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Doan Gratis Free

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El regreso de la asesina del hacha Doan/Gratis Kapuściński animado + María Bastarós + El miedo gamer al progreso + María Medem



Esa a la que veis de refilón en la portada y manchada de algo que no es precisamente ketchup es Lizzie Borden, una de las más famosas asesinas de Estados Unidos. Aprovechando el estreno de una película sobre ella recuperamos su truculenta historia y os la mostramos con la impactante ilustración de Alex Red, que hace honor a su apellido artístico. Nuestro artículo sobre la representación de mujeres periodistas en cine y televisión también pretende analizar cómo se muestran ciertos estereotipos en la ficción. Sin salirnos de ella, pero supuestamente partiendo de cierto rigor histórico, profundizamos en varios videojuegos recientes que tratan de apostar por la diversidad, mal que les pese a muchos gamers rancios. Otro juego nuevo que nos ha cautivado por su original planteamiento es Do Not Feed the Monkeys, donde nos situamos a los mandos de un simulador de voyeur digital para espiar vidas ajenas a través de cámaras de seguridad. Y es que Internet puede ser una herramienta retorcida cuando se usa mal; que se lo digan a la rana Pepe, protagonista del cómic de humor Coleguis, que fue convertida por la alt-right en símbolo de odio. Entrevistamos a la escritora María Bastarós, quien acaba de publicar la novela Historia de España contada a las niñas, un relato de ficción en el que podemos reconocer parte de la Historia reciente, y que también presenta Herstory, un ensayo ilustrado por Cristina Daura. Precisamente sobre historias de mujeres trata La Flor, la película de catorce horas del director argentino Mariano Llinás que podremos ver en Zinebi, protagonizada por las mismas cuatro actrices en distintos papeles a lo largo de todo el metraje. Ryszard Kapuściński es el reportero de guerra más famoso del mundo, y ahora la película Otro día más con vida adapta en formato animado su libro más famoso, donde narra la historia de Angola que vivió en sus propias carnes en los 70. Un poco más abajo, en Sudáfrica, transcurre Florescencia, la novela de Kopano Matlwa sobre una joven doctora atrapada en una sociedad xenófoba, machista y supersticiosa. Y sin salirnos de África, también hablamos sobre Más brillante que el sol, un ensayo experimental sobre la narrativa sonora en las distintas músicas negras del escritor británico-ganés Kodwo Eshun.

Cactus #32 Noviembre/diciembre 2018

Diseño Querida Duska,

Contacto info@revistacactus.com

Un proyecto de Sandro Gomato, Koldo Gutiérrez, Elizabeth Casillas

Imprime Another Press

Publicidad publicidad@revistacactus.com

Han colaborado en este número José Blázquez, Roberta Vázquez, María Sánchez, Ana Llurba Eva Cid, Yahvé M. de la Cavada, Klari Moreno, Mikel Gil, Álex Red [@_alex.red_].

Depósito legal BI-669-2013

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@revistacactus Cactus no se hace necesariamente responsable de las opiniones de sus colaboradores, aunque les arropará con una mantita si algún día la necesitan. Ningún contenido de esta publicación puede ser reproducida por ningún medio sin el permiso previo del editor. © de textos e imágenes: sus autores

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La fatalidad y un día

La fatalidad es lo que nos expulsa de esta tediosa sensación que tenemos de creer elegir cada cosa que nos sucede; lo que nos despierta de este hastío, individual y colectivo, que resulta de una vida prevista, pensada y absolutamente dirigida; lo que nos empuja del paraíso de ficción al abismo documental, a nosotros, que nos consideramos grandes y dignos de vivir toda vez que alucinamos con la idea de que la vida es eso que estamos eligiendo tener. La fatalidad dinamita, cada vez que nos sobresalta, el viejo concepto religioso del libre albedrío que, en estos tiempos, ya se ha fundido con el moderno (y no tan ateo) sujeto neoliberal que se auto-contempla como alguien que tiene el poder de tomar sus propias decisiones, como el héroe de su propia vida, que tiene la capacidad, por derecho propio, de gestionar, con la boca llena del término libertad, cada cosa que le acontece.

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Si visualizamos nuestra vida como si fuera una película, el final es que morimos. Semejante spoiler, intolerable cuando tiene que ver con el destripamiento de cualquier ficción, en la vida real no nos queda otra que soportarlo. Vivimos con ello, sabiendo que vamos a morir, y aunque lo sabemos, queremos seguir viviendo la historia que queda antes del sabido desenlace, al contrario de cuando sabemos el final de otras historias, que solamente el hecho de saberlo nos mata la curiosidad por seguir sabiendo. Sobre este anunciado final de nuestras vidas, una vez que “el qué” se nos ha sido brutal y crudamente mostrado, el misterio solamente puede residir en “el cómo” o en la forma en la que a cada uno nos llegue la hora. Pero como protagonistas que creemos ser los causantes directos de las historias que nos ocurren, también nos gustaría controlar ese momento, dinamitar esa incertidumbre por la que transitamos entre el desconcierto, la angustia y cierta incredulidad. Lo daríamos todo por saber también, de antemano, igual que sabemos que vamos a morir, cómo va a ser, y en el caso de no ser de nuestro agrado, haríamos todo lo posible por fabricarnos una muerte a la medida de nuestro “personaje”.

¡Cómo no va a ser experimentada como si fuera la gran monstruosidad de los individuos modernos, libres, responsables, obedientes!; no es el comunismo, ni cualquier otra ideología antiliberal, el gran enemigo del mundo libre es la fatalidad. En este contexto en el que, fanáticos del control, queriéndolo prever todo, desde el clima hasta nuestra salud, la fatalidad es vivida como un conflicto intolerable, como lo único que se nos escapa a nuestra implacable dictadura personal y a nuestro militarizado “estado de excepción”. En términos narrativos, la fatalidad se constituye como el elemento que dinamiza el relato existencial desde el fuera de campo; como un algo, invisible y constante, que amenaza con destruir, en un parpadeo, todo el mundo que hemos creído construir por méritos propios; o como un giro de guión, impuesto y devastador, que se presenta en nuestra casa sin que nadie lo llame. Es el azar, la suerte, la desgracia, en cualquier caso, es lo no elegido, la naturaleza o la vida misma, a la que nadie ha elegido venir, puesto que, si, finalmente, enlazamos los términos narrativos con los filosóficos, la conclusión no puede ser otra que considerar el hecho de nacer como la mayor de las fatalidades, situada a años luz de la siguiente, que quizás sea morir, sea la muerte que sea, cuando a cada uno de nosotros nos llegue la hora.

Así que morir, y no saber cómo vamos a morir, lo llevamos mal. Al fin y al cabo, los occidentales nos caracterizamos por querer tenerlo todo bien atado. Hace ya bastante tiempo que venimos apostando por el aburrimiento, así que no queremos sobresaltos. Nuestro lema bien pudiera ser “Ni alarmas ni sorpresas”, tal cual lo canta Thom Yorke en la canción No surprises, de Radiohead. Seguimos al pie de la letra un guión que nos convierte en fanáticos de la seguridad, en devotos de la protección, en creyentes y practicantes de la vida sin heridas, en un “estado de sitio” que deviene en el día a día en un continuo “estado de excepción”, donde cada uno de nosotros, soberanos de nosotros mismos –esa ilusión tenemos– identificamos y señalamos el peligro con el fin de protegernos de aquello que no tenemos (ni podemos tener) controlado. En este contexto, la muerte representa la mayor de las desventuras, la más despiadada de las alarmas o la más cruel de las sorpresas, la fatalidad que se nos presenta, cuando menos te la esperas, en toda su impiedad.

JOSÉ BLÁZQUEZ

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Lo importante

3. Hay una frase de Juan Benet, de su libro Volverás a Región, que la tengo grabada a fuego. No obedece a ninguna razón, sencillamente hay algo, inexplicable, que una siente dentro, una especie de necesidad de tenerla cerca, escrita en el cuaderno: «Escuchar –una facultad o un privilegio exclusivo de quien tenía un padre, un hijo o un amado enterrado en el monte–»

1. La primera vez que operaron a mi padre de su cáncer, soñé que el médico aparecía por el pasillo con un ramillete de espigas en la mano. Yo estaba completamente sola. El pasillo era largo, y caminaba, pero tardaba mucho en llegar. Esa distancia de aproximación se hacía eterna, infinita, dolía, porque yo estaba sola. Pero después, llegaba, y me decía, «tranquila, solo era esto». Ese ramo en sus manos era una especie de presentimiento, de señal. Recurrí muchas veces a esa imagen y a esa forma de agarrar las espigas contra el cuerpo para sentirme tranquila. El sueño se convirtió en una especie de amuleto, en un refugio en el que cobijarme y respirar.

4. No puedo evitarlo, con las primeras lluvias después del verano siempre viene la misma imagen, la de las primeras briznas de hierba rompiendo la superficie para salir. También, sin venir a cuento, pienso en las tumbas de los cementerios, en aquellas que no se encuentran apiladas, formando una colmena, sino en esas que están solas, horizontales, paralelas al cielo y perpendiculares a los cipreses, y a las paredes de cal que las encierran. Esas que empiezan a resquebrajarse, a dejarse invadir por las raíces, con los jarroncitos tirados y las flores marchitas, esas que no esperan a nadie. En ellas también, con el agua que llega despúes del calor, irrumpe la hierba, y crece, suave y sola.

2. ¿No os habéis preguntado por los árboles que se quedan solos en medio de un paisaje? En el sur, atravesando la campiña, en medio de la “nada”, se deja ver alguna encina, sola, sin nada que la acompañe. No hay un grupo de árboles, ni ninguna construcción alrededor. Solo ella, imponente, solitaria, haciéndose ver entre el trigo. Posiblemente, podría ser la única supervivente de un bosque que dejó de ser para convertirse en la nada, en espacio para arar la tierra y producir alimentos. No me había fijado nunca en ellas hasta que el año pasado, conduciendo, con mi padre, atravesé el desierto de Monegros, y pregunté por esas hileritas, en medio de la nada, de arbolitos que empezaban a crecer. No habían aparecido ahí por antojo, los que comenzaban a levantarse tenían un cometido en la vida: proteger a los cultivos del viento. Pensé, mientras continúabamos el viaje, en la soledad, en la elegida y en la impuesta. En el fantasma que irrumpe sin avisar y se convierte en una carga. Recuerdo que comenzó a llover. Y desalojé al que anhela un cuerpo de mi cabeza y pensé en los pájaros. ¿Conocerían ese oasis de árboles en medio de la nada? ¿Contarían los kilómetros hasta llegar a ellos? ¿Esperarían ansiosos a ellos cada día cuando la luz se va? ¿Serían los únicos visitantes que acudirían al cobijo?

5. He tenido que escribir un libro sobre mi familia para que en casa dejemos de sentir reparo por preguntar sobre lo que no sabemos, por conocer sobre los que pisaron antes la misma tierra por la que caminamos hoy nosotros. Vuelvo a casa y por fin conozco sobre los míos, nos contamos historias, manías, secretos. Hablamos de árboles y animales, de manos que trabajaron la tierra y cuidaron. Aliviamos el tiempo, volvemos a convertirnos en niños, cuando nombramos, cuando volvemos a ese estado en el que no sentíamos vergüenza ni pudor por preguntar, por conocer, por regresar a las huellas de los que caminaron primero. Y al fin, creo, que nos sentimos menos solos. MARÍA SÁNCHEZ

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Solo Aretha

La persona tras la voz, en cambio, tuvo lo suyo. A los 15 años nació su primer hijo, y para cuando John Hammond le puso delante un contrato de cinco discos con Columbia, tres años después, ya había tenido el segundo. Con el éxito de su etapa en Atlantic también vino el alcoholismo, y pronto empezaría a sufrir abruptos y complicados problemas de peso. Y sin embargo, la música…

Siempre fue Aretha. Alrededor de la figura femenina en el soul solo hay un pedestal, enorme y majestuoso, bajo el que se agolpan aspirantes de gran categoría. Pero, mientras que en el género masculino la discusión podría eternizarse entre Marvin Gaye, Sam Cooke, Otis Redding y algunos más, solo hubo una cantante. Solo ella. Solo Aretha. Ni siquiera le hizo falta componer demasiado, tan solo arrebatar afectuosamente las canciones de Otis Redding, de Burt Bacharach, de Don Covay o de Carole King. Cualquiera sabía que darle una canción implicaba perderla, grabarla para siempre en el inconsciente colectivo como 100% Aretha.

Fue en 1966 cuando Jerry Wexler la contrató para el sello Atlantic por 25.000 dólares: a partir de ahí todo fue vertiginoso y quedó anclado para siempre en la cultura popular. Su primer disco en el sello, I Never Loved A Man The Way I Love You, también le dio su primer éxito, inaugurando dieciocho meses de oro en los que se concentraron muchos de sus temas más memorables. Respect, Baby I Love You, (You Make Me Feel Like) A Natural Woman, Chain Of Fools, Since You’ve Been Gone, Think o I Say A Little Prayer salieron al mercado sin descanso durante ese periodo, copando lo más alto de las listas. Después vendrían muchos más pero, en ese año y medio entre 1967 y 1968, la leyenda quedó escrita.

Mientras los afroamericanos luchaban por sus derechos, ella dio un paso adelante abanderada en esas canciones, pidiendo —¡exigiendo!— respeto, demandando a la gente que pensase, aullando por la libertad y sintiéndose una mujer natural. En la América blanca de finales de los 60, enfervorizada por el pulso entre la guerra y una juventud que solo quería amarse y que pronto querría destruir el sistema desde dentro, Aretha representó las más altas cotas de excelencia negra. Young, gifted and black.

A partir de la segunda mitad de los setenta dejó atrás a su fiel Jerry Wexler, cuyas producciones le habían llevado a lo más alto, y se puso en manos de nombres como Curtis Mayfield o Luther Vandross, para espanto de algunos de sus fans clásicos. La industria no pudo con ella, aunque lo intentó: no tuvo otro mega éxito hasta su Who’s Zoomin’ Who en 1985, pero a esas alturas ya daba igual. Para entonces ya era un clásico vivo, una figura legendaria en la historia del pop, el rock y el soul.

En 1968 cantó en el funeral de Martin Luther King, y cuatro décadas después, en enero de 2009, interpretó un emocionante My Country ‘Tis Of Thee en la primera investidura de Obama, representando transversalmente el largo camino que había llevado a la población negra americana desde la lucha encarnada por el reverendo hasta el primer presidente afroamericano del país. Como artista, supo huir de los esclavizantes estereotipos estéticos, alternando entre una imagen risueña y un fuerte carácter artístico. Era dulce y apasionada, sabía acariciar y golpear, todo sin salirse del perfecto dominio de la interpretación, entendida en su máxima y más amplia esencia. Eso hizo de ella una artista universal, como Elvis, como Louis Armstrong, como los Beatles. Más allá del soul, del gospel o del pop, Aretha fue una cantante que gustó por igual al conoisseur especializado y al devoto de la radiofórmula más predecible.

Sus años de madurez quedan como una difusa etapa en la carrera de una artista más grande que la vida. Sus obras maestras ensombrecen todo lo demás. Siempre fuiste tú, Aretha, solo tú. YAHVÉ M. DE LA CAVADA

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Una sección hecha por los editores de la revista y un invitado distinto cada número, totalmente subjetiva y que no atiende a razones temporales ni de género. Recomendaciones a gogó. Sólo buena mierda. Por E L I Z A B E T H C A S I L L A S Un libro EL NERVIO ÓPTICO

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María Gainza (Anagrama, 2017) La tensión que se acumula en El nervio óptico puede llegar a dejarnos sin aliento y aturdidos, hacernos sentir vértigo, temblores, palpitaciones e incluso alucinaciones. Pero no es grave, más bien psicosomático. Simplemente son los síntomas asociados al Síndrome de Stendhal y es que, entre las miradas y los entresijos de la protagonista, lo que vamos a encontrar en esta novela son pequeñas pinceladas de este síntoma y de los cuadros y pintores que lo provocan. Rothko y las pinturas que hizo para el Four Seasons del Seagram Building –y que nunca llegó a entregar– se funden con una sala de espera de hospital, y el miedo a volar de la protagonista tiene conexión directa con la obra de Rousseau, el aduanero. Gainza fusiona la crónica familiar y la historia del arte dando como resultado un libro único, y tan sólo es su primera novela.

Por K O L D O G U T I É R R E Z Un podcast C U LT U R A FA N Diana P. (2018)

Un cómic EL PRÍNCIPE Y LA MODISTA

En apenas nueve programas, la divulgadora Diana P. ha hablado sobre videojuegos, cine, cómics, ciencia ficción y Hora de Aventuras. La organizadora de eventos culturales inició hace meses un estimulante proyecto radiofónico, como afirma su lema: hacer divulgación cultural diversa, variada y peleona. En cada episodio se rodea de expertos en la materia, especialmente mujeres, para analizar desde su perspectiva diferentes temas de actualidad, como el rigor histórico en los videojuegos, el feminismo geek, la revolución de Image en los tebeos o queerbaiting. ¿No sabes qué es? Yo tampoco lo sabía, pero gracias a Cultura Fan aprendí su significado, su relación con el capitalismo y el fandom. Hartos de tantos señoros, se agradece escuchar más voces femeninas en la podcasfera española con un discurso elaborado y meditado.

Jen Wang (Sapristi, 2018) Este cómic sobre la identidad y la tolerancia, pero también sobre la amistad, la familia y las aspiraciones personales protagonizado por un joven príncipe y una costurera poco tiene que ver con los convencionalismos a los que nos tienen acostumbrados los cuentos clásicos. A él lo que más le gusta es vestirse de mujer y salir a disfrutar de la noche parisina ocultando su identidad, y ella tiene ambición y desea convertirse en una afamada modista. Juntos elaboran creaciones maravillosas y entre tanto secretismo se labra una bella y complicada amistad. La única duda que queda es: ¿cuánto tardará en revelarse la verdadera identidad? Sin duda, una de las sorpresas más gratas que me he llevado este año.

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Un documental CAMARÓN: FLAMENCO Y REVOLUCIÓN Alexis Morante (2018) Ahora que El Niño de Elche y, sobre todo, Rosalía, están en boca de todos, y que los puristas les acusan de pervertir la esencia del auténtico flamenco, conviene echar la vista atrás y recordar cómo una figura unánime como Camarón de la Isla sufrió las mismas críticas hace 40 años. Camarón: Flamenco y Revolución sintetiza y capta a la perfección su vida personal y profesional. Sus humildes inicios, cómo revolucionó el cante jondo, pasó a ser denostado, volvió a recuperar la popularidad, se reencontró con su amigo y colaborador Paco de Lucía y su multitudinario funeral. Todo ello con entrevistas y abundante material de archivo, y narrado con la poderosa voz de Juan Diego, dando rienda suelta a ese marcado acento andaluz que suele ocultar.


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Por S A N D R O G O M A T O

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Una serie THE HAUNTING OF HILL HOUSE

Lleva 20 años en la música; en solitario, con bandas o produciendo a grupazos como Los Punsetes y La Bien Querida, pero ahora David Rodríguez ha pedido caso y es el momento de que dejemos por un instante todo lo demás y se lo hagamos. Consagración es lo más parecido a rebuscar entre la basura que el autor baja a la calle en la portada. Ahí están todas sus miserias, sus intimidades, sus juguetes rotos, algún clínex usado, una foto en casa de ella –«cómo te jodí la vida diciendo que te quería»–, una caja vacía de Ibuprofeno de la última resaca –«me hubiera gustado tanto saber lo que había que hacer»– y una entrada de cine –«conmigo ibas a dejar de buscar»–. Si La Estrella de David supiera cantar, nos cantaría. De momento, “sólo” ha sido capaz de componer diez temazos más la mejor canción en español del año. Es esa que termina diciendo «te he visto a veces de lejos», momento exacto en el que notas que algo se te rompe un poco por dentro.

Mike Flanagan (2018)

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Por V A N E S S A F E R N Á N D E Z (directora de Zinebi)

Un disco CONSAGRACIÓN La estrella de David (Sonido Muchacho, 2018)

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Un libro M A R E A A LTA Y MAREA BAJA: OREINA, CUADERNO DE BITÁCORA Koldo Almandoz (Farmazia Beltza & Txintxua Films, 2018)

A las producciones de terror actuales el modelo Netflix les sienta regular: tramas suavizadas para lograr el +13 en la clasificación por edades, personajes esterotipados y huecos y normalmente un abuso agotador del jump scare. Por eso, cuando The haunting of Hill House es capaz de superar todo eso, la alegría es doble. Mike Flanagan adapta a nuestros tiempos el clásico de Shirley Jackson y nos brinda una obra de terror madura, con las ideas claras y en la que los personajes, esta vez sí, importan. Sus primeros seis capítulos son para enmarcar, gracias a un desarrollo que nunca se torna previsible ni anodino, y en el que se puede encontrar bastante más mala leche de la que podríamos imaginar viendo el trailer.

La película vasca más vasca del año, Oreina, es acompañada por esta peculiar publicación, que sirve al lector como brújula para no perderse en esos vericuetos por los que el director ha transitado en el arduo proceso de creación. Más allá de recoger un sencillo diario de trabajo, Almandoz presenta un cuidado libro engalanado con brillantes ilustraciones de Aritz Trueba, en el que sorprende el modo de presentar todas sus anotaciones y reflexiones, varios de los esbozos del guión y del storyboard de Javier Agirre, las diferentes tentativas del cartel y demás vicisitudes atestiguando el dilatado camino, no exento de dificultades. Una atractiva y provocadora (a su modo) publicación poco común en nuestro entorno sin olvidar la máxima godardiana: no cabe olvidar que hacer cine también es pensar (en) el propio cine. 11

Un disco CIGARETTES AFTER SEX Cigarettes After Sex (Partisan Records, 2017) A las puertas de los 40, cuando la vida se revela en variopintos bandazos amorosos, y no pocas decepciones, resulta grato escuchar propuestas como esta. Lejos de sentimentalismos y melosidades postadolescentes, las letras de Greg González, casi como un sagaz susurro, exploran todo tipo de intensas experiencias amorosas y encuentros fugaces y apasionados. En sus archiconocidas canciones Nothing’s Gonna Hurt You Baby, I’m a Firefighter o Dreaming of You, las embriagadoras letras de amor lo inundan todo y te sumergen en un universo sombrío cargado de sensualidad e hipnotismo. Probablemente no exista modo más disuasivo y elegante de despedirse de una persona: «I want to stay but now it’s time so… Please don’t say goodbye…».

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Cactus «ESTA PELÍCULA ES ASÍ: son seis historias. Hay cuatro que empiezan y no terminan; terminan en la mitad. Son cuatro comienzos. Después hay una que empieza y termina, y después hay otra que empieza en la mitad y termina todo el film. La película se llama La Flor y las seis historias no tienen otra conexión entre sí que sus cuatro actrices que trabajan en todas las historias haciendo personajes diferentes. La película está hecha con ellas y, en algún punto, es sobre ellas.» Ese fue el mensaje que transmitió Mariano Llinás en el primer tráiler de su nueva obra, en 2014, cuando llevaba un lustro trabajando en ella. Tras nueve eternos años de rodaje, La Flor se podrá ver próximamente en Zinebi. Serán tres pases con pausas, ya que el muylargometraje tiene una duración de 807 minutos, casi catorce horas, algo exagerado incluso para un argentino como él. Pero la ocasión lo merece. La comparación con Boyhood es inevitable, aunque Llinás no es fan de la película de Richard Linklater, pues considera «que salió mal el experimento». El director argentino sabe mucho de experimentación, ya que forma parte de El Pampero Cine, un colectivo de cineastas que desde 2002 está renovando el séptimo arte en su país. Enclavado en el llamado Nuevo Cine Argentino, Llinás y sus compañeros han irrumpido con fuerza gracias a propuestas vanguardistas como Mundo Grúa de Pablo Trapero o La libertad y Los Muertos, de Lisandro Alonso. El director deslumbró en 2002 con su ópera prima, Balnearios, un atípico documental sobre los resorts vacaciones argentinos. Se consagró seis años después con su segundo largometraje, Historias extraordinarias, un conjunto de relatos que acaban conformando un ensayo de cuatro horas que cuestiona para qué sirve la ficción en realidad. Ambas fueron aplaudidas por la crítica y recibieron multitud de galardones. Tras el estreno de aquella se puso a trabajar en la que sería su tercera película, un proyecto mucho más ambicioso en todos los sentidos, pues redobla la apuesta de Historias extraordinarias, tanto en historias como en duración. Su propósito está claro, tal y como él mismo reconoce: «El film no pretende utilizar la experiencia previa de una actriz para dotar de una emoción particular una serie de imágenes; La Flor aspira a construir, a constituir dicha experiencia. Que esa experiencia sea el film; que los espectadores puedan ver la carrera de una serie de actrices suceder ante sus ojos, como parte de un mismo film». De esta forma, el espectador paciente será partícipe de la evolución de las cuatro actrices protagonistas, Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa que conforman el grupoartístico Piel de Lava. No hará falta que estemos familiarizados con ellas previamente, ya que a lo largo de catorce horas

Catorce horas con Pilar, Elisa, Laura y Valeria TEXTO: KOLDO GUTIÉRREZ

La nueva edición de Zinebi trae un plato fuerte de larga digestión: La Flor, la elogiada película del director argentino Mariano Llinás, de 14 horas de duración, producida entre 2009 y 2018, y que se proyectará los días 11, 12 y 13 de noviembre en los cines Golem. Como colofón, el propio cineasta estrenará en la gala de inauguración una obra de teatro con las cuatro actrices que protagonizan su filme y son su mayor atractivo.

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iremos conociéndolas, percibiendo su madurez, dudas y temores, no sólo como personajes y actrices, sino como personas. Hitchcock, Manet y Pimpinela. «El objetivo es doble: por un lado convertir a las actrices en máquinas de narrar; depositar en su cuerpo la obligación y la responsabilidad de dar cuenta de dichas ficciones, y provocar en nosotros, como gorgonas crueles, la suspensión voluntaria de la incredulidad», señala el director, «pero además, que el salto de una ficción a otra nos revele, a la larga, los verdaderos rostros de esas mujeres». Para ello, cada historia está bien diferenciada de las demás. El primer capítulo es una serie B inspirada en Hitchcock, con científicas y hechiceras de por medio. El segundo episodio es un musical con elementos de misterio protagonizado por una cantante pop, mientras que el tercero es una trama de espionaje ambientada en los 80 influida por las obras de Fritz Lang y John Le Carré, con una espía muda. El cuarto segmento es más metaficcional e improvisado y el quinto es un nada disimulado homenaje a Una partida de campo, de su admirado Jean Renoir. La última parte narra el diario de una mujer

«EL OB JETIVO ES CONVERTIR A L AS ACTRICES EN MÁQUINAS DE NARRAR» inglesa que huye de sus captores en la Sudamérica del siglo XIX. Pese a tener un estilo y una personalidad muy marcada, Mariano Llinás no elude las referencias a la cultura popular. Además de las ya citadas, el segundo capítulo parece basado en uno de los más célebres dúos de la canción argentina: Pimpinela. El sexto episodio va varios pasos más allá, al radicalizar su apuesta formal y visual: está grabada como si fueran cuadros impresionistas, inspirado por Manet, uno de sus pintores favoritos, aunque su presencia orbita por toda la obra. «En cierta manera creo que Manet es la mayor influencia de la película, está en el corazón de la cinta», confiesa el cineasta argentino. Siguiendo la idea de Llinás y las intenciones de su osado experimento narrativo, hay muchas otras películas posibles, infinitas Flores. Así surgió una sencilla pregunta en la cabeza del director: ¿Cómo era La Flor cuando aún no era La Flor, pero estaba a punto de serlo? La respuesta la podremos ver durante Zinebi, en una obra de teatro que tendrá lugar en el Arriaga. El cineasta se convierte en dramaturgo y reúne a sus cuatro actrices fetiche en otra historia imposible sobre unas cosmonautas encerradas en un cohete petrolero en medio del espacio, con naves, extraterrestres y robots averiados. Tras tanto tiempo jugando con el cine, ahora Llinás podrá probar con una nueva materia prima y moldearla a su antojo. O mejor dicho: serán otra vez Pilar, Elisa, Laura y Valeria quienes vuelvan a evolucionar ante los ojos del público. @


Cactus Florescencia

Kopano Matlwa

Alpha Decay, 2018

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Sudáfrica en busca de la paz En Florescencia, Kopano Matlwa se envalentona y expone el diario de una joven doctora ahogada por la idea de saber que aun haciendo todo lo que puede nada es suficiente en una joven Sudáfrica demasiado xenófoba, demasiado machista y demasiado supersticiosa.

TEXTO: ELIZABETH CASILLAS

LACÓNICA, FRÍA, DIRECTA. Así es la prosa de la escritora sudafricana Kopano Matlwa (Pretoria, 1985) o, al menos, lo que ha demostrado con su tercera novela, y la primera publicada en español por la editorial Alpha Decay, Florescencia. Quizás tenga que ver con su profesión, es licenciada en Medicina y tiene un máster en Ciencias de la Medicina Global en la Universidad de Oxford, o simplemente sea consecuencias de esa idea de que cuando más rápido, más indoloro. Pero esta novela corta sigue doliendo igual y de forma proporcional a las vendas en los ojos que destapa, que son muchas. Florescencia es el diario de Masechaba, una joven sudafricana (y álter ego de la escritora) que decide

estudiar medicina, aunque su primer impulso poco tenga que ver con las razones que motivan a la mayoría de los médicos: salvar vidas. Masechaba ve la medicina como una solución a sus fuertes dolores menstruales y a la vergüenza asociada a los mismos, espera que algún compañero del hospital termine realizándole la operación que muchos le niegan. Sin embargo, lo que se encuentra en las salas de urgencias van mucho más allá de lo personal: en una Sudáfrica que está lejos de cerrar las heridas del pasado, Masechaba se da de bruces con la xenofobia, el machismo, la pobreza y las extravagantes supersticiones de la sociedad que la rodea. Todo ello agudizado por un sistema sanitario sin recursos 14


menstrual dan paso a otras heridas, igualmente abiertas, pero comunes a muchos. Matlwa es tan dura y crítica con su protagonista, sin condescendencia alguna, como lo es con la sociedad que le rodea y no tiene reparos en acusar a sus coetáneos de xenófobos y machistas. «Me parece muy triste que nos hayamos convertido en aquello contra lo que luchamos durante tanto tiempo, y que tanto nos costó destruir», escribe y pone en boca de la joven zimbabuesa el discurso con el que no sólo abre los ojos a la protagonista sino también al lector: «Sabemos que nos odiamos por ser negros. Eso lo sabemos. Pero ahora también se lo mostramos a los blancos. Ahora dejamos en evidencia la lacra del odio que sentimos hacia nuestra propia raza. Les estamos probando que somos, en efecto, un pueblo necio que se desprecia. Somos dignos de compasión». Esa venda que se quita Masechaba de los ojos tiene un precio y será su cuerpo el que lo pague, luchar contra la xenofobia le llevará de forma irremediable a descubrir qué es la cultura de la violación y la violación correctiva. El último eje que hace funcionar al engranaje de la novela es la religión y, por consiguiente, toda clase de supersticiones arraigadas en parte de la sociedad sudafricana. Si bien L A NOVEL A FUNCIONA es la madre de Masechaba la devota COMO R ADIOGR AFÍA DE UNA feligresa, es ella la que no deja de S U D Á F R I C A P O S T- A P A R T H E I D rezar. Citas bíblicas abren cada C U YO D I AG N Ó S TI C O N O E S N A DA capítulo y es palpable un cierto HAL AGUEÑO aire de culpa cristiana. La creencia, proveniente de una mujer de ciencia como lo son protagonista y escritora, resulta perturbadora y, en ocasiones, difícil de el carácter depresivo de Tshiamo también esté en concebir. Pero eso es la fe. Florescencia es, en Masechaba y el vértigo a que se repita la historia permanece ahí. El ritmo frenético del trabajo le sirve a definitiva, una novela que funciona como una radiografía de una Sudáfica post-apartheid cuyo la doctora como barrera de contención, mientras uno diagnóstico no es nada halagüeño pero que, con piensa en los demás, no piensa en sí mismo. «Quiero miradas como las de Matlwa, aún conserva algo de llorar, pero implica demasiado tiempo, demasiada esperanza. Y lo hace con un relato valiente, atrevido energía. Quiero huir, escapar, pero ¿adónde? Escapar y crítico. En un momento de la novela, Masechaba requiere planificación, cálculo, organización. Siento escribe que no quiere odiar a nadie, que odiar como si me ahogase dentro de mí. ¿Es eso posible? es demasiado agotador. Y tiene razón. ¿No nos ¿Ahogarse en la misma sangre que corre por las cansamos ya lo suficiente con nuestros quehaceres venas?», se plantea Masechaba. diarios como para tener que asumir también Florescencia se sustenta sobre una estructura esa carga? Quizás en nuestro cansancio esté el piramidal donde lo personal, lo político y lo religioso optimismo. @ son sus ejes. Así la depresión, el ahogo y el fluido en el que la frase «hacemos lo que podemos» se ha convertido en un mantra que se repite cada día la protagonista. «Se lo recito a otros, y otros me lo recitan a mí», afirma la joven doctora. A Masechaba le acompaña un reducido número de personajes: una madre conservadora y fervientemente creyente; una compañera del hospital, Nyasha, emigrante zimbabuense; y una sombra, la del suicidio de su hermano Tshiamo. Tres elementos que Matlwa utiliza para cruzar constantemente la línea que separa lo personal de lo político, lo íntimo de lo público, de forma orgánica y fluída. Una radiografía de una Sudáfrica post-apartheid que reflexiona sobre la raza a través de Nyasha, personaje que profundiza en la tensión xenófoba que impera en el país; el género, la propia Masechaba es víctima de la cultura de la violación preponderante; o la diferencia de clase, palpable en cada una de las escenas que se desarrollan dentro del recinto hospitalario. Matlwa habla de lo que normalmente no se quiere hablar (o se hace más bien poco). De hecho, han tenido que ser una nueva generación de escritoras las que viniesen a escribir sobre el cuerpo de la mujer roto y magullado por la menstruación. Lo ha hecho la escritora sudafricana y, casi a la par, otra de las revelaciones de la literatura este año: Sally Rooney. La debutante irlandesa, entre fiestas, recitales de poesía y tríos amorosos, muestra con crueldad en Conversaciones entre amigos (Reservoir Books, 2018) los estragos de una enfermedad como la endometriosis. Otro peso que Masechaba soporta y oculta es el del suicidio de su hermano quien a los ojos del resto del mundo simplemente murió. Quizás porque

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Cactus Más brillante que el sol

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TEXTO: MIKEL GIL

Kodwo Eshun

Caja Negra, 2018

De música y afrofuturismo ODWO ESHUN no se considera a sí mismo crítico cultural. Ni siquiera se considera escritor después de vomitar las trescientas páginas de Más brillante que el sol (Caja Negra, 2018). Prefiere llamarse a sí mismo ingeniero de conceptos: «Eso hace que todo sea más fresco, más excitante y mucho menos conocido. Desarrollo conceptos, capto ficciones, alucinaciones de mi propio ámbito que traslado a otro, mezclándolas y viendo a dónde me llevan». Más brillante que el sol no es un ensayo posmodernista al uso. Está compuesto por una multitud de retazos, algunos hilados entre sí, otros sueltos. Parece escrito a cachos, en pequeñas sentadas y anotaciones esporádicas. La prosa ha sido canalizada a través de la ciencia ficción y con un estilo repleto de neolengua y tecnoblablá. Las metáforas son abundantes y crípticas, las referencias están aisladas y desconciertan al lector. Porque Eshun quería escribir un libro sobre música negra y sus visiones de futuro. Lo que no quería era contextualizarlo. Probablemente, Más brillante que el sol sea uno de los pocos trabajos que analizan el arte negro postcolonial sin dedicar ni dos renglones a sus motivos sociales, políticos o biográficos.

En 1998, el escritor británico-ganés Kodwo Eshun publicó su intrincado Más brillante que el sol, un ensayo experimental sobre la narrativa sonora en las distintas músicas negras: desde el jazz de finales de los sesenta al trip hop de los noventa. La editorial Caja Negra lo ha traducido veinte años después.

TEXTO: MIKEL GIL

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El libro no va de reivindicaciones, sino de expresiones. Casi se puede decir que tampoco va de música, sino de lo que Eshun llama ficción sónica. O sea, la conjunción de narrativa y sonido, siempre desde la perspectiva de la ciencia ficción y el afrofuturismo —término que apenas se menciona un par de veces en toda la obra—, el cual apareció en la música en 1968. En este año se abre una brecha que deja atrás el soul, el humanismo afroamericano y su lucha por los derechos civiles. Empieza lo que Eshun acuña como periodo afrodélico —afro y psicodelia—, y con él, un disco: Electronic Sonata for Souls Loved by Nature, de George Russell. Si bien los primeros trazos explícitos de psicodelia en el jazz comenzaron con Om (1965) de John Coltrane, un delirio gestado después de las experiencias del saxofonista con el LSD, el de Russell aporta las ambiciones futuristas. Grabado en riguroso directo en Noruega, el álbum integra jazz de vanguardia con elementos electrónicos y polirritmos de música africana. En su búsqueda de una obra panestilística, Russell se ve como un arquitecto, alguien que edifica sus composiciones de manera vertical y superpuesta, añadiendo otra dimensión al tiempo horizontal del que depende una canción.

Abducción alien. La saga literaria Lilith’s Brood de Octavia Butler narra la historia de una mujer que convive con una raza alienígena que ha llegado a la tierra con el objetivo de convivir y reproducirse con los humanos. Los temas de Lilith’s Brood entroncan en una alegoría de los afroamericanos respecto a su integración histórica en una sociedad ESHUN QUERÍA ESCRIBIR UN LIBRO predominantemente blanca. Volviendo SOBRE MÚSICA NEGRA Y SUS al libro de Eshun, los Estados Unidos VISIONES DE FUTURO. LO QUE NO son una nación alien que los negros han QUERÍA ER A CONTEX TUALIZ ARLO. habitado desde el siglo XVIII. Mujeres y hombres africanos esclavizados que mutaron en el «negro» que el estado quiso diseñar. «Y en todo ese proceso, la clave está en que en EEUU ninguno de esos humanos El lenguaje del sonido. «Los seres humanos son fueron designados como humanos. Es en la música en los órganos sexuales del mundo de las máquinas», donde se llega a percibir que los afroamericanos no le dijo Marshall McLuhan. Somos apéndice sensual y deben nada al estatus de humano». reproductivo de un mundo mecanicista. Para Eshun, Despojada de sus raíces, la cultura del esclavo el sonido es una tecnología sensorial compuesta afroamericano se tornó mental. Todo su universo de diversas máquinas. Los tambores ghaneses son estaba en su cabeza. Tenía que ser transmitido y máquinas milenarias. También las hay más modernas, luego reinventado desde cero. «En la música, si como los dubplates de los sound systems jamaicanos: escuchas a tipos como Sun Ra, parte de toda esta vinilos no comerciales para uso exclusivo de los DJs en sus pinchadas, artefactos como venidos del futuro. idea de ser un músico alienígena afroamericano es la noción de que lo humano es una categoría inútil y Pero para el autor el alfa y el omega reside en el engañosa». Por eso Sun Ra venía de Saturno. @ nacimiento de la cultura del sample con los primeros DJs del mundo analógico. Gente como Grandmaster Flash navegaban los vinilos de funk en busca de breaks interesantes, pequeños fraseos instrumentales de cuatro u ocho segundos. Estamos hablando de 1981, tiempos previos a software como Cubase en los que los DJs eran puros turntablists. Grababan desde 17

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su mesa, alternando entre dos vinilos y poniendo la aguja en el surco exacto. The Adventures of Grandmaster Flash On The Wheels of Steel le salió al cuarto intento. Con el sample, que puede durar hasta menos de un segundo, nace lo que Eshum llama «microfonema de sonido». En el lenguaje humano, la unidad mínima de significado es la palabra, compuesta por sílabas a su vez formadas por fonemas, articulaciones que por sí solas no tienen valor lingüístico. Lo mismo con el sample: es un fragmento que no tiene de por sí valor musical, pero que el DJ extrae y manipula junto a otros elementos para darle un significado completamente nuevo. Con las mesas y los sintetizadores un instrumento de música nunca se había parecido tanto a una nave espacial. El aura futurista de la electrónica era obvio, y su auge predecible. Si bien ni siquiera Eshun, que se quejaba en 1998 de que el hip hop no era tomado en serio por las audiencias generalistas, pudo vaticinar la repercusión que estos dos géneros tendrían más adelante. En las antípodas del afrofuturismo, tuvo que ser un blanco paliducho el que popularizaría el rap a nivel mundial poco tiempo después de la publicación del ensayo.


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Historia y leyenda de la asesina del hacha Más de un siglo después, el sangriento crimen de Lizzie Borden se ha convertido en uno de los más conocidos de la cultura pop. Los cuarenta hachazos con los que desmembró a su padre y a su madrastra impactaron a la sociedad de la época, aunque fue declarada inocente por «ser una mujer cristiana». Ahora, Chloë Sevigny la encarna en una película. TEXTO: ANA LLURBA ILUSTRACIÓN: ALEX RED

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LA VERSIÓN “OFICIAL” Lizzie Borden nació bajo el nombre de Lizbeth Andrew Borden en Fall River, Massachusetts, en 1860, como la segunda hija de Sarah y Andrew Jackson Borden. Cuando Lizzie tenía dos años su madre falleció y su padre contrajo matrimonio de nuevo con Abby Durfee Gray. La nueva señora Borden siempre se sintió marginada dentro de su nueva familia y despreciada por sus hijastras, Emma y Lizzie, a causa de su origen humilde. En 1887, Andrew compró una de las casas que había pertenecido a la familia de su difunta primera esposa, nombrando a Abby a como dueña y heredera. Este acto molestó a las hermanas Emma y Lizzie Borden que se consideraron excluidas de la herencia de su padre. Por eso la situación familiar empeoró y Abby se convirtió en el objeto de odio de las hermanas que comenzaron a apartarse de la rutina familiar. El 4 de agosto de 1892, Andrew, Abby y John V. Morse (hermano de la primera esposa de Andrew) desayunaban en el salón de la casa, mientras Lizzie estaba en su cuarto y Emma se encontraba en casa de una amiga. Alrededor de las nueve de la mañana, la sirvienta comenzó a encontrarse mal del estómago por lo que tuvo que salir a vomitar al jardín. El matrimonio Borden también sentía los mismos síntomas desde hacía unos días. John V. Morse fue a visitar a unos parientes mientras Andrew salió al trabajo, la criada se ocupaba de la casa y Abby Borden entró al cuarto de los invitados para no volver a salir jamás. Sobre las 10.35, Andrew retornó al hogar y al llegar se encontró a su hija Lizzie en lo alto de la escalera, cerca del cuarto de invitados. Andrew comenzó a sentirse mal y se dirigió al sofá del cuarto de estar, donde se recostó. A las once de la mañana, los gritos de Lizzie alarmaron a la criada, quien acudió en su ayuda. Lizzie afirmó que alguien había entrado en la casa y había asesinado a su padre y su

ué ocurrió con exactitud en la casa de la familia Borden en Fall River, Massachusetts, la noche del 4 de agosto de 1892 aún sigue siendo un misterio para todos. Un secreto que el paso del tiempo no ha hecho más que dilatar y enriquecer en base a los rumores, interpretaciones que se acumularon al pie de la imagen de una treintañera solterona con mirada cándida, gesto transparente y rasgos armónicos que nos observa estática desde un retrato en blanco y negro. Aunque más de un siglo después no se haya esclarecido, la imagen de Lizzie Borden ha crecido en la cultura popular americana con una voracidad solo comparable a la de Charles Manson u O. J. Simpson. Aunque, a pesar de su popularidad, ninguno de ellos podría jactarse nunca de tener su propia canción infantil, como la llamada “asesina del hacha”: Lizzie Borden, al padrazo,le pegó cuarenta hachazosy a su madre, por mirar,le pegó cuarenta más. Con la misma crudeza que subyace en las versiones originales, esta canción infantil perpetúa en la memoria de las nuevas generaciones el recuerdo de Lizzie Borden. Los varios registros documentales que han quedado de los hechos que ocurrieron esa misteriosa mañana evidencian que la promoción del morbo no es solo un producto de la nuestra época. En cualquier página sobre asesinos seriales se pueden ver y no hace falta reproducirlos. Pero empecemos por el comienzo.

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GRACIAS AL HALO DE MISTERIO Y MELODRAMA VICTORIANO QUE CUBRIÓ SU TRAGEDIA FAMILIAR, LIZZIE BORDEN SE CONVIRTIÓ EN UN ÍCONO DE LA CULTURA POPULAR AMERICANA

EL PERSONAJE Gracias al halo de misterio y melodrama victoriano que cubrió su tragedia familiar, Lizzie Borden se convirtió en un icono de la cultura popular americana. Además de la mencionada cancioncilla infantil, su caso también inspiró una ópera (Lizzie Borden, 1965), recientemente actualizada como un musical punk a lo Rocky Horror Picture Show (Lizzie: The Musical, 2017). En 2014 se lanzó un biopic para televisión, Lizzie Borden Took an Ax, protagonizado por nada menos que Christina Ricci, que además contó con un spinoff llamado The Lizzie Borden Chronicles. Además de la televisión, también está presente en la ficción literaria. La escritora británica Angela Carter le dedicó dos relatos: El tigre de Lizzie y La

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madrastra mientras ella se encontraba en el patio. La criada llamó al médico de la familia, a los vecinos y a la policía para denunciar el doble asesinato: los cuerpos de Andrew y Abby Borden habían sido desmembrados con más de cuarenta hachazos cada uno. A pesar de todas las pruebas incriminatorias, el fiscal declaró a Lizzie Borden inocente por «ser una mujer perteneciente al sexo que todos los hombres de bien debían honrar, una mujer cristiana, toda una señora, igual que sus esposas y la mía, una mujer a la que consideramos incapaz de cometer un crimen». Al escuchar el veredicto, Lizzie se largó a llorar y rogó que la llevaran a casa. Cambió su nombre por el de Lizbeth A. Borden, vivió una vejez tranquila y murió el 1 de junio de 1927.


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Mi amigo es un asesino serial: una aproximación a

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a pulsión del coleccionista. Una timidez exagerada. El deseo homosexual reprimido. El divorcio de sus padres. Una curiosidad obscena por descubrir qué hay debajo de los huesos de los seres vivos. El precoz alcoholismo. La sublimación de la frustración sexual. El deseo de dominio y control sobre sus objetos de deseo. Son varias las hipótesis que los psiquiatras forenses lanzaron sobre el caso de Jeffrey Dahmer, más conocido como ‘El carnicero de Milwaukee’ y unos de los asesinos serial más famosos de la historia. Con una subyugante interpretación de parte de la ex estrella de Disney Ross Lynch, Mi amigo Dahmer (2017), el director Marc Meyers llevó a la gran pantalla uno de los mejores documentos para acercarse a este personaje, sin acudir a las páginas de la crónica negra. Mi amigo Dahmer (Astiberri, 2015) de Derf Backderf ofrece un paseo por la adolescencia de uno de sus compañeros de clase. Un chico solitario, alto, algo excéntrico y con un humor muy negro que poco menos de una década después se convirtió en uno de los más temibles asesinos en serie de la historia de los Estados Unidos. El creador de esta novela gráfica, Derf Backderf, fue compañero de Dahmer en el

instituto y supo captar en esta obra precisa y documentada su progresivo alejamiento de la sociedad y encierro en las obsesiones personales que le llevaron a matar a 17 jóvenes y hombres entre 1978 y 1991, así como a practicar la necrofilia y hasta el canibalismo con sus cuerpos. Espoleado por la necesidad de mostrar la cara más compleja de Dahmer, alejándose del típico tono de exploitation de la crónica negra, Backderf nos hace testigos de esta historia de juventud. Un oscuro relato de iniciación donde se nota el progresivo declive psicológico de su protagonista 22

y sobre todo la soledad y una cierta desidia por parte de la familia y la institución escolar. Así es como el autor nos hace seguir de cerca la personalidad de Dahmer, su obsesión con los cadáveres de animales que coleccionaba en frascos de formol en una caseta en el fondo de su casa en un acomodado barrio de Milwaukee. A esta fascinación con la morbidez de los cuerpos se le superpone su recién descubierta atracción por otros hombres, que para un adolescente en los setenta debía de ser muy difícil de expresar y canalizar. Elogiada por Robert Crumb y James Ellroy, receptora del Premio revelación 2014 en el Festival Internacional del Cómic de Angoulême y nominada a la mejor obra extranjera en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2015, Mi amigo Dahmer ofrece una mirada compleja sobre la soledad y la introversión en la adolescencia. Sin sumergirnos en vericuetos psicológicos, la novela representa el mundo adolescente en Estados Unidos en los setenta, brindando un contexto para las condiciones de emergencia y falta de contención social y psicológica, la intemperie y la soledad vital que determinaron los perturbadores crímenes posteriores del Dahmer adulto. @


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EL CASO DE BORDEN HA SERVIDO DE INSPIRACIÓN INCLUSO PARA UNA AUTORA COMO MARGARET ATWOOD

matanza a hachazos de Fall River (Quemar las naves, 2017). El primero recrea la mirada infantil de una pequeña Lizzie subyugada por un tigre que llega en un circo al pueblo. El segundo, en cambio, recrea en más de quince páginas el escenario previo a la famosa masacre. En un elegante ejercicio de narrativa posmoderna, Carter logra atraparnos con una historia cuyo final ya conocemos. Su objetivo no es mantener nuestra atención hasta el desenlace sino meternos en la piel de sus protagonistas y el escenario, una calurosa y asfixiante mañana de verano, con su prosa erudita, plena de imágenes sensoriales («el horror amniótico de la pescadería»). Así es como el sugestivo relato acabará momentos antes de que se desate el caos, como una ampolla a punto de estallar. El caso de Lizzie Borden también ha servido de inspiración para otra autora reconocida como Margaret Atwood. Ligeramente inspirada en Bridget Sullivan, la criada irlandesa de Lizzie Borden, la eterna candidata canadiense al Nobel creó la novela Alias Grace (1996). Se trata así de una construcción caleidoscópica sobre la escurridiza identidad de

una mujer inmigrante, una presunta asesina del siglo XIX, que contó con una cuidada adaptación televisiva, una miniserie homónima de seis capítulos de la CBC. Al igual que Atwood, una reciente película vuelve a poner el foco en el rol de Bridget Sullivan, la sirvienta irlandesa. Sin fecha de estreno aún en España, Lizzie (Craig William Mcneill, 2018) cuenta con Chloë Sevigny en el papel de Lizzie y Kristen Stewart encarnando a su mucama irlandesa. El film fue recientemente presentado en la selección oficial de Sundance y, si prestamos atención al tráiler, es evidente que el misterio en torno a la solterona Lizzie y la masacre de Fall River todavía tiene mucho hilo narrativo del cual tirar. @

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9:17 AM: ACOSTARSE CON UNA FUENTE En un momento histórico en el que los periodistas y sus métodos cuentan con menos credibilidad que nunca, nos preguntamos cómo afecta a la profesión la fantasía sexual de la periodista “zorrilla” que Hollywood lleva perpetuando desde hace décadas. TEXTO: ELIZABETH CASILLAS

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a ficción audiovisual, tanto en cine como en televisión, lleva años arrojando una serie de conductas estereotipadas sobre las mujeres que se han convertido en clichés absurdos y, por ridículos, cómicos. Desde los años 50 hemos visto a mujeres vestidas con camisas de hombre en una infinidad de escenas postcoitales que, si bien en un época más mojigata podía servir como elipsis visual, en la actualidad es tan cliché como la incapacidad de las féminas para subirse la cremallera de un vestido o el jersey de punto blanco enorme que se pondrá toda señora de bien que vaya a la playa 24


Cactus fuera de temporada de bikinis y bañadores. Aunque estos estereotipos se centran en la vestimenta de la protagonistas, y pueden ser más o menos inocentes o estrafalarios, hay otros que no lo son tanto. Por ejemplo, la fantasía sexual hollywoodiense de que las periodistas se acuestan con sus fuentes y entrevistados ha sido tantas veces llevada a pantalla que hasta tiene un nombre en inglés, slutty journalist, que podemos traducir como “periodista zorrilla”. Y no precisamente por su astucia. Heridas periodísticas. Uno de los casos más recientes es el de Camille Preaker, la protagonista de Heridas Abiertas interpretada por Amy Adams. En esta adaptación de una novela homónima de Gillian Flynn, la periodista es enviada a Wind Gap, su ciudad natal, para investigar la desaparición y el asesinato de dos jóvenes muchachas. Aunque es cierto que la miniserie de HBO ya parte de un argumento que podemos englobar dentro del grupo de series de “chicas muertas” —como lo fue Twin Peaks o más recientemente True Detective o Top of the Lake—, solventa bastante bien este estereotipo al colocar a la mujer en los tres pilares de la historia: la víctima, la investigadora y la verdugo. Sin embargo, el personaje de Camille Preaker se convierte en insalvable en este sentido, ya que vuelve a caer en el cliché de periodista zorrilla. La mujer que interpreta Adams está muy alejada de lo que es una periodista profesional. Más allá de que siempre esté ebria, su enfoque del caso es mediocre, ignora a muchas fuentes potenciales, miente a su editor y es extraño verla documentar alguna de sus entrevistas. Además, Camille Preaker termina acostándose con uno de los sospechosos del caso, y su principal fuente de información y, por si esto fuera insuficiente, también lo hace con el policía que investiga el caso, o lo que es lo mismo, la fuente oficial. No es de extrañar que al personaje de Amy Adams le coronen en la prensa –la de verdad, no la de ficción– como la peor reportera del mundo. Apuntaba Sophie Gilbert en un artículo para The Atlantic que, a pesar de que programas como Heridas abiertas no pretenden ofrecer una crítica seria a los periodistas y sus métodos —en el caso de Camille sirve para mostrar cómo se sabotea a sí misma en cada momento– estas representaciones importan, especialmente en un momento histórico en el que los estadounidenses confían en los periodistas y sus métodos menos que nunca. Quizás precisamente por el actual panorama político y su relación con los medios, otra de las periodistas que fue duramente criticada y dio para hablar, y mucho, fue la interpretada por Kate Mara en House of Cards. En la serie, Zoe Barnes no tiene ningún problema moral en acostarse con sus fuentes para lograr la mejor historia posible y escalar en su trabajo. Cegada por la ambición, termina por convertirse en una profesional

< En Heridas Abiertas, Camille Preaker, el personaje interpretado por Amy Adams, tiene un enfoque del caso mediocre, apenas documenta sus entrevistas y termina acostándose con su principal fuente y con un policía.

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En House of Cards, Zoe Barnes, interpretada por Kate Mara, no tiene reparos en acostarse con sus fuentes para lograr la mejor historia posible.

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LA “PERIODISTA ZORRILLA” ES ESA FANTASÍA SEXUAL HOLLYWOODIENSE EN LA QUE LAS PERIODISTAS SE ACUESTAN CON SUS FUENTES


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EN UN MOMENTO EN EL QUE LOS LECTORES CONFÍAN EN LOS PERIODISTAS MENOS QUE NUNCA, ESTAS REPRESENTACIONES IMPORTAN Spotlight, basada en hechos reales, es uno de los pocos casos en los que vemos una conducta normal y positiva de una periodista, gracias al personaje interpretado por Rachel McAdams.

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fácilmente manipulable. Su compañera, Janine Skorsky, reconoce en una conversación que «se la chupaba, pajeaba y follaba a cualquiera por una buena historia», aunque poco después le avisa de que «no merece la pena abrirse camino follando». Skorsky tiene moral, pero normaliza el hecho de acostarse con las fuentes. Al final una queda apartada de la profesión, la otra muerta. No es de extrañar entonces que las periodistas que trabajan en Washington cada día considerasen a House of Cards, por entonces serie estrella de Netflix, como un insulto grotesco o que, como apuntaba Hadley Freeman en un artículo para The Guardian, se tengan que enfrentar a situaciones absurdas en las que amigos y conocidos les pregunten si ellas también se acuestan con los famosos a los que entrevistan. Más allá de la fantasía hollywoodiense. Tanto Camille Preaker como Zoe Barnes o Janine Skorsky están muy alejadas de otra periodista a la que pudimos ver en la gran pantalla a comienzos de 2016. Rachel McAdams se ponía en la piel de Sacha Pfeiffer en Spotlight de Tom McCarthy, una cinta que documentaba la investigación de un grupo de periodistas de The Boston Globe. Conocidos como el Spotlight Team, estos periodistas terminaría destapando uno de los mayores escándalos de la iglesia católica: los casos de abusos sexuales a menores que durante décadas fueron perpetrados dentro de la Iglesia. En la película lo que vemos es a una mujer rigurosa y que termina anteponiendo sus intereses profesionales por encima de los personales. Probablemente tiene que ver, y mucho, que Spotlight esté basada en hechos reales y Rachel McAdams interprete a una profesional que, entre otros reconocimientos, cuenta con el Premio Pulitzer por Servicio Público recibido en 2003 por el trabajo realizado en el equipo de Spotlight. Entonces, queda preguntarse: ¿qué alternativas hay a la periodista zorrilla más allá de las interpretaciones de casos reales? ¿Hay esperanza? Lamentablemente, no mucha. En el ensayo colectivo Sexo, mujeres y series de televisión (Continta me tienes, 2015), la escritora, directora de escena y

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dramaturga María Folguera centraba su artículo en la representación de las jefas en las series de españolas de las últimas décadas. Una de las primeras ficciones que incurrió en las posibilidades de la profesión como fuente de intriga y acción, aupada por Médico de familia (1995-1999), fue precisamente Periodistas (1998-2002), una serie que narraba el día a día de la redacción del diario Crónica Universal. Como era de esperar, aquí también se cae en el cliché estadounidense de la periodista zorrilla, aunque en este caso Ana Ruiz —jefa de local interpretada por Alicia Borrachero— termina acostándose con uno de sus compañeros. Sin embargo, más molesto que este cliché es la dicotomía de las mujeres en el ámbito laboral. Por un lado, están esas mujeres a las que definen «con carácter» y que terminan englobadas bajo el doble estereotipo de mandona/solterona como el caso de la propia Alicia Borrachero, pero sobre todo de Amparo Larrañaga que interpreta a la subdirectora del periódico Laura Maseras en Periodistas o Inma (Isabel Serrano), la jefa de programación de la emisora donde trabajaba Alicia (Lydia Bosch) en Médico de familia. «Que sea complicado manejarse en el ámbito laboral no significa que la que lo intente se convierta irremediablemente en una intratable misántropa en general y misógina en particular», apuntaba María Folguera en el libro. Por otro lado, estaba la periodista adorable, la perfecta compañera, como era el caso de Alicia Rocha (Esther Arroyo), a quien todo el mundo llama “Ali” y definen como dicharachera y graciosa. Redactora de cultura y sucesos, Arroyo en este caso cae en el doble estereotipo de inocente/ víctima. Ali, con su carácter jovial y “promiscuidad” —la definición del personaje incluye joyas como «colecciona ligues cada dos por tres»—, termina castigada cuando es violada. En definitiva, ninguna de las alternativas parecen dar una imagen muy real de lo que una periodista es, y mantienen un fuerte impulso por perpetuar ideas machistas como que para ser jefa hay que fracasar en lo personal. Y no parece que esto tenga intención de cambiar, como hemos visto en la recientemente estrenada El reino de Rodrigo Sorogoyen, en la que se muestra a una periodista como una mujer ambiciosa, capaz de hacer cualquier cosa por escalar en lo profesional. En 2015, la página de humor The Toast, publicaba un post con el título Un día en la vida de una reportera de ficción. La agenda comenzaba a las 9:17 am con la anotación “acostarse con una fuente”; a las 10:00 am tocaba acostarse con el jefe y a las 2:27 pm, sexo en la redacción. Era solo un chiste bastante gracioso, pero que está durando demasiado tiempo. Igual es el momento de que Hollywood acabe con la fantasía sexual de las periodistas y les dejen ser lo que verdaderamente son. @


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El director Raúl de la Fuente ha conseguido cumplir su sueño tras diez años de duro trabajo: trasladar a la gran pantalla las aventuras del mítico reportero polaco en formato animado. El resultado es Otro día más con vida, una película intensa, emotiva y trepidante, realizada desde las entrañas, para poner cara a héroes anónimos que lucharon por la revolución de Angola en los 70. El homenaje que el periodista y muchos libertadores se merecen.

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de las tinieblas

TEXTO: KOLDO GUTIÉRREZ

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l cine de animación sigue sin poder quitarse de encima ese estigma de “dibujitos para niños”, pese a que cineastas reputados venidos de la acción real como Wes Anderson o Charlie Kaufman sigan demostrando que hay vida más allá de Pixar. Así que Otro día más con vida era un proyecto irrealizable, casi una quimera: un director navarro, experto en documentales y cortometrajes, quería adaptar la novela más conocida del reportero Ryszard Kapuściński y convertirla en un largometraje de animación. Tras diez años dando vueltas, Raúl de la Fuente ha cumplido su sueño y de qué manera; tras su paso por prestigiosos festivales como Cannes y Annecy, la película acaba de ganar el premio del público en Egipto y Zinemaldia. «La idea original se nos ocurrió a Amaia Remírez, de Kanaki Films, y a mí en 2008», cuenta Raúl tras la premiere en Azkuna Zentroa, «así que tuvimos que comprar los derechos del libro, buscar socios para financiarla y pensar la historia». Pero, ¿por qué esa obsesión por la obra de Kapuściński? El considerado “maestro de reporteros” narró en multitud de reportajes y libros algunos de los conflictos bélicos más relevantes del mundo entre los años 60 y 80. Gracias a su visión, valentía y sabias palabras supimos de primera mano sobre guerras, revoluciones y golpes de Estado que se producían en África, su

continente favorito, mientras el mundo estaba más pendiente de la Guerra Fría que estaba teniendo lugar entre Estados Unidos y la URSS sin prestar atención a esa parte del tablero donde se libraron algunas batallas importantes. El reportero polaco, que fue Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003 por «su preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje», publicó Un día más con vida en 1976. Considerado su mejor libro, que sigue siendo lectura obligada en muchas facultades de periodismo, narra la descolonización portuguesa de Angola en 1975, donde estuvo durante tres meses, y sus terribles consecuencias: una guerra civil que asoló la región hasta hace muy poco. Es fácil entender la fascinación de Raúl de la Fuente con ese libro. «Desde muy joven había admirado a Kapuściński. Leía una y otra vez con voracidad sus libros y mis preferidos eran los dedicados al continente africano. Cada libro era una nueva aventura también para mí, un nuevo viaje y veía algo en ellos que trascendía a los textos escritos, eran películas», explica. Al igual que su ídolo, el director ha recorrido el mundo rodando y buscando historias en infinidad de países como India, Angola, Laponia, 28


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Sierra Leona, Argelia, Mongolia, Etiopía, Venezuela, Perú, Cuba, Bolivia, Guatemala, Ecuador, Rusia, Kazajstán, Polonia, Haití… Se dio a conocer en 2006 con Nömadak Tx, una mezcla de documental y roadmovie donde los integrantes del grupo Oreka Tx viajan por diferentes pueblos del mundo compartiendo con ellos la música de su txalaparta. En 2014 ganó el Goya al mejor cortometraje documental por Minerita, que relataba la historia de tres mujeres que trabajan en las minas de Potosí en Bolivia.

GRACIAS A KAPUŚCIŃSKI SUPIMOS DE PRIMERA MANO SOBRE GUERRAS, REVOLUCIONES Y GOLPES DE ESTADO QUE SE PRODUCÍAN EN ÁFRICA EN LOS 60 Y 70

Escritura visual. Pese a que nunca había trabajado con animación, Raúl tuvo claro desde el principio que la película debía ser realizada mediante esa técnica, «porque el estilo narrativo de Kapuściński es tan visual que las imágenes te vienen rápidamente a la cabeza». En su búsqueda por el mundo dio con el estudio Platige Image, ubicado precisamente en el país natal del reportero. Llegaron a un acuerdo y así Demon Nenow se convirtió en codirector del filme y 29

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DE L A FUENTE: «VIAJAMOS A ANGOL A Y SEGUIMOS LAS HUELLAS DE KAPUŚCIŃSKI DURANTE 40 DÍAS, BUSCANDO A LOS PERSONAJES DEL LIBRO QUE AÚN SEGUÍAN VIVOS»


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se ha ocupado principalmente de todo lo relacionado con la animación. Juntos, tras cuatro años de duro trabajo, en 2012 lanzaron un impactante teaser que apareció de la nada y nos dejó a todos boquiabiertos gracias a su combinación de animación 3D más o menos tradicional, con momentos oníricos oscuros y entrevistas. «Viajamos a Angola en 2011 y seguimos las huellas de Kapuściński durante cuarenta días, buscando a los personajes del libro que aún seguían vivos casi cuatro décadas después», rememora el director navarro. De esa forma fueron reescribiendo el guión, aportando nuevas ideas y elementos en base al material que iban consiguiendo, para que no fuera una simple traslación literal del libro original, sino algo más complejo, con más capas y actualizado a la Angola de hoy. «El proyecto fue creciendo en ambición al incorporar elementos de la realidad y sus supervivientes en un proceso creativo sin fin, hasta una semana antes de empezar a moverla por festivales». Tantas idas y venidas, en vez de perjudicar, enriquecieron enormemente el resultado final. El Ministerio de Defensa angoleño puso a su disposición aviones militares, helicópteros y soldados para facilitar su labor en el país. «Eso nos proporcionó un material irrepetible», admite. También de casualidad consiguieron metraje de una de las escenas más emotivas de Otro día más con vida: la carismática guerrillera Carlota, que luchó en el bando comunista, aparece en unas bellas imágenes en blanco y negro grabadas por uno de los protagonistas con su rudimentaria cámara. La orgullosa luchadora le hizo al reportero una escueta petición: «Asegúrate de que no nos olviden», y ése se convirtió en el leit motiv de su trabajo y en el de la propia película, la idea de dejar huella. Tanto Kapuściński como los codirectores consiguen homenajear a los protagonistas anónimos de una guerra a la que en el primer mundo apenas se prestaba atención, pero que fue esencial en el devenir de la geopolítica internacional. La película capta a la perfección el idealismo del protagonista, su cabezonería le lleva a exponerse a situaciones peligrosas y estar al borde de la muerte en más de una ocasión, especialmente al no pasar desapercibido debido a su color de piel. Afiliado

al partido comunista y defensor de las causas perdidas, no duda en exponerse en pos de la noticia. Los codirectores aprovechan las posibilidades que ofrece la animación para meternos en la cabeza del periodista, hacernos partícipes de sus temores, dudas y dilemas morales a través de espectaculares recursos visuales que en algunos momentos recuerdan más al mejor anime, propio de Satoshi Kon o Mamoru Oshii, que a la plana animación occidental a la que estamos tristemente acostumbrados. Además, ello contribuye a una de las máximas Kapuściński, que Raúl de la Fuente también hace suya: no aburrir. Ni siquiera las entrevistas grabadas en imagen real frenan el vertiginoso ritmo de la película, ya que están integradas de manera orgánica con el resto del relato. «Son unas respuestas a las preguntas de Kapuściński, que años después escribió un epílogo cuestionándose qué había sido de su querida Angola y de los amigos que dejó allí», señala el director. El largometraje de Nenow y de la Fuente es intenso y emotivo, en sus apenas 90 minutos agarra al espectador y no lo suelta, pero sin saturarle con información compleja de un tema para muchos desconocido. Farrusco Kurtz. Es mérito de sus autores que una historia como esta resulte trepidante en todo momento, pese a que a mucha gente no le interesa lo que ocurre en África, y menos aún hace cuarenta años. Para ello se inspiran en El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad, y en Apocalypse Now, al narrar el viaje al infierno de un protagonista y su 30


«NUESTRA INTENCIÓN ERA QUE EL ESPECTADOR SE SINTIERA COMO SI FUERA EL COPILOTO DE KAPUŚCIŃSKI EN UNA SITUACIÓN ÉPICA» ansiada búsqueda de una persona casi mitológica, de la que todo el mundo habla, pero nadie parece conocer. El comandante Farrusco formaba parte del ejército portugués, pero se cambió de bando para defender a los angoleños, y su pequeña unidad era la última que aguantaba la frontera sur. Así, Farrusco se convierte en el coronel Kurtz particular de Kapuściński, que hará lo que sea por comprobar si esa figura romántica existe realmente, sigue viva y está dispuesta a concederle una entrevista. Otro día más con vida remite a otra compleja cinta de animación que hace años sacudió conciencias y sembró cierta polémica: Vals con Bashir. La película del director israelí Ari Folman era muy crítica con su propio gobierno a la hora de mostrar el conflicto de Palestina. Ambas agarran de la pechera al espectador para mostrarles guerras ajenas y se posicionan ideológicamente del lado de las víctimas, y emplean la animación como herramienta para contar historias reales de manera adulta, con crudeza y sin concesiones. La parte técnica, que podría haber restado credibilidad al argumento o resultar demasiado fría, es bella y evocadora. Gracias a la captura de movimiento, hasta los gestos más pequeños y sutiles parecen naturales. Y su fotografía e iluminación recuerdan al cómic y contribuyen a generar una atmósfera opresiva incluso en los momentos de más acción, como en un tiroteo grabado con cámara al hombro que aumenta la tensión como si estuviéramos allí mismo. «Nuestra intención era que el espectador se sintiera como si fuera el copiloto de Kapuściński», sentencia Raúl, «que viviera intensamente en primera persona la historia de alguien legendario en una situación épica». Y lo consiguen con creces. Otro día más con vida es un conmovedor viaje a un terreno desconocido para la mayoría, donde el periodista se convirtió en escritor y activista. En estos tiempos de fake news y auge del fascismo, conviene releer a Kapuściński para entender mejor el mundo. @


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DR NES EN LA G R E C I A CLÁSICA De las fantasías de violación a las mujeres con espada. Los sectores más reaccionarios del mundo de los videojuegos se enfrentan a la realidad.

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La identidad gamer y el miedo al cambio TEXTO: EVA CID

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cuenta que una gran parte del público sigue teniendo problemas con la inclusión de mujeres y diversidad, pero no con las violaciones. Existe una porción muy elevada de videojugadores –grupos que comparten una identidad gamer de cariz ultraconservador como algo a preservar frente la agenda feminista y la corrección política– que todavía hoy estarían dispuestos a defender un juego de violaciones en nombre de la libertad creativa de sus autores pero a los que la inclusión de mujeres y personas diversas en el sector les parece una maniobra forzada, casi como una cesión al chantaje, para satisfacer las demandas de las feministas y el “lobby LGBT”. Poco después del lanzamiento de Custer’s Revenge, Atari demandó a Mystique por el contenido ofensivo del juego, alegando que dañaba el nombre y la reputación de la compañía. En diferentes estados de USA se organizaron movimientos para exigir que el juego se retirara de la venta. Oklahoma City prohibió el juego por completo. Representantes de los derechos de las mujeres y los nativos norteamericanos organizaron una protesta en Nueva York, calificando el juego de “absolutamente repugnante” y alegando que se trataba poco más que de “un ataque y una violación”. Sin embargo, la mayoría de las críticas y protestas que el título de Mystique recibió en su día procedían de ámbitos externos al sector del videojuego y su público habitual. Aunque no tardó mucho en ser retirado de las estanterías, la controversia que había generado en tan poco tiempo provocó un aumento de la demanda y el juego logró vender alrededor de 80.000 copias hasta el momento de su retirada. Por su parte, Joel Miller, su creador, intentó excusarse refiriendo que se trataba de un juego de tono desenfadado y que el personaje simplemente estaba seduciendo a la mujer, y ella participaba, dispuesta.

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L 13 DE OCTUBRE DE 1982 se lanzó Custer’s Revenge, un videojuego publicado por Mystique para la Atari 2600. Mystique era una compañía especializada en videojuegos pornográficos (Beat ‘Em & Eat ‘Em, Bachelor Party), y una de las muchas empresas de principios de los ochenta que vieron en el floreciente mercado de los videojuegos una forma de ganar dinero rápido. Pese a tratarse de un título mediocre, Custer’s Revenge rápidamente se hizo famoso por su propuesta, y por la polémica que sobrevino tras su lanzamiento. En el juego, el jugador controlaba el personaje del general George Armstrong Custer, un oficial de caballería del Ejército de los Estados Unidos que participó en la guerra de Secesión y en las guerras Indias, y que murió en la batalla de Little Bighorn, en Montana, contra una coalición de tribus encabezadas por Caballo Loco y Toro Sentado. El avatar del juego representaba a este hombre, que no llevaba más atuendo que un sombrero vaquero, un pañuelo y unas botas, y que presentaba una visible erección. La mecánica se basaba en superar una serie de obstáculos hasta conseguir el objetivo, que no era otro que violar a una mujer india que permanecía desnuda atada a un poste. Así, la propuesta de Custer’s Revenge nos conminaba a movernos de izquierda a derecha para evitar una lluvia de flechas que caía del cielo mientras intentábamos penetrar a una mujer inmovilizada. El pasado 12 de junio de 2018 Sony inauguró su conferencia en el E3 de Los Ángeles, la feria de videojuegos más importante del mundo, con un vídeo del esperadísimo The Last of Us 2, de la desarrolladora Naughty Dog, en el que Ellie, la joven coprotagonista de 19 años, compartía con otra chica un momento de intimidad romántica que concluía con un beso en los labios. Ese beso lésbico, proyectado en la presentación de uno de los lanzamientos más esperados por una marca multinacional de la envergadura de Sony, fue toda una declaración de intenciones y un síntoma de que las cosas, afortunadamente, están cambiando en una de las industrias más misóginas y sexistas del arte y el entretenimiento actual. Ya sabemos que a las grandes empresas les importan poco las luchas por la justicia social, pero que en una de ellas haya espacio, en primera línea de visibilidad, para la representación de una adolescente lesbiana con un rol protagonista –y no como una nota a pie de página cargada de clichés– es una buena noticia, sobre todo si tenemos en

EL BESO LÉSBICO CON EL QUE SE PRESENTÓ THE LAST OF US 2 FUE TODA UNA DECLARACIÓN DE INTENCIONES Y UN SÍNTOMA DE QUE LAS COSAS ESTÁN CAMBIANDO 33

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En Assassin’s Creed Odyssey podemos elegir el protagonista, Alexios o Kassandra, pero sus autores lo han diseñado pensando en ella

La heroína de Esparta. Algo parecido ha ocurrido con el reciente lanzamiento de Assassin’s Creed Odyssey, nueva entrega de la popular franquicia de Ubisoft. La aventura, ambientada en la Grecia de Pericles, ofrece dos vías alternativas de juego: la de la protagonista femenina, Kassandra, y la del protagonista masculino, Alexios, cada uno con sus particularidades. El juego, además, tiene opciones de romance con personajes de cualquier género en el caso de ambos. No obstante, Jonathan Dumont, el director creativo del juego, reveló que aunque Alexios y Kassandra tienen su propia historia independiente a disposición de la libre elección de los jugadores, la historia original se concibió para ella. Kassandra es la protagonista canónica de la aventura, revelación que no ha sentado demasiado bien en algunos sectores del público porque, de nuevo, sospechan que es fruto de agendas y presiones externas. Lejos de reconocer que el sesgo de todas estas reacciones se debe al machismo y la misoginia que parecen inherentes al colectivo de los gamers auténticos, la razón a la que apelan todas estas voces críticas es la credibilidad. La inclusión de mujeres en los videojuegos no es creíble porque no

Existe un sesgo muy claro con el que estos gamers, guardianes de las esencias, valoran la idoneidad de un producto: la presencia positiva de mujeres o diversidad. Cuando se presentó oficialmente Battlefield V, el nuevo juego de la popular franquicia de EA ambientado en la Segunda Guerra Mundial, una marea de voces discordantes inundó las redes sociales. El motivo: la protagonista es una mujer. Una mujer con discapacidad, además, pues lleva una prótesis ortopédica. La polémica que surgió en torno a la nueva entrega de la saga llevó a algunos usuarios de Twitter y Youtube a promover la campaña #NotMyBattlefield contra el videojuego, y el tráiler internacional con que se anunció se convirtió rápidamente en el peor valorado de toda la franquicia. Afortunadamente los responsables del estudio no tardaron en pronunciarse. Oskar Gabrielson, general manager de DICE, afirmó en Twitter que la elección de personajes femeninos está aquí para quedarse, junto al hashtag #everyonesbattlefield, y Patrick Söderlund, jefe de creativos de EA, declaró en una entrevista a Gamasutra que la desarrolladora no está interesada en aguantar ataques ilegales por diversificar el espacio de juego. «Defendemos la causa, porque creo que las personas que no lo entienden tienen dos opciones: o aceptarlo, o no comprar el juego».

TODAS ESTAS REACCIONES FURIBUNDAS SON FRUTO DE LA PROGRESIVA PÉRDIDA DE “PRIVILEGIOS” COMO JUGADORES 34


Cactus este numeroso grupo de usuarios, la suspensión de incredulidad se aplica a todo lo que aparece en un videojuego excepto si lo que aparece es una mujer con cierto nivel de agencia. Solo saltan las alarmas del rigor histórico en un determinado videojuego cuando éste se ve turbado por la presencia de mujeres. En cambio, la aparición de drones o unicornios que desprenden estelas de colorines a su paso no parece levantar suspicacias en la Grecia de las guerras del Peloponeso. Todas estas reacciones furibundas, nacidas de ese sentimiento identitario cimentado en décadas de producciones de un sexismo recalcitrante, son fruto de la progresiva pérdida de “privilegios” como jugadores. Ya no son los chicos especiales. El sector lleva años abriéndose cada vez más a nuevas inquietudes y, con ello, a nuevo público. Quizá lo forzado no es incluir personajes homosexuales o mujeres, quizá lo forzado es que hasta hace poco los creativos no pudieran hacerlo por ser un mercado fuertemente estereotipado con unas campañas de marketing que reforzaban el perfil de su público objetivo, al mismo tiempo que excluían al resto del público potencial. No se me ocurre que muchas niñas o mujeres quisiéramos jugar al juego del general Custer, pero desde luego que queremos jugar con Kassandra, la heroína de Esparta. @

es históricamente fiel a la época o conflicto en que se basan. Pero esta justificación no se sostiene, y no lo hace por diferentes motivos. El primero de ellos es que la inmensa mayoría de videojuegos está muy lejos de buscar realismo o verosimilitud histórica en sus recreaciones, tramas y mecánicas de juego. No solo introducen multitud de elementos fantásticos en sus historias, sino que las propias mecánicas distan mucho de reproducir habilidades realistas. El segundo motivo es que esto es falso. Es falso que no hubiera mujeres luchando en la Segunda Guerra Mundial, o que no existieran mujeres guerreras en diferentes civilizaciones del mundo antiguo. Pero para conocer esto hay que acudir a más fuentes que las de un imaginario audiovisual que también está sesgado por la mirada masculina. Que tenemos un grave problema estructural de machismo y misoginia en cualquier ámbito social es indiscutible, pero éste se hace evidente de forma especialmente sangrante en el sector del videojuego. Y no sería tan preocupante si no fuera por el alcance que tiene el medio, por su potencial educacional y normalizador, y porque en torno a él se cultiva un fuerte sentimiento de identidad y pertenencia que en muchos casos se refuerza con comportamientos abusivos, una maquinaria que se pone en marcha al menor síntoma de inclusividad y progreso. Para

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Llega a las librerías Historia de España contada a las niñas, el primer libro de ficción de María Bastarós, aunque no será su única novedad este otoño, pues también presenta Herstory, un ensayo ilustrado sobre la Historia de la mujer. Aprovechamos la calma antes de la vorágine que supondrán las giras de presentación para charlar sobre su obra y de cómo ha cambiado la situación de la mujer en los últimos años.

Entrevista

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TEXTO: ELIZABETH CASILLAS

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ARÍA BASTARÓS (ZARAGOZA, 1987) se dió a conocer cuando, en 2015, promovió ¿Quién coño es?, una iniciativa centrada en la visibilización de mujeres artistas a través de carteles que eran pegados en el espacio urbano. A partir de ahí, esta gestora cultural, historiadora del arte, fanzinera y, en general, agitadora de conciencias comenzó a dejarse ver por medios como Diagonal o Tentaciones. Ahora acaba de publicar su primera novela de ficción: Historia de España contada a las niñas (Fulgencio Pimentel, 2018), galardonada con el Puchi Award 2018. A mediados de noviembre publicará un ensayo ilustrado sobre la Historia de la mujer, Herstory (Lumen, 2018), junto a la ilustradora Cristina Daura y Nacho M. Segarra, con el que ya colaboró en la primera visita guiada LGTBIQ a nivel nacional: Inclusive Love del Museo Thyssen Bornemisza. Presentas tu primera novela, avalada por ser la ganadora de un premio como el Puchi Award. No empieza mal la cosa. Sí. De hecho, me sorprendió, ya que el premio es en colaboración con La Casa Encendida y pensé que optarían por algo más gráfico, como el año pasado. Este libro, aunque la edición es bastante visual, no deja de ser una novela. Yo lo mandé porque quería que alguien lo leyera, que le gustase y que a partir de ahí pudiera encontrar dónde publicarlo. Pero no esperaba para nada que pudiese ganar.

mucho hablar. En un artículo que escribí para Quién coño es, donde suelo publicar textos hechos desde el rigor y la investigación, hablaba de la producción artística de las mujeres en relación al mundo sobrenatural. En este caso, además, me ayudaba a darle al libro algo que yo quería que tuviese, que es un sentido de trascendencia que esa parte sobrenatural podía otorgarle. Que tuviese una especie de mensaje detrás un poco más elevado.

Historia de España contada a las niñas es un relato de ficción, pero en él podemos reconocer algunos elementos de la Historia reciente. ¿En qué momento decides intercalar estos hechos en la novela? No fue una decisión consciente. Soy historiadora y estoy acostumbrada a escribir desde la investigación y el rigor, así que apartarme de la realidad es muy difícil. Aquí, juego con la libertad que otorga la ficción pero a la vez siempre recurro a cosas reales a las que me siento muy apegada. Leo mucho ensayo y es una tendencia natural en mí.

Me ha parecido muy interesante el personaje de Miguel, un niño criado en una población habitada exclusivamente por mujeres y quien, al morir su madre, debe enfrentarse al “mundo de los hombres”. Para mí es el personaje más trágico del libro. Nace en ese mundo que se retrata como algo idealizado, donde las mujeres son felices con lo que tienen, sin más pretensiones y sin condicionantes de género. Allí tiene una infancia feliz y es un niño ingenuo que va siempre vestido con ropa asociada a niña. Cuando muere su madre, tiene que marcharse con su padre, quien vive en una zona industrial y que simboliza ese estatus de “macho” que le va a enseñar a Miguel cosas como la caza. Es una figura que le produce a su hijo fascinación y que pervierte su inocencia por culpa de pertenecer a un mundo mucho más cruel.

Los tiempos de la novela son un poco difusos a veces, y se van entrelazando a medida que lo hacen los personajes, que son muchos y muy variados. ¿Cómo es tu proceso de escritura? Lo cierto es que empecé a escribir cada historia sin saber muy bien adónde iba a conducirme. Muchas veces empiezo a escribir antes sobre los lugares, sitios por los que he pasado que me inspiran. De ahí van surgiendo los personajes y según voy escribiendo se van desarrollando. Tardé bastante en empezar a hilarlos y entender dónde me estaban llevando, eso sí, a partir de los intereses que yo tenía y de los que quería hablar. Al final, hilar todo eso para que quedase lo más claro posible fue el gran reto. Había que ir dejando pistas al lector para que no se terminase de perder nunca.

Beratón, esta aldea habitada por mujeres, es un poco el nexo de la obra. ¿Cómo llegas a esta idea? Me gusta muchísimo escribir sobre lugares y, de hecho, yo quería ser periodista de viajes. Había viajado a Beratón un par de veces, y es un sitio precioso, muy aislado… Cuando empecé a escribir sobre este lugar, esa comunidad de mujeres que viven allí aisladas y que se autogestionan surgió sola, fue el lugar el que me la inspiró. Luego, según

Incluso estos derroteros te han llevado a acercarte a lo paranormal. Sí, es un tema del que me gusta 37

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«LA VISIBILIZACIÓN ESTÁ MUY BIEN, PEROPERO CREO QUE YA ESTAMOS PREPARADAS PARA EVOLUCIONAR HACIA OTRAS REIVINDICACIONES»


Cactus muy natural que me salga por ejemplo algún pie de página sobre una obra artística. Considero que, si en ese momento me pareció que encajaba, no hay que ponerse cortapisas a la hora de divagar. También hay mucho de feminismo porque es algo que ha estado en mi vida desde la adolescencia, pero el libro no cae en la reverencia, sino que lo toma como un elemento al que magrea de muy diversas formas. En definitiva, es un relato que sí se puede considerar feminista, por los personajes y por su complejidad, pero que se aleja mucho de ser un panfleto.

«ES UN RELATO QUE SE PUEDE CONSIDERAR FEMINISTA, POR LOS PERSONAJES Y SU COMPLEJIDAD, PERO

Tu libro tiene mucho de transgresor, desde tu forma de interpelar al lector y narrar hasta el hecho de tratar bajo una perspectiva feminista todas las clases de violencia hacia la mujer que se dan. ¿Crees que se podría haber editado fuera de nuestro contexto histórico actual? Pienso que el hecho de que este libro haya podido ser premiado por un concurso que tiene parte de institucional –no hay que olvidar que La Casa Encendida por muy “progre” o experimental que sea no deja de ser una institución– significa que hay una mentalidad más abierta a hablar sobre la violencia contra las mujeres y a hacerlo no desde la simple descripción de la realidad o denuncia sino también jugando con la ficción, algo aún más atrevido. En España, los lectores tienen a veces problemas con las ficciones, porque a veces tratamos de juzgarlas desde un plano moral; tenemos tendencia a pensar que si alguien está escribiendo poniéndose en la voz de un personaje determinado es que está a favor de lo que hace ese personaje. Entonces, pienso que sí que ha sido bastante sintomático que a esta novela se le haya dado coba. En cuanto al momento temporal, es un libro que no podría haberse escrito antes porque

SE ALEJA MUCHO DE SER UN PANFLETO»

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fui escribiendo, me di cuenta de que la historia tenía alguna relación con la ciencia ficción feminista, en concreto con autoras como Charlotte Perkins, que hablan de comunidades solo de mujeres. Podría decirse que Historia de España contada a las niñas es una especie de lección de historia que habla de las dos españas, pero no de las que conocemos tradicionalmente, sino de otra división que tendría que ver con aquellos que están con las mujeres y los que están en contra. ¿Voy muy desencaminada? En realidad, trata de no ser una historia muy dicotómica en ese sentido. Intento que no parezca que haya dos bandos enfrentados, pero sí que hay personajes que se entrevé que odian a las mujeres, o más específicamente, odian la feminidad. Al padre de Miguel lo que le causa rechazo de su hijo es que lleve ropa de mujer o que le guste coser, rasgos que él considera femeninos y, por lo tanto, inferiores. También hay un personaje que se dedica a poner cámaras de vídeo en centros comerciales que también retrata ese odio. Hay muchos personajes impregnados de machismo, pero lo que he intentado hacer es que todos tengan la suficiente complejidad para ser mucho más que una persona en un bando determinado. Creo que es un libro en el que las ideologías, desde que se cuestionan, se toman un poco a risa, se convierten en un esperpento. Algo que, aunque pueda ser un poco patético, también me parece bastante sano. Lo que me queda claro leyéndola es que es una novela hija de su madre, porque vemos retazos de Historia del Arte en muchas de las páginas y también de los movimientos feministas. ¿Imposible dejarlo de lado? Claro, cuando escribo dejo que todo lo que me interesa me asalte en un momento dado. Así que, para mí, que suelo escribir sobre arte, es

Historia de España contada a las niñas. (Fulgencio Pimentel, 2018)

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bebe mucho de internet, y la forma tan fragmentada de mezclar historias bebe directamente de la inmediatez de los muros de Facebook y los tuits.

¿Cómo crees que ha cambiado la situación para la mujer, y para ti, desde que surgió la iniciativa Quién coño es con la que te diste a conocer? Ha cambiado muchísimo, ahora se habla de cosas frente a las que antes te tildaban de ridícula. Ahora se generan análisis mucho más profundos. También creo que hay que cambiar ciertas dinámicas. Por ejemplo, antes era muy válido por el momento en el que estábamos hacer una exposición sobre pintoras de Zaragoza, sin más hilo conductor que el hecho de tratar de visibilizar una producción que había estado oculta. Ese momento ya ha pasado, y actualmente a lo que debemos aspirar es a la inclusión total. La visibilización está muy bien, pero creo que ya estamos preparadas para evolucionar hacia otras reivindicaciones. Este no es el único libro que publicas este otoño, ¡ni el único de historia! Aunque creo que van por diferentes derroteros. ¿Qué nos encontramos en Herstory?
Sí, me consta que, con la salida de Historia de España contada para las niñas, ¡hay gente que está confundiendo los dos! Herstory está editado por Lumen y está ilustrado por Cristina Daura. Lo he hecho con Nacho Segarra, con quien ya hice un itinerario LGTB+ para el museo Thyssen. Se trata de una Historia de las mujeres desde la prehistoria hasta la actualidad, con hechos claves, biografías, temas, conceptos, etcétera. Personalmente, lo considero un librazo, y confío en él porque ha sido un proceso de investigación brutal y nos han dado mucha libertad para adquirir muchos compromisos a nivel ideológico, como el hecho de que sea un libro transfeminista. Pone en valor, por ejemplo, feminismos que no son el europeo, que es lo único con lo que nosotras nos sentíamos cómodas. @

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Otra de las cosas que me ha gustado mucho del libro, y al hilo de lo que comentabas sobre no reverenciar el feminismo, es que no se ve en ningún momento compasión hacia las protagonistas. De hecho, parecen bastante fuertes a pesar de todo. No me suelen interesar los personajes maniqueos, ni la víctima sufriente ni la que supera todas las adversidades y se convierte en una heroína. Me parecen un poco planos. Me interesaban las personas con toda su complejidad, tal y como somos en el mundo real. Aquí hay dos personajes en concreto que están viviendo una situación de abuso continuada, pero dentro de la cual pueden tomar ciertas decisiones e incluso pueden llegar a ser felices. Me gusta cuando la vivencia personal de los personajes no se limita a lo que les está pasando desde fuera, cuando generan sus propias resistencias y dinámicas para sobreponerse.


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MATÓ A LA RANA :_(

Llega Coleguis, el cómic de Matt Furie en el que nació la rana Pepe, uno de los memes más representativos de las guerras culturales en internet. Pero, ¿cómo un fanzine underground sobre cuatro colegas fumados se ha convertido en un símbolo de odio? 46

TEXTO: ELIZABETH CASILLAS


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edición–, funcionaba a la perfección tanto en la red le gusta el pop, la pizza y hablar por teléfono. como en papel. Furie no necesitaba armarse con Comparte sus días con sus colegas Landwolf, florituras para llegar a la escena exacta en la que el Brett y Andy fumando porros, comiendo comida chiste, simplemente, salía y su trabajo fue pronto basura, jugando a la videoconsola y haciendo reconocido por público y crítica. chistes de pedos. Pepe, como dice su creador –el Todo cambió en 2008 cuando, de la noche a dibujante Matt Furie–, es amor. Y, sin embargo, la mañana, la imagen de Pepe junto a su frase se ha convertido en un símbolo de odio, racista estrella “Feels Good Man”, “Da gustito, tíu” en su y antisemita. En 2016 la Liga Anti-Difamación versión traducida, comenzó a inundar internet. Las (conocida como ADL, por sus siglas en inglés) reinterpretaciones se contabilizaban por miles y decidió incluirla dentro de su base de datos de todo el mundo encontraba una excusa para utilizar simbología racista en internet alegando que en los la imagen de Pepe. Esta rana se había convertido últimos años, y coincidiendo con el ascenso de la en un meme y su fama, que en un primer momento alt right asociada a los movimientos supremacistas podemos considerar beneficiosa para su creador, blancos, el número de memes “alt right” con la se terminó por convertir en una condena. «Fue la imagen de Pepe había crecido. «Una tendencia cultura basada en la imagen y el humor de la fábrica exacerbada por las controvertidas y polémicas de memes irreverentes 4chan, y luego 8chan, la elecciones presidenciales de 2016. Aunque los que le dio a la alt-right una energía juvenil, con su memes de Pepe tienen muchos defensores, el uso transgresión y sus técnicas de hacker», explicaba de versiones racistas e intolerantes parece estar Angela Nagle en su ensayo Muerte a los normies aumentando, no disminuyendo», explicaban desde (Orciny Press, 2018). De ahí que nuestro colega ADL. fumado terminase convertido en una imagen Apenas hace falta haber leído unas pocas bobalicona de Hitler, una vez más banalizando el hojas de Coleguis (Apa Apa Cómics, 2018) para nazismo, o con un flequillo a lo Trump que incluso darse cuenta que esta historia no tiene ni pies ni el ahora presidente de Estados Unidos subió a su cabeza y que, ironías de la vida, parece un mal cuenta personal de Twitter. viaje de sus protagonistas. La obra de Matt Furie Pepe se convirtió, para desesperación de su tiene mucho más en común con los cómics de creador, en un símbolo de esa nueva derecha Simon Hanselmann que con cualquiera de los supremacista en lo que Nagle llama «guerras textos de Milos Yiannopoulos y Allum Bokhari – culturales en internet». estrellas mediáticas Cuando la ADL lo incluyó de la ultraderecha— y P E P E S E C O N V I R T I Ó , PA R A en su base de datos de todo fluctúa alrededor DESESPER ACIÓN DE SU CREADOR , símbolos de odio en la del chascarrillo, el E N U N S Í M B O L O D E L A N U E VA red, Matt Furie publicó chiste bobalicón y un D E R E C H A S U P R E M A C I S TA una carta abierta en la sentimiento de amor revista Time. «Es una casi fraternal. Así que pesadilla y lo único que puedo hacer es aprovecharlo aunque es difícil responder a la pregunta de cómo o para hablar contra el odio», explicaba Furie. por qué un cómic underground sobre cuatro colegas Incluso hubo un intento por salvar a Pepe en las fumados se ha convertido en un símbolo de odio, redes utilizando el hashtag #SavePepe, pero nada vamos a intentarlo. funcionó. El dibujante estadounidense finalmente Empezaremos por el principio. Matt Furie publicó entre 2006 y 2011 cuatro entregas de Boy’s Club –las tomó la decisión más drástica a mediados del pasado año: matar a Pepe. Coincidiendo con el mismas que ahora recopila Coleguis–, un cómic en Día del Cómic Gratis, la editorial estadounidense el que capturaba las vidas de cuatro veinteañeros Fantagraphic publicó una historia donde Landwolf, que pasaba sus días entre porros, comida basura y Brett y Andy acudían al funeral de Pepe. Fue la un hedonismo drogata que lo mismo terminaba en manera de Furie de despedirse, consciente de que una psicodelia de lo más zen que en inocentadas nunca podría recuperar a su personaje. Ahora, esta cargadas de mala leche. Su sucesión de escenas rana continúa viva en las páginas de Coleguis siendo cortas a modo de sketches, con un estilo depurado lo que siempre fue: amor y frases hechas. @ y una línea clara y orgánica –en color azul en esta

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A Pepe


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EL SIMULADOR DE VOYEUR E DIGITAL QUE ESTABAS ESPERANDO_

l ser humano es voyeur por naturaleza. Ahora todos somos espías de nuestros familiares, amigos, compañeros, conocidos y hasta desconocidos gracias a las redes sociales. Sabemos qué hacen y dicen, dónde y con quién están, qué comen y compran. De ese estado de hipervigilancia continua y sometimiento al Gran Hermano 24/7, nace Do Not Feed the Monkeys, uno de los juegos más originales, valientes y estimulantes desarrollados jamás en España. La compañía madrileña Fictiorama Studios, formada por los hermanos Luis, Alberto y Mario Oliván, se dio a conocer en 2015 con Dead Synchronicity: Tomorrow Comes Today, una aventura gráfica convencional, pero con un diseño artístico oscuro y una historia retorcida para los cánones del género. Para su segundo trabajo han apostado por una idea mucho más innovadora, con un concepto rompedor: un simulador de voyeur digital donde controlamos cámaras ocultas para espiar a decenas de extraños en su intimidad. Luis Oliván, productor del juego, lo define como una mezcla entre Black

¿Quién no ha fantaseado alguna vez con espiar a desconocidos? Do Not Feed the Monkeys, el segundo juego del estudio madrileño Fictiorama nos permite ingresar en una iniciativa secreta donde controlamos varias cámaras de vigilancia hackeadas que recuerda a La ventana indiscreta y La vida de los otros. TEXTO: KOLDO GUTIÉRREZ

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Mirror, La vida de los otros y, por supuesto, La ventana indiscreta. ¿Quién no ha soñado alguna vez con emular a James Stewart y espiar a sus vecinos desde la distancia, pero sin tener la pierna escayolada? Así nació Do Not COMO EN L A WEB INSECAM.ORG, Feed the Monkeys. «Tras la experiencia PODEMOS PINCHAR DECENAS DE adquirida con nuestro primer juego nos sentíamos capaces de acometer un CÁMAR AS DE SEGURIDAD DE TODO proyecto más ambicioso, partiendo de E L M U N D O PA R A V E R E N T I E M P O un concepto más original y totalmente REAL LO QUE OCURRE opuesto al anterior», rememora Luis. Mientras Dead Synchronicity contaba una historia lineal de manera tradicional, su nuevo trabajo tiene una narrativa fragmentada, formada profundizar en ciertos temas, todo ello a través por múltiples micro-historias, todo ello sazonado con de una interfaz de ordenador con la que estamos varias mecánicas diferentes. familiarizados hoy día. Nuestro avatar decide participar en una curiosa «A nivel narrativo hay muchas capas, tanto en iniciativa para conseguir dinero fácil: ingresa en el las jaulas, como la que el propio protagonista vive en Club de Observación de Primates para contemplar su relación con El Club y con el mundo real», señala la vida de decenas de monos enjaulados y analizar Luis Oliván, «vamos aportando información de lo que cuidadosamente la información obtenida sobre ocurre a través de pequeñas pinceladas en diversos ellos. Esa misteriosa organización tiene multitud de medios». Do Not Feed the Monkeys transcurre en cámaras de vigilancia hackeadas y el eufemismo un mundo tan complejo, vertiginoso y repleto de simiesco se refiere, obviamente, a personas. El estímulos como el nuestro, por eso al comienzo propio título del juego alude a la principal regla que de cada día vemos la portada de un periódico nos imponen: no alimentar a los monos, una forma que nos informa de la actualidad más candente y sutil de impedirnos relacionarnos con los sujetos comprobamos que tiene ciertos paralelismos. Todo espiados. esto da como resultado casi 100.000 palabras, Al principio disponemos de tres únicas cámaras distribuidas en jaulas, mails, llamadas, chats, (denominadas “jaulas”), para ir familiarizándonos con periódicos, páginas web, etc. «Podemos interactuar nuestro nuevo trabajo. Podemos ver y escuchar lo de maneras muy diversas: hacer el bien o el mal, que ocurre en todo momento en cada una de ellas, buscar nuestro propio provecho o el de la persona con una alarma que nos avisa automáticamente si se espiada», explica el productor. Cada una de esas producen cambios notables en alguna, e ir anotando acciones tendrá sus consecuencias pero aquí no hay cosas que nos llamen la atención. Además, podemos una barra para medir nuestra moral, sino que es más realizar algunas búsquedas relacionadas en internet sutil y creíble. A diferencia de muchos juegos, aquí las para ampliar la información, y también recibimos mecánicas y la historia están totalmente conectadas, mails con preguntas por parte de El Club, donde nos el juego se basa precisamente en el análisis de plantean cuestiones relacionadas con algunas jaulas lenguaje, así que la experiencia resulta natural y si hemos estado atentos. Poco a poco, la cosa se realista. va complicando: cada vez tenemos más cámaras, Do Not Feed the Monkeys es uno de los juegos podemos grabar breves fragmentos de vídeo y más fascinantes del año. Su brillante planteamiento recibimos algunas llamadas sobre nuestras acciones. no es sólo una gran idea, sino que está ejecutado Por si fuera poco, mientras ocurre todo eso, la vida a la perfección y tenemos en todo momento la real más allá de la pantalla continúa en nuestro sensación de que el tiempo pasa, sentimos urgencia decrépito piso: debemos alimentarnos, dormir de vez y hasta ansiedad si nos perdemos una porción de en cuando, buscar otros curros puntuales y lo mismo información, lo que aumenta considerablemente nos llama a la puerta un vecino pesado que nos la inmersión. Cada pequeño relato está escrito traen pedidos de comida rápida. con inteligencia y sensibilidad, nos topamos con chantajistas, ladrones de arte, antiguos nazis y Their Story. Sus autores no ocultan que se han economistas transformistas, y en ocasiones podemos inspirado en dos de los juegos más influyentes de llegar a empatizar con esos desconocidos. Quizá los últimos años: Papers, Please y Her Story. Del a muchos les pueda parecer una idea muy loca e primero toma su arriesgada fórmula para convertir improbable, pero Fictiorama se ha inspirado también algo aburrido como el trabajo en algo divertido y en una inquietante web auténtica, Insecam.org; ahí jugable, además también de sus mecánicas que podemos conectar con cámaras de seguridad de todo van evolucionando poco a poco. De Her Story imita, el mundo y ver en tiempo real lo que está pasando. a su manera, la forma de investigar una historia, En estos tiempos de Villarejo, conviene tapar hasta tu a base de anotar ideas y buscarlas después para propia webcam, porque los monos somos nosotros. @ 49

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COLETTE Colette, con Keira Knightley, se estrena en España el 16 de noviembre

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YA NO

QUIERE SER WILLY

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madre y la ambientación en la Borgoña donde se crió. El retrato sincero de una joven segura de sí misma, su evolución y su casto despertar sexual causó un gran impacto en la mojigata sociedad de la época, pero rápidamente se convirtió en un fenómeno editorial. Así, la saga continuó con otros tres libros. Aunque Colette reconoció que nunca se habría convertido en escritora de no haber sido por su marido, estaba harta de que todos los méritos se los llevara él. Quería firmarlos con su propio nombre, y él llegó incluso a encerrarle en su propia habitación para obligarle a seguir estirando el boom de Claudine, en una versión retorcida de la célebre frase de Virginia Woolf. Tras divorciarse, él se quedó con los derechos de las cuatro novelas, pero Colette empezó a interpretar a su popular personaje en obras de teatro por todo el país. Consiguió ser reconocida como autora de Claudine y escribió otros importantes libros como Chéri y Gigi, gracias a los cuales fue candidata al Nobel de literatura en 1948. Sin pretenderlo, la escritora francesa se convirtió en pionera del género young adult, tan de moda en la actualidad, pero también en un icono del empoderamiento, ya que tanto ella como Claudine vivieron abiertamente su bisexualidad, un tabú en aquellos tiempos. En noviembre se estrena una película protagonizada por Keira Knightley que cuenta su historia de liberación y superación, un argumento que desgraciadamente nos es conocido, pues Tim Burton se basó en otros hechos reales similares en Big Eyes: la exitosa pintora estadounidense Margaret Keane que vio cómo su egoísta marido se aprovechaba de su talento.

odos tenemos fantasmas en el armario, pero algunas personas los tienen también en las estanterías. Henry Gauthier-Villars era uno de esos. Este burgués francés, escritor, crítico musical y, por encima de todo, vividor de finales del siglo XIX fue un adelantado a su tiempo: convirtió su mote en marca y así logró que ‘Willy’ fuera un exitoso sello comercial en el París de la época. Entre su multitud escritores fantasma estaba también su esposa, SidonieGabrielle Colette, Colette para los amigos y Willy para la infinidad de lectoras. Nacida en 1873 en una buena familia, algunos problemas financieros provocaron que finalmente tuviera que asistir a un colegio público. Antes de terminar sus estudios conoció al playboy Henry Gauthier-Villars, catorce años mayor que ella, con quien se casó en 1893. Él le introdujo en la vanguardia intelectual y artística de la ciudad, y le inició en ambientes libertinos. Al principio, la joven esposa se encargaba únicamente de gestionar la abundante correspondencia de su marido, pero él percibió cierto talento en ella y pensó que también podría sacar tajada, como estaba acostumbrado a hacer con cuantos le rodeaban. De esta manera, en 1900 Colette publicó su primera novela, titulada Claudine en la Escuela, firmada con el pseudónimo Willy. Escrita en forma de diario, narra el paso a la madurez de una quinceañera en un estricto colegio y su relación con una seductora profesora. La ópera prima de la abnegada mujer era una obra semibiográfica, ya que el personaje guardaba ciertas semejanzas con ella, como el hecho de ser huérfana de 50


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Agenda Cactus Nov—Dic 2018

C U R S O S , TA L L E R E S , E N C U E N T R O S . . . La Bañera

Joker Comics

Avenida Universidades, 2 bajo. Bilbao. 944 422 735.

Ribera de Deusto, 69. Bilbao. 944 678 155.

SÁB 24 NOV DE 10 A 14 H.

DOM 11, 18 Y 25 NOV 11:30 - 13:30

Taller de encuadernación sewn boards (tablas cosidas) de agenda y estampado manual de cubiertas de tela. SÁB 15 DIC DE 10 A 14 H.

Taller de encuadernación long stitch 2 con cubiertas en bradel y estampado manual del papel / tela.

Monográfico Umbrales:

Monstruosidad Femenina. Brujas, bellas muertas y mujeres fatales.

Euskalduna, 7. Bilbao JUE 22 NOV 19:00

Club de lectura de novela gráfica VIE 17 NOV 19:00

Bárbara Maravilla

DOM 2, 9, 16 DIC 11:30 - 13:30

Presentación a cargo de su autora, Marta Alonso Berná.

Creadores y criaturas. Lo que Prometeo dice de Frankenstein.

VIE 30 NOV 18:00

Monográfico Umbrales:

DOM 23 DIC 11:30 - 13:30

Monográfico Umbrales: Cierre y conclusiones.

Los enciclopedistas Presentación a cargo de sus autores, Álex Orbe y José A. Pérez Ledo. JUE 13 DIC 19:00

Club de lectura de novela gráfica

C O N C I E R T O S , E X P O S I C I O N E S , P R OY E C C I O N E S . . . . Aerre Design Avenida Universidades, 2 bajo. Bilbao. 944 422 735. HASTA JUE 15 NOV

Los que dan y los que no (Ana Escar Puisac)

Residence

Ambigú

Barrainkua, 1. Bilbao CADA MIÉRCOLES 21:00

Irish Folk Sessions

Exposición de la artista Ana Escar Puisac con su obra más actual, en la que se aleja del collage puro para trabajar con la pintura de una manera expresionista y emocional, utilizando una paleta de colores vibrantes y un formato mínimo que refuerza su mensaje.

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San Vicente, 5. Bilbao. NOV VIE 2 SÁB 3 VIE 9 SÁB 10 VIE 16 SÁB 17 VIE 23 SÁB 24 VIE 31

Mauro (BIME) Rudy Menthal D_Ark Peón Kurtz King Burning Sound Josep Maria Maragall El Trío Calavera Rijuana vs. Lanzallamas Twist eta Shout

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Aerre Design


ANGELA DE LA CRUZ

Homeless

ERAKUSKETA

EXPOSICIÓN

2018 · 10 · 25 - 2019 · 1 · 20

25 · 10 · 2018 - 20 · 1 · 2019

Koprodukzioa | Coproducción

www.azkunazentroa.eus Argazkia | Fotografía: Ione Saizar


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