Cactus #12

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JULIO / AGOSTO UZTAILA / ABUZTUA 2015 GRATIS / DOAN

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ilustración - ´cómic

LOS BRAVÚ

Dossier Verano: cine

TIBURóN

libros

ELIGE TU PROPIA AVENTURA música

TROPICALIA BRASILENA

cine - libros

PARQUES DE ATRACCIONES

cine

GUíA DE CAMPAMENTOS DE VERANO televisión

LA TELE ESTIVAL

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S U T CAC A S A C EN

Si quieres números antiguos, te es imposible conseguir la revista en papel en alguno de nuestros puntos de distribución, vives fuera de Bilbao o sencillamente prefieres recibirla en casa como un señor o una señora porque sabe Dios qué puede pasar ahí fuera, puedes hacerte con una desde nuestra web y nosotros te la mandamos a casa. visita

www.revistacactus.com/encasa

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¡ H O L A !

Ahora que al fin ha llegado el calorcito (aunque en Bilbao es probable que esté lloviendo ahora mismo) hemos querido traeros un número muy veraniego. Una revista tan refrescante como meter los pies en la piscina en un día caluroso, tan balsámica como beber un granizado de limón con la garganta seca, tan heladora como mirar tu cuenta corriente a fin de mes. Cuando planificamos los contenidos de este número, decidimos centrarnos en el verano e hicimos un brainstorming de posibles temas. Al final nos decantamos por una variedad de artículos desde perspectivas muy diversas: cine en sesiones dobles y el 40º aniversario de Tiburón, parques de atracciones en la cultura pop, historias de terror junto a la hoguera, los campamentos estivales más famosos (que no siempre resultan ser los mejores), música tropical brasileña, los libros de Elige tu Propia Aventura que tanto disfrutábamos en vacaciones e incluso hablamos también sobre algunos programas de televisión míticos que empezaron en verano y se convirtieron (para bien o para mal) en iconos de una época. Por cuestiones de espacio tuvimos que dejar algunos fuera; quizá los utilicemos para el próximo verano. Aunque sea un spoiler demasiado adelantado, nos hemos quedado con ganas de hablar de la experiencia que supone quedarse de Rodríguez, sobre ciudades vacías y de los viajes en carretera. Así que ya podéis disfrutar de la revista tumbados en la hamaca. Pero recordad poneros cremita, porque los rayos del sol pinchan casi tanto como Cactus.

UN PROYECTO DE Sandro Gomato, Koldo Gutiérrez, Elizabeth Casillas

NÚMERO 12 JULIO / AGOSTO 2015 www.revistacactus.com @revistacactus

HAN COLABORADO EN ESTE NÚMERO José Blázquez, Borja Crespo, David Ortega, Esther Miguel Trula, Pablo Ríos, Mox Pāradox, Jess B, Yahvé M. de la Cavada.

LA CABECERA DE LA REVISTA ES OBRA DE Mireia Pérez.

C O N T A C T O info@revistacactus.com P U B L I C I D A D publicidad@revistacactus.com EDITA Gomagula S. Coop. Pequeña

I M P R I M E Graficas Irudi S.L. D E P ó S I T O L E G A L BI-669-2013

Cactus no se hace responsable necesariamente de las opiniones vertidas por sus colaboradores pero les arropará con una mantita siempre que lo necesiten

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íNDICE Dossier Verano 14 16 6. LA ESTRATOSFERA 7. FLAN CON NAPALM

ELIGE OPIA TU PR RA U T N E V A

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8. HARM(ONICS) 9. LE FUTEBOL 10. MIERDA DE LA BUENA

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42. LOS BRAVÚ 48. PERFIL: DON DRAPER 50. SNACKS: BATICAO

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51. AGENDA CACTUS

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GOMAGULA

ESTUDIO // DISEÑO EDITORIAL

DISEÑO EDITORIAL // DIRECCIÓN DE ARTE // COMUNICACIÓN PUBLICACIONES DOSSIERES TRÍPTICOS POSTERS

CUADRÍCULAS DE MENTE ABIERTA W W W. G O M A G U L A . C O M

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“¡Mucho cuidado, que exploto!”

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que yo jugara con él a sus videojuegos se habían ido al traste –porque nunca, ni siquiera de joven, me habían gustado– aquellos días me dijo que este quizás sí me gustaría porque –según había leído en la carátula del estuche– el único límite es el que ponga tu imaginación, así me lo vendió, el muy cabrón me pescó con un buen anzuelo… A partir de ese momento la cosa ya fue jugar a Minecraft con E. Me gustó, así que puedo decir que este es el primer videojuego que me gusta, y el primero con el que he sentido cierto enganche, de pasarme –pasarnos– las horas muertas haciendo y deshaciendo en su mundo pixelado, construyendo y destruyendo historias en tiempo real, mano a mano, E. y yo.

LA ÚLTIMA CAMISETA

que me he comprado es de un creeper. Yo tampoco sabía qué era un creeper hasta que una vez me acerqué a uno de ellos y explotó, y todo se fue a la mierda y en la pantalla pude leer ‘You died’. Aquel día le pregunté a E. –mi hijo, de ocho años, que estaba conmigo– qué demonios era eso que había explotado y me había matado, y me dijo que un creeper. ¿Qué?, una criatura hostil que explota cuando te acercas. ¡Jo-der! –sí, digo tacos delante de E., ¡qué pasa?–, la próxima vez no vuelvas a acercarte a uno de ellos y listo. ¿Y cuándo aparecen?, cuando empieza a haber poca luz, concluyó su explicación, con total naturalidad. Y seguimos jugando –él tranquilamente y yo con el susto en el cuerpo–, sentados en el sillón del salón. Fue uno de los primeros días que yo jugué con E. a Minecraft, el videojuego donde habitan creepers, slimes y endermans –ahora los nombro de carrerilla, pero ha sido un proceso muy duro quedarme con ellos, lo cual ha originado más de una vez que E. se partiera el culo de mí, cuando los pronunciaba y veía que no sabía– además de zombies, esqueletos, arañas y otros personajes que acompañan a tu avatar en una aventura de construcción y supervivencia. También recuerdo que E., sabedor de que hasta entonces todas sus tentativas de

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Pero en fin, que todo esto venía por la camiseta del creeper. Es negra y el dibujo es un primer plano del bicho que explota. En la misma tienda donde la compré, E. eligió otra de Minecraft, así que salimos los dos vestidos bajo la misma motivación. Y esto era precisamente lo que quería señalar, esta coyuntura paterno-filial que, lejos de que sea yo quien dirige la vestimenta de E. –que la normalidad impone–, sea él quien determine mi forma de vestir, aunque sea puntualmente en el asunto de esta camiseta, una circunstancia que barre eso que se llama brecha generacional. Así que benditas sean estas anormalidades en las que la autoridad propia del padre se resitúa al nivel de las necesidades del hijo por la vía lúdica del juego. La última camiseta que me he comprado es de un creeper. Cuando me la pongo y alguien me pregunta, qué es, me gusta advertirle del peligro que supone estar cerca de mí, porque podría explotar en cualquier momento, y mucho más cuando la noche empiece a echársenos encima. Sí, ya confundo realidad y ficción. Cosas de los videojuegos. ¡Y menos mal…! Aunque, ahora que lo pienso, un creeper no avisa. La próxima vez perfeccionaré mi técnica.


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“Vagina errata (linko luego existo)”

TOCA HABLAR

de una noticia famosa, mil veces rebotada, pasto de redes sociales, como ejemplo del criterio inconsciente que gastamos a la hora de compartir información con los demás vía internet. Por reciente, omnipresente e inútil, me viene a la mente el anuncio de la reconstrucción del himen de la incombustible Leticia Sabater, vox populi entre los internautas. Sin duda, una sorpresa de enorme interés para la humanidad. Su innecesaria existencia da pie a utilizar la divulgación exacerbada de la revelación en cuestión como denuncia inofensiva a nuestra manía extendida de compartir información estúpida y darle promoción a gente que ni la merece ni la necesita, mientras obviamos temas interesantes que no son tan graciosos, a priori, o no van de la mano de las multinacionales, pero necesitan más de nuestra solidaridad. ¿De qué nos vale colgar en nuestro muro el tráiler de Star Wars sin más? Aparte de alimentar hasta el empacho una cultura por la nostalgia convertida en negocio, y ser alarmantemente poco originales, estamos ayudando en su campaña publicitaria a una empresa que tiene sus arcas a rebosar. Por contra, al colega de al lado y sus proyectos, artísticos o de cooperación, levantados con sudor, que le den, que se busque la vida, que es un tipo inquieto y me hace sombra, o directamente me deja en ridículo con su hiperactividad y no da para ser objeto de mofa. Está claro que intercambiar información propia y ajena, retuitear y esas cosas, no puede funcionar como moneda de cambio, no debe tomarse como una obligación el hoy por ti mañana por mí, pero de ahí a favorecer a los poderosos, o bailarle el agua a los jetas, hay que hacérselo mirar. O

hay quid pro quo o ya veremos. Solamente doy bola e interactúo con aquellos seres cuya trayectoria me interesa para trepar profesionalmente o para conseguir un triste polvo.

No hay que generalizar, ya lo sabemos. Hay de todo. Mucha gente está más pendiente de otras cosas y su muro va de otro palo, no mandan las primicias exóticas, pero suelen ser los menos, o están aquejados de otros males comunes en su timeline, como la sobrexposición de la descendencia en pañales, esas estampas apreciadas por los pedófilos, o el uso y abuso del “es lo que hay”, “así nos va” o “ya lo decía yo”. Pero volvamos a la historia del himen impoluto, artificialmente hablando, porque a todos nos ha hecho gracia la absurda nueva perfectamente estudiada y, riéndonos de la tonta del bote, le hemos hecho parecer necesaria en un mundo donde triunfa la insolencia de la mediocridad frente al verdadero talento oculto en los pliegues de la decencia. Confundimos agresividad con carisma y lo grotesco con tener una personalidad sin igual, perdiendo el tiempo con el intercambio de links de noticias irrelevantes y sinsorgas que, en la mayoría de los casos, son un mal chiste. Gracias a nuestras carcajadas online, sabiendo que la virginidad no se recupera en un quirófano, igual que la inteligencia no se cultiva siguiendo únicamente toda directriz marcada, la loca de la vagina reestructurada, muy tímida ella, ha ganado puntos para sonar en la quiniela de algún reality televisivo. Nos la cuelan por la escuadra. Por cada vídeo insospechado de un youtuber ególatra oligofrénico que compartimos le damos plays que se convierten en euros. Seguir el juego a la tontería nos hace tontos. Para hacerse viral, para ganar fama y salir en los medios, sobre todo en la ventana electrónica, como tertuliano, estilista o mamporrero, una buena opción es hacerse el idiota. Para poco sirve firmar un libro que invite a la necesidad de una comprensión lectora decente o descubrir un avance científico poco explotable económicamente. No es carne de Facebook, a no ser que haya pollas o esfínteres de por medio. Que conste que es fácil pecar fomentando torpemente la viralidad de cualquier estupidez. Aquí mismo he dado alas a la pureza sexual recobrada por una petarda y soy el primero que comparte algún vídeo de esos chorras que nos recuerdan a diario que el ser humano es un completo disparate. Al menos hay que procurar escribir algún comentario sarcástico de acompañamiento y huir de los monotemas con sumo cuidado, sin temor a llegar tarde al chaparrón del día. Somos prisioneros del algoritmo y la manita arriba. Estamos abocados a la tiranía del “megusteo” en nuestras vidas, esas que están ahí fuera esperándonos impacientes a que entremos en razón. Linka o muere. ¡Ja!

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“El underground y los trajes del emperador”

EN EL ANTERIOR

número de Cactus hablé en esta sección del escarnio musical al que la televisión y los grandes medios, en general, someten al ciudadano medio, provocando una distorsión galopante de lo que está formalmente bien, sin entrar en gustos ni estilos. Cosas básicas, comunes a cualquier espectro creativo. Uno no debería ser un entendido para saber cuándo alguien es un farsante con pintas. Luego está que te guste algo o no, porque entiendo que es igual de legítimo que te guste Bustamante, La Bien Querida o el cine de Steven Seagal. Esto no va de gustos, sino de saber que si te gusta algo que está hecho con el culo no pasa nada, siempre y cuando sepas que está hecho con el culo. Si yo me atiborro en KFC o me paso el domingo viendo Roadhouse, de profesión duro o Los surfistas nazis deben morir no tengo que dar explicaciones a nadie, faltaría más, pero no estaría de más ser consciente de que ni lo primero es El Bulli, ni lo segundo El cuarto mandamiento, por decir algo. Mucho más que lo expuesto en mi anterior columna, lo que realmente me alarma es el ensalzamiento en serie de mierdas de campeonato en el mundillo del underground. Si en el mainstream las leyes las dicta la tele o las grandes emisoras, en los círculos independientes es el estilismo vacío y la indecente necesidad de destacar a cualquier precio, por lo que sea. Y como para destacar musicalmente hay que currárselo un huevo, o tener un talento incontrolable, el camino más corto para los mediocres —que somos, admitámoslo, la mayoría— es tirarse el rollo. Ir bien vestidito, mantener una actitud acorde con la imagen que queremos dar, aprovechar

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cualquier banalidad para construir una identidad. Si no sabes tocar, no pasa nada, que todo el mundo sepa que tu música es así; si nadie lo entiende, mejor todavía. Busca un referente bien cool que puedas imitar parcialmente y a por ello. A molar, compañero. Te garantizo que la gente se lo comerá sonriendo.

Dos ejemplos reales: hace unos meses fui a ver a una banda madrileña con cierta historia. Se han reformado decenas de veces, siempre bajo la tutela de su líder. Fui a escuchar su nueva formación porque había oído cosas muy buenas y, cuando empieza el concierto, resulta ser un completo desastre. El guitarrista no daba una, paraba de tocar en partes que parecía no saberse, desafinaba constantemente, daba acordes a destiempo… Un cuadro. El batería, tres cuartos de lo mismo; no fallaba, pero tocaba con una linealidad insoportable, como si estuviese haciendo spinning. La banda entera sonaba amateur, en el peor sentido de la palabra. Todos ellos son músicos con largas trayectorias en la escena independiente. Más tarde, llamé a un par de amigos que habían tocado en otras bandas con algunos de esos músicos y me dijeron que, efectivamente, eran muy malos, pero que eran muy majos y que tenían presencia. Cuando hablé con el líder le pregunté qué tal con la nueva formación y me dijo sin titubear: «genial, la banda suena mejor que nunca». Hablé después con un par de habituales del mundillo musical y les pregunté qué les había parecido, y ambos me contestaron que bien, que suenan bastante mal pero que, bueno, que mola el rollo. Otro ejemplo: hace unas semanas estaba en un concierto en el que había músicos invitados, entre ellos el guitarrista de un grupo de rock’n’roll del que había oído muchas cosas positivas. El tipo sale a tocar y resulta que, no es que toque mal, es que toca muy mal. Yo, un tanto consternado, le pregunto a quien tengo al lado, que además es un gran aficionado a la música, y me dice sin dudar: «sí, toca fatal, siempre han tocado muy mal». Entonces, ¿qué coño me he perdido? Porque hablamos de rock’n’roll; no es necesario ser un virtuoso, pero sí al menos ir a tiempo, ¿no? Esto son sólo un par de ejemplos, pero no son hechos aislados. El mal endémico del underground musical, que es extensible a cualquier otra doctrina creativa, es la constante y enfermiza tendencia a confundir continente con contenido. No importa que la música de un grupo tenga sustancia, carácter o personalidad: lo importante es que lo parezca, que su aspecto, su estética y su sonido tengan elementos en común con una corriente. Dentro de un género, se alaban por igual grandes bandas y auténticos estafadores disfrazados. La cosa es estar en el rollito. Ser de la tribu. Y no se trata de tocar bien, sino de que, hagas la música que hagas, tu objetivo sea crear lo mejor que puedas, no disfrazarte como tu guitarrista favorito. Porque un disfraz sólo es eso: un puto disfraz.


PABLO RíOS

presenta

LE FUTEBOL

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MIERDA DE LA BUENA por

por

SANDRO GOMATO

ELIZABETH CASILLAS

Un canal de Youtube: SCANLINER

Un disco: AMANECER Bomba Estéreo (2015)

Había una vez un youtuber con un canal a los videojuegos cuyos vídeos iban más allá del burdo gameplay, de la review al uso y de la chanza histriónica y pueril, capaz de diseccionar un nivel de un juego como Demon’s Souls desde un punto de vista arquitectónico o de prepararse toda una serie de ejemplos sobre la influencia del cine en las obras de Rockstar. Es Rafael de las Cuevas, alias Scanliner, un periodista que ha encontrado en el vídeo el formato ideal para profundizar en aspectos interesantes de los videojuegos que tendemos a pasar por alto. Y lo hace con montajes cuidados, con un trabajo de documentación y captura brutal y con un dominio de la narración envidiable. Puro análisis de videojuegos desde lo audiovisual. Por cierto, está intentando añadir a su trabajo un componente de profesionalidad a través de un Patreon que tal vez os interese apoyar si os gusta su propuesta.

Los colombianos de Bomba Estéreo celebran su décimo aniversario sobre los escenarios con la publicación de Amanecer, su primer disco de la mano del productor estadounidense Ricky Reed, quien les ha aportado un sonido más cuidado y unas mezclas en las que destaca el valor melódico. El grupo liderado por Simón Mejía y la voz rasgada de Liliana Saumet nos pone a todos en pie con esa fusión de ritmos tropicales, como la cumbia o el reggae, y otros elementos propios de la electrónica, el rock o el rap. Un disco para no parar de bailar este verano que también nos removerá por dentro. ¡Se prendió la fiesta!

Una película: LOST RIVER Ryan Gosling (2014)

Otro canal de Youtube: BUKKU QUI

Una ciudad perdida bajo el agua, un pueblo dominado por el rey de la chatarra, una mujer con dos hijos a punto del desahucio, una Sí, claro que, afortunadamente, hay más excepciones de youtubers interesantes en el panorama internetil. En la línea de Scanliner, Bukku qui es otro de esos canales que trata a los videojuegos como obras de arte. No en vano, la cabecera de sus vídeos los sitúa literalmente en el estatus de piezas de un museo ante las que sentir sensaciones similares: toda una declaración de intenciones de su forma de aproximarse a ellos. Piezas cortas con análisis que profundizan en ciertos títulos o que reflexionan de forma crítica sobre cuestiones de actualidad. Sus tres vídeos sobre Bloodborne o su visión sobre cómo se presenta el romance en los juegos son una más que interesante forma de empezar a descubrir su canal.

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abuela perturbada como vecina y todo ello envuelto por una niebla que sería muy fácil calificar de lynchiana por su tono surrealista y su club de noche fantasmagórico. Pinceladas de Malick y mucho de Winding Refn para una película que es puro placer visual y sonoro y a la que, quizás, le haya pesado demasiado el nombre de su director. No se dejen llevar por los estigmas y denle una oportunidad, aunque solo sea por adentrarse en el siniestro espectáculo que nos ofrecen Eva Mendes y Christina Hendricks.


UNA SECCIÓN HECHA POR LOS EDITORES DE LA REVISTA Y UN INVITADO DISTINTO CADA MES, TOTALMENTE SUBJETIVA Y QUE NO ATIENDE A RAZONES TEMPORALES NI DE GÉNERO. RECOMENDACIONES A GOGÓ. SÓLO BUENA MIERDA.

por

por

KOLDO GUTIÉRREZ

ESTHER MIGUEL TRULA

Un libro: ÁNGELES FÓSILES Alan Moore (La Felguera, 2014)

Un disco: PLATFORM Holly Herndon (2015)

El genial guionista de cómics retoma su faceta literaria con un

Ni frío ni calor, ni personal ni público, pero sí futuro y no pasado. El

ensayo en el que se adentra en el tema que más le interesa desde

ASMR amoroso de la compositora estadounidense Holly Herndon

hace años: la magia. Alan Moore profundiza en las raíces de un

baña con sus ondas Platform, un álbum manifiesto sobre cómo

tema tan abstracto como desconocido para el gran público y nos

dar una salida pop coherente a esa mundana electrónica laptop

lleva de su mano para explicar las vicisitudes de las artes ocultas.

de clicks and cuts que prolifera desde hace un tiempo. Lo de PC

Pese a su complejidad, el maestro de Northampton logra que nos

Music pero con más personalidad. Y mejor. No se dejen engañar

interesemos por lo que cuenta, gracias a su total honestidad, a su

por la procedencia académica de este álbum de texturados digitales,

sentido del humor y a las múltiples referencias que establece con

ni de su crítica política a cuestiones sobre la comunidad o la

otros autores como Aleister Crowley o William Blake. Por si fuera

comunicación. Lo importante es que a Herndon le gusta la cultura

poco, la edición es una auténtica joya.

del baile. Y que para ella, como para muchos de nosotros, Internet es su segunda casa.

Un festival de música: EXPOGROW 11, 12 y 13 de septiembre (Irún)

La Feria del Cannabis de Irún regresa en su cuarta edición con su mezcla de conciertos y conferencias. Expogrow es mucho más que fiesta, alcohol y porros. La parte musical contará con Flavia Coelho, Third Word, Collectif 13, Marina P & Stepart, Acción Sánchez y Zatu. En el foro social habrá varios expertos en temática cannábica como Augusto Vitale (psicólogo, socioanalista y docente uruguayo), Antoni Llort (Unidad de Drogodependencia del Hospital San Joan de Reus) o Charlo Greene (reportera de TV en Alaska que lucha por la reforma de la marihuana).

Un cómic: Y NUNCA VOLVIÓ A SUCEDER Sam Alden (DeHavilland, 2015)

Este joven autor de Portland que se dio a conocer hace un par de años tanto por haber aparecido en dos números de Best American Comics como por su prolífico Tumblr (colabora también entre otras cosas en las páginas de Hora de Aventuras) retoma los lápices en esta lustrosa edición de dos de sus grandes historias y que publica DeHavilland. Sus garabatos emborronados, que han dicho transmiten un clima de libertad sensorial brillante e intuitiva (muy en armonía con esa tradicional ansia del mundo del cómic de narrar de una forma personal el movimiento y la secuenciación de formas), caracteriza un trabajo que habla, al menos en una de sus partes, de lo nuestro: el lado oscuro del mundo del fandom. La ocasión perfecta para adentrarse en el mundo de un autor a vigilar.

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A q de uí L u d e co lev na ic mp nt ao p ad ie pá en s isc o a za gi id Ca in l p nu na os ct a, e e s q us no rio str es ue a d o tá i llí sé o d n nc y qu es os pe lu le é tiv si ns ye ed es al er ad n la pe . S es os las , p rá í, pe pa si orq ba concia l ra gu ue is. i es en lo o. te s s


Monster of the week Entrega especial:

Hogueras de campamento

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e mis experiencias en campamentos veraniegos en la adolescencia apenas guardo ciertos recuerdos fragmentados de las personas con las que me crucé allí: un rostro, un nombre, una sonrisa, un dramita íntimo. Piezas sueltas de un todo difícil de recomponer en mi memoria. Poco puedo contar de todo aquel montón de chicos y chicas con la cara llena de granos y las hormonas en ebullición teóricamente tan carismáticos y divertidos. Sin embargo, si tuviese que hablar de la persona que dejó en mí un recuerdo más intenso, por encima de todos ellos, lo haría de alguien que jamás encajaría en ese grupo de “tíos molones”; lo haría de un chaval más bien gris y de carácter apocado, al que conocíamos con un apodo en perspectiva tan ridículo como El Caramiedo. El Caramiedo era un tipo retraído que podría encajar a la perfección en el estereotipo de nerd que todos conocemos: inteligente, poseedor de un importante bagaje cultural, introvertido, feo, apasionado por el rol y la literatura fantástica, poco afortunado en su relación con las chicas, bla bla bla… Sin embargo, había un escenario en aquel campamento en el cual El Caramiedo se sentía como pez en el agua: las noches de acampada, alrededor de una fogata, cuando la reflexión y la conversación pausada en mitad de la oscuridad hacían sucumbir incluso la tempestuosa revolución testosterónica de los más malotes. Era entonces cuando aquel reservado adolescente desplegaba todo su carisma y de alguna forma se convertía en el líder del grupo, el punto de fuga capaz de concentrar todas nuestras atenciones. El Caramiedo pasaba de ser un bicho raro a ser una voz respetada, alguien con la habilidad suficiente para conmover y provocar en quienes atendíamos un desbarajuste fisiológico capaz de superar las habituales bravuconadas de los machos-alfa del grupo. Todo comenzaba con una introducción: «Os voy a contar una historia de la que me enteré el otro día y que no me ha dejado pegar ojo desde entonces…». Aquellas reuniones nocturnas tenían un carácter ritual vinculado a tradiciones históricas alrededor de una protagonista en común: la hoguera. Si hacemos un breve repaso por la historia sin salirnos de Europa nos toparemos con la fogata como elemento destacado en varios de sus pasajes. El Mito de la Caverna de Platón giraba en torno a ese fuego que era el encargado de poner en marcha el relato, el encargado de proyectar sobre las paredes de la cueva aquella “falsa” realidad. Por su parte, y en otro perfil bastante más oscuro, la hoguera ha sido el método

de ajusticiamiento en público de todo tipo de regímenes a lo largo de la historia que convertían la ejecución en un espectáculo con sus propios códigos rituales. Fiestas como La noche de las hogueras de Reino Unido, en la que cada 5 de noviembre se quema al conspirador Guy Fawkes para conmemorar el aniversario de su fallido intento de volar el Parlamento de Londres, o San Juan, en la que cada 24 de junio purificamos nuestras almas y de vez en cuando deforestamos un monte, son ejemplos cercanos y todavía vivos de nuestra relación con el componente ceremonial del fuego. En las acampadas al aire libre, el fuego cumple una doble función: por un lado, da calor y aleja las posibles amenazas salvajes. Por otro lado, y como labor menos pragmática y más visceral, crea el vínculo necesario con la naturaleza que potencia esa sensación de que estamos realmente alejados de la civilización urbana. La reunión alrededor suyo ha sido siempre una excelente excusa para usar la tradición oral. Y, en el caso concreto de la leyenda con componente de terror, un escenario inmejorable para su transmisión. Sabemos que la sensación de miedo genera adrenalina, lo cual lo convierte en algo parcialmente adictivo, y que la sugestión supone un porcentaje muy importante en esa sensación de miedo. Así que, qué mejor escenografía para agitar esa sugestión que un bosque teóricamente alejado de todo en el que no nos queda más remedio que sentirnos a merced de la naturaleza; un lugar en el que no dejamos de oír gruñidos de animales que desconocemos, árboles mecidos por el viento, el repentino aleteo de un pájaro… Y, claro, una historia de miedo contada con cierta habilidad y dominio de la técnica. El Caramiedo sabía cómo acojonarnos bien, toda esa capacidad para enfatizar ciertas palabras, su hablar sosegado y profundo, su forma de mirar… Toda esa habilidad para apretar las teclas necesarias para activar nuestros resortes del pavor, en definitiva, parecía el fruto de días y días perfeccionando su técnica, entrenando a conciencia con un solo motivo: sería su particular forma de venganza hacia todos nosotros ante los habituales desprecios que solía sufrir, su manera metafórica de darnos de hostias a todos los imbéciles que nos burlábamos de él por el hecho de no encajar en un grupo de críos tan poco inspirados como para que ‘El Caramiedo’ fuera el mejor mote que supieron imaginar. Pero es que, joder, las noches de hoguera, mientras contaba aquellas historias, su cara daba miedo. De verdad.

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Un mordisco para la historia Texto DAVID ORTEGA

Hace ahora cuarenta años un director de cine veinteañero se zambulló en el océano para rodar una película con la que puso patas arriba la industria del cine. Tiburón celebra su 40º aniversario tan perturbadora como el primer día, tras décadas sembrando el pánico entre bañistas y espectadores a base de sangre, sudor y agua salada.

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n el documental Guía ideológica para pervertidos el filósofo, crítico cultural y rocknrolla en general Slavoj Žižek intenta explicar los argumentos por los que otro barbudo como él, Fidel Castro, consideraba Tiburón una obra maestra del marxismo, en la que el mamífero representa el fragor capitalista por pegar un bocado a todo lo que se mueve. Para los norteamericanos era, precisamente, todo lo contrario. Suponemos, aunque desconocemos, que cuando el expresidente cubano mantuvo un encuentro de ocho horas con Steven Spielberg el 5 de noviembre de 2002 el primero transmitiría al segundo su desatada pasión por la famosa película que el director estadounidense, que había viajado a Cuba para visitar su escuela internacional de cine, rodó en sus años de juventud. La cita entre Spielberg y Castro arrancó a las 18.15 horas y terminó alrededor de las 2.30 de la madrugada, y según contaba en su día la agencia cubana Prensa Latina entre ambos “se notó una perfecta química”, que no es poco. La visión que Fidel Castro tenía de Tiburón no deja de tener su gracia cuando, tras su estreno el 20 de junio de 1975, algunos críticos de cine de Estados Unidos habían visto en el film una clara metáfora de las amenazas externas que querían acabar con el gran sueño americano, como por ejemplo el comunismo cubano. Unos veían en el escualo una representación del capitalismo. Otros, del comunismo. El resto sólo veía un puto tiburón. Estrenada hace cuarenta largos años -la película ha llegado de nuevo este verano a algunos cines aprovechando el 40º aniversario-, Tiburón fue el tercer trabajo de Spielberg tras su telefilm de debut, El diablo sobre ruedas (1971), y su debut en la gran pantalla, Loca evasión (1974). El paso del tiempo no ha hecho sino refrendar la importancia que la obra maestra del idolatrado cineasta ha alcanzado por derecho propio en la historia del cine. Tiburón se disfruta hoy como el primer día, con calzoncillos y bragas prestos a mancharse cuando su mítica y característica melodía entra por las orejas para sembrar la semillita del pánico en nuestros tímpanos. Bañarse desnudo en el mar nunca volvió a ser lo mismo. Comer sopa de aleta de tiburón, tampoco. Conseguir que los espectadores se caguen por la pata abajo con tu película durante cuatro décadas es un mérito con el que Spielberg se irá a la tumba y que, si tiene suerte y San Pedro está ese día hasta arriba de coca, le salvará de pudrirse en el infierno por haber perpetrado Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal.

Vamos a necesitar un barco más grande El rodaje de Tiburón fue un viacrucis que ríete tú del de Jesucristo. Spielberg, que apenas tenía 26 años, se empeñó en que la película debía rodarse no en un gran tanque de agua o en un lago de aguas calmadas, para facilitar las cosas al equipo, sino en pleno mar. Cinéma vérité, que dirían los franceses. El lugar elegido para albergar la costa del ya mítico pueblo de Amity fue Martha’s Vineyard, en Massachusetts, entre otras cosas porque las vicisitudes de la naturaleza

hicieron que en su costa el agua apenas tenga once metros de profundidad durante los primeros veinte kilómetros hacia el interior del océano. Un salvoconducto perfecto, confiaban, para que los tres tiburones mecánicos a tamaño real, principales culpables de que el rodaje se alargara de los 55 días previstos hasta 159, funcionaran sin problemas. Craso error, pues su funcionamiento era tan inestable que durante la producción los trabajadores bautizaron la película como flaws (defectos) en lugar del jaws (fauces) original. Los propios tiburones de pega tenían nombre, Bruce, en honor al abogado de Spielberg. Para rematar la lista de coñas, la frase “the shark is not working” (el tiburón no funciona), que se escuchaba una y otra vez a través de la radio durante el rodaje, se utiliza incluso hoy en día en las producciones de Hollywood cuando algo no funciona como debe.

Unos veían en el escualo una representación del capitalismo. Otros, del comunismo. El resto sólo veía un puto tiburón. Precisamente, y como el propio Spielberg ha contado y admitido hasta la saciedad, los contratiempos en la producción, los incontables «el tiburón no funciona» porque la sal del mar dañaba la maquinaria, el casi hundimiento del Orca, el barco en el que los tres protagonistas salen de caza, con los actores dentro y, también, la falta de experiencia de un director que se había embarcado en un proyecto de magnitudes bíblicas, provocó, curiosamente, que la película acabara siendo mucho mejor de lo que esperaban. La imposibilidad de utilizar alguna de las tres réplicas mecánicas del animal obligó a Spielberg a sugerir la presencia del escualo en lugar de mostrarlo durante las escenas de sus ataques, optando involuntariamente por un terror más psicológico que visceral, aunque cuando hizo falta tirar de sangre, ahí estaba el color rojo brotando a borbotones, y si no que se lo digan al pequeño Alex y sus deditos arrugados. «Tiburón fue mi Vietnam», acabaría diciendo Spielberg sobre el rodaje de su primer blockbuster. Él se llevó la gloria, pero su editora, la mítica Verna Fields, no dejó escapar en su momento la oportunidad de reclamar su trocito del pastel de la gloria, más que merecida de cualquier forma, por haber aportado en la sala de montaje el tempo adecuado a un material tan caótico como el que el director le iba poniendo sobre la mesa. Otros aciertos, en cambio, sí fueron fruto de la sapiencia y el buen hacer de su autor más que de la pura flor en el culo. Desde el principio Spielberg tuvo claro que la estrella de la cinta tenía que ser el tiburón, así que pidió a sus productores que prescindieran de actores famosos, como un Charlton Heston que a punto estuvo de convertirse en el icónico Quint. En su lugar, formaron una tríada de perfiles bajos, al menos por entonces, pero tan bien engrasada que la maquinaria de la

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película, genial en su primera mitad pero excelsa sobre todo en la segunda, cuando el Orca se hace a la mar, funciona como un reloj gracias a la labor de interpretación de Roy Scheider como el sheriff Martin Brody, Robert Shaw como el loco Quint y Richard Dreyfuss como el pijo biólogo marino Matt Hooper.

Lucha de clases en el mar De los lazos que tejen entre sí, de su representación de la masculinidad (genial la escena en la que Quint rompe una lata de cerveza con su mano y Hooper hace lo propio con un vaso de plástico) y de sus roles como ejemplo de los conflictos de clase en la América de la época se han escrito ensayos y opiniones para dar y regalar. El cazador Quint, a quien el propio Hooper llama working class hero (héroe de la clase trabajadora) en un momento de la película, como muestra del hombre hecho a sí mismo con el esfuerzo de sus manos. El científico, interpretado por Dreyfuss, de familia tan rica que no sólo no ha trabajado nunca sino que utilizó el dinero de sus padres para pagar su educación primero y sus caprichos acuáticos después. Martin Brody como el hombre acomplejado y sumiso ante el poder, dispuesto a acatar cualquier orden por contraria a sus principios que sea sólo porque llega de un superior, un alcalde de Amity que, además de un muy mal gusto para las chaquetas, no tiene problema en mantener abiertas las playas para que el dinero del turismo no peligre, por mucho tiburón asesino que merodee en su costa. Y es que no es hasta el final del film cuando Brody, sin embargo, consigue liberarse de su atadura y demostrarse a sí mismo que es capaz de forjar su propio destino.

La química surgida entre los tres actores de perfil bajo y su masculinidad contribuyen a que la película funcione a la perfección En realidad, el rodaje de Tiburón es recordado como uno de los más accidentados de la historia del cine. Sus vicisitudes quedaron reflejadas negro sobre blanco en el libro The Jaws Log de mano de uno de los guionistas de la película, Carl Gottlieb, amigo del director judío y contratado para dar forma sobre la marcha al libreto del

que inicialmente se había encargado Peter Benchley, autor de la exitosa novela original. Un pelotazo literario publicado apenas un año antes que la película y del que el escritor se arrepentiría, más o menos, tiempo después.

Se convirtió en la película más taquillera de la historia al recaudar 470 millones, aunque sus productores se enfadaron cuando el presupuesto pasó de 4 a 9 millones Consternado por las sangrientas consecuencias que su novela, y sobre todo la posterior cinta, trajeron para estos mamíferos acuáticos, Benchley se sentía culpable por la mala imagen que dejó en el subconsciente colectivo de unos animales más indiferentes que agresivos y vengativos con los humanos. Pero, sobre todo, no soportó la caza indiscriminada de escualos que su obra provocó en los años siguientes, con cientos de estadounidenses saliendo a la caza de tiburones de cualquier tamaño y condición para exhibir sus cabezas como trofeo con los amigotes. Según George Burgess, director del programa de protección del tiburón en el estado de Florida, tras el estreno de Tiburón en 1975 se produjo un descenso del 50% de estos animales en la costa este de Estados Unidos. «Sabiendo lo que sé ahora, probablemente nunca habría escrito el libro», diría Benchley, que luego dedicó buena parte de su vida al activismo ecologista.

Inicio del blockbuster moderno Tiburón cumple cuarenta años de vida adherida a los huesos de la historia del cine como la película que marcó el camino a seguir en Hollywood durante muchísimos años. Hasta su estreno en junio de 1975 el verano era una época despreciada por las productoras, pero acompañada de una campaña de publicidad televisiva, un merchandising como nunca se había visto y un estreno simultáneo en hasta 409 salas de Estados Unidos, algo todavía poco habitual y reservado a films de baja calidad para evitar que el boca a boca aguara la recaudación, se convirtió en la película más taquillera de la historia al recaudar 470 millones de dólares. Buen momento para recordar que sus productores se habían

BARNE ARKITEKTURA

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llevado las manos a la cabeza cuando durante el rodaje pasó de los cuatro millones presupuestados a los nueve definitivos. A Spielberg, eso sí, la alegría le duró poco, pues apenas dos años después su colega George Lucas se pasó a su compañero por el forro estrenando Star Wars y mejorando hasta la perfección la forma de vender una película más allá de lo puramente cinematográfico. Además de la barba, las gafas, y la pinta de hipster antes de los hipster, ambos compartían muchas cosas, entre ellas a John Williams como compositor. El esfuerzo del músico no fue similar, todo hay que decirlo pues para cincelar la canción principal de Star Wars Williams se comió la cabeza un poco más que para componer las escasas dos notas de piano que utilizó para la desasosegante melodía principal de Tiburón, aunque fueran suficientes para que cuarenta años después el culo se nos siga haciendo pepsicola nada más escucharla. Y así, entre pueblos turísticos para la clase media, océanos, sangre, sudor, hippies desnudas, alcaldes corruptos, cazadores locos y un tiburón blanco del tamaño de Groenlandia, Tiburón dejó de ser una película para ser un icono. Fidel Castro veía en el escualo la mejor metáfora de la historia sobre el triunfo del marxismo. ¿Estaba en lo cierto? Según Slavoj Žižek, a quien citábamos al principio, sí. Y no. «El tiburón no es sino la unión de todos nuestros miedos en uno solo para que la realidad sea mucho más sencilla de afrontar», argumenta Žižek. Bien visto. @

El monólogo del USS Indianapolis El conocido circunloquio de Quint sobre el USS Indianapolis, el buque norteamericano que transportó la bomba de Hiroshima en la Segunda Guerra Mundial, no estaba en el guión original de Peter Benchley ni en las reescrituras de Carl Gottlieb. Su autoría real nunca ha llegado a estar clara, pero en su elaboración colaboraron tanto el propio actor, Robert Shaw, como un guionista, Howard Sackler,

y el mismísimo John Milius, que según cuentan se lo dictó por teléfono a Spielberg el día previo al rodaje. “Un submarino japonés le disparó dos torpedos al costado del barco. Yo había vuelto de la isla de Tinyan, de Leyte, donde habíamos entregado la bomba, la que había de ser para Hiroshima. Mil cien hombres fueron a parar al agua. El barco se hundió en doce minutos, no vi el primer tiburón hasta media hora después, un tigre de cuatro metros. ¿Usted sabe cómo se calcula esto estando en el agua? Dirá que mirando desde la dorsal hasta la cola, nosotros no sabíamos nada. Nuestra misión de la bomba se hizo tan en secreto que ni siquiera se radió una señal de naufragio. No se nos echó de menos hasta una semana después. Con las primeras luces del día llegaron muchos tiburones y nosotros fuimos formando grupos cerrados, algo así como aquellos antiguos cuadros de batalla, igual que el que había visto en una estampa de la de Waterloo. La idea era que cuando el tiburón se acercara a uno de nosotros éste empezara a gritar y a chapotear, y a veces el tiburón se iba, pero otras veces permanecía allí, y otras se quedaba mirándole a uno fijamente a los ojos. Una de sus características es sus ojos sin vida, de muñeca, ojos negros y quietos. Cuando se acerca a uno se diría que no tiene vida, hasta que le muerde. Esos pequeños ojos negros se vuelven blancos y entonces... entonces se oye un grito tremendo y espantoso, el agua se vuelve de color rojo, y a pesar del chapoteo y del griterío ves cómo esas fieras se acercan y te van despedazando. Supe luego que aquel primer amanecer perdimos cien hombres, creo que los tiburones serían un millar que devoraban hombres a un promedio de seis por hora. El jueves por la mañana me tropecé con un amigo mío, un tal Robinson de Cleveland, jugador de béisbol, bastante bueno. Creí que estaba dormido, me acerqué para despertarlo. Se balanceaba de un lado a otro igual que si fuera un tentetieso, de pronto volcó y vi que había sido devorado de cintura para abajo. A mediodía del quinto día apareció un avión de reconocimiento. Nos vio y empezó a volar bajo para identificarnos. Era un piloto joven, quizá más joven que el señor Hooper, que como digo nos vio y tres horas más tarde llegó un hidro de la armada que empezó a recogernos. ¿Y saben una cosa? Fueron los momentos en que pasé más miedo, esperando que me llegara el turno. Nunca más me pondré el chaleco salvavidas. De aquellos mil cien hombres que cayeron al agua sólo quedamos 316. El resto los devoraron los tiburones el 29 de julio de 1945. No obstante, entregamos la bomba”.

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ELIGE OPIA TU PR RA U AVENT

o de cómo aprendimos que todo acto tiene sus consecuencias Texto KOLDO GUTIÉRREZ

El año pasado falleció uno de los creadores de los míticos libros Elige tu propia aventura, que en España publicó Timun Mas. Nacidos a finales de los 70, paralelos a la eclosión de los juegos de rol y los videojuegos, su influencia ha marcado a varias generaciones. Fue un padre de familia quien, contando cuentos a sus hijas, pulió la fórmula para llegar a vender más de 250 millones de copias. Si quieres saber más sobre su historia, pasa a la página siguiente.

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U

no de los clásicos atemporales del verano son las listas de libros. Estos listados precocinados por los suplementos dominicales de los periódicos nos recomiendan qué deberíamos leer durante los días de vacaciones en los que, supuestamente, disponemos de más tiempo libre. Cuando éramos pequeños e inocentes y teníamos menos preocupaciones, tres meses de vacaciones podían hacerse un poco largos. No todo iban a ser piscina, bici y fiestas del pueblo. De vez en cuando hacíamos un hueco en nuestra ociosa agenda para la lectura. Tras terminar los malditos deberes del colegio, que nos obligaban a leer un par de libros de El Barco de Vapor, al fin podíamos devorar los que realmente nos gustaban: Elige tu propia aventura. La colección tal y como la conocemos nació en 1979, pero su origen tuvo lugar una década antes. El abogado neoyorquino Edward Packard contaba cada noche historias a sus hijas en la cama. Como ya les había leído los cuentos infantiles típicos, empezó a inventar sus propias aventuras. Todas giraban en torno a un personaje llamado Pete en una isla remota, hasta que un día se quedó sin ideas y entonces preguntó a sus hijas qué harían ellas. Las niñas eligieron caminos distintos, así que Packard, como buen padre, trató de contentar a ambas: se inventó un final para cada una de ellas. “Lo que me impactó fue el entusiasmo natural que tenían por la idea y pensé: ‘¿Podría escribir esto?’”, dijo. El resto es historia. Una que se ramifica a lo largo de los años con varias vueltas, como si el protagonista estuviera siguiendo su propia aventura. Gracias a la idea de sus hijas, Packard desarrolló el concepto y en 1969 escribió un manuscrito titulado The Adventures of You on Sugarcane Island. Al año siguiente empezó a moverse buscando una editorial dispuesta a publicar algo tan diferente, pero fue rechazado por nueve compañías y decidió guardar el borrador en un cajón. En 1975 consiguió convencer a Ray Montgomery, copropietario de la editorial Vermont Crossroads Press, de que publicara el libro. Salió al mercado un año más tarde y vendió 8.000 unidades, todo un logro para una pequeña empresa local, y las críticas alabaron su originalidad.

Aventuras editoriales Gracias a ese éxito, en 1978 la serie pasó a editarse en Lippincot con buenas ventas. Packard escribió allí dos nuevos libros con el mismo formato: Deadwood City y The Third Planet from Altair. Esto supuso un nuevo impulso y la editorial original vendió los derechos a una más potente, pero justo en ese momento otra compañía aún mayor

se interesó por la colección. Finalmente, Montgomery consiguió llegar a un acuerdo con Bantam Books, la editorial con la que definitivamente la serie se hizo famosa en todo el mundo. Ambos autores mantendrían el control, podrían escribir algunos de los libros y contratar a otras firmas para que participaran en la serie.

Edward Packard contaba historias inventadas a sus hijas y una noche hizo dos finales distintos para contentar a ambas Su nueva casa registró el nombre Elige tu propia aventura y en 1979 publicó el primer libro de la colección, escrito por el propio Packard: La cueva del tiempo. La serie principal consta de 185 obras, de las cuales el autor original hizo 54 y su amigo Montgomery, 32. La hija mayor del primero escribió tres novelas, tras haber sido inconscientemente la ideóloga del proyecto, mientras que dos hijos de Montgomery realizaron trece. Su éxito fue espectacular entre los niños de diez a catorce años, así que la editorial fue creando nuevas líneas. La más extensa estaba dirigida a un público más infantil, en la que también participaron los dos autores principales. Otras series eran más temáticas, como una centrada en películas Disney, otra sobre viajes, sobre Las Aventuras del joven Indiana Jones, sobre Star Wars y sobre el espacio. Incluso hicieron Elige tu propia pesadilla, a raíz del éxito de los míticos libros de terror infantil Pesadillas, que R.L. Stine llevaba escribiendo desde tres años antes, adelantándose a la competencia. La base del éxito de Elige tu propia aventura está clara y radica en su propio concepto. A los niños les cuesta leer libros porque no siempre se interesan por los personajes y su historia. Por eso prefieren actividades más activas como jugar con otros niños. El invento de Packard fusiona ambos elementos, al contar una historia en la que los lectores son los protagonistas principales y participan activamente en la toma de decisiones interactuando con otros personajes. Las elecciones tienen sus consecuencias y no siempre son positivas. Cada libro contaba con multitud de finales posibles, entre doce y cuarenta, y no todos eran precisamente felices. Había muchos finales malos, incluso algunos en los que moría el protagonista o terminaba encarcelado. De alguna manera, los críos aprendimos gracias a estos libros sobre las consecuencias de nuestros actos de una manera más didáctica y cruda pero a la vez sencilla, tumbados cómodamente en nuestra cama o sentados en una silla, a sabiendas de que por

Pasa a la página siguiente para continuar esta didáctica aventura

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Este dibujo pertenece a uno de los finales más perturbadores de Las joyas perdidas de Nabooti, el segundo libro de la serie. Es una enana con un perro bomba que explota y te mata. Sí, ya...

frustrante que fuera el final de nuestra aventura, podríamos volver a intentar al día siguiente encontrar el tesoro, salvar al unicornio, detener a los malos o recuperar la Mona Lisa.

Si quieres mirar por la ventana...

a la anterior hoja para volver al pasado? Sus autores eran conscientes de ello y por eso fueron introduciendo algunos elementos para explorar el género que habían creado. Así, Packard fue un paso más allá en OVNI 54-40. La única manera de conseguir el mejor final era haciendo trampas o confundirse al ir a una página a la que era imposible llegar de otra manera, pues ninguna decisión previa lo permitía. Al hacerlo, nos felicitaban por haber roto sus normas.

Packard dibujaba un borrador con las decisiones que habría que tomar. Era un diagrama de árbol en el que cada opción se ramificaba en nuevas posibilidades, hasta dar con todos los finales posibles. Luego escribía el libro en segunda persona, dirigiéndose al lector, que era a su vez el protagonista. Éste asumía un papel esencial en la aventura: investigador privado, escalador, piloto, doctor, espía, astronauta… Esto permitía además que el protagonista no tuviera sexo ni raza definidos, para que se adaptara al del propio lector, aunque en algunas ilustraciones lo mostraban con aspecto masculino.

Estos libros permitían a los niños experimentar y aprender que todo acto tiene sus consecuencias, muchas veces negativas

La gracia del asunto estaba en las decisiones. Cada dos páginas teníamos la posibilidad de decantarnos entre dos o tres opciones: reunirnos con alguien, salvar a una persona u otra, seguir a alguien, disparar o no, decir algo… Dependiendo de la elección, debíamos pasar a una página u otra, que a su vez nos presentaba nuevos caminos y así sucesivamente hasta acabar con éxito nuestra misión o fracasar estrepitosamente. Al comenzar la aventura asumíamos un pacto tácito con la novela: seguir sus reglas a rajatabla. Sin embargo, ¿quién no hizo trampas alguna vez al tomar una decisión, comenzar a leer cierta página y, al comprobar que el destino que nos aguardaba no era satisfactorio, regresar

Otro de los motivos de su popularidad fue su bajo precio. Al principio, en Estados Unidos cada volumen costaba 1,75 dólares, menos que una entrada de cine en los años 80. Y no hacía falta que te acompañaran tus padres, tú eras el protagonista y podías volver a leerlo cuantas veces quisieras para que la historia cambiase. En esa época, los videojuegos estaban empezando a popularizarse en los salones recreativos. Ya existía Space Invaders, poco después llegó Pacman y en 1982, Donkey Kong. Elige tu propia aventura no se diferenciaba mucho de ese nuevo medio, aún en pañales. Por eso lo etiquetaron como “ficción interactiva” o “libro juegos”, y posteriormente algunos géneros del videojuego como las

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aventuras gráficas emplearon varios de sus elementos. Tampoco hay que olvidar que en 1974 se había publicado la primera edición de Dragones y Mazmorras, el primer juego de rol con dados, lápiz y papel, que permitía plena libertad a los jugadores, con gran capacidad de decisión. Elige tu propia aventura venía a ser, en el fondo, una versión muy simplificada de los juegos de rol que estaban empezando a hacerse famosos en las universidades americanas, pero con historias mucho más lineales e infantiles.

Superhéroes y petisos Marvel, que siempre está atenta a las tendencias, publicó en la segunda mitad de los años 80 una serie de ocho libros titulada ¡Tú eres el protagonista! Los lectores asumían la identidad de Spiderman, Lobezno o el Capitán América. Traía una ficha con varias habilidades (fuerza, agilidad, resistencia…) para ayudarnos a avanzar en la aventura. En los momentos decisivos debíamos lanzar un dado y dependiendo del resultado pasábamos a una página u otra. Hablando de superhéroes, en 1987 se publicó La espantosa, extraña, terrífica historieta de los petisos carambanales, una de las aventuras más recordadas de Superlópez, en la que debíamos decidir el rumbo del mítico personaje. Gracias al éxito de esta estructura narrativa, con el tiempo han surgido muchos continuadores de la fórmula. Uno de los más recientes es La cápsula del

La única manera de conseguir el mejor final en OVNI 54-40 era haciendo trampas al ir a una página a la que era imposible llegar de otra manera tiempo, escrito por Miqui Otero y publicado por Blackie Books en 2013. Una revisión literaria y adulta del formato original adaptada a la sociedad postmoderna, con 37 finales posibles. Hasta su fin en 1998, Elige tu propia aventura vendió más de 250 millones de libros. En 2007, Montgomery fundó una nueva editorial, Chooseco, en la que volvió a publicar varios de los libros escritos por él y algunos nuevos. Su última novela fue Gus Vs. the robot king, que salió a la venta en agosto de 2014. El autor falleció tres meses después. Desgraciadamente, él no pudo retroceder unas páginas para cambiar su futuro. @ Si quieres ir a Brasil a aprender sobre su música y sus movimientos sociales, pasa a la página siguiente. Si, por el contrario, prefieres visitar un parque de atracciones, pasa a la página 28.

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l i s a Br

Un país tropical

Los caminos del legado son inescrutables, pero también los de la apropiación. Texto ESTHER MIGUEL TRULA

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s este un momento bonito para el 15M. Cinco candidaturas populares, apoyadas en la marca pero al margen de la estructura oficial de Podemos, han conquistado (no sin pactos y esfuerzos) los ayuntamientos de varias e importantes ciudades de España. Va a comenzar el verano y con él, esperamos, noticias positivas sobre la lucha política, esa que se compromete a materializar en acciones el espíritu de aquel movimiento que hace cuatro años se encendió en las plazas de toda España y especialmente Madrid. Si todo sale como está previsto, se juntarán en los próximos meses varios términos como compromiso social, contracultura o libertad, pero también aprovechamiento, fagocitación o pérdida de impacto revulsivo. Luego vendrá la desmitificación, más tarde el desencanto, y al final del todo, evolución. Porque para bien o para mal, el 15M ha sido el Mayo del 68 para la gente de mi generación, con sus diferencias y sus similitudes, pero tocando una cuestión vital, la de servir como referente identitario para una gran parte de la sociedad, para tocar de manera grupal ciertas vicisitudes sociales y culturales propias del momento pese a estar estas hibridadas con escurridizos elementos preexistentes. Pero alcanzando un punto de encuentro, concreto y globalmente histórico: somos lo nuevo y somos lo viejo.

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El Mayo del 68 de Brasil también fue igual y diferente al resto de movimientos de este período. Como último estertor de la rebeldía de la sociedad civil brasileña frente a la dictadura militar que nació en 1964, este dulce momento de alegría fue también al tiempo una variante hippie que bebía de la contracultura a la europea en aquel lejano continente. Las vanguardias, en un crisol producto de una presión militar oportuna, de una cultura pop nacional en plena expansión y de unas influencias externas enriquecedoras, suscitaron una convergencia con varios nombres propios: Caetano Veloso, Gal Costa, Gilberto Gil, Torquato Neto, Os Mutantes o Tom Zé, entre otros. No hacía tanto esa misma nación se había puesto a sí misma en el mapa creando una identidad nacional sofisticada apoyada en la rica corriente de bossa nova, que aún pervive en expresiones híbridas y también puras en nuestros días, pero en los últimos tiempos este estilo había perdido popularidad y originalidad. Porque aunque los artífices del tropicalia veneraban el arte de Joao Gilberto o Ray Charles también sentían las carencias de su estilo, como el de sus propias raíces: mientras la bossa nova había nacido en la zona blanca de Río de Janeiro, Zona Sul, los del movimiento tropicalista venían de la zona de Bahía, donde vivían los pobres y donde la esclavitud


se había abolido en la tardía fecha de 1888. Y mientras la bossa nova había servido en parte para exportar una idea nacional de paraíso vacacional exótico lleno de mujeres hermosas donde gozar, la tropicalia intentaría luchar por la rebelión y el arte. A pesar de todo, hay que fijarse en un par de figuras básicas más para entender la transición entre uno y otro movimiento. El primero, Jorge Ben, quien crearía en 1963 la famosa canción de samba mezclada con maracatu Mas que Nada y que incorporó guitarras eléctricas a la música popular, cosa que causó furor entre los oyentes pero no así dentro de la izquierda, que consideraba ésta una imperdonable influencia yanqui, y una pujanza imperialista sobre los ricos sonidos nacionales que corrompían su espíritu. La doctrina del yeah-yeah-yeah. El segundo, el otro invento estadounidense que invadiría la nación entonces: la televisión. Causando furor entre las clases bajas, había diseminadas por Río y Sao Paulo varios receptores que se disfrutaban en grupo, y lo que más gustaba ver a los espectadores eran concursos musicales, de entre ellos los más célebres los Festivales, que en un país en el que se habían prohibido los partidos políticos la gente los había convertido en un foro de discusión de ideas políticas así como auténticos eventos de afición… y linchamiento. Estos eventos, por cierto, estaban dirigidos por una izquierda que con sus premios y descréditos adoctrinaba sobre el estilo musical que creían era correcto disfrutasen los brasileños. Y, por supuesto, contra ellos también estaba la tropicalia. Y así fue, en la edición de 1967 del Festival de Televisión de São Paulo, que se presentaron varios de sus integrantes al concurso. Ganó Ponteio, de Edu Lobo y Capinam que nada tienen que ver con este movimiento, pero en segundo lugar quedaría la Domingo no Parque de Gilberto Gil gracias a su estilo de arreglos y sonidos técnicamente revolucionaria. Cuarta fue la Alegria, alegria de Caetano Veloso, que se subió al escenario sin miedo a criticar a unos y a otros con una canción que mezclaba tanto elementos pro cultura de masas (los primeros acordes los interpretaban los Beat Boys, un

El tropicalismo fue una expresión de voracidad burguesa, un movimiento con fecha de caducidad y una música que ha influido a muchísimos artistas nacional e internacionalmente

El disco Tropicália, ou panis et circensis mezcló en 1968 bossa nova, samba, psicodelia, funk y rock’n roll alternativo grupo de rock compuesto por argentinos; además es una de las primeras canciones brasileñas en citar a Coca-Cola) así como antirrégimen, con una muy creativa forma de hablar en sus letras del dolor que la dictadura militar infligía a su pueblo. En el mismo festival, aunque sin clasificarse, participarían también Gilberto Gil y Os Mutantes, banda emblemática del rock y la psicodelia brasileña. Ya habían salido en la tele. Su filosofía se basaba en el “canibalismo cultural”, término extraído del Manifiesto Antropófago del poeta modernista Oswald de Andrade, fusionando varias corrientes para crear un estilo nuevo: los Beatles, el pop art, la cantante de samba Carmen Miranda, los compositores de música popular Luiz Gonzaga, Dorival Caymmi y Paulinho da Viola. También y por si era poco el jazz, el modernismo de 1922 y la poesía concreta de los 50. Si Brasil es ya de por sí un país marcadamente multicultural nos da el cóctel perfecto de corrientes y herencias para hacer imposible identificar cuál es el gen predominante del ADN de esta corriente, perfecto reflejo en sí mismo de la cultura y sociedad brasileña: una gran mezcla de todo con todos. Sí sabemos al menos cuál fue su piedra roseta: Tropicália, ou panis et circensis. Bossa nova, samba, psicodelia, funk y rock’n roll alternativo se juntan en este disco total que funciona en su escucha por igual tanto al conocedor como al ignorante del histórico etnomusical brasileño. Tropicália es un álbum de orquesta, como aquellos propios de la bossa, pero también una mezcla con la experimentación pop, del que tal vez destaca su cuidado estructural, haciendo de su escucha un viaje casi cinematográfico y muy emocional, pasando por diversos estadios pero manteniendo siempre una coherencia interna. Gilberto Gil, Caetano Veloso y Gal Costa son los grandes aportadores, aunque Tom Zé, Nara Lêao y Os Mutantes también participan, y en mayo de 1968, mientras fuera estaban teniendo lugar la guerra del Vietnam, la primavera de Praga, la lucha estudiantil francesa y la Revolución Cubana, unos jovenzuelos publicaron un álbum medio

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Algunos criticaban que ciertos autores comprometidos, como Caetano Veloso o Gilberto Gil, vinieran de familias acomodadas o burguesas negro, medio gringo y con toda la clara intención de cambiar la sociedad insuflando nuevos estímulos y que, aunque no incluían a Alegria, Alegria y Domingo no Parque, las canciones del Festival del año anterior y primeros himnos de la tropicalia tienen aquí al grueso de hitos originarios: Panis et Circenses, Baby, Três Calaveras, Miserere Nobis. En Tropicália falta, sin embargo, otra canción muy importante: País Tropical. Este tema de Jorge Ben ejemplifica con sus simples pero brillantes letras lo que podía ser la esencia tropicalista, la evidencia de que las reivindicaciones, si quieren hacerse, siempre terminan viendo de una forma u otra la luz. Y también la prueba del algodón de que existe una paranoia

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en los regímenes totalitarios que, temerosos de que artefactos inocentes acaben convirtiéndose en una protesta subliminal, terminan por ver lucha donde no la hay. Decía la letra así: “Moro num país tropical, abençoado por Deus E bonito por natureza, mas que beleza Em fevereiro (em fevereiro) Tem carnaval (tem carnaval)”. “Vivo en un país tropical, bendecido por Dios Y hermoso por naturaleza, pero la belleza En febrero Hay carnaval”. Las demás estrofas, conteniendo referencias de la cultura propia (“tengo un Volkswagen y una guitarra, soy del Flamengo y tengo una negra que se llama Tereza”), poseían ese mismo tono alegre de burgués de barrio, y naturalmente la izquierda, enfadada por ser éste lo que les parecía un mensaje conformista con lo que proponía la dictadura, se le echó encima. Al tiempo, este cántico


animoso, enamorado de las bellezas de la patria era para algunos un vehículo para la subversión, para con ironía expresar el profundo dolor de una nación que se ve raptada y manipulada para significar lo que las élites pretendían que fuese. La canción fue censurada, su autor perseguido, y como él mismo reconocería años después, no tenía ninguna intención de crear un mensaje político con ella. La idea es la misma que se transmite de una forma superficial: hablar de la naturaleza paradisíaca, seductora, rica, hermosa y abierta que conlleva inherentemente el espíritu brasileño. Y por supuesto, fue todo un éxito entre la gente.Aunque el movimiento tuvo mucho apoyo entre los jóvenes brasileños, que veían en esta una forma perfecta de quitarse de encima ese tradicionalismo que envolvía muchos de sus ámbitos de la cultura y sus expresiones, era mucho mayor el porcentaje de gente que abarcaba el frente anti-tropicalista. Los izquierdistas y la clase conservadora, como ya hemos comentado, pero también una buena parte de la clase media, entre ellos muchos estudiantes universitarios, que sentían que había que cerrar filas alrededor del MPB (el acrónimo de música popular de Brasil, género predominante en el país y que surgió con la segunda generación de la bossa nova) que apoyaban la idea de que su cultura debía ser protegida de las influencias extranjeras que podrían mermar su espíritu y raíces nacionales. Algunos no les perdonaban, por ejemplo, que pese a proclamarse autores comprometidos con la justicia social lo habían logrado desde una posición privilegiada: Veloso era hijo de un director de oficina de Correos, clase media semirrural, y Gil era hijo de un médico, burguesía pura y dura. A ellos nunca les faltó el dinero, en ese sentido. Pero por supuesto nadie hizo más por terminar con este movimiento que duró entre uno y cuatro años, dependiendo a quién preguntes, que el propio régimen dictatorial. Un marco legal creado expresamente para suprimir las libertades civiles y de expresión artística sirvió para actuar contra ellos en vez de contra ese sector izquierdista que verdaderamente ocupaba posiciones de poder. El Estado primero encarceló y luego exilió a Gilberto Gil y Caetano Veloso, los dos miembros más activos y referentes más populares. Estos se irían a Londres, desde donde continuarían su carrera artística

pero dándole muerte al tropicalismo como movimiento de revolución en Brasil. El tropicalismo, se descubrió, fue una expresión de voracidad burguesa, un movimiento con fecha de caducidad, y una música que ha influido a muchísimos artistas nacional e internacionalmente, siendo tal vez el más destacado el resurgimiento que se hizo en los 90 del mismo por parte de David Byrne y Paul Simon.

La canción País Tropical, de Jorge Ben, ejemplifica con sus simples pero brillantes letras la esencia tropicalista y que las reivindicaciones siempre terminan viendo la luz Les acusaron de ser tímidos y gentiles, de rebajar el efectismo que podrían haber alcanzado con su arte de haber importado menos y no haber caído en la apropiación que suponía su apuesta por la favela chic. Más importante aún, les tacharon de carecer de una lucidez dadaísta en la polifonía de sus voces, de no tener una voz que hablase por el conjunto cuando precisamente de la ambigüedad y confusión de todas estas cuestiones habían hecho su fuerza creativa. Fueron incoherentes y descuidados, y si no hubiera intervenido la dictadura cortando el movimiento es probable que hubiesen acabado agotándose a sí mismos más pronto que tarde, aunque de esta manera no se habría creado el mito. José Celso diría sobre su movimiento que estas consignas de Oswald de Andrade lo explicaban muy bien: «Por la unificación de todas las revueltas en una misma dirección», «por la contribución millonaria de cada uno de nuestros errores». Dos frases para explicar esa ensalada antropofágica en la que todo se integra, esa mixtura de errores infinitos que ha hecho a su país ser el que es. La nación que ha recibido de nosotros tantos pensamientos y que ha filtrado de una manera tan equivocada. Al final es una conexión de todo, una gran síntesis transformativa. Ha pasado medio siglo y parece que fue ayer.

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Los parques abren sus puertas Texto ELIZABETH CASILLAS

Los parques de atracciones abren sus puertas cada verano vendiendo diversi贸n, entretenimiento y emociones fuertes. Experiencias que la cultura pop ha sabido absorber y trasladar tanto a la pantalla como a las p谩ginas de papel. Os proponemos un tour por algunos de los parques m谩s memorables de la ficci贸n.

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«Nuestras atracciones volverán locos a los niños del mundo entero» John Hammond, dueño de Jurassic Park

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ue el origen de los parques de atracciones sean unas fuentes termales a las que atribuyeron poderes curativos en el norte de Copenhague suena poco probable, pero este es el motivo por el que en 1583 se inauguró Bakken, considerado hoy el parque más antiguo en activo. La gente acudía en tropel ante tan milagroso acontecimiento y por ello no tardaron en asentarse en los alrededores feriantes y trovadores para entretener a –y también aprovecharse de– los cándidos que allí se congregaban. Sin embargo, el germen del parque de atracciones moderno no se desarrollaría hasta finales del siglo XIX, cuando el 20 de enero de 1885 LaMarcus Adna Thompson patentaba la primera montaña rusa y, poco después, se construía para la Exposición Universal de Chicago en 1893 la primera noria pensada como atracción de feria. De hecho, fue en la ciudad norteamericana donde, en 1984, Paul Boyton abrió uno de los primeros parques de atracciones permanentes. Después llegaron muchos otros como Coney Island en Nueva York, que fue uno de los mayores intereses de la ciudad a principios del siglo XX, y algunos de ellos se convirtieron en verdaderos iconos de la cultura popular. Han servido de hilo conductor para películas, series de televisión, novelas e incluso videojuegos y han estado en los primeros puestos de nuestros sueños infantiles. ¿Quiénes no queríamos pedir un deseo a la vieja máquina de Zoltar? Para ello tendríamos que acudir a Playland en Rye (Nueva York), uno de los parques más retratados en la gran pantalla y que todos recordamos gracias a Big (Penny Marshall, 1988), pero en el que también se rodaron, entre otras, escenas de Los Teleñecos conquistan Manhattan (Frank Oz, 1984) o de Cómo conocí a vuestra madre. Sí, también es el mismo lugar al que Glen Bishop se dirige cuando va a visitar a Sally Draper en la última temporada de Mad Men. Si de alguna manera los parques de atracciones han sido realmente protagonistas en la pantalla grande en los últimos años ha sido gracias a Adventureland, rodada en Kennywood

(Pensilvania), y cuyo director, Greg Mottola, se basó en su propia experiencia como trabajador en un parque en Long Island para crear el guión. La comedia, emplazada en el verano de 1987, narra la historia de James Brennan, interpretado por Jesse Eisenberg, quien abandona su sueño de unas vacaciones en Europa por un trabajo mediocre en el parque de atracciones de su localidad natal, donde conoce a Emily Lewin –Kristen Stewart–, de la que, por supuesto, se enamora. La cinta rebosa nostalgia pop, aunque ésta queda justificada si pensamos en que, junto a la excitación, la nostalgia es uno de los sentimientos que más afloran cuando uno se sube a una montaña rusa. ¿Acaso es posible no pensar en la niñez rodeado de sillas voladoras, gusanos locos y trenes de la bruja?

Los menores deberán ir acompañados Don Gato, Los supersónicos, Yogi, Bubu o el lagarto Juancho son sólo algunos de los personajes que formaron parte de la factoría Hanna-Barbera, uno de los mayores estudios de animación hasta los años ochenta, y que dio marca a diferentes atracciones de feria en el parque que el estudio inauguró en la temporada 84/85 en Texas. Pero es una de las grandes estrellas de la productora, Scooby Doo, el que mejor ha sabido sacar partido a estos recintos. Y no solo por contar con diferentes montañas rusas con su nombre, sino por utilizar este escenario para brindarnos algunos de los momentos más divertidos del personaje. Incluso en su deslucida adaptación filmada con actores reales, que ni siquiera Sarah Michelle Gellar pudo salvar, en el verano de 2002 centraron la acción en Horripilandia, un parque de atracciones poseído por el malvado Emile Mondavarious. Lo cierto es que los parques temáticos centrados en la gran pantalla son un hecho desde hace décadas. Cerca nos coge el caso del Parque Warner Madrid, y de pequeños nos vendieron el deseo de un viaje a Disneyland París o, lo que era más difícil aún, Disney World Orlando. Lo que no sabemos es si aquel 17 de julio de 1955, cuando el mismísimo señor

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Los parques de atracciones han servido de hilo conductor para películas, series de televisión, novelas e incluso videojuegos. Walt Disney inauguró el primer parque de la franquicia en California, alguien pensó que podría dar pie a una película tan inclasificable como Escape from tomorrow (Randy Moore, 2013). Este film, rodado entre Disneyworld y Disneyland sin permiso de la compañía, muestra lo que en principio podría ser una vista normal al parque protagonizada por un padre de familia y que es despedido mientras están de vacaciones allí. Tras recibir la fatal noticia decide ocultarlo a su mujer y comienza a obsesionarse con dos jóvenes francesas que ha visto en el recinto. Las persigue con la mirada en los puestos de helado y también en las interminables colas que hace con sus hijos pequeños para acceder a las atracciones. Hay mascotas gigantes, ensoñaciones y, finalmente, una catarsis que estalla degenerando todo en un dislate visual y narrativo indescriptible. Después de esto, nunca volveremos a ver Disneyland con los mismos ojos.

6 196 46 756 // 944 304 07 9 / / ) o) bao a, 7 (Bil HOPOS, 31 (getx g a h c e r A 30 DE LOS C AVENIDA

No obstante nunca, jamás, veremos un parque en el cine al que tengamos más ganas de ir que Jurassic Park. Si ahora mismo alguien nos ofreciera un billete para el ferry con destino isla Nublar, en las proximidades de Costa Rica, probablemente las únicas palabras que podríamos pronunciar serían: «¡Lo ha logrado! ¡Ese loco hijo de puta lo ha logrado!». Y acto seguido comenzaríamos a empacar nuestra maleta. Pero tememos que, aunque en las salas este verano arrase la cuarta entrega de la saga, las puertas del parque sólo se abrirán en la pantalla o, en su defecto, en las líneas de los libros de Michael Crichton de los que Universal Pictures y Steven Spielberg compraron sus derechos en 1990. Con John Hammond aprendimos qué era el ADN, la clonación y lo hermosos que son los brachiosaurus, pero el propietario de Jurassic Park también nos enseñó más sobre el negocio de los parques temáticos que ningún otro personaje en la historia del cine. Conocimos lo importante que es «no reparar en gastos» a la hora de invertir en la seguridad de un parque y nos recordó que «todos los parques sufren retrasos», que «cuando inauguraron Disneylandia en 1956, nada funcionó». Aunque, claro, si en Disneylandia los Piratas del Caribe se averían, no se comen a los turistas. Lo cierto es que, sea como sea, Spielberg consiguió con Parque Jurásico en 1993 su propósito de hacer una notable y renovada continuación de Tiburón.


Área reservada para adultos Al igual que Alan Grant no avaló finalmente la utopía de John Hammond, suponemos que tampoco lo haría con las instalaciones de Le ParK, un nuevo concepto de entretenimiento ingeniado por un multimillonario ruso y un arquitecto obcecado con la neuro-arquitectura. Todo lo que sabemos del recinto lo descubrimos en el libro homónimo del escritor y filósofo belga Bruce Bégout, quien relata en primera persona la visita a la isla privada en la que se encuentra el metaparque. Y decimos ‘metaparque’ porque en un solo espacio se puede visitar una reserva animal, un parque de atracciones, un campo de concentración, una tecnópolis, un campo de refugiados, un cementerio, una residencia de ancianos, una cárcel… En definitiva, una recopilación de todas las formas que podría adoptar un parque y un paseo entre la diversión y el horror cargado de crítica social. Pero esta novela de ciencia ficción distópica no es la única en la que estos lugares tienen un papel principal en la obra. Hace ahora dos veranos que Stephen King nos dio una entrada para el pequeño parque de atracciones Joyland, donde el joven estudiante Devin Jones consiguió trabajo en el verano de 1973. Aunque hasta aquí hemos de reconocer que, aun con algo más de una década de diferencia, se parece bastante al argumento de

Junto a la excitación, la nostalgia es uno de los sentimientos que más afloran cuando uno se sube a una montaña rusa. Adventureland, todo cambia cuando la vieja leyenda de que en la Casa de los Horrores habita el fantasma de una chica asesinada se transforma en un caso de misterio en el que Jones debe descubrir al verdadero asesino detrás del mito. La cultura popular, por aquello de aunar entretenimiento y entusiasmo a partes iguales, nos ha proporcionado históricamente parques de atracciones que han sido escenarios de obras de diferente índole pero que siempre han apuntando a la añoranza, a la nostalgia de dejar atrás la infancia, y los han convertido en una metáfora perfecta sobre el crecimiento. Allá por finales de los ochenta, cuando el joven Josh Baskin le pidió a Zoltar ser un adulto, aprendimos que lo mejor era seguir siendo un niño. Esa sensación, la de volver a ser niños, es la que sentimos cada vez que el parque abre sus puertas y nosotros estamos delante de ellas. @

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n 贸 i s Se le dob Las sesiones dobles, los autocines y, en menor medida, el grindhouse estadounidense son maneras muy especiales de ver cine asociadas sobre todo al verano. Porque no hay nada mejor que un dos por uno, os proponemos tres sesiones continuas para las noches estivales con las que sobrellevar el caloret.

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1. Sesión metacinematográfica Rubber Cabin in the woods Rubber y Cabin in the Woods podrían considerarse dos películas hermanas separadas al nacer. Ambas nos hablan sobre el funcionamiento del propio cine, pero con la apariencia de estar en dos simples películas de género, de pura serie B, con sangre y sexo. Las dos cintas utilizan el humor negro para deconstruir la esencia de los mecanismos fílmicos. Aun sin llegar a romper la cuarta pared en ningún momento, ambas nos hacen reflexionar sobre la manera en la que vemos y consumimos cine. Rubber (Quentin Dupieux, 2010) recurre al surrealismo más bizarro y delirante para hacernos partícipes de una historia con una premisa absurda: un neumático con vida propia que se dedica a hacer explotar la cabeza de las personas gracias a sus poderes telequinéticos. Básicamente, eso mismo hace con nosotros: volarnos los putos sesos. Esta sensación queda patente desde la primera escena, en la que el sheriff que persigue a la rueda habla directamente a la cámara y hace una declaración de intenciones: «muchos momentos del cine ocurren sin ninguna razón y la vida está llena de estas ‘sinrazones’, y esta película es un homenaje a esta ‘sinrazón’». Eso, que lo podría haber dicho el propio director en una rueda de prensa de Cannes, se lo suelta el policía a otros personajes que están allí y van a ver todo lo que ocurre con el neumático asesino como si fuera una película. Exactamente igual que nosotros. Cabin in the woods (Drew Goddard, 2012), por su parte, no es tan directa, aunque desde luego tampoco es especialmente sutil. Sigue al pie de la letra todos los tópicos del género de terror adolescente, con sus protagonistas estereotipados, y los traslada a la típica cabaña en el bosque... Pero afortunadamente no todo es lo que parece. Bajo su aspecto formulaico, se halla una película que analiza y cuestiona los clichés del propio género: sus personajes estúpidos, sustos fáciles, monstruos clásicos e incluso el concepto de final girl, la chica virgen y atractiva que suele sobrevivir. El propio Goddard y su compinche Joss Whedon aparecen también representados a su manera en la película, como obsesos del control para que todo salga como debe. En definitiva, dos obras que hablan sobre sí mismas, pero sin caer en el ensimismamiento, con mucha gracia y originalidad.

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2. Sesión matar es divertido La soga La huella Bastante antes de que Haneke nos propusiera sus Funny Games, dos directores clásicos ya nos habían sugerido que asesinar es divertido. Resulta curioso que una sociedad tan retrógrada como la norteamericana aceptara de buen grado dos propuestas tan aparentemente frívolas y perniciosas para las mentes bienpensantes como La soga (Alfred Hitchcock, 1948) y La huella (Joseph L. Mankiewicz, 1972). Además, ambas contaron previamente con el beneplácito de la burguesía que acudió en masa a ver las obras teatrales originales en las que se basaban. La soga nació como una demostración de Hitchcock hacia sus detractores de que era capaz de elaborar un thriller sin necesidad de recurrir al montaje. De igual forma, sus dos jóvenes insolentes e inteligentes protagonistas han elaborado un plan con el único propósito de impactar a un antiguo profesor al que admiran profundamente: han matado a un compañero y han escondido su cadáver bajo la mesa en donde ofrecen una cena para sus invitados, entre quienes están el propio profesor y el padre de la víctima. Los protagonistas realizan el juego como un ejercicio intelectual, de estilo, para demostrar que pueden realizar el crimen perfecto, una obra de arte. Una peligrosa banalización de un hecho terrible inspirado por antiguas conversaciones con su viejo maestro. También hay engaño y trampas sobre asesinatos en La huella, aunque los espectadores no conocemos toda la información de primera mano como en La soga. Esa repugnante superioridad moral está aquí representada por un rico y exitoso escritor de novela negra que intenta engañar al joven y apuesto amante de su mujer para salirse con la suya. Hay una diferencia sustancial entre ambas películas: en la primera se concibe el asesinato como arte, sin ningún objetivo específico, mientras que en la segunda hay un móvil muy concreto. No obstante, ambas obras teorizan al respecto por medio de la dialéctica y retórica de sus sofisticados personajes. A través de los recursos propios de la novela de detectives, encontrando pistas y utilizando la deducción, ambas tramas se van resolviendo (y enrevesando) poco a poco hacia clímax inolvidables.

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3. Sesión intensita La noche La gran belleza Cuando Giovanni Pontano, el escritor protagonista de la La noche (Michelangelo Antonioni, 1961), se jubiló, queremos pensar que dio una fiesta por todo lo alto al más puro estilo Jep Gambardella, el personaje en torno al cual gira todo en La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013). Lo cierto es que nunca sabremos qué fue de Pontano, pero lo que sí nos queda claro es que una sesión continua de ambos títulos en el orden propuesto podría darnos una idea aproximada. Más allá de que ambas películas han sido dirigidas por directores italianos, aunque con algo más de cincuenta años de diferencia, y que sus protagonistas sean escritores de éxito, a ambas cintas les motiva la deconstrucción de nobles decadentes, intelectuales de bien y demás altas esferas de una sociedad italiana que irradia los últimos rayos del ocaso. La noche fue uno de los primeros éxitos de Michelangelo Antonioni fuera de Italia, una coproducción italo-francesa protagonizada por Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau, una de las caras más reconocibles de la Nouvelle Vague. La acción, centrada en el declive del matrimonio burgués, se desarrolla en apenas un fin de semana que comienza con la presentación del exitoso libro de Giovanni Pontano en Milán y a la que sigue una fiesta en casa de un empresario millonario. La velada, un calurosa noche de verano convertida en derroche de ostentación a la que sólo se acude para dejarse ver, servirá para que tanto Lidia como Pontano despejen las dudas que sopesan sobre su relación. Por su parte, La gran belleza también fue un éxito más allá de las fronteras italianas y su protagonista Jep Gambardella, escritor ‘one-hit wonder’ interpretado por Toni Servillo, fue un guía de primera para conocer Roma en verano. Nos abrió las puertas de la ciudad, sus villas, sus palacios, sus jardines, nos mostró a sus bellas, bellísimas, mujeres y una riqueza artística que a poco estuvo de provocarnos un síndrome de Stendhal. Sorrentino lo compensó con bailes al ritmo de Raffaella Carrà y una buena remesa de personajes tan opulentos como huecos que retratan una sociedad burguesa en decadencia y el miedo endémico a envejecer.

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e d a Guí entos m a p cam verano de Ahora que los campamentos de verano han dejado de ser una oportunidad para darnos a la vida salvaje, ponernos las pinturas de guerra y descubrir que un palo es nuestro mejor aliado. Ahora que ya no vagamos asilvestrados por las llanuras, que la nostalgia nos corroe por dentro y que las acampadas estivales se han intercambiado por temidas sesiones de coaching, es el momento de volver, cuanto antes, a sentarnos junto a la hoguera y entonar canciones a ritmo de guitarra. Hacemos un repaso a algunos de los campamentos más famosos de la historia, para que vayas eligiendo tu próximo destino.

g g Whispering Rock Psychic Summer Camp

Si tienes habilidades telepáticas o telequinéticas y en la Escuela Xavier para Jóvenes Talentos ya no quedan plazas, el campamento Whispering Rock Psychic es tu lugar. Situado a orillas del Lago Oblongata, sobre lo que antiguamente era un apacible pueblo, en realidad es una remota instalación del Gobierno norteamericano para controlar y entrenar a niños con poderes psíquicos. ¡Imagínate encender la hoguera usando tu piroquinesis! Temática: Para niños con poderes psíquicos. Experiencia: desconocida Localización: Lago Oblongata. Valoración Cactus: Un campamento secreto del Gobierno no es el mejor lugar del mundo, y los osos telequinéticos pueden echar para atrás un poco. Valoración final: **

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g g Campamento Walden

Si estás buscando a tu alma gemela, tu padre va a casarse con una mujer horrible y no sabes cómo evitarlo o desearías saber cómo es vivir con dinero a espuertas puede que el campamento Walden sea tu mejor opción. Ideal para jovenzuelas americanas sin pasta que se preguntan cómo sería una versión británica y adinerada de sí mismas. Quién sabe, quizás tu BFF termine en Londres y tú, por ejemplo, en California. Temática: Campamento femenino Experiencia: desde 1961 Localización: en algún punto de la costa este de Estados Unidos Valoración Cactus: Tenis y esgrima como deportes oficiales quizás sea demasiado snob para ti. Valoración final: **

Kampamento Krusty

El Kampamento Krusty está situado en el lago Gran Serpiente. Según su himno se trata de una construcción rústica, fuerte y potente que cuenta con limpios comedores, mucho deporte y cultura. El servicio de enfermería es excepcional, si te haces un rasguño enseguida te lo curan. Existe riesgo de avalancha en la ladera homónima y, sobre todo, de amotinamiento porque, bueno, quizás no todo es como lo pinta la estrella de la televisión. Kampamento Krusty es una marca registrada.

Temática: Campamento oficial de ‘Krusty el payaso’ Experiencia: desde 1992 Localización: Lago Gran Serpiente (Springfield) Valoración Cactus: Demasiados abusones, pero nos encanta su espíritu alborotador. Valoración final: ****

g g Campamento Ivanhoe

Campamento Crystal Lake

Plancha tus viejos pantalones de boy scout y anúdate el pañuelo al cuello porque cuando el maestro Scout Ward pase revista deberás estar impoluto. Prepárate para conseguir tus insignias en nudos marineros, fuegos artificiales o acrobacias en motocicleta. Si quieres encontrar el amor de verano no te olvides las gafas y el gorro de mapache. Por cierto, el primo Ben monta un festival de cine independiente en su tienda cada noche, pásate por allí.

Puede que los monitores de natación no sean los más efectivos, que el agua de vez en cuando esté envenenada o que los campos ardan, pero las vistas son hermosas y parece que los lugareños son gente amable que tan solo quieren acallar todas esas leyendas de jóvenes cruelmente asesinados. Es cierto que no siempre está abierto, pero cada pocos años algún insensato vuelve a abrir sus puertas. ¿Será este verano?

Temática: Campamento Scout Experiencia: desde 1965 Localización: Isla New Penzance Valoración Cactus: Es el campamento perfecto, no sigas leyendo. Valoración final: *****

Temática: Campamento ‘a secas’, sin milongas Experiencia: desde 1935 Localización: Lago Crystal Lake Valoración Cactus: Tememos por tu vida, pero nos encanta el peligro. Valoración final: **

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Las televisiones no son para el verano (o sí) Texto KOLDO GUTIÉRREZ

Las cadenas de televisión aprovechan que la mayor parte de los espectadores está fuera de casa y apenas se sienta ante la pequeña pantalla para abaratar costes a base de reposiciones. Sin embargo los directivos a veces dan luz verde a proyectos por los que durante el invierno no se atreverían a apostar. Algunas pocas ocasiones la jugada les sale redonda y el programa se asienta en la parrilla y permanece en antena durante meses. O incluso años, como es el caso del Grand Prix, El Informal y Lo sabe, no lo sabe.

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n verano hay muchas plagas: alemanes en Mallorca, adolescentes borrachos en Salou y viejos en Benidorm. Pero hay otra mucho peor que suele asolarnos en estas fechas, menos incívica pero igual de perjudicial para nuestra mente: los programas de televisión veraniegos. Vale, es cierto que la televisión española en general hace tiempo que deja mucho que desear, pero en fechas estivales suele sumergirse en un cenagal aún más profundo. Cuando aprieta el calor, las parrillas de nuestras cadenas suele dividirse entre el conformismo de las reposiciones y alocados experimentos que parecen ideados por los sobrinos de los directivos, con la tranquilidad que da saber que todo el país está comiendo paella en la playa.

Ramontxu’s Castle Si pensamos en el programa veraniego por excelencia, rápidamente nos vienen dos imágenes a la cabeza, a cada cual más terrible: una vaquilla y Ramón García. Efectivamente, El Grand Prix empezó a emitirse en TVE1, como no podía ser de otra forma, en pleno verano de 1995. Lo que pocos recordarán es que la primera edición aún no tenía ese título, sino Cuando calienta el Sol. Ramontxu, ese yerno perfecto

Grand Prix mezclaba costumbrismo cañí, vaquillas, Ramón García, famosetes y bailarinas ligeritas de ropa: exitazo seguro caído en desgracia, nos presentaba las reglas de lo que no dejaban de ser, básicamente, unas fiestas del pueblo pasadas de rosca y con algo menos de alcohol en vena. En esa primera temporada participaban cuatro pueblos en cada programa. En el primero de ellos los elegidos fueron Ezcaray, Cortes de Arenoso, Setenil y Alpedrete. Y es que Grand Prix hizo más por dar a conocer la geografía española que cualquier colegio; ¿cómo si no íbamos a saber que existen municipios llamados Cintruénigo y Sabiñánigo? Otra gran influencia nada disimulada del programa era Humor Amarillo. Con una sutil diferencia: los japoneses tenían a Takeshi Kitano y nosotros, al pesado de Ramón García. Al igual que en el mítico programa original, aquí las pruebas consistían en fuerza y habilidad, para ganar había que ser más bruto que el rival. Ancestrales tradiciones

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El humor de El Informal se adelantó a internet en España y sus muletillas aún perduran: “¿Bo, qué pacha?”, “Hola, culebras”, “Po cojonudo”

patrias como los gansos de Lekeitio, lanzar una cabra desde el campanario o el ya célebre Toro de la Vega podrían haber tenido perfectamente cabida, pero en TVE optaron por una versión edulcorada y recurrieron a las icónicas vaquillas. Eran presentadas con rimas dignas de Mecano: “Manuela, la vaquilla que no corre, vuela” o “Si ves a Revoltosa, pon pies en polvorosa”. Si a estos ingredientes añades famosetes apadrinando a cada pueblo y bailarinas ligeritas de ropa, como mandaban los cánones en los 90, el resultado estaba claro: exitazo y diez años en antena. Diez. Putos. Veranos.

Informando (no tan) mal Los programas que se estrenan en verano suelen ser parches para llenar la parrilla a bajo coste, pero en ocasiones el fenómeno trasciende de lo esperado por los directivos y en vez de dos meses acaba durando varios años. El Informal se estrenó en TeleCinco el 13 de julio de 1998, un día después de que Francia ganara su Mundial de fútbol a Brasil. Desde entonces, el show no faltó a su cita diaria hasta la cancelación el 5 de abril de 2002, cuando Javier Capitán (presentador y director del programa), concluyó: «Esto empezó como una historia de verano y se ha convertido en el verano más largo, intenso, emotivo y divertido de nuestras vidas». El grito de guerra con el que se presentaban Capitán, Florentino Fernández, Inma del Moral y Félix Álvarez (a los que se unieron después Miki Nadal y Patricia Conde) era un honesta declaración de intenciones que podría aplicarse a los telediarios de muchas cadenas: “¿Qué es lo que hacemos? ¡Infor! ¿Y cómo lo hacemos? ¡Mal!”. Su formato estaba inspirado en un mítico programa italiano,

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Striscia la notizia, que lleva en antena desde 1988 en un canal de Mediaset. Su mezcla de noticias con humor caló rápidamente entre el público, principalmente entre los más jóvenes, hasta el punto de dar lugar a varias frases míticas que muchos repetíamos en el colegio: “¿Bo, qué pacha?”, “Hola, culebras”, “Po cojonudo”... En una época con internet aún en pañales, y sin la ayuda de Twitter, las coletillas del Informal se extendieron rápidamente por todo el país. Sin saberlo, su espíritu gamberro se adelantó varios años al humor que triunfaría en Internet en España: memes, personajes recurrentes, doblajes y canciones (inolvidables sus versiones de Mamma mia y I want to break free, entre otras). Su final fue precipitado e inesperado y nunca quedó claro si fue por el auge de los malditos realities, con Gran Hermano y Operación Triunfo a la cabeza, para abaratar costes o por temas políticos, pues a finales del mismo año otro buque insignia del humor ácido en TeleCinco, Caiga Quien Caiga, también fue fulminantemente cancelado. Pero eso no impide que tengamos al Poli Risitas o al Sargento Tárrega para siempre en el recuerdo.

Guasap no enviado Seguro que ni siquiera el propio Juanra Bonet se esperaba el éxito de Lo sabe, no lo sabe, que se estrenó el 30 de julio de 2012 en Cuatro. Era una adaptación de un concurso israelí

El inesperado éxito de Lo sabe, no lo sabe gracias a su bajo coste contribuyó a que Mediaset no llegara a estrenar Guasap! y su pelotazo pilló a todos por sorpresa, gracias en parte a lo barato de su producción. Tanto es así que, sin quererlo, provocó que otro programa con altas expectativas como Guasap!, presentado por Dani Martínez y con colaboradores ilustres como Joaquín Reyes o el Monaguillo y otros no tan ilustres, como Flipy, ni siquiera llegara a emitirse. Tras haberlo anunciado a bombo y platillo para después de verano, con horario incluído, y presentar varios pilotos, Mediaset acabó cancelando el programa. Y el inesperado éxito de Lo sabe, no lo sabe pudo tener mucho que ver. Al tratarse de un formato ligero y con una mecánica sencilla, que requería de un pequeño equipo de personas para grabarlo por las calles de toda España, su rentabilidad era muy alta. Así que el programa siguió en pantalla hasta finales de 2013, cuando la fórmula parecía ya agotada. Habrá que ver si en estas fechas alguna cadena nos sorprende con alguna nueva idea que cuaje o tendremos que conformarnos con volver a ver Verano Azul por enésima vez. @

Un proyecto de la dipUtación de HUesca coorganizado por

AYUNTAMIENTO DE SALLENT

Festival miembro de

patrocinador oFicial

patrocinan

AYUN TAMIENTO

www.pirineos-sur.es

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S O L ´´ U V A R

B

Texto ELIZABETH CASILLAS

EXPLORADORES DE TERRITORIOS, LOS BRAVÚ NO SABEN DE FRONTERAS Y TROTAN LIBREMENTE CRUZANDO LOS LÍMITES INTERDISCIPLINARIOS DEL ARTE.

S

on jóvenes, rabiosamente jóvenes, y aún cuentan con esa insensatez y valentía que durante años hemos exigido a los talentos noveles que aparecen en la escena del cómic. Les hemos pedido que nos sorprendan y, desde el momento en que Dea Gómez (Salamanca, 1989) y Diego Omil (Pontevedra, 1988) decidieron unirse renunciando a sus nombres propios para trabajar bajo el seudónimo de Los Bravú, ellos no han dejado de hacerlo. Introducción, nudo y desenlace fue la primera historia que les publicaron desde Fulgencio Pimentel, a la que siguió seis meses después Toreromaus y más tarde formaron parte de la antología Terry. Ahora acaban de presentar, de la mano de Apa Apa, La furia (al cual pertenece la imagen de la página anterior), una historia de dos chonis y un tete a medio camino entre los personajes de Harmony Korine y los que podemos ver una mañana de paseo por la Malvarrosa. En las veinte páginas de esta pequeña grapa pretenden reflexionar sobre las diferentes formas de expresión violentas de nuestro tiempo que, según sus palabras, se deben al sentimiento de frustración derivado de la marginalidad, previa adhesión a grupos con

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O M S I L A R O M L E » S S O A T M A E E C B E R A R R O A B P A « TA S I M I T IN 46


las motivaciones más disparatadas. «Por supuesto lo tratamos con un tono desenfadado, con pizcas de erotismo y estética internetera. Hacemos una propuesta poco convencional, por lo tanto el público con quien conectamos suponemos que también debe de serlo», puntualizan. No es de extrañar entonces que Los Bravú estén a la cabeza de la vanguardia del cómic independiente, junto a otros autores como Nacho García o José Ja Ja Ja, y que la explicación de este hecho sea tan sencilla como que se ponen muy nerviosos si sienten que se están repitiendo. «Nos gusta usar nuevas fórmulas que proporcionen una lectura fluida y estimulante, comprobar hasta dónde podemos estirar el chicle. No

intentamos ordenar el mundo, aborrecemos el moralismo intimista para beatas. Usamos la ironía como método de supervivencia a través de personajes descarados que cantan a la libertad y la alegría de vivir». Ese mismo culo inquieto que les llena de coraje y arrojo es el que les ha llevado a residir temporalmente en La maison des auteurs de Angoulême, donde están preparando un libro que intenta combinar cómic, escultura e incluso fotografía, preferencias que se han ido forjando a lo largo de los años tras una formación plástica y la exploración de lo procesual. «Hoy en día los límites están difuminados y las conexiones entre disciplinas están a la orden del día, nos sentimos muy cómodos moviéndonos por diferentes territorios», concluyen. @

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Texto SANDRO GOMATO

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ace mucho tiempo que Don Draper perdió esa sonrisa casi inocente que llevaba siempre puesta cuando trabajaba como vendedor de coches en California. Probablemente quedase hecha añicos en un vuelo Los Ángeles- Nueva York, o desaparecida en el jardín de una casa de dos plantas de un barrio residencial de clase acomodada en las afueras de la Gran Manzana. «Rezo por que encuentres la paz»; ya se lo dijo, con acento italiano, una de sus últimas amantes, quizá la que más agitó su arrítmico corazón, tan necesitado de emociones fuertes a modo de marcapasos para no acabar en parada cardiaca. Porque la vida de nuestro protagonista sólo ha conocido un estatus, que es el de la guerra. Pero antes de ser Don Draper fue Dick Whitman, el hijo de una prostituta que murió nada más dar a luz y de un granjero alcohólico que no era un buen tipo y que tuvo un final trágico y horriblemente poético: lo mató una coz de un caballo, de su caballo, por gilipollas. Otro hombre se hizo cargo de él entonces, cuando sólo tenía 10 años. Era el “Tío Mack”, un triste paleto y una nueva piedra en el camino de un chaval que sólo fue capaz de encontrar miseria en su infancia allá donde mirara. No obstante, pronto llegaría la guerra, y con ella esa gran oportunidad de redención que los Estados Unidos de América conceden a sus ciudadanos. Pero esa redención terminaría convirtiéndose en el punto de inflexión definitivo en la vida de Dick Whitman cuando un accidente le dio la oportunidad de mandarlo todo a la mierda y reiniciarse desde el punto cero. Así que, en Corea, Dick mató literalmente a Dick y se transformó definitivamente en Donald Francis Draper. Su nueva identidad venía acompañada de grandes oportunidades, pero también de un pasado ya escrito, y en el que constaba un nombre de mujer: Anna Draper, la esposa que nunca quiso y la amiga, tal vez la única en su vida, de la que no pudo disfrutar. Comenzaría así la nueva etapa de Don, marcada por la impostura, por el sentimiento de culpa y por el perpetuo tormento moral. Una máscara que sólo podía quitarse delante de Anna, bajo el sol de California. Para el resto del mundo sería el gran triunfador americano, un tipo hecho a sí mismo que supo llegar a lo más alto trepando desde el más absoluto de los infiernos, el perfecto hombre del traje gris, corbata y pelo engominado que de niño se peinaba con saliva. Después de sus empleos como agente comercial en el concesionario de automóviles y como dependiente en una tienda de abrigos de piel, supo encontrar su sitio en el mundo de la publicidad, haciendo en su trabajo la misma actividad que acabaría teniendo su reflejo en su vida personal: hacer que nos creyésemos lo que él quería que nos creyésemos. La empresa, una pequeña agencia llamada Sterling Cooper, incapaz de rebañar un trozo grande del pastel a los grandes

Ilustración MOX PĀRADOX

nombres del negocio pero prestigiosa por su atento trato con los clientes. Allí, en el trabajo, Draper encuentra su refugio, el lugar donde sentirse valorado, respetado y temido. Sterling Cooper es su particular burbuja de embriaguez, metafórica y literal, donde olvidar a Dick, a Anna y a lo que queda de su vida anterior. Como en el mito de Pandora, la calma sólo se rompe al abrir una caja, una cápsula del tiempo donde Draper esconde el recuerdo de Whitman en forma de viejas fotografías.

Para el resto del mundo sería el perfecto hombre del traje gris, corbata y pelo engominado que de niño se peinaba con saliva. El amor es esa cosa que inventaron tipos como él para vender medias, así que el pobre Draper sólo conoce la infidelidad como única forma de relación posible. Eso y el secreto, porque si hay un Dios para Don es el respeto de la privacidad y de la intimidad personal. Bien lo sabe su primera esposa, Betty, tan volátil como harta de ver que alrededor de su marido todo eran sombras. Betty reunía todo lo que Don buscaba en una mujer: dependiente, sumisa y prácticamente sin vida personal. Junto a sus hijos formaron la familia perfecta, prácticamente salida de un anuncio publicitario creado por el propio Draper. Su divorció dejó a Don dando tumbos hasta que tuvo algo a lo que agarrarse. Y tenía acento francés. Megan Calvet era el contrapunto perfecto de Betty: joven, semieuropea, con intereses culturales, impulsiva, extrovertida y aún con aspiraciones de ser feliz. De hecho, tal vez demasiadas para un Don que nunca dejó de preferir al ama de casa perfecta a la que nunca se le hubiese pasado por la cabeza hacer un trío. Con el final de los años 60, la sociedad estaba cambiando tanto y tan deprisa que a Don empezaron a fallarle los asideros de los convencionalismos propios de aquella década, sobre los que tan a gusto se sentía y que le llevaron a ganar un Clio por un memorable spot con un pequeño cowboy como protagonista y a emocionarnos a todos hablando de las capacidades metafísicas de la rueda de diapositivas Kodak. Ni siquiera fue capaz de no dejar escapar a la mujer a la que más llegó a admirar y de la que acabó irremediablemente enamorado: Peggy Olsen. Lo fácil siempre fue imaginar un final trágico para un Don constantemente rodeado por la muerte. Sin embargo, la única persona sobre la Tierra capaz de entender el Infierno de Dante como lectura de playa no iba a rendirse tan fácilmente. Él prefería expresarlo de otra forma: «si no te gusta lo que se dice, cambia la conversación».

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CONSUMIR PREFERENTEMENTE ANTES DE

CACTUS Nº 13

Baticao

¡Los grumos serán a-batidos!

A

llá por el verano de 1993, cuando Induráin ganaba su tercer Tour consecutivo, Cola Cao se sacó de la manga un invento ideal para combatir el calor veraniego: la BatiCao. La famosa empresa de chocolate instantáneo era consciente de su gran punto débil frente a la competencia de Nesquick, al no disolverse bien en leche fría. Eso, que durante las gélidas mañanas y noches de invierno no era un problema, pues todos solemos tomarlo caliente, sí que era un hándicap con las elevadas temperaturas estivales. Así que la compañía del cacao en polvo ideó un plan para corregir ese problema sin tener que modificar la fórmula de su producto y ahorrar dinero a costa de sus químicos, para invertirlo en los ingenieros, que parieron varios cacharros para llamar la atención de los niños, su principal consumidor. Así nació la BatiCao, una pequeña batidora a pilas con la misma tecnología que los míticos ventiladores de mano. El aparato venía incluido en cada

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No me tire, deposíteme sobre una mesa para que otros puedan disfrutarme. Gracias.

caja de 3 y 5 kilos de Cola Cao, para fomentar las ventas de ese formato. El rudimentario artilugio contribuyó a acabar de una vez por todas con esos malditos grumos que tanto nos aterrorizaban cuando éramos pequeños. En ocasiones también provocó que salpicáramos de Cola Cao muchas cocinas, dando así lugar a un curioso gotelé que divertía a los niños y enfurecía a los padres. Gracias a su enorme éxito, Cola Cao repitió la promoción cada verano, pero perfeccionando su invento, a cada cual mejor… y más loco. CoctelCao era un coctelera con una pajita enorme. MaraCao fue una variación de la anterior, pero con forma de maraca para animarnos a agitar el recipiente con ritmo caribeño. El más conocido de todos los modelos fue la TurboCao, estrenada con motivo de las Olimpiadas de Atlanta 96, que consistía un recipiente con un par de varillas, que accionábamos manualmente. Dependiendo de la cantidad que bebiéramos, nos daban una medalla de plata o de oro. ¿Cómo negarse a algo así?


AGENDA

JULIO / AGOSTO 2015 - BILBAO

CURSOS / TALLERES / ENCUENTROS... AGENDA ESPACIOAERRE Avda. de las Universidades, 2. Bilbao / 94 442 27 35

VIE 3 JUL 17:00 a 21:30

VIE 17 JUL 17:00 a 21:00

DIARIO DE VIAJE CON CUBIERTAS DE CUERO Y COSIDO LONG STITCH 50€ (ESTUDIANTES 45€)

LIBRO OBJETO CON PLEGADO ORIGAMI Y LUZ 50€ (ESTUDIANTES 45€)

CONCIERTOS / EXPOSICIONES / PROYECCIONES... AGENDA BAOBAB

AGENDA RESIDENCE

Príncipe, 1, Bilbao.

Barrainkua, 1. Bilbao. 944 05 26 66

JUE 2 JUL 20:00 EXPOSICIÓN: MIMETIC al MIE 5 AGO (DE DANA STOICANESCU)

TODOS MIÉ DE JUL 21:00

VIE 3 JUL 21:00 AHOPEKO KONTZERTUAK JAIA!

SÁB 4 JUL 18:00 - 22:00

JUE 6 AGO 20:00 EXPOSICIÓN: CALONGE al JUE 20 AGO ASTE NAGUSIA BAOBAB LA NUIT 00:00 EN ADELANTE PINTXADAS BAILONGAS

AGENDA LA RIBERA BILBAO Mercado de la Ribera, Bilbao. 946 57 54 74.

SÁB 4 JUL12:30 CONCIERTO BLUES-COUNTRY PABLO ALMARAZ, YAHVÉ DE LA CAVADA Y DABID MARTÍN

VIE 17 JUL 21:00

SÁB 11 JUL 19:30 JAZZ NOEMÍ LADRÓN DE GUEVARA MIGUEL SALVADOR, 2-DAY RESIDENCY VIE 17 JUL 23:30 JOKE

SERGIO CARDOSO

ACÚSTICO DEL DISCO “EL HUECO DEL SILLÓN”

San Vicente, 5. Bilbao. 944 24 23 43

CONCIERTOS ASTE NAGUSIA SÁB 22 AGO

LOS PANIKS PUNK ROCK&ROLL COUNTRY ALT GARAGE PSYCHOBILLY

MIÉ 26 AGO

KLOY DE GUERRILLA HIP-HOP

JUE 27 AGO

BARMAN PROYECTO DE RUBIA & MARIANA - SONIC TRASH

VIE 28 AGO

LOMOKEN HOBOKEN SOUTHERN BLUES ROCK’N’ROLL

SÁB 29 AGO

CHIQUITA Y CHATARRA GARAGE SURFER ROCK, PSICODELIA AMENAZANTE

SÁB 18 23:30 LA INDIETECA DJ DOM 26 JUL 20:00 WALK THE LINE (TRIBUTO A JOHNNY CASH), BRIOLES, MATT AND THE PEABODY DUCKS, LEGACASTER

EUSKAL AMERICAN PARTYJAIA:

Jam Session Bluegrass con cerveza artesana de Laugar y redneck cocktails.

AGENDA AMBIGÚ

JUE 9 JUL 20:00 UNAI AZKUE VIE 10 JUL 13:00 BILBAO BBK LIVE THE LONDON SOUL

IRISH SESSIONS

ESPACIOAERRE Avda. de las Universidades, 2. Bilbao / 94 442 27 35

HASTA 30 JUL

TUITS DE PLOMO Y MADERA DE LA FAMILIA PLÓMEZ

Es una asociación madrileña amante de la tipografía clásica, realizada con plomo y madera. Hacen encargos, cursos y talleres por toda la geografía, mezclando tecnologías viejas con un aire nuevo.

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HAY UN VIRTUAL @revistacactus

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