión de género funciona como la fuente del conflicto en las distopías femeninas, y aunque cada una de ellas lo emplea de una forma y a profundidades diferentes, aunque las especulaciones sobre género, roles, autonomía y poder varíen en intensidad, todas realizan su particular interpretación de una situación de desigualdad en relación a la narrativa imperante. Esta remanencia de temas en la literatura distópica y de ciencia ficción femenina, o de corte feminista, es reflejo directo de la permanencia de los roles que son socialmente aceptables en las mujeres. Y por ello es importante que nos apoderemos activamente de las narrativas, del discurso, fuera y dentro de la ficción. Es necesario que nos apropiemos del lenguaje para construir relatos propios como acto subversivo. “Nolite te bastardes carborundorum” es una muesca de resistencia que la criada encuentra en su habitación. Al principio es un símbolo, un simple anhelo, hasta que consigue descifrar el significado real para, posteriormente, convertirlo en consigna. Del mismo modo las mujeres no conformes debemos tomar la palabra, los espacios, y una habitación propia, para no tener que resignarnos a elegir entre Gilead, o el destierro en el Planeta de las Zorras. @

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Polanski no quiere ser más un ‘perverso enano libertino’ Texto Laura Lazcano

Ilustración Mireia Pérez

El cuchillo en el agua le dio a conocer, Repulsion fue una excusa para rodar Callejón sin salida, donde Gerard Brach y él se vengan de sus ex mujeres, El baile de los vampiros fue su primera película con Sharon Tate, cuando rueda La semilla del diablo ya es toda una sensación entre la sociedad californiana mientras que su versión de Macbeth puede verse como un extraño baño de sangre tras el asesinato de su esposa.

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a vida de Polanski da para libro. Con apenas diez años escapó de los nazis en Cracovia, ha establecido residencia y salido de parranda loca en Londres, París, Los Ángeles, ha abusado al menos de dos mujeres y ahora se enfrenta a una tercera acusación por violación (sorpresa, sorpresa), ha descendido a los infiernos cuando la familia Manson decidió asesinar por error a su esposa embarazada y en medio de todo esto se ha buscado la vida de mil maneras para convertirse en director de cine rodando un puñado de películas maravillosas. Y si a estas alturas la cantidad de biografías sobre la carrera y andanzas del cineasta polaco y los documentales en los que ha participado sobrepasan lo razonable, 20

¿por qué ahora unas memorias? Lo cierto es que estas publicadas por Malpaso llevaban en circulación desde 1981 y las trabas legales consecuencia de la detención de Polanski a finales de los setenta habían paralizado su distribución durante más de treinta años. La dificultad que entraña enfrentarse a la narración de Polanski sin caer de cabeza en lo sensacionalista se ve en este caso acuciada por el propio director, quien ya en el prólogo firmado en 2015 exhorta al lector a tener en cuenta que el libro que tiene en sus manos se escribió hace más de treinta años. Para acto seguido coronarse revelando que le da la impresión de que «hemos olvidado lo tolerante y libre que era nuestra

sociedad». Para una persona que te cuenta sin pelos en la lengua los numerosos escarceos sexuales que ha tenido con menores, y eso ya sin entrar en las denuncias por violación, esto es cuanto menos espinoso. Hacer tal declaración de intenciones así a tus 82 años demuestra que o no has reflexionado un colín sobre ciertas actitudes de depredador sexual o has pretendido aportar un halo provocateur bastante rancio, Roman. Motivado quizás por una necesidad de defenderse de nuevo contra los detractores de sus aventuras carnales, este preámbulo de dudosa intención queda difuminado tras la nitidez con la que el director se sumerge en el relato de su vida aún a pesar de iniciarlo con confesiones


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Estas memorias llevaban en circulación desde 1981 y las trabas legales consecuencia de la detención de Polanski habían paralizado su distribución durante más de 30 años

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como esta: «La línea entre la fantasía y la realidad ha estado siempre borrosa. He tardado casi una vida en comprender que esta es la clave de mi existencia». Pasando de puntillas por el matiz victimista si lo aplicamos a cada aspecto de su vida, no es extraño que un superviviente del Holocausto judío exprese algo así, pues son los propios mecanismos de la memoria los que en muchas ocasiones le obligan a uno a olvidar situaciones traumáticas. Por otro lado, también es comprensible que encontrase una válvula de escape en los cines de Cracovia.

Polanski, sobre la Nouvelle Vague: «Me dejaba consternado su falta de profesionalidad y su deficiente técnica» del futuro director, que pronto descubriría su escaso interés en los estudios y se acercaría a la interpretación por medio de pequeños papeles en obras de teatro. Ingresa en la escuela de Bellas Artes, donde tiene la suerte de que Andrezj Wajda, cineasta polaco de referencia, le inicie en el oficio cinematográfico. Tras ser rechazado en la Escuela de Arte Dramático por su baja estatura y unos cuantos años dando bandazos en los que sopesó seriamente desde apuntarse al circo hasta alistarse en el ejército, todo comienza a despegar en 1953 cuando Wajda le llama para que colabore como ayudante en Generación, su primera película.

Si hay una película en toda su filmografía que refleje los hechos relatados en este volumen es El Pianista (2002). El propio Polanski la reconoce en el epílogo como su película más personal demostrando ser capaz de aproximarse a la obra de Wladyslaw Szpilman y regarla de vivencias íntimas. No hay más que recordar las bombas que escucha Adrien Brody en la escena inicial del filme mientras toca el piano como reminiscencia de las que aterrorizaban a Polanski junto con su madre y su hermanastra en el refugio antiaéreo de Varsovia. Como quizás tampoco es casualidad que Brody sea pianista para una emisora de radio teniendo en cuenta que Polanski de adolescente colaboró en un programa radiofónico antes de descubrir que la interpretación y la dirección serían su verdadera vocación. Ayudante de Andrezj Wajda Y aún así probablemente uno de los recuerdos más devastadores y difíciles de trasladar a la pantalla se materializa en El pianista, cuando a Adrien Brody le saca un kapo judío del pasillo humano escoltado por nazis que se dirige al tren, y posteriormente a la cámara de gas, y éste se resiste por pretender seguir al lado de su familia. El padre del protagonista se despide de él por señas justo antes de subir al tren, igual que cuando el padre del cineasta le susurró a un perplejo Polanski de no más de diez años que se largase inmediatamente de ahí. Lo que siguió a eso fue una larga temporada de acogida en varias familias (Brody se oculta en El pianista en buhardillas y pisos vacíos) que culminó con la derrota de los nazis por el ejército soviético en 1945 y el regreso de su padre. Fue este reencuentro familiar lo que permitió volver a enderezar la existencia 22

Causa aprensión el testimonio de un adulto con dificultades a la hora de entender que roza lo abominable tener sexo con una menor y suministrarle drogas

Quizás fue la experiencia de trabajar con él lo que proporcionó a Polanski la confianza suficiente para apuntarse a la Escuela de Cinematografía de Lodz y resultar seleccionado. Es en esta misma época cuando sale por primera vez de Polonia para visitar a su hermanastra Anette a París una vez obtiene el pasaporte. No tardó mucho en volver a la capital francesa, esta vez acompañado de su primera esposa, Barbara, con la que se muda allí para que ella inicie su carrera de actriz. Con ella alternaría épocas de pobreza en la que subsisten gracias a la generosidad de amigos y otras de más opulencia. Con el gusto por los detalles que le transmitió Wajda, la estancia de Polanski en París coincide con la etapa de la Nouvelle Vague, movimiento contra el que carga con franqueza: «El papanatismo intelectual desempeñaba un destacado papel. Los críticos elogiaban unas películas intelectualoides muy mal hechas además de pretenciosas y aburridas. Me dejaba consternado su falta de profesionalidad y su deficiente técnica». Polanski, que ya llevaba un tiempo acariciando la idea de realizar su primer largo, insinúa que lo más valioso de su estancia en París y prácticamente de su matrimonio con Barbara fue


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conocer a las personas que más tarde le producirían El cuchillo en el agua. Más allá de sudar tinta para lograr pasar la película por la kolaudacjia (inspección técnica efectuada por miembros del gobierno polaco antes de lograr el estreno comercial), quizá una de las anécdotas más reseñables del rodaje en Polonia de su ópera prima es cuando Polanski evidencia su falta de práctica dirigiendo actores. A través de la experiencia con Jolanta Umecka, la actriz principal elegida por él, el autor resalta su “temperamento bovino” y se jacta de haber hecho bromas relacionando la obsesión de ella por la comida con la falta de sexo, convirtiéndolo en tema de burla habitual entre los miembros del rodaje. A pesar de la poca repercusión que tuvo este primer y nada desdeñable filme fuera de Estados Unidos, es importante entender que esta etapa en Francia supuso un impulso considerable para su reputación como director. Además, fue precisamente al volver a París tras finalizar el rodaje cuando conoció a quien se convertiría en su guionista habitual, Gerard Brach. El baile de Charontait Tras sentar las bases de su niñez y adolescencia, Polanski se prepara para retratar con crudeza los dos episodios más oscuros de su experiencia vital, comenzando uno de ellos con la aparición de su segunda esposa Sharon Tate, o Charontait como él la llamaba. Por aquella época, Polanski comienza a moverse con más soltura en su propio oficio, lo que le permite apreciar el contraste entre la rigidez de las instituciones polacas con la inmadurez o poca visión de negocio de las majors norteamericanas, soltando lo siguiente sobre la MGM: «Así es Hollywood, un niño mimado que pide a gritos un juguete y después

lo tira al suelo». Tras seleccionar a Tate de protagonista para El baile de los vampiros, pronto se trasladan a Italia para el rodaje y se vuelven inseparables. Tal vez lo más destacable tuvo lugar una vez finalizado, pues Polanski autorizó el montaje del filme en EEUU y Canadá para después descubrir que se introdujeron cambios sustanciales que él desaprobó hasta el punto de intentar eliminar su nombre de los créditos. Con La semilla del diablo recién terminada, la sensación de paz y felicidad que había experimentado Polanski junto a su mujer rodando películas en la ‘capital cinematográfica’ por excelencia se desvaneció de golpe al recibir la fatídica llamada de un amigo pidiéndole que volviese de Brasil porque a Sharon la había asesinado la familia Manson en su casa de California. Perturba la lucidez con la que el director revive los detalles de aquellos días, crónica que culmina con el resentimiento hacia los medios de comunicación que se extiende también a Hollywood: «No es solo la comunidad más malintencionada del mundo, sino también la más insegura y deseaba buscar una explicación que echara toda la culpa a las víctimas, reduciendo de este modo la amenaza que pesaba sobre la sociedad en su conjunto», declara Polanski. La segunda mancha en el expediente que marcó un antes y un después para el cineasta polaco es la referente al jacuzzi en casa de Jack Nicholson. No solo porque no considere necesario ahorrarse comentarios del tipo «resultaba irresistible con el cabello mojado», sino porque causa aprensión llegar al testimonio de un adulto con dificultades a la hora de entender que roza lo abominable tener sexo con una menor y suministrarle drogas, por muy consentido que a él le parezca y lo

«muy experimentada y desinhibida que ella aparente ser». Polanski comienza culpando al número navideño de Vogue (ya empezamos mal), para el que propuso una serie de fotografías de chicas atractivas. Llama poderosamente la atención que tenga la delicadeza de usar un pseudónimo para respetar la identidad de ella pero en ningún momento haga alusión a su edad (trece años), y sin embargo sí aporte todo tipo de detalles irrelevantes sobre el tráfico aquel día, los bistecs que iba a cenar la chica al volver a casa o la sonrisa de Anjelica Huston cuando se despidió de ella al salir de la casa. «Nunca pensé que me encerrarían en la cárcel por hacer el amor», se lamenta tras 42 días de condena en la cárcel de Chino. A lo largo de más de 500 páginas, Roman Polanski reflexiona con más lucidez y humildad sobre el valor de su obra que sobre sus escarceos y delitos sexuales. No solo demuestra con creces sus conocimientos técnicos sino que proporciona numerosas anécdotas de rodajes. Utiliza el epílogo para desquitarse de los atropellos legales causados por la justicia norteamericana –en concreto por el juez Rittenbaud y el fiscal retirado David Wells– tanto en su detención a finales de los setenta como la de 2009. Es en el capítulo que dedica al asesinato de Tate donde se lamenta de que nunca será capaz de volver a vivir con una mujer sin compararla con ella. No obstante, una vez llegamos al epílogo –escrito por él hace dos años– comprobamos que parece haber alcanzado la paz de espíritu que tanto necesitaba incidiendo en el apoyo y la importancia de su esposa actual (Emmanuelle Seigner) e hijos para a continuación poner el broche con la siguiente declaración: «No me arrepiento de nada de lo ocurrido en el camino». Pues okay, Roman. @

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Texto Koldo Gutiérrez

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Hasta el 24 de septiembre el CCCB acoge la exposición Björk Digital, organizada por el MoMA en 2015 con motivo del lanzamiento de su último disco, Vulnicura. En él, la cantante islandesa desnuda su alma y nos muestra su mundo interior tras la dolorosa separación de su pareja, que expresa en una serie de videoclips donde continúa con su habitual experimentación gracias a modernas técnicas como la realidad virtual, la visión 360º y el sonido binaural. Un apasionante y doloroso viaje emocional por las entrañas de una de las figuras claves del arte contemporáneo.

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Realidad virtual y corazones rotos «Tenemos que ponerle humanidad y alma a la tecnología. Utilizo la tecnología para acercarme a la gente, para ser más creativa». Esa es una de las frases que podemos leer en la pared de la exposición Björk Digital que tiene lugar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona desde junio hasta el próximo 24 de septiembre. La declaración de intenciones podría sonar pretenciosa en boca de otro artista, pero no en la de la cantante islandesa, que se ha labrado una carrera en la que la experimentación técnica, estética y narrativa han estado siempre presentes.

de su unión con jóvenes autores como Michel Gondry, Spike Jonze y Chris Cunningham creó un estilo personal reconocible y sirvió de pistoletazo de salida para una prometedora generación de realizadores que, si bien ya habían trabajado con otros importantes cantantes, encontraron en la islandesa la arcilla ideal con la que moldear un estilo apenas visto hasta entonces. Parte de la imaginería noventera que nos viene a la cabeza se la debemos a ese triunvirato de directores, que llevaron a cabo los inolvidables vídeos musicales de Human Behaviour, It’s Oh So Quiet y All Is Full of Love, entre otros, porque con varios de ellos ha repetido en más de una ocasión.

Durante sus veinticinco años de trayectoria en solitario, tras su paso inicial por los Sugarcubes en su Reykjavík natal, Björk Guðmundsdóttir se ha caracterizado por un carácter vanguardista, siempre empeñada en expandir los límites de la música, fusionarlo con otros géneros y colaborar con nuevos artistas a través de impactantes videoclips. En los 90, fruto

Y si la cantante ya estaba interesada en probar cosas nuevas, esta tendencia aumentó tras conocer al videoartista norteamericano Matthew Barney, con quien se casó en el año 2000. El artista, uno de los más importantes del mundo, también ha cultivado otras disciplinas, como escultura, fotografía, pintura, cine, instalaciones y performance. Casi nada. La

Björk se ha labrado una carrera en la que la experimentación técnica, estética y narrativa han estado siempre presentes

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pareja tuvo una hija y se separó en 2013, lo que supuso un duro golpe para Björk y lo reflejó en su siguiente disco, Vulnicura, lanzado en 2015. La mayor parte de la exposición del CCCB está centrada en este desgarrador álbum, que la propia autora definió como “de completo desamor”. Por eso el libreto con las letras incluye bajo el título de las primeras seis canciones el momento vital en el que se encontraba durante el proceso de ruptura: de “9 meses antes” a “11 meses después”. La exposición fue encargada por el MoMA de Nueva York y está formada en gran parte por los videoclips rodados para Vulnicura, utilizando nuevas tecnologías como realidad virtual y visión 360º; ya que a Björk le gusta probar cosas nuevas, ¿qué mejor manera de hacerlo que en su disco más personal y oscuro? Viaje emocional «La realidad virtual no es solo una continuidad natural del vídeo musical, sino que posee un potencial teatral aún más profundo, ideal para este viaje emocional», declara la islandesa en otro texto que introduce su exposición. Aquí se vale de estas nuevas herramientas para transmitirnos toda la tristeza y desazón que le sacudió el traumático divorcio. En Vespertine, su disco de 2001, expresó su fase de enamoramiento inicial y cuatro años más tarde la pareja colaboró en Drawing Restraint 9, un atípico proyecto audiovisual dirigido por él, donde ambos volvían a dar muestra de su amor. Vulnicura fue todo lo contrario; una manera de purgar todo el dolor acumulado para que le sirviera de catarsis. Así lo demuestra en Black Lake, la canción más cruda del disco, la primera que según su propia cronología tiene lugar tras la ruptura, justo dos meses después:

vibrante cuerpo/ Ser sufriente / Mi alma está destrozada/ mi espíritu está roto. Es precisamente el videoclip de esta canción el que recibe a los asistentes en la primera sala de la exposición. O mejor dicho: videos. Una instalación con dos grandes pantallas enfrentadas muestran imágenes casi idénticas de Björk agitándose de manera compulsiva en montañas islandesas, lo que provoca a los espectadores la sensación de estar en medio de ese paisaje durante diez minutos sin necesidad de gafas. En la siguiente habitación nos topamos con otro vídeo realizado también por su colaborador habitual, Andrew Thomas Huang, pero aquí ya con realidad virtual Samsung Gear y auriculares Bowers & Wilkins (los favoritos de la cantante). Nos encontramos frente a ella en una playa de su país y el sonido envolvente lo es de manera literal, pues se va multiplicando hasta que acabamos siendo rodeados por tres Björks

«La realidad virtual no es solo una continuidad natural del vídeo musical, sino que posee un potencial teatral aún más profundo»

Stonemilker Crédito: Andrew Thomas Huang

En Stonemilker nos vemos rodeados por tres Björks en una playa islandesa, con visión 360º y sonido binaural

Nuestro amor era mi útero/ pero nuestro vínculo se ha roto/ Mi escudo se ha ido/ Mi protección no está/ Soy una herida/ Mi

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Black Lake es el tema más crudo del disco, con frases como: “Mi alma está destrozada/ mi espíritu está roto”

Notget Crédito: Rewind VR Mouth Mantra Crédito: Jesse Kanda

mientras dirigimos la mirada a cualquier punto del escenario gracias a la visión 360º para aumentar nuestra inmersión gracias también a la tecnología binaural de sonido. Eso le confiere la atmósfera teatral a la que aludía en la entrada. Este tema, Stonemilker, es el que abre el álbum y se sitúa nueves meses antes de la separación, de ahí su sincera declaración de intenciones en un esclarecedor verso antes de lo inevitable: “Momentos de claridad son tan raros/ mejor lo documento” o “Muéstrame respeto emocional/ Tengo necesidades emocionales/ Ojalá sincronizar nuestros sentimientos”.

Mantra bucal La siguiente pieza, con un sistema idéntico, nos transmite otra dolorosa experiencia de Björk, pero más física que emocional: Mouth Mantra es un recorrido por el interior de su boca en 3D. Una experiencia realmente desagradable y mareante que nació para hacernos sentir un sufrimiento similar al que ella tuvo en 2012, cuando fue operada de un pólipo en la garganta. Sus desgastadas cuerdas vocales, debido a su tono de voz, dijeron basta y la cantante lo pasó tan mal que decidió que sería buena idea compartirlo con sus seguidores.

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En Notget cambiamos de dispositivo y utilizamos el HTC Vive, con sus mandos y todo, que nos permite además de ver y escuchar, “pintar” con las manos sobre una psicodélica Björk para intentar “coser” la herida de su pecho. Este tema corresponde con el undécimo mes de su duelo, así que nos anima a que le ayudemos a cicatrizar definitivamente su profundo vacío. Sin embargo, esa interacción es más una ilusión que otra cosa, lo que puede deberse a ciertos problemas técnicos o tratarse de una sutil metáfora de la cantante: no hay manera de curar su enorme dolor. La última zona nos permite probar Biophilia, la aplicación que publicó en 2011 para teléfonos móviles con la intención de ayudar a estudiar música en los colegios de una manera interesante y diferente. Hace tiempo que la herramienta ha sido aprobada para su uso en los centros de Islandia. En la misma habitación también podemos ver el documental de 2013 Björk y Attenborough: La naturaleza de la música, donde la cantante departe con el popular divulgador sobre la voz y el canto desde una perspectiva naturalista. Además, podemos tumbarnos a ver una selección de sus mejores videoclips clásicos, como los tres citados anteriormente, una forma relajada de concluir este intenso viaje por el interior de una de las mentes más inquietas y estimulantes del panorama musical en el último cuarto de siglo y una estupenda manera de apreciar la evolución de una artista total, que se desnuda literalmente en cada trabajo, hasta abrirse en canal para mostrarnos su corazón destrozado.

Black Lake Crédito: Andrew Thomas Huang

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Precisamente, el pasado 2 de agosto anunció que su nuevo disco se publicará “muy pronto”. En un reportaje de la revista Dazzed lo definió como «mi álbum Tinder». Según la cantante, «trata sobre la búsqueda (de la utopía) y sobre ser amado. Pasar tiempo con una persona con la que te diviertes es cuando el sueño se hace realidad». Para este trabajo probablemente más luminoso y esperanzador volverá a colaborar con el productor de Vulnicura, Arca, que ella describe como como «la relación musical más fuerte que he tenido». Quizá haya conseguido cicatrizar su herida, después de todo. @


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Más allá del reflejo Texto Elizabeth Casillas

Identidad colectiva, libertad de elección y aceptación son los pilares sobre los que se asienta Mirror. El reflejo de la montaña, el nuevo cómic de Emma Ríos que firma junto a la dibujante Hwei Lim. 31


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Mirror. El reflejo de la montaña Dibujo: Hwei Lim Guión: Emma Ríos (Astiberri, 2017)

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«No quería que hubiese un héroe o un villano, sino demostrar que, al final, tratando de hacer las cosas bien también te puedes equivocar»

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uando la carrera de un dibujante se dilata en el tiempo, las posibilidades de que nazca una obra más personal y arriesgada se disparan. La confianza, clave a la hora de correr riesgos, aumenta y el autor se cree capaz de cualquier cosa. Unas veces, uno cuenta con la suficiente destreza para que todo salga bien. Otras, no. Por suerte, Emma Ríos (Vilagarcía de Arousa, 1976) pertenece al primer grupo y su nuevo cómic Mirror. El reflejo de la montaña (Astiberri, 2017) es la prueba que necesitaba para demostrarlo. Llegar hasta aquí, a una obra que firma más como guionista que como dibujante y en la que le acompaña la ilustradora malaya Hwei Lim, sólo ha sido posible gracias a su trabajo de dibujante para Marvel, la experiencia de su labor como coeditora de la revista Island junto a Brandon Graham o los éxitos que ha cosechado con obras como Bella


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muerte (Astiberri, 2014 y 2016) junto a la guionista Kelly Sue DeConnick) o I.D. (Astiberri, 2016), con la que ya se presentó como autora completa. Y de hecho Mirror, como veremos más adelante, dialoga en el mismo idioma que sus obras más recientes. Pero antes, comencemos por el principio del cuento. En un pequeño asteroide llamado Irzah convive una pequeña colonia formada por animales, seres móviles y sentidos; humanos, seres racionales que evolucionaron de los grandes monos; y animales evolucionados, seres racionales y sociales con un fuerte instinto de supervivencia. Todos, junto a un minotauro, una esfinge, una especie de ente fantasmagórico y Los Guardianes, los primeros animales que fueron llevados al asteroide de Irzah, mantienen una frágil tregua desde que el levantamiento en busca de aceptación y libertad tuviera lugar. Así, Ríos y Lim, con gran sutileza y pinceladas suaves vas desenmascarando las relaciones que se forjan entre todos los habitantes, sus diferentes características y ahondan poco a poco en la historia del asteroide. Mirror es una historia de ciencia ficción que bebe del amor que ambas autoras tienen al manga de los setenta y ochenta, y sobre las que destacan dos obras. La primera, Oda a Kirihito, de Osamu Tezuka, y la segunda, más clara, La isla del Dr. Moreau, de H. G. Wells. «En Oda a Kirihito el protagonista es un humano que se convierte en animal y empieza a perder el respeto por su propia raza a medida que se bestializa. Y en este caso, básicamente, la premisa era que a un niño le daban un perro y este se convertía en una persona. Entonces, ¿cómo va a ser capaz de tratar a ese perro? ¿Lo va a tratar como a un igual o no va a poder sentir cierto paternalismo como hacemos con las mascotas?», puntualiza Ríos.

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Aceptación e identidad En los interiores del libro, Mirror se define como un cuento y aunque su significado lleve implícito que es una historia difícil de creer (no deja de ser un pequeño asteroide en el que conviven humanos, animales y animales evolucionados), su lectura deja clara la representación que a través de la ciencia ficción se hace de la sociedad en la que vivimos y los miedos al juicio rápido (ese al que estamos acostumbrados a realizar en internet) y al aislamiento (ambas conviven día a día con una lengua que no es la suya materna) que las autoras arrastran cada día. «Últimamente casi todo lo que hago parte de un conflicto que creo nos acompaña a todos en la era digital y que es la aceptación y la identidad. Cuando preparé I.D. y Mirror estaba un poco obsesionada con este tema y, en general, es algo de lo que me gusta hablar», añade Ríos. Y es que, en efecto, Mirror es, al igual que I.D., una historia sobre identidad y aceptación. Sin embargo, mientras la anterior ahondaba en las personas como individuos (tres individuos, tres identidades), esta nueva obra se expande a la identidad colectiva. Ironía de la vida, la publicación de este libro espejo que promueve la aceptación de todos los colectivos coincide con los recientes incidentes de Charlottesville, Virginia, en los que se demuestra cómo a día de hoy lamentablemente aún existen muchas personas capaces de pensar que son superiores a otras por el color de su piel o por la religión que profesan. Por suerte, también existen personas como Heather Heyer, la activista que murió arrollada mientras protestaba contra estos supremacistas blancos. Pero, más allá de la aceptación de la sociedad, Mirror también dibuja la fina línea que existe entre esta aceptación

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«Casi todo lo que hago parte de un conflicto que creo nos acompaña a todos en la era digital y que es la aceptación y la identidad»

Mirror. El reflejo de la montaña Dibujo: Hwei Lim Guión: Emma Ríos (Astiberri, 2017)


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y la condescendencia, y de ahí que sus personajes, aunque nazcan de arquetipos, no sean perfectos. «No quería que hubiese un héroe o un villano, sino que todo el mundo creyese que estaba haciendo las cosas bien y demostrar que, al final, tratando de hacer eso también te puedes equivocar», explica Ríos. Otro rasgo que caracteriza a sus personajes es la total ausencia de masculinidades tóxicas y la creación de personajes femeninos que se alejan de los prototipos a los que está acostumbrada la industria del cómic más popular.

I.D. Emma Ríos (Astiberri, 2016)

Si bien los personajes encarnados por mujeres sí que pueden acercarse más a los arquetipos femeninos, protagonistas mayores o muy empoderadas, esto tampoco respondía a una urgencia por parte de la autora. «Surgen así estos personajes porque realmente es lo que está dentro de mí, lo que me preocupa hoy. Si tengo la capacidad de crear algo y puedo elegir incluir a un personaje de cuarenta o cincuenta años de protagonista, lo voy a hacer. ¿Por qué? Porque tengo cuarenta y un años y estoy cansada de que no haya nadie de esa edad protagonizando obras y me parece más interesante eso que volver a leer historias de treintañeros en el ecuador de sus vidas perfectas, superfuertes y superheróicos. Eso me aburre muchísimo», añade Ríos. En el trasfondo, la libertad de elección, la crueldad y la naturaleza se van entremezclando bajo las ilustraciones delicadas y dulces de Lim que, lejos de basarse en la acción y lo explícito al que nos tiene acostumbrada Emma Ríos en series como Bella muerte, se focalizan en lo sutil y el diálogo para mostrar todas las capas que conforman las identidades colectivas. @

SAN FRANCISCO, 9 [BILBAO] 35


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En vista de la celebración de la Eurocon el pasado noviembre en Barcelona, la proliferación de traducciones al inglés de varias antologías del especulativo autóctono, y la fundación de nuevos sellos centrados en la ciencia ficción en castellano (editoriales Insólita y Cerbero, revista Windumanoth), podría decirse que la ciencia ficción española está pasando por un modesto boom editorial. ¿Qué hay de las mujeres? Entablamos conversación con las autoras Nieves Delgado e Iria Parente y con las fundadoras del sitio web La Nave Invisible para enterarnos. Texto Arrate Hidalgo

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as mujeres arrasaron el pasado 11 de agosto en los Premios Hugo de la WorldCon, final boss de las congregaciones dedicadas al género fantástico y de ciencia ficción y la cual este verano ha celebrado su 75ª entrega en Helsinki. En una WorldCon que ha manejado cifras récord de asistencia en Europa, la reconocida autora barbadense Karen Lord (El mejor de los mundos posibles [RBA, 2013]) ofició una ceremonia en la que los nombres de mujer dominaron todas las categorías literarias y gran parte del resto, contando catorce de un total de dieciocho. Ahí no queda la cosa: la autora N.K. Jemisin se ha llevado por segundo año consecutivo el galardón a mejor novela con The Obelisk Gate, habiendo sido el año pasado la primera persona negra en lograrlo en esta categoría con La quinta estación, traducida este año por David Tejera para el sello NOVA. Tanto el bombazo de Jemisin como el resultado general de estos premios —que se deciden por votación popular previo desembolso de varias decenas 36

La invasión de las mujeres invisibles


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de dólares— suponen este año, además, un sonoro y colectivo «que os den» a los Sad y Rabid Puppies, las agrupaciones de autores y editores de ultraderecha que durante estos últimos años se han dedicado a su sabotaje por medio de campañas de voto masivo a una lista fija de obras de su gusto. En 2015 llegaron a acaparar la atención del mainstream al copar casi todas las categorías principales, lo cual terminó con la mayoría de la gente prefiriendo votar a favor de dejarlas desiertas. La lógica detrás de esta manipulación de los resultados, técnicamente legal, está en su creencia de que en el ámbito de la ciencia ficción actual se valora la corrección política sobre lo visceral y lo heroico. Puede parecer superfluo el que centremos la mirada en el último salseo de la WorldCon, mientras en las calles de Charlottesvile, en Estados Unidos, los nazis marchan y atropellan con impunidad a vecinos y antifa por igual. Pero lo cierto es que ambos sucesos tienen su raíz en el esa Alt-Right que ha proliferado en plataformas como Reddit y 4chan tras memes de la rana Pepe, y que es responsable del fiasco de los Rabid Puppies en los Premios Hugo, pasando por el fiasco de Gamerate, y a la que el acceso al poder del último presidente de EEUU ha envalentonado lo bastante para que tome las calles antorcha tiki en mano. Ciencia ficción periférica Se da la casualidad de que todo esto está teniendo lugar al mismo tiempo que, en España, las conversaciones sobre la falta de diversidad en la literatura de género comienzan a cristalizar en los medios. Hace unas semanas, la autora Nieves Delgado reabría debate con su artículo La segunda división de la literatura en la página web de Editorial Cerbero, en el que daba un repaso a las diversas iniciativas que están dedicándose a la visibilización de las mujeres en el género. Quizá el ejemplo más sonado sea la serie de antologías Alucinadas (Palabaristas, 2014), que ya va por su cuarta convocatoria y cuyo primer volumen marcó un antes y un después en la historia de la ciencia ficción de habla hispana en femenino. Editada por Cristina Jurado y Leticia Lara, la colección incluyó relatos de autoras argentinas y españolas, entre cuyos nombres encontramos a las responsables de diversos proyectos editoriales de alcance internacional: la argentina Laura Ponce con editorial

Ayarmanot y la revista PROXIMA; Layla Martínez, al cargo de Antipersona, y Marian Womack, al timón de Libros Nevsky y miembro de Samovar, una revista de creación reciente a modo de tentáculo de la reconocida publicación digital Strange Horizons, que tiene como objetivo promover la traducción al inglés del especulativo mundial. Delgado ganó la primera convocatoria de Alucinadas con el relato Casas rojas, en el que se vale de los tropos de la inteligencia artificial para analizar las relaciones entre agencia y trabajo sexual. Más recientemente, en su novela corta 36 (Cerbero, 2017), ha explorado la identidad de género por medio de vías similares. Delgado también menciona en su artículo la inauguración del I Premio Ripley de relato corto para mujeres —que un jurado internacional, entre quienes se contaba Daína Chaviano, máxima representante del fantástico cubano, otorgó a Miriam Jiménez Iriarte—, así como Fantástikas, el ineludible blog de referencia de la autora de ciencia ficción queer y ecofeminista Lola Robles. El éxito continuado de las antologías Alucinadas provocó que, el pasado julio, Cristina Macía —co-creadora de Palabaristas, traductora de la saga Canción de Hielo y Fuego y figura esencial del circuito de cons españolas— proclamase la creación de una nueva convocatoria paralela, por nombre Aterradas, harto descriptivo. Y no libre de críticas: la usuaria de Twitter @frauwaz llamó recientemente la atención sobre las connotaciones de títulos como Alucinadas y Aterradas frente a, por ejemplo, “alucinantes” o “aterradoras”. «Porque no es lo mismo». Es justo la diferencia que hay entre el sujeto agente y el sujeto paciente. Una reflexión necesaria frente al bombardeo al que está sujeta la agencia femenina dentro y fuera de las obras de ficción.

Las conversaciones sobre la falta de diversidad en la literatura de género están comenzando a cristalizar en los medios

Eruditas del tema como Robles señalan la presencia de mujeres en la ci-fi española como un fenómeno ya antiguo; sin embargo, situadas en la periferia de una tradición predominantemente anglosajona, hay que reconocer (como indica Robles en su artículo del nº 4 de la revista SuperSonic) que esta presencia femenina «se encuentra en los márgenes de una literatura que no ha dejado de ser marginal» en este país. Doble marginalidad la de las escritoras especulativas, de la que Nieves Delgado se hace eco y que achaca en parte al anquilosamiento de los gustos del lector medio, acostumbrado a la mirada 37


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y Pascual toman con total naturalidad en sus historias y a la que el público, joven y adulto, está reaccionando entusiasmado, a juzgar por las aglomeraciones de fans entregados —y entregadas, sobre todo— que atrajo el dúo a su paso por el Celsius, el festival de ciencia ficción a pie de calle que viene celebrándose en Avilés cada julio desde hace siete años. Parente reconoce haber tenido suerte al no encontrarse con demasiados obstáculos a lo largo de una carrera que ya suma diez años en colaboración ininterrumpida con Selene Pascual, pero es consciente de que no es siempre el caso entre autores abiertamente no heterosexuales (particularmente si pretenden escribir protagonistas que sí lo son, advierte la escritora).

Lola Robles: «esta presencia femenina se encuentra en los márgenes de una literatura que no ha dejado de ser marginal»

masculina e hipersexualizante que nos ha dado «seres exóticos, civilizaciones asexuales, sociedades en las que el humano se aparea con el extraterrestre», pero también una ristra de «pechos voluptuosos» y «culos prietos» a modo de personajes femeninos. El único camino para Delgado es deconstruirse «para dejar atrás ese escenario en el que, sistemáticamente, todo lo que hacemos es menos valorado que lo que hacen los hombres, porque se nos publica menos, se nos reseña menos, se nos premia menos». Pero se autoeditan más, a lo que Delgado añade: «que cada uno saque sus propias conclusiones». Fantasía en los márgenes: juvenil, queer y erótica No ayuda la situación catastrófica de las ventas en el mercado editorial nacional, a lo cual se puede añadir también la ilusión óptica que hace que escritoras de fantástico juvenil desaparezcan de la conversación, como indica Iria G. Parente, co-autora junto a Selene M.

Tampoco son, ni mucho menos, las únicas autoras de género del panorama nacional que están haciendo de la representación no heteronormativa no solo activismo, sino también disfrute. La serie Horizonte Rojo, una space opera de la autora Rocío Vega, ya acumula cuatro volúmenes de mano de la editorial Café con Leche, proporcionando disparos futuristas, erotismo queer y mujeres pateando culos a un público joven, informado y exigente que se vale de Twitter para crear comunidad y redes de apoyo, de un alcance impensable hace una década, que incluyen a las mismas autoras como participantes. Iria Parente reconoce el inmenso valor de las redes sociales en su desarrollo como activista y en la creación de una comunidad que pueda hacer frente a los ecos más rancios de la ciencia ficción patria: «Veo a mujeres muy motivadas, con ganas de escribir buenas historias y de dar un golpe en la mesa para desmontar todo esto. Se están tratando conversaciones sobre representación, género y sexualidad muy importantes casi a diario, y esas conversaciones las están liderando sobre todo mujeres».

Pascual de varias novelas sagas de éxito (Rojo y oro, Sueños de piedra) y activista de la causa LGTBQ+. Cita el caso de Laura Gallego frente al de Elia Barceló, ambas prolíficas autoras de género. Mientras que esta última se ha labrado el título de “gran dama” de la ciencia ficción española y, por qué no decirlo, Mujer Oficial de toda antología que se precie, Parente expone que las novelas de Laura Gallego, pese a pertenecer al género e incluso ser lectura obligatoria en los institutos, no suelen citarse como obras influyentes precisamente por encontrar su hábitat en las estanterías de infantil y juvenil. «J. K. Rowling se partiría de la risa», apunta. Por ello resulta cuando menos desafortunado que Gallego, autora de sagas tan icónicas como Memorias de Idhún, haya caído en la trampa ideológica de considerar la inclusión de personajes LGBTQ+ como una decisión en riesgo de resultar panfletaria, según recogió Eudald Espluga para PlayGround el pasado mayo. Una decisión que Parente

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Las mujeres que no se ven De entre las conversaciones más interesantes que han empezado a tomar forma en estos últimos tiempos —como el blog Adopta una autora y el grupo abierto de Goodreads #LeoAutorasFantásticas—, la liderada por La Nave Invisible destaca por su pasión y exhaustividad. Este sitio web, relatan dos de sus integrantes, Laura Huelin y Laura S. Maquilón, surgió a raíz de un comentario de una editorial que afirmaba que era más difícil vender libros de escritoras, pese a que ellos tuvieran paridad en su catálogo, ya que otras editoriales «preferían no arriesgarse». En el ámbito más pragmático —económico— del mercado editorial, Iria Parente aventuraba que las cifras dependen totalmente de las ventas y no del género (al contrario que en otros ámbitos laborales, como sabemos), partiendo siempre de que se consiga firmar un contrato. La clave está en quiénes se están haciendo con los contratos, y de cómo y cuánto se esfuerzan las editoriales por promocionar las obras.

Iria Parente: «Se están tratando conversaciones sobre representación, género y sexualidad muy importantes casi a diario, y las están liderando sobre todo mujeres»

Así las cosas, Anna Roldós echó a rodar la idea inicial con el hashtag #ProyectoEscritoras, el germen de un blog que ha terminado convirtiéndose en un

De entre las conversaciones más interesantes que han tomado forma en estos últimos tiempos, la liderada por La Nave Invisible destaca por su pasión y exhaustividad

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portal de referencia para quienes buscan pruebas, en forma de fichas biográficas, reseñas y artículos, que desmientan la inexistencia de mujeres en el género especulativo. En términos de idioma y país, La Nave Invisible intenta que no todas las autoras extranjeras que figuran sean anglosajonas, aunque reconocen que es más difícil de lo que parece. «Hemos descubierto que a pesar de compartir idioma no es tan fácil el intercambio literario entre Sudamérica y España, sobre todo porque las editoriales pequeñas, que son las que más arriesgan en materia de autoras, no tienen distribución allí, y viceversa». Ponen como ejemplo el libro de relatos de Mariana Enríquez, Los peligros de fumar en la cama, recién publicado en España pese a haber visto la luz en Argentina en 2009. La página, que acaba de cumplir un año de andadura y ya ha recibido su primera nominación a los Premios Ignotus, tiene una opción de mecenazgo recién estrenada. Sus integrantes, como escritoras, lectoras y fans, sienten un cambio positivo en sus hábitos lectores y la fuerza que inspira darse cuenta “de que no estamos tan solas”. Sororidad en ristre, las de La Nave Invisible lograron organizar en el último momento una excelente mesa redonda sobre autoras y terror en el festival Celsius de este año; no cuesta imaginar que el año que viene habrá más y mejor. La congregación de Avilés fue escenario y prueba de que la ola de reivindicación de figuras femeninas en la ciencia ficción está en lo más alto: la editorial Cerbero, por ejemplo, en su apenas medio año de trayectoria, está publicando a nombres como Sofia Rhei, Conchi Regueiro y Alicia Pérez Gil con la intención declarada de dar la vuelta a las cifras. El tiempo dirá si, como esperan desde La Nave Invisible, la ola pasará de tratarse de un estado temporal a ser uno permanente. Cosas más raras se han visto. @

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Radiografía de lo hipster circa 2017 Texto Koldo Gutiérrez

Sociología del moderneo es un interesante ensayo de Iñaki Domínguez sobre esta subcultura presente en la sociedad desde hace unos diez años. El autor analiza el fenómeno desde sus orígenes en Estados Unidos y España hasta la actualidad, cuestionando sus dogmas y señalando varios de sus rasgos esenciales. Si quieres aprender sobre ello o quitarte ciertos vicios en los que todos incurrimos a veces, es una lectura más que recomendable.

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n 2008 el grupo albaceteño de rock electrónico Putilatex lanzó su primer disco, Domund. La última canción, titulada Mira una moderna, fue profética y supuso el primer aviso ante lo que nos estaba por llegar. Una tendencia incipiente en Madrid y Barcelona, pero que ha ido extendiéndose por todo el país como un virus o Despacito, valga la redundancia. Putilatex escupió certeros versos para definir a una nueva tribu urbana que, con ciertos matices, se ha convertido ya en mayoritaria: Antes te hinchabas a petazetas/ Ahora las pastillas te las tragas por tabletas Te has apuntado a audiovisuales/ Y solo escuchas Blas y las Astrales La ropa que llevas tu madre la cose/ Cuando sales a adoptar una pose/ Pareces un maniquí de Bershka/ Eres anoréxica

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Te vi en el Ocho y Medio/ bailando en la Nasti / refregándote el coño a la cabina del DJ / Paseándote por la cueva enseñando lo moderna que eres Iñaki Domínguez, licenciado en Filosofía y doctor en Antropología Cultural, acaba de publicar el ensayo Sociología del moderneo (Melusina, 2017), una exhaustiva radiografía de este fenómeno en el que trata de analizar sus orígenes, pautas, causas, consecuencias e incoherencias. El autor data el comienzo de esta subcultura durante el tardofranquismo, gracias al crecimiento económico que propició el auge de las universidades y el aperturismo turístico. Esa reciente despreocupación política y la comodidad financiera provocó que los jóvenes empezaran a fijarse en nuevas tendencias venidas de fuera (especialmente anglosajonas) y a empaparse de otras influencias


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hasta entonces desconocidas u ocultas. Posteriormente, con la especulación urbanística de los 90 se regeneraron zonas degradadas como Malasaña (Madrid) o el Raval (Barcelona), dando lugar a la actual gentrificación que asola multitud de ciudades no sólo de España. Del underground al mainstream Lo que empezó como un fenómeno supuestamente underground, ha acabado convirtiéndose en mainstream: la estética moderna copa portadas de revista, anuncios de ropa, festivales de música o incluso programas de televisión. El término “hipster”, tan manoseado y sobado que ha acabado totalmente desvirtuado, nació en los años 50 en Estados Unidos para definir a blancos con cierto interés por las tendencias negras, y es que ser negro siempre ha sido cool por sus connotaciones artísticas y culturales, pese a lo que piensen en Charlottesville. “Hip” proviene de la palabra “hepicat”, que en lenguaje wólof de África occidental significa “aquel que tiene los ojos abiertos”. Los jóvenes blancos norteamericanos burgueses que aspiraban a vivir ligeramente al margen del sistema de valores tradicional, gracias a lo que consideraban valores subversivos y transgresores como escuchar jazz y probar las drogas,

Los modernos de pueblo son personas de provincias que llegan a la gran ciudad y deciden romper con su pasado para mimetizarse con su nuevo entorno

tendían a imitar ese tipo de rasgos. En la carretera, la mítica novela de Jack Kerouac, nos presenta ese modo de vida, seguido por el protagonista y sus amigos en lo que podría considerarse una autobiografía en coche por esa América alternativa y lisérgica, alejada del idílico sueño americano. Domínguez apunta otra característica habitual del moderno: suelen ser personas de provincias que llegan a la gran ciudad y deciden romper con su pasado para mimetizarse con su nuevo entorno, donde se le abre todo un mar de posibilidades para reinventarse y crear una nueva identidad; los modernos de pueblo. Ya lo dice Putilatex: “Has pasado de tus amigos rurales/ Para hacerte el ambiguo siempre que sales”. El mejor ejemplo es el de Pedro Almodóvar, que de su Calzada de Calatrava natal fue a vivir a Madrid con apenas dieciocho años. Antes de convertirse en director de cine español más famoso fue el rey del petardeo patrio en plena Movida junto a otros modernos de la época como Fabio McNamara o Alaska. El autor sabe bien de lo que habla, pues como nacido en los 80 ha mamado la evolución de esta subcultura y se ha movido en el ambiente. «Me encantan los estudios culturales y yo tenía un bagaje de experiencias personales

Sociología del moderneo Melusina, 2017

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con modernos que se retrotraía veinte años», explica, «además es la primera vez en mi vida en la que mi vocación personal ha sintonizado con el zeitgeist o espíritu de mi época». Su libro es un buen complemento al Indies, hipsters y gafapastas (Capitán Swing, 2014) con el que Víctor Lenore agitó las librerías hace tres años. Aunque ambos están plagados de anécdotas y chascarrillos para dar más peso a sus teorías, se nota el mayor poso académico en Sociología del Moderneo. Las dos obras coinciden en denunciar el clasismo y elitismo que generan este tipo de actitudes rancias, pero Domínguez deja patente que no hace falta ser pijo o de clase alta para caer en las redes del moderneo, por culpa del bombardeo mediático al que estamos constantemente sometidos y del comportamiento gregario inherente al ser humano. Es así como vamos adquiriendo ciertos dogmas sin cuestionárnoslo, dejándonos llevar por la marea: tatuajes, ropa, aficiones, gustos, opiniones, etc. Si nos limitamos a España, existen ciertas diferencias entre los modernos. «Los catalanes son los inventores del pijo-progre: gente con pasta, de derechas, pero siempre a la última y vinculado a corrientes culturales sofisticadas», señala el filósofo, «en Madrid la persona de derechas tradicionalmente aspiraba a representar lo arcaico, lo medieval. La cosa está cambiando y los pijo-progres proliferan también aquí». Él, que nació en Barcelona y vive en Madrid desde los diez años sabe bien de lo que habla: «a día de hoy las diferencias no son tan grandes: madrileños y barceloneses se parecen entre sí mucho más de lo que a algunos les gustaría creer. Y con la globalización, mucho más aún. Madrid, poco a poco, sigue la estela de Barcelona y su vanguardismo de consumo. La gentrificación de Malasaña es prueba de ello».

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El ensayo deja patente que el moderneo, su clasismo y elitismo no son algo exclusivo de pijos y ricos

Exhibicionismo narcisista Sin embargo, la principal característica del moderneo actual es una mucho más clara y evidente: el exhibicionismo. Desde tiempos inmemoriales a la gente joven (y no tanto) que sigue las últimas modas le ha gustado mostrarse en público para lucir sus últimas adquisiciones y dejarse ver en los sitios más chic. Esa tendencia ha aumentado exponencialmente por culpa de las redes sociales. Ahora ni siquiera necesitamos asistir a las fiestas y locales que más lo petan; basta con sacar una foto al exótico plato que acabamos de comer, a la nueva cerveza artesana que hemos bebido, al último trapito que hemos comprado o al recóndito país que hemos visitado para desatar la envidia de nuestros amigos. Facebook y, sobre todo, Instagram, se han convertido en las mejores herramientas para fomentar el postureo; de ahí a una sociedad como la que presenta el aterrador Nosedive,

capítulo de la última temporada de Black Mirror, hay sólo un paso y tres likes. «Creo es que este exhibicionismo narcisista está llegando a su límite (¿se puede ser aún más auto-erótico?), y que cuando un fenómeno cultural se satura de tal modo debería dar fruto a otro inverso», teoriza Iñaki Domínguez. Históricamente, cada vez que un movimiento ha terminado, ha sido sustituido por uno en directa oposición al anterior. Así pues, la pregunta es evidente: ¿Qué tendencia reemplazará al moderneo? «Ahora se habla mucho del trap y de cómo muchos estilistas y modernos de clase media imitan la estética de los macarras poligoneros. Si hubiese que profetizar, así, con datos empíricos, diría que el trap y ser trapero es lo siguiente», opina el autor, «aun así, las personas de treinta para arriba quizás seguirán siendo hipsters ya que es una subcultura que encaja mejor con sus necesidades como generación. Ser


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macarra, pegarte por ahí y llevar dientes de oro no encaja del todo con criar niños».

cuando muchas personas se abren y se muestran como realmente son.

A la hora de la verdad, pese a esa superioridad moral que transmiten los modernos, sus intereses son mucho más prosaicos de lo que pueden parecer. El autor se refiere al materialismo, nihilismo, consumismo y hedonismo como otro de los rasgos esenciales que identifican a esta subcultura. La preocupación por los bienes materiales, la negación como actitud vital y el único interés por disfrutar de los placeres de la vida como si no hubiera un mañana nos llevan a una especie de “búsqueda inconsciente de las transcendencia”. Ese hedonismo alcanza también al terreno laboral; ¿quién no aspira hoy día a trabajar de lo que le gusta? Aunque se trata de un deseo muy loable, en ocasiones puede tratarse de una utopía alimentada por la ideología neoliberal, según la cual, la contrapartida del “hombre hecho a sí mismo” sería que los pobres son responsables de su propia pobreza, tal y como el yuppie Patrick Bateman le espeta a un mendigo en American Psycho antes de matarle a sangre fría en plena calle.

Ahora que el término “millennial” está en boca de todos, especialmente si tienes más de sesenta años y escribes en El País, la juventud parece, más que nunca, el Santo Grial. El culto al cuerpo y la belleza siempre han sido importantes en la sociedad moderna, pero ahora lo son más que nunca, algo propiciado en gran parte por las mencionadas redes sociales. Sin embargo, existe una curiosa paradoja: pese a creernos jóvenes, parecemos más preocupados en mirar al pasado que al futuro. Vivimos atrapados en la era de la nostalgia, llevamos mucho tiempo anclados en los 80 y parece que ahora vuelven los 90, lo que demuestra una alarmante falta de nuevos referentes. «Creo que este vínculo con lo retro es un proceso que se origina en los 80 y responde a una fase de estancamiento cultural evidente. Los años 60 supusieron una revolución cultural, donde se dio verdadera innovación y el presente era lo que importaba», reflexiona el filósofo, «vivimos integrados en la explosión creativa de los 60, como residuos de dicha explosión. Es por eso que miramos hacia atrás. El nivel de estulticia y mal gusto que encontramos en los medios a día de hoy es incomparable, y solo puede señalar una nueva revolución en nuestra concepción pop del mundo».

El cinismo se emplea para ligar y luego hay que recurrir al MDMA para quitarse la máscara y ser sinceros

Cinismo erótico Sociología del moderneo se atreve a adentrarse incluso en el ámbito del amor. Según el autor, la altivez es la principal herramienta de seducción entre modernos, una consecuencia directa de todo lo expuesto anteriormente. Ya sea entre un grupo de amigos, en una discoteca con desconocidos o incluso en webs de ligoteo como Badoo, el cinismo en moneda de cambio. Una falta de sinceridad que se ha convertido en una máscara con la que protegernos y que ha llevado precisamente a que el MDMA sea por derecho propio la droga de nuestra generación: es barata, de fácil consumo y fomenta la empatía fraternal y sexual. Es sólo con el “eme”

En las últimas décadas hemos pasado del intelectual de los 60-70 al culturera o gafapasta de los 90, hasta el hipster de manual salido de Williamsburg (Brooklyn) y al moderno actual. Veremos en qué muta esta tendencia, si hacia una estética trapera como pronostica Iñaki Domínguez o hacia algo totalmente distinto. Puede que vuelva a sus orígenes y ponga de nuevo el foco sobre tendencias surgidas de minorías raciales. O quizá sigamos atrapados eternamente entre tatuajes, gorras, piercings, New Balance, camisas de cuadros, cupcakes y cervezas artesanas. @

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50 En el boom de los juegos de disparos de los 90 surgieron muchas copias de Doom con diferentes ambientaciones. Redneck Rampage no fue de los más famosos, pero al menos apostó por algo ligeramente diferente a la mayoría: transcurre en la América profunda y podemos conseguir vida tomando pastel, cortezas de cerdo y licor, lo que puede provocarnos flatulencias y emborracharnos. Los hermanos Leonard y Bubba recorren un ficticio pueblo de Arkansas con su escopeta, gorra y camiseta grasienta para rescatar a su querida cerda Bessie y detener de paso una invasión alienígena.

Por si el título traducido no fuera suficientemente esclarecedor, el original no deja lugar a dudas: Southern Bastards (Bastardos sureños). Jason Aaron, uno de los guionistas más en forma del cómic norteamericano actual, se ha sacado de la manga una obra profundamente yanqui. Si en Scalped se centraba en una reserva india, Paletos cabrones se sitúa en un pueblo de Alabama, estado en el que nació el propio autor y que define la obra como una carta de amor y odio hacia el Sur. La premisa es sencilla y directa como una patada en el culo: para el viejo Earl Tubb la única manera de sobrevivir aquí es con un palo muy grande

El autor de este apasionante relato es un exitoso abogado de San Francisco cuyos inicios no fueron nada halagüeños. Vance narra la historia de su disfuncional familia, plagada de drogas, alcohol y violencia. La pobreza les hizo mudarse de Kentucky a Ohio en busca de una vida mejor, siempre culpando a los demás de su mala suerte. Hillbilly, una elegía rural es un certero retrato de esa América rural y profundamente religiosa que ha sido históricamente denostada por el resto del país, y que ha propiciado la elección de Donald Trump mientras muchos siguen rascándose la cabeza para buscarle explicación.

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PALETOS CABRONES

EL MUNDO REDNECK

OBRAS PARA CONOCER MEJOR...

El cine de terror se ha aprovechado históricamente del ambiente redneck y ha contribuido notablemente a su demonización, partiendo del típico tropo sobre lo rural. Podríamos citar clásicos del género como La Matanza de Texas, Las colinas tienen ojos o La última casa a la izquierda, pero vamos a decantarnos aquí por una comedia para no contribuir a la causa. Joe Dirt (para qué andarse con sutilezas) es un conserje que lleva años buscando a los padres que le abandonaron de niño. Tras contar su triste historia en la radio, él y su mullet se embarcan en una aventura por Estados Unidos donde le humillaran constantemente. Hace dos años se estrenó su secuela, Joe Dirt 2: Beautiful Loser.

DENNIE GORDON, 2001

LA SUCIA HISTORIA DE JOE GUARRO

Publicado originalmente en 1997, casi veinte años antes de que Trump llegara al poder aupado en gran parte por el llamado Cinturón de la Biblia de Estados Unidos, el autor de este ensayo ya diagnosticó algunas de las peores enfermedades de su país. Con un lenguaje nada académico, Goad emite un desolador y devastador informe sobre la denostada clase obrera sureña, esa basura blanca que solemos esconder bajo la alfombra. Un apasionante ataque contra el clasismo imperante en la sociedad yanqui, donde aprovecha para arremeter contra otros estamentos como el gobierno, la religión y los medios de comunicación.

JIM GOAD (DIRTY WORKS, 2017)

MANIFIESTO REDNECK

En la cultura popular, se les conoce como rednecks, hillbillies o paletos sureños de EEUU. Ese término peyorativo en boca de todos se emplea para referirse a los blancos de clase baja que viven en estados rurales y hablan con un acento muy raro. Nos adentramos en la Murcia de Estados Unidos.

#25


Agenda Cactus

septiembre / octubre 2017

>Conciertos, exposiciones, proyecciones... ZAWP y hACERIA

Joker Comics

Ribera de Deusto, 47. Bilbao

Euskalduna, 7. Bilbao

SÁB 9, 16, 23, 30 SEP TALLER INFANTIL: 12:00–14:00 TALLERES KREATIBO TEMÁTICOS 10€ DOM 10, 17, 24 SEP UKEDADA: 17:00 ENCUENTRO Y TALLER 5€ SÁB 16 SEP 21:00 HACERIA FLAMENCO CLUB 10€ SÁB 23 SEP PRESENTACIÓN DE TEMPORADA DEL 21:00–23:00 NUEVO CLUB DE JAZZ POR CONFIRMAR SÁB 23 SEP LINDY-HOP + SWING PARTY 21:00–00:00 CLASE ABIERTA DE LINDY-HOP + DJ DOM 25 SEP MUME 11:00–15:00 MERCADO DE MÚSICA GRATIS SÁB 30 SEP 20:00 TEATRO: + DOM 1 OCT 19:00 MATTATORE (OFF MADRID) 12 €

Klubba Cosme Echevarrieta, 3. Bilbao. SÁB 9 SEP ALAIN ELEKTRONISCHE (KLUBBA - PAWN LABS) SÁB 16 SEP DUBOS (NU DISCO) DOM 17 SEP KLUBBA WARRIORS (FUNI SUNDAY AFTER PARTY) JUE 21 SEP IÑAKI ABÁSOLO (KLUBBA) VIE 22 SEP KLANDESTINO MORBID & ABRACADAVER (DAS LEBEN) SÁB 23 SEP DANDO LA BRASA ON THE BOOTH; KUNTAS B DAY + INVITADOS DEL MUNDO SÁB 30 SEP ALAIN ELEKTRONISCHE (KLUBBA - PAWN LABS)

JUE 21 SEP 19:00 CLUB DE LECTURA DE NOVELA GRÁFICA: ‘JAMILTI Y OTRAS HISTORIAS’, DE RUTU MODAN

Residence café Barrainkua, 1. Bilbao

TODOS MIÉ 21:00 IRISH FOLK SESSIONS

Tabakalera Plaza de las Cigarreras, 1. Donostia

MAR 12 SEP 11:00–12:30 ENCUENTRO NIK ERE NAHI DUT! (¡YO TAMBIÉN QUIERO!) GRATIS VIE 15 SEP 20:00 CARTA BLANCA: EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 3,5€ SÁB 16 SEP 10:00–14:00 TOTEBAG DE LONETAS RECICLADAS GRATIS HASTA 15 OCT (CONSULTAR HORARIO) ERIC BAUDELAIRE: LA MÚSICA DE RAMÓN RAQUELLO Y SU ORQUESTA GRATIS MAR–DOM 11:30–13:30 + 17:00–21:00 CHEMA MADOZ: ARS COMBINATORIA GRATIS


ERIC BAUDELAIRE

ERAKUSKETA / EXPOSICIÓN

2017 . 06 . 23 . — 10 . 15 .

RAMÓN RAQUELLO ETA BERE ORKESTRAREN MUSIKA

TABAKALERA.EU DONOSTIA/SAN SEBASTIAN

LA MÚSICA DE RAMÓN RAQUELLO Y SU ORQUESTA /laguntzailea: /colabora:


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