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Twin Peaks y la violencia masculina

11–12_2017 Gratis\Doan

Distopías en el desierto \ Fernanda Melchor Cancer Moon \ Andrea Galaxina Pénélope Bagieu \ Hot Iron Marginalia Klari Moreno & Quan Zhou 1


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Cactus #26 noviembre/ diciembre 2017 La cabecera de la revista es obra de Miriampersand Han colaborado en este número José Blázquez, Yahvé M. de la Cavada, Roberta Vázquez, Eva Cid, Arrate Hidalgo, Laura Lazcano, Miriampersand, Klari Moreno, Borja Crespo, Gerardo Vilches.

Un proyecto de Sandro Gomato, Koldo Gutiérrez, Elizabeth Casillas

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¡Hola! Seguro que ya les habéis reconocido: esos que se besan en nuestra portada, ilustrada por Miriampersand, son el Agente Cooper y Bob. Choca ver tanto amor entre hombres cuando en Twin Peaks subyace una evidente violencia masculina hacia la mujer, desde su primera temporada hasta la nueva; analizamos este hecho en un artículo al respecto. Un tema similar trata Temporada de huracanes, la novela de Fernanda Melchor que explora los recovecos incómodos de la psique de una comunidad rural ante un crimen pasional, así como la hipermasculinidad y la misoginia. La mismísima Laura Palmer podría aparecer en Valerosas, una colección de biografías de treinta mujeres que se enfrentaron a las normas y lucharon por ser dueñas de su propio destino, ilustrada y escrita por Pénélope Bagieu, a quien entrevistamos. Andrea Galaxina también se dedica a visibilizar el trabajo realizado por mujeres, en este caso en el mundo del fanzine. Su ensayo ¡Puedo decir lo quiera! ¡Puedo hacer lo que quiera! sirve para recordar el pasado y radiografiar el presente del panorama underground.

adentramos en el desierto estadounidense a través de dos películas que representan este lugar como metáfora del colapso del tejido socioeconómico y repasamos la curiosa relación cultural que se da entre hechos aparentemente inconexos como las iglesias románicas catalanas, la formación del equipo de rugby Barcelona Dragons y Rocky de la mano del artista Adrià Julià, cuya exposición Hot Iron Marginalia permanecerá en Tabakalera hasta febrero. Y finalizamos con Klari Moreno, quien entrevista a su manera a Quan Zhou, una joven autora de cómics que acaba de publicar su segunda obra: Andaluchinas por el mundo.

Del mundo independiente también surgió Cancer Moon, un grupo de rock de culto nacido en Bilbao a finales de los 80 y que apenas duró siete años. El documental Atrapados por la Serpiente recoge ahora la intensa historia de estos pioneros del noise que tuvieron menos reconocimiento del que merecían. También nos 3


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La estratosfera Por José Blázquez @balazkez

Felipe VI no es mi rey

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elipe VI no es mi rey. Porque la figura de un rey requiere de la existencia de súbditos. Y yo no me considero súbdito de Felipe VI. Ergo Felipe VI no es mi rey. Profundizo un grado más en la naturaleza de esta negación y recurro a la RAE, para ver qué me cuenta al respecto, y me dice que súbdito es quien está sujeto a la autoridad de un superior con obligación de obedecerle. Ergo ídem. Entonces, en tanto que yo no obedezco a Felipe VI, ni lo considero un superior, yo no soy su súbdito ni él es mi rey. Y si él no es mi rey, no es el rey de nadie, por mucho que él ejerza como tal y se considere el Jefe de un Estado y que sea el mandamás de tres ejércitos. Pero mucho cuidado, en el caso de que hayas tomado el atajo ideológico para ubicarme en alguna variable antimonárquica o republicana. No van por ahí los tiros. Ni siquiera él, el autodenominado rey español, Felipe VI, es el protagonista de esto. El protagonismo recae sobre ti y sobre mí; recae sobre nosotros y nosotras desde el momento en el que nos hacemos varias preguntas, que se derivan de la negación arriba expuesta… ¿Si Felipe VI no es nuestro rey, quién lo es en realidad?, ¿de quién somos sus súbditos?, ¿a quién obedecemos ciegamente?, o, en definitiva, ¿a qué rey soberano le entregamos, gratuitamente, nuestra vida entera? Entiendo que plantear este tipo de preguntas nos empuje a un callejón sin salida o a un simple encogimiento de hombros, pero espera, espera un momento... Antes de rendirte, te pido una última cosa: fíjate en tu móvil. Seguro que en estos momentos que lees la revista Cactus no anda muy lejos de donde tú estás (en mi caso está al lado del teclado desde donde escribo). ¿Y si fuéramos, en realidad, súbditos de ellos, de nuestros móviles? Sé que es una idea que suena un poco loca, pero, juguemos, al menos, con la especulación. ¿Acaso no los obedecemos ciegamente? ¿Acaso no cumplen con los requisitos que lo convierten en nuestros reyes 4

absolutos? ¿No estaremos viviendo en una realidad distópica de una sociedad atomizada en la que cada uno de los individuos somos súbditos de nuestros propios aparatos tecnológicos? ¿Estamos viviendo una existencia a lo Black Mirror? Mira tu móvil y respóndete. ¿Te dejas someter por la dictadura de las insaciables ofertas y demandas de la comunicación personal a través del cacharrito? ¿Agachas la cabeza ante el absolutismo de las redes sociales? ¿Callas ante los desmanes de las multinacionales de las telecomunicaciones? ¿De qué manera te dejas tiranizar ante las notificaciones emergentes que irrumpen en tu vida, en cada momento? ¿De qué manera te machaca el despotismo que surge del control social que emana de cada actividad que haces con él? ¿No es acaso una forma de caciquismo ese territorio que nos relaja en tanto que está dentro de cobertura o tiene disponible una red Wifi? ¿Tú lo manejas o él te maneja a ti? Las cosas así, Felipe VI no es mi rey porque yo soy súbdito de otros. Mis señores feudales son los jefes de Vodafone, de Orange, de Movistar; los gurús de Google, de Amazon, de Apple; etcétera. Ellos sí que ejercen el poder sobre mí, desde el bolsillo de mis pantalones, desde las pantallas de mi casa... Y sobre todos ellos emerge la figura del Gran Rey, Mark Zuckerberg. Él sí es mi Soberano, cada vez más Absoluto, cada vez más Omnipresente. A Mark Zuckerberg yo sí le rindo pleitesía cada vez que escribo cualquier mierda en Facebook, y cada vez que publico cualquier chorrada en Instagram, y cada vez que me dejo someter a la dictadura absoluta, infernal y desquiciante que es el modelo comunicativo de WhatsApp. Aún con todo, esta Nochebuena, el mensaje navideño lo volverá a dar Felipe VI, haciéndose pasar por rey. Y en su ficción, nosotros nos haremos pasar por súbditos. En realidad Europa y el planeta entero sí que son un mundo jodidamente distópico. En fin.



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Harm(onics) Por Yahvé M. de la Cavada @YahveMC

Con un poco de ayuda de tus amigos

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l principio de aquel bonito tema de Lennon y McCartney, escrito para ser cantado por Ringo tras la apertura del legendario Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el baterista narizón decía algo así como “¿qué harías si cantara desafinado? ¿te levantarías y te marcharías? Préstame tus oídos y te cantaré una canción, intentaré no desafinar”. Después, en el estribillo, llegaba la parte de “me las arreglaré” o “lo intentaré”, eso sí, “con un poco de ayuda de mis amigos”. ¿No es bonito? No importa que seas un gualtrapas que desafina como un gorrino: tú canta tu canción, que tus colegas te aplaudirán, callándose lo que piensan. Porque te quieren, y no quieren herir tus sentimientos. Y como te quieren, tampoco te dirán que lo haces mal, si lo haces mal. Irán a tus conciertos y comprarán tus discos, porque son tus amigos. En el siglo XXI, Ringo podría tener una carrera como crooner a golpe de crowdfunding. Antes de nada, que quede claro: si has hecho cualquier cosa vía crowdfunding, me parece fantástico. Tus motivos habrás tenido, lo has hecho, y te ha ido bien o te ha ido mal. Estupendo todo. De hecho, a menudo veo cosas fabulosas que han visto la luz gracias, precisamente, a eso que aquí se hace llamar “micromecenazgo” (lo entrecomillo porque: a) como palabra, no existe; y b) en realidad, no se ajusta a la acepción que persigue). Sin embargo, no puedo evitar reparar en las atrocidades que se cometen en nombre de esa difusa y engañosamente democrática vía de financiación en la que el creador y su presunta audiencia tienen un trato “directo”. El crowdfunding es como el comunismo o el sexo en grupo: sobre el papel todo son ventajas. Pero aplicándolo a la realidad y, especialmente, con el ser humano y sus cosas por medio, llega el desastre. ¿El pueblo para el pueblo? Claro que sí. ¿Follar? También, gracias. ¿La oportunidad de que artistas de multitud de campos puedan financiarse directamente mediante su público potencial, evitando intermediarios innecesarios, y dándoles la oportunidad de afrontar proyectos que sin un importante sustento económico, del que no disponen, nunca cristalizarían ni verían la luz? Por favor, sí, ¡compro! Así es, sobre el papel, fantástico. Sin embargo, debajo del crowdfunding duerme, también, lo que acarrean sus cloacas: 6

las obras financiadas por amistad y paternalismo, los proyectos estúpidos que roban atención y espacio a iniciativas más profundas y menos populares, los artistas sin ninguna necesidad económica jugando al “ayudadme a seguir con mi arte”… El triunfo del perfil con muchos amigos, independientemente de que lo que haga sea bueno o malo, por encima del que no los tiene. Del popular sobre el outsider. De Flash Thompson sobre Peter Parker. La mayor parte de discos surgidos del crowdfunding coleguil que he escuchado están entre lo corriente y la reverenda mierda. ¿Quiere esto decir que no tienen derecho a existir? Para nada: esos discos, como cualquiera de cualquiera que quiera escribir, tocar, grabar y publicar, merecen todas las oportunidades que puedan tener. Pero, el hecho de que un crowdfunding tenga éxito no quiere decir que este se base en la calidad de lo que ofrece, sino que la capacidad de su promotor para establecer redes y generar simpatía se vuelve capital. No un añadido interesante a la personalidad pública del artista, sino algo básico. Imprescindible. Démosle una vuelta. ¿Alguien cree que un tipo como Salinger habría conseguido publicar un libro vía crowdfunding? Si su carrera dependiese de amarrar likes en redes sociales, ¿habría rodado una sola película Kubrick? En definitiva, ¿habría tenido alguna oportunidad en el mundo del “votad por mi grupo para que me seleccionen para tal concurso o para tocar en no sé qué festival” tipos como Nick Drake, Jim Morrison, Ian Curtis o Johnny Rotten? El crowdfunding (y otras formas sucedáneas de apoyo “popular”) está muy bien, como casi todo: a veces. Pero venderlo como nueva vía para comercializar cualquier producto creativo solo fomenta la vagancia y autocomplacencia del artista con amigos, y la frustración de quien sabe que es un don nadie hasta para su familia. Sé lo difícil que es dar exposición al trabajo de uno, y cualquier forma para conseguirlo tiene algo positivo. Pero, si analizamos caso a caso, llegaremos a la conclusión de que el crowdfunding es otro timo, otra forma de diluir nuestra mermada atención en proyectos a los que, la mayor parte de veces, aportamos por simpatía o por compromiso. No parece una buena ecuación cuando se trata de algo artístico.



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Flan con napalm Por Borja Crespo @ElTioCreespy

¡Apaga el móvil! ¡Estás en un cine!

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o del móvil en el cine no es de hacérselo mirar, es de irrespetuosos, maleducados y tontos del culo. Entro así de fuerte con el tema porque estamos alcanzando cotas de indecencia insultantes, y lo que vendrá, esto es solo el principio. El personal se recuesta tan campante en la butaca, como en el sofá de su casa, y se pone a chatear como si tal cosa, sin pestañear. No se les ocurre bajar la luminosidad del celular o taparlo con el cuerpo, o ir al baño y explayarse a fondo sentado en el inodoro, disimular en definitiva. Se lo toman como si estuviesen tuiteando en el hogar, dulce cárcel, viendo algún insoportable reality televisivo, llevadero gracias al hervidero de hashtags, un festival popular de humor involuntario. Anoche mis ojos sangraron al descubrir a un sujeto en la sala viendo el fútbol en streaming. Mi alma siente escalofríos al recordarlo. Hay que echarle jeta. No creo que hagan lo mismo en un funeral de algún familiar, pero al tiempo. En los de algún medio conocido, el padre del colega aquel del instituto, seguro. Da todo igual. En una “fiesta del cine” delante de mi excelsa persona un tipejo sacó un iPad de la mochila tan campante y se puso a darle a la pantalla táctil como si fuese único en el mundo. Una familia entera viendo la enésima entrega de Fast & Furious, ni un producto así capta totalmente su atención (que conste que por deformación profesional y condición de buen cinéfago veo de todo), navegaban por las redes sociales sin pudor. La hija adolescente ampliando fotos de perfiles para ver mejor el paquete de algún fichaje. El padre no abría el Tinder, probablemente por pudor, pero la portada del Marca tampoco estaba mal. Zoom aquí, zoom allá, con la banda sonora atronando sin despistar, deslumbrando a los demás. Por algo intento siempre pillar butaca en las primera filas. Prefiero marearme, autosugestionarme más de la cuenta, antes de tener que aguantar a un puñado de desalmados. Me decanto por ir al cine entre semana, a alguna hora prohibitiva para la gente supuestamente normal que tienen trabajo y tal. 10

Me da igual no tener acompañante. Esa idea extendida de que hay que ir siempre al cine con alguien hay que desterrarla de nuestra existencia. Todavía hay quien me mira mal. Mi madre se sigue preocupando por el qué dirán. ¿No es mejor que tener que ver algo sin ganas? Porque tu pareja o tus amigos quieren ver un determinado título que pinta fatal, tienes que pasar por el aro y sufrir en silencio alguna patada al noble entretenimiento del arte cinematográfico. O soportar la humillación por obligación o encender el móvil para pasar el rato inquieto, como hacen los demás, ¡qué fatalidad! Hay tanto estreno infumable cada semana. Mejor ahorrar tensiones. Cada uno a lo suyo, sin molestar. Esta sensación de asco también ocurre cuando viajas, parece que está prohibido silenciar el dichoso teléfono en el transporte público. El sonido de las teclas martilleando. El abanico de politonos estridentes hiriendo los oídos. Por no hablar de los conciertos, donde el bosque de móviles te obliga a ver la actuación por streaming sin quererlo. Si no están grabando desde el primer segundo para colgarlo en YouTube (con un gusto por el encuadre que da para tesis doctoral), y que lo vean 17 personas tras anunciarlo en Facebook, o haciendo fotos en plan publirreportaje para una web de los años 90, están mandando notas de audio cuando tocan los grandes hits, a veces cantando karaoke a voz en grito. ¡Los temazos al completo! Me pregunto para qué cojones vas al cine, o a donde sea, si no disfrutas del momento. Me lo sigo preguntando aunque haya aceptado hace tiempo que estoy rodeado de idiotas. Que conste que no me parece mal mirar la hora fugazmente en algún momento, eso lo hacemos todos, pero existe el modo avión, ¡joder! ¿Hay que inventarse el modo cine para el móvil? ¿El modo espectáculos? ¡Ya existe! ¡Y no hay que pagar por utilizarlo! ¿Mejor una app de detector de ignominiosos? De las palomitas hablamos otro día. Están bien ricas cuando no ensucian. ¡Apaga el móvil, hostias! ¡Estás en un cine!


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Por Elizabeth Casillas Un libro:

Mejor la ausencia

EDURNE PORTELA (GALAXIA GUTENBERG, 2017) Edurne Portela ha hecho un ejercicio de estilo maravilloso gracias a la voz de Amaia, una niña que vive en la margen izquierda del Nervión durante los años 80 y 90 y que a lo largo del libro va creciendo hasta convertirse en adulta sin dejar de contarnos su alrededor: violencia, heroína, pelotas de goma y pintadas amenazantes en su portal. La idea de crear un nuevo género literario llamado “anti-Patria”, y no por las cosas del Estado sino más bien por la novela de Aramburu, le ronda a más de uno. Pero, como bien reconoce la escritora Aixa de la Cruz — que acaba de publicar La línea del frente, obra que dialoga muy bien con la de Portela —, en Euskadi se ha escrito mucho de Euskadi desde Euskadi. Sea cual sea la etiqueta, Mejor la ausencia, es una obra imprescindible para entender la violencia por la que atravesaron muchas familias en los 80 y que, con los años, ha terminado desvaneciéndose. Un cómic:

Museomaquia

SANTIAGO GARCÍA Y DAVID SÁNCHEZ (ASTIBERRI, 2017) Que el Thyssen-Bornemisza, uno de mis museos favoritos, celebre su 25 aniversario encargando un cómic a Santiago García y David Sánchez, guionista y dibujante por los que siento especial admiración, no podía terminar en mal puerto. Y así ha sido. Museomaquia es una novela gráfica atípica y circular, en la que acompañamos a un joven caballero veneciano en una misión. Nuestro plácido paseo a través de algunos de los cuadros del Thyssen-Bornemisza se convierte en una batalla entre épocas y estilos artísticos. Lo disfrutarán especialmente los amantes de la pintura que, entre viñetas, busquen y reconozca las obras de Van Eyck, Durero, Caravaggio, Lichtenstein, Rothko, Dalí o Hopper entre muchos otros. Y para los que no, una puerta abierta a adentrarse en este mundo de forma lúdica, puesto que al final cuenta con una guía de referencia de los cuadros que aparecen en el tebeo. 12

Por Koldo Gutiérrez Un programa de radio:

Efecto Doppler LAURA BARRACHINA (RADIO 3)

Hace años que la presentadora Laura Barrachina venía demostrando su buen hacer al frente de La Hora del Bocadillo, el programa semanal de cómics de Radio 3. En septiembre comenzó una nueva aventura diaria en la misma emisora, donde lo mismo hablan sobre arte, política, música y literatura, que sobre porno, gastronomía o humor. Efecto Doppler repasa en sesenta minutos la actualidad cultural con obras que no suelen aparecer en los grandes medios y colaboradores de excepción como Mery Cuesta, Elisa McCausland, Víctor García Guerrero o los chicos de Campamento Krypton. Un videojuego:

Hitman

IO INTERACTIVE (2016) Un momento: ¿Qué coño pinta aquí la octava (¡OCTAVA!) entrega de una genérica saga de acción y sigilo? Así es, los creadores originales de la serie nacida en el año 2000 siguen estirando el chicle del asesino a sueldo Agente 47, pero tras el comprensible agotamiento, en 2016 optaron por el camino difícil: videojuego en formato episódico, con escenarios grandes pero controlables a modo de pequeño mundo abierto que ofrece (casi) infinitas posibilidades. Jamás un juego nos ha metido de igual forma en la piel de un profesional y frío mercenario que debe analizar el entorno para sacar ventaja y acabar con sus objetivos de manera original y sofisticada. Nuestra munición no son las balas, sino el ingenio.


Una sección hecha por los editores de la revista y un invitado distinto cada número, totalmente subjetiva y que no atiende a razones temporales ni de género. Recomendaciones a gogó. Sólo buena mierda. Por Sandro Gomato Un libro:

Fred Cabeza de Vaca

Por Quan Zhou

VICENTE LUIS MORA (SEXTO PISO, 2017)

La vida de Fred Cabeza de Vaca, el artista español más universal desde Picasso, fue un frenesí de polémicas, transgresiones, genialidades, romances y diversión hasta su muerte allá por el año 2030. Ahora, este acercamiento a través de artículos del propio Fred, entrevistas con conocidos y reflexiones personales pretende indagar en una personalidad tan compleja y fascinante como problemática. Un trabajado puzle formado por algunas piezas perturbadoras, otras divertidas y varias de una lucidez sencillamente brillante. Vicente Luis Mora ha creado una obra que, bajo una apariencia de juego inocente, esconde reflexiones sobre la frivolidad y los excesos del mundo del arte, la responsabilidad del intelectual y el cinismo y la corrupción a todos los niveles como motores de un país.

Un reality:

RuPaul’s Drag Race

NICK MURRAY (WORLD OF WONDER, 2009- ) RuPaul’s Drag Race es el último gran reality. Conducido por la drag queen estadounidense RuPaul, quien se hizo con un Emmy al mejor presentador por el programa, este concurso está lleno de retos. Drama, reinas, maquillaje, transformismo, aceptación, compañerismo, moda, amor, lágrimas, superación y sobre todo, mucho lip sync o, lo que es lo mismo, playback a lo drag. Demasiado. Sus ocho temporadas están disponibles en Netflix. Una banda:

Un disco:

Screen Memories JOHN MAUS (RIBBON MUSIC, 2017)

No hay mucha novedad en el nuevo disco de John Maus respecto a sus anteriores trabajos. El autor de Austin se muestra fiel a toda su carrera, ahí está su sonido de siempre, sus sintetizadores y sus bases ochenteras, su estética lo-fi. Sin embargo, que regrese y esté girando por todo el mundo después de seis años sin publicar un disco es ya de por sí una magnífica noticia. Screen Memories ensalza un techno-pop tenso y gótico, de ambientes oscuros. Y ha anunciado otro disco para el año que viene. Buenas noticias para los fans de este músico total históricamente comprometido no sólo con el arte sino también con la política.

Ojete Calor

CARLOS ARECES Y ANÍBAL GÓMEZ Ojete Calor es el grupo formado por los cómicos y actores Carlos Areces y Aníbal Gómez. Dúo musical salido de las entrañas de Muchachada Nui, forman parte de ese subgénero musical que etiquetan como subnopop. Sus letras trash-pop lo dicen todo: «La gusta de explotar, todos sus problemas para dar que hablar […] ¡Ay, qué bien tan mal!» o «Eres tan peste negra, eres tan guerra civil […] Tonta, gilipó». Porque, ¿quién no? Frases de 0,60 a cascoporro.

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Distopías carní-

desierto

voras en el

Texto Laura Lazcano

El sueño americano desembocando en el desierto evidencia una angustia que se ha apoderado de la cámara. Zombis y caníbales ávidos de carne transitan la pantalla como metáforas irrepresentables del colapso del tejido socioeconómico, los desastres naturales o el superávit en las cárceles, entre otros.

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escaseen los recursos naturales o haya que combatir la deshidratación, el calor o una fauna hostil pasa a segundo plano si atendemos a los zombis y caníbales que se relamen esperando a las protagonistas.

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cido y anfetas en raves en el desierto, amputaciones a pelo, mesías en batín (¿era un guiño a Hugh Hefner?) predicando desde su piscina privada, caníbales persiguiéndote por el páramo montados en carritos de golf. Quién da más. Muy a grandes rasgos este es el cóctel que propone Amor carnal (The Bad Batch), el nuevo largo de Ana Lily Amirpour donde, al igual que en A Girl Walks Home Alone at Night, vuelve a tirar de escenarios desolados para contar una historia de venganza con un puntito macarra. En este caso, la marginada es Arlen, una ex presidiaria a la que el gobierno de EEUU suelta en una zona acotada del desierto de Texas donde se las tiene que ver con una comunidad de antropófagos. Otra que también tiene que resistir en el desierto - esta vez el de Nevada - es Molly, la protagonista de It Stains the Sands Red, una ex stripper que escapa de un zombi. Con uno de los Vicious Brothers a la dirección – Colin Minihan – este filme es otra distopía survival donde los tampones sirven para rastrear víctimas y los acosadores no salen bien parados. Si algo tienen en común estos largometrajes es que ambos contextos revelan el desierto estadounidense como una geografía inhóspita e inexplorada. El desierto como escenario de horror se materializa en un paisaje como entidad amenazadora con vida propia susceptible de devorar a todo aquel que se adentre en sus confines. Que

Son frecuentes los planos de las protagonistas oteando el horizonte pues una vez se penetra en el desierto, el personaje debe enfrentarse a sus incógnitas. Tampoco hay que pasar por alto la vastedad de un espacio como este, que implica un vacío, tal y como le recuerda Jason Momoa a la protagonista de Amor carnal señalando la arena: “No hay nada, en este lugar solo te aguarda la muerte”. Ante lo inabarcable de esa vastedad, la cuestión radica en rendirse o no ante el paisaje. También el tiempo adquiere aquí una elasticidad extraña: los primeros planos de cuerpos cogiendo o soltando arena se enmarcan en un espejismo atemporal cuyo arco existencial se dilata hasta quedar suspendido. Amirpour propone un apocalipsis resacoso en el que nadie se cuestiona nada: Keanu Reeves haciendo de DJ cada noche para los lotes defectuosos de desterrados y aquí paz y después gloria. Por eso en la mirada que recae sobre ese desierto abundan las panorámicas –plano por antonomasia para filmar paisajes– que lo retratan como un panóptico perverso que a pesar de su disposición abierta no deja de ser un lugar para morir, revelando así su naturaleza carcelaria. El oasis de las drogas Así, la sensación de estar abocado a un destino trágico se materializa con fuerza en este escenario desértico a través de la certeza de que el sistema ha fracasado protegiendo a sus habitantes. Estas películas trazan un recorrido por la América deprimida, por la geografía de un fallo en el sistema y las consecuencias

El desierto se materializa en una entidad amenazadora con vida propia susceptible de devorar a todo aquel que se adentre en sus confines

de un desastre ya irrevocable. El desierto estadounidense se redescubre como catalizador de todos los males acogiendo a personajes forzados al ostracismo más brutal. Se hace palpable el pesimismo y el desencanto que encuentran su vía de escape en las drogas que toma Molly en It Stains the Sands Red para mantenerse activa y las que suministran Keanu Reeves y su harén de ninfas a los habitantes de Comfort en Amor carnal para aligerarles sus circunstancias. Si alguien se ha apropiado del desierto como motivo visual ha sido la cinematografía norteamericana. Ya lo dice Jordi Balló en Imágenes del silencio: “El horizonte es un signo de identidad nacional americano”. En este caso, tanto Amor carnal como It Stains the Sands Red subvierten el significado del desierto partiendo de la promesa de aventura que manifiesta en el western para convertirlo, de la mano de un discurso de la ruina y en un contexto apuntalado por una crisis económica, en el paisaje del vacío, del yermo, lo que no promete nada y además es el recuerdo de cuando no queda nada o todo se ha destruido. Ya hubo recientemente una serie de películas ambientadas casi todas en Detroit que pivotaban en torno a una estética de la destrucción y la ruina, como It Follows, Only Lovers Left Alive, Robocop, 8 millas, A girl walks home alone at night o Lost River. Si consideramos que estos filmes actúan de precedente para los que aquí nos ocupan, es relevante señalar que estos últimos padecen de una ausencia de contexto bastante significativa. Se intuyen un caos y una destrucción previos que o bien permanecen fuera de campo, como en el caso de Amor carnal, que comienza cuando dos guardias de prisión sueltan a la protagonista en el desierto y a continuación se enfoca un cartel que reza que quien se adentre en ese desierto ya no será reconocido por las leyes de EEUU. O se muestra de forma muy escueta: en It Stains the Sands Red se ofrece brevemente un plano aéreo de la ciudad de Las Vegas asolada, en llamas. Curiosamente, ambas películas se sitúan en un estadio en el que no es necesario proporcionar nada de contexto: el espectador rápidamente asume que el mundo se ha truncado y no necesita más aclaraciones para imaginar qué ha podido ir mal, cumpliéndose así una especie de pacto cómplice de entendimiento. Esto puede sustentarse de dos maneras. Por un lado, la familiaridad del espectador con este subgénero 15


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El desierto de lo real Todo ello forma un cóctel que permite captar de manera automática lo que proponen estos filmes a pesar de un contexto ligero o inexistente. O como Zizek se refiere al capitalismo, “el desierto de lo real”: las máscaras se han caído y las cartas están sobre la mesa y lo que queda es un vacío que da vértigo. Es así como funcionan estos relatos, haciendo uso de una ideología paisajística que normaliza nuestros temores más inminentes convirtiéndose así el desierto en el último lugar al que huir de todos nuestros errores. Como dice Jorge Fernández en Filosofía zombi: «Las producciones sobre zombis se han ofrecido a menudo como barómetro de ciertas inquietudes sociales».

de catástrofes y habitantes cediendo a instintos antropófagos es tal que ya no es del todo necesaria una narrativa complementaria. La historia se basta a sí misma. Los motivos de este subgénero funcionan por sí solos en base a una serie de suposiciones sin necesidad de planos aclaratorios ni voces de narradores. Por otra parte, y al hilo de esta familiaridad con el subgénero, el contenido de lo narrado no termina de sorprender al espectador, que encuentra cierto resquicio de credibilidad en estas

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ficciones pues, fantasías aparte, no deja de ser medianamente esperable que algo así termine ocurriendo. Ya estamos lo suficientemente habituados con la narrativa del refugiado tocando a su familia tras la valla, el inmigrante ilegal ocultándose para que no le disparen los guardas al otro lado de la alambrada, las noticias de ciudades del tercer mundo devastadas por catástrofes naturales, el inminente cambio climático que amenaza con desertizar el planeta, los fantasmas del terrorismo, de la corrupción o la pérdida progresiva de derechos humanos.

No es de extrañar por tanto, que este páramo desértico esté habitado por corporeidades pesadillescas cuyo único deseo es alimentarse de la carne humana de cuerpos guiados por una conciencia, todavía dueños de un raciocinio y desvalidos ante los impulsos antropófagos de los primeros. Zombis y caníbales como esclavos carnívoros de una ideología que ha colapsado. Cuerpos devorados por el paisaje, que se funden con él y se rinden ante él, convirtiéndose en un todo. Esa no-identidad es lo que origina el pensamiento de la horda que se traduce en este caso en un ejército deshumanizado de cuerpos catatónicos, anestesiados. Se pone de manifiesto un deseo de carne, de hincarle el diente a algo tangible una vez te han despojado de todo entendiendo el desierto como una vuelta a un estadio primigenio del que nunca debimos salir. No es casualidad que la protagonista de Amor carnal se coma una hamburguesa nada más salir de la cárcel o que se marque a los presos como ganado con un número de serie en la oreja. El cuerpo en descomposición del zombi en It Stains the Sands Red y los cuerpos


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musculosos de los caníbales en Amor carnal entendidos como la huella del trauma y el recordatorio de todo lo que ha ido mal. Jorge Fernández utiliza el término “desacralización del cuerpo” para referirse a las representaciones corporales entregadas a la ruptura, al descuartizamiento, a esa exterioridad cuasi pornográfica de las vísceras del zombi a menudo visibles. Si aplicamos eso a las filias carnívoras de Amirpour, encontramos que Amor carnal juega con la angustia que produce contemplar esas representaciones corporales para darle una vuelta de tuerca: Mientras que a la protagonista le mutilan una pierna y un brazo nada más llegar al desierto, en una escena posterior, la directora sexualiza y fragmenta los cuerpos de los caníbales culturistas (levantando pesas, haciendo ejercicio, presumiendo de músculos desproporcionados), en un espectáculo deliberadamente obsceno no exento de cierta malicia. Esto recuerda a cómo el erotismo de Crudo de Julia Ducornau se volvía perverso al sexualizar los cuerpos masculinos mediante la mirada de dos adolescentes caníbales en pleno despertar sexual. De nuevo volvemos a toparnos con la subversión: ahora ese discurso de heroísmo o de justicia del western, que ya de por sí no hacía más que esconder el genocidio, se reinterpreta desde el punto de vista femenino, haciendo hincapié en cuestiones de género. Es más, estas distopías vuelven al lugar dónde se originó el discurso fílmico norteamericano y uno de sus mitos fundacionales (la conquista del Oeste). Vuelven al desierto para mostrar directamente la pesadilla o la resaca en la que ha devenido el sueño americano, subvirtiendo hasta su punto de vista y cambiando la conquista masculina del espacio por la represión del espacio – el desierto – hacia la mujer. Así, una clara secuela de la sociedad en crisis que se fundó en la conquista del

Amor carnal Ana Lily Amirpour, 2016 It stains the sands red Colin Minihan, 2016

desierto es el doble castigo que tienen que soportar las mujeres solo por serlo, pues es evidente que no basta con ser desterrada al desierto; mientras la protagonista de Amor carnal corre el riesgo de convertirse en una esclava sexual de la secta de Keanu Reeves, a la de It Stains the Sands Red le violan entre dos en el desierto. En una asociación de conceptos bastante hábil, esta última le suelta al zombi que le persigue: “Eres como todos los tíos que he conocido en bares”. La metáfora del acosador personificada en un zombi aludiendo a la experiencia universalmente compartida de mujeres aguantando al típico pelma incapaz de procesar una negativa. Por otra parte, es importante no pasar por alto el tipo de feminidad que nos presentan las dos películas. El desierto como escenario de parias y marginadas: una de ellas es una ex stripper que no se ocupa de su hijo mientras que de la otra realmente no sabemos nada excepto que acaba de salir de la cárcel. Ambos filmes predisponen al espectador a no confiar en ellas. Se da a entender, por tanto, que tienen que pasar una especie de penitencia impuesta por el hecho de que ambas sean mujeres que no encajan en el rol tradicional que la sociedad reserva para ellas.

En ambas películas el cuerpo femenino deja de ser un espectáculo de deleite masculino para convertirse en uno del que enorgullecerse a un nivel por encima de lo estético

Aún con todo, demuestran con creces la capacidad para usar su sexualidad para salir airosas: mientras la protagonista de It stains the sand red distrae a un zombi tirándole un tampón lleno de sangre (si algo tiene de salvable esta película, creedme, es ese momento); la de Amor carnal pronto aprende a usar su anatomía tullida para dar un golpe de estado. El cuerpo femenino deja de ser un espectáculo de deleite masculino (una mutilada, la otra tirando tampones a dar) para convertirse en uno del que enorgullecerse a un nivel por encima de lo estético. Y eso es algo que consiguen tanto Ana Lily Amirpour como Colin Minihan. @

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Twin Peaks, una historia de violencia masculina Texto Eva Cid

Ilustración Miriampersand

La tercera temporada de Twin Peaks: The Return es un compendio de muchos de los códigos estéticos y narrativos de la trayectoria de David Lynch, y una continuación de los acontecimientos ocurridos en la serie de los noventa. Dentro de sus temas recurrentes, resulta especialmente interesante el tratamiento de la violencia y los sesgos con los que se retrata.

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hicas muertas. Chicas guapas y jóvenes, asesinadas. Apenas adolescentes, todavía en edad escolar, víctimas de brutales asesinatos teñidos de violencia sexual. La ficción adora a estas chicas muertas; seguirán siempre jóvenes y bellas y, sobre todo, calladas, mientras el relato se construye en torno al asesino. A este relato, en muchas ocasiones, se le dota de tonos cautivadores, intrigantes, románticos e incluso místicos con el objetivo de despertar la fascinación entre el público. En 1990 Laura Palmer apareció asesinada y envuelta en plástico, casi como un regalo, o como un ramo de flores, que diría la propia Sheryl Lee (actriz que da vida al personaje), para construir en torno a ella un relato donde los protagonistas serían los hombres responsables, directa o indirectamente, de su muerte.

El hilo argumental central de la Twin Peaks de los años 90 gira en torno al agente especial del FBI Dale Cooper (Kyle MacLachlan) y sus esfuerzos, apoyados en aquella extravagante metodología casi esotérica, por desenmascarar al asesino de Laura Palmer. De hecho, una vez que se resuelve el misterio la tensión se diluye, las demás subtramas hacen aguas y, en líneas generales, la serie deja de ser interesante para la mayoría de los espectadores. La tensión narrativa que genera el desconocimiento de la identidad del asesino no se debe a este mero desconocimiento de su identidad, a simplemente no saber quién demonios ha matado a Laura, sino que su identidad, sus actos y sus motivaciones, se van perfilando mediante un proceso creciente de mitificación. Nos apasiona este asesino, queremos saber quién es pero también queremos saber cómo y por qué. Se genera un clima de fascinación hacia un violador y asesino de niñas y,

En 1990 Laura Palmer apareció asesinada y envuelta en plástico, casi como un regalo, o como un ramo de flores

de paso, todo este proceso se matiza o se adorna con tintes sobrenaturales que sin duda son interesantes y enriquecen el relato, pero que al mismo tiempo no están exentos de cierta responsabilidad política. Laura Palmer fue violada repetidamente por su padre, Leland Palmer, desde que tenía 12 años, y posteriormente fue asesinada por él. No solo destruía el cuerpo y la mente de su propia hija, sino que, enloquecido por ser incapaz de mantenerla en propiedad exclusiva, acabó con su vida. En principio Leland Palmer es un buen tipo: es un señor atractivo, es también divertido (la serie pone todos sus esfuerzos en que nos lo parezca), cariñoso, comprensivo, y que además está destrozado por la repentina y brutal muerte de su única hija. Y, sin embargo, Leland es también un violador y un asesino. Y ese “también” es importante aquí, porque, en realidad, si Leland comete estos actos es porque no es él, es porque está poseído. El progenitor no está poseído por la violencia inherente (y en este caso desatada hasta sus extremos) de la masculinidad agresiva que promueve la ideología patriarcal, sino por un espíritu maligno llamado Bob. No eres tú, es Bob. El recurso Bob es muy interesante a nivel argumental, pero también muy conveniente. Y realmente la serie también nos está mandando este mensaje, nos está, de alguna manera, advirtiendo. Mirad con qué facilidad inventamos monstruos para darle una explicación menos terrible a nuestros propios demonios. Es una de las excusas, o explicaciones, favoritas del maltratador: tengo muchos demonios dentro que me llevan a hacer lo que hago. Cuando en el último capítulo el demonio Bob posee al agente Cooper, el mensaje que nos están mandando es, quizá, que ningún hombre, por muy recto que sea, está a salvo de estos demonios. El cuerpo de Laura, que parece alcanzar en la muerte al fin la pureza que nunca tuvo en vida, es una especie de tótem

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simbólico, el resultado ritualista final, hermoso y por fin limpio, de la actuación de todos esos demonios incontrolables, de esa violencia masculina. Laura, una estudiante de secundaria abusada desde niña por su propio padre, fue utilizada por casi todos los hombres más influyentes de Twin Peaks: trabajó en un burdel, estuvo involucrada en redes de narcotráfico, tuvo aventuras con varios hombres mayores, respetados miembros de la comunidad, y fue finalmente asesinada, con el silencio cómplice de todo un pueblo. Tan solo Bobby Briggs (interpretado por Dana Ashbrook), novio oficial de Laura y cuya redención presenciamos en la reciente Twin Peaks: The Return, es capaz de decir en voz alta lo que nadie se atreve durante la investigación del asesinato: todos lo sabían y nadie hacía nada. Todo el pueblo es, de alguna manera, cómplice en este asesinato. Y este mensaje, demonios que se llaman Bob aparte, es mucho más subversivo y valiente que la mayor parte de las narrativas que rodean al incesante contador de noticias sobre mujeres y niñas violadas y asesinadas, donde todo pareciera surgir de la nada, hechos aislados sin conexión con nada, nadie sabía nada, cómo ha podido pasar algo así. Esta visión totémica de las niñas asesinadas, esta exaltación del martirio femenino mediante la mistificación de la violencia masculina, tiene su reverso en Fuego camina conmigo (David Lynch, 1992). Laura Palmer cobra vida, por fin, en la película precuela que narra los acontecimientos relativos a los días previos a su asesinato. Y, si bien Laura sigue siendo un personaje femenino de ficción creado por un hombre, y su hipersexualización se representa mediante una mirada masculina que resulta tan incómoda, tan desagradable como fascinante, el rol que desempeña en la narrativa es esencialmente distinto. Ya no es un cuerpo inerte, un objeto depositario de violencia y fetiche envuelto en plástico, silenciado al fin tras años de rituales abusivos, canonizado tras el martirio, y sobre el que se erigen, protagonistas, las historias de los hombres responsables de su muerte. Ahora Laura Palmer está viva. La película posee esta rara magia, es un sortilegio mediante el cual Laura Palmer ha regresado de entre los muertos para enseñarnos el verdadero rostro del horror. En la película, Laura es la manifestación viva y sintiente de las atrocidades que padece a diario, y te lo escupe a la cara entre alaridos. Sin embargo, la mirada masculina, la de Lynch y la de la sociedad en general, representa a esta Laura, una niña rota, abusada, prostituida y adicta a la cocaína, como una femme fatal. Según la Psicología, las conductas hipersexualizadas en menores son indicadores de un posible abuso sexual. Esta es una de las “estrategias” que las niñas abusadas desarrollan para intentar normalizar, dar sentido, y encajar en sus vidas esas situaciones

El recurso de Bob deja patente con qué facilidad inventamos monstruos para darle una explicación menos terrible a nuestros propios demonios

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anómalas de violación y abuso. En el caso de las adolescentes, a este indicador se le suman otros como un comportamiento sexual promiscuo, la prostitución, el abuso de sustancias, conductas autolesivas, o intentos de suicidio. Laura Palmer es una víctima de manual, su comportamiento es una manifestación, como consecuencia, de los abusos que sufre desde niña, y Lynch es perfectamente consciente de ello. Sin embargo, Laura es percibida, en el imaginario colectivo, no sólo masculino sino también, y por arrastre, en el femenino, en el sentido contrario: su comportamiento es atrayente, atrevido, problemático, y es parte de unas estrategias de seducción que la hacen irresistible a todo tipo de hombres, sobre todo a los más peligrosos. Una de las cosas más interesantes y perturbadoras de Fuego camina conmigo es que Lynch retrata a la perfección la percepción que socialmente se tiene de las agresiones sexuales a las chicas jóvenes: ellas son las responsables, no las víctimas. Twin Peaks: The Return La violencia sigue siendo el tema central en la nueva temporada de la serie, Twin Peaks: The Return. Sin embargo, la trama ya no gira en torno a una única atrocidad, aquella que constreñía todo el espectro de la acción a los limitados espacios, interiores y exteriores, del pequeño pueblo de Twin Peaks. Esta nueva violencia se desparrama por diferentes zonas de los EEUU, y también su explicación simbólica y metafísica se sofistica, erigiéndose en un monumento onírico y cuasi mitológico sobre los orígenes y consecuencias de este mal, de esta violencia que, de nuevo, se sigue asociando a unas formas muy concretas de masculinidad y sus roles sexuales. Judith Butler, filósofa y teórica social, define en su obra lo que ella llama la performatividad de los roles de género. Para Butler, estos roles son básicamente reiteraciones involuntarias, la recreación de normas de expresión establecidas, actitudes y comportamientos que el sujeto aprende y encarna, como si fuera un actor siguiendo un guión preestablecido cuando aparece en la escena social. Estos roles de género se reproducen, se transmiten, se aprenden, y en el continuo de este proceso se acaban percibiendo como algo incuestionablemente natural, como lo normal. En este contexto, en el proceso de masculinización la sociedad enseña a los sujetos leídos como masculinos que, si quieren ser considerados dignos de respeto y orgullo, deben ser fuertes, 22

Judith Butler define en su obra la performatividad de los roles de género, reiteraciones involuntarias que el sujeto sigue como si fuera un actor independientes, asertivos, dominadores, competitivos, duros, no mostrar emociones y, lo más importante, buscar y destruir cualquier signo de “feminidad”, esto es, de rasgos tradicionalmente asociados a lo femenino y, por tanto, considerados naturalmente femeninos. Este concepto de performatividad masculina es interesante desde el punto de vista de la escisión de Dale Cooper en dos entidades diferentes: su encarnación inconsciente y vacía en Dougie Jones, y su vertiente malvada, el aparentemente indestructible y despiadado Evil Cooper. El Cooper malvado encarna una hipermasculinidad brutal que se reproduce a base de pulsiones descontroladas de violencia, sexo y muerte. Dougie, por su parte, se ubica en el extremo opuesto, que no es el femenino, sino la ausencia total de lo masculino. Este cuerpo aparentemente masculino pero desprovisto de su rol esperado se representa como una cáscara vacía sobre la que todo el mundo hace asunciones y extrae consecuencias de acuerdo a sus propios intereses, de acuerdo a su

propio guión prefijado. Dougie no habla, tan solo repite las últimas palabras de su interlocutor; es una mera reverberación del otro, y el otro oye y obtiene de Dougie exactamente lo que espera oír y obtener de sí mismo. El sexo, otro de los temas centrales de la serie, se manifiesta de formas opuestas según el espectro Cooper que lo “performa”: una experiencia cálida, amable y reveladora en el caso de Dougie Jones y Janey-E (Naomi Watts), y una vorágine oscura, amenazadora y violenta en el caso de Evil Cooper. Ambos personajes, indivisibles, interdependientes, extremos de una misma cosa, funcionan además como catalizadores de una especie de energía sobrenatural que se manifiesta en diferentes formas, de acuerdo a sus respectivos roles. La mera presencia de Dougie, desde el momento mismo en que hace su aparición, comienza a elicitar proezas extraordinarias y parece llevar la suerte y la felicidad a aquellos que le rodean. Por su parte, Evil Cooper es un agujero negro. Quizá David Lynch no sea el señor más feminista del mundo, pero aquí está estableciendo una clara dicotomía entre lo hipermasculino como catalizador de violencia, oscuridad, y destrucción física y mental, y lo no masculino como fuente generadora de concordia. Twin Peaks: The Return, al igual que la evolución del brazo de la Logia Negra, despliega un abanico narrativo mucho más amplio y ambicioso que el de la serie original, y se ramifica en nuevos y sinuosos afluentes simbólicos y estéticos, pero el conflicto original, primario, sigue ahí, es el mismo. Da igual que esa oscuridad se conceptualice como un espíritu maligno en el imaginario de los nativos norteamericanos que sigue reverberando en la madera de los árboles, o que se represente como el fruto tóxico y enfermo de los hombres blancos en su incansable carrera hacia la autodestrucción. La oscuridad sigue estando ahí, los búhos nunca son lo que parece, y las víctimas seguimos siendo las mismas. @


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Temporada de huracanes Random House, 2017

Temporada de huracanes (Random House) es la última novela de la veracruzana Fernanda Melchor, joven promesa de la literatura mexicana contemporánea, quien con prosa tensa y centrífuga explora los recovecos incómodos de la psique de una comunidad rural ante un crimen pasional.

Ojos de huracán, cuencas vacías Texto Arrate Hidalgo

“Una mala mujer a fin de cuentas, porque quién sabe cómo, tal vez aconsejada por el diablo pensaban algunos, se enteró que había unas yerbas que crecían en el cerro, casi en la punta, entre las viejas ruinas que según los del gobierno eran las tumbas de los antiguos, los que habitaron antes estas tierras, los que llegaron primero, antes incluso que los gachupines, que desde sus barcos vieron todo aquello y dijeron matanga, estas tierras son de nosotros y del reino de Castilla, y los antiguos, los pocos que quedaban, tuvieron que agarrar pa’ la sierra y lo perdieron todo, hasta las piedras de sus templos, que terminaron enterradas debajo del cerro cuando lo del huracán del setenta y ocho, cuando el deslave...” 24


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Morbo y capital

P

recisamente mientras escribo estas líneas, hay gente en la tele celebrando el aniversario de aquel día en el que, también en plena temporada de huracanes, esos “gachupines” pusieron oficialmente el pie en el Caribe, desatando el cataclismo que unos dibujos animados que conmemoraban el Quinto Centenario (aquel año mucho español como fue el de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla) definieron como “el encuentro entre dos mundos”. Un encuentro que importó al continente americano, entre otras muchas cosas, la persecución de las brujas al estilo del imaginario cristiano, habitantes de la ambigüedad a caballo entre el centro mismo de la sociedad y sus márgenes. Mujeres de pueblo como la Bruja, heredera de las habilidades (sanadoras, abortivas, hechiceras) de su madre, que unos niños descubren descomponiéndose en un canal de riego de La Matosa. Esta pequeña comunidad costera es el escenario, al mismo tiempo vergel y fosa, de Temporada de huracanes, la nueva novela de Fernanda Melchor (Veracruz, 1982). Cuatro años después de la publicación de sus dos primeros libros, Falsa liebre y Aquí no es Miami, este mapa polifónico de las miserias y deseos de un pueblo dejado de la mano de Dios y el Estado la señala, con un dedo firme, como una de las figuras clave del panorama editorial mexicano actual. El libro acaba de salir de imprenta y ya está siendo traducido a varios idiomas.

Inspirada por una nota roja —género de periodismo popular especializado en crímenes cruentos—, en la que se describía el asesinato de una mujer a manos del amante que creía que lo estaba embrujando, Melchor se ha valido de la figura de la bruja, emperifolle satánico incluido, como punto de partida para plasmar algunas de las contorsiones más macabras y sublimes de las emociones humanas. El libro está formado por capítulos de un único y larguísimo párrafo en los que varios personajes periféricos al crimen —la Lagarta, prima del Luismi, uno de los muchachos con los que alternaba la Bruja, o Norma, la chiquilla fugada de su casa que tenía acogida Luismi en su cuartucho— reconstruyen la acción a medida que se van sucediendo sus discursos en forma de narración casi circular. Un mosaico visceral de reproches privados y aspiraciones rotas, transformándonos en testigos que cambian de piel en cada turno. De este modo, estos narradores involuntarios van hilando una especie de un espectáculo de anatomía, la constelación de encuentros y relaciones de sangre (y otros fluidos) que se oculta tras el crimen.

Melchor se vale de la figura de la bruja como punto de partida para plasmar algunas de las contorsiones más macabras y sublimes de las emociones humanas

A estas ventanas subjetivas de la tragedia se suma una voz externa que interviene en ocasiones, ofreciendo una vista de pájaro del desamparo sociopolítico de este escenario veracruzano rodeado de caña de azúcar y a tiro de piedra de unos recién descubiertos pozos petroleros. Son estos últimos los que causan la llegada a La Matosa, rural, pobre y desvencijada, de nuevas bocas en busca de sustento. Tras la destrucción del huracán al que hace referencia el comienzo, los nuevos habitantes se incorporan a las infraestructuras («barracas y fondas y con el tiempo cantinas, posadas, congales y puteros») de lo que podríamos identificar como capitalismo gore. La filósofa, crítica feminista y poeta tijuanense Sayak Valencia definió el concepto a partir del contexto político mexicano actual, describiéndolo como el «derramamiento de sangre explícito e injustificado, [el] altísimo porcentaje de vísceras y desmembramientos, frecuentemente mezclados con la precarización económica, el crimen organizado, la construcción binaria del género y los usos predatorios de los cuerpos» por medio de la violencia explícita. Este capitalismo gore ha de entenderse inserto en un México transformado por la necropolítica («un engranaje económico y simbólico que produce otros códigos, gramáticas, narrativas e interacciones 25


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sociales a través de la gestión de la muerte», define Valencia) que ha venido definiendo las manifestaciones culturales y filosóficas que surgen del narcotráfico en la frontera mexicana, entre otros lugares del entramado narco mundial —España inclusive—. Ni La Matosa es un pueblo de la frontera ni Melchor pretendió nunca, como ha afirmado en varias entrevistas, hacer de Temporada de huracanes una novela de denuncia política. Sin embargo, tratándose de una novela cincelada a partir del desmembramiento de una comunidad rural a manos del neoliberalismo globalizado, quizá fuera de esperar que la crítica —más concretamente, Christopher Domínguez, como relata Gabriel Wolfson para revista Crítica— haya incluido ya a Melchor en un pequeño canon, «un cuarteto de autores de “novelas abrasivas”, dispuestos a “registrar el horror”: Herrera, Ortuño, Melchor y Emiliano Monge.» Los nuevos escritores del horror ¿En qué medida se debe esta ineludible asociación entre la obra de Melchor y el “horror” contemporáneo mexicano a los mecanismos de los booms editoriales —como pudo ser el latinoamericano de García Márquez y Cortázar en los 60 y 70, el de los thrillers escandinavos a consecuencia de la trilogía Millennium de Larsson, o el despunte de literatura coreana que promete darse como reacción a La vegetariana de Han Kang—? ¿Cómo podemos evitar caer en una clasificación estereotípica de las literaturas extranjeras, especialmente las pertenecientes a economías no hegemónicas en el contexto global? ¿Será capaz Hollywood algún día de no editar las escenas ambientadas en México con filtro amarillo y mucho grano? Como decíamos, Melchor ha dejado claro que su objetivo no era otro que escarbar en los recuerdos de los habitantes de La Matosa en busca de las razones de una muerte

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que ella sitúa ajena al crimen organizado, el cual Yuri Herrera, por ejemplo, sí trata deliberadamente en su obra. Yuri Herrera (Actopan, 1970) no solo figura entre los colegas de canon de Melchor, sino también en los agradecimientos de Temporada de huracanes. Sobre ella ha dicho que «no solo escribe con la potencia rabiosa que le reclaman los temas que ha decidido investigar, sino que en cada pagina muestra un oído y una agudeza pocas veces vista en nuestra literatura.» Herrera, que se erigió rápidamente como promesa internacional de la literatura latinoamericana cuando contaba con apenas dos títulos bajo el brazo —Trabajos del reino (2004) y Señales que precederán al fin del mundo (2009)— ha hecho de la narcofrontera una fuente explícita de inspiración y poderío estilístico. En Señales que precederán al fin del mundo, Herrera invita al lector a iniciar un recorrido a través de la antigua cosmovisión azteca del mundo de los muertos como metáfora del viaje de una mujer, Makina, que debe cruzar la frontera con Estados Unidos para reunirse con su hermano: para ello deberá sortear nueve etapas en su camino hacia el norte (punto cardinal también del inframundo precolombino), como los nueve niveles que en la leyenda comienzan la Tierra y terminan en el Mictlán. La herencia de lo sobrenatural pasa de ser una alegoría permeable en la novela de Herrera a formar parte del tejido mismo de la acción en Temporada de huracanes. La brujería no solo es dominio de la propia Bruja, sino de todas las mujeres que la usan, la compran, la temen y en general participan de ella en una red primordialmente femenina frente a la violencia física, económica, sexual, obstétrica de su día a día como mujeres en este pequeño pueblo cañero sumido en las transformaciones propias del capitalismo avanzado. La brujería

El libro habita un espacio ambiguo en el que la hipermasculinidad y la misoginia conviven con frecuentes dosis de homerotismo


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y el diablo, que a veces se cuela en sus ensoñaciones de mujeres más o menos devotas, no pueden competir contra el peligro real de la misoginia que gobierna todos los planos de su existencia —quizás a excepción, precisamente, de las reuniones en casa de las Bruja—. Desmembrando el cuerpo que desea Silvia Federici, en su popular ensayo Calibán y la bruja (Traficantes de sueños, 2004), sobre el rol de la caza de brujas en el desarrollo de los estados nación capitalistas en Europa y en la colonización del continente americano, hace notar la estrecha relación que existe hoy día entre la expansión de la persecución por brujería en ciertos países del sur global y la fase económica de acumulación originaria que estos atraviesan. Para Federici —que en ocasiones ha hecho referencias explícitas a la necropolítica fronteriza de México—, la militarización de la sociedad, el avance del capitalismo a lomos de la globalización y la exacerbación del binarismo de género son fenómenos que están íntimamente ligados entre sí.

Capitalismo gore y necropolítica en méxico contemporáneo Melusina, 2010

Temporada de huracanes está repleta de cuerpos castigados, esqueléticos, desmembrados, invadidos, golpeados, procesados por los sistemas corruptos de la salud y la ley, también cuerpos que resisten (o bien se estampan) contra ese binario al que Valencia y Federici hacen referencia. A menudo se intercambian los géneros en los monólogos internos de algunos personajes cuyos ojos se nos presta. La división entre “maricón” y mujer es irrelevante en muchas ocasiones, ambas ideas contenidas en la categoría arquetípica de la Bruja, que habita no solo los márgenes geográficos y morales del pueblo, sino los sexuales también. Sirve así —echando mano de la metafórica flor mustia ensartada en un cuchillo que siempre preside la cocina donde la Bruja recibe las visitas— como

contenedor de la culpa colectiva y chivo expiatorio de una masculinidad en crisis. Es esta crisis donde la novela parece llegar al verdadero tuétano, al peso trágico de lo que nos cuenta Melchor: la imposibilidad del amor en una realidad donde el miedo y la vergüenza dominan las interacciones entre cuerpos que desean. Temporada de huracanes habita un espacio ambiguo y lleno de interferencias en el que la hipermasculinidad y la misoginia exacerbada conviven con frecuentes dosis de homerotismo. A menudo es el cuerpo masculino el que se observa y se desea, como ocurre con la Bruja y su fijación por los chicos que pululan por los parques y las tabernas de la vecindad: «las piernas torneadas balanceándose al unísono, los hombros pegados unos con otros, las espaldas relucientes en su lustre de cuero bruñido; brillantes y prietas como el hueso del tamarindo, o cremosas como el dulce de leche o la pulpa tierna del chicozapote maduro». Una elección nostálgica de palabras que superpone una idealización del mundo natural y doméstico a la carne de estos jóvenes faltos de una oportunidad real de escapar de los estragos de la violencia económica en la que viven. Del mismo modo que el cuerpo muerto de la Bruja rompe la idea cristalina de una ruralidad inocente ya desaparecida, la necropolítica representada por las zonas urbanizadas disuelve la posibilidad de la ternura. Sepultados bajo la losa del dinero, la adicción o el acoso de un Estado corrupto, los habitantes de La Matosa viven su drama colectivo bajo la amenaza permanente de la temporada de huracanes que se avecina, una presión creciente que domina el aire sobre el pueblo y siembra la aprensión. Es el huracán de la violencia el que preocupa, sin embargo, a las mujeres que lo ven cernirse como una fiebre sobre su comunidad. El huracán que, a lo largo de las páginas de esta novela, gira concentrado alrededor del ojo carcomido de la Bruja. @

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Cancer Moon — Atrapados por la serpiente

El resto es ruido Texto Koldo Gutiérrez

El mejor grupo del que probablemente jamás hayas oído hablar tuvo una vida efímera, de 1988 a 1995, como manda la tradición. Sus comienzos fueron ruidosos, pero su final fue lento y apagado. Con el tiempo, los expertos les reivindican como un banda esencial en el panorama nacional con raíces entre Eibar y Bilbao. Un documental recoge ahora su enigmática historia, coproducido por el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (ZINEBI), que se presentará el 16 noviembre a las 20:00 en la Sala BBK de Bilbao.

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s difícil clasificar a Cancer Moon, pero se le suele ubicar como una banda bisagra entre el rock radikal vasco de los 80 y el boom indie de comienzos de los 90. Por eso, nadie mejor que Álvaro Fierro, coautor del imprescindible documental 160 metros en el que narraba la transformación urbana que tuvo lugar en los años 90 en ambos márgenes de la ría de Bilbao desde el punto de vista del rock. Analizaba desde una perspectiva sociológica y económica las diferencias en el punk social de la margen izquierda y el denominado Getxo Sound de la margen derecha, con un carácter más hedonista y global. Al final aparecía de pasada Cancer Moon, y eso de alguna manera le animó a poner el foco sobre ellos. «Su presencia es breve pero la imagen es lo suficientemente poderosa como para atraer la atención tanto de quienes ya les conocíamos como de quienes no, así que me puse a recopilar información y vi que se podía contar una historia», rememora Fierro, que codirige el proyecto junto a Ibon Ibarlucea. Así nació Atrapados por la serpiente, un documental sobre un grupo para muchos desconocido, que no gozó de la fama de Eskorbuto, Zarama o El Inquilino Comunista, pero cuya influencia perdura hasta nuestros días. Fueron apenas siete años en los que parieron tres discos, y el primero de ellos, Hunted by the snake, es

el que da título a la película. La historia de Cancer Moon es básicamente la historia de Josetxo Anitua y Jon Zamarripa. Si en su época resultó complicado clasificar al grupo entre el sonido de uno de los márgenes fue, en gran parte, porque Josetxo era de Eibar y Jon, de Bilbao. «Nadie sabía a qué zona asociarles, aunque el grupo era de Bilbao», apunta Ibon. Los dos músicos eran veinteañeros y se conocieron en el concierto de Sonic Youth, del que eran grandes admiradores, en la sala The End de Vitoria el 5 de octubre de 1988, tras ser presentados por el periodista Fernando Gegúndez. Fue un encuentro mágico que prendió la llama de la amistad y la creatividad. Aquella gélida noche, en la que el grupo neoyorquino hacía un adelanto de su quinto álbum, con la profética Teen Age Riot sonando de fondo y unos cuantos kalimotxos, nació Cancer Moon. Su estilo, actitud y las leyendas surgidas alrededor lo convirtieron en un grupo de culto. A ello contribuyó el hecho de que cada uno de sus tres discos fuera editado por una discográfica distinta, debido al alto nivel de exigencia de sus miembros, pero también a ciertos problemas ajenos a ellos, como ocurrió con el primero, editado por Polar Records, sello perteneciente a la multinacional Max Mix Music, famosa por sus remezclas, y producido por Jaime Gonzalo,

cofundador de Ruta 66. También le rodea cierta aura de maldito. Además de sus dos miembros iniciales, el tercero en discordia era Jesús Suinaga, el baterista, que abandonó la formación en 1991, pero continuó colaborando con la banda puntualmente y falleció hace años. Josetxo, voz y auténtico alma máter del grupo, se quitó la vida en 2008. En su última época ejerció de DJ en el Antzoki de Bilbao, local donde en 2005 grabó en directo junto a Atom Rhumba el disco Anitua&Rhumba, con motivo de la celebración del vigésimo aniversario de la revista musical Ruta 66. Se trataba de un álbum de versiones de Velvet Underground, Marc Bolan, Caetano Veloso, Doc Pomus, Jonathan Richman, Them y Art Ensemble of Chicago entre otros. El guitarrista Jon Zamarripa es el único miembro vivo del grupo, pero ha rechazado participar en el documental, así que sus directores han recurrido a familiares, amigos, músicos y periodistas. Entorno industrial El propio Ibon es de Eibar y amigo de un primo de Josetxo. «Cuando nos enseñó su primer disco, con 18 años, nos quedamos muy impactados», recuerda, «en aquella época allí escuchabas Su Ta Gar o Kortatu, así que esto fue algo totalmente nuevo para nosotros». Escuchar de pronto a un grupo de Bilbao cantando en inglés con influencia de la 29


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Josetxo y Jon se conocieron en un concierto de Sonic Youth en Vitoria en 1988

Velvet, Sonic Youth o Television, pero llevándolo a su propio terreno, era algo muy rompedor a finales de los 80 y se convirtieron en pioneros del noise rock en España. También absorbieron de fuentes más diversas; su primer álbum tiene una versión de I Need Somebody de los Stooges, y el segundo (Flock, Colibri, Oil) incluye covers de Scientists y Suicide. Por eso, para Atrapados por la Serpiente sus realizadores han preferido que sea la música la que hable por sí sola, ya que resulta muy contundente. Entre los participantes en el documental aparecen algunos rostros conocidos,

cocina alcahueta

como Álex Aranzábal, expresidente del equipo de fútbol de Eibar, también primo de Josetxo, además de fan del grupo, claro. Y otra ilustre eibarresa, Maite Arroitajauregi, más conocida como Mursego, amiga del cantante y musicóloga empedernida como él, fan del ruidismo y la experimentación sonora, afirma que «la música es la manera que tenía Josetxo de ir de la mano con alguien». «Eibar es una ciudad dura, con un entorno industrial muy particular, especialmente en los 80, y eso marca más que las influencias musicales», señala

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«El entorno en el que te crías marca más que las influencias musicales»

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Álvaro, «además, a los chavales de allí les mandaban a Inglaterra a estudiar inglés porque lo necesitaban para trabajar en empresas de armas y poder relacionarse con clientes extranjeros, aunque algunos lo utilizaban como vehículo para expresarse, porque sus referencias eran anglosajonas, como Josetxo». Él había pasado ya por varias formaciones como La Logia, La Tercera en Discordia y Jugos de Otros, mientras que Jon había estado en Gazte Hilak, Test, Los Primitivos y Los Extraños/ Los Raros, hasta que confluyeron en Cancer Moon. Sin embargo, Ibon no está de acuerdo en catalogarles como eslabón perdido entre dos estilos y dos épocas distintas: «Ellos no conectaron ambos mundos, ya que tenían su propia propuesta, porque aunque nacieron en esos años no tengo claro que fueran precursores de lo que vino después». A veces los periodistas queremos teorizar más de la cuenta y buscar explicaciones donde no las hay, como comenta Álvaro: «Viendo entrevistas de la época, parece que nosotros nos hacemos más preguntas que ellos, porque muchas veces respondían: “No, es que esto a mí me sale así”». Aunque no fueran conscientes de ello, su estilo vanguardista les convirtió en unos adelantados a su tiempo y su último disco de 1994, Moor Room, fue elegido el mejor del año por Rockdelux.

Nacho Vegas: «La primera vez que lo escuché me pareció un grupo muy violento, pero al ir conociéndoles descubrí mucha ternura»

Violenta ternura Josetxo tenía una sensibilidad especial y muchas inquietudes, también dibujaba las portadas y camisetas del grupo (en colaboración con Jon) y era muy perfeccionista con las ediciones de sus discos. Cuentan que algunas tardes en el Colegio Mayor de Deusto solía ponerse el tupé a lo David Bowie, otro de sus ídolos, con quien compartía un físico similar. Oficialmente nunca anunciaron la disolución del grupo, pero desde 1995 no volvieron a tocar juntos, hartos del

ambiente del sector, de la industria y la precariedad. Incluso habían tenido que pagarse de su propio bolsillo parte de la producción de su tercer álbum. Además de su trabajo en el Antzoki y en la tienda de ropa Loreak Mendian de la Plaza Nueva, el cantante inició en 2006 un nuevo proyecto, Josetxo Grieta, al juntarse con unos amigos de Algorta que formaban La Grieta. Su

intensidad era similar a la de Cancer Moon, pero su estilo no tenía nada que ver, con una vocación aún más ruidista y experimental. «Josetxo ha sido un eterno buscador de sonidos y emociones», concluye Álvaro. Y continuó explorando otros terrenos en varios álbumes con su nueva andadura: Reminder of a Precious Life, Euskal Semea y The Art of Distraction. Euskal Semea es una auténtica rareza, incluso para Josetxo Grieta. Se trata de un encargo que le hizo el director del fanzine Brutus de Barakaldo. Le propuso versionar la canción European Son de la Velvet y Nico, que se trataba de un homenaje de Lou Reed al poeta Delmore Schwartz, fallecido un año antes. El músico había sido alumno suyo, así que le rindió tributo a su manera, aunque la letra no hiciera referencia directa a él. Así surgió Euskal Semea (hijo vasco), que consta de tan solo dos canciones, aunque tienen una duración de casi cincuenta minutos, Euro Peear Semea, I y II (El hijo de la meada del Euro). En 2008 publicaron Sonrisas vendo. ¿Dónde nos llevan?, de apenas dieciséis minutos de duración y grabado en directo el año anterior en una gira por A Coruña. También en una actuación se hizo Distancia #2387, su disco póstumo, un concierto organizado por la Asociación de Víctimas del Capitalismo en febrero de 2007 en el gaztetxe de Barakaldo. Se editó a finales de 2008, tras su suicidio del 24 de abril. Josetxo siguió experimentando y siendo fiel a sí mismo hasta el final. La mejor definición del estilo de Cancer Moon y del carácter de su cantante la aporta Nacho Vegas en el documental: «La primera vez que lo escuché me pareció un grupo muy violento, pero al ir escuchándoles y conociéndoles descubrí mucha ternura». Así empezó todo, con un estallido de rabia, hasta que la llama se fue apagando poco a poco. @

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Ellas pueden decir lo que quieran, y tienes que saber por qué Texto Elizabeth Casillas

Andrea Galaxina acaba de publicar ¡Puedo decir lo que quiera! ¡Puedo hacer lo que quiera!, un ensayo sobre el fanzine hecho por chicas con el que se adentra en la difícil tarea de recordar el pasado y radiografiar el presente del panorama fanzinero.

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A

ndrea Galaxina (Santander, 1986) es un referente dentro del panorama del fanzine actual desde que en 2009 se pusiera al frente de la microeditorial de fanzines Bombas para Desayunar, cuyo objetivo principal es la edición de fanzines realizados por mujeres, pero con la que también ha ayudado a la distribución y visibilización del medio. Por todo ello, no es de extrañar que Galaxina sea una de las personas más idóneas para realizar, en sus propias palabras, una genealogía incompleta del fanzine hecho por chicas. Así, su reciente ¡Puedo decir lo quiera! ¡Puedo hacer lo que quiera! se postula como fuente de luz para una parte de la cultura underground que lleva demasiado tiempo entre tinieblas. Los fanzines podríamos definirlos vagamente como publicaciones no comerciales ni profesionales de pequeña tirada que se distribuyen principalmente de manos de sus creadores. Las primeras publicaciones llegaron en los años 30 del pasado siglo cuando seguidores de la ciencia ficción crearon pequeñas revistas autoeditadas en las que teorizaban (en el sentido más amplio de la palabra) sobre el género, pero, sobre todo, las usaban como herramienta para formar una comunidad de fans en torno a él. De la unión de los vocablos ingleses fan y magazine surgiría el término fanzine que tanto vamos a mencionar de ahora en adelante. Durante los años 50 y 60, movimientos sociales como el antibelicista o el feminista observan cómo este tipo de publicaciones puede ser un buen medio para difundir sus ideas y lo incluyen dentro de sus instrumentos de acción. Sin embargo, aunque su difusión cada vez va cobrando más popularidad, no es hasta la explosión del punk en la década de los setenta cuando los fanzines comienzan a tener esa forma DIY y contracultural con la que habitualmente los relacionamos. Estas publicaciones nacen como herramienta para, en palabras de Galaxina, romper la hegemonía y sobrevivir a la cultura mainstream. Así, el fanzine alcanza un nuevo escalón, el de generar nuevos espacios dando protagonismo a voces que reclaman la atención y que no tienen cabida habitualmente en los productos de masas. Pero más allá de esta función de altavoz, explica Galaxina que «el fanzine interpela, por tanto, directamente a quien lo lee, critica el modelo dominante del consumidor pasivo y además es un medio que estimula la creación activa de una alternativa cultural».

Cosas de chicas

«El papel actuará como nexo, facilitando la conexión humana frente a, por ejemplo, los medios electrónicos»

¡Puedo decir lo que quiera! ¡Puedo hacer lo que quiera! Bombas para Desayunar, 2017 Ilustraciones: Conxita Herrero

«Las chicas deben tomar el control de los medios de producción para crear sus propios significados», se podía leer en el segundo número del fanzine Bikini Kill, una publicación que salió de las entrañas del movimiento contracultural y feminista riot grrrl nacido en Estados Unidos a principios de los 90 y que se convirtió en uno de los mayores impulsores del fanzine creado por mujeres. Y si bien en España no existió un movimiento riot grrrl como tal, sí que hubo personas que se vieron profundamente influidas por él y que conforman los cimientos sobre los que se asientan gran parte de los fanzines creados por chicas que se distribuyen hoy en día en nuestro país. Están aquí, por ejemplo, Azucena Vieites y Estíbaliz Sádaba, integrantes del colectivo Erreakzioa-Reacción y que publicaron 10 números del fanzine homónimo entre los años 1994 y 2000, o las hermanas Mabel, Cuca y Lidia Damunt que junto a Mati Balseiro y Maripaz Velázquez publicaron desde Murcia, entre 1996 y 1999, un fanzine riot llamado Miau! que añadían textos feministas a los contenidos relacionados con la música. Pero, ¿por qué los fanzines son tan importantes como herramienta de difusión para el feminismo? Galaxina nos explica que, en primer lugar, porque es un espacio en el que (como bien indica el título de su libro) está permitido decir cualquier cosa. «La historia de las mujeres está cargada de asuntos que no se pueden tratar porque están prohibidos, porque no es el momento o porque simplemente “de esas cosas no se hablan”. Así, los fanzines permiten a muchas chicas decir todo aquello que no se les permite en otros lugares sin miedo a ser censuradas. Esto tiene que ver con lo personal pero también y, fundamentalmente, con lo político. El feminismo es una ideología que ha reaccionado contra el sistema y por tanto es lógico que encuentre en canales alternativos, como pueden ser los fanzines, su medio de difusión», concluye la autora. Si bien no podemos decir que los fanzines hechos por chicas tengan unas características comunes marcadas por el género, y basta fijarse en lo heterogéneo que es el panorama del fanzine creado por autoras, sí que existen nexos comunes. «No podemos determinar que un fanzine está hecho por una chica porque utilice ciertos recursos. Sin embargo, es cierto que si analizamos, no ya los fanzines hechos por chicas, sino los fanzines feministas o inspirados de 33


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algún modo por el feminismo, en ellos sí que encontramos una serie de estrategias comunes que yo más o menos explico en el libro, a saber, la exploración de la feminidad, la apropiación y subversión del lenguaje y la creación de una nueva identidad y de un espacio en el que experimentar nuevas personalidades, ideas y políticas. Estas no sólo nos facilitan reconocer que un fanzine está “tocado” por el feminismo, sino que también nos permiten situarlos dentro de una genealogía que los conecta con otros productos culturales y contraculturales hechos por mujeres desde hace más de un siglo. Y no debemos olvidar que las genealogías, el conocer nuestra historia y a nuestras predecesoras, son esenciales en el feminismo», sentencia Galaxina.

«Los fanzines permiten a muchas chicas decir todo aquello que no se les permite en otros lugares sin miedo a ser censuradas»

Si los fanzines tienen un “pero” es, como se explica en el libro, que gran parte de esta escena está limitada a Europa y Norteamérica y, en concreto, a aquellas personas blancas, de clase media, con una formación académica y acceso a internet. Así, queda preguntarse qué se puede hacer para que este medio de difusión llegue a aquellas voces que no están representadas por la mayoría y suponemos que es una de las tareas pendientes para todos aquellos que defienden los fanzines como intervenciones micropolíticas o herramientas para crear espacios con órdenes diferentes a los establecidos por la sociedad. Internet, el nuevo paradigma

Chavalas Zine Zaragoza

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Feminizine Bombas para desayunar

Si decíamos que el fácil acceso a internet es uno de los condicionamientos que definen a las autoras de fanzines es porque, en gran parte, se ha convertido en una herramienta para la difusión y la creación de redes de contenidos. «Frente a las ya mil veces desmentida idea de que los fanzines iban a sucumbir ante Internet, muchas mujeres jóvenes han encontrado


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Bulbasaur fanzine Barcelona

El ensayo de Galaxina es una fuente de luz para una parte de la cultura underground que lleva demasiado tiempo entre tinieblas en estos una herramienta para dedicarse de manera activa a la producción cultural crítica», explica Galaxina. Ahora es más fácil que nunca acceder a fanzines creados en cualquier parte del mundo, favoreciendo el crecimiento tanto de distribución como de creación de este tipo de publicaciones más allá de las grandes urbes, basta con acceder a la web de su autor o mandarle un mensaje privado por cualquier red social. Sin embargo, las ferias de autoedición cada día reúnen a una cantidad mayor de asistentes. Ejemplo de ello es GRAF, un festival que se ha convertido en punto de encuentro de autores y editores independientes en marzo (en Barcelona) y en noviembre (en Madrid) desde 2013, o Tenderete en Valencia, que cuenta ya con catorce ediciones y es un claro referente de los festivales de autoedición. La clave de su éxito puede que se encuentre en una de los apuntes que da Galaxina en el libro: el papel actúa como nexo, facilitando la

conexión humana frente a, por ejemplo, los medios electrónicos. Así, Internet se ha convertido en un complemento perfecto para los canales de venta o intercambio tradicionales del fanzine: ferias, librerías especializadas, bares y, por supuesto, la venta directa, pero sigue siendo necesario ese contacto físico con el texto y la imagen para crear conexiones. Dicho lo cual, y como ejemplo práctico de esta teoría, el mejor modo de hacerse con este libro es acudiendo directamente a la página web de Bombas para Desayunar y después disfrutarlo leyéndolo cómodamente en el sofá, subrayando aquello que consideremos importante. La Biblioteca de Mujeres <3 Fanzines La labor militante de Galaxina con el fanzine (y las mujeres) no termina en este necesario ensayo, sino que va más allá y desde hace unos meses colabora con la Biblioteca de Mujeres, un proyecto puesto en marcha en 1985 por Marisa

Mediavilla con el objetivo de reunir todas las obras literarias escritas por y sobre mujeres, como encargada del departamento de fanzines. «La Biblioteca de Mujeres es una oportunidad de dejar constancia de nuestras historias y nuestras vidas, las cuales plasmamos en nuestros fanzines; el primer paso hacia la construcción de un relato alternativo en el que nosotras tengamos una voz, de un espacio en el que conocernos y reconocernos. Un granito de arena más en la construcción de nuestra genealogía», explica Galaxina. Para colaborar, basta con contactar con la autora y enviarle el material para que pueda ser clasificado y comience a formar parte del catálogo de la biblioteca. Por todo lo dicho hasta ahora, es necesario ensalzar el fanzine como medio de expresión alternativo, ayudar a conservarlo y fomentar, en la medida de lo posible, su lectura. Porque, al fin y al cabo, de poco sirve decir y hacer lo que se quiera si no hay nadie dispuesto a escucharle. @

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P

énélope Bagieu (París, 1982) es una dibujante francesa, autora de obras como Josefina o Cadáver exquisito. Su último y exitoso proyecto, Valerosas, se sumerge en la historia silenciada de treinta mujeres y reivindica la historieta como medio popular capaz de agitar conciencias y despertar curiosidades.

En primer lugar, me gustaría preguntarte por el origen de Valerosas, que surge como un blog de Le Monde. Desde el principio tenía decidido que serían treinta historias, con un máximo de seis u ocho páginas, que irían apareciendo de una en una en el blog, pero también tenía claro que al final las recopilaría en un libro. De hecho, creo que fue el mismo día que contacté con Le Monde, periódico con el que había trabajado antes, y con mi editorial en Francia, Gallimard. A Le Monde le propuse publicar durante treinta semanas estas historias, si les interesaba. Fue un proyecto concebido de manera global.

¿Cómo escoges a las mujeres de las que vas a hablar?

Entrevista

Pénélope Bagieu Texto Gerardo Vilches

Valerosas es una colección en dos volúmenes (editados por Dibbuks) de treinta biografías de mujeres muy diferentes entre sí, desde una emperatriz de la antigua China a una rapera adolescente de Afganistán. Aprovechamos su paso por España para hablar con su autora, Pénélope Bagieu, sobre su obra, la herstory y las posibilidades que ofrece el cómic para recuperar la memoria de estas mujeres. 36

Algunas de ellas las conocía desde hace años, como Josephine Baker o Katia Krafft. Ellas fueron el punto de partida de mi reflexión. A otras las fui encontrando en lugares diferentes, por todas partes, por ejemplo, en las biografías de otras personas. A veces escogía a mujeres que han destacado en campos científicos… Algunas fueron sugerencias que me hacían en el blog cuando el proyecto ya estaba en marcha. Las encontraba en diferentes lugares, obviamente no hay una enciclopedia de mujeres famosas a la que acudir. Pero sí intentaba no escoger necesariamente a las mujeres que habían hecho las cosas más importantes, o con las vidas más heroicas, sino aquellas a las que me sentía más cercana, por una razón o por otra, que muchas veces no es obvia vista desde fuera; pero hay siempre fuertes conexiones a un nivel personal.

Como dices, no escoges a las más famosas; sorprende no encontrar a Marie Curie o Virginia Woolf, por ejemplo… Uno de los puntos de mi proyecto era precisamente no tratar a Marie Curie, a Frida Kahlo… Muchas veces son la excusa de otros libros de biografías: «oh, hemos puesto a una mujer…» De alguna forma, es una forma muy conveniente de mostrar siempre a unas pocas mujeres, siempre las mismas, y así no tener que mostrar a todas las demás. Yo quería centrarme en las mujeres desconocidas, pero que deberían conocerse. Eso es lo


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Valerosas, vol. 1 Dibbuks, 2016

«Intento hacer breves semblanzas de estas mujeres y quizás así plantar una semilla en el público, animarle a que busque información para saber más sobre ellas» que resulta extraño de estas mujeres: por un lado, la mayor parte de la gente no las conoce —incluyéndome a mí en los casos en los que las encuentro de manera accidental—; por otro, una es una emperatriz china, otra es un Premio Nobel de la Paz… no son precisamente personas anónimas; son mujeres increíbles que alcanzaron grandes logros. Pero sus nombres no están en ningún sitio, o aparecen en último plano. Yo quería traerlas al centro del escenario. La más famosa seguramente sea Josephine Baker, pero, incluso con ella, quería centrarme en los aspectos de su vida que la gente conoce menos: su trabajo como espía, o su activismo por los derechos civiles. Intentaba arrojar luz a los aspectos más ocultos de estas mujeres.

otras personas. A veces estas mujeres trabajaron junto a hombres famosos que sí escribieron autobiografías. Incluso, en casos recientes, he podido hablar con gente que las conoció y han respondido mis preguntas. Fue un trabajo complejo con muchas fuentes, de modo que tuve que comprobar los hechos y asegurarme de que no cometía errores que hubieran echado a perder todo el proyecto, porque la gente habría pensado que me invento las cosas. Por otro lado, tenía muy poco tiempo para trabajar, porque tuve que hacer una historia por semana. En realidad, esto fue positivo, porque me ayudó a centrarme: no podía perderme en un millón de libros, sino que tuve que ser muy selectiva. No es un trabajo de periodismo, ya que yo no soy periodista.

Hablas de mujeres de épocas muy diferentes, desde la antigüedad hasta la actualidad. Supongo que tu documentación a veces podía ser complicada.

Me gusta especialmente el modo en el que eres capaz de sintetizar toda la información de un modo divertido, porque creo que el humor es una parte importante de tu trabajo. No sé si el humor es también una forma de evitar el exceso de información.

Sí, totalmente; al hablar de mujeres no demasiado conocidas, a veces era difícil encontrar información. En algunos casos pude leer autobiografías, que al final son la mejor fuente de información. Cuando no tenía esa herramienta, recurría a museos, o a los libros sobre

Claro. Como te decía, no soy periodista, ni historiadora. Quería contar historias que engancharan a la gente, porque el cómic es un arte muy popular. Si hubiera querido hacer auténticas biografías 37


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Valerosas, vol. 2 Dibbuks, 2017

«Uno de los puntos de mi proyecto era precisamente no tratar a nombres tan conocidos como Marie Curie o Frida Kahlo» habrían sido diez veces más largas. Tiendo a desanimarme, por no decir aburrirme, con las típicas biografías en cómic; creo que el cómic no está para eso. Lo que he intentado es hacer breves semblanzas de estas mujeres, y quizás así plantar una semilla en el público, animarle a que buscara información para saber más sobre ellas. Por eso era importante ser amena, atraer a la gente a las vidas de las protagonistas.

un tiempo, tenemos que hacer un esfuerzo especial en mostrar estas mujeres. Ahora mismo puedes encontrar muchos libros acerca de mujeres invisibles, mujeres en la historia… Creo que esto es vital, porque es importante mostrarle a la gente esta realidad para que pronto se convierta en algo normal. Ojalá llegue el momento en el que la gente pueda decir «buf, otra vez con las mujeres olvidadas», pero estamos muy lejos de eso.

Hablas de mujeres fuertes, que desafiaron las reglas de la sociedad de su tiempo, y les das visibilidad. ¿Consideras que estás haciendo herstory, de alguna forma?

¿Cuáles son tus referentes en el cómic? ¿Te inspira algún autor o autora?

Sí, desde luego. No pretendo pasar por historiadora, pero sí creo que mi trabajo se encuentra en algún punto entre la herstory y la cultura pop, ya que muchas de las mujeres de las que hablo provienen del mundo del entretenimiento. He intentado ofrecer variedad en los perfiles.

Es asombroso cuántas mujeres importantes han sido invisibilizadas en la historia: tú hablas de mujeres que han sido fundamentales en sus disciplinas. Creo que en estos momentos nos hallamos en una fase intermedia en la que, durante 38

Claro. La autora estadounidense Alison Bechdel, por ejemplo. Fun Home es mi novela gráfica favorita de siempre; creo que logró llevar a los cómics a una fase adulta. No quiero decir para lectores adultos, sino que me refiero a la madurez del medio. Es una segunda fase tras la fase de adolescencia de la novela gráfica con gente como la que formó L’Association. Ellos demostraron que el cómic no tenía por qué limitarse al álbum de cuarenta y ocho páginas a color, con temas para niños, o ficción exclusivamente. Que el cómic podía tratar de cualquier cosa, en cualquier formato, y dirigirse a todo tipo de público. Hacían libros simplemente porque tenían la necesidad de crear. Después esto llegó al gran público; creo

que Persépolis fue la primera novela gráfica que hizo ver a la gente que se podía hablar de cualquier cosa con un cómic. Marjane Satrapi fue quien logró esto, y era una mujer, lo que resulta interesante en un sector que no siempre es amigable con las autoras. Pero fue Marjane quien llegó el cómic al gran público y a los medios de comunicación. Y creo que Alison ha completado la segunda etapa de este proceso: ha tomado todo lo que se logró en la segunda mitad de los años noventa y los primeros dos mil y ha hecho con ello una obra más personal, con una temática seria que profundiza en la autobiografía para analizar su propia trayectoria. Además, ha logrado llevar la novela gráfica a Broadway con un musical.

¿Veremos más entregas de Valerosas? No. El proyecto abarcaba a treinta mujeres, que eran especiales para mí por algún motivo, significaban algo. Pero puede que Valerosas inspire otros proyectos, no necesariamente cómics. Ahora hay una serie de animación en fase de producción con una televisión francesa, que terminará el año que viene; el canal que la produce ya me ha dicho muy en serio que les encantaría tener más episodios, así que supongo que no he terminado aún de hacer biografías. @



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¿Qué tienen en común las iglesias románicas, los Barcelona Dragons y Rocky? Parece imposible establecer una conexión entre estos elementos, pero el artista Adrià Julià (Barcelona, 1974) ha conseguido hacerlo y así lo demuestra en su exposición Hot Iron Marginalia, que se acaba de inaugurar en Tabakalera y permanecerá allí hasta febrero.

Texto Koldo Gutiérrez

Exportación y trasvase cultural: de las iglesias románicas a los Barcelona Dragons 40


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l origen de Hot Iron Marginalia se remonta muchos años atrás en el tiempo y abarca varias décadas. Ramon Julià Alemany, abuelo de Adrià, era contable de profesión y fotógrafo por vocación. Entre los años 50 y 90 se dedicó a visitar las iglesias románicas construidas en Catalunya, además de otras ubicadas en España y Francia. Su inocente pasatiempo se convirtió en obsesión y lo que comenzó como algo casual pasó a ser casi una misión vital. Ramon organizaba excursiones a las que acompañaba su mujer para visitar los templos y captarlos con su cámara. En total fueron 556 iglesias que el fotógrafo retrató de diversas maneras, ya que con el paso de los años la técnica fue evolucionando, así que pasó de viejas imágenes en blanco y negro a otras en color. Son en total 1.384 instantáneas recopiladas en 24 álbumes familiares que gracias a la profesión y al carácter de su abuelo se encontraban meticulosamente ordenadas y datadas.

Su autor aborda la noción de trasvase y el efecto de las relaciones económicas en torno a las importaciones y exportaciones culturales

«Me planteé cómo podría abordar este archivo; no me interesaba tanto la parte biográfica, sino más como material de trabajo y plantearlo en relación con otros temas que me interesan», cuenta Adrià, «como la presencia de pinturas románicas en Catalunya, su posterior extracción y cómo empezaron a circular hacia diferentes lugares». El artista se sirve de un largo proceso de investigación y de distintas estrategias conceptuales para hablar de la noción de trasvase y del efecto de las relaciones económicas en torno a las importaciones y exportaciones culturales. A principios del siglo XX se dio un repentino interés por el arte románico, en gran parte motivado por el estudio del primitivismo en la escuela de París. Eso llevó a Picasso y otros autores a prestar atención a las pinturas románicas, lo que de pronto revalorizó esa corriente. A consecuencia de ello, durante la década de 1910 muchos museos, coleccionistas y anticuarios norteamericanos querían tener ese tipo de obras en sus colecciones, y al no estar protegidas por la ley, fueron apareciendo comerciantes y marchantes que se dedicaban a traficar con ellas. Es el caso, por ejemplo, del ábside de la capilla de Santa María de Mur, situada en Pallars Jussà (Lleida), comprado por el Museo de Bellas Artes de Boston en una transacción que tuvo lugar en 1921 en la habitación 69 del Hotel Savoy de Nueva York, o del claustro de la abadía de Sant Genís de Fontanes en Francia, que el Museo de Arte de Philadelphia incorporó junto con otras obras románicas. 41


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Hierro caliente Este curioso proceso fue en gran parte posible a un grupo de italianos especialistas en la extracción de frescos de las iglesias mediante la técnica del strappo que consistía en arrancar la superficie cromática de la pintura mural. «Esos mismos especialistas fueron posteriormente contratados por el Museo Nacional de Catalunya para evitar que esas obras fueran robadas, como se suele hacer hoy día con los hackers que acaban luego trabajando para la CIA», compara Adrià. Cuando el mundo del arte estaba tan interesado en la adquisición de obras románicas se empleaba la expresión “The iron is now hot” (El hierro está caliente) para referirse al momento propicio para culminar una buena operación mercantil. Adrià encontró ese argot en una carta fechada en 1917 de Gustavus T. Kirby, de la American Art Association, conservada actualmente en el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, y da título a su exposición. Muchas de esas pinturas de artistas anónimos siguen casi un siglo después comercializándose a modo de reproducciones postales, pósters en museos, espectáculos multimedia o imágenes de stock en páginas web. Adrià considera que esta relación cultural también se puede observar en dirección opuesta a principios de los años noventa. En el marco de la Barcelona preolímpica, empresarios catalanes impulsaron la introducción de un deporte minoritario en Europa: el fútbol americano. El fruto de esta operación fueron los Barcelona Dragons, un equipo fundado en 1991 que jugó su último partido en 2003, hasta que la franquicia pasó a Alemania. El artista señala conexiones entre extracción, exportación, especulación y reinserción de patrimonios culturales y deportivos. Estos episodios conllevan un trasiego enorme, y en ambos casos su resultado podría hablar de la reconstrucción fantasmagórica del

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original o bien de una transformación del territorio cultural y del imaginario popular. Hot Iron Marginalia recoge la conexión inversa que se estableció entre Catalunya y Estados Unidos, un vínculo cultural que según Adrià se percibe de múltiples formas a través de la exportación. «El equipo asumió como escudo e icono el dragón, que es un símbolo religioso presente en algunas de las obras llevadas a Estados Unidos y muy importante en la cultura catalana, además con un estilo artístico bidimensional que remite a esas pinturas», explica, «también ciertos gestos y rituales a nivel formal, como ponerse de rodillas». No sólo eso, ya que los Barcelona Dragons tenían su estadio en Montjuic, donde se encuentra el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) y donde había muchas pinturas románicas. «Son un sinfín de conexiones que empiezo a desarrollar, algunas más evidentes que otras, para componer este recorrido», rememora Adrià. Pero ahí no se queda el trabajo del artista catalán, ya que un tercer elemento está presente en la primera muestra de

este proyecto en mayo del 2017 en la Fundación Miró, situada en Montjuic. En 1974 el inventor de la steadicam, Garrett Brown, filmó a su pareja, Karen Brown, subiendo las escaleras del Museo de Arte de Philadelphia para mostrar su nuevo artilugio a los productores de Hollywood. Un año más tarde, Sylvester Stallone interpretó la conocida escena de Rocky calcando esta secuencia en su mítico final. El museo tiene una iglesia románica que se trasladó piedra a piedra y además del citado claustro, también conserva la puerta de La Bisbal d’Empordà (Girona) que Marcel Duchamp incorporó a Étant donnés, considerada la última gran obra del legendario artista francés, y su pintura Desnudo bajando una escalera núm. 2, de 1912. Adrià reconstruyó para la exposición en Barcelona la escena original para reivindicar esa presencia femenina que ha sido ignorada por la historia, trazando un paralelismo con su abuela, Rosa Brugués, que ayudaba a Ramon Julià a hacer las fotos de las iglesias en su momento. «Mi abuela sale casi únicamente como

El abuelo de Adrià hizo 1.384 fotografías a 556 iglesias románicas entre los años 50 y 90, recopiladas en 24 álbumes familiares

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La abuela de Adrià, Rosa Brugués, posa para Ramon Julià ante Sant Esteve d’Olius, la iglesia románica de Solsonés (Lleida).

“Marginalia” es el término usado para designar las notas, dibujos y comentarios que los copistas medievales hacían en los márgenes de los libros

error en unas pocas imágenes; es la persona que acompaña y apoya, pero que al final no está presente, así que hice una selección donde sale ella», sentencia. Adrià ha grabado el remake del vídeo de 1974 con la actriz Irune Olivan, titulado El fantasma de Rocky subiendo las escaleras y coproducido por la Fundació Joan Miró y Tabakalera, en las escaleras de acceso al MNAC, para cerrar el círculo entre todos esos vínculos culturales y deportivos. De esta forma, el artista cuestiona la aparición de la figura femenina en la construcción de la historia de la imagen y hace hincapié en esas presencias injustamente desaparecidas. Todo ello para tratar de analizar dinámicas que afectan colateralmente a otros ámbitos como la explotación del territorio, del patrimonio y del cuerpo de la mujer, así como la redefinición de la cultura mediante la imposición del turismo y el deporte. En Tabakalera se añade al título de la exposición, “Marginalia” que alude al

término que se utiliza para designar las notas, dibujos y comentarios que los copistas medievales hacían en los márgenes de los libros. Contenían humor e incluso imágenes pornográficas ajenas al texto que estaban copiando, para matar su aburrimiento. «Son historias paralelas, notas al pie que aportan más información», cuenta Adrià que para esta exposición trabaja en diferentes soportes el propio material de investigación del proyecto. También aborda los grafitis que se encuentran en los frescos románicos del Museu Nacional d’Art de Catalunya y realiza una nueva lectura del archivo de Ramon Julià Alemany. La exposición de Donosti se centra principalmente en las fotografías sobre las iglesias románicas y su relación cultural de ida y vuelta. Desgraciadamente, El fantasma de Rocky subiendo las escaleras no está incluida en la muestra, pero conviene saber que la investigación se ramifica y amplía más allá. Rosa Brugués y Karen Brown se lo merecen. @

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OBRAS PARA CONOCER MEJOR...

NANAI

TE DOY MIS OJOS ICÍAR BOLLAÍN (2003)

Suele hablarse de ‘Malamadre’ como el papel más duro interpretado por Luis Tosar, pero su personaje de Te doy mis ojos resulta aún más perverso y psicópata que el de Celda 211. La película de Iciar Bollaín cuenta la historia de una mujer maltratada por su marido donde su entorno es en parte cómplice de lo que está ocurriendo, por acción u omisión. Una descorazonadora historia sobre amor, miedo, control y poder que vio la luz justo en el momento que el tema volvió a los titulares de prensa en España.

A estas alturas ya se ha dicho todo lo posible sobre Braid: es una obra maestra incontestable que además sentó las bases del movimiento indie en los videojuegos. Pero, además de eso, su rotundo final nos dejó a todos boquiabiertos con giro inesperado en el que descubríamos que la princesa a la que pretendíamos salvar de “un terrible monstruo” estaba en realidad huyendo de nosotros, los auténticos villanos de la función. Un bofetón en la cara de todos los jugadores que echa por tierra el manido cliché de la damisela en apuros.

Muchas veces se ha acusado al rap de ser una música machista, en gran parte porque la mayoría de los raperos son hombres, pero existen algunas excepciones. La cantante andaluza incluyó en su tercer disco un tema que afrontaba violencia machista con valentía y fomentando el empoderamiento de la víctima, como demuestra su potente estribillo: «Mírame a los ojos sí me quieres matar. ¡Nananai, yo no te voy a dejar!». Los versos son un puñetazo en el estómago de los maltratadores: «Por cierto, hacéis muy buena pareja... tú le pegas y ella se deja».

MALA RODRÍGUEZ (MALAMARISMO, 2007)

Jana Leo fue violada en su propia casa, no en un callejón oscuro, no en una situación de riesgo o en un lugar desconocido. Volvía a casa y, cuando abrió la puerta, alguien entró. Esta violación y la gentrificación que sufren las grandes ciudades –los intereses y las estrategias de inmobiliarias y arrendadores– están conectadas. Leo explica que, más allá de los aspectos generales de cualquier agresión sexual, Violación Nueva York es un libro que trata de la «violación instrumental», cuya función primaria no es lo que ocurre entre el violador y la víctima sino el efecto que el suceso tiene en beneficio de un tercero.

Cuando la autora, de identidad desconocida, tenía entre 10 y 16 años sufrió abusos sexuales por parte de tres hombres adultos y varias décadas después se atrevió a plasmarlo en una dura novela gráfica. Esos terribles hechos coincidieron además con la irrupción del ‘Destripador de Yorkshire’, que acabará matando a trece mujeres. Una entre muchas pone sobre la mesa varios sentimientos habituales de las víctimas de este tipo casos, como indefensión, soledad y culpabilidad, y lo hace con gran delicadeza, demostrando sus ganas de superar una tragedia tan desagradable como cotidiana.

JANA LEO (LINCE EDICIONES, 2017)

VIOLACIÓN NUEVA YORK

UNA (ASTIBERRI, 2016)

JONATHAN BLOW (2008)

BRAID

LA VIOLENCIA MACHISTA

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UNA ENTRE MUCHAS

El 25 de noviembre se celebra, como cada año, el Día Internacional contra la Violencia de Género. De un tiempo a esta parte se habla mucho del tema, pero no ha llovido tanto desde que a principios de los 90 Martes y Trece se permitía bromear sobre los malos tratos mientras cenábamos tranquilamente en Nochevieja. Así que aquí va una pequeña selección de obras de lo más variopintas que denuncian una de las grandes lacras de nuestra sociedad.

#26


Agenda Cactus

noviembre / diciembre 2017

>Conciertos, exposiciones, proyecciones... Ambigú

ZAWP y hACERIA

San Vicente, 5. Bilbao. 944 24 23 43

Ribera de Deusto, 47. Bilbao

SÁB 4 NOV TWO MARI DJS (BORJA CRESPO & KOLDO SERRA) SALÓN DEL CÓMIC DE GETXO CLOSING PARTY VIE 10 NOV SUNREA SÁB 11 NOV PEONKURTZ VIE 17 NOV GORKA CISKAR VS RITCHIE ROUGHTONE SÁB 18 NOV AK DJ VIE 24 NOV TWIST ETA SHOUT SÁB 25 NOV VILLAPELLEJO DJS

Klubba Cosme Echevarrieta, 3. Bilbao. SÁB 4 NOV BORJA CAMPION T2MM ( THE 2 MAMARRACHOS ) & ALAIN ELEKTRONISCHE JUE 9 NOV VICTOR LE FUR & WALDORF VIE 10 NOV MOMAKER & STATLER SÁB 11 NOV DAVID LANDETA & ALAIN ELEKTRONISCHE JUE 16 NOV IÑAKI ABASOLO VIE 17 NOV KATZA & WALDORF (ALAIN ELEKTRONISCHE) SÁB 18 NOV RAFAEL ARAGON & FRIENDS GLOBAL HYBRID REC. BRUSELAS.

G8360 Fernández del Campo, 13. Bilbao. 944 36 13 95

LUN 6 NOV EXPOSICIÓN COLECTIVA 9-11 NOV SHOWROOM DE LA COLECCIÓN OTOÑO-INVIERNO DE AILANTO

VIE 3 Y SÁB 4 NOV TEATRO: 20:00 LOS ROSTROS DEL SILENCIO 10€ SÁB 4 NOV CONCIERTO: 21:00 AVA DAN 8€ SÁB 4, 11, 18 Y 25 NOV TALLER INFANTIL: 12:00-14:00 TALLERES KREATIBO TEMÁTICOS 10€ DOM 5, 12, 19 Y 26 UKEDADA: NOV 17:00 ENCUENTRO Y TALLER 5€ VIE 10 NOV CENAS FLAMENCAS: 21:00 TAPEO + ESPECTÁCULO 25€ SÁB 18 NOV LINDY-HOP + SWING PARTY 21:00 CLASE ABIERTA DE LINDY-HOP + DJ SESSION

Residence café Barrainkua, 1. Bilbao

TODOS MIÉ 21:00 IRISH FOLK SESSIONS

Tabakalera Plaza de las Cigarreras, 1. Donostia

HOT IRON MARGINALIA

Exposición del artista Adrià Julià, parte de una colección familiar de fotografías de iglesias románicas de Cataluña, para tratar de la circulación y el tráfico del patrimonio cultural, así como de la espectacularización del conflicto y del paisaje.

CALE, CALE, CALE! CAALE!!!

Una exposición colectiva comisariada por Juan Canela, que cuestiona cuál es el lugar de la magia o el ritual en relación con la naturaleza

MALAS MADRES / VIDAS SUSPENDIDAS DE UNA CUERDA

La instalación, ideada por el artista Jerónimo Hagerman, consiste en un jardín colgante compuesto por 45 plantas conectadas mediante cuerdas que evocan la red de cabos en un barco.

Gau irekia San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala. www.sarean.info

Azkuna Zentroa Plaza Arriquibar, 4. Bilbao

MARGARET HARRISON. DIÁLOGOS ENTRE EL SEXO, LA CLASE Y LA VIOLENCIA MIÉ 29 NOV- DOM 3 DIC AZPLAY: CERTAMEN INTERNACIONAL DE VIDEOJUEGOS INDEPENDIENTES

SÁB 16 DIC TODA LA NOCHE FESTIVAL GAU IREKIA

Jornada de puertas abiertas en estos barrios, cargada de actividades sociales y culturales en diferentes espacios, desde comercios a bares pasando por el entorno urbano.

Salón del cómic de Getxo 3-5 NOV Plaza estación de Las Arenas (Areeta)

VIE 3 NOV 20:15 CLUB DE LECTURA DE NOVELA GRÁFICA: ‘LA DEUDA’, DE MARTÍN ROMERO

El club de lectura de la Librería Joker se traslada al Salón de Cómic de Getxo para una sesión especial. En esta ocasión comentaremos entre los asistentes el tebeo La Deuda con su autor, Martín Romero, y Elizabeth Casillas como coordinadora.

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